Las fuentes se indican al final de los párrafos entre comillas. Los restantes contenidos provienen de documentos oficiales de ACDE Córdoba y del documento de APARECIDA. El último punto tiene como fuente general el Capítulo 12 de Sen, Amartya y Klksberg, Bernardo: Primero la Gente (“Una Mirada desde la Ética del Desarrollo a los Principales Problemas del Mundo Globalizado”). 1
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RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL: HACIA UN NUEVO PARADIGMA
El trabajo trata de presentar la Responsabilidad Social Empresaria como un nuevo paradigma a proponer a los empresarios como alternativa al empresario que mira solamente sus utilidades y negocios en forma egoísta. Sea que debe mostrarse la idea de su responsabilidad primaria de mantener la fuente de trabajo y no caer en la quiebra junto a la preocupación de ocuparse del obrero y su familia, atender el progreso del lugar donde está localizada la empresa y, por medio de su entidad empresaria, cumplir con una relación de vertebración con el sector público en función del bien común.
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RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL: HACIA UN NUEVO PARADIGMA
INDICE I.- OBJETIVO DE LA ACTIVIDAD ECONÓMICA
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II.- JUSTICIA DISTRIBUTIVA
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III.- VERDADERA JUSTICIA SOCIAL
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IV.- LA EMPRESA
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V.- EL EMPRESARIO
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VI.- LA ÉTICA COMO VENTAJA COMPETITIVA
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VII.- HACIA UNA MOTIVACIÓN INTERIOR PARA EL EMPRESARIO
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VIII.- EL NUEVO SIGLO REQUIERE NUEVAS FORMAS DE EMPRESAS
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IX.- LA INICIATIVA EMPRESARIAL DEBE ASUMIR CADA VEZ MÁS UN SIGNIFICADO POLIVALENTE
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X.- HACIA UNA RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL MÁS AMPLIA O HACIA UN NUEVO PARADIGMA EN LA RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL
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ENRIQUE SHAW Y SUS PRINCIPIOS
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I.- OBJETIVO DE LA ACTIVIDAD ECONÓMICA I.1.- El objetivo de la economía es la formación de la riqueza y su incremento progresivo, en términos no sólo cuantitativos sino cualitativos: todo lo cual es moralmente correcto si está orientado al desarrollo global y solidario del hombre y de la sociedad en la cual vive y trabaja. I.2.- Sin valores no hay futuro. Las meras estructuras organizativas han demostrado su fragilidad. El testimonio decidido por lograr un mundo más justo, debe despertar en la sociedad las fuerzas espirituales necesarias para el desarrollo de valores sociales. I.3.- Todo proceso de desarrollo implica la promoción humana integral, material y espiritual, sin la cual no es posible un orden justo en la sociedad: el objetivo del dominio de la naturaleza para la producción de bienes y servicios, no debe reducirse a aspectos sólo materiales, debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre. Solamente así las estructuras serán realmente más justas, podrán ser eficaces y sostenerse en el tiempo.
II.- JUSTICIA DISTRIBUTIVA II.1.- El mundo ha sido creado para todos, para los de las generaciones presentes y futuras. II.2.- Por ello, la explotación del mundo material debe respetar, como principios centrales, el destino universal de los bienes y las exigencias de solidaridad intergeneracional. Como consecuencia, implica respetar un principio de justicia distributiva y aceptar el requisito del desarrollo ecológicamente sustentable en la acción productiva. II.3.- En esta concepción, basada en el principio del derecho al uso común de los bienes de la tierra, el hombre debe poder extraer por medio de la organización de la producción, los bienes y servicios que permitan no solamente su subsistencia, sino su desarrollo integral como persona. II.4.- Por lo tanto, tal como lo planteara Juan Pablo II, la paz en el mundo surgirá como consecuencia de lograr relaciones justas entre los hombres y, dentro de ello, el acceso de todos a los bienes de la creación, se constituirá en una señal evidente de la presencia de Dios en el mundo y de defensa de los excluidos ante intolerables desigualdades sociales y económicas. III:- VERDADERA JUSTICIA SOCIAL III.1.- La justicia distributiva como base del desarrollo integral del hombre debe basarse en la búsqueda de una verdadera justicia social, que vaya elevando el nivel de vida de los ciudadanos, promoviéndolos como sujetos de su propio desarrollo. No debe crear círculos viciosos basados en el asistencialismo que sean funcionales a un sistema económico que no personaliza y libera integralmente al hombre. III.2.- De todos modos y paralelamente a los esfuerzos por lograr una justicia distributiva, debe desarrollarse la solidaridad como principio estable que ayude a cubrir los derechos de los más vulnerables y excluidos, privilegiando el acompañamiento en sus esfuerzos por ser sujetos de cambio y transformación de su situación. III.3.- En la actual sociedad globalizada y mediática, sucede que se defienden demasiado los espacios de privacidad y disfrute, desarrollándose en extremo el consumismo individualista que tiene como contracara a los pobres y excluidos. II.4.- Ante esta cruda realidad de la pobreza extrema junto al consumismo individualista, toda opción por los pobres corre el riesgo de quedarse en un plano teórico o meramente emotivo, dando respuestas parciales asistencialistas y sin lograr una adecuada incidencia en los comportamientos y decisiones sociales. III.5.- Por lo tanto, adoptar una opción preferencial por los pobres, hace necesaria una actitud permanente que se manifieste en opciones y gestos concretos y, sobre todo, evite toda actitud paternalista, buscando desde los pobres y excluidos, la transformación de su situación. La clave es superar el asistencialismo y hacer a los pobres artífices de su propio desarrollo. III.6.- Ante este desafío, las políticas públicas en materia de educación para superar el analfabetismo escolar y tecnoRESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL: HACIA UN NUEVO PARADIGMA
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lógico y la presencia activa de las empresas creando empleos productivos bien remunerados, constituyen aspectos relevantes. IV.- LA EMPRESA IV.1.- El dominio de la naturaleza y la producción de bienes y servicios para ponerlos al alcance de todos los hombres, debe ser rescatado como el centro de la lucha contra la pobreza. Esto lleva a prestar especial atención, en cuanto a la ética y valores, a aquellos sujetos sociales que fomentan y crean empleo productivo en forma de empresas y a los políticos que deben crear las condiciones para el desarrollo. IV.2.- En este contexto, la empresa está llamada a prestar una contribución relevante en la sociedad, asumiendo su responsabilidad privada de ser eficiente y competitiva, pero asumiendo este compromiso, por medio de la llamada responsabilidad social empresaria, en la perspectiva del desarrollo humano integral. IV.3.- En los últimos años, como es sabido, en las empresas económicas de mayor importancia se ha ido acentuando cada vez más la separación entre la función que corresponde a los propietarios de los bienes de producción y la responsabilidad que incumbe a los a los directores de la empresa. Esta separación crea grandes dificultades a las autoridades del Estado, las cuales han de vigilar cuidadosamente para que los objetivos que pretenden los dirigentes de las grandes organizaciones, sobre todo de aquellas que mayor influencia ejercen en la vida económica de todo el país, no se desvíen en modo alguno de las exigencias del bien común. Son dificultades que, como la experiencia lo demuestra, se plantean igualmente tanto si los capitales necesarios para las grandes empresas son propiedad privada como si pertenecen a entidades públicas. (M. et M., 104). IV.4.- Por lo que toca a la naturaleza de la empresa “hacia adentro”, esto es, considerada en sí misma como una unidad, privada o pública, de producción, la empresa es por su naturaleza una comunidad, integrada por el capital y el trabajo. Este carácter comunitario se da en toda empresa, en las pequeñas y medianas, adquiriendo especial urgencia y destacada gravedad en las empresas grandes. El Concilio Vaticano II ha desarrollado un aspecto esencial de la empresa embebido en el carácter comunitario de la misma. Es el referido al sentido personalista profundo, el cual motiva a su vez, la participación activa de todos -propietaria, administradora, técnicos y trabajadores- en la gestión de la empresa. IV.5.- En las empresas económicas son personas las que se asocian, es decir, hombres libres y autónomos, creados a imagen de Dios. Por ello, teniendo en cuenta las funciones de cada uno, propietarios, administradores, técnicos, trabajadores, y quedando a salvo la unidad necesaria en la dirección, se ha de promover la activa participación de todos en la gestión de la empresa, según formas que habrá que determinar con acierto. Con todo, como en muchos casos no es a nivel de empresa, sino en niveles institucionales superiores, donde se toman las decisiones económicas y sociales de las que depende el porvenir de los trabajadores y de sus hijos, deben los trabajadores participar también de semejantes decisiones por sí mismos o por medio de representantes libremente elegidos.(G et S,68). IV.6.- En conexión inmediata con todo lo referente a la naturaleza privada de la empresa (el derecho a la iniciativa económica es un derecho del hombre, no del Estado, y la relación entre ambos se realiza por medio del Principio de Subsidiaridad) está el tema de la responsabilidad de la misma. Este problema se centra en la necesidad de que tal responsabilidad recaiga sobre los dos elementos que constituyen la empresa: el capital y el trabajo (el trabajo en sus múltiples formas, es decir, propietarios, administradores, técnicos y trabajadores). Traspasar esta responsabilidad a “formas anónimas colectivas”, públicas o privadas, es arrebatar al capital y al trabajo el derecho que tienen a decidir por sí mismos (P. in T, 64). Por ello el magisterio cierra el camino que conduce hacia formas de una responsabilidad colectiva anónima, tanto históricamente como en el mundo moderno derivado de la globalización. IV.7.- Este criterio tiene aplicación práctica en toda empresa, sea privada o pública. En estas últimas, el Estado o los entes paraestatales que las administran, tienen que respetar, como cualquier empresario privado, el derecho del trabajo a intervenir en la responsabilidad propia y específica de la empresa. “No dudamos en afirmar que a los trabajadores hay que darles una participación activa en los asuntos de las empresas donde trabajan, tanto en las privadas como en las públicas; participación que, en todo caso, debe tender a que la empresa sea una verdadera comunidad humana, cuya influencia bienhechora se deje sentir en las relaciones de todos sus miembros y en la variada gama de sus funciones y obligaciones”. (M. et M., 91). IV.8.- El trabajo (en su versión amplia) tiene que tomar parte activa en la empresa, pero salvaguardando siempre la necesaria unidad directiva. Así se define la “participación en la gestión de la empresa”, dejándose de lado interferencias de organizaciones externas en la responsabilidad de la empresa. IV.9.- “Observaba nuestro predecesor, de feliz memoria, Pío XII, que la función económica y social que todo hombre aspira a cumplir exige que no esté sometido totalmente a una voluntad ajena el despliegue de su iniciativa individual (Alocución, 8 de Oc10
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tubre de 1956). Una concepción de la empresa que quiera salvaguardar la dignidad humana debe, sin duda alguna, garantizar la necesaria unidad de una dirección eficiente; pero, de aquí no se sigue que pueda reducir a sus colaboradores diarios a la condición de meros ejecutores silenciosos, sin posibilidad alguna de hacer valer su experiencia, y enteramente pasivos en cuanto afecta a las decisiones que contratan y regulan sus trabajos (M. et M., 92). IV.10.- En la economía contemporánea, es indudable la legitimidad de la empresa pública. El desarrollo actual ha producido una ampliación en las esferas y en el número de tales empresas públicas. Ampliación que en principio está plenamente justificada, con tal de que se observe el criterio de la función subsidiaria del Estado y, en general, de toda la administración pública. “Nuestra época registra una creciente ampliación de la propiedad del Estado y de las demás instituciones públicas. La causa de esta ampliación hay que buscarla en que el bien común exige hoy de la autoridad pública el cumplimiento de una serie creciente de funciones. Sin embargo, también en esta materia ha de observarse íntegramente el principio de la función subsidiaria, según el cual la ampliación de la propiedad del Estado y de las demás instituciones públicas sólo es lícito cuando lo exige una manifiesta y objetiva necesidad del bien común, y se excluye el peligro de que la propiedad privada se reduzca en exceso o, lo que sería aún peor, se la suprima completamente” (M. et M., 117). IV.11.- Las empresas públicas deben, por especiales razones, ajustarse a la política económica trazada por el gobierno y el Estado debe mantener cerca de ellas cautelas especiales. “Hay que afirmar que las empresas económicas del Estado o de las instituciones públicas deben ser confiadas a aquellos ciudadanos que sobresalgan por su competencia técnica y su probada honradez y que cumplan con suma fidelidad sus deberes con el país. Más aún, la labor de estos hombres debe quedar sometida a un cuidadoso y asiduo control, a fin de evitar que, en el seno de la administración del propio Estado, el poder económico quede en manos de unos pocos, lo cual sería totalmente contrario al bien supremo de la nación”. (M. et M., 118). IV.12.- Junto a las consideraciones anteriores acerca de la empresa en general, el Magisterio ha prestado atención particular a una serie de formas de empresa privada, entre las que se destacan la empresa agrícola, las empresas medias y pequeñas y la empresa cooperativa. IV.13.- La empresa agrícola, sobre todo la empresa agrícola familiar, debe ser fomentada y consolidada por la política económica. No debe ser sacrificada a los intereses de la industria y de los servicios. Para que la empresa agrícola pueda ofrecer un nivel de vida digno a quienes en ella trabajan, ha de ajustarse al progreso técnico contemporáneo. “La firmeza y la estabilidad de la empresa familiar dependen de que puedan obtenerse de ella ingresos suficientes para mantener un decoroso nivel de vida en la respectiva familia. Para lo cual es de todo punto preciso que los agricultores estén perfectamente instruidos en cuanto concierne a sus trabajos, puedan conocer los nuevos inventos y se hallen asistidos técnicamente en el ejercicio de su profesión. Es indispensable, además, que los hombres del campo establezcan una extensa red de empresas cooperativas, constituyan asociaciones profesionales e intervengan con eficacia en la vida pública, tanto en los organismos de naturaleza administrativa como en las actividades de carácter político”. (M. et M., 141). Debe, por último, la empresa agrícola complementar sus ingresos con actividades industriales relacionadas con la propia agricultura. IV.14.- Las empresas medias y pequeñas atraviesan hoy día graves dificultades con una lucha defensiva cada vez más dura y sin esperanza de éxito. Sin embargo, la política económica debería buscar la difusión progresiva de la propiedad privada y de las empresas medias y pequeñas y asegurar así su extensión en la agricultura, en las artes y oficios, en el comercio y en la industria. IV.15.- El Magisterio ha tratado también de la empresa artesana y la empresa cooperativa. “Se deben conservar, en armonía con el bien común y en el ámbito de las posibilidades técnicas, la empresa artesana, la empresa agrícola de dimensiones familiares y también la empresa cooperativa, incluso como integración de las dos precedentes…. Creemos oportuna alguna indicación relativa a la empresa artesana y a la cooperativa”. (M. et M., 17). IV.16.- “Ante todo, hay que hacer notar que ambas empresas, para ser vitales, deben incesantemente ajustarse en las estructuras, el funcionamiento y la producción, a las situaciones siempre nuevas determinadas por los progresos de las ciencias y de las técnicas, y también a las mudables exigencias y preferencias de los consumidores, acción de reajuste que debe ser realizada en primer lugar por los propios artesanos y los propios miembros de la cooperativa.”(M. et M., 17). IV.17.- “ Para ese objeto, es necesario que unos y otros tengan buena formación bajo el aspecto técnico y humano, y estén profesionalmente organizados; y también indispensable que se ejerza una apropiada política económica relativa sobre todo a la instrucción, la imposición tributaria, el crédito y los seguros sociales”.(M. et. M., 17). RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL: HACIA UN NUEVO PARADIGMA
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IV.18.- “Por otra parte, la acción de los poderes públicos a favor de los artesanos y de los socios de las cooperativas halla su justificación además en el hecho de que esas categorías son portadoras de valores humanos genuinos y contribuyen al progreso de la cultura”.(M. et M., 17). IV.19.- “Invitamos, por tales razones, con ánimo paterno, a nuestros carísimos hijos artesanos y socios de las cooperativas esparcidos por todo el mundo, a que se hagan cargo de la nobleza de su profesión y de su valiosa contribución para que mantengan despierta en las comunidades nacionales el sentido de responsabilidad y el espíritu de colaboración, y permanezca ardiente la aspiración a trabajar con finura y originalidad”. (M. et M., 17). V.- EL EMPRESARIO V.1.- El Documento de Aparecida, refiriéndose en particular al empresario expresa: “Alabamos a Dios por los talentos, el estudio y la decisión de hombres y mujeres para promover iniciativas y proyectos generadores de trabajo y producción, que elevan la condición humana y el bienestar de la sociedad”. La empresa en su dimensión económica moderna fue tratada en el Magisterio en forma sistemática a partir de Pio XII a la luz de la economía en sus niveles nacional y mundial. Las sugerencias que se hallan ya en Pío XI cobran en los documentos de Pío XII relieve destacado. Juan XXIII y el Concilio Vaticano II han llamado la atención sobre la función de la empresa y del empresario en el actual proceso de desarrollo económico (G. et S., 64) V.2.- La actividad empresaria así se transforma en una condición necesaria para el progreso y el bienestar pero, valorativamente, debe reunir varios requisitos cualitativos que se derivan del derecho al uso común de los bienes de la tierra, destinados a todos los hombres, y del cumplimiento de la justicia distributiva, que va más allá de los alcances de la justicia conmutativa (contractual). V.3.- Por ello, la actividad empresarial es buena y necesaria cuando respeta la dignidad del trabajador, el cuidado del medio ambiente y se ordena al bien común. Se pervierte cuando, buscando sólo el lucro, atenta contra los derechos de los trabajadores y la justicia. V.4.- Alentamos a los empresarios que dirigen las grandes y medianas empresas y a los microempresarios, como a los agentes económicos de la gestión productiva y comercial, tanto del orden privado como comunitario: a) Por ser creadores de riqueza en nuestras naciones. b) Cuando se esfuerzan en generar empleo digno. c) Al facilitar la democracia. d) Realizar acciones para promover la aspiración de una sociedad justa. e) Cuando apoyan una convivencia ciudadana con bienestar y paz. f) A los que invierten su capital en aumentar la producción y crear fuentes de trabajo. g) A los que no invierten sus excedentes en acciones especulativas. h) A los que se preocupan por sus trabajadores, considerando a ellos y a sus familias la mayor riqueza de la empresa. i) A los emprendedores que viven modestamente, por haber hecho de la austeridad un valor inestimable que contribuye a la creación de excedentes reproductivos. j) Por su colaboración con los gobiernos en la preocupación y el logro del bien común. k) Por prodigarse en obras de solidaridad y atención de los excluidos. V.5.- Debido a su múltiple función en la sociedad y al papel clave que cumple como vértice en la asignación de recursos, existen variados aspectos de los cuales el empresario no puede desentenderse y debe ser sujeto activo por medio de sus instituciones empresariales: a) Sensibilizar respecto a las grandes cuestiones de la justicia internacional. b) Apoyar la participación de la sociedad civil para la reorientación y consiguiente rehabilitación ética de la política. c) Colocar como prioridad la creación de oportunidades económicas para sectores de la población tradicionalmente marginados. d) Trabajar por una cultura de la responsabilidad a todo nivel que involucre a personas, empresas, gobierno y al sistema internacional. e) Trabajar por el bien común global promoviendo una justa regulación de la economía, finanzas y comercio mundial. V.6.- Si bien en las cuestiones referidas a la empresa privada y pública se ha resaltado la importancia de la participación de los que trabajan en la gestión de las mismas, esta participación de todos no excluye, antes incluye el papel decisivo que en la empresa tiene el auténtico empresario cuya figura ha sido delineada con impresionante belleza por Pío XII: “Eminentes representantes 12
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de vuestra especialidad han subrayado con fuerza la verdadera significación del papel del empresario, su acción constructiva y determinante en el progreso económico. Por encima de los agentes subalternos, se encuentran los jefes, los hombres de iniciativa, que imprimen en los acontecimientos la marca de la individualidad, descubren caminos nuevos, comunican un impulso decisivo, transforman los métodos y multiplican en asombrosas proporciones el rendimiento de los hombres y de las máquinas. Sería erróneo creer que esta actividad coincide siempre con su propio interés, que no responde sino a móviles egoístas. Debe comparársela más bien al invento científico, a la obra artística, salida de una inspiración desinteresada, y que se dirige mucho más al conjunto de una comunidad humana, a la que enriquece con un nuevo saber y con medios de acción más poderosos”. (AAS, 48). VI.- LA ÉTICA COMO VENTAJA COMPETITIVA VI.1.- En el mundo interrelacionado del nuevo siglo, y más aún en Argentina y América Latina, debería tratarse de desarrollar y hacerse reconocer la importancia del papel que debe cumplir el “empresario directo”(personas individuales o jurídicas que tienen libre iniciativa productiva) en el dominio de la naturaleza, con sus expresiones más próximas, como son el descubrimiento de las oportunidades, la creación de empresas, la oferta de nuevos puestos de trabajo y, finalmente, el aumento de la producción de bienes y servicios, todo en el marco de las responsabilidades que le corresponden atendiendo a los condicionamientos que le generan las normativas y la acción del “empresario indirecto” (Conformado principalmente por el Estado y otras instituciones, además de las normativas, que condicionan y regulan la tarea del “empresario directo”). VI.2.- El lenguaje estrictamente económico en general, y el de las escuelas de negocios en particular, han avanzado sin contemplar la dimensión moral y religiosa, posiblemente por aceptar, implícitamente, que se limitaría el objetivo del beneficio o las posibilidades de éxito. La cuestión es si será posible plantear una visión que supere la idea de que dedicarse a hacer negocios es visto como algo dominado por un espíritu “materialista” y “egoísta” sin admitir, en cambio, que existe una moral de los negocios compatible con el cumplimiento de los objetivos de la empresa. VI.3.- Desde el comienzo no debe perderse de vista lo planteado en lo referido a los empresarios “directo” e “indirecto”, ya que una apreciación de conjunto de esas ideas pondrá en su justo lugar la recomendación de Juan XXIII en la Encíclica Mater et Magistra, a propósito de que la forma de organización de la actividad económica en las sociedades debe ser tal que facilite a los sujetos económicos el ejercicio de las virtudes. Este enfoque daría enorme importancia a dos aspectos: primero, a la conciencia social necesaria sobre los objetivos de la actividad económica; y segundo, a la política económicosocial fijada por el Estado como marco en su responsabilidad de empresario indirecto. VI.4.- Es decir que la forma de organización de la producción resultante del acuerdo social, debe ser tal que las desviaciones de un código moral básico o mínimo para hacer negocios sean pasibles de castigo. De no ser así, las normas éticas y morales se alejarán cada vez más de los negocios, debido a que el orden macroeconómico vigente hará difícil el ejercicio de las virtudes al empresario que desea permanecer en el mercado. Esta observación motiva un interrogante central: ¿es posible pensar en hacer negocios moralmente como una ventaja competitiva? a) La moral en los negocios: Si se parte de la idea clave de la filosofía socialcristiana de que el hombre debe constituirse en “cocreador”, perfeccionando la Creación por medio del dominio de la naturaleza para poner sus frutos al servicio de todos los hombres, entonces, esta acción transformadora debe ser instalada por la sociedad en un marco organizativo que la garantice (principio de subsidiariedad) y facilite como algo moral. Más precisamente, la sociedad debe establecer un orden en el cual sea factible hacer negocios ejercitando las virtudes y respetando un código moral. Es sabido que hacer negocios puede llevar a adoptar conductas inmorales, pero esto no es imprescindible, ni menos condición necesaria para obtener resultados positivos. Si no es posible acercar la profunda y positiva colaboración del hombre en la “cocreación” al hecho de que esa misma acción respete o reúna los requisitos éticos, se llegaría a una incongruencia sustancial que, seguramente, acarrearía consecuencias negativas para la humanidad. No se podría avanzar lo suficiente en el dominio de la naturaleza porque no habría ninguna “motivación” o justificación existencial, o alternativamente, se conseguiría un alto grado de explotación de los recursos sin respetar la justicia distributiva y/o lesionando la ecología. Para progresar en este argumento hay que avanzar en dos niveles: en la conciencia y organización social y, paralelamente, en el del empresario o dirigente de empresas. En una sociedad incapaz de establecer un orden macroeconómico que facilite la tarea de hacer negocios ejercitando las virtudes, se presentará la grave situación donde acciones legales sean inmorales. Y esta situación le produciría gran incertidumbre ética al empresario, obligado a tener una clara concepción moral más allá del grado de conciencia social explícitamente aceptada por el orden legal. RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL: HACIA UN NUEVO PARADIGMA
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Este sería el escenario más conflictivo para el empresario, y le exigiría la mayor claridad para realizar honestamente sus negocios. En un marco incierto de pautas morales sociales, más necesario será que las tenga el empresario. Pero, para que se vea atraído a asumirlas, debe comprender que el comportamiento moral en los negocios es una ventaja competitiva que contribuirá, progresivamente, a generar oportunidades y no pérdida de negocios. Por supuesto que es posible observar notables éxitos en los negocios con base en acciones ilegales e inmorales, pero precisamente de aquí se deriva la recomendación de que el “empresario directo” promueva por medio de su acción individual y colectiva(entidades empresarias e intermedias) recomendaciones y acciones hacia el “empresario indirecto”, tendientes a establecer un orden macroeconómico para los negocios que facilite el ejercicio de las virtudes, progresando limpiamente hacia el establecimiento de un código social cuya trasgresión implique, por medio del proceso que corresponda, un costo privado y social para el trasgresor. VII.- HACIA UNA MOTIVACIÓN INTERIOR PARA EL EMPRESARIO VII.1.- Luego de los aspectos anteriormente referidos, queda clara la importancia de la función del empresario en el mundo de hoy, en general, y en América Latina y nuestro país en particular. La presencia empresaria es fundamental para identificar oportunidades, descubrir necesidades insatisfechas, coordinar los recursos productivos para afrontar la organización de la producción y, produciendo finalmente los bienes o servicios, satisfacer las necesidades de los ciudadanos. VII.2.- Desde un punto de vista más existencial, el empresario es factor fundamental para colaborar en el dominio de la naturaleza y ponerla al servicio de los demás hombres, colaborando de esta forma con el perfeccionamiento del mundo material, a partir de un don de la Creación que se presenta al hombre para dominarla y facilitar que todos y cada uno tomen de ella lo necesario, no solamente para su subsistencia sino, también, para el progreso material y espiritual como respuesta a la presencia en el mundo de un hombre con destino de trascendencia. VII.3.- Es por ello que el empresario, ya sea que crea en Dios o se manifieste como un humanista, pero que se siente comprometido con el destino del hombre y la naturaleza, resulta un sujeto imprescindible como colaborador de la “cocreación” y afronta la responsabilidad transformadora del mundo material que llevará, genuinamente, a la superación sustentable de la indigencia y la pobreza por medio del aumento de la producción y la creación de empleos de calidad bien remunerados. VII.4.- Esta importante tarea requiere de un “empresario indirecto” (El Estado y otras instituciones que condicionan la tarea del empresario) y de toda la sociedad, que sean capaces de crear las condiciones de largo plazo dentro de las cuales sea factible la tarea del “empresario directo” (Personas individuales y colectivas que tienen libre iniciativa productiva) que, asumiendo el riesgo empresario, ponga en operación los proyectos que lleven al pleno empleo y el bienestar. VII.5.- Por ello debe asumirse el compromiso de trabajar en la gestación de los pilares que deben orientar una moral empresaria que haga congruente el éxito en los negocios con la salvaguardia de valores humanos y trascendentes, como también progresar en el desarrollo de una espiritualidad que sirva de soporte al accionar productivo. Todo ello congruente con una concepción sustancial de colaborar en la transformación del mundo material como parte de un plan que debe permitir al hombre, por medio de la superación de la indigencia y pobreza, acceder a un mundo más humano, que le facilite el acceso a la cultura y a formas superadoras de vida que le otorguen un ambiente social de libertad para pensar en la trascendencia. VIII.- EL NUEVO SIGLO REQUIERE NUEVAS FORMAS DE ENTENDER A LAS EMPRESAS VIII.1.- “Hoy podemos decir que la vida económica debe ser comprendida como una realidad de múltiples dimensiones: en todas ellas, aunque en medida diferente y con modalidades específicas, debe haber respeto a la reciprocidad fraterna. En la época de la globalización, la actividad económica no puede prescindir de la gratuidad, que fomenta y extiende la solidaridad y la responsabilidad por la justicia y el bien común en sus diversas instancias y agentes. Se trata, en definitiva, de una forma concreta y profunda de democracia económica. La solidaridad es, en primer lugar, que todos se sientan responsables de todos, por tanto, no se la puede dejar solamente en manos del Estado. Mientras antes se podía pensar que lo primero era alcanzar la justicia y que la gratuidad venía después como un complemento, hoy es necesario decir que sin la gratuidad no se alcanza ni siquiera la justicia”. (C. in V., 38). VIII.2.- “Se requiere, por tanto, un mercado en el cual puedan operar libremente, con igualdad de oportunidades, empresas que persiguen fines institucionales diversos. Junto a la empresa privada, orientada al beneficio y los diferentes tipos de empresa pública, deben poderse establecer y desenvolver aquellas organizaciones productivas que persiguen fines mutualistas y sociales. De su recíproca interacción en el mercado se puede esperar una especie de combinación entre los comportamientos de empresa y, con ella, una atención más sensible a una civilización de la economía”. (C. in V., 38). 14
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VIII.3.- “Cuando la lógica del mercado y la lógica del Estado se ponen de acuerdo para mantener el monopolio de sus respectivos ámbitos de influencia, se debilita a la larga la solidaridad en las relaciones entre ciudadanos, la participación y el sentido de pertenencia, que no se identifican con el dar para tener, propio de la lógica de la compraventa, ni con el dar por deber, propia de las intervenciones públicas, que el Estado impone por ley. La victoria sobre el subdesarrollo requiere actuar no sólo en la mejora de las transacciones basadas en la compraventa, o en las transferencias de las estructuras asistenciales de carácter público, sino sobre todo en la apertura progresiva en el contexto mundial a formas de actividad económica caracterizada por ciertos márgenes de gratuidad y comunión. El binomio exclusivo mercado-Estado corroe la sociabilidad, mientras que las formas de economía solidaria, que encuentran su mejor terreno en la sociedad civil aunque no se reducen a ella, crean sociabilidad”. (C. in V., 38). VIII.4.- “Esta concepción más amplia favorece el intercambio y la mutua configuración entre los diversos tipos de iniciativa empresarial, con transvase de competencias del mundo non profit (sin ganancias) al profit (con ganancias) y viceversa, del público al propio de la sociedad civil, del de las economías avanzadas al de países en vía de desarrollo”. (C. in V., 41). VIII.5.- “Las actuales dinámicas económicas internacionales, caracterizadas por graves distorsiones y disfunciones, requieren también cambios profundos en el modo de entender la empresa. Antiguas modalidades de la vida empresarial van desapareciendo, mientras otras más prometedoras se perfilan en el horizonte. Uno de los mayores riesgos es sin duda que la empresa responda casi exclusivamente a las expectativas de los inversores en detrimento de su dimensión social”. (C. in V., 40). VIII.6.- “Debido a su continuo crecimiento y a la necesidad de mayores capitales, cada vez son menos las empresas que dependen de un único empresario estable que se siente responsable a largo plazo, y no sólo por poco tiempo, de la vida y los resultados de la empresa, y cada vez son menos las empresas que dependen de un único territorio”. (C. in V., 40). VIII.7.- Precisamente, “además, la llamada deslocalización de la actividad productiva puede atenuar en el empresario el sentido de responsabilidad respecto a los interesados, como los trabajadores, los proveedores, los consumidores, así como al medio ambiente y a la sociedad más amplia que lo rodea, a favor de los accionistas, que no están sujetos a un espacio concreto y gozan por tanto de una extraordinaria movilidad. El mercado internacional de capitales, en efecto, ofrece hoy una gran libertad de acción”. (C. in V., 40). Debe tomarse en cuenta, especialmente, la naturaleza y efectos negativos para la economía real de la crisis financiera mundial 2008-2009. VIII.8.- “Sin embargo, también es verdad que se está extendiendo la conciencia de la necesidad de una responsabilidad social más amplia de la empresa. Aunque no todos los planteamientos éticos que guían hoy el debate sobre la responsabilidad social de la empresa son aceptables según la perspectiva de la doctrina social de la Iglesia, es cierto que se va difundiendo cada vez más la convicción según la cual la gestión de la empresa no puede tener únicamente el interés de sus propietarios, sino también el de los otros sujetos que contribuyen a la vida de la empresa: trabajadores, clientes, proveedores de los diversos elementos de producción, la comunidad de referencia”.(C. in V.,40). VIII.9.- Como una cuestión destacable por lo negativo para la responsabilidad social de la empresa, “en los últimos años se ha notado el crecimiento de una clase cosmopolita de manager que a menudo responde sólo a las pretensiones de los nuevos accionistas de referencia compuestos generalmente por fondos anónimos que establecen su retribución”.(C. in V., 40). VIII.10.- Paralelamente, “tampoco hay motivos para negar que la deslocalización de la actividad económica (típica del proceso de interdependencia), que lleva consigo inversiones y formación, puede hacer bien a la población del país que la recibe. El trabajo y los conocimientos técnicos son una necesidad universal. Sin embargo, no es lícito deslocalizar únicamente para aprovechar particulares condiciones favorables, peor aún, para explotar sin aportar a la sociedad local una verdadera contribución para el nacimiento de un sólido sistema productivo y social, factor imprescindible para un desarrollo estable”. (C. in V., 40) V.11.- Estas últimas observaciones potencian la necesidad de concretar, por medio de la política económica regionalizada y producto de la integración económica, espacios de mercado ampliados en los cuales puedan fomentarse la creación de múltiples formas de apropiación privada que, en forma interdependiente y coordinada con el sistema financiero regionalizado, sean capaces de generar producción y empleo en una nueva versión de un empresario comprometido con los logros de una integración económica latinoamericana que permita neutralizar los efectos negativos de la globalización con las oportunidades que genera. IX.- LA INICIATIVA EMPRESARIAL DEBE ASUMIR CADA VEZ MÁS UN SIGNIFICADO POLIVALENTE IX.1.- “A este respecto (lograr un desarrollo estable para las sociedades), es útil observar que la iniciativa empresarial tiene, y debe asumir cada vez más, un significado polivalente (Ello quiere decir dotado de varios valores. Los contenidos del Apartado V basado en el Documento de Aparecida muestran los alcances de este nuevo sentido polivalente para la tarea del empresario, no RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL: HACIA UN NUEVO PARADIGMA
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solamente dedicado a un enfoque “privado” que es legítimo, sino, también “social” de amplio alcance). El predominio persistente del binomio mercado-Estado nos ha acostumbrado a pensar exclusivamente en el empresario privado de tipo capitalista, por un lado, y en el directivo estatal, por otro”. (C. in V., 41). IX.2.- “En realidad, la iniciativa empresarial se ha de entender de modo articulado (No solamente con las esferas público-privadas sino con toda la sociedad)…El ser empresario, antes de tener un significado profesional, tiene un significado humano (El empresario colabora con la “co-creación” por medio del dominio de la naturaleza, para perfeccionarla y ponerla al servicio de todos los hombres)…Por eso Pablo VI enseñaba que todo trabajador es un creador. Precisamente, para responder a las exigencias y a la dignidad de quien trabaja, y a las necesidades de la sociedad, existen varios tipos de empresas, más allá de la pura distinción entre “privado” y “público”. Cada uno requiere y manifiesta una capacidad de iniciativa empresarial específica”. (C. in V., 41). IX.3 “Para realizar una economía que en el futuro próximo sepa ponerse al servicio del bien común nacional y mundial, es oportuno tener en cuenta este significado amplio de iniciativa empresarial. Esta concepción más amplia favorece el intercambio y la mutua configuración entre los diversos tipos de iniciativa empresarial, con transvase de competencia del mundo “non profit” (sin beneficio) al “profit” (con beneficio) y viceversa., del público al propio de la sociedad civil, del de las economías avanzadas al de países en vías de desarrollo”. (C. in V., 41). IX.4.- “Respecto a la relación entre EMPRESA Y ÉTICA , así como de la evolución que está teniendo el sistema productivo, parece que la distinción hasta ahora más difundida entre empresas destinadas al beneficio(profit) y las organizaciones sin ánimo de lucro(non profit), ya no refleja plenamente la realidad, ni es capaz de orientar eficazmente el futuro. En los últimos decenios, ha ido surgiendo una amplia zona intermedia entre los dos tipos de empresas. Esa zona intermedia está compuesta por empresas tradicionales que, sin embargo, suscriben pactos de ayuda a países atrasados; por fundaciones promovidas por empresas concretas; por grupos de empresas que tienen objetivos de utilidad social; por el amplio mundo de agentes de la llamada economía civil y de comunión. No se trata sólo de un “tercer sector”, sino de una nueva y amplia realidad compuesta, que implica al sector privado y público y que no excluye el beneficio, pero lo considera instrumento para objetivos humanos y sociales. Que estas empresas distribuyan más o menos beneficios, o que adopten una u otra configuración jurídica prevista por la ley, es secundario respecto a su disponibilidad para concebir la ganancia como un instrumento para alcanzar objetivos de humanización del mercado y de la sociedad”. (C. in V., 46). IX.5.- “Es de desear que estas nuevas formas de empresas encuentren en todos los países también un marco jurídico y fiscal adecuado. Así, sin restar importancia y utilidad económica y social a las formas tradicionales de empresa, hacen evolucionar el sistema hacia la asunción más clara y plena de los deberes por parte de los agentes económicos. Y no sólo esto. La misma pluralidad de las formas institucionales de empresa es lo que promueve un mercado más cívico y al mismo tiempo más competitivo”. (C. in V., 46). IX.6.- “La potenciación de los diversos tipos de empresas y, en particular, de los que son capaces de concebir el beneficio como un instrumento para conseguir objetivos de humanización del mercado y de la sociedad, hay que llevarla a cabo incluso en países excluidos o marginados de los circuitos de la economía global, donde es muy importante proceder con proyectos de subsidiariedad convenientemente diseñados y gestionados, que tiendan a promover los derechos, pero previendo siempre que se asuman también las correspondientes responsabilidades”.( C. in V., 47). X.- HACIA UNA RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL MÁS AMPLIA (HACIA UN CAMBIO DE PARADIGMA) X.1.- El rol de la responsabilidad social empresarial se ha puesto a prueba a partir de una triple realidad: la crisis financiera mundial que se explicitó en Junio de 2009; la realidad latinoamericana a partir de los efectos mundiales de la crisis y, finalmente, lo que acontece en la economía nacional. X.2.- Finalmente, la crisis financiera mundial ha quedado catalogada como la mayor presentada en los últimos ochenta años. La crisis comenzó siendo financiera, se transformó luego en macroeconómica y, finalmente por sus efectos reales, alcanzó niveles humanitarios. La recesión, la pérdida de empleos, la muy elevada asignación de recursos por parte de las finanzas estatales y, finalmente, el aumento en millones de la población con hambre, han terminado instalando en el centro de la agenda pública el gran tema de la responsabilidad social empresarial en la medida que se acepta la existencia de defectos en los valores éticos en el funcionamiento de las economías libres de mercado. X.3.- Ante los efectos negativos de la crisis mundial, se ha desarrollado una fuerte presión social por cambios planetarios que le otorguen a la sociedad mundial una estabilidad que permita transitar en un mundo más humano, provocando una triple reacción para afrontar los efectos de la crisis y sentar las bases para un futuro mejor: grandes planes de reactivación que privilegien la 16
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producción y el empleo; un papel renovado de las políticas públicas en defensa de la sociedad respecto a los intereses del egoísmo y la codicia desenfrenadas tanto públicas como privadas y, finalmente, una revisión de la cultura que orienta la responsabilidad social empresarial, su concepción y alcances en esta nueva etapa. Adicionalmente, una vertebración público-privada amplia y transparente, basada en el principio de subsidiariedad, brindará un equilibrio a la nueva etapa del Siglo XXI. X.4.- Ya antes de la crisis mundial, la responsabilidad social empresarial se encontraba en la búsqueda de un nuevo paradigma y poniendo en revisión su rol en la sociedad para encarar en forma renovada sus responsabilidades en el Siglo XXI. Más aún, en la medida que las empresas asuman su rol plenamente en una versión renovada de responsabilidad social empresarial, ello incidirá fuertemente en las formas de organizar la producción y hacer negocios en el nuevo siglo, privilegiando a este tipo de empresas respecto a los consumidores y demandantes de bienes y servicios. X.5.- El Plan Global de la ONU ha implicado hasta ahora la adhesión de empresas que decidieron privilegiar principios como derechos humanos, libertad sindical, trabajo digno, erradicación del trabajo infantil, abolición de discriminaciones, medio ambiente y lucha contra la corrupción. A pesar de ello la confianza en el mundo se ha resquebrajado, tanto a nivel público como privado, dejando evidencias de amplios campos defectuosos en el ejercicio de las responsabilidades sociales en el campo de la economía. X.6.- Ahora más que nunca es necesario que, para restablecer la confianza en el funcionamiento de los mercados y de las relaciones sociales en general, en el mundo, América Latina y Argentina, se acuerden políticas públicas consensuadas socialmente en forma amplia y democrática, que lleven a dosis mucho mayores de responsabilidades sociales tanto de los dirigentes públicos como empresariales. Estos nuevos marcos regulatorios, tal como se indica en el capítulo sobre “la ética como ventaja competitiva”, deben privilegiar el interés social y las virtudes morales en la organización de la producción y la concreción de negocios y operaciones mercantiles. X.7.- A esta altura debe resaltarse lo ya indicado respecto al principio de subsidiariedad y al papel del “empresario indirecto”, resguardando el papel de la libre iniciativa en un nuevo marco de responsabilidad social empresarial encuadrado en una vertebración público-privada amplia y transparente. X.8.- De esta forma debe remarcarse la necesidad de que la empresa potencie su responsabilidad primaria respecto a la eficiencia en la organización de la producción, generar empleo digno, obtener utilidades legítimas acorde a la asunción del riesgo, reinvertir y crecer. Paralelamente, las experiencias de la crisis mundial, agregan a esta responsabilidad primaria compatible solamente con los intereses de los accionistas y propietarios, la necesidad de incorporar responsabilidades sociales empresariales más amplias, que completen su rol primario necesario con una presencia social que lleva a replantear el mismo rol de la empresa en la sociedad. Los apartados referidos a que “La iniciativa Empresarial debe asumir cada vez más un significado polivalente” y que “El Nuevo Siglo Requiere Nuevas Formas de Entender las Empresas”, constituyen una fundamentación clara para esta nueva etapa que se piensa respecto a las empresas en el nuevo siglo. X.9.- Paralelamente al panorama mundial, debe tenerse en cuenta que América Latina en la última década, ha edificado su mejora en el campo económico-social, a partir de su papel en materia de commodities que la han posicionado positivamente con mayor crecimiento, reservas, estado de la deuda y finanzas externas como en empleo y mejoramiento de los indicadores sociales. Pero, la propia composición de los mercados de demanda en relación con los efectos desaceleradores de la crisis mundial, darán lugar a mayor desempleo, aumento de la pobreza estructural y de la desigualdad, en una región caracterizada por ser la más desigual del planeta. Con los efectos negativos de la crisis mundial se prevé que la región alcanzará a los 200 millones de pobres, comprendiendo así al 35% de la población. ¿Cómo responder a estos desafíos? Ante esta cruda realidad se destacan las políticas públicas en materia de inversión en infraestructura económica y los apoyos a la fuerza de trabajo marginada pobre. Paralelamente, el papel clave de la empresa privada, para la cual, además de los incentivos de la estabilidad macroeconómica, se hace necesario una reformulación de su alcance y funciones en una nueva y renovada responsabilidad social empresarial que, además de su función primaria, se inserte activamente en la sociedad y mantenga una conducta ética unidireccional en los negocios. X.10.- Aquí puede retomarse lo planteado al comienzo de este análisis en el sentido de lo que debe entenderse como “verdadera justicia social”. La misma debe estar basada en la creación de empleo digno, dando respuestas con puestos de calidad mejor remunerados que superen los niveles de pobreza y subsistencia y no en el asistencialismo. Para ello, las políticas públicas deben crear ambientes económicos de confianza para la inversión y la producción y, paralelamente, un aliado clave para generar respuestas sustentables lo constituirá la empresa privada, que así consolida su función de aliado estratégico de la sociedad latinoamericana para la creación de oportunidades de trabajo y aumento de la producción. X.11.- En este punto resalta la naturaleza de la empresa en esta etapa crítica del nuevo siglo y, más aún, tomando en cuenta la orientación impresa por la Encíclica de Benedicto XVI “La Caridad en la Verdad”. Ante semejante desafío latinoamericano, está bien que las empresas cumplan con la normativa del trabajo y empleo de cada país. Esto significa cumplir con la ley. Pero, la cariRESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL: HACIA UN NUEVO PARADIGMA
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dad va más allá que la justicia que se deriva de la legislación. Ante la cruda realidad regional la empresa debe replantearse el rol mismo de la empresa en la sociedad. El rol del empresario privado en el Documento de Aparecida es un reflejo de que se espera que la empresa debe superar su alcance macroeconómico eficiente y transformarse en una institución social de amplio espectro, con funciones sociales que surjan de una vertebración pública-privada amplia, insertándose en las problemáticas estructurales y proponiendo soluciones, implicando así a la empresa en la propia organización económico-social que la condiciona. X.12.- Los escenarios críticos de América Latina y de Argentina requieren de políticas públicas que generen confianza para las políticas de largo plazo y empresas que asuman su responsabilidad social empresarial en un sentido amplio, que supere el marco microeconómico y las posicione como sujetos activos y claves en la generación de empleo digno y mayor producción con un papel activo en la generación del ambiente económico-social y político necesario para invertir y crecer. Ante este desafío aparece la ética social como un requisito clave para la economía y la potenciación de la ética empresaria como ventaja competitiva para la función de la empresa en el nuevo siglo, exigido por la sociedad como respuesta a la demanda de más ética ante los desafíos de la organización de la producción y las finanzas a todos los niveles.
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Exposiciรณn realizada en la Ciudad de Cรณrdoba, Argentina, Biblioteca del Arzobispado, el 15 de Noviembre de 2012.
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INTRODUCCIÓN Al cumplirse los 55 años del fallecimiento del fundador de ACDE Argentina, resulta destacado preguntarse qué pensaba o qué principios sostenía una personalidad como la de Enrique Shaw, sobre todo para orientar a los empresarios y dirigentes de empresa del siglo XXI en su ardua tarea de organización de la producción y satisfacción de las necesidades, por medio de la generación de bienes y servicios para ser puestos a disposición de todos los hombres. Posiblemente, por las circunstancias en las que le tocó desempeñarse, en plena década de los 40, con fuerte presión de los activistas de izquierda y la aparición en el escenario argentino del peronismo, una faceta muy difundida de su accionar es la referida a su siempre presente concepción cercana a los obreros y operarios. Pero, esta visión, de por si relevante y que ocupa una parte importante de su pensamiento y acción, opaca y reduce el verdadero alcance de su pensamiento, visto a medio siglo de su muerte y, sobre todo, teniendo en cuenta que estuvo presente en el mundo en plena acción hace 60 0 70 años. Visto con este alcance, es posible identificar en el pensamiento de Enrique Shaw seis ámbitos o campos centrales: 1.- EL FIN DE LA ACTIVIDAD EMPRESARIA 2.- LA PERSONA HUMANA TRASCENDENTE 3.- LA EMPRESA COMO COMUNIDAD DE PERSONAS 4.- LA PARTICIPACIÓN DE LOS OBREROS 5.- LA EMPRESA EN LA SOCIEDAD 6.-PRINCIPIO DE SUBSIDIARIEDAD Y GLOBALIZACIÓN 1.- EL FIN DE LA ACTIVIDAD DE LA EMPRESA En este campo es posible destacar algunos aspectos clave e importantes para los empresarios: EFICIENCIA, UTILIDADES Y JUSTICIA SOCIAL. Por ello Enrique Shaw sostiene que “Es licito el beneficio obtenido por el empresario, pero no debe tener en cuenta únicamente la obligación de restituir, sino también la equidad, caballerosidad, honorabilidad, dar el mejor sueldo; e igualmente debe el empresario tener en cuenta la justicia social”. Es decir que, centralmente, se define una empresa con utilidades legitimadas por su toma de riesgo, pero, no aislada, sino comprometida con la equidad y la justicia social. Esta visión de la empresa será clave para presentar la idea de la empresa en la sociedad y ver su compatibilidad con los últimos y muy recientes preceptos de la Doctrina Social de la Iglesia sobre la empresa y el empresario. Paralelamente, Enrique Shaw marca el compromiso del empresario con la eficiencia y el medio natural del cual extrae sus recursos materiales: “Toda producción artificial encarece por falta de normalidad. Lo importante es que los recursos de la Naturaleza – es decir los recursos que Dios ha puesto a nuestra disposición- sean utilizados todo cuanto sea posible para el progreso técnico y la sana organización de la vida económica”. Esta idea, al presentar a los recursos naturales con mayúscula, introducen la concepción sustancial del empresario comprometido con la Co-Creación, es decir colaborar en el perfeccionamiento de los recursos naturales para ponerlos al servicio de todos los hombres y de la satisfacción de las necesidades, pero, con eficiencia, a la cual se refiere diciendo “toda producción artificial encarece por falta de normalidad” y complementado con la idea de que “los recursos naturales sean utilizados todo cuanto sea posible para el progreso técnico y la sana organización de la vida económica”. Con un adelanto de décadas, se introduce aquí la idea del cuidado y tratamiento de los recursos naturales para la finalidad socialmente hoy concebida como requerimiento de la ECOLOGIA. Por ello este punto de la visión de la empresa, se presentó bajo un trípode: EFICIENCIA (clara idea ecológica); UTILIDADES Y JUSTICIA SOCIAL. Ver la empresa de esta forma permitirá de un modo compatible, desarrollar más completamente la concepción integral de Enrique Shaw sobre la empresa y el papel del empresario y dirigente de empresa. Como clara referencia a la importancia de la tarea del empresario, congruente con este enfoque, el fundador de ACDE expresa: “Virtudes del empresario son: eficacia, energía, iniciativa. Considerar como deber de estado ser eficiente, por cuanto para poder distribuir más es necesario producir más. Además, la eficacia del empresario es la mejor garantía de continuidad del trabajo para los obreros de la empresa”. Teniendo en cuenta la etapa histórica en la que se desempeñó Enrique Shaw, con activismo marxista intenso, aparición del peronismo y un ambiente social altamente conflictivo que lo llevó inclusive a la cárcel por sus ideas de empresario católico, debe desRESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL: HACIA UN NUEVO PARADIGMA
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tacarse su concepto claro y complejo para el análisis, inclusive hoy, sobre la naturaleza de la actividad empresarial y sus alcances productivos y sociales: “Si una empresa está sólo al servicio de sus interesas económicos, está abierta al comunismo. En cambio, si además está abierta al servicio del hombre y de una economía humana, constituye una barrera al comunismo. El fin primario de toda empresa cristiana es producir bienes y servicios; la utilidad es un fin secundario: es el motor para que el empresario produzca esos servicios. La ganancia pecuniaria es legítima en cuanto favorece al fin primario, o no lo contradice”. Es decir que esta proposición condiciona la legitimidad de las utilidades a que la empresa mantenga su finalidad primaria vinculada a la producción y no a la especulación, dando así un alcance cualitativo que lleva a tomar como centro la producción de bienes y servicios para ponerla al servicio de todos los hombres, reconociendo la necesidad de los excedentes para el capital de trabajo y el crecimiento dinámico de la actividad empresarial, bajo la condición o restricción de que sostenga su tarea comprometida con la generación de bienes y servicios, tomada como finalidad primaria dinámica. El hecho de plantear de que la utilidad es un fin secundario no debe relativizarla aunque sí condicionarla, ya que la presenta como “el motor para la producción” y, también, cuando se refiere a la eficiencia productiva, reconoce que “esta exigencia y el crecimiento sólido de la empresa es la mejor garantía para sostener el empleo y la ocupación de los obreros”. Es decir, la reinversión de las utilidades lleva a la permanencia, consolidación y crecimiento en el tiempo. Para ratificar la posición de Enrique Shaw respecto al papel de las utilidades y para no dejar dudas, basta transcribir sus ideas respecto al papel del dirigente de empresa y a la eventualidad de que existan pérdidas: “La misión específica del dirigente de empresa es la de acrecentar la vitalidad económica: de ser un agente multiplicador; de promover el desarrollo de la persona humana, de lograr, así, una economía ordenada y dinámica que sea una de las bases de la paz social”. Como complemento concluye expresando: “No hay fórmula mágica que permita subsistir a una empresa que da pérdida”. De estas consideraciones puede lograrse una mejor definición de lo que debe entenderse como fin primario de la empresa, más aún de una empresa que respete o intente respetar principios cristianos. Paralelamente, aunque se considere que Enrique Shaw tiende a apoyar una visión humanista y personalizante de la empresa, debe reconocerse que, también, conoce la naturaleza del ambiente capitalista y el movimiento de los capitales y las inversiones al decir: “El empresario debe obtener, no solo la confianza de sus obreros, sino también de los capitalistas que le proporcionan los recursos pecuniarios necesarios para el desarrollo de la empresa. Por todo ello el rol del empresario es difícil, pues debe conocer, elegir y dirigir hombres e inspirarles confianza en su persona”. Aquí estaría precisamente uno de los puntos importantes de la aceptación por parte de los titulares del capital a que se instituyan en la organización de la producción formas participativas y personalizantes, es decir, que logren un equilibrio entre estas prácticas humanizantes y el logro de los excedentes que posibiliten la permanencia y el crecimiento de las inversiones en la actividad de la empresa, consolidándola en el largo plazo y garantizando producción y empleo. Este es un complejo equilibrio del cual Enrique Shaw era consciente y, por ello, reconoce que el rol del empresario es difícil en cuanto a lograr, simultáneamente, empresas humanizadas y capitalistas conformes con el desempeño económico-financiero de la actividad. Caso contrario, era factible retiraran su apoyo y destinaran los capitales a otras actividades o regiones. Un enfoque de “equilibrio” a lo antes presentado como un conflicto para un empresario humanizante, está desarrollado en el sentido de que la política de inclusión participativa permitiría facilitar este choque entre los intereses humanizantes y los intereses capitalistas, ambos legítimos, pero compleja la proporción y el equilibrio entre ellos, en la medida que una empresa vista como una comunidad de personas es de esperar que se destaque por su elevada productividad con respecto a una organización verticalista, conflictiva y con paros y huelgas como algo normal. Es de suponer que esta era la esperanza de Enrique Shaw para mantener, simultáneamente, la confianza de los empleados en la empresa y de los capitalistas. De aquí se deriva, también, la necesidad de estructurar grupos de emprendedores cristianos que se comprometan en la gestión humanizante y en la provisión de capitales orientadas a actividades rentables que respeten la justicia social. Por ello Enrique Shaw expresa: “Urge formar empresarios cristianos y darles un estilo de vida. Ellos deben contribuir a la existencia de un mundo mejor”. Como una síntesis secularista-cristiana del pensamiento de Enrique Shaw sobre el dirigente de empresa, cabe tomar su pensamiento siguiente: “El cumplimiento de la misión del dirigente de empresa exige los siguientes deberes: a) Acrecentar su propio perfeccionamiento y rodearse de gente competente; b) Estar a la cabeza de todo adelanto técnico; c) Infundir en la empresa un espíritu cristiano; d) Ejercer su autoridad en forma que fomente la paz”.
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2.- LA PERSONA HUMANA TRASCENDENTE Si existe un concepto a partir del cual el pensamiento social católico se diferenció centralmente del pensamiento tanto liberal como marxista, ese concepto es el de la persona humana. Desde siempre la doctrina social católica estableció que el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. A partir de esta concepción, el sujeto de la economía es inteligente, libre y creativo y ello condiciona toda la organización de la producción y la finalidad de la actividad económica, en general, y de la empresa y del empresario en particular. En este marco Enrique Shaw expresa que “En el hombre hay algo más que el cuerpo y las necesidades económicas, hay espíritu, si no se tiene en cuenta esto se atenta contra la dignidad de la persona”. “En el hombre hay más que el cuerpo y las necesidades económicas: hay una vida y una actividad social que responde a una necesidad del mismo tipo, y sobre todo, una vida y una actividad cristianas que responden a fines y realidades sobrenaturales”. “Desconocer estos aspectos de la vida del hombre es minimizar su dignidad. Una empresa, aunque diera muchos dividendos, no sería perfecta si desconoce otros valores humanos que no sean puramente económicos, y que no sean específicamente más humanos que estos últimos”. Tratando de dar recomendaciones a los empresarios en cuanto a la conducta deseable, Enrique Shaw manifiesta: “Un empresario con sentido social moderará su espíritu de lucro, reconocerá el valor y la dignidad del trabajo ajeno, tratara al obrero con consideración y se esforzará para que lleve su trabajo a la elevación económica y moral correspondiente a su dignidad”. Y concluye en forma contundente a fin de tender a una empresa donde el hombre sea tenido en cuenta en su dignidad como persona: “Debe evitarse la mecanización del trabajo. No debe existir esa situación humillante de los obreros que ignoran para qué trabajan”. Por ello, Juan Pablo II ha expresado en la Carta Encíclica Centesimus Annus(Mayo de 1991) que el problema del comunismo no consistió en un problema técnico de la planificación central, sino que constituyó un problema antropológico: la concepción del hombre. Esto es ratificado por Benedicto XVI en la Encíclica Spe Salvi (Noviembre de 2007), al explicar que Carlos Marx pensó bien como destruir el capitalismo, pero no tuvo en cuenta para la nueva sociedad comunista, que el hombre seguía siendo materia y espíritu y, desfigurado por el pecado original, no se vería transformado por cambios materiales propios de una sociedad comunista, manteniendo su deseo de trascendencia, libertad, inteligencia y participación. Es decir, Marx trabajó con el hombre incompleto y León XIII y la Iglesia con el hombre completo. Precisamente, esta concepción de la empresa y de la persona, llevan a un área fundamental de la concepción que Enrique Shaw proponía para la organización de las empresas y el alcance de la función del empresario. 3.- LA EMPRESA COMO COMUNIDAD DE PERSONAS: Nada más contundente en el pensamiento de Enrique Shaw que sus ideas sobre la naturaleza sustancial de la empresa: “La empresa debe ser comunidad de vida, instrumento de dignificación, hogar de relaciones humanas, escuela de prudencia y responsabilidad”. Más claro aún resulta la concepción que comprende las siguientes ideas: “Debe haber comunicación entre dirigentes de empresas y los obreros, vale decir, que aquellos, continuando y explicando a estos detalles de la producción, les proporcionen, así, participación en la empresa al darles un sentido de asociados”. Paralelamente, debe tenerse en cuenta que “Lo esencial en una empresa es el respeto por la dignidad humana. Ha de haber amistad y buena voluntad entre patrones y obreros. El dirigente de empresa ha de usar su inteligencia a fin de estudiar y dar con la adecuada técnica psicológica necesaria para la aplicación de sanos ideales”. En plena etapa histórica de la lucha de clases planteada como centro de la dinámica social por el marxismo, Enrique Shaw observaba que “La función del empresario es sentirse solidario de su obra. Cada empresario y cada obrero, trabajando de consuno, construyen la paz social. El conflicto de intereses es normal; el de clases no”. De esta forma mostró consecuencia con un principio ya consagrado por la Rerum Novarum de León XIII en el sentido de que debía resolverse el conflicto social en base a una tarea colaborativa entre el trabajo y el capital y no en base a la confrontación. De todos modos la Doctrina Social de la Iglesia consideró siempre que la paz social sería consecuencia de relaciones justas entre los hombres, más aún en el campo económico. Una verdadera apreciación del alcance de los conceptos de Enrique Shaw se adquiere teniendo en cuenta que fueron escritos y RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL: HACIA UN NUEVO PARADIGMA
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aplicados hace 60 o 70 años, en plena segunda guerra mundial, con la presencia del activismo comunista y la aparición del peronismo en nuestro país. Más aún, puede apreciarse su anticipación e importancia si se tiene en cuenta que, en forma sustancial y sistemática, (aunque se anticiparon en otras encíclicas anteriores) estas ideas adquirieron presencia detallada en la Doctrina Social de la Iglesia con la Encíclica Mater et Magistra de Juan XXIII, es decir, en Mayo de 1961. Congruente con las proposiciones de Enrique Shaw, en este apartado destacaremos la naturaleza comunitaria y personalista de la empresa, como un aspecto relevante de la nueva economía que propone la Doctrina Social de la Iglesia a partir de Juan XXIII. El grupo humano que compone la empresa, no solamente los operarios y obreros sino el personal técnico, de dirección, capataces, profesionales, etc., representa una unidad detrás del fin común de transformar la Naturaleza (Creación) y ponerla al servicio de todos los hombres. Esta tarea debe hacerse, a su vez, al menor costo posible (eficiencia y ecología) en cuanto al uso de los recursos escasos. Al mismo tiempo debe respetarse la profunda naturaleza personalista de la empresa, en el sentido de que cada uno de los que aportan su trabajo debe sentir que lo hace en algo suyo, mientras se hace “más humano” ejerciendo su propia responsabilidad. Todo este enfoque requiere participación y es a la vez consecuencia de ella. La característica comunitaria y personalista de la empresa conduce a ratificar que la actividad humana motivada por el principio de escasez (llamada actividad económica) no es una institución del Estado, sino producto de la libre iniciativa de los individuos y de sus agrupaciones intermedias (la iniciativa económica es un derecho del hombre, no del Estado) y que la relación entre ambas instancias (el Estado y la actividad libre del hombre) debe regirse por el principio de subsidiariedad. De aquí se deriva que tanto la responsabilidad de la conducción como la apropiación de los bienes instrumentales (capital) no deben, en general, asignarse a formas anónimas colectivas, sino responder siempre a su naturaleza comunitaria y personalista, tendiendo a desarrollar múltiples formas de organización y/o apropiación privadas no estatales, principalmente las pequeñas y medianas empresas, la empresa agrícola, la cooperativa y otras numerosas y variadas formas comunitarias. Así, la naturaleza personalista y comunitaria de la empresa lleva a otro aspecto central del pensamiento de Enrique Shaw como es la participación de los que trabajan en la empresa. 4.- LA PARTICIPACION DE LOS OBREROS: El reconocimiento de la dignidad del trabajador ha sido una característica central en el pensamiento del fundador de ACDE Argentina, lo cual se deduce de múltiples referencias de su pensamiento: - “La desigualdad de situaciones del empresario y del trabajador, haciendo imposible toda promoción individual o colectiva de los obreros, les quita, con la esperanza de superar su situación, las mejores razones de vivir”. - “El trabajo es un derecho natural y cristiano, derecho anterior al del capital y su beneficio. El dirigente de empresa debe evitar litigios a menos que sea su deber para conservar un deber superior. No hay que ver en el obrero a un hombre que únicamente se acerca al patrón para plantear problemas; también hay que ver en él a un hombre capaz de traer solución a esos problemas”. - “El obrero quiere ser apreciado, desea que se lo consulte, y no ser un ciego ejecutor de órdenes. Aun cuando obedece, el obrero conserva su personalidad de productor inteligente que no queda desprovisto de toda iniciativa. Su obra es de valiosa colaboración con la obra soberana de Dios, y de excelsa solidaridad con toda la comunidad humana”. - “Debe realizarse la unión de las distintas personas que participan en la producción y, para ello, dar al obrero el sentido de que forma parte de la empresa en la cual trabaja”. - “Se debe procurar que el obrero tenga iniciativa, que piense, sugiera y actúe sin esperar las ideas de arriba. Así el obrero trabaja feliz. Hay una técnica en la acción como propia”. (El obrero debe sentir como que trabaja en algo propio, centro de la empresa como comunidad de personas y de la concepción de empresa participativa). - “Es necesario adelantarse a los problemas patronales, para lo cual hay que estar en contacto con los obreros, pues las dificultades en las empresas dependen en gran parte de ellos. No hay, por tanto, que esperar que se produzcan esos problemas: hay que prevenirlos”. De esta forma, Enrique Shaw enfatiza en el papel participativo del obrero, visto tanto como necesario para el éxito empresario, 24
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como para el perfilamiento humano del empleado en cuanto a su perspectiva dentro de la empresa. También en cuanto a su efecto en la sociedad, ya que repitió siempre que si hay paz en las empresas habrá paz en la sociedad y que una gestión en este sentido alejaría a las empresas y a la sociedad de formas extremistas de organización social. Debe tenerse en cuenta que esta visión se estructuró por parte de Enrique Shaw en la década de los cuarenta, en circunstancias sociales nacionales y mundiales muy complejas que ya se refirieron más arriba. Tal como también se comentara para otras ideas, en este caso, la idea de “participación” alcanza una posición superlativamente importante en el desarrollo de la Doctrina Social de la Iglesia, llegando a condicionar la forma de evaluación cualitativa de cuando un sistema económico-social se considerará “justo”. Así, en los avances concretados en el Concilio Vaticano II y la presencia de Juan XXIII, resulta para destacar una relación profunda entre la distribución de la riqueza y la participación que marca fuertemente los límites de la distribución y del consumismo materialista: “Los deberes de la justicia han de respetarse no solamente en la distribución de los bienes que el trabajo produce, sino también en cuanto afecta a las condiciones generales en que se desenvuelve la actividad laboral. Porque en la naturaleza humana está arraigada la exigencia de que, en el ejercicio de la actividad económica, le sea posible al hombre asumir la responsabilidad de lo que hace y perfeccionar su propia persona. De donde se sigue que si el funcionamiento y las estructuras económicas de un sistema productivo ponen en peligro la dignidad humana del trabajador, o debilitan su sentido de responsabilidad, o impiden la libre expresión de su iniciativa propia, hay que afirmar que ese orden económico es injusto, aun en caso de que, por hipótesis, la riqueza producida en él alcance un alto nivel y se distribuya según criterios de justicia y equidad”. (Mater Et Magistra, 82 y 83). De esta forma se potencia la participación como un valor superior al progreso material, y se señala la necesidad de que la organización de la producción permita el ejercicio de la propia responsabilidad y el perfeccionamiento de la persona. Se trata de un enfoque derivado de la concepción católica del hombre y del mundo, y de una constante que ocupará un lugar destacado en toda propuesta del pensamiento social católico en cuanto a cómo llevar adelante la organización de la producción. De esta forma, Enrique Shaw expresó, varias décadas antes y en una realidad compleja y comprometida, su pensamiento adelantado sobre la participación de los obreros que, basado en su sólida formación católica y profunda fe religiosa, le permitió ser compatible con los preceptos que se derivaban de la filosofía social más allá de los tiempos. 5.-LA EMPRESA EN LA SOCIEDAD: Los puntos anteriores permiten apreciar la concepción que Enrique Shaw definía para la empresa en sí misma y el compromiso que el dirigente de empresa debía tener con la misma. Pero, también su visión superaba la mera concepción microeconómica y presentaba la forma como la empresa debía relacionarse con la sociedad. Por supuesto que ello estaba sustancialmente relacionado con lo que se hiciera dentro de la empresa de tal forma que, a partir de esa concepción, se trasladara su influencia a la sociedad en su conjunto. Ya se hizo referencia a la relación entre la forma de organizar la producción y la contribución de esta realidad con respecto al ambiente económico-social. Era consciente por ello de que “Si hay paz en las empresas hay paz en la sociedad” y de que las empresas, además de cumplir con su objetivo primario de llevar a cabo la producción y generar empleo, “deben contribuir a la existencia de un mundo mejor”. Con esta idea Enrique Shaw anticipa la visión que la Doctrina Social de la Iglesia y lo que hoy se conoce como Responsabilidad Social Empresaria (RSE) proponen como respuesta de las empresas y el empresario a la cruda realidad planteada en el mundo por la crisis financiera del 2008-2009. A pesar de los avances que la RSE ha tenido en el mundo y en Argentina, la conducta de las empresas más involucradas en la crisis financiera mundial como la realidad de los avances crecientes en materia de aumento de la riqueza pero, paralelamente, la no solución de la pobreza estructural, tanto en el mundo como en América Latina, han llevado a la Doctrina Social de la Iglesia en general como a la Conferencia Episcopal Latinoamericana, en particular, a plantear la necesidad de una presencia empresaria más integral y comprometida con la sociedad, además de cumplir con su función primaria de generar empleo y riqueza para la satisfacción de las necesidades. En este sentido Enrique Shaw plantea en la década de los cuarenta que “Los dirigentes de empresa han de modificar el ambiente que los rodea, y no esperar que lo modifique otro, ya sea el Estado o el sindicato”. Es decir que propone una presencia activa en la sociedad que supere su función microeconómica primaria. Así es como se expide la conferencia Episcopal Latinoamericana en el Documento de APARECIDA (Brasil) al explicitar las responsabilidades del empresario y hacerles un amplio reconocimiento por su función: “Alentamos a los empresarios que dirigen las grandes y medianas empresas y a los microempresarios, como los agentes económicos de la gestión productiva y comercial, tanto del orden privado como comunitario: RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL: HACIA UN NUEVO PARADIGMA
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a) Por ser creadores de riqueza en nuestras naciones. b) Cuando se esfuerzan en generar empleo digno. c) A los que invierten su capital en aumentar la producción y crear fuentes de trabajo. d) A los que no invierten sus excedentes en acciones especulativas. e) A los que se preocupan por sus trabajadores, considerando a ellos y a sus familias la mayor riqueza de la empresa. f) A los emprendedores que viven modestamente, por haber hecho de la austeridad un valor inestimable que contribuye a la creación de excedentes reproductivos. g) Por prodigarse en obras de solidaridad y atención a los excluidos (RSE clásica). h) Al facilitar la democracia. i) Realizar acciones para promover la aspiración de una sociedad justa. j) Cuando apoyan una convivencia ciudadana con bienestar y paz. k) Por su colaboración con los gobiernos en la preocupación y el logro del bien común. Como puede observarse, se reconocen y legitiman como relevantes las funciones básicas primarias ya enfatizadas por Enrique Shaw, pero, se agregan otras que están relacionadas con el papel del empresario en cuanto a la sociedad en su conjunto. Tal como dice Enrique Shaw, los dirigentes de empresa deben contribuir a modificar el ambiente que los rodea. APARECIDA sugiere que se concrete por medio de una activa presencia individual y, sobre todo, gremial empresaria, que se relacione con los poderes públicos y la sociedad toda, además de presuponer relaciones justas dentro de la empresa. Ante semejante propuesta que parece sobrepasar las responsabilidades que un empresario está acostumbrado a tomar en cuenta como propias, cabe preguntarse su fundamento. Es posible que su justificación parta del papel clave que cada empresario juega en la asignación de recursos, es decir en el poder de discriminación en precios y cantidades en que cada factor de la producción participará del proceso productivo. En esta función el empresario y dirigente de empresa se constituye en el vértice por el que pasa toda la asignación de recursos para la producción de bienes y servicios y le otorga un poder que es la contracara de su gran responsabilidad privada y social. Por lo tanto, debe atenderse especialmente la idea que adelantara Enrique Shaw y ratifican más contemporáneamente la Doctrina Social de la Iglesia y las instituciones mundiales que analizan los efectos y responsabilidades empresarias a partir de la crisis 2008-2009. La empresa y el empresario deben pasar a una etapa de presencia más integral y comprometida con la sociedad toda, en definitiva, en una comunidad donde todos se hagan responsables de todos. 6.- PRINCIPIO DE SUBSIDIARIEDAD Y GLOBALIZACION: Es posible que se acepte que Enrique Shaw pueda referirse al principio de subsidiariedad al ser un principio siempre presente en la filosofía social católica, pero, no así que pueda haberse referido a la globalización que es un proceso mundial que se manifiesta a partir de la década de los ochenta. Ambas ideas pueden deducirse de su pensamiento a partir del siguiente párrafo: “Para que la economía de un país sea bien estructurada, debe ser contraria tanto al libertinaje económico como a la dictadura estatal, y no debe depender de otro país en forma fundamental; sin pretender, por ello, una autarquía económica contraria a la Naturaleza que hizo regiones distantes y distintas para que los hombres tuviesen necesidad de entenderse mutuamente a fin de formar una sola Humanidad”. En un primer razonamiento, el equilibrio entre el libertinaje económico y la dictadura estatal, pensado en plena segunda guerra mundial o apenas iniciado el proceso de la postguerra, representa un anticipo de cómo encarar la reconstrucción y organización de la actividad económica luego de semejante destrucción bélica y, también, de cómo deberían posicionarse las sociedades para la etapa posterior. De aquí podría deducirse el principio de subsidiariedad ante la plena vigencia del comunismo, la reconstrucción europea y el avance fuerte del papel del Estado en las economías latinoamericanas. Paralelamente, debido a los procesos de sustitución de importaciones que se inician en América Latina y, en especial, en nuestro país, aparece la idea de que no se debe depender de otro país en forma fundamental, lo cual es cubierto por el cierre de las economías de aquel momento, pero, se alerta de que ello no debe llevar a una autarquía económica. Atendiendo a la experiencia argentina, esta observación se constituyó en muy realista ya que se tendió a una autarquía que durante muchas décadas permaneció firme más allá de ser una respuesta realista apenas terminada la segunda guerra mundial. Más aún, puede decirse que esta observación permite analizar nuestra sociedad durante décadas, inclusive en la actualidad, ya que siempre la cuestión de cierre o apertura de la economía sigue siendo un tema estratégico sin solución. En un segundo razonamiento, debe destacarse la idea de que la Naturaleza, con mayúscula, es decir la Creación, hizo regiones dis-
tantes y distintas para que los hombres tuviesen necesidad de entenderse mutuamente, lo cual se constituye en una observación que sienta las bases para diseñar las economías y la organización de la producción en base a la especialización y la interdependencia, que son las bases del proceso que hoy se conoce como globalización. Además, es una idea fuerza clara para no incurrir en la autarquía y anticipa las versiones luego difundidas de ventajas comparativas y competitivas de las sociedades en una versión contemporánea. Pero, posiblemente, la idea más sobresaliente que este párrafo adelanta, además de los referidos a la subsidiariedad, no incurrir en la autarquía y el intercambio globalizador, es la que expresa que “…para que los hombres tuviesen necesidad de entenderse mutuamente a fin de formar una sola Humanidad”. Precisamente, si hoy nos preguntamos, en el mundo socialcristiano posterior al Concilio Vaticano II, cual es el proyecto que propone la Iglesia para la sociedad mundial, es justamente la conformación de una familia universal donde todos seamos responsables de todos. Si bien la globalización es un proceso con muchas críticas y observaciones morales en contra y la Doctrina Social de la Iglesia ha planteado la necesidad de globalizar la solidaridad, es un proceso que se acepta porque no solamente genera también oportunidades y ha traído progresos materiales y culturales, sino que se ve como un paso en el proceso de conformar una sola familia mundial, universal, que respete al hombre en su dignidad y se avance en una sociedad donde la paz sea una consecuencia de relaciones más justas entre los hombres. De esta forma, Enrique Shaw propone ideas muy avanzadas para su época que iluminan la función del empresario y la empresa y que, inclusive en este momento, resultan muy actuales y anticipatorias de avances sistemáticos que ha proporcionado la doctrina social de la Iglesia al cabo de las décadas.
CONCLUSIÓN Esta presentación se realizó en la ciudad de Córdoba, Argentina, en oportunidad de conmemorarse los 50 años del fallecimiento de Enrique Shaw en el marco de la respuesta de las instituciones que conforman la Federación de ACDE Argentina, en un año tan significativo en el proceso de reconocimiento del papel jugado por nuestro fundador en su momento histórico como, también, en el proceso de beatificación ante el Vaticano. El análisis anterior sirva como un homenaje y un reconocimiento a tan preclaro fundador de ACDE Argentina y como una guía para los empresarios y dirigentes de empresa de nuestro país a fin de que puedan afrontar con éxito y proyección social su compleja tarea de dominar el mundo material y ponerlo al servicio de la satisfacción de las necesidades de la mayor cantidad posible de personas, de tal forma que cada uno de los dirigentes de empresa se constituyan en activos defensores del cumplimiento del principio del destino universal de los bienes de la tierra, para lo cual es necesario crear riqueza y transformar la naturaleza perfeccionándola en una tarea de cocreacion con Dios, de tal forma de acercarnos cada vez más a esa gran familia mundial donde todos seamos responsables de todos.
NOTA METODOLOGICA A fin de realizar el presente análisis, se han seleccionado de diversas publicaciones donde figuran textos originales del pensamiento de Enrique Shaw, 56 párrafos sobre diversos temas y se los ha agrupado por área temática. A partir de esa clasificación, se identificaron seis ámbitos destacables para presentar como ideas que podrían caracterizar el pensamiento de Enrique Shaw. Los párrafos o proposiciones originales de Enrique Shaw se presentan en todos los casos entre comillas y en negrita. Es solamente una contribución humilde y, por supuesto, sujeta a mejoras por parte de otros analistas. No tiene otra intención que presentar a nivel preliminar y con algún método sistemático lo que puede identificarse como pensamiento del fundador de ACDE Argentina. Se trató de especificar sus ideas y, paralelamente, hacerlas corresponder con enfoques actuales del pensamiento de la Doctrina Social de la Iglesia, de tal forma que se constituyan, si así se acepta, en guías para los empresarios y dirigentes de empresa en la ardua tarea de organizar la producción y estar presentes en el mundo.
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RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL: HACIA UN NUEVO PARADIGMA
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