Nuevo ciudadano colombiano e book 1

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Su caracterización ética esencial

Carrera 5 No. 15-80 piso 16 Bogotá, D.C., Colombia PBX: (1) 587 8750 Ext: 11621 Tel.: 336 7147 Ext. 115 http://iemp.procuraduria.gov.co


Su caracterizaci贸n 茅tica esencial


Elaboración del documento Material pedagógico desarrollado por: © Fundación Ciudadelas Educativas de Colombia − FCEC, 2012 Para: © Instituto de Estudios del Ministerio Público − IEMP, 2012 © Procuraduría General de la Nación, 2012 Editor: Instituto de Estudios del Ministerio Público − IEMP Carrera 5 15 - 80 piso 16 Bogotá, D. C., Colombia pbx: (1) 587 8750 ext. 11621 www.procuraduria.gov.co/iemp Todos los derechos reservados. Dirección de investigación: Ricardo Zornosa Salazar Director ejecutivo − FCEC María Consuelo Rojas Francisco Zornosa Ulloa Diego Luis Zornosa Salazar Equipo investigación − FCEC Supervisor de la investigación: Cesar Augusto Nieto Asesor IEMP - PGN Diseño gráfico y coordinación editorial: Hernán Hel Huertas O. Diseñador gráfico IEMP Impresión y encuadernación: Imprenta Nacional de Colombia Impreso en Colombia Bogotá, marzo de 2012 Primera edición 2000 ejemplares ISBN: 978-958-734-101-0 Esta publicación fue editada y financiada por el Instituto de Estudios del Ministerio Público


Alejandro Ordóñez Maldonado Procurador General de la Nación

Martha Isabel Castañeda Curvelo Viceprocuradora General de la Nación

Christian José Mora Padilla Director Instituto de Estudios del Ministerio Público



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Pensar al ciudadano

“Engrandecerás a tu pueblo no elevando los tejados de las viviendas sino el alma de sus ciudadanos” (Epicteto)

La Procuraduría General de la Nación afronta la profunda crisis ética vivida diariamente en Colombia -corrupción, deshonestidad y violencia-, crisis que cuestiona seriamente el concepto de desarrollo que hemos adoptado los colombianos, los esfuerzos que estamos haciendo -especialmente desde el Estado- para formar el ciudadano que Colombia merece y reclama y, especialmente, cuestiona la viabilidad misma de la nación. Esta crisis se refleja en una lamentable paradoja: mientras las posibilidades de acceso a la educación escolar y universitaria, al sistema de salud, a la información, al desarrollo tecnológico y al consumo crecen día a día siguiendo las metas del Estado; mientras las finanzas y las grandes empresas producen extraordinarias utilidades; mientras la enorme riqueza de los recursos naturales de Colombia son explotados como nunca antes en su historia, todo lo cual haría pensar en un futuro promisorio; por otra parte, la precaria formación ética de un número creciente de ciudadanos, su individualismo, el deterioro acelerado de sus lazos familiares, su inconsciencia frente al entorno natural y social, su desinteresada actitud frente a lo público, su agresividad y aun la misma violencia colombiana, nos llevan a pensar en todo lo contrario. Esta paradoja pone en entredicho la efectividad de los esfuerzos que hacemos los colombianos para lograr nuestro desarrollo y nos lleva a cuestionarnos de muchas maneras: por ejemplo, ¿de qué nos vale el aumento del acceso a la educación escolar y universitaria logrado con grandes esfuerzos y capitales si al mismo tiempo la pérdida de urbanidad y la corrupción en la vida profesional pública y privada se tornan galopantes? ¿Qué tan benéfico para el país es el acceso cada día mayor a todo tipo de información y al uso de [  5 ]


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tecnología avanzada si, entre otros muchos casos, los conocimientos y métodos para engañar al Estado o para asaltar el Erario se hacen cada vez más frecuentes, imaginativos y especializados? ¿De qué sirve hacer grandes esfuerzos para establecer - como nunca antes en nuestra historia - una vasta y detallada legislación jurídica en defensa de los derechos humanos si éstos se violan cada día más; si la “institución básica de la sociedad”, la familia, (art. 5° de la CPC) es cada día más atacada y quebrantada; si el abandono y desatención de los hijos -de los futuros ciudadanos- es creciente y preocupante; si las enfermedades mentales y el suicidio son pan de cada día o si la mujer es cada vez más irrespetada y explotada? No cabe duda de que esta paradoja nacional produce incertidumbre en la mayoría silenciosa de colombianos, no viendo ellos con claridad un certero rumbo moral del Estado; no entendiendo por qué, si disponemos todos de un país incalculablemente rico, de un país talentoso, recursivo y trabajador, tenemos que sufrir violencia, corrupción, desintegración familiar y social, sin duda males cuya raíz se nutre de la precaria formación ética de los ciudadanos. El país ha visto cómo de tiempo atrás las principales políticas nacionales vienen dando inusitada prelación al desarrollo material y económico en detrimento de la importancia capital de la formación de los colombianos en el ejercicio de virtudes ciudadanas, en el civismo, en el respeto, aprecio y admiración por el patrimonio histórico y cultural o en el desarrollo de la voluntad, de la sensibilidad y de sentimientos nobles y sublimes por la patria, por la naturaleza y por el género humano. Ciertamente, suprimiendo las cátedras de urbanidad, de civismo o reduciendo el interés por las humanidades o eliminando la formación ciudadana virtuosa, el país ha quedado con ese vacío, por supuesto con consecuencias, llevando a la vida pública y privada ciudadanos con tales carencias. Se nos ha olvidado, entonces, que la mejor nación no es la que tiene los mejores y más altos edificios, ni aun las mejores leyes ni los mejores índices de producción industrial sino los mejores ciudadanos. También, que el destino de Colombia está ante todo en manos de la calidad moral de sus ciudadanos y no sólo en sus recursos naturales [  6 ]


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ni en la calidad de su tecnología, ni en la cantidad de leyes pues la nación nada aprovecha si todo ello queda bajo el control de la inmoralidad, de la delincuencia o de la corrupción. Esta paradoja señala ante todo que en Colombia se nos ha desdibujado, entre las luces fatuas del progreso material, la finalidad del Estado, de nuestros recursos, de nuestras instituciones, de nuestras leyes; finalidad que no debe ser otra que el ciudadano mismo. La de brindarle todas las condiciones posibles para su plenitud física y moral. No cabe duda, pues, de que el ciudadano debe ser el beneficiario de todos los esfuerzos del Estado, de todas las leyes, de todas las políticas, de todas las instituciones, de todas las obras materiales. Al ciudadano no podemos considerarlo tan solo como un contribuyente más ni como un simple recurso del capital cuando; por el contrario, el capital es el medio moderno imprescindible para la realización y bienestar del ciudadano. En fin, las instituciones deben diseñarse y ajustarse a la medida de las necesidades del ciudadano; por ejemplo; los ciudadanos enfermos no tiene por qué ajustarse a un sistema de salud impersonal y teórico haciendo largas filas buscando ser atendidos, sino que, por el contrario, es el sistema de salud el que tiene que diseñarse y ajustarse para atender las necesidades reales de los ciudadanos enfermos y acudir a donde quiera que ellos se encuentren. No se puede, por tanto, trocar el fin ineludible del Estado que es el bien de los ciudadanos con los medios necesarios para lograr este fin, centrando el interés en éstos e ignorando aquél. No podemos olvidar, pues, que las leyes -como proclamaba Cicerón- “se deben hacer para el bien de los ciudadanos” ni que “el objetivo de la educación, como enseñó Platón, es la virtud y el deseo de convertirse en un buen ciudadano.” Frente a esta gran paradoja nacional, la Procuraduría General de la Nación, en uso de su función preventiva y con el fin de contribuir en su solución, invita a los dirigentes nacionales, a las instituciones públicas y privadas a pensar en los ciudadanos mejor que en contarlos, mejor que controlarlos, mejor que castigarlos. A pensar en su caracterización esencial, en los principios que deben orientarlos, en las virtudes morales y cívicas que deben conocer y practicar, todo esto: pensar, clarificar [  7 ]


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metas para emprender con voluntad decidida acciones conjuntas tendientes a fortalecer al ciudadano, a hacerlo constructor del bien común pues, al hacerlo, al moralizarlo, al formar un ser ético e íntegro garantizamos, sin duda alguna, el futuro de Colombia. Para contribuir a este propósito, la Procuraduría General de la Nación y el Instituto de Estudios del Ministerio Público presentan esta cartilla denominada “El Nuevo Ciudadano Colombiano”, material pedagógico complementado con cuatro audiovisuales, resumen de los principios y virtudes cívicas que debe conocer y observar el buen ciudadano colombiano.

Alejandro Ordóñez Maldonado Procurador General de la Nación

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El nuevo ciudadano colombiano Justificación del presente trabajo Colombia vive hoy una crisis de compromiso ciudadano habiéndose perdido en buena medida el sentido de responsabilidad ética pública. Signo de esta crisis es la corrupción creciente enfrentada diariamente por la Procuraduría General de la Nación y confirmada estadísticamente. El preocupante crecimiento de la corrupción no parece haber surgido espontánea ni accidentalmente, sino ser fruto de una larga ausencia estatal en la formación humanística seria y estructurada del ciudadano. A esto se suma el incentivo permanente de la sociedad de consumo que en muchos casos ha llevado a sus asociados al utilitarismo, a una ambición desmedida por el dinero y los bienes materiales, todo como única premisa de la vida. El país ha caído en un abismo insospechado de corrupción ciudadana en todos los ámbitos de la vida económica, política y cultural. Particularmente, la administración pública ha sido golpeada de manera dramática. Existen hoy novedosas formas de delinquir y amplias y poderosas organizaciones delictivas contra los dineros públicos llegando, incluso, a involucrar miembros pertenecientes a los organismos del Estado colombiano. Cada día más alcaldes, gobernadores y más funcionarios públicos son investigados y sancionados por la Procuraduría.

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En este lamentable escenario nacional se ha hablado insistentemente de la crisis de “valores” o del desprecio de los principios éticos fundamentales que ha llevado en la práctica a la relajación de costumbres o a la inmoralidad. Lo cierto es que la enseñanza y práctica de las virtudes ciudadanas, los paradigmas del bien obrar o la cátedra de urbanidad se han ignorado en el sistema educativo colombiano, siendo lo más preocupante no sólo la inconsciencia de la necesidad pedagógica sino la cuestionable actitud de muchos entornos sociales y mediáticos que consideran la educación en las virtudes como cargas superadas ancestrales cuando no las han ridiculizado.

Iemp emprende acciones Para enfrentar este flagelo se han visto insuficientes las leyes y la implantación de nuevas formas de control pues -como se dice popularmente- la fiebre no está en las sábanas. Es necesario, por tanto, emprender una acción vigorosa formativa de los ciudadanos colombianos; una empresa nacional; hacer una reingeniería educativa a partir de los principios éticos esenciales y de las virtudes. Esto con miras a crear consciencia y formar la voluntad del nuevo ciudadano de Colombia que lleve a fortalecer el núcleo familiar y, por tanto, a toda la sociedad en todos sus escenarios, especialmente en la administración pública. Sin duda, los colombianos actuales tenemos un reto histórico, un reto moral inaplazable. Dentro de este contexto el IEMP ha querido contribuir al desarrollo ético del país emprendiendo un liderazgo tutelado por la Procuraduría General de la Nación. En el desarrollo de tal empresa presenta hoy una significativa producción de material pedagógico bajo el título “Caracterización del Nuevo Ciudadano Colombiano”, estudio que identifica los aspectos fundamentales éticos y legales que deben conocer y practicar los colombianos para asumir con responsabilidad su ciudadanía. [  10 ]


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Por supuesto, la Procuraduría y el IEMP son conscientes de la importancia del conocimiento de las normas de convivencia vigentes por parte de los ciudadanos para garantizar la convivencia política y social; no obstante, considera que este conocimiento si bien es necesario no es suficiente. Se requiere, además, impulsar el ejercicio de las virtudes en el seno familiar, en los centros educativos, en la sociedad y en las instituciones públicas y privadas. La cartilla recoge principios esenciales universales, conocimiento sólido, fruto depurado construido durante milenios por la experiencia humana. La trascendencia, la libertad, el respeto o la honestidad, entre tantos otros principios, son valores indiscutibles de toda sociedad. Por tanto, esta cartilla se aleja de posiciones personales y de intereses particulares.

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Forma de presentación del trabajo El trabajo de investigación se presenta en una cartilla y cuatro audiovisuales, todo lo cual enseña normas y criterios éticos y morales para el comportamiento de los ciudadanos en la familia, en la sociedad, en el trabajo o en la calle; promueve el respeto por el patrimonio nacional y por los bienes públicos e inculca responsabilidad con el entorno natural y urbano; asimismo, recuerda la doble y simultánea función del ciudadano: la de educando y educador.

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Conceptos introductorios ¿Quién es el buen ciudadano? El buen ciudadano es quien ayuda a construir el bien común, poniendo al servicio de la sociedad sus talentos y recursos. Es decir, es un ser ético, responsable consigo mismo, con la familia, la sociedad y el entorno natural y urbano, cumpliendo a cabalidad con las leyes morales, naturales y del Estado.

¿Por qué ser buen ciudadano? Porque sólo con buenos ciudadanos es posible construir sociedades, buenas, justas, sanas sostenibles en donde todos los seres humanos podamos vivir en paz y armonía. Ser buen ciudadano vale la pena para reconstruir el país; para pasar de la pobreza a la prosperidad, de la inseguridad a la seguridad; de la deshonestidad a la honestidad; de la corrupción a la salud mental y espiritual; de la desconfianza a la confianza.

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¿Qué es ética? La palabra ética (ethicus) es de origen griego y significa teoría o ciencia del comportamiento moral de los hombres en sociedad. También, abarca el estudio filosófico de las virtudes y de los deberes.

¿Qué es moral? La palabra moral (mores), es de origen latino, se refiere al comportamiento o experiencia práctica de la ética reflejándose en las buenas costumbres.

¿Existe diferencia entre ética y moral? Estas dos palabras en nuestro lenguaje común suelen confundirse en un sólo significado porque son indivisibles ya que el ciudadano no puede ser ético si no es moral. Comúnmente la ética se entiende como teoría, ciencia, reflexión o estudio filosófico de la vida moral, en tanto que la moral se refiere a la experiencia práctica.

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¿Cuál es el fin último de las buenas acciones del ciudadano? Las buenas acciones tienen dos fines: uno inmediato y, otro trascendente. El fin inmediato es un medio para lograr una finalidad mayor o un fin trascendente. Por ejemplo, un pequeño bien realizado por un ciudadano en la calle,-como arrojar basura en una caneca-, sirve como medio para alcanzar un fin mayor que es la construcción del bien común. Esto significa que el ciudadano no debe tener una mirada corta ni materialista sino trascendente de cada acción que haga.

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Principios ¿Cuáles son los principios que sustentan al buen ciudadano? Los más importantes principios que sustentan al buen ciudadano son los siguientes:

trascendencia : Es el principio que se refiere al fin último y a los medios para alcanzarlo. Conduce al ciudadano a dar sentido amplio a sus acciones inmediatas por pequeñas o elementales que sean estas. Por ejemplo, la pequeña acción de levantarse para ir a estudiar tiene sentido si con esto el ciudadano busca superación personal y si ésta a su vez busca construir el bien propio, el de su familia y, finalmente, el bien común.

libertad : Es la posibilidad que tiene el ciudadano de elegir los medios para alcanzar el fin debido o, el mayor bien, pero nunca el mal porque la libertad es en sí misma un bien. Si alguien elige el mal, la libertad se corrompe convirtiéndose en arbitrariedad o libertinaje. Por ejemplo: aunque los seres humanos tengan posibilidad de elegir el error, hacer el mal, violar las leyes o cometer crímenes, estrictamente, nadie tiene libertad moral para hacer nada de esto.

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Por supuesto, las personas sí pueden elegir el error o hacer todo este mal, pero no en el uso fiel de la libertad –considerada ésta como un bien- sino de una mal llamada libertad, de una libertad corrompida que tiene su propio nombre: arbitrariedad. Así pues, la libertad es la facultad de moverse en el bien y no se puede confundir con la arbitrariedad ni el libertinaje.

justicia : Es el principio que invita al ciudadano a mirar el bien de los demás, a reconocerles y darles lo que les corresponde con miras al bien común. Por tanto, el ciudadano justo edifica el orden del bien reconociendo el bien de los demás, haciéndoles el bien, es decir, contribuyendo a la construcción, protección y fortalecimiento de este orden del bien común, de las instituciones, de la familia, de la sociedad y del Estado. Así, el ciudadano justo comprende que el interés público está por encima de los intereses particulares.

Honestidad : Es el principio según el cual el ciudadano actúa en libertad según su consciencia recta resolviendo todos sus dilemas morales a favor del mayor bien. En este sentido, el ciudadano honesto no se limita a cumplir las leyes sino que va más allá del bien que éstas ordenan. El filósofo griego, Lucio Anneo Seneca dijo al respecto: “Lo que las leyes no prohíben puede prohibirlo la honestidad”. El nuevo ciudadano honesto es honrado, honorable, confiable, devuelve a su dueño lo que encuentra, hace lo que puede por el bien y no falta a su palabra, porque la considera sagrada; cumple sus compromisos y negocios con fidelidad, dice siempre la verdad con valentía y obra en forma recta y clara; hace buen uso de los recursos y no toma nada ajeno; por tanto, goza de la buena consciencia y nada lo altera. [ 17 ]


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responsabilidad : Basado en este principio el ciudadano responde correcta y oportunamente a sus obligaciones de orden ético y legal. El ciudadano debe ser responsable consigo mismo, con la patria, la sociedad, la familia y el ambiente. Asume las consecuencias de sus actos y, por ello, obra con prudencia.

tolerancia : Este principio lleva al ciudadano a escuchar con afecto, bondad y sin prevenciones a otras personas. Les reconoce sus derechos legales teniendo un estado mental de apertura hacia el otro. El nuevo ciudadano tolera las diferencias con los demás siempre y cuando todas ellas converjan en el bien común. De esta manera, valora en gran medida tales diferencias entendiendo que cada persona es única e irrepetible y que en la incalculable diversidad de ideas y talentos diferentes a los suyos éstos se complementan, integran, ordenan y perfeccionan en un mismo cuerpo social constructor del bien común. Comprende así que la tolerancia lejos de ser un principio disolvente de la sociedad y de la nación, es riqueza, exuberancia de una misma nacionalidad viva y actuante en la misma tierra y bajo el mismo cielo. Es por eso que el nuevo ciudadano es vigilante para que todas las ideas y acciones estén ordenadas al bien común. De ahí que no esté dispuesto a aceptar ni tolerar el error o el mal. El escritor alemán Thomas Mann dijo: La tolerancia es un crimen cuando lo que se tolera es la maldad.”

respeto : Este principio lleva al nuevo ciudadano a reconocer el valor único de cada persona, a respetar y admirar su individualidad y su [  18 ]


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dignidad propia, su fuero íntimo, su misión y sus convicciones particulares. El nuevo ciudadano respeta y defiende todo lo que está ordenado al bien común estableciendo reciprocidad con los demás y reconocimiento mutuo, creando así un ambiente de confianza, seguridad y cordialidad. Practicando este principio, el nuevo ciudadano respeta las leyes nacionales, el ambiente natural1 y urbano, la historia, sus antepasados y sus tradiciones, el patrimonio nacional, los objetos excelentes elaborados por el hombre, las expresiones artísticas, las personas y su intimidad. De esta manera, el respeto por los demás se le revierte. Un adagio popular enseña: “Respetar para que me respeten”.

Dilemas éticos ¿Qué es un dilema ético? Es un problema moral con dos o más soluciones, muchas veces opuestas entre sí y con consecuencias distintas. Frente a ellas el buen ciudadano elige una de ellas en su búsqueda por la verdad de las cosas y por el bien común. La resolución del dilema se facilita cuando el ciudadano es trascendente teniendo de presente -de manera clara y precisa- cuál es el fin último que busca. De esta manera, conocedor y vigilante del bien que quiere, comprende cómo sirve la solución elegida de medio eficaz para lograr este mayor bien, el bien común.

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El nuevo ciudadano encuentra las leyes rectoras de la Naturaleza y del ambiente, leyes superiores inmodificables que respeta y acata sorprendido.

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¿Qué tipos de dilemas se plantean al ciudadano? Al ciudadano se le presentan tres tipos de dilemas: Dilemas referidos a sus inclinaciones naturales. La naturaleza humana plantea de por sí dilemas éticos a cada ciudadano porque dentro de cada persona actúan dos fuerzas contrarias: por una parte, la inclinación humana al desorden, al abuso de sus instintos naturales que conducen a las malas pasiones, a los comportamientos precipitados y viciosos, o a la exageración de lo necesario y, por otra, la fuerza de su consciencia, la obligación de ser señor de sí mismo, es decir, el predominio del señorío de su propia dignidad, de su propia persona, de su buen juicio, de su inteligencia que no sólo busca predominar, sino prevenir.

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Dilemas morales que le plantean las incoherencias culturales y el relativismo moderno. El ciudadano tiene un influjo inevitable de la cultura viéndose hoy asediado como nunca antes en la historia por muchas y diversas ofertas ideológicas, muchas veces contradictorias entre sí, pero que se presentan todas como verdaderas. Muchas veces, el ciudadano abrumado por este maremágnum de ofertas ideológicas modernas declina intelectualmente, deja de pensar, de plantearse dilemas cayendo también en el relativismo, aceptando todo ello por igual según sus conveniencias del momento. Hoy el relativismo se acepta socialmente como válido en el aspecto moral pero no en el tema económico ni financiero. Paradójicamente, todas las ideologías modernas convergen en la aceptación del mismo sistema económico y financiero, en sus mismos compromisos, en la misma cultura del consumo, en las mismas obligaciones fiscales, por lo que el dinero se convierte en valor supremo de la sociedad contemporánea. En este caso, el dilema, por tanto, no se plantea al ciudadano respecto a la aceptación o no del forzoso sistema eco-

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nómico y financiero global, hoy imperante, sino respecto al alcance o grado de aceptación del dinero como fin principal de su vida. El ciudadano moderno siempre tiene ante sí el dilema de comprar o no comprar lo suntuario, de endeudarse o no, de consumir lo necesario o a exagerar el consumo. Así, pues, al ciudadano moderno sumido, por una parte, en un ambiente de relativismo moral y, por otra, en el atractivo extraordinario del dinero se le plantea un complejo abanico de dilemas éticos adicionales al que de por sí, inevitablemente, genera su naturaleza humana y sus instintos. Dilemas planteados entre el interés personal y el bien común. El ciudadano se enfrenta siempre al dilema planteado entre su bien individual y el bien común. Su pregunta es cómo conciliarlos entre sí de tal manera que el bien personal se ordene al bien común.

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Facultades morales ¿Cuáles son las facultades morales del ciudadano disponibles para resolver un dilema ético? El ciudadano por su naturaleza humana dispone de tres facultades que por tenerlas no puede dejar de usar:

memoria Es la facultad del ciudadano de codificar, almacenar y recuperar o recordar información recibida previamente a través de sus sentidos. Gracias a la memoria el ciudadano puede acumular y construir conocimiento progresivamente, desarrollar la ciencia y disponer de información oportuna para tomar decisiones frente a sus dilemas éticos.

inteligencia Es la facultad que permite analizar, relacionar y encontrar proporción y medida justa al conocimiento o información existente en la memoria. La inteligencia recta rechaza el engaño y, por tanto, busca la verdad y el bien de las cosas y tiene capacidad de encontrar todo ello y de reconocerlo después de categorizar y ordenar los conceptos

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lógicamente. Finalmente, la inteligencia permite adherirse a la verdad y al bien mayor y así emitir un juicio resolutorio de un dilema.

voluntad Es la facultad propia de los ciudadanos dotados de libre albedrío que les permite de manera consciente e intencionada decidir a hacer o no hacer lo que ordena la recta inteligencia y los buenos afectos y sentimientos, a sabiendas de los riesgos, las dificultades, los obstáculos e, incluso, los estados de ánimo que deben superar. El uso de la voluntad requiere, en primer lugar, conocimiento previo pues nadie puede querer ni desear, ni decidir sino lo que conoce; además, requiere compromiso y fidelidad a la verdad y al bien común y decisión para optar por todo ello hasta el punto de estar dispuesto a jugarse la propia vida por tales certezas, hasta el heroísmo si fuere necesario. La voluntad es fundamental para el ciudadano pues lo dota de capacidad para llevar a cabo buenas acciones contrarias a los vicios y a las malas pasiones humanas. Por otra parte, sin voluntad no se pueden lograr objetivos planeados.

¿En qué orden actúan en el ciudadano sus facultades morales para lograr el bien común? El ciudadano para hacer el bien común debe cumplir interiormente un proceso sucesivo en el siguiente orden:

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uso de la memoria :

El ciudadano debe enterarse, a través de sus cinco sentidos: vista, oído, tacto, olfato y gusto. Esto es, debe llenarse de información; debe procurar llevar a su memoria información sana, veraz y suficiente y tenerla disponible ejercitando permanentemente su memoria.

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uso de la inteligencia :

El ciudadano debe pensar con rectitud. El ciudadano inteligente categoriza y ordena la información guardada en su memoria de acuerdo con su buena consciencia y los principios lógicos para establecer cuál es el mayor bien. El uso de la inteligencia conduce al ciudadano a distinguir la verdad y el bien.

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uso de la voluntad

El ciudadano debe decidir. Conocidos el bien y la verdad de las cosas, el ciudadano se apropia afectivamente de ellas, se compromete con ellas y, libremente, decide hacer el mayor bien, el bien común, consciente de los beneficios que espera recibir de su decisión y de los obstáculos que está dispuesto a sortear en defensa de su decisión.

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materialización del bien común

Finalmente, el ciudadano debe actuar, realizar con fidelidad lo que ha decidido utilizando debida y plenamente las posibilidades físicas a su alcance.

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En síntesis, el NUEVO CIUDADANO conoce → piensa → decide → actúa

¿Cuáles son los problemas que impiden el buen uso de las facultades del ciudadano? Los principales problemas que debe resolver el ciudadano son los siguientes:

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problemas que afectan el buen uso la memoria Conocimiento insuficiente o manipulado. El ciudadano no dispone de los datos necesarios para resolver rectamente los problemas o es víctima de desinformación, de información manipulada o recibe datos equivocados.

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Desinterés o pereza mental del ciudadano por informarse correctamente.

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Percepción superficial de la realidad. El ciudadano no profundiza ni distingue los matices ni la riqueza plena de la realidad y, por tanto, no lleva clara ni lúcidamente a su memoria toda la información percibida por sus sentidos. Es así inconsciente de la importancia de la sensibilidad y de la necesidad de ejercitarla para percibir en las imágenes armonía y belleza o para rechazar lo desproporcionado, lo sórdido, lo grotesco.

problemas que afectan el buen uso de la inteligencia

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Ignorancia de los principios fundamentales de la lógica o falta de destreza para reconocerlos en la práctica; (por ejemplo, el ciudadano ignora que una cosa no puede ser simultáneamente buena y mala en el mismo sentido)2, 2

Muchas doctrinas imperantes actualmente en la mentalidad ciudadana como el relativismo, no reconocedoras de verdades universales, conducen al ciudadano a la confusión. Por ejemplo: muchas veces el Estado moderno, las leyes, y la sociedad suelen ense-

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Arraigo de formas de pensar equivocadas (pensar mal con malos resultados y reincidir), Desinterés por buscar la verdad y el bien, por rebeldía, desquite o por premeditación de hacer el mal

problemas que afectan el buen uso de la voluntad Facilismo, indiferencia, apatía o, a veces, rechazo o aversión por la verdad de las cosas y por construir el bien común, aunque la inteligencia reconozca todo ello como necesario y conveniente. Por tanto, el ciudadano no ejercita, ni pone a prueba su voluntad. Quiere resultados sin disciplina, sin esfuerzos, ni sacrificios. Tampoco está dispuesto a asumir riesgos. Mucho menos, a “remar contra corriente”, si su consciencia así lo exigiera en defensa del bien común.

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Ignorar el poder de la voluntad y que ésta puede y debe ser ejercitada así como un músculo debe moverse para no atrofiarse.

ñar que los principios morales son relativos dependiendo del parecer personal, no siendo éstos universales ni obligados para todos los seres humanos. Pese a tal enseñanza, al mismo tiempo la comunidad internacional exige a todos los ciudadanos la aplicación de principios éticos universales en todas las culturas, como los Derechos Humanos. Con esta discordancia se viola el principio lógico de no contradicción.

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¿Qué requiere el ciudadano para superar los obstáculos opuestos al bien común? Requiere ser virtuoso, asegurar el dominio de su voluntad sobre sus instintos y pasiones desordenadas, lo cual implica su esfuerzo personal.

VIRTUDES

¿Qué es virtud? Virtud, areté en griego, se define como la disposición permanente de las personas que las mueve a hacer el bien y evitar el mal ante un inevitable dilema ético y moral. Por ello, se puede decir que sin dilema no hay virtud. “La virtud, como el arte, se consagra constantemente a lo que es difícil de hacer, y cuanto más dura es la tarea más brillante es el éxito.” Aristóteles

¿Cuáles son las principales virtudes? prudencia : La prudencia es la virtud que dispone de razón práctica para discernir en toda circunstancia el verdadero bien y elegir los medios justos para realizarlo.

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El nuevo ciudadano es prudente cuando piensa antes de actuar, cuando hace uso de su inteligencia, cuando dirige su entendimiento para examinar y elegir su manera de obrar. Por tanto, primero, examina si algo es bueno o malo, conveniente o nocivo y cuáles son los medios de obtener el bien o de evitar el mal.

justicia : Es la virtud que permite discernir a quién le corresponde cada cosa por derecho, es decir, es la virtud que permite dar a cada uno lo que le corresponde. El nuevo ciudadano es justo cuando posee la virtud de reconocer y respetar lo que pertenece a Dios3, al prójimo, a la naturaleza, al Estado y la sociedad, a las instituciones y a la ley.

fortaleza Es la virtud que ayuda al ciudadano a vencer obstáculos, el temor y la temeridad. La fortaleza es la virtud que asegura la firmeza y la constancia en la práctica del bien, aun en las mayores dificultades.

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La Constitución Política de Colombia no sólo reconoce la existencia de Dios, sino que invoca su protección. (preámbulo). Además, exige al presidente de la República en el momento de tomar posesión de su cargo ante el Congreso prestar juramento en estos términos: “Juro a Dios y prometo al pueblo cumplir fielmente la Constitución y las leyes de Colombia.” (Art. 192)

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templanza 4 (Del lat. temperantĭa). Es la moderación de los apetitos y del uso excesivo de los sentidos sujetándolos a la voluntad. El nuevo ciudadano es moderado y sobrio; esto es, goza de la virtud de la templanza. El nuevo ciudadano modera así la atracción hacia los placeres sensibles desordenados y viciosos, es decir, pone orden, controla y procura el uso equilibrado y juicioso de los bienes creados, no sólo para su propia salud mental y física sino para no perjudicar, por efecto inevitable, a los demás, a su familia, a sus hijos, a sus vecinos, o a la sociedad. “A la integridad del hombre pertenece la virtud de la templanza, que le protege contra la autodestrucción por el goce” Josef Pieper

¿Cómo expresa el ciudadano sus virtudes en la vida práctica? En la vida práctica el ciudadano expresa sus virtudes dándoles forma, esto es, formalizándolas, dándoles forma en lo material, en la vida real, en las costumbres, en los hábitos en el cumplimiento de las normas y de las leyes para lograr el bien común. 4

La palabra “templanza” se traduce del griego “enkrateia” (Strong 1466), que significa “dominio propio”, especialmente, continencia. Se deriva de egkratés que significa: “fuerte en una cosa”, esto es, dominio propio. (Strong 1468). THAYER la define como: “la virtud de alguien que domina sus deseos y pasiones, especialmente sus apetitos sensuales”.MACKNIGHT agrega el concepto: “Donde subsiste esta virtud, la tentación puede tener poca influencia.”

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Práctica del buen ciudadano Formalización práctica de la ética ciudadana

¿Cuáles son las formas prácticas para construir el bien común? Las formas son múltiples y variadas dependiendo del caso particular, esto es de las personas y de las circunstancias. Sin embargo, existen las siguientes facetas que pueden orientar al nuevo ciudadano en su propósito de aportar al bien común:

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buen comportamiento El nuevo ciudadano da a los demás un trato particular y justo; considera que cada persona tiene valor, vale un mundo, entonces, establece con cada una un trato particular justo para cada jerarquía, para cada ocasión y oportunidad, para cada lugar; esto se refleja en ademanes y gestos de cortesía, delicadeza y elegancia. Sabe sonreír, agradecer, disculparse, comportarse en las reuniones, en la mesa, en los negocios, en el trabajo, en la calle o en los espectáculos públicos. En síntesis, el nuevo ciudadano comprende que sin “formas”, sin belleza del comportamiento no se puede construir sociedad.

embellecimiento y limpieza del lugar en donde vive y se mueve el ciudadano El espacio donde vive el ciudadano debe ser ordenado, limpio y pulcro. Es importante considerar que el lugar construido y decorado por el nuevo ciudadano no sólo refleja su vida interior, sino, además, moldea positivamente su comportamiento y de quienes ingresan y participan de tal lugar. Es evidente que un lugar bien configurado espacialmente, ordenado, con tonos y colores armoniosos, acogedor y limpio producen un comportamiento positivo, muy distinto del que produciría el vivir en un lugar sucio, desordenado, descuidado, sórdido, inhóspito o desapacible.

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el nuevo ciudadano colombiano

- su caracterización ética esencial

ritmo de vida armÓnico

( uso del tiempo ) La forma como el nuevo ciudadano organiza su tiempo es reflejo de su actitud ética, de su inteligencia, de su creatividad y de su disciplina. ¿Qué hace el nuevo ciudadano con sus 24 horas diarias? ¿Cómo las distribuye? ¿Con qué intensidad las programa? ¿Con qué ritmo, con que variación? ¿Cómo establece su rutina para un mayor rendimiento y bienestar? ¿Cómo dispone su vida en el tiempo? Son preguntas formuladas por el nuevo ciudadano en cuyas respuestas refleja su ser ético y su armonía interior. “El tiempo es oro”5. El tiempo es un tesoro que no puede despreciarse. Las horas y los minutos que no se aprovechan no se podrán recobrar a ningún precio. Por ello, es necesario que el nuevo ciudadano conozca el verdadero valor de su tiempo y dé sentido a cada momento de su vida. Cada hora, cada día es una pequeña vida que es necesario vivir con intensidad y plenitud.

realizar obras eXcelentes

( el producto de trabajo ) La calidad, bondad y belleza de cualquier tarea u obra denota la categoría de su autor, su conocimiento, su preparación y su destreza e, incluso, el amor y esmero con el cual lo hizo. Es por ello, que se ha dicho: “por sus frutos los conoceréis”. 5

Adagio antiguo atribuido recientemente a Benjamín Franklin

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El nuevo ciudadano, por tanto, se realiza y se mide en sus obras, en su comportamiento, en su trabajo honesto, es decir, en todos sus actos. Da importancia a los detalles, a las pequeñas cosas, cumple y controla minuciosamente especificaciones y normas para producir trabajos de alta calidad buscando el perfeccionamiento y la excelencia en todas los actos de su vida; convierte su actividad en alegría, en tarea moral para beneficio de la sociedad.

buena imagen proyectada ante los demás La forma como se expresa el nuevo ciudadano frente a los demás, su imagen, su apariencia, su forma de vestir, su aseo personal, sus actitudes, su forma de hablar, de gesticular o de escribir expresa ante los demás su forma virtuosa de ser y su dignidad. Además con su actitud proyecta una imagen de futuro, de dueño y señor de su vida, de superación personal, de sentido humano, pero, especialmente de su honor hecho visible para el juicio de los demás, entendiendo que su actitud estética fundamental no sólo es imagen exterior sino profunda vida virtuosa. El nuevo ciudadano conoce el adagio: “no basta con serlo sino parecerlo”6. Por tanto, se pregunta cómo quiere él mostrarse ante los demás con fidelidad ética pues su vida moral no podría separarse de la forma estética. De esta manera proyecta a la sociedad su buena vida interior por medio de su buena imagen, así como las empresas modernas se presentan hoy ante el público. 6

Frase que se decía debía aplicarse en Roma a la mujer del César, Pompeya, de quien éste dijo que no sólo debía ser virtuosa u honrada sino parecerlo.

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La imagen del ciudadano debe ser oportuna estando acorde con los diferentes grados de formalidad según las circunstancias y el lugar. Por ejemplo, viste el traje indicado para cada ocasión, se comporta con pudor, respeto, honestidad y decencia distinguiendo su vida privada, su intimidad, de lo social y público. Por el contrario, la mala imagen del ciudadano se convierte en su peor carta de presentación y en un obstáculo para su realización personal, profesional o social.

buena estructura familiar La estructura natural en donde vive el ciudadano colombiano es su familia. Ésta es la trasmisora primera de la herencia cultural de la nación, de las buenas costumbres, de los miles e invaluables conocimientos domésticos acumulados a lo largo de la historia que configuran la personalidad de Colombia; es así mismo, una comunidad de convivencia donde deben brotar en todo su esplendor las virtudes personales, sociales y cívicas de todos sus miembros. En la familia se vive el reflejo de la vida social. Aquí existe un gobierno, una jerarquía, unas normas, una vida en común, un respeto mutuo basado en estrechos lazos comunes. La familia es educadora y educanda; es la mejor escuela de ciudadanía y si fracasa, es decir, si no hay buenas familias, no habrá buenos ciudadanos. Una familia ejemplar, estable, es reflejo de la vida virtuosa de sus miembros, especialmente, de los esposos responsables en mayor medida de la buena educación de sus hijos y de la armonía del hogar.

buena organización en el trabajo Por otra parte, el nuevo ciudadano en su empresa o trabajo organiza la diversidad de recursos, actividades, personas y demás elementos propios de su actividad, categorizándolos, disponiéndolos para darles sentido unitario en busca no sólo de logros inmediatos [  35 ]


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sino trascendentes. Con ello, hace un ejercicio no sólo ético sino estético, una organización compensada, armónica en donde no sobran ni faltan elementos.

responsables del bien común

¿Quiénes están obligados a ayudar a la construcción del bien común? La familia es el núcleo esencial, natural e histórico de la formación de los ciudadanos y, por tanto, la formación es su principalísima responsabilidad social. La familia es trasmisora fundamental de la cultura de los pueblos, es decir, de todo conocimiento probado y acumulado a lo largo de los siglos y transmitido de padres a hijos en una cadena cuyo origen se remonta al inicio mismo de la existencia humana. Atacar la familia es destruir la civilización. Por la importancia capital de la familia en la sociedad, ha sido de suma gravedad el ataque moderno contra la institución familiar, ataque que ha intentado romper esta larga cadena civilizadora para introducir y globalizar nuevos paradigmas improvisados sin ninguna experiencia exitosa sostenible, paradigmas que van en contravía con la realidad cultural, sociológica, histórica y antropológica de la nacionalidad colombiana. No se puede olvidar que familia sin futuro es sociedad sin futuro Los padres tienen una responsabilidad histórica ineludible e indelegable. Frente a esta realidad, a los padres de familia particularmente corresponde, como nunca antes en la historia, retomar y afianzar con firmeza en la vida cotidiana los principios que la han constituido siempre, puesto que está en juego no sólo la supervivencia de la familia, sino de la misma sociedad. Es que aquello que ense[  36 ]


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ñan y ejemplarizan los padres a sus hijos es lo que se proyecta en la sociedad. Los principios fundamentales se aprenden en la familia. Los principios de fidelidad, convivencia, honestidad, respeto, responsabilidad, compromiso, gratitud, confianza, trascendencia, libertad, entre tantos otros, se aprenden en la misma convivencia familiar proyectándose no sólo en el desarrollo personal de sus miembros sino en el desarrollo de la sociedad en todos sus ámbitos. La sociedad sería inviable sin la familia. Ningún Estado, ningún poder por grande que sea puede suplir a la familia, de ahí la obligación del Estado y de todas las fuerzas sociales por defenderla institución familiar. De no hacerlo, el descuido se revertiría contra todos, en forma de crimen, de corrupción y de incivilidad. En estas condiciones, ningún Estado aunque tuviera suficiente capacidad económica podría garantizar la convivencia ni el orden público; por tanto no sería viable. Al Estado le corresponde ayudar a realizar a cada ciudadano conforme con la Naturaleza, humana, reconociéndola, asignándole, especialmente, un papel a su racionalidad. En otras palabras, el Estado debe hacer que el ciudadano en cuanto hombre viva como hombre. Además, debe respetar y defender la idiosincrasia del pueblo colombiano o el ser mismo de éste. Con base en esto debe determinar comportamientos ciudadanos, políticas, leyes, normas, reglas de juego claras, precisas, sin ambigüedades y coherentes entre sus diferentes instituciones. Además, debe promover el consenso, hacer control eficaz, activo y diario del cumplimiento de tales políticas y normas. Los partidos políticos deben deponer los intereses particulares, ordenar sus idearios filosóficos hacia una realidad ética del país buscando la construcción del nuevo y verdadero ciudadano colombiano. Éste no debe sufrir las consecuencias de un fuego cruzado entre las diferentes ideologías políticas. Los medios de comunicación deben hacer prevalecer la información ética, veraz, objetiva y seria sobre los intereses económicos y políticos, de tal manera que los colombianos tengan sanos elementos de juicio. [  37 ]


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La responsabilidad social de los medios debe hacerse efectiva. Los medios de comunicación social, el cine, la radio y la televisión juegan cada vez más un papel decisivo en el comportamiento de los ciudadanos direccionando sus formas de pensar, sus decisiones, sus modas, tendencias. Por tal motivo, ellos tienen una mayor responsabilidad con los ciudadanos, con la sociedad en general y con la patria y requieren de especial control y vigilancia por parte del Estado responsable de garantizar de manera efectiva al ciudadano la recepción de “información veraz e imparcial.”7 A la Academia le corresponde investigar y criticar juiciosamente la realidad del país, recuperar los saldos positivos de su historia y evidenciar sus potencialidades haciendo propuestas auténticamente colombianas, es decir, que correspondan a la mentalidad colombiana, a su desarrollo histórico, a sus recursos naturales. Al sector educativo le corresponde introducir nuevamente contenidos que defiendan la familia y den sana y suficiente instrucción de urbanidad y civismo, además, metodologías que desarrollen la inteligencia, la voluntad y la sensibilidad de una manera seria y profunda. Como lo hemos señalado, el mero desarrollo intelectual sin información veraz, sin el desarrollo de la voluntad ni de la sensibilidad frustra el proceso intelectual y virtuoso necesario para la formación del nuevo ciudadano colombiano.

7

Artículo 20, Constitución Política de Colombia

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