Docencia Digital

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Informacion 2.0

Los diarios saltaron a la Red hace poco más de 15 años, pero han cambiado la forma de consumir información

Maribel Martínez

)Leemos la noticia a primera hora. Y

casi al instante tenemos disponible un vídeo. Nos parece interesante y lo compartimos en las redes sociales. Comentamos esa información en los foros del diario que lo ha publicado. Incluso enviamos un mail al periodista que la ha elaborado para que nos aclare alguna duda y nos adjunta el análisis de un experto que acaba de publicar. Escuchamos un ‘podcast’ mientras vemos las galerías de fotos y lo comparamos con el despliegue que ha hecho otro medio de línea editorial muy diferente. Y no hace más que un par de horas que el caso ha saltado a la luz. Es un hecho. Internet ha cambiado el modo de consumir información. Los tiempos cada vez son menores; los volúmenes de contenidos, cada vez mayores; y los periodistas actúan, más que nunca, como ‘jerarquizadores’ de la actualidad. Ya no basta con contar lo que sucede: el usuario pide más, sobre todo, desde que existen los nuevos dispositivos táctiles –‘smartphones’ y ‘tablets’–, que determinan la forma en que los usuarios interactúan con el medio. «Ya no basta con la actualización. El público demanda contenidos que permiten disfrutar con una lectura en profundidad, con un análisis», detalla Juan Varela, periodista y consultor de medios. Y todo esto, en los poco más de 15 años que tiene la prensa digital.

El nacimiento de un nuevo medio «Las personas al frente de estos primeros diarios ‘on-line’ no eran periodistas, sino técnicos que volcaban el contenido del diario de papel». Con esta explicación, Koldo Meso, profesor de Periodismo en la Universidad del País Vasco, resume la esencia de las iniciativas pioneras a la hora de llevar los contenidos de los periódicos a la Red. Los medios se acercaban a este nuevo soporte «con pies de plomo», porque nadie sabía dónde se estaba metiendo. Y se acercaban porque «querían dar una imagen de medio joven, que apostaba por las nuevas tecnologías, y porque el resto de medios también estaba dando ese paso», a sabiendas de que no era rentable. «Eran productos completamente deficitarios». Las herramientas disponibles no per-

Internet ha cambiado el modo de consumir información. Un hecho impulsado, especialmente, por los nuevos dispositivos táctiles.

La revolución digital mitían hacer más que un volcado del texto, sin apenas imágenes, pues el acceso estándar a la Red se realizaba a través de lentísimos módems. De vídeos e infografías, ni hablamos. Tampoco de la actualización a tiempo real. Todo el contenido era estático. Hay que remontarse a 1993 para encontrar el primer periódico ‘on-line’. Fue en mayo de ese año cuando los alumnos del Massachusetts Institute of Technology cuelgan en la Red ‘The Tech’. En España, el primero en dar este salto fue el BOE, un año después. Le siguió la revista valenciana El temps y el diario catalán Avui.

De diarios a portales informativos Esta situación se extendió durante el primer lustro de vida de diarios ‘on-line‘ hasta la explosión de la burbuja tecnológica en 2000. «Empieza una etapa de contenidos propios y actualizaciones en tiempo real», apunta Varela. Las plantillas digitales adquieren una mayor presencia dentro de las redacciones, y aunque los textos del papel se continuaban volcando, los periodistas «comienzan a adaptar esos contenidos a las características del medio». La evolución de la tecnología –y del aumento del ancho de banda– permite incorporar cada vez más contenidos multimedia. «Las imágenes ya tenían más peso dentro de los diarios», explica el profesor de la UPV, «y de manera tímida se suben los primeros vídeos».

También los infográficos interactivos encuentran su lugar en estos diarios, que poco a poco se van convirtiendo en portales de información y servicios en los que ya se desarrolla el concepto de interactividad de forma limitada, con encuestas, foros y chats. Esta elaboración de la información otorga un valor añadido a la web, ya que son contenidos propios que van más allá del volcado del papel. El Mundo y El País son los primeros en valorar este esfuerzo, y convierten buena parte de sus contenidos en acceso de pago. «Pero esto debería haber sido una apuesta decidida y por parte de todos», opina Meso. Este profesor separa aquí los años finales de esta etapa (2005-2006), en los que destaca «la consolidación de la hipertextualidad, la multimedialidad y la interactividad». Los diarios empiezan a desarrollar su identidad propia y las empresas se dan cuenta de que hay un núcleo potencial de lectores cada vez mayor, y también de inversores. Y se empieza a explotar.

Integración e interacción A partir de 2007 sólo se puede asegurar una cosa: los cambios cada vez van a ser más rápidos, porque la tecnología cambia a la velocidad de la luz. La conexión a través de ADSL ya se ha generalizado, y los medios consolidan finalmente su naturaleza multimedia. Texto, vídeo, audio e imagen forman

una unidad. Es entonces cuando la idea de la «integración y convergencia de las redacciones» se materializa y «la actividad es frenética», detalla Meso. La clave no está sólo en la actualización de las informaciones en tiempo real, sino en que «estos contenidos tengan una segunda vida gracias a los flujos sociales», en palabras de Varela. Es el momento de la aparición de las redes sociales y del auge de la interactividad, hasta el punto de que los usuarios y lectores se convierten en parte activa en la producción de los contenidos a través de su participación en los blogs, envío de fotografías... Algo más sucede: la aparición de ‘smartphones’ –«el 40% de los móviles en España ya son teléfonos inteligentes», añade el consultor– y de tabletas hace que «aumente el consumo de contenido en tiempo real, pero dada la abundancia de información disponible en la Red, los medios han de ofrecer a través de aplicaciones contenidos jerarquizados». Los kioskos digitales no dejan de ser la traslación a los dispositivos móviles de los diarios en papel. «Todavía queda mucho por avanzar en cuanto a estilos y formatos», finaliza Varela. Éste es uno de los grandes retos a los que se enfrentan los medios ‘on-line‘. Un cambio que les obliga a replantear su modelo de negocio para continuar creciendo y adaptándose a las nuevas formas de comunicación de los usuarios.


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