INVERTEBRADOS ASOMBROSOS
INSECTOS
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Estos pequeños ayudantes visitan todas las flores y polinizan los campos para que se vistan de colores. Unos caminan, otros saltan, otros vuelan; pero todos ellos son muy trabajadores.
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“Tú, Señor, me llenas de alegría con tus maravillas; por eso alabaré jubiloso las obras de tus manos. Oh Señor, ¡cuán imponentes son tus obras y cuán profundos tus pensamientos!”
(Salmo 92:4-5, Nueva Versión Internacional, en adelante, NVI).
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Debajo de una piedra o en cualquier otro lugar, a veces muy arduamente la vemos trabajar tejiendo su tela o preparando su hogar. No la debemos molestar, porque prefiere lejos estar.
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“Todos ellos esperan de ti que a su tiempo les des su alimento” (Salmo 104: 27, NVI).
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CRUSTÁCEOS
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¡Al agua rapidito queremos llegar, vamos por aquí, mejor por allá! Que de un baño muy fresquito ya queremos gozar.
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“Allí está el mar, ancho y vasto, que abunda en animales, grandes y pequeños, cuyo número es imposible conocer” (Salmo 104: 25, NVI).
Uno, dos tres, ¡son muchos, muchos pies! y con ellos avanza graciosamente el ciempiés. Se apresura por el suelo la tarea a realizar, la tierra debe arar y las semillas dispersar.
“¡Cuán imponente es el Señor Altísimo, el gran Rey de toda la tierra!” (Salmo 47: 2, NVI).
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“¡Alégrense los cielos, regocíjese la tierra! ¡Brame el mar y todo lo que él contiene!”
(Salmo 96:11, NVI).
En el fondo marino jugamos sin parar, tentáculos danzantes por aquí y por allá. Y tú, ¿dónde estás?
¿Por qué te escondes? En tu casita déjame entrar.
En la tierra o en el agua surcos abro sin parar, me deslizo suavemente, adelante y hacia atrás. ¡No te canses, sigue arando! Pues muy bien estás trabajando.
“¡Oh Señor, cuán numerosas son tus obras! Todas ellas las hiciste con sabiduría. Rebosa la tierra con todas tus criaturas” (Salmo 104: 24, NVI).
EQUINODERMOS
Con el vaivén de las aguas me gusta juguetear, desplegando varios brazos por aquí y por allá.
Hermoseo el paisaje en el fondo del gran mar, espinas y colores me hacen muy especial.
“¡Alaben al Señor desde la tierra los grandes animales marinos y las profundidades del mar!
(Salmo 148: 7, NVI).
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Quietos, muy quietecitos, así estamos en el mar, aferrados a la roca donde hay seguridad.
Agua viene, agua va, los nutrientes recogemos y mientras nos alimentamos, agua pura devolvemos.
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“Tú les das y ellos recogen; abres tu mano y se colman de bienes”
(Salmo 104: 28, NVI).
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Bajo las olas del mar flotamos sin cesar, con formas de campana o de ramas enredadas. Mostramos gran sutileza cuando queremos danzar, en el mundo submarino ya nos vas a encontrar.
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“Bendigan al Señor, todas sus obras en todos los ámbitos de su dominio. ¡Bendice, alma mía, al Señor! (Salmo 103: 22, NVI).
“¡Cantaré al Señor toda mi vida! ¡Cantaré salmos a mi Dios mientras exista!” (Salmo 104:33, NVI).