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Consecuencias socioeconómicas

de la caridad extranjera, han dificultado enormemente la reinserción de estos grupos en la sociedad, arrastrando graves cargas psicológicas de su paso por el conflicto. Tal y como indicaba en 1999 un estudio del United States Institute of Peace, «la guerra de Angola ha durado casi cuarenta años, mientras que el angoleño promedio tiene solo diecisiete años. Por lo tanto, más del 80 por ciento de la población nunca ha experimentado una Angola en paz».37 Angola ha sido uno de los países más azotados por el uso de minas antipersona junto con Camboya y Afganistán, manteniendo aún millones de artefactos explosivos enterrados en zonas potencialmente aptas para el cultivo. El gasto previsto para desminar el país, cumpliendo así con los designios del Convenio de Ottawa38 para 2025, supera los 200 millones de dólares. Ello provoca que las tierras para uso agrícola sean mínimas (menos del 10% del total cultivable), motivando a la población a sembrar más allá de los espacios delimitados por el gobierno, con las consecuencias que ello conlleva. Como resultado, la gran mayoría de los alimentos necesitan ser importados desde el exterior, lo que ha lastrado gran parte del sector agrario.

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En términos sociales, el fin del período internacional y la inserción de las antiguas facciones opositoras en el gobierno implicaron graves desequilibrios en la sociedad angoleña. Señalábamos cómo las divisiones entre grupos ciudadanos derivaban en cierta medida por causas étnicas. Sin embargo, en esencia siempre fue el nacionalismo y la ideología, empleadas como herramientas políticas, las que jugaron un rol fundamental en la división del MPLA, UNITA y FNLA. Esto se puede reflejar en cómo especial cantidad de bakongos regresados de las zonas del norte de Angola acabaron por unirse a las filas del MPLA, a pesar de que su mayoría étnica era de carácter mbundu o mestizo. En 1993, un rumor exaltado sobre la idea de que tropas procedentes de Zaire, y por tanto asociadas a la etnia bakongo, planeaba asesinar al presidente Dos Santos en la capital, derivó en una escalada de violencia entre los luandeses, con repersecuciones sistemáticas contra zairianos y quema de escuelas e iglesias (Brinkman, 2003). Este evento, conocido como «Viernes Sangriento», socavó aún más las diferencias entre luandeses (también llamados kalus) y bakongos, provocando que el discurso étnico volviera una vez más a diluirse con los nacionalismos. En algunos casos, activistas radicales bakongos llegaron a reclamar la soberanía para la creación de una nación independiente inspirada en el antiguo reino precolonial Kongo, en lo que se entendería como «una lucha por la autodeterminación de las tierras de Kongo que fueron

37 Cita traducida y extraída del siguiente texto « The war in Angola has raged for nearly forty years, whereas the average Angolan is only seventeen years old. Thus, over 80 percent of the population has never experienced an Angola at peace» (p.2). 38 El Tratado de Ottawa, firmado el 4 de diciembre de 1997, establece dentro de los países partícipes de sus principios la renuncia del empleo, producción o almacenamiento de minas antipersona. Angola suscribiría el acuerdo apenas unos meses más tarde de la finalización de las hostilidades en 2002. Para más información, visítese el siguiente enlace: https://treaties.un.org/Pages/ViewDetails.aspx?src=IND&mtdsg_no=XXVI-5&chapter=26&clang=_en

anexionadas por Angola para ganancias coloniales» (Prendergast, 1999)39 . El proceso de identificación social en torno a una única nacionalidad estaba lejos de ser exitoso, y las divisiones continuaron acentuándose hasta el fin de la guerra civil, período donde los procesos de paz sirvieron para relajar las tensiones entre los antiguos rivales. En el ámbito económico, la devastación sufrida en el país por la guerra había destruido prácticamente la economía civil del país. La dependencia exterior que arrastraba la nación, así como la deuda contraída, habían respondido fundamentalmente a causas bélicas para la obtención de armamento. Para finales del S. XX.,Angola contraíaen deuda el 238% de su PIB (UNDP, 1998)40 . Por otro lado, Angola ya era un importante productor de petróleo antes incluso del estallido del conflicto, y gran parte de sus recursos fósiles serían enviados al extranjero para subsanar su déficit. Su condicionante como país exportador le granjearía importantes socios comerciales, sobre todo tras la crisis del petróleo del 73, donde hasta los países no miembros de la OPEP «resultaron favorecidos como consecuencia de la subida de precios de otros productos primarios y de las facilidades ofrecidas para el endeudamiento» (Bidaurrazafa Aurre, 2002-2003). Aun así, la situación del país en su crecimiento económico no había sido satisfactoria. Informes internacionales señalaban cómo a mediados de la década de los 70 las exportaciones decayeron hasta un 2% en relación con otros productores de petróleo, como la República Democrática del Congo (en ese momento Zaire) y Nigeria (BM, 1981) a causa del conflicto. Los 80 marcarían un paso hacia la dependencia exterior de su sector primario, revelando los graves desequilibrios estructurales que arrastraba el país a causa de su situación política interna. A partir de los 90, Angola comenzaría un proceso de remodelación de su sistema económico de uno planificado hacia otro de libre mercado, con un aumento significativo de las exportaciones gracias al fin del intervencionismo internacional y la pacificación temporal de las partes enfrentadas en 1992. La contracción de la deuda buscaría subsanarse a través del PIB que restaba del gasto dirigido al presupuesto militar. Estas políticas dejaron bajo mínimos las inversiones en educación y ayudas básicas a la ciudadanía, y su dependencia hacia el petróleo comenzó a vincularse progresivamente con la economía de las élites procedentes del gobierno de Dos Santos, conocido como el «Futungu de Belas»41 (García Rodríguez et al., 2013). Por otro lado, debido a que Angola no fue incluida dentro del grupo Heavily Indebted Poor Countries (HIPC), su deuda no fue condonada. Su déficit tanto en la balanza de pagos como en las arcas públicos siguió aumentando, y con ello la inflación (en ese mismo año, y según datos del Banco Mundial, rozaba el 4145, 10%). Aunque la situación de conflicto armado parecía ofrecer legitimidad al gobierno para imponer

39 Cita traducida y extraída del siguiente texto a « a struggle for self-determination of the. lands of Kongo that were annexed by Angola for colonial gains» (p. 210). lands of Kongo that were annexed by Angola for colonial gains» (p.2). 40 Citado por Bidaurrazaga Aurre, E. (2002-2003: 208). El legado del neoliberalismo en África Austral: los efectos económicos y sociales del ajuste. Revista CIDOB d’Afers Internacionals 60, pp. 185-211. Recuperado de https://www.raco.cat › index.php › RevistaCIDOB › article › download 41 Nombre que recibe parte del complejo presidencial establecido en la capital del país, Luanda.

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