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Juegos Olímpicos

2016

Colorido y emoción en los primeros Juegos Olímpicos desarrollados en Sudamérica.

Conocidos como los Juegos de la XXXI Olimpiada, los Juegos Olímpicos (JJ.OO.) de Río 2016 se llevaron a cabo en Río de Janeiro (Brasil) entre el 5 y el 21 de agosto de ese año. En esta edición participaron 11.551 atletas de 207 comités olímpicos nacionales (se destacaron el de Kosovo y el de Sudán del Sur, al participar por primera vez), que compitieron en 306 eventos de 28 deportes, incluyendo el rugby 7 y el golf.

La elección de Río hizo historia, ya que era la primera vez que un evento tal se realizaba en un país sudamericano (y la segunda vez en un país de Latinoamérica, ya que la primera edición fue México 1968).

Otro dato interesante es que Brasil se convirtió en el cuarto país que organiza de forma consecutiva la Copa Mundial de Fútbol y los Juegos Olímpicos (México en 1968 y 1970; Alemania en 1972 y 1974; y Estados Unidos en 1994 y 1996).

NADANDO HACIA LA GLORIA

Sin duda, la estrella de estos JJ.OO. fue el estadounidense Michael Phelps, quien obtuvo 5 medallas de oro y una de plata en Natación. Río 2016 fueron los últimos Juegos del llamado “tiburón de Baltimore”, quien se convirtió, en esta notable despedida, en el deportista olímpico más condecorado de todos los tiempos, con un total de 28 medallas.

Este inmenso nadador también posee los récords de más medallas olímpicas de oro (23), más medallas de oro en eventos individuales (13) y más medallas olímpicas en eventos masculinos (15).

Más allá de estos logros, en Río 2016 (y en el mismo deporte de Phelps) también brilló Katie Ledecky (Estados Unidos), quien se quedó con 4 oros y una medalla de plata.

Además, merecen una mención especial Simone Biles (Estados Unidos), con 4 oros y un bronce en gimnasia artística; Katinka Hosszú (Hungría), con 3 oros y una plata en natación; Usain Bolt (Jamaica), con 3 oros en atletismo; Jason Kenny (Reino Unido), con 3 oros en ciclismo de pista; Danuta Kozák (Hungría), con 3 oros en piragüismo; y la Selección de Fútbol de Brasil, que obtuvo por primera vez la medalla de oro.

Como podemos notar, estos juegos consagraron a varios deportistas.

UN TROPEZÓN NO ES CAÍDA

Con certeza, podemos afirmar que uno de los momentos más emotivos de estos Juegos, en el que se advirtió –por sobre todo– el espíritu olímpico, ocurrió en la prueba de clasificación de los 5 mil metros femeninos.

La atleta neozelandesa Nikki Hamblin y la estadounidense Abbey D’Agostino protagonizaron un desafortunado, pero (finalmente) emotivo, incidente.

Al iniciar la carrera, Hamblin se precipitó al suelo con el doble infortunio de caerse y hacer caer (de manera involuntaria) a D’Agostino, quien corría detrás de ella y se la llevó por delante. Mientras la atleta de Nueva Zelanda yacía en el suelo retorciéndose por el dolor, la estadounidense la ayudaba a levantarse y la alentaba a seguir. “Continúa, estos son los Juegos Olímpicos, tenemos que terminar”, le dijo, aunque ella estaba lesionada.

Las dos llegaron últimas a la meta, momento en que la estadounidense fue retirada en silla de ruedas. Hamblin fue decimoquinta, con 16:43.61, y D’Agostino decimosexta, con un tiempo de 17:10.02 y retirada en silla de ruedas.

Al final, las dos terminaron fundidas en un abrazo. Podría haber sido un momento de controversia o de ira, pero se convirtió en una manifestación de solidaridad, de ayuda al prójimo y de unidad en la dificultad.

Los aficionados presentes en el estadio las vitorearon y las aplaudieron por la exhibición excepcional de verdadero espíritu deportivo de ambas competidoras. NUNCA FALTAN LAS COMPLICACIONES

Como todo gran evento, estos juegos no estuvieron exentos de crisis y problemáticas. Una de ellas, y tal vez la más criticada por los organismos internacionales, fue el retraso en la terminación de las instalaciones a fin de contar con la infraestructura adecuada para la magna cita deportiva. En 2014, fuentes del Comité Olímpico Internacional consideraban que la preparación del país era la peor que se hubiese visto hasta entonces y que, a esa altura del cronograma, Atenas 2004 tenía el 40 % de la infraestructura; Londres 2012, el 60 %; y Brasil solo tenía el 10 %.

Más allá de estos lógicos planteos, en Río 2016 emergió una problemática de sanidad preocupante: Debido al brote de virus del Zika en 2015 y 2016 en América, 150 expertos de la salud pidieron posponer los Juegos Olímpicos debido a los problemas de salud que podía ocasionar, así como para evitar que el virus se expandiera por todo el mundo.

Por último, cabe destacar las problemáticas sociales y beligerantes de estos juegos. La construcción de zonas como la Villa Olímpica y el Parque Olímpico implicó el desalojo y la expropiación de asentamientos irregulares adyacentes. Así, múltiples organizaciones populares resistieron los desalojos y se enfrentaron con la policía para evitar perder sus casas. Por otra parte, el 25 de julio de 2016 se detuvo a doce personas sospechosas de planificar un atentado terrorista durante las Olimpiadas.

LA NADADORA QUE DIO TODO

“Hay más dicha en dar que en recibir” (Hech. 20:35, DHH).

Cuando la guerra civil estalló en Siria, Yusra Mardini y su hermana Sara emprendieron una odisea: intentar escapar de su tierra natal, que era consumida por el fuego en aquel bélico 2015. Luego de llegar a Estambul (Turquía), se embarcaron hacia Grecia. Eran 18 pasajeros en un bote donde entraban solo 7. En medio del Mar Egeo, el motor se detuvo y el navío comenzó a hundirse.

Yusra nadó, junto con su hermana, por tres horas y media entre Turquía y Grecia, con el fin de salvar a los refugiados que iban en aquel bote. Arriesgando su propia vida, tomaron unas cuerdas y con ellas guiaron a la embarcación.

Una vez arribada a la costa griega, Yusra se trasladó a Alemania, donde recibió refugio y fue becada para seguir entrenando. Así, junto con otros nueve deportistas, fue parte del Equipo de Atletas Olímpicos Refugiados que participó en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016.

Yusra estuvo dispuesta a dar lo que tenía a fin de salvar a quienes iban con ella en el bote, sin esperar recompensas algunas. El concepto de “dar sin recibir” lleva al corazón de todo ser humano a preocuparse por el otro de manera desinteresada. ¿Qué quiere decir esto? Que debe existir el interés de hacer el bien al otro, pero sin esperar salir favorecidos por tal acto. ¿Qué dar y qué podemos dar? Algunos malinterpretan dicha acción reduciéndola solo a la entrega de dinero. Sin embargo, esta acción va más allá de ayudar económicamente al prójimo; quien es también un necesitado de tiempo para conversar y para ser escuchado, tiempo para recibir afectos y tiempo para fortalecerse espiritualmente.

Según las Sagradas Escrituras, debemos dar: Amando al beneficiario (Mat. 22:39), con alegría (2 Cor. 9:7), sin que, necesariamente, se enteren los demás (Mat. 6:1-4), con generosidad (Prov. 11:25), entendiendo que todo proviene del Padre (1 Crón. 29:14), sin negar favores (Prov. 3:27) y sabiendo que cumples con el propósito de tu Dios (Mat. 5:45).

Hoy, pide a Dios que te muestre a quién puedes ayudar. Hazlo solidariamente, con un espíritu humilde, sin esperar ser recompensado.

Por Leo Ottín Pechio, Lic. en Educación Física y Guardavidas profesional. Es autor del libro Por la corona de la vida. Si deseas obtenerlo, puedes comunicarte con él, escribiendo a: ottinpecchio@hotmail.com

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