Planeta Agua - Libro de artista

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Planeta agua k2-18b

Martín Massa


Si tuviera que trazar una cartografía, diría que los lugares donde el color se torna intenso, un azul ultramar concentrado, es donde se recrea la lengua...




Planeta agua k2-18b

Martín Massa


Diseño editorial Adriana Abrego

Paper arquitecture A.A.

Impreso en Argentina por Editorial Malisia

Poemas / Escritos 2021, Martín Massa



El mar interior Podemos imaginar el cuerpo como un paisaje en lo profundo de otro paisaje. El mío es un mar, un mar cerrado, de dimensiones acotadas, no un océano sino una masa de agua en movimiento completamente aislada, sin costas ni orillas a la vista y con distintas gamas de azules y verdes, casi tornasolado, no es un lugar solitario, oscuro, es más bien un paisaje elegido, construido hasta en los menores gestos con sus mareas, corrientes, tempestades y naufragios, sin que el silencio asuste, sin que se vuelva frío, sin que se desintegre como casi todo en una burbuja, más bien como una voz que no necesita traducción, una voz que se toma y se escurre en el mismo movimiento, una voz y no tan sólo un nombre.


Entonces siento que llegué al centro de la duda, ahí es donde me muevo, un punto en el paisaje, un cuerpo que habla con su respiración, disperso ya en el pensamiento del agua, intentando otros anclajes para mantenerme a flote y avanzar y ya no se trata sólo de agua, sino de una voz con su propio eco a cuestas.


Nadar

Trabar el brazo en la fuerza líquida, bracear, trazar un signo de pregunta en crawl que avance en la fijeza de la noche, en la comunión con los secretos del mundo, en el azulado sauce caído, abatido, que deja una melodía en la orilla suave de su follaje, el deslizamiento sereno sólo entre la luna y el viento, el vuelo fluyente ardiendo, consumiendo todas las formas posibles en el encuentro, en la desnudez delicada de los dos, la ribera amarronada, barrosa, un poco híbrida, suelta el vapor flotante de un sueño, etéreo se suspende entre lo plateado y lo iridiscente, donde el agua cerca y juega, arrulla, los juncos tiritan y se doblan con el rocío que cae, una transparencia que acrecienta la corriente, en la huida del frío danzando con frenesí hasta el aura como dos criaturas en la distorsión de los márgenes, una plástica sin trazos reales, lo que deja el río cuando se asienta al alba, los que olvidan son los ojos y descansan.



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A/G/U/A Que ese sea el único sonido, universal, el lugar donde aloja la voluptuosidad de su voz, el movimiento del sonido sinuoso que ingresa por el oído al cuerpo, se adueña, desespera un fuerte cambio de destino, en una alquimia en sordina, sucios como todos los sonidos murmurantes del agua, cargados con otro peso, flotando en el deslizamiento, en el vaivén, de creer que todo va en la misma dirección queriendo que desista de andar por la nada como si fuera su casa, en éxtasis la forma certera del sonido acurrucado en el límite exacto de la escucha, un rito que va del rocío a las tempestades y en las melodiosas mareas de los caracoles que te guardan como tesoro abstracto, el cuerpo apenas un adorno en el agua y mis verbos oropeles que intentan nombrar,


encerrar en una sola de nuestras formas raras, inestables, poco importa lo que muevas en la orilla, si acompañas el canto de un benteveo un canario un colibrí entre las hojas en movimiento de un ombú un aromo un álamo un lapacho un fresno un sauce, o que formes esas ondulaciones perfectas en la arena en la tierra en el pasto en el barro, el sonido es un nido donde no aguarda nada, sólo lo disuelto fluyendo en el fondo como en el lomo de un caballo que pasta, acumulando ese tono, y yo que sé de eso más que lo que esconde como si fuera una deuda, como si fuera una duda, ¿qué nos es dado a través del lenguaje? En las pieles el agua es otro nombre, oropeles mis días intentando nombrar estos sonidos infinitos si en las pieles llevamos el sonido y en la lengua sólo baratijas.


Sunshine

el b

Terminamos de almorzar corro la silla al sol el brillo me sobrepasa, en los ojos está la luz que llena y por un momento el mundo entra rojizo, dorado, inconmovible ocupándolo todo, o está la otra que, a veces, toma una forma que asusta los lugares sombríos son el centro, esos espacios que se dejan vacíos se llenan con algo y a veces es difícil distinguir entre el polvo, la bruma el incesante humo negro. Pero hoy el sol me derritió por completo y qué fácil es oler los tilos y preguntarte ¿ya floreció la rosa en tu jardín?

s los ojo n e sa, a p re ob s me o l ril


¿qué habrá sido de aquellos tulipanes? ¿cómo habrán madurado los duraznos este año? Y el tiempo es algo largo y ancho que nos une un líquido en una copa que se derrama en el piso y se transforma. O bien estamos fijos y el tiempo nos atraviesa como un viento helado, un chorro de soda que se mezcla y diluye lo que estamos tomando. La verdad nunca es lo que se escribe los recuerdos son sustancia inestable nombrar y que las cosas estallen en la mano.


Narciso

No es que un narciso amarillo en el patio de un departamento en el centro de la ciudad no se mire en el estanque de la violencia que devuelve una imagen cada vez más cruenta en esta precisa coyuntura de la historia,


qué mayor tenacidad, entonces, sino una flor que crece lento desde el bulbo hasta la corona elaborando sus savias, sus olores sus jugos agrios como un aliento familiar al amparo del desconocimiento. No hice nada para tener esa flor en mi patio quizás por eso hizo brotar una lágrima, ¿y qué si acorrala la sombra en la memoria la desentierra, la proyecta y la historia camina hacia delante diciendo vuelven, se van pero vuelven? ¿y qué si uno se olvida, se desentiende y así todo insisten no hay presente sino presencia? ¿y qué si no puedo contar de esta flor hablar del rostro tembloroso sobre el reflejo y las manos brutas contra la memoria intentando sujetar las cosas con palabras calculando el tiempo que durmió esa flor en la tierra la información que guarda las combinaciones posibles los millones de fenómenos que ocurren lo que late más allá de toda interpretación posible? Nada de esto me pertenece lo real es lo que queda afuera y sin embargo todo lo que puedo decir son palabras.


Planeta agua Martín Massa


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