Revista ágora digital n 5 ii parte homenaje a antonio machado 26 de julio 2014 edición electrónica d

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ÁGORA EDICIÓN ELECTRÓNICA DE ÁGORA-PAPELES DE ARTE GRAMÁTICO

N.5 Nueva colección Año I Verano 2014 / Parte II Número doble especial 4-5 ANTONIO MACHADO


ÁGORA DIGITAL ÁGORA-PAPELES DE ARTE GRAMÁTICO EN EDICIÓN ELECTRÓNICA

PORTADA: BERTA MESA CUJEAN

CONSEJO EDITORIAL Y REDACCIÓN: ANNA ROSSELL, DIONISIA GARCÍA,

FRANCISCO JARAUTA, FRANCISCO JAVIER DÍEZ DE REVENGA, JOSÉ LUIS MARTÍNEZ VALERO, ANDRÉS SALOM.

COORDINA: PEPA MUÑOZ COMUNICACIÓN: BEATRIZ MONTERO DEL AMO DIRIGE: FULGENCIO MARTÍNEZ

Este y otros números de Ágora digital los puedes leer y descargar en: http://es.calameo.com/accounts/2827296 Los textos han sido publicados también en el blog diario de Ágora digital: www.diariopoliticoyliterario.blogspot.com EDITA: Taller de Arte Gramático Depósito Legal: MU-0195-1998 ISSN: 1575-3239 Email: agoradeartegramatico@gmail.com Los textos publicados en Ágora son inéditos (salvo indicación expresa) y su copyright, así como el de las ilustraciones que sean originales, es propiedad de sus autores. Ágora no se responsabiliza de las opiniones expresadas por ellos. EL TITULO, DISEÑO Y CONTENIDOS DE ESTA REVISTA ESTÁN PROTEGIDOS LEGALMENTE: LOS TEXTOS Y LAS ILUSTRACIONES ORIGINALES NO PUEDEN SER REPRODUCIDOS EN OTRO MEDIO SIN LA AUTORIZACIÓN DE LOS AUTORES DE LOS MISMOS.

Caesar non est supra grammaticos


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PRESENTACIÓN ANTONIO MACHADO (Sevilla, 26 de julio 1875- COLLIOURE, 22 DE FEBRERO 1939)

En la entrega anterior publicamos la primera parte del homenaje de ÁGORA a Antonio Machado. Recordamos al poeta sevillano al cumplirse el 75 aniversario de su muerte. Ahora, con esta nueva entrega del especial Primavera-Verano 2014, celebramos el nacimiento del que es uno de los más grandes escritores y filósofos en lengua española. Hemos pretendido que coincidiera la fecha de publicación de esta segunda parte con la efemérides del nacimiento del poeta un día como hoy: 26 de julio. Nuestro agradecimiento a los autores (poetas, críticos, artistas, profesores) que han acudido a nuestra cita con el poeta. Ahora, está en tus manos, lector, y en tu corazón, acudir al diálogo.


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SUMARIO

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SUMARIO PORTADA: Berta Mesa Cujean 5 HOMENAJE A ANTONIO MACHADO. Parte II 6 8 10

1/ POEMAS EN HOMENAJE A ANTONIO MACHADO Luis Alberto de Cuenca: El regreso de los cazadores (inédito, 2013) Hilario Barrero: Tesoros ocultos/ Área wi-fi David Pujante: Soneto burlesco y perezoso...

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2/ ENSAYOS Fulgencio Martínez: Una gramática para leer Juan de Mairena

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3/ TEXTOS MAGISTRALES Antonio Gracia: El secreto Ricardo Hernández Bravo: Seis poemas inéditos de La piedra habitada Agustín Calvo Galán: Vendimiador / Poema visual Toni Quero: Nirvana.

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4/ DIARIO DE LA CREACIÓN Poema visual de Agustín Calvo Galán Ulises Varsovia (Chile): De Canciones silvestres: Te cantara/ Canción silvestre Juan Tomás Frutos (España): Un beso Luciana Salvador (Argentina): Voy a comerme tus ataduras/ Reflexiones de Andrea.../ Somos amantes Nicolás Corraliza (España): El tiempo de la escafrandra/ Letargo / El silencio de las imperfecciones Alba Estrella Gutiérrez (Argentina): Es la hora exacta/ Un buzón de esquina enamorada

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5/ BIBLIOTHECA GRAMMATICA Francisco Javier Díez de Revenga: Los desengaños, de Antonio Lucas

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CRÍTICA DE ANNA ROSSELL EN BIBLIOTHECA GRAMMATICA . Novela y ensayo en lengua alemana traducidos Lenz, de Georg Büchner. (“Lenz, entre el grito y la acusación”) El Anticristo, de Joseph Roth. (“Una premonición de actualidad”) El vell rei a l'exili, de Arno Geiger. ((“Crisis como oportunidad”) . En versión original (libros aún no traducidos) Herr Adamson, de Urs Widmer. (“Una novela con encanto”)

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LA TENTACIÓN DE LEER. NOVEDADES LITERARIAS

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6/ UT PICTURA. GALERÍA DE ARTE GRAMÁTICO: Berta Mesa Cujean


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HOMENAJE A ANTONIO MACHADO II PARTE


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POEMAS EN HOMENAJE A ANTONIO MACHADO

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Homenaje a Antonio Machado/1. POEMAS

LUIS ALBERTO DE CUENCA EL REGRESO DE LOS CAZADORES

Qué sensación de vida. Estáis cazando

durante toda la jornada, mientras el hechicero de la tribu pinta en la roca las piezas que vosotros cobraréis en el bosque milenario. Cuando llega la noche, la labor se interrumpe, relumbran las antorchas y volvéis al hogar, donde os esperan los viejos, las mujeres y los niños que dan sentido a todos vuestros actos. Cuando entráis en la aldea, se os recibe con gritos entusiastas de alegría, porque lleváis a cuestas el remedio contra el hambre, el amparo contra el frío. Y después de cenar os sentáis todos alrededor del fuego protector a oír cómo el chamán cuenta las gestas del héroe primigenio de la tribu, los mitos etiológicos que tratan —en vano— de explicar lo inexplicable, y eleváis a la Diosa las preces colectivas.

Aiguablava, 19 de agosto de 2013

inédito


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luis alberto de cuenca

Luis Alberto de Cuenca

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Fuente: nosvemosenvelintonia.blogspot.com

Luis Alberto de Cuenca (Madrid el 29 de diciembre de 1950). Doctor en Filología Clásica y Profesor de Investigación del C.S.I.C. Dirigió la Biblioteca y fue Secretario de Estado de Cultura. Su libro de poemas La caja de plata recibió el Premio de la Crítica en 1985. Ha merecido también el Premio Nacional de Traducción, en 1989, por su versión del poema latino medieval Cantar de Valtario. Entre sus últimos títulos de poesía se encuentran Sin miedo ni esperanza (2002), La vida en llamas (2006) y El reino blanco (2010). Hay varias selecciones de su obra: en Visor (Los mundos y los días), y en Renacimiento: Su nombre era el de todas las mujeres (antología de poemas de amor) y Por las calles del tiempo, que recoge una muestra amplia de su trayectoria desde 1979 a 2009.


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POEMAS EN HOMENAJE A ANTONIO MACHADO

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HILARIO BARRERO

TESOROS OCULTOS

Entre tanto desorden de matices,

óleos mediocres de la escuela de El Greco, bargueños, platos, libros, vasijas, pergaminos, y un frío de gusanos como el que vive dentro de un panteón junto al joven portero que esperaba impaciente a que fueran las dos para cerrar la sala, una barra de pan recién cocida se enfriaba tierna de claridad como si Zurbarán acabara de entrar al refectorio y fuera a bendecir a la Pintura.


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hilario barrero

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AREA WI-FI ("Gran Café", Instituto esquina Munuza, Gijón) Para Mari Carmen y Gregorio, amigos de Gijón

Predominan mujeres maquilladas un poco con rutina, viejecitas que tiemblan, solteras resignadas, todas muy elegantes Un viejo calvo, solitario, de cuerpo delicado hojea lentamente la prensa matutina, ya pasada. Es un café como el salón de un barco, un poco a la deriva, con espejos oscuros, sofás de terciopelo, viejas fotografías de la playa y cuadros art decó, mentidero cubierto, soportal provinciano. Entre el frágil murmullo de las conversaciones, las miradas perdidas, los suaves movimientos de la gente y el ruido de las copas y de las cucharillas un joven sucio, rapado y mal vestido, de cuerpo deslumbrante, conecta con la virtualidad, ensimismado frente al ordenador de espaldas al mundo real que le rodea en un café del siglo XIX. Gente que a través de los grandes ventanales ve pasar la vida cada tarde como la vieron ayer y la verán mañana. Historias repetidas que esperan resignadas que deje de llover.

Hilario Barrero vive en Nueva York desde 1978. Es doctor por la Universidad de la ciudad de Nueva York. Ha enseñado español en la Universidad de Princeton y en la actualidad es Profesor titular en BMCC (Borough of Manhattan Community College) de CUNY, (City University of New York. Ha publicado los libros de poesía In tempore belli (Verbum, 1999), Agua y Humo (Cuadernos de humo, 2010) y Libro de familia (El Brocense, 2011). Es autor, también, del libro de cuentos Un cierto olor a azufre (Libro de Notas, 2009).


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POEMAS EN HOMENAJE A ANTONIO MACHADO

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DAVID PUJANTE SONETO BURLESCO Y PEREZOSO (POR SIN RIMA) A PETICIÓN DE AMPARO SANDOVAL, LIBRERA INSIGNE DE VALLADOLID

¿Escribir de la niebla incontinente? ¿De los vientos que tumban cuando pegan? ¿Escribir de las noches sin termómetros, rotos todos de extremo bajo cero? ¿Escribir de este clima sin cobijo? ¿De la infinita estepa de su invierno? ¿Del desencanto de sus primaveras? ¿Del calor de hoja seca en el verano? Ni siquiera la bella cencellada, en el empeño de lo escaso, es lírica. Dejé aquí de creer en don Antonio, que mintió tantos versos de Castilla. ¿Y he de escribir poemas de esta tierra? ¿Qué me pides, Amparo? ¡Es imposible!

David Pujante nació en Cartagena (1953). Es autor, entre otros libros de poemas, de La propia vida (1986), Estación marítima (1996) y La isla (2002). Hay una antología de su obra poética hasta 2013 en la Editorial Regional de Murcia (Ediciones Tres Fronteras), con el título de Itinerario. Después de diez años de silencio editorial, publicó en 2013 Animales despiertos (Ed. Renacimiento). Ha publicado, además, varios libros de traducciones: Antinoo, Fernando Pessoa (1985; reedición de 2014 en Salto de Página); Sonetos venecianos y otros poemas, August von Platen (1999). Y es autor de obras de teoría y crítica literaria: De lo literario a lo poético en Juan Ramón Jiménez (1988), Mímesis y siglo XX (1992), El hijo de la persuasión (1996 y 1999), Un vino generoso (1997), Manual de retórica (2003 y 2006), Belleza mojada. La escritura poética de Francisco Brines (2004).


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ensayos en homenaje a antonio machado

Homenaje a Antonio Machado/2. Ensayos

UNA GRAMÁTICA PARA LEER JUAN DE MAIRENA Por Fulgencio Martínez

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1. PLURALIDAD DE CONTEXTOS EN LA OBRA

Es

inaudita la complejidad de este texto. Su originalidad y el despliegue genial de la recursividad literaria lo acercan -en nuestra opinión- a los Diálogos de Platón: a textos platónicos como Banquete, República o Timeo, por ejemplo: este último estudiado por Jacques Derrida, en Khora, como paradigma de un discurso infinitamente elíptico, del "espesor del texto", irreductible a un "resumen" en unas tesis o sistema de ideas adjudicables a "Platón". De manera análoga, en el texto de Antonio Machado Juan de Mairena -publicado en su primera parte en 1936, y completado con otra segunda que recoge artículos de los años 1936 (ya en período de la "guerra"), 1937 y 1938), se debe tener en cuenta, a la hora de extraer unas conclusiones, la literariedad de la fuente, que no es índice tan solo de un recurso expositivo (neutro o simplemente didáctico) de la filosofía de Antonio Machado; sino, más bien, de una voluntad filosófica de presentar un pensamiento complejo, oblicuo a veces, "diseminado" en perspectivas, voces complementarias u opuestas. Las voces del texto son, fundamentalmente, tres: la de Juan de Mairena, la de su maestro Abel Martín, metafísico idealista, y, no finalmente, sino entre estas voces, la de "Machado", o la del "narrador" que escoge, selecciona, y a veces comenta el pensamiento de estos; y no solo teniendo, por referencia, el "contexto" o recurso principal creado por la "ficción", que es la "clase" de Retórica y Sofística que imparte Juan de Mairena (fuera del horario oficial del instituto, a alumnos adolescentes, discípulos y a la vez compañeros en el aprendizaje del correcto pensar, sin el cual no se puede escribir ni hablar bien). En la obra se hallan otros dos contextos que creemos superpuestos y más fecundos filosóficamente: el contexto de lo "actual" en el tiempo y la inquietud humana e intelectual de Machado, el autor, al fin, del libro; e, incluso, por bajo los dos contextos anteriores, el contexto del "diálogo" mismo como búsqueda en común de la verdad, acorde con el concepto socrático de "filosofía". El primer contexto del aula -o sus contextos análogos de la "conferencia", la "tertulia" provinciana - ha sido destacado por los comentaristas de Juan de Mairena como un acertado recurso literario y filosófico para vivificar y hacer fluido el género en prosa del "ensayo", género tendente a ser monocorde y falto de viveza literaria, como reproductor de un "monólogo" más que de un diálogo vivo donde se busca en común la verdad, o donde se asiste al camino del pensar a través de dudas y certezas provisionales. Quizá, no haya sido resaltado lo suficiente, sin embargo, el otro contexto referencial de la obra, que es, en cada caso, la actualidad, no solo histórica (del momento de la España del tiempo de Machado, y de Europa) sino del itinerario intelectual del propio Machado, de sus lecturas, inquietudes y atisbos filosóficos. Un leve recurso actualizador


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-"lo que hubiera dicho (o pensado) Mairena"-le sirve, en muchas ocasiones, a Machado para traer delante el contexto principal, actual, de la obra, y para introducir Machado o bien solo la reflexión de Mairena o de Abel Martín (reparemos en que al escoger la situación actualizadora o evocadora de dicha reflexión ejerce, ya de por sí, una selección la voz tercera del Machado-narrador), pero, más a menudo, para acompañarla de una matización o valoración irónica o también, a menudo, por el contrario, intensiva en sus connotaciones actuales -por ejemplo, en lo referente a los aspectos éticos, en la reflexión sobre la cultura, los valores de la justicia, la paz, lo comunitario, en los que se escucha casi nítida la voz del buen Antonio Machado. Así, creemos que el contexto principal -intencionalmente, que es lo que más nos importa desde el punto de visto filosófico- es ese mencionado contexto "actual" -acorde con la metafísica temporal de Mairena y del propio Machado-. (Machado es un pensador de su tiempo, en su tiempo. Solo esa condición realiza la esencia del filósofo).

2. LA REFLEXIÓN METAFÍSICA COMO UN DIÁLOGO CULTURAL SITUADO

La dimensión actual de esa referencia es interesante también seguirla en lo relativo -como hemos dicho- al itinerario intelectual de Machado, lo que nos abreviará la casi imposible tarea de presentar el contexto último de la obra como "diálogo" socrático-filosófico. El texto está vinculado a los crecientes intereses y lecturas filosóficas iniciadas por Machado ya en su primer viaje a París, a principios del siglo XX, y reanimadas por su nuevo contacto en 1911, como oyente, con la filosofía de Henri Bergson. Creemos que el itinerario filosófico machadiano (más amplio de lo que cabría suponer de un poeta "solo intuitivo") que incluye lecturas en profundidad y, sobre todo, pensamiento y asimilación de lo leído (más importante, en filosofía, que la extensa y a veces superficial erudición) acercan a Machado a un pensador tan poco profesional como Nietzsche, en cuanto a dominio de las artes filológicas de la lectura y el pensamiento pausado, selectivo, acerca de las principales obras filosóficas. Si tuviéramos que resumir en unos pocos nombres los hitos del itinerario filosófico de Machado serían estos: Bergson, Kant, Nietzsche, Heidegger, Marx, junto con Sócrates y Jesucristo, dos figuras que ocupan un lugar aparte, siempre por delante como "maestros del pensamiento" occidental, como diría Karl Jaspers. Se ha resaltado, creemos, poco, aquellos autores como Marx que aportan a Machado un elemento de reflexión en cierto modo antitético a la raíz de sus convicciones metafísicas y éticas. Pero, creemos que es necesario resaltar dicha presencia dialéctica, sobre todo, en el último Machado de la segunda parte de la obra Juan de Mairena.


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Pensadores españoles como Unamuno le aportan una voz que contrasta o estimula la reflexión machadiana-maireniana; en su acercamiento al existencialismo heideggeriano, Bergson, pero también la lectura de Unamuno abren a Machado una capacidad de comprensión inusitada, si tenemos en cuenta, como se ha documentado, que Machado no leyó directamente la obra principal del primer Heidegger, Ser y Tiempo (1927), sino el manual de Gurvitch Las tendencias de la filosofía alemana actual, texto que sirvió a don Antonio para reflexionar sobre las nuevas ideas de la filosofía alemana y, sobre todo, de Heidegger, tal como expone el filósofo español, por boca de su apócrifo profesor de Gimnasia, en el capítulo LXI de la segunda parte de Juan de Mairena. Recordemos que "ese filósofo español" era, también, oficialmente, un profesor de instituto de Francés, consciente -ya en los años 30 del siglo XX- del papel que necesariamente habían de desempeñar los intelectuales. No confundamos -como pide Mairena- al intelectual con el "pedante", ni asimilemos al erudito con el hombre de ideas o intelectual cuya "misión", en términos orteguianos, había de ser "estar a la altura de las circunstancias" de su tiempo y de su país. No extrañe, entre estos juegos de ironía y paralelismos incluso biográficos, que un intelectual español se esfuerce por estar a la altura de los grandes debates filosóficos de los años 20 y 30, que no son otros que la asimilación de un pensamiento en cierto modo depresivo, posbélico, como el anunciado por el "existencialismo" del primer Heidegger, y un pensamiento "revolucionario", de algún modo "salvador", éticamente ilusionante, como el representado por el marxismo, aunque este, según la reserva crítica de Machado, aporta esperanza a costa de un lastre de elementarismo. Los debates culturales, sociológicos, ya iniciados en la primera década del siglo XX, tras la primera Guerra Mundial, en torno a la cultura y "decadencia de Occidente", por O. Spengler y los epígonos de Nietzsche, y, sobre todo, el debate en torno al hombremasa, el último hombre nietzcheano o el Man de la existencia inauténtica, para Heidegger, en tono apocalíptico o descriptivo-sociológico, según el viento de la polémica, se proyectaron en España a través de los artículos contemporáneos de Ortega y Gasset, y libros de este filósofo como La rebelión de las masas (1929) -y más aún, de más calado para el ámbito poético de Machado-, La deshumanización del arte (1925), abordaron ese paisaje nuevo social donde predominaba el hombre-número, la cantidad meramente física de lo humano, esa nueva fuerza que ponía en peligro la vieja cultura (según unos análisis apocalípticos), o que era signo terrible de una nueva cultura -- por tanto, se suponía muerta la vieja cultura europea. Esa posición ambigua ante el nuevo hombre-masa de la sociedad del siglo XX posbélica, pende en los análisis no solo de Ortega y Gasset sino también de otros pensadores alemanes, como Ernst Jünger, que lo asimila al nuevo rostro de la técnica y del trabajo, al trabajador sobre el que tanto el comunismo como el nazismo sentarán sus bases. El mismo Heidegger, en sus análisis existenciarios, se aproxima a dicha ambigua posición al deslindar una existencia auténtica de otra inauténtica relativa al Man. De algún


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modo, Heidegger procede, aquí, como Ortega en su reflexión sobre el nuevo arte deshumanizado de las vanguardias; ambos filósofos se asoman al abismo de la elementariedad y la barbarie, lo absorben en lo que tienen de empuje y verdad epocal (pues el arte de vanguardia, selectivo, minoritario, también tiene un fondo elemental, bárbaro, nihilista y lúdico que lo acerca a su tiempo y a su época desvinculada de una cultura tradicional superior; y del mismo modo la existencia auténtica, en Heidegger, la resolución y libertad del hombre auténtico que asume el sentido de la muerte en la propia vida como una última afirmación de dignidad análoga, en cierto modo, a la estoica, se recortan sobre la muerte y el absurdo de las existencias cotidianas de los hombres sacrificados como carne de cañón en las guerras mundiales o en el servicio maquinal a la empresa del capitalismo que maquiniza al ser humano). Se trata, en todo caso, de "salvar" un depósito de cultura y de valores humanos "auténticos". (La vinculación de la filosofía del primer Heidegger con el arte de las vanguardias ha sido puesta de relieve por Adorno y, siguiendo a éste, por Giani Vattimo). Minorías frente a masa, existencia auténtica frente a inauténtica. Contra este error -como también lo creemos nosotros- Machado está alerta, y por boca de Mairena insistirá en mirar al otro campo, es decir, al pueblo, sin dejar nunca Machado-Mairena de denunciar la asimilación interesada del hombre-masa con el pueblo y de señalar y de argumentar filosóficamente su rechazo del cinetismo y de otros síntomas preocupantes que afloran en el hombre, masificado y deshumanizado. Juan de Mairena llegará, incluso, a decir (volviendo absurdo el argumento elitista al darle la vuelta) que los únicos valores aristocráticos son los del pueblo. El pueblo tiene un sentido superior de la existencia; incluso en la filosofía, en el arte, y en la literatura, todo lo que no es pueblo es pedantería y amaneramiento. La cultura popular expresa y se radica en valores profundos, filosóficos -en esa convicción "castellana" de que nadie es más que nadie; o dicho de otro modo: en que no hay valor más alto en un hombre que el de ser hombre. El pueblo tiene señorío, sus valores genuinos expresan el señorío -no el señoritismo, que es decadencia-. Así, pues, lejos el pueblo de ser representante de un moral de esclavos o del rebaño -como los epígonos de Nietzsche-Zaratustra pregonaban. Y más motivo filosófico encuentra Machado en la deshumanización del hombre que en la exquisita "deshumanización" del "arte" que, según Ortega y Gasset, respondería a un afán de recuperar autonomía por parte de un arte selectivo, rescatado de las turbas destinadas al mal gusto y la delectación en la reproducción vulgar, elemental, de la vida. A ese valor propio, metafísico y humanista, que adjudica Machado al pueblo, se suma su confianza en que este es el destinatario y el protagonista de la cultura. Además, el cifrar en el pueblo los valores del futuro, la fraternidad, como valor humanista estimulante de una justicia siempre en construcción futura, desde el mismo presente, desde el tiempo real. Pero, el tema del amor fraterno es también, metafísicamente, uno de los itinerarios posibles a la conciencia integral de lo real, una salida, en fin, del "infierno" del solipsismo.


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¿Por qué la esperanza (al menos) del amor fraterno se ha de asociar con el pueblo, y no tanto con una minoría culta, elegida, ni siquiera con un "pueblo" elegido, como el hebreo (lo que siempre reprocha Machado a la cultura bíblica), y ni siquiera -fijémonoscon una porción de pueblo o clase elegida: el proletariado, sujeto de la praxis revolucionaria y de la nueva cultura supuestamente proletaria, radicalmente otra frente a la vieja cultura burguesa o tradicional?

Para Machado, no hay, en primer lugar, adanismos en ningún ámbito, y menos en la cultura o en la filosofía. El arte de las vanguardias se creyó, en los años 20, rupturista respecto a la tradición, pero solo recogía un aspecto de la ola que suele venir después de toda catástrofe: la parte que limpia y se lleva lo viejo. Sin embargo, no daba cuenta de aquello que trae también siempre la resaca de esa ola, la tradición o continuidad de cultura. El pensamiento, igual que el arte y la cultura en general, necesita, dirá Machado, que aparezca de vez en cuando el huracán, a falta de una buena poda cuidadosa, para


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despojar el árbol de hojas ya sin savia. La savia se regenera a través de esas crisis culturales, históricas, en cierto modo terapéuticas. No hay, pues, un sujeto artístico, una vanguardia de minorías que tenga un papel metafísico autónomo; esto vale por decir, que no hay existencia auténtica fuera de la existencia humana de todos, de los otros, de la comunidad humana, que éticamente habría de regirse por los valores de justicia y fraternidad. En todo caso, aunque no lo adviertan, los artistas de vanguardia están haciendo un papel metafísico, ontológico, que les otorga el pueblo, la comunidad cultural y lingüística. Machado llega a afirmar, con modestia, que él es solo un folklorista, un pensador que bebe en las aguas del folklore popular, entendido bien que cultura o folklore popular es el pensar, el habla viva y la convicción metafísica profunda que subyace -Unamuno diría: intrahistóricamente- a las manifestaciones etnológicas. Incluso, siguiendo con la modestia machadiana-maireniana, pero con tono de profunda convicción y seguridadMachado afirma que toda gran filosofía es popular, incluso en su expresión e intuición profunda y mejor: la caverna de Platón, el río de Heráclito, la esfera maciza de Parménides, la paloma de Kant, el molino de Leibniz, el azucarillo en el vaso de agua de Bergson: las grandes imágenes del pensamiento filosófico que hunden sus raíces en una sabiduría imaginativa, poética y... folklórica. Y, ahora, a la pregunta que hicimos arriba: ¿por qué el pueblo y no la minoría culta tiene el crédito moral y metafísico que le otorga Machado? No porque sea depositario de valores eternos, ni expresión de un humanismo -que es siempre un concepto histórico, y variable según de qué humanismo hablamos: el relativista democrático de Protágoras; el cristiano o estoico, el renacentista aristocrático; el kantiano burgués, basado en la autonomía moral y en el respeto a la libertad individual; el positivista o marxista basado en el dominio del trabajo y la técnica; el existencialista de Sartre, proyectado en la libertad del para sí o conciencia frente al en sí inerte, en la capacidad de elegir aún en el extremo de la no elección, frente a la muerte y la existencia que precede a la esencia humana, o el "humanismo" antihumanista heideggeriano o más bien antihumanismo del Zaratustra de Nietzsche, que quiere pasar por encima del último hombre, de la existencia inauténtica, para afirmar los valores del superhombre, es decir, del hombre por fin auténtico, realizado en su esencia. De esos conceptos de humanismo, donde se deslizan, como se ve, ambigüedades y contradicciones dentro del mismo autor, ya que tan pronto se ve el humanismo como apertura del hombre a una dimensión creativa abierta de la existencia, como se concibe el humanismo como tarea asociada a la realización de una esencia atemporal que es desvelada por fin en la historia. Machado-Mairena procede con más tiento. Creemos que sus dos polos de reflexión- el pueblo, ya señalado- y por otro lado, Cristo -el cristo de Machado, que representa lo humano en su expresión más fraterna- son un recurso del pensador sevillano para no caer en las paradojas del humanismo.


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De ahí que no estemos de acuerdo con Pedro Cerezo en llamar humanista su lectura de Machado. Esa etiqueta por un lado quiere llamar a tomar en serio el pensamiento filosófico de Machado pero se trae a falta de otra etiqueta que case con la tópica filosófica, y que se pueda adjudicar a Machado. Nosotros creemos, siguiendo a Derrida, que es precisamente ese un mérito del pensador Machado: su carácter inexpunable a las etiquetas, y mucho menos, a una etiqueta tan manida y ambigua como humanismo. En nombre del humanismo y los derechos humanos, hoy sabemos cuántos sacrilegios se han cometido.

Un síntoma de ese no saber qué hacer con Machado -y que dice mucho de su cualidad misma de pensador y filósofo- es la recurrencia -en el mismo libro de Pedro Cerezo, Palabra en el tiempo (donde por otra parte se hace un análisis profundo e iluminador de los motivos y símbolos del pensamiento del poeta y de sus apócrifos así como se pone "de resalto" -que diría Mairena- la lógica inmanente de la reflexión machadiana), al latiguillo: "esto que dice Machado quiere decir expresado en términos filosóficos". Es ese un síntoma descaminante -seguimos con expresiones apócrifas"--, la recurrencia en los comentaristas al latiguillo profesional [1]... Como si el lenguaje y la expresión propia de Machado no fueran ya filosóficos y necesitaran un bautismo ritual en las aguas terminológicas de la filosofía para ser considerados pensamientos filosóficos. ("El tono lo da la lengua," - escribió Machado en uno de sus "Proverbios y cantares" de Nuevas canciones -"ni más alto ni más bajo; / Sólo acompáñate con ella"). El estilo de un pensamiento se acompaña de la propia lengua, que hace el pensador suya de manera radical y casi indescernible de sí mismo, hasta hacer de esa compañía del idioma, con su historia y caudal de experiencias, un estilo de pensamiento propio. Pensemos en un término usado por Mairena como descaminante, o descomedir, verbo hoy apenas usado, o solo como adjetivo: estuvo descomedido, o sea, fuera de razón o medida común, puede interpretarse en varios sentidos del prefijo des-: 1, des- con significado de fuera, privativo, o, 2, con significado reversivo, de in-versión de una acción anterior; incluso, 3, como un des- intensificador que aparece en términos como "deslumbrar". "Descomedir", compuesto que, además del prefijo des-, incluye el prefijo co-, de "común", agregado a su base verbal, "medir", puede entenderse como: salir fuera de la medida común, invertir esa medida, o sea, pensar a la contra; o bien, intensificar la medida. Propone un término filosófico. Sospechamos, asimismo, que la palabra nada, tal como la emplea Machado, no puede nunca dar, ni no dar[2], ni parangonarse con la nada de Heidegger; pero a favor de la nada martiniana. Nada implica un cero absoluto, una pizarra negra o blanca, un ver la corriente del ser tiempo que es el ser y verla en su totalidad como posible inexistencia, nada. Lo que más se le aproxima es el "nihil de fuego escrito", que en la visión agónica que precede a la muerte de Abel Martín asocia dos imágenes intuitivas de Heráclito, el río y el fuego heraclíteos. Pero, reparemos en que la "nada" del poema de Abel Martín -y en la que piensan Machado y Mairena - es una llama en cuanto está aun siendo llama que


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consume una casa, la madera, y nos deja ver algo que destruye. La nada es sombra, reverso absoluto del ser, dice Mairena, sombra de la mano de Dios, un cerrar por un momento las pestañas el ojo que todo lo ve. Porque, curiosamente, la nada implica ausencia de ser para una conciencia que ve o espera el ser y en el ser. No hay nada absoluta, nada para el ser. Esto es lo que introduce una cuña más profunda en la metafísica existencial. La otra cuña es el amor, o sea, la necesidad radical del otro para el ser mismo, la herida de la alteridad que afecta al ser mismo. Ambas cuñas se coimplican y corresponden. Pues la nada es el otro del ser, que es conciencia, pero el otro no radicalmente nada y otro, pues solo hay nada para una conciencia que espera algo; como solo hay dolor, fracaso del amor y fracaso existencial para la conciencia humana que espera la trascendencia en el otro. Esa espera de la conciencia le llama Machado, el corazón, usando la lógica de la expresión poética.

El fracaso es la prueba de humanidad, lo que nos hace hombres, así como la trascendencia está pillada por la herida de lo otro, por esa nostalgia infinita. MachadoMairena, a diferencia del metafísico prematuro que fue Abel Martín, recala -creemos con Abellán- en ese logro positivo. Una conciencia de lo humano es imposible sin la aventura de lo otro; por más que la ganancia final sea no el amor sino el conocimiento, el viaje -a esa Ítaca, como diría Kavafis- depara un hermoso aprendizaje: el de la comprensión de la bondad en la realización de la finitud humana, y comprendemos entonces qué significan las Ítacas. Porque Machado parte del hombre como caminante, un poco como el caminante de los senderos perdidos en el bosque de Heidegger; solo con una diferencia que es de perspectiva: el carácter abierto del medio simbólico de ese camino: el mar, para Machado (el misterio abierto); la espesura del bosque en Heidegger, que siempre tienta con situarse en una emboscadura. En ambos casos, estamos ante lo incierto, pero en Machado se acentúa lo abierto a la vez que la confianza en lo nuevo que se puede esperar más allá de nuestras convicciones escépticas y de nuestros pasos descaminantes: "confiemos / que no será verdad/ nada de lo que sabemos". Incluso el escepticismo ha de cuestionarse, ser radicalmente escéptico es cuestionar la propia duda para estar abierto a nuevos planteamientos. En Machado no hay posibilidad de un emboscarse subjetivo en un tipo de existencia auténtica, ni es dado al hombre trazar fronteras.(Nunca traces tu frontera/ ni cuides de tu perfil:/ todo eso es cosa de fuera. Escribe el poeta en otro de sus proverbios). El movimiento de abrir camino y rememorar el ser, del segundo Heidegger, sería, para Machado (si hubiera conocido esta reposición del filósofo alemán) una filosofía muy válida, como lo es la actual hermenéutica de Gadamer o de Vattimo. Ese recital continuo de interpretación... Pero a condición de no dar por sentado que se sabe ya la melodía, que se ha oído -o se ha revelado a un órgano de pensamiento privilegiado- la frase total. El sentido del ser.


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Escuchar cualquier fragmento de música -reflexiona Mairena- supone recordar, parar un instante el fluir de las notas y recortar o evocar -casi crear- una melodía en el órgano anímico y sensorial. No podemos oír música sin recordar y detener el fluir. La conciencia oyente se escinde en una parte que recuerda y detiene y otra que mantiene la escucha viva; como la conciencia pensante se bifurca en una conciencia-espejo que da representación objetiva, abstrae y mata lo vital, y otra conciencia que se adhiere a lo inmediato bergsoniano, que sigue la corriente espontánea. Esta conciencia intuitiva, a diferencia de la otra (pensante, objetivadora) está más cerca del ser, piensa Machado. No en tanto que la otra quede fuera del ser; sino porque el ser es, metafísicamente, uno y lo otro. Uno porque es unidad, continuum, que es recortado y parcelado por la conciencia pensante por medio de sus abstracciones, por un pensar homogenizador que secciona lo real con los esquemas a posteriori del espacio y el tiempo, que se han obtenido de lo común, fijado y abstraído de los lugares, cosas y acontecimientos- para Mairena, a diferencia de Kant, espacio y tiempo son esquemas objetivizadores (pero a posteriori, no a priori) que posee la razón lógica. Y, en segundo lugar, porque el ser uno es uno en tránsito siempre a lo otro, de algún modo su unidad se capta en las transformaciones de la alteridad. La conciencia vital, heterogeneizadora, cualitativa, hace más honor al ser uno-otro de lo real. Pero, además, el ser, para los apócrifos de Machado, es una mónada consciente, energía y actividad dinámica, al modo de la mónada de Leibniz; con la diferencia, respecto a este filósofo pluralista, que la mónada real no es plural sino una. Cualquier resto de pluralismo implicaría una división mecanicista, aconsciente, un atributo espacial-temporal homogeneizador en la conciencia mónada. Machado, sin embargo, concibe espacio y tiempo como recursos homogenizadores del pensamiento humano para someter a lógica el flujo real; por tanto, no pueden ser atributos esenciales de lo real previo a la representación pensante. Esto nos plantea, por un lado, una convicción que Machado-Mairena sostiene, incluso de la que hace una señal para superar cualquier caída en el nihilismo. Ser y pensar no coinciden ni por causalidad. Confiemos en que no será verdad nada de lo que sabemos. Pero, por otro lado, la desigualdad pensamiento y ser (cuyo contrario, la igualdad, fue el presupuesto de la filosofía desde Parménides) puede que no sea un problema insuperable, descaminante; incluso, a veces, puede tomarse como una seña de salvación de la desesperación, en el naufragio de la razón. En todo caso, Machado, en su concepción de partida del ser -radicalmente consciencia activa y continua, heteróclita, llena de sí, hasta el punto de ser una y una en la alteridad abierta que se abre ante sí rechaza con el espacio el tiempo, como si fuera éste un velo puesto en ella en un acto aparencial posterior, o sea, en el mismo pensamiento subjetivo, representador de fenómenos de la conciencia. El tiempo y el propio pensamiento subjetivo corren el peligro de ser vistos como epifenómenos ideales, casi irreales; al modo de ciertas filosofías


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hinduístas y budistas. Y lo que es también más ambiguo, no se entiende la importancia metafísica del tiempo en el pensamiento machadiano.

Las cinco formas de la objetividad Para un pensamiento profundamente estático [3], idealista, como el que profesa el maestro de Mairena, Abel Martín; en efecto, no solo ese tiempo de la conciencia sino la propia conciencia pensante es epifenómeno, o (como dice en su apócrifo libro De lo uno a lo otro), es una de las cinco formas de la "objetividad", entendiendo por "objetividad" -al modo kantiano- una construcción racional. Reparemos en que no solo se insinúa que la conciencia no es un dato último real, una realidad absoluta o incondicionada, sino que esta pretendida realidad absoluta no es tal, pues es inmanente a la conciencia. Del mismo modo, es también una forma de la objetividad, para Martín, o un "reverso del ser", como diría su discípulo Mairena, la conciencia espontánea, vital, que sería el nivel 1 de la objetividad, la planta más cercana al suelo de la corriente inconsciente, fluyente de lo psíquico, que implica una cierta noción de vida y estado de conciencia, por constraste con lo inerte, pero que no crea formas culturales, pensamiento, "telas de araña", que diría Nietzsche, suficientemente resistentes. El segundo nivel sería el yo, la conciencia del yo como cierta oscura unidad de autorrepresentación separada del fluir continuo de primer nivel, pero, aún, inseparable de ese continuo. Y aquella conciencia de sí misma, conciencia de conciencia, pensamiento y a la vez imagen objetivadora y consciente de sus imágenes, sería el tercer nivel de la objetividad, es decir, la razón. Machado discute y, por boca de Mairena, critica el sinsentido lógico que representa esa conciencia espejo, pantalla mágica que convierte lo representado en ella en objetivo, distante, pues, del continuo psíquico elemental; y que tanto es imagen como consciencia de una imagen: o sea, que, de forma lógicamente confusa, puede ser activa y pasiva, objetiva (desubjetivizante) y subjetiva (introspectiva, reflexionante, consciente de sus imágenes). Sería como una consciencia que lee (reconoce y piensa) los signos que escribe (objetivos, marcados en el papel). El ser humano solo puede hacer dicha lectura o bien empleando órganos diferentes (lee con ojos, escribe con manos) o bien, en el sistema Braille, leyendo con dedos que hacen de ojos lo escrito antes con dedos que hacen de manos). Parece que el homo sapiens ha llegado a la inteligencia y, quizá, antes a la conciencia, desde las manos (y los ojos, ambos órganos coordinados y lateralizando lo real en un primer esquema de representación lógica, "fijo" al menos porque parece irreversible, desde la misma posición determinada: ojos y manos señalan lo que está antes o después, a izquierda o derecha, enfrente o detrás, abajo y arriba. Otra especie, quizá, hubiera podido alcanzar el pensamiento desde otros recursos; quizá, a partir de otros tan "torpes" como las manos, los ojos. Incluso, los pies


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otorgan la base sólida, el firme que metáforicamente sirve de punto de apoyo al pensamiento y de medida afincada en la sólida tierra, y desde la cual "atreverse a pensar", al "sapere aude", es decir, a profundizar en las dudas y en las certezas, desvelando nuevas preguntas, nuevos territorios, y que nos permiten la marcha del pensamiento. Ya tenemos al homo erectus convertido en homo sapiens, pero hicieron falta varias partes del cuerpo humano para iniciar la inteligencia (por de pronto, manos, ojos, pies, y, según algún filósofo nietzscheano, naríz sobre todo: olfato fino, y según otros, también el gusto fino, un estilo y gusto por pensar y reconocerse estéticamente en formas culturales (diría Schiller, para quien el gusto estético abrió el camino de la cultura que nos separó de la barbarie y la animalidad). Ya tuvieron bastante oficio y empleo los cinco sentidos, que además eran necesarios para la subsistencia animal y el trabajo, desde el momento en que nuestros antepasados homínidos se pusieron a "pensar". Vamos a ver, ahora, como se construye la razón, tercera forma de la objetividad. Por medio de nuestro anterior excurso interpretativo queríamos significar que poner en duda la consciencia objetivizadora pensante es tanto como poner en duda el propio cuerpo, la objetividad más inmediata y elemental de "mi cuerpo", aunque solo sea por el hábito arraigado de asociar cuerpo y representación consciente, pensante. En el fondo, la intuición y punto de apoyo arquimédico de Descartes, el racionalista, "Pienso, luego existo" (Cogito ergo sum) viene a significar, pensado desde otro punto de vista, que puedo objetivar mi cuerpo, verlo desde fuera como "algo" desde mi existencia pensante. La existencia del cuerpo, afectada por el argumento escéptico del sueño, queda confirmada de esta manera oblicua. Mairena cuestiona la misma duda cartesiana como insincera, en tanto que (piensa el profesor de Gimnasia y retórica) quien tiene un método -y la duda cartesiana es metódica- sabe adónde va, prevee los pasos a dar, anticipa reglas de procedimiento; y porque, en último término, Descartes valida su intuición del "cogito", no por la duda, sino por su previa convicción físico-matemática de lo real, que es un supuesto metafísico al margen del escepticismo cartesiano. Mairena sostiene que hay que llevar el escepticismo hasta sus últimas consecuencias, sin partir de supuestos metafísicos, cuestionando también, en el proceso del dudar, a la propia duda, y, finalmente, quizá, reconociendo que nos encontramos como al principio, en los mismos supuestos, que ya dejan de ser tales y son reconocidos como "creencias", lo que hemos llamado "convicciones", es decir: algo que no se gana ni se pierde nunca, que viene de suyo con nosotros, o, como dice Mairena, magistralmente, una creencia no es aquello de que uno elige partir para pensar, sino aquello de que uno está obligado a partir, a tener en cuenta para pensar; es decir, que no puede pensar de otra manera -hay un grado de no libertad, y de necesidad lógica, en la "creencia". En cambio, las ideas -el pensamiento lógico, o sea, escéptico, es siempre algo que construimos con cierta libertad de elección, utilidad o gusto; a nuestra conveniencia, diría


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un pragmatista; y que, por tanto, según la lógica maireniana, pues es relativo, estamos "obligados" a cuestionar y revisar desde un escepticismo congruente. Llegados a este punto, atisbamos que por el lado de las ideas (que siempre han de verse con fenómenos y representaciones de otras ideas que pretenden ser inmóviles y definitivas) no alcanzamos ningún objetividad, fuera de las "formas de la objetividad" o "reversos del ser". La cuarta forma de la objetividad -seguimos al metafísico idealista Abel Martínes o supone un ictus sorprendente, como un pálpito de trascendencia, de olisqueo fugaz de otra realidad fuera del "solus ipse" de la conciencia objetiva, fabricada, como hemos visto, con tan trabajosos mimbres -los órganos corporales- a los que hemos sumado los esquemas de espacio y tiempo abstraídos, a posteriori, de la multiplicidad de lugares y objetos que los ocupan, y de los sucesos que con mayor o menor concordancia ocurren a la par que ellos: el sol se retira del horizonte al caer la tarde y comienza un tiempo o ritmo de la luz distinto al tiempo y ritmo de esta cuando el sol se encontraba en el mediodía y posición vertical en el cielo. Así, la mano saludaría el acontecimiento y lo acompañaría, junto a los ojos, diariamente, hasta alcanzar un esquema del tiempo como ritmo del ser que aparece (¿incluso, como el mismo ser, que subyace a las apariciones?). Luego, el pensamiento elaboró conceptos, lenguaje abstraído de la emisión instantánea de los sonidos, descubriendo analogías y diferencias, y nidificando unas palabras sobre otras hasta llegar a "conceptos supremos", ideas metafísicas, valores, "ídolos" - en el lenguaje del autor de Crepúsculo de los ídolos- que ya no estarían sometidos a la aparición y desaparición cíclica, como las cosas supuestamente exteriores, que se alternan en los ritmos del tiempo y en la uniforme distribución de lugares del espacio. Ya no serían ídolos como el sol o las estrellas, que sufren esa doble sumisión a un ritmo temporal exterior insoslayable y a un emplazamiento o "topos" exterior definido, aun para las "cosas más elevadas" por una invisible mano uniforme, niveladora y tirana que les otorga sus lugares respectivos. Esos conceptos residirían en otro plano, en otra "realidad" o substancia, la mente, la "res cogitans", de Descartes; incluso, en otro mundo, los más preciados y supremos; o sea, en el "kosmos noetós" platónico. El pensamiento celebra así su fiesta, su consumación. Pero un atisbo de lo otro le acechó, como a traición, y de pronto descubre como una nostalgia de alteridad para la que no le vale ninguna prenda "objetiva" anterior. Sería una objetividad de más alto nivel, pieza más alta de cazar: algo real fuera del pensamiento subjetivo, solipsista. Esa herida de la alteridad mantiene en guardia y vigilancia al pensamiento para no ceder a su propio encantamiento "objetivo"; en suma, es una "nueva meta", en el sentido de Nietzsche, un nuevo reto, una sospecha autosugestionada por el propio pensamiento-razón; o es otra cosa, real, con "motus" propio. De súbito, que surja en la raíz del mismo pensamiento no le avala como sincera


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llamada de la alteridad, de algo que llama desde fuera y viene a romper la cáscara del encantamiento solipsista. Podría tratarse de un nuevo encantamiento, más sutil. Estamos, como en la segunda Parte de "El Quijote", sospechando de encantadores e incluso de burlas de duques chuscos o de sirvientes de su juego de fantasmagorías. De todos modos, nos dice Mairena exponiendo el pensamiento de Abel Martín, esa orientación a la alteridad, esa escucha de la transcendencia está destinada, siempre, al fracaso. Produce, a la postre, autoconocimiento, sin embargo, cuando se acepta y se sigue su aventura. Pero, reparemos en una convicción que expresa Mairena-Machado, de distintas maneras en muchos pasajes de la segunda parte del libro Juan de Mairena: solo está vencido el que previamente tiene el sentimiento de fracaso; por tanto solo fracasa el que ya se siente fracasado. el que vence solo hace extraer esa consecuencia del autofracaso de los vencidos. Como vemos, también en esto se dirime una cuestión y una batalla lógica. El pensamiento no puede ceder a una trampa autoanalítica, ha de seguir abierto a esa alteridad que intuye. Pero es en la quinta "forma de la objetividad", el amor, donde se pone a prueba la verdadera objetividad. Parece que ya no se trata, aquí, de una ensoñación romántica, idealista, del otro; ni de la nostalgia de una realidad o mujer ideal, al modo de Bécquer o del Antonio Machado de su primer libro de poemas, Soledades (1903), reeditado y revisado como Galerías. Otros poemas en 1907.


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En esas galerías (o laberintos) del "alma" resonó un eco que quizá emitían las mismas "piedras" y "raíces" de la caverna del alma. Se perdió o se intuye como una presencia fugaz y "esquiva". Su ausencia puede ser "la luna" inspiradora del poeta. Incluso, delante de la presencia de una mujer real, de una amada posible, el poeta se retira a soñar en la ausencia de "Ella". Narcisimo, ensoñación, que son las cuerdas sonoras del solipsismo lírico del primer Machado y de buena parte de la poesía de su tiempo, y aun del siglo XIX, ese siglo, dice Mairena, básicamente subjetivazador, ensimismado en la conciencia burguesa individual y autosuficiente. Nada de un sentimiento abierto, solidario, de auténtica pasión y curiosidad por el otro real. Aclaremos, sin embargo, que en ese siglo XIX se gestaron los movimientos revolucionarios populares y los movimientos de la Comuna francesa, las ligas comunistas y anarquistas, las luchas reivindicativas sindicales, en fin, los movimientos que supusieron, en el siglo XX, revoluciones y también, en algún momento, esperanza colectiva de una sociedad fraterna, donde los impulsos altruistas prevalecen sobre los egoístas. Machado tiene una visión compleja de esa "parte" del ochocientos. Ve dominados esos impulsos, supuestos impulsos altruístas, por el pragmatismo; a veces los ve bajo cierto espíritu de resentimiento, al modo de Nietszche, y resume su reserva, ética, en una crítica a Marx por su apología de la producción, del trabajo como un fin en sí mismo y como encantador que introduce, bajo grandes palabras que hacen resonar los valores éticos de justicia y fraternidad en los oídos del hombre-masa, otra forma del viejo dominio patriarcal para el que el hombre es instrumento, medio, no fin en sí mismo. Machado, desde su educación krausista, y, en el fondo, kantiana, parte siempre de la dignidad del hombre; o, como un poeta contemporáneo del Machado de los años treinta, Miguel Hernández (quien no solo se acercó al comunismo, como hizo Machado, sino que lo abrazó de lleno desde una perspectiva crítica y verdaderamente marxista): el hombre no es un instrumento, sino un instrumentalista. "Ayudadme a ser hombre", pide Miguel Hernández en nombre del pueblo sometido a la incultura y a la explotación. Machado temía, siempre, que los valores más auténticos del pueblo -su señorío innato, su humildad, su sentido democrático y aristocrático de la condición humana, que recuerda aquella frase tan citada por Mairena: nadie es más que nadie, o, lo que lo mismo, no hay valor más alto que el de ser un hombre; pudieran ser abolidos en pro de una promesa mesiánica de rápido cumplimiento: la satisfacción técnica de los apetitos animales, que promete el maxismo, desviado de cualquier fin espiritual. Por tanto, amputando al hombre de su nativa insatisfacción metafísica. El amor es, para Machado, el único puente de acceso a lo real otro. La mujer (dice, en uno de sus poemas, Abel Martín) es en "anverso del ser". Pero, reparemos en que también afirma este mismo que "no dice nada contra el amor/ que la amada no haya existido jamás".


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El amor inventa la amada, para mantenerse en ese estado expectante que, al sentir su impulso, le ha dado a conocer el verdadero sentido de lo real, que está en la tensión amorosa de lo uno hacia lo otro, por tanto, que necesita de la alteridad; pues, en este nivel, se descubre "la esencial heterogenidad del ser". Es este un hallazgo sorprendente, verdadero. Es como una ley del ser, sorprendente en doble cara, pues además de ser ley ontológica describe una fenomenología psíquica "interesante"- se diría al modo nietzscheano o romántico. Descubre que el ser uno y el ser de cada uno no es tal hasta no descubrir su "intimidad" -es decir, hasta no necesitarla y recorrerla profundamente, lo que el pensador que sigue el lema socrático- délfico del "nosce ipse" ("conócete a ti mismo") realiza - de parecida forma a como el poeta se sume en el silencio de su alma para escuchar su yo y expresar con la palabra su verdad humana subjetiva y a la vez válida para otros hombres; pues no hay verdad humana, filosófica ni poética, que no parta de ese principio del buceo en el yo insobornable) --; pero dicho esfuerzo tiene como finalidad descubrir el "tú" esencial, ese "tú" que siempre acompaña al verdadero yo humano, íntimo. "Converso con el hombre que siempre va conmigo", dice Machado en su "Autorretrato", que encabeza su segundo libro de poemas, Campos de Castilla (1912). Y la sección de "Proverbios y cantares" de sus Nuevas canciones (1924): "No es el yo fundamental / eso que busca el poeta,/ sino el tú esencial".

3. CONCLUSIÓN

Es, por tanto, el diálogo con el tú esencial lo que importa seguir en el pensamiento filosófico -como en el poético.[4] Ambas formas de pensamiento tienen -a pesar de distinguirse por lógicas distintas- una matriz común y un "telos": el otro, que se manifiesta de forma esencial en el diálogo o conversación del hombre con su propia verdad humana. "Desde que somos una conversación" (Gespräch), "y podemos oír unos de otro", dice el poeta Hölderlin, el hombre se hace digno ante los eternos dioses. Ha construido el hombre finito un diálogo infinito que envuelve a los propios eternos dioses y a la naturaleza eterna, a los elementales de la tierra y el cielo. En ese "diálogo" juega un papel fundamental el hambre de la "verdad". La verdad pareciera uno más de aquellos conceptos supuestamente objetivizadores; sin embargo, si reparamos a fondo, la verdad, o su afán, pone en pie una dinámica de apropiamiento personal, de espectación, que se vuelve en primer lugar contra el encantamiento narcisístico y solipsista ("¿Tu verdad? No. La verdad. / Y ven conmigo a buscarla. / La tuya, guárdatela". "El ojo que ves no es / ojo porque tú lo veas;/ es ojo porque te ve". "Busca a tu complementario, / que marcha siempre contigo, / y suele ser tu contrario". "En mi soledad / he visto cosas muy claras / que no son verdad" (de "Proverbios y cantares", Nuevas canciones). La verdad implica una voluntad ética, honesta, de objetividad, que es la vez un viento metafísico que puede,


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como el huracán, arrancar capas de hojas inútiles, puede su afán de remover la fronda emprender una carrera escéptica y cuestionadora de todas las falsas seguridades y objetividades. Es la palabra madre de la filosofía. "Aletheia", que fue vista, en los albores metafísicos, con Parménides, como la presencia nuda del ser, del "ón" en que se ancló el pensamiento. Heidegger, tras la famosa "Kehre" de su filosofía, hace ver su fondo de abismo, de no fundamento, su condición delicuescente de ocultamiento-revelación, de no presencia y presencia, hasta el punto de que el "olvido del ser" no sería sino una de sus manifestaciones o signos presentes. Mientras siga el signo del olvido del ser, el ser habla. Para Machado-Mairena (y entramos en una zona de turbulencias) la verdad, o su afán, no solo impulsa a revelar el ser, sino también, y principalmente, la nada. Se ha dicho (cf. José Luis Abellán, Historia del pensamiento español, 1996, p.546) que en Machado hay una "me-ontología", o reflexión sobre la nada; además de una ontología, y solidaria con ésta. Ambas son originalísimas. Dios, el Dios de Machado, solo es creador de la nada -no del ser del mundo- y ha creado la nada para hacer posible el pensamiento humano. Pero, en este punto, no queremos abordar esos temas (míticos, en el fondo) sino en relación al juego que introduce la verdad en el diálogo entre el yo y el tú, intersubjetivo, y en relación al descubrimiento de la quinta forma de la objetividad, que se caracteriza como "verdadera" objetividad.[5] La verdad llama al hombre a abrir las puertas de la nada -o por lo menos, a llamar a esas puertas. No estamos, como en el poema de Parménides, conducidos a una ciudadela donde vamos a encontrar la seguridad de lo real, y se nos va a confirmar el principio de identidad entre el pensar y el ser, como una clave para construir racionalmente. La verdad, en Machado, no presume que nos "hará libres", como dice el Evangelio de San Pablo. Tampoco descansaría en la conclusión que saca la hermenéutica actual de Nietzsche, del libro de éste Verdad y mentira en sentido extramoral: -y que Vattimo lo lleva hasta su coherencia-. La "verdad" es una interpretación, una perspectiva, que esconde un haz de elecciones, de valores de fondo, y que en la dinámica de las interpretaciones se impone desde la retórica de una "voluntad de poder". Toda filosofía, en sentido nietscheano, hermenéutico, es una interpretación, una "máscara" y una voluntad de máscara -de ocultar y revelar una quantum de fuerza, expresión de una voluntad de dominio: en realidad, interpretando mejor a Nietzsche de lo que se ha hecho hábito al traducir al español su "convicción" metafísica como "voluntad de poder", diríamos que la verdad es expresión de una voluntad de hacer y crear mundo. Ante este cinismo biológico, polémico, que revela en sentido superlativo el Nietzsche-Zaratustra, y que, según Machado, no pasaría de una concepción pragmática de la verdad, muy lejos de un auténtico escepticismo exigible a un pensador, pues, a última hora, el pensamiento ha de cuestionar también su máscara, y por tanto, sus razones vitales, la vida misma, llevado por el impulso de verdad; Machado se apoya, y se


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retrotrae al fondo de la sabiduría profunda, modesta y escéptica del pueblo, que piensa "caminando" y sabe aquello que canta un coplero (el mismo poeta Machado), que no hay camino y que se hace camino al andar. Recordemos ya lo dicho en una sentencia en verso: Nunca traces tu frontera, / ni cuides de tu perfil; / Todo eso es cosa de fuera . Ahora, diría Machado que solo piensan ganar el mundo los que no tienen mundo. El éxito, el pragmatismo que se orienta exclusivamente por la competencia, y la victoria sobre ésta, ni siquiera accede al nivel del pensamiento filosófico. No pasa la prueba del escepticismo auténtico, que es poner en duda lo propio y dar más valor al argumento del otro. Interpretamos: Aquellos que se constituyen en la excepción sin que asome en ellos un pensamiento escéptico, no son la voz de los pensadores. Platón -como prototipo del filósofo- piensa el mundo también desde el anti-Platón (de hecho, valida y ennoblece a los sofistas mayores en muchos de sus diálogos, como Protágoras, Gorgias). La retórica, para Mairena, igual que la sofística, no es despreciable; es la misma filosofía. Incluso, es el aguijón de esta, su "hueso más duro de roer"; pues toda filosofía última es una petición de principio -piensa Mairena respecto a la filosofía de Kant, o la de Hegel-, es decir, parte de una intuición primera, que somete a juicio lógico para, en cierto momento, cansado el pensamiento, retroceder al punto de inicio, o sea, a la fuente de la intuición primera a demostrar, con lo cual es síntoma de que se ha detenido ese pensamiento en su cuestionarse y fundamentar escéptico-lógico y que retrocedió al seno de la intuición poética-filosófica que lo originó -sólo que, ahora, esa intuición se recupera como convicción desde la que uno está obligado a pensar, es decir, como un punto de vista descubierto, una ventana o atalaya nueva desde la que ver una perspectiva de lo real diverso y cualitativamente inabarcable. Pero, en este sentido, cabal, en que la filosofía es puesta por Machado en su lugar de la verdad, en su exacta orientación (según pensamos), la retórica no es un cuerpo extraño a la filosofía, sino su mismo nervio, su órgano de duda. La sofística también, en cuanto simula lo que no es, y lanza analogías descaminantes al pensamiento, es, como la retórica, un arma de la lógica filosófica. Mairena insiste, ante sus alumnos, en que solo aprenderán a saber pensar y hablar bien cuando aprendan a pensar bien. Y, por tanto, los ejercicios de lógica son propedéuticos para el político o, en general, el hombre de ideas y de lenguaje. Pero no se puede aprender a pensar bien sin admitir otras formas de pensamiento, sin cuestionar las inercias de la lógica de la identidad, sin practicar una ascésis de escepticismo y, sobre todo, sin atender las razones de la sofística, del otro pensamiento que confunde la identidad en el nihilismo y que, a su modo, realiza el paso de lo uno a lo otro, sin respetar (ni lógica ni moralmente) ninguna identidad de lo uno y los conceptos. De ahí que la sofística haya ganado terreno en el lenguaje, sobre la filosofía que la ha desdeñado, pues ha practicado ella su propia lógica nihilista y la lógica de la filosofía "conservadora" de lo uno, en cuyo conocimiento los sofistas se han entrenado y perfeccionado sus propias armas dialécticas. Platón reconoce la importancia de la persuasión retórica no solo para la polis sino también para predisponer, mediante el mito,


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a la receptibilidad de la argumentación filosófica. Y, en último término, de las verdades últimas a que trata de llegar la filosofía, no se puede dar una prueba racional. (Véase el Timeo platónico). La verdad conlleva, pues, una puesta en abismo de todo; a la nada, en fin. El pensar humano ha de visitar ese no fundamento, o Abgrund -como diría el Heidegger pensador del ser, después de Machado. Recordemos aquello de que "confiamos / en que no será verdad /nada de lo que pensamos": esta leve, aunque nada segura confianza, se interpreta por Mairena como posibilidad de una vuelta de tuerca última al nihilismo y el escepticismo; un último billete para jugar cuando se ha adentrado en el pesimismo. Es -diríamos nosotros- como un resto de desesperación demoníaca -en términos de Kierkegaard- que, salve o no del nihilismo, afirma la autonomía de pensamiento. Pero, si lo divisamos desde otra perspectiva, esa confianza, tan leve como una palabra o un suspiro de aliento en la conciencia del fracaso de la razón, cifra todo un proyecto destructivo de la misma en su propia vena. No la confianza en la verdad y en la certeza de los descubrimientos racionales, sino, en el fondo, en un fondo inconfesable, antiescéptico pero demoledoramente escéptico, la confianza en el no saber, en la ignorancia como punto de llegada de todas las tentativas, infunde un temor paradójico no menos que una remota esperanza al pensamiento. La ironía y la paradoja salen al paso para envolvernos o ayudarnos en el camino del pensar, el de Juan de Mairena, que ya no es solo, como en el pensar heideggeriano, una segura escucha de cifras del ser, en que el pensamiento se mantiene alerta a toda palabra reveladora, poética, con la certeza de su seriedad y trascendencia.

4. EPÍLOGO

De cinco formas de la objetividad habló Abel Martín, en uno de sus libros; pero, según relata su discípulo Mairena, en otros libros habló de veintisiete. Es una forma de relativizar, humorísticamente, la trascendencia de esa metafísica martiniana. "A las palabras de amor/ les viene bien un poquito/ de exageración". "Cuando hablan dos gitanos/ se mienten/ mas no se engañan".

Más allá del vértigo dialéctico, Mairena deja que saquemos nuestras propias conclusiones.


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NOTAS

[1] Y también lo es la mención recurrente a la ausencia de un "tratado sistemático" o el distingo de una "metafísica propia de poeta", expresiones que repite Cerezo en su libro (1975, Palabra en el tiempo, cap. VII, p. 332). Esa última fórmula cometemos también el pecado de emplearla nosotros, aunque quisiéramos entenderla, finalmente, como un epíteto identificador y valioso de la metafísica de Machado, de su filosofía, y no tanto como la etiqueta que señala una dualidad de pensamiento. Si partiéramos ya de esta dualidad, no tendría sentido la conclusión heurística que anticipamos ni nuestra conclusión, que, partiendo de intuir la unidad de pensamiento del hombre Machado, llega, por último, a plantear esa escisión de forma trágica. No partimos de ella, pero tal vez nos paremos, en este trabajo, en dicha escisión... validando la convención que establece esa "metafísica de poeta" como si fuera una filosofía distinta o aun no trabajada o incompleta en nuestro autor. Nosotros preferimos hablar de "escepticismo esperanzado del poeta" y "pesimismo trágico del pensador", donde se pone lo racional y activo en el polo del poeta, usualmente visto como sensibilidad pasiva; y, en cambio, lo trágico, aunque no del todo pasivo sí aflorando del fondo último de una creencia inamovible, se coloca en el platillo del pensador; con ello, con semejante trasvase, pretendemos sentar algo de duda sobre aquella catalogación que se basa en el distingo de una convención tranquilizadora. La que dice que todo sería más claro cuando llegue al concepto filosófico. ¡Hegel! [2] Límite de una "filosofía española" y el lenguaje filosofico alemán. El tema del lenguaje filosófico en Machado nos sigue dando que pensar. En la aclaración se piensa, la diferencia de la nada martiniana con la de Heidegger y, no obstante, la semejanza con la nada-ser como donación, del último Heidegger, y el acto creadormítico de la nada por Dios y su donación al pensar humano, en Abel Martín. [3] El dinamismo, en el ser, el "cambio" lo diferencian Martín y Mairena del "movimiento". Mientras el primero crea o encuentra lo otro en el uno, el movimiento sería solo espacial y no auténtico cambio. El pensamiento encuentra una aporía en pensar el cambio, contra la que se debate la conciencia de Martín hasta el final. El pensamiento espacializador, separador, tiende a poner delante límites separadores (conceptos) entre los que luego hace circular los "peces vivos": de este modo tiende a confundir movimiento y cambio, concluyendo que el movimiento (en realidad, movimiento de los conceptos) se asimila con la dinámica de lo real. Subrayar, ahí, una falla lógica (o descubrir esa "creencia") no supone superarla, como en Martín. Sí un "aviso" para el pensamiento ya inexcusable. Sólo con oponerle otra creencia -en la esencial heterogeneidad del ser, lo cual implica la problematicidad del principio lógico de identidad entre ser y pensar- desata de las viejas seguridades y abre una nueva frontera metafísica.


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fulgencio martínez

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[4] En carta a Unamuno el 16 de enero de 1918 (recogida en la introducción de Arturo Ramoneda de Nuevas canciones, 2006, Madrid, Alianza ed.), escribió Machado: "Mi hermano no es una creación mía ni trozo alguno de mí mismo; para amarlo he de poner amor en él y no en mí; él es igual a mí pero es otro que yo... la semejanza proviene del padre... El amor fraternal nos saca de nuestra soledad y nos lleva a Dios. Cuando reconocemos que hay otro yo, que no soy o mismo ni es obra mía, caigo en la cuenta de que Dios existe y de que debo de creer en Él como en un padre". Ya en esa temprana fecha, alude Machado a los temas de su metafísica ("la "heterogeneidad" del ser y el ansia de lo "otro" que tiene cada persona, serán, junto al tiempo y la nada, los ejes de las reflexiones metafísicas que desarrollará más tarde en prosa", Ramoneda, op. cit. p.16). En el libro Juan de Mairena, y en los poemas y prosas de Abel Martín recogidos en De un cancionero apócrifo, libro nunca publicado exento sino añadido por Machado, con sucesivas ampliaciones, en la edición de sus Poesías completas, de 1928, 1933, 1936. El tema del prójimo, el amor fraternal, la ética de Cristo, Dios, ("Enseña el Cristo: a tu prójimo / amáras como a ti mismo/, mas nunca olvides que es otro", volverá a decir el poeta en Nuevas canciones) siempre implican, en Machado, lo ético, lo teológico, lo poético y lo metafísico a partir del eje central del pensamiento sobre la heterogeneidad del ser y la necesidad por tanto de acceder a ella superando el solipsismo. [5] Recordemos el vocablo, "descomedido", del lenguaje de Mairena, que hicimos nuestro. Y el saber de uno de los primeros proverbios de Campos de Castilla: "Es el mejor de los buenos / quien sabe que en esta vida/ todo es cuestión de medida:/ un poco más, algo menos..." La medida" no viene dada sino en el diálogo intersubjetivo, con voluntad ética de objetividad y metafísica y cordial de superar el solipsismo. La medida, como todo concepto, es nada a priori. Encontramos el "más o menos" en el "co"-existir y en conversación.

Última foto de Antonio Machado, camino del exilio.


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TEXTOS MAGISTRALES

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EN HOMENAJE A ANTONIO MACHADO/3

TEXTOS MAGISTRALES ANTONIO GRACIA

EL SECRETO (para Ángel L. Prieto de Paula)

Cuando sientas que el mundo te derrota no intentes combatirlo. Edifica un castillo en tu interior y cuelga terciopelos y templanza en sus muros. Dispón un fuego manso junto a la mesa de la biblioteca. Mira el cielo brillar entre las llamas y los libros. Inúndate de luz en la frágil belleza de los cuadros. Escucha el clavecín mientras tu pluma persigue en la escritura algún sosiego.

Antonio Gracia es autor de libros de poesía como El mausoleo y los pájaros y Devastaciones, sueños. La muerte universal. Cosmoagonías es su último libro publicado (Huerga & Fierro, 2012).Obtuvo el “Premio Fernando Rielo", el "José Hierro", y el Premio de la Crítica de la Comunidad Valenciana.


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tEXTOS MAGISTRALES

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RICARDO HERNÁNDEZ BRAVO

SEIS POEMAS INÉDITOS DE LA PIEDRA HABITADA

Una voz desgajada del tiempo puenteaba sordamente mi memoria. Hablaba de otra vida esa escritura de surcos excavados en la roca; irradiaba su trazo una estela invisible, no sé qué extraña cuenta, qué oscura cifra o ritual encriptado en las líneas de la piedra. Contenido en sus muescas, un remoto sentido me alcanzaba, un temblor reavivado por mi pulso: como durando en la honda caboca de un barranco cercano, el paso de ganados y de hombres, los ecos de una vieja trashumancia prolongada en las líneas de mi mano.


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RICARDO HERNÁNDEZ BRAVO

Guío mi pie sobre el tosco empedrado de este viejo camino hoy en desuso. Bajo mi planta, ora cantos gastados, amplias lajas pulidas, ora calzos salientes, duras lascas filudas, moledoras. En el apoyo, la traza de otros pasos en la piedra, en su firmeza un leve encogimiento, minúsculo acolcharse bajo el peso.

Del breve paso, suma rastros la piedra; guarda el calor.

Prende el vino en la mirada, arracima las voces, caldea la penumbra de los cuerpos. En la tea dormida, sobre la piedra muda, el canto y la descarga.

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RICARDO HERNÁNDEZ BRAVO

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Acaricio la cara de la piedra, la oscura piel curtida de intemperie. Acaricio su paz devotamente, su contorno de luz, su raigambre de liquen y silencio. Escruto con mis dedos la humilde trabazón de su edificio, la imperfecta textura modelada en el tiempo, su extraña calidez como un tacto lejano que me habita.

Piedra habitada de afectos, lugar de la memoria, piedra viva angular.

Ricardo Hernández Bravo (Las Palmas, Islas Canarias, 1966) ha publicado, en poesía, los libros Recuerdos de un olvido (1990), El final del tiempo gris (1990) El día sin ti (1990), El ojo entornado (1996), En el idioma de los delfines (1997), El aire del origen (2003), La Tierra desigual (2005) y Alas de metal (2008).


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TEXTOS MAGISTRALES

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AGUSTÍN CALVO GALÁN

VENDIMIADOR

El poeta también va a la vendimia, recoge frutos, selecciona, respira hondo y corta el racimo secamente, ejecutando el drama, lo deposita, con cuidado enfermizo entre el resto de lo ya cortado. Después, poco a poco, con la paciencia necesaria, en solitario, irá pisando versos y transformando su cosecha. Nada es del poeta, salvo la transformación.

De A la vendimia en Portugal (Amargord, 2009)


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AGUSTÍN CALVO GALÁN

poema visual de A.C.G

Agustín Calvo Galán (Barcelona, 1968) ha publicado, entre otros, los libros Poemas para el entreacto (Ed. Jirones de azul, 2007), A la vendimia en Portugal (Ed. Amargord, 2009), Proyecto desvelos, (Ed. Babilonia, 2012) y GPS (Ed. Amargord, 2014). Colabora con artículos y crítica literaria en diferentes medios, tanto digitales: Revista de Letras, como impresos: Quimera. Su obra como poeta visual ha sido seleccionada en varias exposiciones y recogida en diferentes antologías especializadas como Poesía

experimental española (1963-2004) Ed. Marenostrum (2004); Poesía visual española Ed. Calambur (2007); Esencial Visual, Instituto Cervantes de Fez, Marruecos (2008).


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TEXTOS MAGISTRALES

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TONI QUERO

NIRVANA Looking up at the stars, I know quite well That, for all they care, I can go to hell W. H. Auden

Me he descubierto tantas veces siendo yo el que más ama, atravesado de alfileres sobre un corcho olvidado junto a fotografías tomadas en ciudades remotas, vértebras del esqueleto del mundo donde amanecíamos radiantes o durmiendo al raso bajo una rodaja de luz, que ya puedo calibrar mi dolor con la precisión de un alquimista.


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Toni quero

Sé de lo que hablo: desprender la horquilla y provocar tormentas eléctricas, caminar en paralelo por la vía del tren y patear los dos la misma lata desplazando la vida siempre hacia delante, prestar mi camiseta para que duerma con el logo de Nirvana arqueado sobre el pecho y sangrarnos las encías sobre la pulpa de una manzana. Hacer un fundido en negro en mi vida y aparecer sonriente unos meses más tarde, saludarla al descuido: hola, cómo te va, y decir te equivocaste, sí te equivocaste, aunque sepas que es mentira y seas tú quien duerme hecho un ovillo, mientras volteas de nuevo las fotografías y acumulas recuerdos en un cajón apartado.

(Inédito, 2013)

Toni Quero (Sabadell, 1978) obtuvo con su primer libro, Los adolescentes furtivos, el Premio Internacional de Literatura Antonio Machado 2009, convocado por la Fundación Antonio Machado de Collioure. Traducido al francés y con prólogo de Pere Gimferrer, el libro ha sido publicado por la editorial francesa Cap Béar Editions. Sus poemas han aparecido en diferentes revistas y publicaciones literarias españolas, francesas y mexicanas, como Catálogos de Valverde 32, Cuaderno ático, Ágora-Papeles de Arte Gramático, Cuadrivio o Quaderns de Versàlia.


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DIARIO DE LA CREACIÓN

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EN HOMENAJE A ANTONIO MACHADO/4

DIARIO DE LA CREACIÓN (PANORAMA DE LA POESÍA ACTUAL EN ESPAÑOL)

poema visual de A.C.G


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ULISES VARSOVIA (CHILE)

de CANCIONES SILVESTRES (2011, SELECCIÓN)

TE CANTARA

Te cantara, Claire, en la aurora carmín, de tal manera que abrieras los párpados, y relampaguearan tus bellos ojillos, tu interior ingenuo, tu alma sin mácula. Te cantara, amor, mi voz enamorada, y se despertara al mundo tu vida plena de gracia, rosal de alegría.

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ULISES VARSOVIA

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Te cantara, amada, al romper el alba mi cítara alegre, y se abriera a la luz tu cuerpo ebúrneo, tus labios amantes, tus cálidos brazos. Te cantara, Claire, tu esposo al nacer el nuevo día, y abrieras lenta, muy lentamente tus pícaros ojos.

CANCIÓN SILVESTRE

En el verano alegre de floración y frutos, una canción silvestre para ti, Claire, amor, para tus ojillos, tu zumbar de abeja. Una canción de grama, murtilla y violeta, margaritas blancas y rojas amapolas, para ti, amor, Claire, para tus ojillos de niña traviesa.

Ulises Varsovia nació en 1949 en Valparaíso, Chile. Estudió en universidades de Chile, Suiza y Alemania, país éste ultimo donde se doctoró en 1990. Trabajó como docente en tres universidades chilenas, y actualmente trabaja en la Universidad de San Gallen, Suiza (su mujer es suiza). Empezó a escribir poemas a los 16 años, pero ha afirmado que "cuando empecé a vivir solo escribí realmente poesía". Su primer libro publicado es de 1974, tiene otros anteriores, inéditos, a la fecha ha publicado 28 poemarios, y numerosas revistas, especialmente online, publican sus poemas.


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JUAN TOMÁS FRUTOS (ESPAÑA)

UN BESO

Comencemos el día

sin aprietos, con amor, con esa visión medio idílica de que todo irá bien. Seguro que se cumplirán los sueños de alguna manera, los que tuvimos un día puede que hasta olvidado. Lo importante es que nos veamos como hacedores de una felicidad a la que tenemos derecho con siluetas que nos juntarán al inicio, con un sí lleno de coraje. Para que veas mi buena intención te mando un beso. Si lo recoges, todo comenzará a girar.

Juan Tomás Frutos es doctor en Ciencias de la Información y doctor también en Educación. Ha sido durante 16 años Director de Informativos en TVE en Murcia. Con una dilatada trayectoria profesional en prensa, radio, y, sobre todo, televisión, actualmente es el Decano del Colegio Oficial de Periodistas de la Región de Murcia y el Presidente de la Asociación de la Prensa de Murcia. Está en posesión de varios másteres sobre Producción en Radio y Televisión, Comunicación Audiovisual y Publicidad, Literatura y Antropología. Es especialista en el uso de los medios en la escuela, y colabora con varias ONG´s, sobre todo en materia de inmigración. Es autor o coautor de una treintena de libros de variada índole. Entre ellos, Confesiones a Estela, Comunicando sin claves, Sensaciones Mediáticas o Implicaciones.


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LUCIANA SALVADOR (ARGENTINA)

Voy a comerme tus ataduras

Voy

a comerme tus ataduras y las que no, me las fumaré. Absolutamente todas, empezando por las que no te dejan despegar y las que te llevan a donde no quieres ir. Voy a empezar despacio, no te vas a dar cuenta. Voy a comerme todas, la que te sujeta los pies y la que te ata las manos. Voy a comerme todos los caparazones que te echaste encima estos últimos años y el resto me lo fumo. Voy a desprenderte de todo lo que te ata y te voy a remontar conmigo a donde se me de la gana. Voy a liberar tu corazón a base de esa confianza autoestima de las caricias, la paz de una sonrisa comerme tus ataduras y te dejaré desnudo atado cadena, sino con ganas. Unas ganas terribles a querer

que traen los besos, la y así despacito, voy a a mi cama sin soga ni atarte a mí.


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LUCIANA SALVADOR

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Reflexiones de Andrea (...)

A

qué huele un instante que dura horas en mi cabeza. Cómo se olvida un beso con otros cientos que no siento. Cuántas despedidas necesito para despedirte. Para de verdad dejarte ir. Por qué camino retrocedo para no encontrarte. En cuál esquina debería haber doblado para no cruzarnos. Qué mano tendría que haber sujetado para no querer la tuya. Para ahora no sentirte. Cómo borro tus horas en un instante. Cómo te borro. En qué jardín planto tu recuerdo para que deje de crecer adentro mío. Cuántos lápices labiales rojos tengo que gastarme para dejar de olerte.

Somos amantes

Vamos a ser amantes como Lilith y Eva porque te voy a sacar una costilla y me haré un cepillo para desenredar los pensamientos que te van a enredar a mi cintura. Seremos amantes de barro y te moldearé con el fuego que yo encienda. Seremos un ser con dos individualidades, dos animales, dos almas que se cruzan y se hacen energía. Seré tu mascota más sumisa, tú mi esclava espartana y te sujetaras de mis manos y nos ataremos las cadenas y después también las venas y los corazones se sincronizarán para latir al mismo tiempo, para amarnos con acuerdo. Seremos Lilith y Eva especulando amarnos, salpicando con pretextos para volver a tocarnos. Seremos dos amantes desnudos frente a la nada y en la nada plantaremos lo que nos salga del cuerpo hasta que las ganas se frenen, hasta que abras tus ojos. Hasta que me mires fijo. Hasta que te me metas adentro. Hasta que no quieras salir. Luciana Salvador Serradell (Argentina ,1977) actualmente reside en Barcelona, donde trabaja como periodista. Su bitácora de cuentos cortos, http://www.bosquedeluciernagas.blogpost.com/, fue premiada como Mejor blog nacional de creación literaria en el II Premio Revista de Letras, el canal de libros de LaVanguardia.es. Ha publicado cinco microrrelatos, y en 2012 su primer libro, Las mujeres aman diferente (Amazon.com).


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NICOLÁS CORRALIZA (ESPAÑA)

EL TIEMPO DE LA ESCAFANDRA

De todos los vientos que azotan a los hombres, la sumisión produce devastaciones imposibles de reconstruir. Son días extraños donde la insolente infamia ha perdido la vergüenza y descarada avanza sin control de las cloacas a la luz. ¿Cómo guarecerse de la mentira? Hay que romper este silencio cáustico, ventilar lo infecto o se instalará para siempre sobre nuestras cabezas el tiempo de la escafandra.

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NICOLÁS CORRALIZA

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LETARGO

La doble vida de las palabras cuando el lenguaje se pervierte. * Mestizaje de sabores entre lo amargo y lo agrio mientras la noche tatuada es fuego de mil penumbras. * Me siento incómodo, apátrida y desnudo, bajo el idéntico suelo que un día será sepultura. * Busco acomodo en el verdor intacto de los días pueriles y siempre te encuentro a ti en los labios del amor. * Solo en la extensa vereda de tu carne, desparecen los fantasmas que custodian mis movimientos.

EL SILENCIO DE LAS IMPERFECCIONES

Hoy cuesta menos arrastrar el cuerpo hacia el amanecer. Hoy todo se ve deslumbrante mientras agoniza la madrugada. Cierran los burdeles y abren las iglesias y en los postes telefónicos los pájaros ensayan la partitura bulliciosa del café. La ciudad cuando desvela es calavera y esqueleto que acicala su sonrisa con el despertar de los niños. Ya están en pie los versos y voy a la conquista. Soy la voz que en sueños te habla para romper el silencio de las imperfecciones. Nicolás Corraliza Tejeda (Madrid, 1970). Ha publicado La Belleza Alcanzable (Norbanova., 2012); en la misma editorial publicará en 2014 La huella de los días. Colabora en prensa y en diversas revistas.


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ALBA ESTRELLA GUTIÉRREZ (ARGENTINA)

es la hora exacta del íntimo deseo exacta hora despoblada del tiempo los pájaros lloran en la tarde de siesta antiguo desamparo hora sin minutero sin relojes despertados en sueño hora pendiente y ciega amor ausenciado enmudecida hora de ausencia y es la exacta hora de la muerte sin pausa y en Buenos Aires


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ALBA ESTRELLA GUTIÉRREZ

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a Buenos Aires

un buzón de esquina enamorada y baldosas de rayuela soldaditos de papel y figuritas canjeadas en el viento abuelos sentados en el zaguán mateando una nostalgia atardecida esquina de mi barrio donde crecer dolía y subirse al pescante de los sueños esquineaba sortijas y el delantal de infancia asiestaba los miedos

Alba Estrella Gutiérrez es nació en Buenos Aires; autora de los libros de poesía Los vulnerables cipreses del otoño, Nanas para Lucía, Los pasos de la memoria, Hilandera del Viento. Ha dado recitales de música y poesía, ha hecho lecturas en radios y en colegios; varios temas suyos los incluye Julia Moro en su CD Hilandera del Viento.


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EN HOMENAJE A ANTONIO MACHADO/5

BIBLIOTHECA GRAMMATICA

Antonio Lucas. Fuente: elmundo.es

Los desengaños

por

Francisco Javier Díez de Revenga

El poeta Antonio Lucas (Madrid, 1985) obtuvo el premio Internacional de Poesía Loewe, en su XXVI edición, con Los desengaños, un libro poético sobrecogedor que ahora publica Visor en su colección de poesía. Antonio Lucas, vinculado por raíces familiares a la región de Murcia, desarrolla en este poemario, tras una brillante trayectoria poética, un avance muy importante en su poética, y es que este libro, marcado por el desengaño y por los desengaños que figuran en su título, supone la entrada del escritor en la madurez de la mano de la reflexión personal sobre la desilusión sentimental, que coincide con un cierto hastío censurador ante la actual crisis de la sociedad,


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FRANCISCO JAVIER DÍEZ DE REVENGA

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crisis íntima y espiritual y también generacional que delata desafección, desencanto y decepción. Se advierte en el poemario la confluencia de esta doble vertiente del desengaño, la personal y la general, la que afecta al propio poeta, impulsado por experiencias personales lesivas, y la que le atañe como ciudadano en un espacio hostil e inhóspito que la poesía no puede ni debe callar. La estructura que Antonio Lucas ha establecido para su libro potencia la conjunción de tales corrientes que cohesionan sólidamente el conjunto. En la primera parte, titulada Asamblea de intemperies y nutrida de poemas que exhiben en sus títulos contundentes negativos (querella, crisis, intemperie, traición, sumisión), el poeta ahonda, a través de un obsesivo pronombre tú, en la agudeza y gravedad de su decepción más íntima; pero será en la segunda, también rotulada muy expresivamente Paisaje de lo incierto, cuando el protagonista salga a un exterior de paisajes insignes, abiertos y hermosos, pero dotados de alta tensión elegíaca y de no menor desaliento y contrariedad, al revelar que la verdad interior no siempre coincide con el escenario, por espléndido que este pueda parecer. Y ese transitar del interior al exterior, se confirma en las composiciones de la tercera y última parte, titulada con certeza total Estar solo, sección del libro en la que soledad genera memoria, y el tiempo y la edad se convierten en espacio para la evocación y el recuerdo con resultados deicidamente críticos y sin consolación. Sensaciones que se confirman en una patética coda, compuesta de un solo poema con no menos significativo título: Fuera de sitio, para allí, en ese lugar sin nombre donde habita el olvido «delirar sin amino, sin mapa, sin fuego hasta el tiempo sin tiempo de un país que no haremos». Contiene este volumen poemas que sobresalen por su intensidad, palabra poética aguda y capacidad de convicción, y podrían ser citadas muchas piezas maestras de este volumen, tan lleno de inquietudes y de sentimientos encontrados. Un poema ejemplar en todos los sentidos es Despedida, que asciende a la condición de antológico porque concentra en sus versos todas las tensiones que cohesionan este volumen: está la palabra encendida del poeta que se rehace en el desencanto y en el desaliento, la palabra del adiós que reflexiona sobre el tiempo transcurrido y recupera la memoria de una existencia ya ida. En esa memoria, la juventud, el amor, la posesión de la amada, la ternura y la sensualidad de aquellos días, no detienen sin embargo la voz deshabitada con la que el poeta evoca pasado en presente inhóspito e inhabitable, en el que campean el delirio volcánico de un pájaro, la sed que desaloja ríos, la lujosa plata de una herida… Es el momento de la despedida, y la noche es mucho más que una noche, y el vacío y la grieta dominan al desalentado, al protagonista de una historia contrariada, de la que se sale ahora sin remedio. No son palabras sin sentido aunque anuncie finales irreparables, no son voces destinadas al vacío aunque reflejen el fracaso de una existencia y de una aventura enamorada. Es la voz de un poeta, hondo y sincero, que comprende que solo le ha de salvar su palabra poética, comprometido, a pesar de todo, con una realidad espiritual incómoda e insostenible. Y solo un gran poeta puede expresarlo con tanta seguridad y con tanto poder de convicción como lo hace Antonio Lucas en este libro singular. Y es que sobresale su poesía, ahora más que nunca, por su expresividad idiomática que, bordeando una complaciente concesión a la irracionalidad, no llega nunca a levar las anclas que le mantienen adherido a realidades que han sido existencia y que son presente. La dicción elegante y convincente se desarrolla en un bien construido verso libre, de estructuras internas muy bien compensadas, dotado de un ritmo ansioso que compartirá espacios con excelentes poemas en prosa, especialidad tan difícil como rara en la lírica actual. (artículo de F.J. Díez de Revenga, publicado en "LITERATURA", LA OPINIÓN DE MURCIA, 4-4-2014)


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CRÍTICA DE ANNA ROSSELL

1/ NOVELA Y ENSAYO EN LENGUA ALEMANA TRADUCIDOS AL CASTELLANO O AL CATALÁN

LENZ, ENTRE EL GRITO Y LA ACUSACIÓN

Georg Büchner Lenz, Género: Relato Trad. del alemán de Mª Teresa Ruiz Camacho Nórdica Libros, Madrid, 2010, 83 pp.


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ANNA ROSSELL

Un pequeño gran tesoro este relato del genial autor alemán Georg Büchner (GoddelauHessen, 1813-Zurich, 1837), del que nada tiene desperdicio. Él, cuya trayectoria vital se truncó a la temprana edad de veinticuatro años, nos ha dejado, a pesar de su juventud, un impagable legado literario: Lenz (relato, 1835), La muerte de Danton (teatro,1835), Leonce y Lena (comedia, 1836), Woyzeck (fragmento teatral, 1837), todo ello traducido al español. Pietro Aretino (obra de teatro sobre el autor italiano del mismo nombre) se perdió. Con excepción de Leonce y Lena, una punzante sátira política disimulada bajo el registro de comedia de entretenimiento, sus obras son un compendio de sabiduría, una reflexión filosófica de amplio espectro, muy avanzada a su época. Büchner, médico de formación, se nos presenta a través de sus obras como un personaje muy comprometido con su tiempo, un verdadero vanguardista que trabajaba en sus textos las preguntas cruciales que se hacía a sí mismo y que no acabó de resolver definitivamente antes de morir, pues en pocos años dejó constancia alterna de activismo político revolucionario y de fatalismo histórico. Quien escribiera, en coautoría con Friedrich Ludwig Weidig, el panfleto El mensajero de Hesse (1834), un llamamiento a los campesinos al alzamiento revolucionario, por el que Büchner tuvo que exiliarse a Estrasburgo, suscribió también, muy poco después, la llamada Carta fatalista, dirigida a su prometida Wilhelmine Jaeglé, una página programática en la que el autor expone su idea del ser humano como juguete en manos de la historia, sin posibilidad de incidir en ella, una idea que plasmó en La muerte de Danton y que, si bien retomó después en Woyzeck como propuesta de reflexión, lo hizo paralelamente a otras de signo social, por lo que el fragmento teatral fue muy bien recibido por la crítica marxista del siglo XX.

Georg Büchner, autor de Lenz

Lenz –publicada póstumamente en 1839 sin que el autor hubiera decidido el título- alude al autor prerromántico alemán Jakob Michael Reinhold Lenz (1751-1792), a partir de cuya biografía Büchner construyó su relato, basándose en las cartas del propio Lenz, que sufría esquizofrenia paranoide, y en las observaciones del pastor protestante Oberlin, que le acogió en su casa; ello motivó que se acusara a Büchner de plagio. El relato, escrito como si de un informe se tratara, se ha


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considerado la primera descripción científica de la esquizofrenia, pues el texto retrata la evolución de la patología paranoica en el personaje, las crisis del enfermo y el deterioro de su estado de ánimo. Si bien está escrito en tercera persona, Büchner consigue una asombrosa empatía con el personaje, que se transmite al lector a través del ritmo entrecortado de su prosa, lacónica y enumerativa, que contagia la ansiedad, la desorientación y el delirio de Lenz en su huída de la casa paterna –lo sabremos después- y de sí mismo. Conocemos a Lenz, dado a la fuga de no sabemos qué, corriendo por una naturaleza amenazadora, un paisaje inquietante que no le da cobijo: “Había oscurecido, cielo y tierra se fundían en uno. Era como si algo le persiguiera, como si algo horrible quisiera alcanzarle, algo que el hombre no puede soportar, como si la locura a caballo le diera caza”. El texto, precursor del expresionismo y del nihilismo, invita, como Woyzeck, a distintas lecturas de signo opuesto. En Lenz encontramos ya apuntados los elementos que pocos años más tarde desarrollaría en la pieza dramática: al igual que Lenz, Woyzeck corre por un paisaje desafiante oyendo voces; al igual que en Woyzeck, Büchner plantea por boca de su personaje su programa filosófico antiidealista como eje de su texto; como Woyzeck, que desde su humilde condición intuye en el ser humano una doble naturaleza que opone al discurso de la doble razón kantiana, en su momento más lúcido Lenz polemiza con su amigo Kaufmann y rompe una lanza por lo elemental y la naturaleza más pura y sencilla desafiando al etéreo idealismo que “es el más ignominioso desprecio por la naturaleza humana”. En su rechazo del idealismo, Büchner se adelanta al realismo literario y a su crítica: “Los poetas de quienes se dice que reproducen la realidad, ni siquiera la conocen, sin embargo siguen siendo más soportables que aquellos que quieren idealizar la realidad”. Lenz, cuyo final es tan amargo como el de Woyzeck, donde el autor niega claramente la trascendencia, apunta sin duda al nihilismo, pero el grito desgarrado de ambos textos encierra la acusación del Leviatán de Hobbes, y una recóndita esperanza de que el hombre deje de ser un lobo para el hombre. Esta cuidada edición de la editorial Nórdica, con ilustraciones a color del genial artista plástico austriaco Alfred Hrdlicka y extractos de la autobiografía de Goethe, Literatura y verdad, sobre Jakob Michael Reinhold Lenz, es especialmente recomendable.


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ANNA ROSSELL

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UNA PREMONICIÓN DE ACTUALIDAD Joseph Roth, El Anticristo. Género: ensayo Introducción de Ignacio Vidal-Folch Trad. de José Luis Gil Aristu,Capitan Swing, Madrid, 2013, 224 págs.

Increíble, por clarividente, este ensayo del austríaco Joseph Roth (Brody –Galitzia-, 1894París, 1939), escritor y periodista prolífico y brillante, que es hoy aún de rabiosa actualidad. Publicado en 1934, fruto de una poderosa capacidad de observación de los signos de los tiempos, el autor nos brinda una magnífica reflexión sobre los males que amenazan al género humano con el cataclismo universal. Roth, quien ya en 1923 -fecha en que se comenzó a publicar por entregas su novela Das Spinnennetz (La tela de araña) en el diario Arbeiterzeitung-, que sorprendió al mundo con la lúcida profecía anunciadora del fatídico nazismo, sigue en su Anticristo dando muestras de la misma agudeza premonitoria. Él, que reprochó a la Neue Sachlichkeit (Nueva objetividad) construir una literatura sólo con los puros hechos, muestra cuál es su concepción de la literatura yendo más allá: no sólo describiendo sino interpretando los acontecimientos. Roth, nacido judío pero convertido al catolicismo, revela en este libro, a pesar de su juventud, una portentosa experiencia y madurez. Si bien, como ya se echa de ver en el título, El Anticristo está escrito desde la perspectiva de la fe de su autor, éste dota a su ensayo de un registro metafórico, que le otorga la validez universal de un clásico. A pesar de que elude a conciencia nombres de países y de personas, Roth no renuncia a escribir con meridiana claridad sobre aquello a que se refiere; al


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lector no le queda duda alguna. Llevado por una profunda convicción religiosa en el sentido más genuino de la palabra, Roth llama Anticristo a cualquier actitud ambiciosa, hipócrita, explotadora y dominada por el prejuicio. Estructuradas en doce capítulos, por sus páginas desfilan, inconfundibles, todos y cada uno de los fenómenos de la emergente modernidad que sentó los pilares del pasado siglo XX: la rutilante superficialidad de la industria cinematográfica de Hollywood, la nueva arquitectura, el socialismo soviético, el sionismo, el antisionismo, el ascenso del nazismo, la dialéctica de la democracia y la manipulación de masas. Roth no deja títere con cabeza. Así llama “nuevo hombre” a “aquél en quien ha comenzado a actuar el Anticristo” y detecta tal actuación en la pasión embriagadora por la riqueza material y en la frivolidad que se respira por doquier en los EEUU, en los desmanes de los especuladores del capitalismo codicioso, incapaz de producir felicidad; en la ciega cicatería materialista de la URSS, en la connivencia por interés del Vaticano con los poderes fácticos del mundo. En definitiva, Roth llama Anticristo a las amenazas que ve proyectarse en la modernidad emergente y a la desespiritualización general que se impone por doquier. Adelantado a su tiempo, El Anticristo es, más allá de todo esto, un alegato contra la expoliación de la tierra, una advertencia que ve en el desequilibrio ecológico y la deshumanización -consecuencia inmediata de la explotación petrolífera y la fabricación de armas químicas- la vorágine que lleva a la definitiva catástrofe. Con un lenguaje tan plástico como el de una película expresionista, Roth describe la excavadora como un monstruo, una máquina infernal de destrucción. Su admonición acusatoria de que en un extremo del mundo tres hombres estampan una firma y en el otro miles se ven sumidos en la miseria es, en nuestro mundo globalizado, de la más descarnada actualidad. Con buena dosis de sarcasmo Roth se despacha a gusto con todo lo que le parece denunciable, incluyendo a sus propios jefes, Benno Reifenberg primero y Friedrich Sieburg después, del periódico Frankfurter Zeitung, del que Roth era en aquellos años corresponsal en el extranjero, y a quienes el autor llama irónicamente El señor de las mil lenguas. Por encargo de Sieburg, Roth se desplazó a los países de los que habla. Cabe destacar especialmente la interesante reflexión que aborda Roth sobre el fenómeno del cine, que el escritor considera uno de los primeros y más esenciales síntomas desespiritualizadores y al que dedica varios capítulos específicos –Entre nosotros y la gracia de la razón se ha interpuesto un poder y Hollywood, el Hades del hombre moderno-, pero que ejerce de hilo conductor en todo el ensayo.


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CRISIS COMO OPORTUNIDAD Arno Geiger, El vell rei a l’exili, Trad. de Ramon Montón, Ed. Proa, Barcelona, 2013, 199 págs.

Arno Geiger

Entrañable este pequeño libro del austríaco Arno Geiger (Wolfurt –Áustria-, 1968), de quien en España conocemos Todo nos va bien (El Aleph, 2006), publicada también el mismo año en catalán por el sello Empúries, Tot ens va bé, una de sus novelas más logradas, galardonada en 2005 con el Deutscher Buchpreis de los editores alemanes, uno de los más prestigiosos en esta lengua. Como ya hiciera entonces a partir de la herencia de la casa familiar del protagonista, el autor se sumerge de nuevo en el pasado. Parece como si Geiger se sintiera especialmente cómodo en este registro, aquél que a partir de los objetos, detalles y gestos da pie a la reflexión y a la reconstrucción de la historia, la de su país o la personal, ligadas entre sí. Sin embargo El vell rei a l’exili, publicada también este año en español por El Aleph (El viejo rey en el exilio), no es una novela, sino un ensayo intimista en el que Geiger nos ofrece un regalo lleno de ternura y esperanza, un texto biográfico en el que narra la relación de un hijo con su padre a partir del momento en que éste enferma de Alzheimer y se manifiestan sus primeros síntomas.


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Lejos de desunir y destrozar las relaciones familiares, la enfermedad de August Geiger, que al principio, cuando los signos de la demencia no fueron convenientemente identificados, amenazaba con aniquilar la paz y la armonía, se torna una maravillosa oportunidad de acercamiento y de aprendizaje, la ocasión que la vida brinda a la familia para conocer a un August distinto, a veces incluso más cercano. A un ritmo ralentizado, como si el tiempo de la narración se acompasara a la nueva vida del enfermo, Arno Geiger nos abre su intimidad y nos descubre, paso a paso, el nuevo y precioso vínculo que va naciendo entre él y su padre. En congruencia con el carácter reflexivo del libro, el autor sabe crear un ambiente interno sosegado que contagia al lector, que se adentra en la lectura con la plácida serenidad de quien asiste a una liturgia mágica. Más allá del inestimable consuelo y de la ayuda que puede proporcionar a aquellos que se encuentren en una situación similar, el libro supone una gran enseñanza: mientras haya vida siempre habrá oportunidad. Ésta es la lección que aprende y transmite Arno. Él, que nunca tuvo una relación digna con su padre; él, que había convivido tantos años con August ignorando tantas cosas de su pasado y los motivos de sus rarezas, ahora intuye y descubre las claves de su distancia. La enfermedad le reta a encontrar un código distinto y él acepta el difícil desafío, un desafío del que sale airoso y enormemente enriquecido. Con exquisita sensibilidad y una capacidad de observación que sólo proporciona el afecto y la naturaleza delicada de quien escribe, Geiger se acerca a su padre intentando imaginar el caos mental que lo domina, los miedos a los que ha de enfrentarse, la inseguridad, la desorientación, la frustración. En un gesto de empatía hacia su padre, Arno evoca el mundo incomprensible que desde hace un tiempo habita August para comprenderlo y puebla su camino de aprendizaje de reflexiones que constituyen un verdadero tesoro. El libro, que está salpicado de preciosos diálogos entre padre e hijo o de voces diferentes a la del narrador, que el autor distingue del hilo narrativo en cursiva, adopta un carácter casi poético y con mucha frecuencia las afirmaciones o respuestas de August –supuestamente inconexas e incoherentes se acercan a las inteligentes aserciones de un Kafka o un Thomas Bernhard, como el mismo autor apunta. Reflejando el cambio psicológico de la voz narradora, el último capítulo adopta una cadencia distinta, un carácter más enumerativo en las reflexiones, que ahora se ven potenciadas por los diálogos con otros inquilinos del hogar de ancianos en el que ha empezado a residir August. La narración no termina con la muerte de August, sino que queda abierta, como abierta queda también la relación entre padre e hijo. Todo un homenaje de Arno a su padre, y un acto de inteligente humildad de quien sabe reconocer lo que vale la sencillez y leer los signos del cariño donde otros ven sólo confusión y desorden.


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2/ EN LENGUA ORIGINAL

UNA NOVELA CON ENCANTO

Urs Widmer, Herr Adamson, Diogenes Verlag, Zürich, 2009, 200 págs. Novela corta. (Aún no traducida al castellano)

Remarcable la naturalidad con la que este autor suizo muy entrado en años (Basilea, 1938) consigue empatizar con la agilidad mental y las aventureras ideas de un niño, y más que notable también la destreza con que maneja el registro lingüístico que corresponde a la temprana edad de su protagonista. Sólo una inteligencia joven puede lograrlo. Con estas habilidades Widmer consigue una novela fresca, seductora, simpática y ligera, que sin embargo no tiene nada de superficial, pues en este registro glosa una historia nada trivial sobre la vida y la muerte. Para conseguir esta sorprendente capacidad de identificación con su personaje Widmer hace nacer a su protagonista el mismo año que él, 1938. Ello le facilitará –y lo hará con éxito- el traslado a una edad, en la que la imaginación y la fantasía dan una perspectiva aguda y lúcida del mundo y de las vivencias, que se pierde en la edad adulta. Narrada en primera persona, la novela es la historia de un abuelo, que en su nonagésimo cuarto aniversario -en el año 2032- tiene la ocurrente idea de grabar las memorias de su vida en cinta magnetofónica para su nieta, Annie. Aprovechando el pretexto de una enfermedad en la que el abuelo-niño cae en los fantasiosos desvaríos del profundo estado de sopor en que lo sume la fiebre, se inicia una relación imaginaria del niño con el Señor Adamson, que a partir de este momento lo acompañará toda su vida. Así entramos en el mundo de juegos infantiles que transcurren en el jardín de su casa y en el de su inseparable amigo Mick, con quien juega a policías y ladrones y con el que imagina correrías de indios navajos de los cuales él es Gran Jefe.


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La facilidad con que la dúctil mente infantil coadyuva la imaginación ante el sentimiento de encontrarse a las puertas de la muerte allana el camino a la curiosa relación que le unirá para siempre al Señor Adamson, personaje tan real como imaginario, que resultará ser el acompañante – en su caso, el del niño- que todos los humanos tenemos para conducir a cada vivo al mundo de los muertos cuando nos llegue la hora. Muerto en el preciso momento en que el niño vio por primera vez la luz, el destino de ambos quedará unido por este vínculo sagrado y ritual, por el que el Señor Adamson deviene no sólo un fiel compañero de juegos casi a la misma altura del pequeño, sino también una especie de consejero y protector. Ello permite al chico adentrarse sin traumas en el territorio de Tánatos al tiempo que se le facilita un nexo con los seres fallecidos, que, en su tarea de acompañamiento y tutela de los vivos, deambulan en un limbo a caballo entre los dos mundos hasta que no ven cumplida su misión. La novela es así una ingeniosa aventura de principio a fin, pero también un ejercicio para abordar un tema tradicionalmente tabú de modo natural y desenfadado, un libro que leerán con gusto tanto jóvenes como adultos y que por su frescura, chispa y sentido del humor destaca en el panorama literario suizo, tradicionalmente más severo y adusto.

De Urs Widmer, que por su prolífica obra ganó el premio Friedrich-Hölderlin 2007 de la ciudad Bad Homburg, se han publicado en España El sifón azul (Círculo de Lectores, 1995), El amante de mi madre (Siruela, 2001), L’amant de la mare (Edicions La Magrana, 2001) y El libro de mi padre (Salamandra, 2006). Herr Adamson está inédita en español.

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LA TENTACIÓN DE LEER. NOVEDADES LITERARIAS

Antologías de poesía. Novedades Antes del estío han salido dos Antologías poéticas: Hilo de oro, de Eloy Sánchez Rosillo, en Cátedra; y Azul relente, de Javier Lostalé, en Renacimiento. Dos libros para amantes de la buena poesía. Lecturas recomendables para el verano, que se prestan a un disfrute tranquilo y provechoso. Como también estos cuatro libros que han visto la luz más recientemente: GPS (Amargord), de Agustín Calvo Galán; Bolas de papel de plata (Ediciones Menhir, Narrativa), de la poeta Ángela Mallén; Cancionero y rimas burlescas (Renacimiento), de Fulgencio Martínez; y Tempo de cristal e sombras (Espiral Mayor, Poesía) del poeta gallego Xosé María Álvarez Cáccamo.


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EN HOMENAJE A ANTONIO MACHADO/6

UT PICTURA / Galería de Arte Gramático

BERTA MESA CUJEAN Berta Mesa Cujean nació en Granada, vive actualmente en Ginebra. Ha estudiado psicología, arte, diseño y moda. Creadora y artista interdisciplinar, su obra produce el asombro de lo distinto cercano.


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BLOG DE LA AUTORA http://bertamesacujean.blogspot.com.es/ En el blog de Berta Mesa Cujean podéis conocer su "obra esencial".

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TEXTOS Y PINTURAS DE BERTA MESA CUJEAN LO ESENCIAL

lo esencial está en el instante en el tiempo ...que pasa...no espera en los recuerdos y en lo simple... ... y lo mío lo ajeno lo esencial es mi presente... ...fue mi pasado...


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lo esencial no está en mi muerte ...mi amor...es esencial ...lo que es esta en este espacio y fuera de el... es mi universo... ....y el silencio de las formas y de las palabras sin sentido... esas que se tiran en una placa de metal...generosas..

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GALERÍA DE ARTE GRAMÁTICO

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lo esencial está debajo de mi falda y escrito con tus dedos... ...es mi idea...son tus ganas... lo esencial es escribir : "este mundo es una mierda" ...en papel de seda y tafetanes y encajes y lazos... de raso de colores ....de muchos colores...


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lo esencial es escribir al revés " emai't ej " sentir su aire nadar contra corriente ...perder la cabeza...

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BERTA MESA CUJEAN. GALERÍA DE ARTE GRAMÁTICO


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