Hermenéutica Filosófica y Educación Luis Antonio Monzón Laurencio.
Introducción En 1873 dicta Nietzsche sus conferencias Sobre el porvenir de nuestras escuelas en el cual hace un análisis del estado de la educación en su momento histórico pues, según nos dice, se está haciendo mucho y debe pensarse que en donde se hace mucho también se piensa mucho. Ahora bien, en México, según parece, se está haciendo mucho por la educación. Se habla de una reforma educativa y se ha desarrollado ya una alianza por la calidad educativa, etc. Sin embargo, parece ser que el trabajo filosófico detrás de todo esto es nulo. El retraimiento de la filosofía ante las cuestiones filosóficas pareciera ser una realidad inminente, en la misma UNAM se eliminaron las asignaturas de Filosofía de la Educación de la licenciatura en Filosofía en el último cambio de programa y en su programa de posgrado no hay líneas de investigación al respecto. Es por esto que a continuación presentaré algunas reflexiones filosóficas en torno a la educación con base en la filosofía hermenéutica, justificando de entrada la elección de este punto de vista. Posteriormente, en la segunda sección de este artículo expondré una idea de educación de la cual partiré y por último expondré las áreas de estudio en las cuales la hermenéutica filosófica podría aportar algo. Con lo cual, al final del ensayo, creo poder mostrar que existe una gran cantidad de ámbitos de estudio, suficientes para iniciar líneas de investigación al respecto y evitar con ello el vacío filosófico que existe en este rubro.
La hermenéutica filosófica. Si bien es verdad que no podemos decir que la Hermenéutica es hoy en día el enfoque filosófico predominante, debido a la presencia muy fuerte de la filosofía analítica, también es verdad que sí representa una de las posiciones filosóficas de mayor 1
extensión, lo cual se extiende también a otros campos de la investigación tales como las ciencias sociales y los estudios sobre arte. La afirmación de G. Vattimo, acerca de que «(...) la hermenéutica constituye la nueva koiné, y en suma la lengua franca, de la filosofía contemporánea (...)»1, es quizá demasiado aventurada, sin embargo podemos contraponerla con una apreciación más moderada de Jean Grondin quien, en su Introducción a la Hermenéutica, hace un comentario a una referencia de K. O. Apel acerca de que a finales del siglo XX existen tres tradiciones filosóficas: la marxista, la analítica y la fenomenológica-existencialista-hermenéutica; de la primera nos expone cómo es que si bien no ha desaparecido del todo, sí es verdad que se ha vuelto de alguna manera impopular y, por lo tanto, incluso pensadores que continúan de alguna manera con esta tradición, como Habermas, terminan por considerarse vinculados al proyecto hermenéutico. De tal manquera que, nos dice Grondin «en realidad sólo quedan la tradición analítica y la fenomenológica-existencialista-hermenéutica»2. De esta segunda nos comenta que en realidad la triada de términos se refiere a una cuestión histórica de manera tal que la «filosofía continental» que en un principio de se defendió como fenomenología pasó a formar parte de la tradición existencialista durante el periodo de la postguerra y más tarde llegó a conformar lo que ahora es la línea hermenéutica. Así que podríamos asegurar en cierto sentido que si bien no es la vía predominante si es una de las dos tradiciones fuertes en la actualidad. También señala Grondin que en términos generales por pensamiento o tendencia hermenéutica se pueden considerar una gran cantidad de posturas filosóficas: «bajo el término hermenéutica se resumen diversos enfoques, como la filosofía de Gadamer mismo, la rehabilitación de la filosofía práctica, emprendida bajo su influencia (H. Arendt, J. Ritter, M. Riedel, R. Bubner y otros) y que a menudo llamó la atención bajo la denominación de “neoaristotelismo”, la corriente historizante y relativizadora dentro de la teoría de la ciencia (Kuhn, Feyerabend) y dentro de la filosofía del lenguaje (Rorty, Davidson), pero también el posmodernismo de la vanguardia neoestructuralista
1 2
Ferraris, p. 16. Grondin, p. 30.
2
cercana a Nietzsche»3. Todo esto sin considerar el pensamiento hermenéutico fuera de la filosofía tal como se nos presenta en la Antropología de C. Geertz, la Sociología del tipo de M. Weber, la Psicología al estilo de C. G. Jung, que si bien no ostentan necesariamente el término, muchos de sus seguidores o estudiosos han empezado a calificar de tales. De tal manera que el uso del término «hermenéutico» llega a volverse equívoco, necesitando, entonces, de una precisión que el mismo Grondin busca en su texto y que aquí mismo trataremos de llevar a cabo para comprender qué es lo que aquí se propondrá. La hermenéutica, en su sentido más propio o tradicional, es la ciencia y el arte de interpretar. Es a su vez ciencia porque contiene un conjunto de principios y reflexiones teóricas en torno a la interpretación y es técnica porque también regula de alguna manera la forma en que se ha de interpretar algo, o bien, como dice M. Beuchot, hay una «hermenéutica docens» y una «hermenéutica utens»4. Sin embargo, también señala este autor que la segunda, la parte práctica o metodológica de la hermenéutica deriva de la primera, de su parte o enfoque científico, de la reflexión en torno a lo que implica la interpretación. De tal manera que no son dos hermenéuticas distintas sino dos momentos de una y la misma hermenéutica. En un principio, la hermenéutica se encargaba de esclarecer enunciados obscuros o de dar sentido a un texto5. Sin embargo, poco a poco se ha «universalizado» la cuestión hermenéutica, es decir, se ha salido del ámbito de estudio de los textos para aplicarse a las acciones, objetos e incluso, según algunos, hasta de la naturaleza misma. De tal manera que en la actualidad la hermenéutica filosófica está relacionada con todo lo involucrado en el acto interpretativo en general, el cual se puede entender como la búsqueda de la comprensión de algo que es, precisamente, incomprensible de entrada, pues no interpretamos lo que es claro, lo que es evidente «la interpretación sólo entra en juego cuando se quiere hacer comprensible un sentido extraño o percibido como 3
Íbidem. Beuchot, Tratado, pp. 21-23. 5 Ver, Ferraris, p. 24 4
3
extraño. Interpretar es aquí hacer comprensible o traducir sentidos extraños en comprensibles (…) A este proceso de interpretación se dedica la teoría hermenéutica»6. Necesitamos de la interpretación ahí en donde lo que se nos presenta (sea un texto, una acción o un «hecho meteorológico»7) no está del todo claro, nos es ajeno, incomprensible. La búsqueda de la comprensión es, en un primer momento, parte fundamental de la interpretación. Es por esto que hablamos de una universalidad de la hermenéutica: ésta es universal en la medida en que universal es el deseo o necesidad de comprender sea la naturaleza, sea la cultura, sea al otro. Por otro lado, Grondin también se pregunta en el texto ya citado «¿qué clase de universalidad pretenden las diversas configuraciones de la hermenéutica que analizamos y qué clase de universalidad puede pretender legítimamente la hermenéutica actual?»8, a lo que responde que «lo que le otorga a la hermenéutica el estatuto de una prima philosophia de nuestro tiempo es probablemente la virtual omnipresencia del fenómeno interpretativo, que está en el orden del día de la filosofía a más tardar desde que Nietzsche se percató del perspectivismo universal(…)»9. Es decir, en un segundo momento, lo que le da a la hermenéutica un carácter de filosofía universal es la aceptación de la idea fundamental de que todo nuestro conocimiento del mundo está mediado de cierta manera por la interpretación. A este respecto Cassirer, por ejemplo, expone cómo es que en todos los seres vivos hay una respuesta directa entre los estímulos provenientes del exterior y la respuesta del mismo; excepto en el ser humano en quien se da una respuesta mediada: «entre el sistema receptor y el efector, que se encuentran en todas las especies animales, hallamos en él como un eslabón intermedio algo que podemos señalar como sistema “simbólico”(…) el hombre no puede enfrentarse ya con la realidad de un modo
6 Grondin, p. 42. 7 Cfr. Nietzsche, [CRD] 8 Grondin, p. 35. 9 P. 35.
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inmediato; no puede verla, como si dijéramos, cara a cara»10. De tal manera que nuestro conocimiento de la realidad es, entonces, mediado simbólicamente y, por lo tanto, es interpretación del mismo pero a su vez está necesitado de interpretación. No es, sin embargo, necesario que aceptemos sin más esta idea como verdadera para que el problema hermenéutico se nos ponga de frente, pues incluso para poder negar la posición que afirma que el conocimiento es interpretación necesitamos demostrar que tal negación no es en realidad una interpretación distinta: «(…) la sospecha de perspectivismo es ciertamente universalizable (…) la posición bajo sospecha en cada caso tiene la tarea de mostrar, si puede conseguirlo, que no es una perspectiva unilateral»11, es decir, si queremos defender que el perspectivismo no es verdad tendríamos que hacerlo demostrando que nuestras afirmaciones en contra no son tan solo una perspectiva más. Así pues, parto de una idea de la filosofía hermenéutica como aquella postura o conjunto de posturas que afirman en general que todo conocimiento es en cierto sentido y de cierta manera una interpretación, sea del mundo en sí, de la sociedad o de cualquier otra cosa, así como aquellas en donde buscamos interpretar para comprender, sean símbolos reconocidos como tales, sea una cultura, sea al otro o sea la vida misma, encontraremos a la hermenéutica como herramienta. Guillermo Michel en El arte de espejos nos dice a este respecto: «esto pretende la hermenéutica como arte de la interpretación, como arte de espejos: comprender la vida que vivimos y nos vive, comprender el mundo y todo lo que en él ocurre, mirándolo con ojos renovados cada día: este día»12.
La educación. La educación es un fenómeno universal. No hay prácticamente sociedad alguna que no practique de alguna manera u otra una forma de ella, sea formal o informal, sea
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Cassirer, p. 47. P. 37-38. 12 Michel, p. 13. 11
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estructurada o no estructurada, sea consciente o inconsciente. ¿Cómo podemos sostener esta afirmación? Nos dice Werner Jaeger: La educación es el principio mediante el cual la comunidad humana conserva y transmite su peculiaridad física y espiritual. (…) El hombre sólo puede propagar y conservar su forma de existencia social y espiritual mediante las fuerzas por las cuales la ha creado, es decir, mediante la voluntad consiente y la razón (…) la naturaleza del hombre, en su doble estructura corporal y espiritual, crea condiciones especiales para el mantenimiento y la transmisión de su forma peculiar y exige organizaciones físicas y espirituales cuyo conjunto denominamos educación13.
La educación es, por lo tanto, una forma de perpetuar un modo determinado de ser, un modo de vida, una cultura. Es por esta razón que la educación es un fenómeno universal, pues en todo lugar en donde se desea la preservación de la cultura es necesario practicar la educación; ya sea en el infante o en el extranjero. Es decir, al infante nacido dentro de una cultura se le educa para que pertenezca a ella y como miembro de tal, la mantenga. Al extranjero, al que nació fuera de esa cultura pero que busca integrarse a ella, también. A ambos se les enseña cuáles son las cosas que se consideran valiosas, cuáles son perjudiciales, qué deben hacer y qué no deben hacer, cómo comportarse, como hablar, como expresarse y hasta cómo sentir. En este sentido, María García Amilburu en su texto titulado La educación, actividad interpretativa, nos propone la siguiente definición «(...) podemos describir la educación como el conjunto de actividades, casi siempre planificadas, que tratan de aumentar el conocimiento y las buenas disposiciones hacia lo que se considera valioso, por medio de la enseñanza»14. Se busca, pues, que tanto el infante como el extranjero comprendan su cultura, entendido esto no sólo como un entendimiento de los quehaceres y objetos cotidianos (la referencia) sino también como la comprensión de la realidad profunda de valor que estos quehaceres y objetos implican (el sentido). La educación es, entonces, un
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Jaeger, Paideia, p. 3. García, La educación, actividad interpretativa, p. 106.
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proceso hermenéutico de interpretación de los símbolos de la cultura buscando la comprensión de los mismos. En este sentido, podría parecer terminado el asunto, la relación entre la hermenéutica y la educación es que ésta, al ser un tipo de interpretación se relaciona con aquella. Pero esto no es tan simple. Dentro de este intento de generar disposiciones valiosas y aumentar los saberes de una persona, la educación y la hermenéutica se relacionan de maneras distintas que a continuación expondré.
La Hermenéutica y la educación. He expuesto que la hermenéutica es el arte y la ciencia de la interpretación y que, al elevarse a un plano filosófico, por interpretación entendemos no sólo interpretación de textos sino en general interpretación del mundo y de la cultura. La educación, por su parte, es llevar a los educandos a comprender una determinada cultura. En este sentido, ya podemos hablar de una clara vinculación entre educación y hermenéutica. Sin embargo, las posibilidades de relación en realidad se pueden expresar de tres maneras: 1. O se trata de la posibilidad de la hermenéutica como objeto de la educación, es decir, se trata de una educación de la hermenéutica (que incluiría la enseñanza de la hermenéutica, la formación hermenéutica y el entrenamiento hermenéutico), 2. o se trata de un estudio hermenéutico de la noción misma de educación, de sus conceptos relativos, de los discursos educativos o de la ciencia misma de la educación, es decir una hermenéutica de la educación en general. 3. o se trata de la aplicación de la hermenéutica en la ciencia particular que estudia el fenómeno o fenómenos denominados educación; o sea, una pedagogía hermenéutica. Es decir, en tanto que a ciencia (especialmente las ciencias humanas o sociales) son ciencias interpretativas, entonces la pedagogía hermenéutica parte de esta idea para interpretar de cierta 7
manera los “hechos” educativos y a partir de dicha interpretación generar sus discursos. Ahora, de esta tercera derivarían también determinados paradigmas hermenéuticos de la educación, es decir, distintos enfoques sobre cómo llevar a cabo la educación dependiendo de los resultados de estas ciencias educativas o pedagogías. Ahora, bien estas tres categorías de relaciones pueden presentar problemáticas interesantes y variadas que a continuación expondré: 1.
Educación de la hermenéutica. En este caso estaríamos hablando de que la
hermenéutica, en tanto que ciencia y técnica a la vez es objeto de enseñanza porque se considera valioso y se busca, entonces, aumentar en la persona el conocimiento y la buena disposición hacia la hermenéutica. Es decir, en tanto que ciencia, se busca que la persona obtenga y genere conocimientos con respecto a la hermenéutica; en tanto que arte, se busca que también se tenga conocimiento de su aplicación pero, sobre todo que se incremente la buena disposición de la persona en tanto que hermeneuta, es decir, que interprete correctamente. Bajo este enfoque se nos presentan las siguientes posibilidades de estudio: 1.1
Enseñanza formal de la hermenéutica. La educación de la hermenéutica busca que la persona posea conocimientos de esta. La cuestión que se nos presenta aquí es que si la hermenéutica forma parte del proceso educativo formal del individuo (como las matemáticas y la lógica) y si es así cómo integrarlo. De aquí se desprenden preguntas ontológicas y gnoseológicas sobre la posibilidad de enseñar al educando saberes, habilidades y actitudes hermenéuticas. Así, el primer problema que existe entre hermenéutica y ciencia de la educación versa sobre la posibilidad y metodología de la enseñanza de la hermenéutica y del valor de esta enseñanza en el plano educativo. En este sentido tenemos problemas como ¿es enseñable el arte de interpretar?, ¿cómo enseñar a una persona a interpretar?, ¿cómo evaluar una interpretación que no se apega a la tradición?, etc.
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1.2
Educación para la hermenéutica. No sólo se trata de enseñar hermenéutica en las escuelas, sino también de que, si es verdad que todo conocimiento es interpretación, enseñar cualquier ciencia es un modo de enseñar a interpretar el mundo. Decía Bruner que ese necesario enseñar a «usar las herramientas que utilizan los matemáticos para abordar problemas como aquellos que abordan los matemáticos, usar las herramientas que utilizan los historiadores para abordar problemas como aquellos que abordan los historiadores y así de manera sucesiva»15; es decir, enseñar historia no sólo es rellenar la cabeza del estudiante con hechos históricos, sino enseñarle a ver el mundo (a interpretarlo) como historiador, etc. De tal manera que podemos decir que, a final de cuentas, enseñar determinada ciencia es enseñar determinada hermenéutica: hermenéutica matemática – interpretar el mundo como objetos matemáticos; hermenéutica histórica – interpretar el mundo como hechos históricos, etc. Así, la segunda cuestión a tratar aquí es, entonces, cómo se educa en determinada ciencia que es en realidad cierta hermenéutica. Podemos expresar esto en preguntas como ¿se puede evaluar la adquisición de la perspectiva histórica por parte de un estudiante?, ¿cómo evaluamos que un estudiante sepa interpretar objetos cotidianos con ojos de matemático?, etc.
2.
Hermenéutica de la educación. He señalado que la segunda forma de
relación consiste en la reflexión filosófica con base hermenéutica sobre el concepto mismo de educación o sobre los discursos que giran en torno a ella, así como de la ciencia que estudia estos fenómenos. De donde podemos desprender distintos problemas u objetos de estudio como serían los siguientes: 2.1
La Pedagogía como interpretación. Si, a fin de cuentas, toda ciencia es una manera de ver el mundo, la ciencia de la educación o pedagogía lo es también. Para jugar con una frase de Nietzsche, no hay hechos pedagógicos, sino interpretación pedagógica de los hechos. Una determinada pedagogía es
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Good, T. y Brophy, J (1995). Psicología Educativa Contemporánea. McGrawHill. México.
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en realidad un discurso que interpreta ciertos quehaceres individuales y sociales como fenómenos educativos. Es decir, la ciencia entendida como interpretación, genera sus objetos interpretando «datos»16 que se le presentan. En este sentido, aplicar la hermenéutica consiste en utilizar ésta como una metodología para comprender cómo una determinada pedagogía interpreta esos «datos» y genera una teoría consistente: es la búsqueda de la perspectiva oculta detrás del discurso de la ciencia de la educación. 2.2
Interpretación de los discursos educativos: En el punto anterior, el acento recaía en el objeto, aquí el acento recae en el discurso. No sólo la investigación científica es una interpretación, el producto de la ciencia es un discurso estructurado que cambia con el tiempo. De tal manera que esos discursos también deben ser examinados e interpretados y, por lo tanto, requerimos también de una hermenéutica para ello. Pero no sólo la ciencia de la educación produce estos discursos, el Estado, la gente común, los propios involucrados (alumnos y maestros) también dicen algo sobre la educación, mismo que, al ser analizado, no puede hacerse sin ciertas medidas preventivas, es decir, sin principios hermenéuticos. Saber, por ejemplo, que la opinión de un estudiante sobre ciertos tópicos de la educación no es una fuente confiable es un principio hermenéutico que se debe tomar en cuenta al interpretar lo que se dice de la educación. Preguntas como ¿a dónde se quiere llegar con este sistema educativo?, ¿qué intenciones tenían quienes implementaron este modelo?, ¿bajo qué supuestos se criticó esta teoría educativa?, etc., requieren una regulación hermenéutica. Así, por ejemplo, los discursos sobre la naturaleza opresiva de la escuela deben ser interpretados, puestos en contexto y relacionados con los discursos que colocan a la misma institución como liberadora. Así, se pueden investigar distintas teorías pedagógicas o de psicología educativa o de filosofía de la
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Si los datos son en realidad dados por la naturaleza o por la realidad poco importa aquí, lo relevante es comprender que las diversas ciencias generan diversos objetos interpretando algunos datos comunes. Es el caso de la medicina, la antropología y la psicología, todas ellas toma al hombre como objeto de estudio, pero la constitución es distinta porque interpretan de manera diferente lo que el hombre «real» les aporta.
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educación y tratar de comprender cuáles son sus supuestos, de dónde nacen, a dónde quieren llegar, etc. 2.3
Definición del concepto «educación». Quizá este punto debería entrar en el 2.1, sin embargo, quise separarlo porque la cuestión de el uso del término «educación», tanto en su aspecto descriptivo como en su aspecto normativo, no es propiedad de la ciencia de la educación por sí misma; es decir, ésta ciencia se dedicará a estudiar los fenómenos educativos, pero el término «educación» no es un fenómeno educativo. Por su parte, tampoco entra en el 2.2 porque no estamos aquí sólo viendo el aspecto descriptivo del término (¿cómo entendió determinado autor el concepto educación?) sino que se trata de comprender el término por sí mismo. Este es, ciertamente, el más fundamental de los puntos, pero también el más complicado. Una hermenéutica del término educación implica buscar sus usos, entenderlos, contextualizarlos, comprenderlos. Saber qué se dice y qué se debe decir cuando se dice «educación» es lo fundamental aquí. Se trata de averiguar qué es la Educación con el fin de que se pueda hacer una ciencia de los fenómenos educativos y de comprender qué ha dicho los que han dicho «educación». Por supuesto, el término «educación» nunca viene solo; se relaciona
casi
necesariamente
con
términos
como
«enseñanza»,
«aprendizaje», «instrucción». Distinguir a qué se refiere cada uno, cuáles son su relaciones lógicas, es tarea de una hermenéutica de los términos relativos a la educación. 3.
Pedagogía hermenéutica. En la sección anterior vimos cómo se estudia,
basados en el método hermenéutico, a la pedagogía o ciencia de la educación. Se trataba, pues, de una filosofía hermenéutica de la ciencia educativa. Ahora, suponemos aquí que es esa ciencia de la educación la que adopta el método hermenéutico. Partiendo de esto, podemos estudiar el fenómeno educativo como una acción que tiene que ver con símbolos ya sea en cuestión de producción, interpretación o inducción del educando a un sistema simbólico. Por lo tanto, 11
corresponde a la hermenéutica estudiar y regular estos fenómenos. Bajo esta concepción se nos plantean los siguientes problemas: 3.1
Hermenéutica de la acción educativa. El primer fenómeno que debería estudiar una pedagogía hermenéutica sería el de las acciones que son llamadas educativas. La acción educativa, por sí misma, puede ser considerada símbolo, pues, como toda acción, tiene detrás de sí intenciones y creencias que no pueden ser conocidas sino interpretadas. Una ciencia que estudia la acción educativa desde una perspectiva hermenéutica es una ciencia que trata de colocar estas acciones en un contexto determinado, trata de darles sentido, trata de entender y comprender este proceder, estas formas de actuar, tanto a nivel individual como a nivel colectivo. El objeto de una pedagogía hermenéutica sería comprender los procesos educativos en tanto que procesos simbólicos por sí mismos. Estas acciones educativas (mismas que fueron definidas con según lo dispuesto en 2.3) pueden ser la enseñanza, planeación, evaluación, etc. Todas ellas, en tanto que acciones, son interpretables. Una pedagogía hermenéutica vería en cada una de éstas acciones
un
símbolo
que
debe
ser
interpretado,
comprendido,
contextualizado. 3.2
La educación como producto simbólico. Pero las acciones individuales o colectivas no son lo único que conforma lo que podemos llamar el «sistema educativo». La educación es también interacción social, es también un hecho social y, como tal, digno de ser interpretado. Sabemos que la educación es un producto cultural, sea cual fuere su finalidad, pues se produce dentro del ámbito de lo humano. Ahora, si aceptamos que la cultura es una estructura simbólica (Cassirer) capaz de ser interpretada y sus productos también son símbolos interpretables, entonces también la educación es sujeto de interpretación. Tanto con Cassirer como con Weber podemos observar los fenómenos sociales como producciones simbólicas que pueden y deben interpretarse, ya no en un nivel individual como en el punto anterior, sino a 12
nivel macro, a nivel colectivo. Una pedagogía hermenéutica completa no se enfocaría nada más a comprender acciones individuales como la enseñanza, sino que verá en el sistema educativo de una cultura, en sus restricciones y permisiones, en sus jerarquías, etc., símbolos que nos hablan de la cultura misma y, a su vez, que emanan de ella. Colocar el sistema educativo en su contexto (junto con la religión, la política, la economía, etc., de una cultura sería contextualizar la educación), comprenderlo en su interrelación pero sin perder de vista que no es una antropología ni una sociología, es la tarea de tal pedagogía hermenéutica. 3.3
Hermenéutica de los objetos de la educación. Por otra parte, cada elemento o recurso material que forma parte del complejo proceso llamado educación es también símbolo y es susceptible de interpretación. Esto es, el espacio físico, como lo ha mostrado Baudrillard17, también es susceptible de interpretación. El tautológico hecho de que toda (o casi toda) escuela parece escuela es indicativo de esto. El espacio físico así como algunos recursos materiales son símbolos de lo que llamamos educación. Baste poner un gis en la mano de una persona y un pizarrón detrás para saber que se trata de un profesor. Los uniformes también forman parte de este sistema de símbolos, como bien lo saben los japoneses quienes han sabido colocar el uniforme escolar como un icono internacional. El aula, por ejemplo, se presta para un análisis simbólico de sus elementos constitutivos que incluyen desde el color de las paredes hasta la distribución de los pupitres. Los cambios llevados a cabo en los mismos son también susceptibles de interpretación, la desaparición, por ejemplo, de la posición elevada del profesor ha sido relevante en los últimos años por la carga simbólica que esto expresaba. La estructura simbólica del espacio en una escuela es muy clara, no encontramos una escuela en la que los salones tengan cómodos sillones y una mesa de centro en torno de la cual los alumnos se sienten a escuchar al maestro quien también está sentado en un lugar no diferente al de ellos. Esto
17
Baudrillard, Jean. El sistema de los objetos. Siglo XXI, 1969.
13
también es una cuestión simbólica. De igual manera, el análisis de la pertinencia de lo que «adorna» las paredes tiene que ver con la interpretación de símbolos: una fotografía de una mujer desnuda sería inapropiada para un aula, pero un esquema de la misma mujer desnuda en una posición anatómico normal, no lo sería. Esta pertinencia tiene que ver con una interpretación. Para Vygotsky, por ejemplo, los materiales didácticos (en tanto que símbolos) son de suma importancia pues son mediadores instrumentales que permiten la adquisición de conocimientos nuevos. Son apoyos que logran el proceso de interiorización de un conocimiento adquirido. Así, primero se utiliza este apoyo externo (el material didáctico) y luego se le deja de lado cuando la operación ya no es sólo una acción, sino que se ha interiorizado. Estos materiales deben llenar de sentido el contenido a aprender. Se trata, entonces, de generar estructuras cognitivas mediante materiales que, a fin de cuentas son simbólicos. Así pues, todo lo concerniente a la materialidad de la educación, en tanto que productos culturales, tienen una carga simbólica muy fuerte y por lo tanto la pertinencia del método hermenéutico es clara. 3.4
Hermenéutica del proceso comunicativo entre educando y educador. La educación es un proceso complejo, es decir, está formado por varias acciones más simples18. El inciso 2.1 se ha considerado a la educación en su conjunto como objeto de interpretación, en el 3.3 se ha considerado a algunos elementos propios de la educación. Pero hay acciones que entran dentro del proceso educativo que no son propias de la ciencia de la educación pero que también se conectan directamente. Tal es el caso de la relación comunicativa existente entre educando y educador. En el proceso de educación alguien pretende comunicar a otra persona algo. No se trata aquí de una teoría de la
18
No por esto me refiero a que existan acciones simples a la manera de concebirlas de Davidson, simplemente a la cuestión de que podemos dividir la acción educativa en acciones más pequeñas que nos permitan su estudio.
14
enseñanza, sino de una más general teoría de la comunicación19. La hermenéutica funge como herramienta de análisis de esta acción comunicativa, la cual asume como premisas que 1) el profesor trata de un poner en común cierta información20 mediante un sistema de signos establecidos en una cultura determinada y 2) que este proceso comunicativo conlleva a la fusión de horizontes de comprensión del educando y el educador, esto es, que ambos generan un campo común en donde la comprensión mutua es posible, digamos, por ejemplo, en el caso de una instrucción. Este enfoque de la relación corresponde en mayor medida a las ciencias de la comunicación que utilizarán la hermenéutica para comprender cómo se da este proceso pero cabe señalar que el proceso de enseñanza, aún en el constructivismo o en sistemas autodidactas como el e-learning, es fundamentalmente un proceso comunicativo. Si no hay comunicación el profesor no puede generar el ambiente de aprendizaje necesario para que el alumno aprenda. El educando y el educador están en una relación en la cual el primero está recibiendo información del segundo, información que normalmente no se desea que se quede meramente en el plano intelectual sino que se lleve a cabo una transformación existencial (Kierkegaard), que sea significativa (Ausubel) que genere nuevo conocimiento (Piaget, Viygotsky). Tanto el educando como el educador cargan sobre sí experiencias, vivencias, conocimientos y desconocimientos, creencias y demás construcciones que representan su horizonte de comprensión. La fusión de esos horizontes para el mutuo entendimiento es también objeto de estudio de la hermenéutica21.
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Que la enseñanza es un tipo particular de comunicación me parece evidente, aunque quizá no lo sea del todo. Por el momento no quisiera entrar en controversia y asumiré la verdad de esta afirmación. 20 Es verdad que con la creciente popularidad del constructivismo en educación, esta idea de que el profesor transmite información al alumno parece fuera de moda, pero no es así; a fin de cuentas, el profesor sigue guiando la clase, aún y cuando busca que el alumno construya su propio conocimiento. Continúa dando instrucciones, planteando preguntas, retroalimentando resultados. Todas estas acciones son, sin lugar a dudas, acciones comunicativas. Así, podemos decir que entre el profesor y el alumno existen más acciones comunicativas que educativas. 21 En este sentido, la idea del aprendizaje significativo de Ausubel que trata de vincular los conocimientos nuevos con los previos es una forma de referir esta fusión de horizontes.
15
3.5
El docente como intérprete. El docente es también un intérprete en muchos sentidos. Interpreta su disciplina («visión de su profesión»), interpreta los objetivos de la escuela, del sistema educativo, del plan de estudios, del sentido de la educación, etc. Interpreta también al alumno en sus actitudes diarias, cuando evalúa (se interpretan conductas, trabajos, tareas, exámenes, entre otros.), cuando charla con los alumnos. Pero también es un emisor de mensajes, la forma en que se viste (aún y cuando no lo haga intencionalmente, y quizá especialmente en este caso), la forma en que expone, los símbolos que utiliza (diagramas, metáforas, narraciones, etc.) 22. En la mayoría de las instituciones los docentes se apegan a una estructura educativa que ellos no han elegido y por lo mismo, comprender los temas que en su materia se exponen y las razones por las cuales se eligieron esos y no otros, así como cambiar (en la medida en que la institución se lo permita) por otros que considera más pertinente, son acciones interpretativas. Lo mismo sucede cuando prepara una clase, transforma un contenido del programa o del libro en una experiencia expositiva, experimental o vivencial con la intención de que sus alumnos adquieran el aprendizaje. Entonces, el profesor es también un hermeneuta y sus actividades pueden ser analizadas bajo un método hermenéutico, pero también debe ser educado en consecuencia, es decir, debe aprender hermenéutica para mejorar esas interpretaciones que realiza.
3.6
El alumno como intérprete. Así como el profesor lleva a cabo una labor interpretativa, también el alumno lo hace. Cuando se le da una instrucción, cuando se le explica un tema, cuando se le presenta el temario, etc. Cualquier acción que el profesor realice puede ser interpretada por el alumno. No sólo las acciones educativas, sino las acciones del docente y de otro personal de la escuela en general están puestas ahí para ser interpretadas. Lo que dicen los profesores fuera del aula, sus comportamientos, su vestimenta, etc. También
22
Jugando un poco con esto y con la clasificación proporcionada por Maurizio Ferraris sobre lo que significa interpretar, podemos decir incluso que el docente es un intérprete en el sentido de un actor o un músico que interpretan una obra ante un público.
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las acciones del alumno (especialmente en la adolescencia) son dignas de ser interpretadas: rebeldía, apatía, atención extrema, etc. Son símbolos que el docente puede interpretar y que muchas veces son manifestaciones concientes que los muchachos utilizan para generar una respuesta en el profesor. Por supuesto, el alumno interpreta también los textos, ya sean los libros, lo que el profesor le dice, los apuntes propios y de sus compañeros, etc. 3.7
Educación como proceso de inducción simbólica. Pero el objeto principal de la pedagogía hermenéutica es la educación en su conjunto. Hasta ahora hemos visto el análisis hermenéutico de las acciones educativas, de la educación como fenómeno, etc. Pero debemos comprender que, a fin de cuentas, la educación es un proceso mediante el cual el educando es introducido a un sistema simbólico. En la educación básica, el educando es introducido a la sociedad a la que pertenece. En la educación profesional, al sistema simbólico de una profesión particular: médicos, abogados, filósofos, etc. Así, se le presenta un lenguaje particular, una forma de ser, de vestir, de ver la vida, de metas y valores, etc. Podemos entender el proceso de educación como aquél mediante el cual el educando es integrado a una cultura, entendida esta como un conjunto de estructuras simbólicas (Casirer). Aceptando como premisas principales que 1) el hombre es un animal simbólico, 2) que la cultura es un producto humano (por la premisa anterior) y una estructura simbólica y 3) que nos hacemos humanos o personas en tanto que compartimos una cultura, esto es, compartir una estructura simbólica, entonces el llegar a ser humanos plenos implica aprender esa estructura simbólica, manejarla apropiadamente, ser elementos funcionales de la comunidad simbólica a la que pertenecemos. La educación es el proceso mediante el cual aprendemos esa cultura. De ahí que la hermenéutica sea una herramienta apropiada para explicar la educación.
17
3.8
Educación como proceso de capacitación del educando para la interpretación de símbolos. Esta cuestión deriva directamente de la anterior, pero no son necesariamente la misma. Aquí la educación no sólo es vista como una inducción al sistema cultural, sino que también es una capacitación para la interpretación de esos símbolos y, por lo tanto, implica la formación del educando como hermeneuta. Esta distinción no desea contraponer los dos enfoques, haciendo del primero un enfoque acrítico mientras que este segundo sería un enfoque crítico. Mi intento es el de señalar que aquí la hermenéutica no es una herramienta para estudiar la educación (en tanto que producto cultural) sino que además se convierte en una herramienta que debe ser enseñada al educando. Mientras el enfoque en la primera propuesta está más vinculado con los estudiosos de la cultura, de la antropología, este segundo enfoque es más práctico y afecta directamente a la pedagogía y a la formación docente.
Conclusión Por supuesto que esta lista de tópicos no es exhaustiva, la cantidad de problemas que cada una de estas tres relaciones puede ampliarse aún más. Por el momento mi interés fundamental no es agotar todas y cada una de ellas. Lo que he pretendido señalar aquí es la gran gama de posibilidades que tiene el tema de la educación para ser abordado desde la perspectiva de la hermenéutica filosófica. Un estudio hermenéutico, por ejemplo, de las estructuras simbólicas de los objetos educativos, por ejemplo, viene a mi mente como un proyecto próximo; es decir, pensar en la forma en que cargamos de simbolismo ciertos elementos de manera tal que en ellos se puede interpretar inmediatamente la actividad docente o cómo la conformación del espacio simbólico genera lo que llamamos escuela, son preguntas que podrían abordarse desde una perspectiva hermenéutica y podríamos obtener interesantes resultados más allá de lo que la psicología pudiera decirnos al respecto. La estructuración social del espacio educativo formal, la escuela, y todos sus componentes presentan a la hermenéutica de la imagen una gama tan rica de posibilidades de estudio que me cuesta trabajo no 18
iniciar con las reflexiones aquí. Ya en la sección correspondiente señalé una que me parece de lo más interesante: la representación del cuerpo dentro del espacio escolar. Hay mucho que estudiar. Espero que con este breve artículo hay contribuido a generar expectativa y encontrar eco en estas investigaciones.
Bibliografía Baudrillard, Jean. El sistema de los objetos. Siglo XXI, 1969. Beuchot, Mauricio. Lineamientos de hermenéutica analógica. CONARTE, Nuevo León, 2006. Beuchot, Mauricio. Tratado de hermenéutica analógica. Ítaca, México, 2002 Cassirer, Ernst. Antopología Filosófica. FCE, México, 2004. Ferraris, Maurizio. La hermenéutica. Taurus, México, 2001. Grondin, Jean. Introducción a la Hermenéutica Filosófica. Herder, Barcelona, España, 2002. García Amilburu, La educación, actividad interpretativa. Dykinson, Madrid, 2002. Good, T. y Brophy, J. Psicología Educativa Contemporánea. McGrawHill. México, 1995. Jaeger, Werner. Paideia. FCE, México, 1987. Mèlich, Joan-Carles. Antropología simbólica y acción educativa. Paidos, papeles de pedagogía #29, Barcelona, España, 1996. Michel, Guillermo. El arte de espejos. Nietzsche, F. Sobre el porvenir de nuestras escuelas. Tusquets. Barcelona, España, 2000.
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