FACULTAD DE EDUCACIÓN ESPECIALIZACION EN DIDÁCTICAS PARA LECTURAS Y ESCRITURAS CON ÉNFASIS EN LITERATURA
POR LA DEFENSA Porque fuimos nombrados a través de la palabra, porque nos atraviesan las palabras que nos arrullaron, porque la melodía de la voz dio forma a nuestro ser y a nuestro sentir, porque la calidez musical nos permitió confiar y amar, porque sin el otro y lo otro que musitaba al oído susurros aún ininteligibles no nos hubiéramos encontrado como humanos, porque nos dijeron el nombre de las cosas, porque somos seres hablados. Por eso y por mucho más, el contacto con el mundo y con nosotros mismos surge de lo que se dice, de lo que se escucha, aún sin palabras, en un entorno compartido, no solo como un goce sino como un derecho, uno de los más vitales para la incesante búsqueda del sentido. Por la defensa de la palabra dicha. Porque el desarrollo ontológico del ser sigue la línea de lo filogenético, porque nuestra configuración cerebral continúa en constante transformación gracias a que somos y nos constituimos en seres sociales en donde la palabra transforma el pensamiento, porque podemos ser reflexivos gracias al lenguaje, porque es con el otro y por el otro que me regulo y desarrollo empatía, porque logro consensos, acuerdos, pactos, compromisos, desde y a través de lo que se dice. Por la defensa del diálogo. Por todo esto, y mucho más, este escrito trata de convertirse en una defensa de la proximidad que me permite decir, que me invita al habla, que me narra y me ofrece todo un paisaje de posibilidades lingüísticas. La palabra viva. La palabra que puedo tomar a mi antojo en el lugar y momento que desee, por lo inmediato, por lo cercano, por lo tangible. Hasta puedo olerlo, degustarlo, detenerme en la contemplación de lo que me toca, de lo que me sana; puedo llevarlo conmigo, hacerlo mi amigo, mi cómplice, mi talismán. Ese que me habla y repite, una y mil veces, lo que necesito escuchar, lo que no quiero pero debo, lo que debo aunque me cueste. Ese otro, presente aún en su ausencia, que lo ha visto todo y lo comparte conmigo, ese que sabe expresar de la manera más precisa lo que yo no encuentro con palabras, pero que está ahí, consciente o inconsciente. Por la defensa del libro. Por la renuncia a cambiar de nombre a lo que no se debe, por el derecho a la resistencia que logro realizar ante la alienación, ante el deseo de otros de quitarme mi nombre y el derecho a la palabra. A la palabra bien dicha, a la palabra precisa, a la palabra amplia y adornada, a aquella que nombra lo que dice de la manera exacta, sin artilugios. La que me permite entender el mundo y lo que de él quieren hacer, y desde allí saberme capaz de hacer, de decir, de elevar la voz y ser escuchado. Por la palabra escrita en un libro. ¿Acaso somos todos iguales?, entonces porque nos marcan como si así fuera. ¿Acaso vivimos todos de la misma forma?, entonces porque nos tratan de vender las mismas cosas. ¿Será que pensamos todos igual?, aunque así lo deseen, aún existe quien lo haga por sí mismo, entonces no vale que nos hablen a todos igual, con el mismo lenguaje amañado, limitado, inventado con ese fin. ¿Podemos todos acceder a los mismos inventos de la humanidad? ¿No se han dado cuenta que para algunos el mundo no ha evolucionado y continuamos con un estilo marcado por la diferencia, por la escases? Alba Lucy Varela Giraldo Junio de 2015
FACULTAD DE EDUCACIÓN ESPECIALIZACION EN DIDÁCTICAS PARA LECTURAS Y ESCRITURAS CON ÉNFASIS EN LITERATURA
Pensar que la tecnología nos ha atropellado a todos, sin distingo, es no querer ver que la brecha sigue en aumento, que la desigualdad e inequidad no va tan solo en lo que habitamos sino en lo que accedemos, en lo que pronunciamos y pensamos; aunque más allá ¿ese estilo de vida impuesto es el que debe llamarse avance, adelanto, civilización?, no solo porque se nos quiere convencer de eso, sino por lo rentable que resulta, no por el acceso sino por la compra masiva de uno y otro, continuamente, no porque se desee incluir, no porque se desee informar, no porque se desee compartir. Todo lo contrario, porque está dando los resultados esperados: comunidades fraccionadas, apología al egoísmo, defensa a la individualidad, a la inmediatez, a lo efímero. Por el derecho a pensar. Se ha intentado dar el salto al vacío, dar el salto de lo oral a lo digital, y el intermedio ¿dónde nos queda? Se nos ha negado el derecho a leer y a escribir con voz propia. Se nos ha negado el placer de un buen texto, de una buena lectura en voz alta. Y cuando ahora aparece la defensa de esa voz que continúe arrullando nuestras existencias, quiere también pasársele por alto. Hablan por nosotros, como si esa fuera nuestra consigna. Olvidan que aún pueden existir quienes deseemos encontrarnos en la plácida lectura de una “buena lectura”. Una lectura extensa, sugestiva, seductora, narrada por otro que desee la proximidad, la complicidad. Narrada por el ausente, por el que nos habló desde lo más allá, lo intangible que se me hace tan próximo cuando tomo en mis manos su historia, cuando me descubro en eso que me dice, en eso que me cuenta. Por el derecho a leer las mejores historias. A escuchar de otros las mejores historias. Pero aún, ¿si yo, tal vez, no me he dado cuenta de lo que está sucediendo?, ¿si tal vez yo no soy consciente de eso que me están intentando convencer?, ¿si aún no he logrado despertar en mí la claridad del pensamiento que me permita tomar las decisiones más adecuadas e identificar todo esto que desde mi inconsciente hablo?, ¿no habrá quien me lo quiera mostrar?, ¿no habrá alguien que lo quiera defender? Y poder lograr yo, a partir de los libros, los que me empiecen a rodear, los que me empiecen a leer, los que me quieran mostrar, de las palabras que ese otro me regale día a día como puente para lo mejor y más hermoso que allí se encuentra, despertar, quitar la venda, vivir mi propia vida, decir mis propias palabras, contar mi propio cuento, escribir y reescribir mi propia historia. Tal vez logre así dar inicio a mi propia defensa. Tal vez logre así escribir mi propia historia. Tal vez logre así leer y hacer con ésta, la lectura, un mundo mejor. Mi mundo, el tuyo, el nuestro.
Por la defensa de los miles de niños, niñas y jóvenes que sin voz y sin palabras intentan sobrevivir en un mundo ajeno construido por otros.
Alba Lucy Varela Giraldo Junio de 2015
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ESCUELA, LITERATURA Y SOCIEDAD Pensar en el papel que juega la literatura en la escuela exige, inicialmente, pensar en el papel de la escuela como institución socializadora dentro del entramado en el que nos vemos insertados desde el mismo momento de nacer, o antes, inclusive. Exige repensar las formas y estilos que vamos tejiendo alrededor del sí mismo, del otro y de lo otro que nos rodea. Cuestionar, reflexionar, construir y deconstruir saberes y certezas, validar verdades y configuraciones dadas por un sistema. Significa, además, repensar el papel de la literatura para la vida y la conformación de sujetos sociales de derechos. El papel del docente dentro de esta relación y su constitución como ser letrado, como aquel que introduce al mundo de la cultura o a la cultura del mundo. Podemos iniciar estas reflexiones dando paso a una disertación en la que Alesandro Baricco nos interpela acerca de algunas “verdades” construidas, de las cuales no escapa la mayoría, y que terminan configurando o reconfigurando formas de vida. Reflexión que permite el cuestionamiento sobre las verdades sobre las que se ha querido instalar nuestras formas de acción, de las cuales no escapa la escuela y sus prácticas. En su libro, “Next. Sobre la globalización y el mundo que viene”, Baricco reflexiona de manera muy sencilla acerca de este fenómeno planteándolo como una posible falacia sobre la cual los estados más poderosos han montado su forma de mejorar sus economías a costa de los más débiles. Como débiles son quienes deben permanecer frente a las “maravillosas ofertas” que extienden haciendo creer que son las más convenientes para toda la población. Que el modelo de occidente es el que debe prevalecer por encima de los otros, para el bien de todos. “Las grandes marcas se han apoderado del imaginario colectivo, lo gestionan a su placer y transforman a los individuos en consumidores lobotomizados”. Individuos que no salieron airosos a pesar de que han sido atravesados durante 11 años, o más, por la escolarización, en donde, se supone, construirían, a través del desarrollo de distintas competencias, la competencia más importante, la de leer el mundo y su entorno con una mirada crítica y propositiva. Una de las funciones primordiales de la escuela, y desde allí, la formación de sujetos de saber y subjetividades capaces de hacer frente a lo que el mundo y sus vicisitudes nos ofrecen. Pues si entendemos, como Teresa Colomer, que “el objetivo principal de la escuela es formar a los alumnos como ciudadanos de la cultura escrita”, entonces podemos pensar que la escuela continua fracasando, y con ella sus prácticas. Aunque debamos aclarar que la escuela se constituye solo en otra de las instituciones que están subsumiendo ante todo el sistema. Pero de la misma manera que la institucionalidad permea la escuela, es también desde allí que puede renacer la esperanza del cambio, del milagro de construir otro mundo posible. Aquel que desde la ficción y la lírica las civilizaciones han ofrecido como regalo.
Alba Lucy Varela Giraldo Junio de 2015
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Hay que escuchar más y darle espacio a ese “paraíso” posible y hacer que dure, como lo dice Calvino en sus “Ciudades Invisibles”. Y el darle espacio y hacer que dure puede convertirse en la labor del maestro. A través de la palabra, la palabra bien dicha, la palabra que fascine, que cautive, que seduzca, porque “cuando se mediatiza al lenguaje, cuando se lo considera sólo una mediación para otra mediación, porque cuando la comunicación se pone al servicio del marketing, el marketing del dinero y así sucesiva e infinitamente, nos olvidamos de que el lenguaje es ante todo un placer, un placer sagrado; una forma, acaso la más elevada, de amor y convencimiento”. A través y desde la palabra que nos enuncia y que nombra lo que nos atraviesa y lo que nos envuelve, el ser humano se va constituyendo en humano en razón de su sentir, pensar y decidir, y hace parte del oficio del maestro hacerla viva en sus prácticas. Y nada mejor para conseguir esta posibilidad que a través de la literatura. Jerome Bruner ha estudiado profundamente el nacimiento del lenguaje en los niños y en sus investigaciones ha establecido relaciones entre lenguaje y juego, entre lenguaje y afectividad, entre lenguaje y cultura. Relaciones de escucha y discriminación, que preceden al lenguaje, que inician desde el vientre y que van construyendo lo simbólico que nos relacionará con el mundo y su posibilidad de comprenderlo para que sus verdades no nos sobrepasen. Entonces, si es a través de la palabra dicha que iniciamos el poderoso recorrido por la vida, será a través de la palabra oída, leída, construida, que podremos afianzarnos y mantenernos erguidos en sus vicisitudes. Palabras que proporciona, definitivamente, la literatura, pues como texto ficcional abre otras alternativas que los otros textos –informativos, argumentativos- no permiten. Expresado en palabras de Cesarini y Federicis, escritores referenciados por Teresa de Colomer, en su obra “Andar entre libros: “la literatura ofrece importantísimos soportes y modelos para comprender y representar la vida interior, la de los afectos, de las ideas, de los ideales, de las proyecciones fantásticas, y, también, modelos para representar nuestro pasado, el de nuestra gente y el de los pueblos, la historia”, a lo cual le podemos adicionar que la literatura permite representar las posibilidades íntimas de irme construyendo como ser. Pero ¿qué pasa con los millones de niños, niñas y jóvenes que se encuentran aún por fuera de estas posibilidades porque aquel mundo en el que les tocó nacer los ha privado de todo esto y de mucho más?, ¿será que las propuestas del paso de lo narrativo oral a lo narrativo digital está dejando de lado la constitución de un ser más humano, más próximo al otro, más cálido y sensitivo, tan necesario para estos nuevos tiempos de la post-modernidad?, ¿será que lo estético que solo desde el arte se puede desarrollar puede ser reemplazado por un ordenador?, ¿bastará la orden dada por voces computarizadas las que logren despertar en el niño o el joven la seducción, la provocación de constituirse como lector?, pues no se trata de enseñar a leer, se trata de generar la posibilidad de convertirse en lector, aún por fuera del sistema, como acto de autonomía y de rebelión.
Alba Lucy Varela Giraldo Junio de 2015
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No obstante, no se trata simplemente de la negación a los avances tecnológicos per se, se trata más bien de un reclamo porque estos avances incluyan también a los excluidos, a los que han mantenido al margen; un reclamo para que no se pierda la oportunidad de pasar de la letra hablada, dialogada, debatida, al trabajo individual, en el que el pensamiento se ponga a prueba con esas otras formas de comunicación en donde puedo ampliar mi mundo, conocer otros y que me conozcan, validar otras posibilidades en la medida en que reconozco y me apropio de las mías; un reclamo para desatar desde la artística de múltiples lenguajes mi ser. Como lo manifiesta tan poéticamente Francisco Cajiao, “la necesidad de contacto nace en condiciones muy diversas de la vida y cada vez reclama respuestas precisas… resulta muy difícil establecer con precisión qué es exactamente lo que se reclama del otro en el momento en que se lanza un llamado… Llamados y respuestas a la intimidad que constituyen la base de la construcción social humana. A partir del contacto íntimo se desenvuelve la construcción del conocimiento, el amor, el arte y la política. También a partir de las necesidades y experiencias de intimidad tenidas durante la vida se definen rasgos de personalidad que acompañan la existencia y marcan las relaciones humanas”. Es claro, entonces, que es a partir de literatura la vía por la cual nos vamos constituyendo en sujetos cognoscentes, éticos y estéticos, en relación con el otro, con el que me habla y me ve, con el que me rodea y me hace sentir la importancia que me da, que me ofrece un espacio en el mundo y me regala las herramientas por las cuales me voy construyendo y abriendo camino. Es con la palabra que me nombra y la que me permite enunciar el mundo, la que me sumerge en la cultura propia y de otros, para así poder entenderla y aceptarla. Es el maestro con su estar, con su presencia, con su saber y su voz quien me permite iniciar el recorrido. El maestro en la escuela, una escuela que enseña el verdadero sentido de la palabra hermandad, fraternidad, humanidad. Una escuela que desde la poética, desde la retórica argumentativa y estética, permite entender el mundo para lograr transformarlo. Resumo en unas cuantas líneas citando textualmente a Gianni Rodari “no se enseña literatura para que todos los ciudadanos sean escritores, sino para que ninguno sea esclavo”.
Cajiao Restrepo, Francisco. La piel del alma. Editorial Magisterio, Colombia, 1996 Bordelois, Ivonne. La palabra amenazada. Ediciones desde abajo, Colombia, 2003 Baricco, Alessandro. Next. Sobre la globalización y el mundo que viene. Editorial ANAGRAMA, Barcelona. 2002. Colomer, Teresa. Andar entre libros. La lectura literaria en la escuela. Fondo de Cultura Económico, México, 2005.
Alba Lucy Varela Giraldo Junio de 2015