Porto Rico no está prosperando bajo el dominio de los Estados Unidos Aunque el Gobierno (Federal) no es completamente responsable por las condiciones imperantes, (este) no ha ayudado las industrias locales al mismo nivel que las autoridades españolas lo hicieron.
Algunas personas albergan la idea de que Puerto Rico, nuestra más reciente posesión tropical, está siendo inundada por una ola de prosperidad, pero tal idea es una falacia. Puerto Rico no ha prosperado bajo el dominio de los Estados Unidos. Estaba mucho mejor cuando España la gobernaba. Hoy día hay sufrimiento generalizado, la gente sufre hambre en cada villa y pueblo; no hay cosechas; los recaudadores no pueden cobrar impuestos; no hay dinero en circulación. En cuanto de esas condiciones son responsabilidad directa del nuevo Gobierno no es fácil determinar, debido a que hay causas más allá del gobierno para esta falta de prosperidad. Pero hasta una caritativa apreciación de las condiciones existentes debe contener una acusación hacia el Tío Sam. Él no ha hecho su parte para el mejoramiento de Puerto Rico. Por ejemplo, él no ha tomado el lugar de España como comprador de productos puertorriqueños; no ha otorgado a la Isla la ayuda financiera que España ofrecía. Cuando España renunció a Puerto Rico cesó de comprar café de Puerto Rico. Ese fue el golpe más fuerte que los agricultores tuvieron que sobrellevar. Antes de la Guerra (Hispanoestadounidense), España abrió ampliamente sus puertas a los productos de la Isla. España pagaba 15 centavos la libra (1 libra = 0,45 kg) por el mismo café que ruega venderse en los mercados de EEUU hoy a 8 o 9 centavos (por libra). España ahora compra su café en otras partes. Tiene unas paredes arancelarias que el café puertorriqueño no puede superar. A pesar de que España tenía una reputación de crueldad y barbarie, también tenía una reputación de dar a sus dependencias oportunidades para vivir. Tanto sufrimiento generalizado como el que hay en Puerto Rico hoy no fue conocido en momento alguno durante los 400 años que España gobernó la Isla. España es acusada de haberle robado al pueblo de Puerto Rico millones, pero dio a la gente la oportunidad de primeramente ganarse esos millones. Nunca robó tanto como para hacer morir de hambre a la población. Entonces, cuando los líderes robaban grandes cantidades, sus desmanes se atendían haciendo a la Isla algún bien material. Por ejemplo, España construyó una carretera militar que atravesaba la isla desde San Juan a Ponce, una distancia de noventa millas (144 km). Costó a los contribuyentes millones más de lo necesario para su construcción; aún con todo el fraude y toda la deshonestidad, Puerto Rico hoy puede presumir de una carretera sin una igual en el mundo (exceptuando posiblemente a Suiza). ACTUALES OFICIALES HONESTOS Hasta el momento Puerto Rico ha sido bendecido con honestos oficiales estadounidenses. Ningún gran robo de fondos públicos se han notado. Han habido algunas transacciones
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cuestionables, como la compra de utilidades públicas por contratistas favorecidos y demás, pero en general la administración de Puerto Rico ha estado notablemente libre de manchas. Pero el Gobierno de EEUU, si bien no cruel ni bárbaro, no ha sido tan previsor como lo era el de España. Esa gran generosidad de los EEUU que tan conocida es no ha alcanzado a Puerto Rico. Cierto, un mísero millón de dólares fue asignado por el Congreso para un fondo especial, dinero a ser usado en construcción de carreteras. Este dinero ha sido bien utilizado. Pero, ¿cuál es el beneficio de buenas carreteras si, aunque atraviesan el suelo más productivo del mundo, esas carreteras no son concurridas vías comerciales, moviendo a la costa bienes fácilmente convertibles en efectivo? Dinero es lo que los puertorriqueños necesitan. Él no tiene, ni suficiente para labrar su tierra; tan siquiera suficiente para sus necesidades físicas. ¿Qué puede hacer el Gobierno? Ese es un problema que queda para el Tío Sam resolver, y resolverlo rápidamente. EEUU se encomendó en liberar a Puerto Rico de un yugo de tiranía y luchó una guerra humanitaria. El yugo de España fue deshecho, la guerra humanitaria se luchó a conclusión, y Puerto Rico estaba destinado a alcanzar una brillante cima de felicidad. Pero Puerto Rico sólo cambió yugos. El nuevo collar no le queda bien. Este lacera el cuello de la pequeña Borinquén. La carga es pesada para acarrear. No es justo decir que la toma de Puerto Rico por los EEUU es la única razón para las difíciles condiciones de las personas allí. En agosto de 1899 un terrible huracán azotó la Isla, devastándola de un extremo a otro. Toda industria fue reducida, toda finca desgarrada, desolación siguió a su paso. De este golpe Puerto Rico no se ha recuperado, ni es probable que lo haga hasta que el gobierno que luchó una guerra por razones humanitarias demuestre algo de esa humanidad hacia esto. ARGUMENTOS CONTRA LOS DE PRÉSTAMOS DE SUBSIDIO Banqueros argumentarán fuertemente el absurdo de los subsidios, préstamos gubernamentales a agricultores. Citarán instancias no sin algunas falacias del sistema económico que incurre en ayuda monetaria gubernamental a gente que no próspera. Los historiadores darán su apoyo a los banqueros en sus argumentos contra la ayuda gubernamental, señalando el fracaso de Francia, cuando, mediante subsidios, ayudó a sus manufactureros en su competencia contra Holanda. Pero todo lo que los banqueros e historiadores puedan decir o escribir no puede contra restar la necesidad de ayuda monetaria gubernamental en Puerto Rico. Debe recordarse que uno de los primeros actos de EEUU al tomar posesión de Puerto Rico fue cambiar el estándar del dinero de plata a uno basado en oro. De nuevo los banqueros dirán que hubo mucha sabiduría en el cambio, basando su conclusión en cálculos en el papel. ¿Pero qué sucedió? Cuando antes la circulación per cápita era de 4 pesos ($2.40), ¡hoy es de menos de $1! Los bienes aumentaron su valor fácilmente un 50%. Las rentas subieron de 30 pesos a $30. El encogimiento de circulación, acompañado, como es natural, de una subida de precios, casi quebró a los comerciantes. Entonces en el período de transición, los puertorriqueños tuvieron que lidiar con un gobierno enteramente diferente al que anteriormente tenían, tuvieron que hacer negocios con hombres
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cuyo lenguaje no entendían; los tribunales estaban en un estado casi caótico, y en pocas palabras, existía toda razón para el fracaso y sin augurios de éxito. Cuando las autoridades civiles relevaron al Gobierno militar, el Gobernador Allen estaba aún en alta mar. Tuvo que realizar milagros. Leyó procedimientos peculiares en leyes militares para establecer un gobierno completo el día estipulado para comenzar un gobierno civil. Finalmente las cosas se enderezaron, pero esa caótica condición de los asuntos llevó a hombres fuera de la isla. Se llevaron su dinero con ellos, siendo el natural resultado el detrimento de Puerto Rico. Como reflejo de las condiciones del mercado monetario en Puerto Rico, basta decir que es imposible obtener dinero a una tasa de interés menor al 12% (usura) y muy poco puede conseguirse a menos que se cuente con máximas garantías. Debe ser fácil reconocer la prosperidad en Puerto Rico cuando la base es un per cápita menor a $1. Hay pocos hombres que poseen caudales de $100,000 cada uno y que son parte del ¨un dólar per cápita¨. ¿Es sorprendente que gente esté muriendo de hambre?. Muchos puertorriqueños lo perdieron todo en aquel huracán memorable. El nativo no es hombre de recursos como nuestro granjero del oeste, quien, después que que un huracán barrido su granja, regresa y con renovadas energías a plantar nuevamente sus semillas. puertorriqueño no se ha recuperado de ese impacto. Cada día se encuentra más cerca perder sus pocas pertenencias – un día más cerca de la pobreza.
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La tierra en Puerto Rico productiva más allá de las mas ávidas expectativas de los que no conocen sus capacidades. Pero esta tierra está desperdiciada. Productos comerciables crecen sin cuido ni vigilancia en cada esquina - semillas de café maduran en los árboles, pero no hay quien las recoja o las procese, pues los granjeros no tienen dinero para pagar la labor. La condición de Puerto Rico es análoga a la del sur de EEUU después de la Guerra Civil. Cientos y cientos de agricultores poseían tierras, pero no tenían los recursos para cultivarlas. Incluso aquí, en esta tierra de la abundancia, ha tomado desde el 1865 traer a los estados del Sur a algo cercano a la prosperidad. El capital estadounidense en busca de inversiones rentables tiene grandes oportunidades en Puerto Rico. Tierras se venden por una canción. Propiedades valoradas en $50 o $60 dólares el acre (1 acre = 0,40 ha), se pueden obtener por hasta $10 a $15 dólares. La voz de los rematadores se escucha por todos lados, debido a que las propiedades se pierden por razones de impuestos y pos sus incumplimientos de hipotecas. Puerto Rico cultivará naranjas, azúcar, café, algodón, tabaco y frutas tropicales. En Puerto Rico abundan las tierras para el ganado. Puerto Rico ofrece amplias oportunidades a aguzados estadounidenses que mejoren la propiedad con ideas y empuje estadounidense. El clima es delicioso, el paisaje inigualable y la salud sin comparación. En resumen, si alguna vez hubo un paraíso en la Tierra, es Puerto Rico. Para el nativo, el clima es una desventaja. Citando el reporte del Gobernador Allen al Presidente: ¨La naturaleza ha hecho tanto por estas personas, y pedido muy poco a cambio que el problema de la vida ha estado libre de las terribles ansiedades que poseen las almas de los obreros de otros climas, que por sus demandas inexorables desarrollan cualidades como la austeridad, industriosidad y perseverancia que son la base de la prosperidad individual y nacional. En un clima donde la temperatura oscila entre los 70-85 grados (23-26 °C) día y noche, semana tras semana, donde se requiere muy poca vestimenta y buscar refugio significa protegerse del sol en lugar de
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cambios en el clima; donde el hombre puede descansar en una hamaca, recoger una banana con una mano y cavar una patata dulce (batata) con un pie, es fácil ceder al incentivo para la vagancia lo que trae sus consecuencias inevitables.¨ LABOR NATIVA OCIOSA El peón es un trabajador perezoso que no está ansioso por trabajar. Solo se anima cuando lo necesita. Si puede conseguir trabajo tres veces por semana estará satisfecho. Con los $1.20 que gana (40 centavos al día es lo que obtiene) puede vivir una semana. Vive en una casa que no cuesta construir y en tierras que no paga renta. Sólo viste ropa suficiente para cumplir con las demandas de la civilización. Se ha dicho que la mano de obra en Puerto Rico es barata. ¡Estadounidenses que la emplean dicen que prefieren pagar $3 al día a un peón estadounidense que 40 centavos al día a los puertorriqueños! Un estadounidense puede hacer diez veces más trabajo que un puertorriqueño, como también lo hace mejor. El trabajador puertorriqueño es una mezcla de vagancia, analfabetismo y poca moral. Las estadísticas de natalidad indican que de cada 2,100 nacimientos, 1,000 son ilegítimos. Ese porcentaje es menor que bajo el domino español. La moralidad es laxa, también, entre las mejores clases, notablemente en los hombres. El Gobernador Hunt, en un informe al Presidente relacionado a un Juez, contra el cual se habían radicado cargos de inmoralidad, dijo: ¨No es algo raro para un hombre casado aquí (Puerto Rico) el cohabitar con otra mujer fuera de su esposa.” Esa declaración, punto por punto, fue el precio de la popularidad del gobernante. Esa declaración, sin embargo, está peligrosamente cerca de la verdad. La educación ha hecho magníficos avances en Puerto Rico. El entusiasmo por los estudios es generalizado y la oportunidad de ir a la escuela se aprovecha con avidez. No pasará mucho tiempo antes que el analfabetismo, que es ahora del 80%, sea sustancialmente reducido. Se ha cuestionado la sabiduría de proveerle mucha educación a estos hijos de los trópicos. Se argumenta que una vez obtengan educación no se contentarán con vivir en Puerto Rico y que se irán de su tierra natal a vivir a los Estados Unidos. Se teme que la educación los convierta en incapaces de labrar la tierra – ya que ese debe ser su futuro. Puerto Rico es un país agrícola. Para evitar tal condición, el Comisionado de Educación Lindsay, ha establecido numerosas escuelas industriales, cuyo currículo solo incluye educación general que enseñará a los varones a leer y escribir, pero el enfoque particular de tales escuelas estará en educar agricultura, mecánica y otras artes útiles. Las mujeres también son instruidas en cosas útiles, tales como economía doméstica y costura. Puerto Rico posee una muy refinada Escuela Normal, donde a los nativos se les educa en pedagogía, para que eduquen a otros nativos. Esta Escuela Normal está conectada con el tan ambicioso esfuerzo de la Universidad de Puerto Rico. Esta institución aspira a ser una de gran peso. En San Juan, Ponce, Mayagüez y Arecibo alcantarillado sanitario se ha, o se está, instalado. En estas ciudades, así como en una o dos más, se encontrarán mucha otras amenidades modernas como la luz eléctrica y los trolleys.
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Ideas estadounidenses, especialmente aquellas de naturaleza mecánica, son adoptadas rápidamente, particularmente aquellas que ahorran mano de obra y cuestan poco. Estas mejoras ciertamente son el resultado de la ocupación estadounidense. Han hechos ciudades completadas de incompletas. Las calles de San Juan son tan limpias como las de Nueva York, pero las de otras ciudades están horriblemente sucias. En los pueblos más pequeños las calles están en condiciones que da pena describirlas. Resumiendo, los estadounidenses han hecho algunas cosas buenas por Puerto Rico en materias de educación y salubridad, pero los Estados Unidos han fallado gravemente en proveer la más importante de todas las cosas - un mercado para la venta de los productos de Puerto Rico y una pequeña ayuda financiera temporal para los agricultores. España ayudó a Puerto Rico con préstamos cuando, bajo circunstancias similares, se encontraron en agonía por catástrofes financieras. ¿No puede acaso Estados Unidos hacer por su pequeña colonia al menos lo mismo que la quebrada España hacía? Los Estados Unidos tienen que escuchar de una vez a los gritos de socorro que emanan de todos los rincones de la isla o Puerto Rico, en vez de ser un paraíso, será un infierno.
The New York Times 4 de octubre de 1903
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