Abuso Sexual Infantil Es posible que su hijo no sepa el peligro que puede correr al atender personas que llaman su atención y que el no conoce. Prestar atención al niño es la mejor protección contra el abuso sexual. El abuso sexual afecta a miles de niños cada año y en la gran mayoría de los casos los agresores son personas que ellos conocen y en las que confían, por lo que muchas veces se hace difícil prevenirlos de este tipo de ataques. ¿Cómo protegerlo del abuso sexual? Es difícil proteger a sus niños del abuso sexual de miembros de la familia o amigos íntimos, pero usted puede estar alerta ante muchas situaciones potencialmente peligrosas. Esté consciente de dónde está su niño y qué está haciendo: su atenta supervisión es su mejor protección contra el abuso sexual. Por supuesto, usted no puede estar con ellos todo el tiempo. 1.
Pida a otro adulto responsable que los cuide cuando usted mismo no pueda cuidarlos.
2. Si usted no logra encontrar supervisión de adultos, haga arreglos para que los niños caminen o jueguen durante estos períodos. 3. Conozca a los amigos de sus hijos. Especialmente aquellos que son un poco mayores que su hijo o hija. 4. Enseñe a sus niños a velar por su propia seguridad. 5. Enséñele a no aceptar dinero o favores de extraños. 6. Adviértales que no aceptan nunca pasear con alguien a quien no conocen. 7. Dígales lo que pueden hacer si alguien se les acerca. 8. Decirle a sus niños que busquen la ayuda de otro adulto persona mayor inmediatamente cuando un adulto les hace sentir incómodos o los asusta.
9. Explíqueles que es correcto llamar la atención, gritar y crear un escándalo en estas situaciones. 10. Recordarles que muchas niños son víctimas de personas que ellos conocen. 11. Decirles que ellos no tienen por qué estar de acuerdo con demandas para mantener contacto físico estrecho. 12. Asegurarles que es totalmente correcto decir no aún a parientes cercanos y amigos. 13. Anímelos a decirles a usted u otro adulto inmediatamente si cualquiera los toca o va hacia ellos en forma que parece extraña. 14. Háblales sin Asustarlos. Si usted ha dado a sus niños con frecuencia reglas para su seguridad, tales como: Cómo atravesar una calle bulliciosa, qué hacer cuando ellos tienen un accidente y otras cosas por el estilo, las precauciones relativas al abuso sexual se convierten en una parte natural de sus conversaciones sobre seguridad en general. Existen reglas apropiadas para cada edad del niño y ellas cambian a medida que el niño crece. Si usted no quiere, no tiene por qué decir a los niños muy pequeños algo acerca del sexo cuando se discuten estas reglas. Simplemente explíqueles que algunos adultos pueden intentar tocarlos levantándoles o quitándoles sus ropas en una forma que hace que ellos se sientan incómodos. Asegúrese de usar palabras que su niño comprenda. Responda sus preguntas totalmente, y hágales sentir que puede acudir a usted en cualquier momento para hablar acerca de cosas que son enigmáticas o inquietantes. Su serenidad sobre la materia le hará confiar en que ellos pueden compartir sus inquietudes con usted en el futuro.
¿Desconfiara de Los Adultos? Las reacciones de los niños al abuso sexual difieren según su edad y personalidad y con la naturaleza de la ofensa. Algunas veces los niños no son perturbados por situaciones que parecen muy serias para sus padres.
A menudo, los niños están atemorizados o confundidos por el abuso sexual. Muchos niños están temerosos de decir a cualquiera acerca del incidente por temor de ser culpados o castigados. En otros casos, los niños permanecen silenciosos debido a que ellos no quieren constituirse en un problema para el abusador. Niños mayores pueden sentirse avergonzados para describir el incidente. Estos problemas son especialmente comunes cuando el abusador es alguno de la familia. Aun si un niño no le dice a usted acerca del abuso, usted puede tener la sospecha de que algo no anda bien. Los cambios en el apetito o sueño pueden ser una señal, o el niño puede parecer inusualmente aislado, puede mostrarse muy perturbado cuando usted lo deja solo, o cuando el abusador está cerca. Sea sensible a cambios en la conducta de su niño e intente descubrir qué ocurre detrás de ellos.
¿Qué hacer si ya han Abusado de él? Esté consciente de sus sentimientos acerca del incidente. Usted puede estar muy perturbado por lo que ha sucedido a su niño, puede sentirse culpable, rabioso o impactado. Si usted está molesto. Asegúrese que su hijo o hija comprendan que su rabia no es con él sino con el abusador. Su primera reacción puede ser incredulidad. Los niños inventan historias, pero ellos muy rara vez informan relaciones sexuales imaginarias con adultos. Tome en serio la historia de su niño aun si el abusador es alguien en quien usted piensa que se puede confiar. Muchos padres se sienten totalmente desesperanzados cuando su niño es abusado, pero usted realmente puede dar una gran ayuda. De hecho, su reacción será el más importante factor en la forma como su niño se reajusta. No deje que lo manejen sus sentimientos recuerde que el bienestar de sus hijos es su prioridad. Si usted está muy perturbado, deténgase un momento a organizar sus ideas antes de hablar con su hijo del incidente. Explíquele a su hijo o hija que usted está perturbado por lo sucedido y que comprende que también él puede estarlo. No lo presione a hablar pero dispóngase a escuchar cuidadosamente si ella o él quieren confiarle la experiencia. Responda cualquier pregunta y aclare cualquier mal entendido. Haga énfasis en que el abusador y no el niño es el responsable. Dígale que usted los protegerá (a él o a ella de tener una experiencia similar en el futuro)
Otros niños en la familia se pueden alterar por el incidente. Esté consciente de sus necesidades de atención y comprensión. Usted puede desear buscar ayuda médica. Las lesiones internas pueden ser difíciles de reconocer. Su niño o niña puede ser examinado sin costo alguno en una consulta de pediatría de un hospital general o de un hospital de niños o usted puede consultar a su médico particular.
Si el Abusador es un Familiar Esta situación es bastante difícil para el niño y otros miembros de la familia. Usted puede experimentar fuertes conflictos y sentimientos acerca del abusador, pero la protección del niño debe continuar siendo su prioridad.
¿Le quedarán secuelas al niño? Los daños físicos permanentes como consecuencia del abuso sexual son muy raros. Su médico le dará información sobre su caso en particular. La recuperación emocional de su niño dependerá, en gran parte, de su respuesta al incidente. El periodo de reajuste después del abuso puede ser difícil para los padres y el niño. Muchos jóvenes continúan atemorizados y perturbados por varias semanas. Pueden tener dificultades para comer y dormir, y pueden sentirse ansiosos al pensar en regresar a la escuela. Con frecuencia los niños necesitan hablar acerca del incidente, no asuma que él lo olvidó y no pretenda hacer ver que nunca sucedió. Su apertura y compresión le ayudara a superar el desajuste emocional creado por el abuso. Si su hijo parece estar perturbado o si no logran volver a su rutina normal, busque ayuda profesional. Si toda la comunidad adquiere verdadera conciencia de la magnitud que ha alcanzado en los últimos tiempos en nuestro país el problema de abusos sexuales, especialmente cuando se trata de niños, adolescentes y hasta de ancianos, será posible lograr frenar este tipo de delitos que tan graves secuelas pueden ocasionar, siendo muchas veces hasta causa de suicidios en gente joven.
Consecuencias psicológicas del abuso sexual En la mayoría de los casos el abuso sexual provoca en las víctimas numerosas secuelas negativas a nivel físico, psicológico o comportamental.
Podemos distinguir consecuencias a corto y a largo plazo. ADIMA (1993) indica que, a largo plazo, los abusos determinan una presencia significativa de los trastornos disociativos de la personalidad como son alcoholismo, toxicomanías y conductas delictivas, aparte de graves problemas en el ajuste sexual. Las consecuencias son diferentes si el abusador es un familiar, un extraño u otro niño (aunque se habla de abuso cuando el agresor es significativamente mayor que la víctima o cuando está en una posición de poder o control sobre ella); también es diferente si la relación sexual ha sido violenta o no. Los abusos en familia suelen ser más traumáticos, ya que para el niño suponen además sentimientos contradictorios en cuanto a la confianza, la protección, y el apego que esperamos y sentimos con relación a nuestros propios familiares. Personalmente opino que no todos los niños manifiestan el mismo grado de afectación, para algunos, el abuso, puede significar un trauma y para otros las consecuencias pueden ser diferentes. En algunas ocasiones, puede suceder que el grado de sufrimiento no esté relacionado o en proporción con el suceso en el que el niño ha estado involucrado. El trauma es el resultado de un acontecimiento al que la persona no encuentra significado, y que experimenta como algo insuperable e insufrible. Finkelhor y Browne (1985) definen la dinámica traumagénica como aquella que altera el desarrollo cognitivo y emocional de la víctima, distorsionando su autoconcepto, la vista del mundo y las habilidades afectivas. El trastorno de estrés postraumático se manifiesta en las personas después de un acontecimiento catastrófico e inhabitual. Ullmann y Werner (2000) exponen en su obra los distintos tipos de traumas que pueden sufrir los niños por causas muy diferentes como pueden ser la separación de los padres, la muerte de estos, la vivencia de una guerra o el abuso sexual. Los síntomas más frecuentes del trauma son, vueltas al pasado y sueños con representación del suceso ocurrido, insomnio y depresión. Síntomas que suelen persistir durante mucho tiempo, años, y a veces, durante toda la vida. Sobre el tratamiento del trauma, Malacrea (2000) hace una amplia disertación acerca de niños que han sido víctimas de
abuso
y
expone
su
larga
experiencia
en
este
tipo
de
tratamiento.
Topper (1988), indica que Félix López, catedrático de Sexología de la Universidad de Salamanca en sus investigaciones, ha llegado a la conclusión de que no todas las víctimas necesitan terapia, pero todas necesitan ayuda. La víctima puede necesitar una terapia, el
agresor la necesita siempre. Nuestro trabajo, repetimos, va dirigido a la víctima (niño/a), aunque otras personas relacionadas con el abuso sufrido necesiten también algún tipo de tratamiento. Arruabarrena (1996) y Cantón y Cortés (2000) expresan que las manifestaciones negativas de los menores suelen ser: confusión, tristeza, irritabilidad, ansiedad, miedo, impotencia, culpa y autorreproche, vergüenza, estigmatización, dificultad tanto en las relaciones de apego como déficit en las habilidades sociales, aislamiento social, desconfianza hacia todos, o a veces, hacia personas del sexo del agresor, baja auto-estima, impulsividad, trastornos del sueño o de la alimentación, miedo, problemas escolares, fugas del domicilio, depresión, labilidad, conductas autodestructivas y/o suicidas, etc. Según Arruabarrena (1996) los menores víctimas de abuso pueden convertirse en potenciales agresores; suelen manifestar además, conductas hipersexualizadas como la masturbación compulsiva, conductas seductoras, o un exceso de curiosidad por los temas sexuales. Un estudio detallado y con abundante bibliografía sobre la sintomatología de las víctimas y la relación con el tipo de abuso, la edad y el género, lo encontramos en Cantón y Cortés (2000). López (1995) indica que existen diferencias en cuanto a edad y género. Si las víctimas son niñas suelen manifestar depresión y ansiedad. En el caso de los niños puede ocurrir, que se manifiesten más agresivos o que se conviertan en abusadores de otros niños. Aunque, de Paúl (2000), Profesor Titular de la Facultad de Psicología de la Universidad del País Vasco, en una conferencia pronunciada en la Universidad de Málaga, indicó que es frecuente decir que los abusadores han tenido en su infancia una historia de abuso sexual o al menos así lo relatan. Pero no es posible decir que haya una transmisión intergeneracional porque no cuadran las cifras; la mayoría del abuso se produce de varón a mujer y la mayoría de las mujeres no son abusadoras sexuales. Sí, se puede decir que puede pesar la historia de abuso sexual en cuanto a varones que han sido víctimas de abuso sexual por parte de otro varón, y que van a abusar sexualmente de otros varones, o también haber sido víctimas de abuso sexual por parte de un varón y abusar de mujeres.
Recientemente Finkelhor (2000), afirma que existe una mayoría de abusadores menores, un tercio del 90% masculinos; estos menores a los que nos referimos suelen imitar el abuso que ya han sufrido. Es posible que tengan una historia de rechazo social y de estigmatización sin que ellos mismos sepan el motivo o la causa inicial de estos problemas. Martínez y de Paúl (1993), distinguen efectos que ocurren asociados a la edad del niño: Preescolar, Infancia y Adolescencia. Según el tiempo: se distinguen síntomas que van a aparecer a corto y a largo plazo. Estos autores indican además, otras variables que afectan a la gravedad de las consecuencias, tales como la frecuencia y la duración. Todos los datos anteriores respecto al tipo de abuso se obtienen durante la evaluación y son previos a la intervención terapéutica. En nuestro trabajo partimos de que esta evaluación ya ha sido realizada y además se han conseguido establecer lazos de empatía con el niño. Gallardo, Trianes y Jiménez (1998) expresan que esta evaluación previa en la que el niño manifiesta sus problemas supone un desahogo no traumático que deja al niño relajado y satisfecho de la atención recibida. Es cierto que la misma evaluación debe tener desde su inicio intención terapéutica Abuso sexual y trastornos en la ingesta (Trastornos en la Conducta Alimentaria)
Finalmente, un fenómeno que no por menos investigado, pero si aún no solventado satisfactoriamente, es la casuística con frecuencia asociada de conductas anoréxicas y bulímicas episódicas o consolidadas como trastorno. Se sugiere que el abuso sexual por sí mismo no es causa que dispare desórdenes en la conducta de la ingesta, pero puede determinar la naturaleza de otros desórdenes donde interactuaría prodrómicamente. Una explicación psicodinámica sería, que el encorsetamiento de la víctima del abuso para expresar sus vivencias afectivas anuladas o mermadas de forma importante tras la agresión/(es) más la represión de tales vivencias traumáticas llevadas a cabo por él mismo, incrementaría en algunos individuos estados de tensión difìcilmente controlables que derivarían en agresividad introyectada que desembocaría en episodios bulímicos en un afán de compensar su insaciabilidad de hambre afectiva y vacío emocional de los primeros años de la infancia mediante la incorporación objetal del alimento. Desde una vertiente más conductual la experiencia traumática derivada del abuso sexual, desembocaría en ansiedad
sostenida, que mediante la práctica intermitente de los episodios bulímicos, al actuar el alimento como un reforzador primario y por tanto reductor de la ansiedad, reduciría los niveles de angustia -reforzando por tanto esta práctica-, pero crearía subsiguientes sentimientos de culpabilidad, por lo que para intentar controlar ésta, y careciendo los sujetos de otros mecanismos de afrontamiento y control, la repetición de la ejecución bulímica quedaría instaurada en el repertorio conductual del sujeto. Esta explicación concordaría con la tesis de Waller en cuanto a la asociación indirecta etiológica entre abuso sexual y bulimia.