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El efecto espejo
Nada más lejos de mi intención que explicar a nadie qué o cómo ha de hacer en sus relaciones personales. Pero sí quisiera hacer unas reflexiones a media voz, sobre cómo parece que funciona el comportamiento humano. No lograré volver al mundo del revés, ni es lo que busco, pero intento contribuir a que salga más fácilmente lo mejor de cada persona.
Me refiero al "efecto espejo". Es algo que nos lleva a decidir no dirigirnos jamás a nuestras hijas o hijos de forma negativa. Gran parte de nuestra estima reside en la opinión que tenga de nuestro comportamiento la gente a la que queremos y, esta autoestima, es la que nos permite movernos por el mundo con holgura.
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Eso funciona en todas las edades y en todas las relaciones humanas. Si a ti te dicen que una persona a la que aprecias, piensa que eres un ser divertido, que le hace gracia cómo cuentas las anécdotas, la próxima vez que te encuentres con esa persona, intentarás buscar una anécdota graciosa para contarla, con el afán de reforzar la imagen que crees que tiene de ti. 28 Es el "efecto espejo". El intento de reflejar la imagen positiva que recibimos de otra persona. Y es un comportamiento o una actitud que se puede aplicar sistemáticamente en la actividad docente y en la educación de nuestras hijas e hijos y funciona razonablemente bien.
No se trata de hipocresía. Se trata, desde luego, de buscar los aspectos positivos de la persona y potenciarlos. Claro, es cuestión de paciencia y de saber hacer. Además eso exige estar cerca de las personas, para conocer sus fortalezas y sus debilidades. Y que te sientan lo suficientemente cerca como para que depongan su muralla.
Si opinamos que una/o de nuestras/os hijas/os realiza bien alguna tarea, dejemos que conozca nuestra opinión. Cuando nos encontramos ante una actuación no deseada por parte de nuestra gente menuda o nuestro alumnado, quizás no sea ese el mejor momento para que reaccionemos con mensajes de reproche. Quizás tengan menos disposición a escucharnos y, por lo tanto, recibirán mejor un mensaje de refuerzo. Ya habrá otra ocasión para retomar el asunto que no nos ha gustado. Cuando hayan bajado la guardia y estén menos a la defensiva, es más fácil que nos escuchen y que podamos hacerles evidentes todos los aspectos de su comportamiento. Insisto, es cuestión de paciencia y de cariño.
Por ello, deberíamos desterrar de nuestro repertorio de reproches frases como "eres malo", "no te quiero", "me has decepcionado", "vete de aquí, no quiero verte", porque, seamos sinceros, con esas expresiones buscamos más chantajearles emocionalmente que ayudarles a crecer.