Montaje exposición Actoras de Cambio

Page 1

La violencia sexual durante el conflicto armado ha sido uno de los silencios más grandes de la historia de Guatemala. La violación sexual fue el arma de guerra utilizada para torturar, desaparecer y masacrar a miles de mujeres, en su mayoría mayas, durante el conflicto armado interno (1960-1996). Hacer memoria, romper el silencio y la culpa derivados de los crímenes sexuales, es reconocer que existieron y que constituyen crímenes contra la humanidad. Es devolver el alma a las mujeres que sintieron que la habían perdido. Es nombrar la historia desde nuestras voces en un acto de reafirmación de la dignidad humana.

SOBREVIVÍ ESTOY AQUÍ Y ESTOY VIVA

ACTORAS DE CAMBIO

Desde el 2004, Actoras de Cambio ha hecho un trabajo de investigación y acompañamiento a mujeres sobrevivientes de violación sexual en la guerra (“Tejidos que lleva el alma, Memoria de mujeres mayas sobrevivientes de violación sexual en el conflicto armado”, Consorcio Actoras de Cambio, F&G Editores, Guatemala, 2009). Esta exposición está basada en ello. A partir de entonces, Actoras de Cambio, en alianzas con otras, ha asumido el reto de romper el tabú y de contribuir a procesos individuales y colectivos de sanación, dignificación, memoria y justicia para las mujeres, transformando nuestra realidad para que los crímenes sexuales nunca vuelvan a ocurrir.


EL SILENCIO FOMENTA LA IMPUNIDAD, Y LA IMPUNIDAD PERMITE LA PERPETUACIÓN DE LOS CRÍMENES SEXUALES CONTRA LAS MUJERES... ES FUNDAMENTAL ABORDAR NUESTRO PASADO Y ROMPER EL SILENCIO PARA TRANSFORMAR LAS CONDICIONES SOCIALES QUE ACTUALMENTE PERMITEN QUE LA VIOLACIÓN SEXUAL SE SIGA DANDO BAJO LA IMPUNIDAD Y LA INDIFERENCIA DE TODOS. ES IMPRESCINDIBLE PARA QUE ESTOS CRÍMENES NO SE SIGAN REPITIENDO NI PARA NUESTRAS HIJAS, NI PARA NUESTRAS NIETAS.


El conocimiento de la historia por las nuevas generaciones es imprescindible para construir y vivir un presente justo, humano y digno. A través del arte, las y los jóvenes relataron hechos registrados por la memoria de las mujeres, en su mayoría mayas, silenciados hasta ahora por la memoria oficial. A la vez, nos proponen nuevos caminos de cambio y esperanza para nosotras. Estas obras son producto de artistas, entre los 15 y 20 años, provenientes de diferentes municipios de Huehuetenango que participaron en el certamen de dibujo y cuento organizado dentro del marco del I Festival Regional por la Memoria “Mujeres y Guerra”, en noviembre del 2008.

Mujer lindo tesoro Yusly Azucena Ríos Herrera 18 años | San Idelfonso Ixtahuacán

En lo más profundo de mi ser, he llevado un relato de mi bello y triste destino. Al recordar las cosas tristes que un día viví, mis ojitos se estremecen de lágrimas al llegar al límite de mis tristes recuerdos: un día que paseaba por el gran bosque, caminaba y caminaba(…) Cuando de pronto escuché un aullido de un animal, al escucharlo, mi alma se llenó de temor, porque durante paseaba por el bosque

nunca en mi vida había escuchado este sonido. Al voltear hacia atrás, vi un enorme animal de color negro y ojos rojos. Me asusté demasiado que salí corriendo de ese lugar. (…) Estaba perdida (...) Entró la noche, y bajo un arbolito me quede a descansar. Había mucho frio y no tenía ni siquiera una cobija con que taparme. Mis tripitas relinchaban del hambre que tenía (…) Mi único consuelo era ver la linda y grande luna y los hermosísimos luceros que brillaban en el cielo. (…) Mi sorpresa fue que al entrar a mi casa, mis hermanos estaban

llorando (…) Entonces, empecé a gritar a mi madre, y no me respondía. Al ver hacia atrás de la

puerta del cuarto, vi que había sangre, corrí, y encontré a mi madre tirada. (…) Me quedé muda al verla (…) Pasaron los días, y yo no podía más. Mis hermanos crecían y yo ya no podía darles de comer. Le rogaba a Dios que me diera las fuerzas para seguir adelante y que me ayudara. (…) Un día tocaron a la puerta y con temor alguno, abrí. Eran señoras que nunca había visto, y que me dijeron que ellas venían a ayudarnos.

Las mujeres valemos oro (…)

Yo, en los tiempos difíciles Ricardo Gabriel Vásquez Colotenango

Montañosa de árboles grandes y gruesos, que llegan a medir hasta los rayos de sol, pájaros que cantan al ritmo de la chirimia, y de la marimba; con tanto frío y neblina, la nube, en todas las montañas,

baja dibujando la felicidad de la abuela luna. Así es la comunidad de Ixpal. Todas las mañanas antes del segundo canto del gallo, Doña Candelaria (…) deslizaba el nixtamal con la ayuda de la piedra de moler, para luego tortear la masa, (…) y Don Diego en la oscuridad colocaba la arquilla de su bestia. (…) La comunidad empezaba a organizarse más y eligieron a Doña Candelaria como representante de la comunidad, una mujer muy activa participativa y trabajadora. (…) Pero no podían

porque el gobierno no apoyaba. La única solución que les daba era la muerte.

Por ser mujer nadie la apoyaba, le decían “¡eres una india!”, “¡sólo sirves para vender en el mercado!” (…) Hasta la amenazaron la vida. A los tres días llegó el helicóptero y empezó a bombardear la comunidad. Doña Candelaria y su hija vieron (…) que

por último dejaron a las señoritas de quince años en adelante. Eran diez ellas. El ejército las violó.

Existen niños y niñas sin padres porque los padres son los ejércitos.

Sangre entre manos de los hermanos José Carlos Ríos Castillo 14 años | Huehuetenango

Bosbeli creció sin su padre. Parte de su niñez la vivió junto a su amigo Osiel a quien consideraba su hermano. (…) Cumplió sus quince años el 23 de junio de 1981 (…) Ya entrada la noche, mientras jugaban, un camión se estacionó frente al campo. Bajaron cinco hombres armados. (…) Bosbeli y Osiel temblaban. (…) Allí otro militar los recibió diciéndoles: -Miren basuras, que idiotas se ven, aquí les

vamos a enseñar a matar a esos pisados guerrilleros, los haremos hombres. Transcurrieron los días y Bosbeli se acostumbraba a torturar y matar.

Era 23 de diciembre. El comandante concedió visitar a sus familiares. Una sorpresa le esperaba. En su aldea La Capellanía, Chiantla, habían matado a 25 campesinos. No quiso saber más, y regresó. Pensaba que su madre pudo haber sido asesinada o violada. No tuvo valor para averiguarlo; mejor se quedó a pasar la navidad en las carpas, emborrachándose. Los obligaban a beber sangre de perro, la cual fría apestaba. (…) Comieron carne de rata, tacuazín o perro, la cual disfrutaban sin saber lo que era (…). Bosbeli se recordó de su madre y todas las noches, cuando

lograba dormir, la soñaba. Pensó que ella hubiese preferido que defendiera a los pobres y no a ese ejército del diablo. Algo bullía ya en su mente y corazón. Decidió arriesgarse y huir. Pensó en la lucha guerrillera. Osiel le preguntó porqué lo hacía. -Por mi madre-dijo.



Kotz’i’j María José Pérez Sián Estaba allí, lo cierto es que había estado viviendo conmigo aunque no había visto su cara antes. Se llamaba Kotz’i’j,

de pequeña se bañaba en ríos transparentes sembraba junto a su madre y su padre cuidaba de los niños.

El día de su casamiento, tres días antes de cumplir catorce años, no hubo fiesta pero sí sentencia: “hasta que la muerte los separe” le dijeron. Viajó en cayuco, sembró, bailó, vendió verduras, trabajó en una tortillería, fue golpeada, soportó a su marido bolo, rio, lloró, abortó y parió tanto como pudo.

Aprendió a bailar con su abuela y a agradecer con pom y candela por la vida por todo lo grande y lo pequeño que hay en el universo.

En la violencia la mataron varias veces… violación, humillación… hombres, soldados, compañeros.

Su casa cuerpo, esperanza, promesa tenía el mismo olor que pétalos sobre tierra después de las lluvias.

Ella ni siquiera gritó cerró los ojos y se entregó a la muerte ¡sí, allí se murió! con olor a pólvora, gente muerta, tinaja reventada, chuchos gimiendo.

En el sueño volaba entre casas grandes y rosas blancas fue en uno de esos viajes que le entregaron los abuelos y abuelas el don de su energía vital… Q’anil.

Esa muerte la dejó preñada de miedo y odio quedó sola, escondida sólo sus vecinas, a las que también habían matado se acercaban de vez en cuando para darse cuenta si “estaba” y volvería a matar, muertes de esas chiquitas que hacen desear no vivir o haber vivido. Esa mujer agarró un día un crayón lo sintió entre sus dedos le dio pena y lo soltó. Otra vez, lloró y mordió pero tomó aire hasta llenarse la panza agarró de nuevo el crayón y se dibujó con brillantes colores y formas abstractas me contó sus vidas, sus muertes. Con ese mismo crayón me invito a pintar nuestros sueños me amarró justo cuando pensé que no tenía raíces, limpió mis ojos con el soplo de su pelo trenzado, me hizo sentir el chorrito de color que baja por los canales de mi cerebro.

Después de eso… sólo pude amarla.


La exposición de fotografías se convierte en testiga del proceso de sanación, autoconciencia y organización de las mujeres sobrevivientes. Sus vidas han cambiado desde que hemos empezado a hablar de la violación sexual y han empezado a renacer y a poner hojas y flores al árbol. Quieren transmitir esta posibilidad a otras mujeres, a sus hijas y a sus nietas.

“Es tiempo de hablar, tiempo de cambiar, tiempo de accionar para transformar esta historia.”


¿qué les pasó a las mujeres durante la guerra?

“Es que con nosotras de verdad fue duro la violencia (…) por eso no se puede olvidar. Para las mujeres fue diferente que para los hombres porque a las mujeres primero las agarran, pasan sus ganas con ellas y después le dan muerte. Dos delitos hacen.”


Hubo feminicidio. “La violación sexual fue una práctica generalizada y sistemática realizada por agentes del Estado en el marco de la estrategia contrainsurgente, llegando a constituirse en una verdadera arma de terror.” (CEH, tomo III: 13)


También hubo genocidio. “La ruptura de uniones conyugales y lazos sociales, el aislamiento social, el éxodo de mujeres y de comunidades enteras, (...) entre otras consecuencias del modus operandi de las violaciones, (…) facilitaron la destrucción de los grupos indígenas.” (CEH, 1999: 56)


las consecuencias de la violación sexual en la vida de las mujeres

“Ya no encuentro vida después de lo que me pasó. Yo me sentía sucia, mal, asquerosa con dolencias… es una pena y me enfermé y me puse vieja rápido, hasta tomé por sentimientos...”


La violación sexual es un crimen que deja profundas huellas en el cuerpo y en las conciencias de las mujeres.

“Y las personas empezaron a criticarme (...) Las mujeres que tenían marido me decían que me gusta hacer cosas con cualquier hombre de la calle (...) yo sé que fue a la fuerza.”

A pesar de la gravedad del daño, ni la sociedad, ni sus comunidades, ni sus familias, reconocieron la violación sexual como un crimen. Silenciaron el crimen, y dejaron a las mujeres solas.


Lejos de recibir apoyo y solidaridad, las mujeres fueron culpabilizadas, señaladas y violentadas.

“A veces yo me arrepiento de haberle contado, porque ha servido sólo para estar martirizando… pero no se ve así por fuera sino por dentro. Me trataba muy mal.”

Para sanar, las mujeres necesitamos hablar. Y para hablar, se necesita de lugares donde se condene la violación sexual, donde nos escuchen y nos crean, sin juicio, represalias o violencia.


la posibilidad de sanar

“Cuando se sacó esto, se alivió nuestro corazón.” “Nos arrancaron hasta el tallo, pero volvimos a florecer.”


“Yo pensaba antes que sólo yo soy de este sufrimiento pero en nuestro país, muchas sufrimos lo mismo. Ahora me siento apoyada por mis compañeras.”

“Odiaba mi cuerpo y mi vagina, porque por su culpa me paso ’eso’, pero ahora yo sé que tengo derecho, mi corazón siente bien.”

“Antes teníamos vergüenza de bailar y tocar nuestro cuerpo. Ahora podemos movernos, y nos gusta.”


“Ahora ya no tenemos miedo. Si nos pasa algo, entonces hay mujeres, o nosotras mismas tambiĂŠn, que estamos organizando para denunciar la violencia.â€?


“Hay que seguir hablando, seguir diciendo, y seguir exigiendo nuestros derechos a la justicia, porque no es justo que nos violen, para que algún día no muy lejano ya no le hagan daño a las niñas y a las mujeres.”


Gracias a todas las mujeres sobrevivientes chujes, mames, q’eqchi’es, kaqchikeles que con mucha fuerza y dignidad levantan su voz, nombran su historia y denuncian el atentado cometido contra sus cuerpos y vidas para que la vergüenza social y la responsabilidad recaiga sobre los victimarios. Gracias a todas las mujeres, las feministas y las lesbianas quienes a través de su alianza política con Actoras de Cambio (Lesbiradas, STITCH, Batukada Feminista, CALDH, CEDFOG, Tierra Nueva, Mamá Maquín), han hecho posible que se rompa el silencio, facilitando procesos de dignificación para todas las mujeres.

“Gracias por haber hecho de la amistad entre mujeres una herramienta política.” – Aura Cumes

Gracias además a... Vivian Salazar, Luis Pedro Taracena, Albertina Carrera y Luis Barrios del IIARS por su compromiso en la transformación de las relaciones sociales en Guatemala, y por darnos la posibilidad de aportar la mirada de las mujeres a la reconstrucción de la historia del “¿Por qué estamos como estamos?”. Jacobo Mena por habernos obsequiado su pintura como símbolo de los procesos esperanzadores de cambios que han iniciado las mujeres sobrevivientes. Patrick Bard, Marie-Berthe Ferrer y Christian Kummerfeldt por haber relatado con tanta humanidad, solidaridad y compromiso los procesos de recuperación de la memoria histórica de las sobrevivientes a través de sus fotografías. Laura Sánchez por poner su arte, su amor por la vida y por las mujeres a disposición de los procesos de sanación y dignificación de las sobrevivientes, como herramienta para transformar la humanidad. Y, finalmente, a todas las organizaciones internacionales que han reconocido la dimensión política fundamental de este proceso: CCFD Educación Sin Fronteras Fundación Províctimis Global Fund For Women PCS-PROGOBIH UNIFEM


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.