Voy en mi canoa, de Alejandro Campos Benítez.

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RELATOS DE OTOÑO 2016 Muchas son las personas que acuden a lo largo del año a la Biblioteca Pública de Albacete: unos buscan fantasía, otros información, otros estudiar…. Y hay quienes encuentran en la Biblioteca un lugar, o un motivo de inspiración, para poder escribir. Son escritores. Son NUESTROS escritores, porque escribir es una voluntad, no un don ni un momento de inspiración pasajera. Y los relatos que forman esta “serie” tienen esa determinación. Tienen, en definitiva, algo que contar. Y lo cuentan. Los relatos que te ofrecemos en las próximas semanas no están escritos por autores que puedan consultarse en una Biblioteca: son lectores que, por esta vez, han cambiado la afición de leer páginas por la de escribirlas. Para la Biblioteca de Albacete es un placer ser mucho más que el lugar donde se guardan los libros: queremos contribuir a ese inmenso patrimonio cultural que es una biblioteca con la vida de quienes nos visitan y nos dan la razón de ser. Añadiendo su obra. Suyo es el mérito, nosotros sólo ponemos la intención y los medios. A lo largo del verano y el otoño te ofrecemos el fruto de quienes, con su silencioso trasiego, habitan esta biblioteca. Estás invitado a pasar a leer, estudiar, investigar y… escribir. Disfrútalo.


VOY EN MI CANOA Alejandro Campos Benítez

Voy en mi canoa. Remo. Desde la orilla a lo profundo. Sigo remando. Saludo a mi vecino sonriendo. Sigo remando. La proa divide las aguas. El remo salpica cuando remo. Cojo las redes y las arrojo a las aguas. Nada. Las recojo y remo otro rato. Las vuelvo a arrojar. Misma suerte. Recojo las redes con parsimonia. Tengo hambre. Preparo el arpón y me arrojo a las aguas. Con suerte un atún me servirá de cena. Buceo hasta media profundidad del atolón de coral. Cientos de pequeños peces de


colores nadan a mi alrededor. Demasiado pequeños. Uno no basta. ¿Dónde estaban cuando eché las redes? Llego hasta una cavidad del coral. No veo nada, así que disparo a ciegas el arpón. Diana. Una morena enorme se agita con mi dardo atravesádola. Regreso a la canoa. La presa en el arpón es firme. Espero matarla subiéndola a la superficie. Recojo la cuerda que me ata a mi cena, la morena. ¡Qué suerte la de este día! Me acordaré de esta jornada como aquella en la que acerté a ciegas a una morena. Una vez recogido el arpón, le casco un porrazo al pez, matándolo al instante. Vuelvo a mi choza en la playa, y a la luz de la vela me ceno a mi presa. Qué pena que no fuera una morena de verdad, una morenaza. La noche hubiera sido distinta,


sin duda. Pero no me quejo. Rezo mis oraciones nocturnas. Admiro el cielo estrellado. Esta noche no hay luna. El camino de Santiago luce en todo su esplendor. Santiago, Santiago de Compostela viene a mi mente. Cerca de allí está Finisterre y más allá, el agua, el agua enorme y sin fin que lo conecta todo y yo aquí, en un atolón ignoto. No me preocupa llegar al trabajo. Ya no hay trabajo de donde yo vengo. Las máquinas y los hombres ricos han arrasado con todo. Sólo quedó un enorme país sin nombre lleno de restaurantes para sus señorías, y a los cuatro pobres capaces que continuaban por allí los nombraron vigilantes de su vecino. Los demás sobramos. No necesitaba caerme muerto a la puerta de un hospital para saberme sin lugar en mi hogar... así que como dice el refrán "uno no es de donde nace, sino de donde pace", me fui lejos de las leyes de aquellos hombres, de


sus tierras y sus posesiones. Me perdí en el mar y en la noche y amanecí aquí, ahora. Más cerca de mí mismo que nunca y más lejos que nunca de los demás. Me sonrío mientras veo caer una estrella fugaz. No tengo deseos. Mi estómago está lleno y mi cabeza vacía de preocupaciones. En la hamaca de la playa me duermo, arrullado por la mar. Y sueño que mañana saco la canoa de nuevo, y con ritmo acompasado remo, la proa separando mar y viento, siempre, siempre, arrullado por la mar. Y en mi sueño mi hijo canta una melodía que sólo él oye por una caracola. Y mi mujer nos canta a todos una canción que escuchó de pequeña:


"Don Melitón tenía tres gatos, y los hacía bailar en un plato. Por la mañana les daba manzana, a mediodía les daba melaza Y por la noche les daba turrón, ¡Que vivan los gatos de Don Melitón!"

Pero eso es otra historia.

FIN


DIA

TÍTULO

AUTOR

4 de julio

La alquimista de los aromas

Adoración M. González Mateo

11 de julio

Me busco en el Montecillo

Iluminado Jiménez Hidalgo

18 de julio

El juego de las runas. The set of runes Freya

25 de julio

Patricia y el mar

Carmen Hidalgo Lozano

1 de agosto

Aquellos veranos azules

Natalia Lucina

8 de agosto

Albacete en verano

Daniel Molina Martínez

16 de agosto

Poemas

Trinidad Alicia García Valero

22 de agosto

Mi cítrica vida

José Antonio Puente Juárez

29 de agosto

Atanpha

Manuel Olivas García

5 de septiembre

Una fantasía erótica mortal

Daniel Peña Medina

12 de septiembre

Aterricé como pude

Sebastián Navalón Morales

19 de septiembre

La gran ceremonia

Fabián Fajardo Fajardo

26 de septiembre

Un gato de Brooklyn

Toñi Sánchez Verdejo

3 de octubre

El desconocido del tren

Astrid Avero Chinesta

10 de octubre

Gabriel

Sara Monteagudo Moya

17 de octubre

El libro de las partituras

Carlos Hernández Millán

24 de octubre

Sin billete de regreso

Irene Blanca Sánchez

31 de octubre

San Juan y Toda

Mª Soledad Roldán Márquez

7 de noviembre Voy en mi canoa

Alejandro Campos Benítez

14 de noviembre

Las nubes también viajan

Mª Ángeles Pérez Marcos

21 de noviembre

Una historia trilingüe

M.J.M. Arellano

28 de noviembre

Otra vez

Bartolomé Sáez Ochoa

5 de diciembre

Un frío invierno

María Martínez Segura

12 de diciembre

El vodevil de Grenelle

Llanos Olivas García


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