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Belén
En el pesebre de la vida está presente María, ella es la “DiscípulaMadre” que vive la caridad del anuncio: Jesús – Salvación en el pesebre; es la necesidad humana de nacer de nuevo, de renovarse (Jn 3,3-8) en Jesús. El “Sí” (Lc 1,38,45-55) de María Madre se convierte en pesebre de la Redención Universal. La eternidad encuentra su lugar en el humilde pesebre de Jesús, y la Creación y lo Divino están presentes en la Historia: humana y divina. Esta Alianza: Encarnación-Pasión-Resurrección es la nueva realidad en el corazón humano. La luz de Navidad ilumina a todos y el canto de los ángeles difunde la Paz en la Tierra (Lc 2,13-14). Los débiles quedan encantados con la presencia de Dios, y las culturas - expresión de la realidad humana - se enriquecen con la "cultura divina" (expresión de la fe) (Mt 2,9-12); ¡Dios está con nosotros (Mt 1,23)! El Belén es una nueva forma de vivir la alegría con Dios: es el 'Nuevo Color' de la existencia humana: ¡El amor se convierte en ALEGRÍA! Y con esta alegría renovada podemos cantar con los ángeles que la eternidad y el mundo, la Iglesia y la vida forman el Belén de Jesús.
Del corazón de María y de su vientre materno (el pesebre de Dios) brotó el Árbol de la vida: ¡nació el Belén! Del Calvario Humano y de las Lágrimas (oblación) de María: venció la Cruz; y fue plantada en el corazón humano (Mt 10,38), y así nació la Vida (la vida transformada), y el “Pesebre de Cristo” se convirtió en nuestra alegría!
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Como hijos de María y discípulos de Cristo Encarnado, recemos con confianza esta oración: ¡Madre María, ayúdanos a amar a Jesús, con el amor de tu corazón, que así sea! ¡Amén!