1 minute read
LA ESCUELA DESPUÉS DEL COVID
Lecciones Sobre El Cuidado
ivimos en una época prodigiosa y convulsa. Hemos atravesado tiempos complejos en muchos sentidos, hemos perdido seres queridos y hemos experimentado el miedo en sus distintas intensidades y formas. La pandemia nos sacudió con fuerza; ante ella, no tuvimos más re- medio que reorganizar nuestros estilos de vida de muchas maneras. El campo de la educación no fue la excepción: desde el preescolar hasta el posgrado tuvimos que abandonar la rutina de arreglarnos para desplazarnos a nuestras escuelas y universidades, de encontrarnos, saludarnos y conversar, de mirarnos cara a cara. Todo se redujo a hablar a través de una pantalla. Algunos docentes no fueron capaces de ajustarse al cambio. Ciertamente, no todas las instituciones ofrecieron las herramientas y orientaciones básicas para el nuevo escenario. Por el lado de los y las estudiantes, se asumió que todo el mundo contaba con las condiciones mínimas necesarias para atender clases en línea, lo cual en un país como el nuestro no se justificaba de ningún modo. No todo el alumnado tenía acceso a una computadora; algunos se conectaban a través del celular. Otros ni siquiera contaban con una conexión a internet o tenían una de mala calidad, como llegó a ocurrir con buena parte del personal docente. Hasta ahora estoy hablando de dificultades más bien técnicas. Hubo otras quizá no tan evidentes, pero con un calado mucho más profundo.
Advertisement
¿Qué hay de la angustia de ver un mundo patas arriba? La convivencia en las familias se intensificó a tal punto que los casos de violencia crecieron; se presentaron separaciones y divorcios; muchas personas perdieron su trabajo o vieron sus negocios orillados a la extinción; la sintomatología ansiosa y depresiva creció de forma notable, a tal punto que prácticamente todos los colegas dedicados al acompañamiento psicológico me relataban que la demanda por sus servicios se había incrementado a tal punto que no se daban abasto para cubrirla. ¿Cómo se puede atender una clase de estadística a través de un teléfono celular cuando sabes que tu padre está intentando vender el carrito de chaskas que ya no pudo usar debido a la contingencia?
No voy a decir que las y los docentes enfrentamos los peores retos de la pandemia; está claro que el personal de salud y los responsables de servicios considerados esenciales tendrían que ocupar el primer lugar. Sin embargo, la necesidad de establecer una relación con el otro —el educando— en condiciones tan precarias llegaría a pasar