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NiGROMaNTE

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PaTZcuaRO

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Por: Dr. Ricardo Damián García Santillán

VIDA Y OBRA DE IGNACIO RAMÍREZ EL NIGROMANTE

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Ignacio Ramírez mejor conocido como el Nigromante, fue un escritor, poeta, periodista, abogado, político e ideólogo liberal mexicano. Es considerado uno de los artífices más importantes del Estado laico mexicano. Fue además un reconocido masón, y varias logias en México llevan su nombre. También se le conoció con el sobrenombre El Voltaire mexicano.

A partir de aquí historia pura…

Juan Ignacio Paulino Ramírez Calzada nació en San Miguel el Grande, Guanajuato, el 22 de junio de 1818, Fue hijo de José Lino Ramírez y de Ana María Guadalupe Sinforosa Calzada.

Inició sus estudios en Querétaro, donde estudió artes y en cuyas bibliotecas también leyó todo tipo de temas científicos, culturales, artísticos y políticos. En 1841 comenzó estudios en jurisprudencia y en 1845 obtuvo el grado de abogado en la Universidad Pontificia de México. Ingresó a los 19 años en la Academia Literaria de San Juan de Letrán. Es célebre en los anales literarios de México la presentación de Ramírez en dicha Academia, donde leyó un discurso sobre un tema tan controversial que entonces hizo el efecto de una explosión de dinamita. Ahí expresó: “No hay Dios; los seres de la naturaleza se sostienen por sí mismos”. Fue aceptado no obstante las protestas que causó su tesis tan revolucionaria y el discurso que petrificó de estupor a la asamblea. Sin embargo, sería exaltado como el primer orador y más tarde como el mejor escritor de su tiempo.

Con estos antecedentes se inició en el periodismo en 1845, al fundar, con Guillermo Prieto y Vicente Segura Argüelles, la publicación periódica Don Simplicio, donde firmó sus artículos con el seudónimo El Nigromante. Sus colaboraciones se distinguieron por ser encendidos artículos y agudos versos satíricos en donde hacía una terrible censura a los actos del gobierno conservador, abogando por la reforma del país en lo económico, religioso y político, lo que provocó que el periódico fuera suprimido y él enviado a prisión.

En 1857, en compañía de Alfredo Bablot fundó El Clamor Progresista, con el que apoyaron la candidatura presidencial de Miguel Lerdo de Tejada.

En septiembre de 1867 antes de ser extraditado a EE. UU. junto con otros liberales como Ignacio Altamirano, Guillermo Prieto fundó El Correo de México, financiado por Porfirio Díaz.

Pero el nigromante no solo fue prolífico en la literatura si no también en la política. En 1846 fundó el Club Popular, donde divulgó sus ideas liberales avanzadas en materia de reforma política, económica y religiosa, por lo que estuvo en prisión. Al obtener la libertad, el gobernador del estado de México, admirador de los

talentos de Ramírez, lo invitó a participar en su gobierno.

Entre fines de 1848 y principios de 1849, Ignacio Ramírez fue jefe político de Tlaxcala y regresó posteriormente a Toluca, donde se dedicó a la docencia y al ejercicio de su profesión hasta fines de 1851, cuando se trasladó a Sinaloa, donde ya se encontraba su hermano, Miguel Ramírez.

En 1852, el gobernador de Sinaloa, el general Plácido Vega, promovió su candidatura a diputado federal por esta entidad, defendiendo el liberalismo en el Congreso de la Unión. Posteriormente viajó a Baja California, donde descubrió la existencia de zonas perlíferas y canteras de mármol, sobre las que escribió brillantes artículos que revelaron aquella riqueza.

En 1853, se fue a radicar por un tiempo a la ciudad de México; ejerció como profesor en el Colegio Políglota. Criticó fuertemente a Antonio López de Santa Anna, lo que motivó que lo encerraran once meses en prisión, la mayor parte de ese tiempo encadenado. Al triunfo de la Revolución de Ayutla fue liberado y fungió como secretario personal de don Ignacio Comonfort; al advertir que este falseaba sus principios liberales, renunció a su puesto para afiliarse con Benito Juárez, Melchor Ocampo y Guillermo Prieto en el partido liberal y combatir con su pluma al renegado.

Regresó a Sinaloa como juez civil, pero volvió a la capital del país como diputado por el estado de México al Congreso Constituyente de 1856-1857, donde fue el más notable orador y una de las más grandes figuras del ala izquierda jacobina; fue además miembro de la Comisión de Revisión de Credenciales; su suplente fue don Ramón Isaac Alcaraz, reconocido literato y liberal, según la Historia del Congreso Constituyente, obra de don Francisco Zarco, el licenciado Ignacio Ramírez ocupó un altísimo lugar como orador parlamentario y líder del radicalismo.

El Nigromante también participó en la elaboración de las Leyes de Reforma, y fue uno de los liberales más puros. Al ser derrotados los conservadores, el presidente Benito Juárez lo nombró Secretario de Justicia e Instrucción Pública, cargo que desempeñó del 21 de enero al 9 de mayo de 1861. Durante su gestión creó la Biblioteca Nacional y unificó la educación primaria en el Distrito Federal y en los territorios federales.

Por corto tiempo también ocupo la Secretaria de Fomento (Del 19 de marzo al 3 de abril de 1861), Asumió la responsabilidad de la exclaustración de las monjas; reformó la ley de hipotecas; hizo efectiva la independencia del Estado de la Iglesia; reformó el plan general de estudios; dotó con equipo los gabinetes del Colegio de Minería; seleccionó un excelente cuadro de profesores de la Academia de San Carlos; salvó cuadros de pintura que existían en los conventos, con los cua-

“Entre fines de 1848 y principios de 1849, Ignacio Ramírez fue jefe político de Tlaxcala y regresó posteriormente a Toluca, donde se dedicó a la docencia y al ejercicio de su profesión hasta fines de 1851, cuando se trasladó a Sinaloa, donde ya se encontraba su hermano, Miguel Ramírez.”

“Durante la guerra de intervención, combatió a los franceses en Mazatlán. En el período de 1863 a 1865, mantuvo correspondencia con Guillermo Prieto, la que posteriormente se publicaría como Cartas a Fidel.”

les formó una rica colección y formó una galería completa de pintores mexicanos. La honradez de Ramírez fue acrisolada, pues cuando fue ministro pasaron por sus manos millones de pesos y nadie osó decir que se hubiera apropiado lo más mínimo de los tesoros que manejó. No tomó jamás ni un solo libro de los millares de volúmenes sacados de las bibliotecas de los conventos, ni una pieza de los centenares de cuadros extraídos de los claustros. No insinuó ni aceptó la menor recompensa por sus persecuciones y miserias que pasó por largos años, ni se adjudicó la más pequeña propiedad para pasar holgadamente el resto de sus días.

En Puebla, trabajó en la desamortización de los bienevs del clero y en septiembre de 1861 fue elegido presidente del Ayuntamiento de la Ciudad de México.

Durante la guerra de intervención, combatió a los franceses en Mazatlán. En el período de 1863 a 1865, mantuvo correspondencia con Guillermo Prieto, la que posteriormente se publicaría como Cartas a Fidel.

Regresó a México antes de la caída de Maximiliano y fue encarcelado en San Juan de Ulúa y posteriormente en Yucatán.

El Congreso de la Unión lo nombró magistrado de la Suprema Corte de Justicia, cargo que ejerció durante doce años. De ese puesto no se separó sino al ser llamado por el presidente Porfirio Díaz, después de la batalla de Tecoac, para hacerlo ministro de Justicia e Instrucción Pública, puesto que desempeñó pocos meses y por dos ocasiones, la primera del 28 de noviembre al 6 de diciembre de 1876, y la segunda del 17 de febrero al 23 de mayo de 1877.12 Después, regresó a ocupar el cargo de magistrado de la Suprema Corte de Justicia, hasta su muerte.

Falleció en la Ciudad de México el 15 de junio de 1879 por causa de un infarto sus restos descansan en la rotonda de las personas ilustres de la capital. Dentro de un sinfín de frases que se le atribuyen destacan las siguientes:

• No hay dios, los seres de la naturaleza se sostienen por sí mismos.”: • “El crimen más grande que puede cometerse contra cualquier ciudadano es negarle una educación que lo emancipe de la miseria y la excomunión.” • “No venimos a hacer la guerra a la fe, sino a los abusos del clero. Nuestro deber como mexicanos no es destruir el principio religioso, sino los vicios o abusos de la Iglesia para que, emancipada la sociedad, camine.” • “La constitución progresista debe considerar garantías individuales, educación laica y gratuita, igualdad de géneros, un México libre por la separación de la Iglesia y el Estado.”

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