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La Fiscalidad del Futuro Documento 146 / Junio 2008 / www.iefamiliar.com
Madrid 24 de junio de 2008
La Fiscalidad del Futuro Pรกgina Instituto de la Empresa Familiar
Índice Pág. 03
APERTURA DE LA JORNADA D. Fernando Casado Director General del Instituto de la Empresa Familiar
Pág. 13
CONFERENCIA: “Hacia un nuevo modelo de Sistema Fiscal” D. Juan Corona Catedrático de Hacienda Pública y Sistema Fiscal de la Universidad Abat Oliba (CEU) y Director Académico del IEF
Pág. 30
CONFERENCIA: “Optimal Monetary and Fiscal Policy’’ D. Martin Uribe Catedrático de la Universidad de Duke
Pág. 48
CONFERENCIA: “The Effects of Government Spending Shocks” Dª. Stephanie Schmitt Catedrático de la Universidad de Duke
Pág. 67
CONFERENCIA: “Una política fiscal para España: el corto, el medio y el largo plazo.” D. Jesús Fernández-Villaverde Profesor de la Universidad de Pennsylvania
Pág. 87
CONFERENCIA: “Trends in Taxation Policy: do Governments need to change tax policy to adapt to globalization?” D. Bill Dodwell Deloitte Tax Partner
Pág. 101
COLOQUIO
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CLAUSURA Excmo. Sr. D. Carlos Ocaña Secretario de Estado de Hacienda y Presupuestos
Jornada : LA FISCALIDAD DEL FUTURO. Madrid, 24 de Junio de 2008. Hotel Wellington, Madrid
APERTURA DE LA JORNADA
D. Fernando Casado Director General del Instituto de la Empresa Familiar
D. Fernando Casado Director General del Instituto de la Empresa Familiar
Buenos días. Muchas gracias por vuestra asistencia. Quiero agradecer la presencia de los ponentes que iremos teniendo a lo largo del día para esta jornada que lleva por título “La Fiscalidad del Futuro”. Los ponentes provienen de EE.UU., de las universidades de Pennsylvania y Duke y les agradezco el esfuerzo que han hecho para estar hoy aquí con nosotros. Esta jornada se ideó en unas reuniones con la Oficina Económica del Gobierno, en las que concluimos que sería bueno y conveniente reflexionar sobre hacia dónde debe ir la fiscalidad. Obviamente es un tema muy trascendente, no sólo para la sociedad, sino también para el mundo empresarial al ser una parte importante de los gastos y costes de una empresa y que hay que tener en cuenta. Estoy muy satisfecho porque estas jornadas han interesado también a la Secretaría de Estado de Hacienda y contaremos para la clausura con la presencia de su titular, Carlos Ocaña quien, seguramente, nos de una visión más actual, máxime cuando todo el discurso que hizo ayer el presidente Zapatero con el Informe Económico, que aunque no se refirió específicamente a temas fiscales sí que es un programa ambicioso dirigido a tratar de paliar toda esta crisis que estamos viviendo y sobre todo, más que crisis, este cambio de ciclo, que es como nosotros definimos desde el Instituto la actual situación económica española. Los principales factores de crecimiento de la economía española han variado; esto es, un coste de la mano de obra inferior a la de otros países que nos permitió posicionarnos en mercados extranjeros; el ingreso en su día en la UE, que supuso una inyección económica fuerte e importante y evidentemente, lo que ha supuesto todo el factor de crecimiento del ámbito inmobiliario sobre el que actualmente estamos sufriendo este ajuste tan fuerte. Esto hace que esos principales factores de crecimiento no estimulen el crecimiento económico que llevábamos teniendo del 3% y 4% y por lo tanto, estamos en esta senda del 2% definida por el Presidente del Gobierno, alguna décima por encima o por debajo, en función de cómo reaccione la economía española. En este contexto, evidentemente, los impuestos juegan una parte decisiva como estímulo y como freno del desarrollo económico.
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Desde nuestro punto de vista, consideramos que las tendencias, visto lo que hacen otros países y lo que consideramos más aconsejable, caminan hacia una paulatina reducción de los impuestos directos con el incremento de los impuestos indirectos. Esto va a implicar una adaptación al sistema por parte de los ciudadanos en su manera de proceder y por parte del Gobierno a la hora de actuar también. En este sentido, uno de los aspectos que debe considerarse es la reducción del gasto público para mantener una situación como la actual y que ayer ya anunció el presidente Zapatero: reducción del empleo público y de un cierto nivel de gasto público. Esta es la línea a la que ciertamente vamos a tener que adecuarnos. Así, desde la reducción de impuestos hay que tener en cuenta todo el entorno internacional y considerar a los países del este y del sudeste asiático que tienen unas estructuras fiscales con tasas inferiores a las nuestras y seguir el ejemplo de China que tiene la política de apoyo al I+D+i más favorable de todo el entorno internacional. Esta línea, en la medida en la que la globalización se hace más latente en todos los mercados, deberá ir adecuándose como un factor competitivo más a tener en cuenta. Desde el entorno nacional destacaría algunos aspectos como el futuro de la seguridad social con todo el tema de la pirámide poblacional y las pensiones. Tenemos superávit pero el medio plazo se vislumbra complejo y habrá que afrontarlo. Recuerdo al presidente Zapatero en las jornadas del Círculo de Economía de hace tres semanas en las que él abogaba por debatir un nuevo Pacto de Toledo. Creo que es necesario que Gobierno y oposición puedan afrontar este asunto de manera conjunta. Otro aspecto que caracteriza nuestra legislación es la capacidad normativa que tienen las Comunidades Autónomas. Si en un principio parecía que iba a ser negativo, desde el punto de vista empresarial creemos que están siendo los principales actores en reducir una serie de impuestos y lo valoramos como positivo. Creo que va a jugar un papel importante el debate sobre la financiación autonómica, donde se van a replantear algunos asuntos como la compensación de la exención por el Impuesto del Patrimonio, que ha anunciado el vicepresidente del Gobierno, con un decreto que ya está en marcha. También se debatirá sobre el futuro del Impuesto de Sucesiones. Todos estos asuntos serán objeto de atención dentro del debate sobre la financiación autonómica.
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Consideramos que en nuestro país es posible que se avance en la lucha contra la economía sumergida. Respecto al esfuerzo fiscal, -del que Juan Corona es un gran estudioso- decir que en nuestro país el esfuerzo fiscal per capita es el más alto de la OCDE. En nuestra Asamblea, celebrada el 13 de mayo, hicimos una encuesta entre nuestros asociados y dentro de las principales cuestiones a plantear una de ellas fue preguntarles sobre lo que les preocupaba fundamentalmente en materia fiscal. Los empresarios del Instituto son las 100 empresas de mayor dimensión en nuestro país y representan el 16% del PIB. En la Asamblea, de los 100 había 72 empresarios que contestaron y la mayor preocupación es el tipo del Impuesto de Sociedades, fundamentalmente. Casi la mitad de los asistentes consideraba necesaria la reducción del Impuesto de Sociedades. Nos parece adecuada la propuesta que hacía Mariano Rajoy de reducir en 5 puntos el Impuesto de Sociedades, de manera que el punto efectivo quede dos puntos por debajo del nominal. En este sentido, se adecuaría más a la ley de Imposición a nivel europeo, aunque no lleguemos al tipo impositivo de los países que se han incorporado hace poco, ni tampoco a países como Alemania o Italia que han bajado ya el Impuesto de Sociedades. Creo que es una medida que entrará en vigor en España. Dentro del contexto del Impuesto de Sociedades hay dos temas que nos preocupan. Creo que tenemos que fomentar la libertad de amortización que ya fue con Miguel Boyer. También hay que ser más flexible con la reinversión de plusvalías. Hay otro tema que nos preocupa y que hemos presentado a la Vicepresidenta del Gobierno que es la extensión del régimen canario de reinversiones en África en la medida de invertir en los países de origen de inmigrantes para tratar de crear trabajo en esos países. Es una medida que el Gobierno adoptó positivamente y que están en negociaciones con Bruselas. Por último, un impulso decidido al I+D en un país como el nuestro en el que no tenemos materias primas significativas sino que somos dependientes energéticamente y el único elemento con el que competir es el talento y la innovación. Estamos muy atrasados, con niveles entorno al 1,2% del PIB, casi la mitad de la media europea.
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Soy optimista con la nueva composición de Gobierno. La ministra Cristina Garmendia viene de ese ámbito específico y tiene como Secretario de Estado de Universidades a Màrius Rubiralta muy conocedor del ámbito de la I+D. También Miguel Sebastián es un gran impulsor de esta línea. Confío en que van a desarrollar este campo de la mejor forma que puedan pero, en cualquier caso, hay que ser más valientes y decididos y potenciar la investigación aplicada en la Universidad. Como Catedrático me duele que para acceder en el escalafón universitario, la valoración que se hace de los trabajos que se tienen con empresas no cuentan y sí lo hace más escribir un artículo en una revista especializada. Sin embargo, no se valora igual tener un acuerdo con alguna compañía para desarrollar un proceso tecnológico. Como conclusión creemos que la legislación ha sido adecuada hasta este momento pero que hay que hacer frente a la globalización afrontando medidas más agresivas, aunque en estos momentos puedan parecer no adecuadas, pues la inflación sigue subiendo y evidentemente una subida de impuestos indirectos, como la subida del IVA, favorecería esa inflación, sí que la tendencia debe ser esa. Creemos que es la única forma para mantener el Estado de Bienestar y el equilibrio en los presupuestos. Además da la casualidad de que en el IVA tenemos una tasa inferior a la que hay en muchos países europeos. Con esto finalizo mi introducción, agradeciéndoles a todos Vds. y a los ponentes su asistencia de nuevo. A continuación daré la palabra a Juan Corona, director académico del Instituto. Juan es Catedrático de Hacienda Pública. Tiene un curriculum económico realmente brillante: analista financiero, Premio Extraordinario de Licenciatura, Premio Extraordinario de Doctorado. Compañero de Universidad y amigo, tiene un conocimiento profundo de la fiscalidad. Por otra parte, colabora con nosotros en el IEF como director académico y es responsable de la Red de Cátedras del Instituto de la que nos sentimos muy orgullosos pues la conforman ya 33 cátedras que tienen una asignatura de 6 créditos de empresa familiar. Juan, cuando quieras, tienes la palabra.
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Anexo: Presentaci贸n Diapositivas D. Fernando Casado Director General del Instituto de la Empresa Familiar
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Diapositiva 02
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Jornada : LA FISCALIDAD DEL FUTURO. Madrid, 24 de Junio de 2008. Hotel Wellington, Madrid
CONFERENCIA “Hacia un nuevo modelo de Sistema Fiscal”
D. Juan Corona Catedrático de Hacienda Pública y Sistema Fiscal de la Universidad Abat Oliba (CEU) y Director Académico del IEF
D. Juan Corona Catedrático de Hacienda Pública y Sistema Fiscal de la Universidad Abat Oliba (CEU) y Director Académico del IEF
Muchísimas gracias Fernando. De entrada también señalar que es una satisfacción poder conjugar en un mismo acto mis dos grandes aficiones; el mundo de la fiscalidad y el mundo de la empresa familiar. En ese sentido, tal y como ha señalado Fernando Casado, el objetivo de la jornada es hacer algo que habitualmente se hace bastante poco, que es reflexionar sobre la fiscalidad de futuro. Tiene lógica que se haga poco porque es evidente que los problemas esenciales los tenemos encima de la mesa, que el corto plazo exige soluciones inmediatas y por lo tanto, es necesario que todos nos volquemos en él. Pero a veces, centrarse en el corto plazo hace que nos olvidemos del medio y del largo plazo y tanto a nivel de empresas como de países, con una planificación estratégica de futuro ir analizando hacia dónde caminamos y qué medidas convendría adoptar, es especialmente bueno. En este sentido, yo no voy a hacer mención de ninguna propuesta en el corto plazo. Las propuestas del Instituto las acaba de resumir Fernando Casado. Inversión en I+D+i, Impuesto de Sociedades, etc… pero sí que voy a hacer una reflexión sobre de dónde venimos, dónde estamos, fiscalmente hablando, y hacia dónde aparentemente iremos en un futuro. Estoy seguro que después de mi exposición algunos considerarán que se trata de economía ficción o política fiscal ficción, pero todos aquellos que tengan una cierta memoria histórica, lo mismo sucedió cuando se empezaron a diseñar las figuras tributarias que hoy en día están vigentes. Recuerdo haber leído muchísimo sobre la propuesta del hacendista francés Maurice Lauré sobre el impuesto sobre el valor añadido en su día y tengo recopiladas bastantes críticas diciendo que era imposible que funcionase, que jamás veríamos este impuesto vigente en ningún país y ya han visto lo que ocurre. Recuerdo hace 12 años cuando algunos aficionados a proponer sistemas de futuro emprendimos una pequeña cruzada a favor del impuesto dual sobre la renta y ocurrió exactamente lo mismo; recibimos críticas, decían que era imposible, que la tendencia histórica era a la unicidad del impuesto, etc... Bien, tenemos ahora impuestos duales sobre la
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renta en todas partes. Esto quiere decir que dentro de 10 ó 15 años, quizá algo de lo que se comenta hoy aquí esté encima de la mesa. Yo les daré argumentos para que vean que en algunos casos sería bueno que algo de lo que voy a proponer estuviera funcionando. En primer lugar y para ser ordenado, los sistemas fiscales en sí son un medio y no una finalidad. Digo esto porque parece que, en ocasiones, el sistema fiscal sea el gran objetivo. El sistema fiscal es un objetivo para conseguir financiar el sector público generando en principio los mínimos efectos de desincentivo y las mínimas faltas de neutralidad en el funcionamiento del sistema económico. Por lo tanto, lo primero que habría que ver es a qué nos obliga la actual situación económica y qué medidas habría que tomar en el sistema fiscal. Podríamos decir que, en primer lugar, se puede hablar de estos temas a nivel interno y a nivel externo. A nivel interno necesitamos incentivar, en la medida de lo posible, el volver a la fase alcista del ciclo; que la economía española vuelva a crecer de manera ininterrumpida como lo ha venido haciendo muchísimos años y además, no sólo que vuelva a crecer en términos generales, sino que crezca en particular una variable esencial, que es la variable empleo porque los condicionantes no son sólo económicos sino sociales, de no producirse un incremento importante de empleo, pueden dificultar mucho la reactivación en los próximos años. A nivel internacional decir que ya no es discutible que vivimos en una economía globalizada y por tanto, nosotros no podemos diseñar nuestro sistema fiscal de manera autónoma y cerrada sino todo lo contrario: hay que ver qué hacen los otros y estos otros son nuestros socios más directos, los países de la UE y, fundamentalmente, los países de la UE de los 15 que son los que tienen un mayor intercambio económico y comercial con nosotros. Sin embargo, también tenemos que ver qué hacen los países de fuera de la UE, pues, en definitiva, si el sistema fiscal europeo es poco competitivo con el sistema fiscal de fuera de la UE, también vamos a tener estos problemas. Se trata de diseñar un sistema fiscal orientado hacia el crecimiento económico y competitivo, que no quiere decir que sea necesariamente el más generoso del mundo, sino que no tenga demasiados elementos desincentivadores comparado con otro.
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Desde este punto de vista, es evidente que partimos de una situación poco afortunada resultado de la evolución histórica. Recuerdo perfectamente, pues empezaba yo a estudiar estos temas, cuando se diseña la reforma fiscal española, la de la Democracia y empezaba teniendo en cuenta que veníamos de un sistema absolutamente arcaico y poco desarrollado, lógicamente nos fijábamos en lo que hacían nuestros países más próximos y en lo que decía la doctrina que, básicamente, estaba muy amparada en un famoso estudio que se hizo en Canadá conocido como informe Carter. Diseñamos un sistema fiscal con estas características con una desgracia, además histórica, y es que justo en esos momentos en que empezamos a diseñarlo, año 78 ó 79, la mayoría de los países que tenían este modelo en su sistema fiscal renunciaban a él, al considerar que no había dado los resultados que cabía esperar y empiezan a operar con modelos bastante distintos. Es decir, nosotros construimos sobre lo que los demás están dejando de lado y esto es una rémora que todavía tenemos porque, desgraciadamente el sistema fiscal prima tanto el corto plazo que si se han detectado algunos problemas se ha limitado a introducir pequeños cambios y mejoras, pero no se ha asumido quizá con la excepción del cambio por el impuesto dual y la introducción del sistema de imputación entre renta y sociedades para corregir la doble imposición; posiblemente salvo en estas dos cuestiones, en lo demás, hemos sido excesivamente conservadores. Ello nos ha llevado a un sistema fiscal que, para no dejarme nada y decirlo de manera simple, se ha caracterizado por una serie de elementos importantes. Por un lado una escasa continuidad de las normas, todos aquellos que se dediquen habitualmente a la fiscalidad, sabrán que los cambios legislativos a nivel de leyes, de reglamentos, de interpretación por parte de la administración tributaria, de circulares, han sido y están siendo continuos. Lo que requiere el empresario y el entorno empresarial es un ámbito jurídico y legal para moverse claramente conocido, para tomar decisiones y poder planificar estratégicamente; resulta muy complicado cuando continuamente se están produciendo multitud de cambios. En segundo lugar, Fernando lo ha apuntado, una definición equivocada del tax mix, es decir la composición del sistema tributario entre impuestos directos e indirectos. Nosotros hemos empezado a dar primacía a los
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directos en una época en la cual, la mayoría de los países que habían operado con este modelo daban primacía, como ocurre hoy en día, a los impuestos indirectos. Esto supone un cambio de filosofía importante. Una falta de neutralidad con respecto a la inflación tremenda y este sí que es un problema real pues en escenarios de inflaciones muy, muy reducidas, digamos en torno al 1% o por debajo, la no adaptación del sistema fiscal a la inflación puede suponer un pequeño perjuicio a largo plazo pero no pasa de ahí; pero, con inflaciones como la que hemos tenido históricamente, incluso con la que tenemos en la actualidad, piensen Vds. que 4 ó 5 años sin corregir la tarifa de un determinado impuesto genera un aumento de lo que se llama progresividad en frío, los impuestos se establecen sobre valores nominales, no sobre valores reales. Un incremento de los precios del 5% compensado con un incremento de rentas del 5%, supone que la persona está con la misma capacidad económica que antes y sin embargo, a efectos del impuesto, está ganando un 5% más y lo mismo pasa en el caso de las sociedades. Este es un problema que tiene el modelo fiscal que mantenemos en occidente que no contempla adaptaciones automáticas a la inflación, es más en algunos casos es muy difícil introducirlas. En segundo lugar, la complejidad de las normas. Hoy en día, en el momento en que uno está un año apartado del IVA, cualquier pregunta que me formulen al cabo del tiempo me siento incapacitado para contestar, pues han introducido tal cantidad de modificaciones, que resulta muy complicado sumergirse otra vez. La normativa es extremadamente compleja, lo cual va en contra de un sistema tributario adecuado y de sus principales principios, como son la transparencia y la sencillez y la falta de presión psicológica indirecta, relativa a la dificultad de cumplimentar los impresos de los impuestos, etc… Obviamente todo esto se plasma en un esfuerzo fiscal, como apuntaba, que consideramos que es excesivamente elevado. De este tema se ha hablado mucho y habitualmente el indicador más sencillo es la presión fiscal que resulta del cociente entre el total de recaudación impositiva, dividido entre el PIB a precios de mercado, pero este es un indicador muy poco explicativo. No digo que no sirva para nada, todos los indicadores sirven para algo, pero la presión fiscal se deja muchas cosas en el tintero. La presión fiscal, por ejemplo, no tiene en cuenta un aspecto muy importante sobre el que el Instituto insiste a
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menudo y es que el cumplimiento tributario se divide por la población. Si existe un grado de incumplimiento tributario importante, realmente los que están pagando los impuestos, están sometidos a una presión fiscal superior a la que indica el dato. Sería representativa en caso de que el cumplimiento tributario fuera el 100%. Por tanto, y ya de entrada, se está sesgando a la baja el sacrificio de los contribuyentes que hacen frente de verdad a todas sus obligaciones fiscales. Por otra parte, no nos dice nada de la composición del sistema. Hacienda puede recaudar la misma cifra de formas muy distintas, se puede hacer con impuestos neutrales que no distorsionen el buen funcionamiento del mercado y se puede hacer con impuestos que sí que distorsionen y dirijan determinados comportamientos de mercado. La presión fiscal no nos dice nada a este respecto y en última instancia, la presión fiscal no nos dice nada de algo todavía más importante y es cuál es el nivel de riqueza del ciudadano medio sobre el que se calcula la presión fiscal porque la presión fiscal se calcula en cada país comparando ambas magnitudes y es evidente que nadie está tranquilo comparando la presión fiscal de Dinamarca con la presión fiscal de Zimbawe. Una presión fiscal del 40% parecería lógica para Dinamarca, pero parece bastante absurda para Zimbawe porque no tiene en cuenta un factor esencial que es establecer alguna relación entre la capacidad contributiva. La presión fiscal mide estrictamente en lo que se contribuye pero no nos lo compara con la capacidad contributiva. Como apuntaba Fernando, hace algunos años comencé a trabajar sobre el concepto de esfuerzo fiscal que trata de comparar la presión fiscal real con la presión fiscal potencial o deseable para el país. Existen muchos índices para calcular el esfuerzo fiscal. Cuando un tema surge en el mundo académico en este ámbito muchas universidades se ponen a trabajar a fondo en el tema. Es un asunto que en EE.UU. se ha trabajado muchísimo. El pionero fue Frank que en 1959 ya sacó un índice muy sencillito de esfuerzo fiscal. Desde entonces se ha avanzado mucho en este sentido. Para que vean de alguna forma lo que les comento, voy a enseñarles unas diapositivas y lanzarle unos mensajes muy claros. Les enseño el índice de Frank que no es más que la presión fiscal dividida por el PIB per cápita, es decir, el PIB dividido por la población.
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Es un primer índice de capacidad porque obviamente, imagínense Vds. dos países con la misma presión fiscal, el país más rico está haciendo menor esfuerzo fiscal. Tendrá un denominador más elevado y por tanto, tendrá una cifra más pequeña. La idea de que España tiene una presión fiscal baja, medida de acuerdo con el indicador de presión fiscal, es cierto. Con respecto a los países desarrollados de Europa y del mundo, cae automáticamente, porque España está por detrás de países como Turquía, Eslovaquia, Polonia etc., pero está bastante por encima de Italia, Reino Unido, Francia, Bélgica, Suecia, Francia, Canadá, Austria, Dinamarca, Holanda y EE.UU., obviamente. Este es un indicador mucho más realista y eso que es un indicador muy sencillo y obviamente, a mayor sencillez de un indicador menor capacidad explicativa. Cuantos más elementos tengamos en un indicador más cosas nos va a explicar. Por ejemplo, si lo ponemos en comparación con la OCDE y con la UE de los 15, nosotros partíamos de una situación inferior en 1975 y hace ya bastantes años nos marcamos un situación mejor que se sigue manteniendo. Podemos sofisticar más utilizando por ejemplo el índice de Bird o bien los índices de Pizarro y Trigo. España siempre va por encima con cualquiera de los índices que utilicemos. Les he dejado para el final un índice que utilizamos en una de las últimas publicaciones del Instituto “Una reforma fiscal para la competitividad” que es un índice compuesto, algo más complejo que tiene en cuenta tres variables, al margen del gasto público y del PIB, que son la renta per capita, la variación de la población y la tasa de ocupación, pues trata de medir los tres elementos que pueden generar incrementos en el gasto público como son la función de asignación de recursos, la función de redistribución y la función de crecimiento. Llamo su atención en este índice del año 2002 que es de donde tenemos estos datos homogéneos -esperamos poder tener datos para 2006; España está lejos de tener un esfuerzo fiscal bajo, pues de hecho, tal y como se apuntaba en la presentación, ocupa el liderato en el ámbito de países de la OCDE con el esfuerzo fiscal más elevado. Verán ustedes que esto es muy móvil pues España en el año 89 estaba en segundo lugar, en 1996 bajamos bastante y en el año 2002 comenzamos a subir porque realmente este índice de esfuerzo fiscal lo que mide no es lo que recauda el Estado, sino lo que gasta,
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porque medir el esfuerzo que le cuesta a un ciudadano mantener el sector público en función de los ingresos puede generar algún sesgo. En España siempre hemos tenido déficit público, en este caso es un sesgo a la baja. Finalmente el Estado nos costaba más que lo que pagábamos en impuestos, simplemente lo diferíamos al futuro con deuda pública. En caso de superávit puede tener un sesgo en este caso al revés, al alza, pues el Estado nos está costando menos de lo que estamos realmente recaudando. Por tanto, el punto de comparación sería el gasto público real con el gasto público potencial que es lo que tratan de aproximar este tipo de fórmulas. La que les muestro es de las más sencillas que hay, yo he visto algunos colegas que han montado modelos multiecuacionales mejores que el nuestro, pero mucho más complejos y difíciles pues no tenemos todos los datos para calcular. Este es el índice de esfuerzo fiscal calculado como la diferencia entre el gasto potencial y el gasto efectivo. Me parece muy adecuado pues tiene en cuenta la coyuntura económica y que en determinados momentos económicos se pueda exigir un esfuerzo fiscal más elevado a los contribuyentes y en otros momentos, puede ser mala esta exigencia. Se trata de ver hasta dónde podemos llegar y tratar de adaptarnos al ciclo. Si el gasto efectivo está por encima del gasto potencial, quiere decir que estamos pidiendo un sobreesfuerzo fiscal a los ciudadanos y viceversa. Parece obvio que el modelo fiscal español de cara al futuro sería bastante mejorable. En este sentido, a modo de conclusión y para hacer honor al título de la conferencia, les voy a mostrar por qué camino iría este modelo fiscal. En primer lugar, por una composición del tax mix orientada hacia la imposición indirecta. No se trata más que hacer lo que hacen países que compiten con nosotros en el sistema comparado. Estaría basado en la competitividad exterior. No podemos hacer cosas que nos coloquen en una posición desventajosa respecto a los países con los que competimos. Y desde otro punto de vista, plantearse un cambio radical en el concepto básico sobre el que se basan nuestros impuestos directos. Este concepto que como ustedes saben es el concepto de renta, tanto la renta de personas físicas como de sociedades, el impuesto sobre la renta de personas físicas y el impuesto sobre la renta de sociedades. Ahora a todos nos parece normal y es el que se ha usado toda la vida. Desde que tengo uso de razón he escuchado hablar del impuesto sobre la renta, pero si ustedes van un poco más atrás cuando se crearon los sistemas fiscales modernos, hay un
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dato básico sobre el cual construir los principales impuestos directos y había varias opciones. Una de ellas era la renta y el gasto era otra. ¿Por qué se impuso renta? Por razones de practicidad, de operatividad; era mucho más fácil de medir la renta que el gasto; es decir, estadísticamente, hacer un impuesto basado en los salarios era más fácil que intentar calcular un impuesto para un contribuyente sobre su gasto personal. Sin embargo, hace unos años, en EE.UU. empiezan a ser ya habituales las propuestas de impuestos que están basados en el concepto de gasto y no en el concepto de renta. El famoso impuesto horizontal no es más que una adaptación de este modelo. Se trata de gravar a la gente no por lo que percibe sino por lo que resta del sistema. Es decir, es un sistema que esencialmente lo que hace es potenciar e incentivar el ahorro y la inversión y esto es lo que nos conviene con la necesidad de crecer, de crear empleo y de que nuestras empresas y nuestra economía sean más competitivas. Es evidente que la creación de este impuesto supone un cambio radical. El cálculo hoy en día es perfectamente posible. Se trataría de aplicar la misma técnica que con el IVA pero aplicado a personas físicas y sociedades. Tiene muchas ventajas, una de ellas es que incentiva enormemente el ahorro e inversión y luego que como está calculado en términos reales no necesita corrección anual de la inflación, se auto corrige automáticamente. No es necesario calcular las amortizaciones pues ya están implícitas en el modelo y en definitiva, desde el punto de vista económico tiene sus ventajas. También tiene inconvenientes, uno de ellos es el cultural - no nos vamos a engañar- imagino el gran escándalo y jaleo que se podría provocar si realmente se creara un impuesto de estas características pues supondría romper con una historia de 60 años. La gran crítica en todos los congresos que he asistido y que alguien ha propuesto algo de estas características es que la transición va a ser muy difícil, pero claro, esta crítica se puede desmontar muy fácil porque si tenemos claro que la transición es compleja lo que hay que hacer es afrontar este proceso de transición, no vamos a negar la mayor; no podemos decir que es mejor pero que no lo vamos a hacer porque es complicado; no. Si el cambio es complicado, vamos a estudiar formas y modelos para llevarlo a cabo. Existen ya modelos, como por ejemplo la comisión Bradford en EE.UU. o el informe Meade, dirigido por James Meade, premio
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Nobel de Economía, que aportan fórmulas para en un plazo de unos cuantos años ir modificando esta base de renta por una base de gasto. Esto es muy importante pues si no, con los sistemas fiscales va a pasar que la fiscalidad se iría por la doctrina del pecado original, es decir, los viejos impuestos son buenos impuestos, como son viejos, ya los conocemos; es la filosofía de más vale lo malo conocido que no lo bueno por conocer. Gracias a Dios, hoy en día existe un nivel académico muy importante sobre estas cuestiones. Tenemos sobre la mesa unos tres planteamientos muy interesantes a este respecto sobre cambio de sistema fiscal y me gustaría mucho que dentro de unos años fuésemos capaces de hacer lo mismo que en su momento, pues la introducción del Impuesto sobre Sociedades o sobre la Renta fue una revolución sobre sistemas fiscales que estaban basados esencialmente en impuestos de capitación, en base a catastros o a listas. El introducir un impuesto como el Impuesto de la Renta con una base, con tipos progresivos o el Impuesto de Sociedades fue una revolución en su día. Ha pasado mucho tiempo, seguimos funcionando con modelos fiscales que son propios del siglo anterior. En consecuencia, creemos que al margen de medidas concretas del régimen fiscal que se han propuesto, el Instituto intenta siempre generar debate y hacer reflexiones de cara al futuro y nos gustaría que estas cuestiones fueran sencillamente objeto de debate y que en un futuro, pudiéramos contribuir como ya hemos hecho en otras cuestiones, a una mejora de los modelos tributarios. Muchas gracias. D. Fernando Casado A continuación tiene la palabra D. Martin Uribe y cuando concluya, abriremos un debate para que los presentes puedan plantear preguntas. Martin, muchas gracias por estar aquí con nosotros. Martin tiene un currículo impresionante. Es Doctor por la Universidad de Chicago, estudió en la Universidad Nacional de Córdoba, de Argentina. Ahora mismo es profesor del Departamento de Economía de Universidad de Duke. Profesor Asistente en la Universidad de Pennsylvania. Fue profesor de finanzas del IIES de Estocolmo; en fin, tiene una excelente proyección internacional, y es una persona con un conocimiento muy profundo sobre los asuntos que nos reúnen hoy aquí. Martin, te agradezco tu presencia y tienes la palabra.
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Anexo: Presentación Diapositivas D. Juan Corona Catedrático de Hacienda Pública y Sistema Fiscal y Director Académico del IEF
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Jornada : LA FISCALIDAD DEL FUTURO. Madrid, 24 de Junio de 2008. Hotel Wellington, Madrid
CONFERENCIA “Optimal Monetary and Fiscal Policy”
D. Martin Uribe Catedrático de la Universidad de Duke
D. Martin Uribe Catedrático de la Universidad de Duke
Para mi es un placer estar aquí y siempre es una buena oportunidad para los académicos acudir a estos foros para pensar, seriamente, en cómo comunicar nuestros conocimientos que se van desarrollando al mundo más aplicado. Dado el tema que nos reúne hoy que es la fiscalidad y las pautas de la fiscalidad del futuro, decir que mi idea era hablarles un poco de cuál es el flujo de conocimientos que se ha desarrollado en los últimos 30 años en el tema de la fiscalidad en relación a la política monetaria. Saben que la política fiscal y la política monetaria, si bien son temas complejos y por serlos tendemos a analizaros de forma individual, tendríamos que hacer un esfuerzo por pensar en el tema fiscal y monetario de manera conjunta. La autoridad monetaria y fiscal forman parte de una política económica que debe estar integrada y es algo sobre lo que los economistas han reflexionado mucho a lo largo de los años. Quería darles en treinta minutos un pantallazo que ha surgido de este esfuerzo intelectual. En algún momento cambiaré al inglés pues es un síndrome de aquellos que hemos vivido fuera de los países que no hablan nuestra lengua materna por más de 10 años y menos de 20. Venimos hablando mal nuestra lengua materna y adoptiva. Tendemos a hablar bien nuestra lengua adoptiva en ciertos temas normalmente técnicos, y nuestra lengua natural en el ámbito doméstico. Así que pido disculpas si cambio al inglés aunque, afortunadamente, muchos de Vds. hablan en inglés y lo que me importa es que les llegue bien el mensaje. Si se releen un libro de texto de macroeconomía van a tener una visión de lo que yo llamo visión tradicional, una política tradicional que realmente se traduce en sentido común para todos. ¿Cuál debe ser la política monetaria y qué papel debe jugar esta política monetaria? La asignación tradicional, es que la política monetaria debe dedicarse a la estabilidad de los precios, de la inflación y hasta cierto punto, también en periodos de contracción o sobrecalentamiento de la economía, debería tener en cuenta la estabilización de la producción. Estos son los dos papeles de la política monetaria, estabilización de los precios y de la producción.
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Bien, respecto a la política fiscal, el objetivo de nuestro sistema fiscal desde el punto de vista macro, dejando de lado los aspectos micro, es la sostenibilidad de la deuda pública, pero al mismo tiempo la estabilización de la producción. Aquí hay una división natural de política monetaria, que centra su atención en precios e inflación y luego la política fiscal que centra su atención en la deuda y en la sostenibilidad de la deuda. Hace treinta años, a finales de los 70, los economistas empezaron a cuestionar estas teorías, no porque pensaran que estaban equivocadas sino con el fin de ver los cimientos de estos sistemas tradicionales de asignación. El ponente que habló antes que yo hablaba de la teoría tradicional y tenía sentido pero nadie sabía de dónde venía esta política tradicional. De ahí que en los 70 los economistas conocieran muy bien la lección y perfectamente los modelos de equilibrio genérico para pensar en la economía en su totalidad. En esos modelos de éxito a la hora de introducir política fiscal y monetaria hubo un momento en que se podía pensar cuál era lo mejor, cuál era la mezcla fiscal y monetaria mejor. Los economistas decidieron que había que utilizar los criterios de aquella política que pudiera maximizar el bienestar del país y sus habitantes. Por lo tanto, la política monetaria-fiscal que pudiera maximizar el bienestar de un país sería la política que ganaría la partida. Les adelantaré a continuación una historia de lo que fue, primero de la muerte y luego de la resurrección de la política tradicional de asignación. Al principio, existía mucho escepticismo respecto a esta política, sin embargo vemos que ahora hemos vuelto de nuevo, a través de un camino distinto, pero hemos vuelto al sistema tradicional. Hablaré primero de la muerte del sistema tradicional. Los autores que trabajaron este tema tomaron un modelo tradicional y se plantearon cuál sería en este modelo el régimen fiscal y monetario óptimo. Un rasgo importante del modelo tradicional es la flexibilidad de precios, no hay rigideces a la hora de cambiar los precios. Las empresas pueden cambiar los precios de los productos que vendan cuando quieran, sin que nadie se moleste y sin coste para ellos. Pensaron en el régimen fiscal y monetario óptimo para este sistema tradicional y el resultado fue realmente sorprendente, porque colocó el sistema tradicional boca abajo, pues lo que salió de esta iniciativa fue decir que lo que debería hacer el BCE era ayudar a las autoridades fiscales.
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Imaginemos EE.UU. en el año 2001 que entra en una guerra de forma sorpresiva, pues desde luego, la guerra de Afganistán fue una sorpresa resultado del ataque a las Torres Gemelas. Bien, el BCE debería generar inflación en 2001 con la intención de recoger suficientes recursos para establecer el valor real de la deuda pública a un nivel suficientemente bajo para que el Gobierno esté en situación de empezar a gastar y luchar en una guerra, y gastar todo lo que se necesitara para esa guerra, no solo para financiar la guerra en 2001 sino la guerra total, los cinco o seis años de duración. Hay dos consecuencias fiscales básicas de una política monetaria de estas características. Por un lado, la inflación sorpresiva puede reducir el valor real del dinero; podemos tener cincuenta euros en nuestro bolsillo, se duplican los precios y entonces podremos comprar la mitad de sándwiches que los que podíamos pagar antes con cincuenta euros. Tenemos un efecto fiscal de la política monetaria porque todos necesitamos dinero para funcionar, con lo cual, si se duplica el valor del dinero entonces tendremos que ir todos al BCE y pedirle dinero para seguir funcionando. Entonces el BCE recopila recursos para la autoridad fiscal, para Hacienda. Un tipo importante de inflación tiene consecuencias fiscales en el sentido de reducir el valor de la deuda pública. Es decir, si el Gobierno tiene un billón de euros en deuda pública y se doblan los precios, ese billón de dólares bajará un 50%. El régimen que diseñaron estos autores no era una política inflacionaria, es decir, no generaba inflación, el promedio de la inflación será negativo. Lo que hace es generar inflación muy volátil. Siempre que hay un salto hacia arriba, por ejemplo cuando hay una guerra, el BCE genera inflación para generar los recursos fiscales que necesita la autoridad. Pero si hay buenas noticias, hemos tenido enormes cosechas y el Gobierno puede cobrar muchos impuestos, ese año generará una inflación negativa porque los recursos ya no serán necesarios. Se dan muchas fluctuaciones en este sentido, de inflación negativa y puede parecer una locura, pero la lógica de ese modelo es que la política monetaria juega un papel fiscal pero tiene que ser una inflación por sorpresa, no se puede prever. Porque si el Gobierno advierte que en 2001 vamos a entrar en una guerra con los talibanes y la guerra va a durar 5 años y vamos a subir la inflación en años consecutivos; entonces la gente va a esperar a largo o medio plazo un nivel x de inflación y entonces dice que la deuda pública que está en términos
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nominales va a tener menos retorno, va a haber menos deuda pública, voy a exigir menos dinero porque el Gobierno me estará gravando los impuestos resultantes de la inflación y eso resultará en una distorsión. Es importante para este modelo que la inflación sea volátil y sorpresiva. Aquí tengo una pequeña tabla que nos indica el aspecto que puede tener el régimen fiscal de acuerdo con este modelo. Lo que hicimos aquí con la profesora Stephanie fue reproducir el cuadro de los anteriores autores para ver qué modelo podíamos diseñar para la inflación y los impuestos. Podemos ver que los impuestos tienen una desviación estándar de 0,04. lo que significa que el impuesto sobre la renta o sobre los beneficios de las empresas tiene que ser algo constante a lo largo del ciclo porque estos impuestos distorsionan. Estos cambios van muy mal para una economía, por tanto se debe mantener el tipo fiscal plano y la desviación estándar del 7% al año de la inflación; parece un proceso absolutamente imposible. Si vemos dos desviaciones estándar, sería una economía con una tasa de inflación del 14% y al año siguiente del -14% y ese tipo de inflación jugaría un importante papel fiscal, lo cual no significa que el tipo medio va a ser alto, sino que va a ser un tipo de inflación volátil alrededor de un promedio establecido. Esta fue la muerte de la política del modelo tradicional. ¿Cómo volvió poco a poco la política tradicional? Bueno, volvió con la introducción del coste del cambio de precios. En el modelo de Lucas no había coste a la hora de cambiar precios. Muchos de Vds. son empresarios con estrecha relación con empresas diversas y saben muy bien que el cambio de precios no es fácil. Supone un descontento entre los clientes y además implica todo un sistema de información que tiene que ponerse en marcha. En caso de un restaurante, por poner un ejemplo sencillo, hay que cambiar todos los menús y eso como poco. ¿Qué pasa si introducimos ese factor de realismo en el modelo? Imaginemos una empresa que trata de maximizar la rentabilidad. La rentabilidad es la diferencia entre el precio P y los beneficios totales multiplicado por Q, cantidad de producto que se vende en el mercado. Si el ajuste de precios es positivo, entonces tenemos que restar de esos beneficios el coste del cambio de precio. Va a ser una cifra negativa por lo que no es fácil cambiar los precios. Este cambio sencillo puede parecer muy inocente, pero introduce unas cosas muy profundas.
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Delta significa cambio, cambio conlleva tiempo, si cambias algo lo cambias en relación con el pasado y por lo tanto, la dinámica de los precios resulta central en estos modelos. Estos modelos son estocásticos, son choques aleatorizados que golpean la economía. En este sentido, habrá toda una serie de asuntos a resolver, no son modelos fáciles. Les voy a mostrar la diferencia que puede significar el coste de cambios de precios. Tenemos aquí la misma tabla con la desviación estándar del tipo impositivo y la desviación estándar de la inflación y en una economía sin costes, a la hora de cambiar precios en comparación con una economía donde el ajuste de precios sí cuesta. Estas economías son calibradas en el sentido de que hay que dar valor a algunos parámetros; la cuestión es decidir qué valor le voy a dar a cada parámetro Z que determina el grado de coste de ajuste de precios. Voy a darle un valor a ese parámetro que hace que el modelo emita el tipo de inflación en EE.UU. Lo que vemos aquí ahora es que cuando volvemos a calcular la política óptima, vemos que la política estándar vuelve a la vida y la desviación estándar óptima es igual a cero. Por tanto el BCE, de acuerdo con este modelo con costes implicados en cambio de precios, deberá centrar su atención únicamente en la estabilidad de precios y las autoridades fiscales en esta situación tendrán que jugar su papel, es decir, tendrán que jugar con los impuestos entre 0 al 1%. Entonces, ¿qué importancia tiene que tener el coste del ajuste de precios para que se pueda llevar a cabo este proceso? Con este gráfico vemos que el eje horizontal representa la dificultad de cambiar precios, cuanto mayor sea, mayor es la dificultad de cambiar precios para la empresa y el eje vertical representa la volatilidad óptima de la inflación. Podemos observar que en cuanto introducimos una cantidad minúscula de cambio de precios en las empresas, el papel de la autoridad fiscal y monetaria será a favor de la estabilidad de precios. Es decir, la alta volatilidad del tipo de inflación sólo se aplicará si el coste de cambiar precios es casi cero. En el momento que nos apartamos un poquito de cero entonces vuelve otra vez el sistema tradicional. Este gráfico es importante porque apoya la necesidad de tener una mezcla de política robusta. Voy a cerrar la exposición comentando el hecho de que si la política monetaria no va a jugar ya un papel fiscal, ¿quién va a jugar el papel fiscal? la autoridad, tal y como indica el sistema tradicional. En este
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sentido, ¿cómo desplazar de forma óptima los impuestos? La nueva teoría indica que los impuestos deberían seguir más o menos en una misma línea a lo largo del tiempo. El ponente anterior habló de cómo se cambian leyes fiscales de forma continua y aquí no debería haber cambio en las leyes fiscales con esta teoría. Como respuesta a una guerra, como la de Afganistán, lo que tiene que hacer la autoridad fiscal, de acuerdo a esta teoría, es incrementar un poquito los impuestos, mantener estos impuestos un poco por encima, pero por un largo periodo de tiempo. Es decir, la autoridad fiscal aumenta los impuestos una cantidad muy pequeña, mucho menos de lo que sería necesario para financiar la guerra. Pero mantiene ese tipo impositivo por mucho tiempo, incluso después de terminar la guerra los impuestos siguen estando un poco por encima de donde estaban antes. De esta manera, las distorsiones se regulan a lo largo del tiempo. Así, no hay distorsiones a lo largo del tiempo. Esto quiere decir que la guerra va a producir un efecto muy importante, va a tener unos ciclos muy prolongados en el tiempo y eso sigue siendo sostenible, pero sostenible de acuerdo a un sistema fiscal muy estable, que no cambia continuamente. Así la gente sabe lo que puede esperar y no genera confusión y la economía funcionará con la mayor regularidad posible, a pesar de que el Gobierno pueda tener necesidades fluctuantes. Quiero terminar mostrándoles la media en el tipo de inflación. He dicho que el modelo de Lucas era un modelo muy volátil pero el tipo medio de inflación de dicho modelo es negativo, - 3%. Si damos el mandato al BCE de generar una inflación negativa del 3% el presidente del BCE diría: “no, eso búsquenlo en otra parte.” ¿Por qué tiene que actuar así en este modelo? Una vez más porque los cambios de precio no cuestan nada, por tanto, la generación de inflación negativa no cuesta pero tiene el beneficio de que maximiza la cantidad de dinero que puede utilizarse en la economía, lo que está bien si lo precios son flexibles, pero si pasamos a una situación que voy a llamar “más realista” ,donde la modificación de precios al alza o a la baja puede ser algo costoso, eso ya no va a ser cierto y el tipo óptimo medio de inflación se aproximará a cero, cero de inflación y entonces el mundo en el que vivimos con inflación positiva pero con una inflación muy baja, será más posible. Esta teoría tiene, sin embargo, una incógnita que en mi opinión no ha sido resuelto por la teoría. Los bancos centrales muy desarrollados en
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el mundo buscan tipos de inflación muy bajos pero significativamente por encima de cero, 2%, 3% pero nunca cero. Nunca negativo y nunca cero tampoco. La cuestión es, ¿por qué los bancos centrales eligen tener un colchón del 2 ó 3% en este modelo, que lo mejor sería tener como objetivo cero con el fin de que las empresas no tuviesen que modificar constantemente sus precios? Tengo muchos motivos que lo explican, aunque no tiempo para explicárselos ahora, pero voy a dejarles el mensaje en el aire. Este es un tema de amplio estudio en el mundo académico y aunque los académicos tienen muchas respuestas, ninguna de ellas tiene la necesaria solidez. Por tanto, es un tema de amplio y activo debate. Con esto termino y quiero agradecer su presencia hoy aquí.
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Anexo: Presentaci贸n Diapositivas D. Martin Uribe Catedr谩tico de la Universidad de Duke
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Jornada : LA FISCALIDAD DEL FUTURO. Madrid, 24 de Junio de 2008. Hotel Wellington, Madrid COLOQUIO
D. Fernando Casado Abrimos un coloquio sobre las ponencias que hemos escuchado. Quiero agradecer la presencia de los medios de comunicación hoy aquí. Empezaré yo con las preguntas. Martin, quería saber tu opinión sobre la situación en España, con una inflación cercana al 5% ¿cuál sería tu consejo o la posición más adecuada de acuerdo a la teoría que nos acabas de explicar? D. Martin Uribe En mi exposición he tratado de hacer un panorama de los claroscuros de la política monetaria y fiscal óptima. Creo que estos modelos son simplemente una ayuda a los que establecen las políticas. No son, y de ninguna forma deberían ser, una norma. Deberían ser aplicados como una ayuda, pero no como una fuente de reglas estrictas de las cuales los legisladores nunca deberían apartarse, y la razón más fuerte y simple es que estos modelos nunca van a introducir todos los ingredientes que se dan en una situación real. Por lo tanto, son una guía a tener en cuenta, pero para nada deberían ser una fuente de reglas estrictas. Por ejemplo, en una situación de un país con una inflación del 5% para empezar hay que decir que las autoridades monetarias y fiscales deberían estar preocupados. Hoy en día todos los países desarrollados tienen objetivos de inflación por debajo del 5%, pero aquí es donde yo digo que estos modelos no deben ser tenidos en cuenta de forma rígida. Hoy el mundo está viviendo una situación que no es estándar. El precio del petróleo es extremadamente alto. Nadie preveía hace cinco años cuando el precio del barril estaba a 60 dólares que ahora iba a estar a 140 dólares el barril. Por lo tanto, eso necesariamente debe tenerse en cuenta, así como otros factores de este tipo. El precio de las materias primas, en particular los commodities alimentarios, no solamente el petróleo, hay que tenerlos en cuenta. D. Fernando Casado Martin,y ¿qué opinión tienes sobre la actual situación de los tipos de interés? D. Martin Uribe Creo que hay que abordar la cuestión históricamente. Por ejemplo, en los años 70 y 80, con la subida del petróleo, se produjo el mismo debate en EE.UU. y en el resto del mundo sobre si debía haber una
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política monetaria acomodativa o debía ser antiinflacionaria. Este debate se analizó desde otro punto de vista y era pensar qué pasaría dentro de cinco años con la subida del precio del petróleo ¿Iba a ser contraproducente para Europa o para España? El tema a estudiar en este momento es analizar qué política monetaria se mantuvo o pensar si la contracción se agravó por la subida del petróleo o bien fue agravada porque el BCE, además, subió los tipos de interés. Eso es algo que en los EE.UU. muchos economistas están argumentando. Es decir, la estanflación de los 70 y 80 fue en gran medida no debido al alza del precio del petróleo, sino a la reacción que el BCE tuvo en ese momento. Por lo tanto, el BCE tendría que tener necesariamente en cuenta estos aspectos y deberíamos aprender de lo que pasó en los 70 u 80. Pregunta Mi pregunta va dirigida a Juan Corona. Nos ha estado comentando el problema de la imposición sobre la renta y, soy muy joven y no he vivido muchos cambios, pero me da la impresión de que inventamos impuestos nuevos y guardamos los antiguos para financiar comunidades autónomas o para financiar ayuntamientos. Por ejemplo, el IBI como es un impuesto catastral y decimonónico. Me da miedo que si ahora inventamos un impuesto para el gasto digamos que el de la renta es para financiar otra cosa y añadamos además el del gasto al sistema que tenemos. La innovación impositiva es buena pero me da la sensación que acumulamos y acumulamos para financiar instituciones de todo pelaje. D. Juan Corona Para tranquilizarle le diré que el impuesto sobre el gasto es una alternativa al de la renta. Si uno nace, el otro tiene que desaparecer. No tienen ningún sentido mantener un impuesto sobre el gasto teniendo el de la renta más allá del periodo de transición en el que podrían convivir los dos. De hecho, el informe Bradford plantea este asunto así; un impuesto sobre el gasto con un mínimo exento muy alto y que coexista con el de la renta y, progresivamente, reducir hechos imponibles en renta e ir incrementándolos en gasto hasta la desaparición completa en renta. Estoy de acuerdo en la mayor. Vamos a diseñar un modelo fiscal moderno. Los sistemas fiscales antiguos se caracterizan por tener muchas figuras tributarias y complejas, muy diferenciadas. El modelo moderno tiene que ser claro y transparente.
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Tiene que tener pocas figuras. Creo que la mayoría de los hacendistas estamos de acuerdo, con pocas figuras tributarias, con hechos imponibles claramente definidos y que no haya colusión, fenómenos de doble imposición que como sabéis en España son bastante habituales. D. Fernando Casado Bien, con esto cerramos esta primera parte de la exposición. A continuación disfrutaremos de un pequeño café para después continuar la jornada.
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Jornada : LA FISCALIDAD DEL FUTURO. Madrid, 24 de Junio de 2008. Hotel Wellington, Madrid
CONFERENCIA “The Effects of Government Spending Shocks”
Dª Stephanie Schmitt Catedrático de la Universidad de Duke
D. Juan Corona A continuación daremos paso a la conferencia de la profesora Schmitt del departamento de economía de la Universidad de Duke. Tiene un curriculum verdaderamente espectacular con gran cantidad de méritos y premios. Fullbright por la Universidad de Chicago, ha estado trabajando en el Center for Economic Policy Research además de poseer un extenso número de publicaciones. Cuando quieras Stephanie, tienes la palabra.
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Dª Stephanie Schmitt Catedrático de la Universidad de Duke
Muchísimas gracias. Hoy quería hablar de los efectos de los choques de gastos gubernamentales. La motivación en esta jornada es reflexionar sobre la política fiscal. Con ello queremos estar seguros de disponer de un modelo que nos ofrezca una transmisión realista de política fiscal. Una cuestión muy sencilla que nos podemos plantear es si el modelo que tenemos en mente explica, en un ejercicio muy sencillo, qué pasa si suben los gastos gubernamentales y si el modelo fiscal que tenemos lo puede explicar o no. Mi intención es plantear qué pasa cuando suben los gastos gubernamentales y cuáles son los modelos que utilizamos para aplicar políticas de estabilización y si se puede explicar con ello los resultados y a partir de ahí elegir un modelo u otro. Un “shock” de gastos gubernamentales implica un aumento de la demanda agregada. Es un tipo de aumento que los economistas han estudiado durante mucho tiempo y existe consenso en el análisis de lo que ocurre después de la subida de gastos gubernamentales o gastos públicos. Imaginemos que el Gobierno aumenta los gastos militares en 100 dólares, queremos ver cuál es el efecto que puede provocar este aumento y sobre todo, en cuanto a los agregados monetarios clave. Cuando aumenta el gasto público, lo lógico es que continúe alto bastante tiempo. Pensamos que la economía puede estimularse si el Gobierno aumenta el gasto público. Si seguimos esta reflexión, con un aumento del 1% de los gastos públicos de forma continua durante un año, se produce un aumento del PIB de un 50%. Por tanto, el multiplicador es que si el Gobierno gasta 1 dólar el PIB sube 50 centavos. Voy a hacer un comentario sobre si desde el punto de vista del bienestar es positivo o negativo. Podemos decir que es cierto que desde un punto de vista cuantitativo sí lo es. El Gobierno empieza a comprar más bienes, y entonces subirá el PIB del país. Respecto al consumo privado, ¿podría ser que el Gobierno al aumentar sus
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gastos estimulase el consumo privado? Los datos indican que sí, que es exactamente lo que ocurre. El consumo privado sube y sube 30 centavos si el gobierno gasta un dólar más. Sin embargo, desde el punto de vista del bienestar suele ser un paso hacia atrás. Hay otras dos variables que quiero comentar. El empleo; al aumentar el consumo el Gobierno ¿puede aumentar el número de puestos de trabajo? Vemos que el Gobierno compra más bienes y puede hacer que aumente el empleo. Y luego la variable salarios. ¿Podría ser que cuando el Gobierno compre más bienes aumenten los salarios? El resultado es que sí suben. Suben los gastos del Gobierno, sube la producción, el empleo, el consumo privado, se deprecia el balance comercial, es decir, el país se hace más barato. Nosotros, como economistas, nos gusta pensar en la política de estabilización fiscal y cómo se consigue. Bien, partimos de un modelo teórico que dice que si para este ejercicio aumentamos los gastos públicos, puede dar este resultado que hemos comentado. En línea con lo que dijo Martin antes, la historia de la economía en cuanto a estas cuestiones nos remite a la teoría Keynesiana muy básica y todos nos acordamos de las sencillas funciones basadas en que si aumentan los gastos públicos puede provocar un aumento del consumo y la producción. Luego hay otro modelo teórico que entró en vigor o neoclásico que se basaba en competencia y no tenía todas estas implicaciones. ¿Cuál es el modelo utilizado hoy en día para analizar un ciclo empresarial que ha tenido más éxito? Para saber qué modelo fiscal es el más adecuado tendremos que valorar si trabajar con un modelo neoclásico básico o no, pues esta teoría contradice lo que me indican los datos, sobre todo después de aumentar los gastos públicos. Mi conclusión teórica sería decir que este modelo neoclásico sencillo no sirve para diseñar una política fiscal acertada. La única manera que un aumento de gastos públicos puede afectar a la economía será a través de la riqueza. Lo único que dice esta teoría es que si va a gastar más el Gobierno, eso deberá pagarlo alguien, y eso implicará tener que pagar más impuestos ahora o después generando sensación de más pobreza, un efecto muy negativo. En el modelo neoclásico sencillo, la demanda de mano de obra, que se basa en la relación de que los salarios tienen que ser igual al producto marginal de mano de obra, esa relación que produce la
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curva de salario y mano de obra no encaja con el modelo de cambio de gasto del Gobierno. Cualquier desplazamiento se tiene que producir hacia la curva de demanda de mano de obra. Veremos que en este modelo, estos dos factores irán en dirección contraria. Nunca subirán las horas y la producción junto con los salarios, en el caso de un aumento del gasto del Gobierno. El modelo neoclásico ya lo dice; las gentes se sienten más pobres al ver que van a tener que pagar el aumento del gasto en algún momento y entonces ofertan más mano de obra produciéndose un desplazamiento de mano de obra. En un modelo neoclásico, el único efecto que genera un aumento del gasto público es un aumento de la mano de obra. El punto de equilibrio es crear más empleo, más producción pero salarios más bajos. Esto es importante para la siguiente reflexión, que cuando aumentan los gastos públicos, aumentaban los salarios y por ello, los puestos de trabajo. En las nuevas teorías que aplican el modelo neokeynesiano, las subidas varían con el tiempo y además pueden ser contracíciclas. Les mostraré el siguiente gráfico en el que lo explico. En este modelo si sube la demanda agregada es también de la empresa, porque las empresas tendrán una subida que deberá ser contracíclica. Por tanto, si hacen frente a una fuerte demanda, van a reducir las subidas y esto es un desplazamiento de la curva demanda-mano de obra. En el modelo anterior la historia terminaba con el cambio de la oferta de mano de obra, pero ahora tenemos subidas que son menores y esto desplaza la demanda de mano de obra hacia fuera y lo que tenemos es que sube el empleo junto con los salarios. En ese sentido, este modelo da una cierta esperanza; si las subidas son suficientemente contracíclicas podemos creer la evidencia que nos dan los datos sobre los choques de la demanda y los gastos públicos. ¿Qué dice el modelo keynesiano? Que va a haber subidas variables. Los modelos no tienen problema en explicar por qué subiendo los gastos públicos se estimula la economía. Esto es debido al efecto riqueza. Si quiero un modelo que permita obtener una política de estabilización fiscal y me dan a elegir entre uno u otro modelo cualquiera parece apropiado. Ahora bien, si incluimos nuevas dimensiones, como por ejemplo, variable consumo, los datos me indican que el Gobierno aumenta su gasto y puede estimular el consumo privado, en
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consecuencia, como he intentado mostrar antes con la teoría en un modelo neoclásico perfectamente competitivo, esto es una predicción imposible de hacer pues el modelo me dice que hay una disminución del consumo. Respecto al keynesiano, si cae un poco la subida, los agentes pueden decir que los salarios son muy altos pero el ocio es muy costoso y aún así las personas pueden consumir algo más. Entonces este modelo genera un aumento del consumo privado. La tercera variable que va a ayudarnos a tomar una decisión, porque aquí las teorías neoclásicas y neokeynesianas son muy diferentes, es la variable sueldo. Los datos indican que la subida de salarios reales en el modelo neoclásico únicamente reflejan los cambios de mano de obra. Un modelo con subidas anticíclicas tiene una modificación de demanda de mano de obra y puede sugerir que van a subir los salarios. Voy a resumir. Si hay aumento de gasto público esto va estimular la economía, aumentan los salarios, el consumo y se deprecia el tipo de cambio real. Si buscamos un modelo hay que tener en cuenta que el neoclásico no se ajusta a estos términos. Quiero que vean el siguiente paso y en qué modelo convendría utilizar subidas contracíclicas. Ahora bien, no quiero que piensen que un instrumento fiscal que genera aumento de producción, de salarios, de consumo, etc… conlleva pensar que conviene aumentar el gasto público porque todo sube. En ambas situaciones teóricas mostradas con este tipo de aumento de gasto público no hay ningún efecto positivo en el bienestar de la población. Todos votarían a no cambiar los gastos públicos, pero ello llevaría trabajar más aunque consuman más. Incluso en ambas teorías, si pudiéramos votar sobre si el Gobierno debería aumentar o no los gastos, todo el mundo diría que no, pero en cuanto al modelo de política fiscal estos modelos tienen efectos distintos. En la teoría neoclásica, el Gobierno no podrá mejorar la economía, entonces no debería inmiscuirse; pero en la teoría sin competencia periférica, modelo neokeynesiano, el Gobierno tendrá margen para hacer uso de política de estabilización fiscal. Muchas gracias.
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Anexo: Presentación Diapositivas Dª Stephanie Schmitt Catedrático de la Universidad de Duke
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Jornada : LA FISCALIDAD DEL FUTURO. Madrid, 24 de Junio de 2008. Hotel Wellington, Madrid
CONFERENCIA “Una política fiscal para España: el corto, el medio y el largo plazo.”
D. Jesús Fernández-Villaverde Profesor de la Universidad de Pennsylvania
D. Juan Corona A continuación tenemos la conferencia sobre una Política fiscal para España: el corto, el medio y el largo plazo que pronunciará el profesor Jesús Fernández-Villaverde, de la universidad de Pennsylvania, que es un especialista en temas de macroeconomía, de econometría y que se doctoró en economía por la universidad de Minnesota; ha trabajado en numerosas universidades americanas. Investigador de la National Bureau for Economic Research y profesor de la universidad de Duke, posteriormente de Yale y ahora de Pennsylvania. Con un curriculum muy extenso en cuanto a publicaciones y colaboraciones, vamos a pasar a darle la palabra. Cuando quieras Jesús.
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D. Jesús Fernández-Villaverde Profesor de la Universidad de Pennsylvania
Buenas tardes. Como Martin y Stephanie han hablado sobre la política fiscal más en plano teórico sí que quería intentar en mi exposición aplicar sus teorías desde un punto de vista de formulación de un sistema fiscal apropiado. Quiero encuadrar esta política fiscal en lo que son las tres dimensiones temporales a las que se enfrenta la economía española en estos momentos. La primera dimensión temporal es el corto plazo; es la situación de crisis en la que nos encontramos ahora causada por al elevada volatilidad de los mercados financieros; por la subida de precio de las materias primas de las que ya hemos hablado esta mañana y por el frenazo inmobiliario. Quiero hablar del agotamiento del proceso histórico de convergencia real de la economía española respecto a las europeas que se inició en 1959 y quiero hablar del largo plazo y los dos grandes retos para la economía española en el largo plazo que son el envejecimiento de la población, en particular las pensiones de las que se habla mucho, pero además del gran problema para el largo plazo en la economía española como es el de extraordinario incremento del gasto sanitario. Con estos tres contextos temporales tenemos que poner especial énfasis en el diseño de una política fiscal adecuada, en cuanto que tenemos la política monetaria transferida a Europa; contamos con una capacidad de maniobra muy limitada y por tanto, si lo que queremos es diseñar una estrategia de éxito nacional, la política fiscal tiene que ser un pilar básico de la misma. Repasaré este corto, medio y largo plazo para pensar más adecuadamente en una política económica óptima. Hablaré del corto plazo, en primer lugar. La crisis se ha iniciado con la alta volatilidad de los mercados financieros que empezó en agosto de 2007. Me gustaría hacer una referencia al TET que es la diferencia entre el tipo de interés al cual los bancos se presentan entre ellos el dinero, el Libor, en el cual se basan todas las hipotecas en España y una letra del tesoro americano. Es una medida de riesgo cuya evolución permite detectar un problema de liquidez en el mercado. Normalmente, durante 1990 y 2000 estaba
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alrededor de 40 puntos básicos. Se disparó durante el verano de 2007, con todos los problemas de hipotecas, a casi 50 puntos básicos durante el verano de 2007. Esto es una auténtica salvajada históricamente. Aunque se suavizó algo en el otoño durante diciembre se comportó fatal. Ahora estamos un poco mejor, especialmente tras la intervención en Berns&Sterms aunque estamos en una situación de 100 puntos básicos. Nunca ha estado tan alto el TET y nadie lo entiende, sobre todo tras el compromiso de la Reserva Federal de introducir liquidez en el mercado. Los bancos centrales, tanto el BCE como la Reserva Federal, han realizado una intervención muy vigorosa y han introducido gran liquidez en el mercado y ha quedado claro que, a través de sus intervenciones, están dispuestas a rescatar a quien sea necesario con tal de que el mercado financiero no se colapse. De esta manera, probablemente hayamos eliminado los riesgos más importantes y por ello no creo que vayamos a tener una gran recesión, pero está por ver qué sucede con toda esta volatilidad en la economía. Creo que nuestra tarea como académicos en los próximos años es intentar entender bien los efectos de la volatilidad. En el caso español, en realidad esta volatilidad ha venido acompañada de otros elementos. En primer lugar, el precio de las materias primas -Martin ya lo ha señalado-. El precio del Bernt cerró ayer a 136 dólares, unos niveles de máximos históricos. Para poner este tema en perspectiva podemos ir a la Organización Internacional de la Energía y ver lo que consume España. España importa 576 millones de barriles de petróleo al año, 2.000 litros por persona. Si pensamos que el precio del barril de petróleo sube 30 ó 40. Una familia de cuatro personas ha perdido 2.000 euros de renta; es algo que estamos transfiriendo a Sudamérica y a Oriente Medio. Hay una relación muy cercana entre la volatilidad y los altos precios del petróleo, por dos cosas. En primer lugar, porque una respuesta de los bancos centrales a la volatilidad ha sido una bajada de los tipos de interés en el corto plazo. Imaginemos que somos Arabia Saudí y vivimos en una piscina gigantesca de petróleo. La velocidad a la que queremos sacar este petróleo depende del tipo de interés. Cuanto más bajo es el tipo de interés, más despacio queremos vaciar la piscina y cuanto más alto es el tipo de interés, más rápido queremos vaciar la piscina. Los tipos de interés
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son muy bajos y por tanto, Arabia Saudí no tiene ninguna motivación en aumentar su producción, independientemente de lo que digan. Hay un segundo tema que es el cambio de composición de cartera en los fondos soberanos. Un cambio en los mercados financieros en los últimos 6 años ha sido la irrupción de los fondos soberanos, creados por países con superávits en sus cuentas corrientes. Un ejemplo claro es el de China que ha tomado una parte importante en los hedge funds americanos. Estos fondos soberanos, ante la caída de tipos de interés que están obteniendo de las obligaciones del tesoro americano, han tenido una importante cartera en los últimos meses hacia inversiones en materias primas. Y esta enorme cantidad de dinero entrando en el mercado de materias primas ha sido el principal factor dentro de las subidas de precio de petróleo. De esta forma, cuando uno juega con la política fiscal y monetaria, cosas que uno nunca ha pensado, pueden venir y golpearte por detrás. Otro tema que en el caso español va a ser muy importante es la caída de la inversión en vivienda. En España la media histórica es del 5%, subimos hasta el 7,5% y ahora estamos en un 6%. Probablemente baje al 5% y todo nos hace pensar que se quedará en esa cifra. Todo esto es especialmente negativo en el caso de la economía española porque la ley de OCU es especialmente desalentadora. La ley de OCU te dice cuánto tienes que crecer para no incrementar la tasa de desempleo. Una de las cosas más tristes de la economía española es que tenemos que crecer al menos al 2% para no perder empleo. De todo esto se ha hablado mucho. Creo que debo llamar la atención de la audiencia sobre lo que se llama el agotamiento del proceso histórico de convergencia real. Si nos vamos al año 59, que por cierto, el próximo año es el 50 aniversario y deberíamos de celebrarlo, España se embarcó en un demorado proceso de modernización. El plan de estabilización rompe radicalmente con el proyecto de crecimiento económico que había imperado en España durante más de un siglo y que no nos había funcionado. Lo que se hizo fue que gracias a los economistas, convencimos, por lo menos a una parte importante de las élites, que había que estabilizar la moneda y que la inflación no llevaba a ningún sitio.
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Rompimos con la creencia de que para crecer en España había que cerrarse al exterior. En 1959 nos dimos cuenta de que no, que la manera de crecer es abrirse e integrarse con las economías europeas y comenzaron las reformas estructurales. Había miles de reformas estructurales por empezar. Había muchas en el Plan de Estabilización. Si alguno tiene interés, le recomendaría que fuese y leyese la exposición de motivos del Plan de Estabilización porque estaba muy claro en la mente de los economistas sobre lo que había que hacer. Podemos pensar en todo lo que ocurrió después, la Transición política, desde el punto de vista económico, con los Pactos de la Moncloa, la entrada en la UE, la incorporación al euro y una profundización del mismo plan y el proceso. Constantemente empujamos el proceso, es decir, estabilizar la moneda, independizar el Banco de España, abrirnos hacia afuera, avanzar en las reformas estructurales. Las consecuencias han sido absolutamente extraordinarias. Dejamos de ser un país agrícola para basarnos en los servicios; hicimos una rápida acumulación de capital físico y humano e importamos y adaptamos la frontera tecnológica mundial. Básicamente lo que hicimos fue enviar ingenieros al extranjero que aprendieran la frontera tecnológica y la trajeran de vuelta a España. El problema de esto es que se nos ha acabado. El 95% de lo que podíamos hacer ya lo hemos hecho. Los sectores más tradicionales han sido reducidos a un porcentaje trivial. Por ejemplo, en la agricultura básicamente trabaja el 4% de la población activa; no podemos transferir más gente de la agricultura a otros sectores más productivos. El espacio para la inversión adicional en capital tradicional a la importación de tecnología, dadas las estructuras existentes, es muy reducido. Podríamos hacer alguna autopista más pero ya se han hecho muchas autopistas y muchos AVES. Esto no significa que no tengamos que hacer más autopistas o más AVES; estoy diciendo que el rendimiento que vamos a tener de ellos va a ser mucho más bajo en el futuro y el impulso reformador impuesto por las instituciones europeas ya ha terminado. España necesitaba muchas reformas estructurales y la gran excusa o el gran argumento que se daba al público de por qué teníamos que hacer estas reformas era porque venían de Europa. ¿Queríamos acabar con el monopolio de la Campsa? Bueno, dado que la UE nos invitaba a terminar
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con los monopolios, pudimos eliminar este monopolio; dado que el Tratado de Maastricht nos incitaba a independizar el Banco de España, así lo hicimos. El problema es que con una UE a 27 donde todo el mundo se pasa constantemente discutiendo el día entero y no hay acuerdos de nada, no va a venir ningún impulso reformador de ningún sitio. Las reformas que necesitamos para la economía española tienen que venir de nosotros mismos. Como decía antes, básicamente nos encontramos con un nivel de renta similar a Italia (somos hasta capaces de ganarles en los penaltis de la Eurocopa) y un 5% menos que Alemania, Francia o Reino Unido. Y a menos que hagamos algo muy serio, no veo que exista ninguna razón para decir que España vaya a crecer más que Francia, Alemania o Reino Unido. Quizá, para mucha gente, hace 20 ó 30 años, decir que España iba a ser igual de rica que estos países sería un sueño pero yo, que soy más joven, no me conformo y quiero ser mucho más rico que Francia o Alemania y que cuando los franceses y alemanes lleguen a España digan: “esto sí es un país con dinero y no el mío”. El tercer tema del que quiero hablar es el largo plazo; ya antes les señalaba los dos grandes problemas de la economía española; uno de ellos el envejecimiento de la población del que constantemente hemos oído, con una tasa de fertilidad de 1,3 hijos por mujer; es decir, la población española va envejeciendo a una velocidad agigantada. El segundo gran problema es el gasto sanitario. Sólo para hacernos una idea de cuánto va a representar el gasto sanitario para el PIB es un poco difícil calcularlo- pero cuando lo ves con detalle está más claro; se puede decir que vamos a pasar de gastarnos el 7% del PIB a gastarnos en 50 años el 17,9; necesitamos 10 puntos adicionales de las pensiones que nos hemos comprometido en este momento. El segundo tema es la situación del sistema nacional de salud. Algunos pensarán que no pasa nada, que es un problema de finales de los 90; hemos abierto las puertas a la inmigración; hemos traído 4 millones de habitantes y este problema se va a solucionar. Bien, esto no es así. Sé que no es lo que dice la gente pero los inmigrantes no van a solucionar el problema porque los inmigrantes vienen, paga cotización a la seguridad social -que por ello tiene excedente de caja-, pero se van a retirar y les vamos a tener que pagar una pensión y el problema va
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a ser que estos inmigrantes están menos cualificados que el español medio y el sistema de pensiones español es fuertemente redistributivo. Si Vd. trae a 500.000 personas para la construcción, el valor presente descontado de este medio millón de personas va a ser negativo. No hay que pensar en lo que nos traen estas personas hoy, sino lo que van a traer al sistema en 50 años. Este es un problema, personalmente creo que muy grave, del cual no se habla prácticamente. Si repasamos el Informe Económico del Presidente del Gobierno solo lo citan al final en un párrafo y no se hace hincapié en este tema de la fiscalidad inter temporal. Por tanto, la inmigración no nos va a solucionar el problema. Decía antes que quería hablarles de la sanidad. La razón es porque la gente habla mucho de las pensiones; no tengo mucho que añadir, solamente decir que serán 10 puntos del PIB, mejor preocuparnos por este tema. Y respecto a la sanidad, es otro ‘gran gorila en la habitación’, como dicen los americanos, tanto por una cuestión de demanda como por una cuestión de oferta. La salud es lo que los economistas llaman ‘un bien superior’. Cuantos más ricos nos hacemos demandamos más salud. Si uno se va a Tanzania, uno no se preocupa de sus dientes, pero cuando uno hace dinero quiere tener unos dientes limpios y saneados. Cuando uno está pendiente de comer, no piensa en si tiene depresión; pero si tiene dinero, empieza a preocuparse por si la tiene. Cuando uno se hace más rico demanda más salud. La mayor demanda de salud se produce durante los seis últimos meses de vida de una persona y lo que es más grave es que este gasto sanitario crece exponencialmente dependiendo de cuánto mayor es esta persona en esos seis meses. Son mucho más costosos los seis últimos meses de una persona de 90 años que los seis últimos meses de la vida de una persona de 60. Existe además un segundo tema y es el rapidísimo cambio tecnológico que estamos teniendo en el sector sanitario. Utilizaré un ejemplo de David Kutler, que es catedrático de economía de la salud en la Universidad de Harvard y quizá uno de los mayores expertos en este tema y por cierto, es además uno de los asesores de Obama. El ha mirado muchos tratamientos y en especial el tratamiento de un ataque al corazón. Imagínese que Vd. sufre un ataque al corazón a los 80 años, lo que va a costar un tratamiento fantástico, y estoy hablando
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de dólares de 1999 y estoy controlando por la inflación, le van cobrar 12.000 dólares; si esto le pasa a finales de los 90, le van a cobrar 20.000 dólares y así 10.000 dólares más y, sin embargo, su esperanza de vida va a pasar de 3 años y medio a 4 años y medio. Es decir, gana un año de esperanza de vida. Imagínese que Vd. va mañana al médico y le dicen que tiene una enfermedad muy grave pero que si le da 10.000 dólares va a vivir un año más; en ese caso, Vd. saca la chequera y le firma un cheque por 10.000 dólares, porque el valor de la vida para cualquiera de nosotros es muy superior a l0.000 dólares por un año de vida. Este ejemplo del ataque al corazón es aplicable a otros tratamientos como el de la tensión. Se ha calculado que en EE.UU. se evitan 80.000 muertes anuales desde la introducción de los nuevos medicamentos contra la alta tensión. En oncología hay numerosos y nuevos tratamientos que han incrementado radicalmente la tasa de supervivencia, por ejemplo, en el cáncer de mama, ha pasado de ser de un 5% en un caso especialmente virulento de tumor, a un 50%. El problema de estos tratamientos es que son inmensamente caros, por ejemplo, el tratamiento oncológico del cáncer de mama es de 30.000 euros al año; esto lo tiene que pagar alguien; a través de un sistema de sanidad público, como en España, o a través de un sistema de sanidad privada, pero alguien lo va a tener que pagar. En España el gasto en Sanidad, según el Ministerio de Sanidad y Consumo se multiplicó por 2.1 en términos reales entre el 1988 y 2005, lo cual ya es mucho, es multiplicarse por 2.1 pero, en realidad, hay problemas con los datos oficiales porque la contabilidad nacional a veces no se ajusta a la realidad. Si miramos con un poco más de detalle y encontramos lo que España se gasta en sanidad privada y pública, resulta que la cifra ronda el 9 ó 9,5 del PIB que por cierto, nos coloca en el patrón de gasto que debíamos tener dado nuestro nivel de renta. Pero ese mismo patrón de consumo de gasto sanitario nos indica que nos vamos a gastar el 16% cuando tengamos el nivel de renta que EE.UU. porque es lo que se gasta allí en estos momentos. Algunos expertos han estimado que para 2050, EE.UU. puede estar gastándose el 30% de su renta en gasto sanitario. Imaginemos que España no llega a tanto, aún así, son otros 10 puntos del PIB en gasto sanitario. Hemos hablado de 10 puntos de PIB en pensiones y de 10 puntos de PIB en gasto sanitario. En España, desde la Administración
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Central hasta el último ayuntamiento se gastan el 38%, otros 20 puntos adicionales. Estamos hablando del 30% del gasto público nacional. ¿Qué podemos hacer? Podríamos hablar de reformas estructurales. No voy a hablar aquí de ellas porque esto es un seminario sobre fiscalidad. Pero sí me centraré en una serie de cambios en el sistema impositivo que debemos enfatizar. Muchos ya se han explicado esta mañana; en primer lugar, hay que tratar mejor a las rentas del capital. Si algo sabemos en la mayoría de los modelos es que las rentas del capital hay que tratarlas muy bien, se ahorra más, se acumula más, se estimula la renta. Cuando doy clase de estos temas, siempre pongo el ejemplo Irlanda. Cuando España entró en la UE éramos más ricos que Irlanda; ahora somos un 40% más pobres. Hay muchas circunstancias detrás del éxito irlandés pero una de las principales es lo bien que han tratado la imposición sobre el capital. Hay que reducir el impuesto de Sociedades, se ha bajado 5 puntos esta legislatura. Creo que hay que bajarlo más; hay que ser mucho más agresivo. Hay que tratar también el impuesto sobre la renta, en especial la renta sobre el capital de las personas físicas; se ha pasado del 15 al 18 y es la dirección contraria. Yo habría bajado del 15 al 0 ¿Por qué? Pues porque disminuye en gran medida las distorsiones intertemporales, ayudan a incrementar la renta y el consumo de las familias y además porque el coste tributario de estas medidas es relativamente pequeño. Trabant y Ulik?? de la Universidad de Chicago han tratado de estimar cuáles son los costes generados por bajar la renta sobre el capital. Si yo bajo el impuesto sobre la renta del capital, la economía va a crecer. Lo que es importante es cuál es el efecto dinámico sobre la economía de bajar la imposición. Estos autores creen que la bajada para EE.UU. es de un 47%; es decir, si yo bajo 100 el tipo sobre la imposición al capital recupero 47 a través de los efectos dinámicos; para la UE es 85. Aplicándolo de manera rápida al caso español, los datos nos indican que en España saldría alrededor de dos tercios. Si bajamos 100 recuperaremos 2/3 en efectos dinámicos. Esto nos dice que tenemos que tratar las rentas del capital de forma muy generosa. Bien, esto también va a suponer una pérdida de recaudación; estoy hablando de dos tercios pero todavía hay un tercio que tenemos que financiar. Lo que hay que imponer para conseguir más recaudación nos lleva a pensar que una de las primeras cosas que explicamos acerca
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de impuestos es que los impuestos son distorsionadores; cambian el comportamiento de las personas. Por tanto, lo que tenemos que hacer es no imponer aquello que queremos que hagan las personas sino aquello que queremos que hagan los agentes de nuestra economía, por eso es una mala idea imponerles sobre el ahorro; queremos que por ejemplo, no contaminen. Existe un gran ámbito todavía para la imposición medioambiental en España. La contaminación es una externalidad pura que tiene que ser corregida. En ese sentido, existe mucho ámbito para la imposición sobre el CO2. La UE tiene un sistema europeo de intercambio de permisos de polución pero creo que se puede llegar a más; España puede ser más agresivo en este ámbito y podemos recaudar mucho de los impuestos medioambientales. En definitiva, otro ámbito desde el cual se puede recaudar mucho y compensar los efectos de la bajada del IRPF es la imposición sobre la tierra. Esto es porque la tierra no tiene ningún efecto distorsionador; no estoy hablando de la propiedad; lo que estoy proponiendo es, por ejemplo, si uno tiene un piso su precio tiene dos componentes; uno, el precio de la construcción, del ladrillo y otro sobre el solar. El ladrillo es una inversión y por tanto, no queremos imponerla porque es distorsionador pero el solar no tiene ningún efecto; no puedo hacer que el solar desaparezca y por tanto sobre el solar sí que puede haber una imposición elevada. En España se ha tratado la tierra de forma muy poco generosa; creo que hay que imponerla más y nos permitirá recaudar una cantidad suficiente para bajar el impuesto sobre sociedades y el impuesto sobre la renta de una manera mucho más agresiva. Hay que reformar el sistema de pensiones –sí, ya lo sé, los economistas somos personas muy desagradables, siempre decimos esto-. Creo que Luis Ángel Rojo dijo algo así como que el economista es como ese niño desagradable que te dijo en primero de primaria que los Reyes Magos no existen pero tenemos que pagar estos 10 puntos del PIB. Si Vd. cree que las pensiones están bien, dígame qué impuesto subimos para recaudar esos 10 puntos del PIB y si no, no hablamos. Esto me enlaza con otro punto del que quería hablar que son las reformas institucionales. Hay muchas reformas institucionales que creo que habría que imponer. Siempre he sido un gran partidario
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de la creación de una oficina presupuestaria independiente; de la misma manera que tenemos un Banco de España independiente, o un Tribunal de Cuentas independiente, necesitamos una oficina presupuestaria dotada de suficientes medios y suficientes economistas que hagan una evaluación de las políticas fiscales. En EE.UU. existe algo parecido, una oficina presupuestaria del Congreso y cada vez que se propone una medida presupuestaria, la oficina presupuestaria del Congreso tiene que emitir un informe acerca de cuál va a ser el coste. Creo que la creación de una figura institucional de estas características ayudaría a clarificar la discusión nacional que muchas veces cuando una persona de la calle que no sea economista abre el periódico, sólo encuentra confusión pues unos dan unas cifras y otros dan otras. Una oficina presupuestaria independiente ayudaría a poner sobre la mesa cuáles son las verdaderas opciones que tenemos. Respecto a lo que no hay que hacer, decir que no hay que seguir la vía portuguesa. El caso portugués es fascinante y a la vez triste. Si uno mira España y Portugal, en el año 85 entramos juntos en la UE y crecimos igual al principio pero en 1992 ellos se estancan y nosotros seguimos creciendo. Esto se produce porque la respuesta de Portugal a la crisis económica de 1992 fue la de gasto social. Creyeron que así saldrían de la crisis. Nunca salieron de ella y se quedaron estancados durante años. El gasto social es una tentación, es muy bonito, cuando uno habla en público parece fantástico, que uno se ocupa y preocupa de la gente y que no es como un economista que es una persona malvada. Pero el gasto social tiene el problema de que una vez aprobado es muy difícil cambiarlo. Si yo subo mañana las pensiones, es extraordinariamente complejo reducirlas. Si yo mañana creo una subvención, es muy difícil eliminarla en un futuro porque creo grupos de presión con muchos intereses en mantenerla. Lo más grave para mi es que al final del día, mucho del gasto social está altamente influido por aquellos grupos que ejercen una mayor presión política de forma más eficaz y no por aquellos grupos que realmente lo necesitan de una manera más amplia. El mejor ejemplo, aunque no es exactamente gasto social, es el canon digital. El canon digital está basado en una presunción de culpabilidad de todos los usuarios de medios digitales que es totalmente contraria a 25 siglos de tradición jurídica occidental y que básicamente transfiere una enorme
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cantidad de renta a un grupo muy minoritario de personas en los que yo no creo que necesiten especialmente incentivos para producir más. Esto no es un ejemplo aislado. La política fiscal es capturada por grupos de presión y la política fiscal es dirigida constantemente a aquellos que son capaces de generarte 176 votos en el Congreso de los Diputados y no maximizar el bienestar nacional. Es una de las principales razones por las que yo siempre he sido muy escéptico acerca de gastar dinero. Además, debemos acordarnos que la recaudación ha caído mucho, según datos del Ministerio. Ha pasado del 1,92 al 0,79 del PIB, vamos a estar en una situación muy mala; el IVA en abril ha sido absolutamente horrible; no creo que en el verano vaya a ser mucho mejor, especialmente si la gente, con los precios de la gasolina, no se va mucho de vacaciones y además con una inflación al 4,6%. No hay que gastar más dinero. Muchas gracias
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Anexo: Presentación Diapositivas D. Jesús Fernández-Villaverde Profesor de la Universidad de Pennsylvania
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Jornada : LA FISCALIDAD DEL FUTURO. Madrid, 24 de Junio de 2008. Hotel Wellington, Madrid
CONFERENCIA “Trends in Taxation Policy: do Governments need to change tax policy to adapt to globalization?”
D. Bib Dodwell Deloitte Tax Partner
D. Juan Corona A continuación pasamos a la última conferencia del día que impartirá el señor Bib Dodwell, socio del departamento fiscal de Deloitte en Londres.
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D. Bib Dodwell Deloitte Tax Partner
Buenos días a todos. Siento tener que hablarles sólo en inglés. Trabajo en Deloitte en Londres y mi trabajo se centra directamente con las empresas intentando entender su política fiscal. Voy a hablar de la fiscalidad en los negocios, los costes financieros, la ley de propiedad intelectual y los impuestos directos. Voy a empezar hablando de las estructuras fiscales dentro de la OCDE; es decir, de las 30 economías globalizadas más importantes. Hace unos años había la impresión, en Reino Unido por lo menos, de que los países se alejaban de la fiscalidad directa a favor de, por ejemplo, el IVA. A lo largo de los últimos 20 años ha bajado de un 30% al 25% de los ingresos públicos. Ahora no podemos hablar del impuesto sobre la renta sin añadir el coste de la Seguridad Social porque cuando pagamos la Seguridad Social es un impuesto, aunque le demos otro nombre. Las cifras que les muestro a continuación sirven para ver un poco cuál ha sido la tendencia respecto al impuesto de Sociedades. Por un lado, los datos sobre la Seguridad Social total que se ve que es algo mayor que el coste para el empleador porque, por supuesto, hay personas autónomas que también pagan y ahí reside la diferencia entre las cifras. En 1985, el 37% empieza a ser pagado en forma de impuestos personales por los individuos y esto se reducen un 35% en la siguiente columna, una reducción considerable en la zona de la OCDE. Ahora bien, estas cifras no son de una economía sino de 30 economías distintas pero, al menos, muestran la tendencia y con el tiempo el impuesto de sociedades ha subido un 2%, ha subido del 8% al 10% y también en cuanto a los costes ha subido el coste que paga la empresa cuando emplean a personal que ha supuesto un incremento de 13 a 15. Si vemos el impuesto general sobre el consumo, IVA, 29 de los 30 miembros de la OCDE tienen IVA, el único que no es EE.UU. El IVA ha subido a lo largo de los últimos 40 años, incluso en los últimos 20 años. Pero ha habido un equilibro debido a la reducción de impuestos específicos sobre el consumo como, por ejemplo, el impuesto sobre
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el petróleo, el impuesto especial sobre el alcohol, el tabaco, etc… El impacto sobre estos impuestos ha reducido el impuesto de la subida del IVA pero cuando sumamos las dos cifras, vemos que el total de impuestos sobre el consumo en los países de la OCDE es del 32% en 1985 y ha caído al 30% en 2005 y por lo tanto, el cambio hacia estos impuestos sobre el consumo no ha tenido lugar pero la tendencia sí se aprecia y consiste en que la empresa paga más impuestos y que el individuo paga menos como porcentaje del total y que el impuesto sobre el consumo no ha subido nada a pesar de la subida general del IVA. Estos son los cambios fiscales más importantes que han sucedido en los últimos diez años según cifras de la OCDE. Podemos ver que la subida media de impuestos es del 1,3% y esto considerando el impuesto como porcentaje del PIB; es decir, como porcentaje de la economía. España está en primer lugar de la lista con un crecimiento del 3,5%. Esto me sorprendió. En fin, Vds. sabrán dónde ha ido ese dinero. En Reino Unido también ha subido por encima de la media de los países de la OCDE, un 1,9%. Esto está despertando ciertos comentarios en Reino Unido donde la población percibe esta subida fiscal y también, a la vez, del aumento del precio del combustible y de los alimentos. Los últimos en la lista son Alemania y Holanda que, de hecho, han reducido su factura fiscal. El siguiente cuadro que les muestro trata de comparar el Impuesto de Sociedades con el tipo fiscal en términos de PIB. Muchas veces los Gobiernos citan el concepto de “tipo fiscal”, para evaluar si un impuesto es alto o es bajo. En el ámbito de la empresa, el impuesto que se paga es una combinación del tipo fiscal y de la base imponible; eso es realmente lo que se grava. Verán por un lado el porcentaje total en forma de impuesto de sociedades como porcentaje de la economía y vemos que Reino Unido y España lo tienen muy alto; Alemania, por el contrario tiene un tipo muy bajo. Eso me hace pensar que la base imponible es muy alta en Reino Unido donde se gravan muchas cosas, igual que en España, y el tipo es relativamente bajo en comparación con lo que se ingresa en total por impuestos. El tipo alemán estaba en un 40% en 2006 pero sus ingresos fiscales totales eran un 2% del PIB. Esto es importante a la hora de hablar con los políticos porque por lo menos en Reino Unido les encanta decir que tienen un tipo impositivo muy bajo en comparación con otros miembros de la UE. La realidad es que en Reino Unido se paga algo más de impuesto de Sociedades que alguno de nuestros vecinos.
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Esto ha conllevado a una reforma fiscal a nivel europeo. Ha habido dos cambios importantes. Los tipos en general se han reducido y el segundo cambio es que la base ha aumentado para pagar aquellos cambios de tipo y como les he dicho, el impuesto de Sociedades ha subido en los últimos 20 años y lo que están haciendo los países es bajar el tipo pero aumentar el número de cosas gravadas. La forma de pagar estos cambios de tipo se produce a través de, por ejemplo, una reducción por pérdidas; en Alemania si tienes una pérdida fiscal posteriormente tendrás un beneficio y luego podrás usar sólo el 60% de la pérdida; es una alternativa. Otra es reducir el periodo durante el cual se puede aplazar las pérdidas. Otros cambios vienen en forma de reducción de las deducciones fiscales. En Reino Unido hemos reducido el impuesto de Sociedades del 30 al 28% pero esto se ha financiado totalmente por una reducción de la cantidad de amortización fiscal que una empresa puede utilizar. En general el Gobierno recibirá la misma cantidad en impuestos que al principio. Otras formas de aumento impositivo se producen a nivel internacional con unas normas más estrictas para operaciones en el extranjero, en un lugar donde hay menos impuestos que en el país de origen. Algunos países han introducido unas restricciones adicionales como en Dinamarca, Alemania, Francia e Italia. El siguiente cambio a comentar es el tema de la propiedad intelectual, campo donde hay auténticos retos fiscales como consecuencia de la globalización. Lo que les muestro ahora es un impulso hacia la centralización en una multinacional global. Hay centros de excelencia donde se pueden hacer actividades conjuntamente que resultan siempre más rentables, se reducen costes y es más eficaz centralizar investigación o desarrollo u otro proceso empresarial, en vez de duplicar actividades dentro de la propia empresa. Además puede haber un modelo de desarrollo compartido entre dos empresas; hay un compartir de las actividades que ha llevado a opciones fiscales, sobre todo hacia dónde hacer esas actividades. Vemos una competencia fiscal en Europa y también fuera de Europa que puede tomar forma de créditos fiscales para actividades de investigación y desarrollo. Hay muchos países que ofrecen un descuento fiscal para actividades de I+D. Hay algunos que ofrecen un régimen fiscal
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específico para las patentes. Holanda es conocida por ello. Otros países sencillamente bajan los tipos como Irlanda con un 12,5%. Si una multinacional global mira dónde centralizar sus actividades de propiedad intelectual en Europa dispone de amplias posibilidades y países que ofrecen un tipo fiscal muy bajo: Holanda y Luxemburgo; también países como Suiza, Singapur que fuera de la UE tiene un tipo fiscal muy favorable. No estoy hablando de paraísos fiscales como las Bermudas o las Islas Caimán, sino de países del centro de Europa con unas posibilidades muy buenas a nivel impositivo. Los Gobiernos tienen un reto y es cómo tratar a las empresas cuyos países no tienen estos regímenes fiscales tan favorables. En términos económicos es muy atractivo para una empresa beneficiarse de las legislaciones favorables que no se dan en su país de origen. Los tratados de la UE no dicen gran cosa en cuanto a los impuestos directos. Sin embargo, si estan orientados hacia la consecución de una plena libertad economica, por ejemplo, la libertad de establecimiento; el libre movimiento de capital, que significa que si uno tiene intereses en la cartera de un país, puede acceder tranquilamente; la libertad de personas y la libertad de servicios. El Tribunal de Justicia europeo ha estado muy activo en varios de estos campos y se ha visto que dentro de Europa, a algunos países les costará mantener una política que permita a una empresa de control extranjero actuar en un país con un tipo más bajo. El Tribunal siempre ha dicho que los negocios que tiene Irlanda son actividades económicas genuinas y no una simple etiqueta en una puerta; perfectamente se podrá seguir llevando a cabo la actividad en este país de baja fiscalidad. El Tribunal Europeo y la Comisión, con normas y ayudas estatales, y en cuanto a restricciones de política fiscal, han animado a los países a mirar cosas dentro de sus fronteras y gravar empresas locales y extranjeras de la misma manera y no tener un tipo de fiscalidad distinto. En un futuro habrá que tener en cuenta la posibilidad de que se apruebe una base fiscal corporativa consolidada. Desde luego que si se llevara esta iniciativa a cabo, se establecería una base fiscal corporativa a nivel Europeo que resultaría muy negativa para algunos países que quizá quieren tener la libertad de elegir lo que se grava y no se grava, qué incentivos fiscales quieren aplicar, etc…. Por lo tanto, hay desafíos muy importantes.
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Les mostraré algunas referencias de estudios realizados en Reino Unido sobre el sistema fiscal que nos pudiera convenir más. Cabe destacar la labor del Instituto de Estudios Fiscales, organización independiente en Reino Unido que realiza este tipo de estudios. Dos de las preguntas planteadas son si debería eliminarse el impuesto de Sociedades y ser sustituido por IVA. Han realizado estudios apoyando esta teoría. Evidentemente, creo que en el mundo real es muy difícil que esto se aplique porque las empresas no pueden votar, votan los individuos y los individuos no quieren ver cómo el IVA aumenta de forma importante. En este sentido, va a ser un auténtico reto la eliminación del impuesto de Sociedades. Respecto al régimen de incentivos para la propiedad intelectual, la única manera de llevarla a cabo, desde mi punto de vista, es llevar las actividades dentro del propio país en vez de trasladar esas actividades a otro país de la OCDE. Mi conclusión final es que verdaderamente no hace falta eliminar el impuesto de Sociedades. Sigue siendo un impuesto muy importante en todo nuestro argumentario; así, coger un poco de impuesto de cada eslabón de la cadena me parece mucho mejor. Muchas gracias.
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Anexo: Presentaci贸n Diapositivas D. Bib Dodwell Deloitte Tax Partner
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Jornada : LA FISCALIDAD DEL FUTURO. Madrid, 24 de Junio de 2008. Hotel Wellington, Madrid CLAUSURA
Excmo. Sr. D. Carlos Oca単a Secretario de Estado de Hacienda y Presupuestos
D. Fernando Casado Vamos a concluir este seminario con el Secretario de Estado de Hacienda y Presupuestos, D. Carlos Ocaña. Ha sido un seminario de reflexión sobre lo que puede ser la fiscalidad en los próximos años con los retos de la globalización que tenemos planteados así como con el incremento de gastos sociales. Quiero agradecer a Luis Crespo, socio de Deloitte por su patrocinio de este acto ya que gracias a su colaboración, llevamos a cabo actividades conjuntas de verdadero interés. También quiero agradecerle al Secretario de Estado de Hacienda y Presupuesto su presencia hoy aquí en un día complicado pues viene de comparecer en el Congreso de los Diputados. Carlos Ocaña, tiene una experiencia universitaria amplia en la Universidad Carlos III; fue subdirector general de Estudios del Tribunal de Defensa de la Competencia y subdirector de desarrollo regulatorio en la Comisión del Sistema Eléctrico. Fue administrador principal de la Agencia de la Energía de la OCDE, con sede en París y también estuvo al frente de la Cátedra de Regulación y Competencia de la Universidad de Zaragoza. Posteriormente, fue nombrado Secretario General de Presupuestos y Gastos, puesto que desempe;o hasta el nombramiento como Secretario de Estado de Hacienda y Presupuestos. Quiero reiterar mi agradecimiento por su presencia hoy aquí y paso a cederle la palabra para que clausure este seminario.
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Excmo. Sr. D. Carlos Ocaña Secretario de Estado de Hacienda y Presupuestos
Buenas tardes. Muchas gracias. Para mi es un placer estar hoy aquí con Vds. y clausurar esta jornada sobre La Fiscalidad del Futuro. El título es ambicioso. Aunque creo que la jornada ha estado a la altura del título por la categoría de los ponentes, no estoy seguro de que yo personalmente vaya a estar a la altura del resto de ponentes. Desde mi responsabilidad tengo que referirme al corto y al medio plazo, que son más inmediatos. Empezaré por algo seguramente obvio. La política fiscal en sí no es ni buena ni mala; no es más que un instrumento para conseguir otras cosas. Es importante que cuando se hacen reflexiones sobre dónde estamos y dónde queremos estar en términos de Hacienda y sector público, recordemos constantemente que estamos hablando de un instrumento. Hay una restricción en la política fiscal que restringe mucho lo que no se puede hacer y lo que no se debe hacer que es la estabilidad de las finanzas públicas; este es el punto de partida. La política fiscal tiene que responder a la exigencia fiscal de mantener un entorno macroeconómico estable y esto pone las condiciones a lo que se puede y no hacer. Esto es algo que nos hemos tomado muy en serio en los últimos años y que pretendemos seguir por ese camino. Nuestro empeño en los últimos cuatro años ha sido el de sanear las cuentas públicas. Una política fiscal con unas determinadas características basadas en gastar menos de lo que se ingresa; eso es lo que permite sanear. En un entorno favorable como el que hemos tenido en los últimos años esto no ha sido impedimento el mantener esta estabilidad para reducir el nivel de deuda sobre el PIB. No ha sido impedimento para que con el tiempo hayamos relajado algunos impuestos a los que me referiré más tarde y para que estemos introduciendo la eliminación otros. Creo que esta línea de actuación no ha sido estéril y ahora, en un entorno económico peor, es donde quizá se vean mejor las virtudes del ahorro, pues permite tener margen para capear el temporal y superar las dificultades.
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En la coyuntura actual tenemos unos retos específicos adicionales a los que debe tener un sector público saneado; hay una necesidad clara de garantizar la red de protección social a empresas, a familias y a trabajadores que requiere medidas concretas. También hay una necesidad de usar el gasto público para compensar la falta de vigor de la economía en esta fase de menor crecimiento. Es decir, tenemos dos responsabilidades, por el lado del gasto, tender la red de protección social que proporciona el Estado y por otra parte, impulsar el crecimiento y procurar que retornemos al que es nuestro potencial de crecimiento; a ese 3%, décima arriba o abajo, que es lo que en condiciones normales puede y debe crecer nuestra economía. Es en ese contexto, con estabilidad presupuestaria a largo plazo, pero tambien con la necesidad coyuntural de asumir ciertos compromisos y retos de futuro, por donde se plantea la política fiscal española hoy en día. Lo que estamos haciendo son tres tipos de cosas: medidas fiscales de impulso económico a corto plazo, medidas con un horizonte más largo destinadas a mejorar la eficiencia y competitividad del sistema tributario y un tercer elemento, que no tiene nada que ver con las cuestiones a las que me he referido en mi intervención, y que tiene que ver con la justicia, la equidad, con el hecho de que los impuestos son más bajos y más justos si los pagan todos los que los tienen que pagar. En ese sentido hacemos especial ahínco en la lucha contra el fraude fiscal. Es un aspecto en el que hemos puesto especial energía y sobre el que queremos redoblar esfuerzos. Me voy a referir a estos tres puntos; medidas a corto, medidas de carácter más estructural y lucha contra el fraude. Antes de entrar en estas cuestiones, quisiera hacer una breve reflexión sobre el debate que hay en el ámbito económico y político sobre los impuestos y que, en mi opinión, se ha empobrecido bastante en los últimos años porque cada vez se habla más de los impuestos no en el contexto de para qué queremos un sector público o para qué recaudar, sino que se habla de los impuestos como si fueran un fin en sí mismos. Más concretamente, se habla cuándo bajarlos o si hay que suprimirlos y siendo legítimo que hay que bajar algunos impuestos y suprimir otros, la bondad o la maldad de tomar decisiones de reducción o eliminación de impuestos hay que verla en un contexto más amplio que a veces, se nos olvida.
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Repito, no es que no se puedan bajar o eliminar impuestos –de hecho, nosotros ya hemos bajado y eliminado algunos que luego comentarésino que hay que verlo desde el contexto económico del país. Lo otro es una simplificación demagógica que creo que hace difícil acertar. España es un país con un nivel de impuestos relativamente bajo si nos comparamos con algunos países de nuestro entorno; no tenemos un sector público como en los países nórdicos o Alemania. Es un sector público más pequeño y, por ello, tenemos unos impuestos que son relativamente moderados. Esto no es una cosa de los últimos cuatro años y por tanto de nuestro Gobierno, ni tampoco de los últimos 12 años y por tanto del Gobierno anterior, sino que es una cosa que viene de mucho más atrás; la forma en la que España ha organizado su sistema económico; la forma en la que España ha competido y crecido –creo que de forma bastante acertada a lo largo de los últimos 30 añosha sido con un sector público que con respecto a ciertos estándares no es pequeño, pero que respecto a los estándares europeos es bastante moderado. Y es un sistema que nos ha funcionado razonablemente bien. Con esta valoración, el Gobierno al que yo represento y yo personalmente, no hemos sido especialmente revolucionarios en la política fiscal respecto a lo que había. Tenemos un equilibrio razonable en lo que se refiere a los servicios públicos y a la previsión que ello supone para los contribuyentes y como consecuencia de esto, hemos sido bastante continuistas porque creemos que funciona. Insisto, no me estoy refiriendo a estrategias a corto plazo sino a la estrategia como país que hemos hecho en 15, 30 ó 40 años, estableciendo ese modelo intermedio, que esta entre el de los países nórdicos con un sistema público enormemente desarrollado y el de los países con un sistema público mínimamente desarrollado. Es una situación intermedia que en términos prácticos ha funcionado bien y nosotros hemos intentado seguir en esa vía en la que se ha desarrollado España. A continuacion voy a hablarles de medidas concretas sobre política fiscal y tributaria que estamos haciendo ahora mismo. Sobre medidas a corto plazo, cuyo fin es aliviar la presión que sienten los contribuyentes, familias y empresas, en una coyuntura adversa como la actual. Luego también hablaré de medidas estructurales a largo plazo. En primer lugar, como medidas a corto plazo lo que estamos
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haciendo es inyectar liquidez a la economía, aumentar la renta para los hogares por un lado y la liquidez para las empresas por otro. Para las familias, una reducción lineal del IRPF, no muy distinta de la que se planteó el año pasado en EE.UU. que lo que hace es inyectar en los hogares, familias, asalariados, jubilados y autónomos, una cantidad de renta adicional que presumiblemente servirá para estimular el consumo y también para aliviar a familias hipotecadas la mayor carga de intereses que tienen que soportar en estos meses. Como entendemos que el problema de renta disponible es de ahora y no estructural, es algo que hemos hecho con carácter inmediato, tanto que ya este mes esta medida estará en funcionamiento. El resultado de esto va a ser 6.000 millones de euros más circulando por la econom’ia espa;ola. En la misma línea pero pensando en las empresas, y como medidas a corto plazo que pretenden resolver los agobios más inmediatos que tienen los contribuyentes, hemos decidido agilizar el sistema de devoluciones del Impuesto de Valor Añadido; una medida coyuntural que tiene un impacto inmediato. Lo que vamos a hacer es que todas la empresas puedan tener esas devoluciones de IVA mensualmente en vez de anualmente como era en la actualidad. Esto significa una inyección de liquidez de 6.000 millones que tendrá el efecto de aliviar el gran problema actual para las empresas que es el acceso a capital circulante. También medidas de medio plazo, estructurales, porque nuestro deseo no es aliviar estas situaciones sino tratar de que no se produzcan y retornar a nuestro crecimiento cuanto antes. En esa otra línea de medidas estructurales que pretenden mejorar la eficacia de nuestro sistema tributario, hemos adoptado unas medidas concretas como la supresión del gravamen del impuesto del Patrimonio; un impuesto que existe en España y Francia y en pocos países más y de alguna forma, sin juzgar a quienes tomaron esta decisión en el pasado, es un impuesto que ha quedado desfasado y es una decisión que hubiéramos tomado antes o después pero que no es mala idea porque eliminamos una carga tributaria e inyectamos de recursos a personas privadas y a empresas para que funcionen mejor. Esto supone un ahorro de 1.800 millones de euros a corto plazo y sobre todo, supone una modernización del sistema fiscal. La forma de llevarlo a cabo ha sido algo compleja y obedece también a que vivimos en un país extremadamente descentralizado en el
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que los impuestos en principio los fijan las Cortes Generales pero que en algunos casos son recursos de las Comunidades Autónomas que además, tienen capacidad para decidir y modular sobre los mismos, -pueden subirlos, bajarlos y prácticamente eliminarlos-. Eliminar un impuesto en una estructura cuasi federal como la que tenemos fiscalmente en este país, ha requerido que en vez de eliminar el impuesto en su totalidad, hallamos tenido que establecer una bonificación fiscal del 100% en el impuesto. Esto tiene otras ventajas pues este impuesto daba las reglas generales de valoración de otros impuestos, como el de sucesiones y donaciones, y hemos querido conservar esas reglas. Más allá de este detalle técnico, lo que hemos querido ha sido eliminar el impuesto. Hemos actuado también sobre el impuesto de Sociedades, no tanto por un afán de impulsar la economía como de modernizar el sistema tributario. España lanzó las nuevas Normas Internacionales de Contabilidad este año y eso supone un reto de cara a la aplicación de los impuestos sobre los beneficios, pues con las nuevas normas contables, o bien aceptamos un divorcio de las normas contables a efectos del funcionamiento normal de la empresa, de la contabilidad financiera de la fiscalidad; o bien, cambiamos las normas contables para que haya una identidad entre resultado contable y resultado fiscal. Nos parece que a las empresas les interesa definitivamente que no haya tal divorcio, que las normas contables y fiscales sean las mismas, pero esto requiere una adaptación y en ese sentido hemos intentado ser neutrales y ganar tiempo, que la factura fiscal que estos cambios supongan a las empresas sea cero. Finalmente, lucha contra el fraude. No hay nada más injusto, más contrario a la equidad que el fraude. Desde el punto de vista empresarial el fraude significa más presión fiscal para los que pagan. Si lo piensan bien, también es una forma de competencia desleal, pues el que no paga tiene unos costes distintos y más bajos que el que sí paga. Definitivamente, el fraude es algo francamente malo para el buen funcionamiento de la economía. Con esta filosofía de que hay que reducir el fraude y que todo esfuerzo es poco, en el periodo 2005 se puso en marcha un primer plan de prevención del fraude fiscal que lo que hizo fue identificar prioridades y asegurarnos que los recursos de la Administración Tributaria se destinan a aquellas áreas donde hay más potencial tanto de declaración como de distorsión económica. Lo que
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hemos descubierto en la aplicación de este primer plan no creo que les sorprenda. Cuando uno vigila más intensamente determinados sectores –les doy como ejemplo el sector inmobiliario- disminuye el fraude. Es lo que cabía esperar pero es que además ocurre de forma vertiginosa. Los resultados son espectaculares. Cuando la Administración Tributaria pone el foco en determinados sectores donde el cumplimiento es menor que el habitual, los resultados se obtienen de forma inmediata. Nuestra idea es que, como esto funciona, hay que seguir haciéndolo. Las prioridades cambian por muchas cosas, pero una razón fundamental es que donde ya hemos puesto el foco, buena parte el problema está resuelto. Cuando hablo de un plan de prevención del fraude no se imaginen Vds. a un inspector con su cartera yendo a hacer una investigación casi policial. Hay medidas muy sencillas para prevenir el fraude que no tienen que ver con esta actitud casi policial. Hablo de medidas tan sencillas como dar el número de registro catastral de las viviendas. Antes no estaba y ahora lo hemos hecho introducir y ha hecho aflorar, por ejemplo en el mercado de alquiler muchísimas irregularidades, contratos que antes no estaban y por tanto, no tributaban adecuadamente. Son medidas que no resultan incómodas para el contribuyente sino son simples preguntas de identificación de dónde vive o qué tiene Vd. alquilado. Lo que nos proponemos en esta legislatura es poner en marcha un segundo plan en el que identificaremos nuevas prioridades. Nos preocupa la economía sumergida y queremos asegurarnos que esa forma de competencia desleal desaparezca. Queremos poner nuestra atención especialmente; queremos insistir mucho también en medidas de cumplimiento voluntario. El facilitar el cumplimiento voluntario tiene muy buenos resultados. A los que son españoles, todas las facilidades que da la Agencia en el IRPF han sido un éxito rotundo. Cuando se da la posibilidad de confirmar un borrador por Internet o con una llamada de teléfono el contribuyente lo agradece y lo que hace años nos costaba irnos a un asesor fiscal o tirarnos tarde rellenando papeles, resulta que ahora lo hacemos en muy poco tiempo. Esas medidas aumentan la eficiencia, el contribuyente las agradece y desde el punto de vista de prevención del fraude, aumenta el cumplimiento de las obligaciones fiscales. No les voy a dar más detalles. Quería ejemplificarles esas medidas de trabajo en que estamos. Medidas coyunturales para ayudar a las familias y a las
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empresas, medidas estructurales para tener un sistema tributario más adaptado a lo que necesitamos y medidas para mejorar el cumplimiento. Con esto termino. Deseo agradecerles su atención, reiterar mi agradecimiento al Instituto con el que tenemos una relación que ya viene de tiempo, apreciamos enormemente tanto la labor de comunicación y difusión que hace el Instituto como la labor que hace de lobby, de hacernos propuestas, que no siempre incorporamos pero que a veces sí y que siempre nos lleva a la reflexión. Son siempre propuestas interesantes que esperamos seguir recibiendo. D. Fernando Casado Muchas gracias y con esto queda clausurado este seminario; les agradecemos a todos su atención.
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