Estrategia Regional 2010-2012 de ACF-E para Centroamerica

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José Luis Vivero (Coordinador Regional) Carmen Porras (Coordinadora Regional Adjunta) María Rubio (Administradora Regional) Francisco Cedeño (Comunicación Regional) Iván Aguilar (Coordinador Regional de Emergencias) Roberto Cabrera (Coordinador del Observatorio Regional) Mónica Baú (Jefa de Proyecto Convenio de Mujeres Indígenas)

Equipo Nicaragua: Milton Aguilar (Logista País) Raquel Vásquez (Administradora País) Ramón Guevara (Responsable Nacional de Emergencias) Mary Elsy Caldera (Jefa de Base Somoto) Diana Vallecillo (Jefa de Proyecto Agua y Saneamiento) Sonia Mejía (Jefa de Proyecto Seguridad Alimentaria y Nutricional) Mauricio Alonso (Jefe de Proyecto Mecanismo Alimentario) Equipo técnico de apoyo a los proyectos de terreno Equipo Guatemala: Spiros Konstantakos (Logista País) Karen Villaseñor (Administradora País) Milton Díaz (Responsable Nacional de Emergencias) Edgard Escobar (Jefe de Proyecto Corredor Seco) Marvin de Paz (Jefe de Proyecto Seguridad Alimentaria y Nutricional) Carlos Heer (Jefe de Proyecto Rehabilitación de Medios de Vida) Equipo técnico de apoyo a los proyectos de terreno

Fotografías: Acción contra el Hambre - Misión Centroamérica (ACF-E) Jorge Salamanca Alessandra Ferrandes Diseño y Diagramación: Francisco Cedeño


Palabras clave que identifican el trabajo de ACF-E en la región 4. Preparación y convivencia con la 1. Apoyar a Pequeñas Agricultoras y Pequeños sequía: Enfoque Territorial de Agricultores para que suminis- Micro-Cuencas para mitigar los tren a mercados locales y diversifiquen fuentes de ingresos.

efectos del cambio climático sobre la agricultura y la nutrición.

2. Importancia del Hambre Estacional para la región: picos

5. Protección Social para la Seguridad Alimentaria:

de desnutrición aguda sobre un sustrato de elevada desnutrición crónica.

3. Visibilizar y entender los Factores Culturales relacionados con la alimentación y la nutrición infantil.

programas de empleo estacional ligados a infraestructura comunitaria y acondicionamiento de micro-cuencas.

6. Derechos Humanos contra el hambre: alimentación y agua.

7.

Vigilancia y alerta temprana:

Sitios Centinela Comunitarios. los

8.

Preparación ante desastres y

respuesta ante Emergencias usando la innovación tecnológica.


1.- BREVE HISTORIA DE ACF-E EN LA REGIÓN ACF-E trabaja en los países de América Central desde 1998, cuando el Huracán “Mitch” impactó sobre las vidas de millones de personas de Guatemala, Honduras y Nicaragua. Desde entonces ha venido desarrollando en los tres países más de 50 proyectos de seguridad alimentaria, agua y saneamiento y preparación para desastres y emergencias. Sus áreas tradicionales de actuación han sido: (a) la seguridad alimentaria de las y los pequeños agricultores de zonas marginales, incluyendo aspectos de producción agraria y tratamiento de la nutrición; (b) la gestión del agua para consumo humano en áreas rurales (cosecha, transporte y distribución); (c) la preparación y respuesta ante los recurrentes desastres naturales que azotan la región, especialmente en temas de agua y alimentación.

En esta estrategia 2010-2012 se mantienen esas líneas de intervención, reforzando los elementos relacionados con la seguridad alimentaria de las poblaciones rurales y la preparación para las sequías. Además, se amplían algunas áreas de intervención como la promoción y defensa de los derechos sociales más relacionados con el hambre (el derecho a la alimentación y el recientemente aprobado derecho al agua), la debida consideración al papel de las mujeres en la agricultura y la alimentación y la incorporación de la investigación-acción sobre cultura, nutrición y sistema alimentario.


2.- ¿POR QUÉ TRABAJAMOS EN CENTROAMÉRICA? Desnutrición crónica, hambre estacional y emergencias climatológicas En Centroamérica hay actualmente unos 5.1 millones de personas hambrientas, según las cifras más recientes, lo que representa el 15% de la población de los seis países, con más de 1.5 millones de niños y niñas que padecen desnutrición crónica, lo cual afecta a más de un cuarto de la población infantil. Este nivel de desnutrición en la región se convierte en uno de los mayores problemas de desarrollo y en un fenómeno estructural que viola el derecho a la alimentación e impide el pleno desarrollo físico e intelectual de las personas afectadas. Por ello, la lucha contra la desnutrición crónica infantil y el hambre se convierten en el eje principal de intervención de ACF-E en la región. Los porcentajes de personas hambrientas1 oscilan entre el 10% de El Salvador y el 22% de Nicaragua, mientras que los de desnutrición crónica infantil van del 49.3% de Guatemala al 19.2% de 1 Medidos con el indicador de subnutrición, que se refiere a la ingesta de alimentos que es insuficiente para satisfacer las necesidades de energía alimentaria de una persona de manera continua. Este indicador es utilizado por la FAO desde hace años y actualmente señala que hay 1.020 millones de personas hambrientas en el mundo.

El Salvador, teniendo Costa Rica unas cifras por debajo del 5% en todos los casos2. Es muy probable que al final de 2010 esta cifra total de hambrientos y hambrientas aumente, en consonancia con el aumento esperado de hambrientos para el mundo en general. Debido a la crisis alimentaria de 2007-2008 y a la crisis financiera de 2008-2009, los hambrientos de América Latina pasaron de 45 millones en 2005 a 53 millones en 2009, y para finales de 2010 se espera una cifra aún mayor. Sobre este sustrato de desnutrición crónica (hambre estructural) se producen frecuentemente picos de desnutrición aguda infantil (hambre coyuntural). Estos aumentos cíclicos y repetidos de desnutrición se conocen como el “hambre estacional”, fenómeno ya denunciado por Acción contra el Hambre en un análisis global3. Los episodios puntuales de desnutrición aguda no están siempre ocasionados por los desastres naturales, como se pudiera pensar. Más 2 Datos procedentes del PESA Centroamérica, FAO. http://www.pesacentroamerica.org/pesa_ca/indicadores_SAN.php 3 Devereux, S., B. Vaitla & S. Hauenstein-Swan (2008). El hambre estacional. La lucha silenciosa por los alimentos en el mundo rural más empobrecido. Editorial Icaria Antrazyt, Barcelona.

bien, la desnutrición aguda infantil se manifiesta de manera regular durante la “estación del hambre”, que es la época del año en que comienzan a agotarse las reservas de las cosechas del año anterior, los precios de los alimentos se incrementan y los empleos son escasos (abril-agosto). La mayor parte de la población pobre y hambrienta de la región se ve afectada por los ciclos estacionales, ya que en este período crítico, las reservas familiares de granos procedentes de la cosecha de postrera comienzan a agotarse, hay baja producción y las condiciones de las instalaciones de almacenamiento son malas. Este déficit de alimentos en los hogares se traduce en una escasez general en la economía local, lo que aumenta considerablemente los precios de los productos alimenticios en el mercado durante esta estación del hambre. Al mismo tiempo, la demanda de trabajo temporal se satura porque familias enteras se van en busca de empleos hacia la costa (caña de azúcar) o las zonas de producción de café y cardamomo, y aquellos y aquellas que tuvieron la suerte de encontrar uno se ven afectados por los bajos salarios. Además, esta demanda temporal sólo llega hasta marzo. Como resultado de esta situación, en los hogares se ven obligados a re-


ducir la diversidad y cantidad de alimentos que consumen, ocasionándoles deficiencias de nutrientes. Es aquí cuando se producen los aumentos regulares de niños y niñas con desnutrición aguda, alcanzando el pico entre agosto y septiembre de cada año. Por otro lado, Centroamérica es una zona regularmente afectada por eventos destructivos de carácter natural, teniendo especial incidencia los fenómenos climáticos extremos, que van desde las prolongadas sequías hasta las temporadas de huracanes regulares. Estos eventos impactan enormemente sobre los medios de vida de las familias vulnerables y reducen sus activos e ingresos,

afectando negativamente a su seguridad alimentaria y nutricional. La sequía es un fenómeno recurrente en el Corredor Seco centroamericano, y serán más severas y frecuentes en las próximas décadas, según datos publicados durante la Conferencia sobre Cambio Climático de Copenhague en diciembre de 2009. Por otro lado, la temporada de huracanes (agostodiciembre) suele traer grandes lluvias, depresiones tropicales y algunos huracanes, que ocasionan fuertes daños cuando golpean zonas habitadas. Como resumen, conviene mencionar que las amenazas climáticas relacionadas con el agua (exceso o defecto) han sido una constante en la región, afectando negativamente a miles de

pequeñas y pequeños agricultores que dependen de las lluvias. El año 2009 y 2010 parecen querer destacar este fenómeno con toda su crudeza, pues a la sequía del 2009, que ocasionó pérdidas en la cosecha de postrera superiores al 70%, le ha seguido la temporada lluviosa del 2010 que ha empezado con fuerza, golpeando a Guatemala con la Tormenta Agatha, la cual dejó un saldo de muerte y destrucción de medios de vida importante. Esta alternancia de sequías fuertes con temporadas de huracanes muy activas parece que va a ser la tónica en las próximas décadas. Y habrá que estar preparado, incorporando estos fenómenos impredecibles pero regulares en las estrategias de preparación y mitigación de desastres.


3.-

EL GRUPO OBJETIVO DE NUESTRA INTERVENCIÓN

Pequeñas y pequeños productores de subsistencia y grupos altamente vulnerables a la desnutrición (niños y niñas menores de 2 años, mujeres, indígenas y los “sin tierra”)

En la región centroamericana, la alta vulnerabilidad alimentaria, la elevada desnutrición crónica y el daño que están produciendo los tratados comerciales sobre las pequeñas agricultoras y los pequeños agricultores, contribuyen a un empeoramiento de la seguridad alimentaria en los años venideros. Además, el impacto del cambio climático se notará de manera especialmente severa en la zona, puesto que Guatemala y Honduras han sido incluidos en la lista de los 10 países que se verán más afectados por fenómenos climatológicos extremos, tales como huracanes (Costa Atlántica) o sequías (Corredor Seco).

La región en su conjunto es todavía muy dependiente del sector agroalimentario ampliado, que tiene una participación en el PIB regional que varía entre el 7% en Panamá y el 18% en Nicaragua. Las cifras más recientes indican que la región tiene cerca de 2 millones de hogares de pequeñas y pequeños productores de granos básicos, de ellos el 66% son pobres y sólo un tercio de las pequeñas y los pequeños productores se consideran por encima del límite de la pobreza. Por otro lado, aunque el grueso de la seguridad alimentaria de estos hogares pobres sigue dependiendo mayoritariamente de la producción propia, cada vez hay una mayor diversificación de las fuentes de ingresos que ayudan a disminuir la vulnera-

bilidad y la dependencia ambiental. Los ingresos no agrícolas de los miembros de la familia completan esa producción propia, y las actividades rurales no agrícolas, tanto en empleos formales e informales como en las micro-empresas rurales, son cada vez más importantes para la seguridad alimentaria de las pequeñas y los pequeños agricultores. Las beneficiarias y los beneficiarios primarios de los programas de ACF-E son estos pequeños productores y productoras pobres que, paradójicamente, son los que más padecen de inseguridad alimentaria. Y justo estos pequeños y pequeñas productores, sus problemas nutricionales, agrícolas, sus medios de vida y su vulnerabilidad ambiental y económica son


el grupo receptor principal del apoyo de ACF-E. Un aspecto de especial relevancia para combatir la desnutrición infantil es el conocimiento y el grado de empoderamiento de las madres, tanto desde el punto de vista del nivel educativo que tengan, como de su papel en la toma de decisiones a nivel del hogar y de la comunidad. Las mujeres son, además, un actor clave en el sistema de producción de los hogares pobres, tanto en la producción de animales y vegetales de traspatio, como en su importante papel en la producción y venta de productos agrícolas. A pesar de ello, las mujeres y niñas centroamericanas tienen tasas más altas de desnutrición que sus parientes masculinos, y están desfavorecidas a la hora de la distribución de alimentos dentro del hogar, o de los salarios. Por ello, a pesar de ser claves para la seguridad alimentaria, son las que más sufren de inseguridad alimentaria. Su falta de poder de decisión es clave en esta paradoja. Se ha comprobado que existe una ventana de oportunidad de 1.000 días para hacer frente a la desnutrición crónica. Este tiempo está formado por los 9 meses de embarazo y los 2 primeros años de vida del niño/a. Las acciones de ACF-E para combatir la desnutrición crónica se enfocarán en este período. Así mismo, los grupos indígenas de la región se ven especialmente afectados por el hambre y la desnutrición, lo que redunda en su marginalidad. En Guatemala el 58.6% de la población indígena está desnutrida, siendo la desnutrición crónica especialmente relevante en las mujeres indígenas, que además sufren anemia (el 24.8%) y baja talla (el 47.1% son menores a 1.45 centímetros), indicadores de inseguridad alimentaria y malnutrición. Estos grupos también serán atendidos por los programas de ACF-E.

4.- ¿QUÉ PAPEL QUEREMOS DESEMPEÑAR? ACF-E es una ONG internacional con amplia experiencia en seguridad alimentaria y nutricional y emergencias, que trabaja actualmente en más de 45 países y lleva más de 12 años en la región. Nuestra misión en Centroamérica se desarrolla en cuatro ámbitos de intervención, cuyo fin último es alcanzar una región libre de hambre: informar a tiempo y analizar la situación con pertinencia, catalizar procesos para llevar a escala nacional las experiencias exitosas, defender los derechos humanos de la población vulnerable y gestionar con eficiencia y eficacia los proyectos en el terreno. 1.- FUENTE DE INFORMACIÓN CONFIABLE Y DE ANÁLISIS DE CALIDAD sobre seguridad alimentaria y nutricional, agua y saneamiento, tanto en zonas con problemas estructurales como en áreas afectadas por una emergencia humanitaria. Para ello se cuenta con un equipo permanente que forma parte del Observatorio Humanitario de ACF-E para la región, y que publican informes regulares y “ad hoc”, tanto de información que proporcionan los Sitios Centinela como de la que se recopila por medio de equipos en el terreno. 2.- CATALIZADOR DE PROCESOS SOCIALES Y ABOGACÍA con Gobiernos, donantes, otras ONGs y grupos de la sociedad civil para conseguir aumentar la escala de las intervenciones de lucha contra el hambre de manera coordinada, mejorando el impacto a nivel nacional. Durante las emergencias, además de las intervenciones directas para aliviar las necesidades básicas, se priorizará la coordinación de acciones con otras instituciones en las áreas de intervención, para responder adecuadamente en el menor tiempo posible.

3.- PROMOTOR DE LOS DERECHOS HUMANOS DE CARÁCTER SOCIAL Y ECONÓMICO, especialmente el derecho a la alimentación y el derecho al agua y saneamiento. El enfoque de derechos en desarrollo41 debe guiar todo el trabajo de ACF-E en el terreno, tanto en emergencias como en desarrollo, y este enfoque debe contribuir a empoderar a las y los participantes de los proyectos y a las autoridades locales. 4.- GESTOR EFICIENTE DE PROYECTOS EN EL TERRENO que salven vidas (preparación, emergencia y post-emergencia), mejoren la situación alimentaria y nutricional de las familias vulnerables (reconstrucción) y promuevan un desarrollo económico en las áreas de intervención (desarrollo). ACF-E se beneficia de esta interacción directa entre las experiencias y la información que procede del terreno y las propuestas de carácter programático y político que se apoyan a nivel de capitales y a nivel internacional. Por otro lado, los proyectos de terreno se benefician de la experiencia ganada a nivel nacional e internacional en actividades de abogacía, apoyo a políticas públicas y desarrollo de marcos legales. 4 Este enfoque incorpora en todo el ciclo de proyecto aspectos tales como la participación, la rendición de cuentas, la transparencia, el respecto por las culturas locales y la no discriminación.


5.- EJES ESTRATÉGICOS DE INTERVENCIÓN Las cinco áreas prioritarias 1.- Información y análisis sobre Seguridad Alimentaria y Nutricional y Agua y Saneamiento en situaciones de emergencias puntuales y de tracto lento En esta área de recopilación, análisis y distribución de información sobre seguridad alimentaria y nutricional, ACF-E ha conseguido consolidarse en Centroamérica como una institución confiable, de referencia y con buena gestión de los tiempos para producir informes con análisis relevantes. Esta estrategia busca consolidar esta situación, poniendo especial énfasis en el desarrollo de dos metodologías que cuentan con un historial probado: los Sitios Centinela comunitarios, impulsados por la propia ACF-E, y la metodología de Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria (Integrated Food Security Classification-IPC en inglés), que ha sido desarro-llada por un

consorcio de agencias de Naciones Unidas, ONGs y donantes en África, y que ahora está ampliándose a otras regiones5.2 Los Sitios Centinela forman una red de vigilancia y alerta temprana comunitaria que funcionan como semáforos de alerta que permitan a los tomadores de decisiones, tanto a nivel local como nacional, hacer previsiones y responder adecuada y oportunamente a emergencias alimentarias o nutricionales. Su objetivo es generar información relevante de y para la población en riesgo por inseguridad alimentaria, a través de comunidades centinela que sean representativas de las zonas de medios de vida donde se encuentran. Los Sitios Centinela, ubicados en las áreas de mayor vulnerabilidad, permitirán ser esos semáforos de alerta que envíen las señales de alarma de las variables clave para la preservación y estabilidad de los medios de vida de 5 Para más información, ver www.ipcinfo.org

la población. Los principales usuarios de la información generada son las familias y comunidades, los gobiernos locales y municipales, así como las ONGs, y los sistemas nacionales de información vinculados a la seguridad alimentaria y nutricional. Los Sitios Centinela serán implementados en todos y cada uno de los proyectos que ejecute directamente ACF-E, y la metodología está siendo trasladada al Ministerio Agropecuario y Forestal de Nicaragua (MAGFOR) y a la Secretaría de Estado para la Seguridad Alimentaria y Nutricional de Guatemala (SESAN) para contribuir a una expansión a nivel nacional de los mismos. La Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria es una metodología estandarizada de análisis de indicadores de seguridad alimentaria a nivel nacional, que establece una clasificación con cinco etapas y diferentes tendencias, aplicando unos protocolos de actuación en cada caso. Esta metodología ha sido ya probada


en más de 15 países de África y Asia, y cuenta con la experiencia de varias agencias de Naciones Unidas, Unión Europea y USAID entre otros. Desde el 2009 ACF-E ha estado involucrada en la promoción de esta metodología en la región centroamericana, ya que la situación de elevada desnutrición crónica alternando con picos de desnutrición aguda estacional así lo amerita. Se ha formado un grupo de interés con varias instituciones y dependencias de Gobierno en Nicaragua, Honduras y Guatemala para avanzar en el tema.

2.- Enfrentar el hambre estacional en el Corredor Seco de Centroamérica: Preparación y convivencia con sequías recurrentes producidas por el cambio climático

El objetivo de ACF-E es poder vincular los Sitios Centinela a nivel comunitario con esta metodología de análisis a nivel nacional.

La mayor parte de la población pobre y hambrienta de la región son trabajadores y trabajadoras rurales sin tierra propia o miembros de familias de pequeñas y pequeños agricultores, que son afectados por los ciclos estacionales de lluvias y períodos secos. Por otro lado, las sequías son un fenómeno recurrente en el Istmo Centroamericano y serán más severas y frecuentes en las próximas décadas como consecuencia del Cambio Climático. Contra la sequía no se puede luchar, ni se puede evitar, pero si se pueden mitigar sus efectos y se pueden realizar acciones de preparación para reducir los impactos negativos sobre los medios de vida rurales de las poblaciones más vulnerables.

El área conocida como el Corredor Seco comprende principalmente a seis departamentos de Guatemala, así como una franja grande de territorio en el sur y oeste de Honduras y el norte y centro de Nicaragua. La seguridad alimentaria y nutricional de esta zona agro-ecológica viene determinada por dos factores entrelazados: las sequías recurrentes y el hambre estacional.


La estrategia de intervención de ACF-E para el Corredor Seco se articula en torno a los siguientes elementos: a. Enfoque de micro-cuencas. Las intervenciones en el terreno tendrán una planificación territorial basada en la micro-cuenca hidrográfica, focalizando nuestras intervenciones no sólo en comunidades con alta desnutrición, sino también en aquellas que forman parte de micro-cuencas seleccionadas por su pobreza y vulnerabilidad a la sequía. El objetivo central de estas intervenciones será maximizar la cosecha de agua de lluvia y conseguir una mayor humedad en el suelo durante las épocas críticas de la siembra y durante la canícula (periodo seco en medio de la época lluviosa). Entre las actividades que se llevarán a cabo se puede mencionar la cosecha de agua en las casas y cárcavas, las técnicas de conservación de laderas (barreras vivas y muertas), abonos verdes, agro-forestería, micro-riegos, pozos de percolación y semillas adaptadas a sequía, entre otros. b.Programas de mano de obra intensiva (cash-for-work), que serán puestos en marcha de manera regular en los períodos críticos, justo cuando aumenta el hambre estacional. Estos programas de transferencias de ingresos forman parte de la red de protección social para la seguridad alimentaria que ACF-E promueve con autoridades gubernamentales, donantes y agencias de cooperación. Las obras realizadas en el marco de estos programas servirán para rehabilitar las micro-cuencas y prepararlas para recoger más agua y mitigar los efectos de las sequías, además de poder mejorar la infraestructura de acceso a las comunidades. c. Apoyar a las pequeñas y los pequeños agricultores a producir alimentos para los mercados locales, así como diversificar fuentes de ingresos de los hogares rurales para aumentar su resiliencia a los impactos climáticos sobre los cultivos. d. Expandir los Sitios Centinela para llevar los sistemas de análisis de alerta temprana sobre seguridad alimentaria a las comunidades más vulnerables y representativas de las zonas agro-ecológicas que albergan a más hogares en inseguridad alimentaria. e. Fortalecer los sistemas de vigilancia y tratamiento de la desnutrición aguda de las estructuras gubernamentales (locales y nacionales), aportando la experiencia de ACF-E en el tema, especialmente en las metodologías de análisis y evaluación (encuestas SMART) y de tratamiento ambulatorio y comunitario.


3.- Cultura, Nutrición y Sistema Alimentario: un enfoque diferente en la lucha contra la desnutrición crónica ACF-E está explorando vías alternativas para luchar contra el hambre en América Latina, con trabajos que se están iniciando en Perú, Guatemala y Nicaragua. El objetivo es construir, desde la cultura, herramientas que fortalezcan la prevención, detección y el tratamiento de la desnutrición crónica infantil. Con este enfoque se busca una mayor concreción de las potencialidades de la cultura como motor de desarrollo, definiendo cultura no como una dimensión accesoria del desarrollo, sino como el tejido mismo de la sociedad y como fuerza interna para su progreso. La cultura ha sido un concepto insuficientemente incorporado en la investigación nutricional, y muy poco incluido en los programas contra la desnutrición. Sólo en años recientes, la antropología se está aplicando a la investigación científica nutricional, contribuyendo a explicar por qué comemos lo que comemos, y qué sentido tiene nuestra comida. Esto refleja un reconocimiento de que el estado nutricional no puede ser evaluado y comprendido completamente separado del contexto sociocultural. Además, los problemas nutricionales no pueden ser enfrentados de manera uniforme

en todas las sociedades y culturas del mundo, con un mismo tratamiento médico o agronómico. La alimentación es mucho más amplia que la nutrición, y su némesis, el hambre, es algo más que la carencia en la ingesta de nutrientes. Hablar pues de alimentación es hablar de cultura. A su vez, la cultura influye sobre el comportamiento relacionado con el consumo de alimentos y en última instancia sobre el estado nutricional de los individuos que integran cada población. El comportamiento alimentario no está guiado mayoritariamente por el instinto, sino por su cultura. Se aprende a comer según las reglas que operan en la sociedad de cada uno. Y nuestros gustos son compatibles con los de nuestro grupo o sociedad. Está claro que la producción, adquisición y consumo de alimentos no están determinados sólo por aspectos económicos, sino que hay una fuerte influencia de los hábitos culturales, las modas, las connotaciones sociales, las creencias y los gustos. Por ejemplo, el consumo de comida está fuertemente ligado al sentido de identidad de un grupo, y es en parte esta identidad la que determina qué comer, quién lo come y cuándo. A modo de ejemplo, podemos señalar que hay comunidades donde, a pesar de tener acceso a alimentos nutritivos, prefieren comprar alimentos menos nutritivos porque son más prestigiosos para su identidad. Por otro lado, este acceso a los alimentos no garantiza que todos los miembros

de la familia accedan a un reparto equitativo, las niñas suelen salir perjudicadas en el reparto de alimentos escasos al interior del hogar. Desde la cultura se pretende comprender mejor a las comunidades con las que trabajamos para mejorar la nutrición de sus hijos e hijas, construyendo conocimientos juntos. Y evitando que este enfoque sea una fuente de amenaza para las comunidades, pues el punto no es incluir a la cultura como un factor de explicación de la desnutrición y que esto las pueda hacer sentir vulnerables y amenazadas por actores externos, si no que la cultura nos de las claves para el mejor desarrollo de la nutrición. El entendimiento de estos factores culturales serán claves para combatir los problemas estructurales causantes de la desnutrición crónica. Por todo lo anterior, el equipo de ACF-E en Centroamérica está desarrollando nuevas ideas para trabajar con las comunidades más afectadas por la desnutrición crónica, sean indígenas o ladinas, comprendiendo mejor las pautas culturales que determinan sus hábitos de producción y alimentación, para integrar estos aspectos en las acciones de prevención y tratamiento de la desnutrición crónica y aumentar su impacto y pertinencia.


4.- Abogacía y formación sobre Derechos Humanos, especialmente sobre Derecho a la Alimentación y Derecho al Agua Los Estados de Centroamérica han ratificado el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC), con lo que reconocen el derecho fundamental de toda persona a estar protegida contra el hambre y el derecho a una alimentación adecuada. Aunque el derecho al agua no está recogido explícitamente en el PIDESC, sí que ha sido posteriormente desarrollado en la Observación general n°12, y aparece en otros tratados vinculantes como el de los derechos del niño. Recientemente, la Asamblea General de Naciones Unidas ha confirmado su estatus como derecho humano, en la categoría de derecho económico. Con respecto al derecho a la alimentación, se aprecian importantes avances legislativos en la región, tanto a nivel de Cartas Magnas como a nivel de leyes nacionales y subnacionales. América Latina está a la vanguardia mundial de la implementación de este derecho, y en la región centroamericana hay una frenética actividad, con Leyes de Seguridad Alimentaria aprobadas en Guatemala y Nicaragua y propuestas de leyes en formulación y debate en Honduras, El Salvador, Costa Rica y Panamá. De esta manera se consolidan en normas nacionales las observaciones, pactos, declaraciones de cumbres y recomendaciones internacionales para erradicar el hambre. En relación a estos dos derechos tan íntimamente relacionados con el mandato central de ACF-E, se llevarán a cabo actividades de sensibilización con los sujetos del derecho (ciudadanos y ciudadanas) y con los portadores de la obligación (instituciones del Estado); abogacía con los grupos de la sociedad civil que promueven estos derechos, y con los diputados de las Asambleas Legislativas que

elaboran las leyes; y formación técnica con las universidades, centros de estudios y organizaciones que trabajan en temas de derechos humanos. Estas actividades de sensibilización y formación se llevarán a cabo a nivel regional, nacional y local, utilizando para ello los espacios creados por los proyectos de terreno y poniendo especial énfasis en hacer realidad este derecho en los hogares con inseguridad alimentaria con los cuales se trabaja. Por otro lado, ACF-E incorporará gradualmente, a lo largo de los tres años que dura la estrategia, el enfoque de Derechos Humanos en el Desarrollo, visto como una herramienta metodológica que incorpora los principios y estándares de derechos humanos en el análisis de problemas y en la formulación, ejecución, monitoreo y evaluación de políticas, programas, proyectos u otros instrumentos de cambio social. Esto implica una forma diferente de formular, implementar y evaluar los proyectos de terreno, aumentando la participación, la corresponsabilidad, la rendición de cuentas y la selección de beneficiarios y beneficiarias. 5.- Vigilancia, preparación y respuesta a desastres climáticos La región centroamericana es una de las zonas del planeta más susceptibles de ser golpeada por desastres climáticos y geológicos, los cuales dejan notables secuelas en los medios de vida de los hogares vulnerables debido a la fragilidad medioambiental donde viven, a los escasos medios de que disponen y a la baja resiliencia para hacer frente a estos eventos. Los efectos del cambio climático sobre esta región se están notando ya, con una mayor frecuencia de sequías severas, alternando con temporadas de lluvias fuertes y mayor número de huracanes golpeando tierra firme. Si a esto le unimos la vulnerabilidad geológica motivada por estar el Istmo en una zona de altísima actividad volcánica y de terremotos, tenemos una de las regiones con más desastres naturales del mundo.

ACF-E llegó a Centroamérica tras uno de estos desastres, el Huracán Mitch, y desde entonces la preparación y respuesta ante desastres ha sido uno de los elementos centrales de su accionar, en el cual ha desarrollado una notable experiencia en tres áreas: (a) agua y saneamiento, (b) recuperación de medios de vida rurales e (c) información y alerta temprana. Actualmente, ACF-E tiene un equipo de vigilancia, preparación y respuesta rápida ante las emergencias con cobertura regional y que monitorea las alertas climáticas, da seguimiento a las emergencias de tracto lento, como las sequías y el hambre estacional, y supervisa los proyectos de preparación para los desastres y respuesta a emergencias.


6.-

ÁREAS DE INNOVACIÓN CONTRA EL HAMBRE Investigación-acción basada en evidencias

a) Llevar el derecho a la alimentación a los proyectos de terreno con las personas hambrientas y desnutridas El objetivo es llevar el derecho a la alimentación a las y los hambrientos, para hacer de este derecho una realidad que vaya más allá de las declaraciones internacionales o nacionales. Este derecho ha de ser conocido por todas y todos los ciudadanos y reclamado para su complimiento, tanto en los espacios políticos como en los ámbitos administrativos y judiciales. Para ello, ACF-E tiene previsto apoyar la investigación aplicada sobre la desnutrición aguda severa infantil como causa de muerte, para que figure en los certificados forenses y pueda aparecer en las estadísticas. Esto contribuirá a visibilizar el problema con toda su crudeza. Hasta ahora, la desnutrición aguda apenas aparece como causa coadyuvante, y en muchos casos ni se menciona. Por otro lado, ACF-E apoyará a nivel regional el desarrollo de leyes de seguridad alimentaria y nutricional, y a nivel nacional, en Guatemala y Nicaragua, se trabajará para llevar a las zonas donde están los proyectos el conocimiento de las leyes actuales y sus implicaciones institucionales y programáticas. También se apoyará con actividades de formación

técnica y legal sobre el tema y se realizarán actividades de sensibilización con diputados, miembros del gobierno nacional y local, donantes, otras ONGs y organizaciones de la sociedad civil, así como con instituciones locales. b) Visibilizar y entender los factores culturales relacionados con la alimentación y la nutrición infantil Tras dos décadas de proyectos y programas nacionales contra la desnutrición crónica, los resultados conseguidos no están a la altura de los fondos y el esfuerzo realizado, especialmente entre los grupos indígenas y las familias en pobreza extrema. Uno de los aspectos infravalorados en el abordaje de la desnutrición es el tema de la cultura alimentaria: las percepciones y creencias sobre los alimentos y la nutrición, y las vías de entrada para mejorar la educación nutricional. En este tema, el objetivo es realizar estudios enfocados a la obtención de resultados nutricionales con familias y comunidades que tienen alta prevalencia de desnutrición crónica y que, en muchos casos, alternan con picos regulares de desnutrición aguda y con un aumento creciente de obesidad en las mismas familias. Hay un enorme desequilibrio en el tema alimentario, con un desprestigio notable de las costumbres alimenticias tradicionales y una adopción de las pautas alimentarias asociadas a la “comida rápida” y a las comidas ricas en calorías y

grasas. Para ello, se quiere apoyar la revalorización de la cultura alimentaria local, y promover una educación alimentaria que tenga en cuenta los conocimientos locales y las creencias y valores de cada grupo. c) Protección Social para la Seguridad Alimentaria El hambre y la desnutrición aguda en Centroamérica son ocasionadas mayoritariamente por el hambre estacional. Este fenómeno recurrente y restringido en el tiempo, cuando es exacerbado por sequías prolongadas o pérdidas notables de cosechas, puede transformarse en hambrunas puntuales como la ocurrida en Guatemala en 2002 y que estuvo a punto de ocurrir en 2009. Este fenómeno ha sido estudiado por ACF en varios países de África6,1dando pie a unas recomendaciones concretas que se quiere analizar y aplicar en esta región. La situación del hambre estacional estudiada en África tiene un enorme paralelismo con el fenómeno presente en Centroamérica, y habría que analizarlo en detalle y proponer medidas para disminuir el problema, puesto que en el caso del Corredor Seco centroamericano se combina un sustrato de desnutrición crónica elevadísimo (por encima del 60%) con picos de desnutrición aguda en cierto meses del año. 6 Vaitla B., S. Devereux & S.H. Swan (2009). Seasonal Hunger: A Neglected Problem with Proven Solutions. PLoS Med 6(6): e1000101. doi:10.1371/journal. pmed.1000101.


Contra este problema recurrente, las soluciones más adecuadas parecen ser los programas de protección social. En el caso del hambre estacional, las poblaciones afectadas necesitan programas de protección social adecuados a sus necesidades de corto y largo plazo, para satisfacer sus necesidades básicas y preservar sus medios de sustento. Esto se puede llevar a cabo mediante programas regulares que funcionen solamente durante un período concreto del año, cuando más necesidades hay: entre el fin de las reservas y del trabajo temporal y la cosecha de primera. En este componente se estudiarán las diferentes modalidades de protección social estacional (mano de obra intensiva, ayuda alimentaria, transferencias condicionadas, seguros agrarios), y se seguirá la evolución del hambre estacional a lo largo del año y entre diversos años. d) Nuevas tecnologías para reducir las víctimas en los desastres Centroamérica, como ya se ha mencionado, es una región muy afectada por fenómenos climáticos destructivos, tanto por exceso como por defecto de agua (sequías y huracanes), a los que se unen una alta inestabilidad geológica que se manifiesta en forma de terremotos y volcanes. En este componente ACF-E quiere desarrollar mecanismos de alerta temprana, mapeo inmediato y respuesta rápida para poder hacer frente a estos desastres utilizando las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías de la información, tanto a través de internet, como telefonía móvil, sensores de control remoto y paneles de análisis de información que sirvan a las propias comunidades afectadas por los eventos naturales. Entre las tecnologías que se están desarrollando podemos mencionar los sensores automáticos para monitorear las crecidas de ríos

“peligrosos” y avisar a tiempo para salvar vidas, o los sistemas de mapeo rápido a través de información proporcionada por teléfonos celulares que permiten determinar los impactos de un huracán o tormenta tropical unas horas después de que haya golpeado, o incluso en el mismo momento. Este tipo de información permite tener datos actualizados en tiempo real y, por tanto, servirá para tomar decisiones de respuesta que


ACTIVIDADES PREVISTAS EN LOS EJES ESTRATÉGICOS 1.- Información y análisis sobre Seguridad Alimentaria y Nutricional, Agua y Saneamiento en situaciones de emergencias puntuales y de tracto lento

2.- Enfrentar el hambre estacional en el Corredor Seco de Centroamérica. Preparación y convivencia con sequías recurrentes producidas por el cambio climático

a) Ampliación de cobertura de Sitios Centinela en Nicaragua, Guatemala y Honduras.

a) Enfoque de micro-cuenca para maximizar la cosecha de agua y la humedad del suelo en los períodos críticos, con objeto de aumentar la producción agrícola, especialmente de granos básicos. Para ello se llevarán a cabo obras de rehabilitación de la micro-cuenca, a través de mano de obra intensiva.

b) Impulso a la metodología IPC a nivel nacional y regional c) Producción regular de informes (análisis y evaluación) sobre situaciones que modifiquen de manera importante los medios de vida y pongan en riesgo la vida y/o la seguridad de las poblaciones vulnerables.

b) Programas de mano de obra intensiva para realizar obras de interés comunitario como rehabilitación de caminos y obras en la micro-cuenca. Estos programas serían estacionales, de duración limitada y centrados en evitar los picos de desnutrición aguda y la pérdida de activos en los hogares. Estos programas aumentarán la resiliencia de los hogares y del medio ambiente donde viven. c) Promoción de cooperativas de productores/as y artesanos/as para diversificar los ingresos rurales, apoyándo su inserción en los mercados locales y nacionales. Se promoverá la vinculación pública-privada con productos agrícolas y no-agrícolas, fomentando la Responsabilidad Social Empresarial y el comercio justo. d) Impulsar, mediante metodologías participativas, la adecuada gestión del agua para consumo humano y agrícola, determinando las responsabilidades, deberes y derechos de las partes interesadas. El agua es un derecho, íntimamente relacionado con la salud y la alimentación, y como tal debe ser presentada a los ciudadanos y a las ciudadanas de los países.

3.- Cultura, Nutrición y Sistema Alimentario: un enfoque diferente en la lucha contra la desnutrición crónica a) Estudio de largo alcance sobre factores culturales que nos permitan comprender las causas de la desnutrición crónica, así como desarrollar vías de entrada para mejorar la alimentación de hogares situados en comunidades vulnerables, especialmente aquellas formadas por grupos indígenas. b) Desarrollo de intervenciones para empoderar a las mujeres indígenas, ya que además de ser uno de los grupos más afectados por la desnutrición, presentan un enorme potencial de cambio para mejorar la alimentación dentro del hogar. c) Desarrollo de enfoques, propuestas y técnicas que incorporen elementos culturalmente pertinentes que incidan en la desnutrición crónica, con actividades que tengan una mayor incidencia sobre las causas estructurales, las creencias y los comportamientos alimentarios de las poblaciones afectadas por el hambre.


4.- Abogacía y formación sobre Derechos Humanos: Derecho a la Alimentación y el Derecho al Agua. a) Capacitación de funcionarios de Gobierno a nivel nacional y local sobre seguridad alimentaria, preparación y reacción ante emergencias, derecho a la alimentación y derecho al agua. b) Apertura de espacios de diálogo institucional a nivel municipal y nacional para mejorar la coordinación con todas las instituciones que trabajan en el terreno, tanto de Gobierno como de cooperación. c) Divulgación y participación en los procesos organizativos que se recogen en las leyes de Seguridad Alimentaria y Nutrición de Guatemala y Nicaragua, así como el apoyo a otros países de la región que tienen propuestas de ley. d) Contribuir al desarrollo normativo y práctico del derecho al agua, especialmente en áreas semi-áridas afectadas por sequías recurrentes (Corredor Seco), promoviendo el marco institucional y legal del agua en cada país. e) Empoderamiento personal, institucional y económico de las comunidades indígenas que sufren de inseguridad alimentaria.

5.- Vigilancia, preparación y respuesta a desastres climáticos. a) Aplicación de nuevas tecnologías de información para la alerta temprana en desastres naturales (móviles, internet, radios). b) Mejoras en detección y tratamiento de la desnutrición aguda en situaciones de emergencia de tracto lento (sequías) y tras emergencias súbitas (huracanes), especialmente en áreas indígenas y en poblaciones que padecen una desnutrición crónica elevada. c) Preparación de planes de contingencia para hacer frente a desastres recurrentes en la región (sequías y huracanes). d) Respuesta rápida (menos de 72 horas) en caso de emergencias que afecten a la supervivencia de la vida humana y respuesta para recuperar los medios de vida de los hogares afectados.





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