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In Memoriam Carlos Peña

Imagen: Asociación Escuela de Auto-Realización

Ing. Ángel Ledesma

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A lo largo de estos días, en que tuvimos la bendición de estar con él junto con Danny y María del Carmen. El día en que Carlitos hizo su tránsito al más allá creo que había transcurrido una media hora antes en que tuvimos la bendición de cantar el Om, rezar un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria. En la Santa Misa del día siguiente en AEA tuve la oportunidad de decir unas palabritas sobre este queridísimo hermano. Y en el acto que organizó la familia el domingo por la tarde, especialmente para los socios y estudiantes de AEA se transmitió en Facebook Live, también tuve que decir unas palabras, a forma de diálogo especialmente con sus hijos.

Como cada uno de ustedes ha dicho, resumir una vida una vida de servicio a Dios dentro de la Asociación Escuela de Auto-Realización como que queda corto para poder decirlo en unos pocos minutos. Sencillamente, como decía Danny, nosotros éramos muy jóvenes cuando entramos a AEA; en realidad fui invitado por María del Carmen atraído ya por su práctica meditativa y también porque ella me consiguió una entrevista con el Padrecito Dávila y ese fue indudablemente el gancho, sabemos todos y lo decimos así con cariño que el Padrecito Dávila, como dice esa canción de Yogananda era un ladrón de corazones él (…) el manto y se llevaba el corazón.

Pero Carlitos Peña fue como quien dice esa piedra de ensamble en el centro de Guayaquil. Primero porque él entendió prontamente, creo que fue el primero en entender prontamente el camino de Auto-Realización que está cimentado sobre la meditación; recuerdo que en aquel entonces no habían instructores en el centro de Guayaquil, solamente contábamos con el libro del Padrecito Dávila, Palabra Eterna y también teníamos las lecciones de Yogananda. Me acuerdo que en la escuelita había un jardín de infantes después, me acuerdo que era en Ficus y Costanera. Ahí él dio el primer curso de principiantes, y estuvimos muchos de los principiantes que seguimos en Auto-Realización hasta el presente.

Cómo no recordar todo lo que han dicho ustedes, su alegría, su jovialidad, su inteligencia y también algo que usaba mucho Carlos, la visualización, decía hay que visualizar las cosas para que se sucedan, y en eso debemos decir que era una persona enteramente positiva en las cosas de Auto-Realización. Y él tomaba siempre -también en esa época leíamos mucho la Autobiografía de un Yogui- el ejemplo de Yogananda, decía hay que tener fe en Dios, hay que sentarse a meditar y todos los problemas se solucionan. El mismo mensaje lo hemos escuchado a nuestro amado Padre Dávila: “Meditad, Meditad, Meditad”, por eso tomamos esa frase para nuestras campañas, decimos meditar es siempre la respuesta. Bueno, Carlos Peña en eso era un ejemplo, también él era un hombre de una gran devoción, era un hombre muy devoto, muy inclinado a sentir a Dios como Madre, al referirse a ella como la Madre Divina.

Él en nuestra Asociación tuvo muchos roles, fue el primer Sub-Director, porque la primera directora fue Gloria de Vinuesa, después fue director por muchos años -parece que fue hasta el año 83, 84- después fue Sub-Director nuevamente, vocal, tesorero, delegado al directorio nacional, secretario del directorio nacional e instructor de todos los niveles; creo que Carlos dio todos los niveles que el Padrecito Dávila puso a disposición de todos nosotros.

Todos los que me han antecedido en la palabra, algo han dicho de sus virtudes. También tuvo una fase poco conocida. le gustaba escribir, admiraba mucho a los que escribían bien. Él había cogido cursos universitarios para redacción, me parece que los tomó en Estados Unidos, y tuvo una muy lúcida participación en el III Congreso de Filosofía Cristiana en el que participamos algunos con trabajos propios. Recuerdo que escribió un lindo trabajo, el trabajo de él versaba sobre la Inmanencia de Dios, sobre el Dios inmanente, el Dios que nos acompaña, el Dios en nosotros.

Imagen: Asociación Escuela de Auto-Realización

Carlos Peña fue un excelente discípulo del Padre Dávila, entregado a aprender de este querido maestro nuestro, cuyas palabras gracias a Dios quedaron grabadas para que resuenen siempre. Carlos fue un hombre entregado al Padre Dávila, un hombre entregado a Dios, un hombre bajo todos los aspectos loable, un gran esposo, un padre amantísimo, un hermano leal y amoroso, un amigo entrañable.

También me unió a él una relación especial nacida de la admiración que uno siente por el amigo que le ayuda a conducir a causas nobles y superiores. Tuve la suerte de que él sea el padrino de mi primera hija, María Cecilia, y recorrer más de 47 años de compañía, de convivencia de pocos momentos resulta por cierto insuficientes. Recuerdo de entre las cosas que le gustaba a Carlos no dichas porque ya algunos han dicho cosas muy lindas de él, pero recuerdo que a él le gustaba mucho los retiros de silencio, puso en práctica unos retiros de silencio en Ballenita. Carlos siempre fue un gran meditador, recuerdo que decía que él se levantaba en la mañana, caminaba en el malecón, que también había encontrado algún lugar por el malecón donde se acomodaba para meditar, en ese sentido Carlos es un modelo de discípulo, como lo concibió nuestro amado Padre Dávila.

Nuestra Asociación Escuela de Auto-Realización no es una escuela de monjes ni de monjas, sino es una asociación de laicos, de seres ordinarios, no lo digo en el sentido de gente vulgar, sino en el sentido que somos personas sujetas a un orden de vida, aun orden de vida igual que todos, trabajo, familia, sociedad, amistad. En ese sentido, Carlos cumplió con este modelo de socio querido por el Padre Dávila, que seamos cristianos, que estemos en el mundo pero que no seamos del mundo.

Sé que Carlos en estos momentos está viviendo una nueva forma de vida, ya para él no hay ayer ni mañana, sino un hoy, un hoy que amanece en unión con Dios y en comunión con todas las personas que han amado a Dios, al prójimo y a su obra, en unión con la línea de maestros que nos han antecedido y nos han donado esta tradición en unión con el Padre Dávila, con Pablito, María Eugenia y muchos de los discípulos queridos del Padre Dávila que han trascendido también ya de este plano como Juan Chacón, Rosita Vélez, Miriam Chacón, tantos otros como en todos los centros como en Guayaquil, tuvimos a Clarita, a Heriberto Vélez, Andrés, bueno a todos ellos que siguieron este modelo de vida, es una forma de vida que nos transmitió el Padre Dávila.

Eso es muy importante, el Padre Dávila, su comunión con Dios fue transmitida a nosotros. Hemos recibido una tradición, no hemos recibido una tradición para que esté guardada en una biblioteca, para que esté almacenada, hemos recibido una tradición de vida, una vida que tiene que vivirse, una vida que es plena, se tiene que comunicar, recibida como don, transmitida como don. Los que hemos recibido libremente de Dios a través de esta cadena de maestros lo estamos transmitiendo permanentemente, y en particular queremos destacar que Carlos Peña Matheus, nuestro querido hermano, nuestro querido decano como lo llamábamos cariñosamente recibió esta tradición, recibió esta semilla de vida por la unión con ese Dios Bendito. Esa vida ha dado frutos, frutos de vida eterna, frutos de obras que lo acompañan y lo acompañaran siempre.

Carlos gracias por haber sido este regalo que Dios nos dio, tu presencia, tu compañía, tu amistad, tu ejemplo de vida. Te deseamos, como nos enseñó nuestro amado maestro: adelante, siempre adelante.

Daniel Lebed

Es prácticamente imposible que en poco tiempo podamos hablar tantas cosas, tantas vivencias con Carlos.

Oye Carlos, a ti te estoy conversando. Carlitos te conocí en el año 75, te acuerdas en una pequeña villa donde prácticamente comenzó la vida de ashram. Si no hubiera sido por ti Carlos, probablemente no hubiera conocido al Padre Dávila, porque fue en esa ocasión que visité con un amigo esa villa que supiste cautivarme. ¿A quién no Carlos? ¿A quién no cautivaste tú? Pero me cautivaste también a mí y gracias a esa conversación que tuvimos ese día asistí luego a los cursos que tú diste y más profundamente me anclaste, luego tantas vivencias que tuvimos, tantas cosas tan lindas que vivimos contigo.

Te acuerdas cuando fuimos a Baños de Ambato y en la mitad del camino en pleno páramo nos bajamos y nos pusimos a meditar, en pleno páramo, tú y yo solitos con un frio atroz y nos matábamos de la risa con esa risa tan particular que tú siempre tuviste, que siempre tienes, seguro que te estás riendo ahora, te estás riendo de ese momento que nos tomamos una foto, foto que se perdió y que justamente como hace un mes y medio me la volví a encontrar, una foto grande que enmarque para recordarme aquellos momentos tantas cosas que aprendí de ti Carlos, la respiración alterna, qué bien que la hacías Carlos, con semejante inspiración con tu caja torácica grande una larga y profunda inhalación, quien como tú podía inhalar tanto. Imagínate, ¡qué belleza cuando nos metíamos en el agua fría y en el agua caliente en Baños! ¡Tantas experiencias! Y recordar todas tus anécdotas como las contabas tú siempre, como las contabas siempre cautivante, creo que a todos nos cautivaste con tus historias no sé si es que todas eran verdad o si les ponías bastante sal en lo que comentabas y contabas también tantas cosas que de tu boca salían místicamente porque ciertamente Carlos que contigo aprendimos a valorar lo místico y fuimos en pos de lo místico, también de esa espiritualidad mística. Luego conocí al padre Dávila y ciertamente es toda una historia junto contigo. Luego contigo tuvimos tantas cosas, como por ejemplo que tú te convertiste en mi padrino de bautizo, tú eras mi padrino y seguirás siendo padrino siempre. Pero al mismo tiempo era tan grande nuestra hermandad Carlitos que tú también me hiciste padrino de uno de tus hijos, de Santiago, y pasamos a ser padrino y a ser compadres, por eso nos decíamos compadrinos.

Te acuerdas Carlos, tantas cosas vividas Carlitos, tantas cosas, tantas enseñanzas, tantas anécdotas que como se puede contar en tan poco tiempo tantas décadas extraordinarias, anécdotas inmensas. Pero muchas cosas quedan de ti, y por ejemplo nunca se irá de nuestra cabeza la forma

Imagen: Asociación Escuela de Auto-Realización

de como tú te reías, a carcajadas; cómo te gozabas de ciertas situaciones difíciles y tú te reías de las cosas difíciles, muerto de risa, a mandíbula batiente te reías de las cosas difíciles, y así las pasabas y así las cosas difíciles se hacían fáciles y así tantas cosas que se me pasan en este momento. Pero también cuando tú hablabas y decías, ¡Esta es una gran cena, es una gran comida, una gran respiración, es un gran paseo! Eso no se nos va ir, eso se nos va a quedar siempre con nosotros, con esa alegría vibrante, alegría vibrante que siempre traías. Y tampoco se nos va olvidar la forma como tú exponías las cosas, con esa categoría y esa capacidad de palabra increíble, fácil, ágil, suave, ligera y al mismo tiempo profunda. Sabes qué Carlos, ¿cómo te vamos a olvidar?, no se puede olvidar uno de ti. Te llevamos en la piel, te llevamos en los años, te llevamos con nosotros, te llevamos en la vida misma. Sabes qué Carlos, ha sido una gran experiencia haber estado contigo. Seguiremos y nos volveremos a encontrar y nos volveremos a reunir, porque juntos venimos y juntos volveremos.

Ten paz Carlos, ten paz. Desde aquí vamos a meditar por ti siempre. Tú ahora cuídanos a nosotros.

Un abrazo para ti Carlos.

Imagen: Asociación Escuela de Auto-Realización

Carola de Vicente

Hablar de Carlos es hablar de muchísimas cosas, hablar de Carlos es hablar del entusiasmo, del amor, de fidelidad. Ese entusiasmo por la vida, contagioso; ese entusiasmo y esa alegría por vivir a profundidad ese amor a su familia, a sus amigos, a su AEA, a su misión, a su gurú, a Dios. Es hablar de esa fidelidad a esa constante respuesta que buscaba su alma, a tantas inquietudes despiertas es realmente, es recordar su actuar de acuerdo a su convicción, a su pensamiento más allá de las reglas. Él siempre nos animaba con una sonrisa, con una palmada, con una palabra, hasta con sus ojos. Él siempre estuvo presto para apoyar, realmente siempre nos incitó a seguir el camino, a buscar esas respuestas en lo íntimo de nosotros mismo.

Él transmitía con mucha claridad su conocimiento con palabra fácil. Tuve la oportunidad de tenerlo como instructor y realmente siempre llegaba de una manera muy directa, muy profundo, siempre impartía con el corazón, con su mente, con su corazón en armonía. Lo conocí más adelante. Fui descubriendo en él ese equilibrio sereno entre lo terreno y lo divino, esa sencillez, ese ser tan espontáneo, tan sencillo, tan actual, tan siempre dispuesto a estar, hacerse presente. En realidad, más adelante ya pude conocerle como amigo, ya pudo estar conmigo al lado en el camino espiritual.

Y bueno, cómo no recordar todas sus anécdotas, todas sus experiencias contadas de una manera tan especial, esas anécdotas contadas con sal y pimienta como era él, muy muy particular.

Siempre vamos a recordarlo en sus charlas, en sus clases de Autobiografía de un Yogui. El diurno tuvo la oportunidad de compartir con Carlos en algunas ocasiones, fue un gran apoyo, realmente él se ganó con facilidad el cariño de muchísimos de los que estábamos cercanos a él. Él siempre impregnó su huella, siempre, en realidad hoy incluso nos va enseñando su última clase: nos va enseñando que la ausencia física siempre se convierte en presencia eterna en el corazón, en la memoria, que no hay vacío, que va estar siempre; y que gracias a ese ejemplo, a esa voluntad, a ese deseo incesante de buscar paz, luz del amor eterno vamos a estar unidos en espíritu por siempre.

Lo despido con alegría, lo despido con agradecimiento por haber estado en mi camino, él se robó un pedazo de muchos de nuestros corazones, pero también nos dejó una parte de su corazón. Así que vuela alto amigo, que tengas buen viaje.

Claudio Ullauri

Realmente recordarle a Carlitos Peña, nos recuerda con tanta alegría, su forma de vivir de ver las cosas, la alegría que vivía y transmitía era impresionante. Yo le conocí en el año 75 cuando fue a Cuenca a la segunda convención de AEA. Desde allí nos impresionó gratamente a un grupo de jóvenes adolescentes que éramos en esa época, nos encantaba estar alrededor de Carlitos oír sus historias, era un hombre profundamente espiritual, devoto, amaba la meditación, amaba el kirtan, amaba el sendero espiritual y eso nos transmitía.

Carlitos Peña era un discípulo muy, muy querido por el Padrecito Dávila. Recuerdo, nosotros esperábamos con ansia en las convenciones la famosa hora social que el Padrecito programaba, y siempre Carlitos Peña tenía un espacio allí que nos hacía reír contando las anécdotas de todos los estudiantes y eran momentos muy gratos. El Padrecito se festejaba, realmente disfrutaba cuando le escuchaba a Carlitos, él es un ejemplo a seguir, se dice que un santo triste, es un triste santo. En el caso de Carlitos fue un hombre alegre, un hombre que vivió intensamente la parte espiritual y transmitía eso.

Creo que en cada uno de nosotros los amigos de Guayaquil, de Cuenca y de Quito siempre le recordaremos como un hombre positivo, de seguro que en este momento estará disfrutando de la gracia de Dios.

Carlitos fue un hombre próspero, los orientales dicen que la prosperidad está en las personas en la medida que sirven a los demás. Carlitos Peña sirvió a muchos estudiantes, les inició en el sendero, nos motivó a muchos a seguir. Tenemos gratos recuerdos de Carlitos Peña.

Imagen: Asociación Escuela de Auto-Realización

Imagen: Asociación Escuela de Auto-Realización

Imagen: Internet Google

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