Eduardo-Rondon

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Abril de 2012 I GENTE I 41

Por: Dr. Eduardo Rondón Navas

Brillante Médico Veterinario de prestigio internacional y Director de la Clínica Veterinaria Rondón

erondon@rondonnet.net

Érase una vez, la especialidad en las mascotas

L

a historia de la medicina veterinaria, con especialización en animales menores en nuestro país, se inició hace varios años en la Escuela Militar, en La Remonta. La facultad de medicina veterinaria se forma en 1946 como Escuela Nacional de Ciencias Veterinarias. Y curiosamente, fueron veterinarios militares los primeros en atender mascotas en nuestro país. Con los años, se funda la facultad veterinaria de San Marcos en la Urbanización Cahuache,que en realidad se llama "Cahuachi" por la hacienda Cahuachi chico, que fue propiedad de mi abuelo Eduardo Navas Meza.

La facultad, después también convertida en clínica de animales menores de la prestigiosa Universidad Nacional Mayor de San Marcos, fue dirigida por los mejores especialistas que ha podido tener nuestra especialidad. Como por ejemplo, Marek Racower, Helmut Kafka, Humberto Ruiz Urbina, Gustavo Ayllón, Keneth Campos y muchos más reconocidos médicos que dieron prestigio a esta profesión. Actualmente, esta tradición de tener a los mejores médicos continúa, y así como yo, varias generaciones de veterinarios, tenemos que agradecer a cada uno de ellos por ser grandes maestros. Recuerdo que en la época de oro de la facultad, por la década de los 70's, nuestro país recibía una importante cantidad de practicantes de otros países.

Y es que por ese entonces nuestra facultad de animales menores era la más reconocida del continente. En nuestros países hermanos la especialidad veterinaria más demandada era la ganadería. ESPECIALIDAD DE POCOS Lo que yo he vivido en estos últimos años como médico veterinario lo considero un verdadero sueño. Y es que he podido ser testigo de las etapas por las que ha recorrido mi apasionante profesión. En mi juventud solo había 15 ó 20 especialistas en mascotas en Lima. Todos éramos amigos, atendíamos con pocos recursos, la mayoría de veces en los garajes de nuestras casas. Si requeríamos determinados exámenes como rayos x, ecografías, etc. pedíamos el apoyo de nuestros amigos médicos de humanos. Y los perros y gatos no vivían como ahora, con tantas comodidades y mimos. En esa época, los canes pasaban la mayor parte del día en el techo de las casas. Si se enfermaban simplemente se les sacrificaba; muy pocos eran atendidos en las veterinarias. No había estilistas de animales y menos baños especializados, en ese entonces se les bañaba en un jardín, se usaba jabón de pepa y manguera. La única vacuna existente era contra la rabia. Su alimentación consistía en camote y restos de comida.De a pocos salimos de las cavernas. (Continua en la próxima edición de esta “tu” revista GENTE)


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