NAVARRA 23
Diario de Navarra Lunes, 22 de octubre de 2018
El periodista Leontxo García utiliza las habilidades que desarrolla el juego del ajedrez para ilustrar a entrenadores de fútbol y directivos de empresa
Líderes a lo Kaspárov PILAR MORRÁS Pamplona
E
RNESTO Valverde, el actual entrenador del F.C. Barcelona, le pidió libros de ajedrez cuando entrenaba al Athletic. Pero Valverde no es el único en los banquillos balompédicos que piensa el fútbol como el ajedrez. También Guardiola, Antic o Quique Setién “aplican muchas estrategias del ajedrez al fútbol”, afirma Leontxo García Olasagasti (Irún, 1956) periodista especializado en ajedrez durante más de tres décadas en
diario El País, con su blog La bitácora de Leontxo. Si de dirigir se trata, sean peones o futbolistas, ¿por qué no aplicar estas estrategias al liderazgo empresarial? El periodista, que a los 19 años fue campeón de Guipuzcoa de ajedrez, intervino este martes en el ciclo de conferencias sobre Liderazgo Participativo que organiza la asociación de empresas de economía social de Navarra ANEL donde ‘recetó’ algunas técnicas del juego del tablero al medio centenar largo de asistentes. “Os puede venir bien pensar como un ajedrecista”, apreció. “Un ajedrecista y
una persona que tiene que tomar decisiones todos los días, por ejemplo, en la empresa, tienen un proceso cerebral bastante parecido, porque ambos tienen que tomar decisiones difíciles, con rapidez y bajo presión” asemejó. Así, consideró que “uno de los grandes errores que cometen muchas empresas, sobre todo las pequeñas, es olvidar que hay otros jugadores en el tablero” y “que, por muy buena que sea tu estrategia, tus competidores también juegan. Y, por tanto, debes escuchar”. En este sentido, afirmó que, si bien el ajedrez se juega en “absolu-
to silencio”, el competidor “te está hablando todo el rato; con sus jugadas y también con las que no hace”. También precisó que un buen ajedrecista, como un directivo,“está calculando el riesgo constantemente” en las decisiones que ejecuta y las que no. “Cuanto más avanzo un peón, más cerca está de su objetivo -convertirse en dama si llega al fondo del tablero- pero es más vulnerable”, ejemplificó. Afirmó que un jugador “de cierto nivel” descarta “por intuición” más del 90% de las jugadas “legales” que puede hacer. “Simplemente, mira y, en pocos segundos, sabe todas las que no valen”. Y que “solo piensa, según la complejidad de la posición, en dos, tres, cuatro, cinco jugadas como mucho, que merece la pena ser consideradas en profundidad”. Pero también advirtió de que esa “visión completísima” para elegir la mejor jugada “resulta imposible” porque “el reloj está en
marcha”. “No puedes estar un día pensando la próxima jugada. La media son dos o tres minutos. Así que hay que hacer una poda previa de toda la hojarasca que puede confundirme y tomar una decisión, basada en el análisis lógico, sí. Pero también en la intuición”. Aseguró que, “en ajedrez, la intuición es la memoria inconsciente” y que “responde a una buena preparación o una gran experiencia”. De ahí que “los ajedrecistas más intuitivos sean los más veteranos, aunque su capacidad de respuesta sea menor que la de un chaval de 20 años”, algo “perfectamente trasladable” a quienes deciden en su trabajo. Invitó también a los gestores de empresa a la “objetividad” del jugador. “La posición en el tablero no es la que me gustaría que hubiese, sino la que hay”, resumió. “Es difícil de aplicar porque entran las emociones e incluso las presiones”, confesó.
El periodista y ajedrecista Leontxo García, el pasado martes, en Pamplona, durante su conferencia sobre liderazgo ante los asociados de ANEL.
Los rivales también juegan
La previsibilidad debilita
Leontxo García afirmó que “la mayor rivalidad de la historia del deporte” fue “sin duda” la instalada entre Karpov y Kaspárov. Ambos ajedrecistas rusos “jugaron 144 partidas entre sí, entre 1985 y 1991”. Fueron más de 500 horas, frente a frente. “Miles” de horas, pensando “de forma obsesiva, uno en el otro, entre partida y partida”. De “tremendas” presiones políticas: Karpov representando a la vieja guardia comunista de la URSS, y Kaspárov desde“el espíritu renovador” de la Perestroika de Gorvachov. “Pues bien, después de tantas partidas, el balance era favorable a Kaspárov por solo 2 puntos”, afirma este periodista especializado. Relata que su primer duelo por el título mundial, al mejor de seis partidas, se dirimió entre un joven e “impulsivo” Kaspárov y un legendario Karpov, que llevaba una década ganándolo todo. Con un contundente 4 a 0, se fraguaba la derrota para el joven, cuando su profesor, Mikhail Botvinnik, le llamó y le aconsejó jugar a empatar las partidas. “Imponer su resistencia física” frente a un Karpov 12 años mayor, que jugaba a hacer tablas en busca del error del novato para revalidarse. Tras muchas partidas ‘en tablas’, cayó la quinta para el veterano por un error de su oponente. “A pesar de ello, Kaspárov fue lo suficientemente inteligente para reconocer que la estrategia era correcta. Só-
El autor del libro Ajedrez y Ciencia, pasiones mezcladas contó que los ‘padres’ de la informática, Alan Turing y Claude Shannon, ya vislumbraron en los 40 que el ajedrez sería un “magnífico campo de experimentación para la inteligencia artificial”, porque “en la práctica, para los humanos, el ajedrez es infinito” -el número de partidas distintas que se pueden jugar en un tablero equivale a un 1 seguido de 123 ceros- pero, para la computadora, no. Creían que, si lograban que una máquina ganase al campeón del mundo, lo aprendido en el proceso sería trasladable a otros campos del conocimiento. Aunque “la máquina calcula millones de jugadas por segundo” les costó “¡medio siglo!” explicar a una máquina “que solo entiende lenguaje binario de ceros y unos” algo “que un niño de 8 años que sepa jugar entiende en un minuto”. Que un caballo vale 3 puntos y una dama vale 10, pero “esa misma dama, en un rincón, encerrada por sus propias piezas, que necesita ocho o nueve jugadas para activarse, no vale 10 puntos ni de coña”. Y ese mismo caballo, bien situado, “es un pura sangre” que vale más de 3. “Por eso, no nos interesa ser máquinas en nuestro trabajo”, razonó. “Si alguien es muy previsible, es fácil diseñar estrategias para adaptarnos a su política empresarial”. Fue, dijo, la previsibilidad de la máquina lo que hizo a Kaspárov ganar “con relativa facilidad” su primer duelo contra Deep
lo tenía que ser más constante y más paciente”, explica el periodista. Así, llegaron el 5-1, el 5-2 y el 5-3 en dos días. “Pero, para entonces, llevaban 5 meses jugando, al borde del agotamiento físico y mental”, recuerda. Con el 5-3, el presidente de la federación internacional, Florencio Campomanes, recibió“una enorme presión” de los padrinos políticos de ambos jugadores para suspender el duelo sub vencedor. Los de Karpov “temían que colapsase físicamente” y terminase por imponerse el joven. Los de Kaspárov, porque bastaba un solo punto para que Karpov ganara. Aquel primer duelo terminó suspendido y se emplazó a otro, seis meses más tarde, empezando de cero, que ganó Kaspárov convirtiéndose así “en el campeón del Mundo de ajedrez más joven de la historia”. Para García, en aquel primer campeonato en tablas, el “error” de Karpov no fue solo el deterioro físico, sino “emocional”: “querer humillar” al aspirante. Leontxo García utiliza esta historia en sus conversaciones con entrenadores de fútbol. Y aprovecha para precisar que “los términos estrategia y táctica se usan en el fútbol de forma equivocada”. “En el ajedrez, estrategia es aquello en lo que tengo que pensar cuando no hay nada urgente que hacer. Táctica es cómo explotar de una forma muy precisa y concreta una ventaja que he conseguido”.
EDUARDO BUXENS
Blue en Philadelphia en 1996. Un año después, en Nueva York, los técnicos de IBM entre ellos, el informático y ajedrecista español Miguel Illescas- “cambiaron” la computadora. “Al programarla, le permitieron improvisar”. Si “concluía” que una jugada que calculase era mejor que la que tenía en en su base de datos, podía hacerla”. Pero, además, consiguieron que, en ocasiones, Deep Blue “jugase como una persona, y no como una máquina”. En un momento dado, Kaspárov, que se defendía del ataque de la máquina, sacrificó un peón porque confiaba en un siguiente ataque de la máquina, para el que ya tenía pensado su contrataque. Pero “Deep Blue, en vez de atacar, como habían hecho hasta entonces todas las máquinas del mundo, hizo una jugada de bloqueo que se anticipó a todo contrataque posible”, contó García. “No lo olvidaré nunca. Kaspárov se levantó de la silla, convencido de que le habían hecho trampas. Al verle la cara, al día siguiente, comprendí que estaba psicológicamente roto”. “Aquel duelo no lo ganó la máquina, lo perdió Kaspárov por causas emocionales” afirmó García. Luego, sí, “a partir de 2005, podemos decir que el mejor ajedrecista del mundo es una máquina”. Pero el juego entre máquinas no atrae, reconoció este apasionado del deporte. “La belleza en el ajedrez suele ser hija del error”; por eso, es “mayoritariamente exclusiva” del ser humano.