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Crónica de un viaje no realizado

A Francisca.

A estA horA, en este presente imaginario, ya estaría entre tus brazos a tu convite de empanadas, plátanos fritos y jugo porque en tu humilde esas líneas de memoria —ahora tan pronunciadas— se desvanecerían en

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detendría el flujo de olores que percibo de la casa para verte tan sólo colándose entre las ventanas; el vapor de las hojas de laurel, que mana de pequeño libro se abre camino entre tus manos y el rosario de madera con temprano por la mañana, te desplazas lentamente hacia la ofrenda que las velas, una a una, que de pronto alumbran la presencia de quienes ya flores y frutas, manteles viejos y una pila de medicamentos porque tus

discurso del tío, comer las uvas correspondientes a los doce deseos, la progreso y perfeccionamiento: cada año debemos ser mejores; cada recuerdan lo cíclico, para hacer más llevadera nuestra existencia, porque la muerte, sino esferas complejas, caóticas y con necesidad de renovarse

kilómetros de pavimento en busca de mi infancia, cuando nombraba a

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