EL ESPÍA SORDO. CAPÍTULO DE ACERCADE Arquitectutra núm.3

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hablando con la almohada

número 03 ARQUITECTURA

ACERCADE

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recuerdo que un día fui de visita de obra

fdo. “el espía sordo”


H ablando con la A lmohada [artículo de opinión] RECUERDO QUE UN DÍA FUI DE VISITA DE OBRA... Antes de nada me voy a presentar, me llamo…, bueno, da igual como me llame, lo más importante es mi titulación académica. Soy Aparejador, bueno no, soy Arquitecto Técnico, un momento…aaah, soy ¿Ingeniero? de Edificación. Bien, como iba diciendo, recuerdo que un día fui de visita de obra, y empiezan a venirme imágenes, aunque se van desvaneciendo… hace taaaaaanto tiempo… Ahora me dedico a otro tipo de visitas; compro un paquete de trigo y doy de comer a las palomas del parque, aunque me estoy planteando seriamente la petanca.

Lo primero que hice fue darme una vuelta a lo largo de la fachada de la misma sin entrar, dejando tiempo para que los obreros buscaran sus cascos y les diera tiempo a ponérselos o a pensar alguna excusa por la que no lo llevan puesto (de esto hablaremos más adelante, de las excusas). En fin, una vez todo en orden pregunté al primero que vi (sin casco) “Buenos días, ¿está por ahí José el encargado?”, a lo que sin mirarme siquiera soltó en un solo grito y sin tomar aire “Joséeeeeeeee, aquí te b u s c a e l a p a r e j a d o o o o o o o o o o r, ¿ b a j a s o subeeeeeee?”, en menos de 3 segundos se asomó José desde la sexta planta y dijo que bajaba él. ¡Todavía sigo respirando hondo por lo del grito del operario! Bien, ya puestos a visitar y a hacer comprobaciones rutinarias me encuentro con varios cambios no previstos en proyecto y tampoco ordenados ni por mí ni por el arquitecto; “¿cómo es que habéis hecho el pasillo, que en planos viene de 1,20 m de ancho, de 0,90m?”, pregunto algo sorprendido; y en ese momento es cuando viene la respuesta comenzando por las palabras que nunca, nunca, quiero oir: “He pensado……”, cuando un albañil bien sea oficial o encargado, incluso peón, comienza una frase con esas dos palabras, me tiembla todo el cuerpo, como si un terremoto de 6,5 en la escala Richter (Ragüel según me recordó una vez un peón) ocurriera bajo mis pies.

recuerdo que un día fui de visita de obra...

Pues sí, la frase comenzó con un “He pensado que como al otro lado del pasillo va un dormitorio, estrechándolo me cabe para hacerles un armario empotrado”, y se quedó mirando con cara de ¿has visto lo que se me ha ocurrido sin haber estudiado lo que tú?... pero “José, sabes de sobra que esta vivienda es para personas con problemas de movilidad y por eso el pasillo tiene esas dimensiones”; así que, a demoler el trabajo hecho. No sé por qué se empeñan en pensar, para eso estamos otros. En ese momento, pasas a ser el malo de la película.

Salvo “detalles” como el anterior, normalmente, me centro mucho en el tema de la seguridad en obra; insisto mucho en las protecciones individuales, y nadie hace ni puto caso. Yo entiendo que llevar un casco todo el día puede ser molesto, pero hay que llevarlo, aunque el trabajador te recuerda que si el trabajo es al raso no hace falta, pero “recuerda llevarlo siempre contigo”, “sí, descuide”, vaya que si me descuido puedo abrir una tienda de cascos, de la cantidad con la que te vas tropezando por la obra ¡cómo se puede ser tan imprudente! ¿para qué sirven los cursillos obligatorios de los trabajadores? si no se consigue mentalizar al trabajador sobre el peligro en una obra. Entonces es cuando llega el momento en el que dices: “a ver, usted ¿por qué no lleva el casco?” y te encuentras con respuestas de los más variado, algunas muy originales e incluso graciosas.


H ablando con la A lmohada [artículo de opinión]

recuerdo que un día fui de visita de obra...

Os pongo algunos ejemplos: - Mire usted, es que no puedo llevar el casco porque se me mete un dolor en la cabeza que no puedo trabajar (chófer de camión, que se tenía que poner el casco durante 2 minutos). - Verá, yo tengo un papel que me ha dado el médico en el que indica que yo no tengo que llevarlo, por la alergia (oficial de 2ª de aproximadamente 60 años de edad). - Es que cuando me tengo que agachar se me cae (varios). - Si me lo acabo de quitar ahora mismo porque me daba con él en el techo, “pues si se lo acaba de quitar ahora mismo, cómo es que me lo he encontrado dentro de la caseta de obra” (oficial terminando un tabique interior). - Es que el casco me marea, “entonces usted no se puede dedicar a la albañilería”... En fin, para escribir un libro. Otra de las cosas que suceden en una obra es la maldita radio, no hay forma de entenderse ni de escuchar nada de lo que te dice el encargado; por qué no se puede poner a un volumen normal, además, si a alguien le ocurriera algo en obra, tendría que tener un megáfono a mano para pedir auxilio, patético. De momento, aquí dejo mi visita de obra, y más adelante os seguiré contando las Peripecias de un aparejador en una obra.

EL ESPÍA SORDO FDO. EL ESPÍA SORDO Arquitecto Técnico


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