Aterricé como pude, de Sebastián Navalón Morales.

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C/ San José de Calasanz 14 www.bibliotecaspublicas.es/albacete

Sebastián Navalón Morales


RELATOS DE VERANO 2016 Muchas son las personas que acuden a lo largo del año a la Biblioteca Pública de Albacete: unos buscan fantasía, otros información, otros estudiar…. Y hay quienes encuentran en la Biblioteca un lugar, o un motivo de inspiración, para poder escribir. Son escritores. Son NUESTROS escritores, porque escribir es una voluntad, no un don ni un momento de inspiración pasajera. Y los relatos que forman esta “serie” tienen esa determinación. Tienen, en definitiva, algo que contar. Y lo cuentan. Los relatos que te ofrecemos en las próximas semanas no están escritos por autores que puedan consultarse en una Biblioteca: son lectores que, por esta vez, han cambiado la afición de leer páginas por la de escribirlas. Para la Biblioteca de Albacete es un placer ser mucho más que el lugar donde se guardan los libros: queremos contribuir a ese inmenso patrimonio cultural que es una biblioteca con la vida de quienes nos visitan y nos dan la razón de ser. Añadiendo su obra. Suyo es el mérito, nosotros sólo ponemos la intención y los medios. A lo largo del verano y el otoño te ofrecemos el fruto de quienes, con su silencioso trasiego, habitan esta biblioteca. Estás invitado a pasar a leer, estudiar, investigar y… escribir. Disfrútalo.


ATERRICÉ COMO PUDE Sebastián Navalón Morales

La Biblioteca de Albacete nos exhorta a participar escribiendo. Un relato de verano. Supongo, por tanto, que habrá también relatos de invierno. ¿Y de jueves, hay relatos de jueves, amigos de la Biblioteca? Vale, me digo. Voy a participar. Así al menos ha de leerlo alguien, aunque sea para descartarlo. Me pongo. Pero… ¿qué demonios les cuento, ¿eh? Vamos a ver… verano…, verano…, ¿qué pasó algún verano…? ¡Ah, sí! Comenzando un verano fue cuando llegué aquí. Puedo contarles mi aterrizaje en Albacete a principios del verano del año 63,


procedente de Nissan les Sansorounnes. Una de esas fotos que la memoria te guarda de cuando eres chinorri. Vía directa de Nissan a la calle de La Luna nº 1. Pleno Alto de la Villa. Tengo, recién, cuatro años. Mi viaje astral culmina de súbito en una desierta e inasfaltada plaza manchega. Una grave enfermedad paterna nos ha traído de vuelta. Bueno…a mis padres, porque yo, aquí, no había estado nunca. Una ventaja lo de nacer ya exiliado. Eso que adelanto. El caso es que “volvimos”. Se van con urgencia al ya demolido hospital de “Los Llanos” tras presentarme a mi abuela. Esa desconocida. Llantina al canto. ¿Quién es esa señora tan de negro? Y a mi abuelo. La barraquera es mundial. Irreductible. Agotadas las lágrimas encuentro consuelo en el collage mural que componen las fotos de boda de los que, luego me enteraré, son mis tíos paternos. Entre ellas reconozco,

a

duras

penas,

a

mis

padres.


Establecido en mi subconsciente que debo de estar en buenas manos y con los pucheros y zollipos -por extenuación más que nada- en franco retroceso, al cabo de un rato mi abuela me deposita en la calle con la benemérita intención de que encuentre amigos con quienes jugar. No hay nadie. Aparentemente. Por instinto me agarro y me retrepo, de espaldas, contra una reja desde donde -ahora se diría así- me limito a escanear el paisaje. A esta placeta desembocan varias calles y, heme aquí, sin opción de evadirme, frente a las “de la Amargura”, por un lado, y “del Desengaño” por otro. Literal. Premonitorio. Todo eso lo supe luego. A lo que iba…No ha pasado un minuto desde que, amorosamente, mi abuela allí me depositara, cuando, en lontananza (cuando eres niño todo es mucho más grande y está mucho más lejos), en lontananza digo, se sustancia, rotunda y autoritaria, la figura de una niña, algo mayor que yo, que se me aproxima y escruta


inmisericorde,

arropada

con

la

inapelable

autoridad que le confiere el hecho de ostentar todos los aditamentos y distintivos de sheriff del barrio. Auténtico. El tiempo demostraría que tal indumentaria hacía, con endemoniada exactitud, honor a la verdad. Me aborda. No sé qué es lo que me pregunta (después supe que por mi nombre). Menos aún sé lo que le contesto (en francés patuà que de momento es lo único que sé hablar).

Tras

declamar,

enarbolando

por

estandarte, la castiza y celebérrima alocución de “tu padre por si acaso” procede, con toda la contundente energía que atesora que no es poca, a plantificar en sendas mejillas de mi cara un par de sólidas y nutritivas hostias. La barraquera se reapropia de mi alma a la par que de mi cuerpo. No me digan que la salutación no es para salir por pies.



DIA

TÍTULO

AUTOR

4 de julio

La alquimista de los aromas

Adoración M. González Mateo

11 de julio

Me busco en el Montecillo

Iluminado Jiménez Hidalgo

18 de julio

El juego de las runas. The set of runes

Freya

25 de julio

Patricia y el mar

Carmen Hidalgo Lozano

1 de agosto

Aquellos azules veranos

Natalia Lucina

8 de agosto

Albacete en verano

Daniel Molina Martínez

16 de agosto

Poemas

Trinidad Alicia García Valero

22 de agosto

Mi cítrica vida

José Antonio Puente Juárez

29 de agosto

Atanpha

Manuel Olivas García

5 de septiembre

Una fantasía erótica mortal

Daniel Peña Medina

12 de septiembre

Aterricé como pude

Sebastián Navalón Morales

19 de septiembre

La gran ceremonia

Fabián Fajardo Fajardo

26 de septiembre

Un gato de Brooklyn

Toñi Sánchez Verdejo

3 de octubre

El desconocido del tren

Astrid Avero Chinesta

10 de octubre

Gabriel

Sara Monteagudo Moya

17 de octubre

El libro de las partituras

Carlos Hernández Millán

24 de octubre

Sin billete de regreso

Irene Blanca Sánchez

31 de octubre

San Juan y Toda

Mª Soledad Roldán Márquez

7 de noviembre

Voy en canoa

Alejandro Campos Benítez

14 de noviembre

Las nubes también viajan

Mª Ángeles Pérez Marcos

21 de noviembre

Una historia trilingüe

M.J.M. Arellano

28 de noviembre

Otra vez

Bartolomé Sáez Ochoa

5 de diciembre

Un frío invierno

María Martínez Segura

12 de diciembre

El vodevil de Grenelle

Llanos Olivas García


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