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La batalla entre guerreros Tlaxcaltecas y Samuráis

¿SABÍAS QUE PASÓ?

uesta trabajo imaginar siquiera que coexistieron los unos con los otros, pero así fue. Separados por 14,292 km de distancia, este enfrentamiento se dio en el año 1582. Las batallas tuvieron lugar en las proximidades del río Cagayán como respuesta a los saqueos de las costas de Luzón.

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A partir de aquí historia pura…

Los combates de Cagayán fueron una serie de enfrentamientos militares que tuvieron lugar en 1582 entre la Armada Española instalada en Filipinas, una de sus entonces más recientes colonias, que estaba al mando del capitán Juan Pablo de Carrión y sus aliados Tlaxcaltecas contra piratas chinos, coreanos, filipinos y samuráis japoneses liderados, por Tay Fusa (también referido como Tayfusu o Tayfuzu).

En 1579 ya se conocía que los piratas japoneses tenían la intención de saquear localidades filipinas. Por tal motivo S.A.R. Felipe II, atendió la petición del capitán Juan Pablo de Carrión, quien después de una vida de servicio a la corona española en ultramar, contaba en aquel momento con 64 años, volvió a España para defenderse de las acusaciones de bigamia y de ser judaizante, y le envió a Filipinas para que organizase una defensa.

En 1582, teniendo conocimiento de que los japoneses estaban asaltando la costa norte de Filipinas, y en respuesta a los ataques que perpetraron contra Luzón, se le encomienda a Carrión que arme una flotilla para rechazar la ofensiva de los piratas.

Los primeros enfrentamientos entre ambos bandos fueron parejos, en parte porque el número de elementos del ejecito español era pequeño, ya que en ese momento solo se habían requerido soldados peninsulares.

Entonces, el capitán Carrión pensando en que resultaría más fácil y rápido traer soldados de la Nueva España envió una petición al Virrey Lorenzo Suárez de Mendoza, IV Conde de Coruña, quien le otorgó un contingente de soldados criollos (es decir de origen español nacidos en la Nueva España) pensando que esto bastaría para inclinar la balanza en favor de la Corona Española.

Pero no fue así, pues los piratas chinos también buscaron reforzar sus tropas con piratas coreanos, nativos filipinos y… ¡samuráis japoneses!

Al ver que la ferocidad de los combates aumentaba y el ejército asiático era mayor, Carrión tuvo la idea de recurrir a sus antiguos aliados los Indios Tlaxcaltecas, a quienes conocía bien y además ya estaban familiarizados con las tácticas y estrategias de la armada europea,

“El pirata se mostró conforme con marcharse… si los españoles le pagaban una indemnización en oro para compensar sus pérdidas. Pero Carrión no aceptó.”

Por: Dr. Ricardo Damián García Santillán pues los habían acompañado en diversas campañas por la antigua Mesoamérica.

La ayuda tlaxcalteca hizo la diferencia pues en el primer combate el ejército de Tay Fusa tuvo 200 bajas por solo 10 del capitán Carrión.

Tay Fusa trató de negociar con Carrión, pero éste le ordenó que saliera de Filipinas. El pirata se mostró conforme con marcharse… si los españoles le pagaban una indemnización en oro para compensar sus pérdidas. Pero Carrión no aceptó.

Rotas las negociaciones, los japoneses atacaron una vez más. Su estrategia ahora era arrancar las picas de manos españolas, pero tampoco esa vez consiguieron superar las defensas. A la espera de un nuevo ataque y con la experiencia de los anteriores, Carrión había ordenado que las picas fueran embadurnadas con sebo, así cuando intentaron tomarlas, las manos de los samuráis resbalaron por las picas haciendo imposible su agarre.

Posterior a este ataque se produjo un último, en el que, casi agotada la pólvora de ambos bandos, se llegó a una lucha cuerpo a cuerpo en el que el ejército de Tay Fusa, tras darse cuenta del gran número de bajas que estaban sufriendo y que sería imposible derrotar a un grupo tan aguerrido encabezado por los tlaxcaltecas, comenzó a huir sin orden. Los españoles salieron en persecución de piratas y samuráis causándoles aún más bajas, algunos consiguieron salvarse gracias a que el menor peso de sus armaduras les permitía correr más rápido.

Los españoles se hicieron con las armas japonesas que habían quedado sobre el campo de batalla como trofeo, lo que incluía Katanas y armaduras, que incluso hoy se exhiben en museos de Madrid.

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