Revista Café de Letras No. 3

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Año. 0 / No. 3

Agosto - Octubre 2012

Realizado en Arandas, Jalisco, México

Talento Literario Nacido en Nuestra Tierra


Editor en Jefe Héctor Limón Diseño Gráfico Editorial Edgar Herrera Colaboradores Especiales Lupita Navarro Ilustradores Salma García Iván Acevedo Escritores Iván Orta Francisco López Héctor Limón


Catársis Editorial ·

Unas palabras de nuestro Editor en Jefe

· Performance - Momentos Reseña de este performance en Arandas

Atrapalunas ·

Entrevista a la poetiza Gloria Nahaivi

· ~13~

Cuento escrito por Iván Orta

Veleta ·

Poesía de LLupita Navarro



Esta es la despedida... ??? Por: Héctor Adrián Limón Fernández Creador de “Café de Letras

-

¿Quién no se ha puesto a soñar junto a grandes amigos?, quizá usted lector(a) lo haya hecho. La revista Café de Letras nació de un sueño entre amigos una tarde donde no había mucho que hacer. ¿Cuál fue el sueño?, se preguntarán algunos, ese sueño fue permitir que los artistas nuevos y de poco renombre comenzaran a difundir su trabajo, así también, permitir la divulgación de la cultura y las artes. Con una meta en claro, iniciamos a planear y llevar a cabo lo que ahora es esta revista. Creemos que los artistas serán quienes den cuerpo a esta revista, es decir, que las nuevas generaciones tienen aquí, un espacio de expresión. Entonces, hasta este número, me corresponde como editor en jefe dar un agradecimiento a todos y todas las personas que han colaborado para que hasta ahora disfrutemos de 3 números ininterrumpidos. Por otro lado, estamos conscientes de nuestros alcances y limitaciones, debemos reconocer que aún no tenemos la fama y el prestigio de las grandes publicaciones; además de que esta publicación se divulga única y exclusivamente por la red. La experiencia vivida en casi un año de trabajo, nos ha llevado a entender que sin el apoyo de las nuevas generaciones de artistas es difícil que nuestro proyecto siga adelante. Además nos topamos con que, los integrantes del equipo de Café de Letras, no siempre tenemos disposición de tiempo y espacio para adentrarnos de lleno a todo el trabajo que esta publicación demanda. En conclusión y sin más rodeos, el próximo número quedará sujeto a la participación de usted apreciable lector(a) y artista de la vida; estamos a la espera de su creatividad. Ante todo, me siento profundamente agradecido con usted lector(a) y con todo el equipo y colaboradores que han hecho realidad este proyecto; espero podamos seguir trabajando para brindar algo bello a nuestra gente, a nuestro mundo.


UNA OBRA DE ENTRECORTADAS ESCENAS Y EXQUISITAS MELODÍAS. UNA MEZCLA ENTRE POESÍA, MÚSICA Y TEATRO; CAPAZ DE SATISFACER, AL MÁS EXIGENTE ESPECTADOR CUAL BUEN VINO EN UNA NOCHE DE GALA.

Por Lupita Navarro



La Obra En punto de las 8 de la noche el 26 Junio, bajo una serena noche, nos escondimos en “Casa de las Artes” del agitado ritmo en Arandas, para respirar música tranquila que preparaba el ambiente cultural de Nicole Rosenthal, con el performance “MOMENTOS”.

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El elenco de esta extraordinaria obra está formado por 4 excelentes jóvenes: Yaqueline Renedo, Mayra Díaz, Emmanuel Salinas y Rafael Santana, bajo la dirección de Martin Pretalia. La obra comienza representando escenas de la vida misma: una mujer sentada y tejiendo declama estar enredada en los hilos de su tejido; una pareja más, que explora el arte de amar “cual árbol extasiado de la vida”, desea plasmar su esencia tras su propia metamorfosis, y así renacer. Una mujer indaga en el fondo de un espejo su yo perdido, y con un reproche aclama con angustiosa desesperación a la burla del destino, de piel arrugada y vencida, reflejada sobre un minúsculo circulo… su espejo.

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Tras una breve pausa de escasos minutos, se presentaron los cuatro jóvenes actores, cada uno en un punto cardinal diferente del escenario y, tras una reverencia al público, la obra siguió su curso. En la “obscuridad de su mente” , una mujer continúa con sus objetivos (Viajar, asegurar la casa, alimentar al gato, despedirse de sus seres queridos, etc), atrapada en la incertidumbre de cada día sin darse cuenta de que la muerte despertó antes que ella. Ella nos cuenta sus memorias, momentos mágicos, deseos, añoranzas, pasiones juveniles, besos, bailes y emociones desbordadas; enfrentándose después con la indiferencia de su amado volviendo a la realidad con el corazón destrozado. Y es la desesperante rutina y hastío, que terminan por hacer explosión: ella sonriente y tranquila; él estando bastante confundido, toma un arma y dispara, matando así a su pareja.

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Concluimos con una cadena de humanidad, explorando sus sentidos, explotando sus emociones. Descubriendo una sensible y limitada sociedad en sus momentos de mayor intensidad.


Tras bambalinas El director (quien inició a la edad de 12 años en este ambiente) nos menciona algunos aspectos que desarrollan aquellos que disfrutan de participar en el teatro: disciplina, responsabilidad, creatividad, trabajo en equipo, adentrarse en la lectura y el conocimiento, por mencionar algunas. Mayra Díaz le dice a los jóvenes:

”Luchen por sus sueños”.

Yaqueline Renedo (quien da clases de expresión corporal, y clases de teatro) hace una invitación a nuestros lectores: ”Llénense de cultura, de teatro, de lectura, de arte, formen su propio grupo tomen sus propios proyectos, anímense a despertar el interés por el teatro”. Esta jovencita ha realizado cortometrajes, participado en cine, tv, radio, e insistió en que es necesario tocar puertas, sin darse por vencido, porque aunque no es fácil, todo es posible si perseveramos y nos esforzamos por mejorar.

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Rafael Santana, originario de Sinaloa, tiene 8años en el ambiente teatral, dice que todos tenemos diferentes habilidades y que para él es más fácil hacer reír al público que hacerlo llorar, aunque algunos piensan diferente. Él invita a los jóvenes para que participen en el teatro, es una actividad introspectiva, relajante, que requiere mucha memoria, pero que provee muchísimas satisfacciones, como es el poder expresarte. Emmanuel Salinas, quien tiene solo 2 años en el teatro, nos asegura que le encanta hacer feliz a la gente y nos comparte el motivo por el que comenzó a actuar: ”Cuando alguien asiste a una obra de teatro, descansa de su rutina, de sus preocupaciones, se desestresa, retoma fuerzas para continuar día con día en sus labores, es por esto que amo el teatro” También invitó a los jóvenes para que sigan sus sueños, que no se dejen caer, y si caen que se levanten, mas nunca se den por vencidos.

AGRADECEMOS FINALMENTE A Estos Pequeños Promotores De La Cultura,

El director Martin Pretalia, agradeció con emotivas palabras, el poder volver a Arandas después de 13 años donde participara con la obra “Confesiones de un Vampiro”. Agradeció también a los técnicos de sonido y a los presentes amantes del arte, especialmente a Karina Aguirre, quien se despidió motivándonos con las palabras “EL ARTE CONTINÚA”.

SU INTERES POR UN MUNDO MEJOR, UN MUNDO SANO Y LIBRE.


Por H茅ctor Lim贸n



Para todo en este mundo, los seres humanos hemos querido ingeniar una explicación; en lo que respecta a los poetas, les decimos que son gente enamorada o simplemente locos que “se fuman de la verde” para escribir sus “versitos”. Lo único que se puede decir con certeza de ellos, es que son seres humanos, como tú y yo; y es en este espacio nos corresponde pues, hablar de una poetiza cuyas palabras nos remontan precisamente a un elemento de nuestro mundo, hablo de la luna.

Dice Gloria para el periódico “El sol de Tlaxcala”, que la poesía (sic) “es algo que siempre guardamos, que está en el interior de cada uno de nosotros…”; así pues, ella como poetiza ha dejado fluir todo aquello que tiene en su interior.

Gloria Nahaivi nació bajo el cielo anochecido de la ciudad de Apizaco, Tlaxcala; justo en la cuna del mestizaje, donde la sangre nativa se mezcló con la sangre europea. Estudió Letras, en la Universidad Autónoma de Tlaxcala, ademásde estar en talleres literarios con poetas tales como: Juan Bañuelos, Silvia Tomasa Rivera y Dolores Castro.

En entrevista para la revista Café de Letras, la poetiza Gloria Nahaivi dijo que su interés por la poesía nació de su hermano, puesto que él se dedicó desde mucho tiempo a ser autodidacta; cuenta que cierto día vio un soneto que su hermano había escrito y él le invitó a que algún día escribiera, ella contestó “está fácil”, ¿cuál sería su sorpresa? Nahaivi descubrió que hacer un soneto no es como hacer sopa aguada o comer pan con leche. Entonces, a partir de dicha experiencia, confesando ella, que inspirada incluso en la rivalidad con su hermano, comenzó a incursionar en el arte de “hacer la palabra”.

Ha publicado hasta el momento tres libros: “Agua blanca”, “Fragancias ilícitas” y su libro más reciente, “Atrapalunas”, donde la publicación de este último libro se logró por medio de la beca que otorga el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes del estado de Jalisco (CECA, 2012).

Gloria terminó en la cuna del tequila, Arandas, Jal. acompañada por su familia; donde lleva viviendo más de 8 años, sin detenerse en su pasión por las letras. Dice que no solo le place hacer arte con las letras, de vez en cuando dibuja o goza con salir al campo y cortar tréboles.

Amante de la lectura y de la expresión por el lenguaje, Gloria ha incursionado en varias antologías poéticas; creó y promovió el proyecto infantil: “Jugando a ser poeta”. Ha sido colaboradora en el Programa Nacional de Lectura de la SEP en Tlaxcala. De igual forma, en la ciudad de Arandas, Jalisco, es profesora en el Taller de Literatura “Café con Letras”, donde cuenta con alrededor de 12 alumnos.



Sobre Atrapalunas:

Esta publicación ha sido un gran éxito, representa un motivo de gran alegría para su autora. Sus alumnos (y también amigos), tuvieron la dicha de notar el orgullo en sus ojos, así como en sus efusivas palabras al hablar de esta gran hazaña. Sin presentación oficial en el estado de Jalisco, esta poetiza incansable no pudo resistir presentarlo en la tierra que la vio nacer, por lo que el día 10 de agosto en punto de las 17:00 horas, pudo mostrar a los tlaxcaltecas, el nacimiento de su nuevo libro. Hoy Gloria está en la búsqueda de presentarlo en la ciudad de Guadalajara, Jalisco; así como en Arandas, tierra que la vio renacer. En otro artículo para el periódico “El Sol de Tlaxcala”, Gloria comentaba que su temática “es la poesía erótica, solo cuando se extinga en mí, me enfocaré en otros temas…”; así pues, esta poetiza nos hace ver que la vivencia de lo sensual, lo erótico y también, del propio mar, encuentra con la belleza son experiencias que el ser humano se de sus experiencias en la ciudad tiene para sí y puede gozar de ellas. de la Habana, Cuba; claramente dice: “Bajo el cielo de la Habana renace la afrodisia de Gloria en la Afrodita Este poemario recibe su nombre de las nuevas espumas, y su canto en honor a los “atrapasueños”, Gloria entiende a la luna como de mujer se adueña de la voz poética…”. ese elemento de la naturaleza que es capaz de captar aquello que llevamos dentro los seres humanos.

Así pues, el texto que podemos disfrutar en Atrapalunas es ideal para todos aquellos que quieran intensificar su amor por el astro madre, por la luna en sí.

Su libro, prologado por su “maestro”, el poeta arandense y ganador del Premio Jalisco en Literatura (2011), Artemio González García, describe claramente cómo es que Gloria Nahaivi,

También menciona que el texto de Atrapalunas intenta “atrapar esas abstracciones huidizas del prodigio poético… en los textos de Gloria la claraluz de la poesía se desliza, y atrapa metáforas lunantes o lunas que se transfiguran en metáforas lúdicas…” Dejémonos atrapar por algunos versos que a continuación les presentamos, vean como este Atrapalunas nos lleva por el mar cósmico de la vida.


Escucha Martí, te digo esto Arranca este amor si puedes, mar de Martí, barca de sueños prisioneros, río suspendido en sus vaivenes, tiempo perpetuo de florestas, latido de amaneceres, que humedecen el acto de amor por el que vivo. Arranca si puedes, este amor atado a la barca preñada de placeres. Detiene, esta noche sigilosa que acerca a velar mis ojos, atrio de vuelos, en la arena de estos párpados, muros de sal, van acercando el beso… tatuado en la eterna piel de Martí, aquí en la Habana.

Opaluna Abrázame luna con tu luz de agua, con tus noches de silencio. Arrulla este incendio de amapolas. No me abandones ahora que pronuncio las heridas de mis ojos. Glorifica estos huesos de sal y de humo. No me dejes sola en este anochecido menguante de hiedras; en esta hojarasca de solitarios besos. Dame al menos, un trozo de ópalo para seguir esperándote, y acércate lo más que puedas a este bálsamo de miel, que tú misma, depositaste en mi boca, cierta noche de octubre.

Selene “Llena eres de luz, hermosa eres entre todas las lunas, mi deseo es contigo”. Deja caer tu blanca arena santuario de brumas, depositaria de sueños; rasga el velo nupcial de la virgen que soy, apriétame tu cinto blanco una vez más. Nadie como tú cuando me sientes, cuando hundes tu canción entre mis pechos; sabes hurgar en mi abandono, -sabes todo de míLos azahares están por abrirse, a punto de lluvia… estallan, cairelean tus olas. ¡Bésame! El velo ha caído hasta mis pies. Ahora vísteme de ti. Dejaremos que tu cuerpo y el mío canten el salmo mas ardiente de la tarde.

La Habana y yo La mañana blanca se despierta aquí en la Habana, un viento ligero le abre la blusa y entonces se descubre cual mujer; se levanta el cabello, de su rostro asoman, unos ojos bordeados de misterio. Se transforma, húmeda es, en su sexo de arena enmarañado, y aquí estoy yo, también mujer, temblando de amor como paloma. Ella me comparte una barca y renazco en una concha en cada ciclo estridente de una ola.


Escrito por:

Ivรกn Orta


Ilustraciones por:

Ivรกn Acevedo


Tú, lector de esta revista, aunque la fama de esta revista no es mucha me gustaría que leyeras una historia personal; un último aporte como escritor aficionado que soy.

L

a vida no siempre ha sido justa, ¿Por qué? Por las vueltas tan violentas que da, así como sus golpes, buenos o malos, pero en algunas ocasiones estos golpes... Son mortales... Aunque esta historia pueda la curiosidad de muchos a otros tantos, me atrevo a me importa en lo más mínimo pasarles. Al fin y al cabo condenado y me iré de con la conciencia limpia.

traer consigo y desgracias decir que no lo que pueda yo ya estoy este mundo

Todo empezó en el cibercafé donde trabajo, como siempre, hago algo para entretenerme en mis horas de trabajo, con un videojuego o incluso una historia de terror. Esas dos cosas eran mis preferidas, y juntas me daban horas y horas de diversión. Es divertido entrar en el personaje principal del libro o del videojuego, experimentar su terror, imaginar que será ese ruido detrás de la puerta o debajo de la cama; esto para un amante del terror es una experiencia inimaginablemente satisfactoria, pero hay una gran diferencia entre imaginar el terror que vive ese personaje y vivirlo uno en carne propia; esto lo descubrí en cuanto aquel señor entró por la puerta del cibercafé. Era alto, canoso, de barbilla rasposa; a simple vista se veía como un vagabundo. Él me miró fijamente y yo a él como por un minuto hasta que decidí hablarle. - ¿En qué puedo servirle? – dije algo preocupado, ya que tenía miedo que se pusiera agresivo porque su aspecto no me daba mucha confianza.

Quiero tiempo para escribir en una computadora - Me dijo y me dio tres pesos. Tomé el dinero para cobrarle, él eligió una de las computadoras del fondo y se quedó ahí por dos minutos totalmente inmóvil; entonces volteó conmigo. - Ponme el programa para escribir – dijo en tono demandante. “Vaya viejo mandón” pensé mientras iba y abría el procesador de texto. El señor empezó a escribir de inmediato; a los 10 minutos de empezar, y antes que su tiempo terminara, de la nada se levantó, me dio las gracias y se fue. Voltee hacia la computadora que había usado y noté la “hoja” con algunas letras que al parecer había escrito. Me levanté de mi asiento y fui hacia la computadora, cerré el programa, pues para mí, no valía la pena leer lo que un vagabundo (aparentemente loco) escribiera. Pasaron las semanas y volvió el mismo hombre y pidió exactamente lo mismo: me dio 3 pesos, abrí un archivo nuevo para que escribiera, a los 15 minutos se iba y yo cerraba esa hoja sin darle importancia alguna. Fue así cada vez que llegaba hasta que, un día bastante aburrido para mí, donde el internet (alguna vez divertido e interesante) se volvió monótono y repetitivo; no tenía nada que hacer cuando llegó aquel señor por lo mismo de siempre. Después de ponerle su computadora, volví a mi asiento y voltee al techo pensando en lo aburrida que era la vida y en las posibilidades de que me pasara algo interesante. Como de costumbre, a los 10 minutos se fue y fui para cerrar esa hoja, pero era tanto mi aburrimiento que esta vez decidí ver lo que había escrito.


Era una carta dirigida a alguien en el gobierno, era como una especie de reporte de calles agrietadas, con baches, las describía como si estuvieran en ruinas.

- Nada, pero me no confío en esa persona. Siempre está drogado.

Era algo extraño pero interesante, cerré “la hoja” y seguí con mi día aburrido, pensando en el señor y el reporte, ¿realmente esos lugares estarían así? ¿Tan horribles y descuidados?

- ¡¿Qué va a estar mal de la cabeza?! Sólo está demasiado pasado y me preocupa que se ponga agresivo.

Mi curiosidad fue tanta que un fin de semana fui a ver esos lugares para comprobar su estado decadente; pero estos estaban en perfectas condiciones y así comprobé que él, realmente estaba loco. Sin embargo, conforme me visitaba, sus escritos cada vez eran más y más extraños. Lugares raros que él describía tétricamente, incluso mi casa aparecía envuelta en llamas en sus escritos, parecía que estaba describiendo el fin del mundo. Para mí, sus escritos eran entretenidos e interesantes, pero un día dejó de venir y estuvo varios meses sin volver. La siguiente vez que vino no pidió usar la computadora, sólo me dio una pequeña bolsita negra y me dijo: - Toma, para que te defiendas - y después de ello, se marchó. Abrí esa bolsita y dentro tenía balines de metal, en ese momento me dio miedo el querer saber porque me había dado eso. Tiré la bolsa y traté de olvidar lo que pasó, pero seguía en mi cabeza esa bolsa y sus palabras. La próxima vez que volvió, mi jefe estaba a un lado mío y noté cómo era que seguía a aquel señor con la mirada. - ¿Qué sucede? – le pregunté.

- ¡¿En serio?! Yo pensaba que estaba loco.

- No se preocupe, nunca se ha puesto agresivo, siempre me pide un rato para escribir y listo – a lo que mi jefe tan solo se limita a decir: - Bueno, si no se pone agresivo, no veo el por qué negarle la entrada. Mi jefe se fue y yo me quedé viendo lo que escribía aquel hombre; ya todo tenía sentido: no estaba loco, tan solo drogado. Eso explicaría los extraños reportes, ya que pudo haber alucinado todo, ¿pero qué clase de droga había tomado para poder alucinar cosas así? El señor venia cada vez más seguido, pero había comenzado a pedir que imprimiera sus escritos. Cada que se iba leía lo que escribía, y después de un tiempo ya no escribía sobre ruinas, sino de algo que lo acechaba, pero no lo describía, solo ponía que necesitaba protección, que no quería morir, que se arrepentía de todo lo que le había causado al pueblo. “¿Todo lo que le había causado a pueblo? ¿Qué significa eso?” me dije. Cerré el archivo y seguí con mi trabajo. Pasó un mes sin que él volviera por aquí, dentro de mí pensaba que quizá había sido atrapado por ese ser que lo acechaba, pero después me daba el golpe de realidad y me decía “que ridículo, tal vez ha de estar por ahí tirado en una banqueta todo drogado“. Tenía que despejar mi mente de aquellos textos, así que una tarde iba paseando por el parque con un amigo, cuando encontramos un pequeño “tianguis”


donde vendían libros usados a precios muy baratos, que la gente había donado; vimos varios libros que iban desde novelas de amor hasta recetas de cocina, trabajos engargolados y algunos libros de terror.

“Debo estar alucinando, eso de no dormir lo suficiente está comenzando a afectarme” me dije y continué con mi camino, sin saber que esa “alucinación” era un aviso de lo que venía.

Me llamó la atención una pila de libros con un letrero que decía “TODO A $10”, entre ellos encontré varios libros de matemáticas, historia, cuentos para niños, etc. Entre la pila de libros sobresalía uno de pasta blanca, no tenía escrito nada en el lomo o en la contraportada, sólo aparecía un “13” en la portada, escrito en tinta negra junto con la imagen de un chivo.

En mi trabajo escuchaba que me hablaban por mi nombre, volteaba para todos lados pero al parecer nadie era, todos los clientes estaban en lo suyo: haciendo sus tareas o navegando por Facebook.

Las hojas eran cafés y se veían débiles, incluso algunas estaban rotas. De todos los libros de ahí, ese era el único que “me llamaba”, así que fui con el señor que los vendía, le pagué con una moneda de diez pesos y me fui. De cierta forma parecía ques ese libro me había hipnotizado, tal vez era el chivo dibujado en la portada, o quizá el aroma de las páginas viejas y gastadas, o incluso el enorme “13” que decoraba esa portada. El hecho era que me moría por tenerlo, pero el momento de leerlo debía esperar. Desde el momento en que lo compré, las cosas se tornaron un poco extrañas en mi vida: iba de camino a mi trabajo, escuchando algo de música, pensando en lo mío, cuando al pasar por un lado de un árbol voltee hacia sus ramas y alcancé ver a una persona ahorcada, con la piel pegada a los huesos y las cuencas de sus ojos vacías. Seguí caminando y a los pocos segudos reaccioné, de inmediato me giré hacia el árbol pero no había nada ahí.

Había ocasiones en las que, estando en la calle, sentía que me observaban desde lejos. Casi siempre lo ignoraba y seguía caminando con mi mirada al frente, pero una que otra ocasión desviaba la mirada sin querer y veía una especie de sombra, de ojos amarillos muy brillantes que me miraban fijamente; no siempre tenía la misma forma: a veces parecía tener cuernos, otras veces era un hombre alto y otras ocasiones se parecía al diablo como se describe en el aquelarre. Pero al momento que parpadeaba, se desvanecía. No sabía ya que pasaba, estaba enloqueciendo. Cada mañana, al abrir los ojos, veía como colgaba desde el techo una criatura oscura, sin ojos, ni nariz; su rostro casi tocaba el mío, cuando le veía, me sonreía mostrando su blanca y afilada dentadura. Las primeras veces gritaba al verlo y este se quedaba en el techo riéndose de mí, pero cuando mi madre abría la puerta, preocupada preguntándome qué era lo que pasaba, esa cosa se convertía en humo y desaparecía. No podía decirle la verdad, no quería preocuparla, así que le decía que había tenido una pesadilla. Así fue mi vida por varias semanas, pero poco a poco me fui acostumbrando a todo: las sombras que me seguían, muertos colgados en los arboles, personas clavadas en paredes, incluso mensajes sangrientos en mi cuarto que nadie más


podía ver. Fue tanta la costumbre que, al ver cada mañana a esa criatura, ya no gritaba, sólo la saludaba y ella se reía a carcajadas mientras se esfumaba. Sin darme cuenta había comenzado a ignorar todo lo que me rodeaba, ya no sabía qué era real y qué no, incluso por ignorar el sonido del claxon de un camión, casi me atropellan, pero alcanzó a frenar a tiempo y aunque si me pegó, no llegó a ser mortal. Pero no podía seguir así, necesitaba alguna respuesta de lo que estaba pasando. Esa misma noche, después de comprobar que ningún hueso se había roto debido al accidente (y de recibir un fuerte regaño de parte de mi madre por no fijarme al cruzar la calle), me fui a mi cuarto a pensar. Esa noche no pude dormir, sólo estuve acostado en mi cama mirando el techo, viendo como esa criatura sin rostro se paseaba por todo el techo sonriéndome. Ya eran las 4 de la mañana y aún teníamuchas preguntas sin respuesta, pero la más importante era:

“¿Cuándo comenzó todo?” Cerré los ojos por un momento y recordé cuando recogí el libro en aquel “tianguis”. - ¡El libro! - Abrí los ojos, me levanté de golpe y un ruido me asustó: era el despertador que marcaba la hora de levantarse para ir a trabajar. Busqué el libro en mi casa pero no pude encontrarlo. En cuanto llegué al trabajo me dispuse a buscar el libro, ya ni sabía donde lo había dejado. Durante una hora estuve buscándolo sin parar, revisé cada cajón y repisa sin éxito, hasta que finalmente lo encontré en un cajón detrás de mi escritorio.

Apenas saqué el libro, escuché llegar al primer cliente del día, me giré con el libro en mano y cuál fue mi sorpresa al ver a aquel señor “drogado”, ya que hacía mucho tiempo no lo veía. - Quiero tiem… –me dijo, y cuando se disponía a darme el dinero se detuvo. Voltee a verlo y su cara tenía una expresión de horror, como si hubiera visto un fantasma o algo mucho peor. Soltó las monedas que traía en la mano y estas cayeron al suelo, parecía petrificado. - ¿Qué pasa? – pregunté mientras me ponía de pie, él dio unos pasos hacia atrás sin quitar la vista del libro. Traté de acercarme pero él se alejaba más. Cuando pude acercarme, me empujo y me gritó - ¡No me toques! ¡Aléjate de mí! empezó a gritar desesperadamente; yo me asusté, pensaba que ese drogadicto me iba a golpear. Alguien de los alrededores vio al señor y llamó a la policía, quienes llegaron muy rápido y lo controlaron. Yo estaba paralizado del terror, pero alcancé a escuchar lo que gritaba el señor cuando los policías se lo llevaban. - Ese libro… Ese libro… decía entre lloriqueos y ataques de rabia. “¿Acaso eso era todo? ¿Cómo podía temerle a un simple libro?” pensé por un instante, pero luego recordé porqué me había empeñado en buscarlo esa mañana.


Me senté en mi escritorio y esperé a que todo se calmara para así, leer el libro por primera vez desde que lo compré en aquel “tianguis”. Éste libro no era como los demás, tenía entre sus páginas 13 historias, escritas por una mano y letra diferentes; 130 páginas divididas en vivencias de 10 páginas, contadas por trece personas que se habían topado con este libro. La primera historia tenía lugar en el año 1800, decía que cuando el libro fue encontrado, éste era una pasta sin hojas en su interior, con nada más que un chivo en la portada, pero a pesar de estar tirado en el suelo, no tenía manchas o raatros de maltrato, lo que llamaba mucho la atención y por ello se lo llevo a su hogar. Después de un tiempo, el escritor tuvo una serie de alucinaciones sobre personas muertas, gente peleando en una clase de guerra, entre otras cosas. Al final de la historia aclaró que cuando volvió a tomar el libro, éste tenía 10 hojas en blanco que aparecieron de la nada, acusaba a este libro de estar poseído por el demonio, decía que acabaría con su dolor, pero no sin antes advertir a otros y aconsejarles que quemaran este libro antes de que fuera demasiado tarde. La segunda historia ocurre muchos años después de la primera. El libro era pequeño, blanco, con un gran uno, un chivo dibujado en la portada y con solo 10 hojas. Ella también tenía visiones, pero eran diferentes: hogares destruidos bajo un cielo rojo. Al final relata que lee la primera historia y se despide de este mundo tras darle la razón al primero. Cada persona que ponía sus manos en este libro terminaba con una historia similar, aumentando así el número de la portada y siendo atormentada hasta quitarse la vida…

Todas excepto una… Cuando llegué a la 13º historia, reconocí al autor porque era el único que había escrito su nombre, nombre que había leído en los “reportes a la presidencia” meses atrás. Según relataba, su teoría era que el libro daba la habilidad de ver el futuro u otros mundos, como el mundo fantasmal. Escribe que decide quemar el libro, esperando poder revertir lo que le había pasado, y añade que lo más probable es que el libro terminaría por regenerarse y caería en otras manos inocentes, por lo que es labor del siguiente el encontrar una solución a esta pesadilla. En ese momento todo tenía sentido para mí, él no se conformó con la muerte sino que trató de solucionarlo y evitar más dolor, pero al ver el libro de nuevo fue como si le rompieran los huesos de uno por uno. Saliendo del trabajo fui a buscar al señor a la cárcel, pero cuando llegué me dijeron que ya había muerto. Al parecer, estuvo varias horas gritando, diciendo que iban a venir por él, y que fue tal su desesperación que comenzó a golpearse la cabeza contra la pared hasta morir. No podía creer que la única persona que podría darme alguna respuesta ante todo esto, había elegido la muerte, después de tantos años de haber soportado… no… de haber luchado contra esta maldición. No tenía ya ánimos de nada, así que me fui a mi casa a recostarme el resto del día, entre las burlas y jadeos de la criatura que reptaba por el techo, las cuales aumentaban conforme mayor era mi sufrimiento y mi temor. Pasaron los días y cada vez me sentía más y más decaído, sin energías, como… muerto; necesitaba un respiro de todo esto, así que en la primer oportunidad que tuve, me dirigí al parque para despejar mi mente, solo quería sentarme en una banca frente al templo y no pensar en nada.


Pero en el instante en que vi el templo, caí de rodillas, ahogué un grito y comencé a temblar del terror que me causaba lo que veía (las demás personas pasaban junto a mí, incapaces de imaginarse siquiera lo afortunadas que eran al no poder ver lo que yo veía en ese instante). Mi cuerpo no soportó tanto terror y terminé inconsciente a medio parque. Desperté unas horas más tarde en la cama de un hospital, a mi alrededor había gente desconocida que me miraba aterrada y murmuraban entre ellos. - ¿Dónde Estoy? -Les pregunté. Una señora se acercó y me dijo que había sido ella quien le habló a la ambulancia porque tenía los ojos desorbitados y la cara llena de terror. Todos ahí me preguntaban que era lo que me había sucedido, pero no pude decirles la verdad. Incluso ahora no puedo describir lo que vi, no quiero recordarlo, ni saber si es real o no; no puedo creer que una criatura tan grande y horrible rodee el templo como enredadera. Tal vez no me creas, o quizá sí, solo quería compartir mi historia y advertirles a ustedes; el libro lo decidí tirar al rio, no sin antes escribir la historia 14. Si algún día te encuentras con un libro de portada blanca, con un gran número “14” y un chivo en la portada, o alguien cercano a ti lo hace, por favor, encuentra una solución, antes de que alguien más sufra este tormento. Una solución para destruir ese libro de una vez por todas.

Y si en algún momento de tu vida, vez en la calle a un vagabundo de 1.60, moreno, pidiendo dinero para sobrevivir, uno de esos vagabundos que “tiraron su vida a la basura”, prefiero que me recuerdes como soy ahora y no me mires con desprecio en el futuro…





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