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análisis sobre el valor de la Arquitectura genérica

TA Maestripieri 2011 - Adrian Ortelli

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El siguiente texto es el resultado de la investigación, redacción y edición de Adrian Ortelli, para ser presentado como trabajo final de Teoría de la Arquitectura cátedra Maestripieri, Universidad de Buenos Aires, durante el mes de noviembre de 2011.

Se permite el uso parcial o total bajo la condición de la publicación de mi autoría y la URL de descarga.

¡Gracias por leer!

Adrian Ortelli adrianortelli@gmail.com

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“El lamento sobre la ausencia de historia es un reflejo ya agotado. Expone un consenso tácito en que la presencia de la historia es deseable. Pero, ¿quién dice que ese sea el caso? Una ciudad es un plano habitado de la manera más eficiente por gente y procesos, y en la mayoría de los casos, la presencia de la historia sólo arrastra hacia abajo su rendimiento.”

(Rem Koolhaas, “Ciudad Genérica)

Este texto no es el primero (ni será el último) donde se intente rebatir la validez de las ideas que intentan sustentar la genericidad en la arquitectura. No como manera de agregar al debate, sino a manera de ejercicio y como forma de ser consecuente con mi pensamiento, escribo MI visión, la mía particular. El buscar entre los hechos y los dichos, el reflexionar y ordenar conceptos y pensamientos acerca una de las cuestiones que actualmente divide opiniones es particularmente provechoso para mí, conlleva necesariamente una fundamentación en valores que tiene como efecto mayor claridad y coherencia entre el sentir, el pensar y el hacer.

Los partidarios de lo genérico en la arquitectura encuentran en ello una alternativa a la tradición canónica de la arquitectura académica. Hablan de ello como si lo característico fuera algo que necesita ser revisto, algo que ha perdido validez, y proponen un alejamiento consciente de lo característico hacia lo unitario. Encuentran su justificación en 3 cuestiones fundamentales: -

ÁMBITO MULTI-SOCIOCULTURAL: Durante el siglo XX, el desarrollo de los medios de transportes y la difusión masiva de las tecnologías de información ha hecho que las fronteras culturales sean cada vez más difusas. Cada vez los hechos lejanos tienen una gravitación local más rápida y más trascendente en la realidad local.

Actualmente es muy común poder comprar productos tecnológicos fabricados en China, previamente diseñados en EEUU o Europa, o utilizar sistemas informáticos desde cualquier lugar del mundo diseñados en los países desarrollados, e implementados en Asia o Sudamérica. Lo que hoy en día forma parte de lo habitual implica una serie de interacciones entre culturas diferentes que hasta hace pocas décadas no era posible, esto se logró mediante una paulatina y constante integración de las culturas: la difusión de lenguas intermedias, valores e íconos culturales, consolidación de rutas comerciales aéreas, terrestre y marítimas, operaciones bancarias on-line, etc. De manera resumida, globalización.

- CRECIMIENTO EXPONENCIAL DE LA HISTORIA: De la mano del crecimiento de las tecnologías de la información, aumenta la cantidad de la información disponible y la capacidad para procesarla. Se recopilan más datos y se documentan en el acto: existen publicaciones on-line, bibliotecas virtuales, fotografía digital, redes de todo tipo, buscadores específicos, foros de cualquier temática, etc.

El aumento de la información sobre el presente está haciendo que comparativamente la información sobre nuestra historia sea cada vez menor, tendiendo a desaparecer, siendo esto acrecentado por las cada vez más urgentes necesidades comerciales y financieras.

El valor del instante presente no tiene precedentes. Por obra de la especlación y la eficiencia, hay sólo una cosa más importante que el instante presente: el inmediatamente posterior. Esta proyección de la sociedad hacia adelante causa un corte inevitable con todo lo pasado, entrando en esta categoría lo vernáculo y hasta la identidad de las propias personas. El crecimiento exponencial de la historia, o mejor dicho, el crecimiento exponencial de la información histórica, tiene como límite la propia desaparición de la historia: “…el pasado se terminará volviendo demasiado pequeño para ser habitado y compartido por aquelos que están vivos…”

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Todo es ahora, las sociedades viven renovando su amnesia.

CUALIDAD ESPACIO-TEMPORAL: Entendemos los espacios del habitar humano como una realidad física: cuerpos materiales en una situación y un contexto determinado, en relación con su alrededor mediato e inmediato. El ámbito del hacer humano coincidió tradicionalmente con su espacio de habitar, se hace donde se está, algo tan sencillo y natural como eso. La universalidad de este concepto queda probada en que es aplicado en la cuantificación de toda tarea humana, como parámetro directo del valor de los objetos producidos con intervención humana. Más horas-hombre, más costo.

Nuestra realidad espacio-temporal ya no coincide plenamente con nuestros espacios. Las tecnologías de la información nos permiten una interacción que trasciende la mera comunicación. Estamos comunicados globalmente 24/7, tenemos conversaciones en distintos idiomas con traducciones automáticas, operaciones con cambio de moneda, respuestas automáticas, formularios que recogen información continuamente, estadísticas de uso, presencia en diversas redes, etc. El valor de las empresas en internet se mide mediante complejas ecuaciones que predicen el crecimiento de su uso según diversos parámetros, teniendo el capital físico y humano una mínima incidencia. Las profecías autorealizadas son más frecuentes que nunca, el interés comercial nunca fue tan tendencioso. Vivir “en la nube” es extrañamente bien visto.

Esta nueva dimensión del hacer y el trascender humano requiere si no nuevos espacios, al menos nuevas interfases. Como siempre los arquitectos reaccionamos con algo de lentitud a los acontecimientos, aunque en este momento nuestra nueva cualidad espacio-temporal ha producido los objetos-interfase que necesita, la tecnología está lista para empezar a integrar las nuevas interfases a los espacios. La domótica fue el inicio de la integración entre los espacios que diseñamos y la información de la que disponemos. Actualmente es posible conseguir comercialmente vidrios electroocluíbles, LCD’s transparentes, espejados, flexibles o resistentes a la temperatura. Todo esto combinable con interfases touch, con estos avances técnicos es posible reconsiderar la disposición tradicional de los espacios de acuerdo a la nueva forma de interactuar con la información. Podemos crear infinidad de nuevas interfases, e incluso nuevos objetos.

Según sus defensores, estas 3 cuestiones desembocan en una necesaria genericidad porque lo genérico es la posibilidad de la interacción: “…la ciudad genérica… no es nada sino un reflejo de la actual necesidad y la actual habilidad…”

A diferencia de la arquitectura internacional producida a partir de la consolidación del movimiento moderno, lo genérico no es una propuesta de arquitectura para las condiciones actuales de la sociedad como propuesta de superación, es la actualidad misma de la sociedad configurada en forma de espacios de uso. Lo genérico obvia la instancia de reflexión, por eso no llega a configurar una propuesta, es solamente el reflejo de ciertas condiciones dadas. Las condiciones que la propician son la eficiencia y el máximo interés.

La propuesta modernista de una “arquitectura internacional” era plenamente consciente de la escala de los cambios en todos los órdenes sociales, e intentaba una profunda renovación del canon ecléctico establecido. Fue un pensamiento desde la arquitectura hacia la sociedad.

Como los cánones anteriores, pecaba de soberbia al pensarse universalmente válida y eso fue uno de los motivos de su agotamiento. Como todo lenguaje creado, se hizo de todos los símbolos y convenciones que requirió para poder realizarse.

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Lo genérico no es un acto reflexivo, no surge de la arquitectura (teniendo como criterio de arquitectura el espacio habitable fruto de una reflexión previa), es la pura necesidad y especulación actual. En esto intento ser descriptivo y no volcar calificaciones subjetivas. Que la situación actual no propicie reflexiones no es algo bueno o malo per sé, es por ahora un elemento de análisis.

LO GENÉRICO EN LA CIUDAD: Analizada las justificaciones dadas por sus partidarios, toca ahora hacer un diagnóstico sobre las formas en las que lo genérico aparece en la ciudad, su trascendencia y su proyección, para poder avanzar luego sobre su valoración.

Lógicamente, es difícil establecer ejemplos concretos de lo genérico, pues sería ya una particularización. A modo de generalidad, se puede decir que es toda falta de identidad y particularidades. Lo genérico también puede pasar por la elección de significaciones arbitrarias o improcedentes. En un ámbito de una homogénea identidad, la aparición de lo genérico lo convierte por recorte en algo característico, pero completamente aislado de su contexto. La proliferación de estos objetos característicos desvinculados del contexto local es otra forma de lo genérico. Podemos además establecer tipologías y distribuciones genéricas.

Específicamente, lo genérico encuentra su expresión en la ciudad tanto a escala urbana como a escala zonal y humana. El rascacielos es el mejor representante de las necesidades genéricas a escala urbana: puede ser implantado en cualquier lugar indistintamente. Se ubican distanciados, ni siquiera establecen relaciones entre ellos. “…Densidad en aislamiento es el ideal…” La otra expresión de lo genérico a escala urbana de lo genérico es la implantación de grandes ciudades en brevísimo tiempo, solamente por decisiones que dependen de conveniencias económicas. El planeamiento a futuro no existe, si es necesario ampliarla se extenderá, si es excesivamente grande se eliminará el excedente.

A escala zonal y humana, las construcciones genéricas comparten un lenguaje que condensa los ejemplos más trillados del modernismo, el estilo internacional y el posmodernismo, con guiños a ciertas obras o arquitectos en boga. Es estrictamente un “lenguaje de recursos”, y no un lenguaje creado para comunicar inquietudes específicas. Su cualidad genérica depende del vaciamiento de significado, no hay ponderación de la asociación entre lenguaje, forma y función, respuesta a condicionantes geográficos, tradición vernácula, etc. El mayor nivel de complejidad alcanzado es la abstracción autoreferencial, pero siempre sin otras intencionalidades.

También es común ver ejemplos donde lo fundamental es la respuesta a la necesidad de enunciar un mensaje comercial: shoppings, cines, estadios-cartel, y hasta universidades se diseñan como espacios contenedores que se diferencias de los otros edificios-objeto genéricos por ser un ícono de su propia función. La única caracterización son los anuncios y la conformación general, que anuncian la función del objeto.

VALORACIÓN DE LO GENÉRICO: Por un lado, lo genérico es anunciado como un nuevo criterio de valor en la arquitectura. Por el otro, las expresiones genéricas son aún resistidas desde la teoría y la práctica. Desde la teoría se argumenta que algo está mal en tanto posea una contextualidad defectuosa. Desde la práctica se continúa proyectando con una metodología centrada en el contexto, refiriendo sin parar los numerosos ejemplos de obras fallidas por un mal análisis del contexto (voluntario o por error). Para tomar posición en este sentido, debemos reflexionar sobre el valor de lo genérico o el contexto en la arquitectura.

Lo genérico se basa en las necesidades actuales: una especie de funcionalismo sociocomercial. No analiza la dirección del movimiento ni se reformula el problema. Al no haber reflexión ni reformulación, no hay posibilidad de evaluar las respuestas, por lo tanto no hay respuestas malas. No hay mala genericidad, y si la hubiera se destruiría o se abandonaría. En

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esta muy dudosa lógica radicaría toda la virtud de lo genérico. El problema no se enuncia, sólo hay una necesidad que se resuelve con meras especulaciones.

Por otro lado, la arquitectura que considera el contexto busca caracterizar lo mejor posible cada obra, dotarla de una red de significados que trasciendan lo meramente funcional y alcancen las diversas dimensiones de la existencia humana: su historia, su necesidad presente, su proyección, sus deseos. Estas cuestiones generales tienen complejas implicancias en el problema arquitectónico propiamente dicho, mediante la reformulación constante del programa es posible acercar y adecuar la respuesta proyectual a la realidad del problema. Enuncia que no hay otra manera de dar una correcta respuesta a un problema de arquitectura que no sea atendiendo cuidadosamente los condicionantes del contexto. Se enuncia el problema como una cuestión netamente humana, reconociendo la necesidad de una historia y una propia identidad como algo inseparable de nuestra realidad física, mental y emocional. Dice Koolhaas, intentando argumentar su posición: “…existe un consenso tácito en que la presencia de la historia es deseable…”

Creo que, como muchos otros a través de la historia, Koolhaas somete la interpretación a su “sistema”, a su manera de ver las cosas. Es muy seductor el hecho de ser referente obligado de la crítica arquitecónica, y poseer una estructura teórica donde quepa toda la realidad actual como para dejar que algún hecho quede fuera de este marco, aunque al forzarlo rompa todo lazo con la realidad y convierta un problema humano en una especulación, en una ecuación de optimización.

Las lecturas de Koolhaas sobre la aparición de lo genérico en la ciudad son muy agudas, pero utiliza un hábil giro al basar su justificación solamente en suponer que la virtud de lo característico depende de un acuerdo tácito. No es posible deducir la conveniencia de lo genérico en base a la falta de reflexión sobre el valor de lo característico, desde el punto de vista lógico es meramente un sofisma.

Dándole a esta justificación carácter de problema humano y no solamente lógico o de máxima eficiencia, Koolhaas se contradice al decir que “…una ciudad es un plano habitado de la manera más eficiente por gente y procesos, y en la mayoría de los casos, la presencia de la historia sólo arrastra hacia abajo su rendimiento…”

El habitar humano escapa por completo a toda consideración sobre el rendimiento. Si así fuera, deberían ser nuestras ocupaciones cuestiones como la “maximización del rendimiento de la emociones placenteras”, la “mayor eficiencia de las vacaciones anuales”, o la “minimización de las indeterminaciones y libertades del ¿qué ropa me pongo?”

En tanto personas, tenemos necesidad de afectos y memorias que funcionen como anclas, que se fijen como marcas y referencias, para poder darnos entidad, y a partir de eso tener una dirección. Según el consenso psicoanalítico, sin la referencia de una historia y una identidad personal, no es posible desarrollar un aparato psíquico saludable. La fundamentación de la arquitectura que considera el contexto radica en cuestiones esenciales de la vida interna de todos los hombres. Obviamente que también en conveniencias y especulaciones, son parte también del contexto.

Lo que no debe ser una especulación es el valor de la arquitectura, en todas sus acepciones.

Desde el inicio de la humanidad ese ha sido el problema último de la arquitectura y las construcciones: cómo dotarla del mayor valor posible. Su valor como refugio, su valor como símbolo, su valor como espacio adecuado al uso requerido. También su valor monetario, su costo y su precio.

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El concepto de “valor” en arquitectura está actualmente atravesado por múltiples cuestiones comerciales y canónicas, haciendo que se llegan a resultados donde es muy difícil tomar una posición acerca de la real valoración de una obra. Considerando o no el contexto particular de cada proyecto, una de las formas más concretas de dar real y profundo valor al resultado es mediante una lectura sensible de las amplias condiciones del problema, entendiéndolas en sus vastas dimensiones. La arquitectura de lo característico entiende los proyectos como organismos, como procesos, y analiza las relaciones formales, espaciales y de uso entre el entorno y el organismo. En tanto queden excluidas del análisis las relaciones que el entorno y el organismo tienden con cada uno de los usuarios del proyecto planteado, el problema no habrá sido entendido por completo.

Si no nos aseguramos el completo entendimiento de las totales condiciones que influyen en un proyecto estaremos arriesgando el resultado. El estudio precio puede categorizarse para poder completar un barrido completo de la mayoría de los aspectos a considerar, pero no se deben dejar de lado las particularidades (siempre escurridizas, aparentemente detalles) que no cuadran en ninguna categoría. Sirva como ejemplo la obra de Gehry en Bilbao. Podría asegurarse con un considerable nivel de razón que el Guggenheim tiene varios de los vicios criticables al postmodernismo descontextualizante, y es ciertamente una obra tratada de manera objetual que intenta diferenciarse de su entorno. Sin embargo, la clave de su éxito radica que en que tanto Gehry com el cliente entendieron que era necesaria una obra que funcionara como “catalizador” para la transformación económica de la ciudad. Aún así, el objeto-edificio está lleno de guiños y referencias a la identidad de Bilbao y a su deseo de transformación. Podrá discutirse si Gehry entendió el problema, o si era el problema justo para Gehry, pero ese es otro asunto.

CONCLUSIÓN: El fenómeno de lo genérico en la arquitectura es reflejo de las transformaciones técnicas, económicas y sociales sucedidas durante las últimas décadas, cuyos efectos pueden ser englobados dentro del término “globalización”. La transculturación que vivimos propicia la creación de generaciones de rasgos culturales híbridos. La posibilidad de estar comunicados globalmente al instante acelera estos procesos y los acrecienta. Se avanza sobre una integración cultural, no económica o comercial. Más aún, se trata de un proceso donde a la vez que se propicia la integración cultural, se acrecienta la desigualdad entre países de primer y tercer mundo. La complejidad de la hibridación cultural es causa de que cada vez un mayor porcentaje de la población quede excluida de los círculos productivos y financieros.

Kierkegaard pone la medida del hombre en función de cuál sea su patrón de comparación.

Propone que la mayor medida alcanzable por el hombre es al compararse con Cristo, sólo así podremos llevar una vida en constante expansión que nos lleve a la plenitud del yo. No corresponded a este análisis las cuestiones teológicas, solamente las terrenas. Pero tomo de este razonamiento que nuestro límite, nuestro horizonte a trascender está dado por nuestras aspiraciones.

En tanto la propuesta genérica esté basada en una especulación de eficiencia, su dirección será incierta. Las necesidades financieras y comerciales del mundo han tomado un vuelo tal que lograron ser autónomas de la humanidad misma. Su importancia es tal que su solución no reconoce límites, los problemas de la banca internacional nos inquietan más que los millones de personas muriendo o matando por situaciones que la misma banca generó. Mientras lo genérico represente los valores y necesidades de este sistema, su finalidad será anti-humana.

Es necesario volver una y otra vez volver a replantear cada problema de arquitectura con toda la caracterización necesaria, de manera personal, como apuesta a la integración social y a la solución paulatina de los problemas de los hombres. ¿Por qué es necesario? Porque ser plenamente conscientes de nuestra identidad es necesario para tener una dirección, para nunca olvidarnos de lo esencial. Para ser alguien, para encontrarnos.

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MAPAS CONCEPTUALES

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