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EN LIMA EL AGUA SE PUEDE SEMBRAR

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Carta EDITORIAL

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Lima sufre de estrés hídrico. a solución que se ha venido dando es sembrar agua. En las alturas de Lima, las personas aplican una técnica ancestral que consiste en captar agua de lluvia. En esta nota, Fabrizio Mora, egresado de Arquitectura y vicepresidente de la Asociación de Siembra y Cosecha de Agua, junto a Aldo Cárdenas, egresado de la maestría en Gestión de Recursos Hídricos y gestor de proyectos de agua en The Nature Conservancy, nos hablan del tema.

Un residente de San Isidro, intentando no abrir los ojos, se dirige al baño para lavarse la cara y despertarse por completo. Desde entonces, el agua lo persigue. La utiliza para hervir las verduras, limpiar la carne, lavar los platos, regar las plantas y mantenerse hidratado durante el día. Diariamente, durante el 2022, consumió 280 litros de agua. A nivel de su distrito, se gastaron poco más de 7 millones de litros diarios de acuerdo con el último informe emitido por la Sunass.

A 5 horas en auto, atravesando un terreno pedregoso y no pavimentado, en medio de un valle rodeado de montañas, se llega a la comunidad campesina de San Pedro de Casta, en la provincia de Huarochirí. Ahí, la realidad es completamente distinta. Los comuneros de esta localidad viven de la agricultura, su principal actividad económica. Pero esta se torna complicada ante la falta de agua producto del cambio climático. “Cada comunero tiene solo cuatro horas para regar la cantidad de parcelas que tenga”, señala Fabrizio Mora, presidente de ASYCA. La cantidad de litros que utilizan al día es considerablemente menor a la de cualquier residente de la urbe limeña.

Ante estas cifras, el presidente ejecutivo de la Sunass advirtió que se perderían 1113 millones de soles si Lima se quedase sin agua por una semana. Otra de las consecuencias sería que más de treinta y cinco mil empleos estarían en riesgo y el 44% del PBI generado en Lima estaría afectado, de acuerdo a un estudio de Aquafondo publicado en 2020.

Este escenario, no sería tan lejano. Para el 2050 habrá una notable disminución del recurso hídrico según un estudio de la CEPAL. En Lima, el agua es un problema. La segunda ciudad más grande asentada sobre un desierto, sufre de estrés hídrico.

La solución que se ha estado brindando al problema de la falta de este recurso es tan simple como decir que se ha tratado de conseguir más agua. Existe una técnica, practicada de generación en generación, que ha logrado aportar más agua a la cuenca. “Hablamos de entre 3 y 4 millones de metros cúbicos”, afirma Aldo Cárdenas.

La infraestructura gris es necesaria para que cuando entremos en sequía podamos podamos sacar agua de estos grandes reservorios. Las qochas y los embalses de la parte alta del las cuencas sirven para infiltrar el agua”.

El agua que tomamos

Lima tiene poco más de 11 millones de habitantes. A esto se le suma el hecho de que todos ellos viven en un desierto. Después del Cairo, la capital es la segunda ciudad más grande del mundo ubicada en un terreno de este tipo.

De las cuencas de los ríos Chillón, Rímac y Lurín se llenan las represas de cemento que abastecen de agua a la urbe en épocas de sequía. Pero quienes abastecen de agua a las cuencas, son construcciones de arcilla.

En las zonas en donde nace el río, un grupo de personas se reúne para aplicar un conocimiento ancestral. Unos, recolectan piedras; otros, preparan arcilla. “No se trata de cualquier material. Hay todo un legado en cómo se amarran las piedras y se prepara la arcilla”, explica Fabrizio.

Construyen reservorios de agua, y entonces, todo comienza con una gota de lluvia. Se les llaman qochas. El agua cae del cielo y se empoza en estas construcciones, que al estar hechas con elementos naturales permiten que el recurso se infiltre en el subsuelo. Luego con el paso del tiempo, florecen puquiales a lo largo del territorio. El agua brota de la tierra y se dirige a las cuencas. Así, Lima tiene más agua.

La siembra de agua, en trabajo conjunto con las represas y reservorios, denominados infraestructura gris, constituyen una estrategia para hacer frente a la escasez hídrica tanto del lado de las comunidades como de la ciudad.

“La infraestructura gris es necesaria para que podamos sacar agua en épocas de sequía. Las qochas de la parte alta de las cuencas sirven para infiltrar el agua”, asevera Fabrizio.

Inversión en Infraestructura verde

Los beneficios de implementar infraestructura natural, de acuerdo con Aldo Cárdenas, contribuirían a la seguridad hídrica de Lima.

En Lima, mes a mes, el 1% del recibo de agua de cada persona está destinado a proyectos para sembrar agua. Desde el 2014 el Perú cuenta con la ley MERESE, que busca retribuir económicamente a los pobladores para que cuiden el agua que necesitamos.

Aldo Cárdenas, de The Nature Conservancy, señala que este proyecto es parte de una estrategia para invertir en infraestructura verde de la mano de Sunass. Se llegó a recaudar más de 120 millones de soles, pero solo un proyecto se está ejecutando desde el 2021.

Lo que se requiere, sin embargo, es que las empresas se interesen cada vez más en invertir en proyectos con soluciones basadas en la naturaleza pensando a largo plazo. De demorarse la aplicación de estas iniciativas, el resultado podría tardar aún más.

“Así se invierta una suma considerable de dinero, el proyecto toma tiempo”, explica Fabrizio. “Para ver un beneficio realmente en la población, debemos trabajar en la parte alta de la cuenca. Hay que reforestar con pastizales o sembrando árboles, porque son especies que retienen el agua y resultaremos beneficiados todos los limeños”, finaliza Aldo.

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