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Fe en acción
Fe en acción
Dios responde las oraciones
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Pero a veces lo hace en formas inusuales
Dios a veces responde las oraciones de maneras misteriosas. Respondió mi oración por medio del enojo de mi madre.
Crecí en una familia metodista pero rara vez asistía a la iglesia. Cuando el resto de mi familia iba a la iglesia, yo me quedaba en casa a leer. Era un lector ávido y devoraba todo lo que se podía, con excepción de materiales religiosos.
Mi hermano mayor Romeo se había unido a la Iglesia Adventista y tenía muchos libros religiosos, pero yo no tenía interés en leerlos. Creía que los libros cristianos eran aburridos. Más tarde, cuando mi hermano contrajo matrimonio y se fue de casa, se llevó todos sus libros con excepción de uno: El conflicto de los siglos.
La situación financiera no era fácil para mi familia, y no había dinero para gastos extras. Por eso no podía comprar libros. Estaba desesperado por algo para leer. Por ello, un día tomé El conflicto de los siglos y me puse a hojearlo. Noté la frase «juicio investigador». No quería saber qué significaba, pero me intrigó porque sonaba a una historia de detectives.
Tal vez los libros cristianos no sean tan aburridos, pensé, y me senté a leer.
UN LIBRO TRANSFORMADOR
Quedé impresionado con el libro. No era lo que había esperado, pero no me desilusionó. Quise leer más de la misma autora.
«¿Tienes más libros de Elena White?», pregunté a mi hermano.
Él me miró un tanto desconcertado, pero me dio Patriarcas y profetas, Profetas y reyes, El Deseado de todas las gentes, El camino a Cristo, y otros.
Los leí a todos, y esos libros me cambiaron la vida. Sentí entonces que necesitaba aceptar a Jesús en mi vida, y quise ir a la iglesia. No estaba seguro a qué iglesia ir, si a la iglesia de mi familia, o a la de mi hermano. Oré a Dios pidiéndole orientación.
UNA MADRE ENOJADA
Un día mi madre se enojó mucho por algo que yo había hecho y perdiendo la paciencia me gritó: «Eres tan rebelde porque no vas a la iglesia. Este sábado tienes que empezar a ir a la iglesia donde va tu hermano. Él antes era rebelde como tú. Pero se hizo adventista, y ahora es un buen hombre, casado con una buena adventista. ¡Quiero que vayas a esa iglesia!»
Salió repentinamente y me dejó, sentado en silencio. Me di cuenta entonces que Dios había usado el enojo de mi madre para responder mi oración.
SEGUÍ LA CONDUCCIÓN DIVINA
Cuando llegó el sábado fui a la Iglesia Adventista Central, allí en la ciudad de Mutare. Esta es la cuarta ciudad de Zimbabue, situada en la frontera con Mozambique. Era la misma iglesia a la que asistía mi hermano Romeo, y él se quedó boquiabierto al verme allí.
«¿Quieres decir que esos libros lograron lo que yo no pude hacer durante tanto tiempo?», preguntó.
Me uní a una clase de estudios bíblicos, y un año después me bauticé. Con el tiempo llegué a ser diácono, más tarde jefe de diáconos, y luego anciano de iglesia. También contraje matrimonio con una adventista maravillosa. Ahora tenemos dos niños.
Dios usó un libro, la falta de dinero y una madre enojada para llevarme hasta él. Le estaré agradecido por siempre.
Rodrick Chinodakufa es un escritor independiente que vive en Mutare, Zimbabue.