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CONSTRUYENDO OPINIÓN

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La primera noción que tuve de la existencia de la Bauhaus fue desde el inicio de la carrera en el curso de diseño con Mathías Goeritz, quien había implementado el sistema Bauhaus en sus talleres de diseño en la UNAM. El sistema provenía del famoso Curso Introductorio (“vorkurs”) que había iniciado Johannes Itten, y aún era motivo de aclamación cincuenta años después en México y el mundo. El novedoso plan del curso desmenuzaba las partes y elementos de toda composición; tal es el caso del color, la textura, la línea, el movimiento, la luz, etc. Factores que intervienen en todo el campo del diseño, palabra que de hecho se popularizó a raíz de la Bauhaus.

El siguiente conocimiento que tuve de dicha escuela fue gracias a una de mis primeras adquisiciones bibliográficas la colección de libros de Geyörgy Kepes entre otros. Debo confesar que durante años este grupo de libros me acompañaron en mi formación con respecto al arte y el diseño. Lo importante es que la Bauhaus se convirtió en una referencia obligada para todos los arquitectos de la modernidad. A partir de entonces fue una palabra familiar comúnmente repetida innumerables ocasiones. Sin embargo, también se convirtió en un mito, una especie de “Meca” a visitar. Por supuesto que Hitler y el tiempo no lograron desaparecerla del mapa, pero ciertamente se convirtió en un recuerdo, en algo de lo que fue. Pero ¿qué pasó con la Bauhaus, una vez que fue desalojado por los nazis? La escuela se transformó en diferentes versiones, Moholy Nagy fundó en Estados Unidos la Nueva Bauhaus y sus seguidores judíos la desarrollaron en Tel

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Aviv realizando el mayor conjunto de viviendas Bauhaus que existe. De cualquier manera, las instalaciones de Dessau siguieron ahí y con el tiempo fueron restauradas y recuperadas después de la guerra, convirtiéndose en la referencia tangible de la gran Bauhaus. A pesar de todo la Bauhaus volvió a funcionar como escuela de arquitectura, aunque sin el brillo que había gozado anteriormente.

El conocimiento de la obra de Mies van der Rohe, siempre asociado a la Bauhaus permaneció en mi imaginario hasta la fecha. Así que en el año 2002 cuando asistí en Berlín al congreso de la Unión Internacional de Arquitectos (UIA), para mi sorpresa se ofertaba una extensión para visitar la Bauhaus de Dessau. Inmediatamente ocurrí a hacer la reservación, pero me indicaron que se habían agotado hacía mucho tiempo, por tratarse de un grupo muy restringido, ya que incluía interactuar con los alumnos de la actual Bauhaus, y meses atrás se había completado el grupo. Por supuesto busqué a la influyente arquitecta mexicana Sara Topelson, expre- sidenta de la UIA y que había invitado al ELEA en Aguascalientes, para que me consiguiera un lugar y gracias a ella pude asistir a tan importante visita.

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