ARTE Y MEDIO AMBIENTE Tan pronto como curadores e inversores encuentran modos de definir y acreditar arte, los artistas mismos se comprometen en la subversión de este proceso. Esta batalla por independencia es continua, y se ha acelerado durante el presente siglo. Sucesivos grupos (Secesionistas, Impresionistas, Cubistas) lograron éxito en la ruptura de los modos establecidos de representar la realidad, solo para ser rodeados y re-encerrados en el corral del establishment artístico, la gran estrategia en este proceso de control institucional ha sido la segregación de la obra artística dentro del sitio neutral de las galerías de arte, tan lejos como sea posible de la posibilidad de impacto político o social. La escultura, que históricamente ha provisto siempre una interfase pública potente, sufre especialmente cualquier limitación de su alcance sobre el campo estético, y, ampliamente hablando, es desde esta disciplina que el retorno al interés en valores de vida ha emergido. La escultura ambiental, a pesar de que sus orígenes se remontan a los del hombre mismo, data su presente encarnación desde finales de los años 60. En ese punto, artistas estadounidenses como Robert Smithson, Robert Morris, y otros, ensayaron una ruptura con el sistema de galerías a través de la creación de enormes (y en teoría incomercializables) trabajos en el paisaje. Esculturas tales como SPIRAL JETTY de Smithson, un sendero espiral de 5 mt. de ancho y 500 mt. de extensión en Great Salt Lake, Utah (1969/70),