La Revolución Chilena

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L A

VOLÜCION С (IMPRESIONES

DK U N

VIAJERO)

SANTIAGO DE CHILE

IMPRENTA

CERVANTES

BANDERA,

1892

7?,



Lima á 25 de mnyo de S E Ñ O R DON A N D R É S A,

i8gi.

ARAMBURÚ

Mi estimado amigo ( 1 ) : A £~\_

C.-uiO

de llegar de un largo viaje, en el cual

y después de haber recorrido los principa-

les países europeos, he visitado también á Chile> víctima hoy del más cruel de los azotes con que la humanidad puede ser afligida; y debo deciros que el modo y forma cómo la prensa de L i m a aparenta en estos momentos ser indiferente á la crisis política por que actualmente atraviesan nuestros vecinos del Sur, no sólo me ha sorpren( 1 ) Algunas de estas cartas fueron publicadas en Opinión Nacional

La

de L i m a y diiigidas al señor don Andrés

Avelino Aramburú, editor de dicho periódico.


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GIL

JUAN

dido, si que también me ha angustiado el alma con tristes reflexiones. ¿Es posible, mi estimado amigo, que los diaristas de esta ciudad gloriosa, cuna de nuestra raza americana y brillante teatro de las más nobles luchas.por la libertad y el derecho de A m é rica, no se hayan dado cuenta todavía de la alta trascendencia y gravísimos resultados que puede y ha de tener necesariamente en la política general del Continente el gran conflicto chileno? Parece en verdad (y lo digo con tristeza) que los escritores del Perú, olvidados de que su patria no es una isla en medio del Pacífico ni una huérfana en la gran familia délos países republicanos, no tuvieran ojos ó estuvieran ciegos para ver lo que á su alrededor sucede y cómo anda envuelto en la espuma del temporal y agitado por !

las olas del naufragio todo lo que ellos siempre

amaron y defendieron como la más preciosa herencia de sus libertadores y la fórmula más hermosa de sus convicciones. Y si los escritores y los hombres públicos del Perú conocen y comprenden la gran significación de los acontecimientos que ahora se desarrollan al pie de los Andes y en los mares que en otro tiempo trajeron las velas de Cochrane á las pía-


LA REVOLUCIÓN CHILENA

y a s del Perú, ¿cómo explicarse, menos

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todavía,

esa egoísta indiferencia, que en este caso lo sería y que pudiera aparecer á los ojos de propios y extraños como síntoma peligroso de una especie de anemia mora! que hubiera agostado en los hombres de letras de L i m a el entusiasmo generoso por los grandes ideales de la América republicana y el amor sin límites á los santos principios que sustentan nuestra propia organización de país libre y democrático? Una ú otra cosa, mi estimado amigo, la ignorancia de los sucesos ó la indiferencia con que son contemplados, me hace meditar sobre sus consecuencias, obligándome, como á amigo del Perú,, á romper ese silencio y á pediros las columnas de La Opinión Nacional,

para explicar lo que mis

ojos han visto en mi última peregrinación á través de la tierra chilena, desde el día en que desembarqué, á vuelta de mi viaje por el viejo continente, en la hermosa bahía de Arauco, dondehumeaban aún los escombros de los establecimientos industriales mandados arrasar por el dictador de Chile, hasta que salvé las fronteras que nos separan de ese país y llegué á esta ciudad, para dar un fraternal abrazo á mis buenos y c a riñosos amigos de L i m a .


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GIL

JUAN

Sí había algo que pudiera sorprender á un viajero americano en el Viejo Mundo, era seguramente una revolución en Chile, cuyo amor á la paz, al orden y al bienestar consiguiente parecía, si puedo expresarme así, innato en los hijos de ese país y como la leche política que los amamantara desde de la infancia, después de medio siglo de no interrumpida tranquilidad y de incesantes progresos desarrollados á su influencia fecunda y bienhechora. Por esta razón, así mis amigos sud-americanos como y o mismo, no podíamos dar crédito en París á los cablegramas que las compañías trasatlán • ticas nos llevaban todos los días á la gran ciudad, hablándonos de una sublevación de la escuadra chilena, de una agitación

política immensa en

Santiago y Valparaíso y de otras muchas

cosas

que realmente nos hacían ver que el hecho era de verdad y que la única república americana que se había hasta aquí salvado incólume é intacta del monstruo de la guerra civil, devoraba en esos momentos el veneno de las sierpes de Lacoonte y se agitaba con las terribles convulsiones por ellas producidas. Crecía más nuestra extrañeza aún, cuando, inquiriendo noticias sobre tan extraordinario su-


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ceso, llegaban á nuestro conocimiento las que comunicaban á las casas comerciales europeas sus corresponsales de Chile, todos ellos aplaudiendo el alzamiento de la escuadra, como un acto necesario aunque doloroso de patriotismo, y pintando la ruina de la nacionalidad chilena bajo la administración de su loco y descabellado Presidente. ¿Cómo es posible, nos decíamos unos á otros, conversando una noche sobre el asunto en un café del boulevard, una revolución como ésta, en la que no se ve ni un caudillo en cuyo provecho se haga, ni un partido que la encabece, ni un nombre propio que sea como la etiqueta histórica del movimiento; una revolución anónima, aceptada por la sociedad entera, llevada á cabo por hombres de todas ideas y condiciones, únicamente en nombre de la patria ultrajada, por el solo principio de la salvación pública y , por fin, aplaudida por los extranjeros mismos, siempre demasiado celosos de la conservación de la paz, que es para ellos la fuente viva de su bienestar y de sus buenos negocios? Eran para nosotros tan raros y extraordinarios los sucesos que servían de tema á nuestras conversaciones parisienses en este punto, que en vano nos devanábamos la cabeza por darnos cabal cuenta de ellos.


ÍO

GIL

JUAN

U n a revolución como la chilena estaba, en verdad, fuera de las previsiones y del modo de raciocinar político de un americano del Sur, y para penetrar en ella sin peligro de extraviar el raciocinio, era necesario estar cerca del terreno de los acontecimientos. Felizmente yo he podido estar ahí, y por eso no creo ocioso el consignar en el papel mis impresiones, y a que ellas pueden

ser

•útiles, dada la importancia que doy y no puede .menos de darse á los sucesos que las motivan. Vuestro afectísimo. G I L JUAN


Lima, 2'/ de mayo de

iSgi..

M B A R C A D O e n M a r s e l l a en l o s p r i m e r o s días^

¿ de

J

febrero

y

en

viaje

directo

á

Buenos-

A i r e ? , l l e g u é el d í a 2 0 d e l m i s m o m e s á e s t a trópoli

N a t u r a l m e n t e , al b a j a r á t i e r r a

poruñas

horas, traté de proveerme de diarios y que me bre

me-

americana. pocas-

periódicos-

p r o p o r c i o n a r a n la luz q u e n e c e s i t a b a so-

los s u c e s o s del Pacífico

q u e en esos

momen-

tos p r e o c u p a b a n v i v a m e n t e la atención del p u e b l o argentino y provocaban grandes

demostraciones-

p ú b l i c a s en favor d e la c a u s a r e v o l u c i o n a r i a , e s p e c i a l m e n t e d e s i m p a t í a á los

personajes

políticos


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GIL

JUAN

chilenos que en esos momentos se encontraban desterrados en Buenos-Aires. L a gran capital del Plata, según me lo dijeron ahí varios amigos argentinos, no hacía con esas demostraciones sino pagar una deuda de gratitud, es decir, la fraternal y cariñosa acogida que en otro tiempo los chilenos habían prestado á los emigrados del Plata durante la tiranía de Rosas. L a República de Chile, me decía á este respecto un hombre público de Buenos-Aires, siempre fué en América el asilo de todos los perseguidos políticos de las Repúblicas vecinas. Cada vez que la tiranía hincó su garra de fiera, así en las márgenes del Plata, de Montevideo ó la Asunción, como á las orillas del R i m a c ó del Guayas, las víctimas de ella encontraron en Chile noble y seguro asilo. De manera que ahora es obra de dignidad argentina y de justicia americana el que Buenos-Aires acoja cariñosa en su seno á los perseguidos de la dictadura de Balmaceda. L o s argentinos, por otra parte, acababan de salir de una revolución iniciada también en nombre de la salvación pública; revolución abortada en sus comienzos, es verdad, pero que, conmoviendo hasta en sus cimientos la sociedad entera, había dejado en ella latentes y persistentes los


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gérmenes populares del movimiento; y esto hacía que los revolucionarios chilenos fueran mirados allí casi como hermanos en ideas y como mártires de una misma causa que contaba en su favor con el sentimiento público. Así, en todos los clubs y centros sociales de la capital platcnse se veía á esos emigrados de ultracordillera y podía conocérseles y apreciar la nobleza }• santidad de la causa por la cual padecían el destierro y á la cual consagraban todos sus momentos, ora moviendo en favor de ella la opinión y el pensamiento argentinos por la palabra y por la pluma, ora acumulando recursos materiales con que auxiliarla, á la manera de los antiguos emigrados de Mendoza, en la época de la emancipación, cuando preparaban las futuras campañas de Chacabuco y d e M a i p o , que debían asegurarles la posesión definitiva de la patria. En las pocas horas que permanecí en tierra, tuve •ocasión de hablar y conocer á varios de esos proscritos que llevaban un apellido ilustre en la historia de su país ó pertenecían á la noble raza de los fundadores de la independencia americana. Algunos habían padecido las persecuciones del tirano de su patria y guardaban en sus cuerpos las señales del martirio atroz de que habían sido


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Olí. J U A N

víctimas en las prisiones de Santiago, Valparaíso y Concepción, siendo, por consiguiente, la manifestación más viva y elocuente de l a j u s t i cía de la causa que defendían, así como de la santidad del apostolado que ejercían en la gran capital argentina. U n o de ellos me hizo á la ligera una rápida disertación sobre los orígenes del movimiento revolucionario, y hube de convenir con él en que la gran empresa patriótica á que el pueblo chileno acababa de lanzarse con tanta decisión y energía, no solamente afectaba los intereses públicos de su patria, vinculados al éxito de ella, sino que también debía tener una influencia decisiva en el porvenir de las demás repúblicas americanas. E n América, me dijo, subsiste latente todavía el gran problema político planteado desde los días de !a emancipación, el problema de la lucha, aun no terminada después de más ds medio siglo de sangrientas

revoluciones, entre

la democracia y el cesarismo, entre la voluntad del pueblo y las imposiciones de la fuerza, entre los parlamentos de libre elección, que representan el derecho que tiene en ellos sus manifestaciones generosas y fecundas, y el personalismo de los que, por la audacia ó el crimen se apoderan del


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gobierno, para embriagarse en seguida con él y procurar retenerlo en sus manos por todos los medios imaginables, aun ahogando en sangre las voces y las protestas del pueblo. E n ningún país americano como en Chile ahora, me agregó, este gran problema político ha sido planteado en términos más claros y decisivos; de manera que, si la revolución chilena no tuviera el éxito que es de esperar de ella en estos momentos, sería muy de temer que su derrota influyera de un modo desastroso en el porvenir de los demás Estados. Porque, en efecto, siendo Chile uno de los raros países de este continente que ha tenido una forma regular de gobierno y donde el derecho ha sido respetado durante medio siglo, claro es que su ejemplo tendría una influencia decisiva fuera de sus fronteras, como hasta ahora la ha tenido para no hacer desesperar á los amigos de la democracia, del porvenir de las instituciones republicanas en esta parte del globo. E l día en que el Parlamento fuera derrotado en Chile, llevando á todas partes el desaliento consiguiente á la ruina de su causa, y a no habría seguramente en América ningún gobernante que no se atreviese á todo y que, envalentonado con


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GIL JUAN'

el ejemplo, no le sobrasen bríos para hacer de sin patria un feudo que alimentase sus caprichos y sus ambiciones. Nuestra conversación hubo de terminar aquí, y debo confesar que, para cualquiera que conociese el estado político del continente y las condiciones especialísimas de su sociabilidad, esas razones debían tener no solamente un valor relativo ó exagerado, sino la fuerza real é incontestable de la importancia que en sí tiene el movimientorevolucionario chileno. L o s argentinos tenían sobrada razón, pues, para, simpatizar con sus hermanos desterrados en Buenos Aires, como que la causa que éstos defendían les tocaba á ellos casi tan de cerca como si los. acontecimientos que en esos momentos se desarrollaban en el Pacífico tuvieran lugar en sus propios campos y ciudades. U n a vez en el vapor y de nuevo en viaje, comencé á desdoblar las enormes hojas periódicasque se editan en la gran ciudad americana del Atlántico: La Prensa,

La Nación, etc., etc.

Como era de esperarlo por el honor de la A m é rica, la prensa seria argentina abrazaba tambiérv con calor la causa de la revolución chilena, explicaba sus orígenes, relataba los hechos, seguía ai


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día sus progresos y desarrollo, execraba los actos del que en la demencia de su ambición hacía recordar los días brutales de Rosas, de Francia y de López, y, en una palabra, manifestaba en sus vastas columnas el sentimiento natural de indignación que todo hombre libre debe sentir y siente por los que, haciendo del más noble de los atributos humanos un vil juguete de sus caprichos, ofende con ello, no y a solamente á un pueblo ó una nación, sino á la humanidad entera. Estas lecturas de á bordo, á las cuales se me asociaban otros viajeros, bolivianos, peruanos, colombianos, etc., me hacían pensar en que la época de los déspotas había y a pasado en América, y que, si aun podían verse algunos

monstruosos

tipos del género, ellos estaban felizmente condenados á una existencia efímera, como faltos de atmósfera en qué respirar y fuera de ese elemento vital de la opinión pública, sin el que ninguna institución política puede existir, desarrollarse y prosperar. Con estos pensamientos llegué á la bahía de Arauco, cuya hermosa isla ha sido señalada desde el primer momento de la revolución como un punto estratégico de primer orden para su ocupación por una fuerza de desembarco destinada 2


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JUAN

á operar en tierra firme, y ¡cuál no sería mi sorpresa, al ver desde la cubierta del buque las ruinas humeantes todavía del gran establecimiento carbonífero de Lebu, mandado arrasar con violenta saña por la mano del dictador, y luego, al bajar á tierra, contemplar por todas partes la desolación y el espanto producidos en sólo el espacio de cincuenta días de terrible dominación! E s t a parte de mis impresiones puede servir de enseñanza á los que en estos momentos y habiendo nacido en la libre América, creen que se puede ser neutral ó indiferente ante los sucesos de la revolución chilena.


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Lima, á 2Q de mayo de

D

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E S D E que el viajero, deseoso de inquirir la verdad de los sucesos, pone pie en tierra

y estudia el estado social de sus habitantes, y a puede darse cabal cuenta de lo que allí acontece, y la inmensa gravedad de la crisis política que en estos momentos afecta todos los intereses morales y materiales del país. En otra época y en uno de mis anteriores viajes por la costa chilena, había visto esas poblaciones de la costa de Arauco, especie de colmenas humanas agitadas por la actividad febril del trabajo que proporcionan los grandes establecimientos industriales de sus alrededores y que re-


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Olf.

JUAN

cucrdan al viajero las inmensas faenas carboníferas de Australia ó de la Gran Bretaña. E n otro tiempo, el trabajo, la actividad y el bienestar sorprendían allí agradablemente al viajero, haciéndole concebir las más lisonjeras esperanzas sobre el porvenir de la industria en esas regiones rescatadas á la barbarie después de siglos de homéricas luchas. Un pueblo trabajador y feliz, ¿no es el más hermoso y consolador de los espectáculos humanos? Pero, ahora, ¡de qué manera parecía todo cambiado y como si un viento de borrasca hubiese sorprendido á los hombres y las cosas, soplando sobre ellos la desolación y las ruinas!... E n el muelle de Coronel pregunté á un robusto trabajador sobre el estado en que se encontraba el pueblo después del pronunciamiento de la escuadra, y alzando éste ligeramente los hombros y como si hallase demasiado indiscreta la pregunta, apenas si me dijo dos palabras: — Y a ve usted, señor. Y señalándome con el dedo la punta de L e b u agregó: — Y a no hay trabajo, señor. A lo lejos, en efecto, se divisaban las ruinas del gran establecimiento carbonífero, que era has-


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t a ayer una de las maravillas del trabajo y del •capital chileno, y que hoy sólo es señal y ejemplo del salvajismo brutal de un déspota apoderado por la fuerza de la fortuna pública y privada de sus conciudadanos. Cierto día el Intendente de Concepción había telegrafiado á Balmaccda, noticiándole que en las faenas de Lebu existía un foco de conspiración contra su gobierno. Pues bien, sin otro dato que éste, el dictador •de ¡a Moneda había contestado á su subalterno •con una orden, por telégrafo también, para que arrasase hasta sus cimientos dicho establecimiento y arrojara en seguida petróleo en las galerías de sus carboneras, de modo que la misma enormidad del hecho sirviese de tremendo ejemplo para los que en esos momentos ó en adelante conspirasen contra su autoridad. E s t a relación, que pude ver confirmada

en

seguida con datos oficiales, me llenó de asombro revelándome el terrible estado de las cosas de Chile. E n un país americano, ¿puede existir un jefe de Estado que así trate á su propia tierra y piense que puede sostener su autoridad sobre la ruina de sus industrias y los escombros de su progreso material? Y o no sé de Rosas, de Fran-


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OH, J U A N

cia, ni de ninguno de los otros tiranos de América, del cual se refieran hechos de una naturaleza, tan salvaje y grosera. Pero esto era poco todavía en comparación de lo que en seguida debía ver. L a s faenas de Coronel, de L o t a y demás establecimientos de la costa de Arauco estaban casi paralizadas á causa d é l a falta de operarios y peones de jornal. ¿Qué se había hecho y cómo al parecer había desaparecido una gran parte de la población de esos lugares? L a persecución salvajede las autoridades, se me decía en todas partes, que ve en todo individuo un enemigo de su omnipotencia, obliga á cada cual á buscar lejos un refugio para escapar de la cárcel y del azote é ir á ganar con nombre supuesto el pan para su familia. L a cárcel de Coronel y las de las poblaciones vecinas estaban, efectivamente, llenas de reos políticos de todas edades y condiciones, y el azote y otros géneros

de tormentos eran en esos lu-

gares de detención el espectáculo diario con que los agentes de la dictadura parecían

esforzarse

en dar vivas muestras de su actividad gubernativa y de su monstruoso celo en el servicio del Estado. Desde el día 7 de enero, fecha del pronunciamiento de la Escuadra, casi puede decirse, que


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CHILENA

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todos los servicios públicos habían sido asumidos en esos lugares por las comandancias de las policías, á las cuales todo parece estar desde entonces encomendado, como que ellas son sin duda el fundamento del nuevo régimen político que impera en Chile, y sin ellas no sería posible, ni por un sólo día, su peligrosísimo sostenimiento. Después de veinticuatro horas de estadía en Coronel, tomé el ferrocarril de Concepción, magnífica obra llevada á feliz término por una compañía inglesa y que no es ahora sino una dependencia de la gran empresa carbonífera de Laraquete, cuyas minas vendiera no há mucho al capital británico nuestro amigo el general Prado; y meditando sobre tanta ruina y desolación, crucé las fértiles praderas del immenso valle que se extiende entre Coronel y San Pedro, y

luego,

atravesando el grandioso puente de hierro de dos mil metros de extensión, tendido entre ambas márgenes del hermoso Biobío, llegué a la bella capital del Sur, la Concepción de las leyendas de la conquista araucana, donde esperaba dar un abrazo á viejos y queridísimos amigos.



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Lima, á r.° de junio de i8gi

A vuelta

de

un v i a j e r o

después

de

largos

_| j años de ausencia semeja á una especie de resurreción de los pasados días, con sus recuerdos cariñosos, que, como las aves migratorias en alegres bandadas, parecen traer los perfumes de la primavera lejana de otros climas y de otros cielos, y por eso siempre es bien recibido en los hogares amigos y su presencia suscita en ellos la alegría y es como una fiesta llena de sencillos encantos. No es extraño, pues, que á pesar de las tristes impresiones que acababa de recibir en Coronel y


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GIL

JUAN

sus alrededores, me halagase todavía con la esperanza de pasar algunos buenos días en la hermosa ciudad donde en otro tiempo había gozado en el trato franco y amable de sus habitantes, que parecen guardar todavía, después de cerca de un siglo de incesante transformación

de las

costumbres y de las ideas, aquella antigua y noble cortesanía española que y a anda perdida en América entre las modas y afeites de la costurería francesa. Después de una noche bien dormida en el mejor de los hoteles de la ciudad, salí con mi pensamiento en busca de los amigos á quienes pensaba dar la sorpresa de mi presencia en su hogar y entre los suyos, sin prevenirles de mi llegada y como para saber, sin otra pregunta que la de un; apretado abrazo, quiénes eran los que todavía me recordaban en seguida de tan larga ausencia. Pronto debía ver á los Lamas, los García, IosNavarro, los Risopatrón, los Castellón, los Urrutia, los González, los Cruz, los Unzueta, y tantos otros como había dejado á mi partida y que,, mozos vividores de mi tiempo, estarían ya, y á ejemplo mío, peinando canas y presidiendo desde la gruesa poltrona de sus casas solariegas la numerosa prole, que es la ilusión y la gloria de la.


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2;

edad en que se cosecha el fruto maduro de la vida. Desgraciadamente, mi desengaño habría de ser aquí más duro y más cruel que lo había sido al pisar la playa de Coronel y que he tratado de pintar hace un momento con la ligereza fugitiva de los apuntes de mi diario de viajero. Desde que salí á la calle y traté de recordar de boca de los agentes de policía los nombics y números de algunas calles y casas, y a comprendí que no me hallaba donde y o creía. Esos guardianes

del orden armados de revólver,

-carabina, sable, y que sé yo qué más, como unos arsenales ambulantes, no se asemejaban en nada á los que yo había visto en otra época en el mismo oficio, y francamente me producían ahora el efecto de esas ilustraciones con que los editores parisienses adornan las ediciones de lujo de Tartaria

de Tarascón ó de Tartaria

sur les Al-

p:s de Alfonse Daudet. Parecía, en verdad, por su actitud y sus ademanes que se preparaban á tomar por asalto al primer transeúnte que se les acercara y que tuviera la nariz de conspirador ó e! puño de revolucionario ó la cara de insurgente ó enemigo del orden y la paz pública. Y luego, ¡qué tono de desenfadada


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GIL

JUAN

altivez para contestar á mis sencillas preguntas y qué aire de señores para ordenarme siguiera adelante, y qué gesto de amenaza para prevenirme de las nuevas reglas y reglamentos y

orde-

nanzas sobre la viabilidad á toda prisa y la prohibición de detenerse y formar grupos en las calles!... Pero mis buenos amigos de Concepción ¿dónde estaban y dónde podía verlos? Con la ansiedad natural que me producía la situación política de la ciudad, toqué á las puertas de algunos de ellos,, pero sin poder hablar á otra persona de su interior que á algún

sirviente fiel ó alguna

vieja

llavera, ios que, después de largas demoras para s a l i r y en seguida de mirarme con ojos suspicaces y recelosos, me decían que nadie había en la casa,, y cerraban en seguida las puertas casi en mis narices. ¿Dónde estaban escondidos ó fugitivos aquellos á quienes y o ansiaba ver felices y tranquilos en medio de los suyos? Poco á poco y no sin algún trabajo llegué á saber de la suerte de algunos de ellos. D e Juan Castellón, el activo industrial de T o m é tan estimado y querido en la buena sociedad d e Concepción, se ignoraba en absoluto el paradero. U n a mañana el intendente de la provincia, cum-


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pliendo instrucciones superiores, había enviado una partida de agentes de policía á las grandes bodegas y casas de habitación de la familia, diciendo con brutal regocijo á sus sayones, que hicieran botín de guerra, así de los caldos de las bodegas, como de las mismas personas de la familia del señor Castellón, pues, para todos los gustos allí había. E s t a orden salvaje había sido cumplida con el rigor de su misma brutalidad, pero no, felizmente en todas sus partes, y a que les groseros agentes de la autoridad no pudieron alcanzar en su fuga al señor Castellón y su interesante esposa y sus bellas y jóvenes hijas, que pudieron escapar en las altas horas de la noche, consiguiendo aquéllos solamente incendiar

las

casas y bodegas y derramar los inmensos y valiosísimos depósitos de vinos y licores contenidos en ellas. Algunos otros de mis amigos habían librado de la misma manera que Castellón de las garras feroces de la dictadura. Víctor L a m a s , el patriarca del Sur, vivía escondido en cuevas y sótanos, burlando las amenazas de las autoridades; los García, de noble alcurnia y de saneadas haciendas, habían huido lejos y sin que se supiera su paradero; los N a v a -


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Gil. J U A N

rro, los Urrutia, los González, los Cruz, eran perseguidos como alimañas dañinas por los guardianes del orden y la paz pública; de los Méndez y Urrejolas nada se sabía; los Unzueta, que fueron en otro tiempo ejemplo de abnegación y de civismo, habían desaparecido de la ciudad, y así los demás, como si un cataclismo hubiera borrado de ahí todo lo digno, respetable y querido. E n mi afanoso empeño, quise ir en la noche al Club de Concepción, como en otra ocasión, y durante mi anterior estadía en la ciudad, solía hacerlo; pero, el dueño del hotel en que me hallaba alojado, pronto me dijo en cortas palabras y examinando mucho en mi rostro el efecto que ellas me producían, que el tal club y a no existía, pues hacía pocos días que el Intendente de la provincia, temiendo que dicho establecimiento fuera un hogar de descontentos del nuevo régimen, había mandado cerrarlo, sellar sus puertas y clausurarlo por tiempo indefinido. — Pero sus dueños ó socios ¿cómo se han sometido á dicha orden? pregunté al hotelero. ¿No han protestado de tal abuso, ni siquiera por medio de la prensa? — ¿ L a prensa, señor? mecontestó el buen hombre, ¿cómo ignora usted que todos los diarios han


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sido violentamente suprimidos por la autoridad y que el escribir para el público es ahora uno de los más atroces delitos? — S o y extranjero, repliqué, y perdone usted que ignore todo esto; pero dígame ¿no hay aquí jueces ó tribunales que se atrevan á poner las cosas en su lugar? — N a d a de tal cosa existe ya, después del decreto supremo por el cual se declaró incompatible con el orden y la paz pública la existencia de juzgados y tribunales. —Pero esto no es propio sino del estado salvaje. — A l l á vamos, señor, bajo el imperio del nuevo régimen que ahora gobierna al país. Debe suponerse qué profunda impresión me dejaría en el ánimo este corto diálogo. U n a república americana en la que no existen más leyes que los caprichos de un loco, más justicia que la del celo bestial de sus sayones y verdugos, más industria que la que quiere no darse el placer de aniquilar todavía con sus úkases groseros, he aquí en breves palabras lo que se ofrecía ante mi vista. Con una sola mirada me explicaba ahora y de este modo la naturaleza y el alcance de la revolución chilena.


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G I L JUAN-

A I día siguiente, hube de saber cosas nuevas todavía. Durante la noche me había preguntado á mí mismo qué clase de hombres eran los que así acompañaban al dictador y servían en provincias y departamentos el vil oficio de agentes celosos de su omnipotencia; pero, sabiendo luego el nombre del Intendente de Concepción, pude darme contestación á dicha pregunta y comprender fácilmente lo que un momento atrás no me explicaba. E l sólo nombre de dicho personaje equivalía para mí en este punto á una verdadera revelación. Algunos años antes, en Santiago, había oído hablar de este curioso tipo de media noche, convertido ahora y de improviso en el terrible sátrapa del Sur. Mozo de distinguida familia y admitido en la buena sociedad de la capital en los primeros años de su juventud, el actual Intendente de Concepción, había pronto dilapidado la herencia de sus padres en truhanerías y calaveradas de feo carácter, é ido descendiendo rápidamente en la sucia escala del crimen hasta no ser otra cosa que un huésped habitual de las fondas oscuras de arrabal y de los garitos anotados en los registros de la policía de pesquisas. Todos, en la buena sociedad santiaguina, habían olvidado


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su existencia y su nombre, hasta el día en que, •como á un resucitado, se le vio salir de la sombra para ser uno de los más celosos agentes de la dictadura. Entre esa clase de gentes ha rcellitado Balma•ceda sus hombres y la numerosa falange de sus servidores. Después de saber esto, ¿qué podía, pues, extrañarme? Si las cárceles y cuarteles de la ciudad •estaban llenos de presos políticos, ¿que tenía ello de .extraño? Si allí se aplicaban los más crueles tormentos, el azote, el torniquete, el fusil, la •cuerda y otros, ¿ cómo sorprenderse de esto? Si las personas de más elevada alcurnia, los jóvenes más distinguidos habían caído en las garras •del verdugo, ¿cómo asombrarse de nada? L a lógica del crimen es terrible y sangrienta. Como era natural pensarlo, luego supe también que la suerte de Concepción era la misma •de las demás poblaciones del Sur, entregadas todas ellas á las manos ávidas de los mismos hombres, y dominadas, como país conquistado por una horda, bajo el yugo de una dictadura sin freno y sin escrúpulos. Y o no podía permanecer ahí por más tiempo, •dominando mis violentas impresiones y ponien3


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GIL

JUAN

do mordaza á las peligrosas palabras que podían escaparse de mis labios; y así, hube de resignarme á tomar el ferrocarril que al través del país conduce hasta Santiago, donde esperaba,—¡triste ilusión mía!—despejar mi pobre cabeza de lúgubres ideas y aliviar mi ánimo del pesado fardo de mis amargos sentimientos. Después de cuarenta y ocho horas pasadas en la ciudad, me alejé, pues, de ese cementerio político, en busca de cielo menos turbio y de aire menos denso, para continuar, según mis deseos, el estudio de los hechos y del movimiento de la revolución.


Lima, á 2J de mayo de

i8gi.

I-GUIEN ha dicho que la vista de la naturaX \ _ leza por el sentimento que ella inspira es el mejor consolador de los pesares humanos, y así fué para mí al salir de Concepción en el tren expreso que lleva hasta Santiago, y contemplando desde la ventanilla de mi coche el hermoso panorama del Biobio, con sus aguas límpidas y serenas, semejantes á las de un lago, extendiéndose y dilatándose como un mar azul y de lejanas riberas. Mi cabeza cargada de lúgubres ideas y mis ojos cansados de contemplar grandes y terribles


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CU.

JUAN

tristezas sentían una renovación consoladora a n te ese espectáculo maravilloso á que el trabajohumano no ha conseguido robar todavía el aspecto de la naturaleza virgen con sus misteriosos é indescriptibles encantos, y cual si me encontrara, sumergido en un bello sueño, la paz y la serenidad me parecían ser en esos momentos las blandas almohadas sobre que mi pesada cabeza reposaba. Un tren lleno de soldados y que cruzó con elen que yo iba vino á arrancarme de improviso á mis contemplaciones, para hacerme ver de nuevo¡a realidad en medio de la cual vivía y devolverme á las reflexiones melancólicas que llenabanmi espíritu desde el día en que pisara la tierrachilena y me fuera dado juzgar por mi mismo délos sucesos de la revolución. J u n t o á mí vino á tomar asiento en ese instante un viajero que hasta entonces no había visto y que tenía el aspecto sano, vigoroso y bonachón délos hacendados del Sur de Chile, acostumbradosá la vida sencilla d é l a s labores de sus inmensas haciendas y extraños casi en absoluto á las estrechas y afectadas maneras de los pobladores

se-

dentarios de las ciudades. L a franqueza y sencillez de su fisonomía m e


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abrieron camino para interrogarle y trabar con él abundante plática sobre el estado del país, á propósito del tren de soldados que acababa de ver pasar y cuyo destino ignoraba. — E s a gente va de guarnición á los pueblos de la frontera araucana, me dijo; pero ¡quién sabe cuantos de ellos irán quedando en el camino en cada una de las estaciones de tránsito! —¿Cómo, qué no van á algún punto determinado, como usted acaba de decirme? —Sí. es cierto; pero siempre sucede que, de cada mil hombres que salen de Santiago, Valparaíso ó alguna otra ciudad, para algún punto lejano, apenas si llega un cincuenta por ciento á su destino. — U n a parte considerable deserta entonces. — U s t e d ha podido notar en la fisonomía misma de esos hombres que acaban de pasar, que la mayor parte de ellos se compone de pobres huasos arrancados por la fuerza á su trabajo y á su rancho y obligados por ese procedimiento á vestir el uniforme, dejando en el abandono y la miseria á sus desamparadas familias. Los agentes del Gobierno entran de improviso en las haciendas y en los pequeños pueblos, y arrean en seguida con toda la gente que en ellos


38

GIL

JUAN

encuentran, de la misma manera que los cuatreros y ladrones suelen arrear las bestias que hallan á su alcance. E s t e es el sistema de reclutamiento que ahora se estila y por medio del cual el Gobierno cree poder formar un ejército que le sostenga en el poder. — P e r o esos soldados, de bien poco pueden servir, según lo que usted me refiere. — Y a lo creo. V e a usted: durante el espacio de dos meses en que se viene empleando con teda actividad este sistema de formar soldados, el Gobierno no ha tomado por la fuerza menos de cincuenta mil hombres, y no creo que de esos haya hasta ahora retenido en las filas más de doce ó quince mil. E s algo muy singular. Durante la última guerra la recluta era voluntaria y con poco trabajo se obtenían los soldados que se deseaban, entretanto que ahora todo el mundo se niega á •servir, comprendiendo hasta el más humilde é ignorante que en este caso, lejos de pedírsele un sacrificio por la patria, se le impone con ello una •contribución injusta y odiosa. Siguiendo este diálogo, mi compañero de viaje rae explicó en seguida más latamente la realidad •de las cosas. E l pobre campesino que ve arrasadas y que-


LA INVOLUCIÓN CHILENA

39

madas por órdenes del dictador las haciendasy casas de sus patrones, el que mira al dueño de la finca en que trabaja ó de la casa en que sirve arrastrado á las cárceles de los pueblos vecinos, eL que ha visto pasar al párroco de su aldea atado á un caballo y llevado lejos de su feligresía, c o m a un malhechor ó un bandido, no puede menos,, naturalmente, de formarse un criterio cabal sobre los sucesos y considerar como propio de hombres malos el servir á los autores de tantos atentados. D e esta manera, hasta las clases más pobres,, humildes é ignorantes de la población chilena han. llegado á ser enemigas naturales del régimen i m perante. A propósito de estas reflexiones, mi compañero de viaje vino en contarme también algunas de las muchas anécdotas que circulan hoy día en. boca del pueblo con motivo de la situación política del país y en las cuales el dictador aparece: á los ojos de estos hombres sencillos como una especie de monstruo salvaje y sangriento empeñado en la ruina y la desgracia de sus semejantes. Conversando de esta manera y tocando diversos é interesantes puntos referentes á la situación, hicimos la mitad del camino que me separaba.


40

<;n.

JI:AX

del término de mi viaje, durante el cual había tenido lugar de hacer otras interesantes observaciones sobre la misma materia que tanto me preocupaba. Así, por ejemplo, era de notarse la falta casi absoluta de bullicio y de movimiento en las estaciones de tránsito, lugares tan animados de ordinario por los vendedores de periódicos y comerciantes al menudeo y que ahora parecían desiertos, como si todo comercio y toda actividad estuvieran suspendidos.

L u e g o , todos ios

que entraban á ocupar un asiento en el tren, lo hacían como sospechando de los demás y como si temieran que algo de malo ó de desgraciado fuera á sucederles. Por fin, el aspecto grave y melancólico de los viajeros, manifestaba de por sí que algo extraordinario preocupaba á cada cual, trayendo su ánimo conturbado con serias reflexiones. Después de algunas horas de marcha, cruzando los magníficos puentes de hierro de los ríos del sur, atravesando los campos cubiertos todavía de resecas mieses, por motivo de la escasez de trabajadores, y dejando atrás las poblaciones de C h i l l a n , San Carlos, Linares, Parral y otras de menor importancia, el tren se detuvo durante una


I.A R E V O L U C I Ó N C H I L E N A

41

larga media hora en la estación de la ciudad de Talca, situada en la medianía del camino de Concepción á Santiago y punto de término de los trenes ordinarios, como en Chile se llama á los que no hacen un viaje direct", y que en esta línea dividen su carrera en dos jornadas. Con la rapidez del viajero que vive no sólo de impresiones sino también de los alimentos de la carne y á quien sólo se conceden algunos minutos para aprovechar de ellos, me lancé del coche al restaurant de la estación, no sin que me costara algún trabajo abrirme paso entre los individuos de sospechosa catadura que subían al andén de los carros, para ver quiénes eran los viajeros, y entre los grupos de soldados armados de carabina y repartidos por todas partes, que daban al lugar el aspecto de un patio de cuartel en el momento del cambio de guardias. Al tomar asiento en una de las pequeñas mesas del restaurant, me vi al lado de un antiguo conocido con quien había tenido negocios en otro tiempo en la costa del Perú y que ahora, según me dijo, se ocupaba cn'transacciones de ganados, como agente de una casa importadora de vacunos del otro lado de los Andes. Nos reconocimos inmediatamente, y después


42

Gil-

JUAN

•de hablar de asuntos personales, fácilmente hubimos de caer en el consabido tema de las cosas del día

como él llamaba á todo lo que se rela-

cionaba con la situación poh'tica del país. Sus impresiones eran más ó menos las mismas que y o había recogido, y como él iba también á Santiago, le invité á que siguiéramos el viaje juntos, de modo que pudiésemos continuar nuestra conversación, interrumpida de improviso por el silbato del tren que iba á partir y el ruidoso golpe de manos del conductor invitando á los viajeros á tomar de nuevo é inmediatamente sus asientos. — L o que sucede en Talca y en todas las demás •ciudades del sur y del centro, me dijo mi nuevo compañero de viaje, es lo mismo y á imitación de lo que usted pronto verá en Santiago, como que es una sola mano l a q u e en todas partes lo dirige todo y son iguales las órdenes que en los distintos lugares se cumplen con el mismo rigor y de idéntica manera. Usted ha visto á Concepción, me agregó, y ha podido observar qué género de vida llena de azares se lleva allí. Pues bien, las cosas del día siguen el mismo curso en los demás pueblos y ciudades. ~En todos ellos las autoridades ó agentes del dic-


LA REVOLUCIÓN' C H I L E N A

43

tador se manejan de la misma manera, imaginando que por medio del terror, de las persecuciones,, de las cárceles y del verdugo pueden dominar la situación. Pero el resultado lógico de su temeridad ya. usted también lo ve. Si la persecución y el tormento obliga á los hombres patriotas á ocultarse ó á padecer la cárcel y el azote, ello no da un solo partidario á la dictadura, ni puede menos, comoes natural, de abrir los ojos á los pocos necios que hasta ahora han sido sus amigos y que, en vista¿ de lo que sucede, tienen necesariamente que convertirse al partido de sus contrarios. Esto lo estamos viendo todos los días, y á usted le será fácil obscrvailo en Santiago, en el centro mismo dela dictadura. Á medida que mi compañero de viaje me h a blaba de éstas y otras cosas referentes á la situación política, su voz y su acento iban tomando' un tono de amargura, digno de llamar la atención en un extranjero que, según mi entender, notenía. otra clase de vínculos que lo unieran al país quelos del giro de sus negocios de ultra cordillera, y que, por lo mismo, hacían que sus apreciacionesfueran más dignas de picar mi curiosidad y provocaran de mi parte otras preguntas referentes á_


44

Gil.

JUAN

la situación especial de los extranjeros en el país. ' — R e s a b i d o , le dije, y me ha extrañado sobremanera, que una revolución como ésta ha encontrado desde el primer momento entusiastas amigos y partidarios hasta en las colonias extranjeras que, por su condición natural, era de creer que no tomarían ninguna participación en el conflicto. — P a r a nosotros los extranjeros, me contestó, la paz y la paz á todo trance es una necesidad de vida; pero en este caso, ¿cómo simpatizar con un régimen de gobierno como el que viene implantando ó preparando Balmaccda desde hace cuatro años y cuyos resultados no pueden ser otros que la inseguridad, ei desorden, la anarquía y la ruina lenta pero segura de nuestros intereses? L a revolución es, á juicio de todo el comercio extranjero, la única esperanza de remedio en esta ocasión, bien pensadas las cosas y como han sido juzgadas por todos. —Usted cree entonces, que Balmaceda, como algunos lo han dicho, tiene ideas tan falsas y tan absurdas sobre la economía nacional que haya imaginado la guerra al capital y la industria e x tranjeros como medio feliz de fomentar el capi-


LA REVOLUCIÓN CHILENA

45

tal chileno y hacer prosperar las industrias propiamente chilenas? — No sólo lo creo firmemente, sino que él mismo no ha hecho un misterio de ello en diversas y solemnes ocasiones. E s un hombre de cabeza tan singular y preñada de tantas especies de errores al mismo tiempo que tan llena de vanidades y suficiencia, que uno no sabe de qué sorprenderse cuando lo estudia de cerca y observa todos sus actos. Usted puede comprender que, dado el carácter del pueblo .chileno, su educación política y su amor al orden, era necesario que estuviese en el poder un hombre de esta especie para arrojar al país en brazos de una agitación política como la que ha llegado á producir el tremendo cataclismo en que en estos momentos todos nos vemos envueltos E l tren marchaba á toda prisa por entre los bosques, montes y sembrador, cruzando en las estaciones de tránsito con otros cargados de tropas ó que, detenidos en los ramales y desvíos, •esperaban su carga humana, y su movimiento •descompasado y monótono había llegado á producir en mi pobre) golpeado cuerpo una impresión -

física semejante al cansancio moral con que las observaciones del viaje habían fatigado mi ánimo.


46

Gil.

JUAN

Llegué, pues, á Santiago como si mis descoyuntados miembros estuvieran pidiendo á gritos el bálsamo aquel con que el andante caballero curaba todos las malas jugadas que los misteriosos enemigos de sus heroicas empresas se esforzaban en procurarle, envidiosos de su gloria y de las buenas justicias que por soledades y poblados iba haciendo en favor de la inocencia y de la virtud perseguidas.


Lima, á i.° de junio de l8gi

L extranjero que se encuentra en !a capital J

¿ de Chile no echa de menos ni las como-

didades ni los refinamientos que la civilización moderna ha acumulado en las grandes ciudades europeas y norte americanas. L o s buenos hoteles, la hermosura de las calles, plazas y parques, el tono y amables maneras de la sociedad de los hombres y la belleza y

ele-

gancia de las mujeres, el orden y el aseo que por todas partes reinan, el movimiento y actividad de su comercio y, por fin, su agradable clima y su cielo azul, más límpido que el de Ñapóles y de


4S

«II.

Jl'A.N

Atenas, convidan al viajero á detenerse en la capital chilena y lo encariñan con todas las cosas cjue tiene ante su vista. Santiago es también, al mismo tiempo, la ciudad de las universidades, de los liceos, seminarios, ateneos y círculos literarios y científicos, que la dan á ciertas horas del día y en las de la mañana particularmente, una fisonomía original, con sus estudiantes y hombres de letras, pascando por las avenidas de L a s Delicias y á la sombra de los robles y de las acacias, ó con sus libros debajo del brazo, en los portales del centro y al volver del aula, tras de las muchachas bonitas que, después de haber hecho sus ejercicios espirituales de la mañana en las cercabas iglesias, van allí á hacer sus compras en las tiendas y bazares de modas, ó con este pretexto, á recoger de paso alguna mirada de los amartelados donceles^ Además, es Santiago también, el centro político de la República y allí se puede conocer fácilmente á los hombres públicos más distinguidos del país, á los sabios y á los artistas, cuyas moradas, espléndidas ó modestas, están siempre abiertas para el extranjero, que encuentra en el lascorazones francos y leales con cuya noble amistad puede mitigar la nostalgia del hogar lejano y


LA

REVOLUCIÓN CHILENA

49

olvidar un tanto los afectos de la familia, cuyo recuerdo sigue siempre al hombre como una sombra melancólica de su alma á dondequiera que dirija sus pasos. Por estas diversas circunstancias, había yo pasado hace años en la capital chilena algunos de Iosdías mejores de mi vida, y ahora, y á pesar del estado del país, creía aún poder renovarlos, particularmente al llegar ahí en las postrimerías del mes de marzo, el mes de la abundancia, de las frutas y de las flores y en que las nobles familias

santia-

guinas vuelven del campo ó de los lugares balnearios á renovar la vida del hogar, abriendo sus salones á sus amigos y relacionados. E r a una bella mañana aquella en que, después de haber descansado de mi largo viaje, salía del hotel Oddo á recorrer la ciudad y rememorar Iosdías felices de otro tiempo, una bella mañana, pero que luego hubo de cambiarse en nublada y oscura á mis ojos, al verlo todo cambiado y trastornado y contemplarme á mi mismo paseando por calles, plazas y avenidas á la manera de un sonámbulo en un lugar casi desconocido. No era inexacto lo que se me había dicho al salir de Concepción. L a dictadura, como un enorme parásito arraigado en todas partes, había secado 4


SO

GIL

JUAN

en poco tiempo la savia viva de la alegría, del bienestar y de la felicidad de la ciudad. Y a no se veían á la sombra de las alamedas los alegres estudiantes de otro tiempo, ni en los pasajes y portales paseaban las hermosas damas, ni los hombres públicos disertaban ó discutían, ni los literatos y periodistas se hacían leer en los diarios de la mañana, ni la actividad y el movimiento se manifestaban en los distintos puntos de la ciudad. T o d o lo que constituye el alma de un gran pueblo había desaparecido, dejando sólo en él sus huellas y sus recuerdos... Y la causa se explicaba con sólo extender la mirada y reflexionar un instante. L a s universidades y colegios habían sido cerrados por orden del dictador, ó sus patios y salas estaban ocupados en el servicio de cuarteles; pocas personas había que no padecieran ó la muerte de algún deudo querido ó el suplicio y la cárcel del padre, del hermano y del amigo: los hombres públicos y los hombres de letras vagaban perseguidos ó expiaban su patriotismo en cárceles y presidios; en resumen, todo el mundo sufría de alguna manera, sin que el mal de muchos, al revés de lo que canta el adagio, pudiera ser consuelo para nadie.


I.A

REVOLUCIÓN CHILENA

51

Nunca, en mi larga vida, había visto en ninguna parte operarse en tan breve espacio de tiempo un trastorno social de esta naturaleza por iguales ó parecidas causas. L a mano del dictador extendía sobre la ciudad su inmensa sombra que alcanzaba á todos los puntos á la vez, como una nube preñada de amenazas y de terrores, y esa mano era la de un hombre, del cual creo oportuno hacer aquí un ligero bosquejo, aunque sea en breves palabras y como sólo me es permitido hacerlo en el reducido espacio de una carta. Mis amigos de L i m a no deben de haber olvidado todavía la figura de aquel seminarista escapado del claustro que vino aquí el año 65, como adicto del ilustre ex-Presidente señor Montt. Estoy seguro de que algunos de ellos recuerdan aún su rostro pálido y enfermizo, su incesante y menudo hablar de muchacho consentido y nervioso, sus dichos agrios y burlescos, que le valían continuas y prudentes reflexiones de su jefe, el respetable señor Montt, sus modales afectados, como los del que estuviera siempre delante de un espejo, su andar entrabado y á cortos y borneados pasos, su conjunto, en fin, equívoco y extraño, r

que llamaba y fijaba inmediatamente la atención.


52

Gil,

JUAN'

Pues bien, ese muchacho de entonces y en seguida hombre, y consumado y eximio representante de papeles trágicos, es el actual dictador <Je Chile. Desde muy joven, agitado incesantemente por la fiebre de insensatas ambiciones, se le vio en la escena política de su país sacrificándolo todo á su pasión devoradora. ¿Era necesario saltar la valla del deber y la cerca plantada por él mismo, para no detenerse en el camino? ¿Era menester insultar en el altar la imagen ó el símbolo de santos amores ó de religiosas convicciones? ¿Era conveniente arrojar la barca en que iban sus amigos á los azares del temporal, cuando él estaba en la playa? Su voluntad no vacilaba, y eran esos precisamente los momentos más felices de sus triunfos. Hubo un día en la política chilena en que el presidente Santa María, casi náufrago y perdido entre las sirtes y escollos del oportunismo, necesitó rodearse de hombres especiales en este arte difícil é inescrupuloso, y, buscándolos, encontró á éste, para no separarlo y a de su lado. ¿Quién podía mejor servirle y que estuviese mejor preparado para ello? Desde entonces, el actual dictador de Chile, fué el favorito de su protector y


I.A R E V O L U C I Ó N C H I L E N A

53

aseguró su herencia y adueñóse del porvenir, hoy tan cargado de pesadas y densas sombras. Pero un hombre de esta clase, se me dirá, ¿cómo pudo subir más todavía por el arte refinado del engaño y de la mentira y contando, á pesar de ello, con numerosos partidarios y amigos? No hay estudio más interesante, sin duda alguna, que el de la fisonomía física de los tiranos, cuyos lincamientos

casi siempre

blandos,

suaves y femeniles encubren por completo su fisonomía

moral. Nerón, coronado de pacíficos

mirtos y tocando la flauta de Pan en los proscenios del circo, ¿podía ser el incendiario de R o m a y el asesino de su madre? Borgia, tierno y melancólico y recitando dulces tercetos á las damas de Florencia, ¿cómo arrojaba en seguida la gota de veneno en la áurea copa que presentaba á sus amigos? Hé aquí la explicación del por qué el dictador de Chile ha podido engañar durante años á sus devotos y partidarios, para sacrificarlos en seguida y revelarse á ellos tal cual había sido siempre, oculto tras de la máscara débil, pusilánime y sentimental de su rostro. Una vez dueño del poder y siguiendo los consejos de su ambición, era lógico, pues, que no pensase sino en aprovechar el momento en que


54

GIL

JUAN

creyera maduro el fruto para cogerlo, y que luego y después de haber dado el primer paso en el camino, como encontrara obstáculos y resistencias invencibles para ello, su voluntad y su naturaleza moral se revelasen en la lucha tenaz, violenta y ciega. E l Congreso de Chile no pudía permitirle la violación de la Carta Fundamental del Estado y el atropello de las leyes, y él, entonces, salta sobre los representantes del país y declara, por decretos que llevan su firma, que la Constitución no existe y que tampoco existe el Congreso; luego, la armada de la República, á la vista de estos hechos, pronunciase en contra de ellos en la bahía de Valparaíso, y él, siguiendo la lógica de su política, declara piratas á todos los buques de la flota, y entrégalos sin pudor ni vergüenza á la supuesta codicia de las armadas extranjeras; en seguida, todos los hombres públicos y distinguidos elevan una protesta contra tamaños atentados, y él abre las cárceles y presidios para llenarlos con lo más digno y respetable de la sociedad chilena; por último, el pueblo todo, sin distinción de clases ni de intereses, quiere levantar las manos al ciclo para pedirle que cesen tantas calamidades y vergüenzas, y él entonces alza sobre la


I.A R E V O L U C I Ó N C H I L E N A

55

sociedad entera el brazo del verdugo y para que no descanse en largo tiempo. No creo engañarme al asegurar y creer que si el dictador de Chile pudiera hoy vender su país á cualquiera que quisiera comprárselo, respetando lo que él llama sus derechos al Gobierno del

Estado, lo haría sin escrúpulos, y

quién sabe si solamente para que su nombre figurara con la gloria de Eróstrato en las páginas de la historia americana. Se me dirá tal vez, en vista de esto, que tal hombre no es seguramente sino un enfermo atacado de demencia dictatorial y que el mejor remedio para él sería el que pudiese propinarle un alienista de experiencia. Sí, está bien y nada es más exacto. Pero un enfermo de esta clase, ¿no es por lo mismo una fiera humana cuya guarda en una jaula de hierro es una medida necesaria de preservación social? Pues, para conseguirlo, lucha hoy la tierra chilena y el fin y objeto de la revolución no es otro que éste. Continúo mi relación y sigo contando mis impresiones. U n a vez implantada la dictadura, era lógico pensar que la fortuna pública y privada, de que


56

«II.

JUAN

los bancos )• sociedades de crédito son los naturales representantes, habrían de resentirse profundamente y experimentar en el acto terriblessacudidas y enormes quebrantos. Observando esta faz de la revolución, pude ver durante esos días en Santiago cuáles eran susterribles efectos. Multitud

de familias á las cuales yo había

visto en otro tiempo en una relativa holgura y gozando de los frutos de afanosos y largos trabajos, estaban en esos momentos viviendo del azar y rodeados de todas las aflicciones y tristezasde su nuevo estado; otros, que hasta hace pocos meses nadaban en la opulencia y

usufructuaban

de fuertes rentas, miraban en sus manos un sucio papel de quince peniques, con el cual apenas si podían dar abasto á sus apremiantes necesidades; por fin, la mayor parte de la población, que sólo se alimentaba de su trabajo diario, nohallaba y a en qué emplear sus brazos y miraba abiertas á sus pies las oscuras puertas de la miseria y de la muerte. L a faz económica de la revolución aparecía ála vista como la más tremenda y desastrosa en> todos sentidos.


I A REVOI.rCli'iX C H I L E N A

A g r e g ú e s e luego á estos producidos

p o r los

57

efectos g e n e r a l e s , los

d e c r e t o s d e la d i c t a d u r a

pecto de ciertas y determinadas

U n o de los p r o c e d i m i e n t o s m á s pleados

p o r el D i c t a d o r

res-

fortunas. comunes

para amedrentar

emy

re-

d u c i r á s u s e n e m i g o s e r a , d u r a n t e e s o s d í a s , el d e l embargo

y apodcramienti

partidarios de la

d e los

bienes

de

los

revolución.

U n d í a el r e s p e t a b l e s e n a d o r d e l a

República

•don J o s é B e s a e r a d e n u n c i a d o c o m o d e s a f e c t o al nuevo régimen imperante, y

sin m á s q u e e s t o , la

policía cerraba su gran casa de c o m e r c i o y

secues-

t r a b a t o d o s s u s v a l o r e s . O t r o d í a el

filántropo

Agustín

como

reo d e

d e la

admi-

Edwards

era denunciado

i g u a l d e l i t o , y al p u n t o

los a g e n t e s

don

n i s t r a c i ó n se a p o d e r a b a n d e su c a s a d e b a n c o , d e tius v a l i o s a s h a c i e n d a s , d e s u s c a s a s , e t c . , y a r r a s a ban, q u e m a b a n ó r o b a b a n todo c u a n t o e s t a b a á su •alcance.

Al mismo tiempo

eran sospechados

de

i g u a l falta c i n c u e n t a ó cien familias d e lo m á s n o t a b l e y d i s t i n g u i d o , y al m o m e n t o a p a r e c í a n e l l a s «en l a s t e r r i b l e s t a b l a s d e S i l a .

Casi

diariamente

los periódicos del dictador publicaban en sus col u m n a s largas listas d e n o m b r e s con dicho objeto, sin q u e faltaran entre ellos los d e p e r s o n a s m u e r tas,

á

quienes

se

perseguía

hasta

más

allá

del


¡8

tíll.

sepulcro porque

JUAN

no

habían

s i m p a t i z a d o en

vida

con la c a u s a d e la tiranía. N o h a b r á h o m b r e sensato que no se a s o m b r e d e estos

hechos

que

refiero

s o l o s el

estado de las

se

si a f i r m o q u e

dirá

y

cosas

que

pintan

de Chile,

por

pero

¿qué

tales procedimientos

eran

c u a n d o y o los p r e s e n c i a b a un título d e gloria q u e el d i c t a d o r

reclamaba

p a r a sí t o d o s los

días

en

los p a p e l e s p ú b l i c o s q u e , i n s p i r a d o s p o r él, e d i t a b a n m a ñ a n a y t a r d e las p r e n s a s E n efecto,

dictatoriales?

La Nación, El Comercio

y otras hojas

periódicas de Santiago y de Valparaíso, declarab a n en s u s s e c c i o n e s e d i t o r i a l e s q u e el del señor B a l m a c e d a no otro

objeto que

arruinar

para

el

era otro

muy

siempre

digno

ni

programa conducía

y patriótico

á los a r i s t ó c r a t a s

y

á de

ban-

queros, de m o d o que, una vez desaparecidos, pudiera levantarse sobre sus casas incendiadas y

sus

c a m p o s t a l a d o s y a r r a s a d o s , el v e r d a d e r o r e i n a d o del p u e b l o y d e la d e m o c r a c i a . E s o s aristócratas y esos banqueros, a g r e g a b a n , son la c a u s a ú n i c a del atraso material é industrial del país,

y p o r e s o es j u s t o q u e se les c a s t i g u e

y

q u e sus riquezas v a y a n á las arcas del E s t a d o , e s decir á las arcas del pueblo. L é a s e la p r e n s a dictatorial d e los m e s e s d e e n e r o , febrero y m a r z o y


LA REVOLUCIÓN CHILENA

59

•no s e e n c o n t r a r á e n e l l a o t r a c o s a q u e a r t í c u l o s

de

esta calidad, a l g u n o s d e ellos escritos d e p u ñ o y letra del m i s m o d i c t a d o r d e

Chile.

Probablemente este singular administrador los intereses del tales

inepcias

pueblo escribía y

c o n el

propósito

bajas pasiones de las

hacía

de

d e la p o b l a c i ó n y p a r a q u e

escribir

sublevar

clases pobres y

de

las

desvalidas

é s t a s le a y u d a s e n

en

sus v e n g a n z a s c o n t r a sus e n e m i g o s ; p e r o los efectos

naturales de

semejante

procedimiento

d e m a s i a d o elocuentes p a r a q u e las clases terosas pudieran engañarse la g u e r r a

social á q u e se

manera tan

burda y

que desatentada y Durante

esos

eran

menes-

y dejarse arrastrar á

les

provocaba

g r o t e s c a , al

de

mismo

una

tiempo

criminal.

días

llegaron

intervalo de poco más de una cias de g r a n s e n s a c i ó n

á

Santiago,

con

s e m a n a , dos noti-

que vinieron

á burlar to-

d a s las e s p e c t a t i v a s d e l d i c t a d o r en o r d e n al é x i t o d e las o p e r a c i o n e s m i l i t a r e s en el Fué una

de ellas la fuga del

norte.

v a p o r Maipo

(i),

q u e el d i c t a d o r e s t a b a p e r t r e c h a n d o e n V a l p a r a í s o para

una próxima expedición,

d e su g e m e l o , el v a p o r

semejante

Imperial, y

( i ) Apéndice núm. i.-—(N.delE.)

á

las

que una buena


6o

OH,

JUAN

n o c h e h u y ó d e la bahía p a r a unirse á la escuadra,, l l e v a n d o á su b o r d o las g u a r n i c i o n e s das de las fortalezas del puerto, policía de ciales

Santiago,

del ejército

y

municiona-

una parte

de

gran número de jefes y muchos de

los

la ofi-

ciudadanos,

p e r s e g u i d o s p o r la d i c t a d u r a . F u é la s e g u n d a d e ellas, la p é r d i d a d é l a lla d e P o z o A l m o n t e

(i), que dejaba á

p o d e r d e la revolución los valiosos

bata-

firme

en

territorios

T a r a p a c á , con sus i n m e n s a s riquezas y sus

cuan-

tiosas rentas aduaneras, bastantes y sobradas p o r sí p a r a d a r á sus n u e v o s fuerza y había

el p r e s t i j i o

poseedores toda

eme h a s t a

esc

de

momento

de la les-

faltado.

A m b a s n o t i c i a s , si e s q u e n u t o el p á n i c o á los

consejos

llevaron

p o r un

del dictador,

se c o n v i r t i e r o n en m o t i v o ó p r e t e x t o p a r a m á s todavía sus pasiones

de

venganza,

luego avivar

traduci-

d a s i n m e d i a t a m e n t e en n u e v o s y v i o l e n t o s t a d o s c o n t r a las p e r s o n a s y las

mi-

aten-

propiedades.

D e s d e ese instante, día á día y m o m e n t o á mom e n t o , p u d e o b s e r v a r los h e c h o s m á s a t r o c e s

que

pueden concebirse. Nobles y respetables ancianos, que hasta

(i)

entonces gemían

Apéndice

iiúin.

en las c á r c e l e s

2.—fJY. del E.)

eran.


I.A R E V O L U C I Ó N C H I L E N A

6l

t r a s l a d a d o s á las penitenciarias y confundidos c o n los reos d e d e l i t o s

comunes,

con los

ladrones

y

a s e s i n o s en los talleres p e n a l e s ; j ó v e n e s d e la m e jor sociedad eran colgados

d e los b r a z o s

con

un

fusil c o r r i d o p o r la e s p a l d a y a z o t a d o s y

martiri-

zados casi hasta la a g o n í a ; á h o n r a d o s y

laborio-

sos a r t e s a n o s se les s o m e t í a á p e o r e s y m á s c r u e l e s t r a t a m i e n t o s ; y p o r fin, e n l o s c u a r t e l e s d e l a c i u d a d se s e n t a b a

sobre

el b a n q u i l l o y

se

fusilaba

d u r a n t e las n o c h e s á los s o s p e c h o s o s d e s e d i c i ó n . N i las s e ñ o r a s

estaban libres del ultraje

y

en

c a d a d í a y en c a d a m o m e n t o se r e p e t í a n los m i s mos bárbaros A

excesos.

la v i s t a d e estos s u c e s o s , se c o m p r e n d e r á

tristísima impresión que debía producirme pecto de

la c i u d a d

donde

en o t r o t i e m p o

parado, c o m o he dicho, días en

medio de una

que ahora

sociedad

veía convertida

tranquilos opulenta

casi

y

y

la

el a s había felices

refinada

en m i s e r a b l e

re-

b a ñ o p o r o b r a d e la a m b i c i ó n d e un solo h o m b r e .



VI

Lima, JO de junio de

i8gi.

A relación d e las a t r o c i d a d e s sin n o m b r e , d e \

j

que he hablado, estoy seguro de que provo-

c a r á n e n el e s p í r i t u d e l l e c t o r u n a p r e g u n t a natural y que voy inmediatamente contestar. ¿Pero esas víctimas

muy

á formular

y

del despotismo,

se

dirá, ese pueblo m a l t r a t a d o , esa sociedad

ultraja-

da, no tienen en S a n t i a g o un jefe, u n a j u n t a r e v o lucionaria ó una comisión de ciudadanos que h a g a trabajos y

acumule elementos

de

salvación

que

p o n g a n p r o n t o fin á t a n t a s d e s g r a c i a s ? S i , l o s t i e nen, por cierto, y d e ello he de h a b l a r en s e g u i d a con los detalles q u e mis

antiguas relaciones

con


04

(¡I!.

algunos

de

los

JUAN

hombres

comprometidos

en

la

revolución me dieron á conocer. Pero, p a r a ello necesito volver la vista á

tiem-

p o s l e j a n o s d e m i v i d a , á é p o c a s y l u g a r e s q u e , si tenía y a casi olvidados, debía cidencias

r e c o r d a r en

por extrañas

Santiago,

coin-

observando

los

h o m b r e y las c o s a s d e la revolución. Mace

muchos

años,

P a r í s en u n o d e e s o s

viniendo

pequeños

de

Londres

vapores

á

que ha-

c e n la b o r r a s c o s a t r a v e s í a d e D o v e r á C a l a i s ,

un

a m i g o chileno con quien había cultivado amistad en la capital triota suyo

b r i t á n i c a m e p r e s e n t ó á un

compa-

q u e allí t a m b i é n venía y del cual

h i z o la m á s e x p r e s i v a s r e c o m e n d a c i o n e s l i r a un j o v e n de

elevada

me

(i).

e s t a t u r a , c o m o la d e

un g l a d i a d o r antiguo, rostro pálido y franco, ojos tranquilos y

sin

miedo,

frente

alta

y

hermosa,

acento mezcla de serenidad y de altivez y ras

educadas

y

libres

que

abrían

mane-

camino

á

la

a m i s t a d y p r o v o c a b a n e n s u f a v o r el a g r a d o y

la

simpatía. Luego que

nos conocimos,

vi en él

algo más

q u e un e x c e l e n t e c o m p a ñ e r o d e viaje. S u

ilustra-

c i ó n p o c o c o m ú n , su afición

todo

( i)

Apéndice

iii'ini.

á observarlo

3 . — ( X . tkl /;'

y


l.A RF.V01.UCIOX C H I L E N A

hacer materia de

65

estudio de las cosas q u e

suelen

p a s a r i n a d v e r t i d a s á los v i a j e r o s v u l g a r e s , su m a nera

personal

y

especialísima

de

apreciar

cosas y los a c o n t e c i m i e n t o s q u e se á nuestra vista, todo

aquello,

tingue a un h o m b r e

de

turbamulta de

sus

en

suma, que dis-

mérito

semejantes,

las

desarrollaban

d e la

arrastrada

hizo que

pronto

fuera su t r a t o p a r a m í , n o y a un s i m p l e p a s a t i e m po de viajero, sino casi u n a necesidad

de

píritu, a i s l a d o en la B a b i l o n i a e u r o p e a .

mi es-

E l iba

á

París c o m o y o y nos prometimos una larga amistad, q u e d e s d e entonces no se h a i n t e r r u m p i d o , á pesar d e los a ñ o s , la d i s t a n c i a y nuestros

la diversidad

destinos.

U n a v e z en la c a p i t a l f r a n c e s a y bos

en

de

un

mismo

hotel,

hicimos

alojados allí

am-

durante

algún tiempo una vida como de hermanos, biando ideas y cnicntos

en u n a

comunicándonos intimidad

nuestros

camsenti-

verdaderamente

sin

•reservas. N a d a h a b í a p a r a él m á s c h o c a n t e q u e e s a l i g e ra frivolidad llena d e afeites sas

de

las

costumbres

y

dorada

parisienses,

de

sonri-

Miraba

con

p e n a la m a n e r a c ó m o la j u v e n t u d a m e r i c a n a g a s t a b a en esa maba á 5

alegre Capua

la s u n t u o s a

m o d e r n a , c o m o él lla-

capital francesa,

su

energía


66

ji'AX

m o r a l y física, licor

su inteligencia

y

su corazón,

a r d i e n t e y p r e c i o s o q u e la j u v e n t u d

lenta y loca se

esfuerza

por

apurar

de

ese

turbuun

solo

s o r b o , sin c o m p r e n d e r q u e e n el f o n d o d e la c o p a no h a y otra cosa q u e las nos mata, m e decía, de doctrina, y

sus

sus

preceptos

atraviesan

heces

no

sofismas de

d e la v i d a .

y a sólo

con

políticos

sus y

desorganización

el A t l á n t i c o

París

errores

religiosos social

que

y van á o c u p a r un

en nuestros c ó d i g o s , sino,

lugar

lo q u e es m á s

vergon-

z o s o aún, nos m a t a con los vicios d e sus

estraga-

das costumbres. Su

espíritu severo

no

aceptaba

en este p u n t o las r e f l e x i o n e s c o n q u e la i n m o r a l i d a d s u e l e d i s c u l p a r s e á sí m i s m a y trata d e d o r a r sus desnudeces y

miserias.

S a l g a m o s de aquí, m e decía algunas veces s e a n d o p o r el b o u l e v a r d y

repitiendo

la frase

pade

a q u e l h i j o d e J e r u s a l é n en los d í a s p r ó x i m o s á la d e s t r u c c i ó n d e l t e m p l o y el c u m p l i m i e n t o d e profecías,—aún

n o h a b í a n l l e g a d o los días d e

dán,—salgamos de aquí; y entonces

nos

á v i s i t a r el P a r í s h i s t ó r i c o , c o n s u s i g l e s i a s villosas, sus palacios

antiguos,

sus

las Se-

íbamos mara-

monumentos

de piedra, sus grandes museos y todo aquello que era y es todavía,

en

medio

de una rápida

d e n c i a , el h o n o r y la g l o r i a d e

Francia.

deca-


I.A R E V O L U C I Ó N

CHILENA

67

E n esas excursiones de turistas diosos nutríamos

nuestra

serios

y

estu-

inteligencia con

útiles

i d e a s y e n c o n t r á b a m o s p a s t o a b u n d a n t e al d e s e o que nos g u i a b a de conocer provechoso para De París

nos

lo q u e

era

realmente

nosotros. fuimos

más

t a r d e á I t a l i a , y en-

seguida de h a b e r recorrido a l g u n o s d e los pueblos m á s i n t e r e s a n t e s d e la P e n í n s u l a ,

nos

detuvimos

por a l g ú n t i e m p o en la c i u d a d s a n t a , a m a g a d a de lejos por las legiones

de Garibaldi,

servando todavía esc aspecto

religioso q u e la h a -

cía en o t r o t i e m p o t a n d i g n a d e s e r los e x t r a n j e r o s , á q u i e n e s la s o m b r a s a g r a d a

de

una isla d e p a z y d e

visitada

por

atraía en multitudes

sus

temples,

recogimiento

bullicio y d e la a c t i v i d a d

ya

pero con-

como

á

hacia

en m e d i o

del

europeos.

E n n u e s t r o s p a s e o s c u o t i d i a n o s a l t r a v é s d e lasantiguas ruinas, su

fisonomía

de ordinario

franca

y e x p r e s i v a se tornaba en g r a v e y melancólica un v e h e m e n t e s e n t i m i e n t o minar t o d a su alma.

Una

parecía tarde

entonces

estábamos

t a d o s s o b r e u n a p i e d r a al a b r i g o d e las a l t a s

y

dosenmu-

rallas del Coliseo. D e s p u é s d e un rato de silencio y c o m o d a n d o una fórmula á sus reflexiones, dijo: E n este lugar

fué

sellada

con la s a n g r e

los m á r t i r e s la l i b e r t a d del m u n d o . Y

me de

luego agre-


<:n.

6S

IUAX

•gó c o n v e h e m e n c i a : ¿ P u e d e h a b e r u n a g l o r i a m á s g r a n d e p a r a el h o m b r e q u e la d e d a r s u s a n g r e su vida por la

libertad?

p a r e c i ó v e r en

su

En

frente

esos

algo

así

m i s t e r i o s a e n c e n d i d a e n el a l m a á cumplir un gran

momentos como

d e los

y me

esa

luz

llamados

destino.

M á s tarde y á medida que nuestra amistad estrechándose con

el

sino c o n f i r m a r m e en

trato mis

de cada

fué

día, no hice

anteriores

juicios

res-

encerrado

esa

p e c t o d e él. L a naturaleza

no

podía

haber

a l m a g r a n d e en un c u e r p o s a n o y fuerte sino p a ra la realización d e altos y

nobles

les serían ellos? E l t i e m p o cirlo y de

prepararle

admiración que

los

se

hechos.

encargaría

caminos

por

y sereno

pies ensagrentados

á

la

y

la

enton-

llegando

c u m b r e del

de-

donde

p o r él s e n t í a m e h a c í a y a

ces verle impávido

¿Cuá-

de

con

sacrificio

los y

d e la gloria. Después de algunas semanas que pasamos juntos en R o m a , la d i v e r s i d a d n o s s e p a r ó , p e r o sin q u e

de

nuestros

destinos

la distancia, c o m o y a lo

he

d i c h o , e n f r i a r a n u e s t r a a m i s t a d ni a p a r t a r a

mi

alma

el

noble

recuerdo

que

en

ella

de

había

dejado. ¡De

qué

manera

tan

extraña

y

después

de


LA REVOLUCIÓN C H I L E N A

69

cuántas vicisitudes de mi vida habría de volver á verle! A l e n c o n t r a r m e en Chile, envuelto gine

de

amarga

los

sucesos

llegaba

de

la

hasta mis

en la v o r á -

revolución labios,

oía

cuya

ola

todos

los

días pronunciarsu n o m b r e y contarsu historia. C o m o y o lo h a b í a a d i v i n a d o d e s d e el p r i m e r m o m e n t o , él e s t a b a a h í , e n m e d i o d e de hombres

heroicos,

un g r u p o

luchando

día

escogido

á día y

mo-

m e n t o á m o m e n t o c o n el d e m o n i o d e l a d i c t a d u ra y p r e p a r a n d o la

hora

d e la r e d e n c i ó n y d e l a

libertad d e su patria. S i e t e v e c e s los e s p í a s y

sa-

y o n e s del dictador habían c o n s e g u i d o liegar h a s ta

él. s i e t e

veces

habían

alcanzado

hasta

la o r l a d e su c a p a ; p e r o

siempre

dacia

y conservádole

le h a b í a

causa y sus

salvado

amigos,

lira

tiempo había conocido,

tocar

su a t r e v i d a

el m i s m o

que

cumpliendo

au-

para

su

en

otro

ahora la l e y

m i s t e r i o s a d e su d e s t i n o . Mi d e s e o d e volverle á v e r p u d o en c u n s t a n c i a s lo b a s t a n t e p a r a

Por medio de uno de mis amigos, ner que llegara hasta sus

estas

cir-

conseguirlo.

manos

una

logré carta

obtemía,,

en la q u e , á l a v e z q u e le d a b a n o t i c i a d e m i p r e sencia

en

Santiago,

ponía

á

su

disposición

mi

persona, sea p a r a llevar c o r r e s p o n d e n c i a á los re-


70

GIL

JUAN

volucionarios del Norte,

sea

para cualquier

o b j e t o en q u e p u d i e r a ser útil

de

algún

otro

modo á

la c a u s a en q u e él y t o d o s los b u e n o s c i u d a d a n o s d e Chile se h a l l a b a n

comprometidos.

M i s ofrecimientos fueron i n m e d i a t a m e n t e a c e p t a d o s , y al

día

siguiente

misma persona una

recibí de

breve

m e pedía fuera á verle

carta

con

manos de

suya

las

tre

la

la q u e

precauciones

c a s o y c o n d u c i d o p o r el m i s m o a m i g o ese momento había servido de

en

que

del

hasta

intermediario en-

ambos.

Durante largas horas estuve

aguardando á

•esperado guía, hasta que, á las diez de

la

mi

noche

•del d í a s e ñ a l a d o , v i n o é s t e á b u s c a r m e al h o t e l

y

luego me condujo á una casa de aspecto antiguo, •donde, en s e g u i d a

de

cruzar

un

ancho

pasar un enlosado zaguán y subir

patio

una oscura

y es-

calera y abrir y cerrar puertas de distintashabitaciones, m e e n c o n t r é al sala modestamente

fin

en una

amueblada,

de esperar algunos minutos, pañero tiempo de prevenir

á

pequeña

en

ante-

la cual

hube

para dar á mi

com-

los q u e d e n t r o

ha-

bía d e mi p r e s e n c i a en tan e x t r a ñ o sitio. L u e g o mi antiguo y queridísimo a m i g o de otro tiempo vino

á

sancta sinctorum

abrazarme de

y

me

i n t r o d u j o e n el

los r e v o l u c i o n a r i o s ,

presen-


LA

REVOLUCIÓN CHILENA

t á n d o m e en s e g u i d a á u n a

conocía

á los c u a l e s y a

docena de

de

nombre

ción social y p o l í t i c a , y q u e en recibieron con

71

caballeros,

por

su posi-

ese m o m e n t o

me

esa sencillez y cordialidad, carac-

terística en Chile, de las p e r s o n a s bien n a c i d a s

y

cultas. L a e d a d y los t r a b a j o s no h a b í a n c a m b i a d o rostro

ni f a t i g a d o

su

frente

ni

arrebatádole

su ese

aire d e noble entereza q u e en otra é p o c a era c o m o el d i s t i n t i v o d e su p e r s o n a . tirse en su que

las

fisonomía

incesantes

ese

Tal vez podía algo

preocupaciones

s e l l a n e l c a r á c t e r y el a s p e c t o bres

dominados

por

una

adver-

melancólico del

físico d e los

gran

idea;

con

espíritu hom-

pero

ello

no h a c í a sino p o n e r m á s en t r a n s p a r e n c i a la e s e n cia m i s m a d e su a l m a , tendencias talgia

de

llevada por

á mirar siempre arriba y las

cosas

lejanas.

otro t i e m p o no se habían, vía á

sus

encontrarle

tal

cual

Mis

naturales

con

la nos-

previsiones

pues, e n g a ñ a d o y lo

adivinaba

en

de volmi

i m a g i n a c i ó n en los días de nuestra j u v e n t u d . Las demás eran

sujetos

personas de

alta

q u e allí

posición

se

encontraban

social

y

política;

senadores, diputados, banqueros, ex-Ministros

de

l i s t a d o , c o r o n e l e s del ejército, etc., etc., y q u e c o n s tituían, p u e d e

decirse,

el

núcleo

revolucionario


72

GIL

en S a n t i a g o , h a b i e n d o

JUAN

aceptado sobre

b r o s el e n o r m e p e s o d e su

sus

y o s nombres creo prudente silenciar aquí, la m a y o r parte d e ellos son d í a p o r el d i c t a d o r y s u s

hom-

dirección activa y

cu-

yaque

ignorados hasta

hoy

agentes.

— D e s d e hace dos días vivimos

en esta cueva,,

m e dijo mi a m i g o ; pero otro día, tal vez te p o d a m o s recibir en un p a l a c i o y m á s t a r d e quién si e n el r a n c h o d e a l g u n o d e n u e s t r o s y en s e g u i d a y d e n u e v o en sabe

sabe

sirvientes,,

otro palacio ó quién

dónde.

— P e r o en c u a l q u i e r a d e estos —-Oh,

sí,

m e s e s la

me

interrumpió.

venganza

de

la

cambios...

Desde

dictadura

hace

oscila sobre

n u e s t r a s c a b e z a s y en c u a l q u i e r m o m e n t o sorprender

á cualquiera

i m p o r t a , si D i o s l o

de

quiere?

nosotros; Todos

tres

puede

pero ¿qué

hemos ya

l e b r a d o nuestros esponsales con la muerte,

ce-

desde

el d í a e n q u e l a s u e r t e d e l p a í s n o s o b l i g ó á a c e p tar este fúnebre Vino

á

consorcio.

interrumpir

nuestra

este p u n t o la l l e g a d a d e d o s

conversación

jóvenes

q u e , al

en pa-

recer y según luego se m e confirmó, eran

agentes-

d e la

calidad

Junta

revolucionaria y servían

en

d e i n t e r m e d i a r i o s d e ella c o n los p e q u e ñ o s tés que funcionaban

en

otros

lugares

comi-

d e la c i u -


LA

73

REVOLUCIÓN CHILENA

d a d y hasta en los m i s m o s cuarteles y oficinas d e la dictadura. —Cualquiera tonces uno de

de los

noches,

me

caballeros á que

referido, p o d e m o s portancia que

estas

tener

desde

un

dijo

antes

movimiento

hace

días

en-

me de

venimos

he im-

prepa-

rando. E n s e g u i d a m e refirió detalles íntimos de

la

muchos y muy

marcha

de la

E n t r e ellos, los m á s d i g n o s d e l l a m a r la fueron p a r a m í

JSIaipo,

rápida y

atención,

los referentes á la f u g a del

p r e p a r a d a por la

Santiago, y

curiosos

revolución.

llevada

á

vapor

Junta revolucionaria

cabo

de

la

manera

de más

feliz.

— M u c h a s otras

empresas

de este género

han

s i d o a q u í f r a g u a d a s , m e a g r e g ó , a u n q u e sin el r e sultado

de

desalentado res, a l g u n a

J\Faipo;

la del

pero

esto

no

para intentar otras nuevas y de

las

cuales puede concluir

nos

ha

mayodefini-

t i v a m e n t e con la dictadura. L a fe c o n q u e

h a b l a b a y la

demás participaban

d e sus

velaron que esos h o m b r e s

manera

como

convicciones, ocultos y

los

m e re-

perseguidos

rendirían su v i d a en m a n o s del v e r d u g o , a n t e s q u e consentir j a m á s

en

ver á su

patria

humillada

e s c a r n e c i d a p o r el t i r a n o , q u e s e g ú n l a s

y

palabras


74

''II. Jl'AN

del sagrado texto, ha

colmado ya

la

medida

de

la iniquidad y ha sido s e n t e n c i a d o á muerte. Habría

deseado

conversación

prolongar

con ellos;

pero

horas y mi

horas

mi

presencia

allí

era, sin d u d a a l g u n a , un serio o b s t á c u l o p a r a

sus

ocupaciones d e e s a noche; y con este

sentimiento

me

deseándoles

puse

de pie

para

despedirme,

t o d o g é n e r o d e p r o s p e r i d a d en su n o b i l í s i m a

em-

presa. M i q u e r i d o a m i g o m e e n t r e g ó entonces un quete para

que

de stino , y en

me

sirviera

seguida

abrazo de corazón, me —Dios

hacerlo

de darme

con

pa-

l l e g a r á su tristeza

dijo:

s ó l o s a b e si n o s v o l v e r e m o s á v e r ;

pero

¿ q u é i m p o r t a e s t o , si á l o s h o m b r e s d e b u e n a l u n t a d les h a s i d o

un

d a d a la p r o m e s a

de

vo-

que vol-

verán á encontrarse algún día y para no separarse y a

jamás?

L a persona que nos había servido de diario

vino

en

ese

momento

en mi

c o n d u c i r m e d e nuevo, pero y a no por las e s c a l e r a s y el

mismo

embaldosado

interme-

busca

para

mismas

zaguán

y

la

m i s m a y a n c h a p u e r t a , s i n o al t r a v é s d e otros d é d a l o s y c o m o si el líamos fuera

lugar ó

la c a s a d e d o n d e

otra y en una situación

distinta

sade

a q u e l l a á la c u a l u n a h o r a a n t e s h a b í a m o s e n t r a d o


LA REVOLUCIÓN

E s a noche

no

pude

75

CHILENA

conciliar

el

s u e ñ o , refle-

x i o n a n d o s o b r e lo q u e a c a b a b a d e v e r y los c a m i n o s s e m b r a d o s d e p e l i g r o s

por d o n d e la

v i r t u d y el p a t r i o t i s m o c u m p l e n s u s beres. E s e g r u p o gencia

y de

ese

porvenir

austeros

de-

e s c o g i d o de h o m b r e s de inteli-

corazón

tenían

s u s m a n o s el p o r v e n i r

vida, sus

mirando

y

indudablemente

sacrificaban lo m á s

intereses y sus

querido

de

amores, sus personas

s u s f a m i l i a s , t o d o lo q u e es

m e d i o d e la

lucha, c o m o

•de su p r o p i a

abnegación?

su y

a m a b l e á la e x i s t e n -

cia; pero ¿cuántos d e ellos no caerían víctimas

Mi pensamiento sobreexcitado

tal

pero

vez en

melancólicas

me hacía ver á

m i noble a m i g o c a y e n d o h e r o i c a m e n t e en de la t r e m e n d a l u c h a ;

en

la g r a n d e z a d e C h i l e ; á

luego

medio

sus últimas

y

hermosas palabras me tranquilizaban:—¿Qué imp o r t a e s t o , si les h a s i d o encontrarse

á

los h o m b r e s

dada

la

algún

de

buena

promesa de que

día

y

para

no

voluntad

volverán

separarse

á ya

jamás? E l s u e ñ o es la sal d e la v i d a , ha d i c h o peare, y así es, cuentra

la

aquello

de

desabrido y disgustante

noche de vela como

por

y

cuando

la

que

todo

Shakesse en-

después de una

i m a g i n a c i ó n , que es

l u z y el e s p l e n d o r d e l p e n s a m i e n t o ,

en


76

Gil.

JUAN

vez de colorear las ideas con alegres tintes, se d a á e n v o l v e r l a s en fúnebres Al

día

sombras.

siguiente veía,

pues,

todo

triste á

alrededor. E s a especie de mortal disgusto de n o s h a b l a la

historia

y que

era

mi que

c o m o la a t m ó s -

fera q u e se r e s p i r a b a en la a n t i g u a R o m a

durante

los días

momen-

de

S i l a , m e p a r e c í a ser en esos

t o s el a i r e y el

medio

ambiente

los h o m b r e s y las cosas

de

la

que

envolvía

ciudad. L a s

e s t a b a n casi desiertas, los paseos

públicos

d o n a d o s , el m o v i m i e n t o y la a c t i v i d a d dos, en todas

partes no

y soldados, y

la m a n o

que

entrababa

mi

á

calles aban-

suspendi-

se veía sino á policialesde

propia

la tiranía m e marcha y

parecía

encadenaba

todos mis movimientos. Un deseo violento de salir d e a h í m e t o m ó e n t o n c e s y v o l v í al h o t e l , á

hacer

mis preparativos de viaje, para abandonar

inme-

diatamente la ciudad. E n la t a r d e d e esc m i s m o día c o m p r a b a un l e t o d e p a s a j e p a r a el e x p r e s o q u e c o n d u c e á paraíso y minutos después p u e r t o , p a r a t o m a r el z a r p a b a p a r a el

iba en c a m i n o d e

v a p o r q u e al d í a

Norte.

boValese

siguiente


VI I

Lima, á /6 de junio de URANTE el c a m i n o de _|

/

Santiago

á

iSgi. Valpa-

raíso tuve ocasión de saber un g r a v e suceso

q u e a c a b a b a d e t e n e r l u g a r en la n o c h e a n t e r i o r

y

<jue p u d o s e r d é i r r e p a r a b l e s c o n s e c u e n c i a s p a r a el dictador y su efímero g o b i e r n o , c o n d e n a d o ,

como

he dicho, á desaparecer cualquier día y

cual-

quier

momento, víctima

como deben naturaleza orden

propias

obras

extinguirse por ley salvadora de t o d a s las

natural y

p a r a el d e s a r r o l l o múltiples

de sus

en

son

cosas

que

viven

inconveniente

armónico

manifestaciones.

ú

fuera

y la

del

obstáculo

del progreso

en sus


7S

CU.

Mis que

compañeros

iban

e n el

de

JUAN

viaje, ó mejor

mismo coche

e n t r e s í )- c o m e n t a b a n c o n

que

dicho,

yo,

los

hablaban

d e s v e r g ü e n z a el d e s -

c u b r i m i e n t o , c o m o e l l o s d e c í a n , q u e e n l:i

noche

referida a c a b a b a de hacerse, d e un g r a n

complot

militar c u y o o b j e t o era, s e g ú n las ligeras

investi-

g a c i o n e s p r a c t i c a d a s á t o d a p r i s a , el l e v a n t a m i e n to d e d o s d e los p r i n c i p a l e s c u e r p o s

de

línea

du-

la g u a r n i c i ó n d e S a n t i a g o , s o f o c a d o y c o n o c i d o a tiempo por

la d e n u n c i a

de

un

soldado, que

in-

mediatamente

h a b í a sido a s c e n d i d o á oficial, so-

bre

y

la

sangre

compañeros de Sin

las

carnes

palpitantes

de

sus

fila.

fórmula alguna de

juicio, según

se decía,

los j e f e s d e a m b o s c u e r p o s , d e s p u é s d e f o r m a r tropa á

las d o s d e la

quintearla, soldados.

mañana

habían fusilado ¿Cuáles

de ellos

y

en

seguida

cerca d e cien sabían

la

de

habría podido decirlo

al

ver rodar

sobre

o s c u r o p a v i m e n t o d e los patios d e a m b o s

Nael

cuarte-

les c e r c a d e cien c u e r p o s h u m a n o s , e m p a p a d o s sangre y

sus

existencia

del motín y cuáles la i g n o r a b a n en absoluto? die

la de

en

p a l p i t a n d o con los ú l t i m o s estertores d e

la agonía. — E s t e castigo,

e x c l a m a b a u n o de los q u e

ha-

blaban á mi lado, aunque á primera vista parezca


I.A U E V O I . l ' C l Ó N

cruel y b á r b a r o ,

servirá,

CHILENA

sin

79

embargo, de

m i e n t o á la t r o p a y y a n o t e n d r e m o s en que estar

todas las

escar-

adelante

noches fusilando de á

de á tres, c o m o he e s t a d o y o

dos

h a c i é n d o l o en

y

Val-

paraíso durante este tiempo, para c o n t e n e r l a

de-

serción y p o d e r r e s p o n d e r al P r e s i d e n t e d e la

fide-

lidad d e mi cuerpo. — P e r o e s o n o e s b a s t a n t e p a r a c u r a r el m a l raíz, r e p l i c ó al q u e h a b l a b a o t r o d e los

de

pasajeros

con cara de ministril y que, por lo q u e decía, parecióme ser algo así c o m o secretario,

fiscal,

auditor

ó cosa s e m e j a n t e , d e a l g u n o d e los t r i b u n a l e s

de

s a n g r e c r e a d o s p o r el d i c t a d o r e n t o d o s l o s d e p a r t a m e n t o s d e la R e p ú b l i c a . — ¿ Y q u é haría usted en este caso? — ¿ Y o , comandante, qué haría?

P u e s m e iría al

tronco en l u g a r d e e s t a r m e d í a y n o c h e

podando

en las r a m a s . ¿ C r e e u s t e d q u e m a t a n d o

soldados

vamos

á

pacificar

el

país?

Mucho

más

niente sería, á mi juicio, q u e se diesen a m p l i a s á los t r i b u n a l e s

militares

conve-

facultades

para

procesar

i n m e d i a t a m e n t e á los cabecillas q u e conspiran en la s o m b r a de

ellos.

y de modo

eme n o

Si así se hiciera,

escapase uno solo

acabarían

en

un

día

todos los m o t i n e s d e cuartel. E s t o y s e g u r o de ello. — ¡ A h ! nó!

E s o está m u y bien para dicho; pero


So

OH. JUAN'

m i r a n d o las cosas p r á c t i c a m e n t e , d í g a m e :

¿dónde

y c ó m o se

de

que

q u e el G o b i e r n o n o h a p o d i d o

ha-

encontraría

usted habla y

á esos

llar en dos m e s e s en p a r t e —Pues entonces o t r o s lo

si n o h a

alguna? encontrárseles,

c o m o el

debe

ministro G o d o y

y

a c o n s e j a b a n al P r e s i d e n t e , es decir, obli-

g a n d o á las d e los

podido

procederse

cabecillas

m a d r e s , á las

cabecillas á que

mujeres

y á los

d e c l a r e n por la

hijos

fuerza el

paradero de estos. D e b o confesaros,

que este repugnante

diálogo

t a l v e z m e h a b r í a o b l i g a d o á t e r c i a r en él d e

una

m a n e r a v i o l e n t a , si e n e s c m o m e n t o el t r e n n o s e hubiera detenido, d á n d o m e algunos instantes para r e f l e x i o n a r y c o m p r e n d e r q u e lo ú n i c o q u e m e c o n v e n í a en tan e m b a r a z o s a situación era coche, dejando el demonio

e n el s u y o y sin o t r o

á los q u e con

h a c i e n d o sin q u e r e r l o del

mudar testigo

de que

tales palabras así iban

una pintura

régimen político que impera

fiel

y

exacta

actualmente

en

Chile. T o d o s los días, t o d a s las noches, h a b í a n ellos, tenían l u g a r en los cuarteles

iguales

dicho ó

mejantes escenas. ¿ Y sobre ese lago de sangre

sese

i m a g i n a b a p o d e r sustentar la paz, la tranquilidad y el p r o g r e s o d e u n p u e b l o ? T o d o s l o s d í a s y

to-


L A KF.YO'..l'''l'''N C H I L E N A

d a s las

noches

se

asesinaba

u n a s i m p l e o r d e n d e un j e f e v í c t i m a s , al r o d a r en expiraban

pidiendo Los

moratorias

altos

plen i n e x o r a b l e s y

sombra

por

¿Y

esas

el l o d o e n s a n g r e n t a d o ,

tienen

d e los t r i b u n a l e s d e

la

de cuartel.

j u s t i c i a al

matadores? sus

en

$2

fallos y

cielo

de

sus

la

no

contra

sus

Providencia,

plazos,

como

los

l a t i e r r a , p e r o a l fin s e c u m tremendos.

L a terrible c o n v e r s a c i ó n q u e a c a b a b a d e oír d e b o c a d e los referidos a g e n t e s d e la d i c t a d u r a , á los cuales

me parece hoy

todavía ver teñidos

en

la

sangre d e s ú s inocentes víctimas y las m a n o s

en-

l o d a d a s e n el c i e n o d e s u a b y e c c i ó n , m e h i z o r e c o r d a r las p a l a b r a s q u e mi c o m p a ñ e r o d e v i a j e

de

Concepción á Santiago me había dicho hacía

al-

gunos

días,

que era y

haciéndome

podía ser

una

r e l a c i ó n fiel d e

el e j é r c i t o

d e la

lo

dictadura,

reelutado y o b l i g a d o á servir al t i r a n o en las c o n diciones de que

he hablado.

E s o s s o l d a d o s , a r r a n c a d o s p o r la fuerza familias y

á

sus

hogares, no

a h o g á n d o s e en los p a t i o s d e el p e n s a m i e n t o

fijo

en

podían sus

á

vivir

cuarteles y

la m a n e r a d e

s u s v i o l e n t a s p r i s i o n e s . S ó l o el t e m o r

¿ c ó m o o b l i g a r l o s á batirse en 6

con

escapar

de

podía con-

tenerlos; pero, con ese pensamiento, con esa fija,

sus sino

idea

los c a m p o s

de


82

Olí, JUAN"

b a t a l l a y á d e r r a m a r su s a n g r e e n la l u c h a c o n t r a s u s h e r m a n o s ? S i n e n t r a r en otro g é n e r o d e sideraciones, éstas explicaban

con-

suficientemente

el

e s t a d o d e d e s m o r a l i z a c i ó n d e la t r o p a y el d e s u voluntad

siempre

dispuesta

á

aceptar

en

todo-

m o m e n t o cualquier proyecto de motín ó de sublevación

militar.

L a p e n a d e s a n g r e , la p e n a d e la v i d a , c o m o se d i c e e n el l e n g u a j e d e l a s

ordenanzas

del

p u e d e ser tal vez un r e m e d i o eficaz p a r a

ramo, desper-

t a r e n el s o l d a d o la c o n c i e n c i a a d o r m e c i d a d e s u s d e b e r e s en p r e s e n c i a d e los r e s u l t a d o s del dero crimen; puede

pero, ¿qué

producir

aplicada

consecuencias sin

fórmula

verda-

benéficas de

juicio,,

p o r la v o l u n t a d a t r a b i l i a r i a ó el m e r o c a p r i c h o d e c u a l q u i e r jefe y en la f o r m a m a s cruel, m á s a t r o z y m á s o f e n s i v a d e la c o n c i e n c i a del

soldado?

L o s continuos motines é intentos de

subleva-

ción d e q u e en esos m o m e n t o s y d e s d e h a c í a d o s m e s e s v e n í a n siendo teatro los cuarteles d e tiago y

de

las

manifestaban

otras la

ciudades de

exactitud

de las

la

San-

República,,

observaciones

de mi compañero de viaje de Concepción á

San-

tiago, al m i s m o t i e m p o que p r o b a b a n t a m b i é n absoluta imposibilidad de la dictadura para

Ia

sos-

tenerse sobre semejante elemento, como una nave


LA

REVOLUCIÓN

CHILENA

83

d e s m a n t e l a d a y sin g o b i e r n o s o b r e las olas

rojas

y e m b r a v e c i d a s d e un m a r de sangre. En

l a p r i m e r a e s t a c i ó n d o n d e el t r e n s e d e t u v o ,

c o m o he d i c h o , a p r o v e c h é los m i n u t o s d e p a r a d i l l a del convoy para cambiar de coche y con

trasladarme

mi ligero e q u i p a j e á u n o en q u e v i a j a b a

d a m a , a l g o e n t r a d a en años,

de bellas

una

facciones,

de continente recogido, vestida de luto y q u e

por

su a s p e c t o p a r e c í a ser p e r s o n a d e distinción, c o m o en s e g u i d a h u b e d e s a b e r l o , y en c u y a h i c e el r e s t o del v i a j e h a s t a

compañía

Valparaíso.

A p e n a s i n s t a l a d o a h í , el t r e n c o n t i n u ó s u

mar-

cha y luego pude advertir que mi interesante c o m pañera

fijaba

en m í

sus ojos grandes y

c o m o h a c i e n d o un p r o l i j o e x a m e n

curiosos,

d e mi p e r s o n a

y c u a l si d e s e a r a s a b e r q u i é n e r a el e x t r a ñ o , ó m e j o r d i c h o , el i n t r u s o , q u e s e h a b í a a t r e v i d o á m o lestarla, privándola del placer de viajar absolutamente sola, c o m o

tal

vez

era su

voluntad

y

p e n s a m i e n t o al e s c o g e r u n c o c h e c o m o el e n íbamos y en que ella hasta llaba c o m o en su propia — S e ñ o r a , talvcz dije á la d a m a molesta para

en

mi tono

ese

su que

m o m e n t o se h a -

casa. presencia de

en

disculpa,

este

carro,

puede

ser

usted.

— N o , señor, m e contestó con

voz

tranquila

y


¿4

('II.

JUAN

c o n p a l a b r a s d e la m e j o r e d u c a c i ó n , no, s e ñ o r ; p e r o usted no tendrá

á

mal decirme con quién

tengo

e l agrado de viajar, pues usted comprenderá

que

en estos tiempos siempre se desea satisfacer

esta

curiosidad. C o m o e r a n a t u r a l , di á c o n o c e r i n m e d i a t a m e n t e m i n o m b r e y mi condición á la distinguida d a m a , á lo cual ella no

r e p r i m i r un g e s t o de

sor-

p r e s a , y t e n d i é n d o m e la m a n o con b e n é v o l a

son-

risa, me —En

pudo

dijo: la estación

de

Santiago busqué á

y traté de ver en qué carro

venía

á

usted

Valparaíso,

sin otra a y u d a q u e pudiera g u i a r m e

en

este

n o c i m i e n t o q u e los d a t o s q u e se m e h a b í a n s o b r e su

fisonomía;

pero

me

fué

codado

imposible

dis-

t i n g u i r l o e n t r e t a n t a s d e las p e r s o n a s c o m o s u b í a n al tren; de m a n e r a que ahora m e casualidad

felicito d e esta

p r o v i d e n c i a l q u e lo h a t r a í d o á u s t e d

á mi lado y que

me

p e r m i t e c u m p l i r con un

en-

c a r g o que tengo para usted. —-Señora, sería m u y honroso para No

había

concluido

lante con que iba

á

de

mí...

e x p r e s a r la frase

contestar aquellas

c u a n d o la h e r m o s a d a m a , s a c a n d o

de

ga-

palabras, entre

sus

vestidos una carta que parecía haber estado cosida a l interior de

su

traje, me

la p a s ó ,

diciéndome:


I.A R E V O L U C I Ó N C H I L E N A

Si¡.

— E l comité revolucionario de Santiago me ha encargado

entregar á

usted estos

papeles,

para

q u e usted los h a g a llegar con s e g u r i d a d á s u

des-

tino. En

seguida entramos

en

conversación, y

ella

m e e x p l i c ó las e x t r a ñ a s r a z o n e s q u e la o b l i g a b a n á

viajar

de

esa

exponiéndose pos actuales del

podían

ser

país. S u esposo,

Valparaíso, agentes á

manera,

completamente

d e la

graves, dado

ce

revolucionario

dictadura,

había

la cárcel d e a q u e l l a c i u d a d y

tidos á los m á s crueles á

y

viajar

una

sabedores

por

arrastrado

muchos

de

habían sido

tratamientos..

vez por de

de

y

comunicarse

ella con la J u n t a revolucionaria d e — E n

la situación actual

del

semana,,

su e s p o s o prirevolucionasu

situación,

por

medio

en

bien

de

país,

nuestra

pade

Santiago. a g r e g ó , las-

s e ñ o r a s e s t a m o s tan o b l i g a d a s c o m o los á hacer algo

sus

some-

aprovechaban de estas semanales excursiones ra enviar papeles

de los

trasladado

s i o n e r o ; y los m i e m b r o s de la J u n t a Valparaíso,

estado

sido

terribles

c o n el o b j e t o d e s a b e r n o t i c i a s

de

y

luego

allí con

a m i g o s , a l g u n o s d e los c u a l e s

E s t o la o b l i g a b a

el

un distinguido a b o g a d o

sindicado

á Santiago y encerrado

ria

sola

q u i z á s á peligros q u e en los t i e m -

hombres

causa, y

comer-


86

Olí.

las s o s p e c h a s

de

la

igual de nuestros aprovechamos

JUAN

policía

maridos

de

esta

como

riódicos y

y,

nuestros

en

ciertos

y a la p o l i c í a , por

—Todo,

lo tanto,

observé, los

necede pe-

replicó, es

pero

¿qué

ha

descubierto

servicios que

peligroso en

mayor

los

y

á

ello

sería y

tiempos

peligro podemos flagelación

m o s eso en cuenta, B a l m a c c d a

de más humillante

ustedes

peligrosos.

m e r q u e los del d e s t i e r r o , la

poder,

coad-

oficios

se

tomára-

eternizaría

preferible

vergonzoso

te-

y la m u e r -

te de las personas á q u e m a s a m a m o s ? Si

el

al

hijos, nos

de correos, repartición

prestan á la revolución son

actuales;

alcanzan

otros.

—Pero esto,

los

y

nos

circunstancia para

y u v a r á la o b r a d e ellos sarios,

no

t o d o lo

pudiera

en que

suce-

demos. L u e g o m e h a b l ó d e la m a n e r a c ó m o las principales señoras de la s o c i e d a d chilena eran en m o m e n t o s el a l m a rio;

c ó m o servían

vicios

que éstas

nera ayudaban

del

movimiento

á las J u n t a s

en t o d o s los ser-

les e n c o m e n d a b a n ; en

sus

casas

á

de qué

circular

toda-; partes, b u r l a n d o las p e s q u i s a s d e las el m o d o c ó m o

ma-

la i m p r e s i ó n

periódicos clandestinos y los hacían

ridades;

esos

revoluciona-

llevaban y

traían

de por

autocomu-


l.A R E V O L U C I Ó N C H I L E N A

nicaciones

escritas,

manteniendo

a c t i v a s d e las j u n t a s entre sí; los q u e ponían en j u e g o p a r a rían trasladarse

finos

propone á

gran

de

la

conseguir

ello

facilitar á los q u e

una

palabra,

por

mujer

es

que-

los

mil

sus de-

capaz, cuando

un g r a n o b j e t o y es

el s e n t i m i e n t o

se

impulsa-

extremoso de una

pasión.

— T a l vez

usted no ha leído,

los periódicos

esta tarde, m e dijo, a l a r g á n d o m e perfectamente que

relaciones

e x p e d i e n t e s de q u e la i m a g i n a c i ó n

3' l a v o l u n t a d

da

las

procedimientos

al n o r t e el c u m p l i m i e n t o d e

patrióticos d e s e o s ; en licados y

S7

doblados

El Constitucional

y

dos

y que eran nada

La Revolución,

de

papelillos

dos

menos hojas

p e r i ó d i c a s d e la p r e n s a r e v o l u c i o n a r i a d e S a n t i a g o . A c e p t ó l o s de su m a n o

y

m i e n t r a s los

desdo-

blaba, ella agregó: — A h í v e r á usted u n a relación e x a c t a d e la últim a i n f a m i a d e la d i c t a d u r a , es decir, d e la m a n e r a •cómo han s i d o a s e s i n a d o s a n o c h e en los c u a r t e l e s •de S a n t i a g o

más de

cien d e

esos

pobres

solda-

dos, á q u i e n e s se h a t r a í d o p o r la fuerza al s e r v i c i o •de la d i c t a d u r a manera más

p a r a en

s e g u i d a fusilarlos

de

la

salvaje.

Nuestra conversación continuó sobre este tema y

mientras ella h a b l a b a con

ese noble

ardor

que


SS

Gil. JUAN"

t a n t o la e n g r a n d e c í a y d i g n i f i c a b a á m i s o j o s ,

yo

r e f l e x i o n a b a sobre las consecuencias g e n e r a l e s rc d e s p r e n d í a n , a s í d é l o q u e e l l a m e d e c í a ,

que

como

t

d e la a p l i c a c i ó n q u e d e sus p a l a b r a s p o d í a h a c e r s e al p a í s

en q u e tales cosas tenían l u g a r en

medio

d e la a t m ó s f e r a d e los s e n t i m i e n t o s y d e las p a s i o nes encendidas hasta ese e x t r e m o . Un mal gobernante, puede á veces

un

luchar con

dictador, éxito

un

tirano,

pasajero

contra

una agrupación cualquiera de sus enemigos, tra

un

gran

partido

hostil,

contra

con-

t o d o s , si

se

quiere, los q u e en u n a s o c i e d a d o r g a n i z a d a repres e n t a n la e n e r g í a viril, la

fuerza m a s c u l i n a d e la

o p i n i ó n p ú b l i c a , c o n t r a l o q u e , e n fin, c o n s t i t u y e e l e l e m e n t o político d e un p u e b l o ; pero ¿ c ó m o hacerlo

si s u s m e d i d a s d e r e p r e s i ó n , d e

y d e c a s t i g o van

á embotarse

ia apasionada tenacidad

nioso,

fatalmente

del s e x o

puede

violencia contra

amable y

her-

c u y a s m a n o s hechas para la caricia, tienen,

sin e m b a r g o , en su m i s m a d e b i l i d a d el a r t e d e p a r a r con los m á s

finos-jugos

sutiles

de las a r m a s

los v e n e n o s

pre-

y l a s e s e n c i a s másmás

agudas

y

certeras? S e puede que levanta

l u c h a r c o n t r a el

hombre

armado

su robusto brazo contra su

a c e p t a n d o u n a lucha en q u e

la

y

enemigo,

materialidad

de


I.A R K V O ' . L ' C I Ó N C M I I . E X A

los

medios

oponerle

de

otra

imposible

ataque

y

de

So

defensa

permiten

materialidad equivalente;

luchar con elementos

de

esa

c o n t r a los q u e la m u j e r p u e d e o p o n e r al intangibles fixia

como

y doblega

robusta y

á

la

fiebre

sus

que

p e r o es especie hombre,

envenena

y

pies á la naturaleza

asmás

vigorosa.

P o r o t r a parte, s i e m p r e h a s i d o la m u j e r y e s p e c i a l m e n t e en la s o c i e d a d m o d e r n a , la m á s p u r a elevada

representación

de manera que cuando

y

d e la c o n c i e n c i a

social;

ella t o m a p a r t e en

la s o -

lución d é l o s g r a n d e s p r o b l e m a s políticos y sociales, c u a n d o e l l a s a l e d e s u h o g a r y su p a s i ó n ó su p e n s a m i e n t o la llevan fuera del

santuario de

afectos p r i v a d o s , es p o r q u e esa conciencia grita, se i m p o n e y se hace indiscutible; y

sus

social es esto

p r e c i s a m e n t e lo q u e s u c e d e en C h i l e , d e j a n d o

ver

m u y c l a r o q u e el p r o b l e m a d e l a r e v o l u c i ó n n o e s , cómo

algunos han pretendido hacerlo creer, m o -

m e n t á n e o , a c c i d e n t a l e n la v i d a d e l p a í s , s i n o a l g o m u y d i s t i n t o y en lo c u a l t o d o e s t a r í a

amenazado

p o r u n t r a s t o r n o p r o f u n d o , s i el t r i u n f o d e e l l a

no

e s t u v i e r a y a d e a n t e m a n o d e c i d i d o p o r el e l e m e n to irresistible q u e lo l l e v a á su f a v o r a b l e d e s e n l a c e . E l hecho horrible que servía de tema á nuestra c o n v e r s a c i ó n , y en

la cual

veía yo, de una parte


90

Gil.

ia fuerza bruta y salvaje

JUAN

a r r o j a n d o e n el

abismo

sin fondo de sus locuras y de sus crímenes á centenares de cadáveres odioso

humanos para sostener

i m p e r i o , y d e la o t r a á u n a

p r o t e s t a n d o c o n t r a el a t e n t a d o

débil

su

mujer

abominable,

sin

o t r a fuerza q u e la q u e d a b a á sus p a l a b r a s la c o n ciencia social ultrajada,

me ponía de

manifiesto

el poder superior de esta última, q u e e s c a p a b a alcance

del

brazo

del tirano

y con la cual

al

éste

m i s m o habría querido poder contar antes que

con

aquella. C o n t i n u a m o s así nuestro viaje hasta V a l p a r a í s o d e t e n i é n d o n o s a l g u n o s m i n u t o s antes de llegar al puerto,

p r i m e r o en la estación d e V i ñ a del

especie

de

aristocrático

edén

de

los

Mar,

bañistas

veraniegos y que ahora parecía desierto y casi inh a b i t a d o ; l u e g o e n el B a r ó n , l u g a r h i s t ó r i c o d o n d e , c o m o m e lo d i j o c o n m u c h a o p o r t u n i d a d m i p a ñ e r a d e v i a j e , p a r e c í a alzarse en esos la sombra de

Portales, á quien

com-

momento

los chilenos

con-

s i d e r a n c o m o el p a d r e d e su v i e j a c o n s t i t u c i ó n , p a r a p r o t e s t a r c o n t r a el u l t r a j e d e la d i c t a t u r a ; y último en B e l l a V i s t a , estación

urbana del

por

ferro-

c a r r i l y q u e s ó l o d i s t a u n o s p o c a s millas d e la del Puerto, término de nuestro viaje y donde

habría-

m o s de s e p a r a r n o s tal vez p a r a s i e m p r e , d e s p u é s


JA

REVOLUCIÓN C H I L E N A

91

•Je u n a tan b r e v e a m i s t a d y en m e d i o •custancias más e x t r a ñ a s que podían A l d e s c e n d e r ella del tren, natural,

acompañarla

hasta

la

de las

cir-

concebirse.

ofrecí, c o m o

su

era

casa-habitación;

p e r o m e dio e f u s i v a m e n t e las g r a c i a s ,

diciéndome

al m i s m o t i e m p o , q u e la s i t u a c i ó n d e e l l a e n V a l paraíso, donde, á diferencia de Santiago, era

bas-

t a n t e c o n o c i d a d e t o d o el m u n d o , p o d í a h a c e r p e l i g r o s o p a r a m í el c u m p l i m i e n t o d e e s t e d e b e r d e •cortesía é i m p e d i r m e

quizás

el c u m p l i m i e n t o

de

los e n c a r g o s q u e la j u n t a r e v o l u c i o n a r i a m e h a b í a •confiado, y q u e e r a n , sin

duda,

de

considerable

importancia. D e s p c d í m e , pues, de ella, p r o m e t i é n d o l a b i r l e en m e j o r e s

t i e m p o s , y m e dirigí en

•en b u s c a

hotel

d e un

d e s d e el c u a l

poder

donde

hacer

al

p a s a r la día

carme

e n el v a p o r

autoridades

Serena.

seguida

noche,

siguiente

t o d a libertad las d i l i g e n c i a s y l l e n a r las d a d e s e x i g i d a s por las

escri-

para

y

con

formaliembar-



VII I

Urna, ¡i 3o de janii) de iSgi i. fin m e e n c o n t r a b a o t r a v e z l i b r e y s o b r e c ! _¿~\_

m a r , d e s p u é s de un

dades de toda

día lleno de

contrarie-

e s p e c i e p a r a o b t e n e r un

pasaporte

y siendo víctima con este m o t i v o de recelosas

de

los

ayudantes

de

las

oficina,

miradas de

las

p r e g u n t a s capciosas d e la alguacilería

dictatoria-

lesca

de

y

de

los

registros

y arreos de viaje.

Al

fin

minuciosos dejaba

la c i u d a d p r o t e g i d a c o n t r a picacia

insolente

de

los

á

mis

misma

gran

bajá

de

espaldas

por la sus-

mil y un a g e n t e s d e la

dictadura, entre los cuales ostentaba, á la d e un

maleta

tres colas,

su

manera

magnífico

y


9|

CU.

entorchado uniforme

KAN

rey del calicanto,

el

corno-

l l a m a n los p o r t e ñ o s al c o n t r a - a l m i r a n t e

Vicl,

sus espléndidos

expensas

negocios

realizados

á

por

del e r a r i o n a c i o n a l en la edificación d e e s c u e l a s c u a r t e l e s d e V a l p a r a í s o . A l fin m i s o j o s d e j a b a n c o n t e m p l a r el e s p e c t á c u l o d e l a p o b l a c i ó n

y de

humi-

llada dentro del terrible circuito de sus fortalezas, armadas de enormes

cañones y semejantes á gi-

g a n t e s c o s g u a r d i a n e s d e u n a cárcel i n m e n s a , suficientemente espaciosa para contener á un entero de prisioneros de estado. A l libre

y

sobre

d e l Serena

el

mar,

mirando

c ó m o la c i u d a d

fin

pueblo

me

desde

sentía

la

iluminada se

popa

alejaba

l e n t a m e n t e e n el h o r i z o n t e t r a n q u i l o d e l a n o c h e y e x p e r i m e n t a n d o c o n e l i o eii m i a l m a e s c s e n t i miento de íntimo bienestar que sólo puede prender

aquel que, como yo, ha estado

com-

respiran-

d o d u r a n t e m á s d e s e s e n t a días la a t m ó s f e r a

en-

v e n e n a d a d e la d i c t a d u r a . E l mar, con sus olas tranquilas,

desenvolvién-

dose y desarrollándose eternamente sus y

dilatadas

monótonos,

de seres d e la

llanuras; como

el

con

soledades;

sin

que formaran

misteriosos conversando

q u e v i e n e n al

y

fin

sus rumores

con sus brisas

en

en

iguales miríadas

el

silencio

salinas y

rostro, c o m o á d e s p e r t a r al

frescas hom-


I.A

bre

de

la

KF.VOI.UCIÓN C H I I . K X A

cruel

pesadilla

de

la

95

vida social

t o d a v í a lo p e r s i g u e al a l e j a r s e d e e l l a , y le m o r a l m e n t e

con

el

sentimiento puro y

cante d e la naturaleza inalterable

del

que

renovarvivifi-

o c é a n o ; el

m a r , d e s p u é s d e los a z a r o s o s días q u e a c a b a b a pasar, m e parecía en esos m o m e n t o s q u e e n t o d o m i ser

de

operaba

una especie de resurrección de mi

espíritu a g o t a d o y m e hacía señor de

mismo,

dueño de mi libertad y

de mis acciones, arbitro,

en u n a p a l a b r a , d e mis

movimientos, de mis

labras y de mis

ideas.

M e s e n t í a feliz bios d e la v i d a

pa-

y p e n s a b a en los bruscos

y la m a n e r a

c ó m o la

cam-

suerte

me

llevaba, después

de haberme retenido dos

en m e d i o d e un

p u e b l o h u m i l l a d o , h a c i a las pla-

yas de Tarapacá, á donde de

ese

mismo

pueblo,

un

una porción puñado

meses

escogida

de

valientes,

h a b í a i d o á p l a n t a r el 7 d e e n e r o l a b a n d e r a d e l a redención de Chile, y á donde ahora, como

á

un

lugar d e s a g r a d o refugio, iban á reunirse con ellos y á d a r l e s el a b r a z o d e l p a t r i o t i s m o t o d a s l a s

al-

m a s t e m p l a d a s en el s a g r a d o a m o r d e la l i b e r t a d . El

barco

navegaba

acompasadamente

en alta

s o b r e el

n o c h e e r a o s c u r a y fría,

mar,

seno

meciéndose

del

océano;

v e l a d o el c i e l o

ligera niebla y d e j a n d o sólo v e r la

por

la

una

fosforescencia


96

flll.

JIJAN

<Jc l a s o l a s q u e c h o c a b a n c o n t r a

los

costados del

b u q u e ó se r e t o r c í a n b a j o la h é l i c e ; los

pasajeros

de c á m a r a se retiraban somnolientos á sus c a m a r o t e s , y y o d e j é t a m b i é n el l u g a r d e m i s nes para gozar del reposo bíanme

negado

mis

meditacio-

que hasta ese día

impresiones

morales

estadf) d e s a p a c i b l e de mi h u m o r y de A l día como

siguiente,

sólo

se

después

d u e r m e e n el

de

mar,

vidando

á

mensidad

la

gozosa

riente

parece despertar

sin

nubes,

en

el

espíritu

en

la

maniobra;

el s o l

los

de her-

de

la

con-

la

que

intodo

un m i s m o

miento de armonía y de paz. L o s cutaban

dormido

y el c i c l o ,

contemplación

y

senti-

marineros

sirvientes

el

mi á n i m o .

haber

m o s a m a ñ a n a i l u m i n a b a las olas

hay

eje-

lavaban

el

puente y fregaban

los b r o n c e s ; los m o z o s d e s a l a

entraban y

de

otro

salían

viajero

se

los

paseaba

camarotes, y uno sobre

m a d o á los barrotes d e las p l a b a con los ojos

fijos

cubierta

barandillas,

el m o v i m i e n t o

d e las olas. M e sentía lejos

de

todos

ó,

que afir-

contemmonótono

los

tristes

e s p e c t á c u l o s q u e h a b í a n c o n t e m p l a d o m i s ojos en l o s d í a s a n t e r i o r e s y c o m o si f u e r a n a ñ o s l o s q u e m e separaban de ellos. Me

dirigí

puente de

al oficial

proa

de

guardia, que desde

examinaba

el h o r i z o n t e c o n

el su


.'97

LA REVOLUCIÓN CHILENA

largo anteojo de m a r y se paseaba lentamente babor

á

estribor.

Entramos

luego me dijo, que

en

de

en conversación

el d í a

llegaríamos

á

y

Co-

q u i m b o , u n o d e los puertos m á s t r e m e n d o s en e s o s días p a r a t o d o s los v i a j e r o s y q u e h a c í a e s c u p i r al d i a b l o á los c a p i t a n e s d e b a r c o s q u e h a c í a n la c a rrera

al

quimbo

Norte. y

Las

bahías

Atacama

eran

d e la

costa

de

verdaderamente

horcas caudinas del comercio nacional y j e r o d e s d e el d í a i n i c i a l

Colas

extran-

del pronunciamiento

de

la e s c u a d r a . E n la c á m a r a

y

á la

hora del almuerzo

y a saber quiénes eran mis compañeros

de

pude viaje:

unos d o c e oficiales del ejército dictatorial q u e iban á Coquimbo y á Caldera

á ocupar

los r e g i m i e n t o s e s t a c i o n a d o s gunos comerciantes

de

en

sus plazas

en

esos lugares; al-

diversas

nacionalidades,

alemanes, ingleses, italianos, etc.; dos

ó

tres sa-

cerdotes, y unas cincuenta ó más

personas

profesión

conocer á pri-

ó estado

era

imposible

cuya

mera vista. E l capitán V a u g h a n , un inglés rubio, de fuerte y a m a b l e ,

pequeño

espaldas, con toda

de

la alegre

estatura robustez

y

rostro anchas

y la

tran-

quila energía de un v e r d a d e r o capitán de mar, se sentaba á la cabecera d e 7

la

mesa; á

su

lado se-


g8

GIL J U A N

guían un enorme alemán que iba negocios

ca y rubia,

convertida

amasandera ñora

á

Iquique

y su cara esposa, una g e r m a n a

de

por

obra

d e la suerte

p a n b l a n c o en la

de un corredor

por

flemátide

respetable se-

de cobres y salitres;

varios

o f i c i a l e s d i c t a t o r i a l e s q u e j u r a b a n p o r el s e ñ o r d e la M o n e d a ;

algunos

sacerdotes,

y veinte ó

más

paisanos; formando entre todos uno de esos conj u n t o s a b i g a r r a d o s y e x t r a ñ o s q u e d a n á los trasportes de m a r ese aire especial de d e m o c r á t i c o q u e el todas

partes, c o m o la semilla

ciabilidad del Los

cosmopolitismo

arte de la n a v e g a c i ó n lleva

g e n e r o s a d e la s o -

porvenir.

oficiales dictatoriales á q u e m e he

referido

c o n v e r s a b a n , sin consideración á la c o m p a ñ í a que viajaban, de sus terribles proyectos paña.

á

M u y pronto, s e g ú n ellos, los

de

en

cam-

grandes ejér-

citos de C o q u i m b o y de A t a c a m a estarían en disponibilidad p a r a entrar en c a m p a ñ a y recuperar la p e r d i d a provincia d e T a r a p a c á , d o n d e los

cuatro

l o c o s d e l a r e v o l u c i ó n a p e n a s si p o d r í a n e s c a p a r la persecución de las legiones cesitaba haber

sido

tan

torpe

victoriosas. S e como

el

á

ne-

coronel

R o b l e s , ó t a n c o b a r d e c o m o el c o r o n e l G a n a , ó t a n infeliz

c o m o el c o r o n e l A r r a t e , p a r a h a b e r

d o n a d o la

m á s rica

de

las provincias

del

abanNorte


LA REVOLUCIÓN CHILENA

á

esa

canalla

de

99

revolucionarios.

Pero,

esto sólo había sido un accidente de que pronto se pondría

remedio

y

la

de

al

fin,

guerra

modo

á

que

los jefes d e la e s c u a d r a , c a n s a d o s d e l u c h a r c o n t r a los

pescados,

fueran

m e n t e á los pies d e El

capitán

dotes no

discusiones; de sus

rendirse

incondicional-

Balmaceda.

V a u g h a n oía y c a l l a b a ; los

inclinaban

dejarse

á

la

cabeza,

a r r a s t r a r al

terreno

un comerciante

anteojos

con

como

violento

inglés

curiosidad

e n a r d e c i d o s d e los futuros

tranqui-

en

e n el

una

palabra, animado

conversación

que p o d í a ser peligrosa antes d e p a s a r la hasta donde

tras

semblantes

papas sancochadas; en una

ó comprometerse

á las

b a y a r d o s d e la dicta-

nadie parecía querer tomar parte diálogo

de

miraba

los

d u r a ; los dos esposos a l e m a n e s engullían lamente sus

sacer-

decididos

l l e g a b a el i m p e r i o

de la

frontera

dictadura.

E n la t a r d e l l e g a m o s al p u e r t o d e C o q u i m b o a n c l a m o s en la h e r m o s a

bahía donde,

según

lo d i j o el c a p i t á n V a u g h a n , p a s a r í a m o s descargando víveres y pasto seco y los p a r a la

guarnición

la

otros

y me

noche artícu-

e s t a c i o n a d a en la p r o v i n -

cia, p a r a p a r t i r al d í a s i g u i e n t e , si es q u e las a u t o ridades

del puerto no nos

retenían ahí por tres

cuatro días, c o m o frecuentemente solían

ó

hacerlo.


100

GIL

Luego nía del y

vimos

acercarse

puerto,

momentos

JUAN

la falúa

con la b a n d e r a

después

d e la c a p i t a -

nacional á popa,

atracaba

á

la

escala

del

v a p o r , p e r m i t i e n d o al e m p l e a d o d e la b a h í a s u b i r á b o r d o y dirigirse á la oficina del contador, d o n d e después

de

hablar

con

éste

algunas

palabras,

pidióle la lista d e los p a s a j e r o s y se p u s o á leerla detenidamente, como deseando ver algún

nombre

sospechoso ó que pudiera servirle de indicio para una

fácil

tierra sin prenda

presa, que llevar al

robusta

le

jefe de

yo

no

volver

la g u a r n i c i ó n

d e su a d h e s i ó n

entusiasta al r é g i m e n Mirábale

permitiese

á

alguna

incondicional

y

imperante.

desde

lejos,

en esta

prolongada

o p e r a c i ó n , c u a n d o a p a r t a n d o un i n s t a n t e los o j o s d e su persona, vi q u e a t r a c a b a por

otro

subió

bote

con

presuroso

varios soldados, entusiastas

la

al c o s t a d o d e l v a -

la insignia e s c a l a un

tricolor, oficial

que, enseguida

abrazos

á los del

del cual

seguido

de saludar

mismo

de con

oficio

que

con nosotros venían desde V a l p a r a í s o , se dirigió, d e la m i s m a m a n e r a q u e lo h a b í a

h e c h o el

tán d e puerto, á la oficina del contador, y

capi-

después

d e e n t a b l a r allí un d i á l o g o á v o c e s con éste y con aquél,

salió seguido

de sus

soldados á hacer

minucioso e x a m e n del buque.

un


LA REVOLUCIÓN CHILENA

IOI

U n r a t o d e s p u é s , el d i c h o oficial v i n o c o n g e s tos y palabras descorteses

donde estaba

el c a p i -

t á n V a u g h a n y e n c a r á n d o s e c o n él, le d i j o : — U s t e d , capitán, trae escondidos a bordo. — Y o

n o s é , r e s p o n d i ó el c a p i t á n ,

hombros y

volviendo

las

alzando

espaldas.

Puede

los

usted

v e r el b u q u e . — Y

esa maleta,

b r e ni d i r e c c i ó n

entonces, que no tiene

y que nadie

pertenece... ¿de quién — Y o con

sabe á

que

es?

n o s é , v o l v i ó á d e c i r el c a p i t á n

dureza.

Y a he

nomviajero

Vaughan

dicho á usted que p u e d e

ver

el b u q u e . — P u e s el v a p o r n o s a l d r á d e l p u e r t o h a s t a q u e n o a p a r e z c a el d u e ñ o d e e s a

maleta.

A l m i s m o tiempo que tenía lugar este violento d i á l o g o , los s o l d a d o s q u e h a b í a n s e g u i d o al oficial e n el r e g i s t r o , s a c a b a n d e l a c á m a r a abierta, d e n t r o de la cual h a b í a otros no

objetos marcados

correspondían á

una

maleta

ropa de vestir

con letras

iniciales

n i n g u n o d e los n o m b r e s

y

que es-

critos en la lista d e p a s a j e r o s l l e v a d a p o r el c o n tador y clamaba

que

nadie de

como

fundamento

propia,

de las

los que

iban á

dejando con

sospechas

bordo ello

ver

manifestadas

el a g e n t e d e l a a u t o r i d a d m i l i t a r d e l p u e r t o .

reel por


102

GIL JUAN

• M u y pronto

y

después

de

una

nueva

excur-

sión p o r los c a m a r o t e s y la c á m a r a del v a p o r , v o l v i ó o t r a v e z el

oficial y e x i g i ó

sajeros entraran

en

la

q u e todos los p a -

cámara

á

pasar

cual, a u n q u e o r d e n a d o en t é r m i n o s

é insolentes, hubimos de hacer, para no nos á mayores brutales

y

más

pesadas

y

exponer-

quién

s a b e si

contrariedades.

E s t á b a m o s en los s o l d a d o s

á

esta

operación,

que antes

me

habían, entretanto, bajado

á

cuando dos

he la

referido

registro, trajeron

de

tomado

cámara

y

brazos, á un joven

de

y

de que

bodega á seguir

a l l í el m i n u c i o s o la

lista; lo

descomedidos

á las

puertas

apretadamente

distinguida

de

figura,

los

pálido

y c o n v u l s o , q u e , d i r i g i é n d o s e al oficial; le d i j o s e r é l el d u e ñ o

del

equipaje

sospechoso,

m o l e s t a r a i n ú t i l m e n t e á los d e m á s Presenciamos q u e irritan

entonces

y azotan

templa, obligado simple

espectador

contrario, de verse

la

por de

una

sangre

la

de del

y

esas

escenas

so p e n a ,

á

ser un

e n el c a s o

inútilmente golpeado

p o r los

p u ñ o s brutales d e un s a y ó n cualquiera, q u e nas

si

tiene

conciencia del miserable

s e le o b l i g a á d e s e m p e ñ a r ;

so

pena

no

q u e las con-

fuerza m a y o r

ellas,

que

pasajeros.

de

papel

apeque

s e n t i r el


L A REVOLUCIÓN CHILENA

103

al punto sobre sus espaldas la vara ó en sus pies el grillete de campaña. E l equipaje de la víctima y que había motivado esta desagradable escena, fué inmediatamente llevado por los soldados al bote; el desgraciado joven fué obligado á bajar á empellones hasta la pequeña embarcación, en la cual le vimos alejarse con el sentimiento de la desesperación pintado en sus facciones pálidas y alteradas; el capitán se retiró con violentos pasos á su cámara, y los pasajeros todos, más indignados que sorprendidos, quedámonos haciendo los comentarios del caso, mientras los empleados de á bordo hacían afanosos la operación de la descarga del vapor, como si en esos momentos fuera más necesaria que en otras ocasiones la rapidez en el trabajo que debía permitirnos zarpar de allí lo más pronto posible. Pero ¿qué motivo ó razón podía disculpar el atentado que acabábamos de presenciar? Según se decía, la víctima de tan duro y cruel tratamiento era sencillamente uno de tantos jóvenes de distinguida familia y de esforzado corazón, de esos cuya única falta consistía en intentar, por el más legítimo de los medios, trasladarse al norte


104

GIL J U A N

á ofrecer sus generosos d e la libertad.

servicios á la santa

Durante meses quizás y

d o la s u e r t e feliz

de

aquellos de sus

habían desembarcado Pozo Almonte,

en

causa

envidian-

amigos

que

Pisagua y triunfado

h a b í a e s p i a d o el m o m e n t o

en

apro-

piado para realizar sus esperanzas y satisfacer m á s generoso de sus falta de m a y o r instante sus

anhelos, y hé aquí que

previsión

nobles

m e n t e en el c a l a b o z o

venía á destruir

en

planes y á arrojarle inmundo

el

una un

segura-

de una cárcel

de

provincia, d o n d e tal vez moriría oscuro y

misera-

ble.

llevado

Sí, por ese sólo

motivo y razón

era

en esos m o m e n t o s c o m o un criminal v u l g a r y medio

de

la

brutal

satisfacción

de

sus

en

verdu-

gos. A l día siguiente pudimos felizmente vernos n u e v o libres

de

los o d i o s o s

espectáculos

de

que la

d i c t a d u r a ofrece á c a d a p a s o á la vista d e los q u e , a u n en su carácter d e e x t r a n j e r o s ó de

neutrales,

n o pueden m e n o s de formarse d e ella la idea q u e con sus perversos

actos á todos

g á b a m o s viento en p o p a en

inspira, y

d e m a n d a del

de Caldera, frontera a v a n z a d a

del imperio

torial y d o n d e era esperado día por día un d e las fuerzas

revolucionarias,

que

navepuerto dictaataque

últimamente

h a b í a n y a o c u p a d o á A n t o f a g a s t a , h a c i e n d o huir»


LA REVOLUCIÓN CHILENA

como

á

una tropa

de

azorados

105

bisontes,

esforzados leones, tigres y panteras tes juraban y perjuraban

vencer

á

los

que días an-

ó morir en

sus

puestos. N u e s t r a estadía en Caldera, á pesar de las pesquisas h e c h a s á b o r d o por las a u t o r i d a d e s del puerto con igual ó

mayor

r i g o r q u e el e m p l e a d o

en

C o q u i m b o , no ofreció n a d a d i g n o de m e n c i o n a r s e en

esta

c o r r e s p o n d e n c i a , si n o fué

el h a c e r

más

v i o l e n t o a u n e n t o d a l a g e n t e d e a b o r d o el d e s e o de vernos

en un m a r

libre y

donde

los

hidrópi-

cos a g e n t e s d e la d i c t a d u r a n o p u d i e r a n s a c i a r su sed de atropellos, de golpes y de

venganzas.

D e s d e C a l d e r a al N o r t e h u b e d e n o t a r el c a m b i o r e p e n t i n o o p e r a d o en la

fisonomía

de muchos

l o s v i a j e r o s q u e , si h a s t a e n t o n c e s s e h a b í a n

de

man-

t e n i d o en u n a discreta y t e m e r o s a r e s e r v a en t o das las conversaciones q u e a l g u n a relación tenían c o n el e s t a d o d e l forzada

país, ahora

prudencia,

se

expresando

resarcían de libremente

su sus

opiniones, c o n t e x t e s todas, por cierto, en la i d e a d e q u e el a c t u a l o r d e n d e c o s a s n o p o d r í a p r o l o n garse por m u c h o tiempo, sino que antes bien,

se

d e s p l o m a r í a s o b r e sí m i s m o , c o m o un edificio sin otra b a s e q u e la de sus g r a n d e s

faltas.

L u e g o vino á s o r p r e n d e r á los viajeros

de

car


106

mera

GIL J U A N

la aparición inusitada á la h o r a

de

comer,

de nuevos compañeros, ocultos hasta ese m o m e n t o quién sabe en qué partes

subterráneas del

y que, p a s a d a la linea fronteriza, volvían con sus rostros alegres y felices pado, c o m o ellos y encontrarse

decían, d e las

barco

á la luz

por haber

esca-

garras del tigre,

a l fin, d e s p u é s d e

todo género

de

sobresaltos y privaciones, d u e ñ o s y señores d e su v o l u n t a d , p a r a p o d e r c u m p l i r l a en el ú n i c o o b j e t o d e sus g r a n d e s aspiraciones, cual era la salvación del r é g i m e n constitucional d e su país. Alegres

y

charladores,

más opulentas y go

y

de

eran

jóvenes

de

distinguidas familias de

Valparaíso

que,

en

seguida

Santia-

de

servido d u r a n t e tres meses á las j u n t a s

las

haber

revolucio-

narias d e a m b a s c i u d a d e s , en las m á s peligrosas y difíciles

comisiones, habían

obtenido como

m i o d e s u s p a t r i ó t i c o s a f a n e s , el p e r m i s o rrer todos los peligros d e s e m e j a n t e

de

co-

navegación

p a r a unirse al ejército constitucional de y

pre-

Tarapacá

Antofagasta. E l capitán V a u g h a n , s e n t a d o á la c a b e c e r a

la m e s a y y a r e c o b r a d o su buen los m i r a b a s o n r i e n d o y m e — E n

todos

los

viajes

humor

de

habitual

decía:

que

hago, desde

hace

n o v e n t a días, v e o lo m i s m o , y s e dice, sin e m b a r -


LA REVOLUCIÓN CHILENA

107

go, que B a l m a c e d a puede esclavizar eternamente á este país... T o d o s ellos c o n t a b a n sus curiosas y

extraordi-

narias aventuras. E l uno había permanecido

ocho

d í a s e s c o n d i d o en un p o n t ó n d e la b a h í a d e V a l p a raíso, esperando una ocasión propicia para realizar s u p l a n ; el o t r o h a b í a t e n i d o q u e e n t r e g a r , n o s ó l o su dinero, sino hasta parte de sus ropas de vestir, á un m a r i n e r o d e un b u q u e d e g u e r r a inglés

para

q u e é s t e le l l e v a s e al c o s t a d o d e l v a p o r y l o r e c o m e n d a s e ahí á un su a m i g o y c a m a r a d a ; éste se había v a l i d o d e la m á s astuta d e las supercherías p a r a obtener un

falso p a s a p o r t e d e las a u t o r i d a d e s

de

tierra y e m b a r c a r s e en s e g u i d a f r a n c a m e n t e y a la luz del día y c ó m o quien no tiene

absolutamente

n a d a q u e t e m e r ; a q u é l h a b í a a d o p t a d o el de

carbonero y

disfraz

metídose c o m o un ratón de

d e g a entre los fardos y cajonería d e la c a r g a ; cual, en s u m a , c o n t a b a su tretenía

la

conversación

bocada

pequeña odisea y

en-

general d a n d o con

ella

p á b u l o á la alegría d e sus c o m p a ñ e r o s d e e m p r e s a y de peligros. Y á

esa j u v e n t u d iba así, entre risas,

j u g a r s u v i d a al a z a r

d e los

combates,

renun-

c i a n d o á s u s d i c h a s y s u s p l a c e r e s a n t e el a r a d e l d e b e r s a n t i f i c a d o p o r el sacrificio. N o olvidaré en

mi

vida

la

fisonomía

suave

y


108

GIL

melancólica

JUAN

de u n o d e ellos,

que

aceptando

las

p a l a b r a s d e u n o d e sus c o m p a ñ e r o s q u e le record a b a á la m u j e r q u e h a b í a d e j a d o l l o r a n d o tal v e z su

ausencia,

sacó

temente, contó á

un

retrato y

mirándolo

los d e m á s c ó m o

tris-

se había

des-

p e d i d o de ella, después de declararle q u e y a más

volverían á verse

banderas triunfantes

antes del

del

ejército

e n t r a r a n á la capital d e la

cillas palabras

constitucional

me

habia

v e o lo m i s m o , y

revolución

dicho

estas sen-

p i n t a b a n p o r sí s o l a s el

indomable de una

ja-

en q u e las

República.

E n t o d o s los viajes q u e h a g o , el c a p i t á n V a u g h a n ,

día

carácter

c u y a fuerza

moral

no puede indudablemente ser vencida. E l v a p o r se iba a c e r c a n d o m á s y m á s á la costa y y a v e í a m o s la p l a y a a m i g a d e A n t o f a g a s t a señarse más y más claramente, hasta poder

di-

luego

d i s t i n g u i r el e l e v a d o c a m p a n a r i o d e su i g l e s i a p a rroquial, en s e g u i d a sus edificios d e m a d e r a t a d o s q u e b r i l l a b a n al sol, y p o r ú l t i m o su lle y sus barqueros que salvaban d e los arrecifes del puerto,

las

pinmue-

rompientes

a c e r c á n d o s e al

q u e iba á arrojar sus anclas en la bahía.

vapor


IX

Lima, á 24 de junio de ISQT.

U

NA m u l t i t u d d e h o m b r e s d e d i s t i n t a s e d a d e s y c o n d i c i o n e s se e s t r e c h a b a y r e v o l v í a , á la

m a n e r a de un h o r m i g u e r o h u m a n o , sobre bierta del

Serena,

un

de

lugar

preguntaban viejo y

cómo

cárcel y

cita

q u e parecía en esos ó

de

reunión

la

popular.

p o r el e s t a d o d e l a s c o s a s d e se vivía

el b a n q u i l l o ;

en esos

mundos

otros por

el

cu-

momentos Unos Chile

entre la

lugar

donde

en esos m o m e n t o s e s t á b a l a escuadra y qué

clase

d e o p e r a c i o n e s e m p r e n d í a el e j é r c i t o c o n s t i t u c i o n a l ; éste si Almonte,

su a m i g o Huara

ó

tal había Iquique

ó

m u e r t o en llevaba

Pozo

todavía


110

GIL J U A N

s o b r e el b r a z o cito de

izquierdo la b a n d a

la libertad;

brazos á los

aquel

estrechaba

nuevos compañeros

del S u r traían á

las

filas;

roja del

ejér-

entre

sus

q u e los v i e n t o s

el o t r o r e l a t a b a l a p r o -

d i g i o s a f u g a d e los h u a n a c o s d e C a m u s al t r a v é s del

desierto

y de las breñas a n d i n a s ;

el d e

allá contaba las últimas disposiciones tarias

del

ex-Intendente

Villegas;

más

testamencada

cual

en s u m a , tenía a l g ú n m o t i v o p a r a alegrarse y ó algún a s u n t o q u e c o m u n i c a r á los q u e

reír,

llegaban

del S u r ó venían d e tierra á recibirlos. E n un

día

d e feria, c o m o he d i c h o , n o se h a b r í a v i s t o e s p e c táculo más

a n i m a d o y q u e m á s l l a m a r a la

aten-

ción del o b s e r v a d o r i m p a r c i a l d e los sucesos. Por uno

d e los q u e

que una vez ocupada constitucional y

ahí se

antes de que

nuevo

encontraban,

supe

A n t o f a g a s t a p o r el e j é r c i t o

regresara

de

territorio

reconquistado

á

el

Iquique, una

capitán

Montt

dejando

fuerte

en

el

guarnición

p r o t e g i d a en la b a h í a por uno d e los b l i n d a d o s la escuadra, había n o m b r a d o c o m o jefe militar

de y

civil d e la p l a z a á mi a n t i g u o y q u e r i d í s i m o

ami-

g o M a n u e l J o s é V i c u ñ a , el

sim-

pático

entre esos

desiertos

más conocido y

atrevidos exploradores

y serranías

del N o r t e q u e

de

desde

los hace

m á s de medio siglo recorren sus soledades, descu-


LA REVOLUCIÓN CHILENA

III

b r i e n d o los tesoros q u e encierran y l l e v a n d o desd e la costa

h a s t a los

calcinados

picachos d e los

A n d e s las corrientes civilizadoras del trabajo, del capital y d e la industria. L o s limeños y arequipeños, especialmente estos últimos,

deben recordar

todavía

al M a n u e l

Vi-

c u ñ a d e los días d e P r a d o y d e B a l t a , a q u e l incans a b l e e x p l o r a d o r d e la sierra del M i s t i y g r a n soñ a d o r d e t e s o r o s , el i n a g o t a b l e c h a r l a d o r d e c l u b s y de salones, tan e n a m o r a d o y así sabía

caballero, y

p e d i r r e p a r a c i ó n al q u e se le

que

plantaba

en m e d i o d e l c a m i n o c o m o r o b a r s e el c o r a z ó n

de

l a d a m a q u e p r e t e n d i e r a e n g a ñ a r el s u y o , al a m i g o g e n e r o s o y d e s p r e n d i d o , al M a n u e l ' V i c u ñ a entonces

y de

ahora

y

de

t o d a su

fué s i e m p r e y h a d e ser hasta q u e se

vida,

de

como

muera.

E l capitán M o n t t había elegido bien indudablemente, designando para ese puesto á un que, después ventud desierto,

de

uno de

los m á s infatigables

vez

estallada

obreros

del

había

a b r a z a d o su c a u s a d e s d e la p r i m e r a h o r a y

apro-

en favor d e ella su

e n el d e p a r t a m e n t o nían en esos

la

ju-

revolución

vechado

una

hombre

h a b e r sido d u r a n t e t o d a su

influencia

personal

en q u e sus negocios

lo rete-

momentos.

Manuel José Vicuña,

s u b l e v a n d o la

población


112

GIL

JUAN

d e T a l t a l c o n t r a el y u g o d e l a d i c t a d u r a ; p o n i é n d o s e al frente d e e l l a c o m o a u t o r i d a d s u p e r i o r d e l d e p a r t a m e n t o ; asociando á sus habitantes para defensa para

común;

organizando

uniformarlos;

ataque

talleres

preparándolo

todo

y para la defensa, y e n v i a n d o , en

batallones de taltalinos

al a u x i l i o

la

militares

de las

para fin,

el sus

fuerzas

con q u e M e r i n o J a r p a se b a t í a h e r o i c a m e n t e

den-

tro d e la a d u a n a d e I q u i q u e y q u e habrían d e dec i d i r el é x i t o d e la l u c h a , M a n u e l V i c u ñ a , r e p i t o , con

estos y

desde página

la

otros hechos; se

primera

jornada

había

d e la revolución

de oro en sus h e r m o s o s

Después de

libertada la

conquistado una

anales.

provincia de

Antofa-

g a s t a d e l i m p e r i o d e la d i c t a d u r a , p o c o s c o m o él p o d í a n , pues, r e s p o n d e r al c a p i t á n den y

la s e g u r i d a d

M o n t t del or-

del nuevo territorio

r e c i e n t e m e n t e p a r a la c a u s a

ganado

constitucional.

Y o había sido en otra época a m i g o y a m i g o de corazón de Manuel José V i c u ñ a y antes de llegar á Antofagasta

había también oído hablar de sus

recientes hazañas; de manera que mi primer s a m i e n t o , al b a j a r á tierra, fué conversar con

pen-

el d e ir á v e r l e

él s o b r e los sucesos q u e

d e tener l u g a r en la ínsula d e su

y

acababan

mando.

E l muelle estaba lleno de curiosos

que

obser-


LA REVOLUCIÓN CHILENA

113

v a b a n á los recién llegados, y d e s d e ese p u n t o y a podía

comprenderse

donde

imperaba

q u e a q u e l n o era un

el

azote

y

el

sable,

lugar

sino una

ciudad libre d o n d e c a d a cual hacía de su c a p a

un

s a y o sin c o n s u l t a r

de

la a u t o r i d a d

para ello

á ningún agente

ni p e d i r la v e n i a á n i n g u n o d e

esos

f r a t e r n a l e s g u a r d i a n e s d e la s e g u n d a d y el o r d e n público que desde Magallanes hasta Caldera velan recelosos p o r la conservación bienes en la s o c i e d a d Á

de estos

preciosos

chilena.

poco andar, llegué á la casa d e la Intenden-

c i a , s i t u a d a e n el c o s t a d o s u r d e l a pal, y preguntando

plaza princi-

al a s i s t e n t e p o r el

dueño

de

c a s a , m e hice a n u n c i a r p o r él, y m i n u t o s

después

t u v e el g u s t o

antiguo

de

estrechar

a m i g o , q u e e r a el m i s m o

la m a n o

del

de otro tiempo, con

rostro abierto y franco, sus m a n e r a s

su

desenvueltas

y caballerescas y su amabilidad de corazón, m e hicieron

recordar la alegre v i d a y los

que

buenos

ratos que en é p o c a lejana h a b í a m o s p a s a d o juntos en A r e q u i p a y en Nuestra

Lima.

conversación,

después

de

los recuer-

dos personales que hicimos de nuestra vieja amistad, rodó

naturalmente

q u e el e j é r c i t o

sobre

constitucional

la

campaña

acababa

de

feliz hacer

e n e s e t e r r i t o r i o , y q u e m e fué p o r él r e l a t a d a 8

en


114

GIL

t o d a s sus partes con llena

de

colorido

i m a g i n a r al que

que

lo

verbosidad

le es n a t u r a l

escucha

o r d e n a d a lectura de un prosa

JUAN

esa

que

elegante y

y

que hace

está oyendo

libro escrito en

la

brillante

castellana.

Durante

el

tiempo

que

ocupación de Antofagasta p i t á n M o n t t , el

intendente

había

precedido á la

por las fuerzas del c a Villegas,

todos los p e q u e ñ o s dictadores

del

al i g u a l

territorio

n o libertado por las a r m a s constitucionales, intentado en v a n o y con todo g é n e r o de

de aun

había esfuer-

zos inspirar á s u s tropas ese ardor violento, c o m o decían

los p e r i ó d i c o s d e B a l m a c e d a , d e q u e

bían estar

p a r a l a n z a r s e c o n t r a los e n e m i g o s blico

y

de-

p o s e í d o s los s o l d a d o s d e la l e g a l i d a d ,

esa

resolución

debían morir en

sus

del orden

inquebrantable

puestos antes que

con

púque

permitir

les f u e r a n a r r e b a t a d o s p o r la c a n a l l a q u e s e h a b í a s u b l e v a d o c o n t r a el g o b i e r n o l e g í t i m o y

ocupado

la rica provincia de T a r a p a c á . Dineros, premios, contemplaciones de toda especie y luego amenazas,

castigos y bárbaros

tamientos, eran puestos

en

Villegas

para

pechos

de

e s a s p o b r e s g e n t e s en el f u e g o a b r a s a d o r d e l

pa-

triotismo; pero

incendiar

tra-

p r á c t i c a p o r el d i c h o

los sencillos

sin q u e n i n g u n o

de

esos

medios


LA REVOLUCIÓN CHILENA

diera

el

resultado

apetecido

115

ni p r o d u j e r a

otras

consecuencias q u e la d e hacerles m á s y m á s insop o r t a b l e c a d a d í a el r é g i m e n m i l i t a r á q u e l a c i u dad vivía Esas

sometida.

tropas,

que

alcanzaban

mil h o m b r e s de las

tres

el f a m o s o b a t a l l ó n

cuerdo

las

en

había

cerca

armas, entre

se c o n t a b a

Imperial

á

las

cuales

Buin de noble re-

pasadas

guerras,

que

venido

botando

poco

e s a s p l a y a s en sus

de tres

el

crucero

á

p o c o á.

repetidos y frecuentes

excur-

s i o n e s al n o r t e , h a b í a n t r a i d o e n el a l m a l a semilla d e la

revolución, después de ver

propios ojos y en y la v e r g ü e n z a

sus

mismos

mala

por

h o g a r e s el t e r r o r

que repartía por

todas partes

a f r e n t o s a d i c t a d u r a p o r c u y a d e f e n s a se les d a b a lejos

de

sus

familias

á

sus

morir

la

man-

en esos

de-

durante

los

siertos lejanos é inhospitalarios. En

vano

últimos las

días

órdenes

el i n t e n d e n t e V i l l e g a s , de. su d o m i n a c i ó n , y telegráficas

de

obedeciendo

la M o n e d a ,

acudía

á los recursos m á s e x t r e m o s é inhumanos, el

t o r m e n t o y los

contener

el

fusilamientos

espíritu

de

en

indisciplina

masa, y

t i n a m i e n t o q u e a m e n a z a b a concluir en instante su

con

su d e s c u a d e r n a d o

como

de

para amo-

cualquier

ejército;

porque

severidad ó barbarie no conseguían otra

cosa


IIÓ

GIL

con tales

medidas

JUAN

que exasperar

soldados, hasta obligar

á

m á s aun á los

uno de

los

batallones

d e la g u a r n i c i ó n , el S a n F e l i p e , á s a l t a r s o b r e t o d o respeto á nes

lupas las

la disciplina

de uno

y embarcarse

á las órde-

d e sus s a r g e n t o s en los botes y

cha-

que encontraron á m a n o y llegar así hasta

escalas del

blindado

Blanco Encalada,

surto

en la b a h í a y q u e s e g u í a con o j o a t e n t o los e x t r a ños movimientos de tierra ( i ) . E s t e suceso y otros de fueron, c o m o era tamente

semejante

natural,

á Iquique por

importancia

comunicados

la e s c u a d r a , y

al capitán M o n t t y sus colegas de la

inmediaobligaron

Delegación

del C o n g r e s o , los señores S i l v a y B a r r o s L u c o , á apurar

los

preparativos

de

la

expedición

y a se p r o y e c t a b a sobre A n t o f a g a s t a y que

que zarpó

a l fin d e a q u e l p u e r t o e l d í a 1 7 d e m a r z o , e m b a r c a d a en los trasportes yados

p o r el c r u c e r o

D e s p u é s de treinta buques

Aconcagua y Maipo horas

expedicionarios

de

navegación,

entraron

A n t o f a g a s t a , y m i e n t r a s el c r u c e r o el b l i n d a d o

convo-

Esmeralda.

Blanco Encalada

puerto

de

Esmeralda

y

sostenían un

c o m b a t e con los fuertes d e

tierra,

( 1 ) Apéndice núm. 4—(N.

E.)

del

al

los

el

ligero

Maipo y

el


LA REVOLUCIÓN CHILENA

Aconcagua

desembarcaron

playa

Coloso,

del

contrario de lo q u e

sin

que

era de

las

tropas frente

dicha

trescientos

á la

operación,

imaginarse,

ningún género de dificultades y L o s mil y

117

al

ofreciera

tropiezos.

hombres

que

formaban

a p r o x i m a d a m e n t e el e j é r c i t o e x p e d i c i o n a r i o , m a r c h a r o n en s e g u i d a en perfecto o r d e n p o r c o l u m n a s con dirección á la ciudad, a n h e l a n t e s d e v e r la c a r a al e n e m i g o y

r e n o v a r allí la gloriosa j o r n a d a

Pozo Almonte. tusiasmo, batirse y

Parecía,

que iban morir

al v e r su c a n d o r o s o

á una

fiesta

p o r la p a t r i a y

más por

de en-

bien que la

á

libertad.

P e r o , la m i s m a facilidad q u e h a b í a n e n c o n t r a d o para

el d e s e m b a r c o e s t a b a

ya

por sí sola

anun-

ciando que sus esperanzas saldrían fallidas y

que

en l u g a r del ejército e n e m i g o , fuerte hasta ese m o mento

de dos

mil ochocientas plazas, no encon-

trarían otra cosa que que éstos dejaran

las tirillas y

trastos

en sus c u a r t e l e s al

abandonar

la c i u d a d q u e días antes p r o m e t í a

ser

las m á s fantásticas

hazañas.

y maravillosas

viejos

teatro

M a n u e l J o s é V i c u ñ a , á q u i e n el c a p i t á n

de

Montt

e n v i a r a al m i s m o t i e m p o c o m o p a r l a m e n t a r i o á l a c i u d a d en los p r i m e r o s m o m e n t o s del d e s e m b a r c o , á

p e d i r al i n t e n d e n t e V i l l e g a s la r e n d i c i ó n d e la

p l a z a , llegó al m u e l l e , s i g u i ó p o r las calles, entró-


Il8

GIL

JUAN

á las oficinas d e la i n t e n d e n c i a , p e r o n o u n a ciudad recién des dictatoriales

a b a n d o n a d a p o r las

y

que

esperaba

vio

sino

autorida-

recibir

pronto

en sus b r a z o s á los g e n e r o s o s l i b e r t a d o r e s q u e s e g u í a n a v a n z a n d o por la a r e n o s a p l a y a del C o l o s o , enardecidos próxima A

ante

la

buena

espectativa

de

una

batalla.

las diez d e la m a ñ a n a d e ese día las

fuerzas

d e l e j é r c i t o c o n s t i t u c i o n a l e n t r a r o n á la c i u d a d fueron á horas

tomar

posesión

d e los cuarteles

antes abandonados, y

c i u d a d a n o s reunidos en

pocas

al día s i g u i e n t e

asamblea

los

p o p u l a r en la

p l a z a p r i n c i p a l o í a n el d e c r e t o m a n d a d o p o r b a n d o p o r el c a p i t á n M o n t t

y

publicar

y p o r el c u a l s e

n o m b r a b a i n t e n d e n t e d e la provincia á d o n

Ma-

nuel José V i c u ñ a y comandante general de armas d e la p l a z a al t e n i e n t e c o r o n e l

don Enrique

del

C a n t o , iniciándose allí d e esta suerte la n u e v a

era

d e p a z , d e l e g a l i d a d y d e l i b e r t a d q u e el e j é r c i t o constitucional

iba l l e v a n d o á los territorios

p a d o s por sus

armas.

ocu-

P e r o el e j é r c i t o d e l a d i c t a d u r a q u e a c a b a b a desaparecer tras de oriente, á cuyas

la

fa'das

cortina se

de

los c e r r o s

e x t i e n d e el c a s e r í o

de del de

la población, ¿dónde estaba y hacia qué punto del desierto

había

volado

en alas del v a p o r

q u e le


L A REVOLUCIÓN C H I L E N A

119

a y u d a r a á fugarse por los rieles del ferrocarril H u a n c a c h a c a , g r i t a n d o á los vientos d e la el

sálvese quien pueda

de la

de

pampa

humillación

y

del

pánico? (i). U n a vez o c u p a d a la

c i u d a d , el c o r o n e l

Canto,

c o m a n d a n t e en jefe del ejército, envió á la estación del S a l a r

una avanzada de

reconocimiento,

d e b í a t o m a r datos sobre la situación del

que

enemigo.

D e s d e el m o m e n t o d e s u f u g a n o s e t e n í a n o t i c i a alguna

de esos

desaparición

heroicos

parecía

fugitivos,

obra

de

cuya

rápida

encantamiento

c o s a s e m e j a n t e . P e r o los r e s u l t a d o s d e esta ración

de

guerra

vinieron

á

manifestar

ó

ope-

de

un

m o d o cierto q u e los heroicos defensores d e la d i c tadura habían

sido

dejarse

fácilmente p o r la espalda,

coger

consecuentes servación camino

bastante precavidos para

no que,

con este plan de defensa y de pre-

personal, no se habían

de

y

detenido en

su a n h e l a n t e f u g a h a s t a

no

el

perderse

d e vista entre los p a j o n a l e s y chircales del caserío de

Calama. E l coronel C a m u s , c o m a n d a n t e de ese

ejército

de verdaderas águilas y cóndores, era indudablemente un hombre

e n t e n d i d o e n el a r t e

' ( i ) A p é n d i c e n ú m . 5 — ( N . del

E.)

supremo


120

GIL J U A N

d e b u r l a r al e n e m i g o p o r m e d i o d e las

escapadas

de largo y alto vuelo. Se

necesitaba,

pues,

organizar u n a fuerte

con

estos

expedición

antecedentes,

al

interior

que

p o r su n ú m e r o p u d i e s e b a t i r á los fugitivos en l a s fortificaciones

naturales que defendían

el

refugio

bien e s c o g i d o d o n d e a h o r a se e n c o n t r a b a n y p a r a este o b j e t o se pidió

á

Iquique

un

refuerzo

en n ú m e r o d e trescientos h o m b r e s , m á s ó

Amazonas,

y á bordo del transporte 2 4 al p u e r t o d e

del ejército constitucio-

encontraban todavía

desconcertados

una dificultad gravísima que para ción

l l e g ó el d í a

Antofagasta.

S m e m b a r g o , los jefes nal se

la tal

en esos m o m e n t o s se presentaba.

é s t a en la falta a b s o l u t a d e

expedi-

medios para

p a r a d o d e los desiertos; pues y

el

coronel

telegráficas de la su fuga t o d o haciendo miento bían

Camus,

traspor-

el m a t e r i a l la

de sus enemigos

escogido

como

obedeciendo

rodante

hacia

del

de

el

órdenes

arrastrado

persecución

cueva

desam-

el i n t e n d e n t e V i l l e -

Moneda, habían

imposible

ante

Consistía

t a r el e j é r c i t o al t r a v é s d e l m á s h o r r i b l e y

gas

que,

menos,

en

ferrocarril, y

el

movi-

lugar que

refugio y

ha-

desde

d o n d e creían p o d e r a r m a r y distribuir su ejército en ágiles m o n t o n e r a s

que se

desparramaran

por


LA REVOLUCIÓN CHILENA

121

el d e s i e r t o é i m p i d i e r a n el m o v i m i e n t o i n d u s t r i a l d e la p a m p a , haciendo

la

los partidarios triunfantes el p l a n

de

guerra

guerra

recursos Tal

á era

que, por telégrafo y desde la

M o n e d a , se les h a b í a o r d e n a d o nuciosidad y

de

del Congreso.

cumplir con

mi-

estrictez.

E n esta gravísima emergencia, que venía á burlar todas las

expectativas

del

ejército

y de sus

j e f e s , el a c t i v o é i n t e l i g e n t e s e c r e t a r i o g e n e r a l E j é r c i t o y la A r m a d a , don J o a q u í n W a l k e r

del

Mar-

t í n e z , d e s c u b r i ó en el f o n d o d e las b o d e g a s d e u n buque quinas

de

vela

a n c l a d o e n el p u e r t o c u a t r o

recientemente

llegadas

de

Europa

para

la C o m p a ñ í a

del Ferrocarril á H u a n c h a c a y

unidas á una

q u e por vieja é inútil h a b í a

el i n t e n d e n t e V i l l e g a s

abandonada

en

que

dejado

la

Maes-

tranza del Ferrocarril, podían ser bastantes el r á p i d o y

má-

para

c ó m o d o t r a s p o r t e d e las t r o p a s al in-

terior. M a n o s á la obra,

dijo entonces

el

feliz

autor

del descubrimiento, é i n m e d i a t a m e n t e ordenó des e m b a r c a r las piezas

escondidas

de las m á q u i n a s

y a r m a r l a s á t o d a p r i s a , al m i s m o t i e m p o q u e t a m bién dio orden

p a r a q u e en la

siesen

y

parches

barco de

guerra,

se blindase,

M a e s t r a n z a se puá la m a n e r a d e un

la vieja y p e r d i d a m á q u i n a

que


122

en

GIL J U A N

virtud

de

esta

renovación

pronto de desempeñar en la p r ó x i m a

el p a p e l

singular más

habría

importante

expedición.

D u r a n t e varios días, y mientras tanto las diversas fracciones del ejército iban

avanzando

m e n t e p o r la p a m p a sin a p a r t a r s e d e

lenta-

la línea d e

o p e r a c i o n e s , q u e e r a el c a m i n o d e h i e r r o , el c a p i tán M o n t t y su activo secretario no dieron paz los t r a b a j a d o r e s d e los talleres d e la estacionándose ahí de terminada

á

Maestranza,

día y de noche

hasta

la difícil y l a b o r i o s a o p e r a c i ó n

n i c a d e la c u a l i b a á d e p e n d e r , s e g ú n

ver

mecá-

se creía, el

é x i t o d e la j o r n a d a . L a s noticias que continuaban

llegando,

entre-

tanto, sobre la situación del ejército d e C a m u s del espírititu que d o m i n a b a

entre

sus

y

soldados,

e r a n el l ó g i c o d e s a r r o l l o d e los a n t e c e d e n t e s ó los sucesos que habían dado

tan

fácil

triunfo

partidarios del C o n g r e s o sobre unas superiores como eran

á

los

fuerzas

tan

las que antes de

la o c u p a -

ción defendían la plaza. M a ñ a n a y tarde, durante esos días, llegaban Antofagasta

pelotones de

soldados

del

á

ejército

fugitivo. T o d a s las g r a n d e s g u a r d i a s ó a v a n z a d a s de exploración con día de sorpresas

su

q u e el c o r o n e l C a m u s campamento,

defen-

abandonaban


L A REVOLUCIÓN CHILENA

I23

s u s p u e s t o s y , t r a y é n d o s e á los oficiales, v e n í a n •entregar

sus

a r m a s á los jefes del

cedor. U n a mañana p l o r a r el c a m i n o soldados carros,

en y

había enviado Camus

de hierro á

una

los

ejército

máquina

soldados,

con

sus

después

a c u e r d o c o n el f o g o n e r o y

á

un oficial y

estación

ex-

veinte

respectivos

de ponerse

el m a q u i n i s t a ,

central de Antofagasta.

de

habían

a m a r r a d o al oficial y s e g u i d o á t o d o v a p o r la

á

ven-

hasta

O t r o d í a , el

i n i s m o j e f e , r e c e l o s o y a d e l a s m á q u i n a s y el v a p o r , había

ordenado

que

un p i q u e t e

á caballo avanzara

hacia

datos del e n e m i g o ,

y

jefe q u e los y

le

á

Carmen

gendarmes

Alto á

tomar

los g e n d a r m e s quitaron

m a n d a b a su

obligaron

de

revólver

seguirles

en la

y

su

al

espada,

deserción.

m á s g r a v e , con todo, era lo q u e se s a b í a

Lo

respecto

a l d e s a r m e q u e el m i s m o c o r o n e l C a m u s s e

había

visto o b l i g a d o á hacer d e u n a parte de su ejército, t e m e r o s o de que esa fuerza trase á t o d a la división

se sublevara y

en el m i s m o s e n t i d o .

E n e s t a s i t u a c i ó n , los p r e p a r a t i v o s vaban á cabo

en

arras-

Antofagasta

q u e se lle-

para la

movilización de l i s tropas al interior,

próxima

habían

ya

felizmente terminado satisfactoriamente. L a s máquinas locomotoras estaban prontas para tar

hasta

Calama

su

preciosa

carga,

remon-

llamando


124

G

I

L

JUAN

entre ellas e s p e c i a l m e n t e la atención la que, a b a n donada

por

vieja

é

inútil

en

los talleres

de

la

m a e s t r a n z a , p a r e c í a a h o r a un n a v i o d e alto bordo> con su b l i n d a j e hábilmente carnicero.

de

acero

dispuestas En

y

sus

para

ametralladoras

un ataque rápido

t o d o listo p a r a la m a r c h a y la posesión del desierto quedaría El del

día 27 de ejército

y

pocas horas más, debía, pues, estar definitiva

asegurada.

marzo,

mientras

constitucional

se

los

batallones

movían

ya

en

su

c a m p a m e n t o de la estación del S a l a r p a r a ser d e aquí

trasportados

á

Sierra

Gorda

y

de

ahí

á

C a l a m a , l l e g ó al cuartel g e n e r a l la noticia d e q u e un piquete de caballería e n e m i g a se h a b í a

desta-

c a d o hacia C a r m e n A l t o , p a r a destruir las m á q u i nas r e s a c a d o r a s de a g u a q u e existen en este p u n to y p r i v a r d e este m o d o al ejército q u e a v a n z a b a , , de un artículo dificilísimo de llevar

desde

Anto-

fagasta y c u y a falta podía considerarse c o m o l i g r o s í s i m a p a r a el é x i t o d e l a e x p e d i c i ó n Inmediatamente dispuso

que

la

entonces

máquina

veinticinco

coronel

blindada,

l l e r í a s e r v i d a p o r el t e n i e n t e y

el

de

Canto

con su

marina

pe-

(1).

arti-

Fuentes

marineros escogidos, t o m a s e en

( 1 ) A p é n d i c e n ú m . 6—(N

delE.J

la


I2¡

L A REVOLUCIÓN CHILENA

estación del S a l a r un

tren

d e carros q u e allí es-

p e r a b a con un p i q u e t e d e c a b a l l e r í a al m a n d o

del

m a y o r Rodolfo Ovalle y una compañía del

bata-

llón de infantería T a l t a l , y q u e con t o d a esta

fuer-

za, que iría

comandada

del

Mayor

Estado

p o r el p r i m e r

don

avanzase rápidamente

Jorge

hasta

el

ayudante

Boonen lugar

Rivera, amagado,

m i e n t r a s el g r u e s o del ejército la s e g u í a en t r e n e s p r e p a r a d o s al

otros

efecto.

S e g ú n lo d i s p u e s t o , el b l i n d a d o n e r o a v a n z ó h a s t a el l u g a r

de

nuevo gé-

amagado,

momentos

antes d e q u e llegaran ahí los e n e m i g o s á realizar su propósito, y d e s c a r g a n d o sobre un tren que á éstos

conducía

introdujo

en

su

artillería

ellos

tal

hubieron de retirarse á los batallones

de

rápida

confusión

y

y

poderosa,

pánico,

pricipitadamente, C a m u s la noticia

d e q u e los

innumerables soldados de Darío venían y a ellos, dándoles a p e n a s t i e m p o C a l a m a y huir á donde

para

que

llevando

sobre

abandonar

ni el d e m o n i o

á

los a l c a n -

zara. E l jefe de la a v a n z a d a , continuó en v a n o la

extraña

carrera, y vano

adelante

máquina llegó

alcanzó

señor

en

hasta

de vano

sobre

guerra

Boonen la su

á Sierra

Calama

y

Rivera,

cubierta

de

vertiginosa Gorda

siguió

y

en

avanzan-


I2Ó

GIL J U A N

do más allá todavía,

porque las águilas y

cóndo-

res del c o r o n e l C a m u s e r a n d e m á s r á p i d o y vuelo y nadie habría verlos

entregar

sus

de

saber d e ellos

a r m a s y sus

alto

hasta

no

banderas á las

autoridades fronterizas de Bolivia, solicitando éstas podía

el

refugio

ponerlos

en al

tierra abrigo

extranjera de

la

que

tenaz

de sólo

persecu-

ción. Con este saínete militar,

llegó á su t é r m i n o

la

f a m o s a c a m p a ñ a d e A n t o f a g a s t a , en la q u e los d e fensores d e la d i c t a d u r a e s p e r a b a n , días antes m á s , ver d e rodillas á sus pies á los a d a l i d e s titucionales,

y

los

aires

de libertad volvieron

s o p l a r e n l a p l a y a y el d e s i e r t o , d o n d e tantes velan

gozan

ahora

de

cuidadosos para

sus h a b i -

acababan

de tener

finalizado

lugar

c i e n t e m e n t e , d e j a b a ver, no y a sólo la la

y

conservarlos.

E s t a última reflexión con que había

misma de

á

estos preciosos bienes

M a n u e l V i c u ñ a la relación e x a c t a y c o m p l e t a los h e c h o s q u e

no

cons-

revolución, sino

el

de

ahí re-

naturaleza

modo

también

c o m o ella es c o m p r e n d i d a p o r la u n a n i m i d a d

del

pueblo chileno, así en sus clases altas y a c o m o d a das y aristocráticas,

c o m o también en sus

capas

sociales m á s humildes y oscuras, d o n d e se recluta


12"]

L A REVOLUCIÓN C H I L E N A

el s o l d a d o y

sale la c a r n e d e c a ñ ó n d e

los c o m -

bates. ¿Por qué, en efecto, los s o l d a d o s

de la

revolu-

ción, m a r c h a n á las batallas altivos y confiados dispuestos á morir por

su

b a n d e r a , sin

y

m i r a r ni

siquiera c o m o posible la v e r g ü e n z a d e la derrota, al

m i s m o t i e m p o q u e los p a r t i d a r i o s d e la dicta-

dura

desertan d e las

talla apenas para huir

si

en

filas

ó en la h o r a d e la

h a c e n el s i m u l a c r o d e la

s e g u i d a , c o m o si

no

ba-

defensa

fueran

de

la

m i s m a r a z a y d e la m i s m a s a n g r e d e s u s o r g u l l o sos competidores? E l h e c h o , n o t i e n e e x p l i c a c i ó n p o s i b l e si n o s e c o n v i e n e en q u e a q u e l l o s tienen la c o n c i e n c i a que los

c u m p l e n u n d e b e r s a g r a d o , lo q u e n o s e g u n d o s ; por lo

pueblo tiene á lo que

se

estas

cual

se

v e q u e el

h o r a s en

ha dicho, una

hijo

E s t a s y otras reflexiones semejantes

anunció

en

que

debíamos

separarnos.

más excelente

negocio urgente

hacíamos

silbato del

q u e d a r m e en A n t o f a g a s t a

c o m p a ñ í a del

pero un

de

representa.

c o n M a n u e l V i c u ñ a , c u a n d o el

deseado

del

C h i l e , al r e v é s

razón clara d e lo q u e es

la dictadura y la causa q u e

nos

de

creen

que

vapor Habría

algunos

d e los

t e n í a el

días

amigos; deber

de


128

GIL J U A N

arreglar en Iquique me obligaba á m a r c h a r m e mediatamente.

Despedíme,

volver pronto, y una vegaba

rumbo

g u i e n t e en

al

prometiendo

h o r a d e s p u é s e l Serena

norte,

Iquique.

pues,

para

in-

anclar

al

na-

d í a si-


Lima, á 2J de junio de

I

QUIQUE,

la r e i n a del d e s i e r t o , con sus

narios y

sus torrecillas y minaretes

i8gi

campa-

brillando

a l sol q u e entibia las a g u a s d e su bahía, p o b l a d a d e b a r c o s d e todas las naciones, h a c i a las cuales desc i e n d e n d e los m u e l l e s

miles de obreros,

•doles las r i q u e z a s del d e s i e r t o ; pies duermen la vieja

batidos por

Esmeralda,

las

trayén-

Iquique, á olas los

cuyos

restos

de

sobre cuyo puente ensangren-

t a d o el m á s g r a n d e d e los h é r o e s

del m a r

d a r a la l e y e n d a d e los t i e m p o s h e r o i c o s ; c i u d a d s a n t a de la revolución, á c u y a s

recor-

Iquique, puertas

h a b í a n l l e g a d o un día á d e p o s i t a r las tablas d e l a 9


130

GIL J U A N

Constitución y d e la ley sus

primeros y

d o s d e f e n s o r e s ; I q u i q u e , el a s i l o

abnega-

sagrado del

pa-

triotismo chileno, á c u y a s puertas venían en l a r g a y dura peregrinación

t o d o s los

emancipados

dictador y que aspiraban c o m o á un m o el

llevar

sobre

su

b r a z o la

del'

bien supre-

banda

roja

dct

constitucionalismo; Iquique estaba á nuestra vist a , y el e n t u s i a s m o y l a a l e g r í a a r r e b a t a b a n á los habitantes

de á bordo, pareciéndoles

momentos de tierra y

espera

que

les

largos

impedían

bajar

abrazar á sus amigos, compañeros y

losá ca-

maradas. U n a multitud todas formas

de

pequeñas

y tamaños, desde

embarcaciones la falúa

á

d e la c a p i t a n í a d e l p u e r t o h a s t a el p e q u e ñ o chorro

m a n e j a d o por

un

solo

de

vapor chin-

r e m o , r o d e a b a el'

v a p o r , á l a m a n e r a d e u n a flota d e e n a n o s d e m a r , , y los d i á l o g o s á v o c e s s o s t e n i d o s entre los d e arrib a y los de a b a j o , aquéllos p r e g u n t a n d o sobre l o s ú l t i m o s s u c e s o s y éstos r e s p o n d i é n d o l e s en

frases

a l e g r e s , g r a c i o s a s ó p i c a n t e s , d a b a n al e s p e c t á c u l o una animación y vida

d i f í c i l , si n o i m p o s i b l e , d e

relatar ó describir con su

natural y

exacto colo-

rido. A l fin l a s a u t o r i d a d e s p a s a j e r o s en

marítimas dejaron á

libertad para trasladarse

á tierra,

los y


LA REVOLUCIÓN CHILENA

131

y o p u d e entonces en c o m p a ñ í a de varios de ellos t o m a r p o r a s a l t o u n o d e los b o t e s a t r a c a d o s á la escala y

d i r i g i r m e al

muelle

y

á la A d u a n a

d o n d e d e s e a b a hallar á un a m i g o q u e debía litarme

en

faci-

el a r r e g l o d e u n n e g o c i o i m p o r t a n t e

que

m e h a b í a t r a í d o h a s t a allí. Después de una conferencia breve

con la per-

s o n a en cuestión y satisfecho en t o d o lo q u e p r e t e n d í a , fui c o n e l l a á v i s i t a r el edificio d e la A d u a na,

rodeado todavía

por

los

escombros

de

las

manzanas de casas quemadas y aventadas por los terribles p r o y e c t i l e s d e los c a ñ o n e s d e la en el c o m b a t e d e l 1 9 d e f e b r e r o , y p u d e

escuadra formarme

una idea clara de ese importante suceso, siguiend o p a s o á p a s o las huellas q u e h a b í a d e j a d o en edificio

el

y o y e n d o la relación q u e mi g u í a t u v o la

bondadosa atención

de hacerme,

comprendiendo

el i n t e r é s q u e t e n í a e n s a b e r t o d o s l o s h e c h o s r e l a c i o n a d o s c o n el d e s a r r o l l o d é l a Después de donde

revolución.

la d e s a s t r o s a r e t i r a d a

de

Huara

casi fenece la revolución en su cuna, y

consiguiente y

lógico

abandono de Pisagua

r

el por

la m i s m a causa, las n a v e s d e la e s c u a d r a se habíanc o n c e n t r a d o en el p u e r t o d e I q u i q u e , ú n i c o

pun-

to, p u e d e

d e c i r s e , q u e e n el i n m e n s o d e s i e r t o

Tarapacá

ocupaba

todavía

el p e q u e ñ o

de

ejército


132

GIL

JUAN

c o n s t i t u c i o n a l ; p e r o q u e , p o r lo m i s m o , d e b í a á t o d o trance ser defendido y sostenido c o m o base d e las o p e r a c i o n e s q u e habrían de e m p r e n d e r s e p r ó x i m a m e n t e , contra los n u e v o s c o n t i n g e n t e s d e p a s q u e el d i c t a d o r

enviaba

desde

tro-

Valparaíso

á

C a m a r o n e s y d e a h í á H u a r a en a u x i l i o d e la e x t e n u a d a división del coronel R o b l e s ,

acantonada

t o d a v í a en ese lugar. El

1 9 de febrero,

un piquete

de

soldados

del

batalión C h a ñ a r a l q u e h a b í a hecho la g u a r d i a la c i u d a d d u r a n t e

la noche,

amanecer á bordo de

habíase retirado

los b u q u e s y no

de al

quedaban

e n la p l a z a s i n o u n o s p o c o s m a r i n e r o s á las ó r d e nes del c o m a n d a n t e de a r m a s don V i c e n t e M e r i n o J a r p a , c u a n d o el c o r o n e l S o t o , q u e c o m a n d a b a una parte del ejército de Robles, descendiendo de la p a m p a d u r a n t e la n o c h e y d e s l i z á n d o s e

oculto

p o r u n a g r u e s a c a m a n c h a c a , d e s d e el a l t o d e l M o 1 le h a s t a los e s t a n q u e s d e l a g u a d e P i c a y d e a h í h a s t a el c o r a z ó n d e la c i u d a d , s e a p o d e r ó p o r s o r presa

d e los

alrededores

de

la

Aduana,

donde

M e r i n o J a r p a se h a l l a b a con su g u a r d i a ; y , c e r c a n d o el e d i f i c i o c o n s u s t r o p a s , i n i c i ó e l a t a q u e tra les q u e lo defendían

(1)

Apéndice

nnni.

(1).

7 . — ( N . del

E.)

con-


I.A REVOLUCIÓN CHILENA

¡33

U n a lucha tremenda y desesperada se c o m p r o m e t i ó e n t o n c e s entre los u n o s y los otros. E l pitán M e r i n o J a r p a , a u n q u e s e c u n d a d o

ca-

solamente

p o r el p e q u e ñ o n ú m e r o d e s u s s u b o r d i n a d o s , c o m p r e n d i ó d e s d e el ción le

primer

m o m e n t o q u e su

i m p o n í a el d e b e r d e m o r i r

antes que

ceder

al e n e m i g o

en su

el p e d a z o

puesto

de

p o r él o c u p a d o y q u e e q u i v a l í a á l a c i u d a d y

situa-

tierra entera,

¡ q u i e n s a b e si al p o r v e n i r d e la r e v o l u c i ó n !

t r a n q u i l i d a d h e r o i c a a r e n g ó e n t o n c e s á los excitándolos

á e s p e r a r en lo i m p o s i b l e ó

Con suyos

sacrifi-

carse y morir, y r o m p i ó sus fuegos s o b r e las tropas d e S o t o , a c e p t a n d o la l u c h a sin c o n t a r el escaso

d e los

suyos

ni

la multitud d e

número sus

con-

U n a hora había pasado, y después otra y

otra;:

trarios.

la l u c h a s e p r o l o n g a b a al t r a v é s d e l d í a sin q u e los asaltantes consiguiesen avanzar un paso m á s de

la

línea de

humo y

de

fuego dentro

de

l l a m a s los d e f e n s o r e s

sostenían impávidos

y

cuyo círculo

de

del edificio

se

terribles; era un

combate

h o m é r i c o e n q u e el j e f e y los s u b o r d i n a d o s lizaban en i n d o m a b l e energía;

la

ciudadela

g u a r d a en su recinto la m e m o r i a d e P r a t no s e r v e n c i d a ni

allá

rivaque podía

mancillada...

P e r o e n e s o s m o m e n t o s el a g u a y l a s

municio-


134

G I

nes y

comienzan

¿qué

hacer

L JUAN

á faltar á los h e r o i c o s y

c ó m o a p u r a r la

defensores,

energía

cuerpos e x t e n u a d o s y e x i g i r al brazo que g a s e con u n a a r m a inútil en las m a n o s apretadas y

de

los

descar-

nerviosas,

febriles?

Merino Jarpa

pregunta

entonces

á sus

solda-

dos, cuáles d e ellos serían b a s t a n t e atrevidos a b r i r s e p a s o al hasta

los

t r a v é s d e la l í n e a e n e m i g a ,

buques

de

n o se le e n v i a b a n a u x i l i o s

de

allí

d e l d e b e r , si

hombres, de

agua

municiones.

L a empresa

parece

sólo de hombres

más

pitán, pidiéndole heroica

hazaña;

que

los

ni u n o

solo

i n m e d i a t a m e n t e á su

s e r el cada

pero

elegido

para

ca-

realizar la

c u a l q u i e r e s e r el p r i m e r o

e n el sacrificio y e n la m u e r t e ; ellos son

riesgosa, propia

desesperados;

d e ellos d e j a d e rodear

ficio,

llegar

la e s c u a d r a y declarar

s u r e s o l u c i ó n d e m o r i r en el p u e s t o

y de

para

designados y

pero

saltan

resueltos á p e r e c e r en la

sólo dos

fuera del

de edi-

demanda.

S e l e s vio e n t o n c e s c o m o á d o s d e m o n i o s , s e g ú n d i j e r o n m á s t a r d e los s o l d a d o s d e S o t o , s a l i r polla a n c h a puerta, cruzar la distancia q u e los separaba del

muelle

bajo una

lluvia

de fuego,

j a r s e con las piernas b a n d e a d a s por los les

sobre

un

bote

atracado

al

arro-

proyecti-

embarcadero

y


LA REVOLUCIÓN CHILENA

135

'buscar en seguida con ojos ansiosos los remos

queempujaran

la embarcación

flexibles hasta

la

línea d e los buques d e guerra. Pero, ¡desgracia! la pequeña embarcación n o t e nía remos. ¿Qué hacer? S e arrojan al m a r y alcanzan otra, que estaba en iguales condiciones. ¡ S i e m p r e d e s g r a c i a ! Y a casi n o e r a p o s i b l e ; sin

embar-

.go, su decisión n oencuentra obstáculos; s e desnud a n y h a c e n u n e s f u e r z o s u p r e m o ; p o r fin l l e g a n á

n a d o y h e r i d o s h a s t a l a e s c a l a d e l Blanco

calada

y ahí y sobre la cubierta

todavía

En-

tienen

fuerzas para cumplir la orden d e su capitán. Momentos después, los voluntarios del Taltal, •enviados

desde

la escuadra,

consiguen

arribar

h a s t a la p l a y a , saltan d e á d o s en d o s á tierra, y descargando

s u s fusiles, entran

á

la A d u a n a e n

•medio d e l loco entusiasmo d e susdefensores; l o s -cañones d e la escuadra

barren

al mismo

tiempo

"las t r o p a s d e S o t o p a r a p e t a d a s e n l a s c a s a s d e l o s •alrededores d e l edificio,

mientras

el incendio

y

la destrucción rodean c o m o en uncírculo d e fuego infranqueable

á

los combatientes;

la lucha, s e

prolonga porfiada y terrible; pero y a I q u i q u e e s t á salvado. Después d e diez horas d e combate,

el jefe d e

Jos a s a l t a n t e s s e retira, y e n s e g u i d a p a c t a el a r -


136

G i l . JUAN

misticio y luego rinde sus a r m a s ellas

debían

Pozo

algunos

Almonte

y

días

más

asegurar

á

los q u e

core

tarde vencer

el é x i t o

de

en

la revo-

lución. E n t r e los g r a n d e s

hechos

que

ennoblecen

p á g i n a s d e la historia d e las g u e r r a s en

pocos, c o m o

en este,

americanas,

r a y ó el v a l o r c h i l e n o

la altura del s u p r e m o h e r o í s m o ; d e s d e ese capitán

Merino

Jarpa

ejército

constitucional

fué y

comisiones más arduas y E l destino

d e la

las.

el

hijo

d í a el

mimado

del

le f u e r o n c o n f i a d a s

las.

difíciles.

guerra parece haberse

enca-

p r i c h a d o con ese h o m b r e , d e s d e las p r i m e r a s ras

de

la

historia

revolución

de

la

nunciamiento

de

á

un

modo

campaña, desde

el

tal, día

ho-

que del

d e la e s c u a d r a , p a r e c e , en

la

pro-

efecto,.,

su p r o p i a historia, y su n o m b r e e s t á allí, en

cada

u n a d e s u s p á g i n a s , c o m o el d e u n a d e l a s

figuras,

más prominentes deada de

y

más

hermosas,

uua aureola de fuego

y

siempre

coronada

rocon,

los sangrientos laureles d e la victoria. E l día 1 2 d e enero, llevando á b o r d o del

Ama-

zonas s o l a m e n t e 1 2 m a r i n e r o s y 6 4 s o l d a d o s , t o m a , p o r sorpresa á C o q u i m b o y se a p o d e r a d e la plaza;; se dirige

en s e g u i d a

guarnición, exige

á

la

Serena,

la e n t r e g a

de

sorprende

la c i u d a d

y

sn se:


LA REVOLUCIÓN CHILENA

137

a d u e ñ a con la rapidez del r a y o d e t o d a la p r o v i n c i a , h a c i e n d o d e e l l a el c u a r t e l g e n e r a l d e l miento

revolucionario

y

movi-

el l u g a r d e d o n d e

éste

h a b r í a de s a c a r los p r i m e r o s e l e m e n t o s d e armasy

municiones para emprender con

é x i t o la c a m -

p a ñ a del norte ( i ) . Luego, á

bordo

del

serie de operaciones la costa.

Ya

población;

emprende

una

r i e s g o s a s y difíciles en

s e le v e

y a en

Cachapoal

toda

en C h a ñ a r a ] , o c u p a n d o

Pisagua,

p u e n t e d e s u b a r c o el a v a n c e d e l o s e n e m i g o s tierra; y a en H u a n i l l o s , T o c o p i l l a y otros l l e v a n d o al coronel

la

c o n t e n i e n d o d e s d e el de

puntos,

Canto y libertando estas

po-

blaciones del y u g o d e la d i c t a d u r a ; y a en T a l t a l , socoriendo á sus habitantes con municiones y veres;

y a , otra vez, en

P i s a g u a , en

cuyas

ví-

aguas

d i r i g e el d e s e m b a r c o p a r a la r e t o m a d e la p l a z a . Encerrado,

p o r ú l t i m o , en la A d u a n a d e

Iqui-

q u e , c o m o lo h e m o s r e c o r d a d o , y c e r c a d o p o r las tropas de

Soto, se defiende

con

un

puñado

de

valientes dentro d e sus muros durante diez horas de horrible lucha tular,

afia'nzando

y

o b l i g a á su

con

su

enemigo á

heroísmo

definitiva d e la c i u d a d y p r e p a r a n d o

(1) Apéndice núm.

8.—(N.dclE.)

la

capi-

posesión

los e l e m e n -


I38

GIL J U A N

tos con

que días

después

habría

de ganarse

la

victoria de Pozo A l m o n t e (1). S i n e m b a r g o d e estos gloriosos hechos, los

que

se a c e r c a n a l j o v e n h é r o e , a p e n a s s i s a b e n p o r l o q u e él d i c e , q u e e s u n a c t i v o m a r i n o , o b e d i e n t e la

consigna y

que

ha hecho

durante

la

guerra

a l g u n a s o p e r a c i o n e s de m a r , c u m p l i e n d o las trucciones de sus jefes

á

ins-

superiores.

D e s p u é s d e s a l i r d e l a A d u a n a , fui á r e c o r r e r l a c i u d a d , q u e en su parte material h a v a r i a d o pletamente

desde hace

pocos años á

com-

esta parte,

e n g r a n d e c i é n d o s e y h e r m o s e á n d o s e c o n el v i o l e n to

desarrollo

de sus riquezas, de

su comercio

d e s u i n d u s t r i a , q u e l a d a n e n el d í a

una

t a n c i a especial en el m o v i m i e n t o m e r c a n t i l d e costa;

y

en

seguida me

algún reposo y

esperar

retiré una

al hotel

naria de Santiago me había

hecho la alta

E.)

para

revolucio-

d e confiarme á mi salida de esa ciudad.

( 1 ) A p é n d i c e n ú m . 9 . — ( Ñ . del

la

á tomar

hora oportuna

c u m p l i r c o n l o s e n c a r g o s q u e la J u n t a

y

impor-

honra


X I

Lima, á jo de junio de

iSgi

ESCANSABA t r a n q u i l a m e n t e en mi estrecha JL>/

celda del " H o t e l F r a n c i a é Inglaterra.!

-gozaba de ese reposo que tanto á los n a v e g a n t e s

a g r a d a en

y

tierra

i n m e d i a t a m e n t e después de un

l a r g o v i a j e , c u a n d o el s i r v i e n t e m e t r a j o u n a

pe-

q u e ñ a e s q u e l a , c o n el n o m b r e d e l s e ñ o r d o n W a l d o Silva, Presidente del S e n a d o de Chile y d e la D e l e g a c i ó n

miembro

del Congreso Nacional, y

en

la

cual dicho señor m e invitaba galantemente á c o . tner esa monia

y

tarde de

en

su

casa

habitación,

sin

toda confianza, ó c o m o decía

q u e l a , e n t r a j e d e c a m p a ñ a , si l o t e n í a .

cerela e s -


I40

Á

G I L JUAN*

las seis y m e d i a

con la

d e la

tarde

vestíme, pues,,

d e c e n c i a posible, y m e e c h é á la calle en

b u s c a del palacio poner habitaran

ó castillo fuerte que era de sulos

ó sean, los d e l e g a d o s

príncipes del

d e la

revolución,,

Congreso, á quienes

la

prensa dictatorial de Santiago pintaba c o m o unas especies de Sardanápalos, ó como unos monstruos feroces, con cabezas de toro, vientres de avestruz, y garras de león, y p r e g u n t a n d o llegué á poco andar á una c a s a d e la calle de había

guardias y

todos

me

preguntando

pequeña

y

modesta

Baquedano, á cuya puerta ni

indicaban

encumbrados

y

siquiera porteros, pero como

la

residencia

y orgullosos y terribles

de

no que tan

caballeros-

G o l p e é por dos v e c e s á la puerta y y a m e prepar a b a á h a c e r un tercer a n u n c i o d e mi p e r s o n a esa forma verdaderamente

en.

primitiva, cuando sa-

lió d e u n s a l o n c i t o q u e d a b a al p a s a d i z o u n

caba-

llero de patillas blancas, que m e invitó cortésmente

á

pasar

adelante, y

nombre, redobló

sus

que

luego,

atenciones,

e n t r a r y p r e s e n t á n d o m e en

al

saber

mi

obligándome

s e g u i d a al s e ñ o r

rros L u c o , su c o l e g a d e D e l e g a c i ó n ,

á.

Ba-

que allí con

él v i v í a y d e l c u a l n o s e h a b í a s e p a r a d o d e s d e el d í a en q u e a m b o s

fueron

á b o r d o d e la

escuadra

á h a c e r al c a p i t á n M o n t t la n o t i f i c a c i ó n oficial

de


LA REVOLUCIÓN CHILENA

I4I

l a d e p o s i c i ó n del P r e s i d e n t e B a l m a c e d a , en bre

y

por

voluntad

expresa

del

nom-

Congreso

Na-

cional. — Por

carta

del

Intendente

don Manuel Vicuña, mos sabido que hemos tomado

me dijo

usted la

D i las gracias

libertad

al

el s e ñ o r S i l v a , h e -

de

noble

s e g u i d a le e n t r e g u é

poner

en

y

sus

recibiera

del

y

nos

probar

campaña. anciano

los

papeles

patriota que

noble

desde Santiago

q u e s o b r e el

amigo

d e j a d o e n el c e n t r o m i s m o

y

para la

manos, cumpliendo

f i e l m e n t e el e n c a r g o e x p r e s o cular

Serena,

invitarle á

D e l e g a c i ó n del C o n g r e s o traía que debía

Antofagasta,

v e n í a en el

hoy nuestro pobre rancho de

en

de

á quien

d e los h o r r o r e s

y así

partihabía de

la

d i c t a d u r a , l u c h a n d o á b r a z o p a r t i d o c o n el m o n s truo que amenazaba

devorarle.

E l Presidente del S e n a d o de Chile tener de sesenta y cinco á setenta •embargo, llevaba

sobre

sus

aparentaba

años,

hombros

q u e , sin

como

una

c a r g a l i g e r a t o d a v í a , sin q u e ellos fueran o b s t á c u l o ó le i m p i d i e r a n militar,

política

y

dedicarse

á

la

administrativa

enorme que

tarca

desde

el

p r i m e r d í a d é l a r e v o l u c i ó n le e x i g í a la m a y o r a c t i v i d a d y t o d a la c o n s a g r a c i ó n de q u e un h o m b r e •de e s t a d o d e b e s e r c a p a z e n t a l e s

circunstancias.


142

GIL JUAN-

E S un privilegio de las naturalezas te s a n a s y d e d i c a d a s á las labores

moralmen-

d e l e s p í r i t u el

c o n s e r v a r h a s t a la e d a d m á s a v a n z a d a la integridad

de sus

facultades intelectuales

p o d e r d e aplicación á los trabajos

con

todo su

más

arduos

y

difíciles. D e s p u é s de una larga vida consagrada por entero á la carrera pública y

á

la

d i c i a l , el h o n o r a b l e s e ñ o r S i l v a mentos

todavía un

energía

intelectual que no se

medio

de

sus

bien, parecía propio

esa

manera

experimentar

m i e n t o s ni p o s t r a c i o n e s q u e a u n

en

y

de en

q u e , antes-

c o m o en esos

Su

su.

decai-

los a ñ o s

la m o c e d a d se padecen c o m o verdaderas ciones d e la

mo-

descanso

trabajos, sino

de

e l e m e n t o , sin

daba

ju-

esos

h o m b r e lleno d e vigor

activos estar

magistratura era en

de

imposi-

naturaleza.

colega de Delegación,

el

P r e s i d e n t e d e la

C á m a r a de Diputados señor Barros

Luco,

pare-

c i ó m e s e r q u i n c e ó v e i n t e a ñ o s m e n o r , p e r o d e una s p e c t o físico

reposado y

tranquilo, que

trastaba á primera vista con la activa

si

con-

nerviosidad

d e su c o m p a ñ e r o , debía indudablemente y por lo mismo hacer en todos los lo exigía.

fácil y s e g u r o el a c u e r d o d e a m b o s a c t o s en q u e el s e r v i c i o d e su

causa


LA REVOLUCIÓN CHILENA

El

temperamento

143

nervioso-sanguíneo,

dicen,

l o s h o m b r e s d e l a c i e n c i a , e s el m á s f u e r t e y

pode-

roso, y lo q u e es aplicable m e n t e , lo

labor

individuo

aislada-

es sin d u d a a l g u n a á la asociación

varios, en la q u e c a d a la

al

cual pone

c o m ú n , su facultad

t e n d e n c i a especial de su

de

d e su p a r t e , en

predominante

y

la

naturaleza.

P o r esta razón, esos dos h o m b r e s se entendían y c o m p l e t a b a n el u n o al o t r o y d e tal m a n e r a , d e s d e el d í a en q u e el d e s t i n o d e la g u e r r a los o b l i gara á marchar juntos, que realmente no eran sino una sola persona moral, que obraba con una voluntad

y

con

energías propias

las c u a l i d a d e s del

uno

especiales

sola y

las

y del otro, fundidas

y

h e r m a n a d o s por indisoluble lazo. P o r ellos s u p e las circunstancias, de muchos todavía,

que

les

obligaron

darse á la E s c u a d r a y permanecer el p r i m e r i n s t a n t e

desconocidas

en

del pronunciamiento,

n a n d o hijos, familia y c o m o d i d a d e s en á la c a u s a q u e i b a n á d e f e n d e r , y á sacrificar,

á

no sólo éso, sino hasta

trasla-

ella

desde

abandohomenaje

disponiéndose vida

mis-

m a , al triunfo de su causa, j u z g a d a p o r ellos

la

co-

m o la d e la s a l v a c i ó n d e su país, l l e v a d o al b o r d e de un a b i s m o por la a u d a c i a culcador de sus leyes.

insolente

del

con-


144

GIL J U A N

Clausurado • d e c l a r a d o el •enero, q u e

el C o n g r e s o N a c i o n a l

adelante

g o b e r n a r í a sin

sobre

c i a y el f u n d a m e n t o d e l r é g i m e n

extremos, que

por m e d i o d e la tirano

que

superior

de

á la

de

éste

tan ley

cínica

otros

republicano

de

del país sino

eran, ó la

cual podría

y

decirse, la sustan-

g o b i e r n o , no q u e d a b a á la elección de dos

de

leyes

sin h a c e r c a s o a l g u n o d e las d i s -

constitucionales

p u n t o s , d e los q u e son, p u e d e

uno

habiendo

P r e s i d e n t e B a l m a c e d a , el d í a i . °

en

presupuestos y posiciones

y

revolución

s a c u d i r el y u g o

manera

fundamental

se

del

declaraba

del E s t a d o ,

sometimiento silencioso á s u autocrátíco

ó el

capricho

q u e le i m p o n í a , en c a m b i o d e su t r a n q u i l i d a d , la vergüenza,

la d e s h o n r a

y la

abyección

incondi-

cionales. E n estas circunstancias, los representantes país, ó lo q u e es lo m i s m o ,

los m i e m b r o s d e

bas r a m a s del C o n g r e s o , decidieron la del Presidente,

haciendo

uso para

del am-

deposición

ello d e la

fa-

c u l t a d q u e la C o n s t i t u c i ó n les c o n c e d í a , d e d e t e r m i n a r los casos

en q u e el j e f e d e l

E s t a d o se ha-

l l a b a en la i m p o s i b i l i d a d d e g o b e r n a r , y al efecto firmaron

el a c t a

•después de por primera

mi

de

deposición,

llegada á

vez en la

documento

Iquique

prensa

de

se

que

publicaría

esta ciudad,

y


LA REVOLUCIÓN CHILENA

145

-que, por la a l t u r a y n o b l e z a d e sus c o n c e p t o s , á la la vez q u e lo r a z o n a d o

é

incontrovertible

e x p o s i c i ó n , es u n a p i e z a n o t a b i l í s i m a y q u e

de

su

honra

á los q u e la suscribieron ( i ) . La

casa, en

notabilísimo

Santiago,

estadista

I r a r r á z a v a l , fué sentantes del d e s d e el d i a

el

del

señor

ilustre don

senador

Manuel

lugar de cita para esos repre-

país, vigilados, cada uno de i.°

y

José

de enero, por

los cien

ellos,

ojos

del

A r g o s d e la policía é imposibilitados, por lo m i s mo, para celebrar

reunirse

e n el l o c a l

una reunión

de

sus

sesiones ó

s o l e m n e y p ú b l i c a á la

que

para tan g r a v e negocio fueran c o n v o c a d o s y en

la

cual no habrían conseguido otra cosa q u e ser sorp r e n d i d o s y a p a l e a d o s por los s a y o n e s d e la dictadura, c o m o se había d e t e r m i n a d o hacerlo en

este

caso. El

honorable señor

Irarrázaval

recibía

en

salón principal d e su e s p l é n d i d a biblioteca a colegas

introducidos

sacando de

entre

secretamente

las hojas de uno

hasta d e los

allí,

•ellos i b a

firmantes,

á medida que cada uno

llegando, para

que

( 1 ) A p é n d i c e n ú m . 1 0 . — ( N . del 10

la

E.)

y

libros

d e los e s t a n t e s el a c t a c o n s a b i d a , p o n í a l a a n t e v i s t a d e los

el sus

suscribieran

la de en


I46

GIL J U A N

d o s e j e m p l a r e s , d e s t i n a d o el u n o p a r a el ejércitod e t i e r r a y el o t r o p a r a s e r r e m i t i d o á V a l p a r a í s o y darlo á conocer á

los jefes y

tripulantes de la

Armada. E n pocas horas y m e d i a n t e este procedimiento,, los

miembros

c r i b í a n el

de la m a y o r í a del

histórico

documento,

Congreso y desde

sus-

ese día

s o l e m n e , el P r e s i d e n t e B a l m a c e d a , d e j a b a d e s e r el p r i m e r m a n d a t a r i o d e l p a í s c o n f o r m e á l a s l e y e s , , para no tener otro carácter

p ú b l i c o q u e el d e u n

u s u r p a d o r v u l g a r , a l z a d o en a r m a s con la fortuna y

el h o n o r d e C h i l e . A s í firmada

el a c t a

de deposición,

guida dada á conocer á tados

en V a l p a r a í s o

ese o b j e t o , los q u e ,

los jefes

á una

de

reunión

después de

fué en seb u q u e s , ci-

privada

con

i m p o n e r s e d e su

c o n t e n i d o , r e s o l v i e r o n el p r o n u n c i a m i e n t o y a c o r daron las

medidas

oportunas

propósito indicado, que según

las

palabras

y

conducentes

m i s m a s del

c o a d y u v a r con las fuerzas

acta, que

navales

d e su

al d e r r o c a m i e n t o d e la d i c t a d u r a y e! miento del

al

n o e r a ni p o d í a ser o t r o ,

i m p e r i o de la Constitución

el d e mando

restableciy

de

las

leyes. Todo

estaba, pues,

resuelto y

convenido

pa-

r a el p r o n u n c i a m i e n t o , c u a n d o a l g u n o s d e l o s j e -


LA REVOLUCIÓN CHILENA

fes d e

marina

hicieron presente

I47

la

conveniencia

d e q u e los presidentes d e a m b a s r a m a s del greso, representantes natos d e ellas, sen á bordo una

de las

verdadera

naves y,

delegación

se traslada-

constituyendo

del poder

manifestasen

al p u e b l o

carácter de la revolución

y

virtud

la

de esta manera

naturaleza

los jefes

de mar

de obediencia que hasta ran

á

las

hubía y a Esta práctica

órdenes

de

del iban

tangible que iba á

mandato á

en

cuya

r o m p e r los

e n t o n c e s los

un p o d e r q u e

allí

legislativo,

el v e r d a d e r o estallar

Con-

lazos

mantuviede

derecho

desaparecido. insinuación tan justa indiscutible,

y de

conveniencia

fué a t e n d i d a , c o m o era n a -

tural, p o r la J u n t a r e v o l u c i o n a r i a

organizada en-

t r e l o s m i e m b r o s d e la R e p r e s e n t a c i ó n y c o n e s t e m o t i v o , el d í a 6 d e e n e r o , Silva y Barros

Nacional, los

L u c o se trasladaron de

señores Santiago

á V a l p a r a í s o , y en la n o c h e d e ese m i s m o día

fue-

ron á b o r d o del b l i n d a d o B l a n c o E n c a l a d a , d o n d e el c a p i t á n M o n t t d e b í a

levantar pocas horas des-

pués su insignia de c o m a n d a n t e en jefe de la a n u n c i a n d o al país la h o r a g l o r i o s a d e

flota,

la revolu-

ción. Desde

esa

fecha,

los

presidentes

C á m a r a s , de la m i s m a m a n e r a

q u e los

de

ambas

delegados


148

GIL J U A N

d e l D i r e c t o r i o en los graneles días d e la revolución francesa, h a b í a n p e r m a n e c i d o en la n a v e

almiran-

t a , f o r m a n d o c o n el c a p i t á n M o n t t u n a e s p e c i e d e junta

directiva

p a r t e en

de

todos los

las

operaciones,

incidentes,

y

tomando

ora gloriosos,

tristes y d e s e s p e r a d o s , d e la p r i m e r a y é p o c a d e la c a m p a ñ a , h a s t a

ora

tremenda

q u e el t r i u n f o d e P o -

zo A l m o n t e y l a posesión á firme y definitiva Tarapacá,

les p e r m i t i ó

organizar en tierra Estudiando ripecias de esa

con

trasladarse

un gobierno

á Iquique

minucioso interés las mil

primera

época de

la

de

constancia

con ellos, y o

les oía e s a

esos

la g r a n

sión patriótica q u e se les h a b í a confiado. mesa

pe-

revolución,

y la energía e x t r a o r d i n a r i a s d e s p l e g a d a s por d o s h o m b r e s e n el c u m p l i m i e n t o

y

provisional.

n o se p u e d e p o r m e n o s d e a d m i r a r la

á la

de

mi-

Sentado

tarde

narrar

c o n la n a t u r a l i d a d y m o d e s t i a p r o p i a s del

verda-

d e r o mérito, a l g u n o s d e esos incidentes d e la g u e rra y v e r d a d e r a m e n t e no podía m e n o s de les t o d o

el t r i b u t o d e

rendir-

mi admiración. Cien

veces

el d e s t i n o t o r n a d i z o d e la g u e r r a h a b r í a q u e b r a n tado

en

otros h o m b r e s m á s j ó v e n e s y fuertes

la

c o n s t a n c i a y l a fe sin l í m i t e s q u e l o s h a b í a n s o s t e nido en la g l o r i o s a e m p r e s a .

P e r o en ellos, c a d a

g o l p e terrible de la fortuna n o h a b í a

conseguido


LA REVOLUCIÓN C H I L E N A

I49

s i n o r e t e m p l a r el a c e r o d e s u s v o l u n t a d e s , r e s u e l tas

á todo

en

m e d i o d e la a d v e r s i d a d y

la des-

gracia. Ahora

esos

contentos.

dos

¿Y

hombres

cómo

no

se sentían felices

h a b í a n d e e s t a r l o , si

y ya

v e í a n s u b a r c a e n el p u e r t o d e s p u é s d e h a b e r c r u z a d o con ella sobre t o d o s los escollos y bajíos d e u n a m a r en c u y a s

orillas inhospitalarias eran re-

c h a z a d o s por la terrible

fuerza

de

las

rompien-

tes? D e s p u é s d e h a b e r d e s e m b a r c a d o en

Pisagua

y v e n c i d o en la p a m p a , y a r r o l l a d o en t o d a s

par-

tes al e n e m i g o c o n las m i s m a s a r m a s q u e é s t e les proporcionara y

con los m i s m o s h o m b r e s q u e

en

m e d i o d e los p e q u e ñ o s c o m b a t e s se p a s a b a n á sus filas,

¿cómo

triunfo

cierto

razón, y

de

lógica

ó

de

Evanjelio

su

causa?

hablar, no se podía

su creencia,

indestructible de — Después

l a fe d e l

y definitivo

al oírlos

participar cuencia

no tener

como

de

d e un corolario la

ley de los

d e la c a m p a ñ a

en

el

Tenían

menos una

de

conse-

matemático

é

acontecimientos. de Tarapacá,

me

d i j o el s e ñ o r B a r r o s L u c o , e n l a q u e l a s a r m a s municiones con que debíamos vencer nos bían de proporcionar nuestros mismos ¿cómo podíamos dudar

las

y

ha-

enemigos,

del resultado que

d r í a m o s en A n t o f a g a s t a , así c o m o ahora,

obtendespués


15°

GIL J U A N

d e la c o n q u i s t a d e e s a i m p o r t a n t í s i m a cómo no

provincia,

t e n e r fe e n el é x i t o d e l a q u e

momentos

d i r i g e el

partamentos de Arica y estamos seguros uno ó dos

días

d e ello, más

en

estos

c a p i t á n M o n t t s o b r e los d e Tacna, cuya nos será

ocupación,

anunciada

c o n el p a r t e d e l a

en

victoria?

P o r o t r a p a r t e , a g r e g ó el s e ñ o r B a r r o s L u c o , si .antes nos faltaban

casi en a b s o l u t o recursos

teriales con que prolongar por

mucho

c a m p a ñ a , y esta circunstancia

nos obligaba

chas

veces

á

emprender

operaciones

ma-

tiempo

la

mu-

completa-

mente aleatorias y á m e n u d o de consecuencias sólo

no

inciertas, sino casi s e g u r a m e n t e contrarias

á

la m a r c h a feliz d e la r e v o l u c i ó n , lo q u e es a h o r a , d e s p u é s d e los últimos a c o n t e c i m i e n t o s

que

nos

h a n d a d o la posesión d e dos d e las m á s p r o d u c t i vas y

ricas

provincias

del territorio, el

progreso

d e la

c a u s a lo m i r a m o s g a r a n t i z a d o p o r el d e s a -

h o g o en q u e n o s e n c o n t r a m o s en e s t e p u n t o y q u e , por cierto,

nos

permite obrar

e n l a f o r m a , e n el

m o m e n t o y con las s e g u r i d a d e s m á s efectivas s o b r e el é x i t o d e n u e s t r o s p l a n e s . —El

producto,

a g r e g ó el s e ñ o r S i l v a ,

del

im-

p u e s t o sobre la esportación del salitre, s o l a m e n t e , nos basta y sobra, en efecto, p a r a adquirir en estos momentos

y donde

queramos

todo

lo

que

nos


LA REVOLUCIÓN CHILENA

15I

h a c e falta p a r a o r g a n i z a r pronto un g r a n ejército, y a r r o j a r n o s s o b r e el s u r e n d e m a n d a d e l a s t r o p a s de m e r c e n a r i o s q u e allí sostienen

la dictadura,

y

que, s e a n c u a l e s q u i e r a su n ú m e r o y su espíritu, n o p o d r a n j a m á s resistir á los q u e y a h a n

triunfado

en t o d a s partes y tienen la c o n c i e n c i a d e su o r g u llosa superioridad, puesta diez veces á prueba los c o m b a t e s q u e y a h a n tenido

en

lugar.

A l tomar p a r t e e n esta conversación y oír estas últimas palabras de sobremesa, dad,

estar

hablando

con

dos

no creía, en hombres

de

veredad

a v a n z a d a , sino con dos j ó v e n e s a r r e b a t a d o s por los hervores del p r i m e r e n t u s i a s m o d e la m o c e d a d q u e m i r a r a n el h o r i z o n t e d e s u s s u e ñ o s

teñido

y en

los brillantes y diáfanos colores del astro q u e calienta y vivifica t o d o c u a n t o se v e con los o j o s la p r i m e r a

de

e d a d de la vida.

E s un h e c h o s i n g u l a r y q u e manifiesta la fuerza y el v i g o r m o r a l bres

de esta

revolución.

Esos

hom-

p o d í a n h a b l a r , e s c i e r t o , c o n el l e n g u a j e

de

sus ilusiones g e n e r o s a s ; pero, y o m i s m o ¿no creía c o m o ellos t o d o c u a n t o decían y sus palabras infundían sentían?.

en mi espíritu Y

esto

que

la m i s m a

me sucedía

fe

que

á mí,

no

ellos

sucedía

t a m b i é n á t o d o s los q u e h a b l a b a n con ellos, n e u trales ó

indiferentes,

casi sin e x c e p c i ó n

alguna.


152

GIL J U A N

D u r a n t e los días q u e p e r m a n c í en I q u i q u e v e ocasión de tratar que

podían juzgar

cuencias lejanas mentos jeros,

se

en sin

de

la

cabezas

los s u c e s o s

frías

y

de dejarse

á

muchos

pasión a l g u n a las

desarrollaban,

incapaces

intimidad

calculadoras, arrebatar

conse-

q u e en esos

sobre todo,

á

mo-

extran-

individuos

p o r el

calor

una pasión partidarista ó de un sentimiento pático

por

asegurar misma

los

que fe

q u e sufrían todos

que

yo

ellos en

esos

tu-

y luchaban, y

de sim-

puedo

participaban

de

esa

momentos

sentía

y

sobre ella hacían cálculos de negocios que h a b í a n de aumentar

el

giro de sus

especulaciones.

A l g u n o s de esos comerciantes,

alemanes é in-

gleses particularmente, estaban dispuestos á apostar, s e g ú n decían, fuertes revolución,

si

extraña, nadie

alguien quería

s u m a s al triunfo d e

quería aceptarles, y,

cosa

c o r r e r el r i e s g o á la c a r t a

d e la dictadura, y en los clubs d e e x t r a n j e r o s Iquique no decía

existían

una noche

la.

esos escoceses,

como

de

me

el j e f e d e u n a i m p o r t a n t e

lo

casa

d e c o m e r c i o d e la c i u d a d . A l d e s p e d i r m e esa n o c h e d e los señores

Silva,.

B a r r o s L u c o y otros caballeros con quienes había e s t a d o á la m e s a agradables

y p a s a d o u n o d e los ratos

é i n t e r e s a n t e s , el b o n d a d o s o

más

senador


L A REVOLUCIÓN CHILENA

m e invitó á

ir f r e c u e n t e m e n t e

153

á su casa de

confianza, á c o m e r ó charlar con ellos m e un los

cabal conocimiento

y

toda

formar-

d e los h o m b r e s y

de

sucesos. — A

usted, que tiene aquí tantos

amigos

chi-

lenos y q u e d e b e c o n t a r n o s entre ellos á nosotros,, m e d i j o el s e ñ o r S i l v a , tal v e z le s e r á tratarlos aquí, hombres

se

en m e d i o

ven

de la acción, d o n d e

obligados

c o m o son y en que,

á manifestarse

por consiguiente,

mientos d e la a m i s t a d son m á s j a n en el e s p í r i t u m á s fuertes N o podía en todos

oír

interesante

así

por

senti-

expansivos y

el

halagasen

nobilísimo

senti-

m i e n t o q u e las d i c t a b a , c o m o p o r la ocasión ellas tima,

me

que

ofrecían d e estudiar d e u n a m a n e r a ín-

minuciosa

y

completa

los

sucesos

desde hacía más de tres meses venía la

de-

huellas.

palabras que más me

sentidos,

ios

los

tales

atención de mi

á

que

consagrando

espíritu con creciente

interés.



XII

Lima, á 4 de julio de 1801

A

L día

siguiente en la noche p a s e á b a m e

por

la plaza A r t u r o Prat, en c u y o centro se alza

•el m o n u m e n t o c o n s a g r a d o ala

m e m o r i a del héroe

del 21 de m a y o , cuando m e encontré con Errázuriz, á quien había

Isidoro

visto por última vez en

P a r í s , c u a n d o él d e s e m p e ñ a b a

en E u r o p a el c a r -

g o de agente general de inmigración y andaba caza de hombres

por todas las ciudades

obreras

de Francia, buscando á quienes enviar c o m o bladores á canía.

las pintorescas

regiones

de

á

la

po-

Arau-


156

Gil. J U A N

El eminente periodista

orador

porteño

parlamentario

estaba,

años,

como

había

llevado á bordo y en

enero,

y

endurecido

robustecido

las i m p r e s i o n e s vivir c o m o en

de el

después

por la v i d a tierra

física

la

y

lucha,

elemento

y

notable-

de

tantos

militar

que

d e s d e el 7

moralmente en

la cual

parecía

más apropiado

t e n d e n c i a s d e su espíritu n a c i d o p a r a los

de con

á

las

comba-

tes y p a r a oír r e s o n a r en t o r n o s u y o los ecos del clarín d e los c a m p a m e n t o s y los t o q u e s d e

diana

d e los c u a r t e l e s . E n el m i s m o transformación,

traje con

que su

llevaba se notaba

cabeza

cubierta

esa

por

el

kepi blanco, sus bigotes y perilla napoleónicos

y

su c h a q u e t a y p a n t a l o n e s d e dril, cortados en los talleres d e la I n t e n d e n c i a recordar la

figura

las ilustraciones en todos

los

nadie como y el a l m a

de

general.

marcial

A l verle, creí

de Changarnier,

parisienses

han

lugares d e la tierra.

hecho Por

que

popular lo d e m á s ,

é l , t e n í a v e r d a d e r a m e n t e el e s p í r i t u la situación, de

tal m a n e r a

q u e al

o í r l e , s e p o d í a i m a g i n a r q u e s e e s t a b a c o n el h i j o más legítimo de Belona y de

Marte.

Después de comunicarnos nuestro mutuo regocijo por la m a n e r a

tan

m o s á encontrar otra

casual

vez

y

como

cuando

nos volvíanada

había


LA REVOLUCIÓN CHILENA

157

p o d i d o anunciárnoslo, nos p a s c a m o s l a r g o rato al rededor

d e los p e q u e ñ o s

torre central

del

jardines que

monumento,

puro d e la tarde y

charlando

rodean

r e s p i r a n d o el a i r e alegremente

sobre

una multitud de temas distintos y referentes, á nuestra respectiva éramos

y

lo q u e

situación

hacíamos

siempre

permitían

desde

la

útima

fecundo d e los sucesos

encontrarnos de

ora

personal y lo q u e

q u e n o s h a b í a m o s v i s t o , o r a s o b r e el t e m a table y

la

nuevo

vez

inago-

que

en tan

nos

lejano

sitio. Isidoro Errázuriz l u z La

Patria

de

acababa Iquique,

de

fundar y dar

periódico

cual se p r o p o n í a h a c e r a l g o así c o m o u n a de archivo i m p r e s o d e la revolución,

á

diario del especie

dando

pre-

ferente c a b i d a en sus c o l u m n a s á todos los d o c u mentos referentes

á

ella,

de

manera

que, día

á

día, p u e d e decirse, fuera

h a c i é n d o s e en sus pági-

nas,

crónica

paulatinamente,

la

exacta

pleta de los sucesos, lo q u e facilitaría nariamente

la

tarea

del

esta parte tan sustancial

futuro é

y

com-

extraordi-

historiador

en

i m p o r t a n t í s i m a d e la

historia. — A d e m á s , m e dijo E r r á z u r i z , un diario el q u e

y o acabo de fundar

está llamado

momentos actuales á llenar un vacío, á

como en

los

satisfacer


158

una

GIL J U A N

necesidad

indiscutible,

c u a l es la

de armo-

nizar las ideas de la opinión p ú b l i c a con las ideas de esta especie de protoplasma actualmente

tenemos,

del cual

hacerse

oír

que

encontrando aquéllas,

La Patria,

las c o l u m n a s de

de gobierno

oportunamente

c o r r e g i r los y e r r o s d e u n a

en

un órgano por medio y

llegar

á

a u t o r i d a d q u e , si b i e n

está en m a n o s de h o m b r e s á quienes

todos

pro-

f e s a m o s g r a n r e s p e t o y o b e d i e n c i a , n o p o r e s o es infalible y bien p u e d e ser á t i e m p o a d v e r t i d a sob r e el m e j o r c a m i n o q u e d e b a s e g u i r . Hasta hace pocos

días, a g r e g ó , las

convenien-

cias de la situación no e x i g í a n otra cosa q u e u n a dictadura militar, facultada para m a n d a r con imperio a b s o l u t o y á e x i g i r la o b e d i e n c i a p a s i v a en sus c o r r e l a t i v o s t é r m i n o s ; p e r o , d e s d e el to en que esa

dictadura tiene y a

momen-

dos o tres pro-

vincias que administrar y una numerosa población cuyos derechos conviene tengan todas las g a r a n tías d e los t i e m p o s c o m u n e s y o r d i n a r i o s , es i n d u dable

que

esa

transformación

autoridad

debe

consiguiente

experimentar

á esta nueva

la

situa-

ción. En

más

claros

t é r m i n o s , si a n t e r i o r m e n t e

la

acción d e la a u t o r i d a d s o l a m e n t e a l c a n z a b a á un ejército

de mar

y de tierra

sujeto á las

rígidas


LA REVOLUCIÓN C H I L E N A

159

l e y e s d e la disciplina, a h o r a esa acción se e x t i e n de á mil otros objetos diversos, h o m b r e s y que tienen un

modo de

existencia bien

cosas,

distinto

del de un ejército y un parque de guerra, con sus necesidades y exigencias A

armonizar, pues,

especiales.

estos

variados

elementos

b a j o la é g i d a d e u n a a u t o r i d a d activa, inteligente y previsora, va á contribuir esta publicación, según mis ficiosa

ideas, creo

que

á la b u e n a dirección d e la g u e r r a y d e los

negocios de otro orden, que aunque n a d a temente deben

que

será altamente bene-

tienen

que

ver con

ella, sin

aparenembargo,

c o a d y u v a r d e un m o d o indirecto pero se-

guro y poderoso á sus

finales

resultados.

A s í conversando sobre materia tan interesante, a n d u v i m o s u n a l a r g a m e d i a hora, é iba y o á retir a r m e y a al

oscuro y

estrecho

cuartucho

de

mi

h o t e l , c u a n d o m i a m i g o m e i n v i t ó á p a s a r el r e s t o d e la

velada

en

su casa, s i t u a d a en la

B a q u e d a n o y c e r c a n a ala g a d o s del —Allí

calle

de

q u e o c u p a b a n los d e l e -

Congreso. se

reúnen

todas

las

noches,

me

dijo

E i rázuriz, algunos a m i g o s de confianza, á charlar s o b r e los a s u n t o s del d í a y discurrir s o b r e la m a r cha délos acontecimientos, y usted podrá enterar así la noche,

q u e en

esta ciudad

de salitreros

y


IÓO

G I L JUAN

comerciantes, no tiene

n a d a d e a g r a d a b l e si n o

s e m a t a n s u s l a r g a s h o r a s c o n l a lengua en salsa verde, q u e e s e l g u i s o

preferido

d e las tertulias

d e mi casa. A c e p t é la invitación con el poco rato y andando t r a m o s en el p e q u e ñ o

al p a s o

Patria,

y

lentamente, en-

Club-Errázuriz,

maban en aquella escogida francos amigos

mayor placer y, á

á la casa

como

lla-

reunión de buenos del propietario de

y La

y q u e efectivamente era, c o m o luego tuve

•ocasión d e o b s e r v a r l o , u n c e n t r o social d e los m á s •inteligentes y a g r a d a b l e s . Allí se encontraban, á nuestra llegada, conversando como

en un hogar

propio,

fianza y desenvoltura q u e hace masculina, algunas te

m e fueron

con esa

grata

la

tertulia

personas que inmediatamen-

presentadas

por Errázuriz

ocupaban un lugar prominente

de sus m á s hermosas

y que

entre, las figuras

•de l a r e v o l u c i ó n y h a b í a n e s c r i t o c o n s u s algunas

con-

y

hechos

brillantes pá-

ginas. Recuerdo

entre ellas á J o a q u í n W a l k e r

tínez, d e quien fagasta, menos, inútil

joven

ya

había

d e treinta

pero q u e , á falta

experiencia

que da

oído y

hablar en

cinco

años,

de esa pesada una larga

MarAntomás ó

y

casi

vida,

po-


L A REVOLUCIÓN CHILENA

scía

un

espíritu

fecundidad

de

los

más

IÓI

enérgicos

inquieta de ideas que hacía

y

una

d e él u n

•hombre necesario en todas las circunstancias fíciles; V i c e n t e M e r i n o

Jarpa,

el

cuyas hazañas estaban escritas quísimos de toda la paña,

y

cuya

primera

tranquila

alentado

en

di-

mozo

los a n a l e s

época

modestia

de

la

podría

haber

hecho creer á cualquiera que ignorara sus -que sólo e r a a l g ú n p a r i e n t e l e j a n o

ri-

cam-

hechos

del héroe

19 de febrero; Cornelio Saavedra, hijo

del

del

gene-

iral d e l m i s m o n o m b r e , e m b a r c a d o e n l a e s c u a d r a el

día

del

pronunciamiento,

y

que, mezclado

t o d o s los s u c e s o s posteriores, h a b í a t o m a d o a c t i v a en casi t o d o s los c o m b a t e s y correrías rítimas,

desde

la

toma

de

Coquimbo

triunfo de P o z o A l m o n t e ; J u a n de anán, q u e en esos m o m e n t o s

ma-

hasta

D. Vial

á

parte

el

Guz-

o r g a n i z a b a el s e r v i -

cio a d u a n e r o del territorio o c u p a d o p o r el ejército •constitucional;

Joaquín

Muñoz

Hurtado y

José

L u i s S i l v a L a s t a r r i a , los d o s c a p i t a n e s m á s j ó v e Ties y e n t u s i a s t a s q u e

tenían

varios otros cuyos nombres los s u c e s o s No más

mando figuran

á bordo,

con h o n o r en

de la revolución.

podía, pues, en armonía

encontrarme

con

mis

en u n a

deseos y

que

mejor ilustrarme sobre tantos y tantos n

y

reunión pudiese

incidentes


IÓ2

GIL J U A N

d e l a g u e r r a q u e d e s e a b a c o n o c e r , si e r a p o s i b l e , , de

b o c a d e los m i s m o s q u e h a b í a n t o m a d o

en

ellos. Todos

ese

los

espíritus

estaban

parte

preocupados

m o m e n t o del resultado de

en

la c a m p a ñ a

em-

p r e n d i d a hacía pocos días sobre la costa d e A r i c a y el t e r r i t o r i o d e fuerte

guarnición

dantes y

Tacna, donde dictatorial

sobrados para

aún

existía

con recursos

poder

una

abun-

expedicionar

por

tierra s o b r e T a r a p a c á , y a en la f o r m a en q u e las brigadas de Arrate y de G a n a

lo

habían

hecho-

p a r a venir en a u x i l i o del coronel R o b l e s , y a organizándose en ligeras m o n t o n e r a s q u e incomodasená las fuerzas constitucionales de ocupación ó pert u r b a s e n las faenas d e los establecimientos salitreros, d e d o n d e la D e l e g a c i ó n del C o n g r e s o los recursos m a t e r i a l e s p a r a su

sacaba

sostenimiento.

E s a c a m p a ñ a se h a b í a iniciado en los

momen-

tos m á s o p o r t u n o s p a r a su buen é x i t o , y , cualesq u i e r a q u e fuesen los

obstáculos

q ue

h a l l a s e en.

su camino, no era de imaginar, d a d a la calidad

y

el n ú m e r o d e l o s q u e f o r m a b a n p a r t e d e e l l a , q u e fuese

á

fracasar

completa

ó

parcialmente,

aun

supuesta u n a resistencia desesperada del enemigoen las magníficas posiciones q ue л е г e s c o g i e r a p a r a la resistencia.

se

podía

supo-


LA REVOLUCIÓN CHILENA

Consideradas de por

163

esta m a n e r a las cosas, nadie,

cierto, pensaba

ni

suponía

otro

resultado;

pero con todo, s i e m p r e s u c e d e q u e aun los sucesos excitan

el

buenos

sobresalto del q u e los espera,

y era esto p r e c i s a m e n t e lo q u e en esos

momentos

h a c í a q u e el t e m a d e l a c o n v e r s a c i ó n f u e r a

siem-

pre y á cada rato este mismo. —No

podremos

tener noticias

antes

de dos

ó

tres días, dijo Cornelio S a a v e d r a , y ahora nos suc e d e lo q u e

en t o d a s las

otras ocasiones, en

que

nos h e m o s llevado e s p e r a n d o de m o m e n t o en m o m e n t o y v i e n d o á los m i n u t o s convertirse en días y á éstos en

semanas.

L u e g o la c o n v e r s a c i ó n sos p a s a d o s y se últimos combates,

recayó

hicieron

sobre los s u c e -

reminiscencias

particularmente

del

de

los

desastre

d e H u a r a , e n el c u a l I s i d o r o E r r á z u r i z , a p e n a s s i había conseguido g a n a r un P i s a g u a los d i s p e r s o s del

tren

que conducía

ejército

y Cornelio S a a v e d r a , m o n t a d o en

á

constitucional, flaca

bestia,

no

había sabido cómo había salvado con vida, intern á n d o s e en la sesperada

pampa á todo

el c o r r e r d e s u d e -

cabalgadura.

M u c h o s de sus

mejores

amigos,

entre ellos el

comandante Aguirre^cuya prematura muerte por

todos

recordada

con

vivo

sentimiento,

era no


164

«1L

IUAN

h a b í a n tenido t i e m p o para la sioneros de Robles, lados

durante

la

fuga, y caídos

pri-

habían sido cruelmente

noche

y arrojados

d e s n u d o s á las fosas allí m i s m o

en

fusi-

seguida

abiertas, de

nera que más tarde no pudieran

ser

ma-

reconocidos

ni p o r s u s d e u d o s ni s u s a m i g o s . L a causa del

desastre

de

todavía, para mí como para cierta

oscuridad,

dicho

combate

la d i c t a d u r a adolecía sentido

como habían

que

y la p r e n s a d e

ó

la

desfavorable

de de

los

unos ofre-

coyuntura

para

en

que no podía

cérseme

v e r d a d , q u e el s a b e r l a

que

periódicos

exageraciones

manera

mejor

de

los constitucionales, de

ó p a r a los otros; d e una

permanecía

relación

h e c h o los

indudablemente favorable

Huara

muchos, rodeada

para

esa noche

conocer

la

de boca de

los

m i s m o s q u e h a b í a n t o m a d o parte en la acción;

y

así, a p r o v e c h a n d o el g i r o d e la

conversación, ro-

g u é á los q u e allí e s t a b a n , m e

e x p l i c a s e n lo q u e

ellos sabían sobre tan

interesante

episodio d e la

guerra. — D e

la c a u s a del desastre, dijo C o r n e l i o

v e d r a , n o p u e d e c u l p a r s e en v e r d a d ni á

Saa-

nuestros

j e f e s ni á n u e s t r o s oficiales ni á n a d i e , s i n o á la c a lidad de las tropas q u e comprometieron la acción, y que, siendo c o m o eran, m á s bien q u e un

ejército


LA INVOLUCIÓN CHILENA

disciplinado,

de

patriotas

q u e m a n e j a b a n c a d a c u a l un rifle ó u n a

carabina,

se lanzaron

una

con

q u e , sin o r d e n ,

gran

165

agrupación

demasiada sin

precipitación al a t a -

concierto, y

sin e c o n o m i z a r sus escasas

lo peor d e t o d o ,

municiones.

D e s p u é s d e l t r i u n f o a l c a n z a d o el 1 5 d e

febrero

e n S a n F r a n c i s c o , el e j é r c i t o c o n s t i t u c i o n a l , a v a n zando

lentamente

c i e g a en q u e

un

ralizada

división

victoria

más

hacia

Huara,

t e n í a l a fe

n u e v o encuentro con la del

para

coronel

los

Robles,

soldados

del

sería

una

derecho

allanaría por c o m p l e t o los obstáculos q u e

que

era

el

verdadero

objetivo

y

todavía

le c e r r a b a n el p a s o e n s u m o v i m i e n t o h a c i a que,

más

desmo-

de

Iqui-

la

jor-

nada. E s v e r d a d q u e la e x t e n u a d a división d e R o b l e s a c a b a b a de ser reforzada litar q u e el i n t e n d e n t e

c o n el c o n t i n g e n t e

Salinas

le

enviara

la c i u d a d al m a n d o del

coronel S o t o ;

bién es cierto que, aun

con

enemigo no podía cionales lo

menos

una

masa

igual

á

o p o n e r á las fuerzas dé

soldados

aquella

pero

ese refuerzo,

en

mi-

desde tam-

el j e f e

constitu-

superior

ó

por

ardimiento

y

va-

lentía. C u a n d o el d í a 1 7 p o r l a m a ñ a n a el p r i m e r v o y d e t r o p a s llegó, pues, al c a m p o d e H u a r a ,

conlos


166

GIL

primeros

batallones

JUAN

que

pusieron

pie

en

tierra

c r e í a n t a n fácil y s e g u r o el t r i u n f o q u e ni s i q u i e r a a g u a r d a r o n á q u e el las

órdenes

general

Urrutia

del caso y ordenara

impartiera

la batalla, sino

que, d a n d o rienda á sus impulsos, se desparramaron s o b r e la l l a n u r a en d e m a n d a cas

posisiones

enemigas,

y

d e las

arrollándolo

delante de sus bayonetas, tuvieron

todo

efectivamente

el triunfo en sus m a n o s y al e n e m i g o la

magnífi-

próximo

á

fuga. L o s m i s m o s coroneles R o b l e s y S o t o se creye-

ron perdidos en ese m o m e n t o y retrocedieron

de

sus primitivas posiciones, alcanzados casi d e cerc a por las b a y o n e t a s

constitucionales.

Pero ese m i s m o ardimiento indisciplinado vino en

el

momento

casi

c a u s a del desastre. d o y a todas sus

seguida

combate

á ser la

L o s soldados habían

disparapequeño

vacías, introduciendo oportuna

del

municiones, c u a n d o un

avance del enemigo

una

final

carga

los encontró en de

ellos

con sus

el

caballería

armas

desorden

que

convirtió

en contagioso pánico, c o m u n i c á n d o s e

las filas y

pronunciándolas

en c o m p l e t a

en á

derrota.

U n o s cuantos tiros m a s p o r cabeza, pero q u e desgraciadamente no tenían, habríanles d a d o ese el

triunfo.

día


LA REVOLUCIÓN CHILENA

l6j

— L o q u e sucedió en seguida, dijo Isidoro E r r á zuriz,

es

imposible

de

describir.

b o t a b a n los fusiles y h u í a n sión; cada cual quería

cercanos

hacia

ellos;

varse

los

aunque

partían

oficiales

respetar;

la

de

hacia

ciado ejército Después de

de

traído al

precipitaban

impotentes cada

uno

para

era sal-

p e r e c i e r a n los d e m á s ; y los t r e n e s

en m e d i o

arrastrando

eran

idea

alcance

y todos, á la

m a n e r a de un torbellino h u m a n o , se

hacerse

confu-

fuera del

q u e los h a b í a n

c a m p o de batalla estaban

soldados

en d e s a s t r o s a

hallarse

del e n e m i g o ; los trenes

Los

las

sombras

de la

noche,

P i s a g u a los restos del

desgra-

constitucional. ese

día

luctuoso

y

de esa

noche

de la

revo-

•desesperada, n o q u e d a b a á los jefes

l u c i ó n o t r o p a r t i d o q u e el d e b u r l a r la p e r s e c u c i ó n del ensoberbecido ejército enemigo á P i s a g u a , é ir

á

forzar

las

desocupando

puertas

p o r el l a d o d e l m a r , a b a n d o n a n d o la

de

Iquique

desgraciada

ruta del desierto. P e r o , entretanto, ¿cuál tantos valientes?

¿Cómo

había habían

•heridos ó prisioneros

en poder

bizarro

Aguirre

comandante

sano y fuerte

sido la suerte caído

le

e n el m o m e n t o e n q u e

fugitivos convoyes,

lo

muertos,

del e n e m i g o ? se

de

había

Al visto

partían

m i s m o que á otros

los

igual-


168

mente

GIL J U A N

dignos

de

la

protección

¿Qué había sido, pues, e n e m i g o q u e tal

de

de

la

fortuna.

ellos en p o d e r

vez no habría

respetado

de

un.

su

va-

lor ni su d e s g r a c i a ? E s t e p e n s a m i e n t o e r a la preocupación general y constante hasta que se

supo

la horrible verdad. E l a s e s i n a t o d e los p r i s i o n e r o s d e H u a r a en m i s m a n o c h e del d e s a s t r e , fué d e s d e

ese día

la

una

d e u d a horrible d e s a n g r e q u e sólo p u d o ser satisf e c h a en P o z o A l m o n t e con la e j e c u c i ó n del q u e la o r d e n a r a en la hora

jefe

m a s a c i a g a d e su ne-

gro destino. ¡Pobre Manuel Aguirre!

dijeron

t o d o s al

d e e s t a r e l a c i ó n . ¡ E r a el m á s v a l i e n t e , el m á s t u s i a s t a y el m á s a b n e g a d o ! . . . y m o r i r D i s c u r r i e n d o en s e g u i d a so, u n o d e los niente

que

que

sería

allí

en-

así!

sobre tan triste suce-

había

observó

hacer constar

oficial y a u t é n t i c a asesinatos,

final

de

la v e r d a d d e tan

que hasta ahora

lo c o n v e -

una

manera

monstruosos

solamente se

sabían

p o r las relaciones verbales d e a l g u n a s personas. S i al c o m a n d a n t e A g u i r r e , visto sano y salvo

p o r e j e m p l o , s e le h a b í a

después

del combate, ¿no ha-

b r í a t a l v e z e n el e s t a b l e c i m i e n t o sonas que pudieran le

había

cabido?

declarar

Esta

de Huara

s o b r e la s u e r t e

observación

perque

a g r a d ó á la.


L A REVOLUCIÓN CHILENA

169

generalidad y Joaquín Walker Martínez la ¡dea d e

pedir

esa

misma

propuso-

n o c h e á los

delega-

d o s d e l C o n g r e s o el n o m b r a m i e n t o d e u n a sión

que

se

dirigiera sin

pérdida de

comi-

tiempo

al

c a m p o d e la a c c i ó n á l e v a n t a r un s u m a r i o al respecto. C o m o era natural, todos aplaudieron la p r o p o sición de W a l k e r , quien redactó el d e c r e t o , y

después

res S i l v a y B a r r o s

inmediatamente

d e ir á v e r s e

con los s e ñ o -

v o l v i ó á la c a s a en

que

nos encontrábamos con una orden e x p e d i d a

por

la

Delegación,

putado don

en

Javier

Luco,

la

cual se c o m i s i o n a b a

Vial

Solar

para

al di-

que, trasla-

d á n d o s e al d í a siguiente al c a m p o de H u a r a , v i e s e si h a b í a m a t e r i a p a r a u n a i n d a g a c i ó n e n f o r m a q u e revelase la suerte

de

Aguirre

y

demás

pa-

triotas d e s a p a r e c i d o s en aquella acción d e g u e r r a . V i a l S o l a r a c e p t ó al

punto

la

comisión,

Cor-

nelio S a a v e d r a se c o m p r o m e t i ó á a c o m p a ñ a r l o , lo mismo que

el

que

estas

líneas

escribe, y

acor-

d a m o s , en c o n s e c u e n c i a , j u n t a r n o s al d í a s i g u i e n te p o r la m a ñ a n a , p a r a t o m a r

p a s a j e en el f e r r o -

carril q u e d e b í a l l e v a r n o s al l u g a r m e l a n c ó l i c o d e l desastre.



XIII

Lima, á 7 de julio de

L \

sol

¿

rayos

febril

sobre

actividad

pañeros Solar, á la

de abril d e r r a m a b a

de

viaje,

vinieron

estación

trenes partiría terior de la

la

del

de á

población

trabajo,

los

en

señores

coche

los

sus

1891.

abundantes

agitada

cuando

por

mis

Saavedra y

al h o t e l p a r a

ferrocarriles,

la

comVial

llevarme

uno de

cuyos

las 8 í - d e l a m a ñ a n a p a r a el i n -

pampa,

y

e n el c u a l p o c o

rato

p u é s , nos i n s t a l á b a m o s c ó m o d a m e n t e en ñía de una multitud abigarrada de tipos

des-

compa-

humanos


172

de

GIL J U A N

todas nacionalidades

q u e o f r e c í a á l a v i s t a el:

más extraño conjunto que puede A l l í se veían

rostros

de

imaginarse.

hombres

venidos

las p l a y a s m á s lejanas y d e los países m á s tos, mezclados

con

otros

que

llevaban

remo-

impreso

en s u s f a c c i o n e s c o b r i z a s y p r o n u n c i a d a s el original

de

las

las inagotables

absolutos

riquezas del desierto;

alemanes gordos y colorados, que parecían leros

sello

razas aborígenes de aquel suelo;

ingleses estirados y serios, señores casi h o y día de

tone-

de H a m b u r g o ; griegos de hercúleas y

mosas formas; chilenos

distraídos y de

endurecidas y tostadas por el v i e n t o

de

seco de

her-

facciones

el sol d e l a p a m p a

las m o n t a ñ a s ;

y

cochabambinos

d e caras tristes y b o n d a d o s a s ; chinos de color d e marfil

viejo y

aire místico y recogido; represen-

tantes, en s u m a , d e todas las razas y d e todos los climas. En

país

alguno

d e la tiera c o m o en

Iquique,

puede quizás observarse de una manera más

pa-

tente esa confusión de hombres y de lenguas

que

el

cosmopolitismo industrial viene operando

en

t o d a s partes en este siglo. E l tren ascendía

forcejeando

la

ladera

de

la

á s p e r a m o n t a ñ a q u e c o r r e d e norte á s u r al o r i e n te d e la c i u d a d y d e s d e c u y o s cerros m u l t i - c o l o r e s


LA REVOLUCIÓN CHILENA

los

viajeros d e la

pampa

173

h a n v i s t o en

el

corto

espacio de dos lustros las b a n d e r a s estrelladas

de

los n a v i o s d e g u e r r a o n d e a r al v i e n t o d e los c o m bates. Durante apenas

si

una

hora

las

poderosas

pueden salvar la

hay desde

el

plan

á la

corta

altura; á cada

p a r e c e q u e el p e s a d o c o n v o y f u e r a á en

el h o n d o

precipicio

ó

á

adelgaza

mas y mas;

desplomarse falto

ascensión;

nivel horizontal y transpasa las sobre la llanura nivelada del

una

experimenta toma

cumbres y

al su

corre

desierto.

para quien por

v e z p r i m e r a lo vi-

un m u n d o nuevo, d o n d e todo es distinto

d e lo q u e antes se h a visto y p r o d u c e desconocidas

hasta

en el h o r i z o n t e luta

poco

a l fin s i e n t e e l v i a j e r o

impresión semejante á la que se

sita, es

de

p a n o r a m a de la costa se

t é r m i n o d e u n v i a j e , y v e q u e el c o n v o y

E l desierto,

que

momento

detenerse

fuerzas en m e d i o d e la peligrosa á p o c o , sin e m b a r g o , el

locomitivas

distancia

que da

al espíritu

sin

entonces;

se pierde

límites y la e s t e r i l i d a d

carácter á

con su

sensaciones

la vista

la

áspera

naturaleza se y

muda

abso-

impone

inmovilidad;

aun en m e d i o d e la c a r a b a n a ó en la s o c i e d a d las oficinas

esta

impresión no

j e r o se i m a g i n a siempre,

se

borra;

el

dentro del pequeño

de viaes-


174

G

pació

1

JUAN

L

de tierra salada que ocupa, c o m o preso

un bajel

inmóvil

y

en

en

medio de un océano

sin

p u e r t o s ni r i b e r a s . E l camino, salvo una que otra brusca desiguald a d del terreno, desde q u e se trasponen las altur a s , es l l a n o y s i n o b s t á c u l o s y el t r e n lerado

de una

estación

á otra

sin

corre ace-

ofrecer

á

la

v i s t a o t r o e s p e c t á c u l o q u e el d e l a e t e r n a y g r a n diosa monotonía

d e la p a m p a sin límites.

Habíamos dejado Rosa

de

hallan

las

a t r á s el

Huantajaya, famosas

hecho varias

en

paradero

cuyo

de

platoso cerro se

minas argentíferas

que

veces millonarios á algunos

felices poseedores, y d e s p u é s d e ves m i n u t o s en

Santa

han

de sus

detenernos

bre-

otras estaciones del tránsito, nos

encontrábamos cerca de Pozo Almonte, donde

se

l i b r a r a el 7 d e m a r z o l a ú l t i m a b a t a l l a c o n t r a

las

fuerzas dictatoriales de Á

lo lejos

Tarapacá.

divisábamos

el c a m p o d e la

rodeado de pequeñas y suaves colinas q u e le d a n el a s p e c t o expresamente

acción

areniscas,,

d e un i n m e n s o circo, corno-

preparado

por la naturaleza

u n e s p e c t á c u l o c o m o el q u e a l l í a c a b a b a d e lugar (1).

( 1 ) A p é n d i c e n ú m . 1 1 . — ( N . del

E.)

para tener


I.A REVOLUCIÓN CHILENA

175

E s opinión u n á n i m e entre todos los jefes y ciales sobrevivientes de

armas,

de aquel memorable

que la dirección

del

ofi-

hecho

combate

por el

coronel C a n t o , reveló en este ilustre s o l d a d o condiciones

de m a n d o y conocimientos

estratégicos

superiores á los q u e h a s t a entonces h a b í a n festado poseer

los

mejores

jefes

del

mani-

ejército

Chile, atribuyéndose principalmente á esta

de

causa

el é x i t o d e la g l o r i o s a j o r n a d a . el

uno

por la calidad y disciplina de sus aguerridos

Los

dos

ejércitos

igualmente

fuertes,

sol-

d a d o s , dispuestos á morir á las órdenes d e sus j e fes, y el o t r o ,

por la

indisciplinados superioridad

desesperada

elementos

q u e lo f o r m a b a n y

de la causa que defendían,

j a r o n el u n o c o n t r a el m a s en medio de veres

energía de

otro, hasta

la planicie

y revolverse y

la

se arro-

chocar sus ar-

sembrada

confundir

los

sus

de cadá-

filas

con

un

f u r o r s i n n o m b r e y c o m o si l a m u e r t e y l a c a r n i cería dieran alientos y nuevo y rabioso vigor á

los

combatientes. Hubo

un

momento

enemigos avanzaron

en

que

con tal

dos

fiereza

regimientos y á

paso

c a r g a el u n o c o n t r a el o t r o , q u e , r e b a s a n d o las las, siguieron a v a n z a n d o a m b o s en sentido to

hasta

dejar

cada

cual

á

sus

espaldas

de fi-

opuesá

su


176

- GIL J U A N

adversario y

caer sobre las

respectivas

h a c i e n d o creer á los jefes d e

reservas,

una y otra parte

l a deserción de dichas

f u e r z a s q u e e n t r e el

del

h a b e r s e p a s a d o al

combate parecían

en

humo

partido

contrario. D e s p u é s de varias horas, la lucha se incierta, y

de

uno

ú

otro

bando

mantenía

podía

ser

el

triunfo; y a casi la tercera parte de los c o m b a t i e n tes yacían

muertos ó heridos y

la

desesperación

a r r o j a b a s i e m p r e á l o s u n o s c o n t r a l o s o t r o s ; el d í a a v a n z a b a en su c o s e c h a d e res y tal se aún

v e z la horrible

largas

horas;

sangre y de

lucha

iba

á

cadáve-

prolongar-

pero llega un m o m e n t o

q u e el o j o p r e v i s o r d e l c o r o n e l

Canto

en

aprovecha

•del p r i m e r e r r o r d e l j e f e c o n t r a r i o y d e c i d e l a a c ción en su favor, h a c i e n d o terrible destrozo en las líneas

dictatoriales.

E n t o n c e s y d e la m i s m a m a n e r a q u e en lo habían

hecho

los

Huara

soldados dictatoriales,

v e z los s o l d a d o s del c o r o n e l C a n t o n o d i e r o n gua

esta tre-

d u r a n t e la noche, aun contra la o r d e n d e su

j e f e , á los e n e m i g o s d e s a r m a d o s y fugitivos. chos de éstos, refugiados

en

las p e q u e ñ a s

Mucasas

d e la población cercana, fueron perseguidos hasta a h í y a r r a n c a d o s d e sus escondites y fusilados inmediatamente.

No

había

cuartel

p a r a los v e n -


LA REVOLUCIÓN CHILENA

'cidos, c o m o no lo h a b í a h a b i d o g r i t a b a n enfurecidos los

el

coronel

en H u a r a ,

según

triunfadores.

U n a partida de dichos casa donde

177

soldados llegó hasta la

Robles, herido

y

desan-

grándose, había conseguido piadoso refugio y caritativo amparo

de parte de sus dueños; pero

esos momentos de vértigo tan

débil elemento de

los soldados

llegaron

no

podía contar

protección

y de

en con

defensa;

h a s t a él y s o b r e el

mismo

l e c h o en q u e y a c í a i n e r m e fué u l t i m a d o sin p i e d a d ni

misericordia. Oyendo

viaje,

esta relación

de

mis

llegamos á la estación

•donde

el

convoy

se

compañeros

de

detuvo

Pozo

una

Almonte,

larga

media

h o r a , e s p e r a n d o el t r e n d e b a j a d a q u e d e b í a z a r con el n u e s t r o en la d i c h a Aquí,

mientras Vial Solar

de

cru-

estación. y Saavedra,

apro-

v e c h a n d o la presencia del c o m a n d a n t e d e policía de con

Pozo

Almonte,

que

se acercó

á

ellos,

éste á p r a c t i c a r las p r i m e r a s diligencias

la i n v e s t i g a c i ó n q u e les h a b í a s i d o en Iqnique,

yo

ios raros trajes

singulares

de

encomendada

e n t r e t u v e el t i e m p o y

iban

observando

costumbres

de

los

v e n d e d o r e s a m b u l a n t e s q u e a c u d e n á la estación á la llegada d e los trenes, comercio de 12

flores,

á

realizar su

frutas y refrescos

pequeño

criollos.


GIL J U A N

I78

Desde

largas

distancias

vienen

p i q u e ñ a s á v e n d e r los p r o d u c t o s d o n d e poseen sus pagos ellas

mismas.

Son

esas

pobres

del verde

oasis

de tierra cultivados

pobres

indiecitas,

dulce y bondadoso,

vestidas

de

res y con la cabeza

cubierta

con

de

por

rostro

bayeta de colosus

sombreros

d e pita, q u e ofrecen á los v i a j e r o s d e t e r c e r a clase guayabas, melones dulces, plátanos, uvas, ní, frescos de

pina,

de pequeñas

mesas de madera

etc., etc., ó e s t a c i o n a d a s blanca,

ma-

detrás

convidan

al q u e p a s a á c o m e r el r o j o p i c a n t e ó el e x q u i s i t o s e v i c h e ó la b u t i f a r r a s u r t i d a , etc., etc. C a d a v e n d e d o r c i l l a c a n t a su m e r c a d e r í a en su i d i o m a dio español y medio quichua,

y

e s t a c i ó n t i e n e el a s p e c t o d e u n a a l e g r e y da

feria,

en la q u e los p a r t i d a r i o s

de

la

ordena-

los

d e la tierra, e n c u e n t r a n lo m e j o r y m á s de

me-

el r e c i n t o d e

guisos

exquisito

ellos. L u e g o vinieron á buscarme Cornelio

y J a v i e r V i a l S o l a r , los cuales, conferenciado policía de P o z o

largo

rato

Saavedra

después de

c o n el

haber

comandante

A l m o n t e , creían que

muy

de

poco

ó n a d a p o d r í a n s a c a r e n l i m p i o s o b r e el o b j e t o q u e h a b í a m o t i v a d o su viaje, pues este funcionario había intentado una

indagación de igual

l e z a - s o b r e el m i s m o

asunto,

sin

que sus

ya

naturaactivas


LA REVOLUCIÓN CHILENA

diligencias

179

le h u b i e r a n p r o p o r c i o n a d o h a s t a

ese

m o m e n t o luz a l g u n a q u e pudiera a y u d a r l e á descubrir la verdad d e lo que á este respecto bía dicho y En

ese

momento,

Iquique, cruzó obedeciendo

con

el

el

tren

que

bajaba

nuestro en

nosotros á la

la

señal de

viaje

á

t o d o el c o r r e r d e la

sobre la p a m p a inmensa y A

hacia

partida á

nuestros asientos, y minutos después

gro

ha-

estación,

se n o s d a b a p o r el c o n d u c t o r , s u b i m o s

nuestro

se

asegurado.

y

que

ocupar

seguíamos locomotora

desolada.

la distancia, m u y lejos, y c o m o un p u n t o neque

iba poco

mensiones

á

está situada

el

gran

dirigirnos

t e n i d o l u g a r el

al

cercanías

campo mismo

desastre

di-

estableci-

H u a r a , en cuyas

la e s t a c i ó n del m i s m o n o m b r e y

debíamos

que había

tomando forma y

reales, d i v i s a m o s

miento de Rosario de

donde

poco

de en

del 1 7 d e fe-

b r e r o , el m á s l u c t u o s o y t e r r i b l e d e los

episodios

d e la r e v o l u c i ó n . A l d e j a r el t r e n e n e s t e p u n t o c u r r í a m o s s o b r e el

modo

cómo

y mientras nos

dis-

trasladaría-

m o s al l u g a r d e n u e s t r o d e s t i n o , la b u e n a

fortuna

se nos p r e s e n t ó en la p e r s o n a d e u n c a b a l l e r o británico, que acercándose galantemente á nosotros, nos

dijo

que

él

iba

t a m b i é n al

establecimiento


l80

GIL J U A N

d e R o s a r i o , y d e a h í al d e la P r i m i t i v a , y q u e , t e niendo

un

c o c h e á su disposición, nos lo

c o n las b u e n a s pudiéramos

gracias

h a c e r el v i a j e

con las

A c e p t a m o s n a t u r a l m e n t e el quio, é instalándonos en

que

comodidades

•que él t e n í a la e x c e l e n t e v o l u n t a d d e

d i r i g i m o s al c a m p o

ofrecía

de su persona, para

ofrecernos.

espontáneo

el l i g e r o

obse-

vehículo,

de batalla de Huara,

nos

q u e se

e x t e n d í a á n u e s t r a v i s t a e n v u e l t o e n el s e n t i m i e n to m e l a n c ó l i c o d e los r e c u e r d o s q u e e v o c a b a su l e y e n d a heroica y Á

poco

andar,

con

terrible.

el b u e n

inglés nos

indicó á lo

l e j o s u n a e s p e c i e d e m o n u m e n t o fúnebre, s o b r e el cual se en

veía una

medio

sepulcro

del

gran cruz que

desierto,

y

abría sus

brazos

nos

ser

que

dijo

en d o n d e los p i a d o s o s t r a b a j a d o r e s

establecimiento

de

Rosario

habían

reunido

c a d á v e r e s al día siguiente d e la b a t a l l a y honrosa y digna E l coronel

arrojar

en

ellas

se

sus

amigos

había

limitado á

algunas zanjas los

ó sus

hacer

superficiales

ensangrentados

distinguir la categoría que

los

dádoles

sepultura.

Robles

a b r i r en el c a m p o

el del

restos,

militar de ellos, d e deudos no pudiesen

y sin

modo más

t a r d e reconocerlos; pero al día siguiente, los e m pleados del establecimiento

se habían

encargado


LA REVOLUCIÓN CHILENA

l8l

piadosos de cumplir con esta obra de misericordia, y construyendo allí mismo un sepulcro de cal y piedra, habían recogido dentro de sus toscos muros los cuerpos de los desgraciados que acababan de dar su vida por la patria. Nos bajamos del coche y nos dirigimos á pie hacia el monumento, observando á nuestro paso la tierra removida y que, calentada por el sol ardiente, exhalaba un olor putrefacto que nos hacía apresurar el paso, produciendo al mismo tiempo en nuestras almas un sentimiento de profunda tristeza que nos llevaba recogidos y silenciosos, como si la muerte misma fuera nuestro conductor y guía en la lúgubre peregrinación. L a tumba de Huara es un cubo de cal y piedra, cuyas paredes tienen exteriormente un metro de altura por cinco de largo; sobre ella alza sus brazos una gran cruz de madera pintada de verde y afirmada en una peana de dos cuerpos; en el centro de la cruz hay un corazón, también de madera, en el cual está escrita la siguiente leyenda : -


l82

G I L JUAN-

ROSARIO D E HITARA t

t

FEBRERO 1 7 D E I 89 I 148 HERMANOS

t Un pobre carpintero del establecimiento, el mismo que colocara la cruz sóbrela tumba, escribió en ella esa leyenda de amor y de fraternidad en la muerte, como la expresión sublime de su alma sencilla y piadosa. Vivamente impresionados, nos arrodillamos junto al sepulcro santificado con la sangre de los que habían sacrificado su vida al servicio de una gran idea, y elevamos nuestra oración al cielo por el descanso eterno de sus almas. Luego nos retiramos de ese lugar y, subiendo al coche que á poca distancia nos esperaba, seguimos viaje al establecimiento de Rosario, donde mis compañeros hicieron algunas investigaciones relativas al asunto que los llevaba, y en seguida nos dirigimos al establecimiento de L a Primitiva,


LA REVOLUCIÓN C H I L E N A

1S3

•en el cual pasaríamos el resto del día y dormiríamos en la noche para regresar á Iquique en la mañana siguiente. L a Primitiva es el más importante de los establecimientos del desierto, así por la calidad de los salitrales que explota como por el poder de su valiosísima maquinaria, que ha costado millones á la gran compañía inglesa por acciones, que es su propietaria y que recoge pingües utilidades del negocio. El administrador del establecimiento nos recibió con esa amabilidad franca y de buen tono que ha dado notoriedad en todo el desierto á la buena hospitalidad de los señores de la Primitiva. E s taba prevenido de nuestra visita, nos dijo, y tenía el mayor gusto en recibirnos en su casa. Inmediatamente nos condujo al salón, donde fuimos graciosamente obsequiados por la señora de la casa que rivalizaba con su esposo en hacernos agradable la estadía en aquel lugar. Para los administradores de la Primitiva, nos dijo ella, nuestra visita venía á alterar la monotonía de sus hábitos y á producir en ese palacio del desierto una impresión semejante á la de un día de huelga yde fiesta. Una magnífica mesa de once nos esperaba, y sentados á ella, en compañía de los empleados


184

GIL JUAN

superiores del establecimiento, nos parecía estacen cualquier lugar menos en medio de un desierto absolutamente árido, donde hasta el agua para la bebida es necesario fabricarla artificialmente y los menesteres más indispensables para la vida se traen de lejanísimas distancias. Para la industria humana no hay imposibles hoy en día, y así no es extraño encontrar en los establecimientos aislados de Tarapacá, mejores edificios y mas comodidades y recursos de toda especie para hacer agradable la vida, que en las ciudades de la costa y aun en el mismo Iquique, si he de juzgar por lo que de paso pude observar en Rosario de Huara y L a Primitiva, y lo que, á propósito de esta observación, se me dijo de otros establecimientos semejantes. Llegada la noche, me llamaron la atención las luces lejanas, como las de los barcos en el mar, que en la inmensidad del desierto señalaban á lo lejos los establecimientos salitreros iluminados por la electricidad. No he recibido impresión mas extraña que la que me produjeron en esos momentos esas débiles señales de actividad y de vida en medio de aquel océano de sombras. Un viento furioso azotaba las paredes y los techos del establecimiento, dándonos en el rostro con sus olea-


L A REVOLUCIÓN C H I L E N A

185

das frías, y sin embargo esas luces lejanas é inmóviles conservaban el sentimiento de la calma solemne del desierto. Entonces comprendí cómo la pampa inmensa, desolada y árida, tiene hondos atractivos para el espíritu, y cómo la naturaleza en todas sus manifestaciones ejerce sobre el hombre su imperio soberano. Á la mañana siguiente, después de hacer en compañía de nuestro huésped una detenida visita á los diversos departamentos de la oficina y recorrer una á una las distintas partes de su poderosa y valiosísima maquinaria, presenciando las operaciones industriales á que es sometido el tosco caliche hasta ser convertido en la cristalina sustancia que da fuerza y vida á la tierra empobrecida y estéril, nos despedimos de los galantes señores de L a Primitiva, llevando de ellos el más simpático recuerdo, y desde ahí fuimos á tomar el tren que nos debía retornar á Iquique, donde las noticias que acababan de recibirse de Arica y Tacna habían venido á confirmar los más lisongeros vaticinios sobre el éxito de la campaña emprendida hacía pocos días sobre ese punto de la costa y del interior.



X I V

Lima, d 10 de julio de

O

iSgi

T R A vez los entusiastas y juveniles soñadores de triunfos y de batallas, los que re-

cientemente se habían incorporado al ejército para hacer el primer ensayo de su valor y de su audacia, los que creían ir á ver la cara al enemigo en medio de la atmósfera abrasada del combate, los

que pretendían ir á vengar la afrenta ó el insulto inferido al padre, al hermano ó al amigo, los que iban dispuestos á morir con esa noble generosidad de las almas jóvenes, otra vez volvían á Iquique, sin haber visto otra cosa que la silueta lejana de un enemigo que huía, envuelto en el polvo que le-


l88

GIL JUAN

vantaba en el desierto el ligero galopar de sus ágiles caballos. L a campaña sobre Arica y Tacna se había asemejado en todo á la marcha militar de Antofagasta, desde la respuesta altiva que en la primera hora dieran los coroneles del ejército de la Dictadura al ultimátum del capitán Montt hasta la apresurada fuga emprendida por ellos á través del desierto y su internación en tierra extranjera, ante cuyas autoridades habían ido á rendir sus armas y su bandera en cambio del asilo solicitado. Se había vuelto á repetir la misma y triste comedia militar que los soldados de la ley habían presenciado en Calama, y que no era otra cosa que el resultado de los sabios planes estratégicos que el Dictador combinaba desde sus oficinas de la Moneda y que por telégrafo mandaba en seguida cumplir á sus generales, haciéndoles representar ante el mundo civilizado el más triste, vergonzoso y jamás visto espectáculo de que haya memoria en los anales de la guerra. Los despachos telegráficos recogidos en Tacna y Arica por los jefes del ejército constitucional el día de la ocupación de una y otra ciudad, manifestaron, de la misma manera que en Antofagas-


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ta y Calama, que esos pobres jefes de la Dictadura no habían desempeñado allí otro papel que el de las figuras de un tablero movidas por la mano petulante y loca del que no había dado otro valor á su conciencia y brazo de soldados, que el que podía dar á los que consideraba como meros instrumentos de su vanidad y su soberbia. ¡Pobres soldados de la Dictadura! Esta era la expresión que andaba en boca de todos durante esos días. ¡Pobres soldados! Se fingían á sí mismos el papel de defensores del poder legítimo del jefe del Estado y de custodios del orden y sostenedores del régimen legal, y no eran otra cosa que tristes maniquíes manejados por el hilo que tras de bastidores tenía en su mano un empresario envanecido con el éxito futuro de fantásticos triunfos. ¡Pobres soldados! L a compasión y la piedad, he aquí en verdad lo mejor que merecían esos desolados fugitivos á quienes el Perú acababa de dar la ciudad de Arequipa por asilo y por cárcelL a ocupación de Tacna y Arica tenía, sin embargo, para los triunfadores una importancia real y efectiva muy digna de ponderarse. Mediante ella, el territorio de Tarapacá quedaba libre y á salvo de toda invasión ó sorpresa por el norte, así como, después de la ocupación de Antofagasta,


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nada tenía ya que temerse por el sur. De esta manera, podía decirse que la Delegación del Congreso poseía desde entonces un territorio homogéneo, sobre el cual su acción política podía ejercerse con todo el vigor necesario. Pero el éxito de esta nueva campaña, al mismo tiempo que llevaba á los partidarios de la revolución el sentimiento y la convicción de su fuerza, cimentada ya sobre la base firme y estable de una porción tan considerable del territorio chileno, abundante en todo género de recursos materiales, vino también á dar cuerpo y vida entre ellos á una idea de carácter político, que, si bien y desde hacía tiempo era alimentada por unos pocos, ahora las circunstancias del día la hacían popular y considerada por todos como necesaria para la buena administración de la nueva república del norte, como algunos la llamaban, y la acertada dirección de los mismos negocios de la guerra. Se creía con sobrada razón que, después de libertadas las tres grandes provincias sometidas ya á los representantes del Congreso, los delegados del poder parlamentario debían dar lugar á la organización de un gobierno distinto del que hasta entonces había existido, el cual, al mismo


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tiempo que diera á la revolución un carácter más regular ante las potencias extranjeras, de las cuales era ya oportuno solicitar la beligerancia por medio de una diplomacia bien servida, no descuidase por los asuntos militares la administración civil, que debía ser el apoyo y la más sólida ayuda de la dirección de la guerra. Si se quería que las naciones extranjeras reconocieran la beligerancia de la revolución y observasen respecto de ella los fueros externos de la neutralidad, debía aquélla, ante todo, presentarse ante el mundo civilizado con un gobierno regular, en el verdadero sentido moderno de esta palabra, diferente, por cierto, de lo que es una simple jefatura militar, como la que hasta entonces había existido y como puede tenerla cualquier motín ó bando político alzado en armas contra la autoridad constituida de un país cualquiera. Dados el desarrollo y las fuerzas positivas que el movimiento del 7 de enero había alcanzada recientemente, esta idea, que iba convirtiéndose después de la campaña de Tacna en una verdadera exigencia de la opinión pública, se justificaba además por otro género de consideraciones no menos atendibles que esas y que el comercio y la industria de ésos lugares hacían valer, velando


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por sus especiales intereses y las conveniencias mismas del progreso de la revolución. En los territorios recientemente libertados de la dura ley de la tiranía, decían los industriales y comerciantes de Iquique, no debe solamente atenderse al ramo de la guerra, aunque sea éste el más importante por el momento, sino también á todos los demás ramos de la administración pública, en los cuales está interesada una masa considerable de ciudadanos, cuyos negocios, cuya fortuna no puede vivir del acaso del día de mañana y que al fin y al cabo debe ser protegida como la fuente misma de donde la revolución está sacando los recursos necesarios para su subsistencia y adelantamiento. Nada, pues, más racional y justo y convenientísimo en estas circunstancias que la organización de un Gobierno, que con su múltiple personal diera satisfacción á estas exigencias de la situación, y uniendo en un sólo haz todos los intereses y todas las voluntades, así de gobernantes como de gobernados, tuviera con ellos el apoyo, la fuerza y el prestigio que jamás consiguen á su alrededor las jefaturas militares y sí fácilmente obtienen los gobiernos civiles ó que participan de este carácter, cuando los intereses personales y


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3os del patriotismo están dispuestos á unirse y armonizarse para la consecución de un grande y noble propósito. L a sola exposición de estas razones en la forma dicha, manifestaba que la opinión pública en Iquique estaba perfectamente formada á este respecto, y que, aun cuando no faltasen ahí personas con un modo de pensar, ó de sentir, más bien dicho, diverso del de la generalidad, sea porque temiesen que una organización distinta de la que existía encerraba peligros desconocidos, sea porque creyeran que la jefatura militar de la Delegación del Congreso bastaba á la satisfacción de todas las necesidades, ello es que estas opiniones aisladas de unos pocos no eran bastante poderosas para detener la realización práctica de lo que era estimado ya como una necesidad de la misma situación creada por el desarrollo de los sucesos. Así, pues, cuando en esos días el capitán Montt llegó de Arica á bordo del Cochrane y fueron á saludarle sobre la cubierta del acorazado todas las autoridades militares y civiles de Iquique, no pudo menos de comprender á primera vista, que durante su corta ausencia se había operado allí una verdadera transformación en las ideas políti13


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cas de las personas llamadas á tener influencia ere la dirección del movimiento revolucionario, y que esa evolución no podía ya ser detenida sin poner en peligro el curso feliz de los acontecimientos y la armonía que hasta entonces había reinado entre jefes y subordinados y que era la prenda mas segura del porvenir, como lo había sido de los pasados y recientes triunfos de la noble causa confiada á su dirección y á sus esfuerzos. Después, en tierra, esta verdad se ofreció más y más patente á sus ojos, solicitando el esfuerzo de su previsión y de su cordura para ser llevada á la práctica; de manera que su patriotismo, mortificando su modestia, no tuvo ya desde ese momento otro camino delante de sí que el que le indicaba seguir la justa impaciencia de la opinión. Un hombre de su carácter no debía vacilar, y así, pues, poniéndose previamente de acuerdo con sus colegas, los señores Silva y Barros Luco, convocó inmediatamente á los individuos más importantes de la Armada y del Ejército y á los miembros del Congreso residentes en Iquique, á una reunión que debía verificarse el domingo 1 2 de abril en la casa que ocupaba la Delegación del Congreso, y en la cual las personas invitadas manifestarían francamente sus opiniones sobre las


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ideas de organización gubernativa que en esos momentos circulaban en la ciudad y el mejor modo cómo las aspiraciones de todos podrían satisfacerse, consultando las exigencias de la guerra y los intereses de las poblaciones recientemente liber tadas de la tiranía de la Dictadura. Con arreglo á esta sencilla y modesta invitación, el día señalado, á la i P. M., se hallaron reunidos en el salón de la casa de los delegados las siguientes personas: J O R G E MONTT,

Capitán de navio y Comandan-

te general de la Armada y del Ejército. WALDO

SILVA,

Presidente del Senado y miem-

bro de la Delegación del Congreso Nacional. RAMÓN B A R R O S L U C O ,

Presidente de la Cá-

mara de Diputados y miembro de la Delegación del Congreso. G R E G O R I O URRUTIA,

General de brigada, In-

tendente de Tarapacá, Comandante general de armas de la provincia y diputado por Arauco. ETANISLAO

D E L CANTO,

Coronel y Coman-

dante en jefe del Ejército. S A M U E L ZAVALA,

Intendente general del Ejér-

cito. ALFREDO DELANO,

mada y del Ejército.

Tesorero general de la A r -


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ENRIQUE VALDÉS VERGARA,

Secretario gene-

ral de la Escuadra. JOAQUÍN W A L K E R M A R T Í N E Z ,

Secretario ge-

neral de la Delegación del Congreso y diputado por Santiago. FLORENCIO

DAY,

VALENZUELA

fragata y Comandante del blindado

Capitán de Almirante

CocJirane. JOSÉ MARÍA SANTA CRUZ,

y Comandante del monitor

Capitán de fragata

Huáscar.

JOAQUÍN MUÑOZ HURTADO,

Capitán de cor-

beta y Comandante de la cañonera VICENTE MERINO JARPA,

Magallanes.

Capitán de corbeta

y Capitán de puerto de Iquique. I S I D O R O ERRÁZURIZ, D A V I D MAC-IVER,

diputado por Valparaíso.

diputado por Iquique.

CORNELIO SAAVEDRA,

diputado por Lautaro.

J U A N D E DIOS V I A L ,

diputado por Santiago.

JAVIER VIAL

diputado por San Fer-

SOLAR,

nando. JOSÉ

FRANCISCO

VERGARA

DONOSO,

Presi-

dente de la Corte de Apelaciones de Tacna. L a sesión fué presidida por el capitán Montt, quien, en breves y sencillas palabras, expuso el objeto de ella. "De acuerdo con mis colegas, los señores Silva


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y Barros Luco, dijo, hemos querido reunir aquí á algunas de las personas mas caracterizadas del Ejército y de la Marina y á los miembros del Congreso Nacional residentes actualmente en Iquiquc, á fin de conocer sus opiniones sobre la mejor manera de satisfacer los deseos que nos han manifestado particularmente muchos de los caballeros aquí presentes sobre la conveniencia de dar una organización, distinta de la que actualmente tiene, al Gobierno de las provincias libertadas del yugo de la Dictadura. "Por lo que a mí toca, nada podrá serme tan grato como el oír expresará cada una de las personas aquí presentes sus ideas y sus opiniones á este respecto, con la franqueza á que todos debemos considerarnos obligados en los momentos actuales, tratándose de un asunto como el que ha motivado esta reunión y que, por su naturaleza^ no puede menos de comprometer las voluntades y el patriotismo de todos y de cada uno de los que nos hallamos aquí reunidos. "Debo sí advertir á los miembros de esta reunión, que, cualquiera que sea la resolución que en ella se tome ó el acuerdo que se adopte, no seré yo obstáculo ninguno para su cumplimiento, pero, esto sí, rogando desde luego á todos que tengan


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la bondad de eliminar mi persona de la dirección ó de la responsabilidad del Gobierno, como quiera que, y lo digo sin humildad, no me considero ni con las facultades ni los conocimientos necesarios para este género de tareas. "Un hombre de mi profesión y de mi carrera, debe estar en la escuadra y no en tierra, sobre todo, habiendo aquí personas ilustradas que pueden desempeñar los tareas de la administración y del Gobierno, que exigen conocimientos especiales que yo no poseo y que nadie puede desconocer que son necesarios en las labores de esta naturaleza. "Ahora, si se me permite expresar mis ideas sobre el objeto que ha motivado esta reunión, diré que, á mi juicio, los llamados á tener la dirección gubernativa en las provincias libertadas, son los señores Silva y Barros Luco, representantes natos del Congreso Nacional y que mejor y con mayor derecho que cualesquiera otros son aquí los intérpretes de su voluntad soberana. "Rogando, pues, de nuevo á todos los aquí presentes que eliminen mi persona de toda designación ó nombramiento de la naturaleza indicada, espero que de esta reunión salga no sólo la


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'luz sino el acuerdo de todas las voluntades en una sola idea y en un solo propósito, en bien de la causa que defendemos y de la patria que lo espera todo del común esfuerzo de sus buenos hijos.n Estas palabras pronunciadas sin afectación y en el tono natural y propio del hombre cuya modestia de carácter y lealtad de sentimientos eran de todos conocidas, produjeron en la concurrencia un efecto del todo contrario al que el capitán Montt esperaba de ellas, haciendo ver á la mayor parte de los presentes, que no habían errado al pensar que era ese el hombre de alma verdaderamente republicana á quien podía confiarse en esa hora de difíciles pruebas el depósito sagrado de las aspiraciones del país. ¿No poseía él toda aquella elevación de miras, aquel sentimiento profundo del deber, aquella honradez inmaculada, aquel espíritu de sacrificio y aquella modestia sin ostentación que hicieron grande al fundador de la república Norte-Americana y feliz al pueblo que confió á sus méritos el porvenir de sus destinos? El capitán Montt pensaba modestamente de sí mismo precisamente aquello que desde ese momento obligaba á los demás á elevarle con grande honor al alto.puesto en que desde hacía tiempo se deseaba verle colocado. ..


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Isidoro Errázuriz tomó en seguida la palabra» y después de pedir al secretario Valdés Vergara diera lectura al acta del Congreso Nacional y demás documentos relacionados con el pronunciamiento del 7 de enero y que fueron leídos en altavoz por el dicho secretario,pronunció un breve y elocuente discurso, exponiendo los deseos de la mayoría de los asistentes y la manera cómo, según la opinión de éstos, quedarían satisfechas las aspiraciones de la opinión en lo referente á la organización de un gobierno provisional que consultara las necesidades de la administración interior y representación exterior del territorio dominado por las armas constitucionales. " Á juicio de la mayoría de los caballeros aquí presentes, dijo al terminar su discurso, y según los documentos á que se acaba de dar lectura, es el capitán Montt la persona designada para que coadyuve á la acción del Congreso á fin de restablecer el imperio

de la Constitución,

es á él á.

quien con mejor derecho corresponde aquí el primer puesto en el Gobierno, é interpretando nosotros en su sentido natural la voluntad del parlamento, es á él á quien debemos reconocer como jefe responsable de lajdirección civil y militar de la Revolución!


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" L o s señores Silva y Barros Luco deben estar á su lado, es cierto, como representantes ó delegados natos de ambas Cámaras, pero de la naturaleza de su mandato no se deduce que ellos tengan la responsabilidad del Gobierno, sino que sus ideas deben ser atendidas y tomadas en cuenta por el único al cual ha sido confiado el mando por la voluntad expresa de los representantes del pueblo. "Esto es lo que nos dicen los documentos á que se acaba de dar lectura, y fundándome en su letra y en su espíritu, yo hago indicación para que se organice una Junta de Gobierno en la que figure el capitán Montt como jefe del Poder Ejecutivo y cuyos actos sean refrendados por secretarios de Estado responsables, de la misma manera que la Constitución lo estatuye respecto del Presidente de la República y sus Ministros. Por lo que toca á los señores Silva y Barros Luco, ellos deben formar parte de dicha Junta de Gobierno, como consejeros del jefe del Poder Ejecutivo, quien en este caso no podría proceder sin oír previamente su opinión. De esta manera, aceptada esta indicación, se interpretaría fielmente la voluntad del Congreso Nacional y se organizaría un Gobierno regular que daría satisfacción


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pronta y plena á las aspiraciones de la opinión pública á este respecto..! Las palabras de Isidoro Errázuriz colocaron la cuestión en su verdadero terreno y dieron en seguida, como era natural, materia abundante para una discusión en que tomaron parte los señores Silva, Barros Luco, Walker Martínez, Valdés Versara, Valenzuela Day, Vergara Donoso, Vial Solar, Muñoz Hurtado, Délano y otros; sosteniendo unos la indicación formulada por Errázuriz, y combatiéndola otros con las razones que en estos casos sugiere á los espíritus poco audaces el temor á todo cambio, á toda alteración sustancial de lo existente, cuyas consecuencias cercanas ó remotas no alcanza á divisar su perspicacia política. Entre los argumentos que estos últimos hicieron valer, merece recordarse el de que el capitán Montt, en su carácter de jefe del Poder Ejecutivo, podía aparecer á la vista del pueblo con los atributos de un caudillo militar, personalizando en él una revolución que hasta ese momento se había vanagloriado de su impersonalidad, de no tener ni siquiera la etiqueta de un nombre propio, de haber sido desde su origen una verdadera revolución de principios que ningún interés indivi-


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-dual había desnaturalizado ni empequeñecido ni aun en sus horas más difíciles y angustiosas. L a palabra caudillo, lanzada así como una brasa de fuego en medio de la sala, hizo saltar de su asiento al coronel Canto y arrancó de su boca las frases de condenación con que tal vocablo debía anatematizarse en esos momentos y eliminarse en absoluto en una discusión de esa naturaleza. "¿Se habla de caudillo ó de caudillos? dijo el ilustre vencedor de Pozo Almonte, ¿y quién sería el audaz, el temerario que con tal vergüenza pudiera manchar nuestra revolución? El pueblo, señores, tiene bastante buen sentido para ver la realidad de las cosas, y siendo así, ¿por qué entonces se pronuncia aquí esa palabra imprudente •que carece de significación entre nosotros? El capitán Montt ni nadie puede ser caudillo ni aparecer como tal á los ojos del pueblo; luego entonces, ¿por qué se arroja esta palabra en una reunión de hombres patriotas como esta? Siento, señores, que esta reunión, en la que debiera haberse producido ya la armonía de todas las voluntades, se prolongue todavía sin haberse obtenido ese acuerdo. Esto es peligroso, y por ello me permito hacer indicación para que no nos mova-


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mos de este sitio antes de haber llegado á un acuerdo sobre el asunto en discusión.n Las palabras del coronel Canto produjeron todo el efecto deseable, y á las cuatro de la tarde, es decir, después de tres horas de discusión,, fué aprobada la indicación de Errázuriz con ligeras modificaciones, nombrándose en seguida una comisión compuesta de Vergara Donoso, Vial Solar y Walker Martínez, para que redactaran un proyecto de estatuto, tomando como base las resoluciones de la reunión, y que someterían ese mismo día, á las ocho de la noche, á la aprobación de las personas presentes, que estarían á esa hora de nuevo reunidas en el mismo lugar. L a comisión nombrada se trasladó inmediatamente á la casa de Isidoro Errázuriz y puso allí mano á la obra que se le había encomendado, redactando en las menos palabras posibles el proyecto de organización gubernativa, que después, en la noche de ese mismo día, fué aprobado por la reunión y publicado al día siguiente en los periódicos de Iquique. En la mañana del día 1 3 los señores Montt, Silva y Barros Luco, llamaron á su casa al señor Walker Martínez y le encargaron de la organización del Ministerio ó personal de las secreta-


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rías de Estado, pidiéndole al mismo tiempo aceptara una de ellas. Walker Martínez aceptó el encargo y una hora después el Ministerio quedaba organizado con el señor Matta don Manuel Antonio, como secretario del departamento de lo Interior, Industria y Obras Públicas; con el señor Walker Martínez don Joaquín, como secretario del departamento de Hacienda; con el señor Errázuriz don Isidoro, como secretario del departamento de Relaciones Exteriores, Justicia, Culto é Instrucción Pública, y con el coronel Holley don Adolfo, como secretario del departamento de Guerra y Marina (i). Desgraciadamente el señor Matta se hallaba en esos momentos en Copiapó, y como no era prudente exponerle, estando en tierra de la Dictadura, á los vejámenes que ocasionaría su nombramiento, se acordó que el cargo para el cual había sido elegido quedara sin proveerse hasta que el designado pudiera venir á Iquique. De esta manera quedó felizmente solucionado este grave conflicto político que amenazó por un momento perturbar la armonía que hasta entonces había presidido á todos los actos de la revolución. ( 1 ) A p é n d i c e n ú m . 1 2 . — ( N . del

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El pueblo y el ejército recibieron este cambio político con manifiestas demostraciones de alegría y entusiasmo, y la prensa de Iquique se hizo eco de estos sentimientos en artículos que no eran sino.el reflejo de la satisfacción pública, como se ve por las palabras que transcribo en seguida y con las que Javier Vial Solar saludó, al día siguiente, desde las columnas editoriales dcLa

Pa-

tria, á la Junta de Gobierno recién organizada: "Los decretos que publicamos el día de ayer y por los cuales ha quedado organizado el Gobierno Provisional de la República, á la vez que manifiestan el espíritu severamente republicano de que se hallan animados los que hasta estos momentos han dirigido la nobilísima y patriótica empresa de devolver á Chile su libertad y sus leyes,, ponen también en evidencia cuáles son la fuerza y el vigor singulares de este movimiento de reconstitución política, personificado en cierto modo,, desde el día de ayer, en los distinguidos ciudadanos que acaban de ser llamados á la alta dirección de los negocios del Estado. " E l ilustre capitán Montt y sus dignos colaboradores, los señores Silva y Barros Luco, después de haber llevado á feliz término la primera y gran jornada de esta guerra gloriosa, arrebatando á la


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Dictadura sus más ricas provincias y destruyendoen ellas hasta la huella de sus pretorianos y verdugos, han creído, con razón, que había llegado ya el momento oportuno para desprenderse de una parte de su poder y de su influencia y organizar en los territorios recientemente libertados un gobierno regular que, al mismo tiempo que satisficiese las necesidades de su administración, se acercara en cuanto las circunstancias lo permiten, á lo que determina nuestro régimen constitucional de Gobierno. " E s un espectáculo verdaderamente digno de la gran causa en que actualmente se halla empeñado el país contra la Dictadura, el de esos tres patriotas, á quienes en los primeros y nebulosos días de la revolución se confiara la más alta misión con que puede honrarse á un ciudadano,, descargándose ahora del pesado fardo de la irresponsabilidad que los escudaba en su camino, para buscar en las austeras formas del gobierno democrático la luz, el acierto y la fiscalización pública en todos sus actos. " E l ilustre capitán Montt y los señores Silva y Barros, podían, sin duda alguna, haber continuado por algún tiempo todavía dirigiendo los negocios de la guerra y de la administración en


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la forma en que hasta ayer lo han hecho; pero su patriotismo, su desinterés y la conveniencia misma de los intereses confiados á su dirección, les aconsejaban ya buscar un mejor camino para servirlos, y siguiéndolo han dado á sus conciudadanos un alto ejemplo de sabiduría y discreción políticas. " E l decreto que publicamos el día de ayer en nuestras columnas, por el cual se organiza una Junta de Gobierno con secretarios responsables que refrenden todas sus órdenes, corresponde cabalmente á estos sentimientos é ideas en la forma más conveniente que podía adoptarse por ahora, dadas las exigencias de la guerra y la actual situación del país. "De igual modo, no es menos digno de aplauso el acertado criterio con que los miembros de la Excma. Junta han procedido á la designación de sus secretarios de Estado, buscándolos entre los hombres más patriotas, más ilustrados y respetables que forman el núcleo del movimiento constitucional, y llamándolos á compartir con ellos las grandes responsabilidades del Gobierno. "Los señores Errázuriz don Isidoro, Walker Martínez don Joaquín y Holley don Adolfo, designados respectivamente Ministros de Relacio-


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nes Exteriores, de Hacienda y de Guerra y Marina, son, cada uno en su ramo, una especialidad brillante, que nadie puede desconocer, si sabe estimar el talento y el valer de los hombres. »E1 señor Errázuriz ha desempeñado en otra época la misma cartera que ahora ha tomado á su cargo, dejando en los archivos de gobierno huellas luminosas de su sagacidad y talento. El señor Walker Martínez ha tomado parte importante durante los últimos años en casi todos los grandes y dif íciles debates que han tenido lugar en nuestro país, así en la prensa como en el parlamento, sobre materias de hacienda, ilustrándolos con sus notables conocimientos prácticos y científicos. El distinguido coronel Holley es una de las más notables personalidades de nuestro ejército, al f rente de cuyas f ilas viene desempeñando desde hace algunos años los más importantes puestos. " L o s tres secretarios de Estado designados por la Excma. Junta, hacen, pues, honor á sus respectivos puestos, y prestan al Gobierno provisional recién organizado, el triple prestigio de sus nombres, de su inteligencia y de su acendrado patriotismo. "Obedecemos, por lo tanto, á un sentimiento Ч


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de justicia y nos hacemos eco de la opinión pública de todo el país, al celebrar con alborozado entusiasmo los decretos de nuestra referencia, que, estamos seguros de ello, al llegar al conocimiento de todos los buenos ciudadanos de la República, serán igualmente aplaudidos y celebrados como una prenda segura del pronto restablecimiento del orden constitucional. "Reciban los nuevos Ministros de Estado nuestras felicitaciones entusiastas y cuenten en la labor gubernativa con el apoyo moral de la opinión pública, que estamos ciertos de interpretar fielmente desde estas columnas.u Los miembros de la Junta de Gobierno, agradeciendo estas espontáneas manifestaciones del pueblo y del ejército, quisieron corresponder desde luego á ellas en una forma galante y sencilla, ofreciendo, el día martes 1 4 de abril, en la pintoresca caleta de Cavancha, un espléndido almuerzo á los miembros del Congreso residentes en Iquique, á los jefes de mar y de tierra que se hallaban en la plaza y á los vecinos más distinguidos de la población. Fué esa una hermosa fiesta, á que tuve el honor de asistir, y en la cual los señores Montt, Silva y Barros Luco pudieron comprender y pal-


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par la atmósfera de afectuoso cariño que por todas partes los rodeaba, abriendo á su acción patriótica los caminos de la fortuna y asegurándoles el apoyo decidido del pueblo para todos sus actos.



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Lima, á 20 de junio de

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1891.

E S D E el día en que la junta de Gobierno quedó instalada en la forma definitiva de

que antes he hablado, los miembros de ella y sus secretarios de Estado, se consagraron con la actividad más laudable á la organización de todos los servicios públicos, estableciendo las oficinas correspondientes con su personal de empleados especiales para cada ramo, de manera que á los pocos días la casa de Gobierno tenía el aspecto de un verdadero centro de actividad, de movimiento y de trabajo, que manifestaba por sí sólo las ventajas positivas del nuevo orden de cosas.


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L a administración propiamente política de las provincias libertadas, la reorganización del ramo aduanero y de la contabilidad de las arcas fiscales, el servicio diplomático con sus exigencias impostergables, todo, en suma, recibió la influencia bienhechora de las disposiciones sabias y justas con que cada uno de los secretarios de la Excma. Junta quiso y esforzóse en dar pruebas de su actividad é inteligencia. Se vio de esta manera y en el seno mismo de la revolución, alzarse frente á frente del estado dictatorial, la bien concertada fabrica política del nuevo estado constitucional, haciendo contraste, por sus actos inspirados en la más elevada prudencia política, con el sombrío edificio donde aquél desde hacía tiempo escandalizaba al mundo con su corrupción y su impudencia. Pero estos trabajos que debían en poco tiempo traducirse en la práctica en óptimos frutos para la causa de la revolución, no eran un obstáculo para que los miembros de la Junta de Gobierno consagrasen su preferente atención á dar impulso vigoroso á los negocios de la guerra, que, al contrarió, parecieron desde esos días cobrar mayor actividad, mediante los nuevas fuerzas con que la organización política los secundaba y la colabo-


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ración personal más amplia llevada de este modo á los Consejos del capitán Montt y sus distinguidos colegas. El pensamiento popular y la energía que siempre lo acompaña, representados ahora de una manera más directa é inmediata por los Secretarios de Estado en los Consejos de la Junta de Gobierno, hizo como era natural, que ésta aprovechara también mejor sus impulsos generosos y que no hallase á su alrededor sino facilidades mayores para el desarollo de su acción en todas las esferas de su providente actividad. Realizadas con tanta felicidad las tres campañas llevadas á cabo en Tarapacá, Antofagasta y Tacna, se pensó, pues, en emprender una nueva sobre la provincia de Atacama, de la cual llegaban día á día á Iquique noticias favorables á la revolución, así del ánimo decidido de sus poblaciones para secundar un movimiento, como del estado de debilidad impotente en que los jefes de las guarniciones dictatoriales allí establecidas se hallaban desde hacía tiempo. • L a ocupación de Atacama por las fuerzas constitucionales, se decía con justa previsión en los círculos militares de Iquique, á ia vez que daría ventajas económicas á la revolución, abriéndole


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una nueva vía á la frontera argentina, de la cual podría sacar recursos en un momento dado, y una ventaja política que consistiría en la manifestación externa del desarrollo constante y progresivo de la causa constitucional, produciría también y al mismo tiempo ventajas militares innegables, cuales serían el acercar hacia el Sur el movimiento revolucionario aislado hasta esa hora en el Norte, poniéndolo más en contacto con las poblaciones cercanas al centro mismo de la dictadura y dándole, por fin, un punto de apoyo, desde el cual y á distancia de treinta horas solamente pudiera expedicionar con rapidez y facilidad sobre las plazas fuertes del enemigo. No era conveniente, por otra parte, que el ejército constitucional permaneciera por largo tiempo en el reposo é inactividad de las guarniciones, sabido como es, que nada hay que desmoralice tantoal soldado como la vida ociosa de cuartel, y esta nueva campaña vendría felizmente á impedir esos inconvenientes, á la vez que á satisfacer la justa impaciencia de los que habían tomado las armas para vengar los agravios hechos á la patria y devolverle su perdida gloria. Estas razones justamente apreciadas en los Consejos de la Junta de Gobierno, hicieron que sus-


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distinguidos miembros se dieran con toda actividad á la preparación de dos nuevas expediciones, la una á la provincia mencionada, con el grueso del Ejército, y la otra, organizada con un cuerpo ligero de tropas, que á bordo de dos transportes convoyados por el monitor Huáscar, operaría algunos desembarcos en los puertos y caletas del Sur, hostizando en ellos á los defensores de la tiranía y facilitando la deserción de los cuerpos de ejército forzados á su servicio. En pocos días los preparativos para esta nueva campaña estuvieron terminados y fué dada la orden de embarcar las tropas de los distintos regimientos que debían marchar, produciendo en ellos un entusiasmo indescriptible, que era el mejor augurio de nuevos y gloriosos triunfos. Situado á las puertas de la casa de Gobierno, yo pude ver ese día desfilar delante de los miembros de la Junta de Gobierno, los regimientos que partían. Una alegría radiante brillaba en los rostros de esos soldados que venían de sus campamentos del desierto, y cargaban sobre sus hombros el pesado equipo de campaña con la soltura de los veteranos del fuego y de la gloria. Más bien que á un campo de batalla, parecía que iban á una fiesta en que la felicidad y la alegría


2l8

GIL

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los esperaran para coronarlos de flores. Formados en columna, iban desfilando frente á nosotros con sus armas brillantes, como en una revista militar, y con ese aire de despreocupación del que ha vendido su vida á la fatalidad y no es ya absolutamente dueño de ella. Eran los vencedores de Pozo Almonte y los que vencieron siempre con su valor confiado y orgulloso. Cuando los últimos soldados pasaban ya, observé en el rostro del capitán Montt un sentimiento de segura satisfacción que dejaba traslucir su pensamiento sobre lo que esperaba de esos soldados que iban á dar nuevas glorias á la causa constitucional. Á las cuatro de la tarde de ese día todo el ejército expedicionario estaba ya embarcado en los transportes Aconcagua

y Amazonas,

y el ca-

pitán Montt tuvo la galantería de invitarme á ir con él á bordo, para cerciorarse por sus propios ojos sobre la manera como se habían cumplido sus órdenes y saber si algo faltaba y que impidiese la salida del convoy en la forma en que se había dispuesto. En una elegante falúa, fui, en efecto, con los miembros de la Junta de Gobierno, á despedirme de los jefes que partían y desearles felicidad y gloria, y de esta manera tuve ocasión de obser-


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2I<)

var, de más cerca todavía, él espíritu y el ánimo de los soldados. Todos los regimientos estaban formados sobre la cubierta de los transportes, y el capitán Montt fué revistándolos minuciosamente á medida que iban presentándole sus armas. Luego, el jefe del Poder Ejecutivo de la Revolución, conferenció largamente con los oficiales superiores, y se retiró en seguida satisfecho de la manera como todas sus disposiciones habían sido cumplidas. Cuando la falúa que nos conducía de nuevo á tierra alzó y abatió sus remos, las olas resonaron con los vivas entusiastas de los soldados y tripulaciones que desde á bordo daban su adiós de despedida á los miembros del Gobierno revolucionario. Los días que siguieron á la partida de la expedición, fueron, sin embargo, de ansiedad y de espectativa. Se creía, con razón, que esta nueva campaña recién iniciada, no encontraría en su marcha grandes obstáculos que vencer, como que se sabía ya de un modo cierto que las guarniciones dictatoriales de Atacama no contaban con elementos bastantes para la resistencia; pero, á pesar de todo, ¡quién sabe lo que la suerte de las armas, en las que lo más seguro es siempre contingente, tenía ocultamente preparado á los expe-


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Gil. J U A N

dicionarios! Por vez primera, desde el día que había conocido al capitán Montt, notaba ahora en> su rostro, de ordinario tan severo y reposado, un. gesto de inquietud que revelaba cierta ansiedad en su espíritu. Los diarios de Iquique habían publicado un. telegrama, enviado desde Valparaíso al Times de Londres, en el que su corresponsal viajero en Chile comunicaba á dicho diario que los caza-torpederos Almirante

Lynch y Almirante

Condell habían-

salido del puerto de Valparaíso en busca de la escuadra revolucionaria. Por débiles é insignificantes que se considerara á esos pequeños buquesde la escuadrilla dictatorial, ¿no podían con su anclar rapidísimo sorprender durante la noche al convoy expedicionario, y producir, quizás, una tremenda catástrofe? Por otra parte, nadie podía aún saber de un modo cierto cuál era el poder efectivo de esas nuevas máquinas de guerra queiban á ensayar por primera vez sus ponderadoselementos de destrucción. Si una terrible casualidad les permitía acercarse á los transportes del convoy, ¿no era fácil que se produjera el hundimiento ó la pérdida de uno de éstos? L a noticia, comunicada á Londres era motivo suficiente para mantener los ánimos en un estado de intranquili-


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dad que tenía fundamento serio, aunque cada cual tratase de disimularlo. Al fin, el día 2 3 de abril, se recibieron en Iquique diversos cablegramas comunicados desde A n tofagasta, en los cuales se anunciaba el feliz arribo del convoy al puerto de Caldera; la ocupación de esta plaza por las fuerzas constitucionales; la toma de Huasco y Vallenar por los mismos; la situación desesperada del enemigo sin retirada hacia el sur; y por fin, su desastrosa fuga hacia territorio arjentino, donde ¡ría á rendir sus armas al extranjero, de la misma manera que Camus después de Antofagasta y Arrate después de Tacna

(1).

Volvía, á repetirse con todos sus detalles lo que había sucedido en las campañas anteriores, y los ciudadanos de Iquique se preparaban á celebrar con regocijos y fiestas este nuevo triunfo de la noble causa á que todos sin distinción se sentían asociados por los vínculos del patriotismo, cuando un rumor siniestro comenzó á circular por la ciudad, helando la alegría en todos los sem blantes y produciendo luego un profundo sentimiento de desolación y de horror. ( 1 ) A p é n d i c e n ú m . 1 3 . — ( N . del

E.)


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GIL JUAN

Las torpederas Lynch

y Condell habían sor-

prendido, á las h. 4 . 3 0 de la mañana del día 2 3 , al Almirante

Blanco

Encalada

amarrado á una

boya en el puerto de Caldera y echádolo á pique después de lanzar sobre su casco siete torpedos, pereciendo en la catástrofe varios oficales ditinguidos y la mitad de la tripulación. L a noticia de una gran derrota no habría producido en el público una consternación tan inmensa. L a pérdida del poderoso blindado era para la Escuadra de naturaleza irreparable; el sacrificio de tantas é interezantes vidas llevaba el luto á doscientos hogares amigos; algunas de aquellas, como la del secretario Valdés Vergara, no tenían precio; pero el desastre tenía todavía mayor alcance á los ojos del pueblo. Hasta ese día la Escuadra Constitucional había dominado el mar como señora absoluta; pero ahora, después de la experiencia del blindado hundido, ¿no debía temerse la repetición del desastre en iguales ó más tremendas proporciones? Todo era posible ya y la imaginación popular sobreexcitada en esos momentos daba proporciones colosales á esas dos pequeñas máquinas de guerra que acababan de hacer su primero y terrible ensayo.


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Felizmente vino pronto la calma á traer la reflexión á los espíritus conturbados. Los telegramas que luego dieron á conocer las circunstancias casuales que habían ocasionado la catástrofe y los que en seguida trajeron los detalles del combate que esa misma mañana había tenido lugar entre el transporte Aconcagua y los dichos torpederos eran la mejor prueba de que éstos carecían, como buques de combate, del terrible poder que en el primer momento se les había atribuido ( 1 ) . Un sentimiento más generoso y elevado sucedió entonces al abatimiento y postración de la primera hora. E s verdad que la pérdida material que acababa de experimentarse era estimada por todos en su justo y exacto valor; pero ya no era esto lo que pricipalmente agitaba el sentimiento del pueblo, sino la significación del acto de audaz piratería llevado á cabo contra la mas gloriosa de las naves de la República. Hasta entonces se había creído que los jefes de la escuadrilla dictatorial serían capaces de intentarlo todo menos un ataque sorpresivo con torpedos á los blindados de la escuadra, que sim( 1 ) Apéndice núm.

14.—(N.delE.)


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G

1

L

JUAN

bolizaban el honor y la gloria de Chile. Sobre sus gloriosos mástiles habían tremolado durante veinte años las banderas de la patria; sobre sus cofas se habían batido en cruenta guerra los tiradores de sus heroicas guarniciones; sobre sus viejos puentes había corrido en luchas históricas la sangre generosa de los defensores de la honra nacional. ¿Cómo era, pues, posible que ningún ciudadano chileno se atreviera á tanto crimen? No podía imaginarse siquiera, y adormecidos en esa confianza, los jefes de la revolución, habían mas de una vez desechado la idea de ir á Valparaíso y hundir en el mar, como fácilmente habían podido hecerlo, á esos pequeños barcos en reparación. Este género de reflexiones, desviaba el sentimiento público del curso de sus primeras impresiones y la cólera y la indignación enardecían el ánimo popular. Era necesario castigar el crimen, y se vio entonces operarse en todas las clases sociales un movimiento ardoroso en beneficio de la causa para todos tan querida, que vino á dar nuevo vigor é impulso á la revolución. En todas las poblaciones ocupadas por las fuerzas constitucionales, los comerciantes, los industriales, los mineros, los trabajadores, sentían la necesidad de


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vengar lo que por ellos era estimado en justicia •como un gran ultraje inferido á la marina y al honor de Chile, y dejaban sus trabajos y faenas •é iban á buscar un puesto en las filas del ejército. De las poblaciones de la costa como de las villas y caseríos del interior, de los asientos agrícolas y mineros como de las oficinas de la pampa, llegaban diariamente los abnegados voluntarios. Nuevos y nuevos regimientos se formaban con ellos, y nadie quería dejar de tener un fusil ó manejar una espada, para asegurar el éxito de su causa. L a pérdida del Blanco

Enca-

lada produjo en este sentido un gran bien que indemnizaba á la causa constitucional de las consecuencias materiales del desastre que acababa de sufrir. Al mismo tiempo que esto sucedía, llegaban á Iquique algunos de los principales personajes de la revolución que hasta entonces habían permanecido en Buenos Aires esperando un momento y una ocasión oportuna para ir á prestar sus servicios en el mismo campo de las operaciones. Eran hombres de notable inteligencia, de carácter enérgico y decidido y de elevada posición social y política, que, no habiendo encontrado hasta esa hora facilidades para trasladarse al nor-


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GIL JUAN

te y correr allí la suerte desús hermanos en ideas habían permanecido en la capital del Plata coadyuvando desde lejos á la obra de la redención de su país, hasta que, una vez abierto para ellos el camino que les permitía dar esa noble satisfacción á sus sentimientos patrióticos, habían hecho la larga peregrinación á través de las cordilleras, para venir á reunirse con sus compañeros de luchas y de sacrificios. L a revolución recibía con este nuevo y valioso contingente de elevadas personalidades un valiosísimo refuerzo. Manuel José Irarrázava!, el gran repúblico y notable estadista, á quien se debiera en mucha parte la enérgica dirección del movimiento político que produjera el pronunciamiento del 7 de enero; Ventura Blanco, el distinguido hacendista que en las últimas sesiones del Parlamento hiciera la autopsia, por decirlo así, de la época de vergonzoso despilfarro de la última administración y pusiera de manifiesto ante sus colegas de la Cámara de Diputados el abismo financiero á que el Presidente Balmaceda arrastraba el país; Enrique Mac-Iver, el notable orador que en una de las sesiones borrascosas de la Comisión Conservadora había arrojado al rostro de los que pre-


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paraban el reinado de ta tiranía, la verdad ignominiosa de sus planes liberticidas; éstos y losdemás que los acompañaban, habrían naturalmente de ocupar en adelante un lugar prominente en los consejos de la Junta de Gobierno

y

y contribuir por modo eficacísimo á la direcciónde los acontecimientos. Con estos sucesos quedaba terminada, por decirlo así, la primera jornada de la revolución, ólo que es lo mismo, el período heroico de esta gran epopeya republicana, durante el cual el atrevimiento, la audacia y las incontenibles espontaneidades del patriotismo, hacen surgir del caos político y dan cuerpo y vida al pensamiento salvador de la democracia chilena.



X V I

Lima, á 27 de julio de 1801. ON la ocupación d e la provincia d e Atacama por las fuerzas constitucionales y la reorganización del Gobierno político en los territorios libertados del yugo de la dictadura, se abre para la revolución, como he dicho anteriormente, un nuevo período, en que una inacción aparente, una especie de tregua forzada, suceden al estrépito de los combates, al sordo rumor de los regimientos en marcha, al recuento de los muertos y de los heridos, á las relaciones de encuentros y de batallas, y á las acciones de gracias después de las victorias.


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El observador lejano de la contienda espera •en vano de un momento á otro la noticia de un nuevo y terrible choque entre ambas fuerzas enemigas, y su curiosidad, acostumbrada á los sucesos de sensación, ora se finge un atrevido avance •de las guarniciones de Atacama hacia los valles de la Serena y de Coquimbo, ora una sorpresa de la escuadrilla dictatorial á alguno de los blindados constitucionales, ora un desembarco de tropas balmacedistas en alguna de las caletas del norte, ora un ataque al puerto de Valparaíso por ¡as naves de la escuadra, etc., etc,; pero nada •de esto sucede, y el que mira de cerca el desarrollo lógico de los acontecimientos sabe perfectamente que nada de ello puede tampoco suceder. El dictador conoce demasiado bien que toda •tentativa de ataque por su parte, no produciría otro resultado que dar nuevos y fáciles y seguros triunfos á sus enemigos, y éstos comprenden á su vez que necesitan acumular aún mayores elementos de combate para ir á buscar á la fiera en :

su guarida y cazarla en sus dominios ó espantarla lejos de ellos. Es un período de aparente inacción, repito, pero en realidad de enérgica concentración y preparación de fuerzas, durante el cual el uno y el


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2$l

otro permanecen como dos colosos, desafiándose desde lejos con la mirada y sin poder salvar la distancia que los separa. Una situación de esta naturaleza, completamente despejada, en que el humo del combate no oculta ya tras de sus blanquecinas nubes las fuerzas de cada uno de los beligerantes, me permite, pues apreciar, sin ilusiones ni falsas perspectivas, el poder de cada cual, lo que cada uno de ellos ha ganado ó ha perdido en cuatro meses de terrible lucha, y por ello, predecir, sin darme los aires de profeta, de cuál de las dos fuerzas rivales será el triunfo definitivo, ó, lo que es lo mismo, quién regará mañana con la sangre de los vencidos en la final batalla el árbol de la paz y de la prosperidad de Chile. Desde luego conviene tener presente, para apreciar con exactitud el estado actual de cada uno de los bandos enemigos, que desde los últimos acontecimientos militares, la tierra chilena ha quedado claramente dividida en dos grandes porciones, ó, mejor dicho, en dos estados distintos, con sus deslindes ó fronteras bien determinadas, sus gobiernos políticos perfectamente autónomos, su administración, sus rentas y su ejército absolutamente independientes el uno del otro.


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Desde la punta de Sama hasta los valles deHuasco y de Vallenar inclusives, la Junta de Gobierno rige con sabio y prudente imperio la. región de los desiertos y de los oasis, cuyos habitantes robustos y vigorosos arrancan á sus arenas y sus cordilleras los dos tercios de la renta fiscal de la república. Esa población numerosa se siente feliz por haber sacudido el yugo de la dictadura, y, con sus hábitos de independencia y de libertad personal, mira como el mejor de Iosbienes el que el ejército de la banda roja le ha devuelto con el acero de sus cañones y las afiladas puntas de sus bayonetas. Cada uno de esos hombres es un soldado que no espera sino el toque de llamada para acudir á los cuarteles, y como el dinero no falta en las arcas gubernativasni la decisión y la energía en ellos, pronto formarán todos en el gran ejército. En hombres y dinero el estado constitucional cuenta con los elementos necesarios para inclinar de su lado la indecisa balanza del destino. El Gobierno dictatorial, por su parte, es ciertoque extiende sus dominios sobre la región más considerable del país, habitada por una población mucho más numerosa que la de las provincias del norte. E s verdad que dentro de la zona


L A REVOLUCIÓN C H I L E N A

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que ocupa con sus armas se encuentran las ciudades más ricas y opulentas y las propiedades agrícolas y los establecimientos industriales más valiosos. También es cierto que la importancia política de las provincias á él sujetas, es en los tiempos ordinarios muy superior á las de la región del norte. Pero á todo esto debe observarse que el régimen de gobierno que impera allí, el régimen de la fuerza bruta ahogando todas las manifestaciones de la individualidad y estrechando como en prisiones de hierro todas sus energías, hace que estos poderosos

elementos

no tengan en el hecho su valor aparente ni puedan ser aprovechados por la dictadura en las actuales circunstancias. El observador imparcial que estudia con atención este aspecto, el más interesante sin duda de la lucha, mientras ve en las provincias sometidas á la dictadura una población humillada y exasperada, en cuyos centros sociales el motín, el complot y la conjuración trabajan en la sombra por arrojar de sus espaldas el peso abrumador de la tiranía que las esquilma y las agota, no puede menos de conceder una efectiva superioridad á las fuerzas, más reducidas es cierto, pero más homogéneas y enérgicas, que obedecen á la Junta


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GIL JUAN

<ie Gobierno, en cuyos territorios no existe sino un solo sentimiento que las impulse y una sola aspiración que las anime en la reconquista de la independencia y de la gloria de la República. Por otro lado, si se ve quiénes son los hombres encargados, en una y otra parte, de dirigir estos elementos de acción, de aprovecharlos en el sentido de sus contrarias aspiraciones y de impulsarlos á la consecución de los fines perseguidos por cada cual, la solución del gran problema se presenta con mayor claridad aún y las ventajas con que cuenta á su favor uno de los beligerantes se hacen más sensibles al ojo del observador. En efecto, ¿quiénes son esos políticos de gran carácter y de notable inteligencia, esos generales de probado valor, esos estratégicos de grandes conocimientos, esos hombres, en suma, que rodean al tirano, obedecen sus mandatos, sirven sus caprichos y podrían asegurarle el día de mañana en los campos de batalla el éxito de la lucha final y sangrienta? A h í está con él Julio Bañados Espinosa, su alter ego y algo así como una falsificación intelectual y moral de su persona, con sus ligerezas incorregibles, sus audacias inconscientes, sus charlatane-


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-rías ignorantes, sus suficiencias inconcebibles; especie de sastrecillo remendón siempre dispuesto á hacer lo cjue se le pide: una levita, una casaca militar, una sotana, todo mal hecho, es cierto, pero á su juicio, magnífico, inimitable. Algunos de mis lectores le conocen y saben que ha escrito sobre todos los ramos del saber humano, sobre política, sobre educación, sobre economía política, sobre artes y literatura sobre filosofía y sobre higiene, sobre medicina y matemáticas, sobre todo, y con •sólo la ayuda de dos ó tres diccionarios enciclopédicos. E s una maravilla digna de ser adorada por los sabios del siglo. Y como ha escrito, así ha hablado en el parlamento chileno y así ha servido fielmente á Balmaceda en todas sus locuras haciéndose su hombre necesario en todo y en las más difíciles circunstancias. Ahora habla y escribe sobre ciencia militar, cita de memoria al gran Federico é indudablemente, ante el criterio de Balmaceda, es el hombre que puede darle la victoria. Al lado de Bañados está Domingo Godoy, de quién el mismo Bañados habla entre sus íntimos, como de un hombre dominado por el jugo ardiente de Baco, y que, después de haber representado en los primeros días de la dictadura el


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GIL JUAN

papel de verdugo mayor, impulsando al dictador en todas las medidas de crueldad y de violencia con que éste inaugurara su período terrible, ahora no tiene otra importancia en les consejos de Gobierno que la del machete gastado y mellado en fuerza de haber estado podando de día y de noche en la encina secular de las instituciones de ChileSiguen en importancia á éstos, Manuel Arístides Zañartu, que ha redactado para satisfacción de su amo y señor un proyecto de banco de Estado,, por el cual todas las fortunas particulares del paísirían á empozarse en las arcas de la dictadura, de modo que ésta pudiera distribuirlas en la forma más adecuada á sus sombríos planes de dominación; Acario Cotapos, el viejo bufón de lenguagcgrosero, que mejor que ningún otro de sus colegas.y amigos ha sabido llenar su grueso vientrecon las sobras y'"migajas de las fiestas de palacio;,: Nicanor Ugalde, el robusto engordero, que un aficionado á los recuerdos bíblicos tomaría por una de aquellas siete vacas gordas de Egipto que asombraron al Faraón después de los años de esterilidad porqué había pasado su imperio; Ismael

1

Pérez Montt, el hombre de cerebro de suela, como se le llama, y que estaría tan bien de portero de una oficina plumereando muebles y paredes como-


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de Ministro de Estado poniendo su garabato al pie de los decretos de la dictadura, y, por fin, José Miguel Valdés Carrera, á quien cualquiera tomaría por el jefe de una banda de beduinos y que realmente por sus actos podría serlo. Estos son sus políticos mas distinguidos, los que tienen asiento en sus consejos, los que secundan directamente sus acciones y con los cuales cree poder sostenerse largos años sobre el solio de su insensata omnipotencia. Ahora bien, sus generales, sus hombres de guerra no valen más que sus políticos. Velazquez, que manifestara dotes distinguidas en la pasada guerra del Pacífico, enfermo y desengañado, se esconde ahora en su casa sin atreverse á abandonar el mal camino en que su mala estrella lo comprometiera en los primeros días de la dictadura; Barbosa no es mas que un cerbero fiel de la persona del tirano, que engorda en las antesalas, considerándose feliz con que éste crea en su lealtad de genízaro y pague á precio de oro sus humildes servicios; Alcérreca estrellará su redonda cabeza contra un muro en el momento en que se le ordene hacerlo, pero sus conocimientos militares no salvarán al régimen imperante el día en que él ordene ó mande una batalla. Los de-


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Gil, J U A N

más jefes ú oficiales no valen más que los nombrados y seguramente menos que éstos. Hé aquí los hombres de la dictadura. Groseros ó ignorantes, torpes ó malvados, más bien que Iossostenedores del edificio político á que han unido su suerte con la fe musulmana de su abyección, parecen los roedores que minan su base sin alzarse más arriba de ella. Esto pinta mejor que cualquiera otra cosa la soberbia loca del hombre que cree poder sostenerse sobre ese cimiento de deleznable arcilla. Durante mi corta estadía en Santiago tuve ocasión de hablar y conocer de cerca á algunos de ellos, y formarme de su competencia el juicio que he expresado y en el cual me han confirmado sus hechos de cada día. Bañados, Godoy, Pérez Montt, Barbosa, Alcérreca y demás, ¿puede hablarse seriamente enumerando sus nombres é imaginando que ellos pueden serlos triunfadores ele mañana? Sólo el desprecio más profundo por la naturaleza humana ha podido hacer que el dictador de Chile se sienta bien con tales colaboradores y crea que con ellos, como con cualesquiera otros, puede sostener su omnipotencia. Siguiendo ahora el desarrollo del paralelo que he venido estableciendo entre los elementos con


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que cuenta cada uno de los partidos beligerantes, véase quiénes son los que secundan los esfuerzos patrióticos del ilustre capitán Montt y de los señores Silva y Barros Luco, en la gran tarea de lo que con razón se ha llamado la segunda independencia de Chile. En una hermosa fotografía reproducida en L i ma y que en estos momentos llama ia atención de todos los paseantes de la calle de Mercaderes, se ven las figuras agrupadasde esos hombres disdinguidos, de esos políticos y de esos guerreros, cada uno délos cuales tiene en la historia de su país una página brillante donde se hallan escritos sus grandes servicios á la patria}-' á la libertad. En medio de ese grupo y en el segundo plano del cuadro, detrás de los miembros de la Junta de Gobierno, se ve la noble y caballerezca figura de Manuel José Irarrazával, el más notable de los estadistas de su país. Desde los albores de su juventud se le admiró en el parlamento chileno como á un hombre capaz de llevar á cabo las más audaces y grandes empresas. Nutrida su inteligencia en los conocimientos más vastos de derecho público y economía social, alentado su corazón por un amor ardiente y apasionado á los principios fundamen-


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GIL JUAN

tales del verdadero gobierno democrático, y ayudado en sus empresas políticas por una voluntad de hierro y capaz de vencer todo género de obstáculos, ha sido durante los últimos veinte años el apóstol incansable de todas las grandes reformas liberales que han sido llevadas á la práctica en la legislación de su país. Entre los estadistas sud-americanos, no conozco otro que posea en el grado que él las dotes del gobierno y de la administración. En el grupo de patriotas que organizaron el pronunciamiento del 7 de enero y dieron forma y vida á la oposición militante de esos días, Irarrázaval figura como el primero entre ellos. Antes de él la debilidad y la vacilación mantienen suspensos los ánimos é indecisas las voluntades, pero llega él á ocupar su puesto, toma en sus manos la bandera, y todos le siguen y la revolución se organiza. Por eso, en el puesto que ahora ocupa en la Junta de Gobierno, su nombre es una garantía del éxito final de las operaciones. A l lado de Irarrázaval se ven en el cuadro las figuras de Isidoro Errázurizy de Joaquín Walker Martínez. ¿Quién que haya seguido con -interés el desarrollo político de Chile no conoce el nombre popular de Errázuriz, el orador brillante, apa-


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sionado y turbulento de los grandes debates parlamentarios de los últimos treinta años, el escritor y el periodista de las grandes frases y de las sátiras temibles, el hombre, en suma, que ha agitado cien veces alrededor de su personalidad todas las pasiones encendidas de la vida parlamentaria? Del mismo modo, ¿quién en Chile y en la Argentina ó en el Perú no ha oído hablar de Walkér Martínez, el joven caudillo conservador, cuya voluntad siempre pronta para la acción y cuya inteligencia extraordinaria le han conquistado una situación envidiable entre los hombres públicos de su país? Estos dos hombres, separados durante largos años y alejados el uno del otro por la distancia de sus opiniones, son hoy día, unidos en unos mismos esfuerzos y aspiraciones patrióticas, una verdadera potencia al servicio de la revolución. Errázuriz, Walker Martínez é Irarrázaval tienen en la Junta de Gobierno la dirección política de los acontecimientos, y á fe que ésta no podría estar en manos más firmes y más seguras. En el mismo cuadro y en compañía de los anteriores están el general Urrutia y los coroneles Holley y Canto, tres personalidades distinguidas del antiguo ejército de Chile. Cada uno de ellos 16


242

Gil. JIJAN

ha -ganado sus galones lejos de las antesalas de Iosgobiernos y su historia se confunde con la de los hechos más gloriosos de las campañas de la República. Se puede, por lo tanto, tener fe en su valor y en su pericia y descansar en la confianza de sus brillantes dotes militares. Si se hace una comparación entre las personalidades que tienen la dirección política y militar en uno y otro partido, no puede, pues, ponerse en duda un momento la superioridad inmensa con que cuenta en su favor la causa de la libertad y del derecho, y que le da todas las probabilidades del triunfo final y decisivo. Por otra parte, á medida que el tiempo avanza y que los acontecimientos se acercan, estas diferencias que hemos establecido se acentúan más y más, dándonos la razón en todas nuestras apreciaciones. En la atmósfera turbia y cargada donde respira la dictadura, cada día, en efecto, se hacen más débiles é ineficaces los medios de que ésta se sirve para robustecer su poder. L a crueldad de los castigos, la tenacidad en las persecuciones, la violencia contra las personas y las cosas no consiguen ya amedrentar los


L A

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espíritus ni contener en su desarrollo los gérmenes de disolución que por todas partes minan y trabajan sin cesar el edificio, sino que, al contrario, parecen darles mayor fuerza en la resistencia hasta ser ésta considerada por todos como el gran deber que el ciudadano está obligado á cumplir para con su patria. El sacrificio, la muerte misma, no importan ya, si son necesarios y si la conciencia los pide como una ofrenda terrible. Los sargentos de la conspiración de Santiago atraviesan sonrientes en la mañana de su martirio los patios de la cárcel penitenciaria, y saludando gallardos y triunfantes á sus compañeros de prisión que se despiden de ellos con lágrimas en los ojos, suben al patíbulo y gritan que mueren por la libertad de su patria. Los marineros de la

Guale,

de pie

sobre el banquillo, rompen con sus manos las toscas camisas que cubren sus cuerpos, y antes de ser traspasados por el plomo homicida, arrojan los pedazos al pueblo, exclamando que no quieren llevar al sepulcro nada de lo que les ha sido dado por el dictador. Ricardo Cumming oye sereno é impasible en su celda de prisionero la sentencia de su asesinato, conversa en seguida


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Gil. J U A N

con sus compañeros sobre el próximo triunfo de la libertad, se siente feliz porque piensa que su sacrificio será útil á la causa por la cual expuso cien veces su noble vida, y sube al cadalso con los ojos fijos en la visión cercana de su apoteosis y de su gloria. Todos los que van al tormento ó á la muerte ya no se quejan ni inclinan sus altivas cabezas, sino que, antes bien, parecen ir á cobrar una deuda que á corto plazo les será pagada. Entretanto, estas escenas luctuosas, cuyos ecos llegan hasta el Norte á conmover todas las fibras más hondas del sentimiento y del patriotismo, no hacen sino avivar más y más la energía y la actividad de los amigos de la libertad. Cumming ha muerto en el patíbulo, los marineros de la

Gua-

le han pagado con la vida su generoso atrevimiento, los sargentos de Santiago han sido inmolados por el tirano... Estos hechos, circulando de boca en boca entre la multitud y en las filas del ejército, arrancan á todo hombre de corazón un juramento de venganza y obligan á la Junta de Gobierno á apresurar los preparativos para la próxima jornada. Se habla ya no solamente de ir á Chile á salvar su Constitución y sus leyes, sino también de vengar !a sangre de los mártires de la patria. Cada día que pasa, se dice, es una con-


LA REVOLUCIÓN CHILENA

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cesión que se hace á la dictadura para que satisfaga su sed de sangre y de crímenes. Por esto, desde Tacna á Vallenar, de todas las poblaciones y de todos los lugares del interior se ven llegar diariamente á los cuarteles de la costa nuevos y numerosos voluntarios que vienen á pedir un fusil ó una espada. Desde el día 3 de julio, en que el vapor

Maipo

amaneciera en la rada

de Iquique con el valiosísimo cargamento de pertrechos de guerra enviado de Europa por los activos agentes de la Junta, hasta la fecha en que redacto estas ligeras líneas, esa emigración de hombres ha venido aumentando día á día. De esta manera el ejército constitucional ha podido triplicar su número en corto tiempo y organizarse y disciplinarse como un ejército de línea, que nada debe temer de los que mañana quieran cerrarle el paso en su marcha gloriosa y triunfante. Todo se halla, pues, preparado y los días délas justas venganzas se acercan. L a dictadura consu cortejo infame de abominaciones y de crímenes, ha podido vivir ocho meses apoyada en la fuerza bruta de sus bayonetas y en medio de una población inerme y desgraciada; pero, ¿seguirá viviendo el día en que sus guardias pretorianas-


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CIL

JUAN'

vean avanzar hacia ellas á los vengadores de la ley, á los defensores del pueblo, á los instrumentos de la justicia de Dios? Una mano de fuego escribe ya sobre los muros de la Moneda la frase bíblica que despertara un día al rey asirio del sueño de su embriaguez insensata.


xvrr Lima,

á 20 de agosto de

1801.

A suerte ha sido arrojada. Los regimientos _1

j del ejército constitucional dejan ya sus

•campamentos y sus cuarteles para embarcarse en los transportes de guerra que viajan desde Iquique á Caldera y de Caldera á Huasco, y en pocos días más la expedición libertadora habrá salvado las fronteras y presentádose á las puertas mismas de la dictadura. Un viento de borrasca sopla del Norte hacia el Sur y yo veo desde Lima á esos defensores de la libertad, poner pie en tierra en una •caleta descuidada y solitaria para marchar en se-


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Gil.

JL'AN

guida con la fe fervorosa de su causa al combate y á la victoria. Las candorosas ilusiones de la dictadura se han desvanecido, pues, para siempre. Desde los primeros días de la revolución ésta se había halagado persistentemente con la idea de que los sublevados del Norte, como se les llamaba, jamás intentarían llevar un ataque de frente contra las fuertes guarniciones estacionadas desde Coquimbo hasta Lebu. ¿Con qué elementos bastante poderosos podrían intentar una tal aventura? E s ta ilusión había persistido en los consejos del dictador hasta el último momento y como un hecho indiscutible y evidente. Mientras el Gobierno, se decía en la Moneda con la seguridad de una convicción profunda, tenga un ejército respetable por su número, lealtad y disciplina, cuyas distintas divisiones puedan movilizarse en treinta ó cuarenta horas y operar su concentración en cualquiera de los puntos de la gran línea estratégica ocupada por los distintos cuerpos que las componen, los revolucionarios no cometerán la locura de venir á estrellarse fatalmente contra las puntas de sus bayonetas y las bocas de sus cañones. Podrían intentar tal vez algunos golpes de sor-


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presa con ligeras expediciones de desembarco y para el fin de mantener la actividad de las operaciones y alentar el espíritu de resistencia de sus parciales; pero abandonar su campo de resistencia, dejar á Tarapacá, venir á la boca del lobo» ¿cómo, sin comprometer locamente su vacilante fortuna y sin perder en un día los resultados de tantos y persistentes esfuerzos? Se comprendería que así obrasen después de haber agotado todos sus recursos y sólo para poner término con un golpe de brillo á la comedia de la resistencia; pero tal cosa no es de esperar todavía mientras no hayan perdido la esperanza de una sublevación militar en el centro mismo del país. Estaba tan arraigada y era de tal modo aceptada esta ¡dea por los devotos y partidarios del Dictador, que ell?. era como el punto de partida de todos sus cálculos, como la base de todos sus proyectos, como el factor de todas sus alegres cuentas. Ellos no vendrán; ¿cómo vendrían?; es absolutamente imposible que tal intenten; no podría ocurrírselcs semejante locura; ¿no sería ello un sacrificio estéril seguido de su entrega incondicional?; se podría pensar en todo menos en eso... Con estas ú otras frases parecidas terminaba siempre toda conversación ó discusión al respecto.


250

Gil. JUAN"

Si de cuando en cuando llegaba á sus oídos la grave noticia de que los sublevados del Norte habían recibido un cargamento de armas ó que las gestiones de sus agentes en Estados Unidos ó Europa para conseguirlas podían proporcionárselas, esto no importaba, no tenía gran significación ni podía alterar seriamente la situación en que ambos partidos se hallaban colocados. L a cuestión, para los amigos de la dictadura, se resolvería tarde ó temprano, ó por una mediación diplomática que trajera al redil á los que de él habían huido sin meditar bien en las consecuencias de su triste calaverada, ó por el tiempo, ese gran deshojador de ilusiones, que habría de trocar en amargos desengaños toda la pólvora gastada en la primera hora de la exaltación y del entusiasmo. En uno ó dos meses más, por otra parte, el dictador tendría en el puerto de Valparaíso dos nuevos y poderosos barcos de guerra, el te Errázurir:

y el Presidente

transportes, el Aquila al

Imperial

y

y

Pinto,

el Mapoclw,

y dos

Presidengrandes

los que unidos

las dos torpederas, le permitirían

operar con ventajas contra la escuadra sublevada y llevar á las mismas playas de Tarapacá un ejército poderoso y recuperar con su auxilio la parte perdida del territorio.


LA

REVOLUCIÓN

CHILENA

2¡l

Estos buques, al mismo tiempo, podrían con la ligereza de sus cascos y el poder de su artillería, batir en detalle á los pesados barcos sublevados y destruirlos en poco tiempo, permitiendo al Gobierno hacer en seguida el bloqueo efectivo de toda la costa del Norte y rendir por hambre á los tales partidarios de una causa ya completamente perdida. El fin de la campaña estaba, pues, señalado, como próximo, cualesquiera que fuesen los elementos que los revolucionarios acumulasen para su defensa, cualesquiera los medios de acción de que dispusieran, cualesquiera las resoluciones de que estuvieran animados. Relegados en un desierto y privados de todo medio de comunicación con el exterior, ¿quién ni cómo podría venir en su socorro? L a solución del problema pertenecía indudablemente al tiempo y éste habría de favorecer con ella al gobierno de Santiago que contaba con recursos sobradísimos para sostenerse durante meses y años en el terreno que ocupaba. A medida que los días pasaban, estas ilusiones se vigorizaban más todavía con las noticias que de Europa comunicaban al dictador sus activos agentes que allí vivían atareados en la obra salvadora para sus planes de la salida de los cruce-


252

GIL

JUAN

ros que á toda prisa se construían en los arsenales franceses. El

Presidente

Pinto

estaba ya casi terminado-

y era cuestión de días su envío al Pacífico; el. Presidente

Errdznriz,

su gemelo, le seguiría en.

un mes más; las gestiones hechas en Buenos Aires por el Ministro Vidal para la adquisición del Aquila

llegaban á un resultado favorable; en.

poco tiempo más, el dictador contaría, pues, con una verdadera escuadra que le permitiría dar gran, vigor y activo impulso á las operaciones. EI mes de septiembre, por otra parte, agregaban, se acerca ya y con él la fecha de la transmisión del mando supremo, que permitirá, en el peor de los casos, abrir con los revolucionariosnuevas gestiones de paz, en las que estos se apresurarán seguramente á aceptar lo que hasta ahora su orgullo ó la naturaleza de la causa que defienden les obliga á rechazar como un don de las manos de Balmaccda. El heredero del dictador es un político que no exigirá de ellos otra cosa que la sumisión al gobierno legítimo del país, que el desarme en homenaje al principio de autoridad que ha hecho feliz á Chile durante el espacio de medio siglo. Ellos se han alzado con las armas en la


I.A R E V O L U C I Ó N C H I L E N A

253

mano contra ese principio, comprometiendo el •orden, la paz y la felicidad del Estado; con ello han cometido indudablemente, no sólo una gran falta, sino el mayor de los crímenes contra la patria; pero todo eso puede aún perdonarse en beneficio de esos mismos y preciosos bienes. El heredero del dictador tiene en sus manos el velo del olvido generoso con que pueden cubrirse las grandes faltas, y la magnanimidad sin tasa ni medida es una de las virtudes cívicas del nuevo mandatario. Leyendo la prensa dictatorial de esos días, se ve cómo estas razones inspiraban el criterio de los parciales de la dictadura, de qué manera sostenían su convencimiento de que no podrían ser jamás vencidos, y cómo la partida que se jugaba desde hacía más de siete meses de sangrienta lucha habría de ser al fin ganada por ellos. Los diarios de la dictadura en sus días lúcidos, tenían á veces verdaderos arranques de ternura para con esos hijos descarriados de la patria, para con esos pobres locos á quienes cegara en su criminal empresa una ambición insensata. ¿No son al fin chilenos como nosotros? exclamaban; ¿no han nacido en este mismo país que ahora en su demencia tan cruelmente agravian?


254

GIL

JUAN

Se les puede, pues, perdonar todavía su gran falta y recibirlos en el seno de la patria como al hija pródigo en la casa paterna. Luego, esa misma prensa hacía pintorescas descripciones de la situación desesperada en que se hallaban esas pobres gentes del Norte, reducidas á los últimos extremos del hambre y de la miseria. No podía, por consiguiente, creerse ni imaginarse siquiera que los que, por un capricho de la fortuna, habían vencido en Pisagua, San Francisco, Pozo Almonte, Iquique, Antofagasta, Arica y Caldera, pretendieran violentar al destino é intentar un ataque serio contra el aguerrido y numeroso ejército, que desde Coquimbo hasta Lebu, guardaba las fronteras de la dictadura y ocupaba todas las poblaciones y ciudades sometidas á su vasto imperio. El dictador, como he dicho, según el criterio de sus partidarios, no tenía otra cosa que hacer que esperar y esperar, hasta que la revolución se devorara á sí misma, falta de recursos de subsistencia, y desengañada de su impotencia, viniera á solicitar un perdón generoso de sus locuras y grandes faltas. Entretanto, ¡de qué manera tan distinta se veían


LA REVOLUCIÓN

CHILENA

255

las cosas en los campamentos de Tacna, Iquique, Antofagasta y Atacama! Durante meses habían esperado armas y municiones para armar un gran ejército, y ya éstas les habían llegado; con esos elementos de guerra habían calculado elevar sus fuerzas á una cifra bastante poderosa para ir á atacar á la dictadura en sus posiciones, y de todas partes acudían á las filas miles de voluntarios; teniendo armas y hombres miraban como segura la victoria, y ya era solo cuestión de días para ellos el ir á plantar sus banderas en los fuertes de Valparaíso y en las torres de Santiago. L a idea del triunfo próximo enardecía los ánimos y hacía que en los campamentos se esperara como un día de fiesta y de gloria aquel en que se les ordenara embarcarse y marchar. L a dictadura tenía, es cierto, un aguerrido ejército, se decía; pero, ¿qué podrían esos pobres hombres arreados como bestias á los cuarteles, contra los voluntarios del Norte, dispuestos á morir en la demanda antes que permitir siguiera manchando el honor y la gloria de la patria el miserable autor de tantas y prolongadas desgracias? Los defensores de la tiranía podían, es verdad, oponerles un número de tropas muy superior al


256

GIL

JUAN

con que ellos irían á atacarla; pero, los hombres que tienen la conciencia de su derecho y que en cierto modo son los instrumentos de la justicia de Dios, ¿no pueden batirse uno contra dos y en el supremo esfuerzo duplicar la energía de su brazo y el aliento de su pecho? Los enemigos de la patria, extendiendo sus legiones desde Coquimbo hasta Arauco, estaban preparados para resistir el ataque en cualesquiera de los puntos de su vasta línea de defensa; pero, los soldados de la ley, ¿no contarían con la ventaja de escoger el momento y el lugar del combate y aprovechar de esta circunstancia para decidir la victoria á su favor? Si Balmaceda podía

aumentar sus fuerzas

marítimas y en cuatro ó seis meses tener en Valparaíso los dos cruceros en actual construcción ¿por qué el ejército constitucional habría de esperar á que el enemigo viniese con su escuadra improvisada á presentarle combate en las costas del Norte, y no iría inmediatamente á buscarle en el centro mismo de su orgullosa omnipotencia? Así se hablaba en el Sur y en el Norte respecto á las probabilidas de una lucha próxima y definitiva en las postrimerías del mes de julio, y ya vemos cuan lejos estaban de la verdad de la si-


LA REVOLUCIÓN

CHILENA

tuación los que allá se adormecían con las ilusiones de su omnipotencia y qué fuerza moral empujaba á los de acá en su grande y gloriosísima empresa. L a suerte ya ha sido arrojada y los regimientos del Norte van en marcha, sin que el rumor de sus pasos despierte de su letargo á aquellos á quién el destino parece haber cegado los ojos y adormecido los oídos para que no vean ni oigan su sentencia de muerte. Allá van sobre sus barcos de guerra, ¿y se quiere todavía un pronóstico más elocuente de los sucesos que van á realizarse? Todos los que de lejos contemplamos los preliminares de este último cuadro del drama, estamos esperando anhelantes las noticias de cada hora y de cada momento, y, sin embargo, los parciales de la dictadura todavía duermen! L a historia tomará más tarde en cuenta este hecho, tantas veces repetido en sus páginas, para caracterizar la verdadera fisonomía de la dictadura y explicarse su fatal derrumbamiento.

17



XVIIT

Escribo esta última página de mis impresiones á la luz de la nueva aurora que ilumina con sus brillantes y diáfanos colores el horizonte político de la América del Sur. L a democracia y la república no están perdidas en América. Esos soldados heroicos que ayer, en las playas de Tarapacá, de Antofagasta y de Atacama, se embarcaban á bordo de los trasportes de guerra de la revolución, después de cortos días de anhelante expectativa han puesto pie en tierra en la solitaria bahía de Quinteros, para arrojarse en seguida, como una avalancha de hierro, sobre las numerosas huestes de la dictadura y arrollarlas en las alturas de Concón y despeda-


2ÓO

Gil.

JUAN

izarlas en los campos de la Placilla (i). Chile se ha salvado y con Chile el porvenir de los demás estados sud-americanos. Parece una fantástica leyenda ese paso del Aconcagua, á la vista y bajo los fuegos del enemigo. Esos soldados, llevando en alto sus rifles y •sus municiones y cruzando el ancho río sin disparar un tiro hasta no llegar á la opuesta orilla, para lanzarse en seguida, como poseídos de una locura heroica, sobre las posiciones inexpugnables de sus adversarios, y alcanzar hasta las mismas bocas de sus cañones y arrollarlo todo á su paso, me hacen recordar los episodios más notables y culminantes de la guerra. Un gran pintor de batallas no encontraría un tema más hermoso para ponderar en el lienzo lo que puede y á qué alturas alcanza el valor humano llevado sobre las ardientes alas del amor á la patria. Luego, esa terrible marcha desde Concón á Quilpué y desde Quilpué á la Placilla, para obligar al enemigo á abandonar sus primitivas y atrincheradas posiciones... Los batallones fatigados, insomnes y hambrientos caminan entre las sombras de la noche oyendo á sus espaldas los (i)

A p é n d i c e n ú m . 1 5 — N o t a del

Editor.


LA REVOLUCIÓN CHILENA

2ÓI

rugidos de las locomotoras, que pasan con la rapidez del relámpago llevando á sus adversarios nuevos y nuevos contingentes de tropas. Esos extraños ruidos de la noche, dicen ellos, son las últimas amenazas de la dictadura que pronto ahogaremos con nuestros brazos en su monstruosa garganta, y continúan marchando con la fe de la victoria en el día que va á amanecer. Siete días y siete noches caminan así, casi á tientas por entre yermos oscuros y senderos extraviados, padeciendo todo género de penalidades, pero sin desmayar un punto en medio de la tremenda jornada, hasta que ven al enemigo y le contemplan comolas águilas á su presa. Esto da una idea del espíritu que los animaba y de qué modo la noción del deber estaba grabada en sus corazones de acero. Por fin, llega el día 2 8 de agosto. El ejércitode la dictadura, fuerte de catorce mil hombres,, ocupa las alturas de Peñuelas, á cuyos pies está el caserío de la Placilla. Esa posición parece inexpugnable y así la juzgan los que la han escogido y se creen allí seguros y de antemano vencedores. Pero no hay imposibles para el valor y el heroísmo. Los regimientos constitucionales avanzan impávidos por el llano y comprometen la batalla al pie de las alturas. Durante dos horas las


262

GIL

JUAN

fuerzas de uno y otro bando avanzan bajo una lluvia de plomo hasta cruzar sus bayonetas cuerpo á cuerpo, éstos defendiéndose con una terquedad sin nombre y digna de mejor causa, y aquéllos arrojándose con valor desesperado sobre las posiciones enemigas. El destino de la guerra se mantiene, sin embargo, incierto durante una hora más todavía, y en toda la línea y en todos los senderos los soldados se estrechan, cada uno contra su adversario, sin ceder ni avanzar un punto en la lucha general y singular á la vez. Parece que el combate fuera á prolongarse así al través de todas las horas del día que avanza, cuando el coronel Canto arroja toda su caballería en masa sobre las espaldas del enemigo, despedazando sus líneas y dispersándolas en completa derrota. Desde ese momento toda resistencia es inútil y la dictadura ha muerto en un lago de sangre como había vivido. Todos los hombres de libertad, todos los amigos de la democracia están de plácemes y celebran alborozados esta gran jornada del patriotismo. En Chile ha muerto la dictadura para no alzarse ya jamás y la ola de sangre en que ha sido ahogada ha lavado sobre la tierra chilena ocho meses de oprobios, de vergüenzas y de crí-


LA REVOLUCIÓN CHILENA

263

•menes. Una nueva aurora de paz y de libertad brilla en el cielo, y á su hermosa luz, los hombres que no han desesperado del porvenir de la América republicana, sienten robustecerse su fe en los gloriosos destinos del continente.



APÉNDICES NÚMERO

1.

•>o^o>.

Be

Santiago

al

Iquique, S. D.

Maipo Marzo

ij

de

1801.

GONZALO B U L N E S Santiago. Querido Gonzalo:

Cumpliendo con S a n t i a g o y en

los

la p r o m e s a q u e te h i c e al s a l i r momentos

en q u e a b a n d o n a b a

de el

amable hogar d o n d e durante sesenta días estuviéramos en reclusión severa, y estrechando

más

b u r l a n d o las y

más

amenazas del tirano

los lazos d e nuestra

vieja

a m i s t a d , t o m o a h o r a la p l u m a , en e s t a c i u d a d l i b e r t a d a p o r la i n d o m a b l e e n e r g í a d e n u e s t r o s

m a r i n o s y la h e -


266

GIL

JUAN

r ó i c a fiereza d e n u e s t r o s s o l d a d o s , p a r a r e l a t a r t e las p e ripecias de mi viaje y

enviarte un

saludo de

hombre

l i b r e , á tí q u e a u n te v e s o b l i g a d o á r e f r e n a r e n t r e l o s m u r o s d e tu p r i s i ó n el v u e l o g e n e r o s o d e t u s i d e a s y d e tus sentimientos. C o m o d e a n t e m a n o e s t a b a c o n v e n i d o y s i g u i e n d o lasi n s t r u c c i o n e s q u e t e n í a m o s d e la J u n t a R e v o l u c i o n a r i a •de S a n t i a g o , el d í a l u n e s , 9 d e l c o r r i e n t e , á las d i e z d e la n o c h e , s a l i m o s d e la c a s a d e T o r i b i o L a r r a í n , m o n t a d o s en b u e n o s c a b a l l o s y l i g e r a m e n t e a p e r a d o s p a r a el viaje, J u a n de Dios Vial G u z m á n , A d o l f o H u r t a d o L a rraín, Alfredo V i a l Solar,

un r o b u s t o v a q u e a n o y

este

tu a m i g o afectísimo. S e g ú n lo p r e v i a m e n t e a c o r d a d o , d e b í a m o s h a c e r a l t o e n el c a m i n o d e c i n t u r a y frente á la c a l l e d e B a s c u ñ á n G u e r r e r o , para esperar ahí á otro grupo de amigos y c o m pañeros, cuyos nombres todavía ignorábamos, pero q u e •se n o s d a r í a n á c o n o c e r p o r el s a n t o y s e ñ a q u e t e n í a m o s para esa noche. E n este p u n t o

nos

encontrábamos,

cuando

vinie-

r o n á n o s o t r o s d o s c o n o c i d o s a g e n t e s d e la J u n t a p a r a d e c i r n o s q u e el c a m i n o e s t a b a l i m p i o d e a l i m a ñ a s d i c tatoriales, y nos ordenaron q u e avanzáramos dos c u a d r a s m á s al p o n i e n t e . A q u í encontramos, después

de dar nuestra seña,

al

c o r o n e l d o n E u s t a q u i o G o r o s t i a g a , al c o m a n d a n t e d o n A n í b a l F r í a s , y un instante d e s p u é s á C a r l o s I r a r r á z a v a l Lira,

Florencio

Larraín Lecaros y Luis Matta

Pérez.

S e g u i m o s adelante entonces, pero á m a r c h a lenta, pa-


LA REVOLUCIÓN CHILENA

r a dar lugar á que s a n t e , sin

267

n o s a l c a n z a s e el g r u p o m á s i n t e r e -

d u d a , d e los d e la p a r t i d a , es d e c i r , el d e la

p o l i c í a a r m a d a d e S a n t i a g o , q u e , al m a n d o del b i z a r r o mayor de caballería don Rodolfo Ovalle B a s c u ñ á n , deb í a v e n i r y a c e r c a y d e s p u é s d e h a b e r h e c h o e n la c i u d a d el s e r v i c i o d e t u r n o d e e s a h o r a . Efectivamente,

minutos

d e s p u é s , s e n t i m o s á la d i s -

t a n c i a el r u m o r d e l t r o t e d e c a b a l l e r í a s , y l u e g o e s t a b a c o n n o s o t r o s el m a y o r O v a l l e ,

s e g u i d o d e l oficial

Ma-

nuel A . E s c o b e d o y de una lucida tropa a r m a d a de carabina, sable,

r e v ó l v e r y t r e s c i e n t o s tiros

de bala

c a b e z a , es d e c i r d e t o d o el a r s e n a l p o r t á t i l c o n q u e

por la

d i c t a d u r a h a a r m a d o á los e x - a g e n t e s d e la s e g u r i d a d y del orden. Y a e s t á b a m o s t o d o s r e u n i d o s , sin q u e n i n g u n a c o n t r a r i e d a d n o s afligiera, sin q u e n i n g ú n e n t o r p e c i m i e n t o nos

c o n t r a r i a s e y, al

fin,

libres y señores

de

nuestra

l i b e r t a d y a l b e d r í o . ¡ A d e l a n t e , p u e s , y feliz v i a j e ! E r a , mi e s t i m a d o a m i g o , un espectáculo característico d e la é p o c a t r i s t í s i m a p o r q u e a t r a v e s a m o s , el q u e p r e sentábamos

en esos m o m e n t o s ,

galopando

entre

las

• e s p e s a s s o m b r a s d e la n o c h e e n d e m a n d a d e p u e r t o seguro donde mirarnos

lejos del

brazo infame

q u e á la

h o r a presente persigue, e n c a r c e l a y azota á los mejores y más

virtuosos

c i u d a d a n o s d e la r e p ú b l i c a , y

donde

p o d e r t e n e r u n p u e s t o p a r a la g r a n l u c h a en q u e al fin h a b r á d e c a e r p a r a n o l e v a n t a r s e j a m á s e n C h i l e la o d i o sa y repugnante tiranía nos avergüenza.

q u e nos oprime, nos mata y


268

GIL

JUAN

E l a i r e d e la l i b e r t a d p a r e c í a a v i v a r el i n g e n i o d e c a d a c u a l é i n s p i r a r l e las frases m á s p i c a n t e s s o b r e

la o l í m -

p i c a a c t i t u d d e z a r z u e l a d e los g a l l i n a z o s d e la M o n e d a , i g n o r a n t e s p o r e s o s m o m e n t o s d e la b u e n a

presa

que

s e les e s c a p a b a d e las g a r r a s , h u y e n d o al c o r r e r d e l o s generosos brutos por

los c a m i n o s

y callejones

d e los

a f u e r a s d e la c i u d a d . — ¿ Q u é d i r á m a ñ a n a m i q u e r i d í s i m o a m i g o el d e las m e l e n a s , e x c l a m a b a R o d o l f o O v a l l e , c u a n d o el n o m e n o s q u e r i d í s i m o A l c é r r e c a le d é p a r t e d e q u e h a s t a l a p o l i c í a d e S a n t i a g o s e le h a i d o c o n a r m a s y t r e s c i e n t o s tiros p o r c a b e z a á b o r d o d e la A r m a d a C o n s t i t u c i o n a l ? — ¿ Q u é cara de vinagre aconchado pondrá papá Barb o s a , d e c í a el c o r o n e l G o r o s t i a g a , v u e l t a y al d a r l e

u n p u n t a p i é en

cuando me lo

m e n o s n e g r o y feo d e su a p o l i l l a d a

vea

de

más blando y

lo

humanidad?

• — ¿ Y el infeliz d e C l a u d i o , al v e r s e sin p e n a c h o y sin p l u m a s ; y el p i c a r o d e G o d o y , a h o g a d o e n u n t o n e l d e h u a c h : . c a y ; y el e x u b e r a n t e

Bañados,

s u d a n d o c o n la

c u e r d a e n e! p e s c u e z o ; y en fin, t o d a esa c a r n e d e horca, q u e no la h u b o

m e j o r e n los b u e n o s t i e m p o s

de

la linche!ía? A s í c a d a c u a l s o l t a b a al a i r e s u l i n d e z a s o b r e a l g u n o d e los d e la g a v i l ' a d i c t a t o r i a l ,

y galopábamos y galo-

p á b a m o s , h a s t a q u e la v o z d e u n o d e los d e la c o m p a ñ í a g r i t ó ¡Alto!

y nos detuvimos en m e d i o del c a m i n o .

S e n o s l l a m a b a á p a r l a m e n t o s o b r e la m a n e r a y forma

cómo

peligros.

debíamos

h a c e r el v i a j e

sin o b s t á c u l o s n i


A REVOLUCIÓN CHILENA

H a s t a ese instante, mos

lejos

ninguna

todo iba

269

con felicidad,

estába-

d e S a n t i a g o , n a d i e h a b í a f a l t a d o á la

desgracia

había

que

lamentar;

pero

cita,

¿quién

dirigiría en a d e l a n t e la e x p e d i c i ó n , por c a m i n o s extraviados, de m o d o q u e igual ñándola fin?

y fuera

felicidad siguiera

c o n d u c i d a lo m á s

acompa-

r á p i d a m e n t e á su

D e b í a m o s , e v i d e n t e m e n t e , tener un jefe

conoce-

d o r d e p o b l a d o s y d e s p o b l a d o s , al c u a l t o d o s s e c o m prometieran á obedecer y que

fuese t a m b i é n d e t o d o s

respetado, c o m o un general por sus soldados en cam paña. D e s p u é s de m a d u r a a u n q u e rápida deliberación, en que

distintos oradores de casaca,

levita y

p o n c h o hi-

cieron oir breves y c o n c i e n z u d o s discursos, se c o n v i n o e n r e c o n o c e r c o m o g e n e r a l d e d i v i s i ó n al B e n j a m í n d e la c o m i t i v a , q u e , si e s v e r d a d q u e e r a u n n i ñ o d e v e i n te a ñ o s , p o s e í a ,

sin e m b a r g o , la s e n s a t e z d e u n a n c i a -

n o , al m i s m o t i e m p o q u e e r a el m á s caminos y campos que

c o n o c e d o r d e los

debíamos atravesar,

amén de

su energía, prudencia y discreción á toda p r u e b a . Dispuestas

a s í las c o s a s y d a n d o t o d o s e j e m p l o d e

a m o r á la d i s c i p l i n a , s e r e c o n o c i ó i n m e d i a t a m e n t e c o m o jefe á don

Adolfo

Hurtado

Larraín, quien, habiendo

a c e p t a d o el p u e s t o y j u r a d o á las e s t r e l l a s d e la n o c h e desempeñarlo galope

fielmente,

d i o la o r d e n d e ¡Adelante

y d

tendido!

E l e n t u s i a s m o y la a l e g r í a q u e d e s d e el p r i m e r m o mento habían medida

dominado, parecían

más y más vivos á

que avanzábamos, alejándonos

de

Santiago,


270

Gil.

JUAN

c u a n d o e n t r e el r u i d o s o r d o d e l g a l o p a r d e los c a b a l l o s se o y ó un agua!

grito

de pavor y de

espanto

¡Hombre

al

y todos instantáneamente nos detuvimos.

Era

que

el c o m a n d a n t e

Frías se había

dado

una

vuelta y y a c í a e n tierra c o n el c u e r p o y la c a b a l g a d u r a . E l s u s t o fué el c o n s i g u i e n t e ; el d e s g r a c i a d o c o m a n d a n t e n o s a b í a si t e n í a las

p i e r n a s q u e b r a d a s ó los b r a z o s

h e c h o s a ñ i c o s ó la c a b e z a el c u e r p o

en p o d e r

s e p a r a d a del tronco ó t o d a

del diablo, ó de B a l m a c e d a , q u e

e r a lo m i s m o . E l c o m a n d a n t e se q u e j a b a y s e q u e j a b a c o n tristes y a p a g a d a s v o c e s . ¿ Q u é h a c e r e n tan c r í t i c a s c i r c u n s t a n cias? ¿ C ó m o

llamar á Aguirre,

Mceric ó á cualquiera

de

los

á

Barros

Borgoño, á

compone-huesos

de

la

Facultad? ¿ D e q u é manera conseguir una gota del báls a m o d e F i e r a b r á s , q u e tan b u e n é x i t o p r o d u c í a e n l o s desatornillados coronel

m i e m b r o s del

Gorostiaga

señor don

Quijote?

FA

auscultaba desesperado á su com-

p a ñ e r o d e a r m a s , q u e no se l e v a n t a b a del suelo. En

medio

de trance

tan

apurado, á alguien

se l e

o c u r r e d e c i r q u e se l e v a n t e el d e s g r a c i a d o c o m a n d a n te, y e n t o n c e s . . .

se ve con sorpresa del m u n d o entero

y aun dei p a c i e n t e m i s m o , q u e t o d o ello n o p a s a b a d e alguna e s c o n d i d a m a g u l l a d u r a en los músculos blandos. El

comandante estaba

gloria del

resucitado,

para felicidad y

e j é r c i t o d e C h i l e , y e n t r e los d i c h o s y b u r -

las inocentes de sus c o m p a ñ e r o s d e viaje, volvió á m o n tar el

fiero

b r u t o , y el j e f e d e la e x p e d i c i ó n

n u e v o /Adelante

y al

galope!

gritó d e


l.A R E V O L U C I Ó N C H I L E N A

271

Á cuatro leguas de Santiago, más ó menos, H u r t a d o hizo detener y propuso

o t r a v e z la a p r e s u r a d a

á sus s u b o r d i n a d o s

Adolfo marcha

la s i g u i e n t e c u e s t i ó n :

¿ D e b í a ó n ó c o r t a r s e el t e l é g r a f o y

el t e l é f o n o ,

para

i m p e d i r q u e B a l m a c e d a , s a b e d o r tal v e z á e s a s h o r a s d e n u e s t r a fuga, c o m u n i c a r a c o n M e l i p i l l a , C a s a b l a n c a ó

Valparaíso?

proceder

Por unanimidad de

inmediatamente

á

votos

se

acordó-

c o r t a r los hilos y r e p e t i r

la o p e r a c i ó n c a d a d o s l e g u a s . A l punto se puso, pues, m a n o y pegual á los postes y p a l o y s a b l e á los a l a m b r e s , misma operación de cirugía

h a c i é n d o s e d e s p u é s la

r e v o l u c i o n a r i a e n el r e s t o

d e l c a m i n o y tal c o m o h a b í a s i d o a c o r d a d a . A l l l e g a r al p u e b l o d e

Peñaflor

r e t u v i m o s al p a s o á

las c a b a l g a d u r a s y c r u z a m o s e n s i l e n c i o el c a s e r í o , p a r a n o d e s p e r t a r las a l a r m a s d e l a a u t o r i d a d ó d e los v e c i nos que

en esos m o m e n t o s de campestre reposo dor-

m í a n el s u e ñ o d e los felices b a j o el a l a s o p r í f e r a d e l d i o s m á s b e n i g n o á los m o r t a l e s . D e s d e allí p a r a a d e l a n t e , a b a n d o n a m o s y a los c a m i nos públicos y nos

a l e j a m o s d e los villorrios y sende-

r o s h a b i t a d o s , s i g u i e n d o p o r el i n t e r i o r d e los g r a n d e s f u n d o s c o s t i n o s , d e m o d o q u e los a g e n t e s d e l d i c t a d o r perdieran

toda

huella nuestra y se encontraran

en la

absoluta imposibilidad de perseguirnos con provecho. En

las a l t a s h o r a s d e la

noche,

atravesábamos

la

extensa cuesta de Mallarauco, silenciosos y cabizbajos, b a s t a n t e f a t i g a d o s d e la m a r c h a a l g u n o s , c o n las

bes-

tias c a s i c o r t a d a s o t r o s , y e s t e tu a m i g o a f e c t í s i m o , s o -


272

GIL

b r e u n j a m e l g o d e tres

JUAN

p a t a s ú t i l e s y u n a c u a r t a fuera

de combate absolutamente. E l coronel

Gorostiaga

era,

en esos

momentos

de

s u p r e m o c a n s a n c i o , el h o m b r e d e la s i t u a c i ó n . P a r a d i s . traernos, ponía en

a p r i e t o s su i m a g i n a c i ó n ,

contándo-

n o s las a v e n t u r a s r o m a n e s c a s d e su r e c i e n t e c a u t i v e r i o . Sus relaciones

nos

h a c í a n r e í r y e x c i t a b a n la v e n a

de

los d e m á s , h a c i e n d o q u e c a d a c u a l n o q u i s i e r a ser m e n o s q u e el p r e s t i g i o s o j e f e d e la a r t i l l e r í a . H a s t a el c o m a n d a n t e F r í a s s e r e p o n í a d e su s u s t o y las h i s t o r i a s del

coronel

Gorostiaga

provocaban

otras no

menos

e n t r e t e n i d a s , en las c u a l e s el q u e las c o n t a b a h a b í a s i d o parte últimamente.

Si

el c o r o n e l

había escapado de

las m a n o s d e t e n a z a s d e B a r b o s a p o r u n a c h i m e n e a d e c o c i n a , n o f a l t a b a n q u i e n e s h a b í a n l i b r a d o d e las mismas subiéndose á un palo de bandera. E n suma, c a d a c u a l , p a r a e n t r e t e n e r á los d e m á s , l a r g a b a al a i r e la s u y a , ayudando

la f a t i g o s a m a r c h a y m a n t e n i e n d o el

buen

á n i m o d e sus c o m p a ñ e r o s . A s í , m a r c h a n d o y h a c i e n d o u n o s la p e q u e ñ a b i o g r a fía d e V a l d é s C a r r e r a y su h o m ó n i m o V a l d é s C a l d e r ó n , o t r o s la

de

Bañados

Espinosa

y

su g e m e l o

Blanlot

H o l l e y , é s t e la d e C l a u d i o y P é r e z M u ñ o z , el o t r o la d e S t e p h a n y C a r v a l l o O r r e g o , y los d e m á s l a s d e o t r a s par e j a s m á s ó m e n o s s e m e j a n t e s d e las fieras d e la d i c t a , dura,

entreteníamos

el

gusanillo

del aburrimiento y

dábamos abundante material para que después, algún n u e v o P l u t a r c o , e s c r i b i e s e las n u e v a s vidas del porvenir.

paralelas


LA

REVOLUCIÓN CHILENA

273

D e i m p r o v i s o y en l a c u m b r e d e l a a l t a c u e s t a , q u e t r a b a j o s a m e n t e r e m o n t á b a m o s , se o y ó

el g r i t o d e u n o

d e los s o l d a d o s , q u e h a b í a c a i d o en l a b a r r a n c a . E r a e l asistente de R o d o l f o víveres secos

Ovaile,

que

llevaba consigo los

d e la c o m i t i v a , y q u e p a r a d e s g r a c i a d e

nuestros estómagos debilitados, había rodado con

ca-

b a l l o y t o d o e n la o s c u r a q u e b r a d a . F e l i z m e n t e y d é l a m i s m a m a n e r a q u e h o r a s a n t e s el c o m a n d a n t e F r í a s , e l dicho soldado pudo subir a y u d a d o por sus c o m p a ñ e r o s y llegar arriba s a n o

y salvo, pero,

e s o sí, y p a r a

des-

g r a c i a n u e s t r a , sin u n a s o l a a l a d e g a l l i n a ni n a d a d é l o q u e c o n s t i t u í a la e s p e r a n z a n u e s t r a e n p u n t o á c o m e s tibles y otras g a n g a s . S e g u i m o s así n u e s t r a m a r c h a h a s t a el a m a n e c e r , e n q u e llegamos á las casas a b a n d o n a d a s , polvorosas y solitarias d e la h a c i e n d a d e M a l l a r a u q u i t o , d o n d e d i m o s d e b e b e r á nuestras c a b a l g a d u r a s , q u e era lo primero, y enc o n t r a m o s e n la p i e z a d e u n a p o b r e a n c i a n a , ú n i c a habitadora

de aquella

triste e s t a n c i a ,

media

docena de

b o t e l l a s d e m a l a c e r v e z a , s o b r e las c u a l e s n o s a r r o j a m o s con hasta

la s e d

d e los

soldados

las h e c e s , y e n

de Gedeón,

apurándolas

seguida descansamos una media

hora, siguiendo luego nuestro camino. E l a i r e d e la m a ñ a n a habíamos tomado,

y el l i g e r í s i m o d e s c a n s o q u e

n o s d i e r o n fuerzas y n u e v o a l i e n t o

p a r a c o n t i n u a r el v i a j e y e n t r e t e n e r l o s o j o s c o n el m e lancólico panorama

d e los c a m p o s

desiertos y

secos.

A d o l f o H u r t a d o , al salir d e las c a s a s d e la m e n t a d a h a c i e n d a , nos había iS

prometido llevarnos á las de otra


274

("II.

propiedad

JUAN

distante, donde,

según

é, 1

c o m e r y d e b e b e r de lo exquisito.

hallaríamos

de

E s t a e s p e r a n z a nos

h a c í a s a c a r fuerzas d e n u e s t r o p r o p i o a b a t i m i e n t o , mostrándonos

más

allá de

cada cerro

a q u e l l a tierra p r o m e t i d a .

r a s d e c a m i n o d e s d e el p u n t o e n refrescara

el a l m a ,

y de cada

loma

P e r o ya l l e v á b a m o s siete hoque

tal

ilusión

nos

y las t a l e s c a s a s d e e s a m i s t e r i o s a

h a c i e n d a n o se d i v i s a b a n en el h o r i z o n t e d e la r e a l i d a d . Eramos

v í c t i m a s , i n d u d a b l e m e n t e , d e un t r a v i e s o en-

gaño. Otra

hora más

de

camino, y nada,

absolutamente

nada todavía. U n r u m o r sordo y terrible c o m e n z ó tonces á levantarse y crecer contra especie de murmuración

el p o b r e

muy semejante

en-

Adolfo:

á aquella de

los t r i p u l a n t e s d e los c a r a b e l a s d e C o l ó n c o n t r a el desc u b r i d o r del N u e v o M u n d o . E l d e s c o n t e n t o ba por

momentos

realidad d e la p r o m e s a d e A d o l f o . en q u e t o d o s , las

fatigadas

aumenta

h a s t a el p u n t o d e d e s e s p e r a r d e la Hubo

r e u n i d o s en c o n s e j o y al bestias,

un

instante

tardo paso de

decidimos por unanimidad

que

las tales c a s a s m i s t e r i o s a s n o e r a n s i n o u n a p a t r a ñ a , un mito, una mentira de Adolfo, una cierto,

pero

que

debía

ser

m e n t i r a d e n i ñ o , es

severamente

castigada.

¿ C ó m o , u n n i ñ o d e v e i n t e a ñ o s , s e b u r l a b a a s í del co. ront-1 G o r o s t i a g a , O valle,

del

momento

no

oficial

del c o m a n d a n t e Escobedo

hubieran

p i o m e t i d a s , es s e g u r o

y

de

Frías, todos?

a p a r e c i d o á la v i s t a

del

mayor

Si en e s e las

casas

q u e el p o b r e A d o l f o h a b r í a pa-

d e c i d o allí t r e m e n d o é i n j u s t o c a s t i g o .


l.A

REVOLUCIÓN

E n las r e f e r i d a s c a s a s , sima

CHILENA

que

27J

e r a n las d e la h e r m o s í -

h a c i e n d a , d e I b a c a c h e n o e s t a b a , sin

el p a t r ó n ,

ni su

administrador,

recibiera

como amigo;

Canaán,

p o r el c u a l

de

ni

embargo,,

nadie

que

nos-

m o d o q u e a q u e l festín

suspirábamos,

no

prometía

de ser

demasiado suculento. C o m p r e n d e r á s , pues, mi querido G o n z a l o , cuál sería nuestro

inmenso

júbilo

cuando,

m a n e r a bien p o c o respetuosa

registrando

de

una

y c o m o lobos hambrien-

tos las p i e z a s d e s h a b i t a d a s y d e s i e r t a s , t r o p e z a m o s c o n una docena de enormes sandías,

verdaderas

frutas d e

C a n a á n , q u e en un o s c u r o r i n c ó n d e s c u b r i m o s . V e r aquellos preciosos dones del b u e n

D i o s é irnos

e n c i m a d e e l l o s y t o m a r c a d a c u a l u n o p a r a sí, fué obrade un segundo, de menos de un segundo. Y a teníamos a l i m e n t o p a r a n u e s t r o s e s t ó m a g o s e s c u á l i d o s y freí-cura p a r a n u e s t r a s s e c a s f a u c e s . C o m o u n a b a n d a d e a l e gres colegiales, llevamos groso y penetramos

en

t r i u n f o el

e n el c o m e d o r ,

hallazgo mila-

d o n d e nos regala-,

m o s c o n la c a r n e r o j a y j u g o s a d e l m á s h e r m o s o d e los frutos d e l a t i e r r a . Para mayor

fortuna

nuestra

todavía,

llegó en esos

m o m e n t o s á las c a s a s el s e ñ o r d o n J o s é R a m ó n

Mon-

tes, a d m i n i s t r a d o r d e la h a c i e n d a , el q u e , s o r p r e n d i é n d o n o s en nuestro rústico alborozo y enterado de quién e s é r a m o s y el m o t i v o p o r el c u a l allí n o s e n c o n t r á b a m o s , o r d e n ó á la g e n t e d e p a t i o t r a e r g a l l i n a s , h u e v o s , aceitunas, carne fresca,

v i n o y t o d o lo n e c e s a r i o p a r a

improvisar unas segundas bodas de C a m a c h o .


276

GIL

JUAN

-Media h o r a d e s p u é s c o m í a m o s á m a n t e l e s , p a n b l a n co, rica cazuela picante y otros guisados regeneradores d e l a s a n g r e y d e la v i d a q u e n o s p r e d i s p u s i e r o n á d o r m i r en seguida una siesta d e media hora, c o m o j a m á s e n n u e s t r a v i d a la h a b í a m o s d o r m i d o m á s b u e n a y m e j o r r o n c a d a , y m e d i a n t e la c u a l p u d i m o s , á la u n a d e l d í a , saltar de

nuevo sobre nuestras

bestias descansadas

y

proseguir nuestra larga m a r c h a hacia la marina caleta en donde debíamos embarcarnos. L u e g o y á poco andar c o m p r e n d i m o s , con todo, q u e a q u e l b r e v e d e s c a n s o , en v e z d e s e r u n a l i v i o real p a r a nuestras

maltratadas

humanidades,

s i n o e n f r i a r n o s los m ú s c u l o s , seguida más

v i v o el d o l o r

no

había

hecho

p a r a q u e s i n t i é r a m o s en

y l a fatiga, d e q u e t o d o s y

u n o á u n o c o m e n z a r o n l u e g o á l a m e n t a r s e , c o m o á las v u e l t a s d e la d e s i l u s i ó n y el d e s e n g a ñ o . P e r o e r a n inútiles

las q u e j a s y l a m e n t a c i o n e s ,

q u e á e l l a s el i m p e r t é r r i t o ¡Adelante

Adolfo

respondía

por-

siempre

y al galope 1

P r o n t o c r u z a m o s la á s p e r a y f r a g o s a c u e s t a d e I b a c a c h e , y e n t r a m o s á un h e r m o s o enserio a t r a v e s a n d o sus h e r m o s a s y p e q u e ñ a s p r o p i e d a d e s cubiertas de viñas y a r b o l a d o s , d o n d e la paz y la t r a n q u i l i d a d d e la n a t u r a l e z a h a c í a n c o n t r a s t e c o n el t e r r o r y el e s p a n t o q u e i n f u n d í a m o s e n sus h a b i t a d o r e s , c o n n u e s t r o a s p e c t o d e s o l d a d o s a r m a d o s , y e n d o al p a r e c e r á la c a z a d e h o m b r e s , á l a m a n e r a d e los q u e e n e s t o s m o m e n t o s y p o r o r d e n d e l d i c t a d o r r e c o r r e n los c a m p o s d e C h i l e , a r r e b a t a n d o al hogar del c a m p e s i n o

los p a d r e s y los

hijos, para c o n -


LA

REVOLUCIÓN'

vertirlos en ¡nocentes E n los

r o g a n d o á la V i r g e n e n los

instrumentos

pajizos ranchos, todos

d e j a n d o sólo en ellos caminos

á las

277

CHILENA

de

los

mujeres

del C a r m e n

sus

infamias.

hombres

huían,

amedrentadas y

q u e las f a v o r e c i e s e ;

e n c o n t r á b a m o s las c a r r e t a s

cargadas

d e frutos, p e r o a b a n d o n a d a s y sin d u e ñ o s ; p o r las c u e s t a s d e los c e r r o s d i v i s á b a m o s á l o s m u c h a c h o s y á l o s viejos que corrían á perderse entre ios matorrales; por todas partes, tienen otro

el d e s a s o s i e g o y la b i e n en la v i d a

p e n a d e los

q u e su

que no

libertad y su

tra-

bajo. Inútilmente marcha para

de

cuando

en

cuando

c a l m a r la a n s i e d a d d e

deteníamos

esas p o b r e s

la

gen-

tes y decirles q u e nada temieran, p u e s n o éramos agentes d e B a l m a c e d a , s i n o , p o r el c o n t r a r i o , sus v í c t i m a s , l o m i s m o q u e e l l o s ; p e r o las d e s g r a c i a d a s m u j e r e s n o n o s creían,

sospechando de nuestras

palabras y pidiéndo-

n o s p o r D i o s q u e les d e j á r a m o s s i q u i e r a u n a b e s t i e c i t a para trabajar. P o r ahí había pasado días antes, partida

nos

decían,

a r m a d a c o m o la n u e s t r a y q u e p o r

otra

orden del

G o b i e r n o se había l l e v a d o á ñ o r ' F u l a n o y á ñor Z u t a no y á m u c h o s otros, r o b á n d o l e s a d e m á s c u a n t o tenían y d e j a n d o á sus m u j e r e s é h i j o s p e q u e ñ o s

s u m i d o s en

el l l a n t o , la d e s e s p e r a c i ó n y la m i s e r i a . E s t e espectáculo no p u d o menos de haciéndonos meditar

e n el c ú m u l o

entristecernos,

de grandes

males

é i r r e p a r a b l e s d e s g r a c i a s q u e p u e d e c a u s a r á un p u e b l o l a a m b i c i ó n c r i m i n a l d e u n s o l o h o m b r e c u a n d o se v e ,


278

GIL

como Balmaceda, les designios

JUAN

s e c u n d a d o y a p o y a d o en s u s b r u t a -

por otros

h o m b r e s tan

m i s e r a b l e s y cri-

m i n a l e s c o m o él. S e g u i m o s a p r e s u r a d o s n u e s t r a m a r c h a y la n o c h e n o s sorprendió m u y distantes

t o d a v í a d e l fin d e

camino. Debíamos

l l e g a r á la c a l e t a

dos

y

d e la m a ñ a n a

nos

de

nuestro

Molle

á

quedaba aún camino

las para

s i e t e h o r a s . T r a t a m o s , p o r lo t a n t o , d e forzar la m a r c h a h a s t a d o n d e d i e r a n las b e s t i a s y el c u e r p o m a l t r a tado de

los j i n e t e s , sin

d a r e n el g u s t o á los q u e

pi-

d i e r a n un m i n u t o d e a l i v i o ni n a d a p o r el e s t i l o . T r e s h o n s c o r r i m o s así, sin r e s p e t a r p u e r t a s ni cercados,

pasando

•galopando

de una

á punta

propiedad

á oirá y

m o m e n t o s algunos de nuestros compañeros cían

siempre

de chicote y espuela. V a en

s a c o s d e p a p a s a m a r r a d o s al l o m o d e las

gaduras, donas

s e g ú n la e x p r e s i ó n

con gobierno

cabal-

de u n o de ellos, q u e per-

d e sí m i s m o s .

a n o n a d a n d o por completo

eses

m á s pare-

la

El cansancio

débil naturaleza y

iba ven-

c i e n d o la v o l u n t a d y la c o n c i e n c i a . — Y o h e p e r d i d o por c o m p l e t o

mi e n t i d a d n o r m a l ,

.exclamaba uno desesperado. — T o d o s los e s p i n o s d e los p o t r e r o s ~á r a t o s

grandes

elefantes

q u e se m e

se m e vienen

figuran encima,

decía otro no m e n o s angustiado. — Si c a i g o d e l c a b a l l o , g r i t a b a u n t e r c e r o , d e t é n g a n se, por

Dios,

y amárrenme

atravesado sobre

la s i l l a

p a r a p o d e r l l e g a r al fin d e la j o r n a d a . S.'n e m b a r g o , s e g u í a m o s g a l o p a n d o sin t e n e r p i e d . i d


l.A R E V O L U C I Ó N C H I L E N A

para nadie y con

279

las e n t r a ñ a s e n d u r e c i d a s

p a r a la a n -

gustia ajena. A las d o c e d e la r.oclie,

A d o l f o H u r t a d o se apartó

d e n o s o t r o s , c o r r i e n d o a d e l a n t e en b u s c a d e u n c o s t i n o q n e h a b i t a b a en

las cercanías y q u e podría

servirnos

d e g u í a e n la ú l t i m a j o r n a d a d e l c a m i n o , y

un c u a r t o

d e h o r a d e s p u é s v o l v i ó c o n el s u s o d i c h o , q u e n o s a s e g u r ó q u e p r o n t o p o d r í a m o s d o r m i r s o b r e la a h í la c a r n e a s a d a

cordero que con

nosotros llevábamos para aderezarlo

ni u s o

de

un

arena de

la p ' a y a y c o m e r

pequeño

d e los a n t i g u o s c h a n g o s d e las c o s t a s c h i l e n a s .

E s t a p r o m e s a del r ú s t i c o p l a y e r o n o s r e a n i m ó a l g ú n tanto, dándonos

débil aliento

para

seguir adelante y

l l e g a r á la u n a y m e d i a d e la m a ñ a n a h a s t a el h ú m e d o d e s p l a y a d o , d o n d e , c o m o quien se arroja sobre plumas y se e n v u e l v e e n t r e h o l a n d a s y s e d a s , n o s d e j a m o s c a e r s o b r e la fría

a r e n a , sin

fuerzas c a s i p a r a l e v a n t a r

la

m a n o y a p r e t a r u n í r a s c u e l o d e c o ñ a c q u e el m u y p r e venido

coronel

Gorostiaga

había

mantenido

oculto

d u r a n t e el v i a j e y r e s e r v a d o p a r a el ú l t i m o y s u p r e m o i n s t a n t e d e la a g o n í a d e n u e s t r a s p o t e n c i a s y s e n t i d o s . I n m e d i a t a m e n t e y o b e d e c i e n d o á nuestras órdenes, los m o z o s q u e n o s a c o m p a ñ a b a n

salieron en busca d e

r a m a s y h i e r b a s s e c a s , c o n las c u a l e s s e p u d i e r a h a c e r el g u i s a d o y c u m p l i r las i n s t r u c c i o n e s q u e t e n í a m o s d e la J u n t a d e S a n t i a g o , d e e n c e n d e r á las d o s d e la m a ñ a n a un faro d e luz i n t e r m i t e n t e , p o r e l c u a l s e s u p i e r a en el m a r recogernos.

n u e s t r a l l e g a d a y el Maipo

pudiera venir

á


28o

c;n.

JUAN

Á l a h o r a i n d i c a d a y e n s e g u i d a d e h a b e r h e c h o Iosm a y o r e s h o n o r e s á la r u s t i c a c e n a y al c o ñ a q u i t o d e l coronel, nos p u s i m o s á la obra d e a n u n c i a r nuestra presencia, en aquella desierta y oscura caleta de pescador e s , á los v a l e r o s o s t r i p u l a n t e s d e l b u q u e a m i g o , q u e e n esos momentos suponíamos

haciendo

r u m b o al l u g a -

rejo en q u e los e s p e r á b a m o s . E n e s t a t a r e a , p a s a m o s u n a h o r a , d o s h o r a s . L a s llam a s d e n u e s t r o faro s e e l e v a b a n l a m i e n d o las s o m b r a s e s p e s a s d e s d e la s u a v e c o l i n a q u e b o r d e a el s u r g i d e r o , b r i l l a n d o y a p a g á n d o s e c a d a c i n c o m i n u t o s . P e r o en el mar

oscuro é inmenso que se dilataba ante nuestros

ojos ningún barco lejano contestaba nuestras T a l v e z el d í a

iba á sorprendernos

señales.

sin q u e n o s f u e r a

d a d o s a t i s f a c e r n u e s t r o i n m e n s o a n h e l o d e s a l i r d e ahí,, lejos, para cualquier lugar del

g l o b o e n q u e las v e n -

g a n z a s d e ¡a d i c t a d u r a n o n o s a l c a n z a s e n . M á s q u e tristes, a m a r g u í s i m o s c o m e n t a r i o s , c o m e n zaron pronto á oirse sobre nuestra peligrosa situación. L o s t r i p u l a n t e s d e l Maipo, c a d o en

Pichilemu

n o s o t r o s , tal v e z

en s e g u i d a d e h a b e r e m b a r -

á otros patriotas

m á s felices q u e

habían hecho r u m b o

y e n d o peligrosa su

permanencia

en

al

Norte, cre-

nuestras

costas.

T a m b i é n , ¿ q u i é n s a b e si el b u q u e a m i g o h a b í a d i v i s a d o al Imperial,

y, t e m e r o s o ,

había

creído necesario

s a l v a r s o l a m e n t e á l o s p r i m e r o s e n él e m b a r c a d o s . ¿ T o d o e s t o e r a p o s i b l e y, en e s t e c a s o ,

triste

y más que

t r i s t e e r a la s u e r t e n u e s t r a . P e r o , si tal n o s s u c e d i e r a , ¿ q u é haríamos y c o m o saldríamos del

paso?


LA

S i el Maipo

REVOLUCIÓN

28l

CHILENA

no viene y los agentes del D i c t a d o r nos

persiguen, dijo Rodolfo

O v a l l e , y o p r o p o n g o q u e for-

memos una montonera

y s e a m o s útiles en esta f o r m a

á nuestra causa. P o r mi parte, y o estoy

r e s u e l t o á to-

m a r e s t e p a r t i d o y c o n los s o l d a d o s q u e t r a i g o c o n m i go y d e cuya fidelidad para hacer desde

e s t o y s e g u r o , m e iré al m o n t e ,

ahí mis salidas y vengar en

carne

d e la d i c t a d u r a las i n j u r i a s d e é s t a c o n t r a los h o m b r e s honrados, Todos aplaudimos con nuestra actitud

esta de

r e s o l u c i ó n , y la

afirmamos

contrabandistas improvisados,

c o m p r o m e t i é n d o n o s á t o m a r el m i s m o p a r t i d o . L a c l a r i d a d c r e p u s c u l a r d e la m a ñ a n a c o m e n z a b a en e s e m o m e n t o á d a r u n t i n t e gris á los o b j e t o s q u e rodeaban cuando

Luis

Matta

Pérez

d i s t a n c i a u n a luz c o m o d e b a r c o l e j a n o , q u e e r a bablemente

la

d e l Maipo;

m o s , y c r e y e n d o fuera

nos

aseguró ver á la

p e r o los d e m á s

pro-

n a d a veía-

bella ilusión de nuestro a m i g o ,

s e g u i m o s d i s e r t a n d o s o b r e el p l a n d e

g u e r r a cjue

nos

p r e p a r á b a m o s á p o n e r en p r á c t i c a . E n este p u n t o v i m o s e n c e n d e r s e

e n el m a r u n a l u z

v e r d e c o m o d e b e n g a l a . E r a el Maipo devolviéndonos

nuestras

queridas

alegría de primera hora, nuestras

q u e se a c e r c a b a , ilusiones,

nuestra

magníficas esperan-

zas, n u e s t r o s p r o y e c t o s t o d o s , ¡ e r a el

Maipol

P e r o la l u z se a p a g ó y p a s a r o n m i n u t o s m á s

largos

q u e las h o r a s , q u e n o s h i c i e r o n d u d a r h a s t a d e la r e a l i d a d d e lo q u e a c a b á b a m o s pios ojos.

d e ver con nuestros pro-


282

Gil,

JUAN

L a luz d e la m a ñ a n a , c o m o el d e s p e r t a r d e u n p r o f u n d o s u e ñ o , s e e x t e n d í a y a s o b r e el m a r , la p l a y a y las l e j a n a s m o n t a ñ a s , m i e n t r a s d i v i d i d o s en g r u p o s , s u b í a m o s l o s u n o s á la c o l i n a y o t r o s á la p u n t i l l a d e T a l c a , p a r a d i v i s a r el s u s p i r a d o b a r c o . Maipo

Instantes

d e s p u é s el

s e p r e s e n t ó á la v i s t a . E s t á b a m o s s a l v a d o s , gra-

c i a s á D i o s y á la V i r g e n d e l C a r m e n , y d e n t r o d e p o c o s minutos podríamos

ir á a b r a z a r

á bordo,

á

nuestros

c o m p a ñ e r o s de Pichilemu y de Valparaíso y hacer viaje c o n e l l o s á la tierra p r o m e t i d a d e n u e s t r a s i l u s i o n e s ! E n t r e g a d o s á t o d a s las e x p a n s i o n e s d e la m a y o r a l e g r í a e s t á b a m o s , c u a n d u d i v i s a m o s p o r el l a d o d e l A l g a rrobo gente

sospechosa q u e á caballo venía hacia no-

sotros. ¿ Q u i é n e s podrían ser sino guarda-costas ó soldad c s d e aquel pueblo, m a n d a d o s en persecución nuestra p o r las a u t o r i d a d e s d i c t a t o r i a l e s ? E n la p u e r t a d e l horn o s e q u e m a el p a n , n o s d i g i m o s , y l o s m o z o s q u e n o s acompañaban confirmaron

nuestras sospechas y nues-

tros t e m o r e s . ¡ B i e n la t e n í a m o s a h o r a c o n el e n e m i g o e n c i m a y sin p o d e r arrojarnos al agua con esperanzas de salvarnos! U n a resolución enérgica mento. Resolvimos

n o s dio

bríos

defendernos á todo

en este motrance,

fuera

l o q u e f u e r a , y , c e l e b r a n d o al p u n t o c o n s e j o d e g u e r r a , a c o r d a m o s el p l a n c o m p l e t o d e o p e r a c i o n e s . E l coronel Gorostiaga asumiría d e s d e ese m o m e n t o e! m a n d o d e la p e q u e ñ a d i v i s i ó n ; e s t a s e d i v i d i r í a e n tres

escuadrones, armados

uno de carabinas, otro de

s a b l e s y el t e r c e r o d e r e v o l v e r e ; s e c o l o c a r í a u n a a v a n -


LA

REVOLUCIÓN

CHILENA

283

.zada á d o s c u a d r a s d e d i s t a n c i a , y R o d o l f o

Ovalleiría

d e s d e l u e g o c o n tres s o l d a d o s á r e c o n o c e r á los e n e m i g o s y t r a e r l o s p r i s i o n e r o s si s e r e n d í a n ó d i s p a r a r s o b r e e l l o s si h u í a n ó h a c í a n Aprobado

este plan

frente. de ataque y de defensa,

cada

u n o t o m ó , p u e s , el p u e s t o q u e le fué d e s i g n a d o y e s p e r a m o s el r e s u l t a d o d e las o p e r a c i o n e s . V i m o s p r o n t o , sin e m b a r g o , q u e los s o s p e c h o s o s se rendían y que

el m a y o r

Ovalle venía con ellos

hacia

nuestro agitado c a m p a m e n t o . ¿ Q u i é n e s eran? ¿ T a l vez b a n d i d o s ó a g e n t e s del D i c t a d o r ? L u e g o e s t r e c h a m o s la m a , : . j d e J o a q u í n P r i e t o H u r tado y S a n t i a g o A l d u n a t e B a s c u ñ á n , q u e d e s d e V i ñ a del Mar, venían á unirse con nosotros. Entretanto, prendido

d e s d e el b u q u e

amigo se

botes que avanzaban

hacia

habían

des-

el e m b a r c a d e r o

d e la P u n t a , y l u e g o p o n í a p i e e n tierra, s a l t a n d o ligeramente

de uno

d e ellos, n a d a

Gormaz Araos, designado por

menos

que Eduardo

el c a p i t á n G ó m e z

para

t o m a r p o s e s i ó n d e la c a l e t a p o r b r e v e s i n s t a n t e s y dictar en ella t o d a s las p r o v i d e n c i a s , d e c r e t o - ,

ordenan-

zas, l e y e s y c o n s t i t u c i o n e s (pie fuesen api o p i a d a s p a r a d e s t e r r a r d e l l u g a r h a s t a la s o m b r a y el r e c u e r d o d e la dictadura. C o n esta m i s i ó n avanzó

salvadora

hacia nosotros,

nuestro querido

escoltado por soldados

amigo d e la

A r t i l l e ! ía d e C o s t a y c o m o c i r c u n d a d o p o r u n a a u r e o l a d e radiante esplendor. Corrimos,

pues,

á a b r a z a r l o , y e m b a r c á n d o n o s in-


284

G i l . JUAN

m e d i a t a m e n t e en tres b o t e s , e s t r e c h a r las m a n o s

f u i m o s c o n él á b o r d o , á

de nuestros amigos de V a l p a r a í s o

y P i c h i l e m u , del capitán G ó m e z , del m a y o r G a r c í a V a l divieso y sus oficiales, d e J o a q u í n W a l k e r M a r t í n e z , del presbítero Francisco

Lisboa, de José Domingo

Fuen-

zalida y d e tantos otros m á s , todos felices y a n i m o s o s . M e d i a h o r a d e s p u é s e s t á b a m o s en v i a j e , c o n

rumbo

al p o n i e n t e , y l u e g o l e j o s , m u y l e j o s d e l o s l a z o s y a s e c h a n z a s d e la d i c t a d u r a . T u amigo afectísimo. JAVIER

NÚMERO

VIAL

SOLAR

2

P a i t e oficia! d e l jefe (le E s t a d o M a y o r del E j e r c i t o C o n s t i t u c i o n a l , coronel d o n A d o l f o H o l l é ) ' , s o b r e la b a t a l l a d e P o z o A l m o n t e , l i b r a d a el 7 d e m a r z o d e 1 8 9 1 .

Estallo Mayor ¿el Ejército Constitucional

Campamento

Central,

E l 2 7 del m e s p a s a d o

13

de marzo de

iSgi.

s e i n i c i ó en I q u i q u e el m o v i -

m i e n t o d e n u e s t r a s f u e r z a s c o n d i r e c c i ó n á la a l t u r a d e M o l l e , d o n d e q u e d ó e s t a b l e c i d o el p r i m e r c a m p a m e n to del ejército

que

tenía

la

misión

de

r e s t a b l e c e r el

o r d e n c o n s t i t u c i o n a l en la p r o v i n c i a d e T a r a p a c á .


J.A

Para

conseguir

REVOLUCIÓN

este

fin,

CHILENA

de

2

tan viva y

importancia, era necesario desalojar d e sus

5

gravísima posiciones

á las fuerzas m a n t e n i d a s a q u í p o r l a d i c t a d u r a , y q u e , m e d i a n t e la fusión d e las d i v i s i o n e s m a n t e n i d a s p o r l o s coroneles Robles,

A r r a l e y G a n a , h a b í a llegado á ser

un cuerpo de ejército veterano y numeroso. U S . sabe que

n u e s t r a s fuerzas e n su g r a n t o t a l i d a d

habían sido

f o r m a d a s c o n v o l u n t a r i o s tan e n t u s i a s t a s c o m o b i s ó n o s y c o n u n m a t e r i a l d e g u e r r a q u e fué tar rifle p o r rifle al e n e m i g o . U S . por

la fuerza

d e las cosas,

aprender á evolucionar

menester arreba-

sabe

también que,

nuestro ejército

tuvo que

m a t e r i a l m e n t e s o b r e el c a m p o

d e batalla. El i.° de marzo

se d i o p r i n c i p i o

al r e c o n o c i m i e n t o

d e l a s p o s i c i o n e s o c u p a d a s p o r el e n e m i g o e n la P u n t a d e l B u i t r e , s i t u a d a al l a d o s u r d e la l í n e a f é r r e a , e n t r e las estaciones d e S a n J u a n y Central. E l día 2 trasladamos nuestro

c a m p a m e n t o á la pri-

m e r a d e ellas y e x t e n d i m o s n u e s t r a s l i n e a s d e m o d o d e p o d e r d o m i n a r los migo

avanzadas

movimientos del ene-

cjue, á n u e s t r a a p r o x i m a c i ó n ,

se replegó

hacia

P o z o A l m o n t e , d e s t r u y e n d o u n g r a n t r e c h o d e la l í n e a férrea y e n v a r i a s p a r t e s los a l a m b r e s d e l t e l é g r a f o . M e diante esfuerzos vigorosos, se consiguió salvar provisor i a m e n t e los d a ñ o s c a u s a d o s d e tal m a n e r a y p u d i m o s seguir adelante con tanta rapidez c o m o l a q u e empleab a el e n e m i g o e n s u fuga. E s t e o c u p ó el 3 l o s p e q u e ñ o s

c e r r o s q u e se e x t i e n -

d e n al s u r d e la p o b l a c i ó n d e P o z o A l m o n t e .

Nosotros


286

GIL

JUAN

s e g u i m o s e s e d í a h a s t a la E s t a c i ó n C e n t r a l y d e s p u é s d e r e c o n o c e r el n u e v o fuerzas

c a m p o en

q u e se

situaban las

e n la m a d r u g a d a d e l 6-

contrarias, avanzamos

h a s t a c o l o c a r n o s frente á e l l a s y á la d i s t a n c i a d e tiro d e cañón. En

todos

los m o v i m i e n t o s

que,

mientras

d u r ó el

a v a n c e , h u b o d e practicarse día á día, prestaron servicios de manifiesta

u t i l i d a d la m á q u i n a y el c a r r o b l i n -

d a d o s q u e d i r i g í a el c a p i t á n d e m a r i n a d o n V í c t o r M . D o n o s o . E n t o d o s ellos h u b o c a m b i o d e d i s p a r o s e n t r e la a r t i l l e r í a e n e m i g a y las a m e t r a l l a d o r a s d e l c a r r o b l i n dado. D e b o r e c o r d a r , a s i m i s m o , los s e r v i c i o s q u e en e s t a s o c a s i o n e s h a p r e s t a d o la c a b a l l e r í a , q u e d i r i g e el c o r o nel d o n

Salvador

Vergara, y

es m a n d a d a

p o r el c o -

mandante don A l e j a n d o Valenzuela. El

C u a r t e l G e n e r a l y el E s t a d o

el día 6 las l í n e a s a v a n z a d a s dieron posesionarse de que debía

de

Mayor

recorrieron

n u e s t r o c a m p o y pu-

las c o n d i c i o n e s d e l t e r r e n o en

librarse la batalla. E l ala d e r e c h a del ene-

m i g o s e a p o y a b a e n el c o r d ó n d e l c e r r o q u e s e e x t i e n d e al c o s t a d o p o n i e n t e d e la l í n e a férrea, m i e n t r a s q u e el a l a i z q u i e r d a , al o t r o l a d o d e la m i s m a l í n e a , i b a á d e s c a n s a r e n la o f i c i n a s a l i t r a l d e l C a r m e n . L a artillería e n e m i g a , d e s d e los m o r r o s m á s e l e v a d o s q u e en e s t a s p o s i c i o n e s , d o m i n a b a llo c r u z a d o p o r los r i e l e s y

hay

c o n s u s f u e g o s el c a n i -

e s t a b a en b u e n a

situación

p a r a d i f i c u l t a r el a v a n c e d e n u e s t r a s t r o p a s . A la v i s t a d e l t e r r e n o , U S . d e c i d i ó a t a c a r al e n e m i g o


LA

REVOLUCIÓN

p o r su a l a i z q u i e r d a . O f r e c í a

CHILENA

287

este plan una d o b l e ven-

t a j a : s e c a e r í a s o b r e el e n e m i g o p o r su l í n e a m á s d é b i l y d e s c u i d a d a y s e a p r o v e c h a r í a n las f a c i l i d a d e s q u e los a c c i d e n t e s d e l t e r r e n o n o s d a b a n e n e s t a p a r t e p a r a el desenvolvimiento nuestra

de nuestras

artillería q u e d a r o n

fuerzas.

L a s piezas

c o l o c a d a s la m i s m a

de

tarde

d e l 6 á c u a t r o m i l m e t r o s d e los c o n t r a r i o s y e n situac i ó n d e a v a n z a r á m e d i d a q u e lo r e q u i r i e r a el d e s a r o l l o del combate. q u e sin

Nuestras

esfuerzos

habría de

tropas acamparon

de manera

p u d i e r a n t o m a r las p o s i c i o n e s

que

señalárseles.

Á las 7 d e la m a ñ a n a d e l d í a s i g u i e n t e , s á b a d o 7 d e l a c t u a l , s e r o m p i ó el f u e g o d e a r t i l l e r í a . M e d i a h o r a m á s t a r d e dio

o r d e n U S . d e q u e a v a n z a r a el

batallón Val-

p a r a í s o s o b r e la o f i c i n a salitral d e l C a r m e n , e n

que se

g u a r n e c í a , c o m o se h a d i c h o , el e x t r e m o i z q u i e r d o d e las fuerzas

enemigas. E l

d a d o p o r el t e n i e n t e

batallón

Valparaíso, coman-

coronel don J u l i o R . M o r a g a , se

d e s p l e g ó en g u e i i l l a y a t a c ó h a s t a o c u p a r l o s c o n o r d e n y d e n u e d o los c a l i c h e s q u e t i e n e e n e x p l o t a c i ó n a q u e l l a o f i c i n a . E l V a l p a r a í s o fué o p o r t u n a m e n t e r e f o r z a d o p o r los

batallones

Pisagua y Chañaral,

que mandan

res-

p e c t i v a m e n t e los t e n i e n t e s c o r o n e l e s d o n J o s é A n t o n i o E c h e v e r r í a y d o n F r a n c i s c o S. R u b i o . Atacado por

el a l a i z q u i e r d a , el e n e m i g o i n i c i ó c o n

s u s m e j o r e s fuerzas, q u e p e r m a n e c í a n á l a d e r e c h a , u n movimiento de avance que hubiera podido envolvernos si l l e g a á r e a l i z a r s e c o n • t i e m p o p o r el b a t a l l ó n

felicidad. P e r o

combatida

Taltal, esta tentativa

á

no sirvió


288

Gil.

sino para precipitar

JUAN

el d e s e n l a c e

d e la b a t a l l a .

Aquel

c u e r p o , q u e t e n í a á su frente al d e n o d a d o c o m a n d a n t e d o n D o m i n g o G o d o y , hizo un a v a n c e

lleno de atrevi-

m i e n t o s o b r e el c e n t r o d e las l í n e a s e n e m i g a s ,

y tuvo

luego q u e replegarse á nuestra izquierda para rechazar el m o v i m i e n t o e n v o l v e n t e á q u e h e a l u d i d o . H u b o u n m o m e n t o en q u e las fuerzas d e l T a l t a l r o d e a r o n una parte considerable de soldados pertenecient e s al r e g i m i e n t o 5.

0

d e línea. U n a suspensión m o m e n -

t á n e a d e los f u e g o s dio l u g a r á q u e s e c r e y e r a en la r e n d i c i ó n d e los

soldados

enemigos; pero de repente

la

t r o p a r o d e a d a y o t r a s p a r t i d a s q u e v e n í a n en su a u x i l i o r o m p i e r o n d e n u e v o los f u e g o s y se o r i g i n ó e n t o n c e s u n c o m b a t e á corta distancia que causó enormes pérdidas. El

Taltal

fué

reforzado

al

punto por

el

batallón

C o n s t i t u c i ó n , q u e t i e n e p o r j e f e al c o m a n d a n t e d o n J o s é I g n a c i o L ó p e z , y éste y aquél lucha hasta desalojar por

cuerpo prosiguieron

completo

de

la

sus posiciones

al enemigo. E n nuestra ala derecha, mientras t r e s h o r a s d e c o m b a t e , las t r o p a s

tanto, después de

del

Valparaíso,

del

P i s a g u a y d e l C h a ñ a r a ! , q u e o b r a b a n b a j o la d i r e c c i ó n d e l v e t e r a n o c o m a n d a n t e E c h e v e r r í a , h a b i á n b a t i d o tot a l m e n t e á las fuerzas d e l a l a i z q u i e r d a c o n t r a r i a y o c u p a d o las casas d e la oficina del C a r m e n . P o r la b r e v e i n d i c a c i ó n q u e h e h e c h o a n t e r i o r m e n t e d e las c o n d i c i o n e s d e l t e r r e n o e n q u e s e

desarrollaron

n u e s t r o s m o v i m i e n t o s , p u e d e c a l c u l a r s e la i m p o r t a n c i a e s t r a t é g i c a d e la l í n e a f é r r e a . P a r a d o m i n a r l a

contaba-


l.A

REVOLUCIÓN

CHILENA

m o s c o n el tren a r m a d o q u e a n t e s los

reconocimientos

teniente

i.°

de

y

que

marina,

ahora

don

2S9

había á

Juan

servido para

las ó r d e n e s 2°

del

Williams

N.,

a p o y ó e f i c a z m e n t e el a v a n c e d e n u e s t r a s t r o p a s y c o m batió

á

las contrarias

con

el

fuego

de

sus

ametra-

lladoras. L a d i v i s i ó n d e d e s e m b a r c o d e la e s c u a d r a , q u e o b e decía

t a m b i é n al s e ñ o r W i l l i a m s t u v o ,

parte importante

en el é x i t o

de

asimismo,

una

la b a t a l l a . D o s a m e -

tralladoras G a t l y n a p o y a r o n nuestra ala izquierda, y un c a ñ ó n d e s i e t e l i b r a s , A n n s t r o n g , b a j o la d i r e c c i ó n d e l guardia marina don

Javier

G a j a r d o !>., a v a n z ó

junto

con una pieza d e m o n t a ñ a á c a r g o del alférez d o n J o s é M a r í a H e r r e r a , hasta proteger d e c e r c a nuestras líneas de ataque. L a pequeña brigada

de

voluntarios

organizada

en

T a l t a l , c o n el n o m b r e d e F r a n c o s T i r a d o r e s ,

combatió

valientemente

Chañaral

y

bajo

las

á

la

órdenes

izquierda del

del

batallón

comandante

don

Olegario

Pairoa. D e s e c h o en t o d a s p a r t e s , el e n e m i g o , r e t i r ó s u s zas d e

artillería

d e las v e n t a j o s a s p o s i c i o n e s q u e

p a b a , c e d i ó el c a m p o

y apagó

sus

f u e g o s á las

pieocuir.20

m i n u t o s d e la m a ñ a n a . L o s r e s t o s d e su t r o p a , d i e z m a d a p o r el d e s m o r a l i z a d a p o r la d e n o t a , en la e s t a c i ó n d e sión por

la

nueslra caballería. 19

Pozo

pampa

combate y

a b a n d o n a r o n la a r t i l l e r í a

A l m o n t e y h u y e r o n en d i s p e r -

de Tamaruga'.

Allí

los

persiguió


290

Gil.

JUAN

E l d e s a s t r e fué c o m p l e t o . S o b r e el c a m p o d e b a t a l l a q u e d a r o n

el c o m a n d a n t e -

e n j e f e y d o s d e los j e f e s m á s i m p o r t a n t e s d e l e j é r c i t o enemigo. número

No

es

posible, por lo demás, calcular

ciertamente

considerable, de muertos, y

el he-

ridos. L o s jefes prisioneros

fueron 5, los

oficiales s u b e n á

1 8 y el n ú m e r o d e t r o p a r e c o g i d a e n la m i s m a ción ó q u e v o l u n t a r i a m e n t e se e n g a n c h ó en filas, El

condi-

nuestras

no baja de 380. material

de guerra

poder asciende á 1 1

que

ha

caído

en

nuestro

cañones, 4 ametralladoras y

800

rifles. E l e j é r c i t o q u e s o s t e n í a la c a u s a d e la d i c t a d u r a en l a p r o v i n c i a d e T a r a p a c á fué, p u e s , c o m p l e t a m e n t e d e s truido y en la hora actual n o q u e d a

en p i e ni la s o m -

b r a d e su p o d e r . L a v i c t o r i a fué o b t e n i d a p o r n u e s t r a p a i t e al p r e c i o de pérdidas dolorosas. E l batallón Taltal perdió á s u s tres jefes.

N u n c a s e d e p l o r a r á b a s t a n t e la m u e r t e del.

comandante

don D o m i n g o ( ¡ o d o y Y . , q u e mostró en

el c o m b a t e p o s e e r el t e m p l e d e a l m a d e los h é r o e s . E l 2 . " j e f e del c u e r p o , s a r g e n t o

mayor

don Francisco A .

F i g u e r o a , fué h e r i d o , y el 3 . , s a r g e n t o m a y o r d o n A d o l 0

fo J e n e c q u e l ,

fué m u e r t o . E l b a t a l l ó n P i s a g u a c u e n t a

e n t r e las b a j a s , la d e s u z.° j e f e , el s a r g e n t o m a y o r d o n M á x i m o C a r d e m i l , q u e s u c u m b i ó v a l i e n t e m e n t e al frent e d e la t r o p a . Y la d i v i s i ó n d e d e s e m b a r c o d e la E s c u a d r a , v i o c a e r g r a v e m e n t e h e r i d o á su j e f e e! t e n i e n t e


I.A

i.° de

REVOI.ICIÓN

marina don Juan

2gi

CHILENA

2." Williams

N., q u e dirigía

c o n a c i e r t o y s e r e n i d a d el tren a r m a d o . F u é herido también, en circunstancias q u e desempeñaba funciones

de

a y u d a n t e d e U S . , el s e c r e t a r i o d e l

e j é r c i t o d o n E n r i q u e V a l d é s V e r g a r a , q u i e n p r e s t ó serv i c i o s d e i n c a l c u l a b l e u t i l i d a d en la o r g a n i z a c i ó n

délos

d i v e r s o s t r a b a j o s q u e o r i g i n a el m o v i m i e n t o d e las fuerzas a r m a d a s y q u e n o s o n p r o p i a m e n t e d e l r e s o r t e m i litar. S u b r i l l a n t e c o n d u c t a en el c o m b a t e p u e d e a p r e ciarla U S . con mejor acierto que yo. El

número

muertos,

á

total

156

de

nuestras

bajas

a s c e n d i ó á 76

heridos y á 1 6 5 desaparecidos.

US.

e n c o n t r a r á los d e t a l l e s c o r r e s p o n d i e n t e s e n los c u a d r o s y relaciones anexos. A l e n t r a r en c o m b a t e , y h e c h a d e d u c c i ó n d e las b a n d a s d e m ú s i c o s y d e la t r o p a q u e p e r m a n e c i ó en la r e s e r v a ó n o e n t r ó al f u e g o , n u e s t r a s f u e r z a s llegaban sino á 1 , 0 0 0 fuerzas

tan numerosas,

activas no

h o m b r e s . L a b a t a l l a se l i b r ó c o n p o r lo

menos como

tras, s u p e r i o r e s p o r la i n s t r u c c i ó n

las n u e s -

militar y protegidas

p o r las v e n t a j a s d e l a p o s i c i ó n d e d e f e n s a . L l e v á b a m o s e n c o n t r a , e l e m e n t o s c o n s i d e r a b l e s , y p a r a q u e el

ata-

q u e f u e r a c o r o n a d o p o r u n é x i t o t a n e s p l é n d i d o , forzosamente ha d e b i d o hacerse lujo d e tino y de valor. Creo excusado peciales.

por ello hacer

recomendaciones es-

B á s t e m e decir que todos

los j e f e s , o f i c i a l e s ,

c l a s e s y s o l d a d o s c u m p l i e r o n b u e n a m e n t e su d e b e r . Creo excusado

también enviar mis felicitaciones

á

U S . p o r un t r i u n f o c u y a s g l o r i a s r e c a e n p r i n c i p a l m e n -


2g2

te

(511. J U A N

sobre U S . y cuya

trascendencia para

la c a u s a d e

c r d e n y d e l a l i b e i t a d q u e s o s t e n e m o s n o p u e d e á nadie oculiarse. Dios guarde á U S . A.

HOLLEY

A l C o m a n d a n t e en J e f e del E j é r c i t o C o n s t i t u c i o n a l .

NÚMERO

3

Xo (jvie fué el comité ejecutivo de la revolución ( D e El

Porvenir.)

C o n m o t i v o d e la p u b l i c a c i ó n d e e s t e c i a l d e El

Porvenir

n ú m e r o espe-

y p a r a p r e p a r a r un a r t í c u l o od hoc

y d e a c t u a l i d a d , n o s a c e r c a m o s á u n o d e los c a b a l l e r o s que formaron

parte

del

Comité

Revolucionario, don

•Carlos Wálker MartínezD e n u e s t r a visita r e c o g i m o s los s i g u i e n t e s d a t o s q u e n o d u d a m o s interesarán d nuestros lectores. E l s e ñ o r W á l k e r M a r t í n e z t i e n e el d i a r i o d e s u s trabajos

del

Comité

d u r a n t e los o c h o

m e s e s d e la d i c -

tadura. L o recorrimos prolijamente y con viva un libro originalísimo.

atención. E s

H e c h o s á la c a r r e r a sus b r e v e s

a p u n t e s , m á s q u e n o t i c i a s h i s t ó r i c a s p a r e c e n títulos d e c a p í t u l o s d e u n a o b r a en p r e p a r a c i ó n , y lo q u e en e l l o s


LA

REVOLUCIÓN

se c o n t i e n e r e s p e c t o á los

CHILENA

293

h o m b r e s y á los s u c e s o s d e -

la r e v o l u c i ó n , m á s q u e c r ó n i c a , p a r e c e u n a e s p e c i e d e cuenta

corriente

en

la c u a l v a n

n o m b r e s , v e r s o s , frases, m á s

ó

confundidos

cifras,,

menos humorísticos

ó

d e s e n f a d a d o s , s e g ú n e s t a b a el h u m o r d e l c o n s p i r a d o r ; t o d o e s t o , en m e d i o d e un r e v o l t i j o i n d e s c i f r a b l e , á l o m e n o s p a r a un e x t r a ñ o , d e r a y a s , d i b u j o s , p e r i ó d i c o s , c a r i c a t u r a s , v i ñ e t a s , tours cos..., etc., etc., que dejan (perdónesenos

recortes de

de forcé

la e x p r e s i ó n ) p o r q u e r e v e l a n

a l l í es e s p o n t á n e o , í n t i m o , sin na clase, c o m o que

fué

caligráfi-

la i m p r e s i ó n m á s

bizarra'

que todo

pretensiones de ningu-

este diario destinado simple-

m e n t e á r e f r e s c a r la m e m o r i a y e n t r e t e n i m i e n t o d e reducido número de amigos t o r los p e l i g r o s y las H é a h í el r u m b o paso

á

que

c o m p a r t í a n c o n su au-

o s c u r i d a d e s d e las p e r s e c u c i o n e s . que

nos

ha servido

para

seguir

p a s o el c a m i n o d e l C o m i t é , s e g u r o s d e q u e si'

v i v i é s e m o s en un país las p á g i n a s

del

más

escéntrico

señor- W á ' k e r

e s t á n , sin a g r e g a r ni q u i t a r

una

q u e el n u e s t r o ,

Martínez,

tales

como

coma, valdrían

unas

b u e n a s l i b r a s e s t e r l i n a s . U n i n g l é s las p e s a r í a e n o r o , si: s e t r a t a s e d e n e g o c i o s d e I n g l a t e r r a ó d e la I n d i a . ¿ Q u é fué, e n s u m a , e s e f a m o s o C o m i t é , e s e fantasmaterrible, tenaz, impalpable, q u e perseguía á B a l m a c e d a d e día y de noche,

á toda hora, c o m o

la s o m b r a

de

Hamlet? L o van á ver nuestros lectores.

Cuando

tomó

naci-

m i e n t o la i d e a d e la r e v o l u c i ó n y c o n c l u y ó su o b r a d e a r d i e n t e d e m o l i c i ó n la C o m i s i ó n C o n s e r v a d o r a , s e ñ o r a -


294

< ;

I1.

JUAN

b r ó una junta directiva, c o m p u e s t a d e d o c e seis c o n s e r v a d o r e s y seis

liberales. L o s

personas:

conservadores

e r a n los m i e m b r o s d e la J u n t a E j e c u t i v a :

Irarrázaval,

Rodríguez, Cimentes, Blanco i Wálker Martínez. Arrec i a n d o la t o r m e n t a ,

y cuando

la a c c i ó n

necesitó

ser

m á s r á p i d a , su n ú m e r o s e r e d u j o á c u a t r o : d o s p o r c a d a partido. P o r una parte B e s a y E d u a r d o M a t t e y por la otra Irarrázaval y W á l k e r

M a r t í n e z . A s í l l e g ó el y d e

Enero. S e p e n s ó m a n d a r á d o s d e los m i e m b r o s á la E s c u a dra para

r e p r e s e n t a r á los p a r t i d o s e n su

pronuncia-

m i e n t o ; p e r o los j e f e s d e ella, M o n t t y d e m á s , i n d i c a r o n la i d e a d e t e n e r c o n s i g o

á los p r e s i d e n t e s d e l a s

Cámaras. L a p e r s e c u c i ó n v i o l e n t a q u e s e d e s a t ó al d í a s i g u i e n t e de aquel acontecimiento

dispersó á todos

los j e f e s d e

la r e v o l u c i ó n , s o b r e t o d o á los d i p u t a d o s y firmantes

senadores

d e la d e s t i t u c i ó n d e B a l m a c e d a . N e c e s i t a r o n

s a l i r d e l p a í s ú o c u l t a r s e p o r s a l v a r su v i d a . D e los d e l comité, don

José

Campuzano,

propiedad

D í a z , en M a í p o , don

B e s a , s e r e f u g i ó en y de

del presbítero

la h a c i e n d a don

de

Clemente

allí s e e m b a r c ó p a r a

el

Perú;

M a n u e l J . I r a i r á z a v a l p o r l o s b o q u e t e s d e la c o r -

d i l l e r a , e n la C o m p a ñ í a , pública

Argentina

buscó

el c a m i n o d e

y fué á B u e n o s A i r e s ; d o n

la

Re-

Eduar-

d o M a t t e s e e n c e r r ó e n la c a s a d e u n a m i g o q u e g u a r d ó el s e c r e t o c o n la r e s e r v a m á s a b s o l u t a d e q u e h a y e j e m plo, y don C a r l o s W á l k e r Martínez q u e d ó solo en S a n t i a g o sin s a b e r e n

los p r i m e r o s

momentos

cómo

ni


LA

REVOLUCIÓN

•con q u i é n e n t e n d e r s e p a r a

CHILENA

entrar de

295

l l e n o en l a t a r e a

d e o r g a n i z a r a q u í la r e v o l u c i ó n , q u e , p o r d e s i d i a ó c o b a r d í a d e los j e f e s d e l e j é r c i t o , s e vio al p r i n c i p i o c a s i • e n t e r a m e n t e a i s l a d a e n el N o r t e . E l 9 de enero supo Wálker

Martínez

que en poder

•de d o n G r e g o r i o D o n o s o habían q u e d a d o importantes y algunos

documentos'

f o n d o s r e c o l e c t a d o s p a r a la

re-

v o l u c i ó n , y en el m o m e n t o s e t r a n s l a d ó á su c a s a á u n i r s e • c o n él p a r a s e g u i r j u n t o s los t r a b a j o s L a casa d e D o n o s o p o r q u e la a c t i t u d

en

perspectiva.

no despertaba sospechas, primero,

tranquila, apartada, prescindente en

p o l í t i c a d e e s t e c a b a l l e r o l o p o n í a fuera d e l driñador

del espionaje

ojo escu-

o f i c i a l ; y, s e g u n d o , p o r q u e

la

casa estaba en construcción, convirtiéndose, c o m o hoy s e la v e , e n v e r d a d e r o p a l a c i o d e l a c a l l e d e A g u s t i n a s , y á nadie habría p o d i d o ocurrírsele q u e en ese sitio se •fraguaban conspiraciones,

ni q u e

eran c o n j u r a d o s los

q u e á sus puertas llegaban entre e s c o m b r o s y murallas á medio levantar. D e s d e ese momento Wálker Martínez y D o n o s o •se s e p a r a r o n m á s h a s t a q u e s a l i e r o n t r i u n f a n t e s •escondrijos, corriendo juntos

no

de sus

las m i s m a s a v e n t u r a s , y

f o r m a n d o l o s d o s el v e r d a d e r o y tínico C o m i t é d e S a n tiago. Ciertamente q u e , solos y escondidos (porque D o n o s o s i e t e d í a s d e s p u é s fué a m e n a z a d o y p e r s e g u i d o ) , n a d a h a b r í a n p o d i d o hacer d e p r o v e c h o , á pesar d e su buena voluntad ó perseverancia 'traron s i e m p r e

enérgica; pero

acompañados,

siempre en

se e n c o n comunica


296

GIL

JUAN

c i ó n c o n p e r s o n a s d e a f u e r a , s i e m p r e r e c i b i e n d o visitas» asistiendo á conferencias, atando

los h i l o s d e la r e v o -

lución p o r todas partes, e s c r i b i e n d o p r o c l a m a s , l a n z a n d o m a n i f i e s t o s , m a n J a n d j oficiales y j e f e s n i é n d o s e en c o m u n i c a c i ó n fluyentes

con

los

al

Norte,

hombres

d e las p r o v i n c i a s , s o r p r e n d i e n d o

asediando

al

diciador

y arraneándole

r e v e l a c i ó n solía d e s e s p e r a r l o ! que á veces

fué

lista

prodigiosa,

la

po-

m á s in-

telegramas,

secretos

vida de

cuya

actividad,

mantuvieron

todo

el

t i e m p o d e la g r a n j o r n a d a , los í n t e g r o s o c h o m e s e s d e la c a m p a ñ a .

C o n ellos s e c o m u n i c a b a la J u n t a d e G o -

b i e r n o d e I q u i q u e , los j e f e s

del

ejército que servían á

la r e v o l u c i ó n , los a g e n t e s c o n f i d e n c i a l e s en el e x t r a n j e r o , los e m i g r a d o s ,

todos,

en fin, los q u e

alguna rela-

c i ó n t e n í a n c o n el m o v i m i e n t o c o n s t i t u c i o n a l . dirección

central

nacieron

buen éxito algunas

y

mal

todas

las

ideas

éxito otras, se

De

su

que, con realizaron,

d u r a n t e a q u e l l a é p o c a , d e s d e la e s p l é n d i d a o p e r a c i ó n d e l Maipo

h a s t a los ú l t i m o s d e s t r o z o s d e las l í n e a s te-

legráficas de agosto. Injusticia

sería decir q u e algo se

h i z o sin ellos, ó fuera d e e l l o s . W á l k e r M a r t í n e z y D o n o s o fueron el a l m a d e t o d o . E n t r e s u s a m i g o s y c o m p a ñ e r o s , al p r i n c i p i o , en c a s a d e D o n o s o , v i v i e r o n á su l a d o B o o n e n

y

la

Carlos

B e s a . C o n c u r r e n t e s á sus conferencias, planes, proyectos d e m o v i m i e n t o s , fueron L e o n c i o E c h e v e r r í a , nidas

Vial,

Emilio

Sánchez,

Leó-

J o a q u í n F i g u e r o a , etc.,

etc., y m u c h o s otros j ó v e n e s y caballeros distinguidos. Los

hermanos

general y coronel

Gorostiaga,

Salvo.


I.A

Novoa, Cortés, Rodolfo

REVOLUCIÓN

allí

CHILENA

i b a n ; y alií s e

Ovalle, Ladislao

207

encontraban

Errázuriz,

Luis

y

con

Joaquín

Wálker M., Patricio Larraín, Joaquín SantaCru?, J u a n A n t o n i o Orrego, etc., etc. Carlos L i r a

era u n o

d e ' los

a s i s t e n t e s m á s a s i d u o s , y d e s p u é s d e l v i a j e d e l Maip >, c u a n d o se a p r e t ó m á s n e c e s i d a d d e un

la s i t u a c i ó n y s e

movimiento

apuró más

en S a n t i a g o ,

la

su a c c i ó n

fué m u c h o m á s eficaz p o r q u e él e r a (y a s í lo l l a m a b a n los a m i g o s ) el i n t e n d e n t e d e la r e v o l u c i ó n en e s t a p r o v i n c i a . L a p o l i c í a c o n s t i t u c i o n a l ( q u e t a m b i é n la h a b í a ) corría á sus órdenes directamente.

M á s tarde, c u a n d o

d e la c a s a d e D o n o s o n e c e s i t a r o n h u i r á o t r o n i d o , los d o s j e f e s d e l c o m i t é c a m b i a r o n los b r a z o s y c o r r e o s d e la a c c i ó n

Larraín,

Eulojio

D í a z , J o a q u í n y P e d r o D o n o s o , los h e r m a n o s

ejecutiva,

y José

Manuel

Concha

S u b e r c a s e a u x y E n r i q u e L ó p e z , s e a g r e g a r o n á la b u e n a lista d e los a g i t a d o r e s d e S a n t i a g o . E l C o m i t é l o c a l d e V a l p a r a í s o f u n c i o n a b a al m i s m o t i e m p o

(á s u fren-

te e s t a b a C u m m i n g ) , y p o r su c o n d u c t o se h a c í a n

les

e m b a r q u e s (en c u y a l a r g a lista d e j e f e s y o f i c i a l e s

figu-

ra K ó r n e n y s e m o v í a n los que prometió Ambrosio

hilos

Letelier

de

un

movimiento

con vanas

palabras

sin h a c e r n a d a d e p r o v e c h o , ni c u m p l i r n i n g u n a d e s u s promesas.

M a n u e l Soffia y E m i l i o

Larraín

intervinie-

ron d i r e c t a m e n t e en e s t e n e g o c i o . Del mismo modo, análogos ganizaban su

en

al

d e V a l p a r a í s o s e or-

los d e p a r t a m e n t o s o t r o s c o m i t é s , y p o r

p a r t e o b r a b a n c o n c u l o r p a r a p r e p a r a r lo q u e

todo

el m u n d o d e s e a b a , la r e v o l u c i ó n i n t e r i o r , m i l i t a r , en los


2aS

Gil.

JUAN

c u a r t e l e s , d e é x i t o s e g u r o . S i n o lo o b t u v i e r o n , raron

la o p i n i ó n

flojedad

á

lo m e n o s ,

para

q u e se d i j o v e r d e s p u é s

prepa-

sembrar

e n las

filas

cierta dictato-

riales. E l C o m i t é de Santiago vigilaba y estaba en constante c o m u n i c a c i ó n c o n e l l o s . A q u í se formó

también

una gran asociación

com-

p u e s t a d e q u i n i e n t o s j ó v e n e s y c a s i en la m a y o r p a r t e <ie c a r r e r a p r o f e s i o n a l , q u e

s e d e d i c a r o n á c o r t a r telé-

grafos, destruir ferrocarriles, etc., etc. S e a r m a r o n c o n rifles. A s u . f r e n t e ,

entre

otros,

figuraba

Daniel

Lasta-

rria, q u e m u r i ó á s u s p r i n c i p i o s , A b e l S a a v e d r a , P e d r o Lira, Patricio

Aldunate,

Undurraga, etc.,

los C a l v o

Cruchaga,

etc. D e ellos fueron

Arturo

algunos de

los

s a c r i f i c a d o s en L o C a ñ a s . E l C o m i t é , e n t r e t a n t o , s e g u í a d a n d o p a s t o á la p r e n sa, punto

que no desatendió

Manifiesto,

d e l 1 8 d e f e b r e r o , es u n a

legal

de

un

alta importancia, q u e

minuto. Su

primer

pieza histórica

y

h o n r a á sus autores y

d e f i n e a d m i r a b l e m e n t e b i e n la s i t u a c i ó n j u r í d i c a y pol í t i c a d e la r e v o l u c i ó n y la d i c t a d u r a .

Alcanzan á ocho

ó n u e v e los m a n i f i e s t o s p o s t e r i o r e s . C u a n d o el C o m i t é n e c e s i t ó el c o n c u r s o d e o t r a s p e r s o n a s , n u n c a se vio d e s a i r a d o , y e s t e d e t a l l e es h o n r o s o p a r a C h i l e . H u b o v e z q u e n e c e s i t ó d e los c o n s e j o s d e d o n Belisario Prats y de C o n c h a

y T o r o ; y estos dos

c a b a l l e r o s a c u d i e r o n en el a c t o á la c i t a . N e c e s i t a m a n d a r á F i d e l U r r u t i a á s u b l e v a r el S u r , y el v a l i e n t e j e f e obedeció

en

el a c t o . N e c e s i t ó d i n e r o y p e n s ó

en un


LA

REVOLUCIÓN

-empréstito, y halló a c o g i d a

CHILENA

20Q

inmediata. Q u i s o tener en

s u p o d e r los p l a n o s o r i g i n a l e s q u e p a r a la c a m p a ñ a e n proyecto por la costa

de Melipilla

B a l m a c e d a , y los t u v o ,

y

tenía

los r e m i t i ó

en

su m e s a

al G o b i e r n o

de

Iquique! Los

episodios de

este género son innumerables, y

-algunos curiosísimos. S e podrían sacar argumentos para c i e n n o v e l a s d e los e p i s o d i o s mité.

Las

Buenos

cartas que

r e l a c i o n a d o s c o n el

Wálker

Martínez

Co-

mandaba

á

Aires, cuentan m u c h o s , pero nosotros, de los

labios de este obsequio á

señor, hemos

la b r e v e d a d

oído mucho

más q u e en

no lo c o n s i g n a m o s

en

estos

apuntes que hemos querido hacer breves. P a r a e m b a r c a r á los jefes y j ó v e n e s ces' ¡qué

de

percances

t u r n a s á q u e solían

en

¡qué de percan-

aquellas conferencias noc-

a c u d i r los d o s j e f e s del C o m i t é ! ¡y

q u é d e p e r c a n c e s en t o d o , h a s t a e n la r e m i s i ó n d e f o n d o s y c a r t a s p a r a el N o r t e ! H u b o c a r t a q u e fra, c o s i d a a l c o r s é

de

una gran dama,

fué e n ci-

mujer de un

M i n i s t r o d e E s t a d o ; y h u b o c i e n mil p e s o s q u e f u e r o n dentro de un bastón a h u e c a d o exprofeso jeto!...

Hubo

con este ob-

d i s f r a c e s q u e s ó l o al r e c o r d a r l o s h a c e n

r e v e n t a r d e risa y q u e c a s i d i e r o n m o t i v o p a r a d a r s e d e b a l a z o s e n t r e sí los c o n s p i r a d o r e s . H u b o

miedos,

he-

roicidades, intrigas, cabalas, chismes, etc., etc., dignos de memorias

especiales; y tenemos

e n t e n d i d o q u e el

a u t o r del diario del C o m i t é se va á dar lugar, r o b a n d o e l tiempo á sus

numerosas é importantes

ocupaciones

.profesionales y p o l í t i c a s , p a r a e s t a m p a r t o d o e s e

mun-


300

GIL

d o d e e p i s o d i o s en u n

JUAX

l i b r o q u e p r o m e t e ser b i e n in-

teresante. R e c o r r i e n d o el d i a r i o n o s ginas con

signos

h a l l a m o s c a d a p o c a s pá-

desconocidos,

p o r c i e r t o , p a r a no-

sotros. — ¿ Q u é significan e s a s a n c l a s ? p r e g u n t a m o s . — C a d a una representa una distinta casa d o n d e dormimos. — ¿ Y c u á n t a s s u m a n e n los o c h o m e s e s e s a s d i s t i n t a s casas? ¿ C u á n t o esos distintos asilos? — D i e z o doce: Roberto Eyzaguirre, Gregorio Donoso L e o n c i o E c h e v e r r í a , E m i l i o L a r r a í n , familia familia C o n c h a y T o r o , J o s é D o m i n g o etc.

Figueroa,

de Osma,

etc.

S i n i n c l u i r á la h o s p i t a l a r i a L e g a c i ó n d e la R e p ú -

blica Argentina

q u e en d o s ó tres g r a n d í s i m o s a p u r o s

dio a b r i g o m o m e n t á n e o al s e ñ o r W á l k e r M a i t í n e z p a r a , salvarlo de persecuciones

violentas.

— ¿ Y q u é s i g n i f i c a n e s a s l í n e a s d e cifras á c a d a p a s o ? — S o n las n o t a s m a n d a d a s á J o a q u í n W á l k e r M a r t í nez á I q u i q u e y á B i a n c h i T u p p e r á B u e n o s •—¿Y esos

anexos

con

letra

Aire-.

d i f e r e n t e d e la d e us-

tedes? — ¡ S o n los d a t o s q u e n o s

d a b a n d e la

e m p l e a d o s í n t i m o s d e la d i c t a d u r a ! d e d o de nuestra policía para

M o n e d a los

¡ A h í e s t a b a el

señalar lo q u e

convenía

darnos en copias! — ¿ Y a q u e l l o s d i b u j o s d e p a t í b u l o s y siete h o r c a s q u e figuran

en la p á g i n a c o r r e s p o n d i e n t e al 2 1

de

febrero?

— ¡ E s la s e n t e n c i a d e m u e r t e d e la d i c t a d u r a q u e p r o -


IA

REVOLUCIÓN

CHILENA

301

H u n d a m o s c o n e=a f e c h a b e b i e n d o u n a c o p a d e c h a m p a ñ a á la s a l u d d e los v e n c e d o r e s d e I q u i q u e !

Fué

el d í a en q u e r e c i b i m o s la c o n f i r m a c i ó n d e e s t a h a z a ñ a q u e v i n o á fijar el t r i u n f o d e f i n i t i v o ! L o q u e q u e d a e s c r i t o es p á l i d a e x p r e s i ó n d e l f a m o s o d i a r i o del C o m i t é ; p e r o r e v e l a lo q u e fué el C o m i t é d u r a n t e la r e v o l u c i ó n . A n u e s t r o j u i c i o , la a c c i ó n m á s aud a z y constante de q u e p u e d e darse e j e m p l o , digna del más elocuente elogio y de respeto entusiasta. L o s n o m b r e s d e los c a u d i l l o s q u e lo f o r m a r o n

que-

d a r á n h o n r a d o s a n t e la p o s t e r i d a d : C a r l o s W á l k e r M a r tínez y G r e g o r i o D o n o s o ! Santiago, cneio 6 de i 8 y 2 .

NÚMERO

4

Cómo estaban el San Felipe 7 el Talca antes de la o c u p a c i ó n de A n t o f a g a s t a (De

l.n Patria

Sierra El

infrascrito

Gorda,

de Iquique)

iS de marzo de

n o m b r a d o por U S . con

fecha

i8gi. 1 5 del

p r e s e n t e p a r a h a c e r u n a r e v i s t a d i s c i p l i n a r i a al b a t a l l ó n m o v i l i z a d o S a n F e l i p e , t i e n e el h o n o r

de dar

d e su c o m e t i d o á e s a C o m a n d a n c i a G e n e r a l .

cuenta


302

Gil.

JUAN

C o m e n z a n d o el d e s e m p e ñ o d e la c o m i s i ó n q u e m e c o n f i r i ó p o r la f o r m a c i ó n d e l b a t a l l ó n p l a z a s , m a n i f e s t é á la t r o p a f o r m a d a estaba

US.

con sus 2 1 7

en c o l u m n a s q u e

autorizado para hacer cumplida justicia á todos

y en cualquier sentido quisieran

interponer,

que

fueran

los

designándoles

reclamos

hora

que-

y lugar

al

efecto. É n s e g u i d a r e u n í á los tres j e f e s

del batallón y pre-

g u n t a d o s é s t o s p o r la o p i n i ó n q u e t e n í a n f o r m a d a a c e r c a d e la t r o p a d e su m a n d o , tes e n d e c l a r a r q u e

todos estuvieron

la d i s c i p l i n a

se p o d r í a

contex-

mantener

i n a l t e r a b l e e n el s e r v i c i o d i a r i o y c o n s t a n t e d e l c u e r p o , sin p o d e r r e s p o n d e r l l e g a d o el c a s o

de una acción d e

guerra, del éxito que aquella disciplina pudiera dar. el c u e r p o

d e b e te-

n é r s e l e s e p a r a d o d e t o d a o t r a t r o p a á fin d e

L o s jefes

son d e opinión

deslindar

la r e s p o n s a b i l i d a d q u e e n

que

una

emergencia

cualquiera

p u d i e r a c a b e r á su b a t a l l ó n . Poco

después

fueron

reunidos

los

ayudantes

del

c u e r p o y los c a p i t a n e s d e c o m p a ñ í a , y t o d o s o p i n a r o n , c o m o los s e ñ o r e s j e f e s , q u e la t r o p a c o n s e r v a r í a su disc i p l i n a e n el s e r v i c i o éxito una vez que

d i a r i o , sin p o d e r

se hiciera

entrar en

responder

del

acción contra

otras tropas. E n s e g u i d a s e l l a m ó á los o f i c i a l e s s u b a l t e r n o s y h a biéndoseles

h e c h o las m i s m a s

fes y c a p i t a n e s h u b o c u a n t o á la m a n e r a

p r e g u n t a s q u e á los j e -

alguna disidencia de opinión en d e a p r e c i a r la a c t i t u d d e la t r o p a

p a r a el c a s o q u e l l e g a r a

u n a s i t u a c i ó n difícil y en q u e


LA

REVOLUCIÓN

CHILENA

303

se necesitara de todo su concurso incondicional y sin reserva. La mayoría estuvo porque la tropa estaba contenta con su paga, su rancho y demás atenciones del servicio; pero que los soldados en su mayor parte no entrarían con voluntad á hacer la resistencia debida á fuerzas enemigas. Por lo tocante á sus personas, los señores oficiales manifestaron las mejores disposiciones hacia sus jefes y gran decisión y voluntad para cumplir dignamente con sus deberes y mantener el orden y la moralidad en la tropa. Resumiendo señor comandante general, las opiniones anteriormente emitidas, el infrascrito es de sentir que el batallón movilizado San Felipe, no pudiendo prestar los servicios activos que puede reclamar de él la actual situación, sería de conveniencia disolverlo, salvo, naturalmente, el mejor acuerdo de US. Para terminar diré á US. que ni los señores oficiales ni ningún individuo de tropa tuvo reclamo alguno que elevar al infrascrito. Dios guarde á US. (Firmado) A.

Lagos.

L.

Vignes, Secretario.

S e ñ o r comandante general de a r m a s de A n t o f a g a s t a .


Gil.

3°4

JUAN

Batallón Movilizado Talca Antofa«asta, E l sargento

mayor

que

marzo ig de

suscribe

c o m a n d a n t e d e l c u e r p o , q u e el d í a t a n d o d e s t a c a d o en

da

/8gi.

p a r t e al s e ñ o r

1 8 del actual, es-

el c a m p a m e n t o d e P l a y a B l a n c a

c o n la p r i m e r a y s e g u n d a c o m p a ñ í a y p a r t e d e la tercera q u e q u e d ó á c a r g o del e q u i p a j e del referido cuerp o , á las 5 P . M . y e n el m o m e n t o d e e n c o n t r a r s e c o m i e n d o la t r o p a se s i n t i e r o n

varios

disparos de

rules

d e a ' g u n o s s o l d a d o s q u e c o m í a n del l a d o d e fuera d e l galpón y esto ocasionó

u n a l b o r o t o e n t r e los q u e

taban adentro. Inmediatamente

es-

m e l e v a n t é d e la m e -

s a c o n el fin d e i m p o n e r m e d e lo q u e s u c e d í a , c u a n d o el s o l d a d o d e la p r i m e r a N i c a n o r V e n e g a s , m e d e s c a r g a su rifle á boca de jarro,

f e l i z m e n t e sin

r e s u l t a d o , el

q u e h u y ó , v o l v i é n d o m e en el a c t o al g a l p ó n á c o n t e n e r el g r a n m o v i m i e n t o q u e

se

n o t a b a e n t r e los s o l d a d o s

d e a d e n t r o c o n s i g u i e n d o c o n m u c h o t r a b a j o en

unión

d e los d e m á s o f i c i a l e s a p a c i g u a r el á n i m o d e los r e v o l t o s o s ; p e r o al m i s m o t i e m p o los d e a f u e r a s e g u í a n desc a r g a n d o sus rifles t a n t o en d i r e c c i ó n n u e s t r a c o m o á las a v a n z a d a s q u e t e n í a a p o s t a d a s á orillas d e la p l a y a , c a m i n a n d o d e frente h a c i a e l l o s d o n d e h i c i e r o n p o r la fuerza á un s a r g e n t o 2 .

0

seguir

y diez s o l d a d o s d e la se-

g u n d a c o m p a ñ í a , c u y a fuerza e s t a b a á c a r g o d e l t e n i e n te d o n J o s é 2°

del C a n t o .

E n aquel m o m e n t o

n o p o d í a s i q u i e r a o r d e n a r á los


LA

REVOLUCIÓN

CHILENA

305

que habían apaciguado, que disparasen sobre los amotinados, puesto que temía que no obedecieran mis órdenes atendiendo el estado bélico en que se encontraban. De las averiguaciones que hice, resulta que el origen del motín fué causado por el sargento 2 . de la 3 . compañía, Pedro Velasco Cancino, un cabo i.° y dos soldados de la i. que se encontraban más ó menos eii estado de embriaguez, á consecuencia de haberle llevado licor un paisano del campamento cuyo nombre ignoro. El cabo de mi referencia, José Francisco Urzúa, fué el único que pude apresar haciéndolo desarmar inmediatamente y lo remití en seguida custodiado por un cabo y un soldado á Antofagasta donde se encontraba el jefe de mi cuerpo con el resto del batallón. El número de individuos sublevados y pasados á la escuadra ascienden á treinta y cinco, que lo componen entre las compañías i. , 2 . y 3 . , cuyos nombres han sido ya pasados. Es cuanto tengo que comunicar á V. para el conocimiento de lo ocurrido el día de ayer. 0

a

;L

a

a

(Firmado) RAIMUNDO ARMAS

20

a


Gil.

JUAN

NÚMEROS

5 Y

6

Ocupación de Antofagasta

"Organizado el ejército del Congreso, dicen los señores Silva y Barros Luco en la nota á los miembios del Congreso quefirmaronel acta de i.° de enero, dándoles cuenta de las operaciones de la campaña, se resolvió ocupar la provincia de Antofagasta, que estaba defendida por dos mil quinientos hombres, la mayor parte de línea, á las órdenes del coronel Camus, comandante del regimiento número i. La maicha sobre Antofagasta fué muy feliz: á pesar de la superioridad numérica y de las ventajosas posiciones que tenían las tropas de Camus, no se atrevieron á presentar batalla: fugaron de Antofagasta á Calama y de allí á Uyuni, en la frontera boliviana, y entregaron sus armas á las autoridades de este país para emprender la retirada á Chile á través de Bolivia y la República Argentina. "Nuestras fuerzas volvieron á Iquique á las órdenes del comandante Montt, y poco días después partieron nuevamente para ocupar la provincia de Tacna. El 4 de abril tomaron posesión del puerto de Arica, con lo cual las fuerzas dictaroriales que defendían la provincia huyeron á la frontera peruana y entregaron sus armas á las autoridades locales, n


LA

REVOLUCIÓN

NÚMERO

CHILENA

7

Parte oñcial del combate en la aduana de Ia.uio.ue Iquique,

21 de febrero

de

1891

Señor comandante en jefe de la escuadra: El 1 7 del presente mes fui honrado por US. coi¡el nombramiento de comandante general de armas de Iquique. En los primeros momentos me concreté á rece ger el aimamento y municiones dejadas por el enemigo. Supe por algunos vecinos que en el Alto del Molle las fuerzas dictatoriales habían dejado un entierro de municiones de rifle que tanto necesitábamos. Por lo que inmediatamente despaché una máquina con dos cairos, llevando veinte marineros y algunos trabajadores á lasórdenes del guardia marina señor Baldomero Pachecoy sirviendo de guía el vecino señor Alejandro Solari. Les recomendé no regresaran sin traer todas las municiones que encontraran. A las 8 P. M. volvieron trayendo como doscientos mil tiros de rifle, los que en la misma noche remití á bordo en previsión de un ataque del enemigo. En los galpones de materias inflamables y en los cuarteles encontré otros tantos, los que también fueron embarcados por la misma consideración.


308

GIL

JUAN

Durante la noche establecí patrullas y mandé avanzar dos á cargo de los tenientes señores Luis Gómez y Jorge Pacheco. A las 3 A. M. del día 1 8 recibí orden de reembarcarme con toda mi tropa. Puse este hecho en conocimiento del comandante de la Guardia del Orden que se había organizado, para que velaran durante nuestra ausencia por la seguridad de la población. A las ó A. M. del mismo día 1 8 se me ordenó tomar nuevamente posesión de la plaza, lo que efectué sin novedad. Al desembarcar encontré en el muelle al Cuerpo Consular, que me esperaba solicitando una conferencia, que tuvo lugar en los salones de la Intendencia. Deseaban saber esos señores á qué obedecía la desocupación de la plaza para volver tres horas después á ocuparla. Me manifestaron también temores de que al •quedar el pueblo sin tropas pudiera la gente cometer algunos desmanes, agregando que la Guardia del Orden no tenía armas con que hacerse respetar del pueblo. Les contesté que eran movimientos estratégicos que exigía la guerra y que no nos era posible someter nuestros planes á sus conveniencias ó temores. Y que nos sería muy sensible llegase á suceder lo que temían; por lo que concluí ofreciéndoles rifles Mannlicher para la Guardia del Orden pero sin municiones, por carecer de ellas, con lo cual quedaron satisfechos. Tan pronto como terminó esta conferencia, me fui ítl telégrafo del ferrocarril á indagar si alguien había


l.A

REVOLUCIÓN

CHILENA

30Q

comunicado con el enemigo. Por el copiador de partes me impuse que momentos antes había el ex-secretario de la Intendencia señor Clark comunicado con el coronel Robles, instándole viniese á atacar Iquique de noche; hora en que dejábamos una pequeña guarnición, por lo que le sería muy fácil recuperar la plaza. Agregaba también que á las 3 A. M. nos habíamos reembarcado todos, que creía sería para reforzar. nuestras fuerzas de Pisagua, derrotadas en Huara dos días antes, ó una estratagema de nuestra parte. A las 8 A. M. despaché una máquina con dos carros y cuarenta marineros á cargo del guardia marina señor Baldomero Pacheco, para que fuese en reconocimiento del enemigo hasta la estación de Santa Rosa. Regresó esta avanzada trayéndome la noticia de no haber divisado al enemigo, y que por datos que le dieron en la estación de tránsito parecía que éste no había pasado aún por Pozo Almonte. Esto sucedía á las 3 de la tarde del día 1 8 . A las 1 1 P. M. anunciaban por telégrafo desde la estación de San Juan, que el enemigo venía trayendo un gran convoy. Lo que fué confirmado por telégrafo á los señores Samuel Zavala y David Mac-Iver. Comuniqué esta noticia á bordo del Blanco é hice alistar una máquina y mandé en reconocimiento al teniente primero señor Melitón Gajardo y teniente segundo señor Jorge Pacheco á cargo de cincuenta marineros, con orden de alcanzar con toda clase de precauciones hasta el Molle y reconocer los faldeos de los


3T0

GIL

JUAN

•cerros del trayecto. Al mismo tiempo despaché seis soldados de policía montados que tenía á cargo de su jefe señor Guillermo Moller para que vigilase por el lado de Cavancha. Á la 1 . 3 0 A. M. regresaron las avanzadas sin haber •sido divisadas por el enemigo. Sin embargo, los anuncios por telégrafo y teléfono •de que venían acercándose, seguían con persistencia, pero sin poder fijar el número; porque á medida que llegaban á las estaciones cortaban las comunicaciones telegráficas. Á las 2 A. M. del 1 9 recibí orden del comandante •Goñ¡, del Blanco, de reembarcar toda la gente, dejando sólo un pequeño piquete en el muelle, con una •lancha á vapor lista para que también se reembarcara •cuando hubiera plena certeza de la presencia del enemigo. De los 2 5 0 marineros que tenía en tierra mandé á bordo 2 2 1 , quedándome con 4 0 y los tenientes señores Melitón Gajardo, Jorge Pacheco, guardiama•rina señor Baldomero Pacheco y aspirante señor Felipe de la Fuente. Á esta hora se embarcaron también los empleados civiles y partidarios de nuestra causa que se creían comprometidos. A las 6 . 1 5 A. M. del 1 9 fui avisado por el piquete <ie policía que tenía apostado en las afueras de la población, que se divisaba un grupo como de treinta •hombres de caballería y como trescientos infinites. Ce dorado de que no venía más tropa que la que -


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trie anunciaban, resolví hacerme fuerte en el edificio de la aduana y mandé al teniente primero señor Melitón Gajardo tomar posesiones en las azoteas y balcones,, distribuyendo la marinería convenientemente alrededor del edificio. Al teniente segundo señor Jorge Pacheco, le ordené hacer trincheras en las puertas y balcones. Al teniente primero señor Luis Gómez, lo comisioné para ir al Blanco á poner en conocimiento del comandante Goñi mi resolución. Al mismo tiempo despaché la lancha á vapor que tenía qara reembarcarme, al Toltcn, por refuerzo. Á las 6 A. M. se avistó el enemigo en la calle Arturo Prat, é inmediatamente ordené romper los fuegos sobre él, que fueron contestados en el acto, trabándose desde ese momento hasta las 4 P. M. un nutrido y no interrumpido fuego de fusilería. Á las 7 llegó el comandante Peiroa, trayéndome cuarenta francos tiradores del Taltal. Esta tropa venía animada de muy buen espíritu para el combate, pero armada de rifles Boumont, muchos de los cuales estaban descompuestos y con pocas municiones. Desde el primer momento el enemigo tomó posesión de las casas que circundan la aduana y de las boca-calles en que la configuración les daba una posesión ventajosa. En esta condición se siguió el combate hasta las 8 A. M., hora en que el Blanco, y luego después la Esmeralda, rompió sus fuegos sobre los edificios situados á los costados de la aduana, en que se eneon-


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GIT,

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traba el enemigo. Los certeros disparos de los buques los obligó á abandonar esas posiciones, y colocarse entonces en la parte de atrás de la aduana, para no ser ofendidos por los proyectiles de á bordo, dejando siempre piquetes defendiendo los desembarcaderos. Á las 9 horas las municiones empezaban á escasearme de una manera alarmante; se habían repartido ya las de los que estaban muertos ó heridos, y á pesar de esto no podía contestarlos fuegos la mitad de mi gente. A esta hora había tenido ya el sentimiento de ver caer heridos sucesivamente y de bastante gravedad, al comandante señor Olegario Pairoa, teniente primero señor Melitón Gajardo y teniente segundo señor Jorge Pacheco, que eran los oficiales más caracterizados que tenía. Afortunadamente, á bordo, habían organizado una partida de desembarco, la que, protegida por los fuegos de la escuadra, consiguieron lanzarla á tierra por la playa del Colorado, llegando ala Aduana como alas 1 1 . 3 0 A. M. Esta fuerza se componía como de treinta marineros, al mando del guardia-marina señor Julio Sánchez, á quien acompañaba como práctico del camino el ciudadano señor Timoleón Lorca. Llegaron también al mismo tiempo cuarenta reclutas del Chañaral, armados de Mannlicher, con municiones de carabina Winter, con sólo quince ó veinte tiros cada uno, los que consumieron en el trayecto de la Aduana. Al mando de éstos venía el capitán Fritis, quien luegoque llegó fué herido, pero de poca gravedad.


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Tuve la satisfacción de ver que este refuerzo avanzó resueltamente, venciendo la resistencia que le puso el enemigo, parapetado en diferentes puntos del caminoCon este oportuno refuerzo pudimos avivar nuevamente los fuegos, pues aunque llegaron rendidos de cansancio, entraron inmediatamente en pelea. Á los sóida, dos del Chañaral los destiné al servicio de los heridos y á atender las puertas del edificio. Á las 1 2 M. se declaró incendio en la casa que está al costado oriente de la Aduana, principiando por unos galpones que estaban llenos de salitre. La vecindad del salitre amenazaba comunicar el fuego á nuestras posiciones. Además las municiones principiaban nuevamente á escasear y, faltos de agua y alimento, pedía por semáforo al Blanco me mandase, sin pérdida de tiempo, esos artículos. Pero las señales, á causa del humo, no las distinguían desde á bordo y no tenía ya municiones sino para la tercera parte de mi tropa. En esta situación, resolví dejar apostados unos cuantos hombres para contener el avance del enemigo, el que, en esos momentos, comprendiendo quizás nuestro estado, atacaba con más bríos. Dividí la gente que tenía disponible en pelotones y les designé sus jefes á cada cual, el lugar por donde debían atacar, resuelto ya á batir al enemigo en las calles, antes que se me concluyeran completamente las municiones ó que el incendio se propagase á la Aduana. La gente se manifestó resuelta y entusiasmada por llevar á cabo el plan de ataque qne les había trazado,


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GIL

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cuando se me presentó el guardia-marina señor Julio Sánchez, diciéndome que se ofrecían el marinero 2 . Olegario Hidalgo y Manuel Venegas, para irse á nado á bordo del Blanco á pedir los auxilios que necesitábamos. Acepté la oferta y escribí al capitán Goñi, pidiéndole municiones y agua, asegurándole el triunfo si conseguía hacerme llegar lo que le pedía. Entregué el papel á Hidalgo, quien, acompañado de Venegas, con toda rapidez se descolgaron de los balcones y se echaron al agua, alcanzando un bote que estaba fondeado como á cuatrocientos metros de la playa. Estaba esa embarcación sin remos y ya habían sido vistos por el enemigo, que rompió un nutrido fuego sobre ellos, hiriendo á Venegas en una pierna, por lo que resolvieron dejar ese bote, echándose nuevamente á nado en dirección á donde estaban fondeadas las lanchas de carguío. Antes de ilegar fueron recogidos por una chalupa que salió de la Isla y los llevó á bordo. Impuesto el comandante Goñi de mi situación, me mandó municiones, agua y algunos víveres, que fueron desembarcados por el muelle de pasajeros. Una gran parte de estos pertrechos los dejaron en la cabeza del muelle por lo que mandé al subteniente señor Aravena, del Chañara!, con algunos marineros y soldados que fueron por ellos. En el trayecto del muelle á la Aduana cayeron tres á cuatro, de los que fueron por los pertrechos, mortalmente heridos, entre estos el valiente subteniente Ara0


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vena, que cayó en circustancias que por animar á su gente traía él mismo al hombro un cajón con municiones. En estos momentos pude notar también el valiente comportamiento del guardia-marina señor Roberto Garretón, quien, después de haber tenido fuera de combate á dos marineros que servían el cañón que llevaban á proa de su lancha á remo, continuó él mismo haciendo un sostenido fuego con esa pieza. Y habría él también caído, sin el oportuno auxilio que, con calma digna de encomio, le prestó el guardia-marina señor Carlos Palma, sacándolo á remolque de la zona peligrosa en que se encontraba. El contramaestre Manzor se distinguió también por sus repetidos viajes al muelle en busca de municiones, ni través de un nutrido fuego que hacía el enemigo. Con el refuerzo recibido quedamos en condiciones de poder aguantarnos hasta el día siguiente. El incendio del costado oriente se había extinguido. Pero con los auxilios que el enemigo presenció habíamos recibido, desesperó de hacer rendir nuestra posición y trató entonces de hacerla por el fuego. Incendió para esto los edificios de la paite sur de la Aduana, de que los separaba sólo una estrecha calle. Á eso de las 2 h. P. M. ti peligro parecía ¡inminente, las llamas lamían ya las cornisas de la Aduana y el calor que irradiaba ei fuego hacía casi imposible el mantenerse á ese lado del edificio. Por fortuna en el techo de la Aduana hay un estanque para agua salada y ordené refrescar las paredes echándoles baldi s de agua: pero


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luego se hizo esto imposible, porque el enemigo, oculto en las casas vecinas, esperaba á nuestros marineros que se pusieran de pie sobre el techo, para hacerles un fuego certero, matándome cuatro á cinco durante esta faena, por loque desistí, ordenando, entonces, dejar abiertas las llaves del estanque,.con lo que se inundó el segundo piso y se consiguió con esto refrescar esa parte del edificio. El Cuerpo de Bomberos, que intentó detener el incendio, se lo impidió el enemigo, haciendo fuego sobre él. A pesar de esto, algunos denodados bomberos quedaron prestando sus humanitarios servicios, á causa de lo cual se me dijo que habían salido tres ó cuatro heridos. Á las 3 horas de la tarde estábamos ya fuera de peligro, el incendio había consumido ya los edificios vecinos y poco después cuatro manzanas habían desaparecido completamente. El enemigo hizo entonces otro esfuerzo, atacó con más vigor; pero ya eran pocos los que se atrevían á abandonar sus posiciones para ganar otras más cercanas. Á las 3 . 3 0 P. M. recibí el último refuerzo de municiones que la trajo el teniente 2 ° señor Salustio Valdés y guardia-marina señoi Jorge Edwards. Á las 4 P. M. divisé la canoa del comandante del H. M. S. Warspite, que con bandera de parlamento,, se dirigía al muelle; pero como le hiciese el enemigo varios disparos de rifle hacia ese punto, cambió de rum-


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bo y se dirigió á una pequeña caleta que hay en la parte oriente de la Aduana. Aquí se acercó el jefe de las fuerzas enemigas, acompañado de una pequeña escolta. Ordené, luego que se acercó la canoa parlamentaria, suspender los fuegos. Mandé también un oficial de parlamentar ó para que se impusiese de lo que se trataba. Luego regresó acompañado del comandante de la Warspile y del Ingeniero i.° del Blanco, señor Trewela, que le servía de intérprete y del coronel Soto, que era el jefe de las fuerzas que me atacaban. Me dijo el comandante inglés, que con autorización •de US. venía á arreglar un armisticio, con el objeto de evitar á la población mayores daños, porque si el combate duraba durante la noche, se quemaría el resto de la población; y en cuanto al coronel Soto, no tenía inconveniente para una suspensión de armas, que duraría hasta el día siguiente 2 0 , á las 1 2 h. M. Contesté que por mi parte aceptaba ese arreglo, siempre que el coronel Soto no avanzase sus posiciones durante el armisticio, á lo que accedió. Este arreglo estuvo en peligro de fracasar, pues mientras el comandante de la IVarspite me imponía de -su misión, se sentía un disparo de rifle en la calle. El coronel Soto, al sentir la detonación, saca su revólver á toda prisa y me amenaza con él, gritando que lo hemos traicionado. El comandante; inglés se interpuso y consiguió calmar y detener al nervioso coronel. Al mismo tiempo dos marineros que tenía apostados €n las puertas del salón, alcanzaron á preparar sus ar-


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mas para contestar-al coronel, pero los detuve á tiempo; volviendo, luego después que se cercioró el señorSoto que el disparo había sido en la calle, á continuar la interrumpida conferencia. Aceptado el armisticio, me dediqué á tomar medidas de precaución y de defensa. Formé trincheras en las azoteas con sacos de azúcar y de café que encontré en los almacenes de la aduana, reforcé las puertas y establecí estricto servicio para la noche, pues temía una celada del enemigo. Al amanecer del día siguiente 3 0 , supe que el coronel había hecho venir del interior durante la noche doscañones, una ametralladora y cien hombres. Por lo que pedí á bordo dos ametralladoras Holíchkiss, que no me mandaron por estar muchas de ellas en Pisagua. Á las 9 P. M. del 2 0 , recibí una carta del teniente País León, ayudante del coronel Soto, que por intermedio del cónsul americano, la hizo llegará mi poder. En esa me proponía entrar en arreglo, para lo cual contaba con el consentimiento de casi todos los oficiales de las fuerzas de Soto. En esos momentos llegaba á la Aduana el secretario de la Escuadra, señor Enrique Valdés Vergara, á quién pedí se entendiese con el señor País León. Pero no consiguió entrar en arreglos por haber desconfiado el señor País León de algunos de sus compañeros que creyó pudiera delatarlo. Conseguimos sí, que nos trajera al único prisionero de la batal'a de Huaras, el guardia-marina señor Jorge Mery, que esca-


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para de la matanza de cuantos tornaron parte en ese desgraciado día para la causa constitucional. Á las 1 0 . 3 0 principió la fuerza enemiga á tomar las posiciones que ocupaba el día antes, y además colocaron un cañón y una ametralladora en la plaza Arturo Prat. Habiendo principiado á trabajar zanjas en las boca-calles que no ocuparon el día antes, me apresté también al combate y mandé un oficial de parlamentario á pedirles la suspensión inmediata de los trabajos, y en caso que así no lo hicieran me vería en la necesidad de dar por roto el armisticio antes de la hora designada. El jefe más caracterizado que estaba allí me contestó que Soto estaba á bordo conferenciando con US., y que no sabía lo que había pactado con él, por lo que continuaba siempre con su trabajo de defensa, sin temor á las consecuencias. Recibí esta contestación en momentos que llegaba un teniente de la Ifarspi/e, quién una vez impuesto del asunto, me pidió no respondiera los fuegos, que él iría á arreglar aquello y lo consiguió. Á las 1 2 recibí una nota de US. en que me anunciaba que el coronel Soto había pactado á bordo de la Warspiíe, la rendición de su tropa con todos los honores de la guerra; quedando en libertad una vez que hicieran entrega del armamento y municiones. Acto éste que tuvo lugar en Cavancha á las 6 . 1 5 P. M. del día 2 0 . Tomamos, de acuerdo con el señor general Urrutia, que desembarcó con el batallón Constitución, toda


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Gil.

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clase de precauciones para evitar un conflicto que pudiera hacer fracasar las ventajosas condiciones del tratado. Entregaron sus rifles como 2 1 0 hombres, con las cananas repletas de municiones, lo que fué remitido en la misma noche á bordo. Terminando con esto esta función de armas, en la cual tenemos que lamentar por nuestra parte la muerte de 2 7 hombres y 2 2 heridos. El valor y entusiasmo desplegados por los oficiales y marinería que he tenido el honor de comandar durante el combate, no decayó un momento, siendo también dignamente secundado por los Francos Tiradores de Taltal. Considero un deber de mi parte hacer á US. una especial recomendación del valiente comportamiento de los oficiales que salieron heridos: comandante, señor Olegario Pairea; teniente i.°, señor Melitón Gajardo; y teniente 2 . , señor Jorge Pacheco, lo mismo que de los guardia-marinas de primera clase señores Baldomero Pacheco y Julio Sánchez, aspirante señor Felipe de la Fuente y capitán Fritis del Chañaral. Réstame ahora felicitar á US. por este nuevo triunfo de la causa constitucional, que priva al enemigo de más de trescientos de sus mejores soldados, de los que ochenta fueron muertos ó heridos en el combate. Además nos deja elementos para armar otros tantos. Dios guarde á US. 0

M E R I N O JARPA.


T.A

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HÚMERO

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8

Toma, de Coquimbo (De

La

Patria

de

Iquique)

Al documento que á continuación insertamos corresponde, cronológicamente, el primer lugar en el archivo que bajo el título de Boletín de la Guerra, está formándose en las columnas de nuestro diario. Es el parte pasado por el comandante del Amazonas, don Vicente Merino Jarpa, sobre la toma á viva fuerza del puerto de Coquimbo, efectuada por voluntarios porteños y marineros de la escuadra, bajo las órdenes de aquel brillante jefe en la madrugada del 1 2 de enero. Para mejor inteligencia del lector, introducimos esta publicación con un bosquejo muy sumario de las operaciones de la escuadra en los días anteriores. Realizado con feliz éxito, y sin derramamiento de sangre, en las primeras horas del 7 de enero, el pronunciamiento de los buques de la escuadra que se hallaban fondeados en Valparaíso, esto es, el Blanco, la Esmeralda y la O Higgins, se dirigieron éstos al amanecer á la bahía de Quinteros, en donde les aguardaban, dispuestos á adherirse á la causa de la ley y de la Constitución, el Cochrane y la Magallanes. A medio día la escuadra se presentó, de nuevo en 1

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OH. J l ' A N

Valparaíso; y el mismo día los botes armados, sostenidos á corta distancia por los buques de la escuadra, abordaron el Huáscar, se apoderaron de él sin resistencia, y el Mi ra flores lo sacó á remolque en medio de los aplausos del pueblo amontonado en los muelles y esplanada. Al caer la noche, zarpó la Esmeralda con dirección á Talcahuano; de allí debía transladarse á I.ota, en donde el Abtao y los caza torpederos eran aguardados en esos días. El 8 tomaron posesión el comandante Délano y el capitán de corbeta Merino Jarpa de cuatro mil quinientos fusiles Mannlicher, de propiedad del Estado, que se encontraban á bordo de un vapor alemán fondeado entonces en la bahía. El mismo día, tomó el capitán Montt posesión, en nombre del Congreso, del vapor Aconcagua de la Compañía Sud-Americana. Al anochecer, salieron, con rumbo al norte, el Cochrane y la Magallanes;

y después de tocar en Antofa-

gasta, con el objeto de recoger noticias, llegaron el 1 1 á Iquique. El comandante Valenzuela Day, jefe de la división, notificó el bloqueo del puerto, concediendo plazo hasta el i.° de febrero. La Magallanes se presentó á establecer el bloqueo en Pisagua. Con el parte del comandante Merino Jarpa se anuda el hilo de los acontecimientos. Este documento presenta á la revolución pisando y ocupando tierra por primera vez, y preludia dignamente la serie de opera-


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32J

ciones de la misma naturaleza emprendida por los sostenedores de la ley. La figura del comandante Merino Jarpa comienza á destacarse con singular lucimiento, en la escena, desdeel día de la toma de Coquimbo. En el curso del mes y en el siguiente, encontramos al joven y distinguido marino recorriendo, de triunfo en triunfo, la costa del norte, hasta que la defensa dela Aduana de Iquique le conquista nombre y fama imperecederos entre los soldados de la causa constitucional.

Parte

pasado

p o r el c o m a n d a n t e d e l Amazonas,

J a r p a , al c o m a n d a n t e

en j e f e

de la escuadra,

tom.-i d e C o q u i m b o el 1 2 d e e n e r o d e

señor

Merino.

r e f e r e n t e á la.

1891:

Comandancia Militar del "imazonasu

Señor comandante en jefe de la escuadra: Tengo el honor de dar cuenta á US. de la parte que le ha tocado en la toma del puerto de Coquimbo, al buque guarnición de mi mando. A las dos treinta de la mañana del día 1 2 y como á diez millas del puerto, la O'Higghis con la cual navegaba en convoy, apagó sus luces y continuamos navegando en la forma acordada para llegar al puerto á las 3 . 3 4 A. M.


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Gil.

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A las 3 perdimos de vista á la 0'lTig£¡ins, siguiendo nosotros con el mismo rumbo y andar acordado. Alas 3 . 3 0 mandé disminuir el andar y coloqué topes para ver en qué dirección estaba. Esperé hasta las cuatro, que estando ya completamente claro, no se divisó por ninguna parte en el horizonte. Creyendo que se hubiese entrado al puerto, dimos toda fuerza de máquina para tomar el fondeadero, y fué grande mi sorpresa al no encontrarla allí. Siendo ya las 4 . 1 5 y temiendo que se frustrara el plan, resolví, de acuerdo con el señor comandante y delegado don A. Délano, llevar á cabo la sorpresa con la guarnición de doce hombres de csíe buque y los sesenta y cuatro -voluntarios navales que teníamos armados. A las 4 . 2 0 arriamos y embarcamos tres botes, en uno de los cuales me embarqué con mi guarnición y me -dirigí á abordar el Toltén, que estaba fondeado cerca del muelle. Aquí encontré sólo dos hombres los que siguieron con nosotros. Por éstos supe que la tripulación de este buque había sido desembarcada y llevada á engrosar las filas enemigas y que la máquina había sido inutilizada. Seguimos inmediatamente al muelle, y momentos después llegaba el comandante Délano á cargo de su gente. En el muelle tomé un marinero de la capitanía y lo obligué á que me llevase á la casa del •Gobernador, á donde me dirigí con mi guarnición á paso de trote. Encontré á ese señor, le intimé rendición y lo obligué á que fuese á mi lado al cuartel, en donde tenía


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Co soldados acuartelados, los que á tres cuadras del cuartel salieron y se extendieron en guerrilla y rompieron fuego de fusilería sobre nosotros. En este momento, el comandante Délano me alcanzaba con los suyos y contestamos los fuegos avanzando á paso de trote. Al llegar á la plaza, en donde se encuentra el cuartel,, el enemigo se dispersó hacia el cerro que da frente áéste y, como veinte, corrieron al cuartel y continuaron por cinco minutos resistiendo hasta que seguimos de frente, y una vez que llegamos á la puerta del cuartel se rindieron. Los obligué á desarmarse y los encerré en una pieza y coloqué centinelas á sus puertas. Mientras tanto, parte de nuestra gente hacía fuego á los que, parapetados en el cerro, continuaban molestándonos y los que muy pronto fueron obligados á huir. El comandante Délano se hizo cargo del cuartel. Aquí tomamos como treinta rifles Grass y como trescientas cápsulas. Hicimos inmediatamente comunicar á la Serena que el puerto estaba en nuestro poder y que habíamos desembarcado como 1 , 5 0 0 hombres; se alistaron tres máquinas con un tren de diez carros para llevar las tropas. Terminado esto, me fui á bordo llevando al Gobernador y con el objeto de hacer bajar á tierra los 5 0 navales que habíamos dejado por no tener armas y aprovechar ahora las tomadas al enemigo. Viendo que la O'Big^xns no llegaba aún, y temiendo que se la hubiese descompuesto alguna pieza de su máquina, salía toda fuerza en su busca. Al doblar la :


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punta Sur, vi que venía en dirección al puerto, regresé y continuamos con el señor Délano tomando las medidas conducentes á asegurar el triunfo. A las 6 . 3 0 A. M. llegó la O'Higgins y desembarcó 4 0 hombres armados de rifles y al señor delegado Saavedra. Se convocó á la municipalidad del lugar y se .acordó mandar un parlamentario á la Serena, pidiendo la rendición inmediata de la ciudad. Esta resolvió rendirse y nos recibieron como á sus libertadores, lanzando todo el mundo hurras á la oposición y á la marina y arrojando de los balcones flores á la tropa. La guarnición de la plaza, con el Intendente á la cabeza, huyó. Tenemos que lamentar por nuestra parte seis bajas, incluyendo al teniente Campbell de los navales, que salió herido en una pierna. De la tropa, dos son de la guarnición de este buque, de los cuales uno está grave y los tres restantes son de los navales. El enemigo tuvo 1 2 bajas, entre éstos dos ó tres muertos. Terminado el trabajo militar, me dediqué el mismo día á embarcar carbón y víveres, teniendo, 2 4 horas después, 2 0 0 toneladas de carbón á bordo y los víveres cuya lista le acompaño. El comportamiento de los oficiales y tropa que tomó patte en el combate ha sido espléndido, concretándome, por mi parte, á recomendar á su consideración á la guarnición de este buque, á mi ayudante señor Luis E. Castro y señores Aguilera y Chacón, J. Este.ban, que están como voluntarios.


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Me es grato felicitar á US. por el primer triunfo de la causa constitucional, conseguido á tan poco costo, lo que prueba la popularidad de ella. V. M E R I N O JARPA

NÚMERO

9

Las operaciones del "Cachapoal".—Be Coquimbo á Pisagua ( D e ¿a

Patria

de Iquique)

Los VILOS, C A I D E R A , CHAÑARA:.

Las operaciones que emprendió en la costa el transporte Cachapoal, bajo las órdenes del capitán de corbeta don Vicente Merino y Jarpa, desde el 1 6 de enero hasta el 7 de febrero, día del ataque y ocupación definitiva de Pisagua, figurarán en la historia de la campaña marítima de 1 8 9 1 como un interesante y brillantísimo episodio. Nos proponemos seguir hoy las huellas del diestro y animado marino que dirigió estas expediciones, desde el puerto de Coquimbo hasta el de Pisagua, á donde llegó el Cachapoal el 6 de febrero, en circunstancias que la fuerza constitucional, batida en Zapiga, se pie-


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CU.

Jl'AN

paraba, sin perder nada de su ánimo y sus bríos, á librar un nuevo combate en defensa de la ciudad. Los documentos que á continuación publicamos nos dispensan de la necesidad de emprender el trabajo de una narración especial, que acaso hubiera parecido pálida é inexacta en detalles importantes. Ningún relato podría ser más fiel y animado que el del mismo comandante Merino y Jarpa. En un sólo punto le encontrarán insuficiente los que asistieron á las expediciones del Cachapoal; es en lo que se refiere á la parte que tomó personalmente el capitán Merino y jarpa en los hechos de armas de la campaña. Este vacío será llenado, alguna vez, en las columnas de La Patria.

Aparte de las ventajas que las operaciones del Catrajeron, directamente, á la causa constitucional, corno ser la ocupación, temporal ó definitiva, de seis departamentos, la captura de oficiales y soldados enemigos, de caudales, armamentos y municiones y el aliento que una serie de triunfos infundió en nuestras filas, es este episodio marítimo digno de recuerdo y atención porque el Cac/iapoal sirvió, en una época en que la escuadra y el esfuerzo militar de la revolución se encontraba en funesto fraccionamiento, como de vínculo de unión entre las diversas divisiones navales y los diversos centros de acción militar, en donde se había logrado trabar en tierra la lucha contra la dictadura. Así fué como llegaron á Iquique y Pisagua noticias. chapoal


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auténticas y detalladas de las operaciones en Coquimbo y el auxilio de buenos soldados veteranos y de provisiones. Así fué también, y esto se verá cuando lleguemos á la segunda parte de esta relación, cómo la columna de los vencidos en el Hospicio de Pisagua pudo pasear victoriosamente la bandera constitucional por las poblaciones de la costa del sur de Tarapacá, darse la mano con el departamento de Taltal, libertado y en vía de pujante organización, y reparar ahí sus que brantos, de tal suerte que, al volver al norte .contaba con más de 4 0 0 hombres regula!mente equipados y armados y en estado de alcanzar, como lo hizo, en unión de la columna de 2 7 0 hombres salvados de la campaña de Coquimbo, el triunfo completo de Pisagua, el 6 de febrero. No sería justo recordar la lucida carrera del Cachapoal sin rendir homenaje á la pericia, la lealtad y la corrección perfecta de los procedimientos del capitán Mac Dougall y demás empleados de la Compañía Sud Americana de Vapores, encargados del mando y la dirección náutica y la conservación del transporte. En su difícil papel de neutrales y de depositarios de la confianza y custodios de los intereses de la Compañía, desplegaron ellos un tacto admirable y aptitudes distinguidas de navegantes, y manifestaron conocimiento á fondo de la costa. Una armonía perfecta reinó constantemente entre el comandante Merino y Jarpa y su colega, por la fuerza de las cosas y de la situación bé-


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lica, el capitán Mac Dougall. La simpatía y el mutuo respeto y la deferencia y cortesía recíprocas crearon entre estos dos hombres de mar relaciones de amistad que resistirán á la influencia del trascurso de los años, tanto como el recuerdo mismo de las expediciones del Cachapoal.

Dejamos la palabra al comandante militar de la gallarda nave. P a r t e p a s a d o p o r el C o m a n d a n t e

s e ñ o r M e r i n o y J a r p a s-ibre el

desembarque y toma de posesión del puerto d e L o s Vitos:

A bordo, 17

de enero de

1801.

En cumplimiento de la orden verbal recibida de US. ayer á las 7 P. M. dejé el fondeadero de Coquimbo, en busca del vapor Imperial, el que se creía que había pasado al sur conduciendo tropas del dictador. El viaje lo hice lo más cerca posible de tierra para imponerme si estaba en alguna de las numerosas caletas que hay en el tramo de costa comprendido entre Coquimbo y Los Vilos. A l a s 1 0 A. M., llegué á este puerto simulando ser vapor de la carrera; fui recibido por el teniente del Resguardo y un comerciante señor Emparán. Traté ¡inmediatamente, de averiguar si tenián conocimiento de que el Imperial hubiera tocado en algún puerto, y me contestaron que nó. Dejé al capitán del puerto á bordo y mandé al señor


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Emparán con un oficio para el subdelegado que representaba la autoridad del dictador, en el que le intimaba la rendición immediata de la población y lo hacía responsable de las consecuencias en caso de resistencia. Mientras tanto, hice arriar todos los botes del vapor para simular un ataque de desembarque con mucha gente. A los pocos minutos recibí contestación del subdelegado, en que me decía que me entregaba la población, huyendo immediatamente á la cabeza de 14 policiales armados de Winchester y de algunos vecinos par tidarios del dictador. Desembarque veinte hombres de mi guarnición sin novedad, acompañados de los señores ayudante Luis E. Castro, doctor Tornero, Guillermo Moller y J. Esteban Chacón. Disparé dos tiros de cañón por a'to á los fugitivos, que se habían quedado á alguna distancia observando nuestros movimientos. Nos apoderamos del le'égrafo y comunicamos con Illapel y Santiago; nos contestaron del primero de estos lugares que estaban ocupados con Santiago y ya no nos contestaron más. Avisimos que habíamos tomado posesión del puerto y que teníamos 6 0 0 hombres en tierra. Nos apoderamos de la batería y aparatos anexos para evitar que se comuniquen, tomando dos huinchas, que son las cpie han tenido en uso durante este me?, las cuales se las acompaño para ¡me se imponga de su contenido. Convoqué á las personas notables del lugar y 110111


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bramos de común acuerdo al señor Baltasar Ureta, Subdelegado; se nombró también una comisión compuesta de los señores Juan José Garmendia, José Manuel del Rio, Silvano Serei, Manuel Videla, Martín Vicuña y Benjamín Emparán para que atiendan á la tranquilidad y seguridad de la población. Supe por diferentes personas que el Intendente de la Serena y Gobernador de Ovalle se han establecido en Illapel, en donde están reclutando tropas para la resistencia. Tienen como jefe á un mayor del Canto y al comandante que fué de la Policía de Serena. A la fecha les calculan que tengan ochenta hombres; de éstos hay 1 5 del 3 . de línea, que estaban de guarnición en los Vilos atendiendo al orden en los trabajos ferrocarrileros. Sobre tropas de Santiago dicen que esperan de un momento á otro que pasen 2 0 0 hombres de Cazadores. Hasta ahora por los Vilos no ha pasado refuerzo alguno de la capital. Los trabajos del ferrocairil están de para, de manera que hay mucha gente desocupada, pero á todas les debe la empresa, de manera que por este motivo no quieren embarcarse todos. A pesar de esto, en una hora conseguí embarcar 3 8 , cuya lista le incluyo pagándoles lo que la empresa les adeudaba, siempre que dicha cantidad fuera menor que el engache de $ 2 0 que se paga en Coquimbo. Entre los enrolados hay 1 2 que han sido clases del ejército de línea en la última campaña, y en. general toda es muy buena gente. 0


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Creí en un principio que la empresa cometía un abuso, no pagando á esa gente para impedir que la tomásemos, por cuyo motivo hice llamar al contratista, cajero, y demás empleados superiores; exigí los libros para ver lo que había de verdadero, y me convencí por su correspondencia que realmente no tenía dinero para pagar, lo que es sensible, pues pudimos, sin esa circunstancia, embarcar unos doscientos ó más. Me permito llamar la atención de US. hacia la conveniencia que hay en que continuamente buques de la escuadra crucen por estos lugares, para tenerlos siempre en jaque y obligar también á la tropa enemiga á que haga grandes rodeos para llegar al lugar á que se le destina, por temor de caer en nuestro poder. A las 3 P. M. dejé los Vilos con rumbo á Coquimbo, y alas 5 P. M. encontré á la O'Higgins con rumbo al Sur. Comuniqué con ella y mandé carta á US. sobre el resultado de esta comisión. V. M E R I N O JARPA P a r t e p a s a d o por el C o m a n d a n t e J a r p a , al C o m a n d a n t e

d e l Cachapoal,

señor M e r i n o

en J e f e d e la E s c u a d r a , en e n e r o

s o b r e las o p e r a c i o n e s e f e c t u a d a s p o r ese b u q u e e n su

viaje

31, de

C o q u i m b o al N o r t e : Comandancia Militar d el v a p o r

'-Cae h ap o a 1"'

Señor comandante en jefe de la escuadra: Tengo el honor de poner en conocimienio de US., que el 1 8 del presente recibí orden del señor delegado


334

U

I

L

JUAN

don Cornelio Saavedra, de dejar á Coquimbo y zarpar al Norte, con el objeto de comunicarme en Iquique con los señores Delegados don Isidoro Errázuriz y don Ramón Barros Luco, para imponerlos de los movimientos habidos en el Sur y darles los recursos que pudieren necesitar, como víveres, carbón, etc. Se me autorizó para que hostilizara al enemigo de la manera que me pareciera más conveniente, ya para hacer cuanto me fuese posible en beneficio de nuestra causa. A las 4 A. M. del día 19, fondeé en Caldera, habiendo antes disfrazado el buque, pintando la chimenea de negro y borrándole el nombre de proa. No obstante esto, el buque fué considerado sospechoso, y sólo después de repetidos pitazos conseguí hacer venir al bote de la capitanía, custodiado por el teniente de Zapadores señor Ramón Saavedra, sargento i.° Juan M. Ramírez, cabos segundos Vicente Bustos y Abel Groseling y soldados Juan B. Garrido, Demetrio Rocha, Ruperto Gutiéi rez y Ramón González, los que se acercaron al vapor, temerosos de una celada, y trataron de retirarse; pero entonces les hice descubrir la ametralladora de proa y la dirigí hacia elios. Al ver esto, continuaron hacia el buque y subieron á bordo. Mientras tanto, había hecho colocar mi guarnición en el salón, lista para atacar á la tropa de Zapadores en caso de resistencia; inmediatamente que subió el oficial, se le condujo al salón, donde lo esperaba yo. Le hice desarmarse, y continuamos lo mismo con el sargento y demás individuos de tropa. Luego les hablé de la justicia de lacau


LA

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sa que defendemos y se manifestaron muy complacidos y conformes. Al oficial le permití que escribiera al mayor Errázuriz, diciéndole que había sido detenido á bordo y muy bien tratado. El sargento escribió á su esposa y le di plata para que le mandase. Escribí al jefe de la plaza, mayor señor José A. Errázuriz, diciéndole que esperábamos de su patriotismo y de la justicia de la causa que defendemos, lo que no se escaparía á su ilustración, que nos acompañase. Otro tanto se dijo á un teniente Vivanco, que, por noticia del señor Saavedra, era el más ilustrado de los oficiales de guarnición en Caldera. Esperé como media hora la contestación; pero no volvió nadie, y al contrario sentí tocar llamada y vi colocar la tropa detrás de los galpones de la <;stación. Creyendo ya inútil toda espera, resolví hacer un falso ataque por Caleta Inglesa, que está tres milias al sur y simulé un desembarco en esa parte, arriando los botes del vapor y embarcando parte de la guarnición en ellos. Con esto conseguí mi objeto, cual era atraer la tropa á ese lugar; y tan pronto como vi que ésta había llegado, llamé los botes, los icé y me dirigí á toda fuerza al ñor. te de la bahía de Caldera, en donde se encuentra la oficina del cable telegráfico Arrié dos botes y mandé cortarlo y darle remolque hacia el buque. La gente del primer bote que llegó á la playa saltó á tierra y no encontrando el cable que está enterrado á bastante profundidad, resolvió entonces echar al bote todos los aparatos eléctricos que encontró, y cuando ya estos es-


33Ó

Gil.

JUAX

taban en el bote, del fuerte situado al lado norte del muelle fiscal me hicieron dos disparos de cañón, y al mismo tiempo la gente que quedó de guardia en el cuartel se dirigió á paso de trote á impedir que nos posesionáramos del cable, haciendo fuego de fusilería sobre el buque y gente que estaba en tierra. Inmediatamente contesté con ametralladora de la proa, yá los po eos disparos conseguí despejar el fuerte. La gente que iba á impedir la toma del cable continuaba en marcha hasta ese punto; entonces le dirigí una granada con el cañón de á 6, la que cayó cerca de la tropa y con lo cual no se atrevieron á seguir adelante, parapetándose detrás de una r u i n a de carbón desde donde continuaron haciendo algunos disparos. Tan pronto como la gente sintió el ataque, trató de •embarcarse, echando el bote al agua; pero, con el apresuramiento consiguiente, se les dio vuelta cayendo al mar los instrumentos embarcados. El señor Luis E. •Castro, que estaba en el otro bote acudid immediatamente en auxilio de los que estaban en el agua: como ya no alcanzaron á embarcarse les ordené seguir por la costa al norte. La tropa que vino á atacarlos no se atrevió á desalojar de su posisión para perseguirlos, porque una vez que lo intentó le disparé un segundo cañonazo que los hizo regresar á su escondite. Mandé un tercer bote para los que iban por tierra, que fué á los órdenes del señor Gajardo, primer piloto de este buque, que se me ofreció para desempeñar esta comisión.


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El tiroteo duró quince minutos y los disparos que se me hicieron del fuerte fueron muy mal dirigidos, lo mismo que los de la gente que fué á atacar á los que bajaron á tierra. Debido á esto no hemos tenido ninguna desgracia que lamentar. Por mi parte, me concreté solamente á defenderme. Pude, en la mañana de mi entrada al puerto, ametrallar á una compañía de Zapadores que á tiro de rifle del vapor estaba bañándose. Una vez izados los botes, me dirigí nuevamente á Puerto Inglés, á ver si estaba allí todavía la tropa, pues no acudió durante el tirotero, ni después de éste, la gente que había hecho ir á ese lugar. No viendo á nadie regresé otra vez al puerto á observar los movimientos del pueblo y á ver si se decidía el mayor Errázuriz á venir á bordo. Esperé un cuarto de hora, pero no notando movimiento alguno hice rumbo á Chañaral á donde llegué á las cinco de la tarde. Tenía conocimiento que este pueblo era muy opositor y como había conseguido dejar la correspondencia que traía para Copiapó en Caldera, resolví pasarla á dejar á este lugar. Traté de simular, lo mismo que en Caldera, que el vapor no era de la compañía chilena; pero inútilmente. Aquí tenían ya conocimiento que había estado en Caldera, de manera que esperé media hora, y viendo que no venía nadie, resolví mandar al secretario de esta comandancia, señor Chacón, como parlamentario ante el gobernador, exigiéndo'e la entrega immediata de la 22


338

Gil.

JUAN

plaza, y en caso contrario lo hacía responsable de lasdesgracias que sucedieran si me obligaba á tomar me didas violentas para conseguir mi objeto, y asegurándole toda clases de garantías para él y su partido en caso contrario. Luego me contestó poniendo la plaza á mi disposición, por no tener fuerza suficiente para defenderla, y huyó á las Ánimas, en un tren en compañía de 4 5 hombres armados, que era toda su fuerza, incluyendo en ésta 1 cabo y 4 soldados de Zapadores, que habían llegado el día anterior de Copiapó, conduciendo 5 0 rifles Grass, y 5 0 0 tiros para formar la base de un batallón cívico. Immediatamente hice arriar los botes y embarqué la guarnición y todos los señores ayudantes con orden de tomarse en el acto el telégrafo y comunicar con Serena, lo que no se pudo hacer por haber huido también el telegrafista, dejando el libro copiador de partes que le acompaño. Hice traer á bordo los istrumentos y bateu'as eléctricas y cortar el alambre. Todo el pueblo y la gente de importancia de Chañaral acudió al muelle a vivar la Constitución, Congreso y la Marina Nacional. Cuando el pueblo se impuso de que pensaba continuar viaje en esa noche, mandó una comisión de ocho de los más importantes vecinos de la localidad, presi dida por el entusiasta y respetable caballero, señor Basilio Cáceres, á pedirme que, para que el fiiunfo fuera completo, defiriera mi viaje hasta el día siguiente, para


I.A

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que los acompañase á perseguir al gobernador hasta el lugar en que se había refugiado y quitarle las armas y municiones que llevaba consigo. Impuesto de las facilidades que había para conseguir esto y de la importancia que tiene para la causa mantener ese pueblo en nuestro poder, por tener mucha gente ocupada en las faenas mineras y que está decidida á seguirnos, y también por su intermedio poder tener noticias de Copiapó y Caldera, acepté el quedarme, quedando la comisión comprometida á tenerme al día siguiente una máquina y cien hombres y yo á facilitarle veinte marineros y á emprender la persecución hasta las Ánimas que dista dos horas por tren. Pero no hubo necesidad del viaje; en la noche ya principiaron á llegar varios de los que acompañaban al ex-gobernador que venían á presentarse á la nueva autoridad y á entregar sus armas. A las 6 . 3 0 A. M., cuando ya estaban el pueblo y tropa listos para emprender la marcha, llegó una máquina avisando que á un cuarto de hora del pueblo había quedado el piquete de Zapadores y algunos cívicos, esperando permiso para volver á la ciudad. Despaché al señor Luis E. Castro con el teniente de Zapadores señor Saavedra y sargento i.° del mismo cuerpo á que fueran por ellos, y á ofrecerles garantías. Tan pronto como llegaron los mandé á bordo. Luego después me dirigí á la gobernación, en compañía de todos los vecinos más notables de la localidad, y nombré en representación de los señores


340

GIL

JUAN

•delegados del Congreso, gobernador interino del departamento de Chañaral al señor Basilio Cáceres en reemplazo del señor Zoilo Qtievedo, que representaba el poder dictatorial, cuyo nombramiento se promulgó por bando por el notario del lugar. Se engancharon inmediatamente cuarenta hombres para formar la guardia del pueblo y treinta en el buque como base del batallón Chañaral. Autoricé al señor gobernador para nombrar interinamente un oficia! para el Registro Civil, en lugar del •que servía ese puesto, por haberse permitido dicho sugeto insultar groseramente á dos marineros y á todos .los que defendemos la Constitución. Dejé Chañaral á la una del día de ayer, con direc ción á Iquique. La conducta de la marinería ha sido excelente, habiéndome los mismos contrarios manifestado su admiración por su disciplina y buen comportamiento en el pueblo. Debo manifestar á US. que la oficialidad, como la marinería de la dotación del vapor, me han prestado servicios en el desembarco con tanta abnegación como si fueran marinos de guerra. V . M E R I N O JARPA

En la mar, enero 2 1 de 1 8 9 1 .


LA REVOLUCIÓN

CHILENA

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De Chañaral a Ia.uig.ue PlSAGUA, ToCOPiLLA,

TALTAL,

EL 6 DE FEBRERO

P a r t e p a s a d o p o r el c o m a n d a n t e d o n V i c e n t e

Merino J a r p a , aP

c o m a n d a n t e en jefe d e l a E s c u a d r a , s o b r e l a s o p e r a c i o n e s e f e c t u a d a s d e s d e el 20 d e e n e r o h a s t a el 1 5 d e f e b r e r o , ó s e a d e s d e la salida de C h a ñ a r a l hasta la ocupación de I q u i q u e .

Comandancia Militar del vapor

"Cachapoal''

Iquique,

febrero

17

de

iSpr

Señor comandante en jefe de la Escuadra: Tengo el honor de dar cuenta á US. de las comisiones desempeñadas por el bupue de mi mando durante el tiempo comprendido entre el 2 0 de enero y el 1 5 : del presente mes. El 2 0 de enero dejé el puerto de Chañaral con rumbo á Iquique, y el 2 1 á las 8 P. M. llegamos á este puerto sin novedad. Aquí encontré al Cochrane bloqueando, y comuniqué al señor delegado don Ramón Barros Luco y al comandante señor Valenzue'a Day el objeto de mi viaje y lo ocurrido en el sur desde que ellos habían salido de Valparaíso. Siendo indispensable en Pisagua la estadía de unbuque como el Cachapoal por los recursos de que dis-


342

G I L JUAN"

ponía en hombres y vivires, el señor delegado acordó postergar la comisión con que US. quiso honrarme para ir al Norte en busca de pertrechos de guerra, y tuvo á bien disponer mi salida para aquel puerto con el objeto de reforzar y pioteger la columna que en tres días había organizado allí el coronel don Estanis'ao del Canto y cuyas fuerzas alcanzaban como á 3 0 0 hombres, comprendiendo la compañía del 4 . y 6 0 hombres de artillería que habían hecho el patriótico movimiento del día 1 9 . El 2 2 á las 6 A. M., salí de Iquique con rumbo á Pisagua. En el trayecto encontramos al vapor Arica de la Compañía Inglesa, que del N. O. se dirigía á Caleta Buena. Me puse al habla con el capitán y le manifesté mi estrañeza por que viniendo del Sur trajera ese rumbo. El capitán me contestó que lo hacía para no ser visto de los buques bloqueadores de Iquique. Le hice ver entonces que Caleta Buena estaba bien bloqueada y que en Pisagua podía dejar su carga, que se componía de bueyes, pasto, harina, etc., á lo que accedió de buen grado el capitán. A las 9 . 3 0 A. M. fondeamos en Pisagua, puerto sujeto al dominio de las fuerzas constitucionales desde el día 1 9 , en que tuvo lugar el levantamiento de las tropas de la guarnición con el pueblo. Allí se encontraba la Magallanes. El teniente i.° de la armada do'n Francisco Nef había sido nombrado gobernador de la plaza y se hallaba ejerciendo este cargo. . 0


LA REVOLUCIÓN CHILENA

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Se me comunicó que el día anterior nuestras reducidas fuerzas habían tenido un combate en Zapiga con las que habían enviado de Iquique el intendente dictatorial don Manuel Salinas para recuperar á Pisagua, siendo aquellas rechazadas con 2 5 á 3 0 bajas; las del enemigo eran más ó menos iguales en número. FÁ Arica descargó en Pisagua; y á las 2 P. M. salí para Iquique, llevando al señor delegado los detalles del rechazo de Zapiga. A las 5 P. M. llegué á Iquique y una hora después salía nuevamente para Pisagua, debiendo tocar en Caleta Buena. Aquí vino á bordo el capitán de puerto, creyendo al buque vapor de la carrera. Supe por este empleado que la guarnición se componía de un sargento y 1 5 soldados de artillería, y que disponía de un tren para huir en caso de desembarco. En vista de esto continué viaje á Pisagua, á donde regresamos é las 1 1 P. M. •del mismo día 2 2 . Nuestras fuerzas de tierra se hallaban acampadas en el Alto de Hospicio y el 2 3 al amanecer fueron atacadas allí por la división á que me he referido, enviada por Salinas, división compuesta de tres compañías del 4 . de línea, 5 0 hombres de la brigada cívica Iquique, 1 0 0 hombres de artillería con 4 cañones Krupp y 5 0 granaderos, al mando del teniente coronel don Marco Aurelio Valenzuela. Duraba el tiroteo de fusilería y cañón como tres •horas, cuando desde á bordo notamos que el ala dea-echa de las fuerzas nuestras, que se componía de la 0


GIL

341

JUAN

compañía del 4 . que se levantó en Pisagua el 1 9 , se batía en retirada hacia la pob'ación, acosada por mayor número. Inmediatamente que me di cuenta de lo que pasaba hice fuego con ametralladora Hotchkiss sobre el enemigo; otro tanto hizo la Magallaíies y un cuarto de hora después conseguimos contener el avance de aquél y hacerlo retroceder. En seguida hice desembarcar los veinte marineros de la guarnición y como treinta voluntarios del Chañaral con los soldados de Zapadores tomados en Caldera, para establecer la resistencia en el pueblo. Momentos después observamos que como cincuenta hombres de infantería en perfecta formación y al mando de un oficial, bajaban al pueblo, seguidos de muchos soldados nuestros que corrían desarmados y en desorden al lado de aquélla. Desde á bordo no nos dimos cuenta cabal de lo que eso significaba. Varias veces estuve por disparar á esa tropa; pero viendo que no atacaba á la nuestra, y su poniendo que sería gente que se pasaba ó venía á entregarse á nuestras fuerzas, desistí de mis intenciones. Veíamos también que el pueblo se hallaba agrupado al pie del cerro, esperando la llegada de dicha tropa en actitud tranquila. Luego llegó á bordo el comandante de los navales de Pisagua, señor Snntibáñez, y nos explicólo ocurrido de la manera siguiente: Mientras las compañías del 4 . de línea eran rechazadas en su avance á la población, por los esfuerzos 0

0


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de la Magallanes y del Cachafioal, el ala izquierda de nuestras fuerzas en Hospicio, vencedora, había alcanzado á tomar la artillería del enemigo y obtenido la rendición de la tropa de ésta y de la infantería cívica, que era mandada por el capitán Espinosa del 4. de línea. Pero sucedió que nuestros oficiales, desprevenidos, departían confiadamente con los enemigos, cuando de improviso el capitán Espinosa hace armarse á los suyos é inmediatamente intima rendición á los nuestros. La confusión se establece entonces, huyen algunos hacia la población y otros son hechos prisioneros por el capitán Espinosa, entre éstos el teniente 2 ° de la armada señor Fil.ippi, el capitán señor Brieba, del Pisagua, y algunos oficiales más. Espinosa, creyéndose vencedor, bajó entonces al pueblo con cincuenta hombres de infantería. A la entrada de la población se encontró con los vecinos que habían ido allí á esperar esa tropa que creían iba á entregarse. Se imaginó Espinosa que se le recibía en triunfo y dio un grito de "¡Viva el presidente Balmacedalü El pueblo comprendió la situación y obró en el acto como si hubieran estado de acuerdo todos: se lanzó inmediatamente sobre la compañía, le quitó las armas y la condujo, con su capitán á la cabeza, al sitio en donde se hizo entrega de ella al gobernador señor Nef. Toda la compañía prisionera fué embarcada en el Cachat>ual. Luego esta tropa me manifestó que quería 0


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OIL

JIJAN

ingresar á nuestro ejército y se accedió á sus instancias en este sentido. Se resolvió embarcar también todas nuestras fuerzas •en el Cachapoal, resolución que se llevó á efecto inmediatamente. Visto esto por la población, se apoderó de las familias el pánico y todas quisieron venirse á bordo de este buque. La población de Pisagua era del todo adepta á la causa constitucional; nadie, pues, quería quedarse en tierra por temor á las tropas del dictador; pero en el Cachapoal sólo fué posible dar asilo á poco más de cien personas de la mejor gente de la localidad. En tierra quedó solamente una pequeña guarnición á cargo del animoso y entusiasta gobernador Nef; y en los días 2 4 y 2 5 no hubo novedad alguna. En la mañana del 2 6 bajó de Hospicio una máquina con bandera blanca. Conducía aun oficial, portador de una nota del comandante Valenzuela, jefe de las fuerzas enemigas, en la que nos pedía la entrega de la plaza por tener fuerzas superiores para tomarla si no la abandonábamos inmediatamente. Se le contestó que obrase como quisiera, que por nuestra parte haríamos lo que más nos conviniese. Después de esta contestación, procedimos á embarcar todos los víveres que teníamos en tierra, la guarnición y los amigos políticos comprometidos. Saqué del Banco Valparaíso una letra por valor de cincuenta y cuatro mil pesos, cantidad á que ascendían los depósitos hechos por el jefe de la Aduana y por el tesorero


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municipal. Esta letra se la entregué al comandante de la Magallanes, capitán de corbeta señor Muñoz. El enemigo intentó bajar á medio día, pero se le contuvo con dos disparos de cañón que le hizo el Ca•chapoal y hubo de esperar la noche para conseguir su objeto. A las 6 . 5 0 P. M. de ese día zarpamos con rumbo á Iquique, conduciendo al ejército constitucional con su jefe el señor coronel don Estanislao del Canto. El total de las fuerzas se componía de 2 6 oficiales y 2 7 5 soldados, distribuidos como sigue: Zapadores, 3 oficiales y 4 0 soldados. 4 . de línea, 5 oficiales y 7 0 soldados. Navales de Pisagua, 1 3 oficiales y 1 1 7 soldados. Artillería, 2 oficiales y 1 5 soldados. Policía de Pisagua, 3 oficiales y 3 3 soldados. Suma: 2 6 oficiales y 2 7 5 soldados. En esta fecha se embarcó también en el Cachapoal •el diputado señor Isidoro Errázuriz, que se encontraba 0

á bordo de la

Magallanes.

El mismo día 2 6 , á las 1 1 P. M., arribamos á Iquique. Di cuenta al señor delegado don Ramón Barros Luco, de lo ocurrido en Pisagua, y se acordó enviarme al día siguiente á Taltal, que recién se había pronunciado en favor de la causa constitucional, obteniendo •un éxito completo. Tenía por objeto mi viaje el proveerme de los artículos necesarios para uniformar nuestras tropas, y aumentar nuestras fuerzas. Se me autorizó también para tocar en los puertos intermedios en que


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GIL

JUAN

yo creyera conveniente operar. Mi regreso debía efectuarlo en compañía del Huáscar. El 2 7 á las 9 . 3 0 A. M., salí de Iquique, habiendo dejado al Cochrane una cantidad de víveres y bueyes de los traídos de Pisagua. A las 3 P. M. del mismo día toqué en Huanillos, y por el capitán de uno de los buques surtos en la bahía tuve conocimiento de que el puerto estaba defendido por una pequeña guarnición de doce soldados de artillería á cargo del alférez Guzmán. Mandé al teniente señor Juan de Dios Olivares á pedir la entrega inmediata de la plaza, á lo que se negó el mencionado oficial, contestando que no lo haría antes de cumplir con su deber militar de defender la plaza á todo trance. De acuerdo con el señor coronel Canto resolvimos desembarcar la tropa del 4 . de línea por el lado norte de la población. El capitán Anabalón fué encargado de esta comisión, y una vez en tierra desplegó su gen te en gierrilla y avanzó hacia el pueblo. Los contrarios estaban parapetados detrás de las rocas al lado del mue-le. Se les hizo fuego desde á bordo para desalojarlos de sus posiciones, al mismo tiempo que el capitán Anabalón con su tropa rompía el fuego de fusilería contra ellos; y después de un tiroteo que duró pocosminutos, se rindieron El alférez Guzmán y sus soldados fueron desarmados y conducidos á bordo. Al día siguiente estos soldados peleaban á nuestro lado en Tocopilla, con el mismo entusiasmo de nuestros voluntarios. 0


LA

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Entre los papeles encontrados al alférez Guzmán figura el telegrama enviado por el intendente de Iqui que, momentos antes de la ocupación de Huanillos, al suhde'egado, que lo era el mismo alférez, telegrama que dice así: "Si notifican rendición de la plaza, niegúela en absoluto y resistan como puedan. Tropas opositoras derrotadas en todas partes. Es posible ofrezcan al jefe del destacamento un gran ascenso á nombre del Soberano Congreso, ó una gratificación pecuniaria. Rechácela públicamente para escarmiento de los revolucionarios. Igual rechazo han sufrido aquí hasta de parte de los sargentos de las guarniciones.—SAI.INASH. Antes de partir de Huanillos dejé establecida la autoridad constitucional en el pueblo, nombrando subdelegado á don Felipe Correa, que fué designado por aclamación de los vecinos. Se procedió á embarcarse la tropa y seis caballos que encontramos, pertenecientes al fisco, siendo éstos los primeros con que empezó á organizarse nuestra caballería. Á las 9 P. M. sal irnos de Huanillos con dirección á Tocopilla, á donde llegamos al amanecer del 2 8 . Inmediatamente despaché un bote á tierra conduciendo al teniente Olivares, quien llevaba un oficio para el gobernador, exigiéndole la entrega de la plaza. La contestación del gobernador, don Marco Aurelio Araya fué negativa, protestando que quemaría hasta el último cartucho en defensa de su causa.


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Gil. J U A N

Tan pronto como recibí esta contestación, me dirigí á Caleta Duendes, que está como á dos millas al norte del puerto. Hice algunos disparos de cañón para descubrir si había tropa en ella. No habiendo notado movimiento juzgué que estaba aquello abandonado, é hice arriar los botes y embarcar en ellos la tropa siguienter. 5 0 soldados del 4 . , 4 0 de los navales de Pisagua, 1 5 de Zapadores y 2 5 de artillería. Estas fuerzas se desembarcaron al mando del señor coronel Canto, sirviéndole de ayudante el señor Guillermo Izquierdo, mayor Moraga y teniente Olivares. Cuando los botes avanzaban al desembarcadero vi salir del muelle de Tocopilla á la tropa enemiga en dirección á la caleta. Inmediatamente rompí el fuego con ametralladora Hothkiss y los contuve y obligué á dispersarse. Algunos se parapetaron es el cementerio y otros en las rocas de la playa, de donde también fueron obligados á salir por el fuego de ametralladora y fusilería que se les hacía de á bordo. Los de la playa hicieron fuego al buque, ocasionándome tres bajas: la del subteniente de navales de Pisagua señor Carlos Velis, soldado de artillería Desiderio Sanhueza, y mozo del buque Alberto Oyarztín, todos ellos heridos de alguna gravedad. Mientras tanto, el señor coronel Canto desembarcaba sin contratiempo. Dividió sus fuerzas en tres porciones y avanzó circundando la población por el norte y este. Los soldados enemigos, al verse rodeados y diseminados, se rindieron, quedando prisioneros en nú0


LA

REVOLUCIÓN

CHILENA

351

mero de 3 4 . La fuerza enemiga se componía de 2 5 soldados del ISuin y 3 0 po'iciales. Los que no cayeron prisioneros se dispersaron ó escondieron en la población. El gobernador, su secretario, el comandante de policía y un vecino huyeron á caballo hacia Cobija, siguiendo el camino de la playa. Visto esto de á bordo, los perseguí con el buque, alcanzándoles como á ocho millas del sur. Llice arriar un bote y desembarcar doce marineros á cargo del teniente Quezada, los que tomaron á los fugitivos y los condujeron á la población. El gobernador llevaba en un maletín de viaje dos mil pevos que el jefe de la aduana le había entregado pocos días antes para ciertos pagos que no había ejecutado;, por lo cual le fueron retenidos. Ocupada la población, nombré gobernador interino del departamento al señor Ramón Echenique y secretario de la gobernación á don Juan Baltasar Ayala. Aquí también embarcamos los caballos de propiedad fiscal que había en número de 9. Arreglados todos los asuntos de Tocopilla, el día 2 9 á las 4 de la tarde zarpamos para Taltal. A las tres de la mañana del 3 0 encontramos al vapor Mirafloi-es de la escuadra, en viaje á Iquique, y por éltuvimos noticia de la desocupación de la provincia de Coquimbo por nuestras fuerzas. Á las 6 P. M. del mismo día fondeamos en TaltaL encontrando allí al monitor Huáscar. Durante la estadía en este puerto embarcamos doscientas cincuenta toneladas de carbón, y á la tropa


352

GIL JUAN

que se hallaba á bordo del Cacliapoal le proporcionó el señor gobernador don Manuel J. Vicuña, ropa, calzado, frazadas y un suple de diez pesos, lo mismo que hizo con la tripulación del buque. El día dos del corriente se embarcaron en el Cacliapoal 5 0 hombres del batallón Naval de Valparaíso, que estaban de guarnición en el puerto al mando del capitán señor Epifanio Robins. Se embarcaron también 3 5 caballos con igual número de voluntarios para el escuadrón de caballería en formación, siendo éstos perfectamente equipados. Hallándose la población algo escasa de víveres, proporcioné al señor gobernador ciento cincuenta quintales de harina y algunos bueyes y corderos para el consumo del batallón que formaba el entusiasta y activo mandatario señor Vicuña. Por el vapor Golfo de Trinidad

supimos que el Im-

se hallaba en Valparaíso, listo para zarpar al Norte con tropas; pero que no había podido hacer esto por la vigilancia de la Escuadra. Tuvimos también noticia de que el Ecuador llevaba víveres para las fuerzas del dictador en Antofagasta. Á las 5 . 1 5 P. M. de ese día y en convoy con el Huáscar salimos de Taltal con rumbo al norte. El 3 á las 3 P. M. arribamos á Cobija. No había allí guarnición alguna. Envié un oficio al subdelegado para que sirviese poner esa plaza á disposición de las fuerzas constitucionales y venir él á bordo á recibir instrucciones.

perial


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CHILENA

353

En el acto ese funcionario se puso á cumplir con •esta orden, y acompañado del párroco y tres vecinos principales del lugar se trasladó á bordo. Se trajo también á. bordo la correspondencia y aparato telegráficos. Resultando graves presunciones en contra de la conducta del subdelegado, se le detuvo, y en su lugai nombré interinamente á don Juan N. Muñoz á petición de los vecinos mas respetables de la localidad. A las 3 P. M. dejamos á Cobija, siguiendo al norte, y á las 6 . 3 0 de la misma tarde tocamos en Tocopilla, de donde salimos á la i A. M. del día 4, siempre en dirección al norte. Procurando observar todo lo que había en la costa entramos á Huanillos á las 7 A. M. Después de permanecer cerca de dos horas en esta caleta seguimos á Patilios, entrando allí á las 1 0 A. M. Aquí tuvimos conocimiento de que el día anterior el Imperial había desembarcado en esta misma caleta 3 0 0 hombres que -con el coronel Robles marchaban á incorporarse á las fuerzas dictatoriales de Iquique. Dejando á Pabilos á las 1 2 M. avancé hacia el norte reconociendo la costa y con objeto también de apresar al vaporcito que hacía el servicio de correo entre Iquique y esas caletas y que había salido de éste puerto según las noticias obtenidas. En Chucumata y entre unas peñas divisamos el cañón de una lanchita á vapor. En el acto se despacharon dos botes con doce hombres armados al mando 23


GIL

354

JUAN

del sargento mayor don Julio R. Moraga. Llegados éstos á tierra tomaron la lancha y á su tripulación. Tomaron también á tres soldados que en esos momentos llegaban á ese lugar, que se habían desertado de las tropas que con Robles marchaban á Iquique, los que confirmaron la noticia que se nos dio en Patillos acer ca del desembarco efectuado allí el día anterior. La lanchita fué remolcada y destinada al servicio de la Escuadra, y su tripulación y aquellos soldados, llevados á bordo. Allí nos alcanzó el Huáscar y en convoy con esta nave nos dirigimos á Iquique, á donde entramos á las 9 . 4 0 P. M. El día 5 el Cachapoal se ocupó en los preparativos para la expedición sobre Pisagua con el Cochrane, C Higgins

y

Amazonas.

En pos de estos buques salimos de Iquique á las 1 1 P. M. y llegamos á Pisagua al amanecer del día siguiente. Allí encontramos ya á los demás buques y además á la Magallanes, que bloqueaba ese puerto. üe acuerdo con el señor coronel Canto, procedía dirigir el desembarco de nuestras fuerzas en los puntos y en la forma siguientes: Á inmediaciones de Punta Pichalo los 3 0 0 hombres del Cachapoal, al mando del sargento mayor señor Moraga. En la caleta del cementerio al norte de la población, el batallón Navales de Valparaíso con su comandante el teniente-coronel don Manuel Aguirre, y 5 0


LA REVOLUCIÓN CHILENA

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hombres de la marinería de la Escuadra á las órdenes del teniente 2 ° don Ercas Espinosa. Habiendo tenido conocimiento luego que llegamos,, por gente de tierra, de que el enemigo tenía en el Alto de Hospicio dos piezas de artillería con 4 0 hombres y un piquete de caballería, de. que el resto de sus fuerzas que alcanzaba á 2 5 0 hombres de infantería y 4 0 de artillería, estaba en la población, |se dispuso que el ataque se hiciese de esta manera: Las dos columnas de desembarco debían marchar al Alto del Hospicio simultáneamente por norte y sur con el objeto de rodear á las tropas enemigas que se encontraban allí, y una vez conseguido esto y batido el enemigo en ese punto, descolgarse á la población contoda presteza y desplegados en guerrilla. Mientras tanto la Escuadra batiría á las tropas que estaban en la población, protegiendo á la vez el movimiento ordenado á nuestras fuerzas. Así se llevó á efecto. A las 5 . 3 0 A. M. el enemigo se apercibió del des embarco de nuestras fuerzas en Pichalo y rompió el fuego de fusiletía contra los que se encontiaban másavanzados por el sur. Estos contestaron los fuegos y continuaron su ascensión al Hospicio por las crestasde los cerros. La Magallanes y la O'Higgins rompieron también sus fuegos contra la tropa que, parapetada en las rocas vecinas al fuerte sur de Pisagua, trataba de impedir el avance de los nuestros por ese lado.


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Gil. J U A N

Al mismo tiempo la columna del comandante Aguirre emprendía su marcha por el camino de la línea férrea. La infantería enemiga, situada cerca de la estación del ferrocarril, quiso rechazarla ó estorbarle el paso, y después de un serio tiroteo con ella, la columna siguió ascendiendo por el mencionado camino, protegida por los fuegos del Cochra?ie hasta llegar á la cima del Hospicio, cuando el combate se había trab ido entre las fuerzas de artillería é infantería que el enemigo tenía allí en el Alto y las mandadas por el mayor Moraga. Este jefe, con su tropa desplegada en guerrilla, avanzaba al trote hacia el punto de la línea férrea donde aquellos tenían un tren listo con ocho carros, y después de una refriega de corta duración, nuestras fuerzas llegaron hasta tomarse el convoy y encerrar al enemigo, que se rindió entonces. Allí cayeron en nuestro poder dos piezas de artillería con sus muías y municiones, un capitán, cuatro oficiales subalternos y 2 2 individuos de tropa. La caballería había buido á los primeros disparos de los nuestros. Entretanto la escuadra barría con sus fuegos las posiciones que temaba la demás fuerza enemiga en Pisagua, parapetándose ó guareciéndose entre las rocas. Un disparo del Cochrane produjo una gran explosión en un galpón situado al norte de la población, ocasionando un incendio en esa parte. Después de un descanso de media hora, nuestras fuerzas vencedoras en el Alto de Hospicio se descolgaban por los cerros de la manera que se les había


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prevenido y á tiempo que la escuadra suspendía sus fuegos, cayendo sobre la población con todo empuje se tomaban la plaza venciendo la viva resistencia hecha por las fuerzas que la defendían. Todos los que componían estas fuerzas cayeron prisioneros con su jefe el comandante Valenzuela y el gobernador don Néstor Ramos. Allí tomaron los nuestros dos piezas más de artillería, todos los rifles de la tropa y municiones. Las bajas habidas en este combate fueron 2 8 heridos y 1 5 muertos: de los primeros ocho nuestros y veinte enemigos, y de los segundos nuevos enemigos y seis defensores de nuestra causa. El único oficial herido de nuestra parte fué el teniente don Guillermo Julio, de los Navales de Valparaíso. A la tarde se reembarcaron en sus respectivos buques todos los cuerpos desembarcados en la mañana y que tomaron parte en el combate, dejándose la fuerza de policía para cuidar el orden en la población. Se embarcó también á los prisioneros, cuyo número alcanzaba á 2 5 0 . Nuestra caballería, desembarcada inmediatamente de tomada la plaza, salió en persecución de los Granaderos fugitivos. Las autoridades nombradas por las fuerzas constitucionales en la primera ocupación de Pisagua, reasumieron su puesto y dieron comienzo á sus funciones ayudados por la buena voluntad de los vecinos. Durante los días transcurridos desde el 7 hasta el 1 1 inclusive, el Cachapoalpermaneció en Pisagua, habien-


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GIL

JUAN

Üo desembarcado el 8 las tropas que se tenían á bordo y que con las demás de nuestro ejército fueron llevados al campamento del Hospicio. El 12 en la mañana salí en dirección al norte con orden de llegar á Camarones, con el objeto de descubrir al Imperial que había pasado por Pisagua en aquella dirección; pero no lo divisé por parte alguna y regresé en la noche á este mismo puerto. El 1 5 salí nuevamente al norte, reconociendo la costa hasta Arica, á donde llegué á las 3 A. M. del 1 6 . No habiendo ningún buque sospechoso regresé á Piragua, llegando aquí á las 5 P. M. Esta misma noche recibí orden de dirigirme á Iquique, que había sido ocupado por fuerzas de la escuadra. Creo de mi deber, al terminar este parte, hacer presente á US. la cooperación patriótica é inteligente que -se ha dignado prestarme en el desempeño de mis diversas comisiones el diputado señor don Isidoro Errázuriz. Estimo también un deber de justicia recomendar á US. el buen comportamiento del capitán Mac-Dougalds y oficialidad del Cachapoal, quienes me han secundado siempre con todo empeño en las comisiones •de que doy cuenta. Dios guarde á US. V . M E R I N O JAKPA


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CHILENA

NUMERO

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10

Nota de deposición del Presidente Balmaceda

"La Junta Ejecutiva de Santiago, dice el señor Zegers en su Memorándum Político, siempre en previsión de un golpe de Estado, creyó necesario agregar á los preparativos de resistencia, un acto solemne de la mayoría del Congreso, declarando: i.°, que Balmaceda se hallaba imposibilitado para continuar desempeñando el cargo de Presidente de la República y cesaba en él; y 2.°, que se designaba á... para que coadyuvase á la acción del Congreso á fin de restablecer el imperio de la Constitución. "Fué indicado para redactar el acta el señor Enrique Mac-I.ver y posteriormenie los señores Manuel J. Irarrázaval y Abdón Cifuentes. "El acta redactada por los señores Irarrázaval y Cifuentes fué firmada en casa del primero, en sigilo y aun sin conocer su contenido, por senadores y diputados. Pero el 2 ó 3 de enero un pequeño grupo parlamentario qrte sin preocuparse mucho del peligro de las instituciones, creía salvar el conflicto con candidaturas presidenciales, divulgó en su tertulia el hecho de estarsefirmandoun acta secreta; y esto obligó á poner en seguridad las actas yafirmadasy á seguir reuniendo firmas en documentos accesorios. "Se hicieron y firmaron dos ejemplares del acta de


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deposición dejando en blanco el nombre del delegadoá fin de poder nombrar un jefe que dirigiera las fuerzas de mar y otro que mandara las fuerzas de tierra. "El proyecto de acta redactado por el señor. MacIver, es el siguiente: "Los senadores y diputados suscritos, que forman la mayoría del Congreso y de cada una de sus Cámaras, imposibilitados para reunirse con las solemnidades reglamentarias, por la acción de fuerzas ilegales, en el desempeño de sus funciones constitucionales y en el uso de sus derechos de representantes del pueblo y deciudadanos, teniendo en consideración: "i.° Que el Presidente de la República, don José Manuel Balmaceda, por acto deliberado de su voluntad ha impedido que el Congreso Nacional se ocupe en las leyes constitucionales relativas á la fijación de las fuerzas de mar y tierra y de los gastos de la administración para 1 S 9 1 , ya para aprobarlos, ya para reprobarlos, ya para aplazarlos ó tomar cualquier otra resolución, y mantiene fuerzas y gasta fondos públicos sin que se hayan dictado esas leyes; " 2 . Que esto importa, no solamente la violación abierta de los números 2 . y 3 . del artículo 2 8 de la Constitución, sino un atentado contra las bases cardinales del orden constitucional, pues de esta manera se rompe el equilibrio de los poderes públicos, se anula; la función reguladora del Congreso y se ejerce por eb Presidente de la República una autoridad despótica ydictatorial; 0

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113. Que la anulación del Congreso ó del Poder Legislativo por medio del atentado cometido, tiende á falsear la próxima elección de senadores y diputados, desapareciendo así de hecho la responsabilidad del Presidente de la República; "4_. Que el atentado del Presidente de la República contra las bases cardinales del orden constitucional es un crimen de alta traición que le coloca fuera de la Constitución que ha jurado guardar y hacer guardar y en virtud de la que desempeña su cargo, cesando por ello en el ejercicio legal de sus funciones; "5'.° Que corresponde al Congreso Nacional, según el número 4 . del artículo 2 7 , y en conformidad al artículo 6 5 de la Constitución, pronunciarse sobre la imposibilidad del Presidente de la República para ejercitar su cargo; y que es deber de todos los ciudadanos defender el orden público y muy especialmente lo es de los poderes constitucionales; »6.° Que los Ministros del Despacho son cómplices ó autores también del atentado contra el orden constitucional; 0

c

0

"Declaran y resuelven: "i.° Que el Presidente de la República don José Manuel Balmaceda está imposibilitado en absoluto para continuar en el ejercicio de su cargo, y en consecuencia, que ha cesado en él desde el i.° de enero de 1891;

"2.

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Que el ciudadano... subrogrará á don José


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GIL

JUAN

Manuel Balmaceda con el título de Vicepresidente de la República; " 3 . Que el Vicepresidente de la República, con el objeto de restablecer el orden público, queda autorizado: '•A). Para aumentar las fuerzas de tierra bástala cantidad de... mil hombres y las de mar hasta... mil hombres. ><B). Para gastar hasta la cantidad de... millones de pesos. "4. Que mientras la autoridad del Vicepresidente no se ejerza de hecho en alguna provincia ó departamento de la República, los ciudadanos de esa provincia ó departamento pueden y deben armarse y organizarse como fuerza pública con el objeto de establecer el orden constitucional; "5.° Que los generales, jefes, oficiales, soldados y marinos que actualmente obedecen á don José Manuel Balmaceda ó á sus agentes, deben ponerse bajo las órdenes del Vicepresidente de la República como fuerza constitucional.—Santiago, enero... de 1891.11 El acta firmada por la mayoría parlamentaria es la siguiente: 0

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"Deposición de Balmaceda "Nosotros, los representantes del pueblo chileno en el Congreso Nacional, teniendo en consideración: "i.° Que los numerosos delitos cometidos por las autoridades administrativas contra el poder electoral


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•de la República para falsear la expresión de la voluntad soberana del pueblo en las elecciones, han sido amparados y protegidos por el Presidente de la República y sus Ministros, desoyendo las representaciones •de la Comisión Conservadora y haciendo, por lo tanto, suya la responsabilidad de los funcionarios culpables, conforme al precepto contenido en el número 2 ° del artículo 4 9 de la Constitución del Estado; 112. Que las policías de seguridad, confiadas al Presidente de la República para custodiar el orden y resguardar los derechos de los ciudadanos, han sido empleadas en organizar y dirigir turbas asalariadas del populacho para promover los más vergonzosos y criminales atentados contra el orden público y para atropellar los más fundamentales derechos de los ciudadanos, llegando á ser dicha fuerza una constante amenaza para ellos y desapareciendo así el fin primordial del establecimiento de la autoridad; que el Presidente de la República y sus Ministros se han hecho sordos á los gritos de la indignación pública y á las constantes reclamaciones del Congreso y de la Comisión conservadora por aquellos actos, que las autoridades han deja do impunes, asumiendo así su responsabilidad; 113.° Que la única reparación de los últimos y dolorosos alentados contra la libertad de reunión ha sido la promulgación de la ordenanza de 2 0 de diciembre último, que es una nueva y audaz violación de los derechos de reunión y petición garantidos por el inciso 6 . ° del artículo 1 0 y por el inciso 6 . ° del artículo 27 déla 0


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GIL

JUAN

Constitución, incurriendo al mismo tiempo con ella el Presideute de la República y sus cómplices en una; usurpación flagrante de una atribución exclusiva del Congreso, consignada en dicho inciso 6.° del artículo 2 7 , y que es el único que puede dictar estas leyesexcepcionales, pero de duración transitoria que no puede exceder de un año; " 4 . Que el Presidente de la República ha violado constantemente la fe pública, oficial y solemnemente empeñada varias veces por medio de sus Ministros; "5° Q ^ mismo funcionario ha dilapidado los caudales públicos, disponiendo de ellos fuera de presupuestos, creando empleos y comisiones remuneradas con fondos nacionales sin intervención del Congreso, y usurpando así una atribución exclusiva del Poder Legislativo, consignada en el inciso 1 0 del artículo 28de la Constitución; " 6 . ° Que el mismo funcionario ha desconocido y violado las atribucionesfiscalizadorasdel Congreso y de la Comisión Conservadora, haciendo caso omiso de ellas y burlándose en lo absoluto, con abierta infracción del inciso i.° del artículo 4 9 y demás artículos de la Constitución que constituyen al Congreso en fiscal; y juez de los altos funcionarios administrativos; 117.° Que por causa del desconocimiento de estas atribuciones el Presidente de la República intentó, no ha mucho, cambiar la forma consagrada de nuestro Gobierno manteniendo un Gabinete censurado por las dos ramas del Congreso y á quien éste había negado0

l l e

e


LA REVOLUCIÓN CHILENA

365

Jas atribuciones, y llegó hasta gobernar sin ellas, causando al Fisco pérdidas ingentes y á la nación las perturbaciones más graves; "S.° Que clausurando el Congreso porque se oponía con varonil firmeza á la invasión de los derechos más preciados del pueblo, faltaba á su palabra empeñada para sancionar leyes pendientes y necesarias para garantir aquellos derechos; " 9 . Que sin hacer mención de muchas otras violaciones de las leyes y garantías individuales, el Presidente de la República ha llevado últimamente este sistema de desgobierno y de ruina legal y social hasta el punto de disponer de los caudales públicos y mantener la fuerza de mar y tierra sin autorización alguna del Congreso, usurpando abierta y escandalosamente las atribuciones exclusivas del Poder Legislativo de la nación, único á quien confieren estas facultades los incisos 2 . y 3 . del artículo 2 8 de la Constitución, los cuales establecen que usólo en virtud de una ley se JI puede fijar anualmente los gastos de la administra<> ción pública y fijar igualmente en cada año las fuer'i zas de mar y tierra que han de mantenerse en pie en 11 tiempo de paz y de guerrajn 1110. Que todos estos actos han venido produciendo una alarma profunda en la sociedad, una completa desmoralización administrativa y una perturbación desastrosa en los negocios económicos, comprometiendo gravemente el honor de la nación; n 1 1 . Que todos estos actos, y las declaraciones del 0

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Gil. JUAN"

Oficial, vienen comprobando de una manera evidente la maquinación fraguada y consumada por elPresidente de la República contra las instituciones fundamentales del Estado; que todos estos actos que revelan el plan proditorio de minar el edificio político levantado por el esfuerzo y sacrificio de varias generaciones, para alzar sobre las ruinas de la soberanía del pueblo los caprichos de un señor absoluto, para desquiciar y anarquizar así una sociedad constituida, un pueblo sumiso y tranquilo, que sólo reclama la paz y el orden legal, constituyen, no un crimen cualquiera, sino el mayor de todos los crímenes que puede cometer un mandataiio; • i 1 2 . Que poniéndose con estos atentados en abierta rebelión contra el orden constitucional, el Presidente de la República ha incurrido en el crimen de alta traición contra el Estado y queda fuera de la ley que ha jurado solemnemente guardar y hacer guardar; " 1 3 . Que si los magistrados violan abiertamente la majestad de las leyes que constituyen la base necesaria del orden social, sus mandatos son nulos y sin ningún valor, como expresamente lo establece el artículo 1 5 1 de la Constitución, y en tal caso no solamente existe el derecho sino el deber de resistir en defensa del orden público, deber que incumbe á todos los dudada nos, y muy especialmente á los poderes constituidos; 1114. Que es atribución exclusiva del Congreso, establecida en el inciso 4 . del artículo 2 7 y en el artículo 65 de la Constitución, declarar cuándo por enfermeDiario

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LA REVOLUCIÓN

CHILENA

367

dad, ausencia ú otro motivo grave, y cuándo por muerte, renuncia ú otra clase de imposibilidad absoluta, el Presidente de|la República, no pudiera ejercer su cargo; " 1 5 . Que los crímenes mencionados y de que se ha hecho reo el actual Presidente de la República, no pueden constituir un motivo más grave ni una imposibilidad que lo haga más indigno é incapaz de continuar en el ejercicio de su cargo; "En mérito délas consideraciones precedentes, nosotros, miembros del Senado y déla Cámara de Diputados de Chile, invocando al Supremo Juez del Universo en testimonio de la rectitud de nuestras intencione*, con el objeto de restablecer el régimen constitucional, asegurar la tranquilidad interior, atender á la común defensa y afirmar los beneficios de la libeitady de las leyes, en nombre y por la autoridad del pueblo que representamos, solemnemente declaramos: Que el Presidente de la República, don José Manuel Balmaceda, está absolutamente imposibilitado para continuar en el ejercicio de su cargo, y, en consecuencia, que cesa en él desde este dia; ">.° Que están igualmente imposibilitados para reemplazarlo en su cargo sus Ministros del Despacho y los Consejeros de Estado que han sido sus cómplices en los atentados contra el orden constitucional. "Y, en consecuencia, designamos á don Jorje Montt para que coadyuve á la acción del Congreso, á fin de restablecer el imperio déla Constitución. "Santiago, á i.° de enero de 1 8 9 1 .


3ÖS

GIL JUAN

" R A M Ó N BARROS LUCO, diputado por Valparaíso.

"JOSÉ BESA, senador p o r Valparaíso. " J O S É A . GANDARILLAS, diputado por Freirina.

"i\í. J . IRARRÁZAVAL, senador p o r Talca. " M . RECABARREN, senador p o r Concepción. " E D U A R D O MATTE, diputado p o r Santiago. " W A L D O SILVA, senador p o r Atacama.

"V. BLANCO, diputado por Santiago. " M . CONCHA Y TORO, senador por Santiago.

"X. RODRÍGUEZ, diputado p o r Santiago. "LADISLAO ERRAZURIZ, diputado p o r Concepción y

Talcahuano. " E . ALTAMIRANO, senador por Valparaíso. " C . WALKER MARTÍNEZ, diputado por Maipo. " J O S É CLEMENTE FABRES, senador p o r Santiago.

" D A V I D MAC IVER, diputado p o r Constitución. " J . WALKER MARTÍNEZ, diputado por Santiago,

"Luis P E REIRÁ, senador por Talca. " J . R o D R Í o u e z ROZAS, senador p o r Atacama. " E N R I Q U E LARRAIN ALCALDE, diputado por Lontué. " V I C E N T E DÁVILA LARRAIN, diputado p o r Antof a-

gasta. "BENJAMÍN. VERGARÁ E . , diputado p o r San Felipe. " L U I S ERRAZURIZ E . , diputado p o r San Fernando.

"ABRAHAM KÖNIG, diputado p o r Copiapó y Chañaral. "VALENTÍN DEL CAMPO, diputado p o r Cachapoal.

i.-Млхшо DEL CAMPO, diputado p o r Elqui. IIJULIO 2 . ° ZEGERS, diputado suplente p o r San Javier


I.A R E V O L U C I Ó N C H I L E N A

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"ISMAEL VALDÉS VALDÉS, diputado por San Fer-

nando. "JOSÉ F. VALDÉS C , diputado por Linares. " E N R I Q U E CAZOTTE, diputado por Tarapacá. 11P. NOLASCO PRÉNDEZ, diputado por Constitución. "ANTONIO EDWARDS, diputado por Copiapó.

" M I G U E L A. VARAS, senador suplente por Coquimbo. "CARLOS BESA, diputado por Castro.

" M . CIENFUEGOS, diputado por la Victoria. " J . E . RODRÍGUEZ, senador por Curicó. "NOLASCO REYES, diputado suplente por Coelemu. "Luis M . RODRÍGUEZ, diputado por Ancud. "V. AGUIRRE V . , diputado por la Ligua. "GASPAR TORO, diputado por Tarapacá. "JORGE RIESGO, diputado por Caupolicán.

" P . BANNEN, diputado por Lautaro. HELEODORO GORMAZ, senador por Santiago.

" G . URRUTIA, diputado por Collipulli. 1.JULIO ZEGERS, didutado por Linares. " D E M E T R I O LASTARRIA, diputado por Rancagua. " F . CARVALLO EI.IZALDE, diputado por Coquimbo. "RICARDO PÉREZ, diputado por Osorno. "JUAN N . PARGA, diputado por la Victoria.

"R. TRUMIÍ'ÜI.L, diputado por Concepción y Talcabuano. "RAFAEL

ERRÁZURIZ

URMENETA,

diputado por

Ovalle. "JOSÉ A. SILVA V., diputado por Talca.

"A. GANDARILLAS, diputado por Curicó. 24


•379

он;

juan

"BERNARDO PAREDES, diputado por Btilnes. " M A N U E L AMUNÁTEGUI, senador por el Nuble.. "JAVIER VIAL SOLAR, diputado por San Fernando.

" E . FERNÁNDEZ A., diputado por Lontué. " J O S É M A R Í A DÍAZ, diputado por Castro.

"AGUSTÍN EDWARDS, senador por Valparaíso. «'RODOLFO HURTADO, senador por Aconcagua. "VALENTÍN LETELIER, diputado por Talca.

"F. A. CONCHA C , diputado por Caupolicán. «CORNELIO SAAVEDRA, senador por el Nuble.

" E . MAC-CLURE, diputado por Traiguén. " R A F A E L MONTT A., senador por Biobío.

"M. R . LIRA, diputado por Parral. " H E R N Á N ECHEVERRÍA, diputado por Lautaro. " E N R I Q U E MAC IVER, diputado por Santiago. " J . MANUEL INFANTE, diputado por Santiago.

"G. LETELIER, diputado por Temuco. " M A N U E L F.' VALENZUELA, diputado por Curicó.. "CORNELIO SAAVEDRA R . , diputado por Lautaro.

"Luís F. PUELMA, diputado por Valparaíso. U P E D R O N. MARCOI.EIW, senador*por Biobío. " P E D R O MONTT, diputado por Petorca. "ISIDORO ERRAZURIZ, diputado por Valparaíso. "AGUSTÍN MONTT EL RODRÍGUEZ, diputado porMuIi

chén. "ALBERTO EDWARDS, diputado por Valparaíso.

" J . DE D . VIAL, diputado por Santiago. "PATRICIO LARRAIN Л . , diputado por la Victoria.. "BENJAMÍN MONTT, diputado por Cauquenes,


LA

REVOLUCIÓN

CHILENA

371

" V I C E N T E GREZ, diputado por Taltal. » V . CARVALLO E . , diputado por Cañete. "CARLOS VALDÉS, senador por Colchagua. " J U A N A . GONZÁLEZ, diputado por Itata. "PEDRO

JAVIEK FERNÁNDEZ, diputado por San-

earlos. "AUGUSTO ORREGO LUCO, diputado por Quillota. " J U A N AGUSTÍN BARRIGA, diputado por Santiago. " J O R J E ANINAT, diputado por Laja. "GREGORIO A . PINOCHET, diputado por Santiago."

NÚMERO

12

Organización de la J u n t a de Gobierno de Iq.uiq.ue

El día 1 2 de abril del presente año los señores don Waldo Silva, Vicepresidente del Senado, y don Ramón Barros Luco, Presidente de la Cámara de Diputados, en representación de ambas ramas del Congreso, y el comandante general de la armada y del ejército don Jorge Montt, dictaron los siguientes decretos: En vista de estos antecedentes y considerando: i . ° Que las fuerzas de mar y tierra que obedecen al Congreso, han ocupado ya tres provincias de nuestro territorio; 2 . ° Que es urgente establecer en ellas el imperio de


la legalidad, lo cual no puede efectuarse sino mediante una organización regular; 3 . " Que estas provincias producen la mayor parte de las rentas nacionales, y es indispensable organizar correctamente su recaudación é inversión; 4." Que la tarea en que está empeñado el país no habrá terminado mientras no se aseguren el régimen constitucional y las garantías individuales violadas; 5 . Que sólo pueden obtenerse los propósitos indicados en los considerandos anteriores ajustando los actos de la administración á nuestro régimen constitucional de gobierno, que establece un Poder Ejecutivo con secretarios responsables: i.° Queda organizada provisoriamente una Junta de Gobierno formada por los infrascritos; 2." Las resoluciones de esta Junta serán formadas por un Presidente y por el Secretario del Departamento respectivo; 3." O'gam'zanse cuatro secretarías de la Junta: De lo Interior y de Obras Públicas; De Relaciones Exteriores, Justicia, Culto é Instrucción Pública; De Hacienda, y De Guerra y Marina. Cada uno de estos Departamentos será servido por 1111 Secretario responsable y por los empleados que oportunamente sefijaren.—Iquique, abiil 1 2 de 1 8 9 1 . 0

—JORGE Luco.—E.

M O N T T . — Waldo Valdés

Vcrgara,

Silva.—Ramón.

Secretario.

Barros


i.A

REVOLUCIÓN'

CHILENA

Lquique, abril 13 de

373iSgi

He acordado y decreto: Nómbrase Secretario de la Junta de Gobierno en el Departamento de Relaciones Exteriores, Justicia, Culto é Instrucción Pública a! señor don Isidoro P'rrázuriz. Anótese y comuniqúese. - M O N T T . Si/ra.—Barros Luco. Jquique,

abril 13 de 1891

He acordado y decreto: Nómbrase Secretario de la Junta de Gobierno en el departamento de Hacienda al señor don Joaquín Walker Martínez. Anótese y comuniqúese.—MONTT.—Silva.—Barros, Luco. Lquique, abril 13 de 1891

He acordado y decreto: Nómbrase Secretario de la Junta de Gobierno en ei departamento de Guerra y Marina, al señor coroneldon Adolfo Holley. Anótese y comuniqúese.—MONTT.—Silva.—Barros Luco.


374

Olí.

JUAN

Iquique,

abril IJ de

iSgr

He acordado y decreto: Mientras se provee el cargo de Secretario de la Junta de Gobierno en el departamento de lo Interior, Industria y Obras Públicas, atenderá el despacho el Secretario de Relaciones Exteriores. Anótese y comuniqúese.—MONTT.—Silva.—Barros Luco. Iquique,

abril JJ

de

l8gr

Mientras se hace cargo de la secretaría de Guerra y Marina el señor Coronel don Adolfo Holley, atenderá el despacho el Secretario de Hacienda. Anótese y comuniqúese. — M O N T T . — S i l v a . — B a r r o s Luco.

NÚMERO

13

L a expedición á Atacama

En cumplimiento de las órdenes de US., el J 8 de abril, á las 6 P. M. dejamos el fondeadero de Iquique y seguimos hacia Antofagásta navegando en convoy, en unión del Huáscar,

Magallanes

y Cacliapoal,

á donde

fondeamos sin novedad á las 5 P. M. del siguiente •día.


LA REVOLUCIÓN CHILENA

375

El 2 r salimos de Antofagasta con los buques nom'brados y además el Blanco Encalada. Recibí orden delicie de la división, coronel señor Holley, de adelantarme para tocar en Taltal, á dejar provisiones y en •Chañaral para¡ tomar un práctico de los lugares á donde íbamos á operar. Á m i salida de Chañaral encontré á la escuadrilla, comuniqué con el buque jefe y aquí se resolvió que debía irme adelante para llegar al amanecer á Calderilla y lanzar inmediatamente mi división á tierra; lo que efectué con toda felicidad á la hora indicada. Á las 7 A. M. entraba á Calderada Escuadra encir•cunstancia que la primera compañía del Esmeralda coronaba ya los cerros que rodean el puerto por el sur yendo estas fuerzas á las órdenes del comandante del 'batallón nombrado, don Patricio Larraín Alcalde. La tropa enemiga que guarnecía la población se •componía de setenta hombres que, luego que tuvo conocimiento de nuestro desembarco, huyó hacia Copiapó •en un tren que tenía listo fuera de la población, la que •ocupamos sin resistencia. A las 8 . 3 0 A. M. estaba nuestra caballería, fuerte de treinta y cinco hombres, lista y le ordené persiguiera al enemigo que escapaba á caballo. No consiguió su objeto por la delantera que le llevaba el enemigo. Habiéndose llevado éste todas las máqninas al inte'rior, no me fué posible seguir inmediatamente con la infantería su persecución á Copiapó hasta no obtener ''os elementos indispensables para la marcha de veinte ¡leguas que nos separaban del citado pueblo, donde, se


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Gil. J U A X

decía que, el enemigo pensaba hacerse fuerte con seiscientos ó setecientos hombres, entre caballería, infantería montada y una máquina blindada. En vista de estos datos que habíamos obtenido de personas adictas á nuestra causa y que, por consiguiente, nos merecían fe, se acordó que saliese para Carrizal el infrascrito á las 2 l'. M., á poner esto en conocimiento del coronel Holley. Llegué á Carrizal á las 9 P. M., impuse al señor coronel de las noticias que habíamos obtenido, para cambiar el plan de ataque si 10 tenía á bien, pero, habiendo encontrado tren listo en Carrizal, que el pueblo había quitado á las autoridades dictatoriales y que lo puso á las órdenes del coronel, reso'vió éste hacer salir esa misma noche parte de su tropa á Punta Díaz y seguir por ese camino su marcha hacia Copiapó, mientras yo hacía otro tanto con mi división desde Caldera. Zarpé á las doce de esta misma noche para Caldera con un andar de diez millas. A las 7 A. M. se me avisó que se divisaban por la proa, á la altura del Morro de Copiapó y como á siete mil metros, los buques caza torpederos Lynch y Condel!, con las cuales sostuve .el combate de que por separado doi cuenta á US. A las 9 A. M. entramos en Caldera, y después de imponernos de la inesperada pérdida del Blanco, se adoptaron las medidas necesarias para hacer llegar la noticia al conocimiento de la división naval estacionada en Carrizal.


I.A

REVOLUCIÓN

CHILENA

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En la tarde del misino día se presentó una comisión de jóvenes y entusiastas paisanos de Copiapó, quienes nos anunciaron que el enemigo se había retirado al interior llevándose no pocos prisioneros entre los cua'es se encuentra don Manuel A. Matta y el presbítero señor Cárter. La misma noche llego á Copiapó una locomotora que el enemigo dejó ahí por inútil y que fué alistada prontamente por el ingeniero señor Cordón, jefe de la maestranza de la estación de aquel pueblo. En esta máquina salí al siguiente día hacia Copiapó á las 1 0 A. M. con dos compañías del batallón Esmeralda, al mando del comandante señor Larraín Alcalde. El pueblo nos recibió en la estación y nos acompañó por las calles llenas de arcos de flores, dando las más inequívocas muestras del entusiasmo hacia nuestra causa, que era de esperarse de la histórica Atacama. Restablecida la comunicación por ferrocarril hasta más halla de Pabellón, estación situada á nueve leguas de Copiapó, envié hasta aquel punto dos compañías del Esmeralda, disponiéndome á seguir el mismo camino con el resto de las fuerzas tan pronto como el comandante Larraín me devolviera la máquina disponible desde el interior, lo que no hice porque el referido comandante, después de comunicarse por telégrafo con el coronel señor Holley, que venía por Chañarcillo, siguió hacia el interior por orden del mencionado jefe, notificándome que no se necesitaba mayor refuerzo y de que él debía juntarse con las fuerzas de caballería que iban de avanzada al mando del señor Bconen R.,


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Gil.

JUAN

persiguiendo al enemigo que huía por Jorquera llevando una delantera que hacía imposible casi alcanzarlo, lo que más tarde resultó exacto. Tres días después regresaron estas fuerzas, así como toda la división del señor Holley. Entretanto, el infrascrito nombró Intendente interino de Atacama.al señor Ruperto Alvarez, quien lo secundó activamente en los trabajos de enganche, colecta de armas y caballos, equipos y forraje dejado por el enemigo. Decretada la formación del regimiento Atacama, los voluntarios afluían en crecido número con el mayor entusiasmo y estimo que antes de poco estará completa la dotación del nuevo cuerpo. En el cuartel principal de Copiapó se encontraron algunas minas que fueron descubiertas por denuncios del vecindario así como también numerosas piezas de las máquinas del ferrocarril, dejadas ahí por el enemigo. En el galpón de materias inflamables había saquetes pertenecientes á los fuertes de Caldera, los que hice transladar á ese puerto con el fin de utilizarlos. El 7 del corriente á las 7 P. M. salimos de Caldera en convoy con el Huáscar, Magallanes, Cachapoal y Bío-Bío, conforme á las instrucciones recibidas. Don Patricio Larraín A. se hizo cargo en mi reemplazo de la Comandancia General de Armas de Atacama, con el carácter de interino. Atacamos en Chañaral á las 6 y media A. M. del


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•día 8, dejamos allí víveres que con tal objeto llevaban mos y seguimos rumbo á Taltal, donde llegamos á las 3 P . M . del mismo día, para dejar el fondeadero á las 6 . 3 0 P . M . después de cumplir nuestra comisión en aquel puerto é hicimos rumbo á Antofagasta en convoy con el resto de la'escuadrilla. Llegamos á este último puerto á las ÜJ4 A . M . del. día 9, salimos á las 5 ^ del mismo, y hemos arribado á este puerto á las 7 . 4 0 A. M . de hoy sin novedad No terminaré este parte sin hacer presente á US. los buenos servicios prestados por el secretario de la división don Cornelio Saavedra Rivera. V. MERINO

JARPA.

A l s e ñ o r c o m a n d a n t e en j e f e d e l a E s c u a d r a , s e ñ o r d o n Jorje Montt

N Ú M E R O 14 E l combate de Calderilla

Doy á US. por separado cuenta del combate habido el día 2 3 entre el transporte de mi mando Aconcagua y los torpederos Lynch

y

Condell.

A las 7 A. M. se me avisó que se divisaban por la proa, á la altura de Morro Copiapó, como á siete mil


jSo

r.II. J U A N

metros, ios l>uques ya nombrados: ordené inmediatamente poner la proa hacia ellos, tocar zafarrancho y aumentar el andar. Cuando los tuve á cuatro mil metros, rompí les fuegos con los cañones de tiro rápido que luego me fueron contestados por ambos buques con suma rapidez y precipitación, pues más parecía, por lo nutrido, fuego de fusilería que de cañón. En el primer momento se abrieron como para tomarnos entre dos fuegos, pero luego desistieron de su intento, tal vez porque de esa manera me permitían aprovechar mi artillería por ambas bandas y se colocaron entonces los dos por la mura de babor. En este momento uno de ellos recibió una granada que le hizo escapar mucho humo y vapor, cubriéndolo por completo por espacio de dos minutos y habiendo, al parecer, desde ese momento disminuido su anclar y quedádose atrás por la aleta de babor del Aconcagua, mientras el otro me seguía paralelamente a distancia de mil quinientos á dos mil metros. No permitiéndome en esa posición utilizar toda mi artillería, incliné la proa del Aconcagua hacia él, pu diendo así dispararle los cañones de á trece. El torpedero aumentó entonces su andar y se retiró virando hacia fuera. Continué haciendo fuego hasta que estuvo fuera de tiro. Me dirigí entonces al puerto, á donde tuve el sentimiento de encontrarme con la sensible noticia de la pérdida del Z?/¡?7¿£v efectuada traidora y alevosamente por los mismos á quienes acababa-dé batir. r


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El combate se inició á las 7 A. M. y terminó á las •8.20 A. M. habiendo, durante este tiempo, disparado sin interrupción ciento noventa y siete cañonazos, de los cuales fueron siete con los de á trece y el resto de tiro rápido y algunos de ametralladoras Hotchkiss. El andar del Aconcagua durante el combate fué de circe millas constantes. De los 4 0 0 ó más disparos que le hizo el enemigo con sus cañones de fuego rápido, sólo ocho tocaron al buque en la obra muerta, ocasionando averías de muy poca consideración en el buque y personal. Salieron cuatro heridos de poca gravedad: el contramaestre, un marinero y dos soldados del batallón Esmeralda, que se encontraban á bordo á cargo del equipo de su cuerpo. Este encuentro ha dejado de relieve la idea que teníamos que las torpederas sólo son eficaces para un ataque sorpresivo y que no valen nada como buques de combate, como les habrá hecho meditar á los marinos dictatoriales ver que durante hora y media de reñido combate no ha obtenido ventaja alguna sobre un simple vapor mercante, transformado ahora en buque de guerra sólo por habérsele colocado algunos cañones de poco calibre, lo que hace ver que el día que se encuentren con alguno de nuestros buques de guerra que pueda obligar á combatir, están perdidas. No terminaré este parte sin cumplir con el deber de recomendar á la consideración de US. el digno comportamiento del teniente 2 . señor Luis U. López, 0


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quien durante el combate hizo certeros disparos al enemigo, lo mismo que el guardia marina señor Alfredo Sanhueza y condestable i . ° Romaní Silva. Fui también eficazmente secundado por .el capitán señor Tobías Gerken y primer piloto señor Sabugo. Merece una mención especial mi ayudante, capitán señor Alfredo Irarrázaval Z., que con entusiasmo y serenidad transmitió todas las órdenes que impartí durante el combate. V . M E R I N O JARPA A l S e ñ o r c o m a n d a n t e e n j e f e d e la E s c u a d r a , s e ñ o r d o n Jorje Mott.

NÚMERO Parte

oficial

del

coronel

Canto

15

s o b r e las ú l t i m a s o p e r a c i o n e s

del Ejército Constitucional

Señor Ministro de la Guerra: Paso á dar cuenta á US. de las operaciones militares llevadas á cabo por el ejército constitucional, bajo mis órdenes, durante la campaña de ocho días que principió el 2 0 de agosto próximo pasado con el desembarco de las fuerzas expedicionarias en el puerto de Quintero y subsiguiente victoria de Concón, y terminó con la victoria de la Placillay ocupación de Valparaíso, dando por final resultado el derrocamiento de la Dic-


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tadura, entronizada en Chile el día i . ° de enero del .presente año y el feliz restablecimiento del orden legal y constitucional de la República. En cuanto á los detalles circunstanciados de aquellas operaciones; US. los encontrará minuciosamente explicados en el prolijo y luminoso parte adjunto del Estado Mayor General y en los planos anexos al mismo. I Se sabe cómo se pasaron los:primeros meses del.aña en aquella ruda y porfiada lucha cjue terminó en Pozo Almonte y dio por resultado la posesión de la provincia de Tarapacá y la subsiguiente ocupación de las provincias de Antofagasta, de Tacna y de Atacama, por nuestras fuerzas. Por eso, sólo á mediados de mayo pudo emprenderse la formal organización del ejército constitucional, improvisado en el norte y destinado á operar en el centro de la República, centro también del poder dictatorial, sin embargo de que aquella organización no pudo eficazmente acelerarse y completarse sino cuando la feliz llegada del trasporte Maiptr llevó á Iquiquc armas y municiones, de que carecía, mos, en los primeros días de julio, con los que los preparativos de la expedición entraron en un período de grande actividad. Fué una fortuna para la causa constitucional la incorporación en nuestro ejército del ilustrado profesor de nuestra Academia de guerra y Escuela Militar, don


•?S4

OK.

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Emilio Körner, hacia mediados de mayo. Con el modesto título de secretario del Estado Mayor General, asimilado al empleo de coronel, desempeñó en realidad el señor Körner, desde aquella época hasta el final de la campaña, las funciones propias de jefe del Estado Mayor General Con sus vastos conocimientos militares y con su incansable laboriosidad, fue el señor Körner un poderoso auxiliar, que prestó muy distinguidos servicios á la buena y rápida organización de nuestro ejército y á su conveniente disciplina. El mismo dio en Iquique y en Co piapó, á los señores jefes y oficiales interesantes conferencias sobre diversas materias del arte militar, y bajo su dirección, se hicieron diagramas para la mejor comprensión del orden disperso de combate, cuya enseñan za se había implantado en nuestro ejército, según una cartilla desprovista de láminas, y se levantaron caitas de los puertos y de las regiones que podían ser teatro de nuestras futuras operaciones. Iniciado, por fin, desde Iquique, el movimiento de hs diversas brigadas y completado en lo posible el reclutamiento en la provincia de Atacama, se embarca ron aqué'las en los puertos de Caldera y de Huasco, en la forma y tiempo indicados en el parte del Estado Mayor General. A los cuatro días de feliz navegación, arribó la expedición al puerto de Quintero en la mañana del 2 0 de agosto y el mismo día, con rapidez verdaderamente notable, atendida la deficiencia de nuestros elementos


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«de desembarque, tomó allí tierra el ejército expedicionario, fuerte de 9 , 2 8 4 hombres. Cabe observar en esta parte que, ni durante aquel día en Quintero, ni durante la marcha subsiguiente tiasta las márgenes del río Aconcagua, tuvimos noticia alguna autorizada que nos permitiera conocer el número ó la situación del enemigo, ignorándose si, mediante la prevenida cortadura de telégrafos y ferrocarriles, se habría ó nó impedido la concentración en nuestra contra de diversas divisiones del ejército dictatorial. Todo lo que sobre éste supimos, fué que fuerzas militares, más ó menos considerables, se divisaban en las alturas que dominan el Aconcagua por el sur, noticia vagamente comunicada en Quintero por ignorantes campesinos de aquellas localidades. Debimos, sin embargo, presumir que aquella concentración se efectuaría en gran parte, pues la oficina telegráfica en aquel puerto funcionó hasta el momento en que la escuadra se puso á la vista, lo que permitía creer que telégrafos y ferrocarriles se mantenían corrientes, y que, á lo menos, las divisiones dictatoriales de Valparaíso y de Santiago, noticiadas instantáneamente de nuestro desembarque, no dejarían de operar su inmediata reunión, que fué lo que sucedió. Á medida que desembarcaban nuestras brigadas, se organizaban en la ribera é inmediatamente se ponían •en marcha, conforme á la orden que al efecto di. El plan de operaciones expuesto en el parte del Estado Mayor separaba una de otra las brigadas más de 25


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lo conveniente, á mi juicio, para que, en caso necesario, pudieran mutuamente protegerse. Aquel plan era sin duda perfectamente estratégico calculado para grandes masas de ejércitos, respecto de las cuales poco significan relativamente las distancias, pudiendo una gruesa división de 1 0 0 , 0 0 0 hombres por ejemplo, detener por dos ó tres días á un ejército tres veces masnumeroso, al paso que 3 , 0 0 0 no podrían intentar detener á 9 , 0 0 0 sin exponerse á un probable fracaso. Por eso, creí inaplicable aquel plan á nuestras circunstancias, y por lo mismo, ordené que desde Quintero nuestras brigadas marcharan hacia el sur, como marcharon, guardando las convenientes distancias, eti la forma siguiente: La i. , á las órdenes del teniente coronel don J.. Aníbal Frías, tomó el camino de la costa, protegida, por la escuadra, para pasar el río Aconcagua por el vado vecino á su desembocadura, en Concón Bajo. La. 2 . , á las órdenes del coronel don Salvador Vergara, yla 3 . a , á las del teniente coronel don Enrique del Canto, siguieron escalonadas, á un kilómetro de distancia entre ambas, el camino que conduce á Colmo para, cruzar en ese punto el río por el vado de Concón Alto. Fué una circunstancia afortunada, que debía influir en el feliz éxito de la próximo batalla, la de haberse extraviado en la marcha nocturna dos cuerpos de la 3 . a brigada, los cuales, en vez de seguir el camino de Colmo, siguieron el de la costa y fueron así á reforzar las a

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fuerzas de la i. brigada, destinadas á iniciar y sostener el combate en la mañana siguiente. La presencia del enemigo al sur del río, detuvo, al norte de éste, la marcha de nuestras tropas. a

II Corre en esa parte el Aconcagua por entre dos cadenas de cerros de 1 5 0 á 2 0 0 metros de altura, que dejan entre sí un estrecho y descubierto valle de 6 0 0 á 8 0 0 metros de ancho. En la mañana del 2 1 de agosto, el ejército dictatorial aparecía ocupando las alturas meridionales, desde las cuales dominaba el valle, y extendía sus posiciones formando una línea como de cuatro kilómetros, entre Concón Alto, frente á Colmo, y Concón Bajo, cerca del mar. Según cálculos, confirmados posteriormente, contaba con cinco regimientos de línea de 1 , 0 0 0 plazas cada uno, y con diez batallones de guardias nacionales movilizados de 5 0 0 plazas cada uno, fuera de caballería y artillería, entre las cuales habría mas de 1 , 5 0 0 hombres, con lo que el ejército enemigo pasaba de 1 1 mil soldados, bien armados, bien pertrechados, coa poderosa artillería de campaña y de montaña, con> ametralladoras y con numerosa y descansada caballería. Las fuerzas constitucionales, que ocuparon las alturas de la margen septentrional del río, solo alcazaban, como he dicho, á 9 , 2 8 4 hombres, muchos de los cuales


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se habían incorporado en los quince días que precedieron á la expedición, careciendo, por lo tanto, de toda preparación militar. Estaban todos casi rendidos por el sueño y el cansancio, después de una noche de marcha forzada de más de 2 5 kilómetros, y carecían también de recursos á la mano, como que la falta de vehículos y de bestias de carga había hecho dejar atrás en Quintero, parque y bagajes. De artillería, sólo teníamos pocas piezas de montaña y no más de seis ametralladoras sacadas de la escuadra, al mando de un teniente i . ° de la armada. En tales condiciones, era aventurado por nuestra parte emprender el ataque de las excelentes posiciones elegidas por el enemigo, para lo cual, era además forzoso cruzar el correntoso río con el agua á la cintura ó al pecho de nuestros soldados; bajo el fuego de la fusilería dictatorial, atravesar de este modo al descubierto el valle, y trepar en seguida, de frente y por los flancos, las alturas coronadas por el enemigo. Sin embargo era preciso hacerlo. Atendidos el tiempo y la estación, era de temerse una lluvia. Para hombres sin abrigo ni amparo posibles, aclimatados á los calores y la sequedad del norte, una lluvia de algunas horas habría sido desastrosa; á lo cual se agregaría, en caso de permanecer en nuestras posiciones, la falta de rancho, pues las provisiones habían quedado á bordo en Quintero, después de dar allí á cada hombre una •doble ración de víveres secos. Finalmente, la paraliza-ción en aquel punto haría indefectiblemente decaer el


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espíritu y la energía moral de los entusiastas soldadosconstitucionales, notando que sus jefes parecían arredrados á la primera vista del enemigo. En estas circunstancias, rotos ya desde temprano por una y otra parte, al través del valle, los fuegos de artillería, llegó á las alturas de Colmo, donde estaban nuestra ala izquierda y el Cuartel General, como á las 1 0 A. M., uno de los ayudantes del Estado Mayor, y me comunicó que la i. brigada, cerca de la costa, se hallaba sustraída á la vista del enemigo, teniendo al frente un excelente vado, que permitía pasar por allí el río con relativa facilidad. En consecuencia, ordené que el coronel Kórner reconociera la posición de aquella i. brigada y atacara con ella si era posible, el flanco izquierdo del enemigo, pasando al efecto el río por Concón Bajo. En tal caso, debería yo pasarlo por Concón Alto y atacar con las otras dos brigadas, de frente, el ala derecha del ejército dictatorial. Serían las 1 1 . 3 0 A. M. cuando sentí, lejos, á nuestra derecha, la ruptura de los fuegos de infantería; lo q\ie me reveló que ya había emprendido el ataque la i. brigada por el flanco izquierdo enemigo, cosa que no tardó en ratificarme la llegada del distinguido ayudante del Cuartel General don Juan Antonio Orrego González, quien, de orden mía, se había dirigido á las posiciones de aquella brigada, con encargo de traerme opoituno aviso del ataque concertado. La batalla de Concón había principiado. a

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Á dicha hora, el coronel Vergara que ya ocupaba con su 2 . brigada posiciones convenientes hacia nuestra izquierda, ordenó que el regimiento Chañaral atravesara el río por donde pareciera más fácil, y avanzara, inclinándose á la derecha para servir de contacto á la i. brigada y poder reforzarla en caso necesario. En consecuencia, dirigido por el mismo señor coronel Vergara, pasó el Chañaral el río por el vado de Verdejo. Los otros cuerpos de la misma brigada recibieron la orden de pasarlo en las proximidades, por donde fuera más conveniente, cuidando de evitar, en lo posible, los nutridos fuegos del enemigo. Hiciéronlo así el regimiento Valparaíso y el batallón Huasco, por el vado situado á la izquierda, frente á Colmo, no haciendo lo mismo desde luego el regimiento Atacama porque, según me lo representó su comandante, tenía orden del jefe de la brigada para cruzar el río por el mismo punto en que lo había cruzado el Chañaral; pero, como este punto quedaba demasiado distante hacia la derecha, y no podía por lo mismo, cumplirse aquella orden con seguros buenos resultados, dispuse que el Atacama cruzara también el río por el vado de Colmo. Á ese tiempo, la batalla se había hecho general, aunque por nuestra parte la sostenían, solas, la i. y la 2 . brigadas, viniendo todavía la 3 . a en camino.de Quintero. Para que forzara su marcha y acelerara principalmente la de los batallones números 1 y 3 de artillería, despaché diversos emisarios. Con efecto, no tardaron mucho en llegar á Colmo aquellos dos batallones, los a

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«cuales unidos al número 2 de artillería, que desde la mañana hacía fuego en conveniente posición, protegieron la infantería en el paso del río auxiliados en parte •por algunas ametralladoras de la sección de marina. No faltaron en aquellas difíciles circunstancias momentos de indecisión por parte de nuestras tropas, que, cruzando penosamente el río y el valle, bajo el nutridísimo fuego de la infantería enemiga, se vieron dos ó tres veces detenidas en sus renovados intentos de avances sobre las casi inexpugnables posiciones de aquella. Por otra parte, al paso que, según pudo notarse, las tropas dictatoriales, con su parque á la mano, se amunicionaron varias veces, arreciando otras tantas •sus fuegos, sucedió que las municiones comenzaron á escasear á las nuestras. La situación llegó á hacerse crítica, pero no duró •mucho así. Las municiones de los que caían eran recogidas y distribuidas entre los combatientes. La llegada de los últimos cuerpos de la 3 . a brigada y su vigorosa entrada en acción por nuestra izquierda, coincidieron felizmente con el oportuno y atrevido avance de lo i. brigada y demás tropas que, dirigidas por el valeroso coronel Körner, atacaban el flanco izquierdo enemigo y lo arrollaban sobre la derecha del mismo, auxiliadas aquéllas oportuna y eficazmente por certeros disparos de la escuadra. Aquella feliz combinación modificó la situación, formándola francamente favorable á nuestra parte. Las •ventajosas posiciones que con toda energía tomaron en a


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la altura dos compañías del regimiento Esmeralda hasta dominar el flanco derecho dictatorial, y el vigoroso impulso desplegado por nuestras tropas en sus dos alas, decidieron la suerte de la jornada. A las 4 P. M , después de cuatro horas y media de porfiado combate, el enemigo, totalmente derrotado, huyó en completa dispersión, dejando el campo sembrado de muertos y heridos, y abandonadas en él su artillería y gran cantidad de armas y municiones. Nuestra caballería persiguió á los fugitivos: los escuadrones Libertad y Carabineros, por nuestra izquierda; los Guías y Lanceros, por nuestra derecha. En el número de prisioneros, sin contar oficiales y jefes, pasó de 1 , 5 0 c , los más de los cuales solicitaron* y obtuvieron su ingreso á los cuerpos de nuestro ejército, protestando que solo la violencia y la fuerza habían podido obligarlos á formar en las filas dictatoriales. No ha sido posible obtener datos precisos acerca del número de bajas del enemigo en la batalla de Concón;, pero, según cálculos aproximados y con referencia sólo á individuos de tropa, puede estimarse aquél en cerca de 1 , 7 0 0 , distribuidos, m a s ó menos, por mitades entremuertos y heridos. Para calcular la inmensidad del desastre, baste decir que, según fidedignas informaciones posteriores, de los restos deshechos de aquel soberbio ejército dictatorial de 1 1 , 0 0 0 ó más soldados,, sus vencidos generales, Barbosa y Alcérreca, apenaspudieron reunir como 3 , 0 0 0 .


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Aquella espléndida victoria nos ocasionó sensiblespérdidas, si bien inferiores á las del enemigo, y muy inferiores á las que debían naturalmente esperarse,, atendidas las desventajosas condiciones en que, por nuestra parte, se empeñó y se sostuvo la batalla. Muertos tuvimos: 2 jefes, 1 7 oficiales y 1 9 7 individuos de tropa. Heridos: 4 jefes, 4 5 oficiales y 4 8 2 de tropa. Desaparecidos: 1 2 2 de tropa, de los cuales muchosfueron, sin duda, los abogados en los pasos del río. Total de bajas del ejército constitucional: 8 6 9 . III Tal fué la brillante victoria de Concón. Si al día siguiente no llegó el vencedor hasta entrar á Valparaíso, ello se debió á la falta de municiones, principalmente para los cuerpes armados de fusil Mannlicher, los cuales no tenían más de diez tiros por hombre; falta desgraciadamente insubsanable por el momento, pues eL ¡•arque no pudo, como antes he dicho, acompañar al ejército. Dejando á los cirujanos de cuerpos y ambulancias y á los capellanes continuar prestando en Concón sushumanitarios servicios á los heridos de uno y otro ejército, avanzó el constitucional como 1 0 kilómetros en dirección á Viña del Mar, puerta de Valparaíso, y á medio día del 2 2 de agosto acampó en el lugar de Reñaca, á fin de reorganizar sus unidades, de dar á la tropa algún descanso y alimento, que harto necesitaba;.


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y de esperar que llegasen las municiones pedidas á Quintero, sin las cuales era de todo punto imposible «1 avance sobre Valparaíso. Provisto por fin el ejército de municiones, aunque no muy abundantes, despachadas de á bordo de la escuadra por la caleta de Concón, se dispuso que se atacaría á Viña del Mar y á los fuertes que defienden á Valparaíso por esa parte, hasta ocupar aquella plaza. El ataque debía emprenderse al amanecer del día 2 3 , para lo cual se había reconocido la posición que tomaría la artillería y señalado la dirección que debían llevar la 2 . y la 3 . brigadas, encargadas de atacar sucesivamente. Sucedió que, durante toda la noche del 2 2 al 2 3 , se sintió en Reñaca continuo movimiento de trenes del lado de Viña del Mar, y que, al amanecer del 2 3 , pudieron en su marcha los jefes de aquellas brigadas convencerse de que aquellos trenes conducían numerosos cuerpos de tropas dictatoriales, que iban tomando, y muchos habían tomado ya, excelentes posiciones sobre ¡las alturas situadas á la espalda de Viña del Mar. Se sabe que esos cuerpos formaban la db'isión dictatorial de Concepción, aumentada con otros de los puntos intermedios. Los telégrafos y los ferrocarriles, perfectamente corrientes en toda su extensión, desde Talcahuano hasta Valparaíso, habían permitido á la dictadura concentrar, en menos de 4 0 horas, un nuevo •ejército, más numeroso que el vencido en Concón. Los jefes de la 2 . y de la 3 . brigadas, ante aquella a

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imprevista y difícil situación, resolvieron de común acuerdo, no emprender el ataque ordenado, dando cuenta de lo ocurrido, resolución que hubo de ser aprobada. No era ya posible, ron efecto, el ataque por aquella parte. Á las dificultades nacidas del número y posiciones del enemigo, no bien conocidos, se agregaban las circunstancias de que, para llegar al objetivo, era forzoso pasar sobre la población de Viña del Mar, tomar los fuertes vecinos y penetrar en Valparaíso violentamente. Sobre ser todo ello no poco peligroso para nuestras armas, sería en todo caso desastroso para aquellas ciudades, como que son sabidos é inevitables ¡los funestos efectos que, para la disciplina y moralidad de un ejército y para la seguridad de las poblaciones, produce la ocupación de éstas á viva fuerza o luego •después de una batalla dada en sus cercanías; y nosotros no podíamos olvidar que Viña del Mar y Valparaíso son ciudades chilenas! En consecuencia, después de un estéril cañoneo á la vista y por encima de la población de Viña del Mar, •entre nuestra artillería y la artillería del ejército enemigo en combinación con la del fuerte Callao, y de otro cañoneo, igualmente estéril, entre los fuertes del norte •de Valparaíso y algunos buques de la escuadra, en la cual se creía con eso cooperar al ataque dispuesto para el 2 3 , nuestro ejército, no poco desalentado, volvió en la tarde de ese día al campamento de la Reñaca. No era conveniente ni posible permanecer allí más


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tiempo en la inacción. Para proveer de víveres y de recursos al ejército y para interrumpir la comunicación por ferrocarril entre Santiago y Valparaíso, interponiéndonos entre ambas ciudades, resolví ocupar al día siguiente la población de Quilpué, lo que se ejecutó. Tenía este movimiento el inconveniente notorio de apartarnos del contacto con la escuadra, base hasta entonces de nuestras operaciones y recursos, y amparo en caso de un2 posible retirada; pero tenía también la incuestionab' • ventaja de inducir al enemigo á dejar sus inexpugnables posiciones de Viña del Mar, sea que se moviera en persecución de nuestro ejército hacia, Quilpué, temoroso de nuestra posible marcha contraía desguarnecida capital, sea que forzosamente se moviera para cerrarnos en la Placilla el camino de Valparaíso,, si llegábamos á tomar esa dirección. En el primer evento, lo esperaríamos en ventajosas posiciones; entodo caso, evitaríamos las horrorosas consecuencias de una batalla dada en las vecindades ó en las calles de aquella ciudad. Cortada la línea férrea en el puente de las Cucharas,, entre Viña del Mar y Quilpué, y ocupada esta población el 24 de agosto, el ejército permaneció en ella todo el día siguiente, detenido con motivo de un reconocimiento enviado hacia Limache y de una lluvia que cayó en la tarde y en las primeras horas de la noche. En Quilpué dejé definitivamente desechado el proyectado ataque por Viña del Mar, y después de madura


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deliberación adopté un plan de operaciones según el cual marcharía el ejército desde Quilpué hacia el sur por el camino de Marga Marga hasta la hacienda de las Palmas, y tomaría en seguida hacia el poniente el camino de las Cadenas hasta llegar al llano de Peñuelas y lugar de la Placilla, por donde va el antiguo camino que por el Alto del Puerto conduce á Valparaíso, á espaldas de los cerros de Viña del Mar. En ejecución de este plan, abandonamos á Quilpué al amanecer del 2 6 de agosto, y á medio día, acampamos en las Palmas, donde se nos incorporó el escuadrón de Húsares, escapado de la guarnición dictatorial de Limache, con 1 4 jefes y oficiales y 3 1 0 hombres de tropa, al mando del sargento mayor don Tulio Padilla. En la tarde de aquel día, tomadas las convenientes medidas de seguridad, emprendimos la marcha hacia las Cadenas, calculando que la batalla se daría en la mañana siguiente; pero llegó luego la noche, fría y tenebrosa: en medio de la oscuridad, tenían nuestros soldados que marchar silenciosamente, por senderos boscosos y quebrados, cruzando arroyos y terrenos cenagosos. Rendidos de sueño y de fatiga muchos quedaron rezagados, dormidos entre los árboles. Fué aquella la marcha más penosa de toda la campaña. Ella nos obligó á postergar un día más la batalla. Sin embargo, durante esa triste noche, nuestra caballería, á las órdenes del comandante don Rodolfo Ovalle, sorprendió una partida del regimiento dictato rial de Cazadores á caballo compuesta de 7 5 hombres,


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á quienes hizo prisioneros. Con excepción de 1 2 ó 1 4 , . todos los demás solicitaron y obtuvieron su incorporación al ejército constitucional. El día 2 7 se acampó en las Cadenas, donde fueron reincorporándose los rezagados de la noche precedente,, y donde todos comieron y durmieron. Los ánimos se habían recobrado y el entusiasmo renacido con la expectativa de la batalla que, á la mañana siguiente, se daría indefectiblemente en los vecinos campos de la Placilla, á diez kilómetros de distancia. En las alturas de aquélla, había la víspera elegido el enemigo posiciones inmejorables, después de abandonar las que antes ocupaba sobre Viña del Mar. IV Cierra por el norte el llano de Peñuela un cordón de cerros con algunos contrafuertes de aguda cresta, en forma de cuchilla, que cruzan hacia el sur, bajando hasta perderse en el ocaso. Al pie de aquellos cerrosestán las casas de la Placilla, y, por el lado de éstas, sube en dirección al noroeste el antiguo camino carretero que de Santiago conduce al alto del Puerto y á Valparaíso. En las alturas de aquellos cerros, con frente al sur, y abarcando un espacio de tres á cuatro kilómetros, extendía su línea de combate el ejército dictatorial, á uno y á otro lado del indicado camino carretero. Al


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oriente de éste, sus posiciones dominaban una serie de boscosas quebradas de difícil atravieso. Un poco al poniente del mismo, la derecha enemiga ocupaba la parte superior de uno de los expresados contrafuertes por cuya cresta ó cuchilla se dibuja otro camino, másangosto y menos traficado que el anteriormente indicado. Según informaciones fidedignas obtenidas en Reñaca y confirmadas en Quilpué poruña comisión de distinguidos caballeros, que allí contaron prolijamente el número de carros con tropas que pasaban en cada trea y el número de hombres que contenía cada carro, puede establecerse que el ejército dictatorial reunido en, las alturas de la Placilla no bajaba de 1 4 , 0 0 0 hombres. El ejército constitucional, que iba á atacarlo en las ventajosas posiciones descritas, no pasaba de 1 0 , 0 0 0 , tomadas en cuentas las bajas de Concón y las incorporaciones de dictatoriales verificadas después de aquella batalla y en las Palmas. Reconocidas el 2 7 de agosto las posiciones enemigas, provoqué una reunión de nuestros jefes de brigadas y comandantes de cuerpos, la cual tuvo lugar aquel día, entre siete y ocho de la noche, en la casa de las Cadenas, con el objeto de concertar el plan de ataque. Expuse en dicha reunión que, atendidas las fuerzas y posiciones del enemigo, conocidas de los asistentes, según lo declararon, creía yo que el ataque debía dirigirse por la cuchilla del cerro situado al poniente del


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•camino principal, sobre la derecha dictatorial, cuchilla que consideraba espugnable y era para mí la llave de las posiciones enemigas; que, á mi juicio, las fuerzas de la izquierda enemiga, situada hacia el oriente del mismo camino, podían considerarse inutilizadas ó perdidas si lográbamos formar las posición de la referida •cuchilla, pues dichas fuerzas, atendida la naturaleza del terreno quebrado que ocupaban, no podrían oportuna y eficazmente avanzar ni proteger con sus fuegos su flanco derecho, cabeza de su línea geneal de combate; que el ataque, así dirigido, decía ser ejecutado por dos brigadas, escalonadas á unos 5 0 0 metros de distancia, quedando la otra al cuidado de la artillería y como reserva, para emplearla en caso necesario; por último observé que era preciso no olvidar que nuestra infantería solo disponía de 1 5 0 tiros por plaza, lo cual, aconsejaba llevar el ataque con la mayor rapidez y la mayor enerjía posibles, de manera que los fuegos de infantería se rompiesen á no más de 3 0 0 á 4 0 0 metros, siendo conocida la propensión del soldado á no estrechar las distancias y á gastar de lejos gran cantidad de municiones cuando se ve protejido por cualquier accidente del terreno. Tal fué el plan de ataque sometido por mí á la consideración de los jefes asistentes á la expresada reunión, sobre el cual abrí discusión á fin de que cada uno hiciera presentes las observaciones que pudiera Sugerirle. Todos estuvieron conformes en considerar dicho


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plan como el más conveniente, con lo cual dispuse que se llevara á efecto en todas sus partes. Seguidamente indiqué al jefe de Estado Mayor, coronel Körner, que procediese á desarrollar el plan, esto es á señalar él respectivo rol de las brigadas, lo que aquél hizo gráficamente, diseñando con carbón sobre el suelo mismo de la sala de reunión las posiciones del enemigo y la marcha que deberían ejecutar cada una de las brigadas y cada uno de los cuerpos de nuestro ejército eñ el ataque acordado. Entre 4 y 5 de la mañana del viernes 2 8 de agosto, el ejército constitucional dejó su campamento de las Cadenas y marchó á tomar sus posiciones de combate. Á las 7 . 3 0 A. M. el enemigo rompió, desde las alturas del norte, sus fuegos de artillería sobre nuestros cuerpos que avanzaban por el llano de Peñuelas, fuegos que no tardó en contestar nuestra artillería, una vez colocada en sus posiciones. Á poco rato, se rompieron por una y por otra parte los fuegos de infantería y el combate se hizo general. En la orden del día se había indicado que el Cuartel General ocuparía en la batalla las posiciones correspondientes á la 3. brigada destinada á reserva; pero, luego noté que la i . , encargada de llevar el ataque sobre la derecha enemiga por la cuchilla de cerro situada al poniente del camino carretero, lo hacía desviándose hacia la izquierda dictatorial, mientras que la 2 . , encargada de marchar á 5 0 0 metros á retaguardia de !a i . , llevaba su verdadera dirección sobre aqueA

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lia cuchilla, exceptuado el regimiento Atacama, que se cargó demasiado á nuestra izquierda. En vista de ello, llevé hacia el poniente la colocación del Cuartel General y fui á situarme frente á la derecha enemiga, en una altura, desde la cual despaché sucesivamente á diversos ayudantes con órdenes reiteradas para que la 3 . a brigada de reserva enviase refuersos á la 2 . , que era la única que atacaba al objetivo, ó sea, la indicada cuchilla ocupada por la derecha dictatorial, de donde ésta hacía vivísimos fuegos de artillería y de infantería. Los ayudantes regresaban anunciándome que la 3 . a brigada ó reserva había también empeñado combate por la misma parte que la i. , bajo la dirección del coronel Körner, sobre la izquierda enemiga, lo que importaba una alteración del plan general adoptado. Sin refuerzos oportunos, los cuerpos de la 2 . brigada que atacaban el objetivo comenzaron á encontrarse en serias dificultades: les era imposible continuar avanzando, al paso que, según podía notarse, el enemigo reforzaba su posición, haciendo visibles preparativos para rechazarnos por esa parte. En tal situación, que comenzaba á hacerse crítica, sin reserva de infantería que poder oportunamente enviar en auxilio de aquella 2 . brigada, resolví emplear con ese objeto la caballería, á riesgo de resultar ésta sacrificada, extraordinaria medida que, lo reconozco, solamente circunstancias extremas pueden aconsejar. Ordené, pues, que los escuadrones de Húsares ConsA

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titucionales, Guías y Lanceros, á las órdenes de sus respectivos comandantes, Padilla, Solar y Vergara avanzaran rápidamente á reforzar á nuestros infantes, subieran á la altura por la cuchilla tantas veces indicada y atacaran en ella al enemigo con energía suprema. Ordené á la vez que los escuadrones Libertad, Granaderos y Carabineros siguieran en refuerzo. No hubo necesidad de ésto. Los tres primeros escuadrones nombrados, al galope de sus caballos, cruzaron el llano y remontaron la cuchilla, cayendo, sable en mano, sobre el enemigo, con bizarría y denuedo verdaderamente extraordinario. Esa audaz carga de caballería decidió la suerte de la batalla. Fué un recio golpe en la cabeza. De los defensores de aquella terrible posición, los que no cayeron bajo el sable, huyero desconcertados y deshechos. Entre los cadáveres aparecieron los de los generales dictatoriales don Orozimbo Barbosa y don José Miguel Alcérreca. Poco después, á las 1 0 . 3 0 A. M., la derrota se había pronunciado en toda la línea. El ejército dictatorial huyó, poseído de espanto, y se deshizo para no rehacerse jamás. Las bajas en esta batalla fueron mucho mayores que en la de Concón: llegaron á 5 , 0 0 0 y más, entre muertos y heridos de una y otra parte, en la forma y siguiente. Constitucionales.— Muertos; 4 jefes, 1 8 oficiales y 4 6 3 individuos de tropa. Heridos: 8 jefes, 7 5 oficiales


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y 1 , 0 4 1 de tropa. Desaparecidos de tropa: 1 9 1 . Total:

1,800.

Dictatoriales.— Muertos: 9 4 1 individuos de tropa. Heridos de id.: 2 , 4 2 2 . Total: 3 , 3 4 3 . No ha sido posible precisar el número de jefes y oficiales dictatoriales muertos y heridos en la Placilla. Dos horas después de la batalla, nuestros cuerpos, ya reorganizados en el Alto del Puerto, descendieron á Valparaíso, cuya plaza, fuertes y cuarteles ocuparon sin resistencia en medio de las aclamaciones populares. V Componíase el cuartel general en campaña del siguiente persona': secretario, don Gaspar Toro; auditor de guerra, don Abraham Koning; capellán mayor, don Francisco Lisboa; ayudantes, los sargentos mayores don Gustavo Adolfo Holley, don Juan de Dios Olivares y don José María Barahona y los capitanes don Nemesio Dávila Baeza y don Juan Antonio Orrego González. Agregados al personal de planta: el teniente coronel don Sinforoso Ledesma, el sargento mayor don Julio B. Sanhueza y capitán don Alfredo Irarrázaval Zañartu. Antes de la Placilla, fué también agregado como ayudante el sargento mayor don Miguel A. Padilla. El sargento mayor don Guillermo S. Toro, agregado igualmente al cuartel general, pasó en la batalla de


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Concón al regimiento Atacama y allí murió combatiendo valerosamente. Al enumerar aquí á los componentes del Cuartel Genera , me complazco en declarar que todos ellos cumplieron dignamente sus deberes, así mis ayudantes como los señores secretarios, auditor y capellán mencionados, los cuales desempeñaron también las funciones de verdaderos ayudantes, transmitiendo mis órdenes á los jefes de brigadas y de cuerpos durante las batallas. Si á algunos debiera mencionar particularmente sería al capellán don Francisco Lisboa y capitán don Juan Antonio Orrego González, cuya actividad y cuyo celo se distinguieron, antes de la campaña, en la preparación del equipo del ejército, y durante la campaña, en importantes y variados servicios. No necesito encarecer aquí, por haberlo ya hecho en el cuerpo de este parte, las revelantes cualidades de actividad, de pericia y de valor que tanto enaltecen al jefe del Estado Mayor, coronel don Emilio Körner. Sus distinguidos servicios y su abnegada consagración á la causa constitucional, lo hacen digno de señalados merecimientoss y lo recomiendan á la consideración del Supremo Gobierno y á la consideración de los chilenos. Cúmpleme también recomendar particularmente á los señores jefes de brigadas y comandantes de cuerpos. Todos ellos cumplieron su deber con inteligencia y bizarn'a, haciéndose dignos de la confianza depositada en ellos y del honor que han alcanzado. 1


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No terminaré este parte sin hacer especial mención del coronel don Adolfo Holley y del señor don Joaquín Walker Martínez. Uno y otro abandonaron en Iquique las funciones que allí desempeñaban respectivamente de Ministros de Guerra y de Hacienda, ante la Excma. Junta de Gobierno. Uno y otro quisieron compartir los riesgos y las penalidades de la campaña, formando parte de la expedición y prestando su cooperación en ella. Tocó al señor Holley después de la ocupación de Valparaíso, la tarea de ir á ocupar la provincia de Coquimbo y disolver las numerosas fuerzas dictatoriales que allí había, lo que llevó afortunadamente á cabo sin efusión de sangre. El señor Walker Martínez acompañó al cuartel general.en las batallas de Concón y de la Placilla, apresurándose en ésta á transmitir una orden, por espontaneidad suya, que no por pedido mío. Con el corazón profundamente contristado evoco aquí el recuerdo de los señores jefes,oficialesysoldados que en Concón y en la Placilla rindieron sus preciosas vidas en defensa de nuestras instituciones, dejando en mísera orfandad á sus desconsoladas familias. Invoco ese triste recuerdo, fiado, señor Ministro, en que habréis de interceder en favor de los deudos queridos de aquellos ilustres muertos, áfinde que en todo tiempo y con liberalidad reciban de los representantes de la nación la merecida recompensa que la nación les debe,


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Fío igualmente en que tampoco faltarán la protección y el auxilio á que tienen derecho los que aun sufren de dolorosas heridas y los que, á consecuencia de éstas han quedado inválidos para el resto de sus días. El amparo de la ley debe alcanzar hasta ellos de modo que jamás puedan con razón lamentar su suerte y el día que concurrieron á verter su sangre generosa en servicio de la República. VI En la noche misma que se siguió á la victoria de la Placilla, el dictador don José Manuel Balmaceda abandonó en Santiago el palacio de la Moneda para esconderse en ignorado asilo, donde, tres semanas más tarde, él mismo había de poner fin á su atormentada vida. A la ocupación de Valparaíso se siguió la de la capital, donde en la tarde del 3 1 de agosto hicieron su entrada el Gobierno Provisional y el Cuartel General. Toda la República quedó en pocos días pacificada y sometida á las nuevas autoridades, encargadas de restablecer en ella el orden constitucional. Antes de terminar, séame permitido señor Ministro, hacer votos por que jamás el patriotismo chileno vuelva á verse en la dolorosa pero imprescindible necesidad en que se ha visto, de hacer cruenta guerra á un tirano para poder todos gozar los bendecidos frutos de la paz y de las libertades públicas. Que la cruel experiencia de lo pasado aproveche en


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lo futuro y lleve á todos el profundo convencimiento de que nada ni nadie podrá en Chile sobreponerse al derecho y á la ley, bien representados por la voluntad nacional. Son ellos los que deciden del triunfo. Porque, si las últimas victorias se han debido á la pujanza del ejército constitucional, su pujanza se ha debido, sin duda, á estar él compuesto de abnegados patriotas, defensores voluntarios y entusiastas de la causa del derecho y de la libertad; al paso que sus adversarios eran hombres forzados, inconscientes ó sobornados, puestos al servicio de la tiranía. La opinión nacional, que contrariaba á los últimos y quebrantaba sus ánimos, comunicaba á los primeros aquella invencible energía moral que los impulsó á las corrientes del Aconcagua y á las alturas de Concón y la Placilla. La causa era nacional: el triunfo corresponde á la nación. Santiago, á 1 5 de diciembre de 1 8 9 1 . E. DEL CANTO


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