Donacion de organosi

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GENTE ACTUALIDAD

Más allá de la VIDA Cuando uno muere, nada se lleva. Uno se va tal como vino, acaso con pena, acaso con remordimientos, sólo uno sabe. Pero esto podría mejorar hacia una mayor tranquilidad espiritual, como recompenza, quizá, a uno de los mayores actos de desprendimiento humano: la donación de órganos.

Escribe: Erick Orbegoso

María Paola Vargas, la joven contadora que murió víctima de las “barras bravas”, donó sus órganos y salvó dos vida. Un verdadero ejemplo a seguir.

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u cuerpo podría salvarle la vida, mejorarla, hasta a 15 prójimos. Un hígado, dos riñones, dos pulmones, dos corneas, un corazón, un baso, un páncreas, piel, médula ósea, huesos, tendones y vasos sanguineos, es la oferta de vida que cada uno de nosotros estamos en la capacidad de dar. Lamentablemente, en nuestro país aún tenemos ataduras culturales que impiden tener una mayor oferta de órganos aptos para transplante, frente a la creciente demanda que se registra actualmente. Mientras en otros países el transplante de órganos es ya una práctica quirúrgica habitual para salvar vidas, en el Perú, se muere diariamente un paciente que no tuvo la oportunidad de recibir un órgano sano. Peor aún, no sólo pasa que la gran mayoría de peruanos se niega a donar sus órganos, sino que aún siendo donante, los familiares del occiso se oponen a que les quiten los órganos para darles un mejor uso. Según datos de EsSalud, la lista de pacientes en espera de un órgano es de alrededor de 5000 personas. Por lo menos 3,000 necesitan un trasplante renal, y anualmente se suman 200 pacientes más. Cerca de 20 pacientes necesitan de corazón, 25 de hígado, 2 de pulmón y 1800 esperan córnea. De este universo doliente y esperanzado entre el 10 y el 15% son niños. Y la tasa de necesitados de transplantes se sigue incrementando cada año. Sólo en EsSalud cada día ingresan al programa de hemodiálisis nueve personas y dos de ellas fallecen diariamente esperando trasplante de riñón. Nuestra sociedad no sólo es atávica y egoista, sino que también hay un desconocimiento supino tanto de las bondades como de la importancia de tan valioso acto. De manera que, como señalamos arriba, aún cuando el fallecido fuese donante voluntario, en la mayoría de casos la decisión final recae en manos de los familiares, que reaccionan oponiéndose a entregar órganos vitales para los pacientes en espera. Aunque la RENIEC no cuenta con un registro adecuado que identifique a los donantes voluntarios. No obstante, datos ofrecidos por esta entidad señalan que actualmente tienen registrados casi 15 millones de ciudadanos donadores potenciales, a quienes se le preguntó si estarían dispuestos a donar


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