GENTE Columnista
Por: Antero Flores-Aráoz E. Abogado estudio@flores-araoz.com
Orden, también en las pistas Se ha vuelto un calvario conducir por las pistas en nuestra ciudad. Para el pobre conductor es una tortura, pues pese a tomar todas las providencias del caso para llegar puntual al destino, en el trayecto se encuentra con calles cerradas por rejas, otras vías en eterna reparación, se rompen pistas para hacer variaciones en las redes de electricidad, para colocar suministro domiciliario de gas, para el mantenimiento de las conexiones de agua y de desague, para tapar huecos, para nuevas capas asfálticas como también para satisfacer el ego de algunos alcaldes que rompen cuanta esquina “Se rompen las pistas para hacer encuentran para poner ladrillitos sin que conozcamos su variaciones en las redes de electricidad.” utilidad y lo peor, todo ello sin coordinación. El conductor no solamente emplea más que el tiempo lógico del trayecto, sino que llega tarde, aunque a veces no llega pues se topa con desfiles escolares, pasacalles e incluso procesiones, todo lo cual podría realizarse en días no laborables. El conductor siente que se le afecta el hígado, que la vesícula biliar se altera y que sus nervios van a explotar, pero parecería ser que nada de ello importa a algunas autoridades, que siendo competentes para corregir malas prácticas, cual toreros dejan pasar cuanta arbitrariedad se observa en las pistas. Pero lo expuesto no es todo, sino que además el conductor normal y corriente se encuentra en autopistas y en vías expresas con vehículos que no deberían transitar en ellas y cuyas prohibiciones les importa un bledo a los infractores. La normatividad existente determina que las vías de
tránsito rápido están destinadas al flujo de vehículos de tránsito ágil, que no presentan intersecciones y con accesos y salidas especiales. Entre ellas se encuentran las autopistas que son vías señalizadas como tales, destinadas a la circulación de automóviles que superan en llano 60 km por hora, en donde no deben estar vehículos motorizados que no alcancen la aludida velocidad, ni tampoco triciclos, motocicletas, motocarros, y vehículos de tracción animal. Por otro lado la vía expresa es una autopista especial de tránsito rápido de gran amplitud, en que además de los indicados vehículos que carecen de autorización para circular en ellas, tampoco lo pueden hacer camiones con carrocería abierta, y el servicio público de pasajeros debe desarrollarse por buses preferentemente en calzadas exclusivas con paraderos debidamente dise-
ñados. Empero los conductores de muchos de estos últimos vehículos hacen lo que les da la gana, se colocan en varios carriles para recoger y dejar pasajeros, obstruyendo el tráfico de los demás vehículos. Estamos cansados de sufrirlo en la Avda. Javier Prado, en el trayecto que en un inicio si fue vía expresa, al igual como también viene sucediendo en lo que se supone es la Vía de Evitamiento. Todo lo señalado sucede a la vista y paciencia de las autoridades municipales y policiales, que pudiendo
poner los correctivos e imponer las multas que corresponden, simplemente lo ignoran. Si se hicieran algunos operativos para impedir tanta imprudencia y trasgresión de la normatividad de tránsito, creemos que “otro gallo cantaría” y que poco a poco los conductores acostumbrados a transgredir las normas, tendrían que cambiar de actitud. Hagamos algo rápido, pues vamos a tener nuestra capital llena de conductores con dolencias nerviosas que es preciso evitar.
“Con la horrible congestión vehicular, el conductor siente que se le afecta el higado, pero pareciera que a las autoridades nada les importa.”
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