La inseguridad en mi país

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La Inseguridad en mi país

¿Cuántos no han escuchado?, “Cuando yo era joven no pasaban estas cosas”, “Antes todo era más sano, podíamos salir de noche, nadie robaba, nadie secuestraba, nadie mataba; vivíamos sin miedo”; o los que añoran las dictaduras militares: “En los tiempos de Maximiliano Martínez o de Ubico nadie robaba porque eran tiempos diferentes y si alguien robaba le cortaban la mano…” Estas mismas personas en la actualidad dicen que hoy ya no es igual, que la educación no es la misma, hoy, a los niños y a los jóvenes no se les puede disciplinar como antes, y que por eso los valores y la moral en el mundo ésta como esta. Incluso podemos encontrar a quienes culpan a los DDHH como responsables de nuestra realidad, pues afirman que sólo sirven para defender a los criminales. En la actualidad ya no podemos vivir sin miedo, según los informes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en el 2012, registró que cinco de cada diez latinoamericanos perciben que la seguridad en sus países se ha deteriorado: el 65% ha dejado de salir de noche por la inseguridad y 13% siente la necesidad de cambiar de residencia por temor a ser víctima del delito. Este 13% equivaldría a 74.8 millones de personas, aproximadamente todos los habitantes de Argentina, Perú y Uruguay.1 La tasa de homicidios anuales en nuestra región, duplican el promedio mundial, más terrible en algunos países centroamericanos, que podría calificarse como un exterminio sistemático, especialmente de jóvenes de los estratos más vulnerables.2 Muchos estamos de acuerdo con estos porcentajes de inseguridad y es difícil encontrar a personas que no la hayan sufrido en carne propia este miedo, a quién no le ha robado en un bus, a quién no le han jalado los aretes o la cadena aunque sea de fantasía… En la actualidad tanto en Guatemala como en El Salvador, es común ver seguridad privada en el transporte colectivo. Lo triste del caso es que en algunos países no hemos acomodado o mejor dicho, resignado a pagar la renta a las pandillas. En Guatemala además de la renta mensual o diaria exigen su bono 14 y su aguinaldo, así que en diciembre y julio se paga doble, en El Salvador las pandillas o maras (como se les llama en ese país) quieren formar parte de la sociedad a la fuerza, quieren ser reconocidos políticamente y obligan una huelga forzada, asesinando a transportistas urbanos y paralizando la ciudad por varios días. ¿Qué pretenderán? Acaso en el futuro tendremos un presidente marero. El crimen organizado es parte de los estratos más altos de nuestras sociedades, nos encontramos con realidades como la de que las campañas políticas son financiadas por el narcotráfico y los negocios ilícitos o fraudulentos, se habla de alcaldes narcos tanto en El Salvador como en Guatemala, cuando todo es gratis para la fiesta patronal y se disfruta de conciertos con grandes grupos musicales que se cotizan a nivel internacional y el alcalde se da el lujo de hacer carnavales, sin explicar cómo financian esas grandes fiestas. Lo triste es que no tiene para construir un puente, una escuela, o reparar las calles de su pueblo. Luego es común verlos en procesos judiciales que nunca progresan y que se estancan, con medida sustitutiva de fianzas millonarias o arresto domiciliario. ¿Cómo es posible que a las personas que roban millones de quetzales claramente comprobables pueden estar tranquilamente en sus casas, mientras las personas que no pueden pagar 1,000 quetzales o 1

PNUD, Resumen de desarrollo Humano 2013-2014, Seguridad ciudadana con rostro humano: diagnóstico y propuestas para América Latina, pág. 1. 2 José Miguel Insulza, Secretario General de la OEA, Prólogo, Secretaría de la OEA, pág. 7.


dólares de fianza, se refunden en lo más oscuro de las precarias cárceles de nuestros países? ¿Acaso la justicia también está en problemas? ¿Será que la justicia no es del todo “equitativa”? ¿A quién protegen las leyes? Pero entonces nos preguntamos y reflexionamos: ¿Será cierto? Es posible que el camino emprendido por grandes personajes como Ciro el Grande, Eleonor Roosbellt, Mahatma Ghandi, Martin Luther King, Monseñor Romero, Monseñor Gerardi, Chico Méndez, los Jesuitas asesinados en El Salvador, etcétera y quienes lucharon - cada uno en su tiempo - por la justicia social, por un mundo más humano, por la equidad, la unidad, el amor al prójimo, ¿pudieron estar equivocados? Es posible que el esfuerzo de tantos años por crear un sistema de protección internacional que incluya instrumentos tan relevantes como la Declaración Universal de los Derechos Humanos, Las Constituciones Estatales, las convenciones, Los Tratados, Convenios, Protocolos, Cartas, los estados que a la vez son signatarios de todos ellas, busquen fomentar la impunidad y crear una sociedad criminal mundial. No se puede creer y admitir. Es importante informarse y reflexionar sobre la verdadera razón de la existencia de los derechos humanos, y más aún, si no se conoce el alcance de nuestros propios derechos. El ignorar estos aspectos, puede llevar a emitir juicios tan ligeros como los que se mencionó al inicio de este documento. Muchos pueden caer fácilmente en este tipo de afirmaciones, y pueden hacernos dudar, si no se conoce realmente las razones fundamentales que han afectado nuestras sociedades para que se considerara la posibilidad de crear una Organización de Naciones Unidas, que vele por proteger la dignidad humana a nivel mundial. El pasado de exclusión social, esclavismo, menos precio y subestimación han marcado la historia de la región. Dictaduras militares han marcado nuestros pueblos y también fueron impulsoras de violencia, discriminación, coartando la libertad de expresión, educación y acción. La mayoría conoce las consecuencias de los regímenes dictatoriales en el pasado y la guerras civiles en Latinoamérica y el mundo, desaparición forzosa, genocidio, tortura, pena de muerte, crímenes de guerra y de lesa humanidad, holocausto judío, gitano, etc. ¡Cómo se puede añorar este tiempo como algo positivo! Es casi increíble, pero en nuestra actualidad pasa. Estas personas proponen políticas como la mano dura, como una solución a la inseguridad sin darnos cuenta que este tipo de programas punitivos de represión, además de premiar el abuso policial, él uso de la fuerza y el abuso de la autoridad, violando muchos de los derechos humanos reconocidos especialmente a los jóvenes3, han propiciado el fortalecimiento de redes criminales más violentas, desalmadas y organizadas. Hoy en día es común encontrar personas desmembradas sin distinción de sexo o edad, aunque nos encontramos ante grupos verdaderamente vulnerables, como lo son las mujeres. Se está acostumbrando a que las personas crean en propuestas que ofrecen una ilusoria solución rápida al problema, se cree que violencia se combate con violencia y no considera otras opciones. No se confía en una salida pacífica. La historia nos enseña que la búsqueda de las soluciones de forma pacífica es un proceso lento y sacrificado pero duradero - no fue fácil para Nelson Mandela en Sudáfrica y aun es un presidente querido en su país sin distinción de raza–. Es una cuestión de 3

Hume 2007; Zilberg 2011; Basombrío y Dammert 2013; PNUD, Informe Regional de Desarrollo Humano 2013-2014, pág. 13.


lucha con una visión amplia del problema, analizando las razones fundamentales de la violencia y los puntos claves desde donde debe iniciar el proceso de cambio, sin perder de vista que estamos tratando con seres humanos y que además son parte de nuestro pueblo. Uno de los problemas que agrava nuestra situación en la actualidad, es la evidente corrupción que existe en nuestros gobiernos. Este problema se encuentra en los niveles más altos de nuestro sistema estatal y debilita gravemente la esperanza de un futuro mejor. Las instituciones estatales pierden credibilidad a pasos agigantados y no muestran el menor interés de trabajar por el pueblo, sino a favor de los intereses económicos de unos cuantos. La falta de interés por mejorar y actualizar el sistema educativo en nuestros países, servicios de salud precarios, proyectos asistencialistas en lugar de proyectos para el desarrollo sostenible de las comunidades, inversiones dudosas, desfalcos, deudas millonarias, construcciones con dudosa calidad, contrataciones fantasma, etc. (Múltiples ejemplos podemos encontrar en los titulares de los periódicos en los últimos años, especialmente en estos momentos en Guatemala). La corrupción es una de las principales causas del debilitamiento estatal y que alimenta la violencia, debería ser el punto de partida para la lucha en contra de la inseguridad. Según el Informe Regional de Desarrollo Humano 2013-2014, propone que para fortalecer la seguridad ciudadana de la región no existe una única solución, es necesario la implementación de políticas integrales, basadas en el conocimiento de las necesidades locales y llevadas a cabo con la participación activa de las comunidades afectadas. Los Estados, en conjunto con los actores no estatales y mediante la cooperación internacional deben emprender acciones para atender y controlar amenazas a la seguridad ciudadana en corto plazo. Deben comprometerse a reformar y fiscalizar las instituciones de seguridad y de procuración de justicia, y alinear esfuerzos entre los sistemas locales, nacionales e internacionales. La perspectiva de género y el reconocimiento de los jóvenes y las mujeres como sujetos de derecho deben considerarse de manera transversal e integral en las políticas de seguridad ciudadana de la región.4 El Estado debe responder con más que la aplicación de justicia penal, es necesario reformas y cambios importantes en las capacidades del Estado y reconocer que los programas preventivos valen la pena y pueden ser eficientes en la reducción de los niveles delictivos. Las políticas de seguridad deben ser integrales de carácter intersectorial en el sentido que complementen el control del delito con programas preventivos. La construcción de lazos fuertes entre las comunidades, barrios y la policía. El esfuerzo debe realizarse en conjunto tomando en cuenta las necesidades de las comunidades afectadas y primordialmente incluyéndoles como parte fundamental de las políticas públicas encaminadas a combatir la violencia e inseguridad, en el ámbito internacional: Se observa la efectividad de algunos programas preventivos como el caso controversial de la tregua de pandillas en El Salvador, Barrio seguro (República Dominicana), Todos somos Juárez (México). 5

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Opus Cit, pág. 11-12. Ibid, Pág. 13-14


Según este mismo informe, las intervenciones más eficaces son las que se adecúan a las circunstancias locales y que responden a problemas de seguridad ciudadana, identificados y definidos en conjunto con las comunidades afectadas. Es indispensable contar con el compromiso real de los tomadores de decisión6, esto es vital de ahí la importancia de combatir la corrupción para lograr un cambio significativo. Es necesario crear programas específicos que permitan impulsar las oportunidades reales para los ciudadanos en general erradicar la forma de pensar que predomina en nuestra región y fomentar una cultura de paz. Se deben implementar programas que fortalezcan la economía del ciudadano, mejorar oportunidades de empleo digno con sueldos justos, estableciendo control de las empresas que buscan mano de obra barata, promover el desarrollo mediante empresas nacionales, mejorar la calidad de los servicios de salud y especializarlos, renovar el sistema educativo para que sea competitivo a nivel internacional, programas de apoyo para la mujer y niñas para que sean tomadas en cuenta como sujetos de derecho y capacidad, atender y prevenir la violencia de género en lo doméstico y privado y en el ámbito público, programas de acompañamiento juvenil y familiar, programas carcelarios con objetivo a la reinserción laboral y social, política especializadas para la prevención, diagnóstico e investigación del delito, fortalecer los sistemas de seguridad y justicia con respeto a los derechos humanos y evitar la impunidad, mejorar los sistemas de selección tanto para las personas que conforman el sistema de seguridad tanto como para la personas que aspiran a un cargo público con el fin de erradicar la corrupción, regular y reducir los disparadores del delito (armas, drogas y alcohol) desde una perspectiva integral y de salud pública, salvaguardar los derechos de las víctimas, fortalecer los mecanismos de coordinación y evaluación de la cooperación internacional. No es un camino fácil cómo decíamos anteriormente, debemos dejar de añorar los tiempos de represión y ver a un futuro de paz, el objetivo principal en nuestra región debe ser implementar programas de desarrollo, fortaleciendo el sistema económico interno propiciando la creación de oportunidades justas para todos de acuerdo a las características de cada comunidad, y con la colaboración de la ciudadanía. Buscar soluciones en colaboración y análisis para lograr soluciones sólidas y eficaces. Especialmente darnos cuenta que somos parte de la solución.

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PNUD Naciones Unidas. "Seguridad ciudadana con rostro humano: diagnóstico y propuestas para América Latina". 2013-14. Resumen ejecutivo, pág. 14


BIBLIOGRAFÍA

1. OEA. Informe sobre seguridad ciudadana y derechos humanos. 2009. José Miguel Insulza, Secretario General de la OEA, Prólogo, Secretaría de la OEA 2. PNUD Naciones Unidas. "Seguridad ciudadana con rostro humano: diagnóstico y propuestas para América Latina". 2013-14. Resumen ejecutivo,


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