Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico (1861)

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HISTORy

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PUERTO-RICO. Historia y estado actual de Santo Domingo, su reincorporacion y ventajas ó in convenientes segun se adopte ó no una politica liberal para su gobierno, para el de las demás Antillas y para nuestras relaciones internacionales.-Estado actual politico y económico de Cuba y Puerto-Rico–Urgente necesidad y conveniencia de liberalizar su administracion.- Observaciones á la doctrina emitida en el

Senado sobre política ultramarina y poblacion de Cuba por los generales duque de Tetuan y marqués de la Habana en su contestacion al marqués de O'Gavan.

CONUNAPENDICE N Que se INsERTAN EL niSCURso EN EL SENADo nE DICno MARQUÉs de o"GAvAN Y EL DEL LORD RUSSELL EN 1850, AMBoS SobaE REFoRIA DE LA POLITICA ULTRAMARINA.

Por FÉLIx DE BoNA, presidente de sesiones de la Sociedad libre de Economía politica y de la seccion de comercio de la Económica matritense.

MADRID)

IMPRENTA DE MANUEL GALIANo, Plaza de los Ministerios, s.

1861.



INDICE.

PágS.

INTRODUCCION–Consideraciones generales sobre las ventajas óinconveniem tes de la reincorporacioná España deSanto Domingo, segun sea lapolí tica que el gobierno adopte en la nuevaprovincia, y sobre la necesidad de

reformar tambien lapolítica de las demás provincias ultramarinas, la po lítica internacional yhasta la interiorde la Península............. SANTO D0MING0.—Descubrimiento, situacion, historia, estado político y económico.································ .....................

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Reincorporacion de Santo Domingo á España, sus inconvenientes y ventajas.······················································· CUBA Y PUERT0-RIC0.—Situaciom y extension geográfica. — Precedentes históricos.—Reformas económicas á que deben su prosperidad.—Estado

actual, necesidad yurgencia de las reformas políticas............ ···· LA CUESTION DE CUBA ANTE EL SENAD0.—Interpelacion del marqués de 0“Gavan sobre la trata de negros.—Contestaciones del presidente del

Consejo de ministros y del general Concha.— Cuestion de la emigracion libre africama.—Inconvenientes graves para Cuba de esta nueva faz de la cuestion de trabajadores. .........................................

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BASES DE LA REFORMAQUE EXIGE LA pOLITICA ESPAÑOLAULTRA MARINA.— Conclusion...........................................

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APÉNDICES—I. Discurso del Excmo. Sr. marqués de 0' Gavan, pronunciado en el Senado el 9 de Abril de 1861................................. II. Discurso del lord Russell en la sesion de la Cámara de los Comunes

del 9 de Febrero de 1850, en que, con motivo de presentar una Constitu cion para las posesiones de Nueva-Holanda, dió una idea completa de la

política colonial de la Gran Bretaña.................

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III. Datos estadísticos posteriores á 1850, que comprueban las predic ciones y la opinion del lord Russell, en favor de una política enteramente

liberal para las provincias de Ultramar... .

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IV. Estado de los progresos que hizo la poblacion en toda la isla de Cu ba, desde el año de 1774 hasta el de 1859........................... V. Noticias estadísticas, industriales y mercantiles de Cuba y Puerto

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Rico.······· ...........

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CUBA, SANTO DOMINGO Y PUERTO-RICO.

INTEODUCCION. Consideraciones generales sobre las ventajas ó inconvenientes de la reincorpo racion á España de Santo Domingo, segun sea la politica que el gobierno adop te en la nueva provincia, y sobre la necesidad de reformar tambien la política

de las demás provincias ultramarinas la politica internacional y hasta la inte rior de la Península.

Sin prejuzgar de ningun modo si la reciente reincorpora cion de la República Dominicana, ha sido ó no la conse cuencia de un deseo tan universal como se supone entre sus habitantes, admitiendo el hecho como efecto natural de la separacion que en 1844 tuvo lugar entre la parte española

y la francesa de la isla, y como resultado de las contínuas perturbaciones que mantenian en inquieto y constante desa sosiego aquella rama de la raza española en América; dan

do todo su valor á la necesidad de órden y reposo que sen tia una poblacion empobrecida en medio de los recursos de

un suelo feracísimo, hostigada por repetidas agresiones de vecinos, enemigos de su independencia, mortificada con las

exigencias y solicitudes de los norte-americanos, y traba jada por las dificultades de su organizacion política interior, me propongo examinar en este opúsculo la conveniencia ó inconveniencia para España de la reincorporacion segun sea

la política que adopte para su gobierno, segun sean las re


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formas que introduzca en las demás provincias ultramari nas,y muy especialmente en las otras dosgrandes Antillas, las modificaciones que suponga en nuestro sistema de rela ciones internacionales, y hasta en nuestros mismos negocios del interior de la Península.

El hecho de la reincorporacion, bien estudiado, tiene

una importancia extraordinaria, que á primer golpe de vis ta no se descubre en todas sus consecuencias. Es el único

ejemplo en la historia de un pueblo emancipado que vuelve voluntariamente á enarbolar el pabellon de su antigua me

trópoli, y del éxito favorable ó adverso que en la práctica produzca esta reincorporacion puede resultar la regenera

cion y unidad moral de la numerosa, cuanto extendida raza española, ó su progresiva decadencia. El acontecimiento será de inmensurable trascendencia, siacierta á constituir el primer vínculo de fraternidad entre

la raza española de ambos continentes, si sirve de base á una confederacion moral,voluntaria, civilizadora y pacifi ca que agrupe, aune y preste la fuerza del auxilio mútuo,

de la mancomunidad de intereses, á todos los pueblos que hablan el idioma de Cervantes. Los diversos Estados hispa no-americanos sienten hace muchos años la necesidad de

crear un gran tribunal de árbitros amigables componedores, un gran centro internacional, una gran convencion donde todos estén representados, donde España ejerza una influen

cia pacífica y conciliadora, una presidencia de honor, que sin amenguar en lo más mínimo la autonomía é independen cia de cada Estado, sin mezclarse en sus asuntos interio res, realice la union económica por medio de la mancomu

nidad de intereses industriales, y la union política para contener dentro de sus justos límites á la raza anglo-sajona. En pocas palabras, una especie de confederacion y alianza que, facilitando la union, cree la fuerza de la raza, en la


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fuerza apoye su Justicia, y con su justicia, á la par que por una parte detenga las absorbentes y destructoras ten dencias de los norte-americanos, por otra les atraiga , les considere como hermanos y funde el comercio y la coexis tencia con esa y las demás naciones del mundo civilizado,

sobre la ámplia base del respeto á todos los derechos yá todos los intereses legítimos.

Esta necesidad, sentida, manifestada de mil maneras, agitada y acariciada por los hombres de Estado y por los

más distinguidos escritores hispano-americanos, se encuen tra quizás todavía en la esfera de lo utópico é ideal; pero no hace tantos años que la unidad de Italia parecia tambien

utópica, y hoy es una realidad. Tambien parecia utópico que del gobierno del Czar partiera la iniciativa de la eman cipacion de los siervos en Rusia, tambien que el Austria

perdiera totalmente su preponderancia en Alemania, tam bien que Prusia se encontrara tan próxima á conseguir la unidad de los Estados germánicos. Las razas, como las na ciones y como los individuos, tienen el instinto de su pro pia conservacion; y consistiendo el progreso de la humani dad en el desarrollo de la fuerza de asociacion, combinada

con un aumento progresivo de la libertad y fuerza de los individuos aislados, la confederacion moral de la raza espa

ñola está llamada á ser un hecho en la historia, bajo pena, en caso contrario, de su desaparicion, ó, por lo menos, de su reduccion á los estrechos límites de la Península eu

ropea á que debe su orígen. No menos grande aparece la reincorporacion de Santo Domingo, considerada bajo el punto de vista de las refor mas radicales que exigen el gobierno y politica de las An tillas españolas.

Hasta 1856, la política española en Ultramar habia sido

siempre semejante á la de la metrópoli. Para el Gobierno


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español, los llamados dominios de América eran provincias y reinos, nunca colonias. El descubrimiento y la conquista

se hicieron cuando imperaba en España una monarquía, cuyo podersólo estaba moderado por el Consejo de Castilla y por lasinfluencias religiosas, y ya en 1542 se creó otro Consejo Real de Indias y Junta de guerra, gran cuerp0 con

sultivo que ejercia, respecto á la legislacion y política de Ultramar, las mismas funciones que el antiguo Consejo en la Península. Desconocida la teoría de la division de poderes, centralizados todos en la gran síntesis política que el rey

representaba, ambos Consejos entendian en las que enton ces se llamaban las cuatro causas, de Justicia, Hacienda, Policía y Guerra : el poder se trasmitia del rey y sus dos

consejos á los vireyes ó capitanesgenerales de los reinosy provincias y á las chancillerías ó audiencias pretoriales, de que dichas autoridades eran presidentes, y las cuales en tendian dentro del territorio de su jurisdiccion en las mis

mas cuatro causas indicadas. Vireinatos y capitanías gene rales habia enla Peninsula, en Flándes, en Italia, en Amé rica y en Asia. Las leyes establecian las mismas gerarquías sociales en todos los dominios del rey de España, salvas únicamente aquellas disposiciones especiales que se endere zaban á reducirá pueblos y adoctrinar á las razas indige nas salvajes de Ultramar, ó los fueros y cartas pueblas de reinos y provincias que era forzoso respetar.

Los alcaldes mayores y demás autoridades inferiores y dependientes de las chancillerías y sus presidentes, tenian atribuciones iguales en Europa, América y Asia. La igualdad política aparecia hasta en los mismos abu sos de las autoridades.

Creáronse despues las Intendencias, y su organizacion fué tambien igual para todos los reinos y provincias espa ñolas. Vino la guerra contra Napoleon, llamáronse Córtes


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Constituyentes ysoberanas, y á ellas acudieron los dipu tados de Ultramar lo mismo que los peninsulares. Procla móse despues en 1854 el Estatuto Real, y las provincias ultramarinas que permanecian fieles, acudieron á los Esta mentos con sus respectivos procuradores. Sólo desde el resta

blecimiento, en 1856, de la Constitucion de 1812se negóá lasprovincias ultramarinas la participacion en los derechos políticos de que gozaba la Península. La Constitucion de 1857 estableció por primera vez una diferencia política entre los españoles de aquende y allende del mar, preceptuando que las provincias ultramarinas debian gobernarse por leyes es

peciales, y aún cuando este precepto constitucionalse repro dujo en la ley fundamental de 1845, han pasado veinte y cinco años, y todavía no se ha cumplido....... De tan injusto descuido, de tamaña postergacion han sur

gido desde entonces desconfianzas en el Gobierno español, descontento en las provincias perjudicadas, traducido en

conatos de independencia ó anexion á los Estados-Unidos, y otros grandes males de incalculable consecuencia. Atraer vigorosamente la atencion pública á esta peligros sima desigualdad, estimular á que se formulen y decreten

las tantas veces prometidas leyes especiales, obligará que se conceda por fin los derechos de ciudadanía á los españo

les de las Antillas y Filipinas, es un gran adelanto político que viene por necesaria consecuencia de la reincorporacion

de Santo Domingo, y que presta un interés extraordinario al acontecimiento.

A su vez, la reforma de la política ultramarina, exige la adopcion de bases muy liberales en la política interna

cional, y por consiguiente en la interior. En pleno siglo xx, cuando todas las naciones de Europa que aún conservaban la entralizacion del poder absoluto, buscan su salvacion y

la prolongacion de su existencia en la práctica del sistema


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liberal, seria gravísimo error apoyar la union de tan ricas y apartadas provincias, en ese principio de gobierno que se desmorona, en esa reconcentracion de poder que destruye

las libertades individuales, que coloca al Estadosobre todos los derechos de los ciudadanos. Seria gravísimo error, repi

to, apoyar la política internacional en un sistema absorben

te y exclusivo que nos atrajera la enemistad de todos los pueblos civilizadosy libres,y más aún, seria absurdo pre tender que un régimen político liberal en las provincias

ultramarinas y un sistema cosmopolita en la política exte rior, se apoyaran en un Gobierno semi-absoluto en el in terior.

Sigrande es el acontecimiento de la reincorporacion de

Santo Domingo, examinado bajo los cuatro puntos de vista que acabo de apuntar, es decir, considerado como primer paso de union fraternal de la raza española, y como base de reforma en la política ultramarina, en la internacional y en la interior de España, no es menor su magnitud si realiza

do torpementeprovoca conflictos graves con otras naciones. Una guerra con los Estados-Unidos de la América del Norte, cuando no una guerra, el enfriamiento de nuestras

relaciones con esos mismos Estados, ó con Inglaterra ó con otraspotencias, nos acarrearia disgustos y pérdidas en que quizás perecieran los gérmenes de nuestra naciente pros peridad. Si por efecto de una política medrosa, suspicaz, de mez quinas miras rechazaramos la reincorporacion, dando al

mundo el triste ejemplo de hermanos quese niegan á unirse con sus hermanos, sólo porque están pobres ó son desgra ciados, ó exige sacrificios de cierta magnitud el acudir en su auxilio: si por el contrario, aceptando orgullosos la in corporacion, dirigiéramos miras codiciosas á losdemás püe blos hispano-americanos, provocando su desconfianza y re


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produciendo odios políticos ya extinguidos ó próximos á extinguirse, los resultados de nuestra política podrian hun dir á España en la degradacion y la miseria de que empieza á salir.

España renace, se regenera. Al volver á la vida de las grandes potencias europeas se le presentan dos caminos

que recorrer, dos opuestos sistemas para elegir: uno es el de la política moderna, liberal, generosa, cosmopolita, con

veniente á la humanidad entera: la política del libre-cam bio en la esfera económica, de la fraternidad humana en la esfera moral, del respeto absoluto al derecho de cada uno en la esfera de la Justicia; el otro es el de la antigua po lítica de antagonismos nacionales, de rivalidad de razas, de celos y guerras de conquista, de monopolios coloniales;

política que sacrifica la justicia á una conveniencia ilusoria, pasajera y mal entendida, política de grandes armamentos

militares y marítimos, de presupuestos de gastos enormes, de trabas y restricciones económicas, de desconfianza y ex

poliacion en el interior, de desconfianza y expoliacion en las provincias ultramarinas; política que produce y requiere la corrupcion de los funcionarios públicos, alienta todas las ambiciones bastardas, que empobrece á los pueblos, que

persigue yteme al saber, que sólo puede sostenerse con la degradacion é ignorancia de las naciones.

De esta antigua é inmoral política todavía quedan gran des raíces en la vieja Europa, todavía hay preocupaciones y aun errores de buena fe que la engalanan con los orope

les de un falso ó mal entendido patriotismo, que la cubren con la máscara engañadora del orgullo, ó más bien de la vanidad nacional. Política que, en su farisáico lenguaje, lla

ma proteccion nacional del órden económico al monopolio y á la expoliacion del consumidor por ciertos productores

privilegiados; que en materias de derecho civil y criminal


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denomina «respeto á los tribunales», los más inauditos aten tados contra la libertad é inviolabilidad de las defensas; que proclamándose patrona de la propiedad despoja á los ciudadanos de la más preciosa é inalienable de sus propie

dades, que es la de trabajar cómo, dónde y en las condicio nes y profesiones que mejor les parezca; que declarando libres á los hombres les sujeta á tribunales arbitrarios y apasionados y les impone la esclavitud para emplearlos en el servicio de los ejércitos terrestres ó de la marina de guerra; que enalteciendo al comercio, monopoliza el cré dito, limita en las costas el número de puertos habilitados y restringe la asociacion mercantil; que en nombre de la

ilustracion, monopoliza la enseñanza, encerrándola en re glamentos tan restrictivos que oponen una tenaz resistencia á todo progreso científico; que en la esfera del derecho

constitucional llama representantes de los pueblos á Parla mentos compuestos de reducidas oligarquías; que denomina libertad de imprenta á la censura prévia; que anatematiza

el comunismo con sus palabras y robustece el principio de autoridad hasta absorber la vida individual en el gran co munismo de una entidad llamada Estado.

Política que desgraciadamente es tradicional, y de la que todavía quedan restos aún en las naciones más adelantadas de Europa; política que es preciso sustituir por la moder

ma, caminando todo lo más aprisa que permitan las cir cunstancias, y contribuyendo á este fin todos los partidos

que se llaman liberales, aun los más conservadores, á quie nes, ya que no reformar, les corresponde contribuir á la grande obra poniendo diques á las reacciones. Si España no sabe salir de esta antigua política, su re

nacimiento será ficticio, pasajero, será esa vida mentida que por unos instantes presta á un cadáver el galvanismo. Si, por el contrario, redobla sus esfuerzos para marchar


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por el camino que le traza la doctrina moderna, España adquirirá pronto el respeto de las grandes potencias y el puesto que entre ellas le corresponde. Adoptada en las Antillas la política cosmopolita y liberal con motivo de la reincorporacion de Santo Domingo, Es

paña contará pronto con el apoyo del gran partido de la pazque se está formando en el mundo: el desarrollo de los intereses económicos á la sombra de la libertad y del res

peto inviolable de la propiedad, le atraerá las simpatías de los mismos partidos conservadores, las de la raza anglo sajona, que á estas horas recela y alienta desconfianzas con

motivo de esa reincorporacion, y aún las de los yankees, cuyo fervor religioso y espíritu moral y justiciero les obli ga frecuentemente á posponer su conveniencia al derecho.

Testimonio sea de esta gran verdad el espectáculo que han dado cuatro cuákeros, predicando enérgicamente contra la esclavitud durante más de un año y en todos los Estados

del Sur, sin que nadie fuera osado á molestarles,y antes bien siendo oidos con religioso fervor por los mismos pro pietarios de esclavos.

España, por el criterio de la antigua política, miraria en Santo Domingo un puesto militar, un arma de guerra, el

complemento indispensable para ser árbitra y dueña de la clave del golfo mejicano. La anexion seria entonces una amenaza perpétua á la paz, á la prosperidad, al comercio y al derecho de las naciones de la América continental y aun al de los demás pueblos marítimos de Europa. Es preciso huir de este sistema que conjuraria contra

nosotros á la humanidad entera, que tarde ó temprano pro vocaria guerras sangrientas, enderezadas á desalojarnos de

esa preponderante posicion, como nuestro antiguo exclu

sivismo marítimo, por atender al monopolio imposible de la mitad del mundo, nos hizo perderá Gibraltar, que toda


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vía, para mengua nuestra, ostenta un pabellon extranjero. Clave militar es Gibraltar del Mediterráneo, y sólo cuan do el comercio universal garantice la paz tambien univer sal, esprobable que vuelva á nuestro poder. Para conjurar tan grandes peligros conviene desde ahora convencer al mundo entero que nuestra política en las An tillas será de hoy en adelante la política de la paz, afian zada por el comercio y la libertad: demostrar con el plan

teamiento inmediato de un sistema franca y lealmente li beral, que en vez de puertos militares formidables y ame

nazadores, Santo Domingo, Cuba y Puerto Rico se destinan á ser un gran centro de contratacion mercantil universal, donde todos los derechos y todas las creencias sean respe

tadas: vínculo de union entre la América del Nortey la del Sur: entre ambas Américas y la Europa, grandesfactorías donde todas las banderas gocen igual proteccion, donde todas las capacidades, todos los capitales,todos los productores hallen igual acogida y acudan con la confianza completa de que obtendrán siempre el premio debido á su actividad y el respeto que merece y reclama su propia personalidad. Y no hay que asustarse con la idea de que esta política pueda conducir un dia las Antillas á su emancipacion. El modo mejor de prolongar la union entre una provincia le jana y su metrópoli, es precisamente el de gobernarla co mo si se tratara de preparar su emancipacion futura. La ciencia moderna ha demostrado en teoría, y la estadística de los grandes hechos sociales confirma en la práctica, que

lascolonias sólo principianáserútiles á las metrópolis cuan do se emancipan con la madurez suficiente para gobernar se por sí mismas. Esta doctrina, emitida por uno de los más ilustres economistas de la Francia, fué sostenida en

1849 por el mismo presidente del gabinete en el seno del Parlamento inglés.


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Doctrina emanada de la del libre-cambio, es hermana

de la que proclama la paz universal, y de la que ha de mostrado la falsedad de la base inicua que tenia la antigua política internacional. Esta antigua política se fundaba en la creencia de que las naciones sólo se hacian poderosas y prósperas cuando dominaban y empobrecian á sus vecinas, y la práctica de la libertad comercial ha probado que las naciones son tanto

más poderosas y se enriquecen tanto más, cuanto más po derosas y ricas son aquellas que las rodean y con cuyo co mercio se alimentan.

Del mismo modo la colonia que llega á ser bastante ilus trada, poderosa y rica para proclamar su autonomía, es más productiva emancipada, que sujeta á su antigua me trópoli.

Y esta doctrina, ni ha nacido, ni se funda en utopias de soñadores ni de revolucionarios violentos. Ha nacido de la

ciencia del trabajo y de la riqueza: es la doctrina de Cob den y los libre-cambistas, que sufrian rudos ataques de los cartistas en Inglaterra, y que hoy cuentan en su apoyo á todos los grandes banqueros é industriales, á todas las cla ses conservadoras de aquel poderoso pueblo: es la doctrina del lord Russell y los Peelistas, la de Federico Bastiat y los economistas que vencieron á los comunistas de Francia en el terreno de la ciencia: la de los modernos filósofos de Ale

mania, la de los que en los mismos Estados-Unidos han es timulado la formacion de la Liberia: la que una juventud brillante, recien salida de las universidades, de los colegios

ó de las escuelas especiales, sostiene en España. Es la armonía de la moral y la justicia con la utilidad, del derecho con la conveniencia, demostrada por la ciencia económica.


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I.

SANTO) DOMINGO).

DEscUBRIMIENTo, siTUACION, HISTORIA, ESTADo Político Y ECONÓMICo.

La colonizacion, vicisitudes y desastres que ha sufrido la

isla de Haití, ó de Santo Domingo, durante tressiglos y me dio, demuestran por el criterio histórico los inmensos males

que acarrea la política del monopolio, de las rivalidades, celos y guerras internacionales ó de raza, la política del despotismo colonial, la política de la esclavitud, de la tira nía y de injusticia, la política tradicional que acabo de bos quejar.

Dudoso yperplejo andaba antes de decidirme á ocupar una parte de este escrito con la relacion de hechos que el lector puede encontrar desenvueltos y explicados magistral mente en las obras de los grandes historiadores de Améri ca; pero ha desaparecido mi vacilacional recordarlos en su conjunto, y al contemplar que en su órden cronológico cons

tituyen una série de acciones y reacciones, en que reprodu ciéndose repetidas veces, aunque en diversas épocas y entre

distintas razas, las mismas faltas y losmismos crímenespo líticos y sociales, siempre el castigo viene siguiendo un ór den natural y terriblemente proporcionado á la magnitud del delito. La historia de Santo Domingo, es en resúmen la de todas las colonizaciones dirigidas por esa política bastarda y tradicional, contra la cual escribo este papel: mucho se ha acusado á los españoles de crueles y sanguina

rios en la conquista de Santo Domingo;pero los ingleses, lo mismo que los franceses, los blancos, lo mismo que los hom


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bres de color, todos á su vez han dado en ella pruebas de una ferocidad sin límites, de una crueldad inconcebible. Na da nos podemos echar en cara. Si en la historia de Europa Inglaterra cuenta un Enrique VIII; si la Saint Barthelemy

mancha las páginas de la de Francia; si las hogueras inqui sitoriales hielan de espanto al leer la de España, en las In

dias Orientales y en la América del Norte, aparece la cruel dad de los ingleses y holandeses tan horrible, y aún más repugnante que la de los españoles y franceses en la América del Sur y en las Antillas. Achaque comun de las épocas en que se cometieron aquellos errores, ó más bien grandes crí menes; la responsabilidad alcanza del mismo modoá todos nuestros abuelos, y sus tremendas expiaciones deben ense ñarnos, que en materias políticas, ni la ignorancia, ni ra zones especiosas de oportunidad y conveniencia, eximen ni sirven para atenuar los inexorables castigos que las le

yes del órden natural imponen á los individuos, á los pue blos y á las razas que ultrajan los eternos principios de la justicia.

Bien sabido es que Cristóbal Colón en su primerviaje, y

despues de haber descubierto algunas de las islas Lucayas, observó que los indígenas llevaban adornada la cara con la

minillas de oro, y tratando de inquirir su procedencia, supo

que existia una grande isla en que abundaba mucho tan pre cioso metal. Con estas noticias, y acompañado de siete in dios lucayos, descubrió la isla de Cuba, donde otro indio

le manifestó, señalando al Este, que hácia aquella parte es taba su patria llamada Haití (1), y que en ella encontraria el metal que buscaba. Colonen consecuencia se dió de nue

vo á la vela, y en 5 de Diciembre de 1492, descubrió la re

ferida isla de Haití, situada entre las de Cuba y Puerto-Ri (1) Haití, en el idioma cáribe, significaba montañosa.


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co, á los 20° latitud N.,y á los62º5” y 68º14' longitud O. del observatorio de San Fernando.

No quedaron defraudadas las esperanzas del gran nave gante: el oro abundaba, ylos indígenas lo ofrecian congran facilidad. Colon dió el nombre de isla Española á esta que muchos reputaron despues como la reina de las Antillas, por razon de su hermosura, y de la semejanza que existia entre su vejetacion y la de Andalucía.

Recibido por los indios al principio con temor, y des pues cordialmente, concertó con Guacanajari, rey de la isla, un tratado de comercio y de alianza, cuyo primer efec to fué la adquisicion de gran cantidad de oro á cambio de

cascabeles, cuentas de vidrio y otras bagatelas. Con esta riqueza, el almirante podia dar una muestra en España del

valor de su descubrimiento, y esta circunstancia, unida á que una de las carabelas habia desertado, y otra se le en

calló en la costa de la isla, le obligó á regresar á Europa; pero antes de partir con los restos de la carabela encallada,

construyó un fuerte en que dejó parte de su gente. A su vuelta al fuerte habia desaparecido, y supo por el

rey Guacanajari, que los españoles, durante su ausencia, provocaron con sus desórdenes la venganza de una de las naciones de indios, la cual, despues de destruir el fuerte, concluyó con sus defensores. Colon, para castigar aquel desman, envióá uno de sus capitanes, quien atrayendo en gañosamente al jefe de la tribu llamado Caonabo, le apri

sionó. Este engaño irritóá los indios que en número de más de 100.000, y capitaneados por los hermanos del cacique prisionero se dirigieron contra Colon. El almirante, sin más que doscientos infantes, veinte caballos, y otros veinte per

ros de presa, aceptó la batalla, y los derrotó completamen te, imponiendo á los vencidos un tributo mensual que de bian pagar en algodon ó en oro. El empleo de los perros de


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presa ha sido muy censurado por los historiadores; pero todos los medios son lícitos admitido el principio de la guer ra, y cuando lucha uno contra mil.

De todos modos, desde la prision de Caonabo datan las guerras y las crueldades cometidas contra los indios. De entonces data tambien la capitacion, que despues se hizo pagará todos los de las Indias. Añádase á estos motivos de hostilidad, que los aventureros que iban desde España á la isla, llevaban todos la esperanza de adquirir mucho oro, que Colon y sus sucesores necesitaban reunirlo en cantida des inmensas para acreditar su gobierno en la metrópoli, que no teniendo otro medio de conseguirlo, obligaban á los indios de grado ó por fuerza á que se lo buscaran, y com prenderémos, que una vez entablada con ellos la lucha, era lógica consecuencia, que siendo vencidos, se les convirtiera

en esclavos. Error funesto de aquella época en que el oro se consideraba como el fundamento de la riqueza, y en que todavía los restos del feudalismo justificaban la servidum

bre. En vano fué que Isabel la Católica y sus sucesores de cretaran repetidas veces, que los indios eran libres; en vano que los reyes de España, para hacerse obedecer, man daran comisarios régios y superintendentes á residenciará los gobernadores y á reemplazarlos, porque estos nuevos funcionarios, despues de encausary destituirá sus antece sores, se convertian á su vez en tiranos más feroces contra los naturales.

Hasta cierto punto su conducta estaba forzada por las circunstancias, y apoyada en las preocupaciones de su épo

ca; pero el error en política, por más que tenga disculpa, nunca deja de producir sus funestas consecuencias. Colon,

obligado á reprimir con mano fuerte por una parte á losin dios, y por otra á sus mismos soldados; á los unos redu

ciéndolos con los tributos á una especie de servidumbre, y


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á los otros conteniéndolos con su insaciable sed de oro, se atrajo muchos descontentos, que, unidos á sus émulos de España, dieron ocasion á que se enviara un comisario ré gio para residenciarle. Ofendido el almirante volvió á la

Península donde su presencia,solo y sin explicaciones, des vaneció todas las sospechas. Poco despues emprendió su tercerviaje á la isla Española, con trescientos hombres en tre soldados y artesanos, treinta mujeres, y algunos médi cos y religiosos; pero cometió entonces el grave error de aconsejar el envio á las nuevas provincias de los grandes criminales, los cuales aumentaron la relajacion é indisci plina de los inquietos colonos.

En su segundo viaje habia fundado Colon la ciudad de la Isabela,para residencia y establecimiento de los españoles, y mientras fué á España para dar cuenta de su conducta, dejó el gobierno de dicha ciudad á sus dos hermanos,

quienes tuvieron que abandonarla por insalubre, fundando un poco más al Este, y en la costa meridional, la de Santo

Domingo, capital hoy de la parte española, y que introdujo la costumbre de conocer por su nombre á toda la isla. Algun tiempo despues de su tercer arribo, Colon salióen busca de nuevas tierras, y descubrió lasislas de la Asun cion y de la Concepcion,y el continente á que dió vista, y cuyas playas pisó en 1º de Agosto de 1498. Mientras tanto sus hermanos reprimian las sublevaciones de algunas tribus

indias,álaparque organizaban la nueva ciudad. Mas los ene migos p0derosos que los Colones tenian en la córte, despues

de emplear inútilmente otros medios, inclinaron por fin el ánimo de la reina contra el almirante, acusándole de que ha

bia reducido trescientos indios á la servidumbre. Dióse en tonces órden terminante de poner en libertad dichos indios, y se envió para residenciarle á Francisco Bobadilla, con el carácter de Intendente y Gobernador de la isla. Bobadi


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lla llegó á Santo Domingo en fines de 1500. Sin miramien

to ninguno aprisionó y sujetó con grillos á Colon y á sus hermanos, condenó á muerte á estos últimos, y no atre viéndose á ejecutar su sentencia, los envió á Castilla. Gran sorpresa causó en la córte tan inusitado rigor, que trataron de dulcificar, dándole medios para emprender otros viajes; pero no se le devolvió el gobierno de Santo Domingo. Bobadilla mientras tanto, fué el verdadero opresor de los

indios, obligándoles á trabajar en las minas, y alentando los desmanes y la codicia de los colonos. Conocida esta con

ducta, se indignó la reina, y mandaron á Ovando á la ca beza de dos mil quinientos hombres y treinta y dos buques, con órden de residenciará Bobadilla, enviarle á España, é indemnizar á los hermanos de Colon. Embarcados Bobadi

lla y sus principalessecuaces, perecieron en las embrave cidas olas el mismo dia de hacerse á la vela, y juntamente con ellos veintiun buques que se fuéron á pique. Ovando y sus sucesores, desobedeciendo las repetidas órdenes de la córte, continuaron el mismo sistema de opre

sion y despotismo contra los indígenas, y aún si cabe con más crueldad. Los indios fuéron reducidos á dura servidum

bre, óse les exigian terriblestributos, y no acostumbrados á trabajos tan fuertes, emigraban óperecian. Segun los más moderados historiadores, de un millon en que se calculaba la

poblacion indígena al tiempo del descubrimiento, diez y sie te años despues sólo quedaban sesenta mil. En mi concepto tan enorme baja, ó está exagerada, ó debió haber mucha emigracion. De lo contrario, por numerosas que fueran las minas, y sangrientos los encuentros, es inconcebible que

dos ó tres mil aventureros puedan destruir en sólo diez y siete años cerca de un millon de hombres.

Ovando, para suplir la falta de indios, discurrió traerlos de las Lucayas. Cohonestó su plan con el pretexto de que


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llevados á la isla, se adoctrinarian mejor en el cristianis

mo, y el rey Fernando le dió su aprobacion. Cuentan los historiadores, que con este motivose trajeron á la isla Es pañola cuarenta mil lucayos; pero tambien me parece exa geradísimo este número. ¿Dónde estaban en aquella época los medios de trasporte para tanta gente? Dónde el núme ro suficiente de españoles para custodiarlos? Dónde los cria deros y minas para darles bastante ocupacion? D. Diego, hijo de Cristóbal Colon, ganó entonces un plei to que seguia contra el rey, para que se le devolvieran los

títulos concedidos á su padre como premio estipulado antes de marchar al descubrimiento. En consecuencia pasó á la isla Española de gobernador, donde reemplazó á Ovan do en 1509, pero tuvo que seguir el mismo sistema de opre

sion contra los indios, repartiendo los que existian á su llegada entre sus amigos y los señores de su comitiva. No sa

tisfecho con la explotacion de las minas, empleó los indios en la pesca de la perla, yya sea que la mortandad fue ra inmensa, ya que los indios conocieran los medios de

emigrará Cuba y al continente, es lo cierto que la pobla cion indígena desaparecia con asombrosa rapidez. Como consecuencia indeclinable de esta, que pudiera lla

marse fiebre aurífera, sobrevino una carestía y escasez de subsistencias espantosa ocasionada por abandono del cultivo de las tierras. No ya sólo los indios, sino que hasta los mis mos españoles, sintieron los crueles efectos de la miseria.

D. Diego pensó entonces en hallar puntos de mejor explo tacion, y al efecto envió áVelazquez para conquistará Cu ba, de la que este se apoderó sin resistencia en 1511. El rey D. Fernando, temeroso del poder y energía del hijo de Colon, le quitó el derecho de repartir indios entre los colonos, creando á este efecto un empleo especial que confirió á Alburquerque. D. Diego para revindicar su dere


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cho, volvióá España, y mientras tanto Alburquerque desem

peñó el gobierno de la isla,segun dice Roberston, con toda la rapacidad de un miserable, ansioso de improvisar fortuna. Hecho entonces, 1517, un recuento de los indios, resul taron 14.000 en lugar de los 60.000 que se contaban en 1508.

En esta época fué cuando Fr. Bartolomé de las Casas, in dignado por el cruel tratamiento que se daba á los indios, promovió las famosas controversias, que terminaron con adoptar una extraña resolucion, la de evitar la esclavitud de los hombres rojos, llevando hombres negros á Santo Do mingo. Para evitar un daño se hizo otro mayor. La introduccion de la esclavitud negra no alivió la suer te de los indios. Los esclavos negros eran muy caros para que su trabajo excusara el aprovechamiento del de los indi genas. La decadencia de la isla siguió en aumento, la po

blacion india desapareció,y con ella laprosperidad aparen te y el esplendor de la poblacion española. No hacia toda

vía un siglo desde la conquista,yya la isla estaba reduci da á una poblacion ignorante, pobre y viciosa.

A un gran crímen social, á un grande error económico, se habia buscado remedio con otro crímen, con otro error de igual índole. La destruccion de la raza india estaba con sumada; pero en la isla habia entrado la raza que más tar de debia ser el instrumento de un castigo terrible. Donde apareció la esclavitud negra, debia ocurrir más tarde el pri

mero y más grande escarmiento que presenta la historia de América, y que de ningun modo conviene olvidar.

Contribuyeron tambien á la despoblacion de Santo Do mingo las conquistas é invasiones del continente que, lle vando la accion de los españoles á un teatro mucho más ex tenso, les hizo abandonar la primera de las provincias hispano-americanas.

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En Santo Domingo se organizaron las expediciones de

Hernan Cortés contra Méjico, de Pizarro contra el Perú, y allí tuvo su núcleo de accion la raza que debia dar su reli

gion, sus leyes, sus costumbres, su idioma y hasta sus desgracias y preocupaciones á más deuna cuarta parte del mundo. Allí nació esa raza hispano-americana: allí tuvieron

su origen losprimeros mestizos de español éindio, de blan cos y negros americanos y de otros muchos cruzamientos

que,segun opinion de grandesfisiólogos, son el resultado de atracciones naturales, en cuya virtud se ha de ir perfec cionando la especie humana. Allítambien quizás deba tener origen un cosmopolitismo entonológico de mayores conse cuencias, y cuya primera evolucion sea tal vez la reciente reincorporacion de la isla á su antigua metrópoli. Debilitada y empobrecida la nueva provincia, bien pron to fué el punto de ataque á que se dirigieron gran número de aventureros ingleses y franceses.

En España dominaba la política internacional, á la sazon preponderante en Europa, esa politica de monopolio, esa política de repugnante exclusivismo que dejo ya descrita. A los extranjeros les estaba prohibido ir á las Indias Occi

dentales, y las leyes imponian pena de la vida y confisca cion de bienes á los que admitian en algun puerto ó parte de las Indias trato con ellos. Desde que los Reyes Católicos habian fundado en 1605 una Audiencia y casa de contrata

cion en Sevilla, con el loable objeto de dirigir y perpetuar el comercio de la carrera de Indias, se habia constituido

en favor de Castilla y Aragon el monopolio exclusivo de di cho comercio. Todos los españoles que quisieran comerciar

con América debian llevará dicha casa sus géneros, y pró vio el registro y aprobacion de los jueces, se incluian en la flota que anualmente salia custodiada por una escuadra. Es te errorfunesto, esta pretension de hacer pasartodo el co


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mercio entre el antiguo y el nuevo mundo poruna sola ca sa, produjo sus naturales resultados. La ceguedad del go bierno llegó hasta el extremo de mandar demoler las plazas

marítimas de Bayahá, Yaguana, Monte-cristi y puerto de la Plata en el Norte de la isla, porque no podia impedir en ellas el contrabando.

" Las guerras de España, ora con Inglaterra, ora con Francia ó con los Países Bajos, dieron motivo para que

estas naciones autorizaran, ópor lo menos toleraran el cor so contra la marina mercante y de guerra españolas, y

contra los mismos puertos y provincias americanas. Las Antillas, como menos ricas y peor guarnecidas,prestaban un excelente abrigo á toda clase de bandidos. Los españoles perseguian á los piratas, estos se reproducian, y la insegu

ridad reinaba en aquellos mares. Los ingleses habian hecho descubrimientos en el continente Norte-americano, y para completar su conquista enviaron en 1586 al almirante Dracke, que se apoderó de Santiago, Cartagena y Santo Do mingo en la isla española, cometiendo excesos que dejan

muy atrás porsus horrores á los de los españoles. Estos, á su vez, arrojaron á los ingleses, y desde aquella fecha apre saban todo buque extranjero que aparecia más allá del tró pico.

El interés comun unióá franceses é ingleses, y atacando á San Cristóbal,se apoderaron de la isla. En 1650, Alva rez de Toledo destruyó todos los establecimientos de aque llos aventureros, y los pocos que sesalvaron fuéron águare cerse á la isla de la Tortuga, inmediata á la de Santo Domin

go, y desierta. Pobres y miserables, se aplicaron á la caza de ganadovacuno, para la cual pasaban á la Isla Españo la, y curando la carne,al humo como los indios, se les dió el nombre de Bucaneros, de Boucannier, acecinadores. En su mayoría eran normandos, otros ingleses, y despues se


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les agregaron algunos holandeses. Un dia en que estaban de caza, los españoles sorprendieron la isla de la Tortuga, y pasaron á cuchillo á las mujeres, niños y ancianos de aquel pueblo europeo y semi-salvaje. Tan horrible venganza, atrajo otras represalias aún más crueles. Los bucaneros, unidos á otros aventureros ingleses,

comenzaron una série de pirateríassincuento, en que bajo la denominacion de filibusteros, llenaron de espanto los mares. Ya en 1650 se habian apoderado de la parte Norte de la is la de Santo Domingo, donde se establecieron, dando ori

gen á la que hoy se llama República Haitiana, y de la cual tomó formal posesion el gobierno francés en 1697, en vir tud de cesion que hizo España al ajustar la paz de Riswich. Quedó dividida la isla desde entonces en dos partes des iguales : la oriental, habitada por la poblacion española, mide unas 18.000 millas cuadradas, y la de los franceses unas 11.000.

El diferente orígen de los pobladores de ambaspartes pro dujo dos sistemas muy distintos en la explotacion de los hom bres de color. La parte francesa tratóá sus esclavos con una

crueldad de que apenas hay ejemplo en la historia. Obligán doles á trabajos durísimos, apenas les daban con qué ali mentarse. Cuatro ó seis patatas cocidas constituian la racion que de veinte y cuatro en veinte y cuatro horas se concedia á cada esclavo. Si de noche salian hambrientos á procurar

se algun alimento, se les imponian terribles castigos, á ve ces se les apaleaba hasta dejarlos muertos, otras se leshacia morir asados en un horno, otras se les enterraba vivos de

jándoles fuera la cabeza á fin de prolongar su horrible ago nía. Para huir de tan horribles martirios, muchos se esca

paban á los hosques, donde reunidos en bandas y conocidos con el nombre de negros cimarrones, vivian del pillaje, del robo y asesinando á los blancos que lograban sorprender.


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En la parte española, por el contrario, todos los escrito res convienen en que se les trataba con más humanidad.

A pesar de estos inconvenientes, la isla prosperaba visi blemente, y en 1767, sólo en la parte francesa el número de esclavos cultivadores ascendia á 290.000.

En 1776 se hizo un nuevo tratado de límites, marcando la línea divisoria desde Norte á Sur de 80 á 90 leguas francesas.

En 1789 la poblacion francesa contaba 50.826 blancos,

27.548 hombres libres de colory 465.429 esclavos, en to tal 525.805 almas. La parte española tenia de 122 á 125.000 personas libres y unos 50.000 esclavos solamente. Llegaba la colonia francesa á su apogeo cuando comenzó la Francia su revolucion, y en 1790 la Asamblea nacional decretó la reunion de otra Asamblea de distrito en la isla de

Santo Domingo. Doscientos trece habitantes blancos se re unieron en Saint Marc como representantes de la colonia ;

pero su primer acuerdo fué decretar que los hombres de color libres no podrian sentarse entre ellos, y en seguida se decla raron en rebelion. La Asamblea nacional decretó entonces su

disolucion, y aunque los colonos acudieron á las armas, fué ron vencidos por las tropas. En cuanto á los miembros de la Asamblea insular, desde el sitio mismo de sus sesiones consiguieron escapar y embarcarse en masa para Francia.

La segunda Asamblea colonial acordó lo mismo que la pri mera, á pesar de tres decretos de la de Paris de 1790, 91 y 92. Como dice oportunamente un escritor francés, esta obstinacion en sostener la aristocracia de la piel en presen

cia de una revolucion que derribaba sin piedad la del na cimiento, ápesar de su antigua ilustracion, provocó la hor rible tempestad que debia castigar tan absurdas preocupa ciones. Los hombres de color libres y los esclavos, se su

blevaron en todas partes. Con este motivo se aplicaron á


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los esclavos horribles suplicios, exasperándolos hasta el ex tremo de que en fin de 1791 arrasaran á sangre y fuego toda la provincia del Norte. Fuéron atacados vigorosamen te, pero rechazaron á las tropas, y como consecuencia de sus encarnizadas represalias, 2.000 blancos y 10.000 ne gros perecieron en menos de dos meses. Los mulatos que

habian querido en un principio hacer causa comun con los blancos, viendo el obstinado desden y orgullo con que es tos les rechazaban, se unieron á los negros. La desolacion,

el incendioy la muerte se extendieron portodas las plan taciones. Puerto-Príncipe fué incendiado por los mulatos durante cuarenta y ocho horas seguidas, en que se perdie ron más de sesenta millones de francos. En venganza, los blancos degollaron en la misma ciudad á 2.000 mujeres ne

gras. La ciudad del Cabo fué á su vez incendiada en 20 de Junio de 1795, vertiéndose rios de sangre; y para comple mento de tamaños desastres, sobrevinieron el hambre y la

peste. La Convencion nacional envió en vano comisarios pacificadores; los plantadores, animados por los emigra dos realistas, imploraron el apoyo de los ingleses contra su

patria, y les abrieron las puertas de las ciudades del Mue lle de San Nicolás y Puerto Príncipe en 22 de Setiembre de 1795. Uniéronse entonces para combatir al enemigo co mun los negros libres, los mulatos, las tropas del gobier no, los colonos blancos republicanos y los comisarios de la Convencion, Santhonax y Polverel. Estos últimos en virtud

de sus poderes decretaron la abolicion completa de la es clavitud; pero como la esclavitud degrada y envilece, los negros manumitidos, en lugar de acudir á las armas em

plearon su libertad en irse á las montánas, donde constru yeron cabañas, proponiéndose vivir en paz. Importa mucho fijar la atencion en estos hechos, porque

ellos demuestran que en lasgrandes crisis industrialespro


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ducidas por la manumision repentina de los siervos, si so brevienen catástrofes terribles, débense más á la resisten cia tenaz y porfiada de los intereses conservadores del sis tema preexistente, que á la reaccion de los esclavos contra sus antiguos señores. La iniciativa revolucionaria rara vez parte de las clases pobres y envilecidas por la servidumbre; nace ordinaria mente entre las clases aristocráticas más ilustradas, unidas á las clases medias y á las ya manumitidas y ricas; y al

aparecer los síntomas del descontento político en estas cla ses, la prudencia aconseja que los hombres de Estado, en vez de resistir ciega y tenazmente, preparen poco á poco las reformas. De lo contrario, cuando el movimiento com

primido estalla, ya no hayfuerzas humanas que detengan sus rápidos estragos. Importa tambien conocer que el tra bajador siervo nunca pasa de repente á la condicion de buen trabajador libre. Esun axioma en la ciencia económica que el trabajo del obrero libre es mejor y más barato que el del esclavo; pero para sustituir el primero al segundo, se necesitan emplear aquellos medios que atrayendo la compe

tencia entre uno y otro, destruyan el interés que tienen los señores en conservar los siervos.

En la guerra contra los ingleses y colonos, diéronse á conocer varios hombres de color, entre los que descolló, llegando á general de brigada, el negro Santos Louverture. Además se distinguieron, entre otros, Petion, Besse, Ri gaud y Beauvais. Molestados los ingleses por la resistencia que encontra ron, diezmados por la peste y disgustados por las repeti das traiciones que les hacian los mismos colonos, resolvieron al fin retirarse, y al efecto estipularon en 1798 un tra tado de paz con el general negro Louverture, por el cual

se obligaban á evacuar todas las plazas de la isla, y á


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reconocer á esta como un Estado neutral é independiente. Tres años antes, en la paz de Basilea, España habia ce dido á Francia todas sus posesiones de Santo Domingo, á

las que desde el principio de la insurreccion se habian aco gido los colonos blancos emigrados, lo mismo que los negros insurrectos, y al hacerse la paz con los ingleses, lo mismo la parte francesa que la española, quedaron subordinadas al poder del vencedor.

Los representantes de la Convencion se habian vuelto á Francia,y Louverture, dueño del poder, propuso á la Asam blea de la isla una Constitucion libre que fué aprobada por unanimidad, nombrándole gobernador y presidente vitali cio. Dedicóse entonces á sacarpartido de la paz, procu rando volver brazos á la agricultura,y porfin la isla fué declarada independiente en 1.º de Julio de 1801.

Vislumbrábase por fin el renacimiento del sosiego cuan do Napoleon resolvió someter de nuevo la isla bajo el do— minio de la Francia, y envió 40.000 hombres á las órde nes del general Leclerc. Algunos opinan que más bien que someter la isla, Napoleon se proponia entretener allí á los

restos del antiguo ejército republicano, cuya presencia le embarazaba en Europa. Los negros, con el objeto de privar á los invasores de

todo recurso, incendiaron de nuevo el Cabo y se retiraron al interior. Por su parte, y á poco de desembarcar, el ge neral Leclerc tuvo la imprudencia de proclamar el resta blecimiento de la esclavitud, conjurando así contra la Fran

cia á la poblacion de color en masa. Poco despues, en vista del mal efecto producido por su proclama, dió otra ofre ciendo que reconoceria la libertad é igualdad de todos los habitantes, y con esta promesa se sometieron deseosos de paz, y conservando todavía algunas afecciones en favor de

su antigua metrópoli. Leclerc recompensó tan noble pro


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ceder prendiendo á Louverture y enviándole á Francia, donde murió en un calabozo. Pronto experimentaron los franceses el terrible castigo que merecia su conducta des leal. Los negros, poseidos del más justo furor, tomaron otra vez las armas, y la guerra se hizo por ambas partes sin piedad ni cuartel. Entre otras muchas escenas san grientas, Leclerc condenó 500 negros á muerte, y estos en

venganza ahorcaron 500 oficiales y soldados blancos á la vista del ejército francés. Murió el general Leclerc, los europeos tuvieron que ceder

ante la heróica resistencia de los insulares,y diezmados por la peste y las fatigas, en Diciembre de 1805 trataron de abandonar la colonia definitivamente; pero al salir de la isla cayeron todos en poder de la escuadra inglesa. Duran te los dos años escasos de tan sangrienta lucha, los fran

ceses perdieron treinta mil hombres, y los negros cerca de diez y seis mil.

Proclamóse nuevamente la independencia de la isla, de volviéndole su primitivo nombre de Haití, en 1.º de Enero de 1804, y Dessalines, lugar-teniente que habia sido de

Louverture, tomó el mando, al principio con el título de gobernador, y despues se hizo proclamar rey bajo el nom bre de Jacobo I. Su corto reinado fué espantosamente cruel. Comenzó por decretar el exterminio de todos los franceses que se encontraran en la isla, y despues su tiranía con los mismos haitianos produjo juna insurreccion militar en que fué muerto de un sablazo.

A su muerte disputáronse el poder supremo el general

negro Cristóbal y el mulato Petion, comandante de las tro pas de Puerto-Príncipe. Despues de algunas hostilidades di vidióse la isla en dos Estados: la parte del Sur se consti tuyó en república, presidida por Petion, hombre de talento y que la hizoflorecer hasta 1818, en que murió muy sen


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tido: la parte septentrional fué tambien república al prin cipio, Tbajo la presidencia vitalicia de Cristóbal, hasta que este se hizo coronar con el nombre de Enrique I; pero su

despotismo provocó al fin otra revolucion que le obligóá suicidarse de un pistoletazo en 8 de Octubre de 1820. El general Boyer, hombre de color que en 1818 habia susti tuido á Petion, sustituyó tambien á Cristóbal, reuniendo toda la isla bajo su mando. Durante estos acontecimientos, los españoles, capitaneados por D. Juan Sanchez Ramirez, se sublevaron en 1809, y despues de nueve meses de sitio recobraron á Santo Domingo en 1810. En 1814 volvieron á tomar posesion de toda la provincia española, en virtud del tratado de Paris, conservándola hasta 1821 en que por

efecto de un resentimiento personal de un auditor de guerra llamado Nuñez de Cáceres, ofendido porque no se le habia conferido el destino de magistrado, se concertó con el co mandante negro de algunas tropas de color, y proclamó sin resistencia la independencia. Dos meses despues los hai tianosse apoderaron de esta naciente república,formándo se una de toda la isla bajo la presidencia de Boyer.Siguió á estos acontecimientos un período de pazy prosperidad que duró algunos años. Su Constitucion política era la que ele vóá Petion á la presidencia. El poder legislativo residia en una Cámara de representantes, un Senado, y el presidente vitalicio. Los representantes se elegian por cinco años y los senadores por nueve. Estos últimos eran votados en ter

na, y de cada terna el presidente nombraba uno. Adoptóse " la legislacion civil de la Francia,y se planteó el juicio por jurados. Imitaron tambien el espíritu comunista de los go biernos de la raza latina, en lo que toca á la instruccion pública, instituyendo el gobierno una escuela de primera educacion en cada pueblo, y además las leyes declaraban como deber civil el trabajo de cultivar la tierra, y castiga


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ban severamente la pereza y la inaccion: pero nada podia obligar al trabajo á un pueblo que miraba el cultivo como señal de servidumbre, y que por otra parte podia mante nerse fácilmente en un territorio fértil y abundante. Bajo el influjo de este sistema la poblacion, que en 1804 era sólo de 400.000 almas, en 1855 se aproximaba á un millon.

Francia reconoció la independencia de Haití en 1825, y la república se obligó á pagar 150 millones de francos,

destinados á indemnizará los antiguos colonos. A pesar del reconocimiento, los negros conservaron y aún conservan un odio profundo contra los blancos, sostenido por la des confianza y el temor de que se les someta de nuevo á la esclavitud.

Los dominicanos españoles sentian todo el peso de este odio. A todo blanco le era preciso blasonar de mulato, sobre

todo en Puerto-Principe, capital de la república,para gozar de algun sosiego y seguridad. Las leyes disponian, y aún disponen en Haití, que ningun blanco pueda adquirir pro piedades inmuebles ni carta de ciudadanía. Las mismas ne gras si se casan con blancos, pierden los derechos de ciu

dadanía y las propiedades inmuebles. Los pocos blancosque la necesidad de hacer fortuna ha llevado á Haití, burlan la

ley viviendo en concubinato con negras, y comprando á nombre de estas las fincas; pero su posicion y fortuna está pendiente del capricho de sus queridas, las cuales pueden hacerse dueñas de todo el dia que bien se les antoje. Boyer, á imitacion de sus antecesores, trató de fomentar

el cultivo del azúcar por medio del rigorismo y disciplina militar; pero al fin provocó una revolucion que derribó su gobierno en 1845. La parte española aprovechó esta cir

cunstancia, y seinsurreccionó proclamando su independen cia en 1844, bajo la forma republicana, y presidencia de


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D. Pedro Santana, el mismo que hoy acaba de proclamar la

anexion á su antigua metrópoli. Cuando los españoles reali zaron este alzamiento, contaron con que España les auxi liaria, y al efecto, un influyente general pasó á Puerto-Ri co; pero no fuéron admitidas sus proposiciones. Los espa ñoles dominicanos se vieron entregados á sus propias fuer zas, sin armas, sin municiones, sin dinero, y para econo

mizarla pólvora, se batian al arma blanca, consiguiendo á fuerza de sufrimientos y heroismo, sacudir el yugo de los intolerantes haitianos. Posteriormente la república domi nicana solicitó oficialmente la reincorporacion á España

en 1846 y en 1855 sin obtener resultado. En 1849 al presidente Santana le sucedió Baez, que fi guraba como uno de los más ardientes anexionistas á Espa ña. Francia habia reconocido la nueva república en 1849,

y la Gran Bretaña lo hizo en 1850. Mientras tanto en Haití, desde la destitucion de Boyer, se sucedieron algunos presidentes, hasta que el general Faustino Soulouque, fué elevado á este cargo en Marzo de 1847, y despues en 26 de Agosto de 1849, tomó el título de emperador. Destronado por la revolucion haitiana de 22

de Diciembre de 1859, fué sustituido por el general Ge frard, que es el actual presidente. En Santo Domingo las hostilidades contínuas de los hai

tianos, impedian la consolidacion de la paz en el interior, y con ella el desarrollo del cultivo, de la riqueza y de la poblacion. Los sucesos ocurridos desde 1850 están dema

siado frescos para expuestos aquí, y por otra parte quizás lastimáramos opiniones é intereses locales que en nada afec tan á nuestra cuestion principal. Para dar una idea de la in

quietud política de la república dominicana, basta decir, que desde 1857 hasta su reincorporacion en 18 de Marzo

último, ha tenido cuatro presidentes, Santana, Baez, Val


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verde, y otra vez Santana. Su gobierno casi se puede clasi ficar de autocrático, puesto que se componia de un presi dente elegido por cuatro años, un consejo de cinco miem

bros, y un tribunal superior de diez y siete. La isla de Santo Domingo tiene 60 leguas de largo, 50 de ancho, 560 de circunferencia, y en su conjunto mide unas 29.000 millas geográficas cuadradas. Montañosa en el interior, tiene en el litoral hermosas planicies, entre las cuales descuellan las llamadas de los Llanos y de la Vega

Real. Aunque intertropical, su clima está templado por las brisas,y sus campos ofrecen el aspecto y verdordeuna per pétua primavera. Abunda en maderas esquisitas, como la caoba, los palos de tinte, y otras tan duras, que pueden su plir al hierro en muchos casos. A esta clase pertenecen las que en el país se conocen con los nombres de guayacan,

quiebra hacha y vera ó palo santo. Produce ó admite el cul tivo de lasplantas de la zona tórrida, y un gran número de las templadas. Desde la revolucion de los negros, la pro duccion del azúcar habia decaido hasta el punto de tener que importarla para las necesidades del consumo; pero en este último año, ya se ha cambiado la importacion en ex

portacion. Los demás artículos de esta exportacion, son los cueros, la cera, la miel de abejas, la caoba, los palos de tinte y el tabaco, de que se exportan más de ochenta mil quintales, y por un valor en término medio de diez y seis duros el quintal.

La poblacion viene á estar equilibrada: un tercio blanca caucasiana ó española, otro tercio de color, y otro negra.

Se calcula en las obras de geografía, que la república do minicana cuenta 200.000 almas.

La administracion de justicia está organizada con alguna semejanza á la francesa. La primera instancia se falla por

tribunales colegiados, de los cuales se apela al de casacion.


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IEn punto á organizacion social, se halla establecido el matrimonio civil; existe la tolerancia de cultos, y hay dos capillas de protestantes y una de metodistas. No tiene más impuestos que las rentas de aduanas, cuyos productos ascienden á unos 600.000 duros, y los derechos de puertos y faros que rinden otros 100.000: se calcula en 400.000 duros la deuda del Estado, que toda es interior, y la cual á estas fechas debe haber sido pagada, recogien do todo el papel moneda que la representaba, en virtud de órden dada en 17 de Marzo último, víspera de la proclama de reincorporacion. Esta operacion será tanto más fácil,

cuanto que cada 500 pesos en papel, se cambiaban por uno efectivo. La industria está atrasada por efecto, de que las agresiones de los haitianos, obligan á perder mucho tiem po en la guerra. En cambio la poblacion tiene costumbre de pelear, y posee buen armamento. La marina militar es muy reducida. Son tan patriarcales algunas de sus costumbres, que no

se conoce el préstamo á interés, y aunque este servicio sólo suele hacerse á la amistad, se realiza sin recibo ni escritura

alguna. Esto, que por una parte honra á la hidalguía de los dominicanos, da por otro ideas muy tristes del poco desar rollo de su comercio. Tampoco se conocen las quiebras, ni aún entre los muchos que han perdido su fortuna en nego cios desacertados. La criminalidad es insignificante: apenas se verifican casos de robo ni de homicidio, aún entre los

habitantes más pobres. Lainstruccion pública se encuentra atrasada; pero en cambio los que buscan por sí mismos los medios de apren

der, lo consiguen con mejor éxito y menos inconvenientes que en España. Afortunadamente para Santo Domingo la fal

ta de instruccion pública les liberta de las trabas que los ti tulos profesionales imponen á los hombres de genio en Euro


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pa. La libertad del trabajo es por consiguiente absoluta, y si

sabe el gobierno español aprovechar esta feliz circunstan cia limitando su accion á proteger esa misma libertad, ga rantizando sólo la seguridad política, la tranquilidad, el

respeto á la propiedad y el que se debe á las personas, la nueva provincia puede ser dentro de algunos años un elo cuentísimo ejemplo del poder que tiene la inteligencia hu mana para progresar en todos los ramos del saber, cuan do se ve libre de una enseñanza oficial , de los títulos profesionales que son su consecuencia, y de las organiza ciones gremiales que todavía conservamos aquí con sus

aprendizajes y exámenes universitarios, en profesiones é industrias tan importantes como la jurisprudencia, la me dicina, la farmacia y la arquitectura.

En Santo Domingo la imprenta es libre con arreglo á la Constitucion, pero no existe más que el establecimiento ti pográfico del gobierno: este se negaba á publicar lo que no estaba conforme con su política. Los dominicanos nos han conservado en todo tiempo un grande amor, acrecentado desde 1844, con la necesidad de que fuéramos á robustecer su poblacion contra las agre siones haitianas: ya que no podian conseguir la reincorpo racion, empleaban todos los medios que tenian para atraer

á los individuos de nuestra raza. Con este fin, y cuando no hace mucho tiempo en Venezuela se levantó una persecu cion contra los españoles, el gobierno dominicano fletó en diferentes ocasiones hasta unos veinte buques que traspor

taron á la isla más de mil familias españolas. Tiene la isla puertos de primer órden y riquísimas mi nas de carbon que están por explotar cerca de Samaná: es decir, en un punto favorecido por una fertilidad extraordi

naria, y por una de las mejores bahías del mundo (1). (1) Samaná esuna península de diez y seis leguas de largo y cin


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Reasumiendo la historia de Santo Domingo nos presenta

cuatroperíodos deprovechosísima enseñanza, á saber: El primero, ósea el de la conquista en que se explotó el oro y el algodon,y se extinguió la raza indígena. Segun los cálculos de Humbolt, que son los mejor apreciados,des de 1492 á 1500, el oro enviado á España por término me dio, no pasó de 250.000 duros en cada año. Aún supuesta la misma cantidad hasta la decadencia y completa desapari

cion de los indios, esta suma no guarda proporcion con los cruentos medios que se emplearon para obtenerla.

Es indudable que la mortandad de indios está exageradi sima en todas las historias, puesto que ni tenian un grado de civilizacion bastante para mantenerse en tan gran número, ni hayprobabilidad de que los cálculos de poblacion hechos enaquella época fueranexactos, ni es creible que para cada tres ó cuatro millones de reales en oro extraidos, fuera pre

ciso hacer morir en las minas de 20á50.000 hombres: es indudable tambien que una gran parte de la poblacion, que

se supone muerta en las guerras y trabajos de las minas, debió emigrar al continente desde estay las demás Antillas; pero por mucho que se reduzca el número de lasvíctimas, siempre aparece que se cometió el grave error económico

de emplear la fuerza y el despotismo sólo para obtener oro, y este error trajo consigo la despoblaciony la miseria. El segundo período comprende una época de menosprecio de la isla y de guerras sostenidas con los piratas franceses é ingleses. Período de pobreza y postracion debida á otro grande error, el del monopolio colonial que pretendia ne gar al mundo entero el aprovechamiento de lo que los co de ancho, que comunica con el continente de la isla por una len

gua de tierra estrecha y pantanosa. Forma una bahía de catorce le guas de circunferencia y catorce brazas de anclaje. Siendo esta tan fácil, que las embarcaciones pueden amarrar en tierra.


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españoles mismos tenian en poco y no podian utilizar. El tercero es el de la revolucion de los negrosysus hor ribles venganzas, procedentes del gravísimo error de haber

introducido la esclavitud, fomentándola hasta el punto de que en la parte francesa hubiera ocho negrospor cada blan co. La parte española se libró de este desastre, en razon de que por cada cuatro personas libres sólo habia un esclavo. Y el cuarto, de la preponderancia de los negros que ha

empobrecido la isla sin dejarla un solo dia de reposo á cau sa de la reaccion contra los blancos.

La estadística del comercio de exportacion durante estos

dos últimos períodos, da la medida de las funestas conse cuencias de tantos errores políticos. En 1789, último año del régimen colonial francés, las ex portaciones pasaron de un valor de 821 millones de reales.

Once años despues, bajo el gobierno republicano ypre sidencia de Santos Louverture, sólo ascendieron á259. Dis minucion 562 millones.

En 1824 ya no se exportaron más que 89. Disminucion 475 millones.

Si de la estadistica general pasamos á estudiar la parti cular de cada artículo de produccion, hallarémos cifras to davía más elocuentes.

El azúcar, cuya caña se llevó por los españoles desde Canarias, cuyos primeros ingenios se establecieron en 1515, y ya en 1555 se contaban más de 50, se exportó de la isla en 1788 en cantidad de 178 millones de libras, y desde aquel año la disminucion fué tan rápida, que en 1825 sólo se exportaron unos 20 quintales. El café no ha sufrido tan

enorme baja, y sin embargo, desde unos 77 millones deli brasque se exportaron en 1789, bajóá52 millones en 1826,

despues ha vuelto á subir á unos 50 millones. El algodon, de 7 millones de libras á 620.000, el cacao de 648.000


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en 1801, á 457.000: el añil de 758.000 libras en 1789á nada. Los palos de tinte, aún cuando se redujeron desde 6 millones 768.000libras á2 millones en el período de 1801 á 1820, en 1826 ya se exportaron otra vez 5 millones 500.000. El tabaco cultivado en la parte española y la caoba, son quizás los dos únicos artículos que han tenido aumentO.

Hé aquíun estado de dichas exportaciones.

AZUCAR.

MIELAZAS.

CAFE.

Libras. |||| 76.855.219| Libras. || 7.004.274 Libras. || Libras. || Libras. 1789. | 141.089.851 78.628 || 1801. | 18555.112 || 13.420.270| 2.480.340 | 618.518 s | 1818. 5.445.765| 26.065.200| 474.118 434.568 1819. 5.790.300 || 29.240.919|| 216.105 || 370.439 1820. 2.517.289 || 35.137.759|| 346.839 || 56.424 1821. 600.954 S20.565 ||| 264.792 29.925.951|| 592.568 1822. 164.134 200.454 |||| 24.255.372| 0 I823. 14.920 352.256 || 3555 1824. || 44.269.084| 1.028.045 5.106 |35.802.837|| 161.694 1.240 1825. 2.020 || 36.054.300 815.697 559.937 1826. 32.864 || 32.189.784| 620,972 || 457.592 MADERAS ACEITE ANOS. 1 DE TINTE. TABACo. | CIGARaos.| AonA. | DE PALA CIIISTI.

Libras. 1789. 1801. | 1818. | 1819. 1820, 1821. 1822. | 1825. | 1824. | 1825. ||

Libras.

6.768.654 19.140 6.819.300 5,094.409 1.919.748 97.600 3.728.186 76.400 88.957 8.295.080 6.607.508 587.014 3.858.151 || 718.679 503.423 3.948.190 - -- - 5í0.588

Galon.ing. 5.217 129.862 141.577 120.509 55,005 279.000 || 2.622.277 393.800 || 2369.047 175. 2.181.747 156.

121 711 157

Libras 23,749 99.419

"o 211.927


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III. LA REINCORPORACION DE sÁNTo DoMINGo Á ESPAÑA, sus INCONVENIENTES Y VENTAJAS.

Dejo expuesto que las ventajas ó inconvenientes de la reincorporacion dependen de la política que en su conse

cuencia adopte el gobierno español; pero aún cuando esta sea radicalmente cosmopolita y liberal, las ventajas no se conseguirán sino á costa de algunos sacrificios. El sentido comun demuestra que toda provincia lejana, si ocasiona gastos á la metrópoli, recarga á los contribuyentes de esta con la parte de losimpuestos que cubren dichos gastos, y si por el contrario, produce sobrantes, la provincia paga con exceso los gastos de su gobierno, á no ser que este ex ceso suponga la adquisicion de ventajas políticas de seguri dad y prosperidad económica que le compensen debidamen te. Partiendo de este principio, cuando dos pueblos, aunque

sean de la misma raza, ocupan territorios muy apartados entre sí, como ambos tengan fuerza suficiente para conser var su autonomía éindependencia, á ninguno de los dos le conviene ser absorbido ni absorber al otro. En este caso se

encuentran Inglaterra y los Estados-Unidos.

Pero si uno de los dos se ve rodeado de peligros que amenazan su existencia, si siente la necesidad de un fuer te apoyo de parte de la metrópoli á que debe orígen su

raza, es evidente que la anexion, dándole garantías de órden en el interior y seguridad en el exterior, le propor cionará beneficios inmensos que apenas estarán pagados con la parte de sus rentas que remita á la metrópoli, como so brante de los presupuestos locales. En este caso se halla Santo Domingo con relacion á España. A su vez, siun pueblo para conservar ó extender su co


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mercio necesita factorías, colonias óprovincias en aparta

das regiones, donde la civilizacion indígena esté muy atra sada ú ofrezca sérios peligros á los establecimientos mercan tiles de los pueblos extranjeros, los gastos que sufrague el gobierno metropolitano para sostener dichos establecimien tos, para fundar colonias y provincias, serán reproductivos

cuando menos para los que empleen en ellos su actividad mercantil. En este caso se halla la India inglesa.

Es, no obstante, muy dudoso que los enormes gastos que lleva consigo esta última clase de colonizacion se com pensen con lasventajas que los ciudadanos de la metrópoli reporten dando salida á sus productos. Si se hace bien el balance, los gastos excederán siempre á los productos, á no imponerse á los habitantes indígenas en las colonias unos

impuestos excesivos que cubran todo el exceso de fuerza que exige el gobierno militar que se les impone. Pero aún cuando los gastos excedan á los productos, pa

rece ley natural de la humanidad que las naciones másade lantadas en la civilizacion deban soportar la carga de pro

pagar esa misma civilizacion de que disfrutan, á todos aquellos puntos de la tierra en que carecen de ella. Así ve mos, que desde la más remota antigüedad, cuando las na

ciones llegan al apogeo de la prosperidad, la superabun dancia de su poblacion promueve las grandes emigraciones, las guerras de conquista, las empresas de colonizacion en aparfadas regiones. Muchas veces comienzan estas invasiones con intenciones

pacíficas, llevando la oliva de la paz en una mano y el co mercio en la otra : se establecen en armonía con los pue

blos indígenas factorías mercantiles: despues vienen los choques entre los pueblos invasores y los invadidos, á los choques parciales suceden las guerras generales y la con quista. Otras veces, los mismos pueblos indígenas, trabaja


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dos por discordias civiles, por el despotismo é instabilidad de sus propios gobiernos, buscan el reposo, la pazy la ri queza en el protectorado ó en la dominacion de los civili zados extranjeros. Así ha sucedido en la India, y si estu

diamos su historia, si recordamos todos los horrores come tidos por los principes indígenas, la servidumbre, la espantosa miseria y las contínuas guerras civiles, de raza y religion, á que estaban entregados, hallarémos que la dominacion inglesa, la holandesa y aún la portuguesa, les . ha producido un cambio ventajosísimo. Por desgracia, la colonizacion suele en estos casos fomen tarse, con el incentivo de grandes ganancias que atraen á

los colonos, los cuales para obtenerlas, organizan la explo tacion de la poblacion indígena, sometiéndola á las más du

ras leyes.Si estas leyes son comunistas, al estilo de las an tiguas de la Recopilacion española de Indias, donde los indí genas se hallan en estado semi-salvaje, ahuyentan ó exter

minan la raza, como sucedió en Santo Domingo y en las Antillas: donde como en Méjico encuentran cierto grado de civilizacion, aunque las razas aborígenes se conserven, es á

costa de mantenerse en un estado de perpétuo pupilaje bajo la suprema tutela del Estado. Desaparece la energía indivi dual, fuente de todo progreso : la poblacion se estaciona, y si acontece que recobra de repente su autonomía política, carece de los hábitos de libertad en que debe fundarse el

gobierno por sí mismo, como dicen losingleses en su expre siva frase self-government.

-

La anexion de provincias lejanas bajo este sistema de ab sorcion del individuo por el Estado es siempre, sin excep

cion, perjudicialísima á las metrópolis. Si la reincorpora cion de Santo Domingo se realizara bajo este sistema, que todavía sirve de base á la política española en Ultramar, podriamos desde ahora considerar el acontecimiento como


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un hecho funestísimo para la prosperidad de España y dela nueva provincia.

Esta política exigiria una costosa ocupacion militar, co lonizaciones artificiales y violentas, sometidas á reglamen tos absurdamente comunistas, como los que se han decre tado en Cuba para la admision de trabajadores gallegos,

yucatecos y chinos: exigiria el nombramiento de una nu merosísima cohorte de empleados, que ansiosos de hacer

en pocos años su fortuna, no siempre repararian en la mo ralidad de los medios: esta política rechazaria el estable

cimiento natural y espontáneo de colonos óplantadores li bres, provistos de toda la fuerza de voluntad, de toda la in

teligencia, de toda la actividady perseverancia que exige la explotacion de terrenos vírgenes en zonas casi despobla das: plantadores como los que en menos de medio siglo han creado en los Estados-Unidos una poblacion rica y flore ciente, alimentada por un cultivo más adelantado que el de la misma Europa.

No, á España no se le debe imponer la pesadísima carga de una provincia gobernada por el sistema de la tutela comunista, ejercida por autoridades militares en nombre

de la metrópoli. En este concepto encuentro natural que, juzgando la cuestion por el criterio de la política española ultramarina, hoy vigente, un concienzudo escritor, el se

ñor D. Miguel Lobo, haya sostenido en La España del 17 de Abril último que en las actuales circunstancias, ni com viene á España aumentar sus DomINIos en América, ni ga

marán con la reincorporacion su industria y comercio, ni medrará nuestra fuerza y poder, ni favorecerá este suceso elgran aumento de poblacion que nos es necesario, ni cre cerán nuestras rentas, ni mucho menos nos creará simpa tías en la parte del continente americano que nos perteneció. Y efectivamente, desde que una provincia cualquiera se


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clasifica como DomNio, todas las deducciones del Sr. Lobo son exactísimas.

No Nos coNVENE AUMENTAR NUESTRos DOMINIos ENAMÉRICA

porque no nos conviene dominar en ninguna parte. Nos con viene, sí, y mucho, que pueblos hermanos nuestros, que hablan nuestro idioma, que proceden ó están cruzados con nuestra raza, se nos unan, fraternicen con nosotros, ap0 yen y sirvan nuestros intereses, á cambio de que apoyemos los suyos: nos conviene la union política, fundada en la con federacion voluntaria, y conservándose íntegras la autono

mía provincial en todo lo que se refiera á la política local. Para dominar carecemos de fuerza, y aunque la tuviéramos seria locura gastarla en un dominio improductivo y odioso. Para auxiliar tenemos todavía elementos de accion podero sísima. El dominio nos ocasionaria gastos enormes, nos em

pobreceria, atrayéndonos odios en lugar de ventajas: el auxilio y confederacion, aún cuando ocasione gastos, tiene

más tardegrandes compensaciones, que dan al capital em pleado el carácter de eminentemente reproductivo. Los gobiernos, considerados como deben ser, tienen por

única misiongarantir el derecho de cada uno de sus gober nados donde quiera que se encuentren, y no es ni debe ser objeto del Estado, ni del poder público que le representa, promover industrias, ni cultivos, ni fabricacion, ni crear

crédito mercantil, ni producir otra cosa que justicia y se guridad en el interior,justicia y seguridad en el exterior. Todo lo que sea producir otra cosa que esa justicia y segu ridad, es comunismo puro, es la absorcion del individuo por el Estado, es la inmoralidad, la anarquía económica, el despotismo gubernativo, el atraso, la paralizacion de las fuerzas vitales de la nacion, y más tarde la revolucion ar

mada de los gobernados que demandan á sus gobernantes pan barato, como en 1856 los incendiarios de las fábricas


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de harinas de Castilla; organizacion del trabajo, como en 1854 y 55 pedian los obreros catalanes, exigiendo la in tervencion del Estado en sus diferencias con los fabrican

tes; crédito gratuito, como demandaban en siglos anterio res cuando estaba en moda crear en cada pueblo un pósito ó banco agrícola dependiente del gobierno. Bajo este concepto, la accion de España en Ultramar debe

limitarse ágarantirjusticia y seguridad, y no es poco. Para desempeñar este delicado encargo se sostienen los ejércitos, las marinas militares, los cuerpos consulares y diplomáti cos. Limitada la accion del Estado á garantir esa justicia y seguridad, es lógico el apoyo de la fuerza metropolitana á las provincias lejanas y á las colonias, donde numerosas familias de nacionales están justamente establecidas, soste

nidas porsu trabajoy con derecho á que nacionesvecinas indígenas y semi-bárbaras ó salvajes, no las molesten ni perturben, ni despojen del legítimofruto de sus sudores. Bajo este concepto se comprende tambien que las razas como las naciones y los individuos, apoyen el derecho que tienen para vivir y ejercer su industria donde quiera que hallen medios de conseguirlo: se comprende asimismo que

para apoyar este derecho empleen la fuerza cuando no bas ta la persuasion, y que como resultado del empleo de la fuerza se traspasen los límites de un establecimiento redu

cido, para convertirse en conquistadores de provincias y reinos enteros. Pero cuando la coexistencia de dos razas no

puede realizarse sin que la una domine á la otra, es nece sario que la dominadora sepa respetar los derechos indivi duales de la dominada, sepa atraerla al terreno de la jus ticia otorgándole justicia, al terreno de la libertad conce

diéndole todaslas franquicias económicas, morales, y cuan do menos un gran número de las políticas, para que así vaya acostumbrándose á gobernarse por sí misma.


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Todo esto exige que la metrópoli haga sacrificios cuan tiosos de hombres y dinero como Inglaterra en la India, co mo Francia en Argelia, como ambas á la vez en China, como España en Marruecos, y unida á Francia en Cochin

china. Y para hacer estos sacrificios se requiere un tesoro desahogado y un comercio muy extendido, que hasta cierto punto reporte el beneficio, condiciones de que España ca rece todavía. Por consiguiente, no nos conviene aumentar

dominios en América, y sin embargo nos conviene la rein corporacion voluntaria de provincias como Santo Domingo,

siempre que conserven su autonomía. NUESTRA INDUSTRIA Y coMERCIo no ganarian con la domi

nacion;pero sí con la reincorporacion bajo un sistema cos mopolita y liberal. Abiertos los puertos de Santo Domingo al comercio de todo el mundo, con iguales derechos para todas las banderas, aranceles fiscales extremadamente mó dicos y con la seguridad que presta el gobierno de una ma

cion poderosa, como principia á serlo España; respetados en la isla todos los derechos y todas las creencias; es de

cir, garantidas la seguridad personal, la propiedad,y libre la accion del trabajo, bien pronto afluirán los buques y mer caderías de todo el mundo, á cambiarsus productos por los del país, y si estos no son bastantes, á cambiar los de una

con otra nacion para distribuirlos en el resto de América y en Europa. Este gran movimiento exterior producirá el es tablecimiento de armadores, navieros, almacenistas, ban queros y comerciantes de todas clases en el interior. El co

mercio de comision crea el comercio por cuenta propia. La marina mercante extranjera, desarrollando las necesidades del trasporte, crea alimento para una marina mercante na cional. El acrecentamiento de una poblacion mercantil nu merosa y rica, elevando el precio de las subsistencias atrae

brazos y capitales al cultivo de las tierras, al fomento de


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la ganadería y á la explotacion de las minas, especialmente las de carbon. Robustecida la poblacion con tantos y tan activos elementos, el excedente de operarios que resultará en las industrias mercantiles, aceptaria con gusto un jor

nal en las faenas agrícolas, y sin necesidad de promover emigraciones organizadas, artificiales y violentas, de razas

contrarias á la caucasiana, el comercio libre bastaria para poblar en pocos años toda la isla, para extender el cultivo en todo su territorio y para elevar su industria al nivel de la de los Estados-Unidos.

Es preciso estar ciego para no ver claro en este punto,

al considerar la prodigiosa rapidez con que se ha progresa do donde quiera que este sistema se ha establecido.

LA FUERZA Y PODER DE ESPAÑA amenguarian con la domi nacion; pero se acrecentarán con el sistema de gobierno cosmopolita y liberal. En el primer caso la dominacionexi

giria una numerosa marina de guerra,y un ejército conside rable, empleado de un modo permanente en la isla. En el

segundo, á los pocos años de la reincorporacion, consoli dado el órden interior y la paz exterior en virtud de la mancomunidad de intereses mercantiles, España, ni nece sitaria buques nisoldados en Santo Domingo. Los habitan tesse bastarian á sí mismos, y el apoyo que hoy les pres táramos, podrian devolvérnoslo en caso necesario y con grandes creces. Desde estemomento nuestra fuerza y poder nacional estarian notablemente acrecentados. EL AUMENTo DE PobLACION NECESARIO EN LA PENíNSULA

se contrariaria con una dominacion en Santo Domingo, que violentando el órden natural, creara estímulos artificiales

para llevar allígrandes buques cargados de emigrados es pañoles, engañados, sin accion ni iniciativa individual, sin capitales, y destinados á perecer en su mayor parte bajo el

peso de reglamentos disciplinarios redactados con tanto ri


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gor como ignorancia de las leyes naturales que rigen el ór den de la produccion. Por el contrario, un sistema de gobierno liberal, que ni fomentara las emigraciones artificiales y en masa, ni opu siera trabas á la voluntaria é individual, facilitando el co

mercio entre la Península y la isla, aumentaria los produc tos de ambos países,y á un aumento de riqueza, siempre corresponde un aumento de poblacion. Hoy Cataluña y San tander y otros pueblos de España, envian todos los años

gran número de sus hijosá Cuba, y sin embargo, los capi tales adquiridos en dicha antilla, crean y fomentan un acre

centamiento extraordinario de poblacion activa y laboriosa en la misma Cataluña, en Santander, enGalicia,y en todos los puntos de donde salen la mayor parte de los emigrados. En todo cambio libre ganan siempre las dos partes con tratantes,y la suma de las ganancias obtenidas en los cam bios de dos naciones, acrecentando la riqueza de las dos á la par, aumentan á la par la poblacion de ambas. Argelia cuenta hoy pueblos enteros de emigrados catala nes, mallorquinesy valencianos,y sin embargo, las pobla ciones de Cataluña, Mallorca y Valencia, han crecido mu cho en los últimos años.

LAs RENTAs PúblicAs DE ESPAÑA no crecerian nunca con

la política de dominacion, puesto que cuanto más aumen tara, más gastos exigiria la conservacion de la autoridad

en la isla. Con la política liberal, tampoco conviene que crezcan más que en la proporcion necesaria para soportar los gastos correspondientes al gobierno de la isla. En este punto, Santo Domingo debe conservar su perfec

ta autonomía. Toda contribucion impuesta sin que esté vo tada por los que la han de pagar, ó sus legítimos repre sentantes,supone la degradacion civil y la servidumbre de los contribuyentes.


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En el gran meeting libre-cambista de Bradford en In glaterra para promover la supresion entera del viejo siste ma inglés colonial, y la emancipacion política de todas las colonias, decia el ilustre Cobden: «Ciertamente, yo no pi do que establezcamos contribuciones en nuestra colonias, porque á fuer de ingleses, los colonos podian respondernos apoyándose en nuestra Constitucion, que una contribucion sin representacion,no es más que un robo.» LAs siMPATíAs DE Los ESTAD0s HISPANO-AMERICANos DEL CON

TINENTE, las perderiamos completamente empleando en

Santo Domingo la política de dominacion;pero esas simpa tías acrecentarian, y los odios que todavía nos conservan en algunos puntos, desaparecerian á los pocos años de un

gobierno ultramarino, apoyado en la justicia, y que respe tara la autonomía de la isla. La raza españolà, que como ya he tenido lugar de exponer, necesita cohesion, vínculos de fraternidad que la faciliten los medios determinar su re generacion política, que siente los efectos de la política in

vasora de los Estados-Unidos, que teme la repeticion de inquietas invasiones como la de Walker, y la reproduc cion de actos de exterminio y despojo de la raza, como los ocurridos en Tejas,ylos que tienen lugar actualmente en California: esta raza, trabajada por sus grandes des gracias políticas, volverá de nuevo sus simpatías hácia su antigua patria desde el momento que en ella tenga se guridad de encontrar apoyo y buenos oficios de paz, sin

mengua de la independencia de ningun estado hispano ¿ IDOTICIO.

Creo haber analizado los inconvenientes que el Sr. Lobo encuentra para la reincorporacion,y que de su exámen re

sulta comprobado el tema de este folleto.Todo desventajas, si se emplea la antigua política ultramarina: cada desven taja se convierte en la ventaja que le es contraria, si se si


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gue la política moderna apoyada en la libertad, ó lo que es igual, en el respeto á todos los derechos.

A los inconvenientes que encuentra el Sr. Lobo, debe añadirse otro indicado oportunamente por el Sr. Rivadenei ra, cuyos frecuentes viajes y extensas relaciones con Amé rica, dan mucha autoridad á su pluma. Alude dicho señor,

á las complicaciones que nos puede traer con los Estados Unidos, al peligro de que la república de Haití se anexione á dichos Estados para contrabalancear el apoyo que España preste á Santo Domingo, y de este modo continuar, con ma

yor fuerza si cabe, su sistema de hostilidad y absorcion de la parte española.

Tambien seria este inconveniente muy real y efectivo,

supuesta una política de dominacion; pero conviértese en ventaja adoptada la política contraria.

A los Estados-Unidos lesimporta emancipar las Antillas de nuestro gobierno, por el régimen de monopolio y exclu sivismo que todavía impera sobre nuestra política ultrama rina; pero desde el momento en que sus buques y merca

derías hallaran en ellas todos los derechos y seguridades que pueden apetecer; desde el momento en que sus ciu dadanos tuvieran garantidas sus libertades y propiedades,

la política norte-americana cambiaria completamente de aspecto, ó á lo menos careceria de justicia, y en con secuencia de fuerza para molestarnos. Por otra parte,

es improbable la anexion voluntaria de Haití á los Esta dos-Unidos. Los negros saben bien que la raza yankee ex termina á las inferiores que se oponen á su paso: huyen de la reincorporacion á Francia, por miedo de la esclavitud á pesar de que en Francia está abolida, y niegan por este mismo temor los derechos de ciudadanía á los blancos; pero

en el supuesto de que semejante anexion fuera probable, ¿qué mal habria en que los norte-americanos nos ayudaran


á restablecer en toda la isla la libertad, la seguridad, y con ella la coexistencia de blancos y negros?

La propaganda de la civilizacion por medio del estable cimiento de colonias, ya queda probado que es costosísima:

es una carga muy pesada para la nacion colonizadora. De aquíque Inglaterra y Francia hayan hecho tantos esfuerzos para civilizará Turquía y Egipto, sin emplear la conquista;

de aquí los esfuerzos dirigidos á dar unidad y engrandecer á Italia. Las grandes potencias sienten la necesidad de que la civilizacion se propague; pero principianá conocer, que

es mucho más ventajoso que los pueblos atrasados se le vanten por sí mismos de la postracion en que yacen. Ingla terra y Francia tienen sobrada carga con la India y la Chi na en Asia, la Australia en la Occeanía, la Argelia en Africa, y las colonias que les restan en América. Conviene ahora á esas potencias, que si España puede, costee la civi lizacion de Marruecos, y termine su mision en América, y á nosotros nos importa gastar nuestras fuerzas y tesoros

en la menor cantidad posible, y si en Haití los norte americanos consolidaran el órden y la justicia mientras nos otros lo haciamos en Santo Domingo, la obra quedaria com pleta en pocos años.

En resúmen, aún adoptando una política liberal, la rein corporacion de Santo Domingo nos ocasionará gastos,y nos expone á conflictos internacionales, sobre todo con los Es

tados-Unidos; pero los gastos tendrán al fin su compensa cion, y aún cuando no la tuvieran, el instinto de conser vacion de nuestra raza exige que sacrifiquemos algo cuan do una fraccion de ella reclama nuestro apoyo. En cuanto á los Estados-Unidos, han desaparecido las probabilidades de un casus belli, pero si se reprodujeran, apoyados en el derecho y la justicia, somos ya bastante po derosospara hacernos respetar. Si los Estados-Unidos cuen


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tan 25 millones de habitantes, nosotros contamos dos ter cios de ese número. No podemos invadir, pero tenemos medios muy enérgicos de defensa, que alejan el temor de un CaSO extremo.

Por otra parte, los Estados-Unidos no podrian apoyar su demanda, más que en la doctrina Monroe, que carece de

aplicacion al caso presente (1). (1) En la época de la Santa Alianza, las potencias europeas del continente pretendian, que las provincias españolas de América ya emancipadas, volvieran á la obediencia de la metrópoli. Inglaterra se oponia, y mister Caning, á la sazon ministro de la Gran Bretaña, se dirigióá los norte-americanos, para que haciendo causa comun con los ingleses, resistieran dicha reincorporacion. Monroe era presiden te á la sazon de los Estados-Unidos y contestó, que en Europa podian

las potencias decidir lo que bien les pareciera,porque á los Estados Unidos sólo importaba la política americana, y que por lo que á esta tocaba, los Estados-Unidos respetarian las posesiones europeas exis tentes en América; pero no consentirian que ningun gobierno, nito

dos los gobiernos juntos de Europa, se mezclaran en los asuntos in teriores de ningun gobierno del continente ni de las islas de Améri

ca. Como se ve, esta doctrina no tiene aplicacion para oponerse á la reincorporacion voluntaria de Santo Domingo á España.


CUBA Y PUERTO-RICO. I.

sITUACION y ExtENSION GEogRAFICA—PRECEDENTEs HISTóRICos. —REFoRMAs EcoNóMICAs Á QUE DEBEN SU PRosPERIDAD.—ES TADO ACTUAL, NECESIDAD Y URGENCIA DE LAS REFORMAS P0 LÍTICAs.

CUBA, la másgrande, la verdadera reina de las Antillas, se halla situada entre los 17° 45’ y 25º15’ latitud norte, y los 67° 20’ y 78º55' longitud occidental del observatorio de San Fernando. Tiene 255 leguas de largo por unas 24 de ancho en término medio. Mide 5.497 leguas cuadradas de 25 al grado.

PUERTo-Rico se halla entre los 17° 44' y 18º 50" latitud norte, y los 59º25 y 60°59’ longitud occidental del refe rido observatorio. Su área mide unas 550 leguas cuadra das. Su longitud pasa de 51 leguas, y su mayor anchura de 12.

Su poblacion y comercio aparecen en los estados que van por apéndice. Conocida la historia del descubrimiento y conquista de

Santo Domingo, se sabe la de Cuba y Puerto-Rico. Colon creyó que Cuba era tierra firme,pero en 1594,Sebastian de Ocampo la boxeó, descubriendo que era isla. En esta expedicion carenó su buque en uno de los puertos que con

este motivo tomó nombre de Cárenas, y hoy es el de la Habana. Los historiadores cuentan que tambien en esta

isla se explotó mucho oro en la época de su conquista y calculan en 200.000 almas la poblacion indígena de aquel tiempo, la cual vivia de la pescay de la caza. Muchose ha


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hablado de las crueldades cometidas con estos pobres in dios; pero escritores modernos y concienzudos opinan que

la raza de los aborígenes se ha extinguido, principalmente por sus mezclas con las razas europeas que la han confun dido. Consérvase todavía un pequeño resto de dichos indi genas, cerca de Baracoa, y entre los guágiros ó campesi nos blancos se cree que existen muchos individuos que traen su orígen del cruzamiento de la raza roja con la blanca.

Baracoa fué el primer pueblo fundado en 1512 por Diego Velazquez, conquistador de la isla, que en 1544 fundó

tambien á San Cristóbal de la Habana, hoy capital de la ,

Durante el período de las guerras con los aventureros fran ceses é ingleses, sufrió las consecuencias de aquellas encar

nizadas luchas. En 1556 la saqueó un pirata francés:poco despues fué presa de losingleses, luego de los franceses y de este modo sufrió mucho hasta fines del siglo último. La conquista de Puerto-Rico, hecha por Juan Ponce de

Leon fué menos fácil que la de Cuba, porque los indígenas que eran muchos y valerosos, resistieron tenazmente, hasta el punto de morir casi todos con las armas en la mano y sin rendirse. Ponce de Leon fundó en 1510 la ciudad de San

Juan, capital de la isla,factoria central durante largo tiem po de los contrabandos que hacian los ingleses, franceses y holandeses con los españoles. El almirante Dracke la invadió en 1595, incendiando to

dos los buques que encontró en el puerto, pero sin tomarla plaza. El duque de Cumberland se apoderó de toda la isla en 1598, pero le arrojó de ella una epidemia, de la que murieron 400 hombres en el espacio de un mes. En 1615,

losholandeses se apoderaron de la ciudad, pero no del cas tillo, y por último, los ingleses hicieron dos tentativas in fructuosas de invasion en 1742 y 1797.


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Pocos años antes, en 1755, por órden del marqués de la Ensenada, ministro de Fernando VI, los célebres marinos D. Jorge Juan y D. Antonio de Ulloa, fuéronal Perú acom

pañados de tres astrónomos franceses, con el objeto de ave riguar la verdadera medida de un grado terrestre en el Ecuador. Aprovechóse Ensenada de esta circunstancia, y ordenó á los dos generales que estudiaran de paso el verda dero estado social y político de América. Juan y Ulloa des empeñaron su cometido presentando un informe secreto, que durante algunos años estuvo sepultado en el archivo del Consejo de Indias, y que extraido de allí se publicó en Lón dres el año 1826 (1).

En este importantísimo trabajo, aparecen fotografiados los resultados de la política exclusiva, de la tiranía y del monopolio ultramarino. La corrupcion y la venalidad infes taba á todos los funcionarios de América, y principalmente

los curas y frailes eran los más duros opresores de los in (1) La obra se titula: «Noticias secretas de América sobre el esta do naval, militar y político de los reinos del Perú y provincias de Quito, costas de Nueva Granada y Chile : Gobierno y régimen par ticular de los pueblos de Indias: cruel opresion y extorsiones de sus corregidores y curas: abusos escandalosos introducidos entre estos

habitantes por los misioneros: causas de su orígen y motivos de su

continuacion por el espacio de tres siglos»; escritas fielmente segun las instrucciones del Excmo. Sr. marqués de la Ensenada,primerse cretario de Estado, y presentadas en informe secreto á S. M. C. el

Sr. D. Fernando VI, por D.Jorge Juan y D. Antonio de Ulloa, Te nientes generales de la real Armada, miembros de la real Sociedad

de Lóndres, y de las reales Academias de Paris, Berlin y Stocolmo. Sacadas á luz para el verdadero conocimiento del gobierno de los es pañoles en la América meridional, por D. David Barry, en dos partes. —Lóndres, en la imprenta de R. Taylor, 1826. Esta obra en la ac

tualidades bastante escasa, y ya en 1849 sólo pude conseguir un ejemplar despues de prolijas diligencias.


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dios, los más desmoralizados en sus costumbres, los más sórdidos y orueles en sus exacciones.

En las Antillas, ya no habia indios que explotar; pero se hacia el contrabando en grande escala, y aunque servia para enriquecerá una buena parte de corrompidos funcio

narios que enviaba la metrópoli, el comercio ilegal, era al fin comercio, promovia la produccion interiory enriquecia á las islas. Creóse en 1740 una compañía privilegiada en la Habana que monopolizó el tráfico, pero que no impidió su acrecentamiento á causa de su corta existencia.

Preparadas las Antillas de este modo, y sin duda á con secuencia de las terribles noticias secretas, el gobierno es

pañol comenzó á rebajarlas fuertes restricciones que suje taban al comercio americano, haciendo de él un detestable monopolio y la más inmoral y vejatoria de las granjerías. Con timidez al principio, y desnaturalizándose en seguida las gracias concedidas por medio de reglamentos de ejecu cion plagados de trabas, se dió por fin el decreto de 12 de Octubre de 1778, llamado del Libre-comercio á Indias, y

por el cual se abolia el monopolio de la casa de contrata cion de Sevilla, y se abrian los mercados americanos para

el comercio desde puertosy en buques españoles. Los puer tos habilitados por este decreto en la Península, islas Balea res y Canarias, fuéron: Sevilla, Cádiz, Málaga, Almería, Cartagena, Alicante, Alfaques de Tortosa, Barcelona, San tander,Gijon, Coruña, Palma ySanta Cruz deTenerife. En las Antillas fuéron: San Juan de Puerto-Rico, Santo Domingo y Montechristi en la isla Española, Santiago de

Cuba, Trinidad, Batabanó y la Habana en la isla de Cuba. El primer paso estaba dado. Al año siguiente ya se per

mitió la entrada de buques de naciones amigas cargados de víveres, y aunque fué derogada esta concesion en 1784, se restableció en 1795. Cuatro años despues se permitió la


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importacion de ropas extranjeras, volvióse á prohibirá los dos años;pero los habitantes y el gobierno habian tocado

las ventajas de la libertad comercial, y en 1801 fué pre ciso restablecerla, sin que nada detuviera el impulso dado, puesto que desde 1805 á 1810 con varios pretextos las mismas autoridades de la isla de Cuba ampliaron las fran quicias concediendo entrada á todas las mercancías extran

jeras, medida aprobada por el gobierno metropolitano en 10 de Febrero de 1818.

La isla de Cuba, casi despoblada en 1700, comenzó á

prosperar visiblemente desde que se plantearon las primeras franquicias. Las revoluciones de Santo Domingo, y despues la emancipacion del continente americano, contribuyeron tambien algo á que su poblacion aumentara con los emigra dos que no querian renunciará su antigua patria; pero la principal causa de su prosperidad fué debida al influjo de la naciente libertad de comercio.

En 1791 se habían tambien abierto los puertos para los buquesimportadores de negros, y aunque de esta medida

proceden las dificultades que hoy entorpecen la colonizacion blanca, entonces sirvió para dar grande impulso á las pro ducciones indígenas.

Completaron estas reformas comerciales otras de índole tambien económica y de la mayor importancia. La ley de las Córtes de 9 de Febrero de 1811 decretó en su artículo

segundo la libertad de industria en América, en el artículo tercero declaró que todos los americanos, así españoles co mo indios, eran aptos, segun sus méritosy capacidad, para toda clase de empleos y destinos, y no hablo del artículo pri mero, por el que se les concedia representacion en las Cór tes, tan completa y ámplia como á las provincias peninsu lares, en razon á que esta medida política cayó con la Cons titucion de 1812.


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En 1815 se permitió la roturacion de montes y plantíos, derogando la antigua y vejatoria legislacion sobre este En 1817se permitió el establecimiento en la isla de súb ditos extranjeros y católicos, concediéndolespor quince años exencion de contribuciones reales sobre los terrenos que ro turaran, exencion perpétua de tributos personales ó de ca pitacion é igualdad de derechos civiles con los españoles. En el mismo año se desestancó el tabaco.

En 1819 se confirmó la propiedad de los terrenos conce didos por merced de la corona, y se eximieron de alcabalas

las ventas de tierras montuosassituadas á más de 25 leguas de la Habana y las ventas á censo reservativo de toda la isla.

En 1822 se creó el depósito mercantil de la Habana. Con estas medidas progresaron rápidamente el cultivo, la ganadería yla poblacion blanca, y así como la historia de Santo Domingo demuestra los terribles resultados que en todas épocas ha producido la política del exclusivismo, del

monopolio y de la tiranía en Ultramar, así la de Cuba y Puerto-Rico, desde que obtuvieron franquicias en el órden

económico, ofrecen con el ejemplo de su crecienteprosperi dad todo lo que puede esperarse de una política completa mente liberal (1). (1) No por esto quiero decir que en Cuba estén resueltas todas las cuestiones económicas y realizadas todas las reformas de esta índole. Queda por el contrario mucho que hacer. Los aranceles de Aduanas

han sido variasveces alterados en sentido restrictivo en artículos muy importantes, como por ejemplo las harinas que siendo españolas, en handera nacional pagan 40 rs. vn. por barril y las extranjeras, en ban dera tambien extranjera, unos 190 rs. vn. El conde de Villanueva su

perintendente general de la isla, sostuvo durante su mando los bue nos principios económicos: á él se debe en gran parte la reforma:


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Por tanto, la mejorprueba en favor de la reforma poli tica de ambas Antillas, consiste precisamente en los resul tados de las franquicias económicas de que muchos hacen

argumento contra la libertad política (1). En el órden so por tres veces resistió el cumplimiento de la enorme subida impuesta

á las harinas,pero alfin tuvo que ceder. Los demás ramos de Hacienda exigen tambien grandes é importan tes reformas especialmente en el de impuestos. Acerca de este punto

elSr. D. Ramon Pasaron y Lastra, intendente general que fué de la isla en 1855 en una severa censura de los presupuestos de Cuba, dice que allí rigen :

«La desigualdad en el impuesto.» «La intervencion fiscal en los intereses privados.» «El veto fiscal en muchas transacciones particulares.»

«Laimposicion del tributo en los momentos en que se arruina el contribuyente.» «La exaccion del impuesto con inoportunidad.»

«La diversificacion del impuesto que lleva consigo la desproporcion en las cargas.

«El mantenimiento de las dificultades, de la oscuridad y de la com plicacion.» «El aumento, en fin, de los gastos de recaudacion, y el que es

consiguiente en el impuestopara pagar empleados.» (La isla de Cuba considerada económicamente, pág. 82.)

Esta situacion rentística por sí solaprueba la necesidad imperiosa de que los presupuestos de Ultramar se discutan en las Córtes con asistencia de diputados ultramarinos. (1) Uso los adjetivos politica y economía en el sentido vulgar, y

para distinguir aquellasleyesó medidas de gobierno que se relacionan con las funciones y constitucion de los poderes públicos, de las que se

relacionan más inmediata y directamente con la industria y la rique za. Por lo demás, en la esfera científica, ninguno de los hechos, ninguna de las doctrinas, ninguno de los actosy leyes del órden so cial, dejan de tener un aspecto económico ó de utilidad, un aspecto moral ó de bondad,un aspecto dejusticia ó de derecho, así como no hay verdadera utilidad fuera de lo bueno y de lo justo, ni bondad fue ra de lajusticia yverdadera utilidad, ni justicia que no sea buena y útil.


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cial no pueden admitirse dos criterios diferentes, ni dos ló gicas distintas, una para la libertad política, y otra para la libertad económica, sin llegar al absurdo. Si de la aplica cion de la libertad á un órden de fenómenos sociales resulta

el bienestar y la prosperidad, la aplicacion del mismo prin cipio á todos los demás actos de la actividad humana, de berá aumentar considerablemente esa misma prosperidad y bienestar.

Podrá suceder que en épocas determinadas las transicio nes bruscas de un órden existente á otro mucho más libe

ral perturben momentáneamente la prosperidad política ó económica deun pueblo, pero cuando ya está consumado un progreso económico, espreciso realizar otro político que le complete, si no se quiere crear una situacion desequilibra da, anómala,violenta, y expuesta ágravísimos desórdenes. Así es, que cuanto más conservadoras sean las doctrinas de un gobierno, tanto más interés tiene en que desaparezca

ese peligroso desnivel, armonizando el órden social econó mico con el órden político. En Cuba y Puerto-Rico, la poblacion blanca se ha hecho rica por efecto de las franquicias mercantiles, y ya no pue de continuar allí el régimen de dictadura, sin crear graves

peligros para el porvenir. La riqueza siempreproducefuerza, desarrolla la inteligencia, y crea necesidades de goces mo rales y políticos, que si á tiempo no se satisfacen por un go bierno previsor, acarrean más tarde complicaciones muy SOI"IS.

Por otra parte, losgobiernos conservadores pueden jus tificarsu resistencia á las reformas políticas, cuando estas requieren otras en el órden económico, cuya perturbacion, siquiera sea transitoria, y para mejorar, tuviera los incon venientes de producir una crisis terrible, como por ejem

plo, la concesion del sufragio á los esclavos negros, y su


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repentina manumision. Pero si se puede justificar la resis tencia, si además seria una gravísima falta política la adop cion prematura de reformas revolucionarias, en cambio la

conservacion de un régimen absoluto para el gobierno de unpueblo tan rico como el cubano español, es tanto ó más imprudente y temeraria, cuanto mayor es su riqueza. Esto

examinando la cuestion por el criterio mismo de los parti dos doctrinarios, y prescindiendo del criterio absoluto de las

ciencias antropológicas. Estas últimas, sin embargo, de muestran, que por una eterna ley del órden natural en el hombre, las necesidades físicas preceden á las morales: an tes de formar raciocinios el niño recien nacido, siente la ne cesidad de alimento ó abrigo: antes de constituirse en ciu

dadano el siervo se convierte en colono parcero, y despues en arrendatario ó propietario. La comunidad nace entre los

trabajadores libres, despues se sobrepone y anula al feudo; de la comunidad nace la ciudad libre, que enriquecida por el comercio y las industrias manufactureras, ampara y le vanta al israelita perseguido, convirtiéndole en banquero, destruye ó amengua el poder de las antiguas aristocracias, abre las puertas de los Parlamentos á todas las clases ilus tradas, y las urnas electorales al sufragio de todas las demás.

El principio de autoridad, nacido en las familias, pater

nal en su origen, convertido luego en guerrero, despues apoyado en la usurpacion y el despojo, y por fin gran em presario de todaslas industrias sociales,tiene su apogeo en la aplicacion del funesto principio de todas las escuelas co

munistas, en que el individuo se anula ante el Estado,y este se personifica en un autócrata.

De la plétora de poder y atribuciones, surge la anar quía: el trabajo comienza á emanciparse: fuente de rique za se hace p0deroso individualizando la responsabilidad con


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la ganancia. A la manumision del trabajo, sigue forzosa mente la libertad política. Tal es la historia de la humani dad en todos los climas, en todas las zonas, y en todos los

tiempos. ¿Se querrá alterar esta ley natural en las Antillas? Pero en ese caso, ¿dónde existe la razon de conveniencia

para justificar la alteracion? Dónde la fuerza para reali zarla?

LasAntillas estánya maduraspara la libertadpolítica:son demasiado ricasy demasiado ilustradas para continuar mu cho tiempo bajo un gobierno absoluto. Rodeadas de gobier

nos libres con cuyospueblos mantienen su principal comer cio, de los que reciben libros, periódicos, ciencia, costum

bres, y hasta modas, sólo una ceguedad política llevada al extremo, mantenida por una ignorancia imperdonable, ó por intereses egoistas, personalisimos, puede defender el

statu quo. Cuanto más conservador sea el gobierno de la Península; cuanto más blasone de templado, prudente y amigo del órden, tanto más obligado se encuentra para ar monizar en la América española, la libertad económica con la libertad política. En punto á la historia política de las Antillas, desde el descubrimiento hasta 1856, su Constitucion fué siem

pre igual á la peninsular. De 1810 á 1814, estuvo repre sentada por sus diputados en las Córtes y gobierno de la

nacion; lo mismo ocurrió de 1820 á 1825, y desde 1854 á 1856. En esta época el gobernador de Santiago de Cuba D. Manuel Lorenzo, proclamó la Constitucion de 1812, pero el Sr. Tacon, capitan general de la isla, desaprobó su conduc ta. Lorenzo vino á España, donde á la par que se le conce

dióun puesto importante en el ejército del Norte, el gobier no encausaba á los que habian restablecido con él aquel código. Fué necesario que el honrado general exigiera re petidas veces, que se pusiera en libertad á los que no te


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nian más delito que haber sido obedientes á sus órdenes, ó se le sometiera á la misma causa.

Las Córtes, influidas por hombres políticos que ya en 1812 deseaban restringir la Constitucion política, apoyaron

la conducta del referido capitan general, negando la admi sion de los diputados por Cuba, D. José Antonio Saco, don Juan Montalvo y Castillo, conde de casa Montalvo, y don Francisco Armas. Sostuvo el dictámen D. Agustin Argüe

lles, cuya fama de liberal tenia mucho de inmerecida, yá quien se atribuyó por entonces que conservaba antipatía contra los diputados ultramarinos, desde que en las Córtes de 1810 á 1814, el célebre Mexia eclipsaba sus triunfos

oratorios. Es de notar, que en las tres épocas, los diputa dos ultramarinos, y especialmente los de Cuba, fuéron siempre personas notabilísimas por su instruccion, patrio tismo, su amor á España y su riqueza.

Como quiera que sea, la isla de Cuba quedó desde en tonces bajo un gobierno peor que el del régimen absolu to. Por este régimen existia un Consejo Supremo y un mo narca á quien apelar de los abusos de las autoridades; pero disuelto el Consejo, y limitada la autoridad real por la Constitucion política de la Península, las Antillas no depen

den del rey, ni de las Córtes, sino del capricho y voluntad de capitanes generales, que varian cada tres años. Agréguese á esta circunstancia la de que la antigua fuer

za de las chancillerías ó audiencias pretoriales que contra pesaba la autoridad de los vireyes y capitanes generales hasta en los negocios de guerra, habia desaparecido desde 1825 en virtud de una simple real órden de 28 de Mayo de aquel año, dirigida al capitan general de Cuba, confirién

dole plenamente todo el lleno de las facultades que por las Reales Ordenanzas se conceden á los gobernadores de plazas sitiadas.


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Privada de su representacion en las Córtes, la isla de Cuba ha continuado desde entonces bajo la más inconve niente dictadura militar. Enmudecida la imprenta, someti

da la seguridad individual á tribunales sin garantías deim parcialidad por su estrecha dependencia del capitan gene ral, sin intervencion en sus negocios interiores, pagando enormes impuestos sin que sirvieran para atenderá sus

propias necesidades, y administrada por funcionarios pro vistos de todos los medios para enriquecerse en poco tiem

po á costa de manejos de mal género y sin facultades nin gunas para hacer el bien. Los blancos hijos de Cuba, considerados como insur

gentes peligrosos á quienes se cerraba toda partipacion en las carreras políticas. El saber, mirado con antipatía y

desconfianza. La menor señal de queja ó resistencia á la injusticia, como un acto suversivo y digno del mayor cas tig0.

De aquí que la prosperidad de la isla, tan rápida en el primer tercio del siglo, ha continuado ó ha permanecido es tacionaria ó ha disminuido segun los capitanes generales eran más ó menos inteligentes y justificados.

Desde 1856 las Córtes casi nunca han vuelto á ocuparse del gobierno de las Antillas, como no haya sido por inci dente, y al tratarse de la partida de ingresos del presu

puesto por sobrantes de Ultramar. Sólo en 1849 y 50 la imprenta de la Península dió algunas muestras de interés por la situacion política de aquellas provincias; pero el des den del gobierno, exasperando los ánimos de algunos insu

lares, dió lugará las intentonas de Lopezy á que se publi cara en los Estados-Unidos un periódico que defendia la

emancipacion de Cuba y su anexion á la poderosa confede racion Norte-americana. Muy de sentir es que la incuria é injusticia del gobierno español produjeran la existencia de


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ese partido anexionista; pero el mal aúntiene remedio si se obra sin temor y con buena fe. Desde 1849 mediaron otros dos años hasta que el actual

gabinete realizó en 1858 una tímida y mezquina reforma de los ayuntamientos de Cuba, introduciendo en ellos algun

elemento de eleccion popular.Sin embargo de su limitada importancia, creí que debia alabar este primer deseo de

reforma, y publiqué en La América un artículo del que re produzco los siguientes párrafos, como medio de presentar

un bosquejo de la actual situacion política de las Antillas. «El real decreto de 27 de Julio último,por el cual se re forma la organizacion y régimen de los ayuntamientos en la isla de Cuba, es sin disputa una de las más importantes disposiciones que desde 1856 se han adoptado para aquella

provincia ultramarina: por este decreto se establece en la Reina de las Antillas el principio de la eleccion popular para el nombramiento de sus municipios, y aunque este princi

pio no se plantee con toda la latitud que quizás conviniera, indica desde luego que el gobierno actual ha comprendido la necesidad de ir armonizando las instituciones administra

tivas de la isla con las ideas de la época.

No nos proponemos hacer un prolijo análisis de los capí tulos que abraza la nueva organizacion municipal, porque examinada con el criterio de nuestras ideas, todavía nos deja bastante que desear; pero nos hacemos cargo de que

ni al gobierno, ni á la Direccion general de Ultramar les será fácil vencer los obstáculos que naturalmente se oponen á mayores reformas. Por esta consideracion y porque desde

algun tiempo á esta parte observamos en el gobierno una tendencia marcada á mejorar el sistema administrativo de nuestras provincias ultramarinas, creemos oportuno limitar nos á aplaudir el pensamiento fundamental del decreto, abs

teniéndonos de señalar los defectos que en él imprimen,


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sin duda, las circunstancias, más bien que las ideas de su autor.

Mas ya que el gobierno se halla con tan buenas tenden cias en punto á política ultramarina, séanos permitido alen tarle en su camino, recordándole la oportuna conveniencia

que tendria la presentacion en la próxima legislatura de las leyes especiales que han de regir en las provincias ultra marinas, leyes especiales cien veces ofrecidas desde 1857 y que aún no se han propuesto á las Córtes en 1859. Despues de veinte y dos años de repetidos aplazamientos, ninguna época nos parece tan oportuna como la presente para cumplir aquella repetida promesa. El gobierno y las

instituciones de las provincias de la España európea no es tán en consonancia y armonía con el gobierno ylas institu ciones de las provincias de la España americana y asiática. En vez de utilizar por entero los recursos y fuerzas de es tas últimas para el comun engrandecimiento de la nacion en su conjunto, se pierde una buena parte de las fuerzas peninsulares, empleándolas en sostener un sistema colonial contrario al espíritu de la época.

No siempre es dado hacercaminar á los pueblos tanápri sa como fuera de apetecer por la senda de la civilizacion y del progreso,ni á ciertos partidos políticos debe exigir seles que concedan á las provincias ultramarinas la misma latitud en cuanto al goce de los derechos políticos que otros planterian; pero todos, sin excepcion, y con arreglo á sus principios, pueden introducir mejoras. Ninguno de ellos alegará en la Península razones de conveniencia y de jus ticia, defendiendo su sistema, que no tengan igual fuerza para su aplicacion en Ultramar. Lo contrario á la verdade ra doctrina de todos es que haya dos poderes que partan de distintos principios, y dos justicias distintas, una me

tropolitana y otra colonial. Tan opuesto seria á las reglas


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de la lógica que un gobierno peninsular absoluto estable ciera el sistema representativo en Ultramar, como es ab

surdo que un gobierno representativo en la Península con serve allende los mares el sistema absoluto; y sin em bargo esta anomalía es un hecho real entre nosotros. No sólo falta homogeneidad y armonía entre nuestras insti

tuciones peninsulares y las de las provincias ultramari nas, sino que ni aún estas se rigen todas por unos mismos principios fundamentales. La isla de Cuba se gobierna de distinto modo que la de Puerto-Rico, á pesar de hallarse ambas en un mismo archipiélago y bajo circunstancias y

condiciones sociales idénticas; ypor lo que tocaá Filipinas, su gobierñb varía esencialmente del de las Antillas. La diferencia de clima, de razas y de costumbres, auto rizan y aún exigen ciertas variaciones en la legislacion que

se refiere á la organizacion y atribuciones del poder; pero los principios generales del derecho comun, es decir, de la justicia, deben ser iguales siempre, en todas las zonas y bajo la influencia de todos los climas. De aquí resultan gravísimos males tanto para las provin cias ultramarinas como para la metrópoli. Falta unidad en

el pensamiento general del gobierno, y portanto se relaja el principal vínculo de fraternidad entre los españoles de ambos continentes. Por el contrario, un antagonismo cada vez más intenso va destruyendo los lazos formados por la

identidad de origen, de idioma y de costumbres. La metró poli, al negar á sus hijos de Ultramar ciertos derechos y goces políticos que disfrutan los peninsulares, ha constitui do á los primeros en los párias de la patria. Estos, á su vez, observan con dolor que sus abuelos conquistaron el territo rio ultramarino para que con el tiempo fueran los nietos

tratadospor España cual si fueran una raza conquistada, en vez de ser la conquistadora.


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Pero semejante descontento es el menor mal de nuestro sistema colonial. La divergencia forzosa que introduce en

tre el gobierno de la metrópoli y el de las provincias ultra marinas, por efecto de que el centro de la accion guberna tiva no guarda la debida relacion con los extremos á donde esta debe llegar, obliga al gobierno metropolitano á dep0 sitar una ilimitada confianza en las autoridades peninsula

res á quienes encarga la delicada mision de regir aquellas provincias, concediéndolas atribuciones demasiado extensas y que convendria contrapesar con ciertas instituciones po líticas locales é indígenas, tales como los municipios y con sejos provinciales. El capitangeneral y demás autoridadespe ninsulares, por muy idóneas que sean, no pueden fácilmente

conocer la constitucion social, las necesidades y las cos tumbres de los pueblos cuya gobernacion se les encomien da, ni duran tanto en el mando que tengan tiempo de es

tudiarlas y comprenderlas. A falta de otro norte, suelen su jetar su conducta á las reglas que les dictan sus costumbres militares, ó bien á las preocupaciones que hasta hoy han ofuscado la razon de los hombres de Estado peninsulares en

todos los asuntos que pertenecen á Ultramar. Así el gobier no de aquellas provincias unas veces se asemeja á la rigo

rosa disciplina que la Ordenanza militar impone á un regi miento en campaña,y otras es un gobierno de recelos, precauciones y desconfianzas. Agréguese á esto que la amovilidad de las autoridades

impide el desarrollo completo de cualquierpensamiento de gobierno, y tendrémos que en Ultramarse tiene que go

bernar sin plan ni pensamiento fijo, por falta del auxilio y cooperacion de cuerpos administrativos y gubernativos in dígenas.

Por su parte el gobierno metropolitano nada puede ha cer que remedie el mal mientras no proponga á las Córtes, O


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segun aconseja la razon y la justicia, una legislacion espe cial que ha de formar la Constitucion política de Ultramar. Pero si exceptuamos al ministerio actual que comienza á demostrar interés por lasprovincias ultramarinas, hasta hoy los consejeros de la corona, únicos que han mandado en los asuntos coloniales, preocupados siempre con las cuestiones de la política peninsular, y sobre todo con las que son in herentes al sistema representativo, no han tenido tiempo para estudiar las del gobierno ultramarino. Ningun hombre es más perezoso y descuidado para ciertos y determinados negocios que el muy entendido y activo para otros. Su sa

ber le hace preferir los asuntos de mayorimportancia en el momento, y su actividad se emplea por completo en su buen despacho. De aquí resulta que un excelente ministerio pe ninsular suele ser el peor para Ultramar. La actividad que le exige la marcha del gobierno representativo con sus dis

cusionesparlamentarias y las que agita la imprenta, le obli gan á pensar de continuo en las cuestiones del momento, sin dejarle tiempo para ocuparse de las ultramarinas, que olvi dadas de la generalidad de los habitantes de la metrópoli, yacen arrinconadas en las secretarías, ó bien las resuelve y despacha un oficial segun su capricho y voluntad. Mientras tanto los españoles ultramarinos, sujetos á un sistema anómalo, ni tienen el recurso de la queja directa hecha al rey, porque este en un sistema representativo rei

na y no gobierna, ni el medio de acudir á la imprenta ó á las Córtes; pues cualquiera exposicion reclamando la con cesion de derechos políticos ó quejándose de agravios infe ridos por sus autoridades locales, si bien podria alguna vez

producirles bien, en la mayoría de los casos es lo máspro bable que sólo les ocasionara mayor rigor, por efecto de la desconfianza con que se les mira en la Península. Faltando la queja, falta el único medio legal de recordar


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los males para conseguir su curacion; inconveniente más grave de lo que aparece á primera vista, si se atiende á que la imprenta en los sistemas representativos, al paso que hace la oposicion, recuerda constantemente al ministe rio los asuntos de que debe ocuparse con preferencia, por cuyo motivo los ministros descansan en su vigilancia y se

ocupan poco, ó no se ocupan nada, en investigar los otros asuntos que reclaman, su atencion además de los de que la imprenta les habla». Tal es el estado actual de las Antillas, que complica ade más otra cuestion social de gravísima importancia; la del aumento de brazos para el desarrollo de su industria. En Cuba la esclavitud negra ha vilipendiado el trabajo, y sobre todo el trabajo agrícola. Prohibida la trata en vir

tud de un tratado internacional, y por razones de alta con veniencia económica y política, el contrabando, unas veces tolerado, otras consentido, y algunas, pocas veces perse guido, nos ha producido contestaciones desagradables con Inglaterra, propagando la raza de color más de lo conve niente para la tranquilidad futura de la isla.

Envilecido el trabajo y careciendo de garantías políticas y de seguridad personal suficiente, la raza española, ni las demás ramas europeas ó americanas de la caucasiana han tenido suficiente estímulo para establecerse en Cuba. Por el contrario, hay una emigracion notable de personas ricas

que abandonan supaís,y marchan con sus capitales á bus car los goces morales y el brillo personal que no pueden disfrutar bajo un gobierno despótico. Paralizada hace años la progresiva mejora de los aran celes cubanos: aumentados ciertos derechos y gabelas para

acrecentar la indicada partida de sobrantes de Ultramar, la isla permanece estacionaria, sin aumento ni baja, lo cual constituye un verdadero retroceso, puesto que en una


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provincia tan extensa y de tan fértil territorio, progresar poco ópermanecer estacionaria equivale á retroceder. Los derechos diferenciales de bandera y los que alejan del mercado cubano ciertos productos de los Estados-Uni dos, como la harina, tambien han producido disgustos sé rios con dicha república.

Cierto es que la Direccion de Ultramar ha procurado in troducir algunas mejoras, como el establecimiento de una Bolsa y un Banco, la construccion de muelles y almacenes y la abolicion del monopolio de la pesca; pero algunas de estas medidas las hubieran realizado mejor los mismos cu banos, y todas son de poca importancia para neutralizar

el conjunto de su régimen político. La escasez de brazos ha producido diferentes coloniza ciones, ya de indios yucatecos, ya de canarios y gallegos,

ya de catalanes, y últimamente de chinos; pero los regla mentos para lasimportaciones y régimen de los nuevos co lonos son tan restrictivos y anti-económicos, que les redu cen á una especie de intolerable servidumbre, y alejan por consiguiente todas las colonizaciones blancas. De esto resulta que en Cuba la poblacion cuenta con ele

mentos heterogéneos, peligrosos,y que exigen tanto pulso como habilidad y firmeza en el gobierno para evitar que en su dia ocasionen grandes males.

Dejoindicado que desde 1856 hasta el dia, ni el gobier no, ni las Córtes se han ocupado de la reforma política de las provincias ultramarinas, á pesar de que su situacion económica, los precedentes históricos, la adelantada civi lizacion de la isla, su fácil comunicacion con la Península,

y el descontento de sus habitantes, manifestado hasta por el medio deinsurreccion de los más impacientes y de enér gicas publicaciones redactadas en castellano é impresas en los Estados-Unidos, daban claras muestras de que era lle


gado el tiempo en que el gobierno español debia salir de su inconcebible atonía.

Esta política, abandonada en la Península, tirante y vio lenta en las Antillas, justificaba hasta cierto punto las am

biciosas miras de la república Norte-americana, y prestaba repetidas ocasiones de disgusto entre su gobierno y el nues tro. Por otra parte, detenido el progreso de la poblacion blanca, estimulaba la trata de contrabando, dando motivo á reclamaciones ágrias del gobierno inglés, y á las injurias que repetidamente se inferian á España en el Parlamento y los periódicos de la Gran Bretaña. En 1856 D. José Antonio Saco, diputado electo tres ve ces por Cuba, estadista distinguido y escritor de valía, abor dó en folletos luminosos todas estas cuestiones, las cuales si se hubieran llevado á las Córtes quizás á estas fechas habrian cambiado radicalmente y en un sentido de rápida prosperidad la situacion de aquellas Antillas. Nadie ha podido refutar hasta ahora los argumentos teó ricos y prácticos con que demuestra Saco la superioridad de la raza blanca sobre la negra para toda clase de traba jos en las Antillas, por más que la opinion contraria sea la más vulgar; nadie tampoco ha podido destruir sus podero sas razones en defensa del establecimiento de un sistema

político liberal en aquellas provincias; y sin embargo, ni estos escritos luminosos, desconocidos de la mayoría de nuestros personajes político-militares, ni los que en 1849

vieron la luz en igual sentido en El Clamor Público, La Nacion, La Patria y otros diarios respetables, han servido para ilustrar al gobierno peninsular. Cuba, representada en las Córtes de 1810 á 1814 entre otros, por un eclesiástico distinguido, por D. Juan Bernar do O” Gavan, que contribuyó eficazmente á la supresion de

la Inquisicion, y á la delVoto de Santiago, tan ominoso en


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Galicia, y cuya firma figura al pié del Código de 1812, Cu ba, repito, por la iniciativa de este diputado, alcanzó va rias reformas para Ultramar, y entre ellas que se hiciera capital de la banda oriental de la isla á la ciudad de San

tiago, medida reclamadapor la geografía, el estado político y el económico de aquella importante region. Si desde 1856 hubieran acudido diputados de Ultramar á todas las legislaturas, es indudable que del mismo modo que se obtuvo aquella reforma tan favorable al progreso de la isla, se habrian reformado numerosos abusos, evitado grandes injusticias, y destruido muchas preocupaciones. Cierto es, que de algunos años á esta parte se ha dado entrada en el Senado á algunos hijos de Cuba, pero ni el carácter eminentemente prudente y templado que exige la alta Cámara, ni el interés que presta la opinion á sus se siones, sirven para promover las grandes cuestiones ultra marinas ante un gobierno que repugna entrar en ellas y

ante un público que por punto general desconoce suimpor tancia.

No obstante, una de las pocas veces en que la cuestion política ultramarina relacionada con el gran problema de la trata y la poblacion, ha sido discutida en el Senado, débe se á la iniciativa de un cubano, y precisamente de un so brino del antiguo diputado por la isla, á la iniciativa del ac tual marqués de O” Gavan.

La posicion del marqués, sus opiniones templadas, la im

portancia de los cargos públicos que ha desempeñado en Cuba, y la circunstancia de haberle contestado el Presiden

te del Consejo de ministros y el general Concha, ambos ca pitanes generales que han sido de aquella provincia, pres tan grande interés á esta sesion y merecen capítulo aparte.


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II.

LA CUESTION DE CUBA ANTE EL SENAD0. INTERPELACION DEL MARQUÉs DE OGAVAN SOBRE LA TRATA DE NEGROS.-CONTESTACIONES DEL PRESIDENTE DEL CONSEJO DE MINISTROS Y DEL GENERAL CONCHA.–CUESTION DE LA EMIGRA" CION LIBRE AFRICANA.-INCONVENIENTES GRAVES PARA CUBA

DE ESTA NUEVA FAz DE LA cUESTION DE TRABAJADoREs.

Con formas suaves,templadas, que parecian dirigidas á evitar toda apariencia de hostilidad, el señor marqués de O'Gavan explanó su interpelacion sobre la trata en la se sion de 9 de Abril último; pero como no podia menos de su ceder, la cuestion del comercio de negros trajo al terreno

del debate la gran cuestion de reforma constitucional de la política ultramarina. Enlazadas íntimamente ambas cuestiones, la una se re suelve por la otra; la supresion del tráfico de negros de pende principalmente del fomento de la poblacion blanca, de la competencia del trabajo libre del blanco, y este fo

mento requiereuna reforma liberal en el gobierno de Cuba. Tal es la síntesis de la doctrina expuesta por el señor O'Gavan.

Compláceme sobremanera que sea un cubano, rico pro pietario y de opiniones reconocidamente templadas y con servadoras, quien haya planteado en el Senado la cuestion

en términos tan claros y explícitos. Así no podrá tacharse de utopia ó sueño revolucionario, ni de especulacion peli grosa ó sugerida por intereses bastardos. Con la reforma

constitucional de las Antillas nada tiene que ganar perso nalmente el senador cubano,porque es rico, título de Cas tilla, y ni aún necesita un asiento en las Córtes, puesto que


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Cuba, cualquier trastorno en la isla podrian ocasionarle pérdidas. Sus intereses y su posicion son por tanto eminen temente conservadores, y prestan á sus opiniones la fuerza de juicioirrecusable ante todos los gobiernos moderados. Esta misma tendencia conservadora se reveló en la for

ma de su discurso; en lugar de una vehemente catilinaria, el señor marqués pronunció un discurso razonado, y hasta cierto punto frio; en vez de apóstrofes vigorosos, leyó do cumentos meditados y nutridos de datos; en vez del político que interpela, del tribuno que acrimina, fué el académico que razona.

No me detendré en el análisis de su discurso, porque su

importancia me mueve á insertarloíntegro entre los docu mentos comprobantes que incluyo en el apéndice, pero sí expondré la série de sus principios fundamentales.

El Sr. OGavan comenzó declarándose enemigo de la trata.

Leyó en seguida algunos párrafos de un importante infor me que extendióá invitacion de D. GerónimoValdés, capi tan general de Cuba, en 12 de Agosto de 1841,y en el cual debia examinar bajo todos sus aspectos la cuestion de si

convenia ó no establecer en la isla un tribunal de jueces in gleses, destinados á investigar los negros que se habian in troducido fraudulentamente desde 50 de Octubre de f850, / en que se prohibió la trata. En estos párrafos demuestra que sólo conviene la coloni zacion blanca en Cuba, que para conseguirla deben hacerse

las leyes especiales ofrecidas, dándose á la isla una Consti tucion á semejanza de la del Canadá, en virtud de la cual los cubanos pueden elegir sus representantes, emitir sus

ideas y disfrutar todas aquellas franquicias inherentes á la organizacion de un gobierno nacional. Y en otros términos:


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«eleccion municipal y de representantes para las Córtes ó »bien un Consejo provincial de toda la isla bajo la presi »dencia del capitan general, más soltura en la prensa, ar »reglo de estudios y nominacion indistinta, pero imparcial

»de peninsulares y cubanos para los empleos.» Estas medidas introducirian el cultivo en pequeño, más ventajoso en opinion del orador, que los grandes ingenios,

cafetalesyvegas de tabaco. En apoyo de estas opiniones, citóS. S. dos párrafos, el uno entresacado de una publicacion del Sr. Vazquez Quei

po en 1847, y el otro del general Concha,marqués de la Ha bana, en 1859, en los cuales, y aunque en términos menos

explícitos ó más limitados, se tiende á demostrarla conve niencia de introducir mejoras en el régimen político de la isla, concediendo á sus habitantes intervencion en los ne

gocios públicos. Pasando en seguida á la cuestion de sustituir la trata con la introduccion de negros africanos libres, el Sr. OGavan leyó el informe que acerca de este asunto dió al Sr. minis tro de Estado en 1855. En este informe se impugna la in troduccion de africanos libres : 1.” Porque no evitarian los conflictos internacionales ni la continuacion del derecho de

visita establecidaporlos tratados. 2º Porque la raza libre de color es indolente y mucho menos enérgica que la Euro pea. Y 5.” porque la preponderancia de esta raza seria un peligro para la tranquilidad interior de la isla. El Sr. senador apoyó cada uno de estos motivos en ra

zones y datos estadísticos, y concluyóleyendo el final de un notabilísimo discurso del lord Russell, sobre el sistema co

lonial de la Gran-Bretaña, que por ser una exposicion com pleta de la politica inglesa en la materia, á la par que un modelo de doctrina, inserto completo en el apéndice, á con tinuacion del de S. S.


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El Sr. Presidente del Consejo de ministros, contestó al

marqués de O'Gavan, eludiendo la cuestion principal y oponiendo á las demás: 1.º Que en cuanto á fomento de la colonizacion blanca,

todos los gobiernos ytodas las autoridades de la isla des de 1819 á 1859, han procurado aumentarla mejorando la administracion.

2º Que ya se ha establecido la reforma municipal que elSr. marqués de OGavan reclama. 5º Que el Consejo de Estado se ocupa de un proyecto que el gobierno le ha pasado, remitido por el gobernador

de la isla para establecer en ella un Consejo que reempla ce al provincial, y que hasta cierto punto, si bien con la debida inferioridad de categoría, desempeñe cerca de la au

toridad superior de Cuba las funciones que aquí desempeña el Consejo de Estado, y que realice la separacion de los tribunales de justicia en todo aquello que sea propio y pe culiar de la administracion.

4º Que el gobierno y las autoridades de laisla, ya sea que aumente ó disminuya la poblacion blanca, contribui rán á que se cumplan lostratados que existen yemplearán cuantos medios tengan á su alcance para impedir la trata de negros, y para que los propietarios de Cuba dejen de comprarlos, si burlando la vigilancia de las autoridades y de la marina puede hacerse un desembarco de ellos.

5º Que es imposible evitarpor completo la trata, puesto

que mientras ofrezca la ganancia que hoy ofrece llevar un negro de la costa de Africa á la isla de Cuba, habrá quien traiga negros y quien los compre, por más que las autori

dades adopten cuantas precauciones crean necesarias para evitar ese tráfico inmoral.

6.º Que durante cuatro años que ha residido en la isla, ha adquirido la conviccion de que los hombres blancos no


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pueden sustituir á los hombres negros en el cultivo de la caña: que podrán servir para ciertos oficios dentro de los ingenios, pero no para los trabajos duros del campo; en primer lugar, por lo material del trabajo, y en segundo,

porque el azúcar nopodria mantenerla supremacía que hoy tiene sobre la de la India y otras partes. 7º Que es imposible matar el cultivo en grande del azú car y el tabaco que se producen en una cantidad fabulosa para reemplazarle por el cultivo en pequeño de otros pro

ductos: ni hay propietario que consintiera en vender ó ar rendar sus tierras para este fin, ni podria conservarse el comercio de la isla con producciones distintas, como por ejemplo, el maíz.

8º Que respecto al ejemplo de las colonias inglesas, hoy el Canadá forma casi un estado independiente: los medios

de gobierno empleados en la India no son codiciables para la isla de Cuba y demás provincias ultramarinas, y respec to al gobierno de las Antillas inglesas desde que se abolió en ellas la esclavitud, presentan un tristísimo estado de de cadencia.

Y9º Que no creia que al leer el marqués de O'Gavan el final del discurso del lord Russell, hubiera tenido por ob

jeto indicar la idea de independencia ó separacion de la is la de Cuba y la madre patria, la cual continuará tratando á los españoles de Cuba como lo que son, como españoles, con toda la consideracion con que debe tratárseles, con el mismo interés que á los que viven en la Península.

No me propongo impugnar este discurso del duque de Tetuan, porque mi deseo al escribir este papel, no se ende reza á fulminar cargos de oposicion contra un ministerio,

del que si bien me separa una radical divergencia de opi niones políticas, en la cuestion ultramarina es indudable

mente el que más ha hecho de todos los que se han suce


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dido en España desde 1856. El mismo discurso que acabo de condensar demuestra que admite y se propone hacer re

formas que, aún cuandoinsuficientes de todopunto para las necesidades actuales, hubieran calificado de insurgentes los gobiernos de hace pocos años.

Un solo paso más, y la reforma de Ultramar será com pleta.

Si el Gobierno admite ya la idea fecunda del Consejo pro vincial de eleccion popular, ¿qué inconveniente ofrece el darle atribuciones legislativas para todos los asuntos de go bierno local de la isla? Y si la eleccion está admitida aun

que tímidamente en la reforma de Ayuntamientos ¿por qué no se amplía un poco el sufragio y se extiende al nombra

miento de diputados que vengan á lasCórtes para interve nir en la discusion de esas mismas reformas, dándolas el noble carácter de leyes votadas por la voluntad de las mis

mas provincias, en lugar de aparecer comoconcesiones otor gadas, no por la monarquía constitucional,puesto que no intervienen en ellas los cuerpos colegisladores, ni tampoco

por la monarquía absoluta, puesto que la Reina gobierna bajo la responsabilidad de un ministerio que refrenda sus decretos?

A poco que el gobierno se fije en esta cuestion, se con vencerá que las disposiciones ó reales cédulas no pueden llamarse leyes, segun oportunamente rectificó el marqués de O Gavan, mientras no las discutan y voten las Cór tes, y que sin ventaja ninguna se propone cargar con una

grave responsabilidad legislativa que disminuye la fuerza moral de las reformas, arrancándoles el prestigio que les daria la discusion en Córtes con asistencia de diputados por las provincias ultramarinas. Ningun gobierno tiene para esto las ventajas que el ac tual, por la circunstancia feliz de la reincorporacion de


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Santo Domingo, y porque por sí mismo ha tomadoya la ini ciativa reformista, sin que le ocasione embarazos de ningu na especie. Ya dejo demostrado que las reformas económicas realiza das desde 1819, y aún otras anteriores á que se referia eldu que de Tetuan, son la prueba más evidente de las ventajas que producirian otras políticas en sentido igualmente liberal. Si el Presidente del Consejo reflexiona un poco acerca de

lo que pasa en Cuba, hallará bien pronto la exactitud del cuadro político que dejo bosquejado en el capítulo anterior.

Donde no hay representacionpara votar los presupuestos de gastos é ingresos, las contribuciones son una expoliacion, y aún cuando se empleen bien, siempre aparecen como un acto de despojo : donde el pensamiento no puede imprimir se, carece el gobierno de medios para conocer y reparar

las violaciones del derecho,ya sean de particulará particu lar, ya procedan de abusos de tribunales á quienes coloca esta represion en situacion de completa impunidad para co meter toda clase de prevaricaciones.

Tiene razon el general O'Donnell cuando dice, que la trata no desaparecerá mientras haya ganancia en ella; pero

precisamente el modo de destruir este beneficio consiste en promover más activamente la poblacion blanca, con refor mas más liberales, como pide el marqués de O Gavan.

Respetable es sin duda la opinion formada por el duque de Tetuan respecto á la imposibilidad de que la raza blanca sustituya á la negra en el cultivo, pero como ha demostra

do ya hace años un ilustrado escritor de Cuba, en la misma isla los blancos desempeñan trabajos más duros que el del cultivo de la caña de azúcar; los hay tambien empleados

en este mismo cultivo, y no porque sean pocos dejan de ser muestra bastante para que el problema aparezca resuelto en sentido favorable á la raza blanca.


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Por otra parte, el Sr. D. M. Estorch, en los apuntes que publicó para la historia sobre la administracion del mar qués de la Pezuela en la isla de Cuba, dice, que él mismo ha hecho el cultivo y explotacion de la caña con trabaja

dores catalanes, y ha visto que resistian mejor que los ne gros. La cuestion de resistencia está resuelta : lo único que falta, es la cuestion de baratura en el salario; pero la mis ma competencia de la poblacion blanca, produciria con el tiempo esa baratura.

En cuanto á la inconveniencia del pequeño cultivo, el señor marqués de O Gavan contestó cumplidamente. No es que se trate de destruir el del azúcary el tabaco, es que este mismo podrá quizás auxiliarse; es que podrán estable cerse el del algodon y otros varios.

Ciertamente, si se pregunta hoy á los grandes propieta rios si quieren dividir en pequeños lotes el cultivo de sus haciendas, dirán probablemente que no. Los industriales temená toda innovacion cuyos resultados no conocen. Tam bien se negarian los cosecheros de viñas de la Península á

separar el cultivo de la vid de la fabricacion de vinos, y sin embargo, algunos especuladores entendidos, compren diendo las grandes ventajas de la division del trabajo, están lhaciendo su fortuna fabricando vinos sin tener viñas, como en Cuba muchos cultivan caña sin tener donde beneficiarla.

Por lo que toca á que el Canadá es casi un Estado inde

pendiente, ¿podrá negarse que en esta forma es más útil á su antigua metrópoli que la mayoría de las colonias enlaza das con dependencia más estrecha de las suyas respectivas? La estadística bien estudiada demuestra, numérica, mate

máticamente esta gran verdad, y por consiguiente, nada importa que coloquemos á Cuba en tan brillantes condi ciones.

Tampoco importaria nada, que como indicó el duque de


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Tetuan, los terrenos estuvieran apropiados, y en conse

cuencia, no hubiera baldíos que ofrecer á la inmigracion lblanca. Porsupuesto, que hay baldíos de inmensa exten sion,pero aún dado que no existan,desde el momento en que el propietariose convenza de que el destajo del blanco es más productivo que el trabajo álatigazos del negro, busca rá el destajo: desde que vea que una gran propiedad sub dividida en suertes y vendida á muchos colonos, le produ ciria un capital mucho mayor que el que representa la pro piedad en junto, su interés le aconsejaria la venta. Ade más, no conviene la colonizacion de aventureros misera

bles, sino de gente que tenga capital ó crédito para poder emprendercuando menos,un cultivo en pequeño, trabajado por sí, óasociado á otros trabajadores. El general O'Donnell dijo tambien para reforzar su ar gumentacion, que la libertad de imprenta no dará de co mer al blanco que llegue hambriento á Cuba. Cierto, es así, salvo la notable excepcion de los escritores, cajistas,

y demásgente que vive de esa misma imprenta; pero es muy sensible que en el calor de la improvisacion, el Presi dente del Consejo de ministros de una nacion constitucio nal, tratara la cuestion de imprenta bajo un punto de vista

tan material. La libertad de imprenta esun derecho, una garantía contra los abusos del poder, y como tal atrae la colonizacion por la confianza que inspira de que opondrá su freno poderoso contra las demasías que afecten á la seguri dad personal y á la de la propiedad. Por su parte el general Concha, marqués de la Habana, además de los argumentos hechos por el duque de Tetuan, opuso los siguientes á la doctrina del senador cubano: 1." La poblacion blanca ha crecido en proporcion del número de esclavos.

2." Los blancos no van donde le acomoda á cualquiera


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que opina como el Sr. marqués de O'Gavan, sino adonde encuentran los elementos para adquirir el bienestar que no hallan en su patria. 5° El gobierno español ha hecho para el fomento de la poblacion blanca en Cuba, todo lo que era posible esperar de él.

4.º La real cédula de 1817 llamada de poblacion blan ca, da garantías á nacionales y extranjeros hasta un punto,

que dificilmente pueden encontrar estos en ningun país ven tajas mayores que las que ofrece el gobierno español en di cha isla.

5.º Que la única restriccion impuesta por aquella cédu

la, fué la de religion, y sin embargo, jamás ha exigido el gobierno para la carta de domicilio, que los extranjeros

acrediten que profesan la religion católica, apostólica, ro mana, encontrándose en aquella isla individuos de todos las

religiones que se conocen, en razon á que no habiendo allí cultos públicos, la autoridad no se mete con ninguno de los que profesan diferente religion que la nuestra. 6.º La doctrina del Sr. OGavan, envuelve sin saberlo su señoría, el pensamiento político de los que desean eman cipar á Cuba, y para conseguirlo, quieren que falte de allí la raza africana.

7.º La única cuestion que los cubanos miran siempre con mucho miedo, lo que siempre han mirado con gran recelo, son las providencias que se toman para acabar con el tráfi co de negros, y que pudieran acabar con la esclavitud. 8º El partido anexionista se formó en 1848 por el temor

de que la revolucion de Francia de aquel año, se propaga ra á España, y con ella se decretara la abolicion de la es clavitud en Cuba, como la república francesa la realizó en

sus colonias. Despues se hizo más numeroso en 1854, por efecto de la represion de la trata; pero halló tan pocas sim


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patías en el país, que el orador procedió con una generos dad inmensa, rompiendo hasta los papeles que comprome

tian ávarios de los presos que en número de 150 á 200 personas estaban detenidas por aquellos sucesos. 9.º Los cubanos no se acuerdan para nada de reformas políticas, y sólo desean mejoras administrativas, y que fo menten la riqueza.

10. Uno de los corifeos del partido anexionista, ha es crito un folleto casi en los mismos términos que el marqués de O Gavan ha explanado su interpelacion.

11. Sin embargo, el general Concha tiene la conviccion de que en Cuba los planes anexionistas, no tendrian ningun

eco,yserian rechazados por los mismos habitantes." Y 12. Convencido como el general O'Donnell de que no es posible fomentar los intereses de la isla con la raza blan ca, y deseoso de acabar con la trata, ha propuesto al go bierno, y ha hecho todo lo posible para que entren colonos chinos.

Esta série de argumentos ó proposiciones, presenta cla ra y distintamente la doctrina de todos los que se oponen á la reforma liberal de la política ultramarina, y merecen

una réplica tan completa como concluyente. Ante todo, sepárese la cuestion de las invectivas perso nales, y respetemos el sagrado de las intenciones. Si los

que defienden el statu quo de la política ultramarina quieren calificar ó comparar con los insurgentes y anexionistas á los que defienden la reforma; si se abrogan el derecho de

interpretar de este modo el patriotismo de los que no quie ren el despotismo, ni allende ni aquende del mar, no se que jen si estos, volviendo ofensapor ofensa, atribuyen sus doc trinas absolutistas al deseo de explotar sin peligro ni res ponsabilidad aquellas provincias, aún cuando en realidad procedancon la más sana intencion y la más pura moralidad.


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El hombre que tiene conciencia de sus derechosy digni dad suficiente para defenderlos cuando no basta la razon para obtener justicia, suele apelar á la fuerza. Los generales duque de Tetuan y marqués de la Haba na, son buen testimonio de esta verdad, y para probarlo, basta recordar el levantamiento del Campo de Guardias en 1854. Y cuenta, que no es mi objeto censurar aquel acon

tecimiento, pero sí quiero dejar sentado, que bien pueden coincidir y proclamar las mismas doctrinas de derecho pú blico constitucional personas tan templadas, tan comedidas, tan conservadoras como el marqués de O Gavan, y otras

tan inquietas y revolucionarias como las que prepararon las invasiones anexionistas contra Cuba.

Sirva esto de réplica á la indicacion del general Concha,

que dejo expuesta en la proposicion sexta de las en que he reasumido su discurso, y la cual, aún cuando dicha con la

cortesía propia del marqués de la Habana, no por eso debe pasar desapercibida para los que, opinando de distinto modo que S. S., nos creemos con tanto derecho como el

que más,á que se respeten nuestro patriotismo y nuestras intenciones.

La cuestion por consiguiente queda planteada en estos términos. Si entre los que defendemos la política liberal en ultramar puede haber espíritus revolucionarios, insurgentes y anexionistas, entre los que defienden el statu quo, pueden asimismo existir tiranuelos que se propongan expoliará mansalva la isla, valiéndose de la prevaricacion, de la in

fidencia, de la más detestable corrupcion, y apoyándose en

la doctrina del principio de autoridad ejercido sin freno y sin límites. Ni la existencia de unos ni de otros debe servir

de argumento contra los hombres honrados de ambas opi IIOIOS.

Hecha esta importante aclaracion, paso á ocuparme de


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las demás proposiciones del marqués de la Habana por su órden.

Primera. Cierto es que en Cuba la poblacion blanca ha crecido proporcionalmente al número de esclavos; pero de este hecho no puede deducirse que la esclavitud sea una necesidad permanente para el progreso de la isla. El señor marqués de O” Gavan ya indicó en su discurso que la poblacion blanca de los Estados de la Union norte americana donde no hay esclavos, progresaba mucho más

rápidamente que la de los Estados donde existe. Los Estados sin esclavos contaban en 1850 una poblacion de 15454.475 habitantes, y en 1860 de 18.502.124, ó sea un aumento

de 56por 100, mientras que los Estados con esclavos tenian en el primero de dichos años 9.612.969 almas, y en el úl

timo 12.455.508, ósea un aumento de sólo 29 por100; es decir, 7 por 100 más donde no hay esclavos, sobre una poblacion mucho mayor.

En 1790 habia 607.897 esclavos,y en 1860 ascendian á 5.999.555, ósea un aumento de 475 por 100. En el pri mero de estos años existian 5.250.075 habitantes libres, y

en el último 27.642.624, ósea un aumento de 755 1/, por 100, resultando en favor del progreso de la poblacion libre la enorme diferencia de 2821/2 por 100.

Contra estos datos oficiales y fehacientes no hay argu mento posible; pero si se quisiera buscar en el clima, las mismas Antillas demuestran la verdad del hecho de un mo

do que no admite duda, con los progresos de la poblacion

de Puerto-Rico, donde el número de esclavos es muy infe rior al de blancos libres. En 1778 contaba la isla de Puerto-Rico 80.650 habi tantes.

Esta exigua poblacion en 1827, gracias á las franquicias y libertades económicas, ascendia á 288,475, de los que


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sólo eran esclavos 28.410. En 1854 ascendia á 557.086,

de los que 188869 eran blancos, 101.275 mulatos libres, 41.818 negros libres y 25.124 esclavos. En 1860 los blancos libres ascendianá 289.546, los mu latos libres á 165.448, los negros libres á 51.162 y los es clavos mulatos y negros á 57.469. En resúmen, durante el período de 26 años, la poblacion ha tenido las siguientes diferencias: Poblacion libre blanca, un aumento de cincuenta y lres por ciento.

ld. id. mulata, un aumento de sesenta y tres por ciento.

ld.id. negra, una disminucion de veinticinco y medio por, ciento.

Id. esclava negra,un aumento de cuarenta y nueve por ciento.

Coméntense y analicense como se quiera, estas cifras son decisivas. La primera proposicion del señor marqués de la Habana resulta inexacta bajo todos sus puntos de vis

ta en la esfera práctica; ysi de ella nos remontamos á la teórica, encontrarémos que el fenómeno se explica natural mente, porque envilecido el trabajo, el esclavo carece de la iniciativa individual, única que con su energía aumenta la riqueza y con ella la poblacion. Estos datos son tambien una prueba evidente de que bajo el clima de las Antillas, la poblacion blanca resiste y se multiplica más que la negra.

Segunda proposicom del marqués de la Habana. Cierto que los blancos no van sino á donde obtienen el bienestar que no pueden adquirir en su patria; pero por esta misma razon es necesario facilitarles ese bienestar en Cuba y Puer to-Rico, dándoles garantías de seguridad personal, de se guridad en su propiedad, de seguridad en el libre ejerci

cio de su industria, garantías incompatibles con la auto


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ridad absoluta de un capitan general que puede prender, deportar, reglamentar el trabajo, imponer contribuciones y disponer á su capricho del bienestar de los hombres libres.

Tercera, cuarta y quinta proposicion del marqués de la Habana. No es exacto que el gobierno español haya hecho todo lo que era posible esperar de él para el fomento de la poblacion blanca; ni mucho menos que la Cédula de 1817 dé garantías á nacionales y extranjeros hasta el punto de que no puedan encontrar ventajas mayores en otro país, porque además de las que concede la Cédula española, los ingleses dan á los extranjeros y nacionales que acuden á

"sus colonias, la garantía del habeas corpus y del juicio por jurados, ósea la de que no podrán ser aprisionados ni juz gados sinopor sus jueces naturales; dan la más absoluta li bertad y publicidad de las defensas, con derechos en los de fensores para oponerse á toda pregunta capciosa de los jue ces instructores, que tenga por objeto obligar al acusado á que declare lo que no quiera ni le convenga declarar; dan la inviolabilidad del domicilio; dan la libertad de cultos,

que no es lo mismo que tolerar las opiniones religiosas que cada uno guarda en su conciencia. Y en este punto permí tame el señor marqués de la Habana que me asombre del mérito que hace de esa tolerancia, porque ¿de qué forma podria impedirse esa inviolabilidad del sentimiento religioso no manifestado, sin restablecer para ello el nunca bastan

temente execrado y odioso tribunal del Santo Oficio? Ade más, como para expedir la carta se exige declaracion de fe

católica, los que no la tienen se ven forzados á ser hipócri tas, y este siempre es un mal. Los ingleses en sus colonias dan además la libertad de imprenta, el derecho de no pagar impuestos que no estén

votados por los representantes del país, el derecho de reu


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nion y de asociacion, y otro gran número de franquicias eco nómicas y políticas que S.S. puede recordarfácilmente con sólo abrir los libros azules del Parlamento del Reino-Unido, en que están impresos los bills relativos á las colonias. Sétima proposicion del marqués de la Habana. No es tam p0co exacto que los cubanos miren con tanto recelo las pro

videncias contra la trata. Claro es que si se les amenazara con la manumision repentina de sus esclavos, el pánico se ap0deraria de la isla, no sólo por razon de intereses, sino por razon de seguridad personal; pero de esto á que les in

funda miedo la represion de la trata, hay una distancia grande. Los propietarios de Cuba, bajo un concepto, temen todos á los motines de los esclavos, de que ocurren ejem plos con sobrada frecuencia; temen la preponderancia de la

raza de color, que irremediablemente produciria con el tiempo escenas de desolacion como las de Santo Domingo, que dejo referidas; y por otra parte temen que, por efecto de la escasez de brazos, el coste de produccion del azúcar

se eleve hasta el punto de nopoder competir con la de otras partes; pero si se lesgarantiza que no se promoverá la ma numision repentina de los negros, y si se atraen con refor mas políticas brazos blancos, cuyo trabajo sustituya natu ral y paulatinamente al de los negros, sus temores desapa

recerán y mirarán, segun hoy miran muchos propietarios, la represion de la trata como la medida más adecuada á su seguridad presente y á la de sus hijos en el porvenir.

Octava y novena proposicion del Sr. marqués de la Ha bana. Tampoco opino como el Sr. marqués en este punto. El partido anexionista nació de la constancia tenaz con que el gobierno se ha opuesto á reformar la política ultramarina desde 1856. Cerrados en Cuba los medios de estudiar y de alcanzar puestos en las diferentes é importantes carreras del Estado, desempeñados los destinos en su mayoría por penin


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sularesque desconocen las necesidades del país, los cubanos forman dos partidos, uno de los nacidos y avencidados en Cu ba, de los cuales se educan muchos en los Estados-Unidos, en Francia y en Inglaterra y que quieren ser tratados como hom bres libres, y otro de peninsulares, muchos de ellos oscuros é ignorantes, que van á hacer en pocos años su fortuna, no importa por qué medios, con la vista fija en la Península, á la que quieren volver á los pocos años ricos, muy ricos. Hom

bres con una grande ambicion y sed de oro,para quienes el statu quo les parece necesario, tanto porque desconocen los peligros de semejante estado, cuanto porque aún cuando los conozcan les basta, á su modo de ver, que el órden del des

potismo dure tres, cuatro años, ó los pocos que en sus ilu siones consideran bastantes para hacer su pacotilla. Sin ar

raigo, sin familia, con el porvenir en la Península, poco les importa que la isla se hunda, con tal de que sea despues de haberse enriquecido y vuelto á Europa. Su máxima es la de après de moi le déluge. Esta gente forma lo que se llama en Cuba partido catalan, y siento á fe que la provincia en que he nacido le dé nombre. Y una prueba del concepto que merece dicho partido á la poblacion de la isla, está en el dicho vulgar de los negros, cuando exclaman lamentándose

de su suerte : ¡Quién fuera blanco, aunque fuera catalan ll Y debo añadir por honra del ilustrado pueblo en que he na

cido, que en el llamado partido catalan se cuentan españo lespeninsulares de todaslas provincias, los más ignorantes, aunque sean honrados y laboriosos, del mismo modo que en el partido cubano hay muchos catalanes de ilustracion y valía. En esta materia, como en todas, conviene saber la ver

dad, la que no debe ocultarse á los ojos de una persona tan ilustrada como el Sr. marqués de la Habana. Realícense al

gunas reformaspolíticas, y verá bien pronto S.S. desapa


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recer como por encanto el partido anexionista é insurgente,

y verá tambien á ese partido catalan convertirse en defen sor del progreso, desde el momento en que observe que la libertad no se opone al órden,y sin embargo, multiplica los negocios y con ellos los beneficios. Por lo demás, suponerque

los cubanos no se acuerdan de las reformaspolíticas, esin ferirles una grave ofensa, es considerarles como una raza degenerada, abvecta, desprovista de la elevada dignidad que caracteriza en todas partes á los españoles. La décima proposicion queda ya contestada. La undécima pone al Sr. marqués de la Habana en con tradiccion consigo mismo. Si en Cuba cree que serian re chazados los anexionistas por los habitantes, ¿cómo llama

partidoá las personas que tienen estas opiniones?Cómo tu vo que prender de 150 á 200 personas por este motivo en 1854?Cómo, y para qué, aplicó todo el rigor de la ley mandando al cadalso á dos infelices? Porque una de dos, si los conspiradores no pasaban de 200, eran otros tantos locos ó monomaniáticos, y no habia para qué ejecutará dos po bres locos por exaltacion política, y si no eran locos, si eran verdaderos delincuentes políticos, es decir, hombres de sano juicio, es evidente que contarian con más recursos y séquito del que se le figura al marqués de la Habana. Por

miparte, me inclino á creer que eran locos, y no puedo menos de lamentar, y conmigo tambien estoy persuadido que lamentará el Sr. Marqués, que sus excesivas atribu ciones le hicieran cargar con cierta responsabilidad en la ejecucion de los dos que murieron, y además con la respon sabilidad del indulto de los otros. ¡Cuánto más satisfecho de

biera estar S.S. si en aquellos sucesos la independencia de los tribunales, la accion de la imprenta libre y la publicidad de los procesos, acusaciones, pruebas y defensas, le hu bieran eximido de la responsabilidad moral que pesa sobre


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él, y que algunas veces debe mortificar sus recuerdos con la duda de si estuvo todo lo acertado y justo que con Venia !

La duodécima proposicion queda refutada con los datos que he presentado, y que prueban hasta la evidencia que la raza blanca resiste y se multiplica más que la negra en las Antillas.

Algunos sábios han tratado de probar que las razas hu manas no eran completamente cosmopolitas, y entre este número figura principalmente M. Boudin; pero este supone

que en las Antillas no pueden aclimatarse ni blancos euro peos, ni negros; lo cual está completamente desmentido por los hechos. Exceptúa, sin embargo, á la raza israelita que se acli mata en el archipiélago de Colon lo mismo que en Europa. La verdad es que ya sea por lo que los españoles tenemos de

esa raza y de la árabe, ya porque el clima se modifica con la poblacion, vivimos en Cuba como en otra cualquier par te. Si en Cuba hay fiebre amarilla, á tres leguas de Madrid, en las inmediaciones del Jarama, se adquieren durante el otoño y en una extensa zona, fiebres intermitentes tan ma lignas, que en pocas horas suelen ocasionar la muerte. La cuestion científica está por resolver, como otras mu

chas, y los hechos prácticos hasta ahora prueban la opi nion favorable á la raza blanca en las Antillas con prefe rencia á todas las demás.

En cuanto á la importacion de chinos, no puede admitirse sino como remedio pasajero, como raza intermedia que fa cilita la coexistencia del trabajo libre con el esclavo de dos razas distintas; pero por regla general, la poblacion no de be importarse artificialmente en falanges organizadas y so

metidas á reglamentos disciplinarios, sino por medios indi rectos que la atraigan voluntaria. En este concepto, la im


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portacion de chinos no es una solucion, es un paliativo, y nada más que un paliativ0. Convengo por último, y como ya dejo dicho, en que la trata no podrá extinguirse por completo mientras produzca enormes beneficios; pero es tambien muy exacto que cuan

do los capitanes generales de Cuba se han propuesto con empeño reprimir la trata, si no la han extinguido, por lo menos la han reducido á proporciones muy exiguas, segun demuestro en un estado comparativo de la poblacion de la isla durante el mando de sus respectivos capitanes genera les. En consecuencia, creo que el Sr. marqués de la Haba

na, obrando sin duda con el mejor deseo, cometióun gra ve desacierto resolviendo la invalidacion de las cédulas de

esclavos, porque así facilitósin quererlo los medios de rea lizar la trata con mucha menos exposicion de pérdida, y además, lastimó un ingreso del presupuesto. La razon de que existian cédulasfalsificadas, no justifica la medida, puesto que en un asunto que produce disgustos

internacionales, hay medios de corregir y castigar las fal sificaciones, sin dar ocasion á que en Inglaterra seinterpre tara la supresion de aquella formalidad, como señal de una

tolerancia contraria á los tratados. Y hé aquí otro mal de la plétora de autoridad de los capitanes generales en Cuba: recae sobre su personal responsabilidadtodo lo quese hace. Esta cuestion de la trata ha traido á la imprenta en los últimos meses otra solucion al problema del trabajo en Cu ba, con la cual tampoco estoy conforme. Aludo al proyecto de importar negros africanos libres.

En Las Antillas, periódico en el cual tengo el honor de contarme como colaborador al lado de escritores muy dis tinguidos, se ha defendido y defiende esa clase de trabaja dores, en mi opinion, con más fe y talento que sólidas razo nes. El Reino, diario político, sostiene tambien la misma


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opinion que Las Antillas, y como ya me voy extendiendo demasiado, en lugar de seguir la cuestion en todas sus ra mificaciones, me limitaré á refutar el artículo en que dicho

diario político, impugnando al marqués de O'Gavan, resu me la cuestion.

Breve serámi réplica, porque lo fundamental de ella cons tituye una buena parte de la doctrina que dejo expuesta en todo este opúsculo.

Dice El Reino, que la importacion de brazos africanos li bres; hará innecesario el derecho devisita, en razon á que la abundancia y baratura del trabajo libre, compitiendo con el esclavo, hará tambien innecesaria la trata. Para que esto se verificara, deberia hacerse una gran importacion que

exige mucho tiempo, durante el cual, el derecho de visita tendria mayor razon de existir, y al fin de la jornada, en el mismo tiempo, se habria conseguido el desarrollo de la po blacion blanca.

Niega despues El Reino que exista paridad en el ejemplo de Haití, la Jamáica, la Guadalupe, y la Martinica, citados

por el marqués de O'Gavan, suponiendo que este combatia la importacion de africanos libres por los riesgos que ofre

ce la emancipacion de los esclavos,y en esto El Reino no ha comprendido bien lo que dice el Sr. de OGavan. Este ha bla de la manumision, como medio de probar que los ne gros entregados á su libertad, son indolentes y enemigos del

trabajo, y la ilacion lógica de su argumento con el ejemplo presentado, está en que si en todas las Antillas el negro li bre no ha querido sustituir el trabajo del negro esclavo, tampoco le sustituirá en Cuba.

Una de dos, ó los negros importados serán libres, en cuyo caso no querrán trabajar, óse les someteráá unos re glamentos disciplinarios que cambien la palabra esclavos

por la palabra contratados, en cuyo caso la pretendida im


portacion de brazos libres, será una verdadera trata de negros, tan esclavos de hecho como los otros, pero con el nombre de libres. El Reino debe convenir, en que esta se

ria una hipócrita sofistificacion que acrecentaria prodigiosa mente el mal de la esclavitud; y de respetarse la libertad de los negros, no hay remedio, queda en pié el argumento del marqués de O'Gavan.

Además, El Reino no debe ignorar, que en Cuba los ne gros bozales, cogidospor los cruceros á los buques que ha cen la trata, para evitar que su crasa ignoranciales conde

pe al crímen óá la miseria, se ponen bajo la disciplina de patronos, que durante cinco años se aprovechan de su traba jo, con la obligacion de vestirles, alimentarles y enseñar les la moral, la religion y un oficio. Los patronos, á semejanza de los antiguos encomenderos de indios, en vez de enseñar, explotan á latigazos el traba

jo ylasfuerzas de sus pupilos, con tanta más dureza, cuan to mayor sea la seguridad de que á los cinco años perderán esta riqueza, y con la codicia de utilizar en el período del aprendizaje el capital por entero que los negros represen tan, y que no les duele destruir, porque no lo han pagado.

Cuando el digno general Pezuela, de quien me apartan mis opiniones,pero á quien todos respetan como cumplidi simo caballero, quiso, como gobernador de la isla, poner

remedio á este abuso, descubrió hechos horribles. Ninguno de estos negros, que se conocen con el nombre de emanci

pados, habia aprendido oficio, ni aún despues de diez ydoce años de aprendizaje, muchos que figuraban en el catálo go de los fallecidos, habian pasado con diferente nombre

á la condicion de verdaderos esclavos. Otros, en seis y siete años, ni aún habian aprendido á darse á entender en castellano.

¿Quiere El Reino que se aumente el número y felicida


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des que proporcionan estospobres negros áquienes por sar casmo se llama emancipados?

Porque este será, y no otro, el resultado de la importa cion de africanos libres, y en tal caso seria más franco pedir abiertamente que se restablezca la trata. El amo absoluto tiene al menos interés en que viva el esclavo que le repre senta un capital. El Reino califica de infundado el temor de una insurrec

cion negra. Para contestar á sus argumentos, basta leer de nuevo la historia que dejo bosquejada de Santo Domin go. Y cuenta que en Haití no fuéron los esclavos, sino los negros libres los que capitanearon la insurreccion y arrasa ron á fuego y sangre las ciudades y las plantaciones.

Tambien apoya El Reino su opinion en que el aumento de la raza blanca está en razon directa del de la raza negra. Este argumento, que tambien hizo en el Senado el marqués de la Habana, lo he refutado comparando el mayor progreso

de la poblacion blanca en los Estados-Unidos y en Puerto lico.

Por último, todos estos argumentos adquieren doble fuerza desde la reincorporacion de Santo Domingo. Seria una gravísima imprudencia fomentar el aumento de una

raza, cuya coexistencia con la blanca sólo puede sostener se mientras guarde una respetable inferioridad numérica.

Y llamo acerca de este punto la atencion del Sr. D. José de la Concha, noporque tenga la inmodesta pretension de convencerle, sino porque sé muy bien queS.S. es de aque llos militares á quienes la espada, léjos de ser obstáculo, es estímulo para el cultivo de las ciencias y las letras, porque además es sensible, que habiendo partido de él la propues

ta de la pequeña reforma de ayuntamientos en Cuba, y del establecimiento de un Consejo provincial,por un espíritu conservador algo exagerado, el que es tan valiente en el


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campo de batalla,sea tan tímido en el alto Cuerpo Colegis lador cuando se trata de dar el ensanche político necesario

á las Antillas. Una mirada á la cuestion bajo el punto de vista de los radicales, y estoy seguro que la inteligencia del señormarqués de la Habana, atraida por el brillo yvir tud de la idea liberal, modificará su opinion.

Estoy seguro tambien que verá bien claro, que no pue de ser lógico consigo mismo defendiendo en la Península un régimen constitucional, y en Ultramar la autocracia del po der: en España la intervencion del país en los negocios pú

blicos, y su completa relegacion en Ultramar.

BASES DE LA REFORMAQUE EXIGE LA POLITICA ESPAÑOLA ULTRAMARINA.

CONCLUSION.

Llego al término de mi trabajo con la desconfianza que inspira el haber tenido que tratar en tan pocas páginas, y con la rapidez que exige toda cuestion de actualidad, un

asunto donde se presentan problemas políticos y sociales, tan múltiples y complexos, como son los que surgen de la

reincorporacion de una antigua provincia ultramarina,de la reforma política de otras, que la son vecinas, de la coloni

zacion y coexistencia de razastan diversas como la negra y la blanca, de la supresion de la trata, y de la sustitucion natural, paulatina y ventajosa del trabajo negro esclavo, por el trabajo libre blanco. Y ciertamente, no me hubiera atrevido á concluir y pu blicar este ligero opúsculo, si noviniera estudiandoy reu niendo datos sobre las cuestiones que comprende durante


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muchos años, tantos casi como han pasado desde que en 1857 se negóá los diputados de Ultramar un asiento en las Córtes. Sirva esto de anticipada satisfaccion á los que extrañen, que un español peninsular que sólo ha viajado por Europa, que jamás ha pisado el suelo americano, aco meta de frente los más árduosproblemas sociales de las An tillas. Es conveniente observar, sin embargo, que quizás la misma circunstancia de no haber visitado un pueblo, fa cilita el exámen imparcial de sus condiciones. Los grandes

hechos políticosy sociales, suelen á veces verse mejor y más claros desde léjos, desde un punto en que pueda abar carse su conjunto, y sin que los intereses locales perturben

y apasionen el juicio del crítico. En resúmen, dejo demostrado con la doctrina apoyada en

la historia, que para que la reincorporacion de Santo Do mingo sea conveniente, debe gobernarse la nueva provin

cia con una política eminentemente cosmopolita y liberal. No basta que se conserve á los dominicanos la libertad de que disfrutaban; es necesario ampliar todavía esa libertad

para que nunca tengan que arrepentirse de haberse unido á la madre patria, para que su prosperidad sea más rápi da, para que su riqueza y poblacion lleguen pronto á su ap0ge0.

Santo Domingo no paga hoy contribuciones, vive de la renta de sus aduanas, no hay en la isla enseñanza, ni ca minos, niindustria alguna ejercida por el Estado: sus pro pias desgracias, sus propios apuros, la han libertado hasta hoy de la plaga de esas cohortes de funcionarios públicos que están, en las antiguas naciones del continente europeo, encargadas de hacer caro y mal, lo que la actividad indi vidual haria bien y barato. Es necesario no sacar á Santo Domingo de este feliz es tado, dejando íntegra la libertad industrial de que disfruta.


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Llevémosles fuerza militar y marítima que garantice la paz con los haitianos, que mantenga el órden interior, mientras se desarrolla la riqueza y con ella el espíritu conservador de ese mismo órden.

No carguemos tampoco con la odiosa responsabilidad de

imponerles contribuciones. Que á semejanza del Canadá se constituya allí un cuerpo legislativo ó consejo provincial, elegido por los mismos dominicanos, que entienda y resuel va todas las cuestiones de interés local y que discuta y vote públicamente los presupuestos provinciales. Los impuestos destinados á los gastos generales de la nacion, las leyes

constitucionales, las relativas al derecho civil y penal, y en una palabra, todas aquellas que deben subordinarse á los eternos principios de la justicia, sin diferencia de tiem po ni de lugar, deben discutirseyvotarse en las Córtes, co mo las demás del reino, y con la asistencia de diputados

elegidos y enviados por Santo Domingo. Los cultos existentes en la isla deben respetarse. No ol videmos que esta es cuestion capital para la atraccion de

plantadores y trabajadores blancos, activos é inteligentes, además de serlo para conservar y estrechar nuestras bue nas relaciones con los gobiernos de Inglaterra y los Estados Unidos.

La libertad de imprenta no es menos indispensable para que supla en la Península la lentitud de las comunicaciones postales y la falta de noticias directas, para que descubra los vicios de la administracion metropolitana, refrene los

abusos de la local, sirva de garantía contra la prevarica cion de los tribunales, y propague la ilustracion. Conviene tambien llevar allí la inviolabilidad del domi

cilio, el juicio por jurados, y la garantía de no poder ser nadie juzgado sino por sus jueces naturales; es decir, el habeas corpus de Inglaterra, tan fecundo en bienes. Estas


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garantías son las que más han contribuido á la multiplica cion de la raza blanca en todas las colonias inglesas. En el órden económico la libertad mercantil, la de aso

ciacion anónima, la de crédito, la del trabajo bajo todas sus formas, son indispensables para atraer esa actividad indus

trial que tan sorprendentes resultados produce en los Esta dos-Unidos. Los aranceles de aduanas puramente fiscales con derechos muy bajos,igualdad absoluta para todas las ban deras, derechos de puertos,faros y demás análogos, reasu midos en un solo impuesto muy módico portonelada, y cu

yo producto guarde proporcion con los gastos marítimos. Pocas ó ninguna traba con pretexto de sanidad y cuarente na; admision á depósito, sin pagar otro derecho que los gastos de almacenaje, de todas las mercaderías del mundo,

sea la que quiera su procedencia y bandera. Tal es la política que exige Santo Domingo; política más radical qué la de la Península; pero la única que la experien cia, es decir, y nótese esto bien, la úNICA QUE EN LA PRACTI CA HA DADo EL MAXIMUM. IIASTA. Hoy ALCANZADo DE PAz, DE ór DEN, DE JUSTICIA, DE MORALIDAD, DE RIQUEZA Y DEPOBLACION.

Sea Santo Domingo ensayo de la aplicacion de esta polí tica á la raza española, y antes de pocos años verémos de mostrado que no existe esa pretendida superioridad de la

raza anglo-sajona sobre la latina; que dadas las mismasga rantías legislativas de seguridad personal y de seguridad de

la propiedad, dada la misma libertad á la accion individual, la raza latina es tan enérgica, tan emprendedora y fecunda como la misma inglesa.

En Cuba y Puerto-Rico es urgente aplicar esta misma política, porque su poblacion es todavía más rica y nume rosa que la de Santo Domingo. Si en el órden económico

no es fácil ni prudente variar de un golpe todo el sistema de impuestos de estas dos Antillas, es por lo menos forzoso 7


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crear en el órden político un consejo provincial legislativo, soltar la prensa, comó decia el marqués de O Gavan, y admitir representantes de ambas islas en las Córtes de la metrópoli.

Cuba y Puerto-Rico más organizadas, no presentan la misma facilidad que Santo Domingo para algunas de las re

formas económicas y judiciales referidas; pero desde luego puede introducirse sin peligro el habeas corpusy aún el jui cio por jurados; desde luego puede eximirse de la declara cion religiosa que exige la cédula de poblacion blanca, para

dar cartas de nacionalidad á los extranjeros. Lo que el mar qués de la llabana citaba como una tolerancia meritoria,

conviértase en un derecho concedido por la ley. Tambien urge ampliar las franquicias económicas, supri

miendo en los aranceles, si no de golpe, al menos en pocos años, todos los derechos diferenciales de procedencia y ban dera, que hoy son excesivos. Acerca de esta materia, examínese la estadística del mo

vimiento de la marina mercante en Inglaterra, antes y des pues de abolida la famosa acta de navegacion, y se notará con asombro el aumento prodigioso que produce en la ma rina nacional mercante la libertad que se concede á la ex

tranjera.Tenemos la luz brillante de una gran experiencia, y no debemos cerrar los ojos para mantenernos enperpétua ceguera.

Siel gobierno,á pesar de todo, se acobardara ante la gran deza de toda la reforma, al menos realice la de la parte poli tica y suprima los derechos diferenciales sobre las harinas, que privan de buen pan á la mitad de la isla y al Tesoro de más de un millon de pesos fuertes de ingreso.

Por otra parte, estas reformas deben ser en Ultramar la señal de las de la Península. Tenemos la desgracia de que en

Europa estamos más atrasados que en América respeclo á


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muchos ramos de la administracion. Si en Inglaterra la re forma económica de la metrópoli precedió á la política de al gunas colonias, antes en otras se habian establecido cons tituciones y Parlamentos más libres que el de la misma

metrópoli. En España nos encontramos en el caso de que las reformas ultramarinas deben servir de base para las pe ninsulares.

Tan anómalo y contradictorio es que Cuba disfrute más libertad económica y menos libertad política que la Penín

sula, como que esta tenga mayor libertad política sin go zar iguales franquicias económicas. Contamos diez y seis millones de habitantes,y debemos aspirará que figuremos antes de diez años por veinte óveintidos. Los derechos que hoy pagan los frutos ultramarinos á su entrada en la Península son enormes, anti-económicos, ab surdos, contrarios al aumento peninsular del consumo, al

fomento de nuestras relaciones mercantiles con América y á los verdaderos intereses del fisco.

Este cambio de política peninsular y ultramarina repre sentaria, ó más bien constituiria de hecho un gran cambio en la política internacional.

Inglaterra, Francia, los Estados-Unidos, las repúblicas hispano-americanas, todas las naciones del mundo civiliza

do, verian renacer la grandeza de España, sin miedo, sin recelo, con entera confianza.

El cosmopolitismo de la nueva política levantaria nuestro crédito público, y como necesaria consecuencia, el crédito privado. Suprimidas en España las trabas mercantiles, abier

tos nuestros puertos á todas las banderas, siempre que esta medida fuera acompañada de la abolicion de viejas y opre sivas instituciones, como las matrículas de mar, las leyes represivas de la pesca y otras restricciones que hoy contie nen el progreso de nuestra marina mercante, la actividad


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de las costas fecundaria la industria del interior, las redes de caminos de hierro decuplarian su tráfico y productos en

pocos años, el órden se afianzaria sobre la base de la li bertad, de la industria, del enlace y mancomunidad de to dos los intereses.

A los espíritus vacilantes, apocados, á los políticos á quie nes asusta toda idea de reforma, quizás parezca demasiado radical este bosquejo de programa; pero es lo cierto que nada tiene de utópico, que es eminentemente práctico. Los que lean con desconfianza estos renglones, porque

lesparezcan contrarios á sus ideas doctrinarias ó conserva doras, antes de fallar en contra, que estudien las obras, los programas políticos de los estadistas más notables de su propia comunion. Conservadora, muy conservadora ha sido la fraccion política representada por el diario titulado La España, y sin embargo, siempre ha sostenido la bandera de la descentralizacion administrativa, de la libertad de comercio, de los puertos francos y otras reformas de las que

acabo de indicar. La Patria fué órgano de la fraccion pu ritana, ypedia los consejos legislativos óprovinciales y otras reformas políticas y liberales en Ultramar, así como las

franquicias mercantiles. El Heraldo, defensor durante mu chos años del partido moderado, dedicaba una plana todas las semanas á la defensa de la libertad económica. Jovella

nos, cuyo nombre sirvió de bandera á ese mismo partido que enun tiempo se denominó partido Jovellanista, defendió tambien hace ya más de sesenta años la conveniencia de la libertad económica.

A consecuencia del famoso informe secreto de hombres

tan sesudos y moderados como D. Jorge Juan y D. Antonio de Ulloa, se pensó durante el reinado de Cárlos III en poner remedio á los vicios de la política ultramarina, convirtiendo

algunas provincias hispano-americanas del continente en


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reinos independientes bajo el cetro de príncipes españoles; es decir, se pensó en asegurar la conservacion de los víncu

los fraternales mercantiles y morales entre la Península y

aquellas provincias por medio de su emancipacion realizada segun las ideas de la época. Es decir, un medio mucho más radical que el que propongo, siguiendo la doctrina de los primeros pensadores en la materia.

En Portugal se realizó la idea constituyendo el reino del Brasil.

No aconsejo ni creo conveniente, al menos durante mu

chos años, la emancipacion de las Antillas, pero sí que se las reconozca una autonomía provincial perfecta. Conservador, muy conservador, era el ministerio del par

tido tory que gobernaba en Inglaterra en 1858, y sin em bargo, para estudiar las graves complicaciones, para evi tar las sangrientas colisiones que en el Canadá producia el antagonismo de las razas diferentes que lo poblaban, com puestas por una parte de originarios franceses, por otra de

ingleses y por otra de los indígenas, aquel ministerio tory nombró al lord Durham jefe del partido radical inglés para que fuera de comisionado régio con ámplias facultades á la colonia. El conde Durham, despues de maduro exámen,

presentó un notabilísimoinforme acompañado de cuatro vo luminosos apéndices henchidos de documentos y datos justi

ficativos,y en este informe proponia para el Canadá nada menos que una constitucion política mucho más democráti ca que la misma de Inglaterra. El ministerio inglés del partido conservador, y la mayo ría del Parlamento, tambien conservadora, aprobaron to das las reformas políticas propuestas por el lord Durham,

y desde entonces la colonia ha vivido en prodigiosa progre sion de prosperidad. En España el Sr.Vazquez Queipo, fiscal que fué de la


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Habana, y bien conocido por su ilustracion y opiniones con servadoras, á pesar de haber impugnado un escrito del Sr. Saco, en la misma impugnacion reconoce la necesidad de reformas políticas. Hombres todavía más importantes del partido conserva

dor, profesan las doctrinas económicas liberales, y convie nen en la utilidad de su aplicacion. Los señores Pacheco, Egaña, Bermudez de Castro, Salamanca, y el conde de San Luis, han dado en varias ocasiones muestras de su libera

lismo económico, y el primero que se consideraba como pa trono de la Patria, debe profesar ideas favorables tambien

á la reforma política. En la sociedad libre de Economía política de Madrid, y en

la Asociacion para la reforma de aranceles de Aduanas, han sido elocuentes defensores de la política económica cosmo

polita, conservadores de la reputacion y nombradía de un D. Luis María Pastor, y un Alcalá Galiano.

El gobierno actual ha proclamado su conveniencia en un notable preámbulo que encabeza el decreto para una expo sicion general peninsular y ultramarina.

Registrese el catálogo de los más célebres jurisconsultos moderados; léanse los meditados artículos del Diccionario

de legislacion que se publica bajo la direccion del Sr. Ar razola, y las reformas y las garantías judiciales que pro pongo, se encontrarán defendidas por plumas elocuentes, por personas irrecusables para los hombres de ideas con servadoras.

En estos mismos momentos la mayoría de los que han

formulado una opinion séria sobre la reincorporacion de Santo Domingo, reconocen en seguida la necesidad de libe ralizar la política ultramarina. El laborioso, inteligente, activo y conservador Ferrer de Couto, en su reciente folle

to sobre dicha reincorporacion, Rivadeneyra en su artículo


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de La España, varios diarios políticos que no recuerdo en este momento, los semanarios especiales y científicos, Gaceta Economista, Crédito, Antillas, la revista quincenal

titulada La América, hasta el castizo escritor proteccionis ta y conservador, D. Buenaventura Cárlos Aribau, pide en

cierto modo política liberal para Ultramar.Y no cito la im prenta progresista y democrática, porque toda está de acuerdo en este punto. La ciencia económica teórica representada por Federico

Bastiat en Francia, la ciencia económicapráctica representa da porCobden en Inglaterra, aconsejan tambien la reforma. Si todavía no bastan tantas autoridades, los más preve

nidos contra la liberalizacion de la política española en Ul tramar, que estudien las demostraciones numéricas y los robustos razonamientos del lord Russell en el discurso que

pronunció en el Parlamento inglés sobre la materia, é in serto en el apéndice; que lean el artículo que le sigue del Times, órgano de la banca, del comercio, de las clases más ricas y conservadoras de Inglaterra. Si despues de tantas y tan poderosas razones, de tantos y tan convincentes datos estadísticos, de tantas y tan acre

ditadas autoridades, no consigo inclinar la opinion pública y la del gobierno enfavor de la reforma liberal, me quedará por lo menos la satisfaccion, de que desde mi modesto ga

binete, aunque con débil vozy poco eco para trasmitirla, he procurado contribuir con alguna idea al triunfo de la li bertad y de la justicia en la España peninsular y ultrama rina, á la realizacion de la unidad, conservacion y progre

so de la raza española en ambos hemisferios, y á su co existencia con las demás razas humanas, en virtud de la doctrina de fraternal cosmopolitismo que está llamada á

realizar en un dia, quizás no lejano, LA PAz UNIvERsAL.



APENDICES.

APENDICE I.

DISCURSO DEL EXCMO. SR. MARQUÉs DE o GAVAN, PRONUNCIADo EN EL SENADO EL 9 DE ABRIL DE 1861.

Señores, uno de los motivos que me han obligado á hacer esta in terpelacion ha sido el sentimiento de indignacion manifestado en esta Cámara en 5 del pasado á consecuencia de las palabras que pronunció en el Parlamento inglés el presidente del Consejo de ministros. Yo creo que no cumpliria con mi deber de cubano y de propietario si no manifestase los medios que pueden contribuir más ó menos efi

cazmenteá cortar ese tráfico inícuo con que nos están mortificando

siempre y con que se amaga la tranquilidad de Cuba. Digo esto con tanta más franqueza y libertad, cuanto que no tengo casi que hacer discurso, sino leer al Senado y llamar la atencion del Gobierno de

S. M. sobre lo que en esta materia importantísima para la política y administracion de Cuba tengo manifestado , no oficiosamente , sino á excitacion del digno capitan general de aquella isla en 1841, D. Ge rónimo Valdés.

Yo ruego al Senado que tenga un poco de paciencia, porque voy á leer la comunicacion en que me trascribióla nota del embajador ministro de Inglaterra en esta córte, al pedirme informe para evacuar

el que el Regente del reino le pidió en aquella fecha: original está el oficio en este libro que lo forman papeles auténticos sobre este a Sunt0.

«Capitania generalde la siempre fielisla de Cuba.—De órden de


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S.A. el Regente del reino, comunicada en 25 de Junio último por el excelentísimo señor secretario del despacho de Estado,se me previe ne que informe á dicho ministerio con la debida extension sobre el

proyecto de convenio propuesto por el gobierne de S. M. Británica relativo al exámen de los esclavos importados de Africa desde el 30 de

Octubre de 1820 y su libertad, oyendo á las corporaciones y particu lares que se hallen en el caso de proporcionar mayor número de ra zones en el exámen de esta cuestion importante. Se me acompaña con este motivo la nota pasada á nuestro gobierno por la legacion britá

nica en España,y el proyecto de convenio que presenta la Gran Bre taña; y al dirigir yo áV. S. copia literal de dichos documentos para que informe cuanto se le ofrezca yparezca, no puedo menos de reco mendar que el informe sea razonado y examine el punto de que se trata bajo el aspecto legal, el económico, el de dignidad nacional, y

cualquier otro que consultando á los verdaderos intereses del país, conduzca al mejor esclarecimiento del punto consultado. »Lo que digo á V. S. en puntual cumplimiento de dicha órdeny para que se sirva evacuar y remitirme el referido informe con la bre vedad que sea compatible con la importanciadel negocio, á finde que pueda yo emitir el que se me pide con pleno conocimiento de causa. Dios guarde á V.S. muchos años Habana 12 de Agosto de 1841.— Gerónimo Valdés.—Sr. D. Bernardo Echevarria y O'Gavan.» Se acompañan al oficio las dos notas que en el mismo se mencio

nan. Yo no leeré todo el informe porque es muy extenso, y me limi taré á la lectura del primer párrafo ó del exordio y de las conclusio

nes, que son verdaderamente las que reunen el espíritu detodo el in forme.

«Excmo. Sr.: Voy állenarcon tanta desconfianza como buena vo Juntad el honroso cargo que W. E. se ha dignado hacerme en su ofi cio de 12 del corriente para ilustrar bajo diferentes aspectos la impor tantísima cuestion sobre la libertad de los africanos en esta isla, in troducidos desde el 30 de Octubre de 1820. Ceda mi insuficiencia,

tanto á la respetable excitacion de V. E., como al inmenso y vital in terés de esta hermosa isla, mi cara patria. Siempre esquivé tan espi nosa polémica hasta con mis más íntimos amigos. Soylo, empero en

tusiasta del gobierno español,y cuando su primero y más ilustre mandatario me pide parecer, á ley de leal ciudadano, de íntegro ma gistrado, de propietario y de hombre de honor, debo emitirlo sin ambajesy con toda la libertad de mi conciencia. Bajo tresfases exa


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minaré sin difusion elproyecto de tratado entre España é Inglaterra, que V. E. se sirve acompañarme en copia, junto con la nota diplomá tica del ministro inglés cerca de nuestra córte;y aún cuando lo haya considerado en lo legal, en lo económico y en lo político, me veré arrastrado como por un declive natural á presentar algunas adverten

cias que serán acaso de alivio en la dura crísis que nos amaga,ya que no sea posible conjurarla del todo en el desventajoso estado de nues tra heróica nacion.»

Continúa el informe, pues no es mi objeto leerlo por completo,

que obra en la secretaría de Estado, lo mismo que otros departicu lares y corporaciones de la isla de Cuba. «Bajo esta faz política (la faz constitucional) debemos tambien considerar el proyecto de la emancipacion africana por las inevita bles consecuencias de terminarse ese comercio que nos surtia de tra bajadores, y por la urgencia de reemplazarlos. Blancos, exclusiva mente blancos, vengan á colonizar entre nosotros: tal fué la previso ra y sábia intencion de la célebre, aunque mal cumplida, cédula de 1817 que el digno señor intendente D. Alejandro Ramirez promo vió y obtuvo para empezar el remedio de la rancia y malhadada mul tiplicacion y contrariedad de las castas. Nuestra indolencia, que, siendo del temperamento, fué halagada muy estudiosamente por los especuladores de la trata, descuidó de dia en dia el cauterio paulatino

que demandaba la envejecida llaga: ahora que es profunda y fácil de acancerarse, debe ser tratada con suma escrupulosidad , y más por aislamiento que por aventuradas medicinas procurar su exterminio. Si la familia cubana ha de aumentarse y homogenearse con elementos españoles ó europeos, que es la necesidad imperiosa de la época, pon ga el gobierno de su parte con el mayor empeño aquellos medios atractivos y certeros para lograrlo: sean una verdad las prometidas leyes especiales, y sepan los cubanos y los que vengan á serlo de nue vo que continúan españoles, y que no entran en una mera colonia ó factoría para sólo enriquecerse, sino para mejorar y arraigar su existen

cia social,gozando aquí con más riqueza de los derechos civilesy po líticos que forman en España ó Europa su creencia civil y religiosa, y esa confianza de existir y bienestar que es la ambicion del hombre ci vilizado: hallar en Cuba á España, como la halla el asturiano en Cata

luña, el catalan en Castilla, el castellano en Andalucía, con su régi men municipal, provincial y nacional, si esta isla es provincia espa

ñola como las de la Península y se la desea conservar por siglos contra


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las tentaciones lisonjeras de las repúblicas vecinas, y esa persuasion

concienzuda que los cubanos nativos y los de adopcion alientan en su alma, será el gérmen más fecundo y reparador de esta mezquina po blacion blanca en una isla de más de 600 leguas de bojeo, de tantos alicientes naturales y al, cabo de tres siglos de hispana gobernacion. Despues de satisfacer el hambre, sienten el individuo y los pueblos el aguijon de otras necesidades sociales; no son pinturas ni utopias; sino resguardos de la propia conservacion material, política y moral, las

garantías constitucionales de la propiedad, del voto para elegir sus re presentantes, y la opcion á serlo de sus conciudadanos, de examinar las contribuciones, de emitir el pensamiento, que es la respiracion del espíritu, y de disfrutar todas aquellas franquicias inherentes á la

organizacion deun gobierno nacional. » Con pocas modificaciones, las precisas en razon de la lecalidad y distancia, nos igualariamos con nuestros hermanos peninsulares, y se amartillarian eternamente estos fuertes mudos de la sangre, de la

religion, de las costumbres y hasta de las preocupaciones: únjanse con el suave óleo de una moderada libertad política tantos y tan sa grados lazos que sin ella se irán rozando ásperamente, dándose áCu ba , áimitacion de Inglaterra al Canadá, una Constitucion acomodada, y lloverán enjambres europeos de todas las naciones sobre nuestras ricas é inmensas costas, y presto nuestros cultivos de caña, café,

tabaco ylos otros mil que admiten nuestros feraces y vírgenes terre nos,serán desempeñados por manos libresy mejores, por un millon de pequeños propietarios, por españoles ciudadanos que vean aquí una verdadera patria, y no nos atormentaráá todas horas ese fantas

ma aterrador de otra raza, esa hidra horrible que duerme,y ya la despiadada Inglaterra se afama en despertar, legando á nuestros hijos una herencia segura, y con ella la lealtad á España, y nuestro ejem

plo de sincera fraternidad como la más elocuentey eficaz leccion tra dicional en las familias.

» Epilogaré este informe, que ya va siendo difuso, en algunas má ximas ó apotegmas que abracen el conjunto de mi humilde parecer sobre el proyecto de emancipacion propuesto por la Inglaterra. Es ab surda, insultante, impolítica ó inasequible la idea de examinar en esta isla un tribunal quo no sea totalmente español el contrabando

negrero, ya internado, y mucho más absurda la manera suversiva que se escoge. Háyase ó no introducido despues de 30 de Octubre

de 1820, el statu quo es inviolable y vital para esta isla. El más se


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guro y próspero porvenir de ella prescribe á los cubanos repulsar ese tráfico aunque de balde se le trajesen africanos á millares. El interés particular y la cooperacion protectora del gobierno sabrán llenar los vacíos que se experimentarán muy luego: una pecuniaria y gruesa multa debe castigar al vecino de esta isla que compre un negro re

cienvenido. La agricultura, que ahora casi exclusivamente se ocupa de ingenios, cafetales y vegas de tabaco, explotará con menos brazos otros muchos cultivos menores que multipliquen los pequeños ó me dianos propietarios; situacion mucho más ventajosa en política y en

Economía que la que dan á un país los grandes capitalistas óvastos cul tivadores.

»La poblacion blanca es la primera necesidad de nuestra época y actual crísis: para atraerla y arraigarla, la condicion política de los cubanos demanda prontas mejoras constitucionales, y goce de aque llos derechos que son elementales en las naciones civilizadas y más necesarios en un gobierno representativo. Eleccion municipal y de representantes para las Córtes, ó bien un Consejo provincial de toda la isla bajo la presidencia del capítan general; más soltura en la pren sa, arreglo de estudios y nominacion indistinta, pero imparcial, de

peninsulares y cubanos para los empleos, darán aliento á estos fieles habitantes, y convidarán á los de España y otros europeos á fijar su residencia en el país que á poca costa los enriquece y mo los tornará de peor condicion social. Las leyes especiales que la Constitucion de 1837, y no podia hablar de la del 45 porque no estaba publicada, y que tantos otros reales decretos nos ofrecen,tardan de realizarse aquí en el palacio del presidente, bajo su ámplia autoridady en sesiones abiertas, las personas de caudal y saber debieran reunirse á discutir

ese código municipal ó provincial, realizando en mayor círculo y con más latitud estos y otros informes que nos pide V. E. con el mejor deseo. Si el gobierno no siembra confianza, no la recogerá por fruto. El manso carácter de los cubanos no puede inspirar alarmas; aquí la revolucion es un imposible de evidencia: los que la sueñan, son los únicos que se acuerdan de ella para beneficiar sus miedos. Mejoras

políticasypoblacion blanca: poblacion blanca y mejoraspolíticas: y una y otra sin tardanza y sin desmayar en sufomento, son la salva guardia firme, duradera y conciliadora para todos tiempos de esta rama preciosa de la familia española y de su heróica madre pa tria, que no puede rehusárselas, dando ella tantos pasos á la ver dadera libertad constitucional,y al mundo entero el glorioso ejem


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plo de renacer como el fénix de las ruinas del antiguo despotismo. »Dios guardeáV. E. mucho saños. Habana 31 de Agosto de 1841.»

Voy á manifestar que no sólo soy yo de esa opinion, sino que indi viduos de mucha autoridad en esta Cámara lo han sido tambien, y

aún se encuentra apoyada mi opinion en publicaciones muy recientes, como podrá ver el Senado por lo que voy á leer.

El Sr. Vazquez Queipo, persona de grande autoridad,porque ha tratado muy maestramente la cuestion de Cuba, dice en una impor tante publicacion de 1847, que «para aumentar la poblacion en un país no basta fomentar la inmigracion, si no se procura además inte resarla en su permanencia con una legislacion sábia, justa y adecuada á sus necesidades; en una palabra, si no se remuueven los obstáculos

que hasta elpresente han hecho ineficaces los deseos delgobierno.» El último jefe que ha mandado en Cuba, y cuya autoridad nadie puede poner en duda, tiene dicho tambien lo siguiente: «Bajo el punto de vista político la representacion mejor y más fiel de los inte reses locales, de que nunca puede el gobierno apartar la vista, y la

posibilidad de satisfacer porsu medio ese justo deseo, que en uodos los países existe, de que sus capacidadesy altas posicionesinterven gan de algun notio en los negocios que les son propios,serian susin declinables consecuencias.

pEste cuerpo vendria á ser respecto del gobierno de la isla en

cuanto á su carácter y atribuciones, lo que son en la Peninsula los consejos provinciales respecto de los gobernadores de provincia, con más lleno de autoridades, lo que es en más vasta escala respecto del gobierno de S. M. el Consejo de Estado. Su necesidad administrativa

es indudable. Téngase en cuenta, para persuadirse de ello, que el gobierno de Cuba es lhoy tan importante y difícil como el de muchos Estados, y que en la autoridad que lo ejerce residen en lo adminis trativofacultades altas y de general trascendencia:y por la atribucion que le está encomendada de dictar reglamentosy disposiciones gene rales, que sólo son reformables por el gobierno supremo, ya por la necesidad que tiene de avocary resolver, siquiera sea de momento, todas las cuestiones á que dalugar la aplicacion de la legislacion local

y el choque y ejercicio de todos los intereses privados y colectivos, tan poderoso y frecuente en un país que se halla en la plenitud de su desarrollo.»

En otra parte y en el mismo sentido dice lo siguiente: «Yo tomo lo bueno donde quiera que lo encuentro.»


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»Si la conservacion de la isla no ha de estar preñada de peligros para el porvenir, y de embarazos para el presente; si el gobierno de S. M. ha de consolidar en ella de una manera permanente el órden público, ó ha de conjurar la resurreccion de los antiguos odios; si ha de hacer imposibles intentonas filibusteras, que sólo pueden engen drarse cuando en la isla exista un descontento público capaz de darlas un apoyo moral é inspirar la esperanza de un apoyo material, nece sita consolidar de una manera robusta el espíritu público en favor de la metrópoli, en esas mismas masas donde en ocasiones ha hallado la

hostilidad. No entraré á discutir si para ello es necesario llevará Cuba la organizacion y derechos políticos de la metrópoli; así porque la cuestion no cabe por su magnitud en los estrechos límites de esta Memoria, como porque tan grave reforma debe en todo caso ser pre

parada por medidas que, mejorandola condicion pública de sus habi tantes, les den parte en la gestion administrativa de los negocios loca les. Halagar las legítimas aspiraciones que en esta materia abrigan las clases influyentes; abrir á los naturales de una manera más eficaz

que hasta aquí las puertas de los destinos públicos; facilitarles el in greso en las carreras del Estado, tal es el medio que como necesidad de momento, que como base de una asimilacion política futura, se ha recomendado siempre ámis ojos.»

Creo que el Senado verá que están completamente de acuerdo en este particular mis opiniones de 41 con las posteriores de 1847 del Sr. Vazquez Queipo, y las del señor general Concha de 1859. Otra vez he tenido ocasion de manifestar mi opinion en esta ma .teria cuando fuí preguntado por el señor ministro de Estado en 1853, con motivo de un folleto y de una pretension igual á otra que ocupa

hoy á los periódicos. Era ministro de Estado ni digno y respetable amigo el Sr.Calderon de la Barca. Leeré al Senado el informe, que no es muy extenso, sobre impor tacion de africanos libres, lo cual varía enteramente la cuestion pre sentada antes por el informe precedente. He leido con cuidado el folleto del Sr. D. Mariano Torrente, y des

pues de meditarlo con personas que han dedicado muchos años al es tudio de la delicada cuestion de la esclavitud africana en la isla de

Cuba,y además mantienen allí cuantiosos intereses, no puedo me nos de desechar la idea que por vía de conclusion propone en su

papel. El medio que ofrece para salvar los conflictos de nuestra na cion con la Inglaterra, sin desatender la necesidad de brazos que ex


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perimenta la grande Antilla, no es otro que continuar la introduccion de africanos, no ya como esclavos, sino como colonos libres. Seme jante sistema, léjos de disipar los conflictos internacionales, haria interminables y pondria de peor aspecto el proceso que á nuestro go bierno viene haciendo el de San James desde el tratado de 1817 en

que se ajustó la abolicion de la trata y que fué ampliado en 1835 con arreglo á las necesidades políticas de nuestro siglo. El derecho de vi

sita que estos tratados concedieron alinglés no seria destruido por el permiso que otorgase ahora nuestro gobierno para introducir negros bajo la nueva forma propuesta; y tal vez de aquí tonaria pié aquella poderosa nacion para querer mezclarse en los asuntos interiores de nuestro territorio cubano, so pretexto de convencerse de que eran efectivamente libres los africanos nuevamente introducidos: lo cual

no extrañarian los que recuerden que en 1841 intentó la creacion de un tribunal en la propia isla para inquirir la procedencia de los escla vos y dar libertad á los que allí fuéron importados desde 1820. Tampoco traeria ventajas la introduccion de africanos libres, por las

juiciosas reflexiones, apoyadas en datos históricos, que hace el señor Torrente de las páginas 24 á la 36 del papel que acabo de examinar.

En este punto misentir es absolutamente el mismo, como que no puede ser más profunda la conviccion que abrigo de que la decaden cia de Haití, Jamáica, la Martimica y Guadalupe se debe principal mente á la emancipacion de la raza de color,indolente por naturale za. Nuestro gobierno, que desea la conservacion de sus ricas pose siones en América y de la raza española que las puebla, no perderá de vista la elocuente cuanto desastrosa leccion que aquellas otras islas . del mar Caribe ofrecen á la meditacion de los hombres políticos. Léjos de encontrar yo ventajas en la introduccion de colonos afri canos, preveograndes peligros para la tranquilidad interior de la isla,

como que superando hoy en número la raza etíope á la europea, el incremento extraordinario que aquella recibiera con el nuevo sisto ma haria insostenible en un período no largo muestra dominacion en Cuba.

De bulto se presenta este resultado á la razon más vulgar, y no es de tenerse que un gobierno previsor como el nuestrofonente con su

propia mano los elementos de perdicion que desgraciadamente se agi

tan en el seno de la pobacion cubana. No há muchos años que ocupó sériamente al gobierno de la isla la famosa conspiracion de Matanzas.

Tales, son en resúmen, los motivos que á mi ver debieran obrar


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en el ánimo de nuestros gobernantes para negar toda proteccion al proyecto del Sr. Torrente, que no es nuevo y se ha practicado por Inglaterra en su isla deJanáica con conocido éincalculable perjuicio de la agricultura y de la poblacion de aquella abatida colonia. Onerosa es esta á su metrópoli, dice con sobrado fundamento el Sr. Torrente; y ¿no lo seria ánuestra patria la isla de Cuba con la adopcion de aquel mismo pernicioso sistema? En mi humilde concepto lo que cumple hacer al gobierno español, para el fomento de sus hermosas posesiones en América, es proteger por todos los medios la colonizacion blanca, al paso que dé el más re ligioso cumplimiento á los tratados de 1817 y 1835, que abolieron la

trata de negros, sin permitir su introduccion bajo otra forma, por que la condenan enérgicamente el estadointerior de la isla y su con servacion á la madre patria, tan importante bajo el punto de vista comercial y político.

No concibo otro modo de satisfacer las exigencias que de contínuo hace á España la Inglaterra, cuando su alianza nos es tan necesaria

para neutralizarla ambicion de los Estados-Unidos, cuya prepotencia en el hemisferio de Colon es de todos conocida y confesada. Por lo

mismo creo prudente borrar del folleto en cuestion las palabraspoco meditadas de los dos últimos párrafos de la página 44. Derecho tiene de pensar todo escritor como mejor le cuadre; pero su pensamiento

aquí está en pugna abierta con los actos del gabinete español,que en momentos de estarinvadida la isla de Cuba por los piratas norte americanos,solicitó la alianza de Inglaterra y Francia para asegurar la conservacion de la reina de las Antillas, ardientemente codiciada

por el partido anexionista de la república de Washington. Creo que como complemento de lo que he leido, elgobierno, en mi humilde opinion, podrá alejar todos los peligros que esta cuestion

puede producir en Cuba, obrando constitucionalmente, es decir, llevandoá Cuba leyes especiales sobre cada uno de los ramos de la administracion, por ejemplo el de ayuntamientos; porque eso daga rantíasá la inmigracion blanca,que creo es una necesidad de la épo ca y que no puede lograrse con las ventajas convenientes,sin que las personas que vayan á esos puntos tengan las mismas franquicias que los hijos del país.

Voyá contestar ahora á un argumento que es muyfrecuente cuan do setrata de poblacion.Tengo aquíun estado que empieza en el año de 1774 y termina en 1854: no lo leo porque es demasiado ex 8


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tenso, pero de él resulta que la poblacion blanca ha crecido extraor dinariamente segun datos auténticos. «En 1774 habia blancos, 96.440; libres de color, 30.847; esclavos, 44.333. En 1792 blancos, 133.559; libres de color, 55.152; esclavos, 84.590. En 1819 blancos, 239,830; libres de color, 114.058; esclavos, 199.145. Se ve pues que hay un aumento progresivo de poblacion blanca:

de la libre de colory de esclavos. Tambien se ve que los esclavospue den continuar, aún cumpliéndose el tratado y persiguiendo el tráfico, como lo ejecuta el gobierno, porque viendo el censo de la poblacionn

en los cuarenta años que median desde 1819 á 1859, se observa que se duplica y hay un exceso de 70.000 almas además.

Llano la atencion del Senado y del gobierno de S. M. hácia el in cremento de poblacion de los Estados de la Union americana, donde

se advierte que los Estados del Sur que tienen esclavos, no han aumen tado su poblacion tanto como la otra parte donde la esclavitud no está admitida. Bien se ven las ventajas que podrán resultar de llevar á

Cuba todas las reformas políticas y administrativas que estén de acuerdo con sus verdaderos intereses.

Tambien llamaré la atencion del Senado sobre el inmenso pro

greso de poblacion y de riqueza que han tenido las colonias ingle sas, colonias que tienen dentro de sí mismas todos los recursos para su administracion, así las de laspoblaciones de Africa, como las necesarios de la lndia Occidental. Me permitiré leer el último pár rafo del discurso del lord Jhon Russell en la Cámara de los Comu

nes el 9 de Febrero de 1850 sobre la cuestion colonial, hablando de las reformas administrativas que habian tenido lugar en el país, algunas de ellas adoptadas por sus propios gobiernos, Consejos y Congresos. «No solamente creo que se puede y se debe proceder de conformi dad con estos principios sin riesgo ninguno para lo presente, sino que ellos son los únicos que, supuesto caso de ocurrir conflictos en lo futuro, están llamados á resolverlos sin peligro de repetir el lamen table ejemplo que dimos con las colonias que hoy componen lo que se llama Estados-Unidos. Dirigiendo una mirada retroactiva al orígen de aquella desgraciada contienda, se puede ver que provino, no de un solo error ó desatino, sino de una série repetida de ellos, de una

política tan pronto afirmativa como negativa: de rehusar hoy y de conceder mañana, cuando ya era demasiado tarde: de resistir fuera

de tiempo: de obstinarse sin razon. Así empezó,y así se continuó la


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deplorable guerra que sostuvimos con las que antes de ella eran las leales provincias del Norte-América.

Yo confio que será la última de su especie que tengamos. Muchos predicen,y yo con ellos, que algunas de nuestras colonias crecerán tanto en poblacion y riqueza que puedan decirnos un dia : «Nuestra fuerza propia es suficiente para permitirnos ser independientes de ln

glaterra; el lazo que á ella nos unia se nos ha hecho oneroso; ya ha llegado el tiempo en que, manteniendo amistad de alianza con la ma dre patria, podamos salir de su tutela.». No creo que esta época se halle cercana; mas cuando lo estuviera, hagamos euanto sea posible para que aprendanágobernarse á sí mismas; démosles, en cuanto po damos, la capacidad de regir y administrar sus propios negocios; per mitámosles aumentar su poblacion y su riqueza; y, suceda lo que suceda, nosotros, los hijos de este grande imperio, tendrémos el con suelo de decir que hemos contribuido á la felicidad del género hu III .O.

Concluiré reconendando al gobierno de S. M. que tenga presentes estas consideraciones que he manifestado con mucha autoridad, no oficiosamente, sino excitado por las respetables personas que lian ocupado el mando de Cuba y por un digno ministro de Estado de S. M.

APENDICE II. DiscURso DEL LORD RUSSELL EN LA SESION DE LA CAMARA DE Los

coMUNES DEL 9 DE FEBRERO DE 1850, ENQUE, CON MOTIvo DE PRESENTAR UNA CONSTITUCION PARA LAS POSESIONES DE

NUEVA-HolÁNDA, DIó UNA IDEA coMPLETA DE LA POLÍTICA co LoNIAL DE LA GRAN BRETAÑA. Creo que habrá pocos miembros en esta Cámara que no juzguen conveniente que el Gobierno haga en las primeras sesiones una decla racion de la política general que piensa seguir en el arreglo de nues

tros asuntos coloniales. Son tantas las exposiciones que se han hecho sobre este asunto, es tal la variedad de miras, de intereses y de he

chos quehan sidopublicados, que no cabe duda que es tan deseable


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como necesario que los ministros de S. M. no retarden el declarar

cuál es la opinion que tienen sobre los grandes negocios coloniales sometidos á su cargo y á la política colonial permanente. Al empren der esta tarea, me asombro de su magnitud por no considerarme ca

paz de desempeñarla de una manera adecuada;pero considero que el emprenderla es cosa muy conveniente, aunque no sea más que para

que esta Cámara, en sus diferentes discusiones sóbre asuntos que ten gan relacion con las colonias, tenga una idea clara de los principios generales que deben guiarla. Es muy grato para mí el saber que hay en la Cámara algunos miembros que se han aplicado á las cuestiones coloniales, y en las que han dado pruebas de tanto talento como co

nocimiento, entre otros, los honorables diputados de Southwarky de

Sheffield. Al considerar esta cuestion, haré un bosquejo de los hechos más notables relativos á nuestro imperio colonial. Omitiendo hablar

de las colonias americanas que se han separado de nosotros, digo que nuestros primeros establecimientos coloniales y las Indias Occidenta

les datan del fin del reinado de Jaime I y del principio del reinado de su sucesor: esto es, algunos años antes de la guerra civil. Los nave

gantes ingleseshallaron que habia islas que, descubiertas por los es pañoles y abandonadas despues, producian los frutos más ricos de la tierra, islas casi inhabitadas, porque los españoles habian extermina do sus naturales; islas que probaban á la vez la benevolencia de la

Providencia y la perversidad del hombre. Durante el gobierno de Cromwell,aquelgrande hombre tenia que luchar con las pretensiones de España, que insistia en que ninguno de los países descubiertos por ella fuesen ocupados por colonosingleses, y además, en que no se hiciese comercio con el Nuevo Mundo. Por consiguiente, Cromwell envió una expedicion que, aunque no tuvo todo el resultado deseado,

sin embargo, conquistóla importante isla de Jamáica. Despues, en el reinado de Cárlos ll, los ingleses ocuparon otras islas de las Indias Occidentales. En el principio del siglo siguiente tomamos Gibraltar,

y despues de la gloriosa guerra de 1756 otras muchas islas se agre garon á nuestras posesiones,y además el Canadá, respecto de la cual el célebre marqués de Montcalm, hombre de Estado tanto como solda

do, declaró que aunque era una pérdidapara la Francia,seria la cau sa de que las provincias americanas se separasen de la Inglaterra, con lo que seria aquella compensada. En la desgraciada guerra con las provincias unidas de América, nuestras pérdidas fuéron mayores que nuestras ganancias; pero en la grandeguerra revolucionaria que prin


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cipió en 1793, conquistamos otras posesiones que nos fuéron defini tivamente cedidas en la paz.

Voy ahora á enumerará la Cámara las adquisiciones coloniales he chaspor la Inglaterra desde 1600á 1700,y desde esta fecha á 1792, y desde 1793 hasta 1822. Desde 1698 á 1709: Nueva Escocia, Nueva Brunswick, la isla del Príncipe Eduardo, Tierra Nueva, Las Bermudas, Jamáica, Hondu ras, Bahamas, Barbadas, Antigua, San Cristóbal, Newis, las islas de la Vírgen, Gambia, Santa Helena. Desde 1700 á 1793 : El Canadá, San Vicente, Nueva-Granada, Tobago, Dominica, Gibraltar, Sierra Leona, algunos puntos de la costa de Oro, La Australia. Desde 1693 á 1815: Santa Lucía, La Guyana Británica, La Trinidad, Malta, El Cabo de Buena Esperanza, La Tierra de Vandiemen, El Mauricio, Ceylan. Ahora explicaré los principios generales, por medio de los cuales se formaron estas colonias. En primer lugar, el objeto parece haber sido enviar colonos de la madre patria y ponerlos en estado de colonizar estos distantes países; pero es evidente que el sistema de Inglaterra era como el de todos los demás países europeos, el mantener un ex

clusivo monopolio comercial con sus colonias. Por diferentes leyes, alguma de las cuales han sido últimamente sujetas á discusion en esta Cámara, hemos tenido siempre cuidado que todo el comercio de las colonias se concentrase en este país; que todos sus productos fuesen enviados aquí, y que ningun otro que no fuera inglés entrase en co mercio con ellos. Se imaginó que se sacaban grandes ventajas con es te monopolio, y el Sr. Dundas, en el año 1796, manifestó su opinion,

que si el comercio de nuestras colonias no era protegido por el mono polio, dichas colonias hallarian un mercado para sus productos en otra parte, lo que ocasionaria á la nacion grandes desventajas y pérdidas. Pero en todas partes á donde se han enviado ingleses ó á donde han querido establecerse, han llevado consigo la libertad y las institucio mes de la madre patria. En la patente dada al conde de Carlisle cuan do era gobernador de la isla Barbada, en 1627, esto es, en el reinado de Cárlos I, se declara que dicho conde ó sus herederos, con consen timiento y aprobacion de los habitantes libres de la provincia, podia hacer las leyes que él y ellos juzgasen más convenientes, y que los hijos de dichos habitantes tendrian las mismas libertades y privilegios

que los súbditos de S.M., y esta patente fué dadapor un rey que des pues tuvo guerra en Inglaterra por haber querido defender altiva


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mente sus prerogativas. El gobierno de Jamáica era en tiempo de Cromwell ungobierno militar;pero en el reinado de Cárlos II ya tenia su gobierno constitucional, sus Asambleas, su derecho de votar las con

tribuciones yde velar por sus propiosintereses. Sucedió que, algun tiempo despues, y en los primeros años del reinado de Jaime II se le vantó una cuestion sobre la colonia de la Barbada, que afectaba tam bien todas las colonias inglesas. El Sr. Fox, hablando de este asunto, dice que se acusaba al marqués dehalifax de haber insistido en el Consejo Real en que se formulasen las patentes de privilegio de las co

lonias británicas con arregloá los principios de los derechos yfranqui cias de los ingleses. Decia además, que un gobierno absoluto no es uni tan feliz, ni tan seguro como aquel que es templado por unas leyes

que limitan la autoridad del príncipe. Declaróque no podria determi narse á vivir bajo un rey que tuviese en su poder el quitarle cuando quisiere el dinero que llevase en su bolsillo.

Considero, pues, que es muy notable,que el nobleque habia acon sejado áCárlos II que gobernase sin su Parlamento noble, cuyos conocimientosy capacidad habian sidoutilísimos á aquel monarca, se hallase tan convencido del principio, de que los ingleses en cualquier

parte en que se estableciesen, debian vivirtan libres como en supro pio país, que el Consejo del rey cuando se le sometió la cuestion de

si la poblacion inglesa debia vivir bajo el gobierno arbitrario del so berano,ó bajo instituciones libres, se declaró sin titubear en favor de la libertad. Esta opinion estaba en conformidad con la Constitu cion definitiva de las colonias, y tambien con los principiosgenera. les de las leyes inglesas, como se ha probado en el muy conocido caso de la proclamacion de Jamáica. La Asamblea de Jamáica, habiendo cuestionado sobre los derechos del 4 por 100, el gobierno inglés pidió parecer al asesor general y á otras autoridades jurídicas de la corona, qué podria hacerse si la Asamblea colonial continuaba obstinadamente negándose ávotar los presupuestos, y respondieron, que si se habia de considerará la Janáica como un país conquistado, el rey tenia dere cho para sacar contribuciones de ella; pero si habia de considerarse como otra cualquiera colonia, no se podian imponer contribuciones,

sino por medlacion de la Asamblea, ó por un decreto del Parlamento inglés. Lo mismo sucedió con la isla de Granada que habia sido cedida álos ingleses en 1763. ¿Cuál ha sido la política inglesa desde aquel tiempo? Hemos adquirido diferentes islas que estaban en la misma po sicion que aquellas, pero cuando capitularon, estipularonel conservar


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sus antiguas instituciones, sean holandesas, sean españolas, sin adop tar las de Inglaterra. En cuanto á las relaciones comercialesy á la ad ministracion, elgobierno inglésha hecho muchosygrandes cambios. En 1786, el ministro Pitt, trató de permitir relaciones comerciales entre los Estados-Unidosy las islas de las Indias occidentales, pero no lo logró, y poco despues se hizo un monopolio en favor de las co

loniasque nos quedaban en aquel país, lo que causó una larga discu sion con dichos Estados-Unidos.

Sin embargo, el Sr. Husskison consiguió hacer adoptar medidas mucho más liberales en este asunto. Pero nosotros hemos ido mucho

más léjos. La variacion de ias leyes de la navegacion, ha puestofin al sistema de monopolio comercial de nuestras colonias. Por una par

te hemos declarado claramente, que si necesitamos produccionesse mejantes á las de nuestras colonias, las tomarémos de cualquiera otra parte del mundo, y en segundo lugar les hemos dado permiso para que comercien con otros países distintos de la metrópoli, y para imponer á las manufacturas de la Gran Bretaña, derechos iguales á

los que devenguen otras extranjeras. No es mi intento examinar si esta nueva política es buena ó mala; pero lo cierto es que ha produ cido gran sorpresa, y aún en algunas de nuestras posesiones colonia les, casos particulares de descontento. Esto por un lado; y por otro ha promovido entre nosotros cuestiones relativas á la manera de go bernar en lo futuro nuestras colonias, llegando algunos al extremo de discutir si nos conviene ó no conservarlas.

Pero antes de examinar estos puntos, ya de un modo absoluto, ya

conlas modificaciones de que generalmente van acompañados de la opinion, parece útil examinar el incremento y progreso por algunas de nuestras posesiones coloniales en el tiempo de nuestro dominio, ora bajo el punto de vista de la riqueza, ora bajo el de poblacion y recursos naturales. Para ello consideraré el aumento de la poblacion en un período muy corto, á saber; desde la paz de 1815 hasta nues tros dias en la América inglesa del Norte. La poblacion de esta colonia en 1816, era de 462.250 almas; en 1835 de 1.099.904; de 1866.891 en el año de 1847; y advirtiendo que estos datos comprenden el alto y bajo Canadá, la Nueva Escocia y el Nuevo Brunswick, declaro tener fundamento para creer, que la

poblacion de aquellas regiones no baja en el dia de 2 millones de al mas. Sólo la del bajo Canadá era en 1784 de 113.000; en 1825 de

423.630 (aumento de 310.630 en cuarenta y un años); en 1831 de


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511.922 (aumento de 88.292 en seis años, al respecto de 17 por 100); en 1844 de 690.782 (aumento de 178.860 en doce años, al respecto de 26 por 100). La poblacion del alto Canadá era en 1811 de 77.000 ha bitantes; en 1825 de 158.027 (aumento de 81.027 en catorce años, ó

sea un 105por ciento);en 1834 de234.681 (aumento de76.654 en seis años, al 42 por 100); en 1842 de 486.055 (incremento de 224.995 en diez años, al respecto de 45por 100), yen 1848 de 723.292,donde se nota un progreso de 237.237 en seis años, al respecto de 33por 100, en 1848 de 770.000, en que se ve un incremento de 79.218 almas en cuatro años al respecto de 12 por 100.

Hé aquí el movimiento de la poblacion en el alto y bajo Canadá reunidos:

1825, 581.657; 1831,746.603; aumento de 164.608 en seis años; 29 por 100: 1842 y 1844, 1.176837; aumento de 403.855 en diez años: 55 por 100: 1848, 1.493.292; aumento de 316.455 en cua tro años; 28 por 100.

Movimiento ascendente de multiplicacion es este muy notable, y cuyo carácter podrá mejor apreciarse comparándolo con el que ha te nido la poblacion en los Estados-Unidos, segun aparece de los censos

oficiales de aquelpaís en decenios regulares. Asaber: 1790) 3.929.827.

1800 5305,925: incremento en diez años,35,01 por 100.

*

1810 7.239.814: incremento, 34,45 por 100. 1820 9.654.506: id. 33,35. 1830 12.866.020: id. 33,26.

1840 17.069.453: id. 32,67. No es menos notable el movimiento de las importaciones y expor

taciones mercantiles del Canadá en algunos de losúltimos años. Aque llas ascendieron en 1835 á 2.730.082libras esterlinas, y en 1846á 4.052.378. Las exportaciones fuéron en 1835 de 1.929.605 libras; en 1846 de 3201.992. Los buques entrantes en 1835, cargaban 1.077874 toneladas; en 1847 1.464.295: los buques salientes en 1835, cargaron 1.025.527; en 1847, 1.494.634 toneladas.

Todo lo cual demuestra evidentemente un incremento notable, así en la poblacion como en la riqueza que todavía confirmaráel dato im

portantísimode los registros del impuesto local en el alto Canadá. Y así la monta y valor anual de los artículos registrados para la distri bucion del impuesto referido en dicha colonia, fuéron: En 1825 2.256.874 libras esterlinas.

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En 1830 2.929.269id.id. (incremento encincoaños: 672,395 libras.) En 1835 3.880.994 id. id. (incremento: 951.725.) En 1840 5.697.426 id.id (incremento: 1.726.432) En 1845 7.778.917 id.id (incremento: 2.171.491.) En 1847 8.567.001 id.id. (incremento en dos años: 788.084).

No menos dignos de atencion son los progresos que segun una cui dadosa estadística han hecho otras colonias nuestras en el ramo de poblacion de orígen y linaje inglés, como ahora mismo verémos, compulsando algunos hechos relativos á los establecimientos de Aus tralia. De los cuales resulta, primeramente respecto de la Nueva Ga les del Sur: que en 1828 era su poblacion 55.000 almas, mitad me nos que la de deportados por condenas judiciales; en el mismo tiempo las exportaciones llegaron á la suma de 180.000 libras. En 1848 la

poblacion habia crecido hasta 200.000 almas, y el número de presi diarios ó deportados era sobre poco más ó menos 6.000; las expor taciones en el mismo período habian ascendido á 2.000.000 de libras

en valor. Hechos estos que parecerán,porque lo son, aún mas nota bles cuando se sepa que en la época de la emancipacion de los Esta dos-Unidos, el total de las exportaciones en aquellas provincias nues tras no excedia de un millon de libras esterlinas en el valor de las mercaderías.

Apenas existia Melbourne en 1836: en 1846 poseia 2.000 casas con

una poblacion de 10.600 almas yuna materia imponible que contri buia al Estado con 50.000 libras esterlinas: la poblacion total del puerto Philip era de 300.000 almas.

En segundo lugar, la Australia del Sur, que al principio y á causa de algunos errores se habia visto en grandes embarazos pecuniarios, ha hecho de entonces acá tan extraordinarios progresos, que en el es pacio de diez años su poblacion ha crecido considerablemente, y el valor de sus exportaciones ha subido á300.000 libras. Por lo demás, asiento estos hechos, lo uno para demostrar que ba

jo el dominio de Inglaterra una gran parte de sus colonias ha hecho grandes progresos en poblacion y en riqueza; y lo otro, para demos trar el valor de esas relaciones de dependencia que tan gran discu sion han suscitado, y que (mucho lo temo) han producido en algunas

personas no más que un conocimiento harto superficial del asunto de batido.

Y ahora seguiré hablando de aquellas colonias que han padecido


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dos experimentos ó ensayos muy severos, como natural consecuencia de lasgrandesventajas que particularmente reportaban de ciertas le yes de monopolio comercial, que nuestro país ha mantenido hasta ha

ce poco como parte de su sistema general de gobierno; leyes cuya al teracion conducirá, en el sentir de algunos , á dichas colonias á ex perimentar cambios peligrosos, precursores y causas de su infalible ruina. Claro está que aludo á nuestras colonias de la India occidental.

Elgran cambio social, se dice, que ellas han experimentado al pa sar de la esclavitud á la libertad, por más que fuese exigido por las reglas de la justicia y lospreceptos del Cristianismo, ha debido con ducirá una disminucion considerable de la industria, y muy especial mente de aquella que depende de los ímprobos y penosos trabajos de la labranza. A lo cual debe añadirse:primero,la disposicion legisla tiva que años pasados admitió en nuestros puertos la azúcar extran

jera procedente de manos libres; segundo, la que en seguida recibió á comercio británico la azúcar extranjera labrada pormanos escla vas.Y hé aquílos severos experimentos ó ensayos de que arriba hice mencion.

Pero si la Cámara quiere detenerse un poco á examinar conmigo unos cuantos guarismos relativos á la importacion en nuestrospuer tos del azúcar procedente de la India occidental, y en general de to das las posesiones ultramarinas inglesas, reconocerá pronto que aque llas provincias han hecho el experimento ó ensayo con mejor éxito, sin comparacion, que el que hubiera debido esperarse. Y para esto debo advertir que cuando hablo de posesiones británicas, natural y forzosamente ha de tenerse en cuenta que, supuesto caso que se hu biese mantenido el monopolio, la India occidental habria tenido que sostener competencia con las tierras de Mauricio y las Indias orien tales.

Lo cual sentado, y tomando por base los tres años 1815, 1816 y 1817, anteriores á los cambios de que hemos hablado, hallamos que las Indias occidentales suministraban al consumo de la metrópoli 2.947.824 cuot. (quintales) de azúcar; en los tres años 1830, 1831, 1832, que precedieron inmediatamente á la emancipacion 3.895.820; en los tres años 1843, 1844, 1845, antes del gran canbio en los de rechos del azúcar, 2.645212;y en los tres años 1847, 1848, 1849, despues que ambos cambios se realizaron,2.807.667. Ahora, si se compara el primer monto que he leido ála Cámara con el último, se verá que el cambio ha sido de 2.947.824 á2.807.667: diminucion


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mucho menor de la cantidad de azúcar consumida en lnglaterra, pro cedente de la India occidental, de la que en misentir esperaban to dos antes de las innovaciones referidas. Pero si consideramcs, mo ya

las importaciones de aquellas solasprovincias, sino en grueso las de todas nuestras posesiones ultramarinas, resulta lo siguiente:

El azúcarimportado en los tres años 1815, 16y 17, asciende á 2.982.608 cuct.; en los tres años 1830, 31 y 32, á 4.404.185; en

1843, 44 y 45, á4.327.054; y en los tres últimos años, 1847,48 y 49, nada menos que á5.058.755; lo cual demuestra un incremento de más de 2.000.000 de cuot. sobre la cantidad de azúcar, procedente

de sus colonias, que consumia Inglaterra en 1815. Pues bien: si se tienen en consideracion los trastornos y dislocaciones, siquiera sean de pura forma, que llevan consigo lasgrandesinnovaciones mercan tiles, aseguro que tales resultados son los mássatisfactorios que pue de ofrecer el estado de las colonias británicas,por lo que toca á la produccion de aquellos artículos de consumo y exportacion suscepti bles de registro y valoracion oficial.

Yhabiendo manifestado el aumento que ha tenido el ramo de co mercio de azúcares con nuestras colonias desde 1815, paso ahora á

tratar de una cuestion que se ha agitado muchoy que ha hallado de fensores de reconocida habilidad; ásaber, la de que no conviene man tener por más tiempo nuestro imperio colonial. En primer lugar digo,

por lo tocante á este aserto, que considero como un deber estrecho

é inviolable el de conservar las colonias que han sido puestas bajo nuestra guarda y cuidado; porque pienso nopodemos libertarnos de la obligacion y responsabilidad de gobernarlas por su propio pro vecho, siendo así que confio en que podemosy debemos ser un ins trumento de la mejora y civilizacion de los países en que están si tuadas. Digo, en segundo lugar, que hay muchas razones para con vencer de que nuestras coloniasforman parte de la fuerza del impe rio británico; y pienso que, así en paz como en guerra, es asunto grave y de la mayor importancia, determinar si debemos conservar

estos apoyos de la metrópoli, ó si de ellos nosprivamos voluntaria mente. Observo, además, que en algunas de esas colonias hay razas indígenas á quienes hasta cierto punto hemos civilizado, sometién dolas al yugo salvador del órden y al conocimiento y respeto de la autoridad; y lo prueba, entre muchos que pudieran citarse, el ejem plo de los naturales de la Nueva Zelandia, una de nuestras más re cientes colonias. Los cuales no há muchos años vivian entregados á


– 124 las prácticas y costumbres más abominables é inhumanas; y hoy, merced al trato y comercio con nuestros conciudadanos,se muestran mucho más capaces de civilizacion y cultura que casitodas las demás razas salvajes con quienes hemos estado en contacto. Tambien hay otra raza (la de los naturales de Natal, en Africa) que manifiesta cuantas señales pudieran apetecerse de docilidad y aptitud para el cultivo de las artes de la vida civilizada. Y finalmente, existen mu chos pueblos incultos y feroces á quienes no podemos abandonar sin exponernos á verlos nuevamente recaer en el estado de la más in

evitable y completa barbárie, precursor de una guerra á muerte con lospocos europeos que quedasen mandándolos: con lo cual vendriamos á entregar á la desolacion y á las tinieblas considerables partes del

mundo que rescatamos al precio de mil fatigas, para regenerarlas con la luz de la religion y las enseñanzas de la cultura humana. Pero todavía hay otras consideraciones tocante á nuestro dominio ultramarino, á nuestra autoridad como nacion, y á la seguridad de

nuestro imperio, que no podemos perder de vista cuando se aquilata el valor de nuestras colonias. Y desde luego ¿quién puede descono cer el precio éimportancia de nuestro comercio, que penetra en to dos los ámbitos del mundo? Pues bien: muchas de nuestras colonias

ofrecen puerto, abrigo y amparo al tráfico que constituye muestra ri queza, nuestro poder y nuestra gloria; utilísimos en tiempo de paz,

son absolutamente necesarios en tiempo de guerra.Yo creo que mu chas de las personas que hablan de abandonar nuestras colonias, sin

haber examinado mucho la cuestion, no han considerado las resultas probables que semejante abandono produciria, no tanto respecto de nosotros como respecto de los mismos territorios emancipados. Es muy fácil anunciar á las colonias emancipadas una suerte y marcha igual á la de los Estados-Unidos, los cuales han formado una

comunidad política tan próspera como civilizaday libre, sin perjuicio, antes con ventaja de la netrópoli, cuyas producciones consumen y

cuyas emigraciones reciben. Pero estas y otras causas de prosperidad no concurren en muchas de las otras colonias nuestras, absolutamen te incapaces unas, y otras con pocos medios de mantener su seguri dad é independencia en medio de las razas salvajes que las rodean. ¿Qué harian, pues, si se enancipasen? Abandonadas por la Gran Bre

taña acudirian ála proteccion de otras naciones; y el cabo de Buena Esperanza, por ejemplo, la pediria á Holanda; la tierra de Mauricio,

á Francia; y todas á quien pudiese concedérsela.Y alegarian para


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ello muy buenas razones. «Hemos sido abandonados, dirian, por aque

los á quienes nos ligaban los lazos de la fidelidad; nos ha sido arre batado su amparo,y ahora con razon buscamos otro y le juramos homenaje y obediencia.» ¿Quién duda que las otras naciones se apre surarian á acordar el apoyo pedido, ni que serian fuertes con lo que á nosotros nos enflaqueceria? Ahora bien, señor: si este plan se aviene mal con nuestro honor y con nuestros verdaderos intereses, otros se han propuesto no me nos objetables. Uno de ellos es abandonar igualmente y al mismo tiempo toda participacion en el gobierno de las colonias y rehusarles los medios de defensa. Mi opinion es que semejante sistema daria muy

pronto los mismos resultados que el anterior, porque las coloniaspo drian decir: «Si no debemos ser defendidas, sino debemos recibir auxilios de la Gran Bretaña, dejadnos buscar otros protectores; de

jadnos averiguarsi otros Estados querrán asistirnos con sus armas, defendiéndonos de toda especie de ataques». Otro de los sistemas propuestos consiste en distinguir dos especies

de leyes en las colonias:unas que serán tales con sola la aprobacion de las legislaturas coloniales: otras que no podrán ejecutarse sin la sancion de las autoridades de la metrópoli, es decir, sin la ratificacion de la corona. Yo creo, señor, que es imposible asentar semejante distincion, estableciendo una línea profunda y fija que separe estas dos clases de leyes; y una prueba de ello son los debates á que dió lugar el año pasado uma medida tomada por la Asamblea, por el Con sejo legislativo y por el gobernador del Canadá. En esta Cámara se sostuvo que aquella medida no tenia para qué recibir la sancion del monarca, y que este debia, sin embargo, rechazarla aún cuando es tuviese consentida por todas las autoridades canadienses; al paso que el gobierno sostenia que la materia correspondia á la administracion local, y que la voluntad de la colonia, deliberadamente manifestada

por su legislatura, debiaprevalecer. No es mi ánimo revivir la dis puta, sibien declaro que mifirme opinion favorece la interpelacion del gobierno inglés. Menciono el hecho para que se vea cuán difícil es trazar la línea divisoria de que hablabamos, y que todo intento de conseguirlo sólo conducirá á producir disputas acerca de las leyes particulares que deben caerá uno ú otro lado de la línea. Creo que ningun hombre al corriente de la administracion de las coloniaspue da sostener ser raros los casos en que deba interponerse la autori dad de la corona; ni tampoco que, respecto de los negocios locales,


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sean los mejoresjueces las autoridades legislativa y ejecutiva de la colonia.

Debo decir, sin embargo, por lo tocante á este asunto, que por

muchos años existió una competencia (prescindo de que fuese ó no necesaria), orígen de grande irritacion en algunas de nuestras colonias,

y que felizmente ha sido ya dirimida.Aludo á la intervencion del go bierno metropolitano, primero, respecto de los esclavos; despues respecto de los aprendices, y últimamente, respecto de la poblacion negra cuando se le permitió por la primera vez gozar de los benefi cios de la libertad. Creyó entonces el gobierno, y á su propuesta fué

aprobada por esta Cámara,que debian establecerse ciertas reglas para el trato de los esclavos; y muy especialmente sostuvo que algunos reglamentos de disciplina y castigo que los plantadores de las Indias

occidentales juzgaban necesarios para el manejo de aquellos esclavos, pero que consideraba bárbaras y crueles el pueblo inglés, debian revo carse. Cuando despues se convirtieron los esclavos en aprendices, las leyes votadas por el Parlamento inglés fuéron estrictamente ejecuta

das; y entonces nació cierta especie de ojeriza y desconfianza del pueblo británico hácia los que manejaban los negocios coloniales,

temeroso de que so color deprevenir robos yde estableceruna enér

gica policía rural, no viniesen nuevamente ácaer en la servidumbre los que de ella habian sido por él redimidos á costa de grandes sacri

ficios. Sucedió que estando yo en el departamento de las colonias cuando aún subsistian esas medidas de restriccion y desconfianza por

parte del gobierno metropolitano, lord Metcalfe(que en cuantas par tes del mundo sirvió ásu país manifestó su buen juicio ygran capa cidad), lord Metcalfe, digo, me escribió: «No temeis motivos para in

quietaros respecto de los trabajadores de Jamáica, porque, léjos de darse casos de verlos buscar ocupacion, es un lecho constante que los que pudieran dársela se esfuerzan en inducirlos al trabajo en pleando para ello no pocas fatigas y gastos». Estas medidas de precaucion y síntomas de celos han cesado des

pues; y aunque la intervencion oficial de la madre patria continuó por largo tiempo, creo que ya no fué orígen de disensiones entre el gobierno británico y las Asambleas legislativas de las colonias. Pero, señor,pues examinamos este asunto, creo de absoluta necesidad que el gobierno y la Cámara, de acuerdo entre sí, determinen y fijen los

principios que deben servir de merma á su conducta ulterior;porque si, como firmemente creo, es deber nuestro conservar el grande y


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preciado imperio colonial británico, no menos lo es establecer y seguir en su gobierno y administracion principios seguros, rectos y justos, propios para afirmar el crédito de nuestro país sobre la riqueza y la prosperidad de sus posesiones ultramarinas. Respecto de nuestra política comercial, ya he dicho que el sistema de monopolio ha desaparecido. Cuanto tenemos que determinar para lo futuro es que no haya derechos que lo restablezcan en favor de una

nacion y en perjuicio de otras; ni que tampoco sean tan altos que equivalgan á una prohibicion impuesta á las producciones y mercade rías inglesas. Pienso que tenemos el derecho de pedir esto en justo pago de la proteccion que damos á nuestras colonias. Y ahora vuelvo á la cuestion acerca del modo de gobernarlas. Mi sentir es que, como regla general, no podemos observar ninguna mejor que regirnos por las máximas políticas de nuestros antecesores.

Paréceme que aldeterminar, como lo hicieron, que donde quiera que se estableciesen ingleses gozasen de la libertad inglesa, obraron con

sabiduría y con justicia, y adoptaron la regla más á propósito para promoveruna grande armonía de sentimientos entre la madre patria y sus colonias; lo cual facilitó á los conciudadanos nuestros que se establecieron en las extremidades más remotas del mundo sembrar la

semilla de comunicacion y confraternidad, que constituye uno de los más ilustres timbres de Inglaterra. Veamos cuál es nuestra situacion en este punto.

Aquítengo una declaracion respecto de nuestra política colonial firmada por doce ó catorce caballeros miembros de esta Cámara, y tres ó cuatro de la alta, los cuales se han constituido en asociacion y man tienen correspondencia con las colonias. Permitáseme decir que seme

jante proceder es de muy dudosa politica, pues si como miembros del Parlamento nadie puede negará estos señores el derecho de tener y manifestar opiniones propias, tambien posee el gobierno el de cono cerlas oficialmente, ora para aprobarlas y favorecerlas, ora para hacer públicas las razones en que fundase su disentimiento de ellas. Hu bieran procedido en esta forma de ingenuidad y llaneza, y no habria

yo tenido motivos para quejarme de su conducta, ni ocasion de en trar, como ahora voy á hacerlo, en ulteriores consideraciones acerca del asunto controvertido.

Y desde luego, por lotocante á losprincipios generales ha mani festado la asociacion opiniones no muy diferentes de las que yo he ex presado arriba; despues de lo cual sigue diciendo: «El Consejo cree


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pues que es justo y conveniente delegará todas las colonias británicas cuya poblacion se halle sólidamente constituida, ó que progrese con las emigraciones inglesas, plena autoridad para administrar sus pro pios negocios. Las colonias que, segun esto, tienen hoy derecho á gobernarse por simismas, son las del Norte de América, las africa nas del Sur, las de Australia, las de la tierra de Vandiemen y las de la Nueva Zelandia. A ellas quiere limitar por ahora el Consejo sus operaciones».

Tomemos estas colonias en el órden en que han sido mencionadas por la asociacion,y manifestemos cuál ha sidoy cuál es el sistema po lítico que respecto de ellas ha observado el gobierno actual, empezan do por el Canadá donde algun tiempo antes de 1828 surgieron graves disensiones, en que de un lado figuraban los ministros de la corona en

aquelpaísy de otro el pueblo. El motivo de tales disensiones fué que los primeros juzgaron poder aplicar los impuestos del segundo sin su consentimiento ni autoridad. Mr. Husskisson propuso que se hiciese una indagacion sobre el parti

cular, y aún el Parlamento fijó en él su atencionpormucho tiempo.

Se enviaron comisiones; se nombraron juntas: mas al nfi rompió la insurreccion en el Canadá, y corriósangre en sus diversas provincias de uno y otro bando. El gobierno inglés, al cual pertenecia yo en

tonces, creyó necesario suspender por algun tiempo la constitucion de la colonia: despues propuso la union de las dos provincias, y aún se extendióá pedir que se diesen á las colonias ámplios poderes legis lativos. Pero al establecer el sistema representativo en tan impor tante provincia, surgió una cuestion grave, la cual creo ha sido re

suelta á satisfaccion del pueblo canadiense, puesto que en mi sentir no puede recibir la misma solucion en otra comarca de menos impor tancia y menos extensa poblacion.

Fué el caso que el partido popular en el Canadá proponia se diese alpaís lo que llamaba gobierno responsable; es á saber, que no sólo tuviese Asambleas legislativas libremente elegidas,sino tambien que

en lugar de ministros nombrados segun costumbre por el gobierno de la metrópoli y no sujetos á las opiniones dominantes de las Cámaras,

se tomasen, en el seno de ellas, del partido que tuviese mayoría. Así se hizo, y la administracion política de la colonia ha sido condu cida en los últimos años de conformidad con lo que los ministros de S. M. han creido ser la opinion del pueblo. Y así, cuando el lord

Elgin fué destinado al Canadá y vió que el ministerio tenia escasa ma


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yoría en la Asamblea, propuso uno de estos dos medios: ó que con tinuase en el mando hasta la primera votacion adversa que sufriese, ó que disolviese las Cámaras. Adoptóse el segundo, y como de resul tas de las elecciones triunfase la oposicion, ocupó la oposicion el sólio

por llamamiento de lord Elgin. Por lo cual creo que no es posible practicar más de lleno, ni más solemnemente, ni de mejor buena fe el principio acordado de confiará la colonia el manejo y administra cion de sus propios negocios, y sin embargo, he oido acerca de ello amargas quejas, y aún he visto personas (si bien no muchas) llegar al extremo de proponer la fusion del Canadá á los Estados-Unidos con agravio y perjuicio de la fidelidad que dehe aquel país á la Gran Bre taña. A semejante propuesta no puede dar la corona sino una rotun

da y decidida negativa,y aún yo espero que, no obstante haberse hecho ya la indicacion, será retirada por sus autores, conformándose con la voluntad del monarca y la opinion de sus consejeros, unáni mes en rechazar tal proyecto. ¿Cómo creer, conociendo como conoz co el carácter de varios de los miembros de la asociacion, que quisie sen llevarlo á cabo por la fuerza? Pues en cuanto al medio pacífico del consentimiento, ó cualesquiera otros de tratos ó conciertos, el firme propósito del gobierno inglés los excluye igualmente; prescin

diendo de que hay motivos para admirarnos de una conducta que coloca á los que la siguen en el triste caso de combatir contra la ban dera de su país, si desgraciadamente llega el caso de un conflicto en tre la Inglaterra y los Estados-Unidos.

En resolucion, el actual ministerio del Canadá está sostenido por la opinion pública, y aún creo que la últimas elecciones le prometen la continuacion de su apoyo. Todo indica, pues, que conservará

el poder; pero si el público y la mayoría parlamentaria le vuelven las espaldas, el gobernador nombrará otros consejeros con estricta

sujecion al sistema de gobierno que nos rige y á sus prácticas co nocidas.

Respecto de la Nueva Escocia y del Nuevo Brunswick, no há mucho que el Consejo ejecutivo y el legislativo eran una misma cosa, sin se paracion de funciones ni Cámaras; pero despues (en tiempo creo del lord Glenelg), se hizo una innovacion que permitiónombrará los con

sejeros, sino del seno de un partido especial, de tal modo, sin em bargo, que conciliaba la opinion de la provinciay el apoyo de la ma yoría en las filas del Consejo. Y en verdad que durante los últimos años nada hemos oido hablar de esas lamentables disensiones que es 9


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tallan por el desacuerdo de los representantes de la autoridad del go bierno con las Asambleas coloniales.

Por donde se ve que respecto del Canadá, de la Nueva Escocia y del Nuevo Brunswick, se ha llevado á cabo, y fielmente cumplido el prin

cipio que proclaman los señores de la asociacion; y debo decir, que su resultado ha sido disminuir considerablemente el número de los

expedientes y consultas sometidas antes al ministerio de las colonias. Han desaparecido los embarazos que este hallaba para resolver una multitud de cuestiones de interés local, porque se deciden en la mis

ma provincia,sin perjuicio de los informes que pasa el gobernador cuando juzga que la materia es de importancia. Allí, pues, es con ducida y manejada la administracion pública con menos sujecion al gobierno de la metrópoli de lo que hasta ahora se habia acostumbrado. Paso á tratar de las colonias africanas del Sur, cuya cabeza de dis trito es el Cabo de Buena-Esperanza. Respecto de este hubo años pa sados una acalorada discusion sobre si debia introducirse en su terri

torio el gobierno representativo. El lord Stanley tuvo á su cargo este

asunto, y sin decidirse poco ni mucho por la negativa, indicógraves dificultades, que á su juicio debian tenerse presentes antes de acordar una medida decisiva; dificultades que, junto con todo lo relativo al

negocio,han sido discutidas en el Cabo por el gobernador y sus con sejeros, por el ministerio colonial, por el primer justicia, y por otras autoridades sumamente idóneas para el caso, así por sus luces acerca de los principios generales de la política, como por su conoci miento especial de los intereses coloniales. El resultado ha sido que los ministros de S. M., en vista de todo, han debido acordar y acor dado la introduccion del gobierno representativo en el Cabo de Buena Esperanza.

Respecto de los diputados, se ha adoptado allí una novedad de que

no me harécargo ahorapor andar los documentos en manos de todos pos miembrosde la Cámara, yser ellos suficientes para ilustrarla ma teria: me contentaré con decir que la Asamblea representativa será elegida por personas sujetas á un censo de propiedad y poseedoras de

ciertas cualidades que se especifican. La formacion de lo que en otras colonias se llama Consejo legislati

vo, dió ocasion áuna controversia que el gobierno de S. M. ha re suelto opinando que, en lugar deimitarla Constitucion de Jamáica ó la del Canadá, convendria introducir en el Cabo de Buena Esperanza

un Consejo electivo; pero tal, que sea elegido por personas de más


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elevada calificacion yde mayor censo de propiedad que las que sir ven de electores á la Asamblea representativa; ásaber,por personas que hayan merecido la confianza de la corona en oficios importantes, ó la de los consejos municipales en los mayores empleos que pueden estos conceder. Propónese que la Asamblea representativa dure cinco años,y diez el Consejo legislativo, á tal que la mitad de los miem bros de este se renueven por la eleccion tambien cada cinco años; lo cualviene á ser una cosa semejante á la Constitucion vigente de Bél gica, puesto que difieran en otras disposiciones importantes Como quiera, nuevo es este experimento, y seria presuncion y aún

temeridad predecir sus resultados; pero estando ya acordado y dadas tambien todas las órdenes é instrucciones relativas á su ejecucion, se

dispondrán las cosas de manera que las reformas de quesea suceptible en sus pormenores, y las observaciones que pueden hacerse en el

Cabo, lleguen aquíy se tengan presentes antes de lasancion final de la medida.

Vienen aliora, señor, por el órden en que han sido mencionadas por los caballeros de la asociacion, las colonias de Australia, Vandie men y Nueva Zelandia. Por lo tocante á la Australia, el bill que voy á proponer, con permiso de la Cámara, establece que el Parlamento dé una ley constitutiva para ella. La medida que yo sugiero, y que viene á ser cuasi idéntica á una que se propuso el año pasado, no tie ne nada que ver con que haya ó no un Consejo ó una Asamblea, como hasta aquí, en imitacion del gobierno inglés; forma política la más

estimada y popular en nuestras colonias; sino que crea un Consejo cuyos miembros serán nombrados de este modo: dos terceras partes por eleccion del pueblo y la restante por el gobernador. Para adoptar semejante plan hay la razon de que, despues de muchas, largas y complicadas deliberaciones, fué aprobado hace algunos años y defini tivamente sancionado, segun creo, por el Parlamento en 1842: y desde aquel tiempo acá ha probado tan bien al pueblo de la Nueva Gales del Sur, que bien considerado todo, y tanto cuanto podemos juzgar de sus sentimientos, parece que prefiere esta forma de go bierno popular á otras más análogas á las instituciones de la madre patria.

Alguno en este instante me interrumpe negando el aserto. Por lo que á mí toca sólo diré que en el ministerio todos hemos tenido el mayor interés en adoptar la forma política más conforme á las miras é intereses de la colonia; y que si en la Nueva Gales delSur se hu


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biera manifestado una opinien clara, consistente y general, contra este régimen y á favor de un Consejo y de una Asamblea, como en

otras partes, el gobierno de S. M. lahabria acogido,y la comision del Consejo de ministros que ha conocido del negocio, habria abundado en su sentido proponiendo la Constitucion que se pedia. A lo cual debo añadir que en todas estas cuestiones relativas al gobierno de las

colonias, ora se haya tratado de losprincipios generales de la ciencia política, ora de negocios de puro interés local, teniendo siempre pre sente el bienestar y la suerte futura de nuestras posesiones, mi no ble amigo el ministro de Ultramar ha considerado conveniente, y á mi juicio lo es, someterlas á una comision del Consejo de la cual son

miembros los hombres más distinguidos del gobierno y del Estado. Nadie puede poner en duda que este método sea el mejor, atento que permite y facilita al ministro del ramo discutir con personas compe tentes los asuntos y tomar sobre ellos resoluciones maduradas con la

reflexion, mucho mejor que si lo decidiese por sí solo. Y sépase además, que cuandoproponemos esta forma de gobierno para la Nueva Gales del Sur, tambien queremos que se conceda á la colonia el derecho de alterar su Constitucion,y que sifuese su opi nion y voluntad constituirun Consejo legislativo y una Asamblea re presentativa, podrian realizarlo sin que aquí se les opusiese veto ni restriccion de ningun género. Respecto de otros asuntos, fácil es ver que el bill actual difiere algun tanto del propuesto el año pasado. Entonces pedimos que los derechos de aduana que ahora se exigen en la Nueva Gales del Sur, se estableciesen por el Parlamento para todas las colonias de la Aus

tralia,y que permaneciesen vigentes hasta que fuesen alteradospor sus propias autoridades. Hemos pensado que aunque es un resultado apreciabilísimo y de la mayor importancia que los derechos de adua na no varien en las diferentes colonias de Australia, no es con eso y todo conveniente establecerlos por autoridad del Parlamento, sino

que antes es mejor dejar que por sí mismas los fijen, quedando en entera libertad para uniformarse ó diferir entre sí con tal motivo.

Proponemos que el distrito del puerto Philipsea separado de la Nueva Gales del Sur y tambien que tenga un Consejo propio. Queremos igualmente que este beneficio se extienda á la tierra de Vandiemen, donde antes de ahora no ha existido ningun elemento popular en el

Consejo legislativo: con lo que este vendria áformarse bajo las mis mas bases y principios que los otros. Lo mismo decimos respecto de


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la Australia del Sur. De igual modo proponenos la creacion de una Asamblea general de los diferentes Consejos de Australia (á tal que la

deseen y pidan dos de sus colonias) con poder para establecer una tarifa general de derechos, y con otras facultades propias para uni formar el régimen y administracion interior de aquellos territorios. A este cuerpo ó Asamblea general proponemos que se someta el cono cimiento y resolucion de aquella cuestion tan importante para nues

tras colonias de Australia; á saber: la relativa al precio de los baldíos.

Despues de muchos arreglos y conciertos sobre este particular, re solvió el Parlamento en 1842 que 20 schelines fuesen el precio oficial de un acre (medida que tiene 4.840 varas cuadradas) de tierra de esta especie en la Nueva Gales del Sur y en las colonias de Australia;

precio invariable que ninguna consideracion ni autoridadpodía alterar. Pues bien : creemos nosotros que seria un grave error alterarlo para unas y no para todas las demás posesiones, estableciendo así una va

riedad de valores que las favoreceria desigualmente, que haria des merecer las tierras y que perjudicaria notablemente la emigracion de colonos europeos: consideraciones todas ellas importantes que nos mueven á pedir la uniformidad de la legislacion en este punto.

Por lo demás, no veo la necesidad de entrar en más ámplias expli caciones acerca de esta ley, porque ella se halla en manos de los honorables miembros de esta Cámara desde la sesion pasada; y como

ya lo hehecho ver hay muy poca diferencia entre lo que entonces se propuso y lo que hoy proponemos. Téngase en cuenta, sin embargo

(y esto creo haberlo probado hasta la evidencia), que así respecto de las colonias del Norte de América como respecto de las de Australia, es nuestro propósito más firme introducir las instituciones represen

tativas; dartodo el vuelo posible á la voluntad del pueblo de aquellos establecimientes ultramarinos, y por estos medios disponerlo y apare

jarlo para trabajar en el negocio de su prosperidad mejor y más des embarazadamente que lo haria si estuviese reglado y sujeto por los reglamentos de la madre patria.

Por lo tocante á la Nueva Zelandia empezamos muy temprano en 1846 á mostrar cierta disposicion favorable hácia las "instituciones

representativas, dándonos quizá mucha prisa en disponer la manera cómo debian adoptarse, en el bill que se sancionó con tal objeto. El muy hábil gobernador de aquella colonia manifestó la diferencia que existe entre la raza indígena de la Nueva Zelandia y las demás razas


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con quienes ha tenido que entrar en comunicacion el pueblo inglés hasta de presente, así en América como en el Cabo de Buena-Espe ranza, así en la Nueva Holanda como en Vandiemen. Manifestó tam

bien su capacidadpara la civilizacion, y no disimuló su sentir de que los naturales de aquel país llevarian muy á mal la intervencion exclu

siva en el gobiernoy manejo de la cosa pública, de un pequeño nú mero de personas de raza inglesa que ejerciesen sobre ellos el mono polio de la autoridad. El gobierno inglés halló que estas objeciones estaban fundadas en razon y que procedian de un sano y profundo

conocimiento del pueblo á que se referian; por lo cual dispusimosque la otorgada Constitucion se suspendiese. Ahora escribe el gobernador

que ha introducido un Consejo legislativo en la parte Sur de Nueva Zelandia, y manifiesta ser su opinion que al espirar el término fijado

por el Parlamento las instituciones representativas pueden ser segura yútilmente introducidas en todo el territorio. Y por tanto, creyendo como creemos bien fundada la opinion, proponemos que se esperen otras representaciones suyas respecto de los cambios que convenga introducir en la Constitucion acordada á la Nueva Zelandia; todo den

tro del término que tienefijado el Parlamento. Y con esto creo haberme ocupado suficientemente en los negocios relativos á aquellas colonias para quienes reclaman los señores de la asociacion llamada EL CONSEJO, instituciones liberales.

Otras hay respecto de las cuales se expresan en los términos si guientes:

«Nos abstenemos por el pronto de manifestar una opinion cual quiera respecto del gobierno de aquellas posesiones donde la masa de la poblacion está compuesta de razas de color, cual sucede en las is las de la India Occidental, en las de Mauricio y en Ceilan. Y en cuan to á las estaciones militares, tales como Malta, Gibraltar, etc., no

debemos considerarlas como colonias, ni hay por consiguiente nece sidad ninguna degobernarlas como si lofuesen.» Cualquiera que sea la necesidad de las razones en que fundan estos señores las opiniones contenidas en la primera parte de su represen tacion, debo declarar que manifiestan gran moderacion en sus miras

y proyectos. Esto sentido, diré qué es lo que se ha hecho ytambien qué es lo que se ha propuesto hacer en algunasde las islas de la India Occidental y otras colonias.

Respecto de aquellas que mencioné las primeras en este discurso, es decir, la Barbada,Jamáica y otras, han disfrutado por espacio de


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muchos años de un sistema de gobierno compuesto de Consejo y Asamblea y aunque semejantes instituciones producen de vez en cuando altercados entre las autoridades, nada hace creer que sean

permanentes, inevitables, ni de malas resultas. Por ejemplo, respecto de Jamáica ocurre un caso que lo prueba. Allí la Asamblea daba mu cha prisa á una disposicion legislativa cuyo objeto era reducir el sa

lario de los jueces (reduccion que nosotros no consideramos justa); y sin embargo, la muy templada y razonada oposicion del Consejo y un hábil discurso del primer justicia, produjeron tan grande efecto en

laisla, que hoy no debemos inquietarnos por los resultados, por que las reducciones serán de todo punto equitativas. Laya hecha al canza á obra de 70.000 libras esterlinas en el presupuesto de gastos de la isla.

Respecto de la Guayana Británica (acerca de la cual y de cuyo es tado ha conocido una selecta comision de esta Cámara), digo que

cuando Mr. Barkly estaba próximo átomar las riendas de su gobierno le llamé para manifestarle que en mi sentir se hallaba este por enton

ces en manos de una especie de oligarquía; que el no haber tratado yo de remediar el mal provenia de considerar muy delicada la situa cion de la colonia con motivo de la emancipacion de los esclavos; pero que llamaba poderosamente su atencion hácia el negocioy le encarga ba me informase si, en su concepto,podia ser reformada sin peligro la Constitucion, y mayormente si convendria asentar sobre más ám plias bases el Consejo de Hacienda de la isla. No detendré á la Cámara hablándola de pormenores de reforma relativos á otros cuerpos cons

tituidos, y solamente diré que he recibido una preciosa carta del gobernador Barkly en que trata de una medida cuyo objeto es exten der las franquicias ya acordadas. Ha habido nuevas elecciones; y aun que no muy numerosos los electores, todavía lo son más que nunca lo han sido cuando se ha tratado de elegir diputados.

Una cuestion se hapromovido con motivo delsueldo delgobernador de Guayana; y, si no me equivoco, este es uno de los casos que ma

nifiestan cuán fácilmente podria realizarse el principio emitido por al gunosseñores, de dejará las colonias el manejo y administracion de sus propios negocios sin intervencion de la metrópoli. El sueldo del gobernador es, sobre poco más ó menos, de 5.000 libras esterlinas anuales, y la disputa con la colonia versa sobre si semejante sueldo

debe ó no ser mantenido. El gobierno ha declarado que á la colonia

corresponde la decision. Algunos podrian decir (y yo lo diria siendo


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natural de ella), que teniendo comotiene elgobernador muchos gas tos, conviene darle un sueldo suficiente; y que es más fácil hallar hombres capaces de administrar los negocios públicos, señalando á tamaña tarea, una retribucion generosa, que limitando esta con par

simonia y ruindad.Otros creerán que la actual es excesiva,y que debe ser considerablemente reducida. Como quiera, lo que me parece

claro es que estando esta asignacion á cargo del presupuesto de la Guayana británica, no á la Cámara de los Comunes, sino á los repre sentantes de la colonia, corresponde fijar el monto de ella. Por lo

cual me parece un tanto cuanto contradictorio en algunos señores que, al paso que sostienen la teoría de la emancipacion gubernativa de las colonias, afirmen que con el beneplácito de sus diputados, ó sin él, puedan y deban señalarse los sueldos del gobernador y otros altos empleados.

Tocante á otras reformas en la Guayana británica, aunque Mr. Bar kly es de opinion que con el tiempo pueden hacerse algunas, no creo que intente por ahora proponerlas. La razon es que juzga, y juzga bien, deberser esos cambios graduales y paulatinos, pues no de otra manera debe procederse á alterar las instituciones y á introducir la li bertad en el seno de una poblacion, esclava no há mucho, y dis

puesta por su naturaleza y por las circunstancias, á ceder fácilmente á los estímulos y excitaciones de los descontentos.

Vamos ahora á la isla de Trinidad. Su gobernador (el lord Harris) da aviso de haber allínada menos que siete razas diferentes; y que aun que por su parte cree ser difícil fundar en el territorio ninguna clase de gobierno representativo, debe tenerse presente que privar de él absolutamente á sushabitantes porla incapacidad en que de presente se hallan para entenderlo y seguirlo, seria impedir quejamás llega ran á obtenerlo con el progreso del tiempo y de las luces. Mi opinion esque tiene razon en este aserto.Y en su consecuencia propone que en la capital, asiento del gobierno, se establezca un Consejo munici pal electivo,sin mencionar por ahora nada más que tenga relacion con el sistema representativo. Omito molestará la Cámara con la es

pecificacion de los motivos en que funda el lord Harris este modo de pensar,porque ya pueden deducirse los principios de lo que acabo de exponer.

Respecto de la tierra Mauricio, SirG. Anderson piensa que debe haber allí un ayuntamiento electivo.

En Malta ha dispuesto su gobernador que haya algunos miembros


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procedentes de la eleccion en el Consejo de la coloña. Digan lo que quieran algunas personas inclinadas á desaprobar esta medida, nada

hasta ahora prueba que sea mala. Relativamente al resto de las colonias no hay necesidad de que nos ocupemos en discutir instituciones representativas que no pueden ser

les aplicadas. No hay ninguna que, fuera de las mencionadas,se halle en este CaSO.

Y ya hemos llegado á una cuestion importantísima, que no por ser enteramente concerniente á las colonias, deja de tocarnos en gran parte. Hablo de las deportaciones á Ultramar. Decidióse aquí en 1786 que se estableciese una colonia penal en la nueva Gales del Sur; tomáronse las medidas convenientes al efecto; y cierto número de condenados fué enviado á un paraje donde no habia entonces establecida ninguna poblacion. Ni fuéron con ellos libres plantadoresó colonos: y apenas el número suficiente de personas des

tinadas á asistirlos en los deberes religiosos. Ahora el sistema de de portacion debe ser considerado como negocio de la incumbencia del Parlamento, por lo tocante á la legislacion, y tambien como asunto que concierne al ministerio de la Gobernacion del reino más que al

ministeriode las colonias, por lo tocante á la administracion. Estoy seguro de que en la parte que toca á mi noble amigo el ministro de Ultramar, recibiria este con gusto la noticia de haberse abolido la de portacion; pero atento que el Parlamento ha decidido en más de una

ocasion que ella continúe, su deberes procurar quese lleve ácabo de la manera menos injuriosa posible á las colonias. Que semejante siste

ma es del agrado del Parlamento y delpaís, nadie mejor que yo pue de decirlo; yo, que, no aprobando como no apruebo esta especie de

castigo,y no siendo muy inclinado á la deportacion, intentaba por los años de 1840 disminuir el número de los reos destinados á Ultra

mar, cuando me ví en la necesidad de disponer el cumplimiento de una resolucion en que esta Cámara declaraba que no debia mantener se en Inglaterra tan considerable número de sentenciados como el

que entonces existia.Y siendo esto así, mientras no se altere la legis lacion, nada más cumple al ministro de las colonias que esforzarse en llevará cabo el sistema de deportacion, de manera que obtengan ellas de él (á lo menos en algunos casos) ciertas ventajas,y en cuanto sea posible, sin recibir con ello perjuicio. Cuando yo era ministro de las colonias, me enteré del mal que la deportacion habia hecho y hacia ála Nueva Gales del Sur. Dí de ello


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cuenta áS. M.,y obtuve una órden para suspender el envio depresi diarios: por cierto que ningun acto de mi administracion, mientras ocupé aquel ministerio, me causó nunca mayor satisfaccion. Sea cual fuere la causa del cambio que ha experimentado el carácter de la Nue va Gales del Sur (cambio tal que cuando antes se componia la mitad

de supoblacion de presidiarios, y en gran parte la otra mitad de emancipados, como llaman á los que han sido trasportados, hoy cuen ta, segun creo, 200.000 habitantes, y sólo 6.000 de ellos sentencia dos), creo, digo, que semejante cambio, al hacer de la colonia un pueblo libre, es de la mayor importancia y provecho para nuestro

país.Y así, cualquiera que sea el número de penados que de aquíen adelante se le envien, como el pueblo lo quiera, su nueva índole sub sistirá, y conservará honrosamente su puesto entre las colonias libres de Inglaterra.

Bueno será, sin embargo, advertir, que cuando yo hice el cambio

tenia puesta la mira en disminuir considerablemente el número de los reos sujetos á deportacion. Mi reforma no se llevóá cabo, en par te por causa del Parlamento, en parte por causa del ministerio que nos sucedió; y gran número de presidiarios fué enviado á la tierra de Vandiemen. Ese mismo ministerio, sin embargo, conoció que eran

muchos los sentenciados que se enviaban á aquella colonia, y propu so que se suspendiese la deportacion á ella; medida que se ha llevado

ácabo por el ministerio actual. Al ocupar el poder propusimos nos otros varias alteraciones respecto de este sistema penal, y entre otras

que se consultase la voluntad de los colonos acerca del número de presidiarios que les acomodase recibir en sus tierras. Por lo tocante á la conducta futura que debe observarse en la de

portacion, preciso es convenir en que es asunto de la mayor dificul tad. Los cuerpos legislativos de la Nueva Gales del Sur han manifes

tado ya su deseo de no recibirmás sentenciados;y aunque ha ocurri do el caso de llegar dos buques cargados de ellos, y una vez des embarcados, ser asalariados para el trabajo inmediatamente y á mayor precio que los emigrados libres, es de creer que de cada vez más será mayor en las colonias su aversion á los penados y cumplidos; por consecuencia de lo cual tendrá quizá que ocuparse muy en breve esta Cámara de examinar si conviene alterar el sistema penal de la

deportacion por lo tocante á cierta clase de delitos que no sean de considerable gravedad, cuestion que, sin embargo, no es de este mo Iment0.


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Otra hay de más momento, que algunos en verdad han considera do como la principal entre las que se refieren á los sentenciados: aludo á la emigracion, la cual puede realizarse de dos maneras, am

bas beneficiosas. La primera cuando robustos proletarios cuyo trabajo es aplicable á ciertos estados y colonias, las invaden, por decirlo así, y las llenan, cubriendo los intersticios de la sociedad. Estos no tardan

mucho en hallar ocupacion, y con frecuencia van acompañados de muchas personas, que por cesantías de los empleos públicos, ó por otras causas, careciendo de trabajo, van á buscarlo á otros países, resueltos á dar su sudor en cambio del sustento, y seguros de obte ner altos salarios. Grandes masas de esta clase de emigracion se han dirigido á los Estados-Unidos y á la América británica del Norte. La segunda manera de emigrar es la que tiene por objeto fundar colonias en lugares antes desiertos ó salvajes; y de ella han dado tambien muchos ejemplos los habitantes de este país, como lo prue

ban algunos datosrecientes de que voy áhacermencion, y que me ha facilitado M. Murdoch, presidente de la Junta de emigracion in glesa.

Aparece de ellos (tocante á la primera clase de emigracion), que el total de emigrados de la Gran Bretaña en los últimos tres años, ha sido de 796.354 personas; término medio 265.450 por año. Suplico á la Cámara que considere lo extenso y considerable de esta emigra cion, mayormente si se compara con el movimiento de la poblacion

del reino, respecto de la cual se halla en una proporcion de 40ó 50 por 100. Verdad es, que aquel número ha recibido un incremento extraordinario é insólito en los últimos años, con motivo de la han bre de Irlanda; pero todo conduce á creer, que no disminuirá nota blemente en mucho tiempo, sobre todo, en lo que dice relacion á los

trabajadores que se dirigen álos Estados-Unidos,yá las provincias inglesas del Norte de América. Y esto consiste principalmeute, en

que los emigrados encuentran medios fáciles de enviar dinero, ahor rado de sussalarios, á los amigos y deudos, abriéndoles el camino y proporcionándoles los recursos necesarios para seguir su ejemplo;

y yo no veo que se halle cercana la época en que la demanda deltra bajo en el Nuevo Mundo, sea mucho menor que lo es hoy dia. Ahora bien: prescindiendo de los auxilios pecuniarios que en cier

tos casos y determinadas circunstancias debe ofrecer el gobiernoá la emigracion, mi sentir es, que nunca la promoverá tan eficazmente como el interés de los particulares, por lo cual no conviene que inter


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venga en ella. En primer lugar, son enormes las sumas que para ello necesita, en términos, que Inglaterra ha gastado en un año 1.500.000 libras esterlinas: carga pesadísima para el pueblo. Y gastada con

poco provecho,porque estas emigraciones oficiales son por lo comun é irremediablemente impuras, como compuestas de gente que no se puede escoger, vagos, truhanes y pícaros, que desacreditan el país

propio,yperjudican al extraño, al paso que, comoya lo he dicho, los emigrados que viajan con suspropios recursos, no sólo tienen un interés positivo en trabajar, sino que lo hacen con tan buen éxito,

que ápoco hallan medios de hacer que se les reunan sus hijos, sus mujeres y sus deudos.

Respecto de la emigracion que tiene por objeto fundar nuevos esta blecimientos, ó reforzar y avigorar los ya hechos (emigracion que

principalmente se dirige á las colonias de la Australia), aparece de datos auténticos, que en 1848 y 1849, subió á30.000 personas, algo más de 18.000 cada un año. En la Nueva Zelandia hay hoy más de 12.000 europeos, y tal será, segun todas las probabilidades, el mo vimiento de la emigracion á aquella colonia dentro de pocos años, que espero fundadamente llegará á ser uno de los más florecientes establecimientos británicos.

Pienso, pues, en suma, respecto de la emigracion en general, que el estado presente de las cosas es muy favorable, y que fuera de al gunos casos y distritos en que sean necesarias medidas especiales, debe dejarse al interés particular el cuidado de desembarazará la Gran Bre

taña del excedente de su poblacion, como lo ha hecho hasta aquí. Todo sin que el gobierno grave los presupuestos del Estado, estimu lando ficticiamente una emigracion que no aprovecharia á nadie: ni á los emigrados, ni á la madre patria, ni á los países extraños donde concurriera.

Aquí están especificados los puntos principales que constituyen la cuestion relativa á las colonias, sobre la cual deseaba instruir á la Cámara. Nada más he hecho, que lo que me habia propuesto hacer, es decir, establecer algunos hechos culminantes que sirviesen como guias y atalayas á los negocios, delinear la situacion presente de ellos

y de las colonias, decir lo que hemos hecho, indicar lo que pensamos hacer, y justificar lo que pedimos.

Lo que de todo resulta es: primero,que no obstante los conflictos y el fundado descontento (justo es confesarlo), que haproducido en las colonias el paso ó transicion del sistema de monopolio al de libertad


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de comercio,no debemos nisiquiera intentarvolver atrás bajo nin gun concepto, sino que continuemostratando con las colonias de con formidad con esta regla: que nosotros tenemos el derecho de proveer

nos de lasproducciones de otros países átal que sean mejores y más baratas que las que pueden suministrarnos las colonias, y que á estas

corresponde un derecho idéntico de comerciar con todos los países del mundo en el modo y forma que más ventajosos les parezca. Tal debe ser

en lo futuro elpunto fundamental de nuestra política. Segundo, que en conformidad con la observada respecto de las colonias británicas de la América del Norte, se continúe el principio de introducir en todas

las que poseemos, cuantolo permitan las circunstancias, un sistema de gobierno liberal. Allí donde no pueda ser, ó así se crea, estamos

obligados áprobar la excepcion demostrando, ó que el pueblo se com pone de razas incapaces de gozar el beneficio de semejantes institu ciones, ó que no se halla aún de tal manera confundido con la raza inglesa que permita establecerlas con seguridad y buen éxito. Mien

tras esto no se pueda probar, creo que la regla general debe ser en viará las diferentes partes del mundo hombres de raza británica capa

ces de gobernarse ásí mismos; hombres á quienes esta Cámara sirva de representacion política para sólo los negocios extranjeros, pero que en los domésticos posean ámplia libertad. En resolucion, nos otros no debemos intervenir en los negocios coloniales sino cuando haya necesidad imprescindible de hacerlo para evitar un conflicto en

el Estado.Tales son los únicosprincipios sanos que en mi sentir de ben guiarnos: estoy seguro de que tambien son los que elgobierno intenta seguir,y creo igualmente que son los que, á lo menos en ge neral, merecen la aprobacion de la Cámara. Porque si en cuestiones particulares puede disentir de nosotros,y si en los poranenores del proyecto diferimos de opiniones, ni es cosa para tratada ahora, ni nosotros nos opondrémos ánada de cuanto contribuya á hacer lo más perfecto. Téngase solamente en cuenta (y creo conveniente repetir lo), que aquí no se trata, ni puede tratarse de desprendernos de nuestras colonias, ni de aflojar los lazos que nos unen á ellas, ni de privarlas de los medios de defensa contra cualquiera agresion extran jera. Respecto de la cuestion militar, me reservo tratarla más en ade lante , cuando la Cámara conozca especialmente de ella. Por lo que

toca á algunas de nuestras colonias, ya mi noble amigo el ministro de Estado ha dicho que las fuerzas que las guarnecen, pueden ser dis


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minuidas sin peligro. Pero yo creo que esas colonias piden al Parla mento que provea á su defensa en caso de una guerra extranjera, y

tenemos obligacion de acordarles lo que piden, conservando los me dios que de parte nuestra faciliten la asistencia que jamás podrémos negarles.

No solamente creo que se puede y se debe proceder de conformi dad con estos principios sin riesgo ninguno para lo presente, sino que ellos son los únicos, que supuesto caso de ocurrir conflictos en lo fu

turo, están llamados á resolverlos sin peligro de repetir el lamentable ejemplo que dimos con las colonias que hoy componen lo que se llama Estados-Unidos. Dirigiendo una mirada retroactiva al orígen de aque

lla desgraciada contienda, se puede ver que provino, no de un solo error ó desatino, sino de una série repetida de ellos: de unapolítica tan pronto afirmativa como negativa: de rehusar hoy y de conceder mañana, cuando ya era demasiado tarde: de resistirfuera de tiempo: de obstinarse sin razon. Así empezó,y así se continuó la deplorable guerra que sostuvimos con las que antes de ella eran las leales pro vincias de Norte-América. Yo confio que será la última de su especie

que tengamos. Muchos predicen, y yo con ellos, que algunas de nuestras colonias crecerán tanto en poblacion y en riqueza que puedan decirnos un dia: «nuestra fuerza propia es suficiente para permitir nos ser independientes de lnglaterra: el lazo que á ella nos unia se

nos ha hecho oneroso; y ha llegado el tiempo en que, manteniendo amistad y alianza con la madre patria,podamossalir de su tutela.»— No creo que esta época se halle cercana; mas, cuando lo estuviera, hagamos cuantosea posible para que aprendan ágobernarse á sí mis mas: démosles, en cuanto podamos, la capacidad de regir y admi nistrar sus propios negocios: permitámosles aumentar su poblacion y

su riqueza;y suceda lo que suceda, nosotros los hijos de este grande imperio tendrémos el consuelo de decir que hemos contribuido á la felicidad del género humano.

(El noble lordvolvióá ocupar su asiento en medio de los mayores aplausos.) Articulo del TIMEs, del 11 de Febrero de 1850.

Ajuzgar por los comentarios que se hacen del discurso del lord John Russell acerca de la política colonial, podria suponerse que la perfeccion de la ciencia de Estado consistia en ser fantástica, obstina


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da, arrebatada, y orgullosa. S. E. ha manifestado modestas y no muy terribles novedades; ha hecho plaza á peticiones movidas con tanta velemencia como justicia; ha propuesto diferentes Constituciones pa

ra colonias por extremo desemejantes; y en suma, así en palabras como en obras ha reconocido los servicios prestados por algunos re formadores no siempre atentos ni discretos. No se necesitaba más para

provocar la befa y el escarnio por su falta de originalidad y otras equívocas virtudes. «Aquí no hay nada, añaden sus adversarios: esto no es más que lo que la nacion y las colonias han estado pidiendo siempre. Y sin embargo, hay carencia de sencillezy claridad en la concepcion de un proyecto que debia establecer una sola regla para todas las colonias. Un hombre de Estado no debe tener más que una

idea; ysobre todo, en un país constitucional, donde la opinion públi ca es omnipotente, ha debido rechazartodo consejo y frustrar toda especie de sugestiones.» Cierto que si un hombre pudiera gobernar por intuicion y reinar con fuerza; si pudiera será un mismo tiempo inexplicable é irresisti

ble, deslumbraria nuestro juicio con las más atrevidasinvenciones, mataria á los importunos con la más brutal indiferencia; resolveria todas las dificultades sometiéndolas al lecho de Procusto, é insultaria

la opinion pública con las más salvajes extravagancias; pero ni seme jante nodo de proceder esdigno de un ministro, niellord John Russell ha intentado siquiera seguirlo. Y en esto, y en las reclamacionesde varias fracciones de la Cámara solicitando ásperamente la adopcion de

una política más práctica y menos complicada, vemos nosotros un motivo de elogio. Porque, en realidad, no es el lord John Russell, ni

cierto número de noblesy caballeros, los que gobiernan, en la acep cion original y autocrática de la palabra, sino la opinion pública del país. ¿Y qué son, en efecto, las islas británicas y sus numerosas y esparcidas dependencias,sinoun vasto Consejo donde todas las aso ciaciones y clases gozan el derecho de emitir libremente su opinion, y

donde todo consejo, toda representacion, toda solicitud, toda queja, aún la que se produzca con la más licenciosa agitacion, recibe su merecido respeto y estima?

Considerado el discurso ensu conjunto, la política general ilustra da con las medidasparticulares, y explicadas estas en la introduc cion histórica del noble lord, constituyen sin disputa la másámplia y atrevidapromesa de libertad constitucional que ha salido jamás de la boca de ningun ministro nacional ó extranjero. El lord John Russell


asienta su sistema en el principio de que los súbditos británicos tienen los mismos derechos en las colonias que en la madre patria, y títulos

iguales allí y aquí á las instituciones representativasy á un gobierno responsable. Pues bien: así en casa como fuera de ella, la aplicacion de este principio está sujeta á innumerables modificaciones. Ni es cada hom bre el representado, ni cada hombre está autorizado para promover la caida de un ministerio. Aquí, por ejemplo, tenemos muchos mu nicipios y corporaciones con poderes limitados y con subordinada ju risdiccion. Se dice que poseemos cerca de cien clases distintas de franquicias, y se ve con frecuencia que un hombre legalmente apto

para ser diputado, no estáinscrito siquiera en la lista de electores. ¿Qué extraño es, pues, que un ministro, teniendo que habérselas con gran diversidad de circunstancias, proponga para unas colonias mayor desarrollo de los principios constitucionales que para otras, tendiendo siempre á favorecerlas á todas con el goce y disfrute de la libertad bajo diversas formas?

Nada es comparable á la variedad de pareceres que reina, así en Inglaterra como en el Parlamento, y en las colonias, acerca de la constitucion que más conviene á cada una de ellas. ¿Cómo hacerse cargo de tan contradictorias opiniones? No despreciemos la crítica, ni los juiciosvarios por más divergentes y absurdos que parezcan;y acabemos de reconocer que , haciendo justicia á todas las partes, el derecho á tener instituciones liberales está sujeto á grandes modifica ciones, segun los lugares, los tiempos y las circunstancias, sin que

por ello se ofenda el principio en que semejante derecho se apoya. Lord John Russell ha manifestado el principio sin restricciones, y por medio de su proyecto aspira á fundarlo tan pura y profundamente co mo las circunstancias se lo permitan. En la parte más delicada de la cuestion se ha explicado el lord John

Russell tan libre y claramente como podia desearse. No se extremece ni frunce el ceño al preveer la eventual independencia de nuestras co lonias; antes propone que se las prepare y disponga para gozar el be neficio de la libertad. A nosotros nos parece pura gazmoñería política cerrar los ojos para no ver tan inevitable acontecimiento. Cuando una colonia se reconoce realmente independiente: es decir, capaz de pro

teger su suelo, sus ciudadanos, sus propiedades y sus instituciones contra toda amenaza ópeligro, al paso que para mantener el órden dentro de supropio territorio: cuando semejante caso llega, deci


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mos, para una colonia, indefectiblemente aspira ella á la dignidady al provecho de ser dueña de sí misma. Nuestros vecinos europeos nos enseñaron esta leccion en el apoyo que dieron á las Provincias Unidas del Norte de América, durante la guerra de la independencia: leccion que, cierto, no hemos olvidado, como lo prueba el reconocimiento que hicimos de la nacionalidad de las repúblicas Sur-Americanas.

Ello está en el órden de la naturaleza, y no podemos oponernos á él sino arrostrando seguros desengaños, pérdidas y desgracias.

APENDICE III. DATOS ESTADíSTICOs PostERIORES Á 1850, QUE COMPRUEBAN LAs PREDICCIONES Y LA OPINION DEL LORD RUSSELL EN FAVOR DE

UNA POLÍTICA ENTERAMENTE LIBERAL PARA LAs PRovNCIAs DE ULTRAMAR.

Desde que el lord Russell pronunció el precedente discurso, han

trascurrido once años. Inglaterra ha perseverado en su sistema de po lítica liberal parasus colonias, y los progresos que por efecto de este sistema citó el noble lord, han continuado en la misma asombrosa

progresion, como voyá demostrar. Canadá occidental ósuperior, orientaló inferior, Nueva Brunswick y Nueva Escocia.

Ellord Russell dijo quepor efecto del sistema liberal, la poblacion en junto de estas colonias habia seguido la siguiente progresion. En 1816 En 1835 En 1847

era de de de

462.250 almas. 1.099.904 1.866.891

Y en 1850, al tiempo de hablar, creia el lord Russell que no bajaba de..

2.000.000

Efectivamente, por el censo de 1851 resultaron... . . 2.313.867 No se ha recibido todavía el censo oficial correspondiente á este año, pero The American Almanak de 1857, la graduaba en. . . . . . . . . . . . . . 2.390. 108 10


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El lord Russell descompuso luego la poblacion del alto y bajo Cana dá en estos términos.

ALTO CANADA.

BAJO CANADA. E . 1 -3

: 1 3e e E3

1. C.

3 .

|

3- es c: |I 333 .52

33 3E ||||| 335 35- = 33 |||| s5 = 5 =e 3 Es 3 S==353 = ||||| 353. = * || 333 = . ||| 3.33 E .33 || 3 3 EE | Es ||| 333| 3 =:e 3

333 | 533 |33 || 3 3. 113.000

||353 | 535 |33| 53

= | = - 3|| = • . 77.000 275 || 158027 || 81.027 || 14

105

6

42

17 || 254,681 || 76.64

|| 486.035 || 224.995 || 10

12 || 725.292 || 237.237 16 ||9:33,689 || 230.397

6

33 32

El aumento enormemente mayor del alto Canadá respecto al bajo esunaprueba más de la conveniencia del régimen liberal. En el bajo Canadá fué donde con mayor extension se establecieron por el go bierno del rey de Francia Francisco I, los feudos óseñoríos de las

tierras,que gravando"con arrendamientos é impuestos muy fuertes á los colonos, entorpecian el desarrollo de la poblacion. Suprimida por elgobierno inglés la jurisdiccion señorial, quedan sin embargo los derechos de propiedad de los señores. En el alto Canadá las tierras

públicas llamadas de la corona,se vendian demasiado caras; pero concedida á la colonia la facultad de discutir sus propias leyes, la Asamblea colonial decretó la rebaja de precios en la venta de las tier ras y la poblacion ha crecido prodigiosamente. Comparando el progreso de la poblacion total del Canadá con la de

los Estados-Unidos, el lord Russell demostró que mientras la de estos Estados en diez años, desde 1830á1840, habia crecido 32'67 por 100, la del Canadá en cuatro años habia aumentado en 28 por 100. (1). Hasta aquí el lord Russell.


– 147 -

En el decenio de 1840 á 1850, la poblacion de los Estados-Unidos

pasó de 17.069.453á 23.192.056, más de 26 por 100 de aumento, mientras quelade ambosCanadás ensólo tres años, desde 1848á1851, ha subido á1,843.950, desde 1.493.292, cerca de un 25 por 100.

La poblacion de los Estados Unidos, en el último decenio, ha subido á31.641.977, ósea más del 36 por 100; pero ájuzgar por los datos adquiridos extra-oficialmente, el próximo censo del Canadá presentará tambien un notabilísimo progreso.

Carezco de datos recientes y concretos al comercio del Canadá, cu yos progresos hasta 1847 demostró el lord Russell; pero en cambio las estadísticas oficiales del comercio del Reino Unido con las colonias

del Norte-América presentan, desde 1847, la progresionsiguiente: Exportaciones desde el Reino Unido: Libras esterlinas.

Años. 1848. . . . 1849) . . .

. . . . 1.990.659 . . . . 2.280.883

1850)

.

.

.

.

.

.

.

3.325.051

1851 . . . . . . . 3.813.707 1852 . . . . . . . 3.065.364 1853 . 1854, . 1855. . 1856. . 1857 .

.

.

. .

. .

. .

. .

. . . . .

.

.

. .

. .

. . .. .

4.898.544 . 5.980.876 . 2.885.331 . 4, 120.377 . 4.325.645 .

¡Con cuánta elocuencia hablan estas cifras! ¡Qué aumento tan con siderable suponen en la riqueza de la metrópoli y aún más en la de la

provincia ultramarina! Estos son siempre los resultados prácticos de la libertadpolíticay oconómica. Aquí no hay vanas declamaciones ni utopias. Son hechos descarnados, pero matemáticos y concluyentes.

Lapoblacion de la Nueva Gales del Sur en 1848, segun dijo ellord Russell, ascendia á200.000 habitantes. En 1857 ya era de 305.487,

á pesar de que se cree mayor en un quinto de esta cifra oficial. ¡Más de un 50 por 100 de aumento en nueve años, sobre el ya considerable

que anteriormente habia tenido! Esta colonia es la que más haprogresado en proporcion, desde el discurso del lord Russell, pronunciado precisamente para demostrar

la conveniencia de llevará ella el self.gorernment, ó autonomía po lítica.


– 148 –

Hé aquí las cifras oficiales de su comercio, antes y despues de 1850, fecha del discurso:

AÑOs.

IMPORTACIONES.

1848 1849 1850 1851 1852 1853 1854 1855 1856

Libras sterlinas. 1. 182.784 1.313.589 1.333.413 1.563.931 1.900.436 6.342.397 5.9S 1.033 4.668.879 5.460.971

1857

6.729. 408

EXPORTACIONES. Libras sterlinas. 1.155.009 1.135.944 1.357.784. Reforma pólitica. 1.796.912 4.604.034 4.523.346 4.050.126 2.884. 130 (crisis comercial. |3.430.880 4.011.952 Reaccion de la crísis.

Progreso lento hasta la reforma política liberal de 1850, rápido. sorprendente, inconcebible desde el año de la reforma en adelante. La importacion de 118 Inillones de reales en 1848 pasa á la enorme

suma de 672 millones: la exportacion desde 115 millones á401. La emigracion á las colonias de Australia que el lord Russell indicó de 30.000 almas en 1848y 49, en el año de 1852 fuéya de 87.424, casi triplicada. En 1854 arribaron 66.519, y en 1857 unos 63.223.

Es muy de notar que los efectos de la crísis comercial de 1855 y 56 afectaron más álos productos de países extranjeros, que á los de la metrópoli de la colonia,y álosprocedentes de otras posesionesin glesas.

Por último, y como comparacion de los resultados en conjunto de la política liberal inglesa, el lord Russell citó el azúcar suministrado á

la metrópoli, á pesar de la nivelacion y grande rebaja de derechos. Sabido esque en 1833fué abolida la esclavitud queproducia azú car, y que antes de 1844 el azúcar extranjeropagaba unos derechos

que equivalian á una absoluta prohibicion. Estos derechos desapare cieron gradualmente, hasta reducirse áun derecho fiscal yuniforme para el azúcar de toda procedencia y bandera. Segun el lord Russell el azúcar suministrado á la metrópolipor las Indias Occidentales, ápesar de tanta competencia,siguió estas varia CIOIm6ºS:


– 149 – Años

Quintales ingleses.

1815 16 y 17 anteriores á los aprendizajes. 2.947,824 1830 31 y 32 anteriores á la emancipacion. 3.895.820

1843. 44 y 45 antes de la gran nivelacion de derechos . . . . . . 2.645.212

1847 48 y 49 inmediatámente despues de la reforma y gran rebaja de derechos .

.

.

.

.

.

2.807.667

El noble lord pronosticaba la reaccion, y efectiva mente, en 1856,57 y 58 la cifra media anual se ha elevado á . .

. . .

.

. . .

.

.

. . 3.058.749

En cuanto al suministro de todas las posesiones inglesas, el lord

demostró que en las referidas épocas el suministro medio anual habia sido de 2.982.608–4.404.185–4.327.054 y 5.058.755. En el con junto la reaccion hácia el aumento era ya absoluta, completa, y des pues, léjos de parar, ha seguido siendo en los años 56,57 y 58 el me dio anual de 5.459.047.

Podria hacer extensivas estas comparaciones á las posesiones de la

India Oriental,perolo expuesto basta para demostrar que el ministro de las colonias en 1850, léjos de exagerar, fué por el contrario tímido

y reservado en sus cálculos; los hechos han sobrepujado sus predic ciones. Son un testimonio elocuente de que contra las ventajas del sistema liberal político y económico, no hay ni argumentos verdaderos, ni siquiera sofismas bien planteados, que puedan oscurecer su brillo y bondad.


– 150 –

APE

ESTAD0 DE Los PRoGREsos QUE Hizo LA POBLACIONE

ss. | COS. Las-||DECOLOR.| unas |Esca-|poblacion | rota | a |= VOS. total- || aumento. || cion. | aumento. | De74 á 92. | 96.440

50.817

44.333

100.681

57.119

De 92á 1817.1135.539 | 5 .152 || s390 || 22301 || 280.752

107.271

De 17á19. | eso.830 || 11 .058 | 1915 ||

171.620

35.035

77.012

De 19á 27. | 290.867 || 114.057 || 22 ,421 || 650.045

74. 452

51.057 7.555

De 27á 41. | 311.051 | 106.494 || 286.942 | 704.487 | 505.157

20.184 107.240

De 1 a 16. || useo

15 .838 | ocas | 1.0623 || 1088 || 1638

De 46 á 49.

149226 || 323. 759

898.742

46,688

51.376

De 49 á 57. || 457.155

164.410 || 325.897

945.440

162.051

92,541

De57 á59.

185.558 || 1572.459 || 1.107.511

77.513

De 1774 á 59.1 604.610 || 189.848 ||367.368 || 1.179.713 || 1.008.095

5.091

y)

7.476

54.936

508.170

Es importante observar:

1.e. Que en 1833, en los meses de Marzoy Abril, el cólera morbo asiático hizo en los cincue co dias que duró la epidemia en la Habana, Matanzas y los campos de estas dos jurisdiccio más de 22.000víctimas, siendo mayor el número de negrosy mulatos y entre estos los escla haciendas.

2. e Que reproducida igual epidemia en diferentes puntos de la isla en 1852, duró más tiemp cálculos aproximados que publicaron los diarios, los fallecidos excedieron de 18.000 en la m


– 151 -

E IV. lSLA DE CUBA DESDE EL AÑO DE 1774 HASTA EL DE 1859. LIBRES DE COLOR.

ESCLAVOS.

EXCMOS, SRES. CAPITANES GENERALES, aumento.

disminuci.

aumento.

disminuci.

25. 303

40.257

1774. Sr. Marqués de laTorre.

19.906

114.555

1792. Sr. D. Luis de las Casas.

25.976

1817. Sr. D. José Cienfuegos yJovellanos.

61.821

1819. Sr. D. Juan Manuel Cajigal. 1827. Sr. D. Francisco Dionisio Vives, conde de Cuba.

149. 353

112.736

15,184

138

20.048

48.52

1841. Desde Marzo hasta Setiembre de 1845, Sr. D. Ge rónimo Valdés, conde de Villarin. 1846. De Noviembre de 1845á Marzo de 1848, señor don Leopoldo O'Donnell, conde de Lucena. De Abril de 1848 á Noviembre de 1850, señor don Federico Roncali, conde de Alcoy.

1849. De Noviembre de 1850á Abril de 1852, señor don José de la Concha.

De Abril de 1852 áNoviembre de 1855,señor don Valentin Cañedo De Noviembre de 1855 á Setiembre de 1854 5.091

, se ñor marqués de la Pezuela. De Setiembre de 1854 á Noviembre de 1859, se gunda vez,Sr. D. José de la Concha, mar qués de la Habana.

porcion de la nota anterior de blancos,de colory esclavos. 3. e. La mencion honrosa que de los generales Valdés y Pezuela hicieron en el Parlamento los minis

tros de la Gran Bretaña, por el celo con que cumplieron los tratados de s7 y 1835, persiguiendo el ráfico de esclavos africanos.

4º Que en los últimos veinte años es notable la disminucion que se advierte en los esclavos en el pe

ríodo de 841 y 86 de 112736, al paso que de 89á 857, hay un aumento tambien de esclavos de 8.562 que habria sido mayor sin la epidemia de 852,


- 152 –

APENDICE V.

NOTICIAS ESTADíSTICAs, INDUSTRIALES Y MERCANTILES DE CUBA Y PUERTO-RIC0.

No me es fácil atendida la rapidez con que escribo, reunir en órden cronológico no interrumpido y año por año, el movimiento industrial y mercantil de Cuba desde que á mediados del siglo pasado principió á liberalizarse su sistema económico, como lo he hecho con la esta

dística de su poblacion; pero expondré datos suficientes para demos trar hasta la evidencia los buenos resultados de cada reforma.

En el curioso censo ó padron general de la isla hecho en 1775 y

del que sacó y publicó una copia el Sr. D. José Antonio Saco, cónsta lo siguiente : La cosecha anual de azúcar calculada por la contrata de cajas para embasarlo, se estimaba en 50.000 cajas de 10 arrobas. La del tabaco que en 1772 fué de 24.214 arrobas, y en el de 73 de 295.789, y en vista de tan gran cantidad que en aquella época exce dia de la que necesitaba el fisco, se prohibió aumentar el cultivo. La de yuca, raíz con la cual se hacen unas tortas que sirven de pan

á los pobres, decaia con la introduccion de harinas. El café tenia incremento aún cuando no marca cantidad.

De cacao no se producia ni aún la cuarta parte de lo que exigia el consumo del país. De maíz se cogian dos cosechas.

El añil y algodon se daban silvestres.


- 153 –

,

EXPORTACION DE AZÚCAR DESDE EL PUERTO DE LA HABANA.

CAJAS DE 400 LIBRAS.

ANOS.

Desde 1786 1790 1800 1810 1820 En

á á á á á

AÑO COMUN. 17.037 11.009 17.800 20.770 50.077 271.013 292.732 440.144 267.595 515.278 661.766 686.033 614.366

1790 | " 1800 1810

1820 1825 1826 1830 1840 1845 1846 1847 1848 1849

El café y el tabaco exportados desde el mismo puerto á contar des

de 1837 presentan los resultados siguientes:

AÑos.

1837 1838 1839 1840 1841 1842 | 1843 1844 1845 1846 1847 1848

CArÉ. Arrobas. 1.409.789 864.400 1.174.996 1.272.822 742.570) 1.081.468 773.043 579.248 170.466 263.946 346.390 132. 172

CIGARROS. lillares. 143.70) 17 .413 153.370 137.067 159.450 130.727 152.009 149.583 119.271 15 1.923 210.027 149.667

TABAC0 EN H0JA. Libras. 1.119.183 1.528.123 1.359.029 1.025.262 1.452.989 1.018.990 2.138.802 1.286.242 1.633.073 3.850.637 2. 109.159 1.354.722

El movimiento total de la isla entera de importacion y exportacion aparece en las siguientes cifras.


– 154 –

AÑos.

IMPORTACIONES.

EXPORTACIONES.

1828 1830 1835 1840 1845 1847 1850 1851 1852 1853 1854 1855 1856 1857 1858

Pesos fuertes. 19.534.922 16.171.562 20.722.072 24.700.189 28,007.590 32.389.1419 )) )) )) 27.789.800 31.394.578 31.215.898 31.706.136 34.853.338 39,063.826

Pesos fuertes. 13.114.362 15.870.961 14.059.246 25.941.783 18.792.812 27.998.770 25.531.948 31.341.683 27.453.937 31.210.405 32.683.731 34.802.826 32.062.835 32.1668. 188 33.831.839

ESTADO DE LA EXPORTACION DE PRINCIPALES FRUTOS DE LA ISLA.

AÑ0s.

AZÚCAR.

Cajas. 1.099.884 1849 1.249.613 1850 1.539.994 1851 1.409.012 1852 1.635.192 1853 1.685.751 1854 1.905.580 1855 1.712.845 1856 1.742.446 1857 1.8260.55 1858 ==

CAFé. Arrobas. 877.636 520. 134 575. 119 739.326 442.730 511.493 473.399 469. 126 191383 181. 192

TABACO EN RAMA, 1 CIGARROS. Libras. 4.019.433 9.436.591 9.737.443 8.039.797 9.809.150 9.921.711 12.420.451 13.012.74 12.391.289 =

Mittares. 123.720 212.640 270.313 142.567 237.330 251.313 356.582 225.861 154.014 141. 108 -


– 155 –

PUERTO-RIC0. COMERCIO GENERAL EN LOS AÑOS QUE se. ExpRESAN.

AÑos.

IMPORTACIONES.

EXPORTACIONES.

1835 1836 1847 1848 1851 1853 1854 1856 1857

Pesos fuertes. 3.914. 117 4.005.945 5.463.945 4.469.752 6.073.870 5.360.000 5.536,681 6.571.160 7.999.005

Pesos fuertes. 3.949.535 4.099.576 5.865,819 5.595.137 5.761.974 5.299.400 5.062.017 5.371.804 4.429.349

En el comercio de este último año figuran 86 millones de libras de azúcar, 11 millones de libras de café,4 millones de libras de tabaco, 604.666 libras de cueros, 282.656 de algodon. Juzgo innecesario recargar de cifras este apéndice. Las preceden tes bastan para dará conocer la importancia económica de la isla.


ERRATAS.

En la pág. 51, línea 10,donde dice: que en 1544 fundó tambien á San Cristóbal de la Habana, hoy capital de la provincia, debe decir: que en 1544 fundó tambien á Santiago de Cuba hoy capital del departamento oriental. En la pág. 72, línea 25, donde dice 1830, léase 1820.



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