5 minute read

Una visión experimentada

Mkhokheli Ngwenya

CUARTA HISTORIA

Orar por alimentos

Nadie parecía estar listo para Mkhokheli Ngwenya cuando llegó a la aldea donde se le había pedido que fuera pionero de Misión Global, en su nativo Zimbabue. Surgió un debate entre los miembros empobrecidos de la iglesia: Querían saber dónde viviría. Finalmente, un anciano de iglesia lo alojó.

La vida era difícil. La familia tenía poco que comer, y Mkhokheli, que predicaba y caminaba grandes distancias para hacer visitas domiciliarias, aún no había recibido su estipendio.

«Recuerdo pasar todo el día sin comer nada, para solo comer unas gachas de maíz a la noche», contó.

Estaba por renunciar, cuando escuchó una pequeña voz que le decía: «Mkhokheli, ¿no te sacrificarás por mí?» Ese fue un punto de inflexión. Su corazón fue tocado y transformado.

«Dios, si quieres que trabaje, dale a esta familia algo para comer», oró.

Dios respondió su oración. Poco después, llegó un autobús lleno de alimentos, jabón y otros artículos esenciales desde la Escuela Secundaria Solusi. Mkhokheli quedó atónito.

«Desde ese momento, comencé a rendir todo a Dios y a depender de él», dijo Mkhokheli, que fue pionero de Misión Global durante tres años y ahora estudia teología en la Universidad Solusi.

«Antes de ser pionero de Misión Global, tenía temor hasta de fracasar en el ministerio –dijo–. Pero la experiencia de trabajar en el campo misionero disipó todos mis temores y me inspiró el valor de enfrentar los desafíos que acompañan a trabajar para Dios. Mi deseo es trabajar para Dios como misionero de tiempo completo. Donde él me envíe, iré. Me encanta ver que se establecen iglesias en zonas no alcanzadas».

QUINTA HISTORIA

Una vida que vale la pena vivir

Daisy, de Corea del Sur, es misionera en el sur de Asia. Allí se sintió perpleja al conocer a una mujer que se rehusaba a ver a un médico, aunque había sufrido una grave quemadura. Sin esa intervención, la mujer por cierto moriría. No obstante, ¿qué podía hacer ella? [Para proteger su trabajo en un país hostil al cristianismo, Adventist World no publica el nombre completo de Daisy ni su lugar de servicio].

Daisy preparó una simple venda para la herida y oró con la mujer. Al día siguiente, regresó para cambiarle la venda y orar otra vez. También oró en su propio hogar, y pidió que sus amigos oraran. Pasó un mes y, para alegría de Daisy, la herida sanó por completo.

«Fue un milagro increíble en mi vida misionera –dijo Daisy–. Fue una asombrosa respuesta a la oración».

Pero lo que más la asombró fue el cambio que se produjo en su vida durante ese mes. Pensó que estaba ayudando a la mujer herida al orar por ella, pero al hacerlo, también recibió ayuda ella misma del Espíritu Santo.

«La oración me acercó más y más a Dios –dijo–, y él me dio una oportunidad de crecer».

Daisy está convencida de que Dios la llamó para ser misionera y para que su corazón sea más similar al de él.

«Desde que soy misionera, oro más, y he visto muchos milagros –dijo–. Me siento muy feliz de ser misionera, y no puedo imaginarme una vida distinta».

Andrew McChesney es editor del Misionero trimestral en Misión Adventista, con sede en la Asociación General de la Iglesia Adventista en Silver Spring, Maryland, Estados Unidos.

¿Dónde puedo encontrar más información?

 Historias y noticias misioneras:

AdventistMission.org

 Oportunidades misioneras a corto y largo plazo:

VividFaith.com

 Servicio Voluntario Adventista:

adventistvolunteers.org

 Pioneros de Misión Global: bit.ly/GMpioneer  «Fabricantes de tiendas»: TotalEmployment.org  Movimiento de los 1000 Misioneros:

1000mm.or.kr (NSD) or bit.ly/1000MMssd

 Adventist Frontier Missions: afmonline.org  Instituto de Misión Mundial:

instituteofworldmission.org

Enfoque

Una visión experimentada

Andrew McChesney, editor de la revista trimestral Misión, habló con Oscar Osindo, director interino del Instituto de Misión Mundial, y con Cheryl Doss, quien hace poco se jubiló como directora del Instituto de Misión Mundial, sobre sus experiencias misioneras. —Los editores.

¿Por qué los misioneros cambian durante el tiempo que prestan servicio?

Oscar Osindo: Sucede porque no existe una sola manera de presentar a Cristo a las naciones. Como misioneros, tenemos que hacer que el evangelio sea significativo dentro del contexto de las personas. Los misioneros aprenden nuevas maneras de ser relevantes para las sociedades que los reciben, tanto en forma personal como en su mensaje. En el proceso también experimentan transformación. Acabamos de realizar un seminario de reincorporación [a la cultura de base], y todos los misioneros que están regresando a sus países compartieron cómo los impactó el servicio misionero. En efecto, una de las razones por las que llevamos a cabo estos seminarios es porque el servicio misionero ha cambiado tanto las vidas de los misioneros que ellos experimentan un choque cultural reverso cuando regresan a sus países.

Cheryl Doss: En primer lugar, los corazones cambian debido a la disposición de los misioneros de responder al llamado de Dios que no solo llama: faculta a los que llama. En segundo lugar, por su compromiso a servir doquiera sean llamados. Si Dios los ha colocado allí, pueden confiar en que él los cuidará donde los ha puesto. En tercer lugar, porque vivir y trabajar con éxito de manera intercultural requiere aprender a ver por medio de los ojos de otras personas. Si quieren cumplir con efectividad lo que Dios los ha llamado a hacer, tienen que comprender a las personas a las que sirven y cambiar la manera de hacer su trabajo, para representar mejor el mensaje del evangelio en ese contexto.

¿Perciben alguna tendencia en la manera en que las vidas se ven transformadas?

Osindo: En las raras ocasiones en que la vida del misionero permanece sin cambios, podría deberse a un caso de imperialismo, en el que el misionero siente que su cultura es superior a la de la sociedad que lo alberga.

Doss: Una creciente tendencia mundial es la combinación de diversas culturas como resultado de la migración, globalización e influencia de los medios. Esto ha resultado en tendencias opuestas: la idealización del multiculturalismo y la xenofobia cultural. Los misioneros tienen que aprender cómo mantener su identidad mientras abrazan los cambios. Este aprendizaje es lo que el mundo y la iglesia necesita hoy para hacer frente a tendencias opuestas. Tener corazón de aprendiz, una disposición de adaptarse, y la identidad primaria de ser hijo de Dios –en oposición a la identidad primaria étnica, racial o nacional– tiende a garantizar un crecimiento y un cambio personal positivos para un servicio misionero de éxito. La misma mentalidad puede ayudar a las comunidades y a la iglesia para hacer frente a las tendencias mundiales actuales.

Osindo: Ninguna cultura es superior o inferior a otra, y solo el evangelio corrige a cada cultura. Con ello en mente, el misionero es humilde y va al campo misionero como aprendiz antes de ganarse el derecho de sugerir cambios en la vida de otros.

This article is from: