El mundo secreto y clandestino del black world

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El mundo secreto y clandestino del black world

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Si te lo digo,

te tengo que matar Debajo de las estructuras formales de defensa e inteligencia con que cuenta Estados Unidos, existe un mundo secreto, oscuro y clandestino, al que tienen acceso unos cuantos cientos de individuos. Se trata del black world, es decir, los programas, personas y lugares involucrados en los más secretos proyectos militares de ese país.

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Por Eduardo Lliteras Sentíes Fotografía: TREVOR PAGLEN

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El periodista y artista visual Trevor Panglen ha dedicado años a develar la existencia de este inframundo. Lo mismo ha fotografiado instalaciones militares desconocidas, revelado nombres en código cifrado, que identificado a los agentes de la CIA encargados de operar empresas fantasma, o armado una colección de emblemas militares cuya máxima expresión de secrecía es el título de este texto: “Si te lo digo, te tengo que matar”.

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Trevor Paglen manejó toda la noche a través del desierto de Nevada, entre las sacudidas del vehículo y un frío bajo cero que le quemaba las manos y el rostro. El parabrisas se nublaba y el vehículo debía deslizarse por terrenos sin caminos, sólo transitados por serpientes, zorros y el lejano titilar de las estrellas en lo alto del cielo. Al amanecer, el de un día cualquiera de 2005, pudo fotografiar, utilizando los lentes astronómicos de largo alcance adaptados a su cámara, a unos 30 kilómetros de distancia, la silueta oscura de Bald Mountain, coronada por unas antenas de vigilancia de siniestros tonos grises recortadas contra el firmamento rojizo del nuevo día. Paglen escudriñaba el horizonte desde lo alto de una colina rocosa, sosteniéndose con dificultad por el viento gélido que soplaba a dichas alturas. Tres años después, realizó tomas en medio de la noche de la actividad luminosa de la Air Force Flight Test Center 2, en Groom Lake, Nevada, un lugar ultra secreto del ejército estadunidense, aislado en medio de la nada, donde se realizan pruebas de vuelo de aeronaves desconocidas por el ciudadano común y corriente. Paglen ha capturado con sus lentes el destello de luces en el distante horizonte o la estela de una aeronave que cruza el cielo de su país para descubrir los signos ocultos de la vasta actividad militar encubierta o de inteligencia, un auténtico “mini Estado”, como lo llama el mismo periodista estadunidense. A lo largo de los últimos años Trevor Paglen se ha dedicado a recopilar imágenes y evidencias del llamado black world, como se denomina en jerga inglesa a la colección de programas, personas y lugares involucrados en los más secretos proyectos militares de Estados Unidos. Paglen, un periodista neoyorkino que mezcla en su trabajo el arte contemporáneo, la ciencia, el periodismo y otras disciplinas para construir caminos de investigación e interpretación del mundo que nos rodea, ubicó en 2006 el oculto campo de uranio enriquecido de Cactus Flats, en Nevada. A bordo de un helicóptero rentado, captó con su cá-

mara las instalaciones del cuartel general de la National Security Agency (Agencia Nacional de Seguridad, NSA, por sus siglas en inglés) en Maryland, y de la National Reconnaissance Office (Oficina Nacional de Reconocimiento). También fotografió desde lo alto a la National Geospatial-Intelligence Agency (Agencia Nacional de Inteligencia Geoespacial), ubicada en Virginia. Como anota Paglen en su libro Emblems from the Pentagon’s Black World (Emblemas del mundo oscuro del Pentágono), el black world es tan vasto como su mismo secreto, aunque es posible, por ejemplo, descubrir el black budget, es decir, el presupuesto de los programas clasificados y militares secretos, al analizar el total de lo gastado por el gobierno estadunidense. El black budget, obviamente, es tan oscuro o secreto como la ausencia de cifras en el presupuesto estadunidense en dichas materias. Al realizar la suma del total de los apartados o rubros presupuestados y compararla con la cifra del presupuesto gubernamental de Washington, descubre una enorme discrepancia. Discrepancia que ronda alrededor de los 30 mil millones de dólares: este gigantesco presupuesto secreto no desaparece en la nada, es la sangre del “mundo secreto del Pentágono”, explica Paglen. El “mundo secreto del Pentágono” no es en sí mismo un mundo, puntualiza, sino uno que coexiste a lo largo y ancho, entreverado intensamente, con las partes convencionales del ejército estadunidense y de la vida civil de su país. De la presencia militar de EU en México poco sabemos, aunque en el gobierno de Felipe Calderón se autorizaron las actividades en el territorio mexicano de las agencias estadunidenses, mismas que correspondieron al ex presidente con la puesta en marcha de la Flatliquid Operation para espiar sus comunicaciones, así como las del entonces candidato a la Presidencia, Enrique Peña Nieto, utilizando el centro de inteligencia ubicado en Paseo de la Reforma 225. Para ilustrar la complejidad del mundo secreto del Pentágono, Paglen menciona la base aérea militar de Edwards, en el sur de California, en la que existen áreas donde los proyectos secretos (black projects) se desarro-


En pocas palabras, Paglen logró descubrir ese mundo clandestino, secreto, oscuro, de personas que “no existen porque están en el negocio de desaparecer a otras personas”. No tienen identidad porque se dedican a borrar del mapa a quienes sí la tienen. Todo esto posee implicaciones políticas, sociales, porque, como señala Paglen, la “secrecía” o el secretismo “es una forma de hacer las cosas, de tratar de organizar las actividades humanas, y tiene aspectos políticos, económicos, legales y culturales. Es una forma de tratar de hacer las cosas cuyo objetivo es la invisibilidad, el silencio, la oscuridad”. Silencio y oscuridad en el que operan los hombres del black world, quienes, sin embargo, dejan rastros que hay que descifrar, como los parches militares de toda una gama de agencias secretas que Paglen ha clasificado en su libro Emblems from the Pentagon’s Black World, que incluye el ominoso título: “Si te lo digo, te tengo que matar”.

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ditado por Melville House Publishing, Brooklyn, New York, 2010, el libro presenta una colección de parches militares inverosímiles y siniestros, recopilados y clasificados con la pasión de un auténtico coleccionista que busca piezas raras en los lugares más insólitos: sótanos, casas de militares retirados y en el exilio, bases secretas, gargantas profundas, historiadores del ejército. Paglen explica que la colección de fotografías de los parches militares que presenta en su libro es fragmen-

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llan en total hermetismo y fuera del alcance de la mayor parte de los militares allí destacados, así como de la ciudadanía y de la opinión pública. Lo mismo ocurre con las imponentes zonas industriales del conglomerado industrial-militar estadunidense, como las que posee Lockheed Martin. En dichas zonas restringidísimas se operan los proyectos clasificados, cuyos directores, de varias agencias militares, las mantienen en secreto y fuera del conocimiento y alcance de los mismos comandantes de las bases del ejército estadunidense en las que se ubican. Pero el mundo secreto del Pentágono que Paglen se ha dedicado a fotografiar también tiene sus propias y exclusivas bases, completamente aisladas y misteriosas, fuera del alcance de miradas curiosas o de cualquier acto de transparencia de lo que allí se realiza. Tal es el caso de la base de la fuerza aérea estadunidense sita en Groom Lake, un lugar de pruebas aéreas conocido como la mítica Área 51. Además de las bases secretas y los vuelos de naves mantenidas en las sombras, Paglen ha sistemáticamente fotografiado al personal que llevó a cabo el programa gubernamental de secuestros (o “extracciones”) de “sospechosos” que ordenó el ex presidente George W. Bush tras los ataques terroristas a las Torres Gemelas de Nueva York y al Pentágono. Los “sospechosos” de ser “terroristas” fueron desaparecidos de las calles de las ciudades estadunidenses sin previo aviso a sus familiares y llevados en total secreto por la CIA a cárceles ubicadas en países donde la tortura es permitida. También ha sido ya documentado que la CIA creó numerosas compañías de fachada para realizar las operaciones clandestinas y secretas de traslado de prisioneros, incluidos vuelos en aviones con apariencia de ser aeronaves civiles. Paglen investigó los registros de vuelos utilizando métodos de un investigador privado y logró descubrir las oficinas y a los directores de esas empresas fachada que emplean a mujeres y hombres que trabajan en el programa de desapariciones oficiales (Rendition Programme) o extradiciones secretas a cárceles aún más secretas, auténticamente clandestinas, borradas de cualquier mapa. Como señala el diario británico The Independent en un reportaje dedicado al nada convencional periodista estadunidense, Paglen identificó y fotografió a los miembros de esas empresas dedicadas a las desapariciones o extracciones clandestinas, los que utilizan identidades falsas.

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taria, fuera de contexto, inconclusa, poco de fiar, engañosa, un bosquejo de lo que es en sí mismo el mundo secreto del Pentágono. Estamos ante pistas que deben ser desentrañadas, interpretadas, por un iniciado: no cualquiera puede entender la compleja simbología de los parches que presenta Paglen y que “son un lenguaje” en sí mismos. Entre la extraordinaria colección que presenta Paglen aparecen algunos parches que no dejan mucho lugar a dudas. Tal es el caso de un parche en color violeta oscuro que lleva la leyenda: “If I tell you, I have to kill you” (“Si te lo digo, te tengo que matar”). Más claro, ni el agua, una auténtica advertencia para quienes pretendan husmear o preguntar sobre las misiones o trabajo de los militares que lo portan en sus casacas o uniformes. Existe otro parche también muy directo en su lenguaje, de color negro con bordado blanco. En su interior, un signo de interrogación ocupa casi todo el espacio, salvo una media luna en la parte superior izquierda. La leyenda que acompaña al parche no deja muchas dudas: “Don´t ask!” (“¡No preguntes!”). Y las siglas: “NOYFB”, que en inglés quieren decir “None Of Your Fucking Business”. Algo así como “¡No es de tu chingada incumbencia!” o “¡No metas tus putas narices en donde no te importa!”.

Sin embargo, el latín prevalece en la mayoría de los parches; leyendas en dicha lengua muerta proliferan en uniformes militares. Por ejemplo, un parche muy redondo, además de una leyenda en inglés, de lo que podría ser el nombre de una compañía o escuadrón, lleva tres palabras en latín a su alrededor: Oderint dum metuant. La traducción, según Paglen, sería más o menos la siguiente: “Déjalos odiar así como temen”. El parche incluye en su interior lo que parece el rostro de un alienígena y algo que semeja unas alas. Otro parche más colorido, con fondo negro, lleva bordado un dragón a colores que abre sus fauces amenazadoramente a la vez que despliega sus alas. Lo acompañan seis estrellas y una flecha roja que lo rodea como la estela de un avión. Arriba y abajo, hay una leyenda en latín: Omnis vestri substructio es servus ad nobis. Algo así como, traduciendo de la traducción en inglés de Paglen: “Toda tu base nos pertenece”, que se inspira, dice el periodista, en un meme elaborado a partir de un videojuego japonés. Paglen dice que este parche y su simbología expresan, con suma claridad, señales de inteligencia espacial. Por ejemplo, las alas del dragón plateadas simbolizan unas antenas espaciales y la flecha roja la órbita de dos naves espaciales (Jumpseat y Trumpet). Un parche más, con forma de escudo, muestra a un hongo dorado en fondo negro. La leyenda Semper en obscuris, que significa “Siempre en la oscuridad” no es casualidad, ya que el hongo en cuestión crece en la oscuridad, allí donde no llegan los rayos del sol. O apenas. Como el black world, precisamente. Uno más, con forma triangular, bordados rojos con una esfera dentro en blanco y negro que representa al globo terráqueo y al continente americano, va acompañado por varias frases en latín: Clasis caece, de multa nocte, noli rogare”. Algo así como “Escuadrón secreto, desde la profunda noche, no hagas preguntas”. Pagle afirma que estos parches los usan unidades llamadas ghost squadron (“escuadrón fantasma”), que operan en una base secreta de la fuerza aérea cercana a Groom Lake. Aparentemente se trata de un escuadrón de helicópteros de rescate para los equipos que operan naves clasificadas. De estos parches con leyendas amenazadoras hay uno más, todo en negro y con bordados en rojo, que contiene dos frases en latín: Si ego certiorem faciam, mihi tu delendus eris”. Es decir, otra vez la frase del primer parche, que suele aparecer de forma repetitiva en la simbología del black world: “Si te lo digo, entonces tendría que matarte”. Además de los símbolos y frases mencionados, Paglen presenta numerosos parches en los que aparecen lo mismo dragones que cuervos con gabardinas, serpientes de dientes afilados que abrazan al continente americano, globos terráqueos, búhos, extraterrestres, cohetes, aviones espías, misiles, diablos de Tasmania y, por supuesto, águilas reales y estrellas. No faltan los cráneos ni las espadas o las naves espaciales, así como los jabalíes, cerdos y perros o, de plano,


empezar a aprender a leer. Es todo un metalenguaje, cuya interpretación puede ayudar a tener una idea del mundo secreto del Pentágono. Mundo oscuro utilizado en no pocas ocasiones para vigilar a los ciudadanos con toda clase de pretextos, como algunas de las guerras en curso en el planeta: contra el “terrorismo”, “contra las drogas”, contra el llamado “Estado Islámico de Irak y el Levante”, etcétera.

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guerras del mundo oscuro Son usadas para vigilar a los ciudadanos con toda clase de pretextos.

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obre este estado de guerra permanente, del que se han servido los gobiernos estadunidenses para coartar las libertades y el habeas corpus –por ejemplo, con las leyes Patriota I y II (The Patriot Act)– y vigilar a los ciudadanos cabe citar al escritor estadunidense Gore Vidal. El recientemente fallecido Vidal decía en su libro El fin de la libertad que “desde el V-J day de 1945 (la victoria sobre Japón y el fin de la segunda Guerra Mundial,) hemos estado empeñados en la que el gran historiador Charles A. Beard definió como ‘una guerra perpetua para la paz perpetua’. Ocasionalmente, he hecho refe-

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rostros oscuros con ojos rojos. Y, claro, la bandera de Estados Unidos. En particular, hay un parche con un perturbador ser de rostro verde y ojos rojos rasgados que sostiene una espada entre el continente americano y Europa. Lo acompaña la leyenda en inglés: “A Lifetime of Silence, Behind the Green Door” (“Una vida de silencio tras la puerta verde”). Según Paglen, el personaje verde con la espada se encuentra asociado a los programas del black world. El parche hace referencia a los programas de inteligencia de la fuerza aérea así como a la base de vigilancia y reconocimiento ubicada en Lackland, en San Antonio, Texas. El parche, además, tiene dos curiosas estrellas diminutas. Una roja y otra blanca. La roja podría representar la ubicación de la base texana y la blanca, explica el periodista y artista, hace referencia a los proyectos que involucran capacidades espaciales y sistemas. Por último, dice que las palabras “una vida de silencio” hacen referencia “al hecho de que los miembros de esta unidad o proyecto no deben hablar acerca de lo que hacen”. El color verde del misterioso rostro alude a la cultura popular estadounidense sobre lugares secretos. Entender todos estos símbolos, dice el autor, es como

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Zonas secretas Arriba, Groom Lake, lugar de pruebas aĂŠreas conocido como Ă rea 51. A la derecha, la base militar Edwards, en California. .

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deliberadamente carecen de sentido e inclusive mezclan nombres indiscernibles para ocultar los programas a los que hacen referencia, como por ejemplo “Bacon Ridge” (como se conoce en código a la base de la NSA en Texas) o “Fox Acid” (un centro de la NSA de control de internet desde el que se siembra malware en redes “sospechosas”). Esta no es la primera instalación artística de Paglen, quien ha expuesto su “arte visual” en el Metropolitan Museum of Art en Nueva York, la Tate Modern en Londres y el San Francisco Museum of Modern Art, entre otros muchos lugares.

“En una democracia los ciudadanos deben tener el poder y los gobiernos tienen los medios para que los ciudadanos ejerzan ese poder. Pero cuando tú tienes un Estado vigilado, el Estado tiene todo”.

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a pasión de Trevor Paglen por hurgar bajo las alfombras sucias de las agencias de su país lo ha llevado a lugares tan distantes, lejanos, aislados y peligrosos como la prisión de la CIA en Afganistán llamada “Salt Pit”, auténtico agujero negro de los derechos humanos que logró fotografiar hace una década, más o menos, según afirma, mostrando la foto en su cuenta de Twitter. En la imagen se ve un lugar desolado, por decir poco. Una estructura que parece una instalación industrial abandonada, al pie de un cerro seco y pardo. También muestra un lugar menos tétrico: un litoral poblado de palmeras junto a una playa donde la NSA mantiene encubierto un cable submarino en el sitio que toca tierra. En su búsqueda de las estructuras militares secretas, Paglen ha descubierto lugares totalmente fuera del alcance de la ciudadanía, lo suficientemente aislados para que nadie, o casi nadie, pueda meter las narices, ni de lejos. Pero Paglen, en su tenacidad, ha logrado acercarse lo suficiente para vislumbrar algunas luces, estructuras envueltas en las sombras, algún vehículo, pistas, y poco más, como muestra la foto de Tonopah Test Range publicada en su libro. Armado de potentes lentes, de cámaras de infrarrojos, pero sobre todo, de mucho valor, Paglen ha logrado espiar a quienes se dedican al espionaje de los demás. Ha descubierto bases militares, cárceles secretas, centros de comunicaciones, viajando en la penumbra, arrastrándose hasta lo alto de un valle o acercándose hasta los límites permitidos, más allá de los cuales la vida corre riesgos

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rencia –añadía Vidal– a nuestro club del ‘enemigo del mes’: cada mes hay un nuevo, horrible enemigo que hay que atacar antes de que nos destruya”. Esos “temibles enemigos del mes” son utilizados para justificar la existencia del “mundo oscuro del Pentágono”, para mantener sus voluminosos presupuestos y no pocas de sus medidas de vigilancia, desde la que se realiza en los aeropuertos de todo el mundo hasta la que sufrimos en nuestras casas a través del espionaje de celulares, tabletas o computadoras. Espionaje global realizado por la NSA, como reveló Edward Snowden, ex técnico de la CIA, a través de la intercepción de llamadas telefónicas gracias a los programas Tempora y Prism. Del registro y clasificación de las conexiones vía internet, sin olvidar la elaboración de perfiles a través de la recopilación de datos de Facebook, Skype, Google, Apple, Yahoo, celulares y computadoras. A este respecto, dice Paglen que “la vigilancia masiva es una mala idea porque una sociedad vigilada es una en la que la gente entiende que está siendo monitoreada constantemente. Y cuando la gente entiende que es constantemente monitoreada se vuelve más conformista, menos propensa a adoptar posturas controversiales y esa clase de conformismo es incompatible con la democracia”. Pero hay una segunda razón para cuestionar a las sociedades vigiladas con cámaras en cada calle, escuchas en los teléfonos, GPS para ubicar a los usuarios de celulares las 24 horas del día e internet bajo espionaje continuo. La segunda razón, dice Paglen, “es que la vigilancia masiva crea un dramático desequilibrio de poder entre ciudadanos y gobiernos. En una democracia los ciudadanos se supone deben tener todo el poder y los gobiernos se supone tienen los medios para que los ciudadanos ejerzan ese poder. Pero cuando tú tienes un Estado vigilado, el Estado tiene todo el poder y los ciudadanos muy poco. En una sociedad democrática debes tener un Estado con el máximo de transparencia y el máximo de libertades civiles para los ciudadanos. Pero en un Estado vigilado, exactamente lo opuesto sucede”. Paglen arguye que las operaciones de vigilancia deberían tener procesos y políticas accesibles y transparentes, como si fueran bibliotecas públicas. “No tenemos ningún control sobre la comunidad de inteligencia”, añade. Precisamente con el objetivo de transparentar muchas de esas operaciones de espionaje y vigilancia, Paglen realizó una instalación artística con los nombres en código que utilizan las agencias del gobierno de EU para vigilar a los ciudadanos (Code names of the surveillance state), instalación que fue proyectada, por ejemplo, sobre las fachadas de edificios públicos en Londres. Dicha instalación está compuesta por más de 4 mil nombres en código empleados por la National Security Agency (NSA) y la Government Communications Headquarters. Los nombres codificados fueron proyectados sobre los edificios para que todo mundo los viera. Dichos nombres

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Guántanamo La base militar que EU posee en Cuba fue utilizada como plataforma para el programa clandestino de “extracciones”.

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ciertos, como muestra la foto del perímetro de la base en Groom Lake, en la que se observa un cartel de advertencia: “No pase, área restringida. No pase más allá de este punto. Prohibido fotografiar”. Al fondo, en la foto, se vislumbra un vehículo desde el cual agentes armados observan a Paglen, listos a intervenir en caso de que cruce la raya. La misión de Paglen, ubicar en el mapa el mundo secreto de la vigilancia y espionaje gubernamental que nos circunda, es en realidad una continuación del trabajo realizado por Edward Snowden, quien reveló al mundo las dimensiones del espionaje llevado a cabo por la NSA a nivel planetario. Espionaje cotidiano a través de las orejas de la red Echelon, de la presencia de cámaras por doquier en las ciudades y megalópolis del orbe y de programas de espionaje como el Prism, Tempora, Mystic, Xkeyscore, Bullrun y Edgehill a celulares, tabletas, computadoras y otros objetos de uso personal que contienen datos privados de los ciudadanos. Como remarca Paglen, mucha de esa tecnología doméstica que hoy utilizamos es también intangible y añade empoderamiento a esas compañías que están encima de nosotros y contribuyen a nuestra pérdida de poder como ciudadanos.

Precisamente en 2013, en la parte más agreste del desierto texano, a temperaturas a las que bulle la sangre, Trevor Paglen consiguió fotografiar la llamada Space Surveillance Network, una colección de radares extremadamente poderosos con capacidad de detectar a un objeto de tres pulgadas a 30 kilómetros de altura. Paradójicamente, explica Paglen, no hay mucho que ver más allá de la reja y de algunas construcciones a ras del suelo con formas de zigurats. Recorriendo cientos de millas en el sureste de la aridez texana, muy cerca de la frontera con México, Paglen dio con dicha instalación militar en las inmediaciones de un lugar llamado Lake Kickapoo. Cubierto de polvo, literalmente de pies a cabeza, y con el sol quemándole la piel y las retinas con su incandescencia de fuego en el cielo, Trevor Paglen ubicó al más poderoso sistema de antenas que cubre al planeta de ondas invisibles y al espacio, en la búsqueda de inteligencia extraterrestre y de satélites de otras naciones. Las fotos de Paglen retrataron un cielo color de fuego, en el que se pierden, invisibles, las ondas que escudriñan las nubes y se extravían en el infinito.


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