El Papa Francisco continúa desafiando a las comunidades cristianas a despertar de una cierta somnolencia, pidiéndoles que se levanten y salgan de sus templos y se apresuren al encuentro de las personas sedientas de la Buena Nueva del Evangelio de Jesucristo. No se trata tanto de traer gente al templo, sino de salir del templo para compartir el Evangelio de la vida.
Levantarse y partir sin demora es parte esencial del dinamismo del encuentro con Dios vivido en la perspectiva cristiana. La persona que encuentra a Dios, o se deja encontrar por él, se encuentra ante un amable misterio de amor e interactitud que lo saca del aislamiento y de la pasividad y despierta en él la sed de encuentro, de compartir y de servicio a los hermanos y hermanas.
Los evangelios nos brindan otras ilustraciones, también significativas. Preocupado por la seguridad de Jesús y alertado por el ángel mientras dormía, José se levantó en medio de la noche, tomó al niño y a su madre y huyó a Egipto (cf. Mt 2,14). Estimulada por el sorprendente anuncio del ángel, María deja Nazaret y “parte a toda prisa” hacia la región de Judea y va al encuentro de Isabel (cf. Lc 1, 39).
La celebración de la Pascua está en este horizonte irrevocable de esperanza y de intenso sentido de urgencia. La tumba vacía es una invitación a irse o partir, una y otra vez, sin demora y sin imponer condiciones, al encuentro de los sutiles hilos de vida que resisten y reaparecen un poco por todas partes. No hay vida cristiana honesta y fiel fuera de este dinamismo de salida y de este sentido de misión urgente. La caridad de Cristo nos venció y nos impulsó (cf. 2Cor 2,14). ¡No perdamos la fantasía infinita y creadora de esta caridad!
Por
25 Testigos
Produção:
Expediente
Essa é uma publicação da: Província dos Missionários da Sagrada Família
América Latina
Governo Provincial MSF
América Latina
Pe. Itacir Brassiani
Superior Provincial
Pe. Fernando Ibáñez
Vice Provincial
Assistentes Provincial
Pe. Pedro Leonides
Pe. Raúl Vera
Pe. Domingos de Sá Filho
Equipe de Comunicação MSF
Ir. Héctor Pinto G.
Ir. Wanderson Noguera A.
Fr. Igor Pereira dos Santos
Fr. Wesley Araujo da Silva
Fr. Lidiomar Pereira
Contato e Pedidos
Província dos Missionários da Sagrada Família
Edição Isabeli Arrais
Revisão de texto Gabriela Müller
Editoração
Agência Arcanjo
Capa e diagramação Letícia Sales
Rua da Floresta, 1043 - Bairro Petrópolis
Cx. Postal 251 - CEP: 99051-260
Passo Fundo - RS - Brasil
Fone: (54) 3313-2107
E-mail: secretaria@msagradafamilia.com.br
Site: msfamericalatina.org
Impressão e tiragem
Gráfica Berthier / 2.000 exemplares
2 Editorial Editorial
Índice
Editorial
Misíon en el mundo
Misíon Provincia América Latina
Central
Espiritualidad
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Editorial
Pe. Itacir Brassiani, msf Superior Provincial
"Donde me mandes, alla iré."
La vida es un milagro. A veces es difícil notarlo y estar de acuerdo con esto. Pero siempre nosotros mismos podemos ser un milagro para los otros.
Ayudar es algo que esta dentro de mí desde hace muchos años. Cuando era niña mis padres me enseñaron a asistir a mi abuela que vivía en el campo, en una casa pobre, cooperar con mis hermanos, a otros niños. Hay momentos en mi vida que no ayudo tanto, me concentro en mi vida y hay unos momentos que mi corazón late mas fuerte cuando puedo involucrarme 100% en causas nobles.
Hace 10 años vivía en Chile. Dejé mi trabajo en la área de finanzas ya que me agoté. Pensaba que quería hacer en la vida, que trabajo me traería realización…Mientras buscaba, decidí dar mi tiempo a los demás. Dar un poco de mí, a los que necesitaban.
Conocía un padre de los Misioneros de la Sagrada Familia que vivía en Santiago de Chile. Le pregunté dónde podría servir en ese país, él me preguntó si me gustaría ir a las misión en Santa Cruz de la Sierra en Bolivia…Yo prefería quedarme en Chile, pero me llegó un pensamiento: “donde me mandes, allá iré”.
Así que fui a ayudar junto con los Misioneros de la Sagrada Familia. Pasé unos 2 meses 1/2 ayudando en una guardería para los niños de familias pobres, visitando los enfermos, rezando con la gente.
Una experiencia muy linda cuando podía ayudar pero también conocerme a mí misma. Ayudar no es algo que solo damos a los demás, es también un milagro y un regalo para nosotros. Muchas veces ayudando del corazón, recibimos mucho más de lo que damos. Lo único que se necesita es un corazón abierto – abierto a darme toda, abierto a otra gente, abierto a lo inesperado que pasará, abierto a los
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Misión en el mundo
En Febrero 2022, mi corazón me llamó otra vez a ayudar. Empezó la guerra en Ucrania. Lo interesante es que mi involucramiento nació del miedo… Cuando escuché de la guerra, me llegaron recuerdos de mis abuelas contándome historias de la Segunda Guerra Mundial – como era la vida cuando los Alemanes y los Rusos pasaban por Polonia…Pensé en qué haré si la guerra llega a mi país, Polonia. Decidí buscar a mi madre y mi hermana e ir a Alemania o Bélgica, donde vive mi familia y amigos.
milagros y a ser un milagro, abierto a recibir. Después pensé: “Y ¿qué pasará con mi abuela, mi familia, mis amigos que se quedarán en Polonia?”. Decidí volver y ayudar. De allí mi mente me dijo: “¿Y qué pasará con los Ucranianos? Viven a solo 300km de mí, son la misma gente que los Polacos (como somos la misma gente en todo el mundo) y necesitan ayuda ahora”.
En este momento decidí ir a Ucrania a ayudar. Ir al terreno de guerra. Sabía que el riesgo era que no regresaría, que moriría allí…Decidí que podía sacrificar mi vida por mis valores: libertad, seguridad, vida buena para toda la gente, proteger a los mas débiles, apoyar a la gente en situaciones difíciles. Seguí mi intuición.
Primero, a inicio de marzo, evacuaba madres con niños, personas mayores, personas con capacidades diferentes, extranjeros de Lviv a la frontera con Polonia. Cuando las necesidad de evacuar bajó, fui por primera vez a Kiev con ayuda humanitaria y evacuando la gente a la vuelta. Después fui 7 veces a Kharkiv, organizando también los camiones grandes con ayuda.
Encontré muchísima gente de varios países, que querían ayudar. Ayudábamos juntos. Después fui por primera vez a Donbas, a Severdonieck, después a Mikolaiv. Donbas me llamo la atención, entonces pase unos 3 a 4 meses ayudando allí – yendo a las ciudades y campos cerca a la primera línea. Sobreviví muchas experiencias fuertes: el cohete que aterrizó a 300m de nosotros, un ataque de artillería a solo 50m detrás de donde estábamos, bombas de racimo cayendo unos 80-100m, el transporte de 2 hombres heridos por una bomba de racimo – uno de ellos murió durante el viaje... yo estaba con ellos en la parte de atrás de una van.
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Misión en el mundo
Pasaron muchas cosas…muchas cosas malas, pero también muchas cosas buenas. El universo y Dios me daba todo lo que necesitaba para ayudar. Me sentía amada, apoyada. Encontré muchísima gente que me apoyaba en mi camino. A veces ni siquiera pensé que necesitaba ayuda y el ángel ya estaba ayudándome. Pero…me agoté… Siento que ya no es mi camino estar en el este de Ucrania. Llegó el tiempo a cuidarme a mí misma, pensar sobre mi vida, crear la vida que quiero vivir.
No quiero vivir la vida de la guerra. Ayudé y ahora llega el tiempo para crear una vida de amor también para mí. Lo que siento que es importante en la vida es escuchar y seguir la voz que esta dentro de nosotros – la voz de Dios, de mi corazón, del universo, de mi intuición…Experimenté que siguiendo esta voz me siento realizada, llena de amor, paz, segura, amada…Quiero escucharlo y seguirlo. A veces, en estos tiempos modernos, no es fácil escuchar esta voz. Hay que aprender. Este es el camino de mi vida.
5 Misión
en el mundo
Jagoda Pasko, Polonia
Una historia de conversión, amor y misión
El 25 de enero, Conversión de San Pablo Apóstol, precisamente en esa misma fecha, hace once años, estaba en un viaje que, como Pablo, cambiaría totalmente mi visión del mundo en el que vivía. Como Pablo, fue una conversión de la Luz, movida por el amor al Evangelio y a la misión, me propuse cruzar a otro continente. Crucé el Océano Atlántico para llegar al Océano Índico. Mi viaje fue muy diferente al de mis antepasados. Yo llegué cómodamente en avión, ellos estuvieron en la bodega de un barco… Con ese pensamiento latente a cada segundo, hice todo el viaje. Llegué a Mozambique por primera vez el 26 de enero de 2012, pero recuerdo la primera idea de viajar a ese país provocada por el P. Pedro Léo Eckert, como si fuera hoy. Todavía veo claramente en mi memoria esa imagen de la sabana africana desde el avión cuando aterrizó. Siento esa misma emoción pisando suelo africano como si fuera ahora.
¿Cómo describir al lector de este texto la experiencia vivida en largos 11 años de misión en Mecuburi? Pues bien, ante tan controvertida realidad, como misionera laica, me atrevo a compartir algunos elementos constitutivos de la misión que mi memoria amó y ahora es eterna.
La bienvenida: Llegué a suelo mozambiqueño. Pronto se presenta un choque de realidad desnuda y cruel, pero todo era tan familiar y al mismo tiempo diferente. Pero digo que me encontré entre “los míos”. Me sentí como en casa. En color y raza. En la vida doliente y querida. ¡En la fiesta y en el dolor! Ser esperado y recibido por personas tan especiales para mi corazón me hace sentir cómoda diciendo: “aquí es donde amo… aquí es donde quiero quedarme”. ¡Y aún hoy, cada día, ser acogida en diferentes lugares con sonrisas sencillas y esa mirada que envuelve y conmueve, fortalece la voluntad de permanecer y hacer de la misión mi razón de ser!
El encuentro: Vivir el encuentro africano fue decisivo para mi compromiso con la misión. Aquí Encontrar no es solo estar cerca, no es solo pasarse uno al lado del otro. Es tener la preocupación de parar y saludar. Saludar y preguntar por la salud, la familia y el trabajo. Un encuentro mozambiqueño desconcierta el modo apresurado y precipitado que los latinos llevan en el cuerpo. ¡Un encuentro mozambiqueño promueve el cuidado y el modo de ser del otro!
6 Misíon Provincia América Latina
Sentimientos: Ser extranjero y forastero en tierra ajena me provocó diferentes sentimientos a lo largo de estos 11 años. Sin embargo, el más fuerte sigue siendo el Amor. Ser testigo de la lucha por la supervivencia de este pueblo Macua en Mecuburi me hizo creer en el Amor Mayor que está presente en cualquier situación de vida o muerte. “Sí, es por amor a la vida que enfrentamos de frente” todas las formas de amenaza a la vida. ¡Aquí por amor he donado y todavía donaré la salud, la inteligencia y el coraje para estar en este suelo sagrado!
La comunidad: Desde que llegué tuve que aprender en casa un estilo de vida comunitaria en su forma más abierta. Ser mujer con toda la intensidad que llevo en mí junto a los sacerdotes varones que aportan tanta vida y entrega misionera. Cada día aprendo de ellos. Toda la comunidad tuvo que adaptarse a las restricciones dietéticas, de salud e higiene impuestas por las realidades sociales y económicas del lugar. Pero también me di cuenta de que fuera de nuestra casa, todo en este lugar es comunidad. La dimensión comunitaria me hizo aprender y aceptar una nueva forma de ser y estar en grupo. Es en la comunidad que la persona se hace y se rehace. Es también en la comunidad donde la persona existe y sobrevive. Tener un lugar en la comunidad es una referencia a una vida segura.
La cultura: Para acoger la misión es necesario crear cultura en este lugar. Nuestras diferencias no nos alejan de la cultura local, basta con vivirlas con el corazón abierto. Saber inculturar hizo toda la diferencia en mi elección de vivir aquí. La cultura con sus creencias de valores familiares mueve a todos en este lugar. Ceremonias que me emocionan de una manera única y siempre me sorprenden. Siempre escucho: “Es nuestra cultura africana”… En fin, para mí esta frase tiene un poder enorme y dice mucho!
7 Misíon Provincia América Latina
El paisaje: La sabana africana me llamó la atención desde el primer vistazo. Los relieves de las imponentes montañas, cada una de las cuales tiene su nombre. La fauna y la flora de este lugar tienen una de las energías más fuertes que he experimentado. De todos modos, me siento involucrada con este paisaje y me dedico a él todos los días, porque lo veo como una obra amorosa de Dios para la humanidad que aquí vive. El camino de tierra que me lleva de la casa de la misión al trabajo me reconecta cada día con el paisaje que hace tan especial a este lugar.
La Gente: cada ser es único en este corazón africano. Quienes me hicieron gente de aquí fueron las personas que me acompañaron desde el primer día que llegué aquí hasta las personas que conocí después y que permanecen hoy y para siempre en mi corazón. “Cada persona es siempre la marca de las lecciones diarias de tantas otras personas”. Aprendí a sentir al pueblo de esta misión con un corazón de Dios que late cada día despertándome a la vida. Son ellos y sus vidas y realidades las que me construyen y reconstruyen en el día a día. Es para estas personas sencillas e importantes que vengo a compartir los dones para que el mundo sea mejor, al menos en esa parte de la humanidad donde soy misionera.
8 Misíon Provincia América Latina
Como dice un escritor mozambicano, Mia Couto: “Ahora lo sé: África nos roba el ser y nos vacía al revés: llenándonos de alma.”
Edina Lima Cardoso
¡Aleluya!
La mayor fiesta litúrgica de la Iglesia (católica) es, sin duda, la Pascua de Resurrección, precedida por el tiempo de Cuaresma cuyo propósito principal es preparar a las comunidades y a los fieles para tan importante momento. Así, la celebración del Triduo Pascual, que culmina con la Resurrección del Señor, recibe especial atención en todas las iglesias del mundo, entendida como la Catequesis por excelencia. Y, el Domingo de Resurrección, el Papa, en nombre de toda la Iglesia, suele dirigir su alocución -'urbi et orbi'- a los cristianos de todo el mundo. Siempre es un momento muy esperado por los fieles, ya sean los reunidos junto a la Plaza de San Pedro o siguiendo las transmisiones de las redes de comunicación de todo el planeta. A su vez, los discursos anuales del Papa Francisco han sido muy pertinentes y enfáticos sobre los desafíos que enfrenta la humanidad en su compromiso con el Proyecto del Reino, llevado a sus últimas consecuencias por la pasión, muerte y resurrección de Cristo.
El Domingo de Resurrección de 2018, vimos al Papa Francisco parafraseando la imagen del 'grano de trigo' (Jn 12,24): “Los cristianos creemos y sabemos que la resurrección de Cristo es la verdadera esperanza del mundo, la esperanza que no defrauda. Es la fuerza del grano de trigo, del amor que se humilla y se ofrece hasta el fin y que verdaderamente renueva el mundo. Esta fuerza fructifica también hoy en los surcos de nuestra historia, marcada por tantas injusticias y violencias. Da frutos de esperanza y dignidad donde hay miseria y exclusión, donde hay hambre y falta de trabajo, entre los desplazados y refugiados (...) las víctimas del narcotráfico, la trata de personas y la esclavitud en nuestro tiempo”. Y nos insta a producir frutos de diálogo, reconciliación, sabiduría, consuelo, paz en un momento histórico de tantos conflictos entre países, pueblos y culturas, donde para muchos la contemplación de la Resurrección de Cristo es la única esperanza que queda.
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"¡Cristo, mi esperanza, ha resucitado!"
Central
Ya en la fiesta de Pascua de 2019, el Papa alude a la Resurrección de Cristo como principio de vida nueva para todo ser humano, fuente de verdadera renovación del corazón y de la conciencia; comienzo del mundo nuevo, liberados de la esclavitud del pecado y de la muerte, abiertos al Reino de Dios, el reino del amor, la paz, la justicia y la fraternidad. Y cita la Exhortación Apostólica a los Jóvenes que proclama: “¡Cristo vive: es nuestra esperanza y la juventud más hermosa de este mundo! Todo lo que toca se vuelve joven, se vuelve nuevo, se llena de vida. Por eso, las primeras palabras que quiero dirigir a todo joven [y a todo] cristiano son estas: ¡Él vive y os quiere vivos! Está en ti, está contigo y nunca te abandona. Por muy lejos que vayáis, con vosotros está el Resucitado, que os llama y os espera para volver a empezar. Cuando os sintáis viejos por la tristeza, los rencores, los miedos, las dudas o los fracasos, Jesús estará a vuestro lado para devolveros la fuerza y la esperanza” (Christus Vivit 1-2).
El Domingo de Resurrección 2020 está marcado por un clima de angustia, miedo y aprensión: estamos en medio de la pandemia que se propaga y cobra víctimas por todo el mundo. Es una Pascua de soledad, lejos de los afectos, vivida en medio del duelo y del sufrimiento. El Papa Francisco llama a mantener encendida la llama que encendió esta Buena Noticia en la noche de un mundo atrapado por diversos desafíos, ahora oprimido por la pandemia, que pone a prueba a nuestra gran familia humana: “El Resucitado es el Crucificado; y no otra persona. Indelebles en su cuerpo glorioso, lleva las heridas: heridas que se han convertido en ventanas de esperanza. Dirigimos nuestra mirada hacia él para que sane las heridas de la humanidad atribulada”. Ya no hay tiempo para la indiferencia, el egoísmo, las divisiones; es tiempo de solidaridad, de diálogo, de cuidado. “Es un contagio diferente, que se transmite de corazón a corazón, porque todo corazón humano espera esta Buena Noticia. Es el contagio de la esperanza: ¡Cristo, mi esperanza, ha resucitado!”.
En el día de la Resurrección del Señor, en 2021, en medio de una crisis mundial que afecta a todas las esferas de la sociedad, debido a la pandemia que sigue cobrando vidas, el Papa no duda en hacer serias críticas sobre el abandono del hambre y la carencia de acceso a las vacunas a los países más pobres, además del escándalo de varios conflictos armados alrededor del mundo que no dan tregua. “Ante, o mejor dicho, en medio de esta compleja realidad, el anuncio pascual resume en pocas palabras un acontecimiento que da esperanza que no defrauda: Jesús, el crucificado, ha resucitado. No habla de ángeles ni de fantasmas, sino de un hombre, un hombre de carne y hueso, con rostro y nombre: Jesús”, dice Francisco.
El Padre resucitó al Hijo porque cumplió el plan de Salvación, tomando sobre sí nuestros males; sus heridas son el sello de su amor incondicional.
El Resucitado es nuestra única esperanza y consuelo: 'el odio sólo puede disiparse con el amor, los conflictos deben cesar, la paz puede reconstruirse; El sueño de Dios es una familia humana hospitalaria y acogedora'.
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Finalmente, en la Celebración Pascual de 2022, el Papa Francisco lamenta: “¡Jesús, el Crucificado, ha resucitado! Vino a los que lloran por él, encerrados en casa, llenos de miedo y angustia. Se acercó a ellos y les dijo: ¡La paz sea con vosotros! (...). Ante la mirada incrédula de los discípulos, repite: ¡La paz sea con vosotros! Nuestros ojos también están incrédulos, en esta pascua de guerra. Demasiada sangre hemos visto; demasiada violencia. (...) Nos cuesta creer que Jesús haya resucitado verdaderamente, que haya vencido verdaderamente a la muerte. ¿Acaso fue una ilusión? ¿Un producto de nuestra imaginación? No; ¡no es una ilusión! Hoy, más que nunca, resuena el anuncio pascual tan querido por el oriente cristiano: ¡Cristo ha resucitado!”. Sin embargo, estamos mostrando cuánto nos falta todavía el Espíritu de Jesús, no apostamos a la reconciliación, a la victoria del amor. Hoy, más que nunca, lo necesitamos; sólo Él puede darnos la Paz. Pero, mientras haya guerra, mancharemos su cuerpo herido: por el 'odio fratricida', por la 'dureza de corazón', por 'nuestros pecados'. Que haya paz, que vivamos en paz:
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“¡Dejémonos vencer por la paz de Cristo!
"
¡La paz es posible, la paz es un deber, la paz es la primera responsabilidad de todos! Francisco concluyó.
Pe. Lotário Niederle, MSF Porto Alegre/RS
Levantémonos y corramos sin demora
La Pascua es la fiesta celebrada tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento se celebraba la Pascua Hebrea, que conmemora la liberación, la salida y/o el paso del Pueblo Hebreo, de la tierra de la esclavitud, a la tierra prometida. En el Nuevo Testamento se celebra la Pascua cristiana, que conmemora la Resurrección de Jesucristo, el paso de la muerte a la vida, la liberación del nuevo pueblo. Al salir de Egipto podemos ver el importantísimo movimiento de despertar, levantarse y partir (Ex 12, 31; 37). Este movimiento, como podemos imaginar, no faltará en la resurrección de Jesús. Como hombre muerto, sabemos que tenía los ojos cerrados, durmiendo en el sueño de la muerte. La resurrección comienza precisamente cuando Cristo abre los ojos, despierta, se levanta y sale al encuentro de los que estaban preocupados por la situación.
La Virgen María ya vivió estos misterios, mucho antes de la resurrección. En Lucas 1, 39, percibimos los mismos gestos en la persona de la Virgen. Después de escuchar el mensaje del ángel, se levantó y cruzó la frontera para cumplir su misión: servir a su prima Isabel, en situación de necesidad. Isabel no pidió ayuda. Pero la Virgen, consciente de la situación de su prima, no esperó nada, no se acomodó en su honor de Madre del Salvador, ni en su pequeño mundo; pero simplemente se apresuró a salir por el que necesitaba. El gesto de la Virgen María responde al carisma de MSF: “Estar cerca de los que están lejos”
Esta es la actitud que debe tener todo cristiano, especialmente todo misionero. De hecho, cada uno ha recibido un don, es decir, una misión. La disponibilidad de la Virgen María debe ser modelo para
todos. Despertar de nuestro sueño, abrir los ojos para percibir las necesidades de las personas que claman. Estamos invitados a levantarnos de nuestras camas, dejar a nuestros seres queridos, nuestra cultura, nuestra comodidad, nuestra tierra para enfrentar la misión que nos llama traspasando fronteras.
Finalmente, debemos salir apresuradamente al encuentro de los que están lejos, los empobrecidos y necesitados a los que Dios nos envía, sin muchas condiciones. La Madre del Señor se fue sin esperar nada, ni siquiera el pedido. Del mismo modo, también nosotros podemos ir sin temor a enfrentar otras realidades de la misión en la Iglesia. Este es el verdadero sentido de la Resurrección: despertar, levantarse y encontrarse. La invitación es para todos, siempre que seamos cristianos; es decir, misioneros.
Abramos los ojos para ver quién nos necesita, levantémonos y corramos sin demora a ayudar. Esta es nuestra misión.
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Fr. Mfaa Mokula Claver, MSF Belo Horizonte/BR
Cirineo y Verónica: Cruz y toalla símbolos de la vida Cristiana
¡En nuestra vida, el sufrimiento es común! Él siempre nos está moviendo, y esto termina por sacar a relucir lo más humano que hay en nosotros. Sólo una escena de dolor para sensibilizarnos o una realidad de sufrimiento para conmovernos. En los últimos tiempos, vemos un sinnúmero de escenas que se desarrollan bajo nuestras ventanas o se publican en las noticias de televisión, en los periódicos impresos o en las páginas de Internet.
El Vía Crucis, en la pedagogía espiritual catequética de la Iglesia, está formado por 14 estaciones que representan determinadas escenas de la Pasión de Cristo, cada una de las cuales corresponde a un acontecimiento especial o a una devoción. Sin embargo, queremos centrarnos en las estaciones V y VI de la Vía Dolorosa que nos presentan dos figuras emblemáticas y que, al mismo tiempo, llaman nuestra atención sobre su actuar y forma de estar con Cristo. En el primer momento, un hombre llamado Simón de Cirene ayuda a Jesús a llevar la Cruz y, en el segundo momento, una mujer llamada Verónica se le acerca y le limpia el rostro ensangrentado con una toalla, en la que está estampado el Santo Rostro de Cristo. ¿Qué nos dicen estas dos estaciones? ¿Qué podemos aprender de estas actitudes hacia Cristo?
En la V estación de la Vía Dolorosa, se presenta ante nuestros ojos la escena del Cireneo: “tomaron a un tal Simón de Cirene y le ordenaron llevar la cruz detrás de Jesús” (Lc 23, 26). Un hombre desconocido, que llega cansado de su trabajo, ayuda a Jesucristo a llevar a término la salvación de un mundo cansado de amar. Sin embargo, no importan las circunstancias que lo llevaron a tal acción, sino su actitud de compartir la cruz con el Salvador: “Llevad los unos las cargas de los otros, y así cumpliréis plenamente la ley de Cristo” (Gal 6, 2). De este modo, una vez compartido el peso de la Cruz, Simón de Cirene no volverá a ser el mismo, pues siempre traerá la ligereza de manos fraternas que se acercaron y supieron aliviar el cansancio, devolver la confianza al otro y, al mismo tiempo, devolviendo la esperanza de mejores momentos y días y promoviendo la cultura del encuentro.
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Central
Cuando recapitulamos el curso de la vida, nos damos cuenta de que muchos cristianos fueron cirineos de nuestro pueblo. Después de todo, ¿no es eso lo que hizo la Hermana Dulce con la gente pobre y sufriente de Bahía? ¿Y qué hizo la Madre Teresa de Calcuta cuando asumió las aflicciones y los dolores de los moribundos en la India? ¿No fue el difunto Oscar Romero un cirineo de su pueblo cuando luchó por los derechos de los pobres y sufrientes en América Latina? ¿Y tantas familias que cargan con las cruces de sus hijos? Hay un mundo anónimo de innumerables Cirineus que aligeran las cargas de muchas personas. Son hombres y mujeres que asumen con valentía la fraternidad y suben al altar de la existencia humana para ayudar a Jesús peregrino en la persona del otro que sufre. Estos se llaman Cirineus que continúan aliviando y curando el dolor del hermano que sufre.
¿No fue eso exactamente lo que hizo Jesucristo a lo largo de su vida terrenal? Ayudando a todos los que, con sus límites, se acercaron a él, o mejor dicho, a todos los que la vida le deparó. Y en ese momento surge una pregunta: ¿No fue Jesús quien descendió a los sótanos de la vida y nos liberó de los clavos y cadenas de la existencia humana? En el fondo, el marco de la escena cirinea nos enseña que no es el Cirineo quien acompaña a Jesús y le tiende la fuerza de sus brazos cansados, sino que es Dios mismo quien, en fraternidad familiar, personal y comunitaria, acompaña pacientemente los pasos humanos... Animándonos desde dentro de nosotros mismos. Por eso, vuestra generosidad nos hace también generosos. Su inmensa misericordia nos hace mirar con misericordia. Su persona y presencia nos motiva y anima a llevar la Cruz del otro, para hacerla ligera y al menos llevadera. Prosigamos, pues, nuestra vocación cristiana, porque Cireneo está
con nosotros y nos hace Cireneo de nuestro pueblo que sufre.
Por otro lado, la piedad popular registra, en la estación VI de la Vía Dolorosa, el gesto heroico de la mujer de nombre Verónica que avanza entre la multitud y los soldados para ver al divino Jesús y, de en medio del pueblo, aparece Verónica con iniciativa y coraje, para enjugar el rostro de Jesús. Es posible que fuera una mujer que, entre muchas otras mujeres, siguió a Jesús o que intuyó quién era Jesús, que lo amaba y que, por tanto, sufrió al verlo sufrir bajo el peso de la Cruz. De este modo, “lo seguía mucha gente, y las mujeres que se golpeaban el pecho y lloraban a Jesús” (Lc 23, 27).
Sin embargo, ningún evangelio nos habla de la Verónica, la que enjuga el rostro de Jesús. Sólo lo conocemos a través de las tradiciones y las devociones populares, pero no debemos olvidar la lección de vida dada a todo cristiano, su audacia para acercarse a Cristo sufriente. De hecho, innumerables
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mujeres de ese grupo que acompañaron a Jesús en el camino del Calvario no pudieron olvidar ese rostro y, al mismo tiempo, guardaron ese encuentro, esa imagen, en sus corazones para toda la vida.
Quién sabe, tal vez una mujer incluso logró limpiar a Jesús con un pañuelo para limpiar la sangre que manaba de él. Un gesto sencillo, pero cargado de amor y enseñanza. Entonces supe reconocerlo en ese momento, entender que era Él. Y poco a poco fue abriéndose camino hacia el reconocimiento del maestro.
En ese rostro desfigurado por el sufrimiento, la mujer solidaria reconoce el Rostro transfigurado por la gloria; en el rostro del Siervo sufriente ve el rostro del Salvador. Entonces el corazón de Verónica se aferró a Cristo en ese momento y, a partir de ese momento, comenzó una historia, la historia de un gran amor y una gratitud infinita.
Esta valiente mujer no se deja contagiar ni impactar por la brutalidad de los soldados, ni inmovilizarse por el miedo y el anonimato de los discípulos y seguidores. Probablemente mira y observa de lejos y, poco a poco, se acerca a Él, viéndolo bañado en sudor y sangre, escena que inmediatamente le conmueve el alma hasta las lágrimas. En apenas unos segundos, su amor vence todos los miedos, se acerca a Jesús, enjuga su rostro desfigurado con un velo en el que, según la tradición popular, está impreso el Rostro de Jesús. Ante esta escena, podemos decir que quien vio el rostro de Jesús en el camino del Calvario lo mantuvo con amor impreso para siempre en el corazón y lo anunció a muchas personas, porque solo el amor nos hace capaces de ver lo que necesita ser visto. Solo el amor que acoge, una palabra que aquieta, una mirada que derriba cualquier barrera, nos hace reconocer a Dios, que es el amor mismo. Un amor que nos da la certeza de que vale la pena vivir la vida.
Por eso, el nombre de Verónica nace como nace un amor: del deseo de pertenencia, del
deseo de una historia, de la convivencia, de un acontecimiento que no sea aislado, sino que se siga repitiendo, por el deseo de ver. Por lo tanto, lo que Verónica vio hablaba de sí misma, es decir, su gesto le dio una identidad, más grande de lo que ella podía expresar o hablar, al punto que el mismo gesto de amor le dio su propio nombre “Verónica”.
Este gesto de mirar el rostro de Cristo le dio identidad. Ella nos enseña a salir del anonimato y fijar la mirada en el rostro de Jesús y adquirir familiaridad con él, para que la acción de la Verónica nos ilumine para decir a Cristo: “mi corazón murmura por ti, mis ojos te buscan; es tu rostro lo que busco, Señor. No apartes de mí tu rostro, ni apartes con ira a tu siervo. Tú eres mi apoyo: no me rechaces ni me desampares, oh Dios, mi Salvador” (Salmo 27/26). En vista de esto, entendemos que, en la vida cotidiana, hay muchas personas olvidadas que necesitan con urgencia ver el rostro del Señor para poder reencontrarse a sí mismas y, así, nos enseña a mirar a lo que Cristo mira, para descubrir el verdadero icono de nuestra vida cristiana.
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Entonces, mirando nuestra historia, vemos que muchas personas fueron Verónicas en la vida de nuestro pueblo. Después de todo, ¿no es eso lo que hizo San Francisco de Asís cuando se acercó, acogió y besó al pobre leproso que encontró en su viaje misionero? ¿No fue Verónica de su pueblo sor Dorothy, quien se puso a favor de los campesinos más empobrecidos del Estado de Pará? ¿Qué hay de Monseñor Pedro Casaldáliga viviendo en una choza y rechazando todos los privilegios por una vida dedicada a los derechos de los pobres y oprimidos de Araguaia? Entonces, ¿qué podemos decir de las innumerables familias que día a día enjugan las lágrimas y el cansancio de sus hijos e hijas? Son innumerables las personas anónimas que facilitan el largo camino de muchos hermanos y hermanas.
En efecto, hombres y mujeres toman la toalla de Verónica y caminan hacia el camino de la existencia y enjugan el rostro de Jesús en la persona del hermano que sufre. Quizás hemos asistido a un enfermo, a un inmigrante o a un desempleado y, tratando de animarlo, quizás le hemos secado la cara, quizás lo hemos mirado con compasión, porque, en la realidad del sufrimiento, es necesaria una mano amiga y solidaria de gran valor. Vale la pena pensar: tal vez deberíamos reeducarnos para cultivar el arte del cuidado.
Así, en el camino de la vida, son muchos los corazones solidarios de Verónica que, día tras día, salen al encuentro de los demás y los ayudan, que siguen secando las lágrimas y el sudor de las personas que sufren. Que podamos finalmente contemplar ese rostro y cruzar su mirada como lo hizo Verónica. De este modo, el gesto de amor al prójimo refuerza, en quien lo practica, la semejanza con Cristo, Salvador del mundo, ya que Él mismo imprime su imagen en cada acto de caridad, amor y fe como hecho en el pañuelo de Verónica.
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Frater Lidiomar Pereira do Nascimento, MSF
" Maria Misionera"
Mirar a María Misionera es recordar las obras de Dios en la historia de la Salvación. Partimos del supuesto de que toda misión nace del corazón de Dios Trinidad. Su proyecto de salvación es universal, por tanto, abarca a la humanidad de todos los tiempos y lugares. Es desde esta perspectiva que miramos a María, Madre de Jesús, la primera misionera, la que llevó la Palabra de Dios en su seno materno.
El Concilio Vaticano II señala la importancia de reconocer de manera progresiva y clara el papel de la Madre del Salvador en la economía de la salvación descrita en la Sagrada Escritura y en la venerable Tradición. “María ya está esbozada proféticamente en la promesa de la victoria sobre la serpiente (cf. Gn 3,15), hecha a sus primeros padres caídos en el pecado. Ella es también la Virgen que concebirá y dará a luz un Hijo, cuyo nombre será Emmanuel (cf. Is 7,14; cf. Miq 5,2-3; Mt 1,22-23). Ella es la primera entre los humildes y pobres del Señor, que con confianza esperan y reciben la salvación de Dios” (LG, n. 55).
El Sí de María asumida como “Sierva del Señor” es un acontecimiento demasiado grande para permanecer encerrado en sí mismo. Convencida de su responsabilidad, asume la nueva misión para la que fue destinada y elegida. “En aquellos días, María se puso en camino hacia la región montañosa, dirigiéndose a toda prisa a una ciudad de Judá” (Lc 1,39).
María es una mujer de acción, se levanta y se va, apresuradamente hacia su pariente embarazada. Deja atrás la tutela del prometido José. Se pone en camino, no hay tiempo que perder, necesita llevarle la buena noticia a Isabel. Cuando se encuentran, las dos mujeres reconocen que se abre un nuevo tiempo. Las Promesas hechas a los Padres se están cumpliendo. Una vez más Dios revela que se preocupa por la vida de los pequeños, los pobres, los hambrientos y los humillados.
Isabel proclama la bienaventuranza de la fe. María está feliz porque creyó. “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¡Feliz la que creyó, porque se cumplirá lo que le dijo el Señor!” (Lc 1,42.45). El saludo del primo es una prolongación de la aclamación del ángel en Nazaret. María lleva en el "fruto" de su vientre la gran bendición de la infinita misericordia de Dios. Ella es la “tienda” del Altísimo”, lleva el autor de todas las profecías. Ella se convertirá en discípula de Su Hijo, acompañándolo por los caminos polvorientos hasta la crucifixión, y allí permanece de pie. Después de la Pascua, María es la misionera que anima a los seguidores de Jesús, manteniéndolos vigilantes en la oración, a la espera del Espíritu (cf. Hch 1,14).
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Central
Ir. Élida Debastiani, ICM Santa Maria/RS Brasil
La Sierva de Dios se pone en marcha
Lectio Divina - Semana Santa
"Judas, ¿dónde estás?"
1. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén. Contemplando a Jesús en la Cruz nos preparamos para oír la Palabra de Dios (Cantamos o escuchamos algún canto de la Pasión de Cristo)
2. La Palabra ilumina nuestra realidad (Lectura bíblica Evangelio según San Mateo, 26, 14-25)
"Entonces uno de los Doce, que se llamaba Judas Iscariote, se presentó a los jefes de los sacerdotes y les dijo: "¿Cuánto me darán si se lo entrego?" Ellos prometieron darle treinta monedas de plata. Y a partir de ese momento, Judas andaba buscando una oportunidad para entregárselo. El primer día de la Fiesta en que se comía el pan sin levadura, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: "¿Dónde quieres que preparemos la comida de la Pascua?" Jesús contestó: "Vayan a la ciudad, a casa de tal hombre, y díganle: El Maestro te manda decir: Mi hora se acerca y quiero celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa." Los discípulos hicieron tal como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua. Llegada la tarde, Jesús se sentó a la mesa con los Doce. Y mientras comían, les dijo: "En verdad les digo: uno de ustedes me va a traicionar." Se sintieron profundamente afligidos, y uno a uno comenzaron a preguntarle: "¿Seré yo, Señor?" Él contestó: "El que me va a entregar es uno de los que mojan su pan conmigo en el plato. El Hijo del Hombre se va, como dicen las Escrituras, pero ¡pobre de aquel que entrega al Hijo del Hombre! ¡Sería mejor para él no haber nacido!" Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó también: "¿Seré yo acaso, Maestro?" Jesús respondió: "Tú lo has dicho."
Preguntas para reflexionar: ¿Qué nos dice la Lectura? ¿Qué actitudes veo en Judas?
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3. La Palabra de Dios nos ayuda a discernir
Judas se ha ido, pero ha dejado discípulos, que no son sus discípulos, sino del diablo. No sabemos cómo fue la vida de Judas. Un muchacho normal, tal vez, e incluso con inquietudes, porque el Señor lo llamó a ser discípulo. Él nunca logró serlo: no tenía boca de discípulo ni corazón de discípulo… Era débil en el discipulado, pero Jesús lo amaba... Luego el Evangelio nos hace comprender que le gustaba el dinero: en casa de Lázaro, cuando María ungió los pies de Jesús con aquel perfume tan caro, hizo una reflexión y Juan subraya: “Pero no lo dice porque amaba a los pobres: porque era ladrón” (cf. Jn 12,6). El amor por el dinero lo había llevado fuera de las reglas: a robar, y de robar a traicionar hay un paso, pequeñito. Quien ama demasiado el dinero traiciona para tener más, siempre: es una regla, es un hecho comprobado. El Judas muchacho, quizás bueno, con buenas intenciones, termina siendo un traidor hasta el punto de ir al mercado a vender: “Fue donde los sumos sacerdotes y les dijo: "¿Qué me daréis, si os lo entrego?"” (cf. Mt 26,14). En mi opinión, este hombre estaba fuera de sí.
Una cosa que me llama la atención es que Jesús nunca le dice “traidor”; dice que será traicionado, pero no le dice a él “traidor”. Nunca dice: “Vete, traidor”.
¡Nunca! Es más, le llama: “Amigo”, y lo besa. El misterio de Judas: ¿cómo es el misterio de Judas? No sé...
El corazón de Judas, inquieto, atormentado por la codicia y atormentado por el amor a Jesús —un amor que no ha logrado hacerse amor—, atormentado por esta niebla, vuelve a los sacerdotes pidiendo perdón, pidiendo salvación. “¿A nosotros, ¿qué? Tú verás...” (cf. Mt 27,4): el diablo habla así y nos deja en la desesperación.
Pensemos en tantos Judas institucionalizados en este mundo, que explotan a la gente. Y también pensemos en el pequeño Judas que cada uno de nosotros tiene dentro de sí a la hora de elegir: entre lealtad o interés. Cada uno de nosotros tiene la capacidad de traicionar, de vender, de elegir por el propio interés. Cada uno de nosotros tiene la posibilidad de dejarse atraer por el amor al dinero o a los bienes o al bienestar futuro. “Judas, ¿dónde estás?”. Pero la pregunta la hago a cada uno de nosotros: “Tú, Judas, el pequeño Judas que tengo dentro: ¿dónde estás?”.
(Extracto de la HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO "Judas, ¿dónde estás?", Miércoles, 8 de abril de 2020)
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4. La Palabra nos habla para comunicarnos con Dios
Cuando sientes que traicionaste a Jesús, Él te pregunta: “¿Me amas?”. Te invitamos a rezar el salmo 32
5. La Palabra transforma nuestras actitudes
Pregunta para reflexionar: ¿Qué actitudes debo enmendar o que debo hacer para liberarme de mis culpas y pecados?
Terminamos nuestra oración agradeciendo a Dios por su amor, por su perdón.
• Cantamos una canción de perdón.
• Rezamos el Padre Nuestro y un Ave María.
Oración vocacional
¡Sembrador del Reino y pastor del rebaño! Al contemplar el mundo de hoy, tu corazón se conmueve de nuevo: tantas personas están cansadas y abatidas, y viven como ovejas sin pastor; la mies es todavía abundante, y los trabajadores aún son pocos.
Pídele al Señor de la mies que envíe más obreros: hombres y mujeres con un gran corazón para amar y fuertes para luchar; generosos en entregarse a Ti y a tu pueblo; dispuestos a vivir la fraternidad más allá de las fronteras de sangre o nación; deseando estar cerca de los que están lejos.
Despierta en nosotros y en nuestras comunidades esa misma pasión que quemaba el corazón del P. Berthier. Conviértenos en apóstoles incansables de las vocaciones. Crea en nuestras comunidades un ambiente de acogida y crecimiento para todos aquellos a los que llamas para servir a los tuyos y a nuestros hermanos y hermanas.
¡Amén!
Invocaciones MSF
Jesús, María y José: ¡Ilumínanos, ayúdanos y sálvanos!
Nuestra Señora de Salette, reconciliadora de los pecadores: ¡Ruega sin cesar por nosotros, que recurrimos a ti!
Venerable Padre Juan Berthier: ¡Intercede por nosotros!
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El significado espiritual de la Vigilia Pascual
¿Qué esta pasando hoy? Un gran silencio reina sobre la tierra. Un gran silencio y una gran soledad. Un gran silencio, porque el Rey está durmiendo. La tierra tembló y se quedó en silencio, porque el Dios hecho hombre se durmió y despertó a los que habían estado durmiendo durante siglos. Dios murió en la carne y despertó la mansión de los muertos.
Va ante todo en busca de Adán, nuestro primer padre, la oveja descarriada. Se preocupa por visitar a los que están sumidos en las tinieblas y en la sombra de la muerte. Dios y su Hijo van al encuentro de los cautivos Adán y Eva, ahora libres del sufrimiento.
El Señor entró donde ellos estaban, llevando la cruz victoriosa en sus manos. Cuando Adán, nuestro primer padre, lo vio, exclamó a todos los demás, golpeándose el pecho y lleno de admiración: "El Señor está en medio de nosotros". Y Cristo respondió a Adán: "Y con tu espíritu". Y tomándolo de la mano, dijo:
“Despiértate, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo te alumbrará. Yo soy tu Dios, que por ti me hice hijo tuyo. Por ti y por los que de ti nacieron, ahora digo, y con todas mis fuerzas ordeno a los que estaban en la cárcel: '¡Fuera!'; y a los que estaban sentados en la oscuridad: '¡Venid a la luz!'. Y al entumecido: '¡Levántate!'
Os mando: Despertad, los que dormís, porque no os he creado para permanecer en la mansión de los muertos. Levántate de entre los muertos; Soy la vida de los muertos. Levántate, obra de mis manos; levántate, oh imagen mía, tú que fuiste creada a mi semejanza. Levántate, salgamos de aquí; tú en mí y yo en ti, somos una sola e indivisible persona.
Por ti, yo, tu Dios, me convertí en tu hijo. Por ti, yo, el Señor, tomé tu condición de esclavo. Por ti, yo, que habito en los cielos más altos, bajé a la tierra y hasta fui
sepultado debajo de la tierra. Por ti, hecho hombre, me volví como alguien sin apoyo, abandonado entre los muertos. Por ti, que dejaste el jardín del paraíso, al salir de un jardín fui entregado a los judíos y en un jardín, crucificado.
Mira en mi rostro el escupo que recibí por ti, para devolverte el aliento de vida original. Mira en mi rostro los golpes que recibí para restaurar, según mi imagen, tu belleza corrompida.
Mira en mi espalda las marcas de los latigazos que llevé por ti para quitar el peso de los pecados de tus hombros. Mirad mis manos firmemente clavadas en el madero de la cruz, por vosotros, como en otro tiempo extendisteis vuestras manos levemente al madero del paraíso.
Me dormí en la cruz y por ti la lanza penetró mi costado, como salió Eva del tuyo, cuando te dormiste en el paraíso. Mi costado sanó el dolor de tu costado. Mi sueño te sacará del sueño de la muerte. Mi lanza detuvo la lanza que te apuntaba.
Levántate, vámonos de aquí. El enemigo os expulsó de la tierra del paraíso; Yo, sin embargo, ya no te coloco en el paraíso, sino en un trono celestial. El enemigo te ha quitado el árbol, símbolo de la vida; Yo, sin embargo, que soy la vida, estoy ahora con vosotros. Nombré ángeles que, como sirvientes, te guardaran; Ahora les ordeno que te adoren como Dios, aunque tú no eres Dios.
El trono de los querubines está preparado, los mensajeros están listos, el lecho nupcial está construido, el banquete está preparado, las mansiones y los tabernáculos eternos están adornados, los tesoros de todas las cosas buenas están abiertos y el reino de los cielos está preparado para ti desde toda la eternidad”.
(Homilía de un cristiano anónimo del siglo IV)
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Pasos para vivir la Semana Santa
En una semana recordamos y actualizamos lo central de nuestra fe. Día a día, paso a paso hacemos el camino de la Cruz a la Luz, mirando a Jesús, sintonizando con su vida, dejándonos llenar con su pasión y su entrega…
Domingo de Ramos
“No se haga mi voluntad sino la tuya”
Jesús entra en Jerusalén montado en un borrico, el animal de la vida sencilla y del trabajo cotidiano, y es aclamado por la gente como Mesías y rey de la paz. Un rey que reinará desde la cruz. Dos gritos resuenan en la celebración: “¡hosanna!” y “crucifícale”. Quienes le aclaman por la mañana, te condenan por la tarde. Contradicciones que yo percibo también en mi vida de fe. Me planteo cómo voy a celebrar y vivir esta Semana Santa.
Luenes Santo
“Toda la casa se llenó del aroma del perfume”
Invitación a participar como protagonista en la “penúltima cena” de Jesús, la cena en Betania. Marta sirve la mesa y María unge el cuerpo de Jesús. Judas no entiende y busca una justificación. Las dos mujeres me enseñan a unir servicio y adoración. Judas me evoca las excusas que pongo para no tener una mayor implicación.
Lo llamo prudencia pero sinceramente reconozco que tengo unos “fondos reservados” que nunca pongo en juego. Amar como Tú amas, como esta mujer expresa, me sigue pareciendo una locura difícil de vivir. Me hago consciente de cuántas veces hago “cálculos” para no entregarme a fondo perdido.
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Martes Santo
“Uno de vosotros me va a traicionar”
El pan del amor y de la unidad se convierte para Judas en pan de división y traición. Yo también soy débil y puedo en cualquier momento hacer gestos de traición, pero sé que Jesús hará todo lo posible por conquistarme y agotará todos sus recursos como hizo con Judas.
Ante Ti nadie puede dar “la talla”. Si Judas te entregó y Pedro te negó, tengo que reconocer con dolor que yo lo he hecho mil veces. Pero Tú conviertes la miseria y la fragilidad en ocasión para el amor y la entrega. Hoy traigo a la memoria las veces que Dios se ha servido de mi miseria para mostrarme su amor.
Miércoles Santo
“¿Acaso
Hoy la Palabra me presenta la otra cara de la donación y la entrega, que es el robo y la traición. Judas lo tiene todo bien pensado y disimula. Como yo hago muchas veces: “¿soy yo acaso?” También yo puedo participar de la Cena del Señor sin comulgar con Él “vendiéndolo” o des-preciándolo. Como Judas, Jesús, yo también te “vendo” cada vez que dejo que cualquier otra cosa sea más importante que Tú. Valoro con realismo dónde coloco al Señor en mi jerarquía de valores y nombro aquello que le “roba” la primacía.
Jueves Santo
“Os he dado ejemplo”
Para recibir hay que desprotegerse, aceptar que lo que recibo no depende de mí y acogerlo como viene. Si no dejo que Él me lave los pies (experiencia profunda de entrega y servicio) no aprenderé a amar “al estilo de Dios.”Conectar lavatorio y Eucaristía: amar es servir y descubrir la propia identidad en Dios.
Ante el lavatorio, Jesús, no hay palabras. Sólo mirarte en silencio y acogerte. Dejar que tu amor me llene por dentro y que mi vida exprese agradecimiento y deseo de prolongar tus palabras y tus gestos. Reservo un tiempo especial en este día para estar con Jesús y dejarme amar. Hago evaluación de cómo es mi actitud de servicio.
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soy yo?”
Espiritualidad
"Todo
En medio de la locura humana, de la sinrazón, de la violencia… Tú te manejas con dignidad y como dueño de la situación. Ante tu Pasión, no hay nada que decir… sólo adorar. Y descubrir la coherencia de tu vida y la profunda fidelidad.
Al escuchar el relato de la pasión, al rezar por toda la humanidad, al venerar la cruz y al comulgar, hoy le agradezco su amor, y afirmo mi fe en él y en su camino de fidelidad y entrega. Dedico un tiempo prolongado a mirar la cruz y dejar que el amor de Jesús llene mi vida. Si me es posible, puedo acercarme a alguien que esté pasando su “viernes santo” para acompañarle con mi amor y mi presencia.
Viernes Santo Sábado Santo
Me quedo sin palabras ante la muerte de Jesús. Hoy quiero hacer silencio, esperar y confiar. No perder la esperanza de que algo nuevo puede comenzar. Que tanta entrega y solidaridad no puede quedar sin fructificar. Como María quiero guardar en mi corazón todo lo aprendido junto a Ti para que fortalezca mi caminar. Y que los fracasos y decepciones no me impidan avanzar. Junto al sepulcro medito su pasión y su muerte. Es el momento para poner ante Dios los momentos oscuros, las experiencias de dolor y soledad, los días grises… y confiar en esa callada presencia de Dios que abre una puerta a la esperanza. Traigo a la oración a las personas que viven momentos de dolor, tristeza, desesperación… y pido para que no pierdan la esperanza.
Noche de Pascua
La noche más grande del año, con la que iniciarnos los cincuenta días de la Pascua. Noche de Luz que ilumina sombras y da claridad. Noche de Palabra que hace presente la historia de Salvación que Dios va construyendo. Noche de Agua que fecunda la vida y nos introduce en la Comunidad Cristiana. Noche de Pan compartido que alimenta nuestra vida y nos sacia de sentido. Es la noche de la resurrección de Jesús, que nos abre el camino de la vida para siempre. Comunico a mi alrededor la alegría de la Pascua.
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“Si el grano de trigo cae en tierra y muere, da mucho fruto”
"No está aquí, ha resucitado"
está cumplido"
Pe. Fernando López Fernández, MSF Madrid, Espanha
Espiritualidad
Las marcas del tiempo
En estos meses ejerciendo el ministerio del diaconado y desde febrero el sacerdotal, varias veces contemplé las manos de las personas a las que entregaba la comunión. Manos callosas, manos ennegrecidas por días de duro trabajo, manos llenas de marcas de sufrimiento, luchas y conquistas. Y esto me recuerda el pasaje del Evangelio de Lucas: “María se levantó y se fue de prisa” (LC 1, 39). Este relato es parte de la narración del viaje de María a casa de su prima Isabel, que estaba embarazada. María se dispuso a caminar mucho y ponerse al servicio de su prima. Las manos de aquellas personas que contemplé y sigo contemplando son también manos de personas dispuestas a servir. Que no tienen miedo de salir lastimados, de quedar con marcas profundas cuando buscan mantener a su familia o ayudar a los demás. Un verdadero testigos vocacional.
Los jóvenes necesitan buenos ejemplos. Por eso sería tan bueno que los hijos y las hijas, los nietos y las nietas pudieran mirar las marcas en las manos, los pies, la cara de sus padres, de sus abuelos. Porque cada una de estas marcas es una historia. Y no puedo evitar imaginar que la Virgen María, por muy joven que fuera cuando se fue para ayudar a su prima Isabel, ya tenía muchas marcas, muchas historias. Sabemos que caminar una distancia muy larga deja callos, deja marcas en los pies. Sin embargo, si sabemos aprovechar la caminata, nos daremos cuenta de que los paisajes por los que pasamos son maravillosos, una enseñanza aparte. Por lo tanto, cada marca, cada cicatriz puede relacionarse con un hermoso paisaje. La intención de emprender el camino es ya una verdadera enseñanza.
Hay otras marcas que se relacionan con momentos difíciles, momentos superados o no. Vocacionalmente necesitamos
volvernos resilientes, ya que enfrentamos muchas dificultades en nuestras vidas. Independientemente del camino que elijamos: si ser sacerdote, hermano o hermana; o la vida matrimonial. Es necesario aprender a vivir con las adversidades de la vida. Aprendiendo de ellos para ser mejores, haciendo de la vida una verdadera maestra. María ha enfrentado muchas dificultades desde que aceptó ser la madre del Salvador. Sin embargo, los enfrentó a todos con gran fe. Partir precipitadamente, para ponerse al servicio de Dios primero, y de los demás después.
Las marcas del tiempo pueden ser hermosas o no. Pero somos nosotros quienes les damos sentido. Intentaremos replantear cada una de nuestras marcas. Haciéndolos un hermoso libro de cuentos. Cuando María decidió irse a toda prisa, tras recibir el anuncio de que sería la madre del Salvador y que su prima Isabel estaba embarazada, se convirtió en un ejemplo a seguir. En ese momento, quien más necesitaba ayuda era su prima. María aceptó su vocación de ser sierva. Todas aquellas personas que contemplé las manos tienen vocación de ser siervos. Porque trabajar en el campo no es fácil, y las marcas que llevan en sus manos son parte de su historia y de su vocación.
Cada uno de nosotros necesita reconocer las marcas del tiempo que ha dejado en nosotros nuestra vocación. Marcas que pueden ser invisibles, sin embargo, marcan o marcaron profundamente nuestro ser. No le tengamos miedo a nuestras marcas porque cada una de ellas cuenta un poco de nuestra historia, de nuestra vocación.
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Pe. Ricardo Klock, MSF San Carlos/SC, Brasil
Testigos dos Amigos de los Misioneros de la Sagrada Familia (AMSF)
Somos José Moreno y Cecilia Millar, matrimonio AMSF y quisiéramos compartir brevemente nuestra experiencia de fe y servicio en la comunidad parroquial Santa Isabel de Hungría de Santiago de Chile, atendida por los Misioneros de la Sagrada Familia.
En el año 1998 comenzamos a participar en la preparación de nuestros hijos César y María José para la Primera Comunión. De esa experiencia nace en nosotros la necesidad de servir a la Iglesia, inspirados por el ejemplo de servicio de nuestros guías de catequesis. Ahí comienza nuestro caminar en la iglesia, y a medida que pasaba el tiempo, fuimos conociendo a los sacerdotes de la congregación, los cuales nos acogieron y motivaron a seguir el camino de servicio. Su amistad y cariño nos hicieron muy cercanos a ellos.
Para nosotros la vida comenzó a cambiar, porque antes de lo relatado no éramos gente de iglesia. Poco a poco nos fuimos involucrando más y más en el servicio, hasta crear lazos de sincera amistad con la mayoría de los sacerdotes MSF.
26 Testigos
Hace unos 6 años atrás fuimos invitados a formar parte de los AMSF (Amigos de los Misioneros de La Sagrada Familia), invitación que sin dudarlo aceptamos gustosamente. Hoy nos sentimos bendecidos, ya que, luego de renovar en tres ocasiones la promesa de consagración a la congregación, finalmente el 16 de octubre del presente año (2022) hicimos la promesa definitiva de consagración a la congregación MSF.
Nos sentimos muy felices de poder abrazar la espiritualidad y el carisma misionero de la congregación MSF, inspirados por la vida y la obra de su fundador, el venerable padre Juan Berthier. El padre Berthier nos puso como modelo a la Sagrada Familia, la cual caracteriza la espiritualidad de nuestra congregación ya que en ella podemos encontrar el ejemplo pleno de la humildad, abnegación, comunión, amor y servicio.
“En la Sagrada Familia creció el Eterno Sacerdote, nuestro Señor Jesucristo, el Misionero del Padre, para propagar la luz del Evangelio.” (Constituciones 5).
Nuestro sueño como AMSF junto con ser portadores de la Buena Noticia, es formar comunidades a ejemplo de La Sagrada Familia, “Para que el Evangelio llegue a los que están lejos”
Agradecemos a Dios por esta maravillosa oportunidad de ser parte de la congregación y acompañados por los MSF poder contribuir como matrimonio y con los demás hermanos AMSF a cumplir con la misión de llevar a todos a la única Familia del Padre.
Antes de morir nuestro venerable padre Juan Berthier, decía a sus hijos: “Podemos sentirnos justamente orgullosos de estar bajo el patrocinio de La Sagrada Familia. Es necesario que la Sagrada Familia no sea tan bien imitada en ninguna otra parte como aquí. Pidan esta gracia a Dios, los unos por los otros”.
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José Moreno e Cecilia Millar
Casal AMSF, matrimonio AMSF, comunidad Nuestra Señora de La Salette. Santiago – Chile.
Testigos