Me busco en El Montecillo, de Iluminado Jiménez Hidalgo.

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Iluminado Jiménez Hidalgo


RELATOS DE VERANO 2016 Muchas son las personas que acuden a lo largo del año a la Biblioteca Pública de Albacete: unos buscan fantasía, otros información, otros estudiar…. Y hay quienes encuentran en la Biblioteca un lugar, o un motivo de inspiración, para poder escribir. Son escritores. Son NUESTROS escritores, porque escribir es una voluntad, no un don ni un momento de inspiración pasajera. Y los relatos que forman esta “serie” tienen esa determinación. Tienen, en definitiva, algo que contar. Y lo cuentan. Los relatos que te ofrecemos en las próximas semanas no están escritos por autores que puedan consultarse en una Biblioteca: son lectores que, por esta vez, han cambiado la afición de leer páginas por la de escribirlas. Para la Biblioteca de Albacete es un placer ser mucho más que el lugar donde se guardan los libros: queremos contribuir a ese inmenso patrimonio cultural que es una biblioteca con la vida de quienes nos visitan y nos dan la razón de ser. Añadiendo su obra. Suyo es el mérito, nosotros sólo ponemos la intención y los medios. A lo largo del verano y el otoño te ofrecemos el fruto de quienes, con su silencioso trasiego, habitan esta biblioteca. Estás invitado a pasar a leer, estudiar, investigar y… escribir. Disfrútalo.


ME BUSCO EN EL MONTECILLO Iluminado Jiménez Hidalgo

El Montecillo Y una y otra vez vuelvo a sentarme en el lugar de la paz. Es mi encuentro diario con el silencio, el sonoro silencio que me llega cada mañana con la presencia abrumadora de los montes. El Montecillo se planta delante con su nueva hornada de sol y el oloroso verde coronado de rocío. A sus pies bailan con la brisa los jóvenes ramajes que brotaron en primavera


y alguna chimenea ofrece sus inciensos rituales en este despertar puro del valle. El Montecillo es nuestro vecino de enfrente, tan familiar y acogedor que su grandeza, su desmesura, busca siempre el abrazo de la mirada. Y ahí está. Extiendes la mano y tus dedos se colman de compañía. Por su mansa ladera desciende el cálido caudal de una brava ternura. Y en la cumbre dibujada por robles, donde los corzos saltan y estrenan laberintos, donde se inician los mil caminos misteriosos del bosque, alguna nube novicia se ha perdido y los buitres la guían con la impasible majestad del reino azul de las alturas.


Yo fui arrebatado un día a esta gloria, a este monte cercano y amigo. Se me llenó la mañana de pájaros, de rumores, de verdes, de airecillos. Y una extraña plenitud me llegó de los campos. Y me dejé invadir. Todo era presencia, la imponente presencia sobrecogedora de El Montecillo, poder y éxtasis de la mirada herida. Y vuelvo hoy a sentarme en el lugar de la paz, frente al altar de la serenidad donde canta el silencio y la mañana rompe en oro radiante de vida nueva.

Ha llegado la luz. Me descalzo para entrar en el umbral del esplendor.


La noche Se van apagando ya las tertulias del sábado y nos quedamos solos en este plácido barco anclado en la noche. Entre las olas de un verde casi adivinado a estas horas, saltan por aquí y allá pequeñas luces como espumas blanquecinas o peces de plata sorprendidos por la luna. Y apenas nada más. Grillos, estrellas, farolas como jaulas con el pajarillo de luz temblorosa… ¿Y El Montecillo? Es pura noche.


Solo rumores. Aquí no busques esa luciérnaga de una ermita perdida ni el refugio lejano del pastor con el seguro rescoldo amoroso de su lumbre. Nada. Pared de sombra, vertical ausencia, el peso rotundo de la noche. Sí, las cuatro peñas están ahí, con su voz de cuchillo, con su brillo seco colgado de la negrura, presencias que guardan la levedad del valle cuando se apagan los grillos y llega impenetrable la hora del silencio.


Mar que apaga el tiempo Zumban los oídos: tan hondo ha cavado el pozo este silencio. Es setiembre y ahí está con su verde erecto El Montecillo. ¡Qué atrevimiento plantarse a las cuatro de la tarde en el valle y levantar la vista poco a poco, subiendo como un gato la ladera hasta erguir el cuello y quedarse encandilado de verdes y azules! Como un niño pobre que no sabe a dónde mirar, abrazan mis ojos el desmesurado escaparate de esta parada tarde inmensa que me hace abrir los ojos y me desgarra y me obliga a llorar de gusto y de rabia. Pienso que nunca tuve un silencio tan completo, que nunca un monte se me ofreció tan hermoso, que nunca mi mirada estuvo tan cerca de esta frágil plenitud.


Ahora. ¿Por qué todo se ha concertado en este sueño tan perfecto? Aprieto los dientes buscando en mis entrañas las palabras, las pobres ilusas palabras que quieren acercarse a lamer la majestad de esta hora. El olmo que tiembla tras la sombra de la empalizada tal vez no se atreve a insinuar su esbelta presencia airosa porque teme romper la gloria de la escena. El coro de peñas y robles ha llenado ya el foro con su extendida elegancia sublime. Y todo lo dice el verde silencio, la fuerza y la quietud que tiene el cielo callado, casi asustado de tanta paz y de tan larga tregua, de esta expectación, de este pasmo, de este mudo juego de espejismos con que la vida ríe y asombra a los mortales.


Pero yo me quedo aquí, siempre aquí, agarrado a la hora y al valle, incrédulo, tembloroso ya por el temor del despertar, sufriendo el ansia que castiga los ojos de quien no puede dar el salto y entender que siga ahí ese dulce monte coronado de sol y colores y que todavía en la tarde se desborde el silencio como un mar que apaga el tiempo y nos deja llorosos, perplejos, anhelantes, y extrañamente felices.



DIA

TÍTULO

AUTOR

4 de julio

La alquimista de los aromas

Adoración M. González Mateo

11 de julio

Me busco en el Montecillo

Iluminado Jiménez Hidalgo

18 de julio

El juego de las runas. The set of runes

Freya

25 de julio

Patricia y el mar

Carmen Hidalgo Lozano

1 de agosto

Aquellos veranos azules

Natalia Lucinda

8 de agosto

Albacete en verano

Daniel Molina Martínez

16 de agosto

Poemas

Trinidad Alicia García Valero

22 de agosto

Mi crítica vida

José Antonio Puente Juárez

29 de agosto

Atanpha

Manuel Olivas García

5 de septiembre

Una fantasía erótica mortal

Daniel Peña Medina

12 de septiembre

Aterricé como pude

Sebastián Navalón Morales

19 de septiembre

La gran ceremonia

Fabián Fajardo Fajardo

26 de septiembre

Un gato de Brooklyn

Toñi Sánchez Verdejo

3 de octubre

El desconocido del tren

Astrid Avero Chinesta

10 de octubre

Gabriel

Sara Monteagudo Moya

17 de octubre

El libro de las partituras

Carlos Hernández Millán

24 de octubre

Sin billete de regreso

Irene Blanca Sánchez

31 de octubre

San Juan y Toda

Mª Soledad Roldán Márquez

7 de noviembre

Voy en canoa

Alejandro Campos Benítez

14 de noviembre

Las nubes también viajan

Mª Ángeles Pérez Marcos

21 de noviembre

Una historia trilingüe

M.J.M. Arellano

28 de noviembre

Otra vez

Bartololmé Sáez Ochoa

5 de diciembre

Un frío invierno

María Martínez Segura

12 de diciembre

El vodevil de Grenelle

Llanos Olivas García


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