ESCRIBE: JUAN GONZÁLEZ SANDOVAL*
MONTAÑA DE CADAVERES El artículo de Mario Vargas Llosa “Aviso para dictadores” ha sido publicado en “El Comercio” y los más importantes diarios de habla hispana. Se trata de un texto que pretende ser, además de una advertencia a los autoritarismos políticos, una suerte de orgasmo moral para el autor. Al fin el tiempo le dio la razón, piensa. Por fin pudo bailar sobre el cadáver de su archienemigo, Alberto Fujimori. El Perú está tan escindido que algunos celebran como muy auténtico y muy aleccionador el artículo de marras, sin atreverse a admitir, ni por asomo, que lo único auténtico allí es el odio visceral e inextinguible contra Fujimori. “Aviso para dictadores” no es sino el mayor despliegue de pasiones no muy
superiores que Vargas Llosa viene experimentando desde que su gigantesco ego tuvo que tragar el polvo de la derrota electoral en 1990. Vargas Llosa se ve a sí mismo como una súper conciencia moral de Occidente, como uno de los guardianes de los sacrosantos valores de la democracia liberal, pero sus escritos periodísticos revelan, a diferencia de, por ejemplo Carlos Fuentes o Tomás Eloy Martínez, que es un ensayista monologante, autoritario y fascista, a despecho de sus protestas de amor por la democracia, la sociedad abierta y la tolerancia. Vargas Llosa nunca ha sido tolerante. Para él quien no piensa como él es un “cacaseno”, un “perdedor”, o un “idiota latinoamericano”. A fin de cuentas o estas con Mario o estás contra Mario.
De modo que el señor Vargas Llosa no tiene autoridad moral para criticar a ningún dictador, siendo el mismo un intolerante archiconocido. Pero lo que sorprende del escritor es también su amnesia selectiva. Parece no dormir pensando en que Fujimori pudriéndose en una reclusión. En vez de ovejitas su insomnio se vale de fujimoris varias veces sentenciado. Y hablamos de amnesia selectiva porque el señor Vargas Llosa olvida su posición frente a la masacre de los penales en 1986. Justamente ese año el 23 de junio más exactamente, publicó en EL Comercio una carta abierta de su autoría y dirigida a García. La cartita se publicó con el significativo título “Una montaña de cadáveres”. Entre otras cosas decía la misiva: “La manera como se ha reprimido estos motines sugiere más un arreglo de cuentas con el enemigo que una operación cuyo objetivo era reestablecer el orden.” ¿Con que autoridad moral puede Vargas Llosa presidir el proyecto de un “Museo de la Memoria”? *General PNP en situación de retiro chacalsicumple@hotmail.com
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