Estudios sobre la Isla de Puerto Rico; su Situación, Agricultura, Comercio y Estado Actual (1856)

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SOBRE

LA.

ISLA DE PUERTO-RICO; SU SITUACIÓN, • AGRICULTURA, RAMOS DE

UN

DE

COMERCIO Y

LA R I Q U E Z A

PUERTO

ESTADO ACTUAL

PÚBLICA ;

FRANCO ;

DE

CONVENIENCIA

OBJECIONES

T

LOS DEL

REFORMA

DE ADUANAS ; CONTRIBUCIONES TERRITORIAL 7

DE

PRINCIPALES ESTABLECIMIENTO LOS

ARANCELES

MERCANTIL ,

por

DON ANDRÉS VIÑA, Secretario cesante de su Real Junta de Comercio y Fomento.



ESTUDIOS SOnUK

LA

ISLA DE PUERTO-RICO; SU SITUACIÓN, AGRICULTURA, RAMOS DE DE

UN

COMERCIO Y

LA R I Q U E Z A

PUERTO

ESTADO ACTUAL

PÚBLICA ;

FRANCO ;

DE

CONVENIENCIA

OBJECIONES

Y

LOS DEL

REFORMA

DE

PRINCIPALES ESTABLECIMIENTO LOS

ARANCELES

DE ADUANAS ; CONTRIBUCIONES TERRITORIAL Y MERCANTIL ,

por

DON

ANDRÉS

VIÑA,

Secretario cesante de su Real Junta de Comercio y Fomento.

MADRID 1856. IMPRENTA

Á CARGO DE DON ANTONIO PEREZ calle cíe Valverde, num. 6, cuarto bajo.

DUBRULL,



EXCIO. SEÑOR. Al dedicar á V. E. este trabajo, que ha merecido su distinguida y generosa aceptación, hubiera quei'ido que estuviese redactado con el acierto digno del ilustrado ministro que tan grata acogida dispensa á cuanto tiende á mejorar la suerte de las posesiones españolas del otro lado de los mares. El buen deseo , si7i embargo, suplirá por la falta de talento, y la importancia del asunto hará olvidar la nulidad del autor. Esta importancia es tan grande, que, de llevarse á cabo la medida principal á que es referente, traería en pos de sí, como legítima consecuencia, la prosperidad futura de la isla de Puerto-Rico, en todos los ramos, en su comercio, en su agricultura, en su industria, pues á nada menos conduciría el establecimiento del puerto franco en aquella preciosa Antílla, que á trasformar por completo el aspecto de un pais, tan olvidado é infeliz, y que es acreedor á que se le tenga muy presente, y d disfrutar de mejor fortuna. A su importancia añade este trabajo la condición de oportunidad. Estando anunciado un próximo rompimiento entre Dinamarca y los Estados-Unidos de América, por consecuencia del tratado de peaje del Sund, y habiendo amenazado la prensa de esta república á aquel reino con apoderarse de la isla de Santhómas, no puede esconderse á V. E. lo importante que seria para España anular, antes de que tal cosa se verificase, á la colonia danesa, bajo el concepto comercial, que es el único que le da consideración; lo cual se conseguirá indudablemente, según demuestro en las siguientes páginas, con la creación del puerto franco en la Antilla española. De otro modo, Santhómas vendrá


á ser el punió de reunión de los filibusteros que con tan dañado intento pretenden arrancar á la corona de España las ricas joyas americanas que aun conserva. Esta persuasión; el celo que me anima á favor de la península ibérica, mi cara patria; el interés hacia aquella hermosa Antilla, donde he pasado los mejores años de mi vida; su triste estado, el abandono en que ha yacido, hasta ahora, han motivado los términos algo fuertes que se han deslizado, alguna vez, de mi pluma; pero mi único móvil ha sido y es el engrandecimiento de España, al cual creo firmemente que contribuirá, en alto grado, la prosperidad de sus posesiones de Ultramar, y el que se estrechen de un modo indisoluble los lazos que unen á estas con la metrópoli. A V. E. toca realizar tan lisonjero porvenir; V. E., abandonando la rutina seguida, hasta aquí, con grave perjuicio de los intereses de Ultramar, tiene en su mano el asegurar, de acuerdo con el ilustrado Gobierno que rige los destinos de España, la venturosa suerte de Puerto-Rico; y V. E., cuya alma es tan noble, y cuyo entendimiento es tan claro, como leal ministro de la escelsa Reina que ocupa el trono de San Fernando, como caballero y como español, aspirará, es seguro, á obtener tan alto fin, cuya consecución le conquistará la gratitud eterna de los puerto-riqueños. Soy con el mas profundo respeto, EXCMO^ SR. ,

atento y seguro servidor de V. E.,

. Madrid 25 de diciembre de 1S55.

E x c m o . S r . T e n i e n t e G e n e r a l D . J u a n de Zabala, Conde de P a r e d e s , y Ministro de Estado encargado de la G o b e r n a c i ó n de U l t r a m a r .


SITUACIÓN DE PUERIO-MCO.

EN la confluencia de ambas Américas, próxima á CoslaFirme, en el derrotero de España y Cananas á Cuba y. al; Golfo de Méjico, rodeada de islas pertenecientes á otros E s tados europeos, no lejos de la de Santo Domingo y de la reina d é l a s Antillas, encuéntrase entre los 1*7° y I 8 latitud N. y 5 9 ° y Cl° longitud O. (del meridiano de Cádiz) la isla de Puerto-Rico, hermosa joya de la corona de España, digna de disfrutar mejores dias, tranquila, siempre leal, importantísima. La salubridad de su clima, la escelencia de su puerto, sus fortificaciones de primer orden, la feracidad de su territorio , son otras tantas circunstancias que hacen concebir la idea de un porvenir mejor para ella, porque el actual Gobierno, sabio y previsor, desea remover los obstáculos que se oponen al rápido desarrollo de su comercio, agricultura é i n dustria; y porque, olvidando añejas doctrinas, camina con paso resuelto por la senda que la ciencia, auxiliada de la esperiencia, le abre y allana. Al calcular las inmensas ventajas que pueden sacarse de tan importante pais, y. cuál seria su. U


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feliz estado si se atrajese á su puerto, como la naturaleza parece indicarlo, el mercado general de la América del Sur, la imaginación se asombra del abandono en que y a c e , de las miserias que deplora, de la ceguedad de la madre patria, hasta ahora casi siempre mal aconsejada, tímida, y en todas ocasiones indiferente, cuando se ha tratado de adoptar medidas respecto de aquellos pacíficos habitantes, de aquel fértil y desatendido suelo. Con solo quitar las trabas que se oponen, hoy, á todo lo que es generoso, grande, útil, su población y su riqueza esperimentarian un estraordinario aumento en el cambio de relaciones y productos de unos países con otros, privados actualmente de un puerto seguro y cómodo para establecer vastas especulaciones. Puerto-Rico se constituiría en centro de transacciones comerciales; no solo ligaria á los habitantes de Guayana, Caracas, Cartagena, Nicaragua, Guatemala y Veracruz con los de Cataluña, Málaga, Cádiz y Santander, Canarias, Habana, Puerto-Belo, y hasta con los de las remotas islas Filipinas, sino que también estrecharía los vínculos sociales entre los Estados de la América española independiente , llegando á ser el mercado preciso y mas favorable entre los veracruzanos y los caraqueños, entre los guatematecos y los de Maracaibo , porque ahorra la mitad del camino de unos á otros, y absorbería en mayor cantidad los productos que recogen en el día la isla de Santhómas, y otras favorecidas por sus gobiernos con interesantes franquicias; pero que, como puntos indirectos y no productores, carecen de todas las condiciones necesarias. Para convencerse de que nada tiene de exagerado ni ilusorio este cuadro, considérese que Puerto-Rico, hoy que la navegación se hace en buques de v a p o r , dista lo mas quince dias de Londres, trece del Havre y Burdeos, siete de NuevaYorck, quince de Cádiz y Lisboa, doce de las Canarias, cuatro de Costa-Firme y Cuba, seis del Golfo de Méjico, doce de Rio-Janeiro y Buenos-Aires, y de cuatro á seis de los puertos


mas concurridos de la zona Norte intertropical, de Trinidad, Margarita, y demás islas á barlovento, de Jamaica, Haití y Cuba á sotavento. La distancia media que separa á PuertoRico, colocado en el centro de aquel Archipiélago, es de cuatro á diez dias de navegación en buques, de vela: ¡cuántos buenos resultados no debe prometerse de estas ventajas naturales y positivas, combinadas con la escelencia de su clima, y de los productos de su agricultura, un Gobierno esclarecido, justo, protector!... De esperar es del que rige felizmente los destinos de la nación española. En medio del universal progreso, y cuando el pensamiento constante de toda administración debe ser alcanzar, aunque sea valiéndose de resortes estraordinarios, la situación floreciente de los mas adelantados paises, no es p o sible demorar una medida capaz, por sí sola, de elevar á la Antilla al grado de prosperidad á que ha sido destinada. Hoy que el mundo se comunica por telégrafos, cuando han desaparecido las distancias ante la velocidad imponderable del v a por, Puerto-Rico, bajo el amparo y buena dirección de un Gobierno inteligente y conocedor de sus verdaderos intereses, no puede permanecer estacionario, ni continuar por mas tiempo como una rueda segregada del movimiento de la máquina,. condenada al quietismo y a l a nulidad que es consiguiente; y siendo indudable que, en la marcha actual del mundo, el e s tacionamiento es un verdadero atraso, fácil es concebir que la medida que saque á esta provincia ultramarina de su inveterada paralización, es demandada con empeño, urge cada vez mas, no solo por su propia conservación, sino también por el buen nombre de los encargados de regir sus destinos. La antigua Borinquen es el eslabón que une la cadena de aquel Archipiélago con los continentes americanos. Sus montañas, atravesándola de Oriente á Poniente, forman deliciosos lugares, con un hermoso cielo, cruzados de rios que mantienen siempre verdes sus campiñas; circunstancias que intere-


— 8 — san á cuantos la visitan, dejándoles un recuerdo indeleble, y que hacen que sus habitantes, aunque oriundos de otros países, lá miren con predilección, fijando allí su - residencia, no obstante los beneficios con que les brindan las demás provincias de América, á quienes h a sonreído mejor fortuna. AGRICULTURA, COMERCIO Y ESTADO ACTUAL DE ESTOS PRINCIPALES RAMOS DE LA RIQUEZA PUBLICA.

Y cuenta que el remedio que debe aplicarse á los males que afligen la preciada Antilla, para que sea eficaz tiene que ser pronto, de gran trascendencia. Cuando un enfermo está acometido de una dolencia grave, no bastan á curarle paliativos; se necesitan medicinas que ejerzan una acción poderosa, irresistible. Los primeros pobladores europeos de la isla se dedicaron casi esclusivamente á la cria de ganados. Cultivaban algunos cereales y las plantas alimenticias necesarias para sus pro piosconsumos, como los de las espediciones que se dirigían á Costa-Firme. En 1506 se llevó a l a s Antillas españolas, de las islas Canarias, la primera caña dulce que sirvió de semilla en Santo Domingo, y luego en Cuba y Puerto-Rico. En este último pais, sin embargo de la eficaz protección que á tal cultivo prestaba el Gobierno, siguió una perezosa carrera, prefiriéndose la cria de animales por su mayor producción, hasta que á fines del siglo x v m , y especialmente en el año de <I 8 1 5 , tomó incremento. Ese ramo de la agricultura, como los demás que constituyen la riqueza de tan apreciable posesión, debieron su principal desarrollo á la real cédula de gracias de dicho año, y á la emancipación de las Américas españolas, que llevó á la isla muchas personas inteligentes, y capitales de alguna importancia. Bien quisiera, para la mejor clasificación, hablar de cada producto por separado, y de sus diferentes épocas; pero esto parecería ahora ocioso: será objeto de un


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trabajo de diverso carácter, y mas prolijo, cuya publicación reservo para adelante. Sin embargo, apuntaré algunas especiales circunstancias. La falta de las remesas de Méjico, que se denominaban situados, y que casi únicamente servían para mantener la isla, fue el motivo principal de que se recurriese á la esportacion de los productos, y estos hubieron precisamente de aumentarse. Así es que el año de 1783 tenían mayor importancia los que hoy se denominan frutos menores. De ellos se recolectaron 2 . 0 0 9 , 6 5 0 libras de arroz; 1.550,600 de maiz: había cultivadas 8,315 cuerdas de plátanos, y solo se elaboraron 2 7 3 , 6 7 5 libras de azúcar, 1.126,225de café, 111,875 libras de algodón, y 7 0 1 , 7 7 5 libras de tabaco. Sirvieron tales productos para el consumo interior, y la esportaciou era insignificante, pues en el año de 1813 no figura mas que por valor de 337,940 pesos, habiendo subido en los de 1818 y 1819 á 9 8 0 , 6 9 2 , y á 1.098,083 (1). Esta demostración fue debida á la antecitada cédula de gracias. Así se denominó, porque sus franquicias, exenciones de contribución y la libertad mercantil que estatuía, aumentaron la población con personas útiles, laboriosas, y atrajeron á la provincia ultramarina capitales que impulsaron su riqueza. El progreso material fue notable; eterno será el agradecimiento por las paternales consideraciones que entonces el Gobierno supremo dispensó á los porto-riqueños. Estos admiran constantemente tales medidas, y deploran que, desde entonces, nada mas se haya hecho en favor de tan codiciada posesión española. El siguiente estado patentiza cuál era el de la agricultura y sus productos en algunos años, desde el de 1824 hasta el de 1834. Fijo épocas, para que las consecuencias que de él se desprenden sean lógicas y precisas. (I) Estos datos y los demás de que nos serviremos en el eurso de este trabajo, están sacados de los impresos y estadísticas, con relación á esta isla, publicados en diferentes épocas.


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CULTIVO. 1S24.

1S27.

1832.

1834.

Caña, cuerdas. . . .

6,542 4 0,436 4 3,801 16,149 19,259 23,261 24,4 72 25,665 9,708 4 2,824 13,497 42,850 8,840 4 2,579 4 2,617 4 2,339 Tabaco , cuerdas. . . 4,54 9 3,209 3,61 4 4,4 43 6,233 19,128 Artículos varios. . . . 8,401 4 4,297 Gafé, pies 4 0.911,427 14.298,713 12.167,759 4 2.832,522 63,544 1.422,54 3 999,218 948,860,

PRODUCTOS. 1S24. Ron, cuartillos. . Azúcar, quintales. Melado, cuartillos. Arroz , quintales. Maiz, ¡anegas Tabaco, quintales. Cale

. . . .

. . . .

. .

1S27.

1S32.

1S31.

)> 3.1 IS,410 3.285,405 4.051,736 305,535 365,441 419,897 4 79,444 4.490,104 209,644 3.748,410 » 57,624 51,274 77,338 80,498 39,056 37,737 81,713 57,745 30,373 20,246 6,543 13,257 70,113 4 30,900 1 04,837 115,905 12,484 3,794 4,022 854

No está comprendida en la demostración anterior la t o t a lidad de los productos, puesto que el valor de la esportacion de 1824 ascendióá1.1 14,438 pesos, y en 1834 á 4 . 8 6 2 , 7 8 5 . Notables progresos se advierten en dicha época, feliz década para la Antilla, pues la que termina en 1844 no presenta considerable aumento. Puede calcularse que la producción del azúcar y café fue de 1.300,000 y de 170,000 quintales, visto que la esportacion llegó á 811,606 quintales de azúcar, y á 127,017 de café, valiendo todos los frutos estraidos en el referido último año 5.321,894 pesos. La diferencia de la primera década, en que la esportacion empezó á figurar, arroja una cantidad de 3.568,347 pesos, no obteniendo en la s e gunda Puerto-Rico sino el insignificante aumento de 639,109


— 11 — pesos. Preciso es ahora comparar los últimos diez años con los anteriores; y como de la balanza mercantil, publicada en el próximo pasado, resulta que la esportacion de todas las producciones de la Antilla ascienden á 5.039,475 pesos 2 céntimos, todas las personas que se dediquen al estudio r e n tístico de ella, comprenderán que su agricultura va decayendo, que la isla camina á su ruina; pues en el último año se estrajeron menos productos, y hubo la diferencia desfavorable de 282,419 pesos, cantidad que indica, no el estacionamiento, sino el rápido descenso por donde se precipita la riqueza p ú blica. Tal es el estado actual de la agricultura de PuertoRico. Es, si cabe, mas deplorable el del comercio. Vese este r e ducido al de cabotaje con la isla vecina de Sanlhómas; y á no ser algunos cambios que se verifican con los EstadosUnidos de América, ninguna transacción mercantil, negocio alguno, de poca ó de mucha importancia, se hace en aquella plaza. Los especuladores daneses continúan aprovechándose de los errores que nuestro Gobierno no ha advertido ; ellos son los que se lucran, mientras que la isla de Puerto-Rico, que tan inmensas ventajas le lleva en situación, en clima, en magnitud, contempla con dolor sus desgracias presentes, y ese halagüeño porvenir que debiera ser el suyo, si, hasta ahora, la rutina, con su mano de hierro, no le estrechase la garganta, á riesgo de ahogarla. En el folleto que he publicado bajo el título de Relaciones mercantiles entre España y Puerto-Rico, he espuesto aquellos males con sobra de buen deseo, aunque sin el talento que tal asunto requería; y al mismo tiempo he indicado la manera de remediarlos, según mi razón y el conocimiento que tengo del pais me lian sugerido. Si el Gobierno español no desatendiese las observaciones que allí hago; si adopta las medidas allí propuestas, lisonjeóme, creo no engañarme, de que el estado de Puerto-Rico mejoraría notablemente.


— 12 — Pero no basta con reformar los aranceles en cuanto á la importación de los artículos coloniales en la Península; esa conducta por parte del Gobierno aliviará grandemente las penalidades de aquella hermosa posesión, enmendará m a r c a das injusticias, pues nunca es equitativo lo que sucede (por no mencionar otros artículos) con los azúcares, igualándose, para el pago de derechos, á Puerto-Rico y Cuba, sin atender á las circunstancias tan diferentes de ambas islas, ni á las diversas calidades del género; mas es fuerza coronar la obra de regeneración de aquel pais leal, digno de mejor suerte. Conviene á los intereses bien entendidos de la metrópoli cerrar de una vez para siempre la boca á sus enemigos, á los que la miran, con envidia, dueña de un punto tan interesante para el comercio de ambos mundos; ¡qué mejor contestación á sus diatribas, qué medio mas escelente para reanimar el espíritupúblico de la codiciada Antilla, y asociarle con vínculos in? destructibles á la madre patria, y qué ejército mas fuerte para asegurar allí una eterna paz! Para mejor ilustración de la materia, analizaré el estado de su comercio universal, estendiéndome á su historia y vicisitudes. A fines del último siglo era escasísimo, de ninguna importancia, reduciéndose á introducir lo absolutamente necesario para los consumos de la principal población, y se verificaba con la metrópoli; de suerte que en los demás lugares del campo y del litoral, donde era imposible la concurrencia, por faltar la navegación de cabotaje, carecer de comunicaciones y de tráfico, se recurrió naturalmente al contrabando, haciéndose este desde las islas inmediatas. Así era cómo se llenaban las necesidades de la vida en cuanto á todos aquellos efectos indispensables, los cuales se pagaban con los frutos sobrantes, sin demanda alguna en los mercados de Europa. Este estado de cosas siguió inalterable hasta que tuvo completa aplicación el reglamento de libre comercio, al cual se debió que en i 813 figurase el movimiento mercantil por


— 13 — 269,008 pesos; en 1815 por 1.382,046; subiendo en 1819, á consecuencia de la real cédula de gracias, á 2.229,677 pesos. Tan benéficas medidas traen siempre consigo grandes r e sultados; son precursoras d é l a prosperidad de los pueblos; y si sus efectos no pueden hacerse sentir en el momento que se dictan, no pasa mucho tiempo sin qué se vea patentemente la utilidad. Hoy nuevas necesidades, distintos elementos de riqueza, y el aumento considerable de población, demandan otra reforma, capaz de remover los obstáculos con que se lucha. Seguía en aumento la prosperidad de Puerto-Rico, llegando en 1834 á 7.976,776 pesos su movimiento mercantil, y subiendo en 1840 á 1 4 . 1 7 2 , 9 8 ! , de los que mas de la mitad fueron por valores importados, cuando trascendentales faltas administrativas, y otras causas desgraciadas, porque no siempre bastan las que producen el bien, se sucedieron, y nuestro Gobierno, sin querer siquiera averiguar el origen, y mucho menos estudiar el medio de remediar la decadencia, vio impasible que en 1844 descendió el mismo movimiento m e r c a n til á 11.461,993 pesos, sin alarmarle la muy significativa baja que esperimentó en 1 8 4 3 , y que lo redujo á 9.397,446 pesos. Así siguió con algunas alternativas; pues el comercio de importación y espórtacion de 1853 no ha ascendido mas que á 10.635,237 pesos 46 céntimos. También en este año puede considerarse mayor la diminución, si se atiende á que el depósito mercantil tuvo una baja de mas de 60,000 pesos. Todas las razones apuntadas de grande autoridad, y fundadas en datos ciertos, indican que, si bien la prosperidad comercial de Puerto-Rico, íntimamente ligada á la agrícola, nació y acreció velozmente, merced á sabias disposiciones, ilustrada libertad mercantil y buena administración, su actual decadencia proviene de posteriores causas contrarias, de m e didas inconducentes, y de una fiscalización, no solo absurda,


— 14 — sino hasta ridicula. Y no se arguya en contra de los datos anteriormente espuestos, diciendo que la causa de haber disminuido la esportacion consiste en el aumento de población, que trae consigo mayores consumos interiores, porque siendo la de Puerto-Rico esencialmente productora, sigúese que, aumentándose, es de absoluta necesidad que á la par crezcan los productos. Teniendo la Antilla tan cerca de sí á la de Santhómas, no es posible que su riqueza se aumente, cuando su comercio es mezquino y tributario del danés, si no se adopta una m e dida que destruya tales relaciones, y que pueda sacar á la provincia trasatlántica de la premiosa situación en que se halla. CONVENIENCIA DEL ESTABLECIMIENTO DEL PUERTO FRANCO.

Esta tiene que ser el establecimiento de un puerto franco en la capital, ó en el sitio denominado la Puntilla. Y é a moslo. Todas las naciones que han querido fundar puertos de comercio importantes, los han hecho francos, y el éxito ha c o r respondido a l a esperanza. Liorna, abatida, casi insignificante, creció y se desarrolló de esa manera, hasta llegar al floreciente estado en que hoy dia la vemos. Venecia hubiera s u cumbido, al mirar espirar sus antiguas glorias, si esa áncora fuerte no la hubiese salvado del naufragio. Creando los ingleses puerto franco á Gibraltar, se han apoderado de todo el comercio de Tánger y de parte de España. Los holandeses, para atraer las transacciones mercantiles á sus dominios de la Oceanía, han establecido en Riow un puerto franco, lo mismo que en la isla de Timor, una de las Molucas. Ahora bien: ¿por qué la España, aprovechándose de la escelentesituación de Puerto-Rico, que dejamos indicada, no convierte a l a capital de aquella isla, de plaza insignificante de comercio, en una de las primeras del globo? El Gobierno


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español, después de maduras reflexiones, ha declarado francos los puertos de las islas Canarias; y, sin embargo, ¡qué diferente posición ocupan estas, relativamente á las ventajas y á los resultados de esa medida, comparándolas con PuertoRico! Lejos de mí la idea de combatir, respecto del Archipiélago canario, la franquicia de puertos, cuando sostengo la tesis en general, y porque estoy persuadido de que con el tiempo producirá considerables beneficios á aquella provincia, no obstante los inconvenientes con que ha tenido y tendrá que luchar; la creo beneficiosa, aunque le faltan las condiciones necesarias; será preciso proporcionarle puntos de consumo, y que la riqueza territorial no sea exorbitantemente gravada. Mucho hay que esperar también si el Gobierno, y las persoñas llamadas á promover su prosperidad, caminan por la senda de las útiles reformas. Estas son evidentes, y creo no está lejos el dia, si tal sucede, en que la felicidad de las Afortunadas pueda también ser ejemplar (1). Como medida salvadora , debe ser la declaración de puerto franco con preferencia del de la capital de Puerto-Rico, pues no de otro modo se libertará aquella isla de la ruina que la amenaza. ¿Y qué perjuicios se siguen á la metrópoli de tomar esa determinación? Ninguno ; á no ser que se demuestre que perjudica á una nación el que sus posesiones florezcan, el tener un puerto que se constituya en centro mercantil de varios o t r o s , y estos de alta importancia; este absurdo, insostenible siempre, resalta mas tratándose de Puerto-Rico.

(4) En un folleto que estoy escribiendo acerca de la riqueza p ú blica de las islas Canarias, me ocuparé particularmente de las medidas conducentes, únicas que creo variarán el porvenir de sus habitantes, mis paisanos. No son, ciertamente, las cuestiones políticas y mezquinas rivalidades las que llenarán mi escrito : al desarrollo de los intereses generales , á la intimidad y provecho del comercio de las Antillas y tierras de Costa-Firme, al fomento de su agricultura y i la prosperidad de todas sus industrias, irá dirigido.


— 16 — Está fuera de duda que aquella isla sostiene en el dia cargas mucho mayores de las que puede soportar, vista la postración de su comercio y el estado de su agricultura ó i n dustria, que lejos de ser próspero, como se quiere hacer creer por algunos, se halla notablemente decaído, según he demostrado en la Memoria antes citada. Se necesita, pues, aumentar su riqueza, multiplicar sus r e c u r s o s ; de otro modo, será imposible que Puerto-Rico continúe pagando las contribuciones que ahora satisface, sin ver agotadas las pocas fuentes de prosperidad que aun le restan. No se pierda de vista que tiene enfrente á Santhómas, inferior á él á todas luces, pero que su cualidad de puerto franco la coloca en una categoría artificial, es cierto, pero como quiera de mucha mayor importancia comercial que la suya. ¿Cómo se pretende, en virtud de esta proximidad de la isla danesa, favorecida por su Gobierno con tan beneficioso instituto, que la Antilla española progrese? En vano la naturaleza le ha regalado una situación envidiable, un suelo feraz, un clima apacible; en vano ha dotado á Santhómas con cerros desnudos, donde faltan las cosas mas necesarias á la vida, pues que Puerto-Rico la a b a s tece de legumbres, verdura, frutas, y hasta de agua, con un clima ingrato y enfermizo : ni aquellas ventajas han logrado decidir á los comerciantes estranjeros á establecerse en la colonia de España, ni estos inconvenientes los ha podido determinar á retirarse de la de Dinamarca. La razón es p o r que en Puerto-Rico habrían de luchar con todos los estorbos del sistema prohibitivo, mientras que la franquicia de Santhómas permite un libre desarrollo á sus intereses , y en p o cos años realizan capitales de consideración, con los que r e gresan á su patria. A d e m a s , fijándose en Puerto-Rico, serian tributarios de Santhómas, y se tendrian que reducir á un giro al por menor, mezquino é inseguro. No abrigo la ilusión de creer que en el mismo instante de declararse puerto franco á la capital d é l a Antilla española,


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aquellos comerciantes estranjeros trasladarían á ella sus establecimientos : es sabido que la permanencia en un pais hace cobrarle afecto; se estrechan relaciones; se crean hábitos; pero, ademas de que Santhómas no disfruta de las condiciones necesarias para producir de una manera tan decidida ese a r raigo, la fluctuación, si alguna hubiese, seria poco duradera: tales son las ventajas que ofrece Puerto-Rico, comparada con su rival. Déjase colegir, por lo que va dicho, que la posesión española no puede progresar hasta colocarse en el lugar que le corresponde, por beneficio de la misma naturaleza, mientras exista tan cerca de ella otra posesión estranjera, dotada de instituciones mucho mas favorables al desarrollo del comercio y de la industria: resultando, como consecuencia rigurosa, que para competir con Santhómas, lo que equivaldrá á triunfar en mas ó menos plazo, es preciso, indispensable, establecer en la capital de Puerto-Rico la franquicia de que disfruta la Antilla danesa, no cobrando mas derechos que los que exige el Gobierno de Dinamarca, simplificando el sistema de administración, haciendo, en fin, cuanto aconseja la ciencia económica, para conseguir un objeto tan útil, y en que están igualmente interesados la metrópoli y la colonia. Entonces Puerto-Rico seria el depósito adonde acudirían los muchos cargamentos que hoy se llevan á Santhómas, y que abastecen el seno mejicano, tierras de Costa-Firme y los mercados inmediatos de las Antillas; se evitarían los costosos viajes hechos á la isla danesa por los comerciantes de las españolas para proporcionarse artículos, y cuyos gastos no bajarán de seis millones de reales, lo c u a l , ademas del pago de las mercancías, estrae el metálico de Puerto-Rico y Cuba, y coopera á apresurar el peligro que prevemos inminente; afluirían á la feliz Antilla capitales y hombres industriosos de todas partes; muchos de los comerciantes que r e siden en Santhómas se trasladarían allí, convidándoles las 2


— 18 — circunstancias naturales, pues no se verían ya lastimosamente combatidos por el error y los cálculos rutinarios; los navegantes frecuentarían su puerto, y evitarían el clima mortífero de Cartagena, Veracruz y otras poblaciones, cuyos naturales llevarían sus productos al mercado de Puerto-Rico, donde se encontrarían sin recargos de fletes y gastos los de Méjico, Campeche y Tampico , Uajaca, Guatemala, Darien, Santa F e , Venezuela, el Perú, e t c . : la capital de la colonia española seria el centro del comercio entre España y sus antiguos dominios; allí se restablecerían relaciones mercantiles, de amistad y hasta de parentesco; la actividad de las transacciones comerciales y de la navegación reduplicarían los p r o ductos de la agricultura y de la industria; consiguiéndose todo esto sin costo ni desembolso alguno del Gobierno de la metrópoli, sin necesidad de ejércitos, subsidios ni empréstitos. Y para que no se me tache de alucinado, voy á probarlo de un modo evidente y con las mas poderosas razones, con demostraciones numéricas que convencerán á la voluntad mas adversa. El establecimiento de puerto franco en la capital de PuertoRico no destruye ni desvirtúa en nada las rentas públicas de la isla, pues subsistirá el actual sistema de administración, sin variaciones notables que la mermen. Al contrario, adoptándose reformas convenientes y demandadas por la justicia y los antecedentes legales, dichas rentas públicas se a u m e n tarían de un modo considerable. Y si la declaración se reduce al punto denominado la Puntilla, que está fuera de la capital, ni habrá que perder los rendimientos de su aduana. De esta manera nada se aventura, nada se cambia radicalmente, y no es de temer ningún trastorno. El impuesto de 3 por 100, franco, será una cantidad con nacional; y como este derecho consumos de la isla, sino que

ó el que se señale en el puerto que hoy no cuenta el Erario no ha de circunscribirse á los ha de comprender á los de


— 19 — Santo Domingo y á los puntos inmediatos de Costa-Firme, desde el rio Orinoco hasta la nueva Cartagena, parte de las importaciones de la nueva Granada, y muchas de las que se verifican en la isla de Cuba y en aquel Archipiélago, creo que su importancia será mayor y escederá á los cálculos de nuestro Gobierno. Desearía manifestar auténticamente esta consecuencia; pero me faltan los datos precisos y las balanzas mercantiles de algunos de los parajes indicados, en los cuales no se conocen aun tales antecedentes útilísimos. Me limitaré, pues, á demostrar, en cuanto me sea posible, con las noticias que poseo, los beneficios del puerto franco. La isla de Puerto-Rico importa por valores d e 5 . 3 3 5 , 9 1 0 pesos36 céntimos, que, á razón de 3 por 100, producen una cantidad de La mitad de los consumos de la isla de Santo Domingo, calculados hoy en cuatro millones de pesos, vendrían á importar. . . . El valor de las importaciones que se han h e cho en la república de Venezuela, siendo su mayor parte de países no productores, asciende á 5.591,730 pesos 42 céntimos. La. mitad de esta partida dará la s u ma de En la isla de Cuba puede considerarse la importación del puerto franco en mas de 2.000,000 de pesos Calculando los consumos de los demás países, que importan de Santhómas, en 6.000,000 de pesos, tendríamos una p a r tida de Total

1 60,07?

60,000

82,975

60,000

180,000 543,052 ps.


— 20 — El cálculo anterior no debe considerarse aventurado ni menos lisonjero, pues solo se ha incluido en él la mitad de las importaciones que hacen los paises hoy en relación con la r e ferida isla danesa. En lo cual no puede haber ninguna duda, considerando que para abastecer todos sus mercados ó p u n tos de consumos, dicho puerto franco importa anualmente de los paises productores por mas de 1 5 . 0 0 0 , 0 0 0 de pesos, partida que muy bien pudiera servir de base para formar el cálculo justo; pero he querido ser reducido en el anterior, á fin de que nunca se me tachase de infundado. La aduana de la capital recauda anualmente poco mas de 3 0 0 , 0 0 0 pesos, y, siendo mayor la suma que dejo indicada, está probada la utilidad de sustituir sus actuales ingresos con otros mas á propósito, para acrecer la fortuna pública, mas beneficiosos para el Erario, y mas en consonancia con los i n tereses mercantiles y políticos de lodo gobierno protector é ilustrado. Ademas lo que se importa por la capital no es esclusivamente para su consumo. De ella se abastecen los p u e blos de Bayamon, Toabaja, Vega-baja, de Manalí, Rio-Piedra, Caguas y otros muchos; de modo que puede reducirse á una cuarta parte las necesidades de San Juan, y á 7 5 , 0 0 0 pesos por los derechos que paga. En caso de circunscribirse la declaraciou de puerto franco al paraje denominado la Puntilla, el gobierno se encontrará con la mencionada suma , que, unida á los sobrantes que hoy pueden conseguirse en Puerto-Rico, importará infaliblemente mas de 8 0 0 , 0 0 0 pesos, ó sean diez y seis millones de reales vellón, suma que servirá para subvenir á las atenciones de la madre patria , y que mas de una vez contribuirá á cubrir sus apremiantes necesidades. OBJECIONES. Pudiera oponerse en contra de los puertos francos, en general, y del de Puerto-Rico en particular:


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21 —

<t;° Lo sucedido en Marsella y Cádiz. Que esas dos ciudades , después de pedir con ahinco, como panacea universal de sus males, la adopción de la franquicia, tuvieron al poco tiempo que acudir reclamando su abolición. Este argumento seria incontestable, sin reparar que las escepciones no destruyen la regla general. Efectivamente; el objeto de los puertos francos es atraer el comercio y los negocios á puntos que carezcan de ambas cosas; y como Marsella tiene por sí sola un movimiento mercantil igual casi al de todos los demás puertos de Francia reunidos, no necesitaba del privilegio que quiso concederle el gobierno de Luis X V I I I , y renunció á él porque aquella medida aumentaba apenas sus operaciones, mientras que el rigor de las aduanas para evitar el contrabando entorpecía su tráfico. En cuanto á Cádiz, sin meternos á ahondar las causas de que la franquicia fuese ruinosa para esa ciud a d , es lo cierto que otra vez se agita la reclamación de puerto franco, así por el ayuntamiento, representando al pueblo, como por su junta de comercio. Esto demuestra que el mal éxito esperimentado antes debió ser causado por razones del momento, de las circunstancias, que habrán desaparecido con aquellas circunstancias y con aquel momento. Sobre todo , al lado de esos dos ejemplos, ¿no están los de Liorna , Venecia, Trieste, Gibraltar, y especialmente el de Sanlhómas, que con tanta fuerza y claridad habla á los ojos y al entendimiento de los estranjeros que visitan la isla, y de los puerto-riqueños, que contemplan con dolor y hasta con envidia la prosperidad que tienen enfrente, y su decadencia agrícola, industrial y comercial ? 2.° Pero, pudiera decirse, para declarar puerto franco á la provincia ultramarina habría que sustituir los productos de las aduanas con una contribución directa, y esto suscitaría dificultades y disgustos sin número, etc., etc. Tampoco es valedera esta objeción; pues, de la manera propuesta, el acrecentamiento de la riqueza que causaría la franquicia en Puertor


— 22 — Rico aumentaría indudablemente las rentas del Estado; semejante medida conduciría á aquellos habitantes al comercio d i recto , las mercancías se obtendrían á precios mas módicos, los frutos del pais alcanzarían mas fácil y activa salida, resultando inmensas ventajas para el desarrollo de la industria agrícola. La Junta de Comercio y Fomento tiene acordado, en \ 3 y \ 6 de enero último, lo que creyó conveniente, muy conforme con las razones espuestas. 3.° P e r o , ¿á qué correr todos los peligros que lleva en pos de sí la medida del puerto franco, cuando los males que afligen á nuestra hermosa Antilla tienen un remedio eficaz en la ampliación que se dé al depósito ? Responderé que no veo esos peligros, pues de no aludirse á la diminución de las r e n tas públicas, ó al aumento del contrabando, no atino cuáles s e a n : sobre la pretendida diminución de los recursos del E s tado ya dejo dicho lo que en mi entender basta para alejar todo temor; y respecto del aumento del contrabando, me limitaré á observar que, si á pesar de la vigilancia del resguardo se hiciere alguno, nunca será mayor, ni siquiera igual, al que puede hacerse desde Santhómas. En efecto; suponiendo que la capital de la Antilla se declare puerto franco, preciso es conceder que el contrabando del vecino recibirá un golpe de muerte , así como su comercio. Vendiéndose en Puerto-Rico los efectos á un precio módico, ¿ quién se arriesgará á entrar en transacciones ilegítimas, de que poca ó ninguna ganancia podrá reportarse? ¡ Qué diferencia de costo para el Erario, y qué descenso tan grande en la lista de los delitos! ¡Cuántas personas, si las h a y , que hoy dia pueden ocuparse en ese p e r nicioso tráfico, volverían á ser ciudadanos honrados y laboriosos! Siendo, de consiguiente, imaginarios los peligros en que puede envolverse la idea del puerto franco que se establezca en la preciosa Antilla, fácil es probar que el depósito á que se pretende reducir tan importante medida, es insuficiente para


— 23 — elevar aquel paisa la categoría que le corresponde. Bastará una reflexión. Todos los males de Puerto-Rico provienen de la proximidad de Santhómas, isla q u e , si bien poco favorecida por la naturaleza , está amparada por su Gobierno con una ilimitada libertad comercial, circunstancia suficiente para luchar con las escelentes condiciones físicas de su rival, y v e n cerla en la lid. ¿ Atraerá ese depósito, aunque se amplié, á los comerciantes estranjeros, haciendo que abandonen su a c tual domicilio, ó que, partiendo de Europa, prefieran la A n tilla española á la danesa para establecerse? ¿Constituirá á Puerto-Rico en centro del comercio de aquel Archipiélago y del de ambos mundos? ¿Impedirá el contrabando de Santhómas? Pues si nada de esto ha de conseguirse con el depósito (porque la simple enunciación de esas tres cuestiones prueba que el figurárselo seria hasta ridiculo), tómese de una vez una determinación capaz de enmendarlos males que todos deploramos, y de vincular para siempre el poder de España en América. Las medidas timoratas solo sirven para alentar á los espíritus perversos, al paso que desaniman á los buenos patricios, mostrándoles distante la dicha que apetecen y que tienen derecho á disfrutar. 4.° Ademas de tales razones podrá presentarse la de que se carece completamente del primer elemento de dicho p u e r to, á saber, de almacenes cómodos, espaciosos y bien acondicionados, en vez de los de madera que hay. No se necesita mucha fuerza de ingenio para comprender la poca de seme" jante argumentación. ¡Pues qué! ¿No sucedería lo mismo en la población de Santhómas? Y dictada la medida, ¿faltaría dinero á l o s propietarios de Puerto-Rico para construir todos los a l macenes que se necesitasen, según lo exigiera el desarrollo é incremento de los negocios? Al declarar la franquicia de Canarias, ¿se ha tenido presente si aquellas islas poseian los a l macenes precisos para contener los efectos que esa reforma atraería á sus puertos? ¡Donosa hubiera sido la ocurrencia!


— 24 — ¡Como si se tratase de paises desiertos, sin capitales de ninguna especie, ni siquiera el crédito para proporcionárselos! Pero lo que destruye definitivamente tan pequeña objeción, es que esos almacenes de madera, á que se alude, son en el dia almacenes de escelente manipostería; lo que prueba que, cuando se ha obrado así, aun sin haberse dictado la tan deseada medida , en decretándose, aquellos se multiplicarían con la prontitud necesaria. 5.° Para completar el cuadro de las impugnaciones, c o n cluiré con un argumento ad terrorem. Será el colmo del r i dículo, puede decirse, que después de anunciada pomposamente la franquicia de un puerto en una isla tan atrasada y pobre como la de que se trata, resultase que el comercio de Santhómas se obstinaba en no cambiar su estéril, desagradable y enfermiza isla, por la fértil, risueña y saludable de P u e r t o Rico. Para dar visos de probabilidad á este siniestro pronóstico, preséntanse como posibles algunos abusos de administración. Todos los lamentaremos cuando sucedan ; y el Gobierno d é l a nación los corregirá con mano fuerte, si en algo estima la felicidad de aquel p a i s , declárese ó no la franquicia, a u n que con mayoría de razón si se declara. Es evidente que para que la medida de puerto franco surta todos los beneficios apetecibles, se necesita que las personas y los bienes gocen allí de una completa seguridad; que se introduzca una prudente economía en la administración; que se ponga el mas esquisito cuidado en los agentes ó empleados del Gobierno que se envíen á aquella isla; que impere la l e y , siendo respetada y o b servada sobre todas las cosas... ¿ Es esto irrealizable ? Negarlo, seria condenarse el Gobierno á la impotencia; y este argumento no podría aceptarse como válido por los poderes del Estado, sin declarar que su institución es de todo punto inútil, como respecto de los particulares que lo esfuercen debo decir que demuestran escaso patriotismo, y que tienen una idea bien pobre del porvenir de la nación y de la raza españo-


— 25 — la en América. ¡ Ah! Entonces condenémonos á una voluntaria muerte, pues todas las esperanzas de un porvenir mejor habrán concluido para los españoles. En cuanto al argumento que se funda en la intolerancia religiosa de nuestras l e y e s , creo que, después de haberse aprobado por el Congreso nacional la base del nuevo Código político, nada parece oponerse á que se haga estensiva á la isla de Puerto-Rico, exigiendo los progresos de la civilización que sean inmediatamente abolidas ¡as leyes relativas que allí rigen. Sin embargo que los yankées, alemanes, y gran parte de los ingleses son protestantes, algunos judíos, han vivido, viven en el pais, y no se les molesta. Es consiguiente á esta importante cuestión otra no menos atendible: la política. Hoy no tiene ninguna consideración Puerto-Rico, y se encuentra por lo mismo sujeta á las maquinaciones de los trastornadores, de los descontentos que p u e den reunirse en los inmediatos, como parajes libres, para á mansalva determinar, desde allí, y poner en juego sus d e seos. Santhómas ha sido y es punto de reunión de todas las personas que van y vienen de la América del Sur, y de las que tanto contribuyeron á la emancipación de los antiguos territorios de Castilla. De allí han salido armadas algunas espedicion e s , y aun se ven buques para Costa-Firme de otras que se han frustrado. Santhómas es en el día el sitio donde se reúnen los hombres emigrados de los países inmediatos. No pocas v e ces á Santhómas han ido á parar varios habitantes de P u e r t o Rico , para evadirse de la justicia. Allí no solamente pueden abrigarse los que conspiran contra todos los gobiernos constituidos, sino que el ejemplo de engrandecimiento de sus c o merciantes sirve de propaganda para que los que concurren á hacer sus compras ponderen, en todas p a r t e s , la sabiduría y buen cálculo del Gobierno danés, así como la ceguedad con que procede el que pudiera constituir de sus posesiones el centro del comercio eslraño en utilidad propia.


— 26 — La isla danesa no basta hoy, por sus especiales circunstancias, á cubrir su presupuesto. El gobierno de su metrópoli ha indicado mas de una vez en las Cámaras que era preciso tomar una determinación para aminorar semejante déficit, y hasta se ha pensado en venderla. Antes que suceda, el G o bierno español puede reducir á la mas completa nulidad dicha isla, y convertirla en un pais inhabitado, como en otro t i e m p o , cuando solo algunos pescadores y raqueros (1) vivían allí por determinadas estaciones; y antes también de que llegase ese caso la nación española podría, por medio de algún arreglo, hacerse dueña de ella, quitando dejunto á sí un p e r judicial y amenazador vecino. Tales consideraciones habrán de tenerse en cuenta cuando se trate de nuestra política colonial.. Ni se diga tampoco que la declaración de puerto franco que propongo perjudicará los intereses de la isla de Cuba. Esta importante provincia en Ultramar, la mejor y mas codiciada joya de la corona de Castilla, lo es especialmente por u situación en el seno mejicano , por sus particulares y estimados productos, por mil circunstancias favorables que le han proporcionado el sobrenombre de Reina de las Antillas. Tiene vida propia, habiéndose creado en ella intereses de la mayor consideración , y no necesita de amparo ni protección para cambiar en el universo sus producciones, y que su comercio siga prosperando hasta el punto de apogeo que tiene señalado entre todos los países. Ni remotamente es imaginable que la franquicia de Puerto-Rico le perjudique, antes al contrario, le será conveniente, porque garantizará su conservación, d e s truyendo otros puntos estranjeros perjudiciales á su política, y quitando al dominio estraño los medios de atentar contra el orden de cosas que hoy allí rige. Y para que se vea que estoes de consecuencia, bastará considerar el estado de progresoS

(1) Raquero se llama en aquellos países á los que viven de la granjeria que les prestan los buques que se pierden en sus mares.


— 27 — de las malas ideas, y la casi completa revolución moral que se advierte en la parte oriental de Cuba. El puerto de S a n tiago, mas inmediato al de Santhómas, mantiene con esta relaciones mercantiles é intereses que esta reforma cambiaría en provecho propio. En fin, la isla de Puerto-Rico es capaz de llegar á ser el centro de un mercado permanente y considerable: 4 . ° , por su posición geográfica; 2.°, por su salubridad; 3.°, por su puerto y fortificaciones; 4.°, por la abundancia de sus mantenimientos, y 5.°, por corresponder á una nación grande y libre. Su puerto franco acabaría con el de Santhómas, con su dañosa política, y con el contrabando de las costas; aumentaría la población y riqueza de su territorio, proporcionaria salida á los productos de la metrópoli, anudaría los vínculos de fraternidad que enlazaban antiguamente á los americanos con los peninsulares, proporcionaria al Gobierno de la nación pingües rentas, y á sus moradores infinitos medios de prosperidad y engrandecimiento. Abórdese con brio esta cuestión, y decídase de una v e z , acallando los clamores de la pasión y de los intereses bastardos: el Gobierno que ponga su firma al decreto otorgando la franquicia de la ciudad de San Juan de Puerto-Rico, conquistará para sí una gloria imperecedera, y habrá hecho á la nación española, y á aquellos leales insulares, uno de los mayores beneficios. Y téngase muy presente que el comercio de Santhómas se esforzará de seguro cuanto sea posible, sin perdonar m e dio , áfin de neutralizar, cuando no destruir, los efectos de semejante medida. Las personas que en esta corte , asalariadas unas y adictas otras, han favorecido siempre, disponiendo de cuantiosos recursos , la dependencia del comercio puertoriqueño del de Santhómas, volverán á la carga repitiendo sus escritos, sus notas, y hasta recompensas, para que no se piense en la franquicia anunciada. Hoy, empero, se estrellarán sus esfuerzos en la esperiencia del Gobierno que rige los


— 28 — destinos de la nación. ¡Desgracia fatal seria la nuestra, si siempre estuviéramos condenados á ser víctimas de semejantes manejos 1 En esos mismos esfuerzos encontrará el Gobierno español la prueba palpitante de cuanto llevo espresado, y el mejor y mas elocuente argumento de la justicia de la determinación que propongo. Si se repiten nuevamente tales gestiones , se evidenciará el grande interés que mueve á los de Santhómas , y cuál es el valor de sus provechos monopolizadores para sostener la execrable rutina por donde hoy se camina. Cuanto mas arguya y se esfuerce el interés de los negociantes de Dinamarca, reclamando los goces de que deben quedar privados, tanta mayor deberá ser la persuasión de que la m e dida indicada es beneficiosa. Porque esta, no solo interesa al comercio, agricultura é industria de Puerto-Rico , sino que llevará allí capitales y se avecindarán estranjeros, aunque sean de distintas creencias religiosas, pues no se les exigirá mas que el debido respeto al dogma dominante, y que observen las leyes del pais. Una declaración oportuna y limitada á la capital, ó al paraje llamado la Puntilla, no destruye en nada las soberanas disposiciones que hoy rigen en la isla para la administración rentística y buen gobierno de ella; y no habiendo déficit que cubrir , puede continuar el pago de las contribuciones establecidas. Con este motivo, y aunque sea ajeno de la declaración propuesta, si bien surge de ella naturalmente , diré que con* sidero preciso que se reformen muchos de los ramos de la administración y gobierno de la provincia trasatlántica: reformas que, hechas de un modo adecuado, completarán la obra mas grande, salvadora y útil. 1.° Desde luego, cualquiera persona que conozca , aun que muy por encima, las necesidades de la Antilla, comprenderá que la estincion de la moneda macuquina, ya se haga reemplazándola con la nacional, ya con la estranjera que sea


— 29 — de ley para quitar aquella, sin peso, sin signo y sin ninguna condición legal, es una medida de primer orden por la trascendencia de sus resultados, y tan necesaria como urgente. 2.° El establecimiento de un Banco de descuento y emisión aumentaría la riqueza, destruyendo, de una vez, la usura que empobrece al p a i s , y alejando á muchas personas perjudiciales , que medran á costa de la desgracia pública. 3 . ° Otra reforma, no menos importante, es la de los aranceles de aduanas que han de regir en la isla. Los actuales no representan en sus aforos el verdadero valor de los artículos que se introducen, ni caminan acordes con el adelanto de la industria. También es preciso decretar el recargo progresivo en dichas aduanas y las de Cuba, hasta el 10 por 100 de las importaciones de puntos no productores estranjeros. Las leyes fiscales necesitan algunas mejoras en sentido liberal, r e d u ciéndose el número de las administraciones, que para nada sirven, y recargan * n mucho el presupuesto general. i . ° El subsidio territorial grava de un modo exorbitante la riqueza; su reparto no está hecho en justa proporción á la fortuna de los contribuyentes, y es posible conseguir que suba á mucho mas, sin que por esto se grave á nadie; antes al contrario, la generalidad quedará beneficiada, y el tributo alcanzará á todos. 5 . ° El subsidio mercantil requiere asimismo la útil reforma que exige el sistema arbitrario é injusto con que hoy se reparten los cupos fijos. Ponerle en proporción del capital y de la industria del comerciante es muy fácil, y daria por resultados precisos mayores ingresos. 6.° El reglamento de caminos y los medios que hoy están acordados para construir las vias de comunicación, perjudican en mucho á la agricultura y á los contribuyentes, sin obtener con ellos los resultados que todos desean, y que interesan á la riqueza y progreso de los pueblos puerto-ríqueños. 7.° Las rentas públicas, subordinadas á la riqueza agrícola


— 30 — y comercial, corren iguales vicisitudes, y su reforma es indispensable, si un bien entendido sistema económico ha de s o breponerse al despilfarro del enorme presupuesto de gastos. Ni las necesidades, ni los buenos principios de administración , requieren que suba á la cifra actual. En caso de no adoptarse por el Gobierno español la salvadora medida de declarar puerto franco al de San Juan de Puerto-Rico, preciso será entrar con decisión y franqueza en el terreno de la reforma arancelaria; preciso será, ya que no se quiera destruir la preponderancia de Santhómas de una m a n e r a , destruirla de otra, pues ese y no otro es el blanco á que hay que dirigir la vista, para conseguir que el comercio de la Antilla española, y de consiguiente su agricultura y su industria, salgan del lamentable estado en que se encuentran. Déjense, en hora b u e n a , los derechos establecidos en los aranceles de 1 8 5 1 ; pero refórmense los aforos délos artículos, y grávense todas las procedencias de puertos no productores con un 10 por -100. Sobre estas dos bases debe estribar el edificio que se construya. Que los aforos deben ser una verdad, no necesita demostrarse. En toda buena administración es eso lo primero que se procura conseguir, pues, de otro modo, claro es que la riqueza agrícola, comercial é industrial de un pais cualquiera, tiene que esperimentar un grande menoscabo. Que los aforos actuales no representan el verdadero valor de los artículos ni c a m i nan acordes con el progreso de la industria, es lo que paso á demostrar, aunque no de una manera detenida, por lo largo que se va haciendo este trabajo. En efecto; aunque á primera vista parecen beneficiosos los derechos de importación indicados en las tarifas vigentes, sucede que, como hay artículos que están valorados en el d o b l e , y aun m a s , de su justo precio, entorpecen en realidad el aumento de la riqueza pública, pues resulta que algunos objetos pagan mas del 2 5 , 5 0 y 100 por 100. Veámoslo.


— 51 — El aceite de oliva ó de comer, sin embotellar, está valorado en 2 pesos 50 céntimos la arroba, cuando no vale en el punto de embarque productor más de 1 l á 2 pesos.—El aguardiente de España está aforado en 2 pesos garrafón, y se e n cuentra en el mercado á 4 —Al quintal de bacalao le han puesto 8 pesos, siendo su valor de 4 / á 5.—La vara de tafetán liso, labrado, doble, hasta tres cuartas de ancho, tiene puesto 1 peso 12 / céntimos, y solo cuesta 52 k céntimos. Los bocados de hierro ordinarios, estañados y sin estañar, valen 3 pesos 50 céntimos docena, y están aforados en 9 pesos. No acabaríamos nunca si tratásemos de enumerar los muchos artículos cuyo aforo es subidísimo. Dedúcese, pues, que el d e recho es relativamente al efecto, en proporción igual al v a lor que se le da. i

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Cuando en 1850 se propuso la modificación arancelaria, u n a de sus primeras bases fue conceder un beneficio de 5 por 100 á la procedencia de puntos productores, si los buques llevaban de retorno frutos del pais hasta el completo de su carga. Esta medida, como la de incluir el 10 por 100 de b a lanza, que se abonaba separadamente en los derechos r e a les , modificaba en gran manera el aforo, y de consiguiente el impuesto. El comercio español también era favorecido, pues se reducía casi á un 5 por 100 el total de aquellos derechos, dándole de este modo un considerable impulso, y sacándolo de su mezquina esfera de mero importador. Así se vio reanimarse el espíritu de empresa nacional; y el comercio, halagado con la hermosa perspectiva que se ofrecía á sus ojos, acudió directamente á Europa, empezando á olvidar el antiguo camino de Santhómas, donde nunca se pensaba antes en dejar de ir por mercancías. Empero la mala suerte que, hasta ahora, ha perseguido á Puerto-Rico, unida á la ignorancia, por no decir á la indiferencia, se encargaron de desvirtuar una obra de resultados tan beneficiosos. Santhómas continúa siendo el primero, el


— 52 — mas considerable, casi diríamos el único importador en el r a mo de mercaderías; las vende al precio que quiere, por falta de competencia, y por el poderío é influjo que le ha valido la continuación, durante tanto tiempo, de sus relaciones mercantiles. Santhómas (y no se crea esto una exageración) se ha hecho dueño de casi todos los traficantes españoles que tienen su residencia en la isla de Puerto-Rico; de modo que el ramo de mercaderes de la Antilla española no es mas que revendedor, y una simple dependencia del comercio de la isla v e c i na, que adquiere así un rápido y prodigioso desarrollo. Ahora bien; este triste cuadro, que hemos ya bosquejado en el cuerpo de la presente Memoria, y que hemos tenido ocasión de contemplar muy de cerca por largo tiempo, es el que me ha movido á proponer como medida urgente, salvadora, la de puerto franco, y el que nos induce, si no se quiere acometer tan grande, útil y generosa empresa, á adoptar la reforma arancelaria, convirtiendo en una verdad los aforos, y arrancando al comercio de Puerto-Rico del vergonzoso pupilaje en que lo tiene el inmenso depósito mercantil de Santhómas, donde la ganancia es positiva, sin merma de derechos de ninguna especie. De ahí la necesidad de imponer un 10 por 100 á todas las procedencias de puertos no productores estranjeros que se dirijan á las aduanas de las Antillas españolas. De esta manera, en vez del comercio indirecto, mezquino, que actualmente se hace, se establecerá el comercio directo, útil, libre, con los paises productores, beneficiándose estraordinariamente la agricultura y la industria de la preciosa posesión que nos ocupa. Entonces se verá la realidad de nuestras quejas, que en la metrópoli quizás se pongan en duda por la distancia á que se halla del espectáculo que nos las arranca, y España se convencerá de que puede reportar de aquella isla beneficios de gran consideración. Sin otro estímulo que el de mi buen deseo, entraría de lleno


— 33 — en la cuestión de un proyecto de decreto, que concillase todos los estrenaos que van referidos, ya que tímido, y sin convicción suficiente, el Gobierno no adopte la franquicia, objeto de este escrito; pero como es necesario fundar razonando dicho proyecto, lo reservo para otros trabajos, ó para cuando se aborde la cuestión arancelaria, la cual es tan importante y decisiva, que bastará para levantar á Puerto-Rico de la postración en que se encuentra, como las medidas dictadas en 4 8 1 8 , respecto d é l a isla de Cuba, bastaron para emanciparla de la tutela del depósito mercantil de la de Jamaica, á que por tanto tiempo estuvo sujeta. Como adición á este trabajo, presento á continuación los que tengo hechos relativamente á la reforma de los subsidios territorial y de comercio, reservándome tratar en otros opúsculos de las demás cuestiones apuntadas. Todas las creo i m portantísimas, si, como no dudo, el Gobierno de la nación se decide á entrar en el camino de los progresos materiales de Puerto-Rico, y toma en consideración el objeto de este e s crito, que, como los demás que han salido de mi tosca pluma, lleva el sello de mi buen deseo por la prosperidad de la espresada provincia trasatlántica y de su metrópoli, mi querida patria. Madrid 2 0 de diciembre de 4 8 5 5 . ANDRÉS VIÑA.

3



SOBRE LAS CONTRIBUCIONES TERRITORIALES.



Una de las principales causas que contribuyen al estado de atraso en que se encuentra la isla de Puerto-Rico, es el esceso de la contribución territorial, á que se añade la falta de proporción en su reparto. Entraremos en algunas consideraciones sobre el particular. Según resulta de la balanza mercantil de aquella Antilla, los valores esportables apenas llegan á cuatro millones de p e sos ; en tal concepto, suponiendo al consumo interior igual s u m a , la totalidad de todos los productos no pasará de 8 . 0 0 0 , 0 0 0 . Ahora bien; si los distintos impuestos que ha pagado Puerto-Rico en los últimos años esceden de 2.000,000 de pesos, es claro, y de todo punto evidente, que su riqueza está gravada en mas de un 2 5 por 100 de los productos en bruto. Y si es una verdad demostrada que en la provincia trasatlántica no existe ninguna industria que ofrezca hoy el b e neficio de un 25 por 100 del capital empleado ; que ni siquier a la industria sacarina ( y eso que las haciendas en que se


— 38 — cultiva la caña poseen los mejores terrenos, y tienen todos los elementos necesarios) deja una utilidad de 12 por 100 , r e sulta que las contribuciones se pagan del capital, y que en el trascurso de algunos años absorberán la fortuna de los contribuyentes. Así, pues, la riqueza pública empobrecida, la agricultura naciente y lánguida, su base, que es el comercio, estacionado , reducido al papel de mero detallador, y las artes mecánicas, no menos imperfectas, necesitan un generoso y decidido amparo; el cual es de esperar, si no se quiere ver sobrevenir, mas ó menos tarde, unabaucarota segura, infalible. El siguiente estado de la riqueza pública en uno de los principales distritos de la isla, comprobará cuanto dejo espuesto, justificando á la par todo lo que tenga de amargo este i n forme. CONTRIBUCIONES Y RIQUEZAS. Riqueza.

Productos

Subsidios.

MAYAGUEZ.

Derechos reales y demás recaudados en las aduanas, año

22,385 4,063 3,044 9,174 2,582 322

62

1.848,080 99,669 524,325 4.052,600

358,469 20,437 48,4 92 4 52,909

»

»

240,202 70

3.524,674

579,407

278,744 99

» »

» »

39 58 15 55

La historia de lo que ha pasado con la contribución del subsidio territorial, esparcirá bastante luz en el punto que nos ocupa. En 1815 se espidió una real cédula, con fecha 10 de agosto, que eximia á Puerto-Rico del pago de diezmos y a l cabalas durante quince años; pero no llegó á disfrutarse de tal gracia , porque encontrándose la intendencia sin r e c u r -


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sos para cubrir las cargas públicas, exigió que continuasen los encabezamientos en que estaban aquellos embebidos. A la vez se ofreció que la derrama, á que se dio el nombre de subsidio, cesaría tan pronto como las atenciones del Tesoro se desahogasen. Esta oferta inútil, lejos de cumplirse, como parecía natural, en vista de que así se llenaba la voluntad soberana, y porque en su principio fue un socorro voluntario, se convirtió en un impuesto permanente, que de 137,007 pesos, ha subido á la enorme suma de 3 0 0 , 0 0 0 ; no bastando á contener este aumento progresivo la real orden de 18 de marzo de 1 8 3 6 , que dispone no se hiciese ninguno en las contribuciones, hasta que el Gobierno, de acuerdo con las C o r t e s , determinase lo conveniente á la prosperidad de la Antilla. ¡Fatal desgracia! Las medidas beneficiosas de la metrópoli, respecto de aquella importante posesión, han sido muchas v e ces defraudadas. Así es; y la propia fatalidad hizo que se olvidara la solemne promesa que encierra el art. 18 de la citada real cédula de 10 de agosto de 1 8 1 o , el cual dice: que pasado el término

déla franquicia, solo se exigirá el 2 */ por 100. Ni esto 2

acontece en la isla de Cuba, cuya riqueza están superior, bajo todos conceptos, á la de su infortunada hermana; esta, al contrario, paga el 5 por 100, con la notable circunstancia de que el cálculo se hace sobre el producto bruto. He dicho antes que hoy se cobran por esta contribución 300,000 pesos; ahora añadiré que, para que se pagase solo el 5 por 1 0 0 , seria necesario que los capitales é industrias sobre que gravita rindiesen líquidos 6.000,000 de pesos. Y como esto no está, de ningún modo, en consonancia con los cortos productos de la Antilla, no existiendo datos que justifiquen tal esceso, no podrá tacharse de infundada la idea de que al fin desaparecerá la fortuna de los contribuyentes. Agrava considerablemente el mal la falta de regularidad con que está hecho el reparto; pues hay pueblos que pagan poco


— 40 — mas del 2 por 1 0 0 , mientras otros exhiben el 6 , 8 y aun el 9 . Aduciré algunos datos para comprobar esto. RESUMEN DE LAS INDUSTRIAS AGRÍCOLA, URBANA É INDUSTRIAL. PUEBLOS.

Cayey.

Riqueza.

Productos.

Subsidio que pagan.

202,781 259,451 875,785 921,780 374,490 125,269

26,225 25,862 87,990 85,265 24,905 9,550

900 1,300 6,000 6,200 2,000 900

Debe también llamar la atención el aumento de los presu puestos municipales en estos últimos años. Su pago se verifica por medio de una d e r r a m a , según la base del subsidio, y en muchos pueblos, sin exageración, se han triplicado los gastos en solo tres ó cuatro anualidades; no pudiéndose decir que en la misma proporción ha crecido la riqueza pública, pues lo que ha hecho es decaer rápidamente. Para convencerse de ello es preciso salir de la capital donde naturalmente, por la acumulación de empleados y de tropa, hay animación y circula algún numerario; es preciso visitar los pueblos del interior, y sobre todo los campos, donde' el labrador lleva una existencia de penalidades y fatigas, s o metido á la u s u r a , necesitado, miserable. España no está menos interesada que aquella isla en que tantos y tan grandes males se remedien. Téngase presente que la falta principal ha estado en no dar cumplimiento á las determinaciones soberanas. Puerto-Rico ha disfrutado poco tiempo de las gracias otorgadas por la real cédula de 10 de a g o s to de 1815. Esta ha debido sustituirse por otras medidas a d e cuadas al aumento de población, al adelanto de las épocas, de las nuevas producciones, necesidades y relaciones de aquel pais con los demás del universo. La provincia ultramarina ha


— 41 — sufrido un aumento enorme en sus contribuciones, cuando el capital de su riqueza imponible, en vez de c r e c e r , ha ido en descenso, y sigue bajando. Puerto-Rico, proporcionalmente, paga muchísimo mas que la isla de Cuba, y que cualquiera otra provincia española, y semejante exorbitancia la arrastrará , si no se corrige, á su completa ruina. Y ya que las circunstancias apremiantes del Tesoro no hayan permitido cumplir los decretos soberanos; ya que no se hayan convocado apoderados de los pueblos para hacer en las cuotas de cada uno las alteraciones que sean de justicia, p r e ciso es que entren á contribuir todas las personas que r e p r e sentan algún capital, aunque sea insignificante, y que no se hallan inscritas en el padrón de jornaleros, con la cuota m í nima de tres pesos anuales, subiéndose á los mas acomodados hasta cubrir el cupo del pueblo. Y si se hicieren, en fin, todas las rebajas posibles en el gasto público, mucho se adelantará, consiguiéndose también detenerse el torrente de males que amenazan los antiguos, inconvenientes é injustos impuestos de un pais, cuya situación y circunstancias naturales debieran asegurarle un porvenir de eterna dicha. Sin creer que mi opinión en este particular, como en los demás apuntados, es la mejor y mas conveniente; guiado siempre por mi buen deseo, y sin ninguna clase de p r e s u n ción, someto al conocimiento público la siguiente reforma, que satisface, por ahora, las necesidades, ínterin puede averiguarse la verdadera riqueza y sus productos líquidos, para que el impuesto sea arreglado y equitativo.


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42 —

ESCALA PROPORCIONAL PARA EL ARREGLO DEL SUBSIDIO QUE PAGA PUERTO-RICO.

Según los últimos cuadernos de riqueza, existían 50,000 contribuyentes, pero tomemos los de 4847. Número de contribuyentes en 1847.

44,008

Clases.

Número.

4 2 3, 4 5 6 7 8 9 10 11 12

23,008 5,000 4,000 3,000 2,000 2,000 2,000 4,000 500 500 500 500

44,008

Renta Cuota im- Produelo secalculada. ponente. gún estábase

60 100 120 160 200 240 300 400 500 600 800 4,000

3 5 6 8 40 42 45 20 25 30 40 50

69,024 25,000 24,000 24,000 20,000 24,000^ 30,000 20,000 42,500 45,000 20,000 25,000

I 308,524.

Y pagándose hoy 300,000 pesos de subsidios, resultará un beneficio para el Estado. Al presentar la antecedente reforma del subsidio, está muy lejos de mi intención aparecer como iniciador de ella. Otras personas entendidas, muy ligadas con el porvenir de aquel pais, y que desean su prosperidad, como la de toda la nación española, espusieron á la real Junta de Comercio y Fomento de la industria y agricultura estas i d e a s , que fueron acogidas y elevadas al Gobierno para que se tomasen en consideración. He estudiado todos los medios espuestos en distintas ocasiones, y el que va apuntado es el que considero mejor, y , por a h o r a , mas fácil. En los 300,000 pesos de subsidios no está comprendido lo-


— 43 — que paga el comercio de la capital, á causa de haber ofrecido efectuar su entrega en Tesorería, según acuerdo con la real Hacienda, que data desde el año de 4 8 1 4 ; así es que el total de la contribución que actualmente paga la isla, por subsidios, asciende á mucho mas délos 3 0 0 , 0 0 0 . Los gastos públicos llegan á cerca de 200,000 pesos, y e s tán destinados á cubrir las necesidades de los p u e b l o s , que consisten en el salario de los párrocos y sus sacristanes, el de los maestros de primeras letras, secretarios de los a y u n t a mientos, alcaldes y juntas de visita, gastos de escritorio, e n tretenimiento de las casas denominadas de R e y , y otras infinitas atenciones. Cuando los pueblos necesitan edificar ó reparar sus iglesias, cementerios y casas municipales, lo hacen por repartos vecinales de su importe. El derecho de tierras consiste en un canon impuesto á cada cuerda, de modo que una caballería que se compone de 2 0 0 cuerdas de terreno, paga al año doce y medio reales, plata macuquina, que equivale casi á 30 rs. vn. Ademas se contribuye también con el 4 / por 100 de alcabala, á q u e está sujeta la riqueza urbana de la capital, s o bre su valor en venta. Las primicias, las imposiciones para caminos, casa de beneficencia, acueducto proyectado, los ramos arrendables, y las multas de los tribunales de justicia, componen cantidades de la mayor consideración, que agobian y mantienen oprimida la riqueza de Puerto-Rico. 1

2

Y para que se conozca la importancia de cuanto llevo espuesto, apuntaré algunas observaciones respecto de lo que se cobra para caminos". El reglamento vigente impone la obligación á cada esclavo de las haciendas de contribuir con doce jornales ó prestaciones al año; estos, en número de 2 5 , 0 0 0 , calculado el valor agrícola en cada uno délos doce dias, importan 1.078,125 (1). Así está ajustado por los hacen(I)

Se calcula que cada esclavo desyerba comunmente por dia


— 44 — dados de la isla. Por término medio, puede fijarse en tres jornales mensuales á los jornaleros y contribuyentes, que, y a con dinero ó con trabaje, y en proporción de su fortuna, concurren á la contribución de c a m i n o s ; y como de los 600,000 habitantes, que, poco mas ó menos, hay en P u e r t o Rico, puede suponerse que 75,000 contribuyen, resultará que, á razón de cuatro reales macuquinos, cada uno, en los tres dias del mes, serán doce reales, y al año 18 pesos, que i m portan 1.350,000. Agregúese á las anteriores partidas la que se recauda para caminos, y se verá que muy cerca de dos y medio millones de pesos gravan la riqueza territorial; y esto que nada añadimos por el valor de la prestación que impone el art. 4.° del mismo reglamento, el cual exige al hacendado que contribuya también con carros, carretas y animales de labor. Si esto fuera á calcularse, subiría la contribución de c a minos á 3.000,000 de pesos. Algunos adelantos se han hecho en las vias de comunicación; pero, sin duda, no corresponden á lo que cuestan. Cuadro tan triste, como verdadero, exige que se contemple cuatro ó seis calles, y tomando por base ese cómputo, será una cuerda de caña en ocho dias, ó, mejor dicho, con ocho peones una cuerda diaria. Pues bien; si se exige por cada uno para las obras de camino doce dias de trabajo, tendremos de menos el d e s y e r b ó l e doce cuerdas, y como cada cuerda requiere generalmente tres desyerbos y sin deshoje, resultará por lo menos una pérdida ó baja de tres cuerdas en el cultivo por cada ocho peones, que s e segregan doce dias para las obras de camino. La cuerda de caña, término medio, rinde 30 quintales de azúcar y 1 bocoy de ron, que, avaluado el primero á 3 pesos y el segundo á 25, representan un producto de 115 pesos. Tres cuerdas producirán 345 pesos, cuya suma, dividida por 8 peones, da por resultado una baja de 43 / . pesos por cada esclavo que presta 42 jornales: a h o ra, si en la isla hay 25,000 útiles para los trabajos de camino que tienen que separarse 4 2 dias de sus haciendas, habrá de menos en el producto de ellas la cantidad de 4.018,425 pesos. ls

l00


— 45 — con atenta m i r a d a ; situación tan aflictiva, hace indispensable que se le aplique un remedio eficaz. Así se ligarán mas e s t r e chamente los intereses de la metrópoli; así el Gobierno de España tendrá allí corazones que lo amen y brazos siempre prontos á sostener sus derechos. El espectáculo de un pueblo cuyo presupuesto de gastos es escesivamente mayor que el de i n gresos, no obstante la exorbitancia de estos últimos, da lugar á graves reflexiones, que no podrá menos de hacer el G o bierno que actualmente rige la nación. Al frente hoy del despacho de Ultramar un esclarecido jefe, obrará como poder benéfico é ilustrado, y la isla de Puerto-Rico le quedará eternamente reconocida.



SUBSIDIO MERCANTIL.



EL estudio detenido, profundo, q u e , durante nuestra residencia en la isla de Puerto-Rico, hemos hecho de su riqueza general, de los medios que pueden y deben adoptarse para desenvolverla completamente, promoviendo el bienestar de sus moradores, y la prosperidad que, á imitación de su hermana, la perla de nuestras Antillas, la codiciada Cuba, está llamada á gozar por su situación geográfica, su clima, la fertilidad de su suelo, el carácter laborioso, leal y pacífico de su población, no menos que el convencimiento exacto que tenemos de las causas que han contribuido, y , aun h o y , contribuyen á su decaimiento natural, unido al deseo de coadyuvar con nuestros débiles esfuerzos á su engrandecimiento, para acreditar á nuestro pais hemos procurado y procuramos sostener siempre el buen nombre, la justa reputación que el glorioso pabellón de nuestra madre patria gozara entre los naturales de a q u e llas apartadas regiones, demostrándole de este modo hemos correspondido y corresponderemos en todas ocasiones á la confianza que nos dispensara al honrarnos dándonos un puesto en la administración de tan hermosa como interesante provincia ultramarina, p u s o , hace unos años, la pluma en nuestra 4


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mano, para presentar y ofrecer á sus autoridades superiores, así como también al Gobierno de S. M., el fruto de nuestra constante solicitud y desvelos por el bien de una provincia tan digna, en el proyecto que insertamos á" continuación, persuadidos , cual lo estamos, de que debe ocupar su lugar en el trabajo que, impulsados por el propio deseo que nos movió á redactarle, damos á la estampa. No tenemos por tan acabado y completo el pensamiento, al cual nos referimos, como desearíamos fuese; tampoco lo damos como original, ni aspiramos á que se tenga por nuevo el sistema que establece. Este es bien conocido, ha sido ya e n s a yado, se encuentra en práctica en otros paises, donde ha tenido su cuna, y está dando en ellos, especialmente en F r a n cia , los resultados q u e , no dudamos, producirá su adopción en Puerto-Rico, á cuya isla le hemos adaptado, siendo esta la parte que en él nos ha cabido. Por eso la única gloria que p a r a nosotros apetecemos es la de verle establecido en aquella tan hermosa como desventurada provincia, y que, por su medio, florezca en ella el comercio, la agricultura prospere, sus naturales gocen el bienestar que están llamados á disfrutar, y la metrópoli pueda de este modo robustecer en ella, mas y mas cada dia, su poderío, su influencia, reportando en cambio de la protección que le dispense, y legítimamente le corresponde, los inmensos r e cursos con que no podrá menos de subvenir á levantar cómodamente las cargas del Tesoro nacional esta tan preciosa como rica joya del florón de la corona de Castilla, para que el G o bierno de España pueda tener el placer de decirle, lleno de or-? güilo, algún dia: «Esa prosperidad y engrandecimiento de que s a l p r é s e n t e gozas, es debida á nuestro constante anhelo en »fomenlar tu riqueza, para igualarte en grandeza, en p o d e »río, á tu hermana la venturosa y codiciada Cuba.»


SEÑORES PRESIDENTE Y VOCALES DE LA REAL JUNTA DE COMERCIO.

Los precisos inconvenientes que cada dia surgen del sistema que ahora se sigue en el reparto del subsidio comercial, han fijado mi consideración, y me han decidido á idear un medio para poner término á males que siempre se están d e plorando, y que nunca terminarán, entre tanto no se varié el sistema de reparto gradual que hoy está puesto en ejecución. Este, que se verifica sin ninguna fórmula, y sin base que sirva de pauta á la justicia para conocer y decidir sobre la verdadera riqueza individual, y las utilidades líquidas que pueden tener los comerciantes, nunca sale tan ajustado á lo que la equidad exige, que deje de haber continuas quejas, fundadas, las mas veces, en justas razones de interés general y particular. Y si á estas consideraciones, en mi concepto de alguna importancia é indeclinables, se añaden las mas a t e n dibles de que el subsidio de comercio debe ser un impuesto semejante á todos los dem as, dependientes siempre de las vicisitudes que tengan los productos y rendimientos de la r i queza pública, nadie dudará de la necesidad de abolir los r e partimientos arbitrarios de los pueblos y de los individuos.


—m — Para sustituir este método vicioso, parece que debe buscarse otro de inalterable justicia, y mas conforme con la conveniencia pública. Empresa era esta, á la verdad, muy ajena de mis reducidos conocimientos, aunque muy pequeña para mis perseverantes deseos, por el servicio que me está encomendado, y por el bienestar del comercio de esta isla, p r i mordial objeto délos desvelos de V. SS. Para esta obra comuniqué el pensamiento á varios individuos ocupados en el giro mercantil, y , encontrando en ellos el mismo deseo, me be decidido á presentar á V. SS. la siguiente proposición, en la confianza que, antes de ahora, en ella se ha pensado. Otra de las consideraciones que la motivan, son las frecuentes quiebras de personas que, dedicadas al comercio sin los requisitos prevenidos en la ley, defraudan los capitales de aquellos de mas arraigo, poniendo en conflictos á los comerciantes de buena fe. Muchos individuos abren establecimientos sin capital alguno, y sin obligárseles á que hagan una manifestación del caudal que ponen en giro; y de estos, algunos hacen importaciones y otros negocios en perjuicio general, cuando son ajenos de sus facultades. Algunos hay que, sin tener casa ó escritorio abierto, hacen negociaciones é importaciones, y , acogiéndose á las categorías del comercio, no p a gan subsidio, ni contribuyen á sufragar los crecidos gastos del real Erario. Ademas, señores, el actual sistema de reparto acarrea sinsabores á los sugetos que lo hacen. No tienen fin las quejas de los que suponen habérseles asignado mayor cantidad que la correspondiente. Por consecuencia, ademas también de la lentitud que hay en la recaudación, de la malicia con que algunos entablan lilis para alargar el plazo del pago, y de la falta de oportunidad del cobro, siempre está distraída la superior atención de la superintendencia por estos motivos, de suyo molestos y mezquinos. La manera de cobrar actualmente el subsidio mercantil no es la determinada en la real orden de 28 de julio de 1840.


— 5o — En ella manda S. M. se exija un 5 por 100 sobre los productos de todas las riquezas,, esceptuando solo la urbana de esta capital, sujeta al pago de la alcabala en la venta de sus fincas. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que las grandes dificultades que se presentaron para conocer los verdaderos productos de esas riquezas, la inexactitud con que se produjeron los datos estadísticos en la convocatoria que tuvo lugar á fines del referido año, de los apoderados de todos los pueblos de la isla, y la perentoriedad con que debia procederse al repartimiento en el siguiente año de 1847, obligó al Gobierno é intendencia á señalar cupos fijos, celebrando un acuerdo en que así lo determinaron, y dejando, empero, á salvo el d e r e cho de reclamación páralos que se considerasen recargados, en cuyo caso se adoptarían medidas para conocer, por c o m i sionados, la verdadera estadística de los pueblos. Igual resolución se tomó respecto del subsidio comercial, tanto p a r a el de esta ciudad como para el de los demás pueblos de la isla; de manera que desde aquella época se h a cen estos repartos bajo la base de cantidades fijas, que han sido inalterables hasta el presente. De lo espuesto se desprende que no llegó á tener efecto el cumplimiento del precepto soberano; pues si bien se confió á una comisión especial, nombrada por el superior Gobierno de la isla, la reunión de datos de las riquezas y sus productos, los trabajos de ella no llenaron el objeto, ni han podido servir de fundamento para repartir la contribución: prueba evidente de que esta es una materia de las mas espinosas que pueden ofrecerse á los Gobiernos por la oposición pasiva del interés individual. Y no queda la menor duda de que no ha sido cumplida la resolución soberana, si se atiende á q u e , desde entonces hasta ahora, la exacción se verifica por cupos fijos á los pueblos. Estos en sus vicisitudes han acrecido á veces la riqueza, como la.han perdido en otras por acontecimientos naturales, y de


— U — aquí la necesidad que habia de una nivelación de los cupos existentes, aumentando á unos y disminuyendo á otros, para colocarlos en proporción justa y equitativa. Mas este pensamiento, que era una consecuencia del arreglo de 1847, vino á quedar destruido con los estragos causados por el temporal de 18 de agosto del año próximo pasado, acrecidos considerablemente con los grandes aluviones que en este han afligido á muchos pueblos, destruyendo sementeras y plantíos, y o c a sionando la muerte de muchas personas y ganados. En tal situación se reconoce, por una parte, que la nivelación que h u biera debido tener lugar, no es ya posible hasta que la isla r e pare tantos desastres, lo cual será obra del tiempo y de un trabajo perseverante y continuo; y , por o t r a , que en el e s tado actual d é l a riqueza, después de esas causas deplorables, debe considerarse recargada en sus contribuciones, gravando sus productos de una manera estraordinaria. El comercio, tan íntimamente ligado con la agricultura y demás industrias productivas, s i g u e , como es n a t u r a l , sus alteraciones, en tal m a n e r a , que minorados los consumos por una consecuencia de esos acontecimientos, se ve también sobrecargado en sus contribuciones, superiores á su giro, y á las utilidades sobre las cuales debieran recaer. Sin embargo, no es el ánimo del que suscribe solicitar un alivio para esta clase; persuadido, como lo está, de que las autoridades superiores habrán, sin duda, propuesto á S. M. las medidas que en su elevada inteligencia creyeron compatibles con los compromisos del Tesoro, para ofrecer á los pueblos un consuelo d e bido á sus recientes desgracias. Estoy en la convicción íntima de que en el estado normal de la isla, y hasta que trascurran cuatro ó cinco a ñ o s , no podrá pensarse en nivelación alguna, y mucho menos en el a r reglo de este ramo importante, para lo cual se necesitarían datos reunidos y preparados con esquisita inteligencia. Mi o b jeto, mientras llega ese tiempo , se dirige á proponer una r e -


É>5

forma en el modo de repartir al comercio de esta capital: r e forma que juzgo tan conveniente, como que ella bastará para que cesen esa multitud de quejas y reclamaciones, que todos los años produce el repartimiento hecho de la manera y forma que hasta el presente. Esta reforma consiste en el establecimiento del sistema de patentes, que teniendo por base la razón compuesta de la población y sus consumos, fija la cantidad con que ha de contribuirse, según la clase de giro á que se dedica el comerciante, ya sea al por mayor, é al de detalle. En el sistema que hoy rige se camina á ciegas, y el repartidor está sujeto á graves e r r o r e s , porque no puede penetrar en las misteriosas t r a n sacciones del comercio, procediendo con arreglo al juicio discrecional, en que tanta parte tienen las pasiones. Por el contrario , el sistema que se propone cuenta con la voluntad del comerciante, que sanciona, digámoslo a s í , la cuota, quedando sujeto á todas sus consecuencias. El que suscribe está persuadido de que mereciendo esta reforma la aquiescencia de la respetable Junta de Comercio, como la ha merecido de muchos de los individuos del mismo, podría, desde luego, llevarse á ejecución, aun cuando sea por via de ensayo , sin necesidad de esperar la resolución soberana. Ninguna variación tienen los cupos señalados al comercio, ni en el orden de los ingresos en Tesorería se establece nada contrario á lo que está mandado. Solo en el modo de repartirse el subsidio es donde se introduce una reforma mas conforme con los intereses generales, y menos sujeta á los inconvenientes que se han tocado en los años anteriores, ocasionando tantas reclamaciones por la parcialidad con que se procedía al repartimiento; vicio que es inherente al sistema que se ha seguido, y que perjudica al interés individual. En apoyo de esta idea debe recordarse que, no obstante estar confiado el repartimiento de las contribuciones á las municipalidades por el reglamento orgánico de su creación, el comercio de esta ciu-


— Sedad , desde tiempo inmemorial, se ha repartido á sí mismo por medio de sus individuos; y , á su imitación, el señor superintendente D. Manuel Nuñez dispuso que en los pueblos de la isla se verificase del mismo modo, sin que esta innovación produjera reclamación de ninguna especie por parte de los cuerpos municipales; antes, por el contrario, fue acogida g e neralmente con aplauso. Desde ese tiempo se formaron los r e partos por personas del comercio, que, aunque de una m a n e ra imperfecta, están en mejor situación de conocer el giro y utilidades de sus compañeros. C r e o , p u e s , que la reforma que se propone puede plantearse, sin perjuicio de elevarla al s u perior conocimiento de S. M., siempre que las dos autoridades superiores de esta isla, penetradas de su utilidad y conveniencia, les dispensen su aprobación. Tales son, señores, mis pensamientos sobre asunto tan importante. Asegurar el pago de los cupos á la real Hacienda con exactitud, y sin necesidad de apremios: evitar quejas y reclamaciones, y llevar la moralidad á las operaciones del comercio, conteniéndolo en sus justos límites, son los objetos que me he propuesto al redactar este plan. V. SS. se servirán examinarlo con la detención que les es propia, y, dándole la última mano, elevarlo al conocimiento del Excmo.' señor capitán general y del señor superintendente, á fin de que se dignen resolver lo que juzguen mas conveniente. Puerto-Rico 30 de noviembre de 1852. ANDRÉS VIÑA.


NÚMERO 1.

TARIFAS. Estas, en el subsidio mercantil, sirven como la estadística en el territorial.



PATENTE NÚM.

AÑO DE

Por su establecimiento de

^

185

Esta patente certifica la inscripción de D. en la tarifa núm.

, para

la clase de comercio y establecisito en la calle de

miento que se espresa en el m a r gen , por lo que ha de satisfacer el

num.

subsidio de

pesos anuales,

sin cuyo pago, acreditado corres-

pago

pondientemente al dorso, no tendrá correspondiente al presente ]

v a

i

o r

n i

e f e c t 0

e s t a

inscripción, y ,

por consecuencia, deberá cerrarse

ano

el referido establecimiento. Puerto-Rico y

de 485 El Presidente de la Real Junta de Comercio,

El Secretario,

Sentado al folio

Rúbrica del Tesorero.



SUBSIDIO DE 4 0 0 PS.

TARIFA NÚM.

4.

Comprende la patente núm. 4 á los armadores ó navieros de su cuenta, banqueros que giren y endosen á su firma sobre el estranjero, la Península y demás puntos nacionales, ó presten á interés, descuenten pagarés y letras en la plaza é isla.—Almacenistas por mayor en víveres, ropas ú otros efectos.—Importadores y esportadores de su c u e n t a , en comisión ó á consignación, para la compra y venta de efectos y frutos al por m a y o r , que reciban anualmente mas de veinte buques.—Refraccionistas de haciendas.—Proveedores al E s tado y de carbón de piedra, escepto los panaderos.



SUBSIDIO DE 250

PS.

TARIFA NÚM.

2.

Comprende la patente niim. 2 á los almacenistas de víveres, harinas, ropas ú otros efectos por mayor, que importen y esporten, reciban géneros y artículos de todas clases en comisión y consignación, teniendo de uno á veinte buques.— Refraccionistas y proveedores de establecimientos públicos.



SUBSIDIO DE 1 7 5 PS.

TARIFA NÚM. 3 .

Comprende la tarifa núm. 3 á los comerciantes de tiendas de ropas, de bisutería, de quincalla, de mercería, de perfumería, de loza y cristales, de libros é imprentas, y de f e r r e tería, en que solo se espendan todos ó cada uno al por menor, teniendo la facultad de importar para sus propios establecimientos.—Pulperías, en que se vendan toda clase de comestibles, provisiones, licores, loza ú otros artículos, propios de estos establecimientos, en que haya de todos ellos para su venta al por mayor y menor.—Sastrerías que importen, y donde se vendan géneros y otros artículos de comercio.—Boticas, cuyos dueños importen y tengan drogas de venta al por mayor y menor, siempre que su derecho de importación esceda de mil pesos anuales.

5



SUBSIDIO DE \ 50

rs.

TARIFA NÚM.

4.

Comprende la patente núm. 4 á las personas que se ocupan en hacer giros, endosen con su firma y presten á interés ó descuento, sean ó no comerciantes, siempre que por sí ó por medio de otra persona empleen cantidad en este giro como una profesión.



SUBSIDIO DE 7 5

ps.

TARIFA NÚM. 5 .

Pertenece la tarifa núm. 5 á las personas que tengan cafés, que giren de su cuenta, y sirvan bebidas heladas, licores ú otros artículos de lujo.—Confiterías en que se espendan a d e mas refrescos, licores, artículos de repostería, café y otros de lujo.—Chocolaterías y cererías.—Platerías que vendan

ar-

tículos estranjeros y ajenos de su industria.—Tiendas para la venta de muebles hechos fuera del pais.—Relojerías

donde

se espendan artículos de su peculiar trabajo, siempre que sean importados.—Tabaquerías y tiendas donde se venda tabaco, cigarros y fumasos, producto é industria de otros países.—Panaderías para el espendio público.—Sastrerías donde se vendau géneros y otros artículos de comercio comprados en la plaza.—Mercerías que no importen, y pulperías que vendan al menudeo.—Proveedores de carbón de piedra que no importen.—Boticas cuyo derecho de importación no esceda de mil pesos, ni baje anualmente de quinientos.



SUBSIDIO DE 25 PS.

TARIFA NÚM.

6.

Comprende la patente núm. 6 á los individuos que comercian al por menor, y cuyos establecimientos, compuestos de artículos importados y productos del pais, no valgan mas de la cantidad de cuatrocientos pesos. Para obtener esta p a tente los que se hallen establecidos, precederá la debida d e claración ante la Real Junta de Comercio, en que se manifieste los artículos que se ponen en giro, como capital comercial. La misma corporación hará la averiguación conducente, y si viere que el individuo á quien se concede esta patente abusa de la buena fe, teniendo mas giro mercantil que el determinado, impondrá la multa del valor cuadruplo de esta tarifa. Están también sujetas á esta patente las boticas cuyos d e r e chos de importación no escedan de quinientos pesos anuales. NOTA.

Habrá otra patente núm. . 7 , de once pesos para los

que solo tengan puestos ó insignificantes ventorrillos.



NUMERO

2.

SUBSIDIO MERCANTIL DE LA CAPITAL DE PUERTO-RICO.

BASE

1.

a

En lugar del método vicioso de repartimiento arbitrario, se establece un derecho inalterable y fijo, que se percibirá con arreglo á la clase que corresponda el contribuyente, q u e dando así el subsidio de comercio como impuesto igual á los que están proporcionados á los productos y rendimientos, y con las vicisitudes que sucedan en la riqueza pública. BASE

2.

a

Todo individuo, español ú estranjero, que ejerza de a l gún modo la profesión del comercio, estará sujeto al pago del mismo subsidio mercantil. BASE 3 .

a

No se exigirá mas de una cuota, aunque sean diversas las especies de comercio en que se ejercite , siempre que se hallen situados en un mismo establecimiento, y pague el d e r e cho mas crecido, fijado á las clases que comprenda. Si un mismo individuo tuviese en diferentes locales establecimientos , pagará por cada uno las cuotas respectivas.


— 74 — BASE 4 .

a

Los que se dediquen á alguna profesión del comercio que no se halle especificada en las tarifas, quedan sujetos al pago del subsidio. Su clasificación la h a r á la Junta delegada de la de Comercio, asimilándola á las clases marcadas en las tarifas con quienes tenga mas analogía. BASE

5.

a

Las compañías anónimas cuya institución sea alguna operación mercantil, pagarán el subsidio correspondiente á su•> objeto. Los individuos que la compongan no quedan por tal motivo exentos de satisfacerle, si ademas tienen algún esta^blecimiento ó comercio particular. BASE

6.

a

Los nuevos establecimientos quedan sujetos á pagar por completo el derecho anual, como si fuesen abiertos al público desde el mes de enero, si esto sucede en el trascurso del primer semestre, y la mitad de la cuota, si lo abren,. en el segundo. BASE

7.

a

La Junta ó diputación de la Real de Comercio se constituirá en comisión de subsidio, para evacuar los informes que se la p i d a n , y encargarse de formar las matrículas de p a t e n tes , r e c i b o s , clasificaciones, y demás concerniente, o b s e r vando el espíritu determinado en esta reforma. La espedicionde las patentes la hará la superintendencia, como de su e s p e cial atribución, y , al efecto, se le pedirá por medio de un oficio la que corresponda, á favor de la persona solicitante, espresando el número de la que haya satisfecho.


— 75 — BASE 8 .

A

Para que no haya inconvenientes acerca de la clase á que pertenece el individuo que se presentó á sacar p a t e n t e , se nombrarán por la Real Junta de Comercio tres persona^ de los diferentes ramos en que se divide, para que decidan dichos inconvenientes ó dudas. Al efecto serán elegidos anualmente; y , como una carga vecinal, quedan obligadas á formar las listas de clasificaciones, á investigar las personas q u e , sin los requisitos legales y prevenidos, se introduzcan á ejercer el comercio, informando todo lo que crean conveniente. La s u perintendencia tendrá en todas las cuestiones de esta n a t u r a leza, como única y principal autoridad competente, la última decisión ó apelación de las quejas de agravios. BASE

9.

a

El pago del subsidio se hará anticipadamente al sacar la patente, sin derecho á ningún reintegro , aunque inmediatamente deje de ejercer el comercio. Cuando por algún motivo involuntario se estraviase una patente ó recibo, el interesado estará obligado á pagar seis pesos si correspondiese á la t a rifa núm. 4 ; cinco á la del núm. 2 ; cuatro á la del núm. 3 ; tres á la del núm. 4; dos á la del núm. 5, y uno al núm. 6. Estos derechos, establecidos como pena al descuido, entrarán en el fondo general para el pago de los gastos de oficina. BASE 4 0 .

Todo comerciante ó persona que ejerza una profesión, está sujeto á presentar el recibo de pago, siempre que la Junta de Comercio, ó autoridad competente, se lo exija, quedando s u jeto, si no lo hiciese, á pagar una multa igual al triple del v a lor de la patente que corresponda. Esta pena es debida á la falta que debe comprender á toda ocultación.


BASE 4 1 .

Para sacar la patente de comercio deberá presentarse el certificado de matrícula de no poseer los quinientos pesos de capital y giro que marca la circular, relativa; y el que t u viese dicho ejercicio sin este requisito,, y no se personase á pagar la cuota de subsidio que le pertenece, queda sujeto á satisfacer el cuadruplo de ella, sin perjuicio de entregarla separadamente, para continuar ejerciendo su profesión. BASE

42.

La patente núm. 6 comprenderá solamente á los que se encuentren establecidos. Los que lo hagan nuevamente, tenr drán que sacar la del núm. 5 . BASE

13.

La Junta ó comisión de subsidio se formará del señor vicepresidente de la Real de Comercio, de sus vocales comerciantes, y de los tres individuos á que se refiere la base 8 . , los cuales se reunirán, siempre que sea necesario, para tratar de todo lo concerniente al subsidio y gobierno de los distintos ramos. Esta Junta ó comisión quedará bajo el protectorado del Excmo. señor gobernador y capitán general, como superintendente d e legado de real Hacienda, sin que por ello se entienda que su autoridad ha de tener intervención en las operaciones de reparto; pero sí en todas las consecuencias relativas á los agravios del mismo . a

Las Juntas ó comisiones pueden proponer las mejoras que la esperiencia y el tiempo aconsejen. Pueden pedir que se generalice en toda esta isla el pago del subsidio, como en la capital, oyendo antes al comercio de cada localidad.


— 77 — Se entiende que el secretario de la Real Junta de Comercio lo será de esta delegada, sin sueldo. BASE 1 4 .

El comercio se dividirá, confórmelo previene el Código, en por mayor y menor, y tendrá que arreglar á él sus operaciones , sin que sea permitido otras facultades que las que marca para la importación y esportacion. Con este objeto se pasarán las oportunas comunicaciones á las aduanas, y cualquiera que use de las facultades que no le correspondan por el Código, pagará la multa que este señale. En la misma pena incurren los que no sean comerciantes. NOTA. Queda entendido que la Junta de Comercio, y la comisión nombrada, fijarán á cada uno de los comerciantes la patente por que debe matricularse, á fin de que sea una verdad y base fija el impuesto correspondiente, según la población y sus consumos, con arreglo á la clase de giro y capital del comerciante. ,


Et

COMERCIO DE ESTA CAPITAL SE COMPONE DE

22 comerciantes por mayor, de 54 id. merceros y quinquilleros, y de 4 50 id. pulperos, que son individuos, y pagan de

SUBSIDIO.

Por

mayor.

Merceros.

Quinquilleros.

Pulperos.

4 2 2 4 9 , 7 3 6 2 9 7 4 8 2 2 2 3 2 . 4 3 2 5 9 2 42 49 17 46 42 29 34

de de de de de de de de de de de de de de de de de de de de de de de de de de de de de de de

4. 2. 2. 3. 4. 5. 4. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 4. 2. 3. 4. 5. 6. 4. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 40. 44. 42.

a a

a

a

a

500 cada uno. 375 » 300 » 200 » 4 85 bajando hasta 400 4 00 id. id. SO 34 5 cada uno. 24 4 » 440 n 92 » 60 » 30 »

id id id id

a

a

id id id id id id

a a a a

a a

a

id id. . . . . id id id

a

a a a

a

.

a a a

a a

a a a a a a a

id id id id id. . . . . . id id id id id id

.

4 20 cada uno. 90 66 30 44 8 220 cada uno. 200 480 4 50 4 30 4 00 80 70 60 40 25 40


CALCULO. De los comerciantes por mayor, son ocho los que están en la obligación de tomar la patente núm. 4, mas solo se cuentan seis de 1 . clase, á 400 p e s o s . . De este modo queda beneficiado u n o , á la vez que los cinco restantes solo sufren el recargo de 25 hasta 100 pesos, cantidad insignificante para comerciantes de primera categoría. Quedan 16 comerciantes por mayor, que se anotarán en la patente núm. 2 . 46. 46 de 2 . clase, á 250 pesos Muchos de estos individuos quedan b e n e ficiados, pues pagarán menos de lo que actualmente, y los que aparecen perjudicados, ademas de las ventajas que gozarán, y que harán acrecer su g i r o , muy bien pueden satisfacer esta suma. 14. En la clase de merceros y pulperos hay 14 individuos que pagan mas de 250 pesos, con muy insignificante diferencia; así, 14 de 2 . clase, á 250 p e s o s . . . 20. De la clase de merceros y quinquilleros, como pulperos, hay 20 individuos, que pagan, con muy corta diferencia de mas ó de menos, la cantidad de 175 pesos; por lo cual, 20 de 3 . , á 475 pesos 4. Para la 4 . tarifa hay cuatro individuos á quienes les comprende y deberán sacar la p a tente núm. 4, y así, cuatro de 4 . , á 150 pesos. 74. Hay en los gremios de pulperos, quinquilleros y merceros 74 que pagan de 60 hasta a

a

2,400

4,000

a

3,500

a

3,500

a

a

428

600

44,000


128

96

14,000 100 pesos, que se inscribirán en la patente número 5, por lo que 74 de la quinta, á 7 5 pesos. La mayor parte de estos individuos quedarán beneficiados, y el mas perjudicado lo será en 15 pesos anuales. Los noventa y seis individuos que completan las listas del subsidio de esta capital, pagan desde 8 pesos hasta 4 0 , y pueden tomar la p a tente núm. 6 de la 6 . clase, que á 25 pesos. a

224

5,550

2,400 21,950

Quedan beneficiados la mayor parte de estos individuos, y solo perjudicados 34 en dos pesos cada u n o , y cuatro en cuatro pesos. NOTAS. El anterior sistema propuesto para el reparto y cobro del subsidio comercial en la capital de la isla de P u e r to-Rico, puede hacerse estensivo á toda ella, pues igual justificación y cálculo son adaptables en cada una de las poblaciones. Si se declarase puerto franco el de la capital, entonces será indispensable variar radicalmente en ella, no solo las cuotas subsidiarias, sino aun el modo de repartirlas, porque sus comerciantes y propietarios recibirán con la declaración grandes beneficios, y es justo que paguen en proporción del aumento que tengan las fortunas; y á fin de que así se beneficien también los demás pueblos, rebajándoseles los subsidios territorial y de comercio.




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