Publicación internacional de los adventistas del séptimo día
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gracia
Dónde se encuentra la
11 Gratitud y transición 14 ¿Cómo tenemos que orar? 26 Seguros en sus manos
Vol. 12 No. 12
N O TA
D E
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TA P A
Dónde se encuentra la gracia Lael Caesar
M U N D I A L
Sabemos lo que queremos. ¿Sabemos, sin embargo, qué es lo mejor?
No importa el lugar donde estemos, podemos agradecer a Dios por su conducción.
Albert Kazako
Dios usa a personas para guiar a sus hijos.
24 La buena historia de Dios
A D V E N T I S T A
Lael Caesar
Aun sin quererlo, todos estamos involucrados en un gran conflicto.
Un ángel con uniforme de la KGB – Segunda parte
A D V E N T I S T A
C R E E N C I A S F U N D A M E N T A L E S
Ted N. C. Wilson
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Frank Campbell
V I D A
8 Recordemos el plan de Dios H E R E N C I A
22 De víctimas a vencedores
Por algo le decimos «sublime gracia».
P A N O R A M A
14 ¿Cómo tenemos que orar? D E V O C I O N A L
Pavel Liberanskiy
En la Rusia soviética, los cristianos no siempre terminaron tan bien.
D E PA R TA M E N T O S 3 I N F O R M E
M UNDIA L
3 Informes de noticias 6 Noticia principal
11 S A L U D M U N D I A L Gratitud y transición
ESPÍ R I T U 20 DE
P R O F E C Í A
Un Salvador os es nacido
RES P U E S TA 26
PRE G U N TA S
A B Í B L I C A S
27 E S T U D I O B Í B L I C O Qué enseña la Biblia sobre la salud 28 I N T E R C A M B I O
Seguros en sus manos
D E
I D E A S
spanish.adventistworld.org
www.adventistworld.org: Disponible en línea en doce idiomas
Publicado por la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
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Adventist World | Diciembre 2016
F O T O
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P O R TA D A : :
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Más allá de las palabras
INFORME MUNDIAL
Los
Kent Kingston
y Elena White
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A D V E N T I S T
R E C O R D
El primer ministro de las Islas Salomón y un momento histórico
K I N G S T O N
ada de lo que conocemos en este mundo nos prepara para comprender plenamente la gracia de Dios. Cuando descubrimos una bondad tan plena y un amor tan persistente, alcanzamos los límites mismos del lenguaje para hallar palabras apropiadas. En su sentido más pleno, el Verbo que se hizo carne siempre trasciende el alcance de las palabras. Habría sido suficiente gracia si Dios el Padre hubiera anunciado desde el trono celestial que conmutaba nuestras sentencias y abría todas las puertas de la prisión. Habría sido la definición misma de un favor inimaginable e inmerecido. Sin embargo, que su hijo se rebajara hasta arrastrarse en nuestros tugurios, ser uno de nosotros, experimentar la suciedad y el dolor, y soportar lo peor de la debilidad y la crueldad, es más de lo que nos atrevemos a pedir o pensar. La gracia se hizo carne y huesos, en la monotonía y misterio de la humanidad, con la esperanza de vincularnos para siempre con el Padre. Jesús fue la gracia de Dios encarnada, porque esta se mueve invariablemente hacia los que sufren, lloran y pecan. Cristo atravesó nuestro portal definitivo –la muerte– para abrir la puerta a la sala inmortal del trono celestial. Ahora se ha sentado una vez más a la diestra del Padre, aguardando el capítulo final de la gracia, cuando dice que compartirá su gloria y su trono. Al leer las páginas llenas de gracia de este número de Adventist World, lo invito a detenerse asombrado y en adoración por esa gracia que se hizo parte de nuestra historia y llegó hasta nuestro lado. Por la gracia de Dios, usted ha sido llamado a ser su hijo, su amigo. Por su gracia, ha encontrado una comunidad de hermanos donde cada uno posee una singular historia de la bondad inmerecida de Dios. Por la gracia de Dios, puede tener un destino con Cristo en su reino eterno, que es mucho más feliz y pleno que cualquier cosa que las palabras puedan llegar a expresar (1 Cor. 2:9). Lo invito a permanecer en la gracia.
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Los asistentes a los festejos del aniversario visitan la tumba de Mary Semi, una misionera adventista asesinada.
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l primer ministro de las Islas Salomón brindó un tributo a los misioneros adventistas asesinados, y citó a la cofundadora de la iglesia, Elena White, en un discurso que celebró el 50° aniversario de un remoto hospital adventista. El primer ministro Manasseh Sogovare se unió a cientos de personas para una celebración de tres días en el Hospital Adventista de Atoifi, en la región oriental de la isla de Malaita, una ubicación que solo puede ser alcanzada por vía marítima o aérea. La capital del país, Honiara, se encuentra a cuarenta minutos de vuelo. Sogovare dijo que las políticas de gobierno se han visto fuertemente influidas por el hospital y una escuela de enfermería que funciona en el campus de la Universidad Adventista del Pacífico, en Papúa Nueva Guinea. «Puedo testificar de la contribución que esta iglesia ha hecho para desarrollar la capacidad de las Islas Salomón –dijo–. Los modelos de Atoifi y la escuela de enfermería han sido apropiados para nuestras zonas rurales […]. Es uno de los mejores hospitales de las Islas Salomón, uno de más respetados y mejor equipados». Para sorpresa de algunos, Sogovare incorporó sólidos temas espirituales en su discurso, aun citando de manera extensa a Elena White. «Como he participado en todo paso de avance hasta nuestra condición presente, al repasar la historia pasada puedo decir: “¡Alabado sea Dios!” –dijo Sogovare, al leer un pasaje del libro de White titulado Notas biográficas (p. 216)–.
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INFORME MUNDIAL Al ver lo que el Señor ha hecho, me lleno de admiración y de confianza en Cristo como director. No tenemos nada que temer del futuro, a menos que olvidemos la manera en que el Señor nos ha conducido, y lo que nos ha enseñado en nuestra historia pasada». Sogovare también habló sobre los pioneros adventistas que trabajaron duro y sacrificaron muchas cosas para llevar el evangelio y mejorar la salud del pueblo kwaio, tanto antes como después del establecimiento oficial del hospital de 91 camas, en agosto de 1966. Sogovare se emocionó al recordar a los que dieron tanto, «aun el supremo sacrificio», al referirse a misioneros tales como Lens Larwood, quien falleció en un accidente de tractor en 1979, y Mary Semi (falleció en 1929), Brian Dunn (1965) y Lance Gersbach (2003), todos asesinados por los que ellos habían ido a ayudar. Más tarde, un grupo de invitados viajó por unos minutos por vía marítima hasta el otro lado de la Bahía Uru y escaló hasta la cima de una empinada colina para rendir homenaje en el cementerio donde se encuentra Mary Semi, una misionera adventista que fue brutalmente asesinada en conexión con una disputa sobre cómo pagar el precio por una novia del lugar. Los testimonios orales recuerdan de manera consistente que el esposo de Mary, Semi Pukerera, también de las islas occidentales, corrió colina abajo para no ser la siguiente víctima. Saltó y fue llevado milagrosamente por el aire, aterrizando con seguridad en el océano, donde fue recogido por una embarcación de la costa opuesta. Chester Kuma, representante del Departamento de Ministerios de Salud de la División del Pacífico Sur, cuyo territorio incluye las Islas Salomón, y médico en Atoifi entre 1988 y 1999, recordó durante sus palabras una instancia específica en la que se hizo
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evidente la conducción divina. En 1994, los líderes del hospital y la Iglesia Adventista se reunieron para analizar el cierre de la institución, debido a dificultades financieras. La clausura parecía inevitable después de la reunión de todo un día en la que se analizaron y rechazaron varias estrategias y se llevaron a cabo fervientes sesiones de oración. Antes de tomar el voto final, sin embargo, uno de los participantes fue llamado al teléfono, y regresó llorando. Le llevó unos momentos recuperarse lo suficien-
te como para anunciar que el gobierno de Nueva Zelandia estaba extendiendo una considerable subvención, que era justamente el monto que necesitaba Atoifi para seguir abierto. La multitud irrumpió en aplausos al escuchar la historia, y la embajadora de Nueva Zelandia en las Islas Salomón, Marion Crawshaw, se mostró visiblemente complacida. Crawshaw siguió la ceremonia desde un estrado construido especialmente para la ocasión, junto al embajador australiano Andrew Byrne. n
Ayudar a los refugiados es Andrew McChesney
«tan importante como predicar» El director de ADRA en Serbia comparte lecciones
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l pastor adventista Igor Mitrović creía en el pasado que el llamado profético de la iglesia era proclamar la segunda venida de Cristo. Después de trabajar en la vanguardia de la crisis de refugiados en Europa durante el último año, Mitrović ve un segundo e igualmente importante llamado profético: ayudar a los indefensos. Los dos llamados están relacionados entre sí, según dijo Mitrović en una entrevista en un centro de crisis para refugiados en Belgrado, la capital de Serbia. Al llegar hasta los que no pueden ayudarse por sí mismos, los adventistas están compartiendo el evangelio con tanto poder como si llevaran a cabo una campaña de evangelización. «Toda vez que encontramos un extraño, alguien que necesita ayuda,
somos llamados a levantar nuestra voz y protegerlo», dijo Mitrović, citando al profeta Amós del Antiguo Testamento y sus fuertes denuncias de la explotación de los indefensos, en pasajes tales como Amós 2:6-8 y 8:4-7. Mitrović, que ha trabajado como director de ADRA en Serbia durante los últimos cinco años, también expresó un nuevo aprecio por los personajes bíblicos que fueron refugiados, y comentó que la obra de vanguardia de la iglesia con los refugiados estaba llevando el mensaje del evangelio tanto a ellos, los refugiados, como a los no adventistas que simpatizan con la iglesia. El pastor contó que un intérprete hace poco comenzó a asistir a una iglesia adventista. ADRA no está sola para ayudar a los refugiados en Serbia. Muchos de los
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El pastor Igor Mitrovic´ habla con un periodista fuera del centro de refugiados en Belgrado (Serbia).
seis mil adventistas de ese pequeño país balcánico entraron en acción tan pronto los refugiados llegaron al país el año pasado. Recolectaron alimentos, prendas de vestir y agua y hasta quisieron abrirles sus hogares, pero las autoridades lo prohibieron diciendo que necesitaban llevar un control de los refugiados al albergarlos en instalaciones designadas por el Estado, dijo Djordjija Trajkovski, presidente de la Iglesia Adventista en la Unión Sudeste Europea, cuyo territorio incluye a Serbia, Bosnia y Herzegovina, Macedonia y Montenegro. «Los miembros de iglesia han tenido una actitud sumamente positiva con los refugiados –dijo Trajkovski–. Nos quedamos sorprendidos por la velocidad con que se organizaron algunas iglesias. Muchos jóvenes se ofrecieron como voluntarios en los puntos donde los refugiados necesitaban ayuda inicial, en especial al comienzo, cuando otras ONG no estaban aún preparadas para ayudar». En julio de 2015, ADRA se puso a la vanguardia al abrir un centro de crisis con otras cuatro organizaciones, cerca de la principal estación de trenes de Belgrado, justo cuando la crisis de refugiados de Europa salió de control. «ADRA ha hecho inversiones significativas para establecer tanto una respuesta internacional como a nivel de países frente a las catástrofes –dijo
Jonathan Duffy, presidente de ADRA Internacional–. La situación en Serbia sirve de buen ejemplo de cómo funciona el plan, porque pudimos movilizarnos y responder con rapidez». En el presente, hay en Serbia todo el tiempo unos cinco mil refugiados, una disminución de las cifras más elevadas de hace un año, cuando miles de personas pasaban por las fronteras todos los días. Muchos se detienen en el Centro de Información sobre Asilo de ADRA, que les brinda alimentos y otros artículos, apoyo psicológico, actividades para los niños, e información a los padres y adolescentes en el piso superior. En la planta baja, donde también atiende otra organización, se les ofrece apoyo legal e Internet sin costo. El centro de refugiados está abierto las veinticuatro horas del día, y ADRA cuenta con siete empleados pagos, que trabajan cada día con un grupo de cincuenta a setenta menores que están sin familia. Mitrović dijo que la actual crisis de refugiados es un llamado a despertar para los adventistas, que no solo tienen que vestirse bien y proclamar el evangelio a extranjeros en hermosas sedes, sino también participar con los extraños que están indefensos. La base para esta postura está en el ministerio terrenal de Cristo, que dedicó mucho más tiempo a sanar a los enfermos y atender a los marginados que a predicar sermones.
El trabajo con los refugiados ha permitido que Mitrović vea los personajes de la Biblia y a Cristo con una nueva luz. «Todos los principales personajes de la Biblia han sido refugiados: Adán, Eva, Abraham, Jesús –dijo Mitrović, quien proyecta una imagen que infunde confianza a través de un físico muscular, la cabeza calva y la voz decidida–. Cuando uno tiene esa experiencia de primera mano, es posible apreciar las historias bíblicas de manera diferente». Al igual que los personajes de la Biblia, los refugiados de hoy tienen historias de hogares perdidos y de verse desarraigados de varias maneras. Apenas tienen unas pocas pertenencias, mientras buscan un lugar al que puedan llamar «propio». «Tienen esta maravillosa oportunidad de aprender cómo Dios puede ayudarlos –dijo Mitrović –. La mayoría de ellos proviene de un trasfondo religioso adecuado. Creo que si encuentran una comunidad cristiana auténtica en el camino, estarán mucho más abiertos a escuchar el llamado de Dios». También dijo que ha visto una apertura similar al llamado de Dios entre los no adventistas que se asocian con ADRA como intérpretes y trabajadores sociales. Dijo que si bien ADRA tenía una pequeña oficina en Serbia, la crisis de refugiados la colocó en una posición que le permite atraer a profesionales altamente calificados para ayudar. Como resultado, las primeras personas que ven el evangelio en acción han sido los colaboradores no adventistas de ADRA. Mitrović dijo que su fe no ha sido un tema de discusión en la oficina, pero que sus colegas le han dicho que habían estado escuchando por Internet los sermones de la iglesia de él y otros miembros del personal de ADRA. «Nos asociaremos personalmente con Dios cuando trabajemos juntamente con estas personas para alcanzar a otros –dijo–. Los primeros que alcanzaremos son aquellos con quienes trabajamos diariamente. Esa es mi experiencia». n
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INFORME MUNDIAL Andrew McChesney
Futbolista polaco transformado en
evangelista circunstancial Dariusz Ginda es conocido por guardar el sábado
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a gente ha dicho que Dariusz Ginda es un necio, y aún cosas peores, cuando rechazó un contrato de casi medio millón de dólares al año en Polonia. Ginda, que es adventista de nacimiento, dijo que no entra en controversias sobre su decisión de guardar el sábado en lugar de jugar en primera división. Por el contrario, dice: «Sé que no entienden, pero es lo que creo. El dinero jamás fue la prioridad. Dios siempre fue más importante para mí. Por favor, traten de entenderlo». La decisión de Ginda de poner a Dios en primer lugar puede haberle costado la oportunidad de convertirse en una estrella del fútbol internacional. A pesar de ello, en Polonia es un héroe para muchos; este es un país mayormente católico de 38,5 millones de habitantes y solo 5800 adventistas. Casi cada día recibe cartas de personas que le expresan gratitud por su ejemplo de fidelidad. Podríamos decir que Ginda es un evangelista accidental. «No tenemos que mirar las cosas que este mundo nos pide que miremos –dijo Ginda, de 46 años, al ser entrevistado en Varsovia, la capital de Polonia–. Esas cosas solo duran un momento y entonces desaparecen. Hay que enfocarse en Dios y tener una buena relación con él. Eso dura para siempre». Ginda, que para los amigos y fanáticos es conocido como Darek, no es solo jugador de fútbol sino también un
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músico cristiano y director de Escuela Sabática en la iglesia adventista cerca de su hogar en Chojnów, en el sudoeste de Polonia. Es padre de dos hijas de 15 y 23 años, y trabaja tiempo completo como chofer, además de ser entrenador y jugador tres días a la semana. Ginda, sin embargo, es conocido en toda Polonia por rehusarse a jugar en sábado desde que se convirtió en jugador profesional de fútbol en 1989, a los 19 años. «Es un adventista muy dedicado –dijo Jaroslaw Dziegielewski, presidente de la Iglesia Adventista en Polonia–. Podría haber tenido una gran carrera futbolística». Una gran suma de dinero
Ginda, que fue criado por una madre adventista, recuerda ser un niño obediente. En la semana también pasaba horas en la cancha de fútbol. «Podría haber buscado otra carrera, pero pronto me di cuenta de que el fútbol era mi pasión», dijo Ginda, un hombre de palabras suaves y rostro amable. Su primer contrato con el Chojnowianka, de la cuarta categoría, estipulaba que él no jugaría desde la puesta de sol del viernes hasta la puesta del sol del sábado. Resulta asombroso que el equipo le hizo una excepción al joven delantero un mes antes de la caída del gobierno comunista en Polonia, en las elecciones parlamentarias de 1989. «Fui bautizado a los 16 años, y sabía
Recuadro: Dariusz Ginda con el uniforme de su equipo allá por 2012.
que jamás quebrantaría el mandamiento del sábado», dijo Ginda. En 1993, buscadores de talentos del equipo de primera Zagłebie Lubin se acercaron a Ginda, por entonces de 23 años. De los nueve jugadores invitados a las pruebas, solo él y otro más recibieron una oferta. El contrato básico era de veinte mil dólares al mes, y al menos otros dieciséis mil en bonificaciones por goles y juegos ganados. Era una suma que impresionaba, en especial en tiempos en que la nueva Polonia democrática luchaba en medio de turbulencias económicas. Ginda dijo que estuvo cerca de firmar. «Tomé el bolígrafo, pero miré el contrato, y no lo firmé. Sorprendidos, me preguntaron cuál era el problema». Ginda replicó: «Soy adventista del séptimo día, y no trabajo en sábado. Cuando haya encuentros en sábado, no jugaré. Procuro obedecer los Diez Mandamientos de Dios». Los gerentes del equipo lamentaron la situación y se fueron. Sorpresiva cobertura mediática
Ginda regresó al Chojnowianka. En la cuarta categoría, su sueldo era reducido, por lo que también trabajaba en una sucia fábrica que producía bombas hidráulicas. Entonces, en 1998, un destacado periodista deportivo de Polonia pidió entrevistarlo. El artículo sobre cómo había rechazado el lucrativo contrato de fútbol cinco años atrás fue
La oración y la fe
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publicado en los más grandes periódicos del país. El informe causó grandes repercusiones. Otros quince periódicos y varios canales de televisión tomaron la historia. «No tenía idea lo que Dios había planeado para mí –dijo Ginda–. Fue una oportunidad de hablar de la Iglesia Adventista, sus creencias y el hecho de que mi relación con Dios es lo más importante para mí». Fue allí que Ginda se dio cuenta de que se había convertido en un evangelista del fútbol. «Creo que el plan de Dios para mí no fue que triunfara como futbolista sino que diera esas entrevistas, para que otra gente conociera a Dios», dijo. Los noticieros y programas de televisión sobre Ginda siguieron en línea, y casi todos los días recibe cartas de extraños. «Todo el tiempo recibo cartas o correos electrónicos con preguntas sobre Dios, y por qué no hago esto o aquello –dijo Ginda–. Es una gran oportunidad para mí el contar mi historia. Algunos que antes habían dicho que Ginda era un necio cambiaron de parecer una vez que los medios comenzaron a contar su historia. «Cuando se publicaron todos esos artículos, comenzaron a pensar que mi historia era digna de tener en cuenta – dijo–. Aun los que no están en la iglesia me escriben diciéndome: “Hiciste algo bueno, porque no aceptaste el dinero, y en cambio te dedicaste a aquello en lo que crees”». n
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a lluvia amenazó con arruinar el día más importante del año para los Conquistadores de Letonia. Faltaban quince minutos para inaugurar oficialmente el Camporí Anual de Conquistadores. Sin embargo, un tremendo aguacero estaba anegando el campamento, mientras los Conquistadores se agolpaban en sus tiendas con sus amigos no adventistas. «Comenzamos entonces a orar: “Señor, tú creaste la lluvia; tú puedes detenerla”», según cuenta Guna Rimane, directora de Conquistadores de la Iglesia Adventista en Letonia. Entonces sonó el walkie-talkie de Rimane. Era un líder de Conquistadores del otro extremo del campamento. «Vamos a comenzar. Guna, ora por favor por nosotros». Todos los niños escucharon por los parlantes la oración de Rimane. Entonces el conjunto de redoblantes avanzó. Justo cuando llegaban a la zona central, la lluvia se detuvo abruptamente. «Faltaban dos minutos para la ceremonia de apertura –dijo Rimane–. Y jamás volvió a llover durante el fin de semana». Los atónitos niños y sus padres no podían hablar de otra cosa. Para los niños hubo algo más que una ceremonia. Había padres presentes, que decían: «¿Qué sucedió? Dios es muy real». Nadie sabe cuántos corazones fueron tocados ese día lluvioso. No obstante, los líderes de la iglesia dicen que la historia ilustra de qué manera Dios está
usando a los Conquistadores como una poderosa herramienta de testificación en ese pequeño país báltico de dos millones de habitantes y solo cuatro mil adventistas. «Los Conquistadores son muy buenos misioneros –dijo Vilnis Latgalis, presidente de la Iglesia Adventista de Letonia–. Tienen mucho entusiasmo». Los Conquistadores suelen distribuir regalos que les da ADRA para los niños de bajos recursos; preparan galletas de jengibre para los niños del vecindario; invitan a sus amigos no adventistas al Club de Conquistadores y al camporí. «El camporí realmente unifica al club –dijo Maija Paulina, una joven de veintidós años que es líder en Riga–. Durante el año escolar, algunos niños asisten, y otros no. Pero todos vienen al camporí». n R I M A N E
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Trescientos Conquistadores están transformando los corazones en Letonia
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detienen la lluvia durante un camporí
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Arriba: El jugador polaco de fútbol y también entrenador «Darek» Ginda habla con ADVENTIST WORLD en Varsovia (Polonia).
Andrew McChesney
Los Conquistadores aguardan bajo la lluvia el comienzo de la ceremonia inaugural del camporí en Salacgrîva (Letonia) en julio pasado.
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Recordemos el de
Ted N. C. Wilson
plan Dios
En la iglesia y en nuestra
Nota del editor: A continuación se presenta una selección abreviada del sermón del pastor Wilson titulado «Recordemos el plan de Dios», presentado el 8 de octubre de 2016 durante el Concilio Anual. El sermón marcó el final de una conferencia dedicada a la importancia de la educación adventista. Se han conservado los elementos del estilo oral. Para leer la transcripción completa (en inglés), véase www.adventistreview.org.
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ecordar es algo maravilloso. Aun los que tienen mejor memoria, sin embargo, a veces olvidan las cosas. Dios lo sabía, y por eso nos pidió que recordáramos. El ejemplo más destacado se encuentra en el Cuarto Mandamiento, que nos llama a acordarnos del sábado para santificarlo. De cerca le sigue el versículo que dice: «Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud». Dios quiere que recordemos que él está en control y que cuando somos jóvenes, puede hacerse cargo de nuestra vida.
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Los israelitas siguieron olvidando la conducción y la bendición divinas. Después de cruzar el Mar Rojo y dirigirse al Desierto del Sinaí, sufrieron un rápido episodio de amnesia. Se quejaron de la falta de alimentos y pronunciaron extrañas palabras. Dijeron: «Ojalá hubiéramos muerto a manos de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos ante las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos, pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud» (Éxo. 16:3). Olvidaron cómo Dios los había guiado por el Mar Rojo y cómo había transformado las aguas amargas de Mara. Nuestra memoria tiene alcance muy limitado. Jamás olvidemos
El libro Patriarcas y profetas, página 265, explica: «Si en vista de todo lo que [Dios] había hecho por ellos, hubieran tenido fe en él, habrían soportado ale-
gremente las incomodidades, privaciones y hasta los verdaderos sufrimientos; pero no estaban dispuestos a confiar en Dios más allá de lo que podían presenciar en las continuas evidencias de su poder. Olvidaron su amarga servidumbre en Egipto. Olvidaron las bondades y el poder que Dios había manifestado en su favor al liberarlos de la esclavitud. Olvidaron cómo sus hijos se habían salvado cuando el ángel exterminador dio muerte a todos los primogénitos de Egipto. Olvidaron la gran demostración del poder divino en el Mar Rojo. Olvidaron que mientras ellos habían cruzado con felicidad el sendero abierto especialmente para ellos, los ejércitos enemigos, al intentar perseguirlos, se habían hundido en las aguas del mar». Dice que olvidaron, olvidaron, olvidaron. Jamás olvidemos la mano maravillosa de Dios en el movimiento adventista, que nos dio el precioso modelo educativo divino. Jamás olvidemos apoyarnos plenamente en la conduc-
vida
[Uzías] olvidó dar la gloria a Dios , e impuso sobre sí el poder de crear sus propias reglas .
ción del Espíritu Santo al trabajar para la educación adventista. Se nos dice que «La historia de la vida de Israel en el desierto fue escrita para beneficio del Israel de Dios hasta el fin del tiempo» (Ibíd., p. 293). Olvidar a Dios y su conducción parece ser en ocasiones un problema constante para nosotros como líderes, si miramos al mundo y a nosotros mismos en lugar de apoyarnos plenamente en Cristo. Nos apoyamos demasiado en nuestro propio entendimiento. Comenzamos a pensar que estamos tan avanzados en nuestra propia sabiduría que no necesitamos recordar el modelo divino.
El versículo 5 afirma que en los «días que buscó a Jehová, él le prosperó». ¡Qué lección para nosotros como líderes de la educación adventista y de la iglesia en general! Si buscamos al Señor en todo lo que hacemos, él prosperará a su iglesia en la gran misión de proclamar los mensajes de los tres ángeles. Los versículos 6 hasta el 8 dicen que Uzías derrotó a los filisteos, los árabes, los meunitas y los amonitas, y que su fama se extendió. Los versículos siguientes detallan la composición de sus fuerzas: construyó torres, cavó cisternas, empleó agricultores y un ejército de 307.500 soldados «poderosos y fuertes», que peleaban con eficientes equipos y máquinas de guerra que arrojaban flechas y grandes piedras. El versículo 15 añade: «Y su fama se extendió lejos […], hasta hacerse poderoso». Recordemos que el versículo 5 dijo: «En estos días en que buscó a Jehová, él le prosperó».
Un extraño caso de amnesia
Un sistema mundial
En 2 Crónicas 26 se registra un extraño caso de amnesia. Uzías tenía solo dieciséis años cuando se convirtió en rey de Judá. Reinó durante cincuenta y dos años. En 2 Crónicas 26:4 dice que «hizo lo recto ante los ojos de Jehová».
El sistema educativo adventista ha pasado de sus comienzos humildes en Battle Creek a un sistema mundial de 5705 escuelas primarias, 2336 escuelas secundarias, 54 escuelas de capacitación de obreros, 114 colegios terciarios y
universidades, seis facultades de medicina y miles de docentes bien capacitados, brillantes y dedicados. Nos hemos convertido en el sistema educativo protestante más grande del mundo. Nuestros consagrados educadores se han vuelto expertos en muchas y diversas disciplinas. El mundo lo ha notado. Nuestras instituciones educativas han producido miles de profesionales en muchas áreas de estudio. Nos hemos hecho fuertes. Dios nos ha bendecido mientras lo hemos buscado y hemos seguido su modelo educativo. Un corazón enaltecido
¿Qué sucedió, sin embargo, con Uzías? En 2 Crónicas 26:16 se proclama una advertencia para que cada uno de nosotros se mantenga humilde y se apoye en Dios en todo momento. «Pero cuando se hizo fuerte, su corazón se enalteció para su ruina; porque se rebeló contra Jehová, su Dios, entrando en el templo de Jehová para quemar incienso sobre el altar del incienso». El sacerdote Azarías entró tras él para recordarle que no era su tarea quemar incienso, porque esa era tarea de los sacerdotes. Azarías le dijo: «Sal del santuario, porque has pecado, y tú no tienes derecho a la gloria que viene
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de Jehová Dios» (vers. 18). El rey Uzías había olvidado quién le había dado el poder de su Fortaleza. Se había adjudicado la gloria, y tuvo aun la intempestiva osadía de asumir una función que no estaba autorizado a llevar a cabo. Olvidó las reglas y normas divinas. Olvidó dar la gloria a Dios, e impuso sobre sí el poder de crear sus propias reglas. Olvidó el modelo divino. Al escuchar la reprensión del sacerdote, «Uzías, que tenía en la mano un incensario para ofrecer incienso, se llenó de ira contra los sacerdotes. En ese momento le brotó lepra en la frente» (vers. 19). El rey que había hecho lo correcto a los ojos de Dios y prosperado como resultado de su conexión con el Señor, se llenó de tanta confianza propia y del yo, que dejó los senderos de Dios y el modelo divino para exaltarse a sí mismo y, al hacerlo, recibió el castigo. Él no debía estar dentro del templo, porque no era sacerdote. Y ahora, con la lepra sumamente visible en la frente, «se dio prisa en salir, porque el Señor lo había herido» (v. 20). Si solo Uzías hubiera recordado de dónde venía, cómo había llegado allí y le hubiera dado la gloria a Dios con humilde respeto, podría haber seguido siendo descrito al final del capítulo 26 como en el comienzo, como alguien que «hizo lo recto ante los ojos de Jehová». Cristo es el centro
En el libro Consejos para los maestros, padres y alumnos, se nos recuerda que «Cristo es el centro de toda verdadera doctrina. Toda religión verdadera se halla en su Palabra y en la naturaleza. Él es aquel en quien se concentran nuestras esperanzas de vida eterna; y el maestro que aprende de él halla un ancla segura» (p. 438). La educación adventista implica impartir urgencia a los estudiantes y los docentes, porque entendemos los temas de peso que necesitamos compartir mediante la educación y entonces con
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el mundo. Alabamos al Señor por los fieles maestros que nos han bendecido y que han contribuido para que estemos hoy aquí, y por los que en el presente están enseñando a miles de jóvenes en nuestro sistema adventista global. Jamás pierdan esa humilde dependencia de Dios para así seguir su conducción y modelo. Jamás crean que son mejores que Dios y sus santas instrucciones. En nuestra obra educativa según el modelo divino, no hemos de buscar la independencia pertinaz, por una libertad académica que nos aleja de la elevada y sagrada responsabilidad de capacitar a los estudiantes como parte de la gran proclamación final de la verdad bíblica y la comprensión profética. Tenemos que resistir los esfuerzos de emplear la alta crítica y el método histórico crítico en la enseñanza y la relación con la Biblia, lo que solo nos aliena de Dios y exalta el yo en lugar de exaltar a Cristo. La Biblia, nuestro fundamento
El mundo se encuentra en proceso de neutralizar la Biblia y la verdad bíblica. El año próximo, se cumplirán quinientos años de la Reforma Protestante, en la que personas que creían en la Biblia y temían a Dios dijeron que la única regla de fe era la Biblia, y que solo creían en la salvación por gracia; en esa confianza y fe en la justicia de Cristo que él nos ofrece. Apreciados pastores, maestros, administradores y miembros de la Iglesia Adventista: Permanezcamos firmes por los principios celestiales que guiaron la Reforma Protestante hace casi quinientos años. Son principios bíblicos que nos guiarán en los últimos días de la historia de la tierra, y que nos darán fuerza para proclamar a Cristo y sus verdades proféticas. No olviden lo que Dios ha hecho por su iglesia y su pueblo. Mientras gran parte del mundo religioso mezcla la verdad y el error y se vuelve a la tradición, el sentimentalismo y el
ecumenismo, permanezcan firmes de parte de la poderosa Palabra de Dios. No permitan que la neutralización o deconstrucción de la verdad ingrese a nuestras instituciones educativas, iglesias o a nuestra vida personal. Nunca pasa de moda
Dios habló por medio de Elena White para dar instrucciones al movimiento adventista. El Espíritu de Profecía es uno de los grandes dones de Dios a la Iglesia Adventista. Desafortunadamente, algunos creen que no necesitan la Biblia y el Espíritu de Profecía, que de alguna manera hemos alcanzado un nivel más elevado de comprensión del que nos pueden dar esos instructores celestiales. Permítanme decirles con toda humildad y convicción: la Biblia y el Espíritu de Profecía son tan válidos hoy como lo eran cuando fueron escritos. La verdad divina nunca pasa de moda; es relevante hoy y lo seguirá siendo hasta que Cristo venga. Muy pronto, llegará el día en que miraremos hacia arriba y veremos una pequeña nube negra del tamaño de la mitad de la palma de la mano. Se hará más grande y brillante, porque todo el cielo se volcará a ese evento culminante. En el medio mismo de esa nube estará aquel a quien hemos esperado: nuestro Salvador y Señor, el Maestro de los maestros, Jesucristo. Nos uniremos a él en el aire para estar con él para siempre. Por su gracia y su justicia, nos dirigiremos para participar de una clase celestial, donde por la eternidad seguiremos aprendiendo de labios del Maestro de los maestros. n
Ted N.C. Wilson es
presidente de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Puede seguirlo en Facebook y Twitter.
S A L U D
M U N D I A L
Gratitud y transición
Dr. Allan Handysides
Peter N. Landless Dr. Zeno Charles-Marcel
L
a columna de Salud ha estado presente en Adventist World desde su primer número en Septiembre 2005; y «Pregunte al médico» ha figurado en la publicación hermana, Adventist Review, durante catorce años. Bill Johnsson, por entonces editor de la Adventist Review, se acercó al doctor Allan Handysides y a mí a fines de 2001 para pedirnos que escribiéramos una columna periódica para responder preguntas de los lectores y presentar las tendencias actuales de salud. Estaba entusiasmado por la idea, pero también fue sincero al expresar que ese emprendimiento requería un compromiso de contribuciones recurrentes. Hasta el momento, se han publicado casi 180 columnas de «Pregunte al médico» y casi 140 columnas de Salud en las revistas Adventist Review y Adventist World. Ha sido un privilegio y un placer brindar este servicio a la Iglesia Adventista. Hemos recibido muchas respuestas: algunas fueron mordaces, pero la gran mayoría fue sumamente positiva. A lo largo de todos estos años, ha sido una alegría responder preguntas y compartir consejos sobre una vida saludable. ¿A dónde quiero llegar? Desde que el doctor Handysides se jubiló después del Congreso de la Asociación General en San Antonio (Texas, EE. UU.), el equipo de Ministerios de Salud de la Asociación General ha sido reconstituido. Es un placer dar la bienvenida al doctor Zeno Charles-Marcel como nuevo integrante
del dúo Salud/Pregunte al médico. El doctor Charles-Marcel es un especialista en medicina interna y estilo de vida. Posee una rica experiencia en medicina académica, dado que fue decano en el área de medicina en la Universidad de Montemorelos, y trabajó durante años en centros de vida sana de los Estados Unidos. Posee un sólido compromiso como seguidor de Cristo y tiene un enfoque de la vida equilibrado. Asimismo, posee un cálido y fino sentido del humor. ¡Bienvenido al equipo, Zeno! Los Ministerios de Salud de la Iglesia Adventista se han visto ricamente bendecidos en todo el mundo por el liderazgo visionario, dedicado, innovador y enérgico del doctor Allan Handysides, que es médico, ministro ordenado y campeón de un ministerio de salud equilibrado, práctico, basado en la Biblia y el Espíritu de Profecía, y que también toma en cuenta las evidencias científicas. Él fue clave a la hora de guiar a la iglesia para que comprendiera que el mensaje adventista de salud es una bendición que tiene que ser no solo adoptada y practicada sino compartida con la comunidad. Asimismo, enunció el concepto de que cada templo adventista debería ser un centro de esperanza y salud y cada miembro un promotor de salud, conceptos que durante los últimos seis años han fortalecido el Ministerio Abarcador de Salud y la Participación Total de los Miembros. Allan y Janet Handysides están felizmente jubilados. Viven seis meses
en las hermosas riberas del Lago Pigeon, en Alberta (Canadá), y los meses de invierno en Florida (EE. UU.). Siguen participando activamente del evangelismo de salud, la vida de la iglesia en sus variadas facetas, y tareas especiales de Ministerios Adventistas de Salud en todo el mundo. Hace poco, el doctor Handysides fue el orador destacado en la sesión inaugural de la Conferencia Global de la Unión Femenina de Temperancia Cristiana, que se llevó a cabo en Ottawa (Canadá). A título personal, tengo una tremenda deuda de gratitud con el doctor Handysides, por su lugar en mi vida como líder, modelo, mentor, administrador, confidente y buen amigo durante más de 36 años. Gracias Allan por practicar lo que predicas, por compartir incansablemente el amor y la gracia de Cristo junto al lecho del paciente, con toda la iglesia durante una vida de servicio, y en las cámaras y salones de organizaciones de salud y oficinas de gobierno de diversas partes del mundo. Te queremos y apreciamos. Tus años de esfuerzos siguen dando abundantes frutos. n
Peter N. Landless es
cardiólogo nuclear certificado y director de Ministerios Adventistas de Salud de la Asociación General.
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H E R E N C I A
A D V E N T I S T A
Pavel Liberanskiy
UN En la primera parte, Pavel se registra para el servicio militar obligatorio en Moldavia. Un funcionario de la KGB se muestra interesado en él.
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asé mi primer sábado en el ejército en la sala Lenin. Fue una extraña ironía. Antes de eso, había pasado los sábados con los jóvenes y los hermanos y hermanas de iglesia. Ahora me encontraba entre retratos de líderes comunistas y funcionarios militares, y otra parafernalia propagandística. Cada vez que venía un sargento y me pedía explicaciones, le decía que no trabajaba en sábado. El lunes, el Mayor de la KGB me invitó a su oficina. Me preguntó si tenía licencia de conducir motocicletas. La había dejado en mi casa. Me explicó que no sería transferido. Todas las cuestiones relacionadas con el sábado y los alimentos se resolverían. A pesar de ello, no sentía deseos de trabajar con un representante de la KGB después de todo lo que le habían hecho a los creyentes. Presenté todas las objeciones posibles. Nada funcionó. Tuve que trabajar con el agente de la KGB. Envié un telegrama pidiendo mi licencia de conducir. Era difícil de creer. Tenía que ser una sofisticada estrategia de la KGB para meterme en prisión. Siempre estaba orando, muy preocupado. Las cartas de apoyo de mis seres queridos y miembros de iglesia fueron una gran bendición. La vida militar
Los soldados experimentados de las barracas se aprovechaban de los conscriptos recién llegados. Así que, además de las presiones para que transigiera en mi fe, tenía que soportar el acoso. Dios,
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C ON D E LA Mi Dios es el Dios de lo imposible SEGUNDA PARTE sin embargo, me ayudó a mantenerme firme, y aún gozo de buena relación con todos ellos. Por las noches, tocaba la guitarra y entonaba cánticos sobre la vida, las madres, la amistad y el amor cristiano. Eso me ayudó a ganarme el respeto. Cierto día, a comienzos del servicio militar, el Mayor me llevó al comedor. Todos se pusieron de pie cuando entró el oficial de la KGB, mientras yo caminaba a su lado. Se acercó al cocinero: «¿Qué hay en el menú de los soldados? ¿Hay cerdo en la comida?» Entonces le dijo que me sirviera comida sin cerdo ni grasa. Eso dejó atónito al cocinero y a todos los que lo oyeron. Alla Serdyukova, la esposa del Mayor, trabajaba como chef principal de un complejo turístico llamado Neptuno. Como yo era su conductor, tenía la recompensa de disfrutar de buena comida, y las salidas de la familia al Mar Negro eran otro regalo de la amabilidad del Mayor. Para protegerme de las presiones de trabajar en sábado, me dio su oficina: «Puedes venir aquí los sábados –me dijo–. Aquí puedes leer, dormir u orar; nadie te molestará». Tiempo después me dio varias decenas de pases en blanco que tenían su firma y sello. Podía poner mi nombre e ir a cualquier lado fuera de la unidad militar.
Recuerdo que asistí a la iglesia en Sukhumi por primera vez. Me senté en la primera fila y escuché con atención cada palabra. ¡Tenía tantos deseos de participar del culto y las cosas espirituales! Estar otra vez en la iglesia era una bendición. A pesar de ello, los sábados solía quedarme en la oficina. Si él llegaba después que yo, golpeaba a la puerta, yo le abría, y cuando entraba solía decirme: «Por favor, estudia, lee, descansa». Si viajábamos los viernes, siempre me daba suficiente tiempo para prepararme para el sábado antes de la puesta de sol. Jamás requirió de mis servicios en sábado. La Biblia
Cierto día, el oficial señaló un estante vacío donde, me dijo, podía poner todo lo que necesitara para estudiar o leer. Le pedí entonces a mis padres que me enviaran una Biblia, la preciosa Biblia que me habían regalado para mi duodécimo cumpleaños. Recuerdo el sábado de noche en que mi padre me había enviado a la casa del anciano de iglesia con una bolsa de compras. El hermano Vasiliy vivía en su propia casa en nuestra aldea. Los comunistas a menudo lo vigilaban para descubrir cómo distribuía Biblias y otros impresos a los miembros de iglesia. Le di el mensaje de mi padre, y me invitó
A U TO R D E L C O R T E S Í A F OTO G R A F Í A
El autor, cuando era conscripto en el Ejército Soviético.
a esperar en la casa. Regresó de afuera con un paquete pequeño, húmedo y maloliente, que puso en mi bolsa. Oró conmigo y me pidió que regresara directamente a casa sin hablar con nadie ni mostrar el paquete. Al llegar a casa, mi padre desenvolvió la pequeña y hermosa Biblia nueva, húmeda y algo dañada porque, como nos enteramos más tarde, el hermano Vasiliy enterraba Biblias en su jardín trasero. Estaban un poco húmedas, pero estaban a salvo, y nadie las podía confiscar. A pesar de ello, no podía llevar la Biblia a la oficina del Mayor. Era contrabando; en la primera página decía que había sido publicada por la «Sociedad Bíblica». En la U.R.S.S. no existía esta entidad. El pastor Aleksey Sitnik me visitó cierto día con una revista que las autoridades de Moscú dejaron publicar a los adventistas. Abrí su Biblia y leí la fecha y el lugar de publicación: «Moscú 1968». ¡Fue un golpe maestro! Intercambiamos
Biblias. Ahora podía llevar la Biblia a la oficina del mayor de la KGB, junto con la revista de impresión oficial titulada Calendario de escritorio del ministro adventista. Fui allí, no solo los sábados, sino en otros momentos libres. Tenía un lugar para estar con Dios y su Palabra. El Mayor notó mis libros. Los coloqué en sus manos. Vio que eran libros legítimos, impresos en Moscú. Quizás él me había animado a «traer todo lo que tus hermanos te dan para leer» para ver los samizdat (libros clandestinos mecanografiados en papel de cigarrillos). Le sugerí que comenzara a leer la Biblia, y para el fin de mi servicio militar casi la había terminado. Un sábado, mientras leía, él había estado hablando en voz muy alta en el teléfono. De pronto, dejó de hablar y bajó el auricular. Ante el silencio, levanté la vista y vi que me miraba. Con gran reverencia preguntó: «¿Estoy perturbando tu lectura de la Biblia?» Le dije que no había problemas, pero su respeto me resultó embarazoso.
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C O R T E S Í A
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A U T O R
El autor celebra la bondad de Dios junto a su esposa, sus dos hijas y su yerno.
Regreso a casa
Solo los mejores soldados en adoctrinamiento militar y político de mi unidad podían ir de vacaciones a sus hogares. Un día, sin embargo, recibí dos semanas de vacaciones junto con una asignación de dinero. Mi jefe colaboró para ello. Había llegado a admirar y respetar a mis padres, aunque no los conocía personalmente. Yo estaba emocionado de ir a mi casa y de estar con mi familia en la iglesia. Después de terminar el servicio militar, regresé para trabajar en el ministerio de jóvenes, la obra misionera y, más tarde, estudiar durante tres años en un seminario teológico clandestino de Moldavia. A esto le siguió el servicio voluntario, mi matrimonio, y muchas designaciones pastorales y en la administración eclesiástica. A pesar de ello, jamás olvidé a mi ángel de la KGB. En 2011, treinta años después de cumplir el servicio militar, ubiqué a la familia del Mayor y los llamé por teléfono. Alla no reconoció mi voz, pero recordaba mi nombre y dijo: «Sí, me acuerdo que Oleg siempre me decía: “¡No le des cerdo a Pavel!” Aunque viven lejos de nosotros, trato de visitarlos al menos una vez al año para compartir materiales cristianos, orar con ellos y apoyarlos. Sigo orando para que Dios les revele su carácter y los guíe hacia una relación más cercana con él. Agradezco a Dios por ellos, y por todo lo que el Señor ha hecho por mí. Sus caminos son misteriosos y buenos. n
Pavel Liberanskiy es director de Ministerios de Publicaciones, Mayordomía y Testamentos y Legados de la División Euroasiática. Vol. 12 No. 12 | Adventist World
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¿Cómo tenemos que
Frank A. Campbell
¿Nuestra fe o su voluntad?
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enía veinte años, y le faltaba poco para graduarse de ciencias en la Universidad McGill, en Montreal (Canadá). Le encantaban las personas y los animales, y quería ser médica o veterinaria. Sin embargo, en lugar de graduarse, mi hija Adafih Campbell pasó meses en cama con un tumor en el cerebro. Historia de dos textos
Sus seguidores, amigos y familiares de diversos países estaban orando. Muchos la visitaron en el hospital o su apartamento. Una hermana de iglesia parecía decidida a que Dios respondiera su oración, y luchó para que mi hija pudiera volver a pararse ese mismo día. Quedó muy decepcionada y años después, cuando ella misma enfrentó un cáncer terminal, aún parecía no haber recobrado la fe como para orar por su propia recuperación. Jesús parece darnos instrucciones contrastantes al hablar de la oración. En Mateo 6:10, nos enseña sumisión al plan celestial: «Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra». En Marcos 11:24, valida una fe que puede agradecer por respuestas aún antes de recibirlas: «Por tanto, os digo que todo lo que pidáis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá». Entonces, ¿cuál es la verdad? ¿Se opone la sumisión a la fe? ¿Cuánto de nuestra sumisión a la soberanía de
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Dios –nuestras variadas apuestas en caso de que no consiga trabajo o ella no se sane; nuestros cautos ruegos pidiendo sanación si es la voluntad de Dios, si Dios en su sabiduría así lo decide; nuestra casi tentativa súplica– es realmente fe? Conocí a un joven predicador que escuchó una expresión condicional en el pedido del anciano de iglesia y no lo pudo soportar. Así fue que lo interrumpió y terminó él mismo la oración. Intercedió con la santa audacia que solo un jovencito puede exhibir. Elevó lo que consideró era una «oración de fe», como lo explicó el apóstol Santiago en Santiago 5:15. El paciente vivió muchos años más. ¿Tenía razón, entonces? ¿O los cautos ancianos fueron los que movieron el brazo de Dios? ¿Qué oración escuchó Dios en realidad? Dios: Perdido en acción
Cuando el médico anunció que el pastor Charles Brooks no sobreviviría el cáncer de páncreas, el distinguido evangelista adventista, como otro evangelista distinguido que lo precedió, declaró: «He peleado la buena batalla, he acabado la carrera» (2 Tim. 4:7). Brooks resistió todo intento de inducirlo a pedir a Dios unos años más, como hizo el rey Ezequías en la Biblia, o siquiera unos días adicionales. Sin embargo, incontables personas de varios países y F O T O G R A F Í A :
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continentes oraron por él. El anciano evangelista de ochenta y cinco años, cuyo ministerio había resultado en más de veinte mil bautismos en todos los continentes, menos la Antártida, igualmente falleció. ¿Una distinción sin una diferencia?
Si exploramos las Escrituras en ese sentido hallamos la verdad que la dicotomía entre la fe y la sumisión es una falsa dicotomía, una distinción sin diferencia. La justificación de nuestra fe en Dios es la creencia de que él es Dios, el Rey de reyes, el soberano. En ese contexto, la fe y la sumisión no son enfoques alternativos, sino partes del mismo proceso racional: Si él no fuera digno de nuestra sumisión, no sería tampoco digno de nuestra fe. En el Getsemaní, Jesús reconoció la concordancia entre la fe y la sumisión. Después de pedir al Padre diciéndole «pasa de mí esta copa», también dejó en claro su sumisión: «pero no se haga mi voluntad, sino la tuya» (Luc. 22:42). Y Hebreos 11:6 deja en claro que también necesitamos reflejar la fe y la sumisión en nuestras oraciones. Porque «sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y que recompensa a los que lo buscan». ¿Quién ha comprendido o expresado mejor esto que Sadrac, Mesac y Abed-Nego? La respuesta de ellos al rey Nabucodonosor demuestra de manera palpable la intersección entre la sumisión y la fe. Saben que Dios puede librarlos del fuego (Dan. 3:16, 17). También saben, sin embargo, que no necesita hacerlo, porque para ellos no hay diferencia, cuando le dicen a Nabucodonosor: Aun así «no serviremos a tus dioses ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado» (vers. 18). Una nueva oración
Después de familiarizarme con la historia de los «tres muchachos hebreos», comencé a orar por la recuperación de mi hija «en el espíritu de Daniel 3». Le dije a Dios que creía que podía, y sabía que él sanaría a mi hija. En mi mente no había lugar a dudas de que mi hija, algún día, de alguna manera, se levantaría de la cama y retomaría sus clases. Y comencé a decirle, con igual convicción, que aun si no lo hacía, no me inclinaría ante dioses falsos o adoraría la estatua. Por su gracia había desarrollado fe y fidelidad, certeza y sumisión, en igual medida, de una manera que no había hecho a menudo, ni hice después. El sábado con Adafih
Un sábado decidí pasar todo el día solo con Adafih para que los demás familiares descansaran. El progreso de la enfermedad le había afectado el habla. Y al estar lejos de ella,
¿Es Dios digno de mi sumisión? en Ottawa, no habíamos conversados en los últimos días. Ni siquiera estaba seguro qué decirle, ya que sus intereses religiosos no eran muy profundos. Yo mismo, que acababa de regresar a la fe después de tres décadas apartado de Dios, era una vez más un cristiano incipiente. A pesar de ello, después de leerle un pasaje del Antiguo Testamento, mi hija dijo, con la mayor claridad que le había escuchado en un buen tiempo: «Quiero ver a Jesús cuando él regrese». Su declaración de fe me agradó y al mismo tiempo me dejó estupefacto. Más tarde me enteré que durante mi ausencia, ella había entregado su corazón a Jesús. Su declaración de fe ese sábado de mañana sería lo último que le escucharía decir de este lado de la eternidad. Más tarde, yo ya había tenido que regresar a Ottawa, cuando su tía me llamó para decir: «Adafih ha fallecido». Inmediatamente caí de rodillas. Le pedí a Dios que me ayudara a vivir la segunda parte de mi oración. Tuve fe en que él la sanaría. Y aunque no lo hizo de la manera que había esperado y procurado, sentí la determinación, por su gracia, de respetar su señorío. Sé ahora que la respuesta apropiada a la pregunta de fe o soberanía no es «o» sino «y». Nadie necesita sentir temor de implementar su fe, o ser tan orgulloso que no pueda reconocer las prerrogativas soberanas de un Dios bueno. n
Frank Campbell es presidente de ARISE, una
empresa consultara en el área de comunicaciones en Ottawa (Canadá). Sus contribuciones han aparecido en el Washington Post y en varias otras publicaciones, tanto adventistas como seculares.
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gracia
Dรณnde se encuentra la
gracia
Porque por sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios . –Efe. 2:81
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ué es la gracia? En un primer momento parece ser algo muy abstracto. Para muchos de nosotros, la gracia de salvación es principalmente una teoría que necesitamos creer. La gracia, sin embargo, también es una experiencia. La entrenadora del Ministerio a las Prisiones, Chuck Colson, me ayudó a ver cuánto me podía enseñar un montón de papas, acerca de la gracia. Yo sabía, mucho antes que ella, que Dios ama al mundo. Sabía que no podía estar ni sobrevivir sin su gracia, y que Jesús es el centro de todo. Pero no había asistido a ninguna clase para saber cómo compartir esas nuevas con mis hermanos y hermanas confinados tras los muros de una prisión. Ese día aprendí del amor de Dios mediante «la lección de las papas», impartida por Chuck. La instructora puso varias papas en una mesa y nos dijo que cada uno tomara una. Después de unos momentos, hizo que todos devolviéramos las papas a la mesa. Más tarde, para mi consternación, nos envió de regreso a la mesa para tomar otra vez nuestras papas. Mis compañeros conocían sus tubérculos. Quizá tenían mejor vista, o mayor confianza. Quizás les gustaban o amaban más las papas. El amor era el gran punto que quería destacar la instructora: el amor, la solicitud necesaria para ministrar a los insignificantes de la sociedad; el amor de Dios, que es más entendido de lo que nosotros podríamos serlo jamás; el amor, que vez tras vez nos permite reconocer a cada uno de nuestros hermanos por lo que es; el amor del corazón de una madre, que enseña a su oído a distinguir el llanto
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de su bebé en medio de la confusa multitud de exclamaciones y alaridos; el amor de un Padre que cuenta con detenimiento a todos sus hijos, que sabe cuando le falta uno, que conoce donde suele andar vagando, y que no descansa hasta rescatarlo de su desamparo (Luc. 15:3-7). Cómo aparece la gracia
Mi «sesión de capacitación en papas» fue la lección objetiva que necesitaba para entender de qué manera Dios nos ama a cada uno y también a todos, de una manera singular para cada una de nuestras situaciones. Decir que «la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a toda la humanidad» (Tito 2:11) significa al menos dos cosas sumamente contrastantes. Significa que la gracia nos salva a todos, sin importar las diferencias que vemos entre nosotros; sin importar las ideas de grandeza o humildad, grandiosidad o pequeñez. El Dios de salvación por gracia ama al mundo (Juan 3:16), a todo el mundo al mismo tiempo. Eso también significa, sin embargo, que Dios nos ama a cada uno, según esas mismas distinciones que hacemos entre nosotros. Nos ama y nos da su gracia según la distinción única de cada ser humano, sea que se sienta engreído o desmoralizado, o que comprenda con claridad la verdad de que se le ofrece la gracia porque es pecador. Porque si la persona en cuestión hubiera sido la única pecadora, «Cristo habría dado su vida por [ella]».2 Para esa persona de manera particular, y para toda la humanidad, la gracia divina es un milagro.
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Y no es un milagro que aguarda hacerse realidad. Es un milagro ya cumplido, antes que pudiéramos clamar a él pidiéndoselo. Dios ya ha brillado sobre toda la humanidad, es el mensaje de la palabra griega epifainō. Ha brillado con estallidos de luz: como en la tranquila y desprevenida noche cuando los que apacentaban sus animales sintieron repentinamente «gran temor» (Luc. 2:9) por la presencia de un solo mensajero de gloria: un solo mensajero, porque su compasión constante no desea consumirnos (Lam. 3:22) sino asegurarnos de su gracia abundante. La gracia jamás cae a cuentagotas; siempre sobreabunda (Rom. 5:20). Por ello, cuando los pastores se adaptaron a la luz de la gracia en medio de las tinieblas, «una multitud de la hueste celestial» (Luc. 2:13) inundó los cielos con cánticos y una luz creciente que les mostró y enseñó todavía más sobre la maravillosa gracia divina. Ha brillado en la modestia constante e inalterable de la providencia momentánea que sirve a toda la creación, que aguarda recibir de él su pan (Sal. 145:15). Ha brillado sobre el bien y el mal, y enviado la lluvia sobre justos e injustos (Mat. 5:45). Para que el necio explote sus dones de la vida y la mente, del pan y la lluvia y el sol, para referir la fuente de su vida a la nada (Sal. 14:1). Una vez más, se hace presente su gracia abundante. Porque quién puede decir de qué manera esos necios comprometidos con las apariencias (1 Sam. 16:7), con su fe en una dignidad fingida y simulada, podrían haber soportado el estallido de la aparición de ese mensajero ante los humildes pastores allá en las pasturas de la noche de Belén. El evangelio de ese mensajero en una noche que jamás necesitará ser repetida, y la voz de la providencia en todas las noches y los días del aliento, el ser y la existencia del humano caído son, pura y simplemente, la gracia hecha realidad. Es gracia para todos y para cada uno, aplicada de manera tan
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distintiva y deliberada como la singularidad de las papas. Un cuidado mejor
Entiendo ahora que conocer mejor a mi papa es parte del interés que tengo en cuidarla. Cuidar mejor de mi papa es lo que me hará prestarle atención: podré numerar sus brotes, conocer sus contornos y concavidades, su forma y tamaño, cómo la siento en mi mano, su aspecto sobre la mesa, y de qué manera se diferencia de cualquier otro tubérculo que haya visto. En lugar de ser una papa en una bolsa en que hay muchas otras, mi papa adquirirá para mí una identidad propia. Es así y por ello que mi Padre cuida de ti y de mí. ¿Cómo nos cuida? Nos cuida exhaustivamente. Conoce al gorrión que se desplomó sobre la tierra, junto a mis pies, inánime. Y quiere que yo sepa que valgo mucho más que las aves (Mat. 6:26). Se interesa en los detalles de mi singular existencia (vers. 25-32). ¿Por qué se interesa en mí de esa manera? Porque su cuidado es la expresión de su naturaleza de amor (1 Juan 4:8). Y aunque ama el mundo (Juan 3:16), aunque los humanos de todo color son objeto de su afecto (Hech. 17:28), aunque su gracia busca la restauración de toda la creación –de la flora y la fauna (Rom. 8:19-23)– aun así, ama a todo el que puebla este mundo más allá de nuestras conexiones con cualquier otro de los demás habitantes (Isa. 49:15). En mi «sesión de las papas», aprendí cuán inadecuado es mi amor. Al menos, si hubiera amado más a mi papa, me habría resultado mucho menos difícil distinguirla de todas las demás. A mi Padre no le resulta difícil distinguir a sus hijos. La particularidad que muestra no es prueba de su naturaleza crítica. Es la garantía de que su gracia tratará perfectamente con mi caso. Su amor por mí lo hace incorporarse e inclinarse ante cada intrincada complicación
de mis más abyectas bajezas. Puede rescatarme, porque conoce de qué estoy hecho: conoce los cabellos que supe tener, los problemas específicos que me siguen acosando en las madrugadas, las estrategias para ministrar en forma apropiada a mi singular shalom, que se diferencia de cualquier otro. Noé y la gracia
¿Cómo distinguimos la influencia y la energía de la salvación divina de toda nuestra debilidad o poder, motivación u ociosidad, capricho o cálculo que parecen regir y conducir la realidad a cada paso de la vida? En medio de «la trama y la urdimbre de los intereses, las pasiones y el poder de los hombres»3, que jamás duermen y ante los cuales despertamos toda vez que lo hacemos, ¿qué necesita llevar el rótulo de «Dios», «salvación» o «gracia»? La respuesta es vaga y al mismo tiempo inconfundible. La gracia, la gracia salvífica de Dios, puede parecer poco clara, porque «el Señor Jesús está realizando experimentos en los corazones humanos por medio de la manifestación de su misericordia y abundante gracia».4 Esos experimentos pueden parecer confusos mientras la gracia santificadora me ayuda a crecer y avanzar aun cuando Satanás y sus ministros condenan a mi Dios y desafían su gracia al señalar todas las faltas que pueden detectar en mí (Apoc. 12:10; Zac. 3:1-5). Acaso no lo sepan, pero el Dios cuya gracia trae salvación siempre sabe cómo funciona esta. No desespera ante la desconcertante combinación de pecado y justicia. Sabe que algún día finalmente seremos «perfectos y cabales, sin que [nos] falte cosa alguna» (Sant. 1:4). Mientras tanto, la gracia de salvación sigue siendo tan evidente y tan vaga como la bondad celebrada del vacilante Gedeón, de Jefté y el sacrificio de su hija, y de Sansón y su lujuria (Heb. 11:34). Es tan obvia y opaca como
Casi todos reconocieron su papa. Dios jamás se confunde entre un hijo y otro .
el mentiroso Abrahán (Gén. 12:10-20; 20:1, 2) que sigue siendo el padre de los fieles (Heb. 11:8-12; Rom. 4:11); tan clara y oscura como la virtud inconsistente de Noé, a quien las Escrituras mencionan como la primera persona por nombre que recibió sus maravillas. La gracia tiene que parecer, al menos, vaga y objetiva al análisis, porque Noé marca su ilustración más temprana (Gén. 6:8, 9). Ni un solo converso durante más de un siglo de predicaciones lo acompañó al arca de la salvación que construyó según las instrucciones divinas; nadie sino su familia inmediata, junto con algunos animales. Entonces, en los años posteriores al diluvio, lo recordamos más que nada por su ebriedad y la vergüenza que produjo (Gén. 9:20-25). Aun así, hemos de creer que dentro de su generación se destacó por bueno, y que eso justifica celebrarlo como «perfecto entre los hombres de su tiempo» (Gén. 6:9). ¿Cuál puede ser entonces la medida? Por cierto, me gustaría saber. Porque si el sincero aunque improductivo e intemperante Noé puede ser bendecido con semejante rótulo, permítanme entonces acompañarlo. Y si usted, apreciado
lector, conoce lo suficiente sus propias deficiencias, también puede estar junto a Noé y junto a mí. El libro de Hebreos sabe cuál es la medida aplicada a Noé: es «la justicia que viene por la fe» (Heb. 11:7). Ser bueno no depende de esforzarse, sino de creer. Implica creer la palabra del aterrador mensajero de gloria, de que nuestra intimidación, por más que sea comprensible, es innecesaria, inapropiada y contraria a la realidad última del universo. Deberíamos darle la bienvenida, porque trae «nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor» (Luc. 2:10, 11). Son noticias maravillosas, noticias para todos, las noticias de la aparición de la gracia que salva.
la fragilidad del embarazo, la incomodidad de un establo, la hombría mortal durante treinta y tres años, el sacrificio desnudo en la cruz del Calvario, el milagro indisputable de la resurrección, y la osada promesa de Juan 14:1-3 son la dádiva divina fundamental para toda la humanidad. La gracia, sin embargo, solo funciona porque admitimos nuestra necesidad. Es un vacío que Dios conoce y comprende, y un vacío que solo él puede llenar. Si somos pobres y humildes pordioseros dispuestos a recibir una limosna infinita, la gracia implicará para cada uno, y para todos, un bien eterno. n 1A
menos que se indique lo contrario, los textos bíblicos han sido extraídos de la versión Reina-Valera 95® © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Usada con autorización. Todos los derechos reservados. 2 Elena White, Palabras de vida del Gran Maestro, p. 154. 3 Elena White, La educación, p. 157. 4 Elena White, Testimonios para los ministros, p. 18.
El regalo de gracia
La gracia de salvación ha aparecido para todos, tan vaga y sin embargo tan real como el aliento de vida en las narices y la electricidad de nuestro sistema nervioso. La gracia de salvación de Dios que aparece en la inocencia de una virgen,
Lael Caesar, uno de los
editores asociados de ADVENTIST WORLD, jamás deja de maravillarse ante el milagro incesante de la sublime gracia divina.
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os es nacido Elena White
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l rey de gloria se rebajó a revestirse de humanidad. Tosco y repelente fue el ambiente que le rodeó en la tierra. Su gloria se veló para que la majestad de su persona no fuese objeto de atracción. Rehuyó toda ostentación externa. Las riquezas, la honra mundanal y la grandeza humana no pueden salvar a una sola alma de la muerte; Jesús se propuso que ningún halago de índole terrenal atrajera a los hombres a su lado. Únicamente la belleza de la verdad celestial debía atraer a quienes le siguiesen. El carácter del Mesías había sido predicho desde mucho antes en la profecía, y él deseaba que los hombres le aceptasen por el testimonio de la Palabra divina.
Un plan maravilloso
Los ángeles se habían maravillado del glorioso plan de redención. Con atención miraban cómo el pueblo de Dios iba a recibir a su Hijo, revestido con el manto de la humanidad. Vinieron los ángeles a la tierra del pueblo
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elegido. Las otras naciones creían en fábulas y adoraban falsos dioses. Pero los ángeles fueron a la tierra donde la gloria de Dios se había revelado y había resplandecido la luz de la profecía. Vinieron sin ser vistos a Jerusalén, se acercaron a los que debían exponer los Sagrados Oráculos, a los ministros de la casa de Dios. Ya había sido anunciada al sacerdote Zacarías la proximidad de la venida de Cristo, mientras servía ante el altar. Ya había nacido el precursor, y su misión estaba corroborada por milagros y profecías. Habían cundido las nuevas de su nacimiento y del maravilloso significado de su misión. Y sin embargo, Jerusalén no se preparaba para dar la bienvenida a su Redentor. Los mensajeros celestiales contemplaban con asombro la indiferencia de aquel pueblo a quien Dios llamara a comunicar al mundo la luz de la verdad sagrada. La nación judía había sido conservada como testigo de que Cristo había de nacer de la simiente de Abrahán
y del linaje de David; y sin embargo, no sabía que su venida se acercaba. En el templo, el sacrificio matutino y el vespertino señalaban diariamente al Cordero de Dios; sin embargo, ni aun allí se habían hecho los preparativos para recibirle. Los sacerdotes y maestros de la nación no sabían que estaba por acontecer el mayor suceso de los siglos. Repetían sus rezos sin sentido y ejecutaban los ritos del culto para ser vistos de los hombres, pero en su lucha para obtener riquezas y honra mundanal, no estaban preparados para la revelación del Mesías. Y la misma indiferencia reinaba en toda la tierra de Israel. Los corazones egoístas y amantes del mundo no se conmovían por el gozo que embargaba a todo el cielo. Solo unos pocos anhelaban ver al Invisible. A los tales fue enviada la embajada celestial. Hubo ángeles que acompañaron a José y María en su viaje de Nazaret a la ciudad de David […]. Pero José y María no fueron reconocidos ni honrados en P R O P I E D A D
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Él vino con una herencia tal para compartir nuestras penas y tentaciones, y darnos el ejemplo de una vida sin pecado . la ciudad de su linaje real. Cansados y sin hogar, siguieron en toda su longitud la estrecha calle, desde la puerta de la ciudad hasta el extremo oriental, buscando en vano un lugar donde pasar la noche. No había sitio para ellos en la atestada posada. Por fin, hallaron refugio en un tosco edificio que daba albergue a las bestias, y allí nació el Redentor del mundo. Sin que lo supieran los hombres, las nuevas llenaron el cielo de regocijo. Los seres santos del mundo de luz se sintieron atraídos hacia la tierra por un interés más profundo y tierno. El mundo entero quedó más resplandeciente por la presencia del Redentor. Sobre los collados de Belén se reunieron innumerables ángeles a la espera de una señal para declarar las gratas nuevas al mundo. Si los dirigentes de Israel hubieran sido fieles, podrían haber compartido el gozo de anunciar el nacimiento de Jesús. Pero hubo que pasarlos por alto […]. Humildes testigos
En los campos donde el joven David apacentara sus rebaños, había todavía pastores que velaban. Durante las silenciosas horas de la noche, hablaban del Salvador prometido, y oraban por la venida del Rey al trono de David. «Y se les presentó un ángel del Señor y la gloria del Señor los rodeó de resplandor, y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: “No temáis, porque yo os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor”». Al oír estas palabras, las mentes de los atentos pastores se llenaron de visiones gloriosas. ¡El Libertador había nacido en Israel! Con su llegada, se asociaban el poder, la exaltación, el triunfo. Pero el ángel debía prepararlos para reconocer a su Salvador en la pobreza y humillación. «Esto os servirá de señal
–les dijo–: hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre». El mensajero celestial había calmado sus temores. Les había dicho cómo hallar a Jesús. Con tierna consideración por su debilidad humana, les había dado tiempo para acostumbrarse al resplandor divino. Luego el gozo y la gloria no pudieron ya mantenerse ocultos. Toda la llanura quedó iluminada por el resplandor de las huestes divinas. La tierra enmudeció, y el cielo se inclinó para escuchar el cántico: «¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!». […] Entonemos el cántico celestial
El cielo y la tierra no están más alejados hoy que cuando los pastores oyeron el canto de los ángeles. La humanidad sigue hoy siendo objeto de la solicitud celestial tanto como cuando los hombres comunes, de ocupaciones ordinarias, se encontraban con los ángeles al mediodía, y hablaban con los mensajeros celestiales en las viñas y los campos. Mientras recorremos las sendas humildes de la vida, el cielo puede estar muy cerca de nosotros. Los ángeles de los atrios celestes acompañarán los pasos de aquellos que vayan y vengan a la orden de Dios. La historia de Belén es un tema inagotable. En ella se oculta la «profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios» (Rom. 11:33). Nos asombra el sacrificio realizado por el Salvador al trocar el trono del cielo por el pesebre, y la compañía de los ángeles que le adoraban por la de las bestias del establo. La presunción y el orgullo humanos quedan reprendidos en su presencia. Sin embargo, aquello no fue sino el comienzo de su maravillosa condescendencia. Habría sido una humillación casi infinita para el Hijo de Dios revestirse
de la naturaleza humana, aun cuando Adán poseía la inocencia del Edén. Pero Jesús aceptó la humanidad cuando la especie se hallaba debilitada por cuatro mil años de pecado. Como cualquier hijo de Adán, aceptó los efectos de la gran ley de la herencia. Y la historia de sus antepasados terrenales demuestra cuáles eran aquellos efectos. Mas él vino con una herencia tal para compartir nuestras penas y tentaciones, y darnos el ejemplo de una vida sin pecado. En el cielo, Satanás había odiado a Cristo por la posición que ocupara en las cortes de Dios. Le odió aún más cuando se vio destronado. Odiaba a Aquel que se había comprometido a redimir a una raza de pecadores. Sin embargo, a ese mundo donde Satanás pretendía dominar, permitió Dios que bajase su Hijo, como niño impotente, sujeto a la debilidad humana. Le dejó arrostrar los peligros de la vida en común con toda alma humana, pelear la batalla como la debe pelear cada hijo de la familia humana, aun a riesgo de sufrir la derrota y la pérdida eterna. El corazón del padre humano se conmueve por su hijo. Mientras mira el semblante de su hijito, tiembla al pensar en los peligros de la vida. Anhela escudarlo del poder de Satanás, evitarle las tentaciones y los conflictos. Mas Dios entregó a su Hijo unigénito para que hiciese frente a un conflicto más acerbo y a un riesgo más espantoso, a fin de que la senda de la vida fuese asegurada para nuestros pequeñuelos. «En esto consiste el amor». ¡Maravillaos, oh cielos! ¡Asómbrate, oh tierra! n
Los adventistas creemos que Elena White (1827-1915) ejerció el don bíblico de profecía durante más de setenta años de ministerio público. Este fragmento ha sido extraído de su libro El Deseado de todas las gentes, pp. 29-32.
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Albert Kazako
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VENCEDORES Una increíble travesía de fe
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asé los primeros años de mi vida en el país empobrecido de Malaui, en África, donde contraje matrimonio con Eunice y fui testigo del nacimiento de mis dos hijos, Albert Jr. y Davis. Nos ganábamos la vida administrando una pequeña clínica médica, hasta que un evento traumático nos cambió la vida. A pesar de ello, en medio de esa experiencia de vida o muerte, cuando parecía que no había ni un rayo de sol en las nubes negras que se cernían sobre nosotros, Dios me mostró que él recién estaba iniciando sus planes para mí y mi familia. Aterrorizados por intrusos
En marzo de 2001, mi familia y yo estábamos muy felices después de haber asistido al «Gran Sábado»; un evento periódico en el que varias iglesias adventistas de la zona se reúnen en un parque o estadio para el culto. Poco después de dormirnos, nos despertamos sobresaltados por exclamaciones cada vez más fuertes, que pronto se transformaron en disparos, y vimos que un grupo de ladrones irrumpía por la puerta delantera. Salté de la cama y los enfrenté en la cocina. Eran ocho, y tenían no solo armas de fuego sino también hachas y cuchillos. Procuré mantener la calma, mientras les preguntaba qué querían.
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No teníamos mucho, pero les daría cualquier cosa con tal que no nos hicieran daño. Me pidieron dinero, y les respondí sin mentirles que no tenía nada. Uno de ellos me puso el arma contra la sien y me dijo: «¿Te crees que esto es un juguete?» Entonces comenzó a golpearme y a exigirme que les diera dinero. Como no podía satisfacer sus demandas, me ató las manos y se dirigieron al dormitorio, donde comenzaron a golpear a mi esposa, a quien le faltaban dos semanas para dar a luz a nuestro segundo hijo. Fue el peor momento de mi vida. No podía hacer nada sino rogarles que dejaran de golpearla. Les dije que podían llevarse lo que quisieran. Finalmente se dieron por vencidos y se llevaron todo lo que pudieron, incluidos los suministros necesarios para la clínica. Perdimos casi todo lo que teníamos, pero estábamos agradecidos de que Dios nos había conservado la vida. Dos semanas después, nos sentimos una vez más envuetos por la gracia divina cuando nació sin complicación alguna nuestro hijo Davis.
VERDADEROS AMIGOS: Albert Kazako (en el medio), junto a Dee y Kevin Horn, a quienes Dios usó para llevar a Albert y su familia a los Estados Unidos.
Unidos, pero no tenía dinero ni para el billete de avión, y ni hablar de los obstáculos que habría que vencer para emigrar a ese país. Mi travesía milagrosa hacia los Estados Unidos comenzó cuando conseguí un préstamo para sacar el pasaje. Aún recuerdo el viaje bien temprano en taxi al aeropuerto. El automóvil se sacudía con violencia, y luchábamos por andar a treinta kilómetros por hora. Terminé perdiendo el vuelo. Estaba decepcionado, pero después quedó claro que todo estaba dentro del plan divino. Me colocaron en un vuelo posterior. Un segmento del viaje era el vuelo de Ámsterdam a Detroit. Mientras me acomodaba en el asiento, noté el titular de la página de un libro que leía quien viajaba junto a mí. Decía algo del sábado. Como adventista, me llamó la atención. Me presenté y me enteré que él también era adventista. Se llamaba Kevin Horn, y regresaba a Míchigan de un viaje de negocios a Inglaterra. Antes de separarnos en Detroit, me dio su tarjeta profesional y me dijo que lo contactara si alguna vez necesitaba algo. Yo seguí entonces hasta Atlanta (Georgia).
Un nuevo rumbo
El asalto me mostró claramente que no estábamos seguros, y que el futuro en Malaui no era promisorio. Soñaba con llevar mi familia a los Estados
La intervención continua de Dios
Llegué a Atlanta con la intención de alojarme con un pariente hasta que pudiera registrarme en la carrera de
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En la senda del progreso
LA FAMILIA KAZAKO: (Desde la izquierda): Albert Kazako, su hijo Albert Jr., su esposa Eunice, y su hijo Davis posan juntos durante la graduación de secundaria de Albert Jr., en junio de 2015.
enfermería. Había sido asistente médico en Malaui, y había escuchado qué fácil era entrar a estudiar en Estados Unidos. Desafortunadamente, la realidad era muy distinta. Después de tres semanas, no había avanzado nada, y ya no podía quedarme con mi pariente. Sin lugar adonde ir, me puse en contacto con la única persona que conocía en el país: mi amigo del avión. Mientras le contaba a Kevin mi situación, le pregunté si podía visitarlo antes de regresar a Malaui. Una hora después me dijo que tomara un autobús hasta Míchigan. Después de viajar casi veinticuatro horas, llegué tarde en la noche a la estación donde me aguardaban Kevin y su esposa Dee. Llegamos a su casa alrededor de la medianoche, y sus cuatro hijos –Jeff, Kristi, Katie y Josh– habían permanecido despiertos para saludarme. Después de dormir
bien, me desperté y vi que Josh, el más pequeño de la familia, me había traído flores que había juntado afuera. ¡Me sentí tan bienvenido en ese hogar! Horas después, Dee me dijo que estarían dos días ausentes, y que me dejarían quedar en la casa mientras ellos no estaban. «¿Usted quiere decir que me quedaré solo?», pregunté sorprendido. A manera de respuesta, me preguntó si podía cuidar de las mascotas mientras no estaban. Yo no podía creer la confianza que tenían en mí después de tan poco tiempo. Les ofrecí llevarse mi pasaporte hasta que volvieran, pero Dee dijo: «No, Albert; si no confiamos en la gente, la vida carece de significado». Entonces me dejaron las llaves de la camioneta, me indicaron cómo llegar a la iglesia adventista, y me explicaron que algunos miembros de iglesia se ocuparían de mí.
Cuando la familia Horn regresó, conversamos acerca del propósito de ir a los Estados Unidos. Les dije que quería estudiar enfermería, y que esperaba que algún día mi familia pudiera acompañarme. Kevin y Dee me ayudaron entonces a alcanzar mi primer objetivo. Comenzaron a procesar mi visa de estudiante como mis patrocinadores, y pronto me matriculé en un colegio terciario local. Larry Butcher, el padre de Lee, me empleó en su granja, para que tuviera dinero para mis gastos y pudiera comenzar a ahorrar para acercar a mi familia. Los miembros de la iglesia, sin embargo, juntaron el dinero para comprar los billetes de avión para mi familia. Pronto mi esposa Eunice y mis dos hijos llegaron desde Malaui. Mi familia y yo vivíamos en una casa en la granja de Larry. Él nos cobraba un alquiler mínimo, y los miembros de iglesia y otras personas nos siguieron ayudando con los alimentos y otras necesidades básicas. ¡Les estamos tan agradecidos! La escuela de enfermería era difícil, pero oré y le pedí a Dios que me ayudara a tener éxito. En 2005, me gradué con un título de grado en enfermería. En la actualidad trabajo como enfermero en el Hospital Johns Hopkins de Baltimore (Maryland). Mi esposa también es enfermera. A lo largo de mi increíble travesía, Dios me ha enseñado muchas lecciones. La más importante es que cuando creemos que no hay esperanza ni posibilidades de escapar de una difícil situación, Dios dice: «¡Esto recién empieza!» n
Albert Kazako y su familia han estado viviendo en Maryland desde 2007, y siguen alabando a Dios por sus muchas bendiciones. Vol. 12 No. 12 | Adventist World
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uidar las palabras en la cultura de la mentira: ese es el incriminatorio título e impactante llamado a la acción que nos envía Marilyn Chandler McEntyre a todo aquel que «se interesa en el lenguaje y el relato».1 McEntyre se lamenta de que «vivimos en una cultura donde las diversas formas de engaño no solo son practicadas sino también aceptadas de manera común».2 La más grande tragedia es saber cómo surgió el engaño en la antigüedad. Porque mucho antes de McEntyre, mucho antes de medir el tiempo en siglos y milenios, los engaños ya estaban usando erróneamente el lenguaje de Dios y malogrando su historia. Los seres racionales, productos de su amor creador, ya estaban siendo engatusados para creer que el Creador no es en realidad el bueno del universo.
Lael Caesar
La
NÚMERO 8
buena historia de Dios
Elijamos la mejor historia
El primer engañador
Para ser justos, el engañador original no fue fácil de dilucidar. Conocerlo como Lucifer, «el portador de luz», nos ayuda a apreciar cuán digno personaje era: «La hueste celestial lo amaba y reverenciaba, los ángeles se deleitaban en cumplir sus órdenes, y estaba dotado de más sabiduría y gloria que todos ellos».3 Más allá de su nombre y dones, estaban sus sinceros diálogos que buscaron «eliminar el descontento y reconciliar a los ángeles desconformes con el orden del cielo»,4 teniendo como «su único fin […] promover la lealtad y preservar la armonía y la paz».5 ¡Qué historia tan solidaria contó! Y en el contexto del reciente gran encuentro al que citó el Padre para ensalzar a Jesús como el único con prerrogativas divinas,6 es fácil entender la historia de Lucifer: había algo discriminatorio, que favorecía a uno por sobre el otro. Y aunque Lucifer mismo no se veía afectado o atribulado personalmente por ello («él mismo no se comprometía»7), se podía ver que permitir que el tema siguiera ese curso no auguraba nada bueno. Ningún ángel interesado en una buena historia podía ignorar
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a conciencia esas realidades. Es algo que requería atención. Parecía fácil y apropiado ponerse del lado de Lucifer. Unirse a su causa era ponerse de parte del derecho y del bien. Asimismo, no era tanto la historia de él sino la de todos ellos.8 Porque podían ver, al clarificarles él las cosas, que «la condición de los ángeles […] necesitaba mejorar».9 El comerciante
La descripción que hace Ezequiel de la historia de Lucifer hace uso de una metáfora de los negocios. Lucifer era un comerciante muy dedicado, cuando el oráculo de Ezequiel se refiere a él: «Por la abundancia de tu comercio te llenaste de violencia» (Eze. 28:16).10 Es una perspectiva sorprendente en el camino de la violencia. Lucifer se «llenó de violencia» por la abundancia de su comercio: los chismes crean interesantes historias y una creciente indignación con el peso agregado de las insinuaciones, las complicaciones innecesarias, la adulación, el engaño y la falsificación de la Palabra de Dios. Lucifer utilizó una gran lista de estrategias narrativas que no estaban
disponibles para Dios11 en lo que ha terminado siendo el primer y duradero mal relato de la historia universal. Es una narración de lucha que ha engendrado todo tipo de otras batallas y, sin embargo, una que jamás habría comenzado si la continua paciencia del Padre amante hubiera logrado su cometido. Esas inmensurables sesiones en las que trató de aconsejar a Lucifer no revelaron los altercados que terminarían manchando la creación divina. Y los chismes de Lucifer a los ángeles no dejaron entrever los ataques que llevarían a su expulsión del cielo, quitarían la vida de Abel, satisfarían el cántico del asesino Lamec (Gén. 4:23, 24) e inspirarían la existencia de Auschwitz, los gulags y los artefactos explosivos. Sin embargo, por más elevador que haya parecido su relato, la muerte y las mentiras estuvieron presentes desde el comienzo, en las dañinas distorsiones que Lucifer llegó a atesorar como verdades originales (Juan 8:44). De manera consecuente con su carácter de amor, Dios «soportó mucho tiempo a Lucifer», esforzándose por ayudarlo a
apreciar el impacto, en último término ruinoso, de las sugerencias que él consideraba tan admirables.12 No obstante, decidido a creer su propio relato, Lucifer no se dejó ayudar, aun cuando su narrativa engendró peleas con quienes estaba en desacuerdo. No aceptó consejos, aun cuando esas peleas crearon campos rivales entre los cuerpos de mensajeros divinos. Siguió mostrándose resistente aunque la confrontación entre esos campos erupcionó en una guerra final entre los espíritus que ocupaban la sala de control del universo. Lucifer, el portador de luz que se había convertido en Satanás, el adversario de Dios, tuvo que ser expulsado junto con todos sus partidarios (Apoc. 12:7, 8), porque «no hubiera sido conveniente permitir que permaneciera en el cielo ninguno de los que se habían unido con Satanás en su rebelión».13 Guerra en la Tierra
Resulta trágico que la narración de Lucifer halló oídos solidarios en la Tierra: los primeros mayordomos del planeta abrieron el corazón al perverso relato sobre el gobierno de Dios y llegaron a ser parte de su maligno relato con su capítulo final de condenación, porque en Adán todos mueren (1 Cor. 15:22). No obstante, gracias sean dadas a Dios, porque el terrible relato de Satanás pronto ya no será contado, ni será el capítulo final de la vida en el universo de Dios. Y porque su engaño original traficó calumnias sobre la naturaleza y el carácter divinos, la conclusión culminante del gran conflicto será la efusiva respuesta de toda la creación con el retrato que hizo Lucifer de Dios como un ser manipulador; un engaño discriminador. Solo el amor paciente de Dios puede producir semejante desenlace. Algunos, con tendencia a la calumnia, aún hallan terreno para la burla: Dios es un débil que promete pero jamás cumple sus amenazas (2 Ped. 3:9). Otros hallan prueba de la mezquindad de su omnipotencia en la desgracia de cada defecto congénito de nacimiento, de-
vastador accidente aéreo o guerra cruel. Combinado con ello, el «¿por qué?» angustiado de la vida ante las catástrofes repugnantes del planeta prueba ya sea la frialdad de su tiranía o las profundidades de su incompetencia. Mientras tanto, otros que afirman representar el lado de Dios, contribuyen a la causa del enemigo cuando celebran la aparición de Dios en el planeta como una apología innovadora de una imposición de leyes que sus criaturas no pueden guardar. Conclusión
A pesar de las distorsiones de Lucifer, su reinado satánico sabe lo que le espera. Sabe el fin de la historia porque estuvo allí, en el Calvario, cuando el sacrificio abnegado del Hijo de Dios silenció todo argumento que podía conjurar contra el amor divino. Sabe muy bien que pronto, cuando él y el pecado hayan sido purificados de todo el universo, será entonado el cántico original, armonioso y consonante de
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la creación, porque todas las cosas declararán «en su belleza sin mácula y en júbilo perfecto, que Dios es amor».14 n 1 Marilyn Chandler McEntyre, Caring for Words in a Culture of Lies (Grand Rapids: Eerdmans, 2009), p. xii. 2 Ibíd., p. 56. 3 Elena White, Patriarcas y profetas, p. 14. 4 Ibíd., p. 16. 5 Ibíd. 6 Ibíd., p. 14. 7 Ibíd., p. 19. 8 Ibíd.: «Acusó a los ángeles leales de estar haciendo precisamente la misma labor que él hacía». 9 Elena White, La historia de la redención, p. 18. 10 Las citas bíblicas de este artículo están extraídas de La Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI®Copyright © 1999 de Biblica, Inc.® Usada con autorización. Todos los derechos reservados. 11 Elena White, Patriarcas y profetas, p. 20: «Dios podía emplear únicamente aquellos medios que fueran compatibles con la verdad y la justicia. Satanás podía valerse de los medios que Dios no podía usar». 12 Ibíd., p. 19. 13 Elena White, La historia de la redención, p. 17. 14 Elena White, El conflicto de los siglos, p. 657.
Lael Caesar es editor asociado de ADVENTIST WORLD.
gran
conflicto La humanidad entera se encuentra envuelta en un conflicto de proporciones extraordinarias entre Cristo y Satanás, en torno al carácter de Dios, a su Ley y a su soberanía sobre el universo. Este conflicto se originó en el cielo cuando un ser creado, dotado de libre albedrío, se exaltó a sí mismo y se convirtió en Satanás, el adversario de Dios, e instigó a rebelarse a una porción de los ángeles. Introdujo el espíritu de rebelión en este mundo cuando indujo a pecar a Adán y a Eva. El pecado de los seres humanos produjo como resultado la desfiguración de la imagen de Dios en la humanidad, el trastorno del mundo creado, y posteriormente su completa devastación en ocasión del diluvio universal. Observado por toda la creación, este mundo se convirtió en el campo de batalla del conflicto universal, a cuyo término el Dios de amor quedará finalmente vindicado. Para ayudar a su pueblo en este conflicto, Cristo envío al Espíritu Santo y a los ángeles leales para que lo guíen, lo protejan y lo sustenten en el camino de la salvación. (Gén. 3; 6-8; Job 1:6-12; Isa. 14:12-14; Eze. 28:12 18; Rom. 1:19-32; 3:4; 5:12-21; 8:19-22; 1 Cor. 4:9; Heb. 1:14; 1 Ped. 5:8; 2 Ped. 3:6; Apoc. 12:4 9).
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R E S P U E S T A S
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P R E G U N T A S
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Seguros ¿Cuál es la evidencia bíblica de un período de angustia para la iglesia en el tiempo del fin?
en sus
manos
En la Biblia, el «tiempo de angustia» se refiere a la experiencia de Jacob la noche antes de encontrarse con su hermano Esaú. Esa experiencia del Antiguo Testamento es usada para prefigurar la experiencia del pueblo de Dios poco antes del establecimiento del reino de Dios en la Tierra. Examinaré la experiencia de Jacob y los pasajes bíblicos pertinentes. 1. La experiencia de Jacob: Antes de encontrarse con Esaú, Jacob experimentó un fuerte sentido de culpa tanto por lo que le había hecho a su hermano como por su temor a la muerte (Gén. 32:11). Jacob «tuvo gran temor y se angustió [tsarar, «estar ansioso, atribulado, angustiado»]» (vers. 7). Su sentimiento de culpa lo llevó a buscar el perdón de Esaú por medio de regalos que lo apaciguaran (vers. 4, 5, 20). Esa noche, Jacob salió a orar, profundamente angustiado, luchando ante el Señor con un sentimiento de culpa y temor. Más tarde, al recordar su experiencia, dijo: «Levantémonos y subamos a Bet-el, pues allí haré un altar al Dios que me respondió en el día de mi angustia [tsarah, «angustia, ansiedad, tribulación»]». El tiempo de angustia de Jacob y su liberación se convirtieron en un símbolo de esperanza para los que se encuentran en una situación similar (Sal. 20:1). 2. Aplicaciones para el tiempo del fin en Jeremías y Daniel: Jeremías anuncia al pueblo de Dios una experiencia futura similar a la de Jacob. El contexto del pasaje se refiere a la proclamación del retorno del pueblo del exilio (30:1-3), interrumpido por un mensaje del Señor que no se refiere al regreso del exilio sino a un futuro tiempo de angustia para el pueblo de Dios, del cual él también los librará (30:4-9). Después de ese paréntesis, el profeta regresa a la esperanza de un retorno del exilio (30:10, 11). El tiempo de angustia anunciado es un día de pánico y terror, palidez de rostro y la ausencia de shalom (vers. 5, 6). La imagen de hombres que experimentan dolores de parto es usada para indicar el temor y la incapacidad que tienen de vencer por sí solos al enemigo. Es un gran día, en el sentido de que no ha existido otro igual (vers. 7). Se llama específicamente «un tiempo de angustia [tsarah] para Jacob», es decir, para el
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pueblo de Dios (vers. 7). Dios, sin embargo, intervendrá y los liberará de él. Nunca más estarán bajo el poder de enemigos. El reino de Dios será establecido y servirán solo a su Rey y mesiánico Señor (vers. 8, 9). Daniel 12:1-3 también se refiere a un tiempo de angustia para el pueblo de Dios. Al igual que en Jeremías, será un «tiempo de angustia [tsarah]» sin precedentes (vers. 1). El profeta indica que afectará a todos los seres humanos. Aunque el pueblo de Dios atravesará esa angustia, Dios interviene y los libra (vers. 1). Esa experiencia aterradora está asociada con el intento del rey del norte de exterminarlos, de lo cual son librados por Dios (45:44, 45). El tiempo de angustia se produce cuando Miguel se levanta para liberarlos, poco antes de la resurrección de los muertos (12:2). Es un evento del tiempo del fin. 3. El tiempo de angustia en el Apocalipsis: Apocalipsis nos habla de un tiempo de angustia para el pueblo de Dios en los últimos días, llamado por Juan «la hora de la prueba [thlipsis, «tribulación, angustia»]» (Apoc. 3:10). Es una tribulación global, pero no destruirá la fe del pueblo de Dios. Se describe a esas personas como «los que han salido de la gran tribulación[thlipsis]» y han permanecido fieles por la sangre del Cordero (7:14). Pasan por esa experiencia después de que son liberados los cuatro vientos de destrucción y poco antes del regreso de Cristo (6:17-7:3). Apocalipsis 13:11-17 aclara que, durante ese tiempo, al igual que en Daniel, el enemigo tratará de exterminar al pueblo de Dios, pero el Señor lo librará. Al igual que Jacob, sus integrantes experimentarán el temor de muerte y un profundo sentido de cuán indignos son. La referencia a la sangre del Cordero, sin embargo, indica que confiarán absolutamente en el poder de salvación de Dios, y que ninguno de ellos perecerá. Dios permite que pasen por esa difícil experiencia porque están seguros en sus manos (Apoc. 22:11). n
Ángel Manuel Rodríguez se ha jubilado después de trabajar en la iglesia como pastor, profesor y teólogo.
E S T U D I O
B Í B L I C O
Qué enseña la Biblia sobre la
salud
Mark A. Finley
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uchas personas creen que la forma de tratar su cuerpo es una decisión completamente personal. Piensan: Es mi cuerpo, y nadie tiene el derecho de decirme qué comer, qué beber o cualquier otra cosa sobre mis decisiones personales. Aun algunos cristianos tienen la extraña idea de que el cristianismo solo se ocupa de la dimensión espiritual de la vida y que no tiene nada que ver con la dimensión física. En la lección de este mes, exploraremos lo que la Biblia dice sobre la salud de nuestro cuerpo.
1 ¿Qué llamado apasionado hizo el apóstol Pablo sobre la manera en que los cristianos tienen que tratar su cuerpo? Lea Romanos 12:1. El pasaje incluye la frase «os ruego». «Rogar» significa instar, suplicar, apelar. Denota urgencia y prioridad. La palabra «cuerpo» en el Nuevo Testamento en griego significa «la suma total y colectiva de las partes». La traducción de J. B. Phillips del Nuevo Testamento traduce la frase donde dice «verdadero culto» como «un acto de adoración». La traducción literal del versículo expresa lo siguiente: «Hermanos, los insto de manera tan decidida como puedo, por las misericordias de Dios, que se presente cada uno [nadie puede hacerlo por otro] física, mental, emocional y espiritualmente ante Dios como un acto de adoración. Cuidar del cuerpo es en cierto sentido un acto de adoración a Dios».
2 ¿Cómo se relaciona el concepto de que cuidar de nuestro cuerpo es un acto espiritual de adoración con el mensaje final de Dios para su iglesia en Apocalipsis 14:7? El mensaje de Dios para el tiempo del fin es un llamado a adorar al Creador. Si lo adoramos auténticamente como el Creador, ¿cooperaremos con él para edificar lo que él ha hecho, o trabajaremos contra él para derribarlo? De todas las cosas que hizo, el cuerpo humano es una de las más maravillosas.
3 ¿De qué manera oró el apóstol Pablo sobre la salud, a la luz de la segunda venida de Cristo? Lea 1 Tesalonicenses 5:23. 4 ¿Qué pregunta significativa formuló Pablo en 1 Corintios 6:19? ¿Y cómo respondió el apóstol a su propia pregunta en 1 Corintios 6:20? El apóstol sostiene que no somos nuestros. Es importante lo que ponemos en nuestro cuerpo, y cómo lo tratamos, porque fuimos comprados con la preciosa sangre de Cristo. Somos responsables ante él por cómo tratamos el cuerpo que en su bondad nos dio.
5 ¿Por qué en ocasiones parece tan difícil cambiar nuestros hábitos físicos? Compare los siguientes textos: Romanos 7:18, Gálatas 5:17 y Efesios 6:14. Nos encontramos en medio de una guerra espiritual entre las fuerzas de Dios y las fuerzas del mal. No tenemos poder alguno si dependemos de nuestras propias fuerzas.
6 ¿Cómo podemos ser victoriosos en esta batalla que asedia en la mente y el corazón? Resuma los siguientes textos donde se nos asegura la victoria sobre el mal: Filipenses 4:13, 2 Corintios 5:17 y Romanos 8:3-6. Con nuestras propias fuerzas, no tenemos poder alguno para vencer, pero por medio de Cristo, la victoria es nuestra. Jesús jamás perdió una batalla con Satanás y las fuerzas del mal. La buena nueva es que, por su medio, nosotros también podemos vencer. n
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INTERCAMBIO DE IDEAS
Mi
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S almo 23
eñor, mientras escalamos por los terrenos salvajes de nuestras vidas, recuérdanos constantemente que tú cuidas de nosotros como los pastores de sus ovejas; porque nos amas, no nos falta nada de importancia eterna. Las florecillas salvajes del sendero de montaña proclaman que tú eres el autor de la belleza. Los prados cubiertos de hierbas y la calma de los lagos de cristal nos hablan de la paz y la tranquilidad de tu Espíritu. Los picos nevados declaran tu justicia de salvación. Las quebradas, oscuras como la muerte, no resultan aterradoras, porque podemos mirar y ver el azul brillante de tu cielo ilimitado. Somos confortados porque llevamos tu cayado de
Originario
confianza y tu brújula de fe. Nuestras tiendas están formadas por tu poder protector. En ellas disfrutamos los alimentos en medio de los truenos, el granizo y los fieros vientos de una tormenta de verano. Con gozo vamos a dormir bajo las estrellas, sabiendo que estamos cerca de las puertas del cielo. Tu compasión y amor inquebrantable nos rodean. Es el anhelo de nuestro corazón poner fin a nuestra travesía a la puerta de tu casa; que golpeemos y te veamos cara a cara, para vivir para siempre en tu vecindario. – A ndrew Hanson, Chico, California, Estados Unidos
de América El berrendo, una especie relacionada con el antílope africano, es autóctono del primer parque nacional del mundo, el Parque Nacional Yellowstone, en Wyoming (EE. UU.). Los berrendos pueden correr a 48 kilómetros por hora por distancias sostenidas, y en distancias cortas pueden llegar hasta los 96 kilómetros por hora.
Pedidos Y
Fuente: Smithsonian
AGRADECIMIENTOS
Por favor, les pido que oren para que mi familia consiga una casa, mi hermana un empleo, y para que mis hermanos menores tengan éxito en los estudios. También deseo que mi madre vea suplidas sus necesidades. Patrick, Ruanda
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Adventist World | Diciembre 2016
Le pido a Dios que nos muestre a los adventistas cómo alcanzar a los refugiados que llegaron a Alemania el último año, para que les podamos hablar de Cristo. Jakob, Alemania
Mi esposa ha perdido nuestro bebé a los seis meses de embarazo. Tenemos muchas deudas, y nos falta dinero para cubrir los gastos. Mutundi, Uganda Oren por favor para que Dios me ayude a matricularme en el segundo año de teología. Daniel, Camerún
Los responsables de la revista ADVENTIST WORLD, durante un descanso en medio de una larga sesión de planificación unos meses atrás. Desde la izquierda: Mark Kellner, Stephen Chavez, Sharon Tennyson, Wilona Karimabadi, Marvene Thorpe-Baptiste, Gaspar Colón, Kim Brown, Kristina Penny, Jared Thurmon, Andrew McChesney, Lael Caesar, Merle Poirier, Gerald Klingbeil, Sandra Blackmer (en el teléfono celular de Gerald), Bill Knott y André Brink.
Soy pastor y estoy estudiando en la Universidad de África Oriental. Necesito que oren por mi salud y los costos de mi estudio y el de mis hijas, así como por otras necesidades diarias. Jamás sentí paz hasta que conocí al Príncipe de Paz y lo acepté como mi Salvador personal. Mohamed, Somalia
p Gracia
y paz divinas
para las fiestas y a lo largo de todo el año
Por favor, ténganme presente en sus oraciones. Los resultados de mi examen no salieron como esperaba, y tengo que volver a hacerlo en un año. Quizá Dios tiene un plan distinto para mí. Gracias por sus oraciones. Jenson, India
Oraciones y alabanzas: Envíe sus pedidos de oración y agradecimientos por las oraciones contestadas a prayer@ adventistworld.org. Sea breve y conciso; dígalo en cincuenta palabras o menos. Los envíos serán editados por razones de espacio y claridad. No todos serán publicados. Incluya por favor su nombre y su país. También puede enviar sus pedidos por fax a: 1-301-680-6638; o por correo a ADVENTIST WORLD, 12501 Old Columbia Pike, Silver Spring, MD 20904-6600 U.S.A.
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INTERCAMBIO DE IDEAS
Hace
167 años
B I B L I O T E C A
E
D I G I TA L
A D V E N T I S TA
l 20 de diciembre de 1849 falleció Guillermo Miller en Low Hampton (Nueva York, EE. UU.). Este agricultor y predicador bautista laico, anunció la inminente venida de Cristo y fundó el movimiento conocido popularmente como el movimiento millerita. Miller se educó mayormente solo y vivió por años en Poultney (Vermont), donde fue elegido para cumplir diversos cargos cívicos. En la guerra de 1812 contra Inglaterra, fue teniente y capitán. Al finalizar la contienda se trasladó a Low Hampton, donde esperaba vivir tranquilo como agricultor. En 1816 se convirtió, y más tarde escribió: «Vi que la Biblia ponía de relieve justo al Salvador que yo necesitaba. Quedé perplejo por la manera en que un libro no inspirado desarrollaba principios que se adaptaban tan perfectamente a las necesidades de un mundo caído. Me vi forzado a admitir que las Escrituras tenían que ser revelación de Dios; estas se convirtieron en mi delicia, y encontré en Jesús un amigo». En 1818, mientras estudiaba la Biblia desde el Génesis hasta el Apocalipsis, interpretó Daniel 8:14 –«Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado»– y concluyó que «en unos veinticinco años [alrededor de 1843] […], todos los asuntos de nuestro estado presente llegarán a su fin». Miller usó la frase general «alrededor del año 1843» para describir su creencia sobre el momento del advenimiento. Después del 22 de octubre de 1844, fecha que Miller no estableció pero que aceptó a último momento, le escribió a Joshua Himes: «Aunque he sufrido un gran chasco dos veces, no estoy abatido ni desanimado […]. Mi esperanza en la venida de Cristo es tan sólida como siempre […]. He fijado mi mente en otro tiempo, y aquí permaneceré hasta que Dios me brinde más luz. Y la fecha es Hoy, Hoy y HOY, hasta que venga, y pueda ver a aquel a quien ansía mi alma».
El número de personas en el mundo que sufren de desnutrición. Fuente: The Rotarian
El número de terminaciones nerviosas por centímetro cuadrado en la mano humana. Fuente: Smithsonian
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5O
PALABRAS O MENOS
Mi
promesa bíblica favorita
«Mas yo volveré mis ojos a Jehová, esperaré al Dios de mi salvación; el Dios mío me oirá» (Miq. 7:7). Ante la corrupción moral de Israel, el profeta instó a su pueblo para que mirara al Señor y esperara su salvación. Dios promete estar atento a nuestro clamor. n
–Lucimagna Aguiar, Brasil
Mi promesa bíblica favorita es Juan 14:3: «Y si me voy y os preparo lugar, vendré otra vez y os tomaré a mí mismo, para que donde yo esté, vosotros también estéis». n
–Flavio Silva, por vía electrónica
«Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento» (Sal. 23:4). Reclamé esa promesa durante un accidente casi fatal mientras trabajaba como paramédica en Singapur. n
–Rudy Yap, Jr., Leeds, Inglaterra
Mi promesa bíblica favorita se encuentra en Apocalipsis 21:4: «Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá más muerte, ni habrá más llanto ni clamor ni dolor, porque las primeras cosas ya pasaron». Ese versículo nos recuerda que las penas que sufrimos aquí en la tierra tendrán un fin. n
–Abi, Iligan, Filipinas
«He aquí, vengo pronto . . .» Nuestra misión es elevar a Cristo, uniendo a los adventistas de todo el mundo en creencias, misión, vida y esperanza.
Editor ADVENTIST WORLD es una publicación internacional de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, editada por la Asociación General y la División de Asia-Pacífico Norte de la Iglesia Adventista. Editor ejecutivo Bill Knott Editor asociado Gerente editor internacional Pyung Duk Chun Junta editora Ted N. C. Wilson, presidente; Benjamin D. Schoun, vice- presidente; Bill Knott, secretario; Lisa Beardsley-Hardy; Daniel R. Jackson; Robert Lemon; Geoffrey Mbwana; G. T. Ng; Daisy Orion; Juan Prestol; Michael Ryan; Ella S. Simmons; Mark Thomas; Karnik Doukmetzian, asesor legal. Comisión coordinadora de ADVENTIST WORLD Jairyong Lee, chair; Yutaka Inada, German Lust, Pyung Duk Chun, Suk Hee Han, Dong Jin Lyu Editores de Silver Spring, Maryland, EE.UU. André Brink, Lael Caesar, Gerald A. Klingbeil (editores asociados), Sandra Blackmer, Stephen Chavez, Wilona Karimabadi, Andrew McChesney Editores de Seúl, Corea Pyung Duk Chun, Jae Man Park, Hyo Jun Kim Directora de operaciones Merle Poirier Director de asociaciones estratégicas Jared Thurmon Editores invitados Mark A. Finley, John M. Fowler Consultor E. Edward Zinke Gerente financiera Kimberly Brown Asistente administrativa Marvene Thorpe-Baptiste Junta administrativa Jayriong Lee, presidente; Bill Knott, secretario; Chun, Pyung Duk; Karnik Doukmetzian; Han, Suk Hee; Yutaka Inada; German Lust; Ray Wahlen; Exoficio: Juan Prestol-Puesán; G. T. Ng; Ted N. C. Wilson Dirección y diseño gráfico Jeff Dever, Brett Meliti Consultores Ted N. C. Wilson, Juan Prestol-Puesán, G. T. Ng, Leonardo R. Asoy, Guillermo E. Biaggi, Mario Brito, Abner De Los Santos, Dan Jackson, Raafat A. Kamal, Michael F. Kaminskiy, Erton C. Köhler, Ezras Lakra, Jairyong Lee, Israel Leito, Thomas L. Lemon, Solomon Maphosa, Geoffrey G. Mbwana, Blasious M. Ruguri, Saw Samuel, Ella Simmons, Artur A. Stele, Glenn Townend, Elie Weick-Dido A los colaboradores: Aceptamos el envío de manuscritos no solicitados. Dirija toda correspondencia a 12501 Old Columbia Pike, Silver Spring, MD 20904-6600, EE.UU. Número de fax de la oficina editorial: 1 (301) 680-6638 E-mail: worldeditor@gc.adventist.org Sitio Web: http://www.adventistworld.org/
Para la próxima, díganos en cincuenta palabras o menos cuál es su himno favorito. Explique por qué es su favorito. Envíe su colaboración a letters@AdventistWorld.org. En la línea de Asunto, escriba «50 Words or Less».
A menos que se indique lo contrario, todas las referencias bíblicas pertenecen a la versión Reina Valera. Revisión 1995. ADVENTIST WORLD es publicada todos los meses e impresa simultáneamente en Alemania, Argentina, Australia, Austria, Brasil, Corea, Estados Unidos, Indonesia y México.
Vol. 12, No. 11
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