L A
VOLÜCION С (IMPRESIONES
DK U N
VIAJERO)
SANTIAGO DE CHILE
IMPRENTA
CERVANTES
BANDERA,
1892
7?,
Lima á 25 de mnyo de S E Ñ O R DON A N D R É S A,
i8gi.
ARAMBURÚ
Mi estimado amigo ( 1 ) : A £~\_
C.-uiO
de llegar de un largo viaje, en el cual
y después de haber recorrido los principa-
les países europeos, he visitado también á Chile> víctima hoy del más cruel de los azotes con que la humanidad puede ser afligida; y debo deciros que el modo y forma cómo la prensa de L i m a aparenta en estos momentos ser indiferente á la crisis política por que actualmente atraviesan nuestros vecinos del Sur, no sólo me ha sorpren( 1 ) Algunas de estas cartas fueron publicadas en Opinión Nacional
La
de L i m a y diiigidas al señor don Andrés
Avelino Aramburú, editor de dicho periódico.
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GIL
JUAN
dido, si que también me ha angustiado el alma con tristes reflexiones. ¿Es posible, mi estimado amigo, que los diaristas de esta ciudad gloriosa, cuna de nuestra raza americana y brillante teatro de las más nobles luchas.por la libertad y el derecho de A m é rica, no se hayan dado cuenta todavía de la alta trascendencia y gravísimos resultados que puede y ha de tener necesariamente en la política general del Continente el gran conflicto chileno? Parece en verdad (y lo digo con tristeza) que los escritores del Perú, olvidados de que su patria no es una isla en medio del Pacífico ni una huérfana en la gran familia délos países republicanos, no tuvieran ojos ó estuvieran ciegos para ver lo que á su alrededor sucede y cómo anda envuelto en la espuma del temporal y agitado por !
las olas del naufragio todo lo que ellos siempre
amaron y defendieron como la más preciosa herencia de sus libertadores y la fórmula más hermosa de sus convicciones. Y si los escritores y los hombres públicos del Perú conocen y comprenden la gran significación de los acontecimientos que ahora se desarrollan al pie de los Andes y en los mares que en otro tiempo trajeron las velas de Cochrane á las pía-
LA REVOLUCIÓN CHILENA
y a s del Perú, ¿cómo explicarse, menos
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todavía,
esa egoísta indiferencia, que en este caso lo sería y que pudiera aparecer á los ojos de propios y extraños como síntoma peligroso de una especie de anemia mora! que hubiera agostado en los hombres de letras de L i m a el entusiasmo generoso por los grandes ideales de la América republicana y el amor sin límites á los santos principios que sustentan nuestra propia organización de país libre y democrático? Una ú otra cosa, mi estimado amigo, la ignorancia de los sucesos ó la indiferencia con que son contemplados, me hace meditar sobre sus consecuencias, obligándome, como á amigo del Perú,, á romper ese silencio y á pediros las columnas de La Opinión Nacional,
para explicar lo que mis
ojos han visto en mi última peregrinación á través de la tierra chilena, desde el día en que desembarqué, á vuelta de mi viaje por el viejo continente, en la hermosa bahía de Arauco, dondehumeaban aún los escombros de los establecimientos industriales mandados arrasar por el dictador de Chile, hasta que salvé las fronteras que nos separan de ese país y llegué á esta ciudad, para dar un fraternal abrazo á mis buenos y c a riñosos amigos de L i m a .
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JUAN
Sí había algo que pudiera sorprender á un viajero americano en el Viejo Mundo, era seguramente una revolución en Chile, cuyo amor á la paz, al orden y al bienestar consiguiente parecía, si puedo expresarme así, innato en los hijos de ese país y como la leche política que los amamantara desde de la infancia, después de medio siglo de no interrumpida tranquilidad y de incesantes progresos desarrollados á su influencia fecunda y bienhechora. Por esta razón, así mis amigos sud-americanos como y o mismo, no podíamos dar crédito en París á los cablegramas que las compañías trasatlán • ticas nos llevaban todos los días á la gran ciudad, hablándonos de una sublevación de la escuadra chilena, de una agitación
política immensa en
Santiago y Valparaíso y de otras muchas
cosas
que realmente nos hacían ver que el hecho era de verdad y que la única república americana que se había hasta aquí salvado incólume é intacta del monstruo de la guerra civil, devoraba en esos momentos el veneno de las sierpes de Lacoonte y se agitaba con las terribles convulsiones por ellas producidas. Crecía más nuestra extrañeza aún, cuando, inquiriendo noticias sobre tan extraordinario su-
LA REVOLUCIÓN CHILENA
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ceso, llegaban á nuestro conocimiento las que comunicaban á las casas comerciales europeas sus corresponsales de Chile, todos ellos aplaudiendo el alzamiento de la escuadra, como un acto necesario aunque doloroso de patriotismo, y pintando la ruina de la nacionalidad chilena bajo la administración de su loco y descabellado Presidente. ¿Cómo es posible, nos decíamos unos á otros, conversando una noche sobre el asunto en un café del boulevard, una revolución como ésta, en la que no se ve ni un caudillo en cuyo provecho se haga, ni un partido que la encabece, ni un nombre propio que sea como la etiqueta histórica del movimiento; una revolución anónima, aceptada por la sociedad entera, llevada á cabo por hombres de todas ideas y condiciones, únicamente en nombre de la patria ultrajada, por el solo principio de la salvación pública y , por fin, aplaudida por los extranjeros mismos, siempre demasiado celosos de la conservación de la paz, que es para ellos la fuente viva de su bienestar y de sus buenos negocios? Eran para nosotros tan raros y extraordinarios los sucesos que servían de tema á nuestras conversaciones parisienses en este punto, que en vano nos devanábamos la cabeza por darnos cabal cuenta de ellos.
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GIL
JUAN
U n a revolución como la chilena estaba, en verdad, fuera de las previsiones y del modo de raciocinar político de un americano del Sur, y para penetrar en ella sin peligro de extraviar el raciocinio, era necesario estar cerca del terreno de los acontecimientos. Felizmente yo he podido estar ahí, y por eso no creo ocioso el consignar en el papel mis impresiones, y a que ellas pueden
ser
•útiles, dada la importancia que doy y no puede .menos de darse á los sucesos que las motivan. Vuestro afectísimo. G I L JUAN
Lima, 2'/ de mayo de
iSgi..
M B A R C A D O e n M a r s e l l a en l o s p r i m e r o s días^
¿ de
J
febrero
y
en
viaje
directo
á
Buenos-
A i r e ? , l l e g u é el d í a 2 0 d e l m i s m o m e s á e s t a trópoli
N a t u r a l m e n t e , al b a j a r á t i e r r a
poruñas
horas, traté de proveerme de diarios y que me bre
me-
americana. pocas-
periódicos-
p r o p o r c i o n a r a n la luz q u e n e c e s i t a b a so-
los s u c e s o s del Pacífico
q u e en esos
momen-
tos p r e o c u p a b a n v i v a m e n t e la atención del p u e b l o argentino y provocaban grandes
demostraciones-
p ú b l i c a s en favor d e la c a u s a r e v o l u c i o n a r i a , e s p e c i a l m e n t e d e s i m p a t í a á los
personajes
políticos
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chilenos que en esos momentos se encontraban desterrados en Buenos-Aires. L a gran capital del Plata, según me lo dijeron ahí varios amigos argentinos, no hacía con esas demostraciones sino pagar una deuda de gratitud, es decir, la fraternal y cariñosa acogida que en otro tiempo los chilenos habían prestado á los emigrados del Plata durante la tiranía de Rosas. L a República de Chile, me decía á este respecto un hombre público de Buenos-Aires, siempre fué en América el asilo de todos los perseguidos políticos de las Repúblicas vecinas. Cada vez que la tiranía hincó su garra de fiera, así en las márgenes del Plata, de Montevideo ó la Asunción, como á las orillas del R i m a c ó del Guayas, las víctimas de ella encontraron en Chile noble y seguro asilo. De manera que ahora es obra de dignidad argentina y de justicia americana el que Buenos-Aires acoja cariñosa en su seno á los perseguidos de la dictadura de Balmaceda. L o s argentinos, por otra parte, acababan de salir de una revolución iniciada también en nombre de la salvación pública; revolución abortada en sus comienzos, es verdad, pero que, conmoviendo hasta en sus cimientos la sociedad entera, había dejado en ella latentes y persistentes los
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REVOLUCIÓN
CHILENA
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gérmenes populares del movimiento; y esto hacía que los revolucionarios chilenos fueran mirados allí casi como hermanos en ideas y como mártires de una misma causa que contaba en su favor con el sentimiento público. Así, en todos los clubs y centros sociales de la capital platcnse se veía á esos emigrados de ultracordillera y podía conocérseles y apreciar la nobleza }• santidad de la causa por la cual padecían el destierro y á la cual consagraban todos sus momentos, ora moviendo en favor de ella la opinión y el pensamiento argentinos por la palabra y por la pluma, ora acumulando recursos materiales con que auxiliarla, á la manera de los antiguos emigrados de Mendoza, en la época de la emancipación, cuando preparaban las futuras campañas de Chacabuco y d e M a i p o , que debían asegurarles la posesión definitiva de la patria. En las pocas horas que permanecí en tierra, tuve •ocasión de hablar y conocer á varios de esos proscritos que llevaban un apellido ilustre en la historia de su país ó pertenecían á la noble raza de los fundadores de la independencia americana. Algunos habían padecido las persecuciones del tirano de su patria y guardaban en sus cuerpos las señales del martirio atroz de que habían sido
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víctimas en las prisiones de Santiago, Valparaíso y Concepción, siendo, por consiguiente, la manifestación más viva y elocuente de l a j u s t i cía de la causa que defendían, así como de la santidad del apostolado que ejercían en la gran capital argentina. U n o de ellos me hizo á la ligera una rápida disertación sobre los orígenes del movimiento revolucionario, y hube de convenir con él en que la gran empresa patriótica á que el pueblo chileno acababa de lanzarse con tanta decisión y energía, no solamente afectaba los intereses públicos de su patria, vinculados al éxito de ella, sino que también debía tener una influencia decisiva en el porvenir de las demás repúblicas americanas. E n América, me dijo, subsiste latente todavía el gran problema político planteado desde los días de !a emancipación, el problema de la lucha, aun no terminada después de más ds medio siglo de sangrientas
revoluciones, entre
la democracia y el cesarismo, entre la voluntad del pueblo y las imposiciones de la fuerza, entre los parlamentos de libre elección, que representan el derecho que tiene en ellos sus manifestaciones generosas y fecundas, y el personalismo de los que, por la audacia ó el crimen se apoderan del
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gobierno, para embriagarse en seguida con él y procurar retenerlo en sus manos por todos los medios imaginables, aun ahogando en sangre las voces y las protestas del pueblo. E n ningún país americano como en Chile ahora, me agregó, este gran problema político ha sido planteado en términos más claros y decisivos; de manera que, si la revolución chilena no tuviera el éxito que es de esperar de ella en estos momentos, sería muy de temer que su derrota influyera de un modo desastroso en el porvenir de los demás Estados. Porque, en efecto, siendo Chile uno de los raros países de este continente que ha tenido una forma regular de gobierno y donde el derecho ha sido respetado durante medio siglo, claro es que su ejemplo tendría una influencia decisiva fuera de sus fronteras, como hasta ahora la ha tenido para no hacer desesperar á los amigos de la democracia, del porvenir de las instituciones republicanas en esta parte del globo. E l día en que el Parlamento fuera derrotado en Chile, llevando á todas partes el desaliento consiguiente á la ruina de su causa, y a no habría seguramente en América ningún gobernante que no se atreviese á todo y que, envalentonado con
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el ejemplo, no le sobrasen bríos para hacer de sin patria un feudo que alimentase sus caprichos y sus ambiciones. Nuestra conversación hubo de terminar aquí, y debo confesar que, para cualquiera que conociese el estado político del continente y las condiciones especialísimas de su sociabilidad, esas razones debían tener no solamente un valor relativo ó exagerado, sino la fuerza real é incontestable de la importancia que en sí tiene el movimientorevolucionario chileno. L o s argentinos tenían sobrada razón, pues, para, simpatizar con sus hermanos desterrados en Buenos Aires, como que la causa que éstos defendían les tocaba á ellos casi tan de cerca como si los. acontecimientos que en esos momentos se desarrollaban en el Pacífico tuvieran lugar en sus propios campos y ciudades. U n a vez en el vapor y de nuevo en viaje, comencé á desdoblar las enormes hojas periódicasque se editan en la gran ciudad americana del Atlántico: La Prensa,
La Nación, etc., etc.
Como era de esperarlo por el honor de la A m é rica, la prensa seria argentina abrazaba tambiérv con calor la causa de la revolución chilena, explicaba sus orígenes, relataba los hechos, seguía ai
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día sus progresos y desarrollo, execraba los actos del que en la demencia de su ambición hacía recordar los días brutales de Rosas, de Francia y de López, y, en una palabra, manifestaba en sus vastas columnas el sentimiento natural de indignación que todo hombre libre debe sentir y siente por los que, haciendo del más noble de los atributos humanos un vil juguete de sus caprichos, ofende con ello, no y a solamente á un pueblo ó una nación, sino á la humanidad entera. Estas lecturas de á bordo, á las cuales se me asociaban otros viajeros, bolivianos, peruanos, colombianos, etc., me hacían pensar en que la época de los déspotas había y a pasado en América, y que, si aun podían verse algunos
monstruosos
tipos del género, ellos estaban felizmente condenados á una existencia efímera, como faltos de atmósfera en qué respirar y fuera de ese elemento vital de la opinión pública, sin el que ninguna institución política puede existir, desarrollarse y prosperar. Con estos pensamientos llegué á la bahía de Arauco, cuya hermosa isla ha sido señalada desde el primer momento de la revolución como un punto estratégico de primer orden para su ocupación por una fuerza de desembarco destinada 2
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á operar en tierra firme, y ¡cuál no sería mi sorpresa, al ver desde la cubierta del buque las ruinas humeantes todavía del gran establecimiento carbonífero de Lebu, mandado arrasar con violenta saña por la mano del dictador, y luego, al bajar á tierra, contemplar por todas partes la desolación y el espanto producidos en sólo el espacio de cincuenta días de terrible dominación! E s t a parte de mis impresiones puede servir de enseñanza á los que en estos momentos y habiendo nacido en la libre América, creen que se puede ser neutral ó indiferente ante los sucesos de la revolución chilena.
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Lima, á 2Q de mayo de
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E S D E que el viajero, deseoso de inquirir la verdad de los sucesos, pone pie en tierra
y estudia el estado social de sus habitantes, y a puede darse cabal cuenta de lo que allí acontece, y la inmensa gravedad de la crisis política que en estos momentos afecta todos los intereses morales y materiales del país. En otra época y en uno de mis anteriores viajes por la costa chilena, había visto esas poblaciones de la costa de Arauco, especie de colmenas humanas agitadas por la actividad febril del trabajo que proporcionan los grandes establecimientos industriales de sus alrededores y que re-
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cucrdan al viajero las inmensas faenas carboníferas de Australia ó de la Gran Bretaña. E n otro tiempo, el trabajo, la actividad y el bienestar sorprendían allí agradablemente al viajero, haciéndole concebir las más lisonjeras esperanzas sobre el porvenir de la industria en esas regiones rescatadas á la barbarie después de siglos de homéricas luchas. Un pueblo trabajador y feliz, ¿no es el más hermoso y consolador de los espectáculos humanos? Pero, ahora, ¡de qué manera parecía todo cambiado y como si un viento de borrasca hubiese sorprendido á los hombres y las cosas, soplando sobre ellos la desolación y las ruinas!... E n el muelle de Coronel pregunté á un robusto trabajador sobre el estado en que se encontraba el pueblo después del pronunciamiento de la escuadra, y alzando éste ligeramente los hombros y como si hallase demasiado indiscreta la pregunta, apenas si me dijo dos palabras: — Y a ve usted, señor. Y señalándome con el dedo la punta de L e b u agregó: — Y a no hay trabajo, señor. A lo lejos, en efecto, se divisaban las ruinas del gran establecimiento carbonífero, que era has-
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t a ayer una de las maravillas del trabajo y del •capital chileno, y que hoy sólo es señal y ejemplo del salvajismo brutal de un déspota apoderado por la fuerza de la fortuna pública y privada de sus conciudadanos. Cierto día el Intendente de Concepción había telegrafiado á Balmaccda, noticiándole que en las faenas de Lebu existía un foco de conspiración contra su gobierno. Pues bien, sin otro dato que éste, el dictador •de ¡a Moneda había contestado á su subalterno •con una orden, por telégrafo también, para que arrasase hasta sus cimientos dicho establecimiento y arrojara en seguida petróleo en las galerías de sus carboneras, de modo que la misma enormidad del hecho sirviese de tremendo ejemplo para los que en esos momentos ó en adelante conspirasen contra su autoridad. E s t a relación, que pude ver confirmada
en
seguida con datos oficiales, me llenó de asombro revelándome el terrible estado de las cosas de Chile. E n un país americano, ¿puede existir un jefe de Estado que así trate á su propia tierra y piense que puede sostener su autoridad sobre la ruina de sus industrias y los escombros de su progreso material? Y o no sé de Rosas, de Fran-
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OH, J U A N
cia, ni de ninguno de los otros tiranos de América, del cual se refieran hechos de una naturaleza, tan salvaje y grosera. Pero esto era poco todavía en comparación de lo que en seguida debía ver. L a s faenas de Coronel, de L o t a y demás establecimientos de la costa de Arauco estaban casi paralizadas á causa d é l a falta de operarios y peones de jornal. ¿Qué se había hecho y cómo al parecer había desaparecido una gran parte de la población de esos lugares? L a persecución salvajede las autoridades, se me decía en todas partes, que ve en todo individuo un enemigo de su omnipotencia, obliga á cada cual á buscar lejos un refugio para escapar de la cárcel y del azote é ir á ganar con nombre supuesto el pan para su familia. L a cárcel de Coronel y las de las poblaciones vecinas estaban, efectivamente, llenas de reos políticos de todas edades y condiciones, y el azote y otros géneros
de tormentos eran en esos lu-
gares de detención el espectáculo diario con que los agentes de la dictadura parecían
esforzarse
en dar vivas muestras de su actividad gubernativa y de su monstruoso celo en el servicio del Estado. Desde el día 7 de enero, fecha del pronunciamiento de la Escuadra, casi puede decirse, que
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CHILENA
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todos los servicios públicos habían sido asumidos en esos lugares por las comandancias de las policías, á las cuales todo parece estar desde entonces encomendado, como que ellas son sin duda el fundamento del nuevo régimen político que impera en Chile, y sin ellas no sería posible, ni por un sólo día, su peligrosísimo sostenimiento. Después de veinticuatro horas de estadía en Coronel, tomé el ferrocarril de Concepción, magnífica obra llevada á feliz término por una compañía inglesa y que no es ahora sino una dependencia de la gran empresa carbonífera de Laraquete, cuyas minas vendiera no há mucho al capital británico nuestro amigo el general Prado; y meditando sobre tanta ruina y desolación, crucé las fértiles praderas del immenso valle que se extiende entre Coronel y San Pedro, y
luego,
atravesando el grandioso puente de hierro de dos mil metros de extensión, tendido entre ambas márgenes del hermoso Biobío, llegué a la bella capital del Sur, la Concepción de las leyendas de la conquista araucana, donde esperaba dar un abrazo á viejos y queridísimos amigos.
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Lima, á r.° de junio de i8gi
A vuelta
de
un v i a j e r o
después
de
largos
_| j años de ausencia semeja á una especie de resurreción de los pasados días, con sus recuerdos cariñosos, que, como las aves migratorias en alegres bandadas, parecen traer los perfumes de la primavera lejana de otros climas y de otros cielos, y por eso siempre es bien recibido en los hogares amigos y su presencia suscita en ellos la alegría y es como una fiesta llena de sencillos encantos. No es extraño, pues, que á pesar de las tristes impresiones que acababa de recibir en Coronel y
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JUAN
sus alrededores, me halagase todavía con la esperanza de pasar algunos buenos días en la hermosa ciudad donde en otro tiempo había gozado en el trato franco y amable de sus habitantes, que parecen guardar todavía, después de cerca de un siglo de incesante transformación
de las
costumbres y de las ideas, aquella antigua y noble cortesanía española que y a anda perdida en América entre las modas y afeites de la costurería francesa. Después de una noche bien dormida en el mejor de los hoteles de la ciudad, salí con mi pensamiento en busca de los amigos á quienes pensaba dar la sorpresa de mi presencia en su hogar y entre los suyos, sin prevenirles de mi llegada y como para saber, sin otra pregunta que la de un; apretado abrazo, quiénes eran los que todavía me recordaban en seguida de tan larga ausencia. Pronto debía ver á los Lamas, los García, IosNavarro, los Risopatrón, los Castellón, los Urrutia, los González, los Cruz, los Unzueta, y tantos otros como había dejado á mi partida y que,, mozos vividores de mi tiempo, estarían ya, y á ejemplo mío, peinando canas y presidiendo desde la gruesa poltrona de sus casas solariegas la numerosa prole, que es la ilusión y la gloria de la.
LA REVOLUCIÓN CHILENA
2;
edad en que se cosecha el fruto maduro de la vida. Desgraciadamente, mi desengaño habría de ser aquí más duro y más cruel que lo había sido al pisar la playa de Coronel y que he tratado de pintar hace un momento con la ligereza fugitiva de los apuntes de mi diario de viajero. Desde que salí á la calle y traté de recordar de boca de los agentes de policía los nombics y números de algunas calles y casas, y a comprendí que no me hallaba donde y o creía. Esos guardianes
del orden armados de revólver,
-carabina, sable, y que sé yo qué más, como unos arsenales ambulantes, no se asemejaban en nada á los que yo había visto en otra época en el mismo oficio, y francamente me producían ahora el efecto de esas ilustraciones con que los editores parisienses adornan las ediciones de lujo de Tartaria
de Tarascón ó de Tartaria
sur les Al-
p:s de Alfonse Daudet. Parecía, en verdad, por su actitud y sus ademanes que se preparaban á tomar por asalto al primer transeúnte que se les acercara y que tuviera la nariz de conspirador ó e! puño de revolucionario ó la cara de insurgente ó enemigo del orden y la paz pública. Y luego, ¡qué tono de desenfadada
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altivez para contestar á mis sencillas preguntas y qué aire de señores para ordenarme siguiera adelante, y qué gesto de amenaza para prevenirme de las nuevas reglas y reglamentos y
orde-
nanzas sobre la viabilidad á toda prisa y la prohibición de detenerse y formar grupos en las calles!... Pero mis buenos amigos de Concepción ¿dónde estaban y dónde podía verlos? Con la ansiedad natural que me producía la situación política de la ciudad, toqué á las puertas de algunos de ellos,, pero sin poder hablar á otra persona de su interior que á algún
sirviente fiel ó alguna
vieja
llavera, ios que, después de largas demoras para s a l i r y en seguida de mirarme con ojos suspicaces y recelosos, me decían que nadie había en la casa,, y cerraban en seguida las puertas casi en mis narices. ¿Dónde estaban escondidos ó fugitivos aquellos á quienes y o ansiaba ver felices y tranquilos en medio de los suyos? Poco á poco y no sin algún trabajo llegué á saber de la suerte de algunos de ellos. D e Juan Castellón, el activo industrial de T o m é tan estimado y querido en la buena sociedad d e Concepción, se ignoraba en absoluto el paradero. U n a mañana el intendente de la provincia, cum-
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pliendo instrucciones superiores, había enviado una partida de agentes de policía á las grandes bodegas y casas de habitación de la familia, diciendo con brutal regocijo á sus sayones, que hicieran botín de guerra, así de los caldos de las bodegas, como de las mismas personas de la familia del señor Castellón, pues, para todos los gustos allí había. E s t a orden salvaje había sido cumplida con el rigor de su misma brutalidad, pero no, felizmente en todas sus partes, y a que les groseros agentes de la autoridad no pudieron alcanzar en su fuga al señor Castellón y su interesante esposa y sus bellas y jóvenes hijas, que pudieron escapar en las altas horas de la noche, consiguiendo aquéllos solamente incendiar
las
casas y bodegas y derramar los inmensos y valiosísimos depósitos de vinos y licores contenidos en ellas. Algunos otros de mis amigos habían librado de la misma manera que Castellón de las garras feroces de la dictadura. Víctor L a m a s , el patriarca del Sur, vivía escondido en cuevas y sótanos, burlando las amenazas de las autoridades; los García, de noble alcurnia y de saneadas haciendas, habían huido lejos y sin que se supiera su paradero; los N a v a -
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Gil. J U A N
rro, los Urrutia, los González, los Cruz, eran perseguidos como alimañas dañinas por los guardianes del orden y la paz pública; de los Méndez y Urrejolas nada se sabía; los Unzueta, que fueron en otro tiempo ejemplo de abnegación y de civismo, habían desaparecido de la ciudad, y así los demás, como si un cataclismo hubiera borrado de ahí todo lo digno, respetable y querido. E n mi afanoso empeño, quise ir en la noche al Club de Concepción, como en otra ocasión, y durante mi anterior estadía en la ciudad, solía hacerlo; pero, el dueño del hotel en que me hallaba alojado, pronto me dijo en cortas palabras y examinando mucho en mi rostro el efecto que ellas me producían, que el tal club y a no existía, pues hacía pocos días que el Intendente de la provincia, temiendo que dicho establecimiento fuera un hogar de descontentos del nuevo régimen, había mandado cerrarlo, sellar sus puertas y clausurarlo por tiempo indefinido. — Pero sus dueños ó socios ¿cómo se han sometido á dicha orden? pregunté al hotelero. ¿No han protestado de tal abuso, ni siquiera por medio de la prensa? — ¿ L a prensa, señor? mecontestó el buen hombre, ¿cómo ignora usted que todos los diarios han
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sido violentamente suprimidos por la autoridad y que el escribir para el público es ahora uno de los más atroces delitos? — S o y extranjero, repliqué, y perdone usted que ignore todo esto; pero dígame ¿no hay aquí jueces ó tribunales que se atrevan á poner las cosas en su lugar? — N a d a de tal cosa existe ya, después del decreto supremo por el cual se declaró incompatible con el orden y la paz pública la existencia de juzgados y tribunales. —Pero esto no es propio sino del estado salvaje. — A l l á vamos, señor, bajo el imperio del nuevo régimen que ahora gobierna al país. Debe suponerse qué profunda impresión me dejaría en el ánimo este corto diálogo. U n a república americana en la que no existen más leyes que los caprichos de un loco, más justicia que la del celo bestial de sus sayones y verdugos, más industria que la que quiere no darse el placer de aniquilar todavía con sus úkases groseros, he aquí en breves palabras lo que se ofrecía ante mi vista. Con una sola mirada me explicaba ahora y de este modo la naturaleza y el alcance de la revolución chilena.
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A I día siguiente, hube de saber cosas nuevas todavía. Durante la noche me había preguntado á mí mismo qué clase de hombres eran los que así acompañaban al dictador y servían en provincias y departamentos el vil oficio de agentes celosos de su omnipotencia; pero, sabiendo luego el nombre del Intendente de Concepción, pude darme contestación á dicha pregunta y comprender fácilmente lo que un momento atrás no me explicaba. E l sólo nombre de dicho personaje equivalía para mí en este punto á una verdadera revelación. Algunos años antes, en Santiago, había oído hablar de este curioso tipo de media noche, convertido ahora y de improviso en el terrible sátrapa del Sur. Mozo de distinguida familia y admitido en la buena sociedad de la capital en los primeros años de su juventud, el actual Intendente de Concepción, había pronto dilapidado la herencia de sus padres en truhanerías y calaveradas de feo carácter, é ido descendiendo rápidamente en la sucia escala del crimen hasta no ser otra cosa que un huésped habitual de las fondas oscuras de arrabal y de los garitos anotados en los registros de la policía de pesquisas. Todos, en la buena sociedad santiaguina, habían olvidado
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su existencia y su nombre, hasta el día en que, •como á un resucitado, se le vio salir de la sombra para ser uno de los más celosos agentes de la dictadura. Entre esa clase de gentes ha rcellitado Balma•ceda sus hombres y la numerosa falange de sus servidores. Después de saber esto, ¿qué podía, pues, extrañarme? Si las cárceles y cuarteles de la ciudad •estaban llenos de presos políticos, ¿que tenía ello de .extraño? Si allí se aplicaban los más crueles tormentos, el azote, el torniquete, el fusil, la •cuerda y otros, ¿ cómo sorprenderse de esto? Si las personas de más elevada alcurnia, los jóvenes más distinguidos habían caído en las garras •del verdugo, ¿cómo asombrarse de nada? L a lógica del crimen es terrible y sangrienta. Como era natural pensarlo, luego supe también que la suerte de Concepción era la misma •de las demás poblaciones del Sur, entregadas todas ellas á las manos ávidas de los mismos hombres, y dominadas, como país conquistado por una horda, bajo el yugo de una dictadura sin freno y sin escrúpulos. Y o no podía permanecer ahí por más tiempo, •dominando mis violentas impresiones y ponien3
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do mordaza á las peligrosas palabras que podían escaparse de mis labios; y así, hube de resignarme á tomar el ferrocarril que al través del país conduce hasta Santiago, donde esperaba,—¡triste ilusión mía!—despejar mi pobre cabeza de lúgubres ideas y aliviar mi ánimo del pesado fardo de mis amargos sentimientos. Después de cuarenta y ocho horas pasadas en la ciudad, me alejé, pues, de ese cementerio político, en busca de cielo menos turbio y de aire menos denso, para continuar, según mis deseos, el estudio de los hechos y del movimiento de la revolución.
Lima, á 2J de mayo de
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I-GUIEN ha dicho que la vista de la naturaX \ _ leza por el sentimento que ella inspira es el mejor consolador de los pesares humanos, y así fué para mí al salir de Concepción en el tren expreso que lleva hasta Santiago, y contemplando desde la ventanilla de mi coche el hermoso panorama del Biobio, con sus aguas límpidas y serenas, semejantes á las de un lago, extendiéndose y dilatándose como un mar azul y de lejanas riberas. Mi cabeza cargada de lúgubres ideas y mis ojos cansados de contemplar grandes y terribles
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tristezas sentían una renovación consoladora a n te ese espectáculo maravilloso á que el trabajohumano no ha conseguido robar todavía el aspecto de la naturaleza virgen con sus misteriosos é indescriptibles encantos, y cual si me encontrara, sumergido en un bello sueño, la paz y la serenidad me parecían ser en esos momentos las blandas almohadas sobre que mi pesada cabeza reposaba. Un tren lleno de soldados y que cruzó con elen que yo iba vino á arrancarme de improviso á mis contemplaciones, para hacerme ver de nuevo¡a realidad en medio de la cual vivía y devolverme á las reflexiones melancólicas que llenabanmi espíritu desde el día en que pisara la tierrachilena y me fuera dado juzgar por mi mismo délos sucesos de la revolución. J u n t o á mí vino á tomar asiento en ese instante un viajero que hasta entonces no había visto y que tenía el aspecto sano, vigoroso y bonachón délos hacendados del Sur de Chile, acostumbradosá la vida sencilla d é l a s labores de sus inmensas haciendas y extraños casi en absoluto á las estrechas y afectadas maneras de los pobladores
se-
dentarios de las ciudades. L a franqueza y sencillez de su fisonomía m e
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abrieron camino para interrogarle y trabar con él abundante plática sobre el estado del país, á propósito del tren de soldados que acababa de ver pasar y cuyo destino ignoraba. — E s a gente va de guarnición á los pueblos de la frontera araucana, me dijo; pero ¡quién sabe cuantos de ellos irán quedando en el camino en cada una de las estaciones de tránsito! —¿Cómo, qué no van á algún punto determinado, como usted acaba de decirme? —Sí. es cierto; pero siempre sucede que, de cada mil hombres que salen de Santiago, Valparaíso ó alguna otra ciudad, para algún punto lejano, apenas si llega un cincuenta por ciento á su destino. — U n a parte considerable deserta entonces. — U s t e d ha podido notar en la fisonomía misma de esos hombres que acaban de pasar, que la mayor parte de ellos se compone de pobres huasos arrancados por la fuerza á su trabajo y á su rancho y obligados por ese procedimiento á vestir el uniforme, dejando en el abandono y la miseria á sus desamparadas familias. Los agentes del Gobierno entran de improviso en las haciendas y en los pequeños pueblos, y arrean en seguida con toda la gente que en ellos
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GIL
JUAN
encuentran, de la misma manera que los cuatreros y ladrones suelen arrear las bestias que hallan á su alcance. E s t e es el sistema de reclutamiento que ahora se estila y por medio del cual el Gobierno cree poder formar un ejército que le sostenga en el poder. — P e r o esos soldados, de bien poco pueden servir, según lo que usted me refiere. — Y a lo creo. V e a usted: durante el espacio de dos meses en que se viene empleando con teda actividad este sistema de formar soldados, el Gobierno no ha tomado por la fuerza menos de cincuenta mil hombres, y no creo que de esos haya hasta ahora retenido en las filas más de doce ó quince mil. E s algo muy singular. Durante la última guerra la recluta era voluntaria y con poco trabajo se obtenían los soldados que se deseaban, entretanto que ahora todo el mundo se niega á •servir, comprendiendo hasta el más humilde é ignorante que en este caso, lejos de pedírsele un sacrificio por la patria, se le impone con ello una •contribución injusta y odiosa. Siguiendo este diálogo, mi compañero de viaje rae explicó en seguida más latamente la realidad •de las cosas. E l pobre campesino que ve arrasadas y que-
LA INVOLUCIÓN CHILENA
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madas por órdenes del dictador las haciendasy casas de sus patrones, el que mira al dueño de la finca en que trabaja ó de la casa en que sirve arrastrado á las cárceles de los pueblos vecinos, eL que ha visto pasar al párroco de su aldea atado á un caballo y llevado lejos de su feligresía, c o m a un malhechor ó un bandido, no puede menos,, naturalmente, de formarse un criterio cabal sobre los sucesos y considerar como propio de hombres malos el servir á los autores de tantos atentados. D e esta manera, hasta las clases más pobres,, humildes é ignorantes de la población chilena han. llegado á ser enemigas naturales del régimen i m perante. A propósito de estas reflexiones, mi compañero de viaje vino en contarme también algunas de las muchas anécdotas que circulan hoy día en. boca del pueblo con motivo de la situación política del país y en las cuales el dictador aparece: á los ojos de estos hombres sencillos como una especie de monstruo salvaje y sangriento empeñado en la ruina y la desgracia de sus semejantes. Conversando de esta manera y tocando diversos é interesantes puntos referentes á la situación, hicimos la mitad del camino que me separaba.
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<;n.
JI:AX
del término de mi viaje, durante el cual había tenido lugar de hacer otras interesantes observaciones sobre la misma materia que tanto me preocupaba. Así, por ejemplo, era de notarse la falta casi absoluta de bullicio y de movimiento en las estaciones de tránsito, lugares tan animados de ordinario por los vendedores de periódicos y comerciantes al menudeo y que ahora parecían desiertos, como si todo comercio y toda actividad estuvieran suspendidos.
L u e g o , todos ios
que entraban á ocupar un asiento en el tren, lo hacían como sospechando de los demás y como si temieran que algo de malo ó de desgraciado fuera á sucederles. Por fin, el aspecto grave y melancólico de los viajeros, manifestaba de por sí que algo extraordinario preocupaba á cada cual, trayendo su ánimo conturbado con serias reflexiones. Después de algunas horas de marcha, cruzando los magníficos puentes de hierro de los ríos del sur, atravesando los campos cubiertos todavía de resecas mieses, por motivo de la escasez de trabajadores, y dejando atrás las poblaciones de C h i l l a n , San Carlos, Linares, Parral y otras de menor importancia, el tren se detuvo durante una
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larga media hora en la estación de la ciudad de Talca, situada en la medianía del camino de Concepción á Santiago y punto de término de los trenes ordinarios, como en Chile se llama á los que no hacen un viaje direct", y que en esta línea dividen su carrera en dos jornadas. Con la rapidez del viajero que vive no sólo de impresiones sino también de los alimentos de la carne y á quien sólo se conceden algunos minutos para aprovechar de ellos, me lancé del coche al restaurant de la estación, no sin que me costara algún trabajo abrirme paso entre los individuos de sospechosa catadura que subían al andén de los carros, para ver quiénes eran los viajeros, y entre los grupos de soldados armados de carabina y repartidos por todas partes, que daban al lugar el aspecto de un patio de cuartel en el momento del cambio de guardias. Al tomar asiento en una de las pequeñas mesas del restaurant, me vi al lado de un antiguo conocido con quien había tenido negocios en otro tiempo en la costa del Perú y que ahora, según me dijo, se ocupaba cn'transacciones de ganados, como agente de una casa importadora de vacunos del otro lado de los Andes. Nos reconocimos inmediatamente, y después
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Gil-
JUAN
•de hablar de asuntos personales, fácilmente hubimos de caer en el consabido tema de las cosas del día
como él llamaba á todo lo que se rela-
cionaba con la situación poh'tica del país. Sus impresiones eran más ó menos las mismas que y o había recogido, y como él iba también á Santiago, le invité á que siguiéramos el viaje juntos, de modo que pudiésemos continuar nuestra conversación, interrumpida de improviso por el silbato del tren que iba á partir y el ruidoso golpe de manos del conductor invitando á los viajeros á tomar de nuevo é inmediatamente sus asientos. — L o que sucede en Talca y en todas las demás •ciudades del sur y del centro, me dijo mi nuevo compañero de viaje, es lo mismo y á imitación de lo que usted pronto verá en Santiago, como que es una sola mano l a q u e en todas partes lo dirige todo y son iguales las órdenes que en los distintos lugares se cumplen con el mismo rigor y de idéntica manera. Usted ha visto á Concepción, me agregó, y ha podido observar qué género de vida llena de azares se lleva allí. Pues bien, las cosas del día siguen el mismo curso en los demás pueblos y ciudades. ~En todos ellos las autoridades ó agentes del dic-
LA REVOLUCIÓN' C H I L E N A
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tador se manejan de la misma manera, imaginando que por medio del terror, de las persecuciones,, de las cárceles y del verdugo pueden dominar la situación. Pero el resultado lógico de su temeridad ya. usted también lo ve. Si la persecución y el tormento obliga á los hombres patriotas á ocultarse ó á padecer la cárcel y el azote, ello no da un solo partidario á la dictadura, ni puede menos, comoes natural, de abrir los ojos á los pocos necios que hasta ahora han sido sus amigos y que, en vista¿ de lo que sucede, tienen necesariamente que convertirse al partido de sus contrarios. Esto lo estamos viendo todos los días, y á usted le será fácil obscrvailo en Santiago, en el centro mismo dela dictadura. Á medida que mi compañero de viaje me h a blaba de éstas y otras cosas referentes á la situación política, su voz y su acento iban tomando' un tono de amargura, digno de llamar la atención en un extranjero que, según mi entender, notenía. otra clase de vínculos que lo unieran al país quelos del giro de sus negocios de ultra cordillera, y que, por lo mismo, hacían que sus apreciacionesfueran más dignas de picar mi curiosidad y provocaran de mi parte otras preguntas referentes á_
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Gil.
JUAN
la situación especial de los extranjeros en el país. ' — R e s a b i d o , le dije, y me ha extrañado sobremanera, que una revolución como ésta ha encontrado desde el primer momento entusiastas amigos y partidarios hasta en las colonias extranjeras que, por su condición natural, era de creer que no tomarían ninguna participación en el conflicto. — P a r a nosotros los extranjeros, me contestó, la paz y la paz á todo trance es una necesidad de vida; pero en este caso, ¿cómo simpatizar con un régimen de gobierno como el que viene implantando ó preparando Balmaccda desde hace cuatro años y cuyos resultados no pueden ser otros que la inseguridad, ei desorden, la anarquía y la ruina lenta pero segura de nuestros intereses? L a revolución es, á juicio de todo el comercio extranjero, la única esperanza de remedio en esta ocasión, bien pensadas las cosas y como han sido juzgadas por todos. —Usted cree entonces, que Balmaceda, como algunos lo han dicho, tiene ideas tan falsas y tan absurdas sobre la economía nacional que haya imaginado la guerra al capital y la industria e x tranjeros como medio feliz de fomentar el capi-
LA REVOLUCIÓN CHILENA
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tal chileno y hacer prosperar las industrias propiamente chilenas? — No sólo lo creo firmemente, sino que él mismo no ha hecho un misterio de ello en diversas y solemnes ocasiones. E s un hombre de cabeza tan singular y preñada de tantas especies de errores al mismo tiempo que tan llena de vanidades y suficiencia, que uno no sabe de qué sorprenderse cuando lo estudia de cerca y observa todos sus actos. Usted puede comprender que, dado el carácter del pueblo .chileno, su educación política y su amor al orden, era necesario que estuviese en el poder un hombre de esta especie para arrojar al país en brazos de una agitación política como la que ha llegado á producir el tremendo cataclismo en que en estos momentos todos nos vemos envueltos E l tren marchaba á toda prisa por entre los bosques, montes y sembrador, cruzando en las estaciones de tránsito con otros cargados de tropas ó que, detenidos en los ramales y desvíos, •esperaban su carga humana, y su movimiento •descompasado y monótono había llegado á producir en mi pobre) golpeado cuerpo una impresión -
física semejante al cansancio moral con que las observaciones del viaje habían fatigado mi ánimo.
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Gil.
JUAN
Llegué, pues, á Santiago como si mis descoyuntados miembros estuvieran pidiendo á gritos el bálsamo aquel con que el andante caballero curaba todos las malas jugadas que los misteriosos enemigos de sus heroicas empresas se esforzaban en procurarle, envidiosos de su gloria y de las buenas justicias que por soledades y poblados iba haciendo en favor de la inocencia y de la virtud perseguidas.
Lima, á i.° de junio de l8gi
L extranjero que se encuentra en !a capital J
¿ de Chile no echa de menos ni las como-
didades ni los refinamientos que la civilización moderna ha acumulado en las grandes ciudades europeas y norte americanas. L o s buenos hoteles, la hermosura de las calles, plazas y parques, el tono y amables maneras de la sociedad de los hombres y la belleza y
ele-
gancia de las mujeres, el orden y el aseo que por todas partes reinan, el movimiento y actividad de su comercio y, por fin, su agradable clima y su cielo azul, más límpido que el de Ñapóles y de
4S
«II.
Jl'A.N
Atenas, convidan al viajero á detenerse en la capital chilena y lo encariñan con todas las cosas cjue tiene ante su vista. Santiago es también, al mismo tiempo, la ciudad de las universidades, de los liceos, seminarios, ateneos y círculos literarios y científicos, que la dan á ciertas horas del día y en las de la mañana particularmente, una fisonomía original, con sus estudiantes y hombres de letras, pascando por las avenidas de L a s Delicias y á la sombra de los robles y de las acacias, ó con sus libros debajo del brazo, en los portales del centro y al volver del aula, tras de las muchachas bonitas que, después de haber hecho sus ejercicios espirituales de la mañana en las cercabas iglesias, van allí á hacer sus compras en las tiendas y bazares de modas, ó con este pretexto, á recoger de paso alguna mirada de los amartelados donceles^ Además, es Santiago también, el centro político de la República y allí se puede conocer fácilmente á los hombres públicos más distinguidos del país, á los sabios y á los artistas, cuyas moradas, espléndidas ó modestas, están siempre abiertas para el extranjero, que encuentra en el lascorazones francos y leales con cuya noble amistad puede mitigar la nostalgia del hogar lejano y
LA
REVOLUCIÓN CHILENA
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olvidar un tanto los afectos de la familia, cuyo recuerdo sigue siempre al hombre como una sombra melancólica de su alma á dondequiera que dirija sus pasos. Por estas diversas circunstancias, había yo pasado hace años en la capital chilena algunos de Iosdías mejores de mi vida, y ahora, y á pesar del estado del país, creía aún poder renovarlos, particularmente al llegar ahí en las postrimerías del mes de marzo, el mes de la abundancia, de las frutas y de las flores y en que las nobles familias
santia-
guinas vuelven del campo ó de los lugares balnearios á renovar la vida del hogar, abriendo sus salones á sus amigos y relacionados. E r a una bella mañana aquella en que, después de haber descansado de mi largo viaje, salía del hotel Oddo á recorrer la ciudad y rememorar Iosdías felices de otro tiempo, una bella mañana, pero que luego hubo de cambiarse en nublada y oscura á mis ojos, al verlo todo cambiado y trastornado y contemplarme á mi mismo paseando por calles, plazas y avenidas á la manera de un sonámbulo en un lugar casi desconocido. No era inexacto lo que se me había dicho al salir de Concepción. L a dictadura, como un enorme parásito arraigado en todas partes, había secado 4
SO
GIL
JUAN
en poco tiempo la savia viva de la alegría, del bienestar y de la felicidad de la ciudad. Y a no se veían á la sombra de las alamedas los alegres estudiantes de otro tiempo, ni en los pasajes y portales paseaban las hermosas damas, ni los hombres públicos disertaban ó discutían, ni los literatos y periodistas se hacían leer en los diarios de la mañana, ni la actividad y el movimiento se manifestaban en los distintos puntos de la ciudad. T o d o lo que constituye el alma de un gran pueblo había desaparecido, dejando sólo en él sus huellas y sus recuerdos... Y la causa se explicaba con sólo extender la mirada y reflexionar un instante. L a s universidades y colegios habían sido cerrados por orden del dictador, ó sus patios y salas estaban ocupados en el servicio de cuarteles; pocas personas había que no padecieran ó la muerte de algún deudo querido ó el suplicio y la cárcel del padre, del hermano y del amigo: los hombres públicos y los hombres de letras vagaban perseguidos ó expiaban su patriotismo en cárceles y presidios; en resumen, todo el mundo sufría de alguna manera, sin que el mal de muchos, al revés de lo que canta el adagio, pudiera ser consuelo para nadie.
I.A
REVOLUCIÓN CHILENA
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Nunca, en mi larga vida, había visto en ninguna parte operarse en tan breve espacio de tiempo un trastorno social de esta naturaleza por iguales ó parecidas causas. L a mano del dictador extendía sobre la ciudad su inmensa sombra que alcanzaba á todos los puntos á la vez, como una nube preñada de amenazas y de terrores, y esa mano era la de un hombre, del cual creo oportuno hacer aquí un ligero bosquejo, aunque sea en breves palabras y como sólo me es permitido hacerlo en el reducido espacio de una carta. Mis amigos de L i m a no deben de haber olvidado todavía la figura de aquel seminarista escapado del claustro que vino aquí el año 65, como adicto del ilustre ex-Presidente señor Montt. Estoy seguro de que algunos de ellos recuerdan aún su rostro pálido y enfermizo, su incesante y menudo hablar de muchacho consentido y nervioso, sus dichos agrios y burlescos, que le valían continuas y prudentes reflexiones de su jefe, el respetable señor Montt, sus modales afectados, como los del que estuviera siempre delante de un espejo, su andar entrabado y á cortos y borneados pasos, su conjunto, en fin, equívoco y extraño, r
que llamaba y fijaba inmediatamente la atención.
52
Gil,
JUAN'
Pues bien, ese muchacho de entonces y en seguida hombre, y consumado y eximio representante de papeles trágicos, es el actual dictador <Je Chile. Desde muy joven, agitado incesantemente por la fiebre de insensatas ambiciones, se le vio en la escena política de su país sacrificándolo todo á su pasión devoradora. ¿Era necesario saltar la valla del deber y la cerca plantada por él mismo, para no detenerse en el camino? ¿Era menester insultar en el altar la imagen ó el símbolo de santos amores ó de religiosas convicciones? ¿Era conveniente arrojar la barca en que iban sus amigos á los azares del temporal, cuando él estaba en la playa? Su voluntad no vacilaba, y eran esos precisamente los momentos más felices de sus triunfos. Hubo un día en la política chilena en que el presidente Santa María, casi náufrago y perdido entre las sirtes y escollos del oportunismo, necesitó rodearse de hombres especiales en este arte difícil é inescrupuloso, y, buscándolos, encontró á éste, para no separarlo y a de su lado. ¿Quién podía mejor servirle y que estuviese mejor preparado para ello? Desde entonces, el actual dictador de Chile, fué el favorito de su protector y
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aseguró su herencia y adueñóse del porvenir, hoy tan cargado de pesadas y densas sombras. Pero un hombre de esta clase, se me dirá, ¿cómo pudo subir más todavía por el arte refinado del engaño y de la mentira y contando, á pesar de ello, con numerosos partidarios y amigos? No hay estudio más interesante, sin duda alguna, que el de la fisonomía física de los tiranos, cuyos lincamientos
casi siempre
blandos,
suaves y femeniles encubren por completo su fisonomía
moral. Nerón, coronado de pacíficos
mirtos y tocando la flauta de Pan en los proscenios del circo, ¿podía ser el incendiario de R o m a y el asesino de su madre? Borgia, tierno y melancólico y recitando dulces tercetos á las damas de Florencia, ¿cómo arrojaba en seguida la gota de veneno en la áurea copa que presentaba á sus amigos? Hé aquí la explicación del por qué el dictador de Chile ha podido engañar durante años á sus devotos y partidarios, para sacrificarlos en seguida y revelarse á ellos tal cual había sido siempre, oculto tras de la máscara débil, pusilánime y sentimental de su rostro. Una vez dueño del poder y siguiendo los consejos de su ambición, era lógico, pues, que no pensase sino en aprovechar el momento en que
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GIL
JUAN
creyera maduro el fruto para cogerlo, y que luego y después de haber dado el primer paso en el camino, como encontrara obstáculos y resistencias invencibles para ello, su voluntad y su naturaleza moral se revelasen en la lucha tenaz, violenta y ciega. E l Congreso de Chile no pudía permitirle la violación de la Carta Fundamental del Estado y el atropello de las leyes, y él, entonces, salta sobre los representantes del país y declara, por decretos que llevan su firma, que la Constitución no existe y que tampoco existe el Congreso; luego, la armada de la República, á la vista de estos hechos, pronunciase en contra de ellos en la bahía de Valparaíso, y él, siguiendo la lógica de su política, declara piratas á todos los buques de la flota, y entrégalos sin pudor ni vergüenza á la supuesta codicia de las armadas extranjeras; en seguida, todos los hombres públicos y distinguidos elevan una protesta contra tamaños atentados, y él abre las cárceles y presidios para llenarlos con lo más digno y respetable de la sociedad chilena; por último, el pueblo todo, sin distinción de clases ni de intereses, quiere levantar las manos al ciclo para pedirle que cesen tantas calamidades y vergüenzas, y él entonces alza sobre la
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sociedad entera el brazo del verdugo y para que no descanse en largo tiempo. No creo engañarme al asegurar y creer que si el dictador de Chile pudiera hoy vender su país á cualquiera que quisiera comprárselo, respetando lo que él llama sus derechos al Gobierno del
Estado, lo haría sin escrúpulos, y
quién sabe si solamente para que su nombre figurara con la gloria de Eróstrato en las páginas de la historia americana. Se me dirá tal vez, en vista de esto, que tal hombre no es seguramente sino un enfermo atacado de demencia dictatorial y que el mejor remedio para él sería el que pudiese propinarle un alienista de experiencia. Sí, está bien y nada es más exacto. Pero un enfermo de esta clase, ¿no es por lo mismo una fiera humana cuya guarda en una jaula de hierro es una medida necesaria de preservación social? Pues, para conseguirlo, lucha hoy la tierra chilena y el fin y objeto de la revolución no es otro que éste. Continúo mi relación y sigo contando mis impresiones. U n a vez implantada la dictadura, era lógico pensar que la fortuna pública y privada, de que
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«II.
JUAN
los bancos )• sociedades de crédito son los naturales representantes, habrían de resentirse profundamente y experimentar en el acto terriblessacudidas y enormes quebrantos. Observando esta faz de la revolución, pude ver durante esos días en Santiago cuáles eran susterribles efectos. Multitud
de familias á las cuales yo había
visto en otro tiempo en una relativa holgura y gozando de los frutos de afanosos y largos trabajos, estaban en esos momentos viviendo del azar y rodeados de todas las aflicciones y tristezasde su nuevo estado; otros, que hasta hace pocos meses nadaban en la opulencia y
usufructuaban
de fuertes rentas, miraban en sus manos un sucio papel de quince peniques, con el cual apenas si podían dar abasto á sus apremiantes necesidades; por fin, la mayor parte de la población, que sólo se alimentaba de su trabajo diario, nohallaba y a en qué emplear sus brazos y miraba abiertas á sus pies las oscuras puertas de la miseria y de la muerte. L a faz económica de la revolución aparecía ála vista como la más tremenda y desastrosa en> todos sentidos.
I A REVOI.rCli'iX C H I L E N A
A g r e g ú e s e luego á estos producidos
p o r los
57
efectos g e n e r a l e s , los
d e c r e t o s d e la d i c t a d u r a
pecto de ciertas y determinadas
U n o de los p r o c e d i m i e n t o s m á s pleados
p o r el D i c t a d o r
res-
fortunas. comunes
para amedrentar
emy
re-
d u c i r á s u s e n e m i g o s e r a , d u r a n t e e s o s d í a s , el d e l embargo
y apodcramienti
partidarios de la
d e los
bienes
de
los
revolución.
U n d í a el r e s p e t a b l e s e n a d o r d e l a
República
•don J o s é B e s a e r a d e n u n c i a d o c o m o d e s a f e c t o al nuevo régimen imperante, y
sin m á s q u e e s t o , la
policía cerraba su gran casa de c o m e r c i o y
secues-
t r a b a t o d o s s u s v a l o r e s . O t r o d í a el
filántropo
Agustín
como
reo d e
d e la
admi-
Edwards
era denunciado
i g u a l d e l i t o , y al p u n t o
los a g e n t e s
don
n i s t r a c i ó n se a p o d e r a b a n d e su c a s a d e b a n c o , d e tius v a l i o s a s h a c i e n d a s , d e s u s c a s a s , e t c . , y a r r a s a ban, q u e m a b a n ó r o b a b a n todo c u a n t o e s t a b a á su •alcance.
Al mismo tiempo
eran sospechados
de
i g u a l falta c i n c u e n t a ó cien familias d e lo m á s n o t a b l e y d i s t i n g u i d o , y al m o m e n t o a p a r e c í a n e l l a s «en l a s t e r r i b l e s t a b l a s d e S i l a .
Casi
diariamente
los periódicos del dictador publicaban en sus col u m n a s largas listas d e n o m b r e s con dicho objeto, sin q u e faltaran entre ellos los d e p e r s o n a s m u e r tas,
á
quienes
se
perseguía
hasta
más
allá
del
¡8
tíll.
sepulcro porque
JUAN
no
habían
s i m p a t i z a d o en
vida
con la c a u s a d e la tiranía. N o h a b r á h o m b r e sensato que no se a s o m b r e d e estos
hechos
que
refiero
s o l o s el
estado de las
se
si a f i r m o q u e
dirá
y
cosas
que
pintan
de Chile,
por
sí
pero
¿qué
tales procedimientos
eran
c u a n d o y o los p r e s e n c i a b a un título d e gloria q u e el d i c t a d o r
reclamaba
p a r a sí t o d o s los
días
en
los p a p e l e s p ú b l i c o s q u e , i n s p i r a d o s p o r él, e d i t a b a n m a ñ a n a y t a r d e las p r e n s a s E n efecto,
dictatoriales?
La Nación, El Comercio
y otras hojas
periódicas de Santiago y de Valparaíso, declarab a n en s u s s e c c i o n e s e d i t o r i a l e s q u e el del señor B a l m a c e d a no otro
objeto que
arruinar
para
el
era otro
muy
siempre
digno
ni
programa conducía
y patriótico
á los a r i s t ó c r a t a s
y
á de
ban-
queros, de m o d o que, una vez desaparecidos, pudiera levantarse sobre sus casas incendiadas y
sus
c a m p o s t a l a d o s y a r r a s a d o s , el v e r d a d e r o r e i n a d o del p u e b l o y d e la d e m o c r a c i a . E s o s aristócratas y esos banqueros, a g r e g a b a n , son la c a u s a ú n i c a del atraso material é industrial del país,
y p o r e s o es j u s t o q u e se les c a s t i g u e
y
q u e sus riquezas v a y a n á las arcas del E s t a d o , e s decir á las arcas del pueblo. L é a s e la p r e n s a dictatorial d e los m e s e s d e e n e r o , febrero y m a r z o y
LA REVOLUCIÓN CHILENA
59
•no s e e n c o n t r a r á e n e l l a o t r a c o s a q u e a r t í c u l o s
de
esta calidad, a l g u n o s d e ellos escritos d e p u ñ o y letra del m i s m o d i c t a d o r d e
Chile.
Probablemente este singular administrador los intereses del tales
inepcias
pueblo escribía y
c o n el
propósito
bajas pasiones de las
hacía
de
d e la p o b l a c i ó n y p a r a q u e
escribir
sublevar
clases pobres y
de
las
desvalidas
é s t a s le a y u d a s e n
en
sus v e n g a n z a s c o n t r a sus e n e m i g o s ; p e r o los efectos
naturales de
semejante
procedimiento
d e m a s i a d o elocuentes p a r a q u e las clases terosas pudieran engañarse la g u e r r a
social á q u e se
manera tan
burda y
que desatentada y Durante
esos
eran
menes-
y dejarse arrastrar á
les
provocaba
g r o t e s c a , al
de
mismo
una
tiempo
criminal.
días
llegaron
intervalo de poco más de una cias de g r a n s e n s a c i ó n
á
Santiago,
con
s e m a n a , dos noti-
que vinieron
á burlar to-
d a s las e s p e c t a t i v a s d e l d i c t a d o r en o r d e n al é x i t o d e las o p e r a c i o n e s m i l i t a r e s en el Fué una
de ellas la fuga del
norte.
v a p o r Maipo
(i),
q u e el d i c t a d o r e s t a b a p e r t r e c h a n d o e n V a l p a r a í s o para
una próxima expedición,
d e su g e m e l o , el v a p o r
semejante
Imperial, y
( i ) Apéndice núm. i.-—(N.delE.)
á
las
que una buena
6o
OH,
JUAN
n o c h e h u y ó d e la bahía p a r a unirse á la escuadra,, l l e v a n d o á su b o r d o las g u a r n i c i o n e s das de las fortalezas del puerto, policía de ciales
Santiago,
del ejército
y
municiona-
una parte
de
gran número de jefes y muchos de
los
la ofi-
ciudadanos,
p e r s e g u i d o s p o r la d i c t a d u r a . F u é la s e g u n d a d e ellas, la p é r d i d a d é l a lla d e P o z o A l m o n t e
(i), que dejaba á
p o d e r d e la revolución los valiosos
bata-
firme
en
territorios
T a r a p a c á , con sus i n m e n s a s riquezas y sus
cuan-
tiosas rentas aduaneras, bastantes y sobradas p o r sí p a r a d a r á sus n u e v o s fuerza y había
el p r e s t i j i o
poseedores toda
eme h a s t a
esc
de
momento
de la les-
faltado.
A m b a s n o t i c i a s , si e s q u e n u t o el p á n i c o á los
consejos
llevaron
p o r un
del dictador,
se c o n v i r t i e r o n en m o t i v o ó p r e t e x t o p a r a m á s todavía sus pasiones
de
venganza,
luego avivar
traduci-
d a s i n m e d i a t a m e n t e en n u e v o s y v i o l e n t o s t a d o s c o n t r a las p e r s o n a s y las
mi-
aten-
propiedades.
D e s d e ese instante, día á día y m o m e n t o á mom e n t o , p u d e o b s e r v a r los h e c h o s m á s a t r o c e s
que
pueden concebirse. Nobles y respetables ancianos, que hasta
(i)
entonces gemían
Apéndice
iiúin.
en las c á r c e l e s
2.—fJY. del E.)
eran.
I.A R E V O L U C I Ó N C H I L E N A
6l
t r a s l a d a d o s á las penitenciarias y confundidos c o n los reos d e d e l i t o s
comunes,
con los
ladrones
y
a s e s i n o s en los talleres p e n a l e s ; j ó v e n e s d e la m e jor sociedad eran colgados
d e los b r a z o s
con
un
fusil c o r r i d o p o r la e s p a l d a y a z o t a d o s y
martiri-
zados casi hasta la a g o n í a ; á h o n r a d o s y
laborio-
sos a r t e s a n o s se les s o m e t í a á p e o r e s y m á s c r u e l e s t r a t a m i e n t o s ; y p o r fin, e n l o s c u a r t e l e s d e l a c i u d a d se s e n t a b a
sobre
el b a n q u i l l o y
se
fusilaba
d u r a n t e las n o c h e s á los s o s p e c h o s o s d e s e d i c i ó n . N i las s e ñ o r a s
estaban libres del ultraje
y
en
c a d a d í a y en c a d a m o m e n t o se r e p e t í a n los m i s mos bárbaros A
excesos.
la v i s t a d e estos s u c e s o s , se c o m p r e n d e r á
tristísima impresión que debía producirme pecto de
la c i u d a d
donde
en o t r o t i e m p o
parado, c o m o he dicho, días en
medio de una
que ahora
sociedad
veía convertida
tranquilos opulenta
casi
y
y
la
el a s había felices
refinada
en m i s e r a b l e
re-
b a ñ o p o r o b r a d e la a m b i c i ó n d e un solo h o m b r e .
VI
Lima, JO de junio de
i8gi.
A relación d e las a t r o c i d a d e s sin n o m b r e , d e \
j
que he hablado, estoy seguro de que provo-
c a r á n e n el e s p í r i t u d e l l e c t o r u n a p r e g u n t a natural y que voy inmediatamente contestar. ¿Pero esas víctimas
muy
á formular
y
del despotismo,
se
dirá, ese pueblo m a l t r a t a d o , esa sociedad
ultraja-
da, no tienen en S a n t i a g o un jefe, u n a j u n t a r e v o lucionaria ó una comisión de ciudadanos que h a g a trabajos y
acumule elementos
de
salvación
que
p o n g a n p r o n t o fin á t a n t a s d e s g r a c i a s ? S i , l o s t i e nen, por cierto, y d e ello he de h a b l a r en s e g u i d a con los detalles q u e mis
antiguas relaciones
con
04
(¡I!.
algunos
de
los
JUAN
hombres
comprometidos
en
la
revolución me dieron á conocer. Pero, p a r a ello necesito volver la vista á
tiem-
p o s l e j a n o s d e m i v i d a , á é p o c a s y l u g a r e s q u e , si tenía y a casi olvidados, debía cidencias
r e c o r d a r en
por extrañas
Santiago,
coin-
observando
los
h o m b r e y las c o s a s d e la revolución. Mace
muchos
años,
P a r í s en u n o d e e s o s
viniendo
pequeños
de
Londres
vapores
á
que ha-
c e n la b o r r a s c o s a t r a v e s í a d e D o v e r á C a l a i s ,
un
a m i g o chileno con quien había cultivado amistad en la capital triota suyo
b r i t á n i c a m e p r e s e n t ó á un
compa-
q u e allí t a m b i é n venía y del cual
h i z o la m á s e x p r e s i v a s r e c o m e n d a c i o n e s l i r a un j o v e n de
elevada
me
(i).
e s t a t u r a , c o m o la d e
un g l a d i a d o r antiguo, rostro pálido y franco, ojos tranquilos y
sin
miedo,
frente
alta
y
hermosa,
acento mezcla de serenidad y de altivez y ras
educadas
y
libres
que
abrían
mane-
camino
á
la
a m i s t a d y p r o v o c a b a n e n s u f a v o r el a g r a d o y
la
simpatía. Luego que
nos conocimos,
vi en él
algo más
q u e un e x c e l e n t e c o m p a ñ e r o d e viaje. S u
ilustra-
c i ó n p o c o c o m ú n , su afición
todo
( i)
Apéndice
iii'ini.
á observarlo
3 . — ( X . tkl /;'
y
l.A RF.V01.UCIOX C H I L E N A
hacer materia de
65
estudio de las cosas q u e
suelen
p a s a r i n a d v e r t i d a s á los v i a j e r o s v u l g a r e s , su m a nera
personal
y
especialísima
de
apreciar
cosas y los a c o n t e c i m i e n t o s q u e se á nuestra vista, todo
aquello,
tingue a un h o m b r e
de
turbamulta de
sus
en
suma, que dis-
mérito
semejantes,
las
desarrollaban
d e la
arrastrada
hizo que
pronto
fuera su t r a t o p a r a m í , n o y a un s i m p l e p a s a t i e m po de viajero, sino casi u n a necesidad
de
píritu, a i s l a d o en la B a b i l o n i a e u r o p e a .
mi es-
E l iba
á
París c o m o y o y nos prometimos una larga amistad, q u e d e s d e entonces no se h a i n t e r r u m p i d o , á pesar d e los a ñ o s , la d i s t a n c i a y nuestros
la diversidad
destinos.
U n a v e z en la c a p i t a l f r a n c e s a y bos
en
de
un
mismo
hotel,
hicimos
alojados allí
am-
durante
algún tiempo una vida como de hermanos, biando ideas y cnicntos
en u n a
comunicándonos intimidad
nuestros
camsenti-
verdaderamente
sin
•reservas. N a d a h a b í a p a r a él m á s c h o c a n t e q u e e s a l i g e ra frivolidad llena d e afeites sas
de
las
costumbres
y
dorada
parisienses,
de
sonri-
Miraba
con
p e n a la m a n e r a c ó m o la j u v e n t u d a m e r i c a n a g a s t a b a en esa maba á 5
alegre Capua
la s u n t u o s a
m o d e r n a , c o m o él lla-
capital francesa,
su
energía
66
ji'AX
m o r a l y física, licor
su inteligencia
y
su corazón,
a r d i e n t e y p r e c i o s o q u e la j u v e n t u d
lenta y loca se
esfuerza
por
apurar
de
ese
turbuun
solo
s o r b o , sin c o m p r e n d e r q u e e n el f o n d o d e la c o p a no h a y otra cosa q u e las nos mata, m e decía, de doctrina, y
sus
sus
preceptos
atraviesan
heces
no
sofismas de
d e la v i d a .
y a sólo
con
políticos
sus y
desorganización
el A t l á n t i c o
París
errores
religiosos social
que
y van á o c u p a r un
en nuestros c ó d i g o s , sino,
lugar
lo q u e es m á s
vergon-
z o s o aún, nos m a t a con los vicios d e sus
estraga-
das costumbres. Su
espíritu severo
no
aceptaba
en este p u n t o las r e f l e x i o n e s c o n q u e la i n m o r a l i d a d s u e l e d i s c u l p a r s e á sí m i s m a y trata d e d o r a r sus desnudeces y
miserias.
S a l g a m o s de aquí, m e decía algunas veces s e a n d o p o r el b o u l e v a r d y
repitiendo
la frase
pade
a q u e l h i j o d e J e r u s a l é n en los d í a s p r ó x i m o s á la d e s t r u c c i ó n d e l t e m p l o y el c u m p l i m i e n t o d e profecías,—aún
n o h a b í a n l l e g a d o los días d e
dán,—salgamos de aquí; y entonces
nos
á v i s i t a r el P a r í s h i s t ó r i c o , c o n s u s i g l e s i a s villosas, sus palacios
antiguos,
sus
las Se-
íbamos mara-
monumentos
de piedra, sus grandes museos y todo aquello que era y es todavía,
en
medio
de una rápida
d e n c i a , el h o n o r y la g l o r i a d e
Francia.
deca-
I.A R E V O L U C I Ó N
CHILENA
67
E n esas excursiones de turistas diosos nutríamos
nuestra
serios
y
estu-
inteligencia con
útiles
i d e a s y e n c o n t r á b a m o s p a s t o a b u n d a n t e al d e s e o que nos g u i a b a de conocer provechoso para De París
nos
lo q u e
era
realmente
nosotros. fuimos
más
t a r d e á I t a l i a , y en-
seguida de h a b e r recorrido a l g u n o s d e los pueblos m á s i n t e r e s a n t e s d e la P e n í n s u l a ,
nos
detuvimos
por a l g ú n t i e m p o en la c i u d a d s a n t a , a m a g a d a de lejos por las legiones
de Garibaldi,
servando todavía esc aspecto
religioso q u e la h a -
cía en o t r o t i e m p o t a n d i g n a d e s e r los e x t r a n j e r o s , á q u i e n e s la s o m b r a s a g r a d a
de
una isla d e p a z y d e
visitada
por
atraía en multitudes
sus
temples,
recogimiento
bullicio y d e la a c t i v i d a d
ya
pero con-
como
á
hacia
en m e d i o
del
europeos.
E n n u e s t r o s p a s e o s c u o t i d i a n o s a l t r a v é s d e lasantiguas ruinas, su
fisonomía
de ordinario
franca
y e x p r e s i v a se tornaba en g r a v e y melancólica un v e h e m e n t e s e n t i m i e n t o minar t o d a su alma.
Una
parecía tarde
entonces
estábamos
t a d o s s o b r e u n a p i e d r a al a b r i g o d e las a l t a s
y
dosenmu-
rallas del Coliseo. D e s p u é s d e un rato de silencio y c o m o d a n d o una fórmula á sus reflexiones, dijo: E n este lugar
fué
sellada
con la s a n g r e
los m á r t i r e s la l i b e r t a d del m u n d o . Y
me de
luego agre-
<:n.
6S
IUAX
•gó c o n v e h e m e n c i a : ¿ P u e d e h a b e r u n a g l o r i a m á s g r a n d e p a r a el h o m b r e q u e la d e d a r s u s a n g r e su vida por la
libertad?
p a r e c i ó v e r en
su
En
frente
esos
algo
así
m i s t e r i o s a e n c e n d i d a e n el a l m a á cumplir un gran
momentos como
d e los
y me
esa
luz
llamados
destino.
M á s tarde y á medida que nuestra amistad estrechándose con
el
sino c o n f i r m a r m e en
trato mis
de cada
fué
día, no hice
anteriores
juicios
res-
encerrado
esa
p e c t o d e él. L a naturaleza
no
podía
haber
a l m a g r a n d e en un c u e r p o s a n o y fuerte sino p a ra la realización d e altos y
nobles
les serían ellos? E l t i e m p o cirlo y de
prepararle
admiración que
los
se
hechos.
encargaría
caminos
por
y sereno
pies ensagrentados
á
la
y
la
enton-
llegando
c u m b r e del
de-
donde
p o r él s e n t í a m e h a c í a y a
ces verle impávido
¿Cuá-
de
con
sacrificio
los y
d e la gloria. Después de algunas semanas que pasamos juntos en R o m a , la d i v e r s i d a d n o s s e p a r ó , p e r o sin q u e
de
nuestros
destinos
la distancia, c o m o y a lo
he
d i c h o , e n f r i a r a n u e s t r a a m i s t a d ni a p a r t a r a
mi
alma
el
noble
recuerdo
que
en
ella
de
había
dejado. ¡De
qué
manera
tan
extraña
y
después
de
LA REVOLUCIÓN C H I L E N A
69
cuántas vicisitudes de mi vida habría de volver á verle! A l e n c o n t r a r m e en Chile, envuelto gine
de
amarga
los
sucesos
llegaba
de
la
hasta mis
en la v o r á -
revolución labios,
oía
cuya
ola
todos
los
días pronunciarsu n o m b r e y contarsu historia. C o m o y o lo h a b í a a d i v i n a d o d e s d e el p r i m e r m o m e n t o , él e s t a b a a h í , e n m e d i o d e de hombres
heroicos,
un g r u p o
luchando
día
escogido
á día y
mo-
m e n t o á m o m e n t o c o n el d e m o n i o d e l a d i c t a d u ra y p r e p a r a n d o la
hora
d e la r e d e n c i ó n y d e l a
libertad d e su patria. S i e t e v e c e s los e s p í a s y
sa-
y o n e s del dictador habían c o n s e g u i d o liegar h a s ta
él. s i e t e
veces
habían
alcanzado
hasta
la o r l a d e su c a p a ; p e r o
siempre
dacia
y conservádole
le h a b í a
causa y sus
salvado
amigos,
lira
tiempo había conocido,
tocar
su a t r e v i d a
el m i s m o
que
cumpliendo
au-
para
su
en
otro
ahora la l e y
m i s t e r i o s a d e su d e s t i n o . Mi d e s e o d e volverle á v e r p u d o en c u n s t a n c i a s lo b a s t a n t e p a r a
Por medio de uno de mis amigos, ner que llegara hasta sus
estas
cir-
conseguirlo.
manos
una
logré carta
obtemía,,
en la q u e , á l a v e z q u e le d a b a n o t i c i a d e m i p r e sencia
en
Santiago,
ponía
á
su
disposición
mi
persona, sea p a r a llevar c o r r e s p o n d e n c i a á los re-
70
GIL
JUAN
volucionarios del Norte,
sea
para cualquier
o b j e t o en q u e p u d i e r a ser útil
de
algún
otro
modo á
la c a u s a en q u e él y t o d o s los b u e n o s c i u d a d a n o s d e Chile se h a l l a b a n
comprometidos.
M i s ofrecimientos fueron i n m e d i a t a m e n t e a c e p t a d o s , y al
día
siguiente
misma persona una
recibí de
breve
m e pedía fuera á verle
carta
con
manos de
suya
las
tre
la
la q u e
precauciones
c a s o y c o n d u c i d o p o r el m i s m o a m i g o ese momento había servido de
en
que
del
hasta
intermediario en-
ambos.
Durante largas horas estuve
aguardando á
•esperado guía, hasta que, á las diez de
la
mi
noche
•del d í a s e ñ a l a d o , v i n o é s t e á b u s c a r m e al h o t e l
y
luego me condujo á una casa de aspecto antiguo, •donde, en s e g u i d a
de
cruzar
un
ancho
pasar un enlosado zaguán y subir
patio
una oscura
y es-
calera y abrir y cerrar puertas de distintashabitaciones, m e e n c o n t r é al sala modestamente
fin
en una
amueblada,
de esperar algunos minutos, pañero tiempo de prevenir
á
pequeña
en
ante-
la cual
hube
para dar á mi
com-
los q u e d e n t r o
ha-
bía d e mi p r e s e n c i a en tan e x t r a ñ o sitio. L u e g o mi antiguo y queridísimo a m i g o de otro tiempo vino
á
sancta sinctorum
abrazarme de
y
me
i n t r o d u j o e n el
los r e v o l u c i o n a r i o s ,
presen-
LA
REVOLUCIÓN CHILENA
t á n d o m e en s e g u i d a á u n a
conocía
á los c u a l e s y a
docena de
de
nombre
ción social y p o l í t i c a , y q u e en recibieron con
71
caballeros,
por
su posi-
ese m o m e n t o
me
esa sencillez y cordialidad, carac-
terística en Chile, de las p e r s o n a s bien n a c i d a s
y
cultas. L a e d a d y los t r a b a j o s no h a b í a n c a m b i a d o rostro
ni f a t i g a d o
su
frente
ni
arrebatádole
su ese
aire d e noble entereza q u e en otra é p o c a era c o m o el d i s t i n t i v o d e su p e r s o n a . tirse en su que
las
fisonomía
incesantes
ese
Tal vez podía algo
preocupaciones
s e l l a n e l c a r á c t e r y el a s p e c t o bres
dominados
por
una
adver-
melancólico del
físico d e los
gran
idea;
con
espíritu hom-
pero
ello
no h a c í a sino p o n e r m á s en t r a n s p a r e n c i a la e s e n cia m i s m a d e su a l m a , tendencias talgia
de
llevada por
á mirar siempre arriba y las
cosas
lejanas.
otro t i e m p o no se habían, vía á
sus
encontrarle
tal
cual
Mis
naturales
con
la nos-
previsiones
pues, e n g a ñ a d o y lo
adivinaba
en
de volmi
i m a g i n a c i ó n en los días de nuestra j u v e n t u d . Las demás eran
sujetos
personas de
alta
q u e allí
posición
se
encontraban
social
y
política;
senadores, diputados, banqueros, ex-Ministros
de
l i s t a d o , c o r o n e l e s del ejército, etc., etc., y q u e c o n s tituían, p u e d e
decirse,
el
núcleo
revolucionario
72
GIL
en S a n t i a g o , h a b i e n d o
JUAN
aceptado sobre
b r o s el e n o r m e p e s o d e su
sus
y o s nombres creo prudente silenciar aquí, la m a y o r parte d e ellos son d í a p o r el d i c t a d o r y s u s
hom-
dirección activa y
cu-
yaque
ignorados hasta
hoy
agentes.
— D e s d e hace dos días vivimos
en esta cueva,,
m e dijo mi a m i g o ; pero otro día, tal vez te p o d a m o s recibir en un p a l a c i o y m á s t a r d e quién si e n el r a n c h o d e a l g u n o d e n u e s t r o s y en s e g u i d a y d e n u e v o en sabe
sabe
sirvientes,,
otro palacio ó quién
dónde.
— P e r o en c u a l q u i e r a d e estos —-Oh,
sí,
m e s e s la
me
interrumpió.
venganza
de
la
cambios...
Desde
dictadura
hace
oscila sobre
n u e s t r a s c a b e z a s y en c u a l q u i e r m o m e n t o sorprender
á cualquiera
i m p o r t a , si D i o s l o
de
quiere?
nosotros; Todos
tres
puede
pero ¿qué
hemos ya
l e b r a d o nuestros esponsales con la muerte,
ce-
desde
el d í a e n q u e l a s u e r t e d e l p a í s n o s o b l i g ó á a c e p tar este fúnebre Vino
á
consorcio.
interrumpir
nuestra
este p u n t o la l l e g a d a d e d o s
conversación
jóvenes
q u e , al
en pa-
recer y según luego se m e confirmó, eran
agentes-
d e la
calidad
Junta
revolucionaria y servían
en
d e i n t e r m e d i a r i o s d e ella c o n los p e q u e ñ o s tés que funcionaban
en
otros
lugares
comi-
d e la c i u -
LA
73
REVOLUCIÓN CHILENA
d a d y hasta en los m i s m o s cuarteles y oficinas d e la dictadura. —Cualquiera tonces uno de
de los
noches,
me
caballeros á que
referido, p o d e m o s portancia que
estas
tener
desde
un
dijo
antes
movimiento
hace
días
en-
me de
venimos
he im-
prepa-
rando. E n s e g u i d a m e refirió detalles íntimos de
la
muchos y muy
marcha
de la
E n t r e ellos, los m á s d i g n o s d e l l a m a r la fueron p a r a m í
JSIaipo,
rápida y
atención,
los referentes á la f u g a del
p r e p a r a d a por la
Santiago, y
curiosos
revolución.
llevada
á
vapor
Junta revolucionaria
cabo
de
la
manera
de más
feliz.
— M u c h a s otras
empresas
de este género
han
s i d o a q u í f r a g u a d a s , m e a g r e g ó , a u n q u e sin el r e sultado
de
desalentado res, a l g u n a
J\Faipo;
la del
pero
esto
no
para intentar otras nuevas y de
las
cuales puede concluir
nos
ha
mayodefini-
t i v a m e n t e con la dictadura. L a fe c o n q u e
h a b l a b a y la
demás participaban
d e sus
velaron que esos h o m b r e s
manera
como
convicciones, ocultos y
los
m e re-
perseguidos
rendirían su v i d a en m a n o s del v e r d u g o , a n t e s q u e consentir j a m á s
en
ver á su
patria
humillada
e s c a r n e c i d a p o r el t i r a n o , q u e s e g ú n l a s
y
palabras
74
''II. Jl'AN
del sagrado texto, ha
colmado ya
la
medida
de
la iniquidad y ha sido s e n t e n c i a d o á muerte. Habría
deseado
conversación
prolongar
con ellos;
pero
horas y mi
horas
mi
presencia
allí
era, sin d u d a a l g u n a , un serio o b s t á c u l o p a r a
sus
ocupaciones d e e s a noche; y con este
sentimiento
me
deseándoles
puse
de pie
para
despedirme,
t o d o g é n e r o d e p r o s p e r i d a d en su n o b i l í s i m a
em-
presa. M i q u e r i d o a m i g o m e e n t r e g ó entonces un quete para
que
de stino , y en
me
sirviera
seguida
abrazo de corazón, me —Dios
hacerlo
de darme
con
pa-
l l e g a r á su tristeza
dijo:
s ó l o s a b e si n o s v o l v e r e m o s á v e r ;
pero
¿ q u é i m p o r t a e s t o , si á l o s h o m b r e s d e b u e n a l u n t a d les h a s i d o
un
d a d a la p r o m e s a
de
vo-
que vol-
verán á encontrarse algún día y para no separarse y a
jamás?
L a persona que nos había servido de diario
vino
en
ese
momento
en mi
c o n d u c i r m e d e nuevo, pero y a no por las e s c a l e r a s y el
mismo
embaldosado
interme-
busca
para
mismas
zaguán
y
la
m i s m a y a n c h a p u e r t a , s i n o al t r a v é s d e otros d é d a l o s y c o m o si el líamos fuera
lugar ó
la c a s a d e d o n d e
otra y en una situación
distinta
sade
a q u e l l a á la c u a l u n a h o r a a n t e s h a b í a m o s e n t r a d o
LA REVOLUCIÓN
E s a noche
no
pude
75
CHILENA
conciliar
el
s u e ñ o , refle-
x i o n a n d o s o b r e lo q u e a c a b a b a d e v e r y los c a m i n o s s e m b r a d o s d e p e l i g r o s
por d o n d e la
v i r t u d y el p a t r i o t i s m o c u m p l e n s u s beres. E s e g r u p o gencia
y de
ese
porvenir
austeros
de-
e s c o g i d o de h o m b r e s de inteli-
corazón
tenían
s u s m a n o s el p o r v e n i r
vida, sus
mirando
y
indudablemente
sacrificaban lo m á s
intereses y sus
querido
de
amores, sus personas
s u s f a m i l i a s , t o d o lo q u e es
m e d i o d e la
lucha, c o m o
•de su p r o p i a
abnegación?
su y
a m a b l e á la e x i s t e n -
cia; pero ¿cuántos d e ellos no caerían víctimas
Mi pensamiento sobreexcitado
tal
pero
vez en
melancólicas
me hacía ver á
m i noble a m i g o c a y e n d o h e r o i c a m e n t e en de la t r e m e n d a l u c h a ;
en
la g r a n d e z a d e C h i l e ; á
luego
medio
sus últimas
y
hermosas palabras me tranquilizaban:—¿Qué imp o r t a e s t o , si les h a s i d o encontrarse
á
los h o m b r e s
dada
la
algún
de
buena
promesa de que
día
y
para
no
voluntad
volverán
separarse
á ya
jamás? E l s u e ñ o es la sal d e la v i d a , ha d i c h o peare, y así es, cuentra
la
aquello
de
desabrido y disgustante
noche de vela como
por
y
cuando
la
que
todo
Shakesse en-
después de una
i m a g i n a c i ó n , que es
l u z y el e s p l e n d o r d e l p e n s a m i e n t o ,
en
76
Gil.
JUAN
vez de colorear las ideas con alegres tintes, se d a á e n v o l v e r l a s en fúnebres Al
día
sombras.
siguiente veía,
pues,
todo
triste á
alrededor. E s a especie de mortal disgusto de n o s h a b l a la
historia
y que
era
mi que
c o m o la a t m ó s -
fera q u e se r e s p i r a b a en la a n t i g u a R o m a
durante
los días
momen-
de
S i l a , m e p a r e c í a ser en esos
t o s el a i r e y el
medio
ambiente
los h o m b r e s y las cosas
de
la
que
envolvía
ciudad. L a s
e s t a b a n casi desiertas, los paseos
públicos
d o n a d o s , el m o v i m i e n t o y la a c t i v i d a d dos, en todas
partes no
y soldados, y
la m a n o
que
entrababa
mi
á
calles aban-
suspendi-
se veía sino á policialesde
propia
la tiranía m e marcha y
parecía
encadenaba
todos mis movimientos. Un deseo violento de salir d e a h í m e t o m ó e n t o n c e s y v o l v í al h o t e l , á
hacer
mis preparativos de viaje, para abandonar
inme-
diatamente la ciudad. E n la t a r d e d e esc m i s m o día c o m p r a b a un l e t o d e p a s a j e p a r a el e x p r e s o q u e c o n d u c e á paraíso y minutos después p u e r t o , p a r a t o m a r el z a r p a b a p a r a el
iba en c a m i n o d e
v a p o r q u e al d í a
Norte.
boValese
siguiente
VI I
Lima, á /6 de junio de URANTE el c a m i n o de _|
/
Santiago
á
iSgi. Valpa-
raíso tuve ocasión de saber un g r a v e suceso
q u e a c a b a b a d e t e n e r l u g a r en la n o c h e a n t e r i o r
y
<jue p u d o s e r d é i r r e p a r a b l e s c o n s e c u e n c i a s p a r a el dictador y su efímero g o b i e r n o , c o n d e n a d o ,
como
he dicho, á desaparecer cualquier día y
cual-
quier
momento, víctima
como deben naturaleza orden
propias
obras
extinguirse por ley salvadora de t o d a s las
natural y
p a r a el d e s a r r o l l o múltiples
de sus
en
son
cosas
que
viven
inconveniente
armónico
manifestaciones.
ú
fuera
y la
del
obstáculo
del progreso
en sus
7S
CU.
Mis que
compañeros
iban
e n el
de
JUAN
viaje, ó mejor
mismo coche
e n t r e s í )- c o m e n t a b a n c o n
que
dicho,
yo,
los
hablaban
d e s v e r g ü e n z a el d e s -
c u b r i m i e n t o , c o m o e l l o s d e c í a n , q u e e n l:i
noche
referida a c a b a b a de hacerse, d e un g r a n
complot
militar c u y o o b j e t o era, s e g ú n las ligeras
investi-
g a c i o n e s p r a c t i c a d a s á t o d a p r i s a , el l e v a n t a m i e n to d e d o s d e los p r i n c i p a l e s c u e r p o s
de
línea
du-
la g u a r n i c i ó n d e S a n t i a g o , s o f o c a d o y c o n o c i d o a tiempo por
la d e n u n c i a
de
un
soldado, que
in-
mediatamente
h a b í a sido a s c e n d i d o á oficial, so-
bre
y
la
sangre
compañeros de Sin
las
carnes
palpitantes
de
sus
fila.
fórmula alguna de
juicio, según
se decía,
los j e f e s d e a m b o s c u e r p o s , d e s p u é s d e f o r m a r tropa á
las d o s d e la
quintearla, soldados.
mañana
habían fusilado ¿Cuáles
de ellos
y
en
seguida
cerca d e cien sabían
la
de
habría podido decirlo
al
ver rodar
sobre
o s c u r o p a v i m e n t o d e los patios d e a m b o s
Nael
cuarte-
les c e r c a d e cien c u e r p o s h u m a n o s , e m p a p a d o s sangre y
sus
existencia
del motín y cuáles la i g n o r a b a n en absoluto? die
la de
en
p a l p i t a n d o con los ú l t i m o s estertores d e
la agonía. — E s t e castigo,
e x c l a m a b a u n o de los q u e
ha-
blaban á mi lado, aunque á primera vista parezca
I.A U E V O I . l ' C l Ó N
cruel y b á r b a r o ,
servirá,
CHILENA
sin
79
embargo, de
m i e n t o á la t r o p a y y a n o t e n d r e m o s en que estar
todas las
escar-
adelante
noches fusilando de á
de á tres, c o m o he e s t a d o y o
dos
h a c i é n d o l o en
y
Val-
paraíso durante este tiempo, para c o n t e n e r l a
de-
serción y p o d e r r e s p o n d e r al P r e s i d e n t e d e la
fide-
lidad d e mi cuerpo. — P e r o e s o n o e s b a s t a n t e p a r a c u r a r el m a l raíz, r e p l i c ó al q u e h a b l a b a o t r o d e los
de
pasajeros
con cara de ministril y que, por lo q u e decía, parecióme ser algo así c o m o secretario,
fiscal,
auditor
ó cosa s e m e j a n t e , d e a l g u n o d e los t r i b u n a l e s
de
s a n g r e c r e a d o s p o r el d i c t a d o r e n t o d o s l o s d e p a r t a m e n t o s d e la R e p ú b l i c a . — ¿ Y q u é haría usted en este caso? — ¿ Y o , comandante, qué haría?
P u e s m e iría al
tronco en l u g a r d e e s t a r m e d í a y n o c h e
podando
en las r a m a s . ¿ C r e e u s t e d q u e m a t a n d o
soldados
vamos
á
pacificar
el
país?
Mucho
más
niente sería, á mi juicio, q u e se diesen a m p l i a s á los t r i b u n a l e s
militares
conve-
facultades
para
procesar
i n m e d i a t a m e n t e á los cabecillas q u e conspiran en la s o m b r a de
ellos.
y de modo
eme n o
Si así se hiciera,
escapase uno solo
acabarían
en
un
día
todos los m o t i n e s d e cuartel. E s t o y s e g u r o de ello. — ¡ A h ! nó!
E s o está m u y bien para dicho; pero
So
OH. JUAN'
m i r a n d o las cosas p r á c t i c a m e n t e , d í g a m e :
¿dónde
y c ó m o se
de
que
q u e el G o b i e r n o n o h a p o d i d o
ha-
encontraría
usted habla y
á esos
llar en dos m e s e s en p a r t e —Pues entonces o t r o s lo
si n o h a
alguna? encontrárseles,
c o m o el
debe
ministro G o d o y
y
a c o n s e j a b a n al P r e s i d e n t e , es decir, obli-
g a n d o á las d e los
podido
procederse
cabecillas
m a d r e s , á las
cabecillas á que
mujeres
y á los
d e c l a r e n por la
hijos
fuerza el
paradero de estos. D e b o confesaros,
que este repugnante
diálogo
t a l v e z m e h a b r í a o b l i g a d o á t e r c i a r en él d e
una
m a n e r a v i o l e n t a , si e n e s c m o m e n t o el t r e n n o s e hubiera detenido, d á n d o m e algunos instantes para r e f l e x i o n a r y c o m p r e n d e r q u e lo ú n i c o q u e m e c o n v e n í a en tan e m b a r a z o s a situación era coche, dejando el demonio
e n el s u y o y sin o t r o
á los q u e con
h a c i e n d o sin q u e r e r l o del
mudar testigo
de que
tales palabras así iban
una pintura
régimen político que impera
fiel
y
exacta
actualmente
en
Chile. T o d o s los días, t o d a s las noches, h a b í a n ellos, tenían l u g a r en los cuarteles
iguales
dicho ó
mejantes escenas. ¿ Y sobre ese lago de sangre
sese
i m a g i n a b a p o d e r sustentar la paz, la tranquilidad y el p r o g r e s o d e u n p u e b l o ? T o d o s l o s d í a s y
to-
L A KF.YO'..l'''l'''N C H I L E N A
d a s las
noches
se
asesinaba
u n a s i m p l e o r d e n d e un j e f e v í c t i m a s , al r o d a r en expiraban
pidiendo Los
moratorias
altos
plen i n e x o r a b l e s y
sombra
por
¿Y
esas
el l o d o e n s a n g r e n t a d o ,
tienen
d e los t r i b u n a l e s d e
la
de cuartel.
j u s t i c i a al
matadores? sus
en
$2
fallos y
cielo
de
sus
la
no
contra
sus
Providencia,
plazos,
como
los
l a t i e r r a , p e r o a l fin s e c u m tremendos.
L a terrible c o n v e r s a c i ó n q u e a c a b a b a d e oír d e b o c a d e los referidos a g e n t e s d e la d i c t a d u r a , á los cuales
me parece hoy
todavía ver teñidos
en
la
sangre d e s ú s inocentes víctimas y las m a n o s
en-
l o d a d a s e n el c i e n o d e s u a b y e c c i ó n , m e h i z o r e c o r d a r las p a l a b r a s q u e mi c o m p a ñ e r o d e v i a j e
de
Concepción á Santiago me había dicho hacía
al-
gunos
días,
que era y
haciéndome
podía ser
una
r e l a c i ó n fiel d e
el e j é r c i t o
d e la
lo
dictadura,
reelutado y o b l i g a d o á servir al t i r a n o en las c o n diciones de que
he hablado.
E s o s s o l d a d o s , a r r a n c a d o s p o r la fuerza familias y
á
sus
hogares, no
a h o g á n d o s e en los p a t i o s d e el p e n s a m i e n t o
fijo
en
podían sus
á
vivir
cuarteles y
la m a n e r a d e
s u s v i o l e n t a s p r i s i o n e s . S ó l o el t e m o r
¿ c ó m o o b l i g a r l o s á batirse en 6
con
escapar
de
podía con-
tenerlos; pero, con ese pensamiento, con esa fija,
sus sino
idea
los c a m p o s
de
82
Olí, JUAN"
b a t a l l a y á d e r r a m a r su s a n g r e e n la l u c h a c o n t r a s u s h e r m a n o s ? S i n e n t r a r en otro g é n e r o d e sideraciones, éstas explicaban
con-
suficientemente
el
e s t a d o d e d e s m o r a l i z a c i ó n d e la t r o p a y el d e s u voluntad
siempre
dispuesta
á
aceptar
en
todo-
m o m e n t o cualquier proyecto de motín ó de sublevación
militar.
L a p e n a d e s a n g r e , la p e n a d e la v i d a , c o m o se d i c e e n el l e n g u a j e d e l a s
ordenanzas
del
p u e d e ser tal vez un r e m e d i o eficaz p a r a
ramo, desper-
t a r e n el s o l d a d o la c o n c i e n c i a a d o r m e c i d a d e s u s d e b e r e s en p r e s e n c i a d e los r e s u l t a d o s del dero crimen; puede
pero, ¿qué
producir
aplicada
consecuencias sin
fórmula
verda-
benéficas de
juicio,,
p o r la v o l u n t a d a t r a b i l i a r i a ó el m e r o c a p r i c h o d e c u a l q u i e r jefe y en la f o r m a m a s cruel, m á s a t r o z y m á s o f e n s i v a d e la c o n c i e n c i a del
soldado?
L o s continuos motines é intentos de
subleva-
ción d e q u e en esos m o m e n t o s y d e s d e h a c í a d o s m e s e s v e n í a n siendo teatro los cuarteles d e tiago y
de
las
manifestaban
otras la
ciudades de
exactitud
de las
la
San-
República,,
observaciones
de mi compañero de viaje de Concepción á
San-
tiago, al m i s m o t i e m p o que p r o b a b a n t a m b i é n absoluta imposibilidad de la dictadura para
Ia
sos-
tenerse sobre semejante elemento, como una nave
LA
REVOLUCIÓN
CHILENA
83
d e s m a n t e l a d a y sin g o b i e r n o s o b r e las olas
rojas
y e m b r a v e c i d a s d e un m a r de sangre. En
l a p r i m e r a e s t a c i ó n d o n d e el t r e n s e d e t u v o ,
c o m o he d i c h o , a p r o v e c h é los m i n u t o s d e p a r a d i l l a del convoy para cambiar de coche y con
trasladarme
mi ligero e q u i p a j e á u n o en q u e v i a j a b a
d a m a , a l g o e n t r a d a en años,
de bellas
una
facciones,
de continente recogido, vestida de luto y q u e
por
su a s p e c t o p a r e c í a ser p e r s o n a d e distinción, c o m o en s e g u i d a h u b e d e s a b e r l o , y en c u y a h i c e el r e s t o del v i a j e h a s t a
compañía
Valparaíso.
A p e n a s i n s t a l a d o a h í , el t r e n c o n t i n u ó s u
mar-
cha y luego pude advertir que mi interesante c o m pañera
fijaba
en m í
sus ojos grandes y
c o m o h a c i e n d o un p r o l i j o e x a m e n
curiosos,
d e mi p e r s o n a
y c u a l si d e s e a r a s a b e r q u i é n e r a el e x t r a ñ o , ó m e j o r d i c h o , el i n t r u s o , q u e s e h a b í a a t r e v i d o á m o lestarla, privándola del placer de viajar absolutamente sola, c o m o
tal
vez
era su
voluntad
y
p e n s a m i e n t o al e s c o g e r u n c o c h e c o m o el e n íbamos y en que ella hasta llaba c o m o en su propia — S e ñ o r a , talvcz dije á la d a m a molesta para
en
mi tono
ese
su que
m o m e n t o se h a -
casa. presencia de
en
disculpa,
este
carro,
puede
ser
usted.
— N o , señor, m e contestó con
voz
tranquila
y
¿4
('II.
JUAN
c o n p a l a b r a s d e la m e j o r e d u c a c i ó n , no, s e ñ o r ; p e r o usted no tendrá
á
mal decirme con quién
tengo
e l agrado de viajar, pues usted comprenderá
que
en estos tiempos siempre se desea satisfacer
esta
curiosidad. C o m o e r a n a t u r a l , di á c o n o c e r i n m e d i a t a m e n t e m i n o m b r e y mi condición á la distinguida d a m a , á lo cual ella no
r e p r i m i r un g e s t o de
sor-
p r e s a , y t e n d i é n d o m e la m a n o con b e n é v o l a
son-
risa, me —En
pudo
dijo: la estación
de
Santiago busqué á
y traté de ver en qué carro
venía
á
usted
Valparaíso,
sin otra a y u d a q u e pudiera g u i a r m e
en
este
n o c i m i e n t o q u e los d a t o s q u e se m e h a b í a n s o b r e su
fisonomía;
pero
me
fué
codado
imposible
dis-
t i n g u i r l o e n t r e t a n t a s d e las p e r s o n a s c o m o s u b í a n al tren; de m a n e r a que ahora m e casualidad
felicito d e esta
p r o v i d e n c i a l q u e lo h a t r a í d o á u s t e d
á mi lado y que
me
p e r m i t e c u m p l i r con un
en-
c a r g o que tengo para usted. —-Señora, sería m u y honroso para No
había
concluido
lante con que iba
á
de
mí...
e x p r e s a r la frase
contestar aquellas
c u a n d o la h e r m o s a d a m a , s a c a n d o
de
ga-
palabras, entre
sus
vestidos una carta que parecía haber estado cosida a l interior de
su
traje, me
la p a s ó ,
diciéndome:
I.A R E V O L U C I Ó N C H I L E N A
Si¡.
— E l comité revolucionario de Santiago me ha encargado
entregar á
usted estos
papeles,
para
q u e usted los h a g a llegar con s e g u r i d a d á s u
des-
tino. En
seguida entramos
en
conversación, y
ella
m e e x p l i c ó las e x t r a ñ a s r a z o n e s q u e la o b l i g a b a n á
viajar
de
esa
exponiéndose pos actuales del
podían
ser
país. S u esposo,
Valparaíso, agentes á
manera,
completamente
d e la
graves, dado
ce
revolucionario
dictadura,
había
la cárcel d e a q u e l l a c i u d a d y
tidos á los m á s crueles á
y
viajar
una
sabedores
por
arrastrado
muchos
de
habían sido
tratamientos..
vez por de
de
y
comunicarse
ella con la J u n t a revolucionaria d e — E n
la situación actual
del
semana,,
su e s p o s o prirevolucionasu
situación,
por
medio
en
bien
de
país,
nuestra
pade
Santiago. a g r e g ó , las-
s e ñ o r a s e s t a m o s tan o b l i g a d a s c o m o los á hacer algo
sus
some-
aprovechaban de estas semanales excursiones ra enviar papeles
de los
trasladado
s i o n e r o ; y los m i e m b r o s de la J u n t a Valparaíso,
estado
sido
terribles
c o n el o b j e t o d e s a b e r n o t i c i a s
de
y
luego
allí con
a m i g o s , a l g u n o s d e los c u a l e s
E s t o la o b l i g a b a
el
un distinguido a b o g a d o
sindicado
á Santiago y encerrado
ria
sola
q u i z á s á peligros q u e en los t i e m -
hombres
causa, y
comer-
86
Olí.
las s o s p e c h a s
de
la
igual de nuestros aprovechamos
JUAN
policía
maridos
de
esta
como
riódicos y
y,
nuestros
en
ciertos
y a la p o l i c í a , por
—Todo,
lo tanto,
observé, los
necede pe-
replicó, es
pero
¿qué
ha
descubierto
servicios que
peligroso en
mayor
los
y
á
ello
sería y
tiempos
peligro podemos flagelación
m o s eso en cuenta, B a l m a c c d a
de más humillante
ustedes
peligrosos.
m e r q u e los del d e s t i e r r o , la
poder,
coad-
oficios
se
tomára-
eternizaría
preferible
vergonzoso
te-
y la m u e r -
te de las personas á q u e m a s a m a m o s ? Si
el
al
hijos, nos
de correos, repartición
prestan á la revolución son
actuales;
alcanzan
otros.
—Pero esto,
los
y
nos
circunstancia para
y u v a r á la o b r a d e ellos sarios,
no
t o d o lo
pudiera
en que
suce-
demos. L u e g o m e h a b l ó d e la m a n e r a c ó m o las principales señoras de la s o c i e d a d chilena eran en m o m e n t o s el a l m a rio;
c ó m o servían
vicios
que éstas
nera ayudaban
del
movimiento
á las J u n t a s
en t o d o s los ser-
les e n c o m e n d a b a n ; en
sus
casas
á
de qué
circular
toda-; partes, b u r l a n d o las p e s q u i s a s d e las el m o d o c ó m o
ma-
la i m p r e s i ó n
periódicos clandestinos y los hacían
ridades;
esos
revoluciona-
llevaban y
traían
de por
autocomu-
l.A R E V O L U C I Ó N C H I L E N A
nicaciones
escritas,
manteniendo
a c t i v a s d e las j u n t a s entre sí; los q u e ponían en j u e g o p a r a rían trasladarse
finos
propone á
gran
de
la
conseguir
ello
facilitar á los q u e
una
palabra,
por
mujer
es
que-
los
mil
sus de-
capaz, cuando
un g r a n o b j e t o y es
el s e n t i m i e n t o
se
impulsa-
extremoso de una
pasión.
— T a l vez
usted no ha leído,
los periódicos
esta tarde, m e dijo, a l a r g á n d o m e perfectamente que
relaciones
e x p e d i e n t e s de q u e la i m a g i n a c i ó n
3' l a v o l u n t a d
da
las
procedimientos
al n o r t e el c u m p l i m i e n t o d e
patrióticos d e s e o s ; en licados y
S7
doblados
El Constitucional
y
dos
y que eran nada
La Revolución,
de
papelillos
dos
menos hojas
p e r i ó d i c a s d e la p r e n s a r e v o l u c i o n a r i a d e S a n t i a g o . A c e p t ó l o s de su m a n o
y
m i e n t r a s los
desdo-
blaba, ella agregó: — A h í v e r á usted u n a relación e x a c t a d e la últim a i n f a m i a d e la d i c t a d u r a , es decir, d e la m a n e r a •cómo han s i d o a s e s i n a d o s a n o c h e en los c u a r t e l e s •de S a n t i a g o
más de
cien d e
esos
pobres
solda-
dos, á q u i e n e s se h a t r a í d o p o r la fuerza al s e r v i c i o •de la d i c t a d u r a manera más
p a r a en
s e g u i d a fusilarlos
de
la
salvaje.
Nuestra conversación continuó sobre este tema y
mientras ella h a b l a b a con
ese noble
ardor
que
SS
Gil. JUAN"
t a n t o la e n g r a n d e c í a y d i g n i f i c a b a á m i s o j o s ,
yo
r e f l e x i o n a b a sobre las consecuencias g e n e r a l e s rc d e s p r e n d í a n , a s í d é l o q u e e l l a m e d e c í a ,
que
como
t
d e la a p l i c a c i ó n q u e d e sus p a l a b r a s p o d í a h a c e r s e al p a í s
en q u e tales cosas tenían l u g a r en
medio
d e la a t m ó s f e r a d e los s e n t i m i e n t o s y d e las p a s i o nes encendidas hasta ese e x t r e m o . Un mal gobernante, puede á veces
un
luchar con
dictador, éxito
un
tirano,
pasajero
contra
una agrupación cualquiera de sus enemigos, tra
un
gran
partido
hostil,
contra
con-
t o d o s , si
se
quiere, los q u e en u n a s o c i e d a d o r g a n i z a d a repres e n t a n la e n e r g í a viril, la
fuerza m a s c u l i n a d e la
o p i n i ó n p ú b l i c a , c o n t r a l o q u e , e n fin, c o n s t i t u y e e l e l e m e n t o político d e un p u e b l o ; pero ¿ c ó m o hacerlo
si s u s m e d i d a s d e r e p r e s i ó n , d e
y d e c a s t i g o van
á embotarse
ia apasionada tenacidad
nioso,
fatalmente
del s e x o
puede
violencia contra
amable y
her-
c u y a s m a n o s hechas para la caricia, tienen,
sin e m b a r g o , en su m i s m a d e b i l i d a d el a r t e d e p a r a r con los m á s
finos-jugos
sutiles
de las a r m a s
los v e n e n o s
pre-
y l a s e s e n c i a s másmás
agudas
y
certeras? S e puede que levanta
l u c h a r c o n t r a el
hombre
armado
su robusto brazo contra su
a c e p t a n d o u n a lucha en q u e
la
y
enemigo,
materialidad
de
I.A R K V O ' . L ' C I Ó N C M I I . E X A
los
medios
oponerle
de
otra
imposible
ataque
y
de
So
defensa
permiten
materialidad equivalente;
luchar con elementos
de
esa
c o n t r a los q u e la m u j e r p u e d e o p o n e r al intangibles fixia
como
y doblega
robusta y
á
la
fiebre
sus
que
p e r o es especie hombre,
envenena
y
pies á la naturaleza
asmás
vigorosa.
P o r o t r a parte, s i e m p r e h a s i d o la m u j e r y e s p e c i a l m e n t e en la s o c i e d a d m o d e r n a , la m á s p u r a elevada
representación
de manera que cuando
y
d e la c o n c i e n c i a
social;
ella t o m a p a r t e en
la s o -
lución d é l o s g r a n d e s p r o b l e m a s políticos y sociales, c u a n d o e l l a s a l e d e s u h o g a r y su p a s i ó n ó su p e n s a m i e n t o la llevan fuera del
santuario de
afectos p r i v a d o s , es p o r q u e esa conciencia grita, se i m p o n e y se hace indiscutible; y
sus
social es esto
p r e c i s a m e n t e lo q u e s u c e d e en C h i l e , d e j a n d o
ver
m u y c l a r o q u e el p r o b l e m a d e l a r e v o l u c i ó n n o e s , cómo
algunos han pretendido hacerlo creer, m o -
m e n t á n e o , a c c i d e n t a l e n la v i d a d e l p a í s , s i n o a l g o m u y d i s t i n t o y en lo c u a l t o d o e s t a r í a
amenazado
p o r u n t r a s t o r n o p r o f u n d o , s i el t r i u n f o d e e l l a
no
e s t u v i e r a y a d e a n t e m a n o d e c i d i d o p o r el e l e m e n to irresistible q u e lo l l e v a á su f a v o r a b l e d e s e n l a c e . E l hecho horrible que servía de tema á nuestra c o n v e r s a c i ó n , y en
la cual
veía yo, de una parte
90
Gil.
ia fuerza bruta y salvaje
JUAN
a r r o j a n d o e n el
abismo
sin fondo de sus locuras y de sus crímenes á centenares de cadáveres odioso
humanos para sostener
i m p e r i o , y d e la o t r a á u n a
p r o t e s t a n d o c o n t r a el a t e n t a d o
débil
su
mujer
abominable,
sin
o t r a fuerza q u e la q u e d a b a á sus p a l a b r a s la c o n ciencia social ultrajada,
me ponía de
manifiesto
el poder superior de esta última, q u e e s c a p a b a alcance
del
brazo
del tirano
y con la cual
al
éste
m i s m o habría querido poder contar antes que
con
aquella. C o n t i n u a m o s así nuestro viaje hasta V a l p a r a í s o d e t e n i é n d o n o s a l g u n o s m i n u t o s antes de llegar al puerto,
p r i m e r o en la estación d e V i ñ a del
especie
de
aristocrático
edén
de
los
Mar,
bañistas
veraniegos y que ahora parecía desierto y casi inh a b i t a d o ; l u e g o e n el B a r ó n , l u g a r h i s t ó r i c o d o n d e , c o m o m e lo d i j o c o n m u c h a o p o r t u n i d a d m i p a ñ e r a d e v i a j e , p a r e c í a alzarse en esos la sombra de
Portales, á quien
com-
momento
los chilenos
con-
s i d e r a n c o m o el p a d r e d e su v i e j a c o n s t i t u c i ó n , p a r a p r o t e s t a r c o n t r a el u l t r a j e d e la d i c t a t u r a ; y último en B e l l a V i s t a , estación
urbana del
por
ferro-
c a r r i l y q u e s ó l o d i s t a u n o s p o c a s millas d e la del Puerto, término de nuestro viaje y donde
habría-
m o s de s e p a r a r n o s tal vez p a r a s i e m p r e , d e s p u é s
JA
REVOLUCIÓN C H I L E N A
91
•Je u n a tan b r e v e a m i s t a d y en m e d i o •custancias más e x t r a ñ a s que podían A l d e s c e n d e r ella del tren, natural,
acompañarla
hasta
la
de las
cir-
concebirse.
ofrecí, c o m o
su
era
casa-habitación;
p e r o m e dio e f u s i v a m e n t e las g r a c i a s ,
diciéndome
al m i s m o t i e m p o , q u e la s i t u a c i ó n d e e l l a e n V a l paraíso, donde, á diferencia de Santiago, era
bas-
t a n t e c o n o c i d a d e t o d o el m u n d o , p o d í a h a c e r p e l i g r o s o p a r a m í el c u m p l i m i e n t o d e e s t e d e b e r d e •cortesía é i m p e d i r m e
quizás
el c u m p l i m i e n t o
de
los e n c a r g o s q u e la j u n t a r e v o l u c i o n a r i a m e h a b í a •confiado, y q u e e r a n , sin
duda,
de
considerable
importancia. D e s p c d í m e , pues, de ella, p r o m e t i é n d o l a b i r l e en m e j o r e s
t i e m p o s , y m e dirigí en
•en b u s c a
hotel
d e un
d e s d e el c u a l
poder
donde
hacer
al
p a s a r la día
carme
e n el v a p o r
autoridades
Serena.
seguida
noche,
siguiente
t o d a libertad las d i l i g e n c i a s y l l e n a r las d a d e s e x i g i d a s por las
escri-
para
y
con
formaliembar-
VII I
Urna, ¡i 3o de janii) de iSgi i. fin m e e n c o n t r a b a o t r a v e z l i b r e y s o b r e c ! _¿~\_
m a r , d e s p u é s de un
dades de toda
día lleno de
contrarie-
e s p e c i e p a r a o b t e n e r un
pasaporte
y siendo víctima con este m o t i v o de recelosas
de
los
ayudantes
de
las
oficina,
miradas de
las
p r e g u n t a s capciosas d e la alguacilería
dictatoria-
lesca
de
y
de
los
registros
y arreos de viaje.
Al
fin
minuciosos dejaba
la c i u d a d p r o t e g i d a c o n t r a picacia
insolente
de
los
sí
á
mis
misma
gran
bajá
de
espaldas
por la sus-
mil y un a g e n t e s d e la
dictadura, entre los cuales ostentaba, á la d e un
maleta
tres colas,
su
manera
magnífico
y
9|
CU.
entorchado uniforme
KAN
rey del calicanto,
el
corno-
l l a m a n los p o r t e ñ o s al c o n t r a - a l m i r a n t e
Vicl,
sus espléndidos
expensas
negocios
realizados
á
por
del e r a r i o n a c i o n a l en la edificación d e e s c u e l a s c u a r t e l e s d e V a l p a r a í s o . A l fin m i s o j o s d e j a b a n c o n t e m p l a r el e s p e c t á c u l o d e l a p o b l a c i ó n
y de
humi-
llada dentro del terrible circuito de sus fortalezas, armadas de enormes
cañones y semejantes á gi-
g a n t e s c o s g u a r d i a n e s d e u n a cárcel i n m e n s a , suficientemente espaciosa para contener á un entero de prisioneros de estado. A l libre
y
sobre
d e l Serena
el
mar,
mirando
c ó m o la c i u d a d
fin
pueblo
me
desde
sentía
la
iluminada se
popa
alejaba
l e n t a m e n t e e n el h o r i z o n t e t r a n q u i l o d e l a n o c h e y e x p e r i m e n t a n d o c o n e l i o eii m i a l m a e s c s e n t i miento de íntimo bienestar que sólo puede prender
aquel que, como yo, ha estado
com-
respiran-
d o d u r a n t e m á s d e s e s e n t a días la a t m ó s f e r a
en-
v e n e n a d a d e la d i c t a d u r a . E l mar, con sus olas tranquilas,
desenvolvién-
dose y desarrollándose eternamente sus y
dilatadas
monótonos,
de seres d e la
llanuras; como
el
con
soledades;
sin
que formaran
misteriosos conversando
q u e v i e n e n al
y
fin
sus rumores
con sus brisas
en
en
iguales miríadas
el
silencio
salinas y
rostro, c o m o á d e s p e r t a r al
frescas hom-
I.A
bre
de
la
KF.VOI.UCIÓN C H I I . K X A
cruel
pesadilla
de
la
95
vida social
t o d a v í a lo p e r s i g u e al a l e j a r s e d e e l l a , y le m o r a l m e n t e
con
el
sentimiento puro y
cante d e la naturaleza inalterable
del
que
renovarvivifi-
o c é a n o ; el
m a r , d e s p u é s d e los a z a r o s o s días q u e a c a b a b a pasar, m e parecía en esos m o m e n t o s q u e e n t o d o m i ser
de
operaba
una especie de resurrección de mi
espíritu a g o t a d o y m e hacía señor de
mí
mismo,
dueño de mi libertad y
de mis acciones, arbitro,
en u n a p a l a b r a , d e mis
movimientos, de mis
labras y de mis
ideas.
M e s e n t í a feliz bios d e la v i d a
pa-
y p e n s a b a en los bruscos
y la m a n e r a
c ó m o la
cam-
suerte
me
llevaba, después
de haberme retenido dos
en m e d i o d e un
p u e b l o h u m i l l a d o , h a c i a las pla-
yas de Tarapacá, á donde de
ese
mismo
pueblo,
un
una porción puñado
meses
escogida
de
valientes,
h a b í a i d o á p l a n t a r el 7 d e e n e r o l a b a n d e r a d e l a redención de Chile, y á donde ahora, como
á
un
lugar d e s a g r a d o refugio, iban á reunirse con ellos y á d a r l e s el a b r a z o d e l p a t r i o t i s m o t o d a s l a s
al-
m a s t e m p l a d a s en el s a g r a d o a m o r d e la l i b e r t a d . El
barco
navegaba
acompasadamente
en alta
s o b r e el
n o c h e e r a o s c u r a y fría,
mar,
seno
meciéndose
del
océano;
v e l a d o el c i e l o
ligera niebla y d e j a n d o sólo v e r la
por
la
una
fosforescencia
96
flll.
JIJAN
<Jc l a s o l a s q u e c h o c a b a n c o n t r a
los
costados del
b u q u e ó se r e t o r c í a n b a j o la h é l i c e ; los
pasajeros
de c á m a r a se retiraban somnolientos á sus c a m a r o t e s , y y o d e j é t a m b i é n el l u g a r d e m i s nes para gozar del reposo bíanme
negado
mis
meditacio-
que hasta ese día
impresiones
morales
estadf) d e s a p a c i b l e de mi h u m o r y de A l día como
siguiente,
sólo
se
después
d u e r m e e n el
de
mar,
vidando
á
mensidad
la
gozosa
riente
parece despertar
sin
nubes,
en
el
espíritu
en
la
maniobra;
el s o l
los
de her-
de
la
con-
la
que
intodo
un m i s m o
miento de armonía y de paz. L o s cutaban
dormido
y el c i c l o ,
contemplación
y
senti-
marineros
sirvientes
el
mi á n i m o .
haber
m o s a m a ñ a n a i l u m i n a b a las olas
hay
eje-
lavaban
el
puente y fregaban
los b r o n c e s ; los m o z o s d e s a l a
entraban y
de
otro
salían
viajero
se
los
paseaba
camarotes, y uno sobre
m a d o á los barrotes d e las p l a b a con los ojos
fijos
cubierta
barandillas,
el m o v i m i e n t o
d e las olas. M e sentía lejos
de
todos
ó,
que afir-
contemmonótono
los
tristes
e s p e c t á c u l o s q u e h a b í a n c o n t e m p l a d o m i s ojos en l o s d í a s a n t e r i o r e s y c o m o si f u e r a n a ñ o s l o s q u e m e separaban de ellos. Me
dirigí
puente de
al oficial
proa
de
guardia, que desde
examinaba
el h o r i z o n t e c o n
el su
.'97
LA REVOLUCIÓN CHILENA
largo anteojo de m a r y se paseaba lentamente babor
á
estribor.
Entramos
luego me dijo, que
en
de
en conversación
el d í a
llegaríamos
á
y
Co-
q u i m b o , u n o d e los puertos m á s t r e m e n d o s en e s o s días p a r a t o d o s los v i a j e r o s y q u e h a c í a e s c u p i r al d i a b l o á los c a p i t a n e s d e b a r c o s q u e h a c í a n la c a rrera
al
quimbo
Norte. y
Las
bahías
Atacama
eran
d e la
costa
de
verdaderamente
horcas caudinas del comercio nacional y j e r o d e s d e el d í a i n i c i a l
Colas
extran-
del pronunciamiento
de
la e s c u a d r a . E n la c á m a r a
y
á la
hora del almuerzo
y a saber quiénes eran mis compañeros
de
pude viaje:
unos d o c e oficiales del ejército dictatorial q u e iban á Coquimbo y á Caldera
á ocupar
los r e g i m i e n t o s e s t a c i o n a d o s gunos comerciantes
de
en
sus plazas
en
esos lugares; al-
diversas
nacionalidades,
alemanes, ingleses, italianos, etc.; dos
ó
tres sa-
cerdotes, y unas cincuenta ó más
personas
profesión
conocer á pri-
ó estado
era
imposible
cuya
mera vista. E l capitán V a u g h a n , un inglés rubio, de fuerte y a m a b l e ,
pequeño
espaldas, con toda
de
la alegre
estatura robustez
y
rostro anchas
y la
tran-
quila energía de un v e r d a d e r o capitán de mar, se sentaba á la cabecera d e 7
la
mesa; á
su
lado se-
g8
GIL J U A N
guían un enorme alemán que iba negocios
ca y rubia,
convertida
amasandera ñora
á
Iquique
y su cara esposa, una g e r m a n a
de
por
obra
d e la suerte
p a n b l a n c o en la
de un corredor
por
flemátide
respetable se-
de cobres y salitres;
varios
o f i c i a l e s d i c t a t o r i a l e s q u e j u r a b a n p o r el s e ñ o r d e la M o n e d a ;
algunos
sacerdotes,
y veinte ó
más
paisanos; formando entre todos uno de esos conj u n t o s a b i g a r r a d o s y e x t r a ñ o s q u e d a n á los trasportes de m a r ese aire especial de d e m o c r á t i c o q u e el todas
partes, c o m o la semilla
ciabilidad del Los
cosmopolitismo
arte de la n a v e g a c i ó n lleva
g e n e r o s a d e la s o -
porvenir.
oficiales dictatoriales á q u e m e he
referido
c o n v e r s a b a n , sin consideración á la c o m p a ñ í a que viajaban, de sus terribles proyectos paña.
á
M u y pronto, s e g ú n ellos, los
de
en
cam-
grandes ejér-
citos de C o q u i m b o y de A t a c a m a estarían en disponibilidad p a r a entrar en c a m p a ñ a y recuperar la p e r d i d a provincia d e T a r a p a c á , d o n d e los
cuatro
l o c o s d e l a r e v o l u c i ó n a p e n a s si p o d r í a n e s c a p a r la persecución de las legiones cesitaba haber
sido
tan
torpe
victoriosas. S e como
el
á
ne-
coronel
R o b l e s , ó t a n c o b a r d e c o m o el c o r o n e l G a n a , ó t a n infeliz
c o m o el c o r o n e l A r r a t e , p a r a h a b e r
d o n a d o la
m á s rica
de
las provincias
del
abanNorte
LA REVOLUCIÓN CHILENA
á
esa
canalla
de
99
revolucionarios.
Pero,
esto sólo había sido un accidente de que pronto se pondría
remedio
y
la
de
al
fin,
guerra
modo
á
que
los jefes d e la e s c u a d r a , c a n s a d o s d e l u c h a r c o n t r a los
pescados,
fueran
m e n t e á los pies d e El
capitán
dotes no
discusiones; de sus
rendirse
incondicional-
Balmaceda.
V a u g h a n oía y c a l l a b a ; los
inclinaban
dejarse
á
la
cabeza,
a r r a s t r a r al
terreno
un comerciante
anteojos
con
como
violento
inglés
curiosidad
e n a r d e c i d o s d e los futuros
tranqui-
en
e n el
una
palabra, animado
conversación
que p o d í a ser peligrosa antes d e p a s a r la hasta donde
tras
semblantes
papas sancochadas; en una
ó comprometerse
á las
b a y a r d o s d e la dicta-
nadie parecía querer tomar parte diálogo
de
miraba
los
d u r a ; los dos esposos a l e m a n e s engullían lamente sus
sacer-
decididos
l l e g a b a el i m p e r i o
de la
frontera
dictadura.
E n la t a r d e l l e g a m o s al p u e r t o d e C o q u i m b o a n c l a m o s en la h e r m o s a
bahía donde,
según
lo d i j o el c a p i t á n V a u g h a n , p a s a r í a m o s descargando víveres y pasto seco y los p a r a la
guarnición
la
otros
y me
noche artícu-
e s t a c i o n a d a en la p r o v i n -
cia, p a r a p a r t i r al d í a s i g u i e n t e , si es q u e las a u t o ridades
del puerto no nos
retenían ahí por tres
cuatro días, c o m o frecuentemente solían
ó
hacerlo.
100
GIL
Luego nía del y
vimos
acercarse
puerto,
momentos
JUAN
la falúa
con la b a n d e r a
después
d e la c a p i t a -
nacional á popa,
atracaba
á
la
escala
del
v a p o r , p e r m i t i e n d o al e m p l e a d o d e la b a h í a s u b i r á b o r d o y dirigirse á la oficina del contador, d o n d e después
de
hablar
con
éste
algunas
palabras,
pidióle la lista d e los p a s a j e r o s y se p u s o á leerla detenidamente, como deseando ver algún
nombre
sospechoso ó que pudiera servirle de indicio para una
fácil
tierra sin prenda
presa, que llevar al
robusta
le
jefe de
yo
no
volver
la g u a r n i c i ó n
d e su a d h e s i ó n
entusiasta al r é g i m e n Mirábale
permitiese
á
alguna
incondicional
y
imperante.
desde
lejos,
en esta
prolongada
o p e r a c i ó n , c u a n d o a p a r t a n d o un i n s t a n t e los o j o s d e su persona, vi q u e a t r a c a b a por
otro
subió
bote
con
presuroso
varios soldados, entusiastas
la
al c o s t a d o d e l v a -
la insignia e s c a l a un
tricolor, oficial
que, enseguida
abrazos
á los del
del cual
seguido
de saludar
mismo
de con
oficio
que
con nosotros venían desde V a l p a r a í s o , se dirigió, d e la m i s m a m a n e r a q u e lo h a b í a
h e c h o el
tán d e puerto, á la oficina del contador, y
capi-
después
d e e n t a b l a r allí un d i á l o g o á v o c e s con éste y con aquél,
salió seguido
de sus
soldados á hacer
minucioso e x a m e n del buque.
un
LA REVOLUCIÓN CHILENA
IOI
U n r a t o d e s p u é s , el d i c h o oficial v i n o c o n g e s tos y palabras descorteses
donde estaba
el c a p i -
t á n V a u g h a n y e n c a r á n d o s e c o n él, le d i j o : — U s t e d , capitán, trae escondidos a bordo. — Y o
n o s é , r e s p o n d i ó el c a p i t á n ,
hombros y
volviendo
las
alzando
espaldas.
Puede
los
usted
v e r el b u q u e . — Y
esa maleta,
b r e ni d i r e c c i ó n
entonces, que no tiene
y que nadie
pertenece... ¿de quién — Y o con
sabe á
que
es?
n o s é , v o l v i ó á d e c i r el c a p i t á n
dureza.
Y a he
nomviajero
Vaughan
dicho á usted que p u e d e
ver
el b u q u e . — P u e s el v a p o r n o s a l d r á d e l p u e r t o h a s t a q u e n o a p a r e z c a el d u e ñ o d e e s a
maleta.
A l m i s m o tiempo que tenía lugar este violento d i á l o g o , los s o l d a d o s q u e h a b í a n s e g u i d o al oficial e n el r e g i s t r o , s a c a b a n d e l a c á m a r a abierta, d e n t r o de la cual h a b í a otros no
objetos marcados
correspondían á
una
maleta
ropa de vestir
con letras
iniciales
n i n g u n o d e los n o m b r e s
y
que es-
critos en la lista d e p a s a j e r o s l l e v a d a p o r el c o n tador y clamaba
que
nadie de
como
fundamento
propia,
de las
los que
iban á
dejando con
sospechas
bordo ello
ver
manifestadas
el a g e n t e d e l a a u t o r i d a d m i l i t a r d e l p u e r t o .
reel por
102
GIL JUAN
• M u y pronto
y
después
de
una
nueva
excur-
sión p o r los c a m a r o t e s y la c á m a r a del v a p o r , v o l v i ó o t r a v e z el
oficial y e x i g i ó
sajeros entraran
en
la
q u e todos los p a -
cámara
á
pasar
cual, a u n q u e o r d e n a d o en t é r m i n o s
é insolentes, hubimos de hacer, para no nos á mayores brutales
y
más
pesadas
y
exponer-
quién
s a b e si
contrariedades.
E s t á b a m o s en los s o l d a d o s
á
esta
operación,
que antes
me
habían, entretanto, bajado
á
cuando dos
he la
referido
registro, trajeron
de
tomado
cámara
y
brazos, á un joven
de
y
de que
bodega á seguir
a l l í el m i n u c i o s o la
lista; lo
descomedidos
á las
puertas
apretadamente
distinguida
de
figura,
los
pálido
y c o n v u l s o , q u e , d i r i g i é n d o s e al oficial; le d i j o s e r é l el d u e ñ o
del
equipaje
sospechoso,
m o l e s t a r a i n ú t i l m e n t e á los d e m á s Presenciamos q u e irritan
entonces
y azotan
templa, obligado simple
espectador
contrario, de verse
la
por de
una
sangre
la
de del
y
esas
escenas
so p e n a ,
á
ser un
e n el c a s o
inútilmente golpeado
p o r los
p u ñ o s brutales d e un s a y ó n cualquiera, q u e nas
si
tiene
conciencia del miserable
s e le o b l i g a á d e s e m p e ñ a r ;
so
pena
no
q u e las con-
fuerza m a y o r
ellas,
que
pasajeros.
de
papel
apeque
s e n t i r el
L A REVOLUCIÓN CHILENA
103
al punto sobre sus espaldas la vara ó en sus pies el grillete de campaña. E l equipaje de la víctima y que había motivado esta desagradable escena, fué inmediatamente llevado por los soldados al bote; el desgraciado joven fué obligado á bajar á empellones hasta la pequeña embarcación, en la cual le vimos alejarse con el sentimiento de la desesperación pintado en sus facciones pálidas y alteradas; el capitán se retiró con violentos pasos á su cámara, y los pasajeros todos, más indignados que sorprendidos, quedámonos haciendo los comentarios del caso, mientras los empleados de á bordo hacían afanosos la operación de la descarga del vapor, como si en esos momentos fuera más necesaria que en otras ocasiones la rapidez en el trabajo que debía permitirnos zarpar de allí lo más pronto posible. Pero ¿qué motivo ó razón podía disculpar el atentado que acabábamos de presenciar? Según se decía, la víctima de tan duro y cruel tratamiento era sencillamente uno de tantos jóvenes de distinguida familia y de esforzado corazón, de esos cuya única falta consistía en intentar, por el más legítimo de los medios, trasladarse al norte
104
GIL J U A N
á ofrecer sus generosos d e la libertad.
servicios á la santa
Durante meses quizás y
d o la s u e r t e feliz
de
aquellos de sus
habían desembarcado Pozo Almonte,
en
causa
envidian-
amigos
que
Pisagua y triunfado
h a b í a e s p i a d o el m o m e n t o
en
apro-
piado para realizar sus esperanzas y satisfacer m á s generoso de sus falta de m a y o r instante sus
anhelos, y hé aquí que
previsión
nobles
m e n t e en el c a l a b o z o
venía á destruir
en
planes y á arrojarle inmundo
el
una un
segura-
de una cárcel
de
provincia, d o n d e tal vez moriría oscuro y
misera-
ble.
llevado
Sí, por ese sólo
motivo y razón
era
en esos m o m e n t o s c o m o un criminal v u l g a r y medio
de
la
brutal
satisfacción
de
sus
en
verdu-
gos. A l día siguiente pudimos felizmente vernos n u e v o libres
de
los o d i o s o s
espectáculos
de
que la
d i c t a d u r a ofrece á c a d a p a s o á la vista d e los q u e , a u n en su carácter d e e x t r a n j e r o s ó de
neutrales,
n o pueden m e n o s de formarse d e ella la idea q u e con sus perversos
actos á todos
g á b a m o s viento en p o p a en
inspira, y
d e m a n d a del
de Caldera, frontera a v a n z a d a
del imperio
torial y d o n d e era esperado día por día un d e las fuerzas
revolucionarias,
que
navepuerto dictaataque
últimamente
h a b í a n y a o c u p a d o á A n t o f a g a s t a , h a c i e n d o huir»
LA REVOLUCIÓN CHILENA
como
á
una tropa
de
azorados
105
bisontes,
esforzados leones, tigres y panteras tes juraban y perjuraban
vencer
á
los
que días an-
ó morir en
sus
puestos. N u e s t r a estadía en Caldera, á pesar de las pesquisas h e c h a s á b o r d o por las a u t o r i d a d e s del puerto con igual ó
mayor
r i g o r q u e el e m p l e a d o
en
C o q u i m b o , no ofreció n a d a d i g n o de m e n c i o n a r s e en
esta
c o r r e s p o n d e n c i a , si n o fué
el h a c e r
más
v i o l e n t o a u n e n t o d a l a g e n t e d e a b o r d o el d e s e o de vernos
en un m a r
libre y
donde
los
hidrópi-
cos a g e n t e s d e la d i c t a d u r a n o p u d i e r a n s a c i a r su sed de atropellos, de golpes y de
venganzas.
D e s d e C a l d e r a al N o r t e h u b e d e n o t a r el c a m b i o r e p e n t i n o o p e r a d o en la
fisonomía
de muchos
l o s v i a j e r o s q u e , si h a s t a e n t o n c e s s e h a b í a n
de
man-
t e n i d o en u n a discreta y t e m e r o s a r e s e r v a en t o das las conversaciones q u e a l g u n a relación tenían c o n el e s t a d o d e l forzada
país, ahora
prudencia,
se
expresando
resarcían de libremente
su sus
opiniones, c o n t e x t e s todas, por cierto, en la i d e a d e q u e el a c t u a l o r d e n d e c o s a s n o p o d r í a p r o l o n garse por m u c h o tiempo, sino que antes bien,
se
d e s p l o m a r í a s o b r e sí m i s m o , c o m o un edificio sin otra b a s e q u e la de sus g r a n d e s
faltas.
L u e g o vino á s o r p r e n d e r á los viajeros
de
car
106
mera
GIL J U A N
la aparición inusitada á la h o r a
de
comer,
de nuevos compañeros, ocultos hasta ese m o m e n t o quién sabe en qué partes
subterráneas del
y que, p a s a d a la linea fronteriza, volvían con sus rostros alegres y felices pado, c o m o ellos y encontrarse
decían, d e las
barco
á la luz
por haber
esca-
garras del tigre,
a l fin, d e s p u é s d e
todo género
de
sobresaltos y privaciones, d u e ñ o s y señores d e su v o l u n t a d , p a r a p o d e r c u m p l i r l a en el ú n i c o o b j e t o d e sus g r a n d e s aspiraciones, cual era la salvación del r é g i m e n constitucional d e su país. Alegres
y
charladores,
más opulentas y go
y
de
eran
jóvenes
de
distinguidas familias de
Valparaíso
que,
en
seguida
Santia-
de
servido d u r a n t e tres meses á las j u n t a s
las
haber
revolucio-
narias d e a m b a s c i u d a d e s , en las m á s peligrosas y difíciles
comisiones, habían
obtenido como
m i o d e s u s p a t r i ó t i c o s a f a n e s , el p e r m i s o rrer todos los peligros d e s e m e j a n t e
de
co-
navegación
p a r a unirse al ejército constitucional de y
pre-
Tarapacá
Antofagasta. E l capitán V a u g h a n , s e n t a d o á la c a b e c e r a
la m e s a y y a r e c o b r a d o su buen los m i r a b a s o n r i e n d o y m e — E n
todos
los
viajes
humor
de
habitual
decía:
que
hago, desde
hace
n o v e n t a días, v e o lo m i s m o , y s e dice, sin e m b a r -
LA REVOLUCIÓN CHILENA
107
go, que B a l m a c e d a puede esclavizar eternamente á este país... T o d o s ellos c o n t a b a n sus curiosas y
extraordi-
narias aventuras. E l uno había permanecido
ocho
d í a s e s c o n d i d o en un p o n t ó n d e la b a h í a d e V a l p a raíso, esperando una ocasión propicia para realizar s u p l a n ; el o t r o h a b í a t e n i d o q u e e n t r e g a r , n o s ó l o su dinero, sino hasta parte de sus ropas de vestir, á un m a r i n e r o d e un b u q u e d e g u e r r a inglés
para
q u e é s t e le l l e v a s e al c o s t a d o d e l v a p o r y l o r e c o m e n d a s e ahí á un su a m i g o y c a m a r a d a ; éste se había v a l i d o d e la m á s astuta d e las supercherías p a r a obtener un
falso p a s a p o r t e d e las a u t o r i d a d e s
de
tierra y e m b a r c a r s e en s e g u i d a f r a n c a m e n t e y a la luz del día y c ó m o quien no tiene
absolutamente
n a d a q u e t e m e r ; a q u é l h a b í a a d o p t a d o el de
carbonero y
disfraz
metídose c o m o un ratón de
d e g a entre los fardos y cajonería d e la c a r g a ; cual, en s u m a , c o n t a b a su tretenía
la
conversación
bocada
pequeña odisea y
en-
general d a n d o con
ella
p á b u l o á la alegría d e sus c o m p a ñ e r o s d e e m p r e s a y de peligros. Y á
esa j u v e n t u d iba así, entre risas,
j u g a r s u v i d a al a z a r
d e los
combates,
renun-
c i a n d o á s u s d i c h a s y s u s p l a c e r e s a n t e el a r a d e l d e b e r s a n t i f i c a d o p o r el sacrificio. N o olvidaré en
mi
vida
la
fisonomía
suave
y
108
GIL
melancólica
JUAN
de u n o d e ellos,
que
aceptando
las
p a l a b r a s d e u n o d e sus c o m p a ñ e r o s q u e le record a b a á la m u j e r q u e h a b í a d e j a d o l l o r a n d o tal v e z su
ausencia,
sacó
temente, contó á
un
retrato y
mirándolo
los d e m á s c ó m o
tris-
se había
des-
p e d i d o de ella, después de declararle q u e y a más
volverían á verse
banderas triunfantes
antes del
del
ejército
e n t r a r a n á la capital d e la
cillas palabras
constitucional
me
habia
v e o lo m i s m o , y
revolución
dicho
estas sen-
p i n t a b a n p o r sí s o l a s el
indomable de una
ja-
en q u e las
República.
E n t o d o s los viajes q u e h a g o , el c a p i t á n V a u g h a n ,
día
carácter
c u y a fuerza
moral
no puede indudablemente ser vencida. E l v a p o r se iba a c e r c a n d o m á s y m á s á la costa y y a v e í a m o s la p l a y a a m i g a d e A n t o f a g a s t a señarse más y más claramente, hasta poder
di-
luego
d i s t i n g u i r el e l e v a d o c a m p a n a r i o d e su i g l e s i a p a rroquial, en s e g u i d a sus edificios d e m a d e r a t a d o s q u e b r i l l a b a n al sol, y p o r ú l t i m o su lle y sus barqueros que salvaban d e los arrecifes del puerto,
las
pinmue-
rompientes
a c e r c á n d o s e al
q u e iba á arrojar sus anclas en la bahía.
vapor
IX
Lima, á 24 de junio de ISQT.
U
NA m u l t i t u d d e h o m b r e s d e d i s t i n t a s e d a d e s y c o n d i c i o n e s se e s t r e c h a b a y r e v o l v í a , á la
m a n e r a de un h o r m i g u e r o h u m a n o , sobre bierta del
Serena,
un
de
lugar
preguntaban viejo y
cómo
cárcel y
cita
q u e parecía en esos ó
de
reunión
la
popular.
p o r el e s t a d o d e l a s c o s a s d e se vivía
el b a n q u i l l o ;
en esos
mundos
otros por
el
cu-
momentos Unos Chile
entre la
lugar
donde
en esos m o m e n t o s e s t á b a l a escuadra y qué
clase
d e o p e r a c i o n e s e m p r e n d í a el e j é r c i t o c o n s t i t u c i o n a l ; éste si Almonte,
su a m i g o Huara
ó
tal había Iquique
ó
m u e r t o en llevaba
Pozo
todavía
110
GIL J U A N
s o b r e el b r a z o cito de
izquierdo la b a n d a
la libertad;
brazos á los
aquel
estrechaba
nuevos compañeros
del S u r traían á
las
filas;
roja del
ejér-
entre
sus
q u e los v i e n t o s
el o t r o r e l a t a b a l a p r o -
d i g i o s a f u g a d e los h u a n a c o s d e C a m u s al t r a v é s del
desierto
y de las breñas a n d i n a s ;
el d e
allá contaba las últimas disposiciones tarias
del
ex-Intendente
Villegas;
más
testamencada
cual
en s u m a , tenía a l g ú n m o t i v o p a r a alegrarse y ó algún a s u n t o q u e c o m u n i c a r á los q u e
reír,
llegaban
del S u r ó venían d e tierra á recibirlos. E n un
día
d e feria, c o m o he d i c h o , n o se h a b r í a v i s t o e s p e c táculo más
a n i m a d o y q u e m á s l l a m a r a la
aten-
ción del o b s e r v a d o r i m p a r c i a l d e los sucesos. Por uno
d e los q u e
que una vez ocupada constitucional y
ahí se
antes de que
nuevo
encontraban,
supe
A n t o f a g a s t a p o r el e j é r c i t o
regresara
de
territorio
reconquistado
á
el
Iquique, una
capitán
Montt
dejando
fuerte
en
el
guarnición
p r o t e g i d a en la b a h í a por uno d e los b l i n d a d o s la escuadra, había n o m b r a d o c o m o jefe militar
de y
civil d e la p l a z a á mi a n t i g u o y q u e r i d í s i m o
ami-
g o M a n u e l J o s é V i c u ñ a , el
sim-
pático
entre esos
desiertos
más conocido y
atrevidos exploradores
y serranías
del N o r t e q u e
de
desde
los hace
m á s de medio siglo recorren sus soledades, descu-
LA REVOLUCIÓN CHILENA
III
b r i e n d o los tesoros q u e encierran y l l e v a n d o desd e la costa
h a s t a los
calcinados
picachos d e los
A n d e s las corrientes civilizadoras del trabajo, del capital y d e la industria. L o s limeños y arequipeños, especialmente estos últimos,
deben recordar
todavía
al M a n u e l
Vi-
c u ñ a d e los días d e P r a d o y d e B a l t a , a q u e l incans a b l e e x p l o r a d o r d e la sierra del M i s t i y g r a n soñ a d o r d e t e s o r o s , el i n a g o t a b l e c h a r l a d o r d e c l u b s y de salones, tan e n a m o r a d o y así sabía
caballero, y
p e d i r r e p a r a c i ó n al q u e se le
que
plantaba
en m e d i o d e l c a m i n o c o m o r o b a r s e el c o r a z ó n
de
l a d a m a q u e p r e t e n d i e r a e n g a ñ a r el s u y o , al a m i g o g e n e r o s o y d e s p r e n d i d o , al M a n u e l ' V i c u ñ a entonces
y de
ahora
y
de
t o d a su
fué s i e m p r e y h a d e ser hasta q u e se
vida,
de
como
muera.
E l capitán M o n t t había elegido bien indudablemente, designando para ese puesto á un que, después ventud desierto,
de
uno de
los m á s infatigables
vez
estallada
obreros
del
había
a b r a z a d o su c a u s a d e s d e la p r i m e r a h o r a y
apro-
en favor d e ella su
e n el d e p a r t a m e n t o nían en esos
la
ju-
revolución
vechado
una
hombre
h a b e r sido d u r a n t e t o d a su
influencia
personal
en q u e sus negocios
lo rete-
momentos.
Manuel José Vicuña,
s u b l e v a n d o la
población
112
GIL
JUAN
d e T a l t a l c o n t r a el y u g o d e l a d i c t a d u r a ; p o n i é n d o s e al frente d e e l l a c o m o a u t o r i d a d s u p e r i o r d e l d e p a r t a m e n t o ; asociando á sus habitantes para defensa para
común;
organizando
uniformarlos;
ataque
talleres
preparándolo
todo
y para la defensa, y e n v i a n d o , en
batallones de taltalinos
al a u x i l i o
la
militares
de las
para fin,
el sus
fuerzas
con q u e M e r i n o J a r p a se b a t í a h e r o i c a m e n t e
den-
tro d e la a d u a n a d e I q u i q u e y q u e habrían d e dec i d i r el é x i t o d e la l u c h a , M a n u e l V i c u ñ a , r e p i t o , con
estos y
desde página
la
otros hechos; se
primera
jornada
había
d e la revolución
de oro en sus h e r m o s o s
Después de
libertada la
conquistado una
anales.
provincia de
Antofa-
g a s t a d e l i m p e r i o d e la d i c t a d u r a , p o c o s c o m o él p o d í a n , pues, r e s p o n d e r al c a p i t á n den y
la s e g u r i d a d
M o n t t del or-
del nuevo territorio
r e c i e n t e m e n t e p a r a la c a u s a
ganado
constitucional.
Y o había sido en otra época a m i g o y a m i g o de corazón de Manuel José V i c u ñ a y antes de llegar á Antofagasta
había también oído hablar de sus
recientes hazañas; de manera que mi primer s a m i e n t o , al b a j a r á tierra, fué conversar con
pen-
el d e ir á v e r l e
él s o b r e los sucesos q u e
d e tener l u g a r en la ínsula d e su
y
acababan
mando.
E l muelle estaba lleno de curiosos
que
obser-
LA REVOLUCIÓN CHILENA
113
v a b a n á los recién llegados, y d e s d e ese p u n t o y a podía
comprenderse
donde
imperaba
q u e a q u e l n o era un
el
azote
y
el
sable,
lugar
sino una
ciudad libre d o n d e c a d a cual hacía de su c a p a
un
s a y o sin c o n s u l t a r
de
la a u t o r i d a d
para ello
á ningún agente
ni p e d i r la v e n i a á n i n g u n o d e
esos
f r a t e r n a l e s g u a r d i a n e s d e la s e g u n d a d y el o r d e n público que desde Magallanes hasta Caldera velan recelosos p o r la conservación bienes en la s o c i e d a d Á
de estos
preciosos
chilena.
poco andar, llegué á la casa d e la Intenden-
c i a , s i t u a d a e n el c o s t a d o s u r d e l a pal, y preguntando
plaza princi-
al a s i s t e n t e p o r el
dueño
de
c a s a , m e hice a n u n c i a r p o r él, y m i n u t o s
después
t u v e el g u s t o
antiguo
de
estrechar
a m i g o , q u e e r a el m i s m o
la m a n o
del
de otro tiempo, con
rostro abierto y franco, sus m a n e r a s
su
desenvueltas
y caballerescas y su amabilidad de corazón, m e hicieron
recordar la alegre v i d a y los
que
buenos
ratos que en é p o c a lejana h a b í a m o s p a s a d o juntos en A r e q u i p a y en Nuestra
Lima.
conversación,
después
de
los recuer-
dos personales que hicimos de nuestra vieja amistad, rodó
naturalmente
q u e el e j é r c i t o
sobre
constitucional
la
campaña
acababa
de
feliz hacer
e n e s e t e r r i t o r i o , y q u e m e fué p o r él r e l a t a d a 8
en
114
GIL
t o d a s sus partes con llena
de
colorido
i m a g i n a r al que
que
lo
verbosidad
le es n a t u r a l
escucha
o r d e n a d a lectura de un prosa
JUAN
esa
que
elegante y
y
que hace
está oyendo
libro escrito en
la
brillante
castellana.
Durante
el
tiempo
que
ocupación de Antofagasta p i t á n M o n t t , el
intendente
había
precedido á la
por las fuerzas del c a Villegas,
todos los p e q u e ñ o s dictadores
del
al i g u a l
territorio
n o libertado por las a r m a s constitucionales, intentado en v a n o y con todo g é n e r o de
de aun
había esfuer-
zos inspirar á s u s tropas ese ardor violento, c o m o decían
los p e r i ó d i c o s d e B a l m a c e d a , d e q u e
bían estar
p a r a l a n z a r s e c o n t r a los e n e m i g o s blico
y
de-
p o s e í d o s los s o l d a d o s d e la l e g a l i d a d ,
esa
resolución
debían morir en
sus
del orden
inquebrantable
puestos antes que
con
púque
permitir
les f u e r a n a r r e b a t a d o s p o r la c a n a l l a q u e s e h a b í a s u b l e v a d o c o n t r a el g o b i e r n o l e g í t i m o y
ocupado
la rica provincia de T a r a p a c á . Dineros, premios, contemplaciones de toda especie y luego amenazas,
castigos y bárbaros
tamientos, eran puestos
en
Villegas
para
pechos
de
e s a s p o b r e s g e n t e s en el f u e g o a b r a s a d o r d e l
pa-
triotismo; pero
incendiar
tra-
p r á c t i c a p o r el d i c h o
los sencillos
sin q u e n i n g u n o
de
esos
medios
LA REVOLUCIÓN CHILENA
diera
el
resultado
apetecido
115
ni p r o d u j e r a
otras
consecuencias q u e la d e hacerles m á s y m á s insop o r t a b l e c a d a d í a el r é g i m e n m i l i t a r á q u e l a c i u dad vivía Esas
sometida.
tropas,
que
alcanzaban
mil h o m b r e s de las
tres
el f a m o s o b a t a l l ó n
cuerdo
las
en
había
cerca
armas, entre
se c o n t a b a
Imperial
á
las
cuales
Buin de noble re-
pasadas
guerras,
que
venido
botando
poco
e s a s p l a y a s en sus
de tres
el
crucero
á
p o c o á.
repetidos y frecuentes
excur-
s i o n e s al n o r t e , h a b í a n t r a i d o e n el a l m a l a semilla d e la
revolución, después de ver
propios ojos y en y la v e r g ü e n z a
sus
mismos
mala
por
h o g a r e s el t e r r o r
que repartía por
todas partes
a f r e n t o s a d i c t a d u r a p o r c u y a d e f e n s a se les d a b a lejos
de
sus
familias
á
sus
morir
la
man-
en esos
de-
durante
los
siertos lejanos é inhospitalarios. En
vano
últimos las
días
órdenes
el i n t e n d e n t e V i l l e g a s , de. su d o m i n a c i ó n , y telegráficas
de
obedeciendo
la M o n e d a ,
acudía
á los recursos m á s e x t r e m o s é inhumanos, el
t o r m e n t o y los
contener
el
fusilamientos
espíritu
de
en
indisciplina
masa, y
t i n a m i e n t o q u e a m e n a z a b a concluir en instante su
con
su d e s c u a d e r n a d o
como
de
para amo-
cualquier
ejército;
porque
severidad ó barbarie no conseguían otra
cosa
IIÓ
GIL
con tales
medidas
JUAN
que exasperar
soldados, hasta obligar
á
m á s aun á los
uno de
los
batallones
d e la g u a r n i c i ó n , el S a n F e l i p e , á s a l t a r s o b r e t o d o respeto á nes
lupas las
la disciplina
de uno
y embarcarse
á las órde-
d e sus s a r g e n t o s en los botes y
cha-
que encontraron á m a n o y llegar así hasta
escalas del
blindado
Blanco Encalada,
surto
en la b a h í a y q u e s e g u í a con o j o a t e n t o los e x t r a ños movimientos de tierra ( i ) . E s t e suceso y otros de fueron, c o m o era tamente
semejante
natural,
á Iquique por
importancia
comunicados
la e s c u a d r a , y
al capitán M o n t t y sus colegas de la
inmediaobligaron
Delegación
del C o n g r e s o , los señores S i l v a y B a r r o s L u c o , á apurar
los
preparativos
de
la
expedición
y a se p r o y e c t a b a sobre A n t o f a g a s t a y que
que zarpó
a l fin d e a q u e l p u e r t o e l d í a 1 7 d e m a r z o , e m b a r c a d a en los trasportes yados
p o r el c r u c e r o
D e s p u é s de treinta buques
Aconcagua y Maipo horas
expedicionarios
de
navegación,
entraron
A n t o f a g a s t a , y m i e n t r a s el c r u c e r o el b l i n d a d o
convo-
Esmeralda.
Blanco Encalada
puerto
de
Esmeralda
y
sostenían un
c o m b a t e con los fuertes d e
tierra,
( 1 ) Apéndice núm. 4—(N.
E.)
del
al
los
el
ligero
Maipo y
el
LA REVOLUCIÓN CHILENA
Aconcagua
desembarcaron
playa
Coloso,
del
contrario de lo q u e
sin
que
era de
las
tropas frente
dicha
trescientos
á la
operación,
imaginarse,
ningún género de dificultades y L o s mil y
117
al
ofreciera
tropiezos.
hombres
que
formaban
a p r o x i m a d a m e n t e el e j é r c i t o e x p e d i c i o n a r i o , m a r c h a r o n en s e g u i d a en perfecto o r d e n p o r c o l u m n a s con dirección á la ciudad, a n h e l a n t e s d e v e r la c a r a al e n e m i g o y
r e n o v a r allí la gloriosa j o r n a d a
Pozo Almonte. tusiasmo, batirse y
Parecía,
que iban morir
al v e r su c a n d o r o s o
á una
fiesta
p o r la p a t r i a y
más por
de en-
bien que la
á
libertad.
P e r o , la m i s m a facilidad q u e h a b í a n e n c o n t r a d o para
el d e s e m b a r c o e s t a b a
ya
por sí sola
anun-
ciando que sus esperanzas saldrían fallidas y
que
en l u g a r del ejército e n e m i g o , fuerte hasta ese m o mento
de dos
mil ochocientas plazas, no encon-
trarían otra cosa que que éstos dejaran
las tirillas y
trastos
en sus c u a r t e l e s al
abandonar
la c i u d a d q u e días antes p r o m e t í a
ser
las m á s fantásticas
hazañas.
y maravillosas
viejos
teatro
M a n u e l J o s é V i c u ñ a , á q u i e n el c a p i t á n
de
Montt
e n v i a r a al m i s m o t i e m p o c o m o p a r l a m e n t a r i o á l a c i u d a d en los p r i m e r o s m o m e n t o s del d e s e m b a r c o , á
p e d i r al i n t e n d e n t e V i l l e g a s la r e n d i c i ó n d e la
p l a z a , llegó al m u e l l e , s i g u i ó p o r las calles, entró-
Il8
GIL
JUAN
á las oficinas d e la i n t e n d e n c i a , p e r o n o u n a ciudad recién des dictatoriales
a b a n d o n a d a p o r las
y
que
esperaba
vio
sino
autorida-
recibir
pronto
en sus b r a z o s á los g e n e r o s o s l i b e r t a d o r e s q u e s e g u í a n a v a n z a n d o por la a r e n o s a p l a y a del C o l o s o , enardecidos próxima A
ante
la
buena
espectativa
de
una
batalla.
las diez d e la m a ñ a n a d e ese día las
fuerzas
d e l e j é r c i t o c o n s t i t u c i o n a l e n t r a r o n á la c i u d a d fueron á horas
tomar
posesión
d e los cuarteles
antes abandonados, y
c i u d a d a n o s reunidos en
pocas
al día s i g u i e n t e
asamblea
los
p o p u l a r en la
p l a z a p r i n c i p a l o í a n el d e c r e t o m a n d a d o p o r b a n d o p o r el c a p i t á n M o n t t
y
publicar
y p o r el c u a l s e
n o m b r a b a i n t e n d e n t e d e la provincia á d o n
Ma-
nuel José V i c u ñ a y comandante general de armas d e la p l a z a al t e n i e n t e c o r o n e l
don Enrique
del
C a n t o , iniciándose allí d e esta suerte la n u e v a
era
d e p a z , d e l e g a l i d a d y d e l i b e r t a d q u e el e j é r c i t o constitucional
iba l l e v a n d o á los territorios
p a d o s por sus
armas.
ocu-
P e r o el e j é r c i t o d e l a d i c t a d u r a q u e a c a b a b a desaparecer tras de oriente, á cuyas
la
fa'das
cortina se
de
los c e r r o s
e x t i e n d e el c a s e r í o
de del de
la población, ¿dónde estaba y hacia qué punto del desierto
había
volado
en alas del v a p o r
q u e le
L A REVOLUCIÓN C H I L E N A
119
a y u d a r a á fugarse por los rieles del ferrocarril H u a n c a c h a c a , g r i t a n d o á los vientos d e la el
sálvese quien pueda
de la
de
pampa
humillación
y
del
pánico? (i). U n a vez o c u p a d a la
c i u d a d , el c o r o n e l
Canto,
c o m a n d a n t e en jefe del ejército, envió á la estación del S a l a r
una avanzada de
reconocimiento,
d e b í a t o m a r datos sobre la situación del
que
enemigo.
D e s d e el m o m e n t o d e s u f u g a n o s e t e n í a n o t i c i a alguna
de esos
desaparición
heroicos
parecía
fugitivos,
obra
de
cuya
rápida
encantamiento
c o s a s e m e j a n t e . P e r o los r e s u l t a d o s d e esta ración
de
guerra
vinieron
á
manifestar
ó
ope-
de
un
m o d o cierto q u e los heroicos defensores d e la d i c tadura habían
sido
dejarse
fácilmente p o r la espalda,
coger
consecuentes servación camino
bastante precavidos para
no que,
con este plan de defensa y de pre-
personal, no se habían
de
y
detenido en
su a n h e l a n t e f u g a h a s t a
no
el
perderse
d e vista entre los p a j o n a l e s y chircales del caserío de
Calama. E l coronel C a m u s , c o m a n d a n t e de ese
ejército
de verdaderas águilas y cóndores, era indudablemente un hombre
e n t e n d i d o e n el a r t e
' ( i ) A p é n d i c e n ú m . 5 — ( N . del
E.)
supremo
120
GIL J U A N
d e b u r l a r al e n e m i g o p o r m e d i o d e las
escapadas
de largo y alto vuelo. Se
necesitaba,
pues,
organizar u n a fuerte
con
estos
expedición
antecedentes,
al
interior
que
p o r su n ú m e r o p u d i e s e b a t i r á los fugitivos en l a s fortificaciones
naturales que defendían
el
refugio
bien e s c o g i d o d o n d e a h o r a se e n c o n t r a b a n y p a r a este o b j e t o se pidió
á
Iquique
un
refuerzo
en n ú m e r o d e trescientos h o m b r e s , m á s ó
Amazonas,
y á bordo del transporte 2 4 al p u e r t o d e
del ejército constitucio-
encontraban todavía
desconcertados
una dificultad gravísima que para ción
l l e g ó el d í a
Antofagasta.
S m e m b a r g o , los jefes nal se
la tal
en esos m o m e n t o s se presentaba.
é s t a en la falta a b s o l u t a d e
expedi-
medios para
p a r a d o d e los desiertos; pues y
el
coronel
telegráficas de la su fuga t o d o haciendo miento bían
Camus,
traspor-
el m a t e r i a l la
de sus enemigos
escogido
como
obedeciendo
rodante
hacia
del
de
el
órdenes
arrastrado
persecución
cueva
desam-
el i n t e n d e n t e V i l l e -
Moneda, habían
imposible
ante
Consistía
t a r el e j é r c i t o al t r a v é s d e l m á s h o r r i b l e y
gas
que,
menos,
en
ferrocarril, y
el
movi-
lugar que
refugio y
ha-
desde
d o n d e creían p o d e r a r m a r y distribuir su ejército en ágiles m o n t o n e r a s
que se
desparramaran
por
LA REVOLUCIÓN CHILENA
121
el d e s i e r t o é i m p i d i e r a n el m o v i m i e n t o i n d u s t r i a l d e la p a m p a , haciendo
la
los partidarios triunfantes el p l a n
de
guerra
guerra
recursos Tal
á era
que, por telégrafo y desde la
M o n e d a , se les h a b í a o r d e n a d o nuciosidad y
de
del Congreso.
cumplir con
mi-
estrictez.
E n esta gravísima emergencia, que venía á burlar todas las
expectativas
del
ejército
y de sus
j e f e s , el a c t i v o é i n t e l i g e n t e s e c r e t a r i o g e n e r a l E j é r c i t o y la A r m a d a , don J o a q u í n W a l k e r
del
Mar-
t í n e z , d e s c u b r i ó en el f o n d o d e las b o d e g a s d e u n buque quinas
de
vela
a n c l a d o e n el p u e r t o c u a t r o
recientemente
llegadas
de
Europa
para
la C o m p a ñ í a
del Ferrocarril á H u a n c h a c a y
unidas á una
q u e por vieja é inútil h a b í a
el i n t e n d e n t e V i l l e g a s
abandonada
en
que
dejado
la
Maes-
tranza del Ferrocarril, podían ser bastantes el r á p i d o y
má-
para
c ó m o d o t r a s p o r t e d e las t r o p a s al in-
terior. M a n o s á la obra,
dijo entonces
el
feliz
autor
del descubrimiento, é i n m e d i a t a m e n t e ordenó des e m b a r c a r las piezas
escondidas
de las m á q u i n a s
y a r m a r l a s á t o d a p r i s a , al m i s m o t i e m p o q u e t a m bién dio orden
p a r a q u e en la
siesen
y
parches
barco de
guerra,
se blindase,
M a e s t r a n z a se puá la m a n e r a d e un
la vieja y p e r d i d a m á q u i n a
que
122
en
GIL J U A N
virtud
de
esta
renovación
pronto de desempeñar en la p r ó x i m a
el p a p e l
singular más
habría
importante
expedición.
D u r a n t e varios días, y mientras tanto las diversas fracciones del ejército iban
avanzando
m e n t e p o r la p a m p a sin a p a r t a r s e d e
lenta-
la línea d e
o p e r a c i o n e s , q u e e r a el c a m i n o d e h i e r r o , el c a p i tán M o n t t y su activo secretario no dieron paz los t r a b a j a d o r e s d e los talleres d e la estacionándose ahí de terminada
á
Maestranza,
día y de noche
hasta
la difícil y l a b o r i o s a o p e r a c i ó n
n i c a d e la c u a l i b a á d e p e n d e r , s e g ú n
ver
mecá-
se creía, el
é x i t o d e la j o r n a d a . L a s noticias que continuaban
llegando,
entre-
tanto, sobre la situación del ejército d e C a m u s del espírititu que d o m i n a b a
entre
sus
y
soldados,
e r a n el l ó g i c o d e s a r r o l l o d e los a n t e c e d e n t e s ó los sucesos que habían dado
tan
fácil
triunfo
partidarios del C o n g r e s o sobre unas superiores como eran
á
los
fuerzas
tan
las que antes de
la o c u p a -
ción defendían la plaza. M a ñ a n a y tarde, durante esos días, llegaban Antofagasta
pelotones de
soldados
del
á
ejército
fugitivo. T o d a s las g r a n d e s g u a r d i a s ó a v a n z a d a s de exploración con día de sorpresas
su
q u e el c o r o n e l C a m u s campamento,
defen-
abandonaban
L A REVOLUCIÓN CHILENA
I23
s u s p u e s t o s y , t r a y é n d o s e á los oficiales, v e n í a n •entregar
sus
a r m a s á los jefes del
cedor. U n a mañana p l o r a r el c a m i n o soldados carros,
en y
había enviado Camus
de hierro á
una
los
ejército
máquina
soldados,
con
sus
después
a c u e r d o c o n el f o g o n e r o y
á
un oficial y
estación
ex-
veinte
respectivos
de ponerse
el m a q u i n i s t a ,
central de Antofagasta.
de
habían
a m a r r a d o al oficial y s e g u i d o á t o d o v a p o r la
á
ven-
hasta
O t r o d í a , el
i n i s m o j e f e , r e c e l o s o y a d e l a s m á q u i n a s y el v a p o r , había
ordenado
que
un p i q u e t e
á caballo avanzara
hacia
datos del e n e m i g o ,
y
jefe q u e los y
le
á
Carmen
gendarmes
Alto á
tomar
los g e n d a r m e s quitaron
m a n d a b a su
obligaron
de
revólver
seguirles
en la
y
su
al
espada,
deserción.
m á s g r a v e , con todo, era lo q u e se s a b í a
Lo
respecto
a l d e s a r m e q u e el m i s m o c o r o n e l C a m u s s e
había
visto o b l i g a d o á hacer d e u n a parte de su ejército, t e m e r o s o de que esa fuerza trase á t o d a la división
se sublevara y
en el m i s m o s e n t i d o .
E n e s t a s i t u a c i ó n , los p r e p a r a t i v o s vaban á cabo
en
arras-
Antofagasta
q u e se lle-
para la
movilización de l i s tropas al interior,
próxima
habían
ya
felizmente terminado satisfactoriamente. L a s máquinas locomotoras estaban prontas para tar
hasta
Calama
su
preciosa
carga,
remon-
llamando
124
G
I
L
JUAN
entre ellas e s p e c i a l m e n t e la atención la que, a b a n donada
por
vieja
é
inútil
en
los talleres
de
la
m a e s t r a n z a , p a r e c í a a h o r a un n a v i o d e alto bordo> con su b l i n d a j e hábilmente carnicero.
de
acero
dispuestas En
y
sus
para
ametralladoras
un ataque rápido
t o d o listo p a r a la m a r c h a y la posesión del desierto quedaría El del
día 27 de ejército
y
pocas horas más, debía, pues, estar definitiva
asegurada.
marzo,
mientras
constitucional
se
los
batallones
movían
ya
en
su
c a m p a m e n t o de la estación del S a l a r p a r a ser d e aquí
trasportados
á
Sierra
Gorda
y
de
ahí
á
C a l a m a , l l e g ó al cuartel g e n e r a l la noticia d e q u e un piquete de caballería e n e m i g a se h a b í a
desta-
c a d o hacia C a r m e n A l t o , p a r a destruir las m á q u i nas r e s a c a d o r a s de a g u a q u e existen en este p u n to y p r i v a r d e este m o d o al ejército q u e a v a n z a b a , , de un artículo dificilísimo de llevar
desde
Anto-
fagasta y c u y a falta podía considerarse c o m o l i g r o s í s i m a p a r a el é x i t o d e l a e x p e d i c i ó n Inmediatamente dispuso
que
la
entonces
máquina
veinticinco
coronel
blindada,
l l e r í a s e r v i d a p o r el t e n i e n t e y
el
de
Canto
con su
marina
pe-
(1).
arti-
Fuentes
marineros escogidos, t o m a s e en
( 1 ) A p é n d i c e n ú m . 6—(N
delE.J
la
I2¡
L A REVOLUCIÓN CHILENA
estación del S a l a r un
tren
d e carros q u e allí es-
p e r a b a con un p i q u e t e d e c a b a l l e r í a al m a n d o
del
m a y o r Rodolfo Ovalle y una compañía del
bata-
llón de infantería T a l t a l , y q u e con t o d a esta
fuer-
za, que iría
comandada
del
Mayor
Estado
p o r el p r i m e r
don
avanzase rápidamente
Jorge
hasta
el
ayudante
Boonen lugar
Rivera, amagado,
m i e n t r a s el g r u e s o del ejército la s e g u í a en t r e n e s p r e p a r a d o s al
otros
efecto.
S e g ú n lo d i s p u e s t o , el b l i n d a d o n e r o a v a n z ó h a s t a el l u g a r
de
nuevo gé-
amagado,
momentos
antes d e q u e llegaran ahí los e n e m i g o s á realizar su propósito, y d e s c a r g a n d o sobre un tren que á éstos
conducía
introdujo
en
su
artillería
ellos
tal
hubieron de retirarse á los batallones
de
rápida
confusión
y
y
poderosa,
pánico,
pricipitadamente, C a m u s la noticia
d e q u e los
innumerables soldados de Darío venían y a ellos, dándoles a p e n a s t i e m p o C a l a m a y huir á donde
para
que
llevando
sobre
abandonar
ni el d e m o n i o
á
los a l c a n -
zara. E l jefe de la a v a n z a d a , continuó en v a n o la
extraña
carrera, y vano
adelante
máquina llegó
alcanzó
señor
en
hasta
de vano
sobre
guerra
Boonen la su
á Sierra
Calama
y
Rivera,
cubierta
de
vertiginosa Gorda
siguió
y
en
avanzan-
I2Ó
GIL J U A N
do más allá todavía,
porque las águilas y
cóndo-
res del c o r o n e l C a m u s e r a n d e m á s r á p i d o y vuelo y nadie habría verlos
entregar
sus
de
saber d e ellos
a r m a s y sus
alto
hasta
no
banderas á las
autoridades fronterizas de Bolivia, solicitando éstas podía
el
refugio
ponerlos
en al
tierra abrigo
extranjera de
la
que
tenaz
de sólo
persecu-
ción. Con este saínete militar,
llegó á su t é r m i n o
la
f a m o s a c a m p a ñ a d e A n t o f a g a s t a , en la q u e los d e fensores d e la d i c t a d u r a e s p e r a b a n , días antes m á s , ver d e rodillas á sus pies á los a d a l i d e s titucionales,
y
los
aires
de libertad volvieron
s o p l a r e n l a p l a y a y el d e s i e r t o , d o n d e tantes velan
gozan
ahora
de
cuidadosos para
sus h a b i -
acababan
de tener
finalizado
lugar
c i e n t e m e n t e , d e j a b a ver, no y a sólo la la
y
conservarlos.
E s t a última reflexión con que había
misma de
á
estos preciosos bienes
M a n u e l V i c u ñ a la relación e x a c t a y c o m p l e t a los h e c h o s q u e
no
cons-
revolución, sino
el
de
ahí re-
naturaleza
modo
también
c o m o ella es c o m p r e n d i d a p o r la u n a n i m i d a d
del
pueblo chileno, así en sus clases altas y a c o m o d a das y aristocráticas,
c o m o también en sus
capas
sociales m á s humildes y oscuras, d o n d e se recluta
12"]
L A REVOLUCIÓN C H I L E N A
el s o l d a d o y
sale la c a r n e d e c a ñ ó n d e
los c o m -
bates. ¿Por qué, en efecto, los s o l d a d o s
de la
revolu-
ción, m a r c h a n á las batallas altivos y confiados dispuestos á morir por
su
b a n d e r a , sin
y
m i r a r ni
siquiera c o m o posible la v e r g ü e n z a d e la derrota, al
m i s m o t i e m p o q u e los p a r t i d a r i o s d e la dicta-
dura
desertan d e las
talla apenas para huir
si
en
filas
ó en la h o r a d e la
h a c e n el s i m u l a c r o d e la
s e g u i d a , c o m o si
no
ba-
defensa
fueran
de
la
m i s m a r a z a y d e la m i s m a s a n g r e d e s u s o r g u l l o sos competidores? E l h e c h o , n o t i e n e e x p l i c a c i ó n p o s i b l e si n o s e c o n v i e n e en q u e a q u e l l o s tienen la c o n c i e n c i a que los
c u m p l e n u n d e b e r s a g r a d o , lo q u e n o s e g u n d o s ; por lo
pueblo tiene á lo que
se
estas
cual
se
v e q u e el
h o r a s en
ha dicho, una
hijo
E s t a s y otras reflexiones semejantes
anunció
en
que
debíamos
separarnos.
más excelente
negocio urgente
hacíamos
silbato del
q u e d a r m e en A n t o f a g a s t a
c o m p a ñ í a del
pero un
de
representa.
c o n M a n u e l V i c u ñ a , c u a n d o el
deseado
del
C h i l e , al r e v é s
razón clara d e lo q u e es
la dictadura y la causa q u e
nos
de
creen
que
vapor Habría
algunos
d e los
t e n í a el
días
amigos; deber
de
128
GIL J U A N
arreglar en Iquique me obligaba á m a r c h a r m e mediatamente.
Despedíme,
volver pronto, y una vegaba
rumbo
g u i e n t e en
al
prometiendo
h o r a d e s p u é s e l Serena
norte,
Iquique.
pues,
para
in-
anclar
al
na-
d í a si-
Lima, á 2J de junio de
I
QUIQUE,
la r e i n a del d e s i e r t o , con sus
narios y
sus torrecillas y minaretes
i8gi
campa-
brillando
a l sol q u e entibia las a g u a s d e su bahía, p o b l a d a d e b a r c o s d e todas las naciones, h a c i a las cuales desc i e n d e n d e los m u e l l e s
miles de obreros,
•doles las r i q u e z a s del d e s i e r t o ; pies duermen la vieja
batidos por
Esmeralda,
las
trayén-
Iquique, á olas los
cuyos
restos
de
sobre cuyo puente ensangren-
t a d o el m á s g r a n d e d e los h é r o e s
del m a r
d a r a la l e y e n d a d e los t i e m p o s h e r o i c o s ; c i u d a d s a n t a de la revolución, á c u y a s
recor-
Iquique, puertas
h a b í a n l l e g a d o un día á d e p o s i t a r las tablas d e l a 9
130
GIL J U A N
Constitución y d e la ley sus
primeros y
d o s d e f e n s o r e s ; I q u i q u e , el a s i l o
abnega-
sagrado del
pa-
triotismo chileno, á c u y a s puertas venían en l a r g a y dura peregrinación
t o d o s los
emancipados
dictador y que aspiraban c o m o á un m o el
llevar
sobre
su
b r a z o la
del'
bien supre-
banda
roja
dct
constitucionalismo; Iquique estaba á nuestra vist a , y el e n t u s i a s m o y l a a l e g r í a a r r e b a t a b a n á los habitantes
de á bordo, pareciéndoles
momentos de tierra y
espera
que
les
largos
impedían
bajar
abrazar á sus amigos, compañeros y
losá ca-
maradas. U n a multitud todas formas
de
pequeñas
y tamaños, desde
embarcaciones la falúa
á
d e la c a p i t a n í a d e l p u e r t o h a s t a el p e q u e ñ o chorro
m a n e j a d o por
un
solo
de
vapor chin-
r e m o , r o d e a b a el'
v a p o r , á l a m a n e r a d e u n a flota d e e n a n o s d e m a r , , y los d i á l o g o s á v o c e s s o s t e n i d o s entre los d e arrib a y los de a b a j o , aquéllos p r e g u n t a n d o sobre l o s ú l t i m o s s u c e s o s y éstos r e s p o n d i é n d o l e s en
frases
a l e g r e s , g r a c i o s a s ó p i c a n t e s , d a b a n al e s p e c t á c u l o una animación y vida
d i f í c i l , si n o i m p o s i b l e , d e
relatar ó describir con su
natural y
exacto colo-
rido. A l fin l a s a u t o r i d a d e s p a s a j e r o s en
marítimas dejaron á
libertad para trasladarse
á tierra,
los y
LA REVOLUCIÓN CHILENA
131
y o p u d e entonces en c o m p a ñ í a de varios de ellos t o m a r p o r a s a l t o u n o d e los b o t e s a t r a c a d o s á la escala y
d i r i g i r m e al
muelle
y
á la A d u a n a
d o n d e d e s e a b a hallar á un a m i g o q u e debía litarme
en
faci-
el a r r e g l o d e u n n e g o c i o i m p o r t a n t e
que
m e h a b í a t r a í d o h a s t a allí. Después de una conferencia breve
con la per-
s o n a en cuestión y satisfecho en t o d o lo q u e p r e t e n d í a , fui c o n e l l a á v i s i t a r el edificio d e la A d u a na,
rodeado todavía
por
los
escombros
de
las
manzanas de casas quemadas y aventadas por los terribles p r o y e c t i l e s d e los c a ñ o n e s d e la en el c o m b a t e d e l 1 9 d e f e b r e r o , y p u d e
escuadra formarme
una idea clara de ese importante suceso, siguiend o p a s o á p a s o las huellas q u e h a b í a d e j a d o en edificio
el
y o y e n d o la relación q u e mi g u í a t u v o la
bondadosa atención
de hacerme,
comprendiendo
el i n t e r é s q u e t e n í a e n s a b e r t o d o s l o s h e c h o s r e l a c i o n a d o s c o n el d e s a r r o l l o d é l a Después de donde
revolución.
la d e s a s t r o s a r e t i r a d a
de
Huara
casi fenece la revolución en su cuna, y
consiguiente y
lógico
abandono de Pisagua
r
el por
la m i s m a causa, las n a v e s d e la e s c u a d r a se habíanc o n c e n t r a d o en el p u e r t o d e I q u i q u e , ú n i c o
pun-
to, p u e d e
d e c i r s e , q u e e n el i n m e n s o d e s i e r t o
Tarapacá
ocupaba
todavía
el p e q u e ñ o
de
ejército
132
GIL
JUAN
c o n s t i t u c i o n a l ; p e r o q u e , p o r lo m i s m o , d e b í a á t o d o trance ser defendido y sostenido c o m o base d e las o p e r a c i o n e s q u e habrían de e m p r e n d e r s e p r ó x i m a m e n t e , contra los n u e v o s c o n t i n g e n t e s d e p a s q u e el d i c t a d o r
enviaba
desde
tro-
Valparaíso
á
C a m a r o n e s y d e a h í á H u a r a en a u x i l i o d e la e x t e n u a d a división del coronel R o b l e s ,
acantonada
t o d a v í a en ese lugar. El
1 9 de febrero,
un piquete
de
soldados
del
batalión C h a ñ a r a l q u e h a b í a hecho la g u a r d i a la c i u d a d d u r a n t e
la noche,
amanecer á bordo de
habíase retirado
los b u q u e s y no
de al
quedaban
e n la p l a z a s i n o u n o s p o c o s m a r i n e r o s á las ó r d e nes del c o m a n d a n t e de a r m a s don V i c e n t e M e r i n o J a r p a , c u a n d o el c o r o n e l S o t o , q u e c o m a n d a b a una parte del ejército de Robles, descendiendo de la p a m p a d u r a n t e la n o c h e y d e s l i z á n d o s e
oculto
p o r u n a g r u e s a c a m a n c h a c a , d e s d e el a l t o d e l M o 1 le h a s t a los e s t a n q u e s d e l a g u a d e P i c a y d e a h í h a s t a el c o r a z ó n d e la c i u d a d , s e a p o d e r ó p o r s o r presa
d e los
alrededores
de
la
Aduana,
donde
M e r i n o J a r p a se h a l l a b a con su g u a r d i a ; y , c e r c a n d o el e d i f i c i o c o n s u s t r o p a s , i n i c i ó e l a t a q u e tra les q u e lo defendían
(1)
Apéndice
nnni.
(1).
7 . — ( N . del
E.)
con-
I.A REVOLUCIÓN CHILENA
¡33
U n a lucha tremenda y desesperada se c o m p r o m e t i ó e n t o n c e s entre los u n o s y los otros. E l pitán M e r i n o J a r p a , a u n q u e s e c u n d a d o
ca-
solamente
p o r el p e q u e ñ o n ú m e r o d e s u s s u b o r d i n a d o s , c o m p r e n d i ó d e s d e el ción le
primer
m o m e n t o q u e su
i m p o n í a el d e b e r d e m o r i r
antes que
ceder
al e n e m i g o
en su
el p e d a z o
puesto
de
p o r él o c u p a d o y q u e e q u i v a l í a á l a c i u d a d y
situa-
tierra entera,
¡ q u i e n s a b e si al p o r v e n i r d e la r e v o l u c i ó n !
t r a n q u i l i d a d h e r o i c a a r e n g ó e n t o n c e s á los excitándolos
á e s p e r a r en lo i m p o s i b l e ó
Con suyos
sacrifi-
carse y morir, y r o m p i ó sus fuegos s o b r e las tropas d e S o t o , a c e p t a n d o la l u c h a sin c o n t a r el escaso
d e los
suyos
ni
la multitud d e
número sus
con-
U n a hora había pasado, y después otra y
otra;:
trarios.
la l u c h a s e p r o l o n g a b a al t r a v é s d e l d í a sin q u e los asaltantes consiguiesen avanzar un paso m á s de
la
línea de
humo y
de
fuego dentro
de
l l a m a s los d e f e n s o r e s
sostenían impávidos
y
cuyo círculo
de
del edificio
se
terribles; era un
combate
h o m é r i c o e n q u e el j e f e y los s u b o r d i n a d o s lizaban en i n d o m a b l e energía;
la
ciudadela
g u a r d a en su recinto la m e m o r i a d e P r a t no s e r v e n c i d a ni
allá
rivaque podía
mancillada...
P e r o e n e s o s m o m e n t o s el a g u a y l a s
municio-
134
G I
nes y
comienzan
¿qué
hacer
L JUAN
á faltar á los h e r o i c o s y
c ó m o a p u r a r la
defensores,
energía
cuerpos e x t e n u a d o s y e x i g i r al brazo que g a s e con u n a a r m a inútil en las m a n o s apretadas y
de
los
descar-
nerviosas,
febriles?
Merino Jarpa
pregunta
entonces
á sus
solda-
dos, cuáles d e ellos serían b a s t a n t e atrevidos a b r i r s e p a s o al hasta
los
t r a v é s d e la l í n e a e n e m i g a ,
buques
de
n o se le e n v i a b a n a u x i l i o s
de
allí
d e l d e b e r , si
hombres, de
agua
municiones.
L a empresa
parece
sólo de hombres
más
pitán, pidiéndole heroica
hazaña;
que
los
ni u n o
solo
i n m e d i a t a m e n t e á su
s e r el cada
pero
elegido
para
ca-
realizar la
c u a l q u i e r e s e r el p r i m e r o
e n el sacrificio y e n la m u e r t e ; ellos son
riesgosa, propia
desesperados;
d e ellos d e j a d e rodear
ficio,
llegar
la e s c u a d r a y declarar
s u r e s o l u c i ó n d e m o r i r en el p u e s t o
y de
para
designados y
pero
saltan
resueltos á p e r e c e r en la
sólo dos
fuera del
de edi-
demanda.
S e l e s vio e n t o n c e s c o m o á d o s d e m o n i o s , s e g ú n d i j e r o n m á s t a r d e los s o l d a d o s d e S o t o , s a l i r polla a n c h a puerta, cruzar la distancia q u e los separaba del
muelle
bajo una
lluvia
de fuego,
j a r s e con las piernas b a n d e a d a s por los les
sobre
un
bote
atracado
al
arro-
proyecti-
embarcadero
y
LA REVOLUCIÓN CHILENA
135
'buscar en seguida con ojos ansiosos los remos
queempujaran
la embarcación
flexibles hasta
la
línea d e los buques d e guerra. Pero, ¡desgracia! la pequeña embarcación n o t e nía remos. ¿Qué hacer? S e arrojan al m a r y alcanzan otra, que estaba en iguales condiciones. ¡ S i e m p r e d e s g r a c i a ! Y a casi n o e r a p o s i b l e ; sin
embar-
.go, su decisión n oencuentra obstáculos; s e desnud a n y h a c e n u n e s f u e r z o s u p r e m o ; p o r fin l l e g a n á
n a d o y h e r i d o s h a s t a l a e s c a l a d e l Blanco
calada
y ahí y sobre la cubierta
todavía
En-
tienen
fuerzas para cumplir la orden d e su capitán. Momentos después, los voluntarios del Taltal, •enviados
desde
la escuadra,
consiguen
arribar
h a s t a la p l a y a , saltan d e á d o s en d o s á tierra, y descargando
s u s fusiles, entran
á
la A d u a n a e n
•medio d e l loco entusiasmo d e susdefensores; l o s -cañones d e la escuadra
barren
al mismo
tiempo
"las t r o p a s d e S o t o p a r a p e t a d a s e n l a s c a s a s d e l o s •alrededores d e l edificio,
mientras
el incendio
y
la destrucción rodean c o m o en uncírculo d e fuego infranqueable
á
los combatientes;
la lucha, s e
prolonga porfiada y terrible; pero y a I q u i q u e e s t á salvado. Después d e diez horas d e combate,
el jefe d e
Jos a s a l t a n t e s s e retira, y e n s e g u i d a p a c t a el a r -
136
G i l . JUAN
misticio y luego rinde sus a r m a s ellas
debían
Pozo
algunos
Almonte
y
días
más
asegurar
á
los q u e
core
tarde vencer
el é x i t o
de
en
la revo-
lución. E n t r e los g r a n d e s
hechos
que
ennoblecen
p á g i n a s d e la historia d e las g u e r r a s en
pocos, c o m o
en este,
americanas,
r a y ó el v a l o r c h i l e n o
la altura del s u p r e m o h e r o í s m o ; d e s d e ese capitán
Merino
Jarpa
ejército
constitucional
fué y
comisiones más arduas y E l destino
d e la
las.
el
hijo
d í a el
mimado
del
le f u e r o n c o n f i a d a s
las.
difíciles.
guerra parece haberse
enca-
p r i c h a d o con ese h o m b r e , d e s d e las p r i m e r a s ras
de
la
historia
revolución
de
la
nunciamiento
de
á
un
modo
campaña, desde
el
tal, día
ho-
que del
d e la e s c u a d r a , p a r e c e , en
la
pro-
efecto,.,
su p r o p i a historia, y su n o m b r e e s t á allí, en
cada
u n a d e s u s p á g i n a s , c o m o el d e u n a d e l a s
figuras,
más prominentes deada de
y
más
hermosas,
uua aureola de fuego
y
siempre
coronada
rocon,
los sangrientos laureles d e la victoria. E l día 1 2 d e enero, llevando á b o r d o del
Ama-
zonas s o l a m e n t e 1 2 m a r i n e r o s y 6 4 s o l d a d o s , t o m a , p o r sorpresa á C o q u i m b o y se a p o d e r a d e la plaza;; se dirige
en s e g u i d a
guarnición, exige
á
la
Serena,
la e n t r e g a
de
sorprende
la c i u d a d
y
sn se:
LA REVOLUCIÓN CHILENA
137
a d u e ñ a con la rapidez del r a y o d e t o d a la p r o v i n c i a , h a c i e n d o d e e l l a el c u a r t e l g e n e r a l d e l miento
revolucionario
y
movi-
el l u g a r d e d o n d e
éste
h a b r í a de s a c a r los p r i m e r o s e l e m e n t o s d e armasy
municiones para emprender con
é x i t o la c a m -
p a ñ a del norte ( i ) . Luego, á
bordo
del
serie de operaciones la costa.
Ya
población;
emprende
una
r i e s g o s a s y difíciles en
s e le v e
y a en
Cachapoal
toda
en C h a ñ a r a ] , o c u p a n d o
Pisagua,
p u e n t e d e s u b a r c o el a v a n c e d e l o s e n e m i g o s tierra; y a en H u a n i l l o s , T o c o p i l l a y otros l l e v a n d o al coronel
la
c o n t e n i e n d o d e s d e el de
puntos,
Canto y libertando estas
po-
blaciones del y u g o d e la d i c t a d u r a ; y a en T a l t a l , socoriendo á sus habitantes con municiones y veres;
y a , otra vez, en
P i s a g u a , en
cuyas
ví-
aguas
d i r i g e el d e s e m b a r c o p a r a la r e t o m a d e la p l a z a . Encerrado,
p o r ú l t i m o , en la A d u a n a d e
Iqui-
q u e , c o m o lo h e m o s r e c o r d a d o , y c e r c a d o p o r las tropas de
Soto, se defiende
con
un
puñado
de
valientes dentro d e sus muros durante diez horas de horrible lucha tular,
afia'nzando
y
o b l i g a á su
con
su
enemigo á
heroísmo
definitiva d e la c i u d a d y p r e p a r a n d o
(1) Apéndice núm.
8.—(N.dclE.)
la
capi-
posesión
los e l e m e n -
I38
GIL J U A N
tos con
que días
después
habría
de ganarse
la
victoria de Pozo A l m o n t e (1). S i n e m b a r g o d e estos gloriosos hechos, los
que
se a c e r c a n a l j o v e n h é r o e , a p e n a s s i s a b e n p o r l o q u e él d i c e , q u e e s u n a c t i v o m a r i n o , o b e d i e n t e la
consigna y
que
ha hecho
durante
la
guerra
a l g u n a s o p e r a c i o n e s de m a r , c u m p l i e n d o las trucciones de sus jefes
á
ins-
superiores.
D e s p u é s d e s a l i r d e l a A d u a n a , fui á r e c o r r e r l a c i u d a d , q u e en su parte material h a v a r i a d o pletamente
desde hace
pocos años á
com-
esta parte,
e n g r a n d e c i é n d o s e y h e r m o s e á n d o s e c o n el v i o l e n to
desarrollo
de sus riquezas, de
su comercio
d e s u i n d u s t r i a , q u e l a d a n e n el d í a
una
t a n c i a especial en el m o v i m i e n t o m e r c a n t i l d e costa;
y
en
seguida me
algún reposo y
esperar
retiré una
al hotel
naria de Santiago me había
hecho la alta
E.)
para
revolucio-
d e confiarme á mi salida de esa ciudad.
( 1 ) A p é n d i c e n ú m . 9 . — ( Ñ . del
la
á tomar
hora oportuna
c u m p l i r c o n l o s e n c a r g o s q u e la J u n t a
y
impor-
honra
X I
Lima, á jo de junio de
iSgi
ESCANSABA t r a n q u i l a m e n t e en mi estrecha JL>/
celda del " H o t e l F r a n c i a é Inglaterra.!
-gozaba de ese reposo que tanto á los n a v e g a n t e s
a g r a d a en
y
tierra
i n m e d i a t a m e n t e después de un
l a r g o v i a j e , c u a n d o el s i r v i e n t e m e t r a j o u n a
pe-
q u e ñ a e s q u e l a , c o n el n o m b r e d e l s e ñ o r d o n W a l d o Silva, Presidente del S e n a d o de Chile y d e la D e l e g a c i ó n
miembro
del Congreso Nacional, y
en
la
cual dicho señor m e invitaba galantemente á c o . tner esa monia
y
tarde de
en
su
casa
habitación,
sin
toda confianza, ó c o m o decía
q u e l a , e n t r a j e d e c a m p a ñ a , si l o t e n í a .
cerela e s -
I40
Á
G I L JUAN*
las seis y m e d i a
con la
d e la
tarde
vestíme, pues,,
d e c e n c i a posible, y m e e c h é á la calle en
b u s c a del palacio poner habitaran
ó castillo fuerte que era de sulos
ó sean, los d e l e g a d o s
príncipes del
d e la
revolución,,
Congreso, á quienes
la
prensa dictatorial de Santiago pintaba c o m o unas especies de Sardanápalos, ó como unos monstruos feroces, con cabezas de toro, vientres de avestruz, y garras de león, y p r e g u n t a n d o llegué á poco andar á una c a s a d e la calle de había
guardias y
todos
me
preguntando
pequeña
y
modesta
Baquedano, á cuya puerta ni
indicaban
encumbrados
y
siquiera porteros, pero como
la
residencia
y orgullosos y terribles
de
no que tan
caballeros-
G o l p e é por dos v e c e s á la puerta y y a m e prepar a b a á h a c e r un tercer a n u n c i o d e mi p e r s o n a esa forma verdaderamente
en.
primitiva, cuando sa-
lió d e u n s a l o n c i t o q u e d a b a al p a s a d i z o u n
caba-
llero de patillas blancas, que m e invitó cortésmente
á
pasar
adelante, y
nombre, redobló
sus
que
luego,
atenciones,
e n t r a r y p r e s e n t á n d o m e en
al
saber
mi
obligándome
s e g u i d a al s e ñ o r
rros L u c o , su c o l e g a d e D e l e g a c i ó n ,
á.
Ba-
que allí con
él v i v í a y d e l c u a l n o s e h a b í a s e p a r a d o d e s d e el d í a en q u e a m b o s
fueron
á b o r d o d e la
escuadra
á h a c e r al c a p i t á n M o n t t la n o t i f i c a c i ó n oficial
de
LA REVOLUCIÓN CHILENA
I4I
l a d e p o s i c i ó n del P r e s i d e n t e B a l m a c e d a , en bre
y
por
voluntad
expresa
del
nom-
Congreso
Na-
cional. — Por
carta
del
Intendente
don Manuel Vicuña, mos sabido que hemos tomado
me dijo
usted la
D i las gracias
libertad
al
el s e ñ o r S i l v a , h e -
de
noble
s e g u i d a le e n t r e g u é
poner
en
y
sus
recibiera
del
y
nos
probar
campaña. anciano
los
papeles
patriota que
noble
desde Santiago
q u e s o b r e el
amigo
d e j a d o e n el c e n t r o m i s m o
y
para la
manos, cumpliendo
f i e l m e n t e el e n c a r g o e x p r e s o cular
Serena,
invitarle á
D e l e g a c i ó n del C o n g r e s o traía que debía
Antofagasta,
v e n í a en el
hoy nuestro pobre rancho de
en
de
á quien
d e los h o r r o r e s
y así
partihabía de
la
d i c t a d u r a , l u c h a n d o á b r a z o p a r t i d o c o n el m o n s truo que amenazaba
devorarle.
E l Presidente del S e n a d o de Chile tener de sesenta y cinco á setenta •embargo, llevaba
sobre
sus
aparentaba
años,
hombros
q u e , sin
como
una
c a r g a l i g e r a t o d a v í a , sin q u e ellos fueran o b s t á c u l o ó le i m p i d i e r a n militar,
política
y
dedicarse
á
la
administrativa
enorme que
tarca
desde
el
p r i m e r d í a d é l a r e v o l u c i ó n le e x i g í a la m a y o r a c t i v i d a d y t o d a la c o n s a g r a c i ó n de q u e un h o m b r e •de e s t a d o d e b e s e r c a p a z e n t a l e s
circunstancias.
142
GIL JUAN-
E S un privilegio de las naturalezas te s a n a s y d e d i c a d a s á las labores
moralmen-
d e l e s p í r i t u el
c o n s e r v a r h a s t a la e d a d m á s a v a n z a d a la integridad
de sus
facultades intelectuales
p o d e r d e aplicación á los trabajos
con
todo su
más
arduos
y
difíciles. D e s p u é s de una larga vida consagrada por entero á la carrera pública y
á
la
d i c i a l , el h o n o r a b l e s e ñ o r S i l v a mentos
todavía un
energía
intelectual que no se
medio
de
sus
bien, parecía propio
esa
manera
experimentar
m i e n t o s ni p o s t r a c i o n e s q u e a u n
en
y
de en
q u e , antes-
c o m o en esos
Su
su.
decai-
los a ñ o s
la m o c e d a d se padecen c o m o verdaderas ciones d e la
mo-
descanso
trabajos, sino
de
e l e m e n t o , sin
daba
ju-
esos
h o m b r e lleno d e vigor
activos estar
magistratura era en
de
imposi-
naturaleza.
colega de Delegación,
el
P r e s i d e n t e d e la
C á m a r a de Diputados señor Barros
Luco,
pare-
c i ó m e s e r q u i n c e ó v e i n t e a ñ o s m e n o r , p e r o d e una s p e c t o físico
reposado y
tranquilo, que
trastaba á primera vista con la activa
si
con-
nerviosidad
d e su c o m p a ñ e r o , debía indudablemente y por lo mismo hacer en todos los lo exigía.
fácil y s e g u r o el a c u e r d o d e a m b o s a c t o s en q u e el s e r v i c i o d e su
causa
LA REVOLUCIÓN CHILENA
El
temperamento
143
nervioso-sanguíneo,
dicen,
l o s h o m b r e s d e l a c i e n c i a , e s el m á s f u e r t e y
pode-
roso, y lo q u e es aplicable m e n t e , lo
labor
individuo
aislada-
es sin d u d a a l g u n a á la asociación
varios, en la q u e c a d a la
al
cual pone
c o m ú n , su facultad
t e n d e n c i a especial de su
de
d e su p a r t e , en
predominante
y
la
naturaleza.
P o r esta razón, esos dos h o m b r e s se entendían y c o m p l e t a b a n el u n o al o t r o y d e tal m a n e r a , d e s d e el d í a en q u e el d e s t i n o d e la g u e r r a los o b l i gara á marchar juntos, que realmente no eran sino una sola persona moral, que obraba con una voluntad
y
con
energías propias
las c u a l i d a d e s del
uno
especiales
sola y
las
y del otro, fundidas
y
h e r m a n a d o s por indisoluble lazo. P o r ellos s u p e las circunstancias, de muchos todavía,
que
les
obligaron
darse á la E s c u a d r a y permanecer el p r i m e r i n s t a n t e
desconocidas
en
del pronunciamiento,
n a n d o hijos, familia y c o m o d i d a d e s en á la c a u s a q u e i b a n á d e f e n d e r , y á sacrificar,
á
no sólo éso, sino hasta
trasla-
ella
desde
abandohomenaje
disponiéndose vida
mis-
m a , al triunfo de su causa, j u z g a d a p o r ellos
la
co-
m o la d e la s a l v a c i ó n d e su país, l l e v a d o al b o r d e de un a b i s m o por la a u d a c i a culcador de sus leyes.
insolente
del
con-
144
GIL J U A N
Clausurado • d e c l a r a d o el •enero, q u e
el C o n g r e s o N a c i o n a l
adelante
g o b e r n a r í a sin
sobre
c i a y el f u n d a m e n t o d e l r é g i m e n
extremos, que
por m e d i o d e la tirano
que
superior
de
á la
de
éste
tan ley
cínica
otros
republicano
de
del país sino
eran, ó la
cual podría
y
decirse, la sustan-
g o b i e r n o , no q u e d a b a á la elección de dos
de
leyes
sin h a c e r c a s o a l g u n o d e las d i s -
constitucionales
p u n t o s , d e los q u e son, p u e d e
uno
habiendo
P r e s i d e n t e B a l m a c e d a , el d í a i . °
en
presupuestos y posiciones
y
revolución
s a c u d i r el y u g o
manera
fundamental
se
del
declaraba
del E s t a d o ,
sometimiento silencioso á s u autocrátíco
ó el
capricho
q u e le i m p o n í a , en c a m b i o d e su t r a n q u i l i d a d , la vergüenza,
la d e s h o n r a
y la
abyección
incondi-
cionales. E n estas circunstancias, los representantes país, ó lo q u e es lo m i s m o ,
los m i e m b r o s d e
bas r a m a s del C o n g r e s o , decidieron la del Presidente,
haciendo
uso para
del am-
deposición
ello d e la
fa-
c u l t a d q u e la C o n s t i t u c i ó n les c o n c e d í a , d e d e t e r m i n a r los casos
en q u e el j e f e d e l
E s t a d o se ha-
l l a b a en la i m p o s i b i l i d a d d e g o b e r n a r , y al efecto firmaron
el a c t a
•después de por primera
mi
de
deposición,
llegada á
vez en la
documento
Iquique
prensa
de
se
que
publicaría
esta ciudad,
y
LA REVOLUCIÓN CHILENA
145
-que, por la a l t u r a y n o b l e z a d e sus c o n c e p t o s , á la la vez q u e lo r a z o n a d o
é
incontrovertible
e x p o s i c i ó n , es u n a p i e z a n o t a b i l í s i m a y q u e
de
su
honra
á los q u e la suscribieron ( i ) . La
casa, en
notabilísimo
Santiago,
estadista
I r a r r á z a v a l , fué sentantes del d e s d e el d i a
el
del
señor
ilustre don
senador
Manuel
lugar de cita para esos repre-
país, vigilados, cada uno de i.°
y
José
de enero, por
los cien
ellos,
ojos
del
A r g o s d e la policía é imposibilitados, por lo m i s mo, para celebrar
reunirse
e n el l o c a l
una reunión
de
sus
sesiones ó
s o l e m n e y p ú b l i c a á la
que
para tan g r a v e negocio fueran c o n v o c a d o s y en
la
cual no habrían conseguido otra cosa q u e ser sorp r e n d i d o s y a p a l e a d o s por los s a y o n e s d e la dictadura, c o m o se había d e t e r m i n a d o hacerlo en
este
caso. El
honorable señor
Irarrázaval
recibía
en
salón principal d e su e s p l é n d i d a biblioteca a colegas
introducidos
sacando de
entre
secretamente
las hojas de uno
hasta d e los
allí,
•ellos i b a
firmantes,
á medida que cada uno
llegando, para
que
( 1 ) A p é n d i c e n ú m . 1 0 . — ( N . del 10
la
E.)
y
libros
d e los e s t a n t e s el a c t a c o n s a b i d a , p o n í a l a a n t e v i s t a d e los
el sus
suscribieran
la de en
I46
GIL J U A N
d o s e j e m p l a r e s , d e s t i n a d o el u n o p a r a el ejércitod e t i e r r a y el o t r o p a r a s e r r e m i t i d o á V a l p a r a í s o y darlo á conocer á
los jefes y
tripulantes de la
Armada. E n pocas horas y m e d i a n t e este procedimiento,, los
miembros
c r i b í a n el
de la m a y o r í a del
histórico
documento,
Congreso y desde
sus-
ese día
s o l e m n e , el P r e s i d e n t e B a l m a c e d a , d e j a b a d e s e r el p r i m e r m a n d a t a r i o d e l p a í s c o n f o r m e á l a s l e y e s , , para no tener otro carácter
p ú b l i c o q u e el d e u n
u s u r p a d o r v u l g a r , a l z a d o en a r m a s con la fortuna y
el h o n o r d e C h i l e . A s í firmada
el a c t a
de deposición,
guida dada á conocer á tados
en V a l p a r a í s o
ese o b j e t o , los q u e ,
los jefes
á una
de
reunión
después de
fué en seb u q u e s , ci-
privada
con
i m p o n e r s e d e su
c o n t e n i d o , r e s o l v i e r o n el p r o n u n c i a m i e n t o y a c o r daron las
medidas
oportunas
propósito indicado, que según
las
palabras
y
conducentes
m i s m a s del
c o a d y u v a r con las fuerzas
acta, que
navales
d e su
al d e r r o c a m i e n t o d e la d i c t a d u r a y e! miento del
al
n o e r a ni p o d í a ser o t r o ,
i m p e r i o de la Constitución
el d e mando
restableciy
de
las
leyes. Todo
estaba, pues,
resuelto y
convenido
pa-
r a el p r o n u n c i a m i e n t o , c u a n d o a l g u n o s d e l o s j e -
LA REVOLUCIÓN CHILENA
fes d e
marina
hicieron presente
I47
la
conveniencia
d e q u e los presidentes d e a m b a s r a m a s del greso, representantes natos d e ellas, sen á bordo una
de las
verdadera
naves y,
delegación
se traslada-
constituyendo
del poder
manifestasen
al p u e b l o
carácter de la revolución
y
virtud
la
de esta manera
naturaleza
los jefes
de mar
de obediencia que hasta ran
á
las
hubía y a Esta práctica
órdenes
de
del iban
tangible que iba á
mandato á
en
cuya
r o m p e r los
e n t o n c e s los
un p o d e r q u e
allí
legislativo,
el v e r d a d e r o estallar
Con-
lazos
mantuviede
derecho
desaparecido. insinuación tan justa indiscutible,
y de
conveniencia
fué a t e n d i d a , c o m o era n a -
tural, p o r la J u n t a r e v o l u c i o n a r i a
organizada en-
t r e l o s m i e m b r o s d e la R e p r e s e n t a c i ó n y c o n e s t e m o t i v o , el d í a 6 d e e n e r o , Silva y Barros
Nacional, los
L u c o se trasladaron de
señores Santiago
á V a l p a r a í s o , y en la n o c h e d e ese m i s m o día
fue-
ron á b o r d o del b l i n d a d o B l a n c o E n c a l a d a , d o n d e el c a p i t á n M o n t t d e b í a
levantar pocas horas des-
pués su insignia de c o m a n d a n t e en jefe de la a n u n c i a n d o al país la h o r a g l o r i o s a d e
flota,
la revolu-
ción. Desde
esa
fecha,
los
presidentes
C á m a r a s , de la m i s m a m a n e r a
q u e los
de
ambas
delegados
148
GIL J U A N
d e l D i r e c t o r i o en los graneles días d e la revolución francesa, h a b í a n p e r m a n e c i d o en la n a v e
almiran-
t a , f o r m a n d o c o n el c a p i t á n M o n t t u n a e s p e c i e d e junta
directiva
p a r t e en
de
todos los
las
operaciones,
incidentes,
y
tomando
ora gloriosos,
tristes y d e s e s p e r a d o s , d e la p r i m e r a y é p o c a d e la c a m p a ñ a , h a s t a
ora
tremenda
q u e el t r i u n f o d e P o -
zo A l m o n t e y l a posesión á firme y definitiva Tarapacá,
les p e r m i t i ó
organizar en tierra Estudiando ripecias de esa
con
trasladarse
un gobierno
á Iquique
minucioso interés las mil
primera
época de
la
de
constancia
con ellos, y o
les oía e s a
esos
la g r a n
sión patriótica q u e se les h a b í a confiado. mesa
pe-
revolución,
y la energía e x t r a o r d i n a r i a s d e s p l e g a d a s por d o s h o m b r e s e n el c u m p l i m i e n t o
y
provisional.
n o se p u e d e p o r m e n o s d e a d m i r a r la
á la
de
mi-
Sentado
tarde
narrar
c o n la n a t u r a l i d a d y m o d e s t i a p r o p i a s del
verda-
d e r o mérito, a l g u n o s d e esos incidentes d e la g u e rra y v e r d a d e r a m e n t e no podía m e n o s de les t o d o
el t r i b u t o d e
rendir-
mi admiración. Cien
veces
el d e s t i n o t o r n a d i z o d e la g u e r r a h a b r í a q u e b r a n tado
en
otros h o m b r e s m á s j ó v e n e s y fuertes
la
c o n s t a n c i a y l a fe sin l í m i t e s q u e l o s h a b í a n s o s t e nido en la g l o r i o s a e m p r e s a .
P e r o en ellos, c a d a
g o l p e terrible de la fortuna n o h a b í a
conseguido
LA REVOLUCIÓN C H I L E N A
I49
s i n o r e t e m p l a r el a c e r o d e s u s v o l u n t a d e s , r e s u e l tas
á todo
en
m e d i o d e la a d v e r s i d a d y
la des-
gracia. Ahora
esos
contentos.
dos
¿Y
hombres
cómo
no
se sentían felices
h a b í a n d e e s t a r l o , si
y ya
v e í a n s u b a r c a e n el p u e r t o d e s p u é s d e h a b e r c r u z a d o con ella sobre t o d o s los escollos y bajíos d e u n a m a r en c u y a s
orillas inhospitalarias eran re-
c h a z a d o s por la terrible
fuerza
de
las
rompien-
tes? D e s p u é s d e h a b e r d e s e m b a r c a d o en
Pisagua
y v e n c i d o en la p a m p a , y a r r o l l a d o en t o d a s
par-
tes al e n e m i g o c o n las m i s m a s a r m a s q u e é s t e les proporcionara y
con los m i s m o s h o m b r e s q u e
en
m e d i o d e los p e q u e ñ o s c o m b a t e s se p a s a b a n á sus filas,
¿cómo
triunfo
cierto
razón, y
de
lógica
ó
de
Evanjelio
su
causa?
hablar, no se podía
su creencia,
indestructible de — Después
l a fe d e l
y definitivo
al oírlos
participar cuencia
no tener
como
de
d e un corolario la
ley de los
d e la c a m p a ñ a
en
el
Tenían
menos una
de
conse-
matemático
é
acontecimientos. de Tarapacá,
me
d i j o el s e ñ o r B a r r o s L u c o , e n l a q u e l a s a r m a s municiones con que debíamos vencer nos bían de proporcionar nuestros mismos ¿cómo podíamos dudar
las
y
ha-
enemigos,
del resultado que
d r í a m o s en A n t o f a g a s t a , así c o m o ahora,
obtendespués
15°
GIL J U A N
d e la c o n q u i s t a d e e s a i m p o r t a n t í s i m a cómo no
provincia,
t e n e r fe e n el é x i t o d e l a q u e
momentos
d i r i g e el
partamentos de Arica y estamos seguros uno ó dos
días
d e ello, más
en
estos
c a p i t á n M o n t t s o b r e los d e Tacna, cuya nos será
ocupación,
anunciada
c o n el p a r t e d e l a
en
victoria?
P o r o t r a p a r t e , a g r e g ó el s e ñ o r B a r r o s L u c o , si .antes nos faltaban
casi en a b s o l u t o recursos
teriales con que prolongar por
mucho
c a m p a ñ a , y esta circunstancia
nos obligaba
chas
veces
á
emprender
operaciones
ma-
tiempo
la
mu-
completa-
mente aleatorias y á m e n u d o de consecuencias sólo
no
inciertas, sino casi s e g u r a m e n t e contrarias
á
la m a r c h a feliz d e la r e v o l u c i ó n , lo q u e es a h o r a , d e s p u é s d e los últimos a c o n t e c i m i e n t o s
que
nos
h a n d a d o la posesión d e dos d e las m á s p r o d u c t i vas y
ricas
provincias
del territorio, el
progreso
d e la
c a u s a lo m i r a m o s g a r a n t i z a d o p o r el d e s a -
h o g o en q u e n o s e n c o n t r a m o s en e s t e p u n t o y q u e , por cierto,
nos
permite obrar
e n l a f o r m a , e n el
m o m e n t o y con las s e g u r i d a d e s m á s efectivas s o b r e el é x i t o d e n u e s t r o s p l a n e s . —El
producto,
a g r e g ó el s e ñ o r S i l v a ,
del
im-
p u e s t o sobre la esportación del salitre, s o l a m e n t e , nos basta y sobra, en efecto, p a r a adquirir en estos momentos
y donde
queramos
todo
lo
que
nos
LA REVOLUCIÓN CHILENA
15I
h a c e falta p a r a o r g a n i z a r pronto un g r a n ejército, y a r r o j a r n o s s o b r e el s u r e n d e m a n d a d e l a s t r o p a s de m e r c e n a r i o s q u e allí sostienen
la dictadura,
y
que, s e a n c u a l e s q u i e r a su n ú m e r o y su espíritu, n o p o d r a n j a m á s resistir á los q u e y a h a n
triunfado
en t o d a s partes y tienen la c o n c i e n c i a d e su o r g u llosa superioridad, puesta diez veces á prueba los c o m b a t e s q u e y a h a n tenido
en
lugar.
A l tomar p a r t e e n esta conversación y oír estas últimas palabras de sobremesa, dad,
estar
hablando
con
dos
no creía, en hombres
de
veredad
a v a n z a d a , sino con dos j ó v e n e s a r r e b a t a d o s por los hervores del p r i m e r e n t u s i a s m o d e la m o c e d a d q u e m i r a r a n el h o r i z o n t e d e s u s s u e ñ o s
teñido
y en
los brillantes y diáfanos colores del astro q u e calienta y vivifica t o d o c u a n t o se v e con los o j o s la p r i m e r a
de
e d a d de la vida.
E s un h e c h o s i n g u l a r y q u e manifiesta la fuerza y el v i g o r m o r a l bres
de esta
revolución.
Esos
hom-
p o d í a n h a b l a r , e s c i e r t o , c o n el l e n g u a j e
de
sus ilusiones g e n e r o s a s ; pero, y o m i s m o ¿no creía c o m o ellos t o d o c u a n t o decían y sus palabras infundían sentían?.
en mi espíritu Y
esto
que
la m i s m a
me sucedía
fe
que
á mí,
no
ellos
sucedía
t a m b i é n á t o d o s los q u e h a b l a b a n con ellos, n e u trales ó
indiferentes,
casi sin e x c e p c i ó n
alguna.
152
GIL J U A N
D u r a n t e los días q u e p e r m a n c í en I q u i q u e v e ocasión de tratar que
podían juzgar
cuencias lejanas mentos jeros,
se
en sin
de
la
cabezas
los s u c e s o s
frías
y
de dejarse
á
muchos
pasión a l g u n a las
desarrollaban,
incapaces
intimidad
calculadoras, arrebatar
conse-
q u e en esos
sobre todo,
á
mo-
extran-
individuos
p o r el
calor
una pasión partidarista ó de un sentimiento pático
por
asegurar misma
los
que fe
q u e sufrían todos
que
yo
ellos en
esos
tu-
y luchaban, y
de sim-
puedo
participaban
de
esa
momentos
sentía
y
sobre ella hacían cálculos de negocios que h a b í a n de aumentar
el
giro de sus
especulaciones.
A l g u n o s de esos comerciantes,
alemanes é in-
gleses particularmente, estaban dispuestos á apostar, s e g ú n decían, fuertes revolución,
si
extraña, nadie
alguien quería
s u m a s al triunfo d e
quería aceptarles, y,
cosa
c o r r e r el r i e s g o á la c a r t a
d e la dictadura, y en los clubs d e e x t r a n j e r o s Iquique no decía
existían
una noche
la.
esos escoceses,
como
de
me
el j e f e d e u n a i m p o r t a n t e
lo
casa
d e c o m e r c i o d e la c i u d a d . A l d e s p e d i r m e esa n o c h e d e los señores
Silva,.
B a r r o s L u c o y otros caballeros con quienes había e s t a d o á la m e s a agradables
y p a s a d o u n o d e los ratos
é i n t e r e s a n t e s , el b o n d a d o s o
más
senador
L A REVOLUCIÓN CHILENA
m e invitó á
ir f r e c u e n t e m e n t e
153
á su casa de
confianza, á c o m e r ó charlar con ellos m e un los
cabal conocimiento
y
toda
formar-
d e los h o m b r e s y
de
sucesos. — A
usted, que tiene aquí tantos
amigos
chi-
lenos y q u e d e b e c o n t a r n o s entre ellos á nosotros,, m e d i j o el s e ñ o r S i l v a , tal v e z le s e r á tratarlos aquí, hombres
se
en m e d i o
ven
de la acción, d o n d e
obligados
c o m o son y en que,
á manifestarse
por consiguiente,
mientos d e la a m i s t a d son m á s j a n en el e s p í r i t u m á s fuertes N o podía en todos
oír
interesante
así
por
senti-
expansivos y
el
halagasen
nobilísimo
senti-
m i e n t o q u e las d i c t a b a , c o m o p o r la ocasión ellas tima,
me
que
ofrecían d e estudiar d e u n a m a n e r a ín-
minuciosa
y
completa
los
sucesos
desde hacía más de tres meses venía la
de-
huellas.
palabras que más me
sentidos,
ios
los
tales
atención de mi
á
que
consagrando
espíritu con creciente
interés.
XII
Lima, á 4 de julio de 1801
A
L día
siguiente en la noche p a s e á b a m e
por
la plaza A r t u r o Prat, en c u y o centro se alza
•el m o n u m e n t o c o n s a g r a d o ala
m e m o r i a del héroe
del 21 de m a y o , cuando m e encontré con Errázuriz, á quien había
Isidoro
visto por última vez en
P a r í s , c u a n d o él d e s e m p e ñ a b a
en E u r o p a el c a r -
g o de agente general de inmigración y andaba caza de hombres
por todas las ciudades
obreras
de Francia, buscando á quienes enviar c o m o bladores á canía.
las pintorescas
regiones
de
á
la
po-
Arau-
156
Gil. J U A N
El eminente periodista
orador
porteño
parlamentario
estaba,
años,
como
había
llevado á bordo y en
enero,
y
endurecido
robustecido
las i m p r e s i o n e s vivir c o m o en
de el
después
por la v i d a tierra
física
la
y
lucha,
elemento
y
notable-
de
tantos
militar
que
d e s d e el 7
moralmente en
la cual
parecía
más apropiado
t e n d e n c i a s d e su espíritu n a c i d o p a r a los
de con
á
las
comba-
tes y p a r a oír r e s o n a r en t o r n o s u y o los ecos del clarín d e los c a m p a m e n t o s y los t o q u e s d e
diana
d e los c u a r t e l e s . E n el m i s m o transformación,
traje con
que su
llevaba se notaba
cabeza
cubierta
esa
por
el
kepi blanco, sus bigotes y perilla napoleónicos
y
su c h a q u e t a y p a n t a l o n e s d e dril, cortados en los talleres d e la I n t e n d e n c i a recordar la
figura
las ilustraciones en todos
los
nadie como y el a l m a
de
general.
marcial
A l verle, creí
de Changarnier,
parisienses
han
lugares d e la tierra.
hecho Por
que
popular lo d e m á s ,
é l , t e n í a v e r d a d e r a m e n t e el e s p í r i t u la situación, de
tal m a n e r a
q u e al
o í r l e , s e p o d í a i m a g i n a r q u e s e e s t a b a c o n el h i j o más legítimo de Belona y de
Marte.
Después de comunicarnos nuestro mutuo regocijo por la m a n e r a
tan
m o s á encontrar otra
casual
vez
y
como
cuando
nos volvíanada
había
LA REVOLUCIÓN CHILENA
157
p o d i d o anunciárnoslo, nos p a s c a m o s l a r g o rato al rededor
d e los p e q u e ñ o s
torre central
del
jardines que
monumento,
puro d e la tarde y
charlando
rodean
r e s p i r a n d o el a i r e alegremente
sobre
una multitud de temas distintos y referentes, á nuestra respectiva éramos
y
lo q u e
situación
hacíamos
siempre
permitían
desde
la
útima
fecundo d e los sucesos
encontrarnos de
ora
personal y lo q u e
q u e n o s h a b í a m o s v i s t o , o r a s o b r e el t e m a table y
la
nuevo
vez
inago-
que
en tan
nos
lejano
sitio. Isidoro Errázuriz l u z La
Patria
de
acababa Iquique,
de
fundar y dar
periódico
cual se p r o p o n í a h a c e r a l g o así c o m o u n a de archivo i m p r e s o d e la revolución,
á
diario del especie
dando
pre-
ferente c a b i d a en sus c o l u m n a s á todos los d o c u mentos referentes
á
ella,
de
manera
que, día
á
día, p u e d e decirse, fuera
h a c i é n d o s e en sus pági-
nas,
crónica
paulatinamente,
la
exacta
pleta de los sucesos, lo q u e facilitaría nariamente
la
tarea
del
esta parte tan sustancial
futuro é
y
com-
extraordi-
historiador
en
i m p o r t a n t í s i m a d e la
historia. — A d e m á s , m e dijo E r r á z u r i z , un diario el q u e
y o acabo de fundar
está llamado
momentos actuales á llenar un vacío, á
como en
los
satisfacer
158
una
GIL J U A N
necesidad
indiscutible,
c u a l es la
de armo-
nizar las ideas de la opinión p ú b l i c a con las ideas de esta especie de protoplasma actualmente
tenemos,
del cual
hacerse
oír
que
encontrando aquéllas,
La Patria,
las c o l u m n a s de
de gobierno
oportunamente
c o r r e g i r los y e r r o s d e u n a
en
un órgano por medio y
llegar
á
a u t o r i d a d q u e , si b i e n
está en m a n o s de h o m b r e s á quienes
todos
pro-
f e s a m o s g r a n r e s p e t o y o b e d i e n c i a , n o p o r e s o es infalible y bien p u e d e ser á t i e m p o a d v e r t i d a sob r e el m e j o r c a m i n o q u e d e b a s e g u i r . Hasta hace pocos
días, a g r e g ó , las
convenien-
cias de la situación no e x i g í a n otra cosa q u e u n a dictadura militar, facultada para m a n d a r con imperio a b s o l u t o y á e x i g i r la o b e d i e n c i a p a s i v a en sus c o r r e l a t i v o s t é r m i n o s ; p e r o , d e s d e el to en que esa
dictadura tiene y a
momen-
dos o tres pro-
vincias que administrar y una numerosa población cuyos derechos conviene tengan todas las g a r a n tías d e los t i e m p o s c o m u n e s y o r d i n a r i o s , es i n d u dable
que
esa
transformación
autoridad
debe
consiguiente
experimentar
á esta nueva
la
situa-
ción. En
más
claros
t é r m i n o s , si a n t e r i o r m e n t e
la
acción d e la a u t o r i d a d s o l a m e n t e a l c a n z a b a á un ejército
de mar
y de tierra
sujeto á las
rígidas
LA REVOLUCIÓN C H I L E N A
159
l e y e s d e la disciplina, a h o r a esa acción se e x t i e n de á mil otros objetos diversos, h o m b r e s y que tienen un
modo de
existencia bien
cosas,
distinto
del de un ejército y un parque de guerra, con sus necesidades y exigencias A
armonizar, pues,
especiales.
estos
variados
elementos
b a j o la é g i d a d e u n a a u t o r i d a d activa, inteligente y previsora, va á contribuir esta publicación, según mis ficiosa
ideas, creo
que
á la b u e n a dirección d e la g u e r r a y d e los
negocios de otro orden, que aunque n a d a temente deben
que
será altamente bene-
tienen
que
ver con
ella, sin
aparenembargo,
c o a d y u v a r d e un m o d o indirecto pero se-
guro y poderoso á sus
finales
resultados.
A s í conversando sobre materia tan interesante, a n d u v i m o s u n a l a r g a m e d i a hora, é iba y o á retir a r m e y a al
oscuro y
estrecho
cuartucho
de
mi
h o t e l , c u a n d o m i a m i g o m e i n v i t ó á p a s a r el r e s t o d e la
velada
en
su casa, s i t u a d a en la
B a q u e d a n o y c e r c a n a ala g a d o s del —Allí
calle
de
q u e o c u p a b a n los d e l e -
Congreso. se
reúnen
todas
las
noches,
me
dijo
E i rázuriz, algunos a m i g o s de confianza, á charlar s o b r e los a s u n t o s del d í a y discurrir s o b r e la m a r cha délos acontecimientos, y usted podrá enterar así la noche,
q u e en
esta ciudad
de salitreros
y
IÓO
G I L JUAN
comerciantes, no tiene
n a d a d e a g r a d a b l e si n o
s e m a t a n s u s l a r g a s h o r a s c o n l a lengua en salsa verde, q u e e s e l g u i s o
preferido
d e las tertulias
d e mi casa. A c e p t é la invitación con el poco rato y andando t r a m o s en el p e q u e ñ o
al p a s o
Patria,
y
lentamente, en-
Club-Errázuriz,
maban en aquella escogida francos amigos
mayor placer y, á
á la casa
como
lla-
reunión de buenos del propietario de
y La
y q u e efectivamente era, c o m o luego tuve
•ocasión d e o b s e r v a r l o , u n c e n t r o social d e los m á s •inteligentes y a g r a d a b l e s . Allí se encontraban, á nuestra llegada, conversando como
en un hogar
propio,
fianza y desenvoltura q u e hace masculina, algunas te
m e fueron
con esa
grata
la
tertulia
personas que inmediatamen-
presentadas
por Errázuriz
ocupaban un lugar prominente
de sus m á s hermosas
y que
entre, las figuras
•de l a r e v o l u c i ó n y h a b í a n e s c r i t o c o n s u s algunas
con-
y
hechos
brillantes pá-
ginas. Recuerdo
entre ellas á J o a q u í n W a l k e r
tínez, d e quien fagasta, menos, inútil
joven
ya
había
d e treinta
pero q u e , á falta
experiencia
que da
oído y
hablar en
cinco
años,
de esa pesada una larga
MarAntomás ó
y
casi
vida,
po-
L A REVOLUCIÓN CHILENA
scía
un
espíritu
fecundidad
de
los
más
IÓI
enérgicos
inquieta de ideas que hacía
y
una
d e él u n
•hombre necesario en todas las circunstancias fíciles; V i c e n t e M e r i n o
Jarpa,
el
cuyas hazañas estaban escritas quísimos de toda la paña,
y
cuya
primera
tranquila
alentado
en
di-
mozo
los a n a l e s
época
modestia
de
la
podría
haber
hecho creer á cualquiera que ignorara sus -que sólo e r a a l g ú n p a r i e n t e l e j a n o
ri-
cam-
hechos
del héroe
19 de febrero; Cornelio Saavedra, hijo
del
del
gene-
iral d e l m i s m o n o m b r e , e m b a r c a d o e n l a e s c u a d r a el
día
del
pronunciamiento,
y
que, mezclado
t o d o s los s u c e s o s posteriores, h a b í a t o m a d o a c t i v a en casi t o d o s los c o m b a t e s y correrías rítimas,
desde
la
toma
de
Coquimbo
triunfo de P o z o A l m o n t e ; J u a n de anán, q u e en esos m o m e n t o s
ma-
hasta
D. Vial
á
parte
el
Guz-
o r g a n i z a b a el s e r v i -
cio a d u a n e r o del territorio o c u p a d o p o r el ejército •constitucional;
Joaquín
Muñoz
Hurtado y
José
L u i s S i l v a L a s t a r r i a , los d o s c a p i t a n e s m á s j ó v e Ties y e n t u s i a s t a s q u e
tenían
varios otros cuyos nombres los s u c e s o s No más
mando figuran
á bordo,
con h o n o r en
de la revolución.
podía, pues, en armonía
encontrarme
con
mis
en u n a
deseos y
que
mejor ilustrarme sobre tantos y tantos n
y
reunión pudiese
incidentes
IÓ2
GIL J U A N
d e l a g u e r r a q u e d e s e a b a c o n o c e r , si e r a p o s i b l e , , de
b o c a d e los m i s m o s q u e h a b í a n t o m a d o
en
ellos. Todos
ese
los
espíritus
estaban
parte
preocupados
m o m e n t o del resultado de
en
la c a m p a ñ a
em-
p r e n d i d a hacía pocos días sobre la costa d e A r i c a y el t e r r i t o r i o d e fuerte
guarnición
dantes y
Tacna, donde dictatorial
sobrados para
aún
existía
con recursos
poder
una
abun-
expedicionar
por
tierra s o b r e T a r a p a c á , y a en la f o r m a en q u e las brigadas de Arrate y de G a n a
lo
habían
hecho-
p a r a venir en a u x i l i o del coronel R o b l e s , y a organizándose en ligeras m o n t o n e r a s q u e incomodasená las fuerzas constitucionales de ocupación ó pert u r b a s e n las faenas d e los establecimientos salitreros, d e d o n d e la D e l e g a c i ó n del C o n g r e s o los recursos m a t e r i a l e s p a r a su
sacaba
sostenimiento.
E s a c a m p a ñ a se h a b í a iniciado en los
momen-
tos m á s o p o r t u n o s p a r a su buen é x i t o , y , cualesq u i e r a q u e fuesen los
obstáculos
q ue
h a l l a s e en.
su camino, no era de imaginar, d a d a la calidad
y
el n ú m e r o d e l o s q u e f o r m a b a n p a r t e d e e l l a , q u e fuese
á
fracasar
completa
ó
parcialmente,
aun
supuesta u n a resistencia desesperada del enemigoen las magníficas posiciones q ue л е г e s c o g i e r a p a r a la resistencia.
se
podía
supo-
LA REVOLUCIÓN CHILENA
Consideradas de por
163
esta m a n e r a las cosas, nadie,
cierto, pensaba
ni
suponía
otro
resultado;
pero con todo, s i e m p r e s u c e d e q u e aun los sucesos excitan
el
buenos
sobresalto del q u e los espera,
y era esto p r e c i s a m e n t e lo q u e en esos
momentos
h a c í a q u e el t e m a d e l a c o n v e r s a c i ó n f u e r a
siem-
pre y á cada rato este mismo. —No
podremos
tener noticias
antes
de dos
ó
tres días, dijo Cornelio S a a v e d r a , y ahora nos suc e d e lo q u e
en t o d a s las
otras ocasiones, en
que
nos h e m o s llevado e s p e r a n d o de m o m e n t o en m o m e n t o y v i e n d o á los m i n u t o s convertirse en días y á éstos en
semanas.
L u e g o la c o n v e r s a c i ó n sos p a s a d o s y se últimos combates,
recayó
hicieron
sobre los s u c e -
reminiscencias
particularmente
del
de
los
desastre
d e H u a r a , e n el c u a l I s i d o r o E r r á z u r i z , a p e n a s s i había conseguido g a n a r un P i s a g u a los d i s p e r s o s del
tren
que conducía
ejército
y Cornelio S a a v e d r a , m o n t a d o en
á
constitucional, flaca
bestia,
no
había sabido cómo había salvado con vida, intern á n d o s e en la sesperada
pampa á todo
el c o r r e r d e s u d e -
cabalgadura.
M u c h o s de sus
mejores
amigos,
entre ellos el
comandante Aguirre^cuya prematura muerte por
todos
recordada
con
vivo
sentimiento,
era no
164
«1L
IUAN
h a b í a n tenido t i e m p o para la sioneros de Robles, lados
durante
la
fuga, y caídos
pri-
habían sido cruelmente
noche
y arrojados
d e s n u d o s á las fosas allí m i s m o
en
fusi-
seguida
abiertas, de
nera que más tarde no pudieran
ser
ma-
reconocidos
ni p o r s u s d e u d o s ni s u s a m i g o s . L a causa del
desastre
de
todavía, para mí como para cierta
oscuridad,
dicho
combate
la d i c t a d u r a adolecía sentido
como habían
que
y la p r e n s a d e
ó
la
desfavorable
de de
los
unos ofre-
coyuntura
para
en
que no podía
cérseme
v e r d a d , q u e el s a b e r l a
que
periódicos
exageraciones
manera
mejor
de
los constitucionales, de
ó p a r a los otros; d e una
permanecía
relación
h e c h o los
indudablemente favorable
Huara
muchos, rodeada
para
esa noche
conocer
la
de boca de
los
m i s m o s q u e h a b í a n t o m a d o parte en la acción;
y
así, a p r o v e c h a n d o el g i r o d e la
conversación, ro-
g u é á los q u e allí e s t a b a n , m e
e x p l i c a s e n lo q u e
ellos sabían sobre tan
interesante
episodio d e la
guerra. — D e
la c a u s a del desastre, dijo C o r n e l i o
v e d r a , n o p u e d e c u l p a r s e en v e r d a d ni á
Saa-
nuestros
j e f e s ni á n u e s t r o s oficiales ni á n a d i e , s i n o á la c a lidad de las tropas q u e comprometieron la acción, y que, siendo c o m o eran, m á s bien q u e un
ejército
LA INVOLUCIÓN CHILENA
disciplinado,
de
patriotas
q u e m a n e j a b a n c a d a c u a l un rifle ó u n a
carabina,
se lanzaron
una
con
q u e , sin o r d e n ,
gran
165
agrupación
demasiada sin
precipitación al a t a -
concierto, y
sin e c o n o m i z a r sus escasas
lo peor d e t o d o ,
municiones.
D e s p u é s d e l t r i u n f o a l c a n z a d o el 1 5 d e
febrero
e n S a n F r a n c i s c o , el e j é r c i t o c o n s t i t u c i o n a l , a v a n zando
lentamente
c i e g a en q u e
un
ralizada
división
victoria
más
hacia
Huara,
t e n í a l a fe
n u e v o encuentro con la del
para
coronel
los
Robles,
soldados
del
sería
una
derecho
allanaría por c o m p l e t o los obstáculos q u e
que
era
el
verdadero
objetivo
y
todavía
le c e r r a b a n el p a s o e n s u m o v i m i e n t o h a c i a que,
más
desmo-
de
Iqui-
la
jor-
nada. E s v e r d a d q u e la e x t e n u a d a división d e R o b l e s a c a b a b a de ser reforzada litar q u e el i n t e n d e n t e
c o n el c o n t i n g e n t e
Salinas
le
enviara
la c i u d a d al m a n d o del
coronel S o t o ;
bién es cierto que, aun
con
enemigo no podía cionales lo
menos
una
masa
igual
á
o p o n e r á las fuerzas dé
soldados
aquella
pero
ese refuerzo,
en
mi-
desde tam-
el j e f e
constitu-
superior
ó
por
ardimiento
y
va-
lentía. C u a n d o el d í a 1 7 p o r l a m a ñ a n a el p r i m e r v o y d e t r o p a s llegó, pues, al c a m p o d e H u a r a ,
conlos
166
GIL
primeros
batallones
JUAN
que
pusieron
pie
en
tierra
c r e í a n t a n fácil y s e g u r o el t r i u n f o q u e ni s i q u i e r a a g u a r d a r o n á q u e el las
órdenes
general
Urrutia
del caso y ordenara
impartiera
la batalla, sino
que, d a n d o rienda á sus impulsos, se desparramaron s o b r e la l l a n u r a en d e m a n d a cas
posisiones
enemigas,
y
d e las
arrollándolo
delante de sus bayonetas, tuvieron
todo
efectivamente
el triunfo en sus m a n o s y al e n e m i g o la
magnífi-
próximo
á
fuga. L o s m i s m o s coroneles R o b l e s y S o t o se creye-
ron perdidos en ese m o m e n t o y retrocedieron
de
sus primitivas posiciones, alcanzados casi d e cerc a por las b a y o n e t a s
constitucionales.
Pero ese m i s m o ardimiento indisciplinado vino en
el
momento
casi
c a u s a del desastre. d o y a todas sus
seguida
combate
á ser la
L o s soldados habían
disparapequeño
vacías, introduciendo oportuna
del
municiones, c u a n d o un
avance del enemigo
una
final
carga
los encontró en de
ellos
con sus
el
caballería
armas
desorden
que
convirtió
en contagioso pánico, c o m u n i c á n d o s e
las filas y
pronunciándolas
en c o m p l e t a
en á
derrota.
U n o s cuantos tiros m a s p o r cabeza, pero q u e desgraciadamente no tenían, habríanles d a d o ese el
triunfo.
día
LA REVOLUCIÓN CHILENA
l6j
— L o q u e sucedió en seguida, dijo Isidoro E r r á zuriz,
es
imposible
de
describir.
b o t a b a n los fusiles y h u í a n sión; cada cual quería
cercanos
hacia
ellos;
varse
los
aunque
partían
oficiales
respetar;
la
de
hacia
ciado ejército Después de
de
traído al
precipitaban
impotentes cada
uno
para
era sal-
p e r e c i e r a n los d e m á s ; y los t r e n e s
en m e d i o
arrastrando
eran
idea
alcance
y todos, á la
m a n e r a de un torbellino h u m a n o , se
hacerse
confu-
fuera del
q u e los h a b í a n
c a m p o de batalla estaban
soldados
en d e s a s t r o s a
hallarse
del e n e m i g o ; los trenes
Los
las
sombras
de la
noche,
P i s a g u a los restos del
desgra-
constitucional. ese
día
luctuoso
y
de esa
noche
de la
revo-
•desesperada, n o q u e d a b a á los jefes
l u c i ó n o t r o p a r t i d o q u e el d e b u r l a r la p e r s e c u c i ó n del ensoberbecido ejército enemigo á P i s a g u a , é ir
á
forzar
las
desocupando
puertas
p o r el l a d o d e l m a r , a b a n d o n a n d o la
de
Iquique
desgraciada
ruta del desierto. P e r o , entretanto, ¿cuál tantos valientes?
¿Cómo
había habían
•heridos ó prisioneros
en poder
bizarro
Aguirre
comandante
sano y fuerte
sido la suerte caído
le
e n el m o m e n t o e n q u e
fugitivos convoyes,
lo
muertos,
del e n e m i g o ? se
de
había
Al visto
partían
m i s m o que á otros
los
igual-
168
mente
GIL J U A N
dignos
de
la
protección
¿Qué había sido, pues, e n e m i g o q u e tal
de
de
la
fortuna.
ellos en p o d e r
vez no habría
respetado
de
un.
su
va-
lor ni su d e s g r a c i a ? E s t e p e n s a m i e n t o e r a la preocupación general y constante hasta que se
supo
la horrible verdad. E l a s e s i n a t o d e los p r i s i o n e r o s d e H u a r a en m i s m a n o c h e del d e s a s t r e , fué d e s d e
ese día
la
una
d e u d a horrible d e s a n g r e q u e sólo p u d o ser satisf e c h a en P o z o A l m o n t e con la e j e c u c i ó n del q u e la o r d e n a r a en la hora
jefe
m a s a c i a g a d e su ne-
gro destino. ¡Pobre Manuel Aguirre!
dijeron
t o d o s al
d e e s t a r e l a c i ó n . ¡ E r a el m á s v a l i e n t e , el m á s t u s i a s t a y el m á s a b n e g a d o ! . . . y m o r i r D i s c u r r i e n d o en s e g u i d a so, u n o d e los niente
que
que
sería
allí
en-
así!
sobre tan triste suce-
había
observó
hacer constar
oficial y a u t é n t i c a asesinatos,
final
de
la v e r d a d d e tan
que hasta ahora
lo c o n v e -
una
manera
monstruosos
solamente se
sabían
p o r las relaciones verbales d e a l g u n a s personas. S i al c o m a n d a n t e A g u i r r e , visto sano y salvo
p o r e j e m p l o , s e le h a b í a
después
del combate, ¿no ha-
b r í a t a l v e z e n el e s t a b l e c i m i e n t o sonas que pudieran le
había
cabido?
declarar
Esta
de Huara
s o b r e la s u e r t e
observación
perque
a g r a d ó á la.
L A REVOLUCIÓN CHILENA
169
generalidad y Joaquín Walker Martínez la ¡dea d e
pedir
esa
misma
propuso-
n o c h e á los
delega-
d o s d e l C o n g r e s o el n o m b r a m i e n t o d e u n a sión
que
se
dirigiera sin
pérdida de
comi-
tiempo
al
c a m p o d e la a c c i ó n á l e v a n t a r un s u m a r i o al respecto. C o m o era natural, todos aplaudieron la p r o p o sición de W a l k e r , quien redactó el d e c r e t o , y
después
res S i l v a y B a r r o s
inmediatamente
d e ir á v e r s e
con los s e ñ o -
v o l v i ó á la c a s a en
que
nos encontrábamos con una orden e x p e d i d a
por
la
Delegación,
putado don
en
Javier
Luco,
la
cual se c o m i s i o n a b a
Vial
Solar
para
al di-
que, trasla-
d á n d o s e al d í a siguiente al c a m p o de H u a r a , v i e s e si h a b í a m a t e r i a p a r a u n a i n d a g a c i ó n e n f o r m a q u e revelase la suerte
de
Aguirre
y
demás
pa-
triotas d e s a p a r e c i d o s en aquella acción d e g u e r r a . V i a l S o l a r a c e p t ó al
punto
la
comisión,
Cor-
nelio S a a v e d r a se c o m p r o m e t i ó á a c o m p a ñ a r l o , lo mismo que
el
que
estas
líneas
escribe, y
acor-
d a m o s , en c o n s e c u e n c i a , j u n t a r n o s al d í a s i g u i e n te p o r la m a ñ a n a , p a r a t o m a r
p a s a j e en el f e r r o -
carril q u e d e b í a l l e v a r n o s al l u g a r m e l a n c ó l i c o d e l desastre.
XIII
Lima, á 7 de julio de
L \
sol
¿
rayos
febril
sobre
actividad
pañeros Solar, á la
de abril d e r r a m a b a
de
viaje,
vinieron
estación
trenes partiría terior de la
la
del
de á
población
trabajo,
los
en
señores
coche
los
sus
1891.
abundantes
agitada
cuando
por
mis
Saavedra y
al h o t e l p a r a
ferrocarriles,
la
comVial
llevarme
uno de
cuyos
las 8 í - d e l a m a ñ a n a p a r a el i n -
pampa,
y
e n el c u a l p o c o
rato
p u é s , nos i n s t a l á b a m o s c ó m o d a m e n t e en ñía de una multitud abigarrada de tipos
des-
compa-
humanos
172
de
GIL J U A N
todas nacionalidades
q u e o f r e c í a á l a v i s t a el:
más extraño conjunto que puede A l l í se veían
rostros
de
imaginarse.
hombres
venidos
las p l a y a s m á s lejanas y d e los países m á s tos, mezclados
con
otros
que
llevaban
remo-
impreso
en s u s f a c c i o n e s c o b r i z a s y p r o n u n c i a d a s el original
de
las
las inagotables
absolutos
riquezas del desierto;
alemanes gordos y colorados, que parecían leros
sello
razas aborígenes de aquel suelo;
ingleses estirados y serios, señores casi h o y día de
tone-
de H a m b u r g o ; griegos de hercúleas y
mosas formas; chilenos
distraídos y de
endurecidas y tostadas por el v i e n t o
de
seco de
her-
facciones
el sol d e l a p a m p a
las m o n t a ñ a s ;
y
cochabambinos
d e caras tristes y b o n d a d o s a s ; chinos de color d e marfil
viejo y
aire místico y recogido; represen-
tantes, en s u m a , d e todas las razas y d e todos los climas. En
país
alguno
d e la tiera c o m o en
Iquique,
puede quizás observarse de una manera más
pa-
tente esa confusión de hombres y de lenguas
que
el
cosmopolitismo industrial viene operando
en
t o d a s partes en este siglo. E l tren ascendía
forcejeando
la
ladera
de
la
á s p e r a m o n t a ñ a q u e c o r r e d e norte á s u r al o r i e n te d e la c i u d a d y d e s d e c u y o s cerros m u l t i - c o l o r e s
LA REVOLUCIÓN CHILENA
los
viajeros d e la
pampa
173
h a n v i s t o en
el
corto
espacio de dos lustros las b a n d e r a s estrelladas
de
los n a v i o s d e g u e r r a o n d e a r al v i e n t o d e los c o m bates. Durante apenas
si
una
hora
las
poderosas
pueden salvar la
hay desde
el
plan
á la
corta
altura; á cada
p a r e c e q u e el p e s a d o c o n v o y f u e r a á en
el h o n d o
precipicio
ó
á
adelgaza
mas y mas;
desplomarse falto
ascensión;
nivel horizontal y transpasa las sobre la llanura nivelada del
una
experimenta toma
cumbres y
al su
corre
desierto.
para quien por
v e z p r i m e r a lo vi-
un m u n d o nuevo, d o n d e todo es distinto
d e lo q u e antes se h a visto y p r o d u c e desconocidas
hasta
en el h o r i z o n t e luta
poco
a l fin s i e n t e e l v i a j e r o
impresión semejante á la que se
sita, es
de
p a n o r a m a de la costa se
t é r m i n o d e u n v i a j e , y v e q u e el c o n v o y
E l desierto,
que
momento
detenerse
fuerzas en m e d i o d e la peligrosa á p o c o , sin e m b a r g o , el
locomitivas
distancia
que da
al espíritu
sin
entonces;
se pierde
límites y la e s t e r i l i d a d
carácter á
con su
sensaciones
la vista
la
áspera
naturaleza se y
muda
abso-
impone
inmovilidad;
aun en m e d i o d e la c a r a b a n a ó en la s o c i e d a d las oficinas
esta
impresión no
j e r o se i m a g i n a siempre,
se
borra;
el
dentro del pequeño
de viaes-
174
G
pació
1
JUAN
L
de tierra salada que ocupa, c o m o preso
un bajel
inmóvil
y
en
en
medio de un océano
sin
p u e r t o s ni r i b e r a s . E l camino, salvo una que otra brusca desiguald a d del terreno, desde q u e se trasponen las altur a s , es l l a n o y s i n o b s t á c u l o s y el t r e n lerado
de una
estación
á otra
sin
corre ace-
ofrecer
á
la
v i s t a o t r o e s p e c t á c u l o q u e el d e l a e t e r n a y g r a n diosa monotonía
d e la p a m p a sin límites.
Habíamos dejado Rosa
de
hallan
las
a t r á s el
Huantajaya, famosas
hecho varias
en
paradero
cuyo
de
platoso cerro se
minas argentíferas
que
veces millonarios á algunos
felices poseedores, y d e s p u é s d e ves m i n u t o s en
Santa
han
de sus
detenernos
bre-
otras estaciones del tránsito, nos
encontrábamos cerca de Pozo Almonte, donde
se
l i b r a r a el 7 d e m a r z o l a ú l t i m a b a t a l l a c o n t r a
las
fuerzas dictatoriales de Á
lo lejos
Tarapacá.
divisábamos
el c a m p o d e la
rodeado de pequeñas y suaves colinas q u e le d a n el a s p e c t o expresamente
acción
areniscas,,
d e un i n m e n s o circo, corno-
preparado
por la naturaleza
u n e s p e c t á c u l o c o m o el q u e a l l í a c a b a b a d e lugar (1).
( 1 ) A p é n d i c e n ú m . 1 1 . — ( N . del
E.)
para tener
I.A REVOLUCIÓN CHILENA
175
E s opinión u n á n i m e entre todos los jefes y ciales sobrevivientes de
armas,
de aquel memorable
que la dirección
del
ofi-
hecho
combate
por el
coronel C a n t o , reveló en este ilustre s o l d a d o condiciones
de m a n d o y conocimientos
estratégicos
superiores á los q u e h a s t a entonces h a b í a n festado poseer
los
mejores
jefes
del
mani-
ejército
Chile, atribuyéndose principalmente á esta
de
causa
el é x i t o d e la g l o r i o s a j o r n a d a . el
uno
por la calidad y disciplina de sus aguerridos
Los
dos
ejércitos
igualmente
fuertes,
sol-
d a d o s , dispuestos á morir á las órdenes d e sus j e fes, y el o t r o ,
por la
indisciplinados superioridad
desesperada
elementos
q u e lo f o r m a b a n y
de la causa que defendían,
j a r o n el u n o c o n t r a el m a s en medio de veres
energía de
otro, hasta
la planicie
y revolverse y
la
se arro-
chocar sus ar-
sembrada
confundir
los
sus
de cadá-
filas
con
un
f u r o r s i n n o m b r e y c o m o si l a m u e r t e y l a c a r n i cería dieran alientos y nuevo y rabioso vigor á
los
combatientes. Hubo
un
momento
enemigos avanzaron
en
que
con tal
dos
fiereza
regimientos y á
paso
c a r g a el u n o c o n t r a el o t r o , q u e , r e b a s a n d o las las, siguieron a v a n z a n d o a m b o s en sentido to
hasta
dejar
cada
cual
á
sus
espaldas
de fi-
opuesá
su
176
- GIL J U A N
adversario y
caer sobre las
respectivas
h a c i e n d o creer á los jefes d e
reservas,
una y otra parte
l a deserción de dichas
f u e r z a s q u e e n t r e el
del
h a b e r s e p a s a d o al
combate parecían
en
humo
partido
contrario. D e s p u é s de varias horas, la lucha se incierta, y
de
uno
ú
otro
bando
mantenía
podía
ser
el
triunfo; y a casi la tercera parte de los c o m b a t i e n tes yacían
muertos ó heridos y
la
desesperación
a r r o j a b a s i e m p r e á l o s u n o s c o n t r a l o s o t r o s ; el d í a a v a n z a b a en su c o s e c h a d e res y tal se aún
v e z la horrible
largas
horas;
sangre y de
lucha
iba
á
cadáve-
prolongar-
pero llega un m o m e n t o
q u e el o j o p r e v i s o r d e l c o r o n e l
Canto
en
aprovecha
•del p r i m e r e r r o r d e l j e f e c o n t r a r i o y d e c i d e l a a c ción en su favor, h a c i e n d o terrible destrozo en las líneas
dictatoriales.
E n t o n c e s y d e la m i s m a m a n e r a q u e en lo habían
hecho
los
Huara
soldados dictatoriales,
v e z los s o l d a d o s del c o r o n e l C a n t o n o d i e r o n gua
esta tre-
d u r a n t e la noche, aun contra la o r d e n d e su
j e f e , á los e n e m i g o s d e s a r m a d o s y fugitivos. chos de éstos, refugiados
en
las p e q u e ñ a s
Mucasas
d e la población cercana, fueron perseguidos hasta a h í y a r r a n c a d o s d e sus escondites y fusilados inmediatamente.
No
había
cuartel
p a r a los v e n -
LA REVOLUCIÓN CHILENA
'cidos, c o m o no lo h a b í a h a b i d o g r i t a b a n enfurecidos los
el
coronel
en H u a r a ,
según
triunfadores.
U n a partida de dichos casa donde
177
soldados llegó hasta la
Robles, herido
y
desan-
grándose, había conseguido piadoso refugio y caritativo amparo
de parte de sus dueños; pero
esos momentos de vértigo tan
débil elemento de
los soldados
llegaron
no
podía contar
protección
y de
en con
defensa;
h a s t a él y s o b r e el
mismo
l e c h o en q u e y a c í a i n e r m e fué u l t i m a d o sin p i e d a d ni
misericordia. Oyendo
viaje,
esta relación
de
mis
llegamos á la estación
•donde
el
convoy
se
compañeros
de
detuvo
Pozo
una
Almonte,
larga
media
h o r a , e s p e r a n d o el t r e n d e b a j a d a q u e d e b í a z a r con el n u e s t r o en la d i c h a Aquí,
mientras Vial Solar
de
cru-
estación. y Saavedra,
apro-
v e c h a n d o la presencia del c o m a n d a n t e d e policía de con
Pozo
Almonte,
que
se acercó
á
ellos,
éste á p r a c t i c a r las p r i m e r a s diligencias
la i n v e s t i g a c i ó n q u e les h a b í a s i d o en Iqnique,
yo
ios raros trajes
singulares
de
encomendada
e n t r e t u v e el t i e m p o y
iban
observando
costumbres
de
los
v e n d e d o r e s a m b u l a n t e s q u e a c u d e n á la estación á la llegada d e los trenes, comercio de 12
flores,
á
realizar su
frutas y refrescos
pequeño
criollos.
GIL J U A N
I78
Desde
largas
distancias
vienen
p i q u e ñ a s á v e n d e r los p r o d u c t o s d o n d e poseen sus pagos ellas
mismas.
Son
esas
pobres
del verde
oasis
de tierra cultivados
pobres
indiecitas,
dulce y bondadoso,
vestidas
de
res y con la cabeza
cubierta
con
de
por
rostro
bayeta de colosus
sombreros
d e pita, q u e ofrecen á los v i a j e r o s d e t e r c e r a clase guayabas, melones dulces, plátanos, uvas, ní, frescos de
pina,
de pequeñas
mesas de madera
etc., etc., ó e s t a c i o n a d a s blanca,
ma-
detrás
convidan
al q u e p a s a á c o m e r el r o j o p i c a n t e ó el e x q u i s i t o s e v i c h e ó la b u t i f a r r a s u r t i d a , etc., etc. C a d a v e n d e d o r c i l l a c a n t a su m e r c a d e r í a en su i d i o m a dio español y medio quichua,
y
e s t a c i ó n t i e n e el a s p e c t o d e u n a a l e g r e y da
feria,
en la q u e los p a r t i d a r i o s
de
la
ordena-
los
d e la tierra, e n c u e n t r a n lo m e j o r y m á s de
me-
el r e c i n t o d e
guisos
exquisito
ellos. L u e g o vinieron á buscarme Cornelio
y J a v i e r V i a l S o l a r , los cuales, conferenciado policía de P o z o
largo
rato
Saavedra
después de
c o n el
haber
comandante
A l m o n t e , creían que
muy
de
poco
ó n a d a p o d r í a n s a c a r e n l i m p i o s o b r e el o b j e t o q u e h a b í a m o t i v a d o su viaje, pues este funcionario había intentado una
indagación de igual
l e z a - s o b r e el m i s m o
asunto,
sin
que sus
ya
naturaactivas
LA REVOLUCIÓN CHILENA
diligencias
179
le h u b i e r a n p r o p o r c i o n a d o h a s t a
ese
m o m e n t o luz a l g u n a q u e pudiera a y u d a r l e á descubrir la verdad d e lo que á este respecto bía dicho y En
ese
momento,
Iquique, cruzó obedeciendo
con
el
el
tren
que
bajaba
nuestro en
nosotros á la
la
señal de
viaje
á
t o d o el c o r r e r d e la
sobre la p a m p a inmensa y A
hacia
partida á
nuestros asientos, y minutos después
gro
ha-
estación,
se n o s d a b a p o r el c o n d u c t o r , s u b i m o s
nuestro
se
asegurado.
y
que
ocupar
seguíamos locomotora
desolada.
la distancia, m u y lejos, y c o m o un p u n t o neque
iba poco
mensiones
á
está situada
el
gran
dirigirnos
t e n i d o l u g a r el
al
cercanías
campo mismo
desastre
di-
estableci-
H u a r a , en cuyas
la e s t a c i ó n del m i s m o n o m b r e y
debíamos
que había
tomando forma y
reales, d i v i s a m o s
miento de Rosario de
donde
poco
de en
del 1 7 d e fe-
b r e r o , el m á s l u c t u o s o y t e r r i b l e d e los
episodios
d e la r e v o l u c i ó n . A l d e j a r el t r e n e n e s t e p u n t o c u r r í a m o s s o b r e el
modo
cómo
y mientras nos
dis-
trasladaría-
m o s al l u g a r d e n u e s t r o d e s t i n o , la b u e n a
fortuna
se nos p r e s e n t ó en la p e r s o n a d e u n c a b a l l e r o británico, que acercándose galantemente á nosotros, nos
dijo
que
él
iba
t a m b i é n al
establecimiento
l80
GIL J U A N
d e R o s a r i o , y d e a h í al d e la P r i m i t i v a , y q u e , t e niendo
un
c o c h e á su disposición, nos lo
c o n las b u e n a s pudiéramos
gracias
h a c e r el v i a j e
con las
A c e p t a m o s n a t u r a l m e n t e el quio, é instalándonos en
que
comodidades
•que él t e n í a la e x c e l e n t e v o l u n t a d d e
d i r i g i m o s al c a m p o
ofrecía
de su persona, para
ofrecernos.
espontáneo
el l i g e r o
obse-
vehículo,
de batalla de Huara,
nos
q u e se
e x t e n d í a á n u e s t r a v i s t a e n v u e l t o e n el s e n t i m i e n to m e l a n c ó l i c o d e los r e c u e r d o s q u e e v o c a b a su l e y e n d a heroica y Á
poco
andar,
con
terrible.
el b u e n
inglés nos
indicó á lo
l e j o s u n a e s p e c i e d e m o n u m e n t o fúnebre, s o b r e el cual se en
veía una
medio
sepulcro
del
gran cruz que
desierto,
y
abría sus
brazos
nos
ser
que
dijo
en d o n d e los p i a d o s o s t r a b a j a d o r e s
establecimiento
de
Rosario
habían
reunido
c a d á v e r e s al día siguiente d e la b a t a l l a y honrosa y digna E l coronel
arrojar
en
ellas
se
sus
amigos
había
limitado á
algunas zanjas los
ó sus
hacer
superficiales
ensangrentados
distinguir la categoría que
los
dádoles
sepultura.
Robles
a b r i r en el c a m p o
el del
restos,
militar de ellos, d e deudos no pudiesen
y sin
modo más
t a r d e reconocerlos; pero al día siguiente, los e m pleados del establecimiento
se habían
encargado
LA REVOLUCIÓN CHILENA
l8l
piadosos de cumplir con esta obra de misericordia, y construyendo allí mismo un sepulcro de cal y piedra, habían recogido dentro de sus toscos muros los cuerpos de los desgraciados que acababan de dar su vida por la patria. Nos bajamos del coche y nos dirigimos á pie hacia el monumento, observando á nuestro paso la tierra removida y que, calentada por el sol ardiente, exhalaba un olor putrefacto que nos hacía apresurar el paso, produciendo al mismo tiempo en nuestras almas un sentimiento de profunda tristeza que nos llevaba recogidos y silenciosos, como si la muerte misma fuera nuestro conductor y guía en la lúgubre peregrinación. L a tumba de Huara es un cubo de cal y piedra, cuyas paredes tienen exteriormente un metro de altura por cinco de largo; sobre ella alza sus brazos una gran cruz de madera pintada de verde y afirmada en una peana de dos cuerpos; en el centro de la cruz hay un corazón, también de madera, en el cual está escrita la siguiente leyenda : -
l82
G I L JUAN-
ROSARIO D E HITARA t
t
FEBRERO 1 7 D E I 89 I 148 HERMANOS
t Un pobre carpintero del establecimiento, el mismo que colocara la cruz sóbrela tumba, escribió en ella esa leyenda de amor y de fraternidad en la muerte, como la expresión sublime de su alma sencilla y piadosa. Vivamente impresionados, nos arrodillamos junto al sepulcro santificado con la sangre de los que habían sacrificado su vida al servicio de una gran idea, y elevamos nuestra oración al cielo por el descanso eterno de sus almas. Luego nos retiramos de ese lugar y, subiendo al coche que á poca distancia nos esperaba, seguimos viaje al establecimiento de Rosario, donde mis compañeros hicieron algunas investigaciones relativas al asunto que los llevaba, y en seguida nos dirigimos al establecimiento de L a Primitiva,
LA REVOLUCIÓN C H I L E N A
1S3
•en el cual pasaríamos el resto del día y dormiríamos en la noche para regresar á Iquique en la mañana siguiente. L a Primitiva es el más importante de los establecimientos del desierto, así por la calidad de los salitrales que explota como por el poder de su valiosísima maquinaria, que ha costado millones á la gran compañía inglesa por acciones, que es su propietaria y que recoge pingües utilidades del negocio. El administrador del establecimiento nos recibió con esa amabilidad franca y de buen tono que ha dado notoriedad en todo el desierto á la buena hospitalidad de los señores de la Primitiva. E s taba prevenido de nuestra visita, nos dijo, y tenía el mayor gusto en recibirnos en su casa. Inmediatamente nos condujo al salón, donde fuimos graciosamente obsequiados por la señora de la casa que rivalizaba con su esposo en hacernos agradable la estadía en aquel lugar. Para los administradores de la Primitiva, nos dijo ella, nuestra visita venía á alterar la monotonía de sus hábitos y á producir en ese palacio del desierto una impresión semejante á la de un día de huelga yde fiesta. Una magnífica mesa de once nos esperaba, y sentados á ella, en compañía de los empleados
184
GIL JUAN
superiores del establecimiento, nos parecía estacen cualquier lugar menos en medio de un desierto absolutamente árido, donde hasta el agua para la bebida es necesario fabricarla artificialmente y los menesteres más indispensables para la vida se traen de lejanísimas distancias. Para la industria humana no hay imposibles hoy en día, y así no es extraño encontrar en los establecimientos aislados de Tarapacá, mejores edificios y mas comodidades y recursos de toda especie para hacer agradable la vida, que en las ciudades de la costa y aun en el mismo Iquique, si he de juzgar por lo que de paso pude observar en Rosario de Huara y L a Primitiva, y lo que, á propósito de esta observación, se me dijo de otros establecimientos semejantes. Llegada la noche, me llamaron la atención las luces lejanas, como las de los barcos en el mar, que en la inmensidad del desierto señalaban á lo lejos los establecimientos salitreros iluminados por la electricidad. No he recibido impresión mas extraña que la que me produjeron en esos momentos esas débiles señales de actividad y de vida en medio de aquel océano de sombras. Un viento furioso azotaba las paredes y los techos del establecimiento, dándonos en el rostro con sus olea-
L A REVOLUCIÓN C H I L E N A
185
das frías, y sin embargo esas luces lejanas é inmóviles conservaban el sentimiento de la calma solemne del desierto. Entonces comprendí cómo la pampa inmensa, desolada y árida, tiene hondos atractivos para el espíritu, y cómo la naturaleza en todas sus manifestaciones ejerce sobre el hombre su imperio soberano. Á la mañana siguiente, después de hacer en compañía de nuestro huésped una detenida visita á los diversos departamentos de la oficina y recorrer una á una las distintas partes de su poderosa y valiosísima maquinaria, presenciando las operaciones industriales á que es sometido el tosco caliche hasta ser convertido en la cristalina sustancia que da fuerza y vida á la tierra empobrecida y estéril, nos despedimos de los galantes señores de L a Primitiva, llevando de ellos el más simpático recuerdo, y desde ahí fuimos á tomar el tren que nos debía retornar á Iquique, donde las noticias que acababan de recibirse de Arica y Tacna habían venido á confirmar los más lisongeros vaticinios sobre el éxito de la campaña emprendida hacía pocos días sobre ese punto de la costa y del interior.
X I V
Lima, d 10 de julio de
O
iSgi
T R A vez los entusiastas y juveniles soñadores de triunfos y de batallas, los que re-
cientemente se habían incorporado al ejército para hacer el primer ensayo de su valor y de su audacia, los que creían ir á ver la cara al enemigo en medio de la atmósfera abrasada del combate, los
que pretendían ir á vengar la afrenta ó el insulto inferido al padre, al hermano ó al amigo, los que iban dispuestos á morir con esa noble generosidad de las almas jóvenes, otra vez volvían á Iquique, sin haber visto otra cosa que la silueta lejana de un enemigo que huía, envuelto en el polvo que le-
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GIL JUAN
vantaba en el desierto el ligero galopar de sus ágiles caballos. L a campaña sobre Arica y Tacna se había asemejado en todo á la marcha militar de Antofagasta, desde la respuesta altiva que en la primera hora dieran los coroneles del ejército de la Dictadura al ultimátum del capitán Montt hasta la apresurada fuga emprendida por ellos á través del desierto y su internación en tierra extranjera, ante cuyas autoridades habían ido á rendir sus armas y su bandera en cambio del asilo solicitado. Se había vuelto á repetir la misma y triste comedia militar que los soldados de la ley habían presenciado en Calama, y que no era otra cosa que el resultado de los sabios planes estratégicos que el Dictador combinaba desde sus oficinas de la Moneda y que por telégrafo mandaba en seguida cumplir á sus generales, haciéndoles representar ante el mundo civilizado el más triste, vergonzoso y jamás visto espectáculo de que haya memoria en los anales de la guerra. Los despachos telegráficos recogidos en Tacna y Arica por los jefes del ejército constitucional el día de la ocupación de una y otra ciudad, manifestaron, de la misma manera que en Antofagas-
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ta y Calama, que esos pobres jefes de la Dictadura no habían desempeñado allí otro papel que el de las figuras de un tablero movidas por la mano petulante y loca del que no había dado otro valor á su conciencia y brazo de soldados, que el que podía dar á los que consideraba como meros instrumentos de su vanidad y su soberbia. ¡Pobres soldados de la Dictadura! Esta era la expresión que andaba en boca de todos durante esos días. ¡Pobres soldados! Se fingían á sí mismos el papel de defensores del poder legítimo del jefe del Estado y de custodios del orden y sostenedores del régimen legal, y no eran otra cosa que tristes maniquíes manejados por el hilo que tras de bastidores tenía en su mano un empresario envanecido con el éxito futuro de fantásticos triunfos. ¡Pobres soldados! L a compasión y la piedad, he aquí en verdad lo mejor que merecían esos desolados fugitivos á quienes el Perú acababa de dar la ciudad de Arequipa por asilo y por cárcelL a ocupación de Tacna y Arica tenía, sin embargo, para los triunfadores una importancia real y efectiva muy digna de ponderarse. Mediante ella, el territorio de Tarapacá quedaba libre y á salvo de toda invasión ó sorpresa por el norte, así como, después de la ocupación de Antofagasta,
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nada tenía ya que temerse por el sur. De esta manera, podía decirse que la Delegación del Congreso poseía desde entonces un territorio homogéneo, sobre el cual su acción política podía ejercerse con todo el vigor necesario. Pero el éxito de esta nueva campaña, al mismo tiempo que llevaba á los partidarios de la revolución el sentimiento y la convicción de su fuerza, cimentada ya sobre la base firme y estable de una porción tan considerable del territorio chileno, abundante en todo género de recursos materiales, vino también á dar cuerpo y vida entre ellos á una idea de carácter político, que, si bien y desde hacía tiempo era alimentada por unos pocos, ahora las circunstancias del día la hacían popular y considerada por todos como necesaria para la buena administración de la nueva república del norte, como algunos la llamaban, y la acertada dirección de los mismos negocios de la guerra. Se creía con sobrada razón que, después de libertadas las tres grandes provincias sometidas ya á los representantes del Congreso, los delegados del poder parlamentario debían dar lugar á la organización de un gobierno distinto del que hasta entonces había existido, el cual, al mismo
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tiempo que diera á la revolución un carácter más regular ante las potencias extranjeras, de las cuales era ya oportuno solicitar la beligerancia por medio de una diplomacia bien servida, no descuidase por los asuntos militares la administración civil, que debía ser el apoyo y la más sólida ayuda de la dirección de la guerra. Si se quería que las naciones extranjeras reconocieran la beligerancia de la revolución y observasen respecto de ella los fueros externos de la neutralidad, debía aquélla, ante todo, presentarse ante el mundo civilizado con un gobierno regular, en el verdadero sentido moderno de esta palabra, diferente, por cierto, de lo que es una simple jefatura militar, como la que hasta entonces había existido y como puede tenerla cualquier motín ó bando político alzado en armas contra la autoridad constituida de un país cualquiera. Dados el desarrollo y las fuerzas positivas que el movimiento del 7 de enero había alcanzada recientemente, esta idea, que iba convirtiéndose después de la campaña de Tacna en una verdadera exigencia de la opinión pública, se justificaba además por otro género de consideraciones no menos atendibles que esas y que el comercio y la industria de ésos lugares hacían valer, velando
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por sus especiales intereses y las conveniencias mismas del progreso de la revolución. En los territorios recientemente libertados de la dura ley de la tiranía, decían los industriales y comerciantes de Iquique, no debe solamente atenderse al ramo de la guerra, aunque sea éste el más importante por el momento, sino también á todos los demás ramos de la administración pública, en los cuales está interesada una masa considerable de ciudadanos, cuyos negocios, cuya fortuna no puede vivir del acaso del día de mañana y que al fin y al cabo debe ser protegida como la fuente misma de donde la revolución está sacando los recursos necesarios para su subsistencia y adelantamiento. Nada, pues, más racional y justo y convenientísimo en estas circunstancias que la organización de un Gobierno, que con su múltiple personal diera satisfacción á estas exigencias de la situación, y uniendo en un sólo haz todos los intereses y todas las voluntades, así de gobernantes como de gobernados, tuviera con ellos el apoyo, la fuerza y el prestigio que jamás consiguen á su alrededor las jefaturas militares y sí fácilmente obtienen los gobiernos civiles ó que participan de este carácter, cuando los intereses personales y
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3os del patriotismo están dispuestos á unirse y armonizarse para la consecución de un grande y noble propósito. L a sola exposición de estas razones en la forma dicha, manifestaba que la opinión pública en Iquique estaba perfectamente formada á este respecto, y que, aun cuando no faltasen ahí personas con un modo de pensar, ó de sentir, más bien dicho, diverso del de la generalidad, sea porque temiesen que una organización distinta de la que existía encerraba peligros desconocidos, sea porque creyeran que la jefatura militar de la Delegación del Congreso bastaba á la satisfacción de todas las necesidades, ello es que estas opiniones aisladas de unos pocos no eran bastante poderosas para detener la realización práctica de lo que era estimado ya como una necesidad de la misma situación creada por el desarrollo de los sucesos. Así, pues, cuando en esos días el capitán Montt llegó de Arica á bordo del Cochrane y fueron á saludarle sobre la cubierta del acorazado todas las autoridades militares y civiles de Iquique, no pudo menos de comprender á primera vista, que durante su corta ausencia se había operado allí una verdadera transformación en las ideas políti13
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cas de las personas llamadas á tener influencia ere la dirección del movimiento revolucionario, y que esa evolución no podía ya ser detenida sin poner en peligro el curso feliz de los acontecimientos y la armonía que hasta entonces había reinado entre jefes y subordinados y que era la prenda mas segura del porvenir, como lo había sido de los pasados y recientes triunfos de la noble causa confiada á su dirección y á sus esfuerzos. Después, en tierra, esta verdad se ofreció más y más patente á sus ojos, solicitando el esfuerzo de su previsión y de su cordura para ser llevada á la práctica; de manera que su patriotismo, mortificando su modestia, no tuvo ya desde ese momento otro camino delante de sí que el que le indicaba seguir la justa impaciencia de la opinión. Un hombre de su carácter no debía vacilar, y así, pues, poniéndose previamente de acuerdo con sus colegas, los señores Silva y Barros Luco, convocó inmediatamente á los individuos más importantes de la Armada y del Ejército y á los miembros del Congreso residentes en Iquique, á una reunión que debía verificarse el domingo 1 2 de abril en la casa que ocupaba la Delegación del Congreso, y en la cual las personas invitadas manifestarían francamente sus opiniones sobre las
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ideas de organización gubernativa que en esos momentos circulaban en la ciudad y el mejor modo cómo las aspiraciones de todos podrían satisfacerse, consultando las exigencias de la guerra y los intereses de las poblaciones recientemente liber tadas de la tiranía de la Dictadura. Con arreglo á esta sencilla y modesta invitación, el día señalado, á la i P. M., se hallaron reunidos en el salón de la casa de los delegados las siguientes personas: J O R G E MONTT,
Capitán de navio y Comandan-
te general de la Armada y del Ejército. WALDO
SILVA,
Presidente del Senado y miem-
bro de la Delegación del Congreso Nacional. RAMÓN B A R R O S L U C O ,
Presidente de la Cá-
mara de Diputados y miembro de la Delegación del Congreso. G R E G O R I O URRUTIA,
General de brigada, In-
tendente de Tarapacá, Comandante general de armas de la provincia y diputado por Arauco. ETANISLAO
D E L CANTO,
Coronel y Coman-
dante en jefe del Ejército. S A M U E L ZAVALA,
Intendente general del Ejér-
cito. ALFREDO DELANO,
mada y del Ejército.
Tesorero general de la A r -
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ENRIQUE VALDÉS VERGARA,
Secretario gene-
ral de la Escuadra. JOAQUÍN W A L K E R M A R T Í N E Z ,
Secretario ge-
neral de la Delegación del Congreso y diputado por Santiago. FLORENCIO
DAY,
VALENZUELA
fragata y Comandante del blindado
Capitán de Almirante
CocJirane. JOSÉ MARÍA SANTA CRUZ,
y Comandante del monitor
Capitán de fragata
Huáscar.
JOAQUÍN MUÑOZ HURTADO,
Capitán de cor-
beta y Comandante de la cañonera VICENTE MERINO JARPA,
Magallanes.
Capitán de corbeta
y Capitán de puerto de Iquique. I S I D O R O ERRÁZURIZ, D A V I D MAC-IVER,
diputado por Valparaíso.
diputado por Iquique.
CORNELIO SAAVEDRA,
diputado por Lautaro.
J U A N D E DIOS V I A L ,
diputado por Santiago.
JAVIER VIAL
diputado por San Fer-
SOLAR,
nando. JOSÉ
FRANCISCO
VERGARA
DONOSO,
Presi-
dente de la Corte de Apelaciones de Tacna. L a sesión fué presidida por el capitán Montt, quien, en breves y sencillas palabras, expuso el objeto de ella. "De acuerdo con mis colegas, los señores Silva
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y Barros Luco, dijo, hemos querido reunir aquí á algunas de las personas mas caracterizadas del Ejército y de la Marina y á los miembros del Congreso Nacional residentes actualmente en Iquiquc, á fin de conocer sus opiniones sobre la mejor manera de satisfacer los deseos que nos han manifestado particularmente muchos de los caballeros aquí presentes sobre la conveniencia de dar una organización, distinta de la que actualmente tiene, al Gobierno de las provincias libertadas del yugo de la Dictadura. "Por lo que a mí toca, nada podrá serme tan grato como el oír expresará cada una de las personas aquí presentes sus ideas y sus opiniones á este respecto, con la franqueza á que todos debemos considerarnos obligados en los momentos actuales, tratándose de un asunto como el que ha motivado esta reunión y que, por su naturaleza^ no puede menos de comprometer las voluntades y el patriotismo de todos y de cada uno de los que nos hallamos aquí reunidos. "Debo sí advertir á los miembros de esta reunión, que, cualquiera que sea la resolución que en ella se tome ó el acuerdo que se adopte, no seré yo obstáculo ninguno para su cumplimiento, pero, esto sí, rogando desde luego á todos que tengan
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la bondad de eliminar mi persona de la dirección ó de la responsabilidad del Gobierno, como quiera que, y lo digo sin humildad, no me considero ni con las facultades ni los conocimientos necesarios para este género de tareas. "Un hombre de mi profesión y de mi carrera, debe estar en la escuadra y no en tierra, sobre todo, habiendo aquí personas ilustradas que pueden desempeñar los tareas de la administración y del Gobierno, que exigen conocimientos especiales que yo no poseo y que nadie puede desconocer que son necesarios en las labores de esta naturaleza. "Ahora, si se me permite expresar mis ideas sobre el objeto que ha motivado esta reunión, diré que, á mi juicio, los llamados á tener la dirección gubernativa en las provincias libertadas, son los señores Silva y Barros Luco, representantes natos del Congreso Nacional y que mejor y con mayor derecho que cualesquiera otros son aquí los intérpretes de su voluntad soberana. "Rogando, pues, de nuevo á todos los aquí presentes que eliminen mi persona de toda designación ó nombramiento de la naturaleza indicada, espero que de esta reunión salga no sólo la
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'luz sino el acuerdo de todas las voluntades en una sola idea y en un solo propósito, en bien de la causa que defendemos y de la patria que lo espera todo del común esfuerzo de sus buenos hijos.n Estas palabras pronunciadas sin afectación y en el tono natural y propio del hombre cuya modestia de carácter y lealtad de sentimientos eran de todos conocidas, produjeron en la concurrencia un efecto del todo contrario al que el capitán Montt esperaba de ellas, haciendo ver á la mayor parte de los presentes, que no habían errado al pensar que era ese el hombre de alma verdaderamente republicana á quien podía confiarse en esa hora de difíciles pruebas el depósito sagrado de las aspiraciones del país. ¿No poseía él toda aquella elevación de miras, aquel sentimiento profundo del deber, aquella honradez inmaculada, aquel espíritu de sacrificio y aquella modestia sin ostentación que hicieron grande al fundador de la república Norte-Americana y feliz al pueblo que confió á sus méritos el porvenir de sus destinos? El capitán Montt pensaba modestamente de sí mismo precisamente aquello que desde ese momento obligaba á los demás á elevarle con grande honor al alto.puesto en que desde hacía tiempo se deseaba verle colocado. ..
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Isidoro Errázuriz tomó en seguida la palabra» y después de pedir al secretario Valdés Vergara diera lectura al acta del Congreso Nacional y demás documentos relacionados con el pronunciamiento del 7 de enero y que fueron leídos en altavoz por el dicho secretario,pronunció un breve y elocuente discurso, exponiendo los deseos de la mayoría de los asistentes y la manera cómo, según la opinión de éstos, quedarían satisfechas las aspiraciones de la opinión en lo referente á la organización de un gobierno provisional que consultara las necesidades de la administración interior y representación exterior del territorio dominado por las armas constitucionales. " Á juicio de la mayoría de los caballeros aquí presentes, dijo al terminar su discurso, y según los documentos á que se acaba de dar lectura, es el capitán Montt la persona designada para que coadyuve á la acción del Congreso á fin de restablecer el imperio
de la Constitución,
es á él á.
quien con mejor derecho corresponde aquí el primer puesto en el Gobierno, é interpretando nosotros en su sentido natural la voluntad del parlamento, es á él á quien debemos reconocer como jefe responsable de lajdirección civil y militar de la Revolución!
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" L o s señores Silva y Barros Luco deben estar á su lado, es cierto, como representantes ó delegados natos de ambas Cámaras, pero de la naturaleza de su mandato no se deduce que ellos tengan la responsabilidad del Gobierno, sino que sus ideas deben ser atendidas y tomadas en cuenta por el único al cual ha sido confiado el mando por la voluntad expresa de los representantes del pueblo. "Esto es lo que nos dicen los documentos á que se acaba de dar lectura, y fundándome en su letra y en su espíritu, yo hago indicación para que se organice una Junta de Gobierno en la que figure el capitán Montt como jefe del Poder Ejecutivo y cuyos actos sean refrendados por secretarios de Estado responsables, de la misma manera que la Constitución lo estatuye respecto del Presidente de la República y sus Ministros. Por lo que toca á los señores Silva y Barros Luco, ellos deben formar parte de dicha Junta de Gobierno, como consejeros del jefe del Poder Ejecutivo, quien en este caso no podría proceder sin oír previamente su opinión. De esta manera, aceptada esta indicación, se interpretaría fielmente la voluntad del Congreso Nacional y se organizaría un Gobierno regular que daría satisfacción
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pronta y plena á las aspiraciones de la opinión pública á este respecto..! Las palabras de Isidoro Errázuriz colocaron la cuestión en su verdadero terreno y dieron en seguida, como era natural, materia abundante para una discusión en que tomaron parte los señores Silva, Barros Luco, Walker Martínez, Valdés Versara, Valenzuela Day, Vergara Donoso, Vial Solar, Muñoz Hurtado, Délano y otros; sosteniendo unos la indicación formulada por Errázuriz, y combatiéndola otros con las razones que en estos casos sugiere á los espíritus poco audaces el temor á todo cambio, á toda alteración sustancial de lo existente, cuyas consecuencias cercanas ó remotas no alcanza á divisar su perspicacia política. Entre los argumentos que estos últimos hicieron valer, merece recordarse el de que el capitán Montt, en su carácter de jefe del Poder Ejecutivo, podía aparecer á la vista del pueblo con los atributos de un caudillo militar, personalizando en él una revolución que hasta ese momento se había vanagloriado de su impersonalidad, de no tener ni siquiera la etiqueta de un nombre propio, de haber sido desde su origen una verdadera revolución de principios que ningún interés indivi-
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-dual había desnaturalizado ni empequeñecido ni aun en sus horas más difíciles y angustiosas. L a palabra caudillo, lanzada así como una brasa de fuego en medio de la sala, hizo saltar de su asiento al coronel Canto y arrancó de su boca las frases de condenación con que tal vocablo debía anatematizarse en esos momentos y eliminarse en absoluto en una discusión de esa naturaleza. "¿Se habla de caudillo ó de caudillos? dijo el ilustre vencedor de Pozo Almonte, ¿y quién sería el audaz, el temerario que con tal vergüenza pudiera manchar nuestra revolución? El pueblo, señores, tiene bastante buen sentido para ver la realidad de las cosas, y siendo así, ¿por qué entonces se pronuncia aquí esa palabra imprudente •que carece de significación entre nosotros? El capitán Montt ni nadie puede ser caudillo ni aparecer como tal á los ojos del pueblo; luego entonces, ¿por qué se arroja esta palabra en una reunión de hombres patriotas como esta? Siento, señores, que esta reunión, en la que debiera haberse producido ya la armonía de todas las voluntades, se prolongue todavía sin haberse obtenido ese acuerdo. Esto es peligroso, y por ello me permito hacer indicación para que no nos mova-
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mos de este sitio antes de haber llegado á un acuerdo sobre el asunto en discusión.n Las palabras del coronel Canto produjeron todo el efecto deseable, y á las cuatro de la tarde, es decir, después de tres horas de discusión,, fué aprobada la indicación de Errázuriz con ligeras modificaciones, nombrándose en seguida una comisión compuesta de Vergara Donoso, Vial Solar y Walker Martínez, para que redactaran un proyecto de estatuto, tomando como base las resoluciones de la reunión, y que someterían ese mismo día, á las ocho de la noche, á la aprobación de las personas presentes, que estarían á esa hora de nuevo reunidas en el mismo lugar. L a comisión nombrada se trasladó inmediatamente á la casa de Isidoro Errázuriz y puso allí mano á la obra que se le había encomendado, redactando en las menos palabras posibles el proyecto de organización gubernativa, que después, en la noche de ese mismo día, fué aprobado por la reunión y publicado al día siguiente en los periódicos de Iquique. En la mañana del día 1 3 los señores Montt, Silva y Barros Luco, llamaron á su casa al señor Walker Martínez y le encargaron de la organización del Ministerio ó personal de las secreta-
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rías de Estado, pidiéndole al mismo tiempo aceptara una de ellas. Walker Martínez aceptó el encargo y una hora después el Ministerio quedaba organizado con el señor Matta don Manuel Antonio, como secretario del departamento de lo Interior, Industria y Obras Públicas; con el señor Walker Martínez don Joaquín, como secretario del departamento de Hacienda; con el señor Errázuriz don Isidoro, como secretario del departamento de Relaciones Exteriores, Justicia, Culto é Instrucción Pública, y con el coronel Holley don Adolfo, como secretario del departamento de Guerra y Marina (i). Desgraciadamente el señor Matta se hallaba en esos momentos en Copiapó, y como no era prudente exponerle, estando en tierra de la Dictadura, á los vejámenes que ocasionaría su nombramiento, se acordó que el cargo para el cual había sido elegido quedara sin proveerse hasta que el designado pudiera venir á Iquique. De esta manera quedó felizmente solucionado este grave conflicto político que amenazó por un momento perturbar la armonía que hasta entonces había presidido á todos los actos de la revolución. ( 1 ) A p é n d i c e n ú m . 1 2 . — ( N . del
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El pueblo y el ejército recibieron este cambio político con manifiestas demostraciones de alegría y entusiasmo, y la prensa de Iquique se hizo eco de estos sentimientos en artículos que no eran sino.el reflejo de la satisfacción pública, como se ve por las palabras que transcribo en seguida y con las que Javier Vial Solar saludó, al día siguiente, desde las columnas editoriales dcLa
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tria, á la Junta de Gobierno recién organizada: "Los decretos que publicamos el día de ayer y por los cuales ha quedado organizado el Gobierno Provisional de la República, á la vez que manifiestan el espíritu severamente republicano de que se hallan animados los que hasta estos momentos han dirigido la nobilísima y patriótica empresa de devolver á Chile su libertad y sus leyes,, ponen también en evidencia cuáles son la fuerza y el vigor singulares de este movimiento de reconstitución política, personificado en cierto modo,, desde el día de ayer, en los distinguidos ciudadanos que acaban de ser llamados á la alta dirección de los negocios del Estado. " E l ilustre capitán Montt y sus dignos colaboradores, los señores Silva y Barros Luco, después de haber llevado á feliz término la primera y gran jornada de esta guerra gloriosa, arrebatando á la
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Dictadura sus más ricas provincias y destruyendoen ellas hasta la huella de sus pretorianos y verdugos, han creído, con razón, que había llegado ya el momento oportuno para desprenderse de una parte de su poder y de su influencia y organizar en los territorios recientemente libertados un gobierno regular que, al mismo tiempo que satisficiese las necesidades de su administración, se acercara en cuanto las circunstancias lo permiten, á lo que determina nuestro régimen constitucional de Gobierno. " E s un espectáculo verdaderamente digno de la gran causa en que actualmente se halla empeñado el país contra la Dictadura, el de esos tres patriotas, á quienes en los primeros y nebulosos días de la revolución se confiara la más alta misión con que puede honrarse á un ciudadano,, descargándose ahora del pesado fardo de la irresponsabilidad que los escudaba en su camino, para buscar en las austeras formas del gobierno democrático la luz, el acierto y la fiscalización pública en todos sus actos. " E l ilustre capitán Montt y los señores Silva y Barros, podían, sin duda alguna, haber continuado por algún tiempo todavía dirigiendo los negocios de la guerra y de la administración en
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la forma en que hasta ayer lo han hecho; pero su patriotismo, su desinterés y la conveniencia misma de los intereses confiados á su dirección, les aconsejaban ya buscar un mejor camino para servirlos, y siguiéndolo han dado á sus conciudadanos un alto ejemplo de sabiduría y discreción políticas. " E l decreto que publicamos el día de ayer en nuestras columnas, por el cual se organiza una Junta de Gobierno con secretarios responsables que refrenden todas sus órdenes, corresponde cabalmente á estos sentimientos é ideas en la forma más conveniente que podía adoptarse por ahora, dadas las exigencias de la guerra y la actual situación del país. "De igual modo, no es menos digno de aplauso el acertado criterio con que los miembros de la Excma. Junta han procedido á la designación de sus secretarios de Estado, buscándolos entre los hombres más patriotas, más ilustrados y respetables que forman el núcleo del movimiento constitucional, y llamándolos á compartir con ellos las grandes responsabilidades del Gobierno. "Los señores Errázuriz don Isidoro, Walker Martínez don Joaquín y Holley don Adolfo, designados respectivamente Ministros de Relacio-
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nes Exteriores, de Hacienda y de Guerra y Marina, son, cada uno en su ramo, una especialidad brillante, que nadie puede desconocer, si sabe estimar el talento y el valer de los hombres. »E1 señor Errázuriz ha desempeñado en otra época la misma cartera que ahora ha tomado á su cargo, dejando en los archivos de gobierno huellas luminosas de su sagacidad y talento. El señor Walker Martínez ha tomado parte importante durante los últimos años en casi todos los grandes y dif íciles debates que han tenido lugar en nuestro país, así en la prensa como en el parlamento, sobre materias de hacienda, ilustrándolos con sus notables conocimientos prácticos y científicos. El distinguido coronel Holley es una de las más notables personalidades de nuestro ejército, al f rente de cuyas f ilas viene desempeñando desde hace algunos años los más importantes puestos. " L o s tres secretarios de Estado designados por la Excma. Junta, hacen, pues, honor á sus respectivos puestos, y prestan al Gobierno provisional recién organizado, el triple prestigio de sus nombres, de su inteligencia y de su acendrado patriotismo. "Obedecemos, por lo tanto, á un sentimiento Ч
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de justicia y nos hacemos eco de la opinión pública de todo el país, al celebrar con alborozado entusiasmo los decretos de nuestra referencia, que, estamos seguros de ello, al llegar al conocimiento de todos los buenos ciudadanos de la República, serán igualmente aplaudidos y celebrados como una prenda segura del pronto restablecimiento del orden constitucional. "Reciban los nuevos Ministros de Estado nuestras felicitaciones entusiastas y cuenten en la labor gubernativa con el apoyo moral de la opinión pública, que estamos ciertos de interpretar fielmente desde estas columnas.u Los miembros de la Junta de Gobierno, agradeciendo estas espontáneas manifestaciones del pueblo y del ejército, quisieron corresponder desde luego á ellas en una forma galante y sencilla, ofreciendo, el día martes 1 4 de abril, en la pintoresca caleta de Cavancha, un espléndido almuerzo á los miembros del Congreso residentes en Iquique, á los jefes de mar y de tierra que se hallaban en la plaza y á los vecinos más distinguidos de la población. Fué esa una hermosa fiesta, á que tuve el honor de asistir, y en la cual los señores Montt, Silva y Barros Luco pudieron comprender y pal-
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par la atmósfera de afectuoso cariño que por todas partes los rodeaba, abriendo á su acción patriótica los caminos de la fortuna y asegurándoles el apoyo decidido del pueblo para todos sus actos.
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Lima, á 20 de junio de
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E S D E el día en que la junta de Gobierno quedó instalada en la forma definitiva de
que antes he hablado, los miembros de ella y sus secretarios de Estado, se consagraron con la actividad más laudable á la organización de todos los servicios públicos, estableciendo las oficinas correspondientes con su personal de empleados especiales para cada ramo, de manera que á los pocos días la casa de Gobierno tenía el aspecto de un verdadero centro de actividad, de movimiento y de trabajo, que manifestaba por sí sólo las ventajas positivas del nuevo orden de cosas.
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L a administración propiamente política de las provincias libertadas, la reorganización del ramo aduanero y de la contabilidad de las arcas fiscales, el servicio diplomático con sus exigencias impostergables, todo, en suma, recibió la influencia bienhechora de las disposiciones sabias y justas con que cada uno de los secretarios de la Excma. Junta quiso y esforzóse en dar pruebas de su actividad é inteligencia. Se vio de esta manera y en el seno mismo de la revolución, alzarse frente á frente del estado dictatorial, la bien concertada fabrica política del nuevo estado constitucional, haciendo contraste, por sus actos inspirados en la más elevada prudencia política, con el sombrío edificio donde aquél desde hacía tiempo escandalizaba al mundo con su corrupción y su impudencia. Pero estos trabajos que debían en poco tiempo traducirse en la práctica en óptimos frutos para la causa de la revolución, no eran un obstáculo para que los miembros de la Junta de Gobierno consagrasen su preferente atención á dar impulso vigoroso á los negocios de la guerra, que, al contrarió, parecieron desde esos días cobrar mayor actividad, mediante los nuevas fuerzas con que la organización política los secundaba y la colabo-
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ración personal más amplia llevada de este modo á los Consejos del capitán Montt y sus distinguidos colegas. El pensamiento popular y la energía que siempre lo acompaña, representados ahora de una manera más directa é inmediata por los Secretarios de Estado en los Consejos de la Junta de Gobierno, hizo como era natural, que ésta aprovechara también mejor sus impulsos generosos y que no hallase á su alrededor sino facilidades mayores para el desarollo de su acción en todas las esferas de su providente actividad. Realizadas con tanta felicidad las tres campañas llevadas á cabo en Tarapacá, Antofagasta y Tacna, se pensó, pues, en emprender una nueva sobre la provincia de Atacama, de la cual llegaban día á día á Iquique noticias favorables á la revolución, así del ánimo decidido de sus poblaciones para secundar un movimiento, como del estado de debilidad impotente en que los jefes de las guarniciones dictatoriales allí establecidas se hallaban desde hacía tiempo. • L a ocupación de Atacama por las fuerzas constitucionales, se decía con justa previsión en los círculos militares de Iquique, á ia vez que daría ventajas económicas á la revolución, abriéndole
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una nueva vía á la frontera argentina, de la cual podría sacar recursos en un momento dado, y una ventaja política que consistiría en la manifestación externa del desarrollo constante y progresivo de la causa constitucional, produciría también y al mismo tiempo ventajas militares innegables, cuales serían el acercar hacia el Sur el movimiento revolucionario aislado hasta esa hora en el Norte, poniéndolo más en contacto con las poblaciones cercanas al centro mismo de la dictadura y dándole, por fin, un punto de apoyo, desde el cual y á distancia de treinta horas solamente pudiera expedicionar con rapidez y facilidad sobre las plazas fuertes del enemigo. No era conveniente, por otra parte, que el ejército constitucional permaneciera por largo tiempo en el reposo é inactividad de las guarniciones, sabido como es, que nada hay que desmoralice tantoal soldado como la vida ociosa de cuartel, y esta nueva campaña vendría felizmente á impedir esos inconvenientes, á la vez que á satisfacer la justa impaciencia de los que habían tomado las armas para vengar los agravios hechos á la patria y devolverle su perdida gloria. Estas razones justamente apreciadas en los Consejos de la Junta de Gobierno, hicieron que sus-
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distinguidos miembros se dieran con toda actividad á la preparación de dos nuevas expediciones, la una á la provincia mencionada, con el grueso del Ejército, y la otra, organizada con un cuerpo ligero de tropas, que á bordo de dos transportes convoyados por el monitor Huáscar, operaría algunos desembarcos en los puertos y caletas del Sur, hostizando en ellos á los defensores de la tiranía y facilitando la deserción de los cuerpos de ejército forzados á su servicio. En pocos días los preparativos para esta nueva campaña estuvieron terminados y fué dada la orden de embarcar las tropas de los distintos regimientos que debían marchar, produciendo en ellos un entusiasmo indescriptible, que era el mejor augurio de nuevos y gloriosos triunfos. Situado á las puertas de la casa de Gobierno, yo pude ver ese día desfilar delante de los miembros de la Junta de Gobierno, los regimientos que partían. Una alegría radiante brillaba en los rostros de esos soldados que venían de sus campamentos del desierto, y cargaban sobre sus hombros el pesado equipo de campaña con la soltura de los veteranos del fuego y de la gloria. Más bien que á un campo de batalla, parecía que iban á una fiesta en que la felicidad y la alegría
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los esperaran para coronarlos de flores. Formados en columna, iban desfilando frente á nosotros con sus armas brillantes, como en una revista militar, y con ese aire de despreocupación del que ha vendido su vida á la fatalidad y no es ya absolutamente dueño de ella. Eran los vencedores de Pozo Almonte y los que vencieron siempre con su valor confiado y orgulloso. Cuando los últimos soldados pasaban ya, observé en el rostro del capitán Montt un sentimiento de segura satisfacción que dejaba traslucir su pensamiento sobre lo que esperaba de esos soldados que iban á dar nuevas glorias á la causa constitucional. Á las cuatro de la tarde de ese día todo el ejército expedicionario estaba ya embarcado en los transportes Aconcagua
y Amazonas,
y el ca-
pitán Montt tuvo la galantería de invitarme á ir con él á bordo, para cerciorarse por sus propios ojos sobre la manera como se habían cumplido sus órdenes y saber si algo faltaba y que impidiese la salida del convoy en la forma en que se había dispuesto. En una elegante falúa, fui, en efecto, con los miembros de la Junta de Gobierno, á despedirme de los jefes que partían y desearles felicidad y gloria, y de esta manera tuve ocasión de obser-
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var, de más cerca todavía, él espíritu y el ánimo de los soldados. Todos los regimientos estaban formados sobre la cubierta de los transportes, y el capitán Montt fué revistándolos minuciosamente á medida que iban presentándole sus armas. Luego, el jefe del Poder Ejecutivo de la Revolución, conferenció largamente con los oficiales superiores, y se retiró en seguida satisfecho de la manera como todas sus disposiciones habían sido cumplidas. Cuando la falúa que nos conducía de nuevo á tierra alzó y abatió sus remos, las olas resonaron con los vivas entusiastas de los soldados y tripulaciones que desde á bordo daban su adiós de despedida á los miembros del Gobierno revolucionario. Los días que siguieron á la partida de la expedición, fueron, sin embargo, de ansiedad y de espectativa. Se creía, con razón, que esta nueva campaña recién iniciada, no encontraría en su marcha grandes obstáculos que vencer, como que se sabía ya de un modo cierto que las guarniciones dictatoriales de Atacama no contaban con elementos bastantes para la resistencia; pero, á pesar de todo, ¡quién sabe lo que la suerte de las armas, en las que lo más seguro es siempre contingente, tenía ocultamente preparado á los expe-
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Gil. J U A N
dicionarios! Por vez primera, desde el día que había conocido al capitán Montt, notaba ahora en> su rostro, de ordinario tan severo y reposado, un. gesto de inquietud que revelaba cierta ansiedad en su espíritu. Los diarios de Iquique habían publicado un. telegrama, enviado desde Valparaíso al Times de Londres, en el que su corresponsal viajero en Chile comunicaba á dicho diario que los caza-torpederos Almirante
Lynch y Almirante
Condell habían-
salido del puerto de Valparaíso en busca de la escuadra revolucionaria. Por débiles é insignificantes que se considerara á esos pequeños buquesde la escuadrilla dictatorial, ¿no podían con su anclar rapidísimo sorprender durante la noche al convoy expedicionario, y producir, quizás, una tremenda catástrofe? Por otra parte, nadie podía aún saber de un modo cierto cuál era el poder efectivo de esas nuevas máquinas de guerra queiban á ensayar por primera vez sus ponderadoselementos de destrucción. Si una terrible casualidad les permitía acercarse á los transportes del convoy, ¿no era fácil que se produjera el hundimiento ó la pérdida de uno de éstos? L a noticia, comunicada á Londres era motivo suficiente para mantener los ánimos en un estado de intranquili-
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dad que tenía fundamento serio, aunque cada cual tratase de disimularlo. Al fin, el día 2 3 de abril, se recibieron en Iquique diversos cablegramas comunicados desde A n tofagasta, en los cuales se anunciaba el feliz arribo del convoy al puerto de Caldera; la ocupación de esta plaza por las fuerzas constitucionales; la toma de Huasco y Vallenar por los mismos; la situación desesperada del enemigo sin retirada hacia el sur; y por fin, su desastrosa fuga hacia territorio arjentino, donde ¡ría á rendir sus armas al extranjero, de la misma manera que Camus después de Antofagasta y Arrate después de Tacna
(1).
Volvía, á repetirse con todos sus detalles lo que había sucedido en las campañas anteriores, y los ciudadanos de Iquique se preparaban á celebrar con regocijos y fiestas este nuevo triunfo de la noble causa á que todos sin distinción se sentían asociados por los vínculos del patriotismo, cuando un rumor siniestro comenzó á circular por la ciudad, helando la alegría en todos los sem blantes y produciendo luego un profundo sentimiento de desolación y de horror. ( 1 ) A p é n d i c e n ú m . 1 3 . — ( N . del
E.)
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GIL JUAN
Las torpederas Lynch
y Condell habían sor-
prendido, á las h. 4 . 3 0 de la mañana del día 2 3 , al Almirante
Blanco
Encalada
amarrado á una
boya en el puerto de Caldera y echádolo á pique después de lanzar sobre su casco siete torpedos, pereciendo en la catástrofe varios oficales ditinguidos y la mitad de la tripulación. L a noticia de una gran derrota no habría producido en el público una consternación tan inmensa. L a pérdida del poderoso blindado era para la Escuadra de naturaleza irreparable; el sacrificio de tantas é interezantes vidas llevaba el luto á doscientos hogares amigos; algunas de aquellas, como la del secretario Valdés Vergara, no tenían precio; pero el desastre tenía todavía mayor alcance á los ojos del pueblo. Hasta ese día la Escuadra Constitucional había dominado el mar como señora absoluta; pero ahora, después de la experiencia del blindado hundido, ¿no debía temerse la repetición del desastre en iguales ó más tremendas proporciones? Todo era posible ya y la imaginación popular sobreexcitada en esos momentos daba proporciones colosales á esas dos pequeñas máquinas de guerra que acababan de hacer su primero y terrible ensayo.
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Felizmente vino pronto la calma á traer la reflexión á los espíritus conturbados. Los telegramas que luego dieron á conocer las circunstancias casuales que habían ocasionado la catástrofe y los que en seguida trajeron los detalles del combate que esa misma mañana había tenido lugar entre el transporte Aconcagua y los dichos torpederos eran la mejor prueba de que éstos carecían, como buques de combate, del terrible poder que en el primer momento se les había atribuido ( 1 ) . Un sentimiento más generoso y elevado sucedió entonces al abatimiento y postración de la primera hora. E s verdad que la pérdida material que acababa de experimentarse era estimada por todos en su justo y exacto valor; pero ya no era esto lo que pricipalmente agitaba el sentimiento del pueblo, sino la significación del acto de audaz piratería llevado á cabo contra la mas gloriosa de las naves de la República. Hasta entonces se había creído que los jefes de la escuadrilla dictatorial serían capaces de intentarlo todo menos un ataque sorpresivo con torpedos á los blindados de la escuadra, que sim( 1 ) Apéndice núm.
14.—(N.delE.)
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G
1
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JUAN
bolizaban el honor y la gloria de Chile. Sobre sus gloriosos mástiles habían tremolado durante veinte años las banderas de la patria; sobre sus cofas se habían batido en cruenta guerra los tiradores de sus heroicas guarniciones; sobre sus viejos puentes había corrido en luchas históricas la sangre generosa de los defensores de la honra nacional. ¿Cómo era, pues, posible que ningún ciudadano chileno se atreviera á tanto crimen? No podía imaginarse siquiera, y adormecidos en esa confianza, los jefes de la revolución, habían mas de una vez desechado la idea de ir á Valparaíso y hundir en el mar, como fácilmente habían podido hecerlo, á esos pequeños barcos en reparación. Este género de reflexiones, desviaba el sentimiento público del curso de sus primeras impresiones y la cólera y la indignación enardecían el ánimo popular. Era necesario castigar el crimen, y se vio entonces operarse en todas las clases sociales un movimiento ardoroso en beneficio de la causa para todos tan querida, que vino á dar nuevo vigor é impulso á la revolución. En todas las poblaciones ocupadas por las fuerzas constitucionales, los comerciantes, los industriales, los mineros, los trabajadores, sentían la necesidad de
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vengar lo que por ellos era estimado en justicia •como un gran ultraje inferido á la marina y al honor de Chile, y dejaban sus trabajos y faenas •é iban á buscar un puesto en las filas del ejército. De las poblaciones de la costa como de las villas y caseríos del interior, de los asientos agrícolas y mineros como de las oficinas de la pampa, llegaban diariamente los abnegados voluntarios. Nuevos y nuevos regimientos se formaban con ellos, y nadie quería dejar de tener un fusil ó manejar una espada, para asegurar el éxito de su causa. L a pérdida del Blanco
Enca-
lada produjo en este sentido un gran bien que indemnizaba á la causa constitucional de las consecuencias materiales del desastre que acababa de sufrir. Al mismo tiempo que esto sucedía, llegaban á Iquique algunos de los principales personajes de la revolución que hasta entonces habían permanecido en Buenos Aires esperando un momento y una ocasión oportuna para ir á prestar sus servicios en el mismo campo de las operaciones. Eran hombres de notable inteligencia, de carácter enérgico y decidido y de elevada posición social y política, que, no habiendo encontrado hasta esa hora facilidades para trasladarse al nor-
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te y correr allí la suerte desús hermanos en ideas habían permanecido en la capital del Plata coadyuvando desde lejos á la obra de la redención de su país, hasta que, una vez abierto para ellos el camino que les permitía dar esa noble satisfacción á sus sentimientos patrióticos, habían hecho la larga peregrinación á través de las cordilleras, para venir á reunirse con sus compañeros de luchas y de sacrificios. L a revolución recibía con este nuevo y valioso contingente de elevadas personalidades un valiosísimo refuerzo. Manuel José Irarrázava!, el gran repúblico y notable estadista, á quien se debiera en mucha parte la enérgica dirección del movimiento político que produjera el pronunciamiento del 7 de enero; Ventura Blanco, el distinguido hacendista que en las últimas sesiones del Parlamento hiciera la autopsia, por decirlo así, de la época de vergonzoso despilfarro de la última administración y pusiera de manifiesto ante sus colegas de la Cámara de Diputados el abismo financiero á que el Presidente Balmaceda arrastraba el país; Enrique Mac-Iver, el notable orador que en una de las sesiones borrascosas de la Comisión Conservadora había arrojado al rostro de los que pre-
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paraban el reinado de ta tiranía, la verdad ignominiosa de sus planes liberticidas; éstos y losdemás que los acompañaban, habrían naturalmente de ocupar en adelante un lugar prominente en los consejos de la Junta de Gobierno
y
y contribuir por modo eficacísimo á la direcciónde los acontecimientos. Con estos sucesos quedaba terminada, por decirlo así, la primera jornada de la revolución, ólo que es lo mismo, el período heroico de esta gran epopeya republicana, durante el cual el atrevimiento, la audacia y las incontenibles espontaneidades del patriotismo, hacen surgir del caos político y dan cuerpo y vida al pensamiento salvador de la democracia chilena.
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Lima, á 27 de julio de 1801. ON la ocupación d e la provincia d e Atacama por las fuerzas constitucionales y la reorganización del Gobierno político en los territorios libertados del yugo de la dictadura, se abre para la revolución, como he dicho anteriormente, un nuevo período, en que una inacción aparente, una especie de tregua forzada, suceden al estrépito de los combates, al sordo rumor de los regimientos en marcha, al recuento de los muertos y de los heridos, á las relaciones de encuentros y de batallas, y á las acciones de gracias después de las victorias.
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El observador lejano de la contienda espera •en vano de un momento á otro la noticia de un nuevo y terrible choque entre ambas fuerzas enemigas, y su curiosidad, acostumbrada á los sucesos de sensación, ora se finge un atrevido avance •de las guarniciones de Atacama hacia los valles de la Serena y de Coquimbo, ora una sorpresa de la escuadrilla dictatorial á alguno de los blindados constitucionales, ora un desembarco de tropas balmacedistas en alguna de las caletas del norte, ora un ataque al puerto de Valparaíso por ¡as naves de la escuadra, etc., etc,; pero nada •de esto sucede, y el que mira de cerca el desarrollo lógico de los acontecimientos sabe perfectamente que nada de ello puede tampoco suceder. El dictador conoce demasiado bien que toda •tentativa de ataque por su parte, no produciría otro resultado que dar nuevos y fáciles y seguros triunfos á sus enemigos, y éstos comprenden á su vez que necesitan acumular aún mayores elementos de combate para ir á buscar á la fiera en :
su guarida y cazarla en sus dominios ó espantarla lejos de ellos. Es un período de aparente inacción, repito, pero en realidad de enérgica concentración y preparación de fuerzas, durante el cual el uno y el
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2$l
otro permanecen como dos colosos, desafiándose desde lejos con la mirada y sin poder salvar la distancia que los separa. Una situación de esta naturaleza, completamente despejada, en que el humo del combate no oculta ya tras de sus blanquecinas nubes las fuerzas de cada uno de los beligerantes, me permite, pues apreciar, sin ilusiones ni falsas perspectivas, el poder de cada cual, lo que cada uno de ellos ha ganado ó ha perdido en cuatro meses de terrible lucha, y por ello, predecir, sin darme los aires de profeta, de cuál de las dos fuerzas rivales será el triunfo definitivo, ó, lo que es lo mismo, quién regará mañana con la sangre de los vencidos en la final batalla el árbol de la paz y de la prosperidad de Chile. Desde luego conviene tener presente, para apreciar con exactitud el estado actual de cada uno de los bandos enemigos, que desde los últimos acontecimientos militares, la tierra chilena ha quedado claramente dividida en dos grandes porciones, ó, mejor dicho, en dos estados distintos, con sus deslindes ó fronteras bien determinadas, sus gobiernos políticos perfectamente autónomos, su administración, sus rentas y su ejército absolutamente independientes el uno del otro.
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Desde la punta de Sama hasta los valles deHuasco y de Vallenar inclusives, la Junta de Gobierno rige con sabio y prudente imperio la. región de los desiertos y de los oasis, cuyos habitantes robustos y vigorosos arrancan á sus arenas y sus cordilleras los dos tercios de la renta fiscal de la república. Esa población numerosa se siente feliz por haber sacudido el yugo de la dictadura, y, con sus hábitos de independencia y de libertad personal, mira como el mejor de Iosbienes el que el ejército de la banda roja le ha devuelto con el acero de sus cañones y las afiladas puntas de sus bayonetas. Cada uno de esos hombres es un soldado que no espera sino el toque de llamada para acudir á los cuarteles, y como el dinero no falta en las arcas gubernativasni la decisión y la energía en ellos, pronto formarán todos en el gran ejército. En hombres y dinero el estado constitucional cuenta con los elementos necesarios para inclinar de su lado la indecisa balanza del destino. El Gobierno dictatorial, por su parte, es ciertoque extiende sus dominios sobre la región más considerable del país, habitada por una población mucho más numerosa que la de las provincias del norte. E s verdad que dentro de la zona
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que ocupa con sus armas se encuentran las ciudades más ricas y opulentas y las propiedades agrícolas y los establecimientos industriales más valiosos. También es cierto que la importancia política de las provincias á él sujetas, es en los tiempos ordinarios muy superior á las de la región del norte. Pero á todo esto debe observarse que el régimen de gobierno que impera allí, el régimen de la fuerza bruta ahogando todas las manifestaciones de la individualidad y estrechando como en prisiones de hierro todas sus energías, hace que estos poderosos
elementos
no tengan en el hecho su valor aparente ni puedan ser aprovechados por la dictadura en las actuales circunstancias. El observador imparcial que estudia con atención este aspecto, el más interesante sin duda de la lucha, mientras ve en las provincias sometidas á la dictadura una población humillada y exasperada, en cuyos centros sociales el motín, el complot y la conjuración trabajan en la sombra por arrojar de sus espaldas el peso abrumador de la tiranía que las esquilma y las agota, no puede menos de conceder una efectiva superioridad á las fuerzas, más reducidas es cierto, pero más homogéneas y enérgicas, que obedecen á la Junta
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<ie Gobierno, en cuyos territorios no existe sino un solo sentimiento que las impulse y una sola aspiración que las anime en la reconquista de la independencia y de la gloria de la República. Por otro lado, si se ve quiénes son los hombres encargados, en una y otra parte, de dirigir estos elementos de acción, de aprovecharlos en el sentido de sus contrarias aspiraciones y de impulsarlos á la consecución de los fines perseguidos por cada cual, la solución del gran problema se presenta con mayor claridad aún y las ventajas con que cuenta á su favor uno de los beligerantes se hacen más sensibles al ojo del observador. En efecto, ¿quiénes son esos políticos de gran carácter y de notable inteligencia, esos generales de probado valor, esos estratégicos de grandes conocimientos, esos hombres, en suma, que rodean al tirano, obedecen sus mandatos, sirven sus caprichos y podrían asegurarle el día de mañana en los campos de batalla el éxito de la lucha final y sangrienta? A h í está con él Julio Bañados Espinosa, su alter ego y algo así como una falsificación intelectual y moral de su persona, con sus ligerezas incorregibles, sus audacias inconscientes, sus charlatane-
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-rías ignorantes, sus suficiencias inconcebibles; especie de sastrecillo remendón siempre dispuesto á hacer lo cjue se le pide: una levita, una casaca militar, una sotana, todo mal hecho, es cierto, pero á su juicio, magnífico, inimitable. Algunos de mis lectores le conocen y saben que ha escrito sobre todos los ramos del saber humano, sobre política, sobre educación, sobre economía política, sobre artes y literatura sobre filosofía y sobre higiene, sobre medicina y matemáticas, sobre todo, y con •sólo la ayuda de dos ó tres diccionarios enciclopédicos. E s una maravilla digna de ser adorada por los sabios del siglo. Y como ha escrito, así ha hablado en el parlamento chileno y así ha servido fielmente á Balmaceda en todas sus locuras haciéndose su hombre necesario en todo y en las más difíciles circunstancias. Ahora habla y escribe sobre ciencia militar, cita de memoria al gran Federico é indudablemente, ante el criterio de Balmaceda, es el hombre que puede darle la victoria. Al lado de Bañados está Domingo Godoy, de quién el mismo Bañados habla entre sus íntimos, como de un hombre dominado por el jugo ardiente de Baco, y que, después de haber representado en los primeros días de la dictadura el
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papel de verdugo mayor, impulsando al dictador en todas las medidas de crueldad y de violencia con que éste inaugurara su período terrible, ahora no tiene otra importancia en les consejos de Gobierno que la del machete gastado y mellado en fuerza de haber estado podando de día y de noche en la encina secular de las instituciones de ChileSiguen en importancia á éstos, Manuel Arístides Zañartu, que ha redactado para satisfacción de su amo y señor un proyecto de banco de Estado,, por el cual todas las fortunas particulares del paísirían á empozarse en las arcas de la dictadura, de modo que ésta pudiera distribuirlas en la forma más adecuada á sus sombríos planes de dominación; Acario Cotapos, el viejo bufón de lenguagcgrosero, que mejor que ningún otro de sus colegas.y amigos ha sabido llenar su grueso vientrecon las sobras y'"migajas de las fiestas de palacio;,: Nicanor Ugalde, el robusto engordero, que un aficionado á los recuerdos bíblicos tomaría por una de aquellas siete vacas gordas de Egipto que asombraron al Faraón después de los años de esterilidad porqué había pasado su imperio; Ismael
1
Pérez Montt, el hombre de cerebro de suela, como se le llama, y que estaría tan bien de portero de una oficina plumereando muebles y paredes como-
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de Ministro de Estado poniendo su garabato al pie de los decretos de la dictadura, y, por fin, José Miguel Valdés Carrera, á quien cualquiera tomaría por el jefe de una banda de beduinos y que realmente por sus actos podría serlo. Estos son sus políticos mas distinguidos, los que tienen asiento en sus consejos, los que secundan directamente sus acciones y con los cuales cree poder sostenerse largos años sobre el solio de su insensata omnipotencia. Ahora bien, sus generales, sus hombres de guerra no valen más que sus políticos. Velazquez, que manifestara dotes distinguidas en la pasada guerra del Pacífico, enfermo y desengañado, se esconde ahora en su casa sin atreverse á abandonar el mal camino en que su mala estrella lo comprometiera en los primeros días de la dictadura; Barbosa no es mas que un cerbero fiel de la persona del tirano, que engorda en las antesalas, considerándose feliz con que éste crea en su lealtad de genízaro y pague á precio de oro sus humildes servicios; Alcérreca estrellará su redonda cabeza contra un muro en el momento en que se le ordene hacerlo, pero sus conocimientos militares no salvarán al régimen imperante el día en que él ordene ó mande una batalla. Los de-
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más jefes ú oficiales no valen más que los nombrados y seguramente menos que éstos. Hé aquí los hombres de la dictadura. Groseros ó ignorantes, torpes ó malvados, más bien que Iossostenedores del edificio político á que han unido su suerte con la fe musulmana de su abyección, parecen los roedores que minan su base sin alzarse más arriba de ella. Esto pinta mejor que cualquiera otra cosa la soberbia loca del hombre que cree poder sostenerse sobre ese cimiento de deleznable arcilla. Durante mi corta estadía en Santiago tuve ocasión de hablar y conocer de cerca á algunos de ellos, y formarme de su competencia el juicio que he expresado y en el cual me han confirmado sus hechos de cada día. Bañados, Godoy, Pérez Montt, Barbosa, Alcérreca y demás, ¿puede hablarse seriamente enumerando sus nombres é imaginando que ellos pueden serlos triunfadores ele mañana? Sólo el desprecio más profundo por la naturaleza humana ha podido hacer que el dictador de Chile se sienta bien con tales colaboradores y crea que con ellos, como con cualesquiera otros, puede sostener su omnipotencia. Siguiendo ahora el desarrollo del paralelo que he venido estableciendo entre los elementos con
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que cuenta cada uno de los partidos beligerantes, véase quiénes son los que secundan los esfuerzos patrióticos del ilustre capitán Montt y de los señores Silva y Barros Luco, en la gran tarea de lo que con razón se ha llamado la segunda independencia de Chile. En una hermosa fotografía reproducida en L i ma y que en estos momentos llama ia atención de todos los paseantes de la calle de Mercaderes, se ven las figuras agrupadasde esos hombres disdinguidos, de esos políticos y de esos guerreros, cada uno délos cuales tiene en la historia de su país una página brillante donde se hallan escritos sus grandes servicios á la patria}-' á la libertad. En medio de ese grupo y en el segundo plano del cuadro, detrás de los miembros de la Junta de Gobierno, se ve la noble y caballerezca figura de Manuel José Irarrazával, el más notable de los estadistas de su país. Desde los albores de su juventud se le admiró en el parlamento chileno como á un hombre capaz de llevar á cabo las más audaces y grandes empresas. Nutrida su inteligencia en los conocimientos más vastos de derecho público y economía social, alentado su corazón por un amor ardiente y apasionado á los principios fundamen-
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GIL JUAN
tales del verdadero gobierno democrático, y ayudado en sus empresas políticas por una voluntad de hierro y capaz de vencer todo género de obstáculos, ha sido durante los últimos veinte años el apóstol incansable de todas las grandes reformas liberales que han sido llevadas á la práctica en la legislación de su país. Entre los estadistas sud-americanos, no conozco otro que posea en el grado que él las dotes del gobierno y de la administración. En el grupo de patriotas que organizaron el pronunciamiento del 7 de enero y dieron forma y vida á la oposición militante de esos días, Irarrázaval figura como el primero entre ellos. Antes de él la debilidad y la vacilación mantienen suspensos los ánimos é indecisas las voluntades, pero llega él á ocupar su puesto, toma en sus manos la bandera, y todos le siguen y la revolución se organiza. Por eso, en el puesto que ahora ocupa en la Junta de Gobierno, su nombre es una garantía del éxito final de las operaciones. A l lado de Irarrázaval se ven en el cuadro las figuras de Isidoro Errázurizy de Joaquín Walker Martínez. ¿Quién que haya seguido con -interés el desarrollo político de Chile no conoce el nombre popular de Errázuriz, el orador brillante, apa-
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sionado y turbulento de los grandes debates parlamentarios de los últimos treinta años, el escritor y el periodista de las grandes frases y de las sátiras temibles, el hombre, en suma, que ha agitado cien veces alrededor de su personalidad todas las pasiones encendidas de la vida parlamentaria? Del mismo modo, ¿quién en Chile y en la Argentina ó en el Perú no ha oído hablar de Walkér Martínez, el joven caudillo conservador, cuya voluntad siempre pronta para la acción y cuya inteligencia extraordinaria le han conquistado una situación envidiable entre los hombres públicos de su país? Estos dos hombres, separados durante largos años y alejados el uno del otro por la distancia de sus opiniones, son hoy día, unidos en unos mismos esfuerzos y aspiraciones patrióticas, una verdadera potencia al servicio de la revolución. Errázuriz, Walker Martínez é Irarrázaval tienen en la Junta de Gobierno la dirección política de los acontecimientos, y á fe que ésta no podría estar en manos más firmes y más seguras. En el mismo cuadro y en compañía de los anteriores están el general Urrutia y los coroneles Holley y Canto, tres personalidades distinguidas del antiguo ejército de Chile. Cada uno de ellos 16
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ha -ganado sus galones lejos de las antesalas de Iosgobiernos y su historia se confunde con la de los hechos más gloriosos de las campañas de la República. Se puede, por lo tanto, tener fe en su valor y en su pericia y descansar en la confianza de sus brillantes dotes militares. Si se hace una comparación entre las personalidades que tienen la dirección política y militar en uno y otro partido, no puede, pues, ponerse en duda un momento la superioridad inmensa con que cuenta en su favor la causa de la libertad y del derecho, y que le da todas las probabilidades del triunfo final y decisivo. Por otra parte, á medida que el tiempo avanza y que los acontecimientos se acercan, estas diferencias que hemos establecido se acentúan más y más, dándonos la razón en todas nuestras apreciaciones. En la atmósfera turbia y cargada donde respira la dictadura, cada día, en efecto, se hacen más débiles é ineficaces los medios de que ésta se sirve para robustecer su poder. L a crueldad de los castigos, la tenacidad en las persecuciones, la violencia contra las personas y las cosas no consiguen ya amedrentar los
L A
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espíritus ni contener en su desarrollo los gérmenes de disolución que por todas partes minan y trabajan sin cesar el edificio, sino que, al contrario, parecen darles mayor fuerza en la resistencia hasta ser ésta considerada por todos como el gran deber que el ciudadano está obligado á cumplir para con su patria. El sacrificio, la muerte misma, no importan ya, si son necesarios y si la conciencia los pide como una ofrenda terrible. Los sargentos de la conspiración de Santiago atraviesan sonrientes en la mañana de su martirio los patios de la cárcel penitenciaria, y saludando gallardos y triunfantes á sus compañeros de prisión que se despiden de ellos con lágrimas en los ojos, suben al patíbulo y gritan que mueren por la libertad de su patria. Los marineros de la
Guale,
de pie
sobre el banquillo, rompen con sus manos las toscas camisas que cubren sus cuerpos, y antes de ser traspasados por el plomo homicida, arrojan los pedazos al pueblo, exclamando que no quieren llevar al sepulcro nada de lo que les ha sido dado por el dictador. Ricardo Cumming oye sereno é impasible en su celda de prisionero la sentencia de su asesinato, conversa en seguida
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con sus compañeros sobre el próximo triunfo de la libertad, se siente feliz porque piensa que su sacrificio será útil á la causa por la cual expuso cien veces su noble vida, y sube al cadalso con los ojos fijos en la visión cercana de su apoteosis y de su gloria. Todos los que van al tormento ó á la muerte ya no se quejan ni inclinan sus altivas cabezas, sino que, antes bien, parecen ir á cobrar una deuda que á corto plazo les será pagada. Entretanto, estas escenas luctuosas, cuyos ecos llegan hasta el Norte á conmover todas las fibras más hondas del sentimiento y del patriotismo, no hacen sino avivar más y más la energía y la actividad de los amigos de la libertad. Cumming ha muerto en el patíbulo, los marineros de la
Gua-
le han pagado con la vida su generoso atrevimiento, los sargentos de Santiago han sido inmolados por el tirano... Estos hechos, circulando de boca en boca entre la multitud y en las filas del ejército, arrancan á todo hombre de corazón un juramento de venganza y obligan á la Junta de Gobierno á apresurar los preparativos para la próxima jornada. Se habla ya no solamente de ir á Chile á salvar su Constitución y sus leyes, sino también de vengar !a sangre de los mártires de la patria. Cada día que pasa, se dice, es una con-
LA REVOLUCIÓN CHILENA
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cesión que se hace á la dictadura para que satisfaga su sed de sangre y de crímenes. Por esto, desde Tacna á Vallenar, de todas las poblaciones y de todos los lugares del interior se ven llegar diariamente á los cuarteles de la costa nuevos y numerosos voluntarios que vienen á pedir un fusil ó una espada. Desde el día 3 de julio, en que el vapor
Maipo
amaneciera en la rada
de Iquique con el valiosísimo cargamento de pertrechos de guerra enviado de Europa por los activos agentes de la Junta, hasta la fecha en que redacto estas ligeras líneas, esa emigración de hombres ha venido aumentando día á día. De esta manera el ejército constitucional ha podido triplicar su número en corto tiempo y organizarse y disciplinarse como un ejército de línea, que nada debe temer de los que mañana quieran cerrarle el paso en su marcha gloriosa y triunfante. Todo se halla, pues, preparado y los días délas justas venganzas se acercan. L a dictadura consu cortejo infame de abominaciones y de crímenes, ha podido vivir ocho meses apoyada en la fuerza bruta de sus bayonetas y en medio de una población inerme y desgraciada; pero, ¿seguirá viviendo el día en que sus guardias pretorianas-
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CIL
JUAN'
vean avanzar hacia ellas á los vengadores de la ley, á los defensores del pueblo, á los instrumentos de la justicia de Dios? Una mano de fuego escribe ya sobre los muros de la Moneda la frase bíblica que despertara un día al rey asirio del sueño de su embriaguez insensata.
xvrr Lima,
á 20 de agosto de
1801.
A suerte ha sido arrojada. Los regimientos _1
j del ejército constitucional dejan ya sus
•campamentos y sus cuarteles para embarcarse en los transportes de guerra que viajan desde Iquique á Caldera y de Caldera á Huasco, y en pocos días más la expedición libertadora habrá salvado las fronteras y presentádose á las puertas mismas de la dictadura. Un viento de borrasca sopla del Norte hacia el Sur y yo veo desde Lima á esos defensores de la libertad, poner pie en tierra en una •caleta descuidada y solitaria para marchar en se-
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guida con la fe fervorosa de su causa al combate y á la victoria. Las candorosas ilusiones de la dictadura se han desvanecido, pues, para siempre. Desde los primeros días de la revolución ésta se había halagado persistentemente con la idea de que los sublevados del Norte, como se les llamaba, jamás intentarían llevar un ataque de frente contra las fuertes guarniciones estacionadas desde Coquimbo hasta Lebu. ¿Con qué elementos bastante poderosos podrían intentar una tal aventura? E s ta ilusión había persistido en los consejos del dictador hasta el último momento y como un hecho indiscutible y evidente. Mientras el Gobierno, se decía en la Moneda con la seguridad de una convicción profunda, tenga un ejército respetable por su número, lealtad y disciplina, cuyas distintas divisiones puedan movilizarse en treinta ó cuarenta horas y operar su concentración en cualquiera de los puntos de la gran línea estratégica ocupada por los distintos cuerpos que las componen, los revolucionarios no cometerán la locura de venir á estrellarse fatalmente contra las puntas de sus bayonetas y las bocas de sus cañones. Podrían intentar tal vez algunos golpes de sor-
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presa con ligeras expediciones de desembarco y para el fin de mantener la actividad de las operaciones y alentar el espíritu de resistencia de sus parciales; pero abandonar su campo de resistencia, dejar á Tarapacá, venir á la boca del lobo» ¿cómo, sin comprometer locamente su vacilante fortuna y sin perder en un día los resultados de tantos y persistentes esfuerzos? Se comprendería que así obrasen después de haber agotado todos sus recursos y sólo para poner término con un golpe de brillo á la comedia de la resistencia; pero tal cosa no es de esperar todavía mientras no hayan perdido la esperanza de una sublevación militar en el centro mismo del país. Estaba tan arraigada y era de tal modo aceptada esta ¡dea por los devotos y partidarios del Dictador, que ell?. era como el punto de partida de todos sus cálculos, como la base de todos sus proyectos, como el factor de todas sus alegres cuentas. Ellos no vendrán; ¿cómo vendrían?; es absolutamente imposible que tal intenten; no podría ocurrírselcs semejante locura; ¿no sería ello un sacrificio estéril seguido de su entrega incondicional?; se podría pensar en todo menos en eso... Con estas ú otras frases parecidas terminaba siempre toda conversación ó discusión al respecto.
250
Gil. JUAN"
Si de cuando en cuando llegaba á sus oídos la grave noticia de que los sublevados del Norte habían recibido un cargamento de armas ó que las gestiones de sus agentes en Estados Unidos ó Europa para conseguirlas podían proporcionárselas, esto no importaba, no tenía gran significación ni podía alterar seriamente la situación en que ambos partidos se hallaban colocados. L a cuestión, para los amigos de la dictadura, se resolvería tarde ó temprano, ó por una mediación diplomática que trajera al redil á los que de él habían huido sin meditar bien en las consecuencias de su triste calaverada, ó por el tiempo, ese gran deshojador de ilusiones, que habría de trocar en amargos desengaños toda la pólvora gastada en la primera hora de la exaltación y del entusiasmo. En uno ó dos meses más, por otra parte, el dictador tendría en el puerto de Valparaíso dos nuevos y poderosos barcos de guerra, el te Errázurir:
y el Presidente
transportes, el Aquila al
Imperial
y
y
Pinto,
el Mapoclw,
y dos
Presidengrandes
los que unidos
las dos torpederas, le permitirían
operar con ventajas contra la escuadra sublevada y llevar á las mismas playas de Tarapacá un ejército poderoso y recuperar con su auxilio la parte perdida del territorio.
LA
REVOLUCIÓN
CHILENA
2¡l
Estos buques, al mismo tiempo, podrían con la ligereza de sus cascos y el poder de su artillería, batir en detalle á los pesados barcos sublevados y destruirlos en poco tiempo, permitiendo al Gobierno hacer en seguida el bloqueo efectivo de toda la costa del Norte y rendir por hambre á los tales partidarios de una causa ya completamente perdida. El fin de la campaña estaba, pues, señalado, como próximo, cualesquiera que fuesen los elementos que los revolucionarios acumulasen para su defensa, cualesquiera los medios de acción de que dispusieran, cualesquiera las resoluciones de que estuvieran animados. Relegados en un desierto y privados de todo medio de comunicación con el exterior, ¿quién ni cómo podría venir en su socorro? L a solución del problema pertenecía indudablemente al tiempo y éste habría de favorecer con ella al gobierno de Santiago que contaba con recursos sobradísimos para sostenerse durante meses y años en el terreno que ocupaba. A medida que los días pasaban, estas ilusiones se vigorizaban más todavía con las noticias que de Europa comunicaban al dictador sus activos agentes que allí vivían atareados en la obra salvadora para sus planes de la salida de los cruce-
252
GIL
JUAN
ros que á toda prisa se construían en los arsenales franceses. El
Presidente
Pinto
estaba ya casi terminado-
y era cuestión de días su envío al Pacífico; el. Presidente
Errdznriz,
su gemelo, le seguiría en.
un mes más; las gestiones hechas en Buenos Aires por el Ministro Vidal para la adquisición del Aquila
llegaban á un resultado favorable; en.
poco tiempo más, el dictador contaría, pues, con una verdadera escuadra que le permitiría dar gran, vigor y activo impulso á las operaciones. EI mes de septiembre, por otra parte, agregaban, se acerca ya y con él la fecha de la transmisión del mando supremo, que permitirá, en el peor de los casos, abrir con los revolucionariosnuevas gestiones de paz, en las que estos se apresurarán seguramente á aceptar lo que hasta ahora su orgullo ó la naturaleza de la causa que defienden les obliga á rechazar como un don de las manos de Balmaccda. El heredero del dictador es un político que no exigirá de ellos otra cosa que la sumisión al gobierno legítimo del país, que el desarme en homenaje al principio de autoridad que ha hecho feliz á Chile durante el espacio de medio siglo. Ellos se han alzado con las armas en la
I.A R E V O L U C I Ó N C H I L E N A
253
mano contra ese principio, comprometiendo el •orden, la paz y la felicidad del Estado; con ello han cometido indudablemente, no sólo una gran falta, sino el mayor de los crímenes contra la patria; pero todo eso puede aún perdonarse en beneficio de esos mismos y preciosos bienes. El heredero del dictador tiene en sus manos el velo del olvido generoso con que pueden cubrirse las grandes faltas, y la magnanimidad sin tasa ni medida es una de las virtudes cívicas del nuevo mandatario. Leyendo la prensa dictatorial de esos días, se ve cómo estas razones inspiraban el criterio de los parciales de la dictadura, de qué manera sostenían su convencimiento de que no podrían ser jamás vencidos, y cómo la partida que se jugaba desde hacía más de siete meses de sangrienta lucha habría de ser al fin ganada por ellos. Los diarios de la dictadura en sus días lúcidos, tenían á veces verdaderos arranques de ternura para con esos hijos descarriados de la patria, para con esos pobres locos á quienes cegara en su criminal empresa una ambición insensata. ¿No son al fin chilenos como nosotros? exclamaban; ¿no han nacido en este mismo país que ahora en su demencia tan cruelmente agravian?
254
GIL
JUAN
Se les puede, pues, perdonar todavía su gran falta y recibirlos en el seno de la patria como al hija pródigo en la casa paterna. Luego, esa misma prensa hacía pintorescas descripciones de la situación desesperada en que se hallaban esas pobres gentes del Norte, reducidas á los últimos extremos del hambre y de la miseria. No podía, por consiguiente, creerse ni imaginarse siquiera que los que, por un capricho de la fortuna, habían vencido en Pisagua, San Francisco, Pozo Almonte, Iquique, Antofagasta, Arica y Caldera, pretendieran violentar al destino é intentar un ataque serio contra el aguerrido y numeroso ejército, que desde Coquimbo hasta Lebu, guardaba las fronteras de la dictadura y ocupaba todas las poblaciones y ciudades sometidas á su vasto imperio. El dictador, como he dicho, según el criterio de sus partidarios, no tenía otra cosa que hacer que esperar y esperar, hasta que la revolución se devorara á sí misma, falta de recursos de subsistencia, y desengañada de su impotencia, viniera á solicitar un perdón generoso de sus locuras y grandes faltas. Entretanto, ¡de qué manera tan distinta se veían
LA REVOLUCIÓN
CHILENA
255
las cosas en los campamentos de Tacna, Iquique, Antofagasta y Atacama! Durante meses habían esperado armas y municiones para armar un gran ejército, y ya éstas les habían llegado; con esos elementos de guerra habían calculado elevar sus fuerzas á una cifra bastante poderosa para ir á atacar á la dictadura en sus posiciones, y de todas partes acudían á las filas miles de voluntarios; teniendo armas y hombres miraban como segura la victoria, y ya era solo cuestión de días para ellos el ir á plantar sus banderas en los fuertes de Valparaíso y en las torres de Santiago. L a idea del triunfo próximo enardecía los ánimos y hacía que en los campamentos se esperara como un día de fiesta y de gloria aquel en que se les ordenara embarcarse y marchar. L a dictadura tenía, es cierto, un aguerrido ejército, se decía; pero, ¿qué podrían esos pobres hombres arreados como bestias á los cuarteles, contra los voluntarios del Norte, dispuestos á morir en la demanda antes que permitir siguiera manchando el honor y la gloria de la patria el miserable autor de tantas y prolongadas desgracias? Los defensores de la tiranía podían, es verdad, oponerles un número de tropas muy superior al
256
GIL
JUAN
con que ellos irían á atacarla; pero, los hombres que tienen la conciencia de su derecho y que en cierto modo son los instrumentos de la justicia de Dios, ¿no pueden batirse uno contra dos y en el supremo esfuerzo duplicar la energía de su brazo y el aliento de su pecho? Los enemigos de la patria, extendiendo sus legiones desde Coquimbo hasta Arauco, estaban preparados para resistir el ataque en cualesquiera de los puntos de su vasta línea de defensa; pero, los soldados de la ley, ¿no contarían con la ventaja de escoger el momento y el lugar del combate y aprovechar de esta circunstancia para decidir la victoria á su favor? Si Balmaceda podía
aumentar sus fuerzas
marítimas y en cuatro ó seis meses tener en Valparaíso los dos cruceros en actual construcción ¿por qué el ejército constitucional habría de esperar á que el enemigo viniese con su escuadra improvisada á presentarle combate en las costas del Norte, y no iría inmediatamente á buscarle en el centro mismo de su orgullosa omnipotencia? Así se hablaba en el Sur y en el Norte respecto á las probabilidas de una lucha próxima y definitiva en las postrimerías del mes de julio, y ya vemos cuan lejos estaban de la verdad de la si-
LA REVOLUCIÓN
CHILENA
tuación los que allá se adormecían con las ilusiones de su omnipotencia y qué fuerza moral empujaba á los de acá en su grande y gloriosísima empresa. L a suerte ya ha sido arrojada y los regimientos del Norte van en marcha, sin que el rumor de sus pasos despierte de su letargo á aquellos á quién el destino parece haber cegado los ojos y adormecido los oídos para que no vean ni oigan su sentencia de muerte. Allá van sobre sus barcos de guerra, ¿y se quiere todavía un pronóstico más elocuente de los sucesos que van á realizarse? Todos los que de lejos contemplamos los preliminares de este último cuadro del drama, estamos esperando anhelantes las noticias de cada hora y de cada momento, y, sin embargo, los parciales de la dictadura todavía duermen! L a historia tomará más tarde en cuenta este hecho, tantas veces repetido en sus páginas, para caracterizar la verdadera fisonomía de la dictadura y explicarse su fatal derrumbamiento.
17
XVIIT
Escribo esta última página de mis impresiones á la luz de la nueva aurora que ilumina con sus brillantes y diáfanos colores el horizonte político de la América del Sur. L a democracia y la república no están perdidas en América. Esos soldados heroicos que ayer, en las playas de Tarapacá, de Antofagasta y de Atacama, se embarcaban á bordo de los trasportes de guerra de la revolución, después de cortos días de anhelante expectativa han puesto pie en tierra en la solitaria bahía de Quinteros, para arrojarse en seguida, como una avalancha de hierro, sobre las numerosas huestes de la dictadura y arrollarlas en las alturas de Concón y despeda-
2ÓO
Gil.
JUAN
izarlas en los campos de la Placilla (i). Chile se ha salvado y con Chile el porvenir de los demás estados sud-americanos. Parece una fantástica leyenda ese paso del Aconcagua, á la vista y bajo los fuegos del enemigo. Esos soldados, llevando en alto sus rifles y •sus municiones y cruzando el ancho río sin disparar un tiro hasta no llegar á la opuesta orilla, para lanzarse en seguida, como poseídos de una locura heroica, sobre las posiciones inexpugnables de sus adversarios, y alcanzar hasta las mismas bocas de sus cañones y arrollarlo todo á su paso, me hacen recordar los episodios más notables y culminantes de la guerra. Un gran pintor de batallas no encontraría un tema más hermoso para ponderar en el lienzo lo que puede y á qué alturas alcanza el valor humano llevado sobre las ardientes alas del amor á la patria. Luego, esa terrible marcha desde Concón á Quilpué y desde Quilpué á la Placilla, para obligar al enemigo á abandonar sus primitivas y atrincheradas posiciones... Los batallones fatigados, insomnes y hambrientos caminan entre las sombras de la noche oyendo á sus espaldas los (i)
A p é n d i c e n ú m . 1 5 — N o t a del
Editor.
LA REVOLUCIÓN CHILENA
2ÓI
rugidos de las locomotoras, que pasan con la rapidez del relámpago llevando á sus adversarios nuevos y nuevos contingentes de tropas. Esos extraños ruidos de la noche, dicen ellos, son las últimas amenazas de la dictadura que pronto ahogaremos con nuestros brazos en su monstruosa garganta, y continúan marchando con la fe de la victoria en el día que va á amanecer. Siete días y siete noches caminan así, casi á tientas por entre yermos oscuros y senderos extraviados, padeciendo todo género de penalidades, pero sin desmayar un punto en medio de la tremenda jornada, hasta que ven al enemigo y le contemplan comolas águilas á su presa. Esto da una idea del espíritu que los animaba y de qué modo la noción del deber estaba grabada en sus corazones de acero. Por fin, llega el día 2 8 de agosto. El ejércitode la dictadura, fuerte de catorce mil hombres,, ocupa las alturas de Peñuelas, á cuyos pies está el caserío de la Placilla. Esa posición parece inexpugnable y así la juzgan los que la han escogido y se creen allí seguros y de antemano vencedores. Pero no hay imposibles para el valor y el heroísmo. Los regimientos constitucionales avanzan impávidos por el llano y comprometen la batalla al pie de las alturas. Durante dos horas las
262
GIL
JUAN
fuerzas de uno y otro bando avanzan bajo una lluvia de plomo hasta cruzar sus bayonetas cuerpo á cuerpo, éstos defendiéndose con una terquedad sin nombre y digna de mejor causa, y aquéllos arrojándose con valor desesperado sobre las posiciones enemigas. El destino de la guerra se mantiene, sin embargo, incierto durante una hora más todavía, y en toda la línea y en todos los senderos los soldados se estrechan, cada uno contra su adversario, sin ceder ni avanzar un punto en la lucha general y singular á la vez. Parece que el combate fuera á prolongarse así al través de todas las horas del día que avanza, cuando el coronel Canto arroja toda su caballería en masa sobre las espaldas del enemigo, despedazando sus líneas y dispersándolas en completa derrota. Desde ese momento toda resistencia es inútil y la dictadura ha muerto en un lago de sangre como había vivido. Todos los hombres de libertad, todos los amigos de la democracia están de plácemes y celebran alborozados esta gran jornada del patriotismo. En Chile ha muerto la dictadura para no alzarse ya jamás y la ola de sangre en que ha sido ahogada ha lavado sobre la tierra chilena ocho meses de oprobios, de vergüenzas y de crí-
LA REVOLUCIÓN CHILENA
263
•menes. Una nueva aurora de paz y de libertad brilla en el cielo, y á su hermosa luz, los hombres que no han desesperado del porvenir de la América republicana, sienten robustecerse su fe en los gloriosos destinos del continente.
APÉNDICES NÚMERO
1.
•>o^o>.
Be
Santiago
al
Iquique, S. D.
Maipo Marzo
ij
de
1801.
GONZALO B U L N E S Santiago. Querido Gonzalo:
Cumpliendo con S a n t i a g o y en
los
la p r o m e s a q u e te h i c e al s a l i r momentos
en q u e a b a n d o n a b a
de el
amable hogar d o n d e durante sesenta días estuviéramos en reclusión severa, y estrechando
más
b u r l a n d o las y
más
amenazas del tirano
los lazos d e nuestra
vieja
a m i s t a d , t o m o a h o r a la p l u m a , en e s t a c i u d a d l i b e r t a d a p o r la i n d o m a b l e e n e r g í a d e n u e s t r o s
m a r i n o s y la h e -
266
GIL
JUAN
r ó i c a fiereza d e n u e s t r o s s o l d a d o s , p a r a r e l a t a r t e las p e ripecias de mi viaje y
enviarte un
saludo de
hombre
l i b r e , á tí q u e a u n te v e s o b l i g a d o á r e f r e n a r e n t r e l o s m u r o s d e tu p r i s i ó n el v u e l o g e n e r o s o d e t u s i d e a s y d e tus sentimientos. C o m o d e a n t e m a n o e s t a b a c o n v e n i d o y s i g u i e n d o lasi n s t r u c c i o n e s q u e t e n í a m o s d e la J u n t a R e v o l u c i o n a r i a •de S a n t i a g o , el d í a l u n e s , 9 d e l c o r r i e n t e , á las d i e z d e la n o c h e , s a l i m o s d e la c a s a d e T o r i b i o L a r r a í n , m o n t a d o s en b u e n o s c a b a l l o s y l i g e r a m e n t e a p e r a d o s p a r a el viaje, J u a n de Dios Vial G u z m á n , A d o l f o H u r t a d o L a rraín, Alfredo V i a l Solar,
un r o b u s t o v a q u e a n o y
este
tu a m i g o afectísimo. S e g ú n lo p r e v i a m e n t e a c o r d a d o , d e b í a m o s h a c e r a l t o e n el c a m i n o d e c i n t u r a y frente á la c a l l e d e B a s c u ñ á n G u e r r e r o , para esperar ahí á otro grupo de amigos y c o m pañeros, cuyos nombres todavía ignorábamos, pero q u e •se n o s d a r í a n á c o n o c e r p o r el s a n t o y s e ñ a q u e t e n í a m o s para esa noche. E n este p u n t o
nos
encontrábamos,
cuando
vinie-
r o n á n o s o t r o s d o s c o n o c i d o s a g e n t e s d e la J u n t a p a r a d e c i r n o s q u e el c a m i n o e s t a b a l i m p i o d e a l i m a ñ a s d i c tatoriales, y nos ordenaron q u e avanzáramos dos c u a d r a s m á s al p o n i e n t e . A q u í encontramos, después
de dar nuestra seña,
al
c o r o n e l d o n E u s t a q u i o G o r o s t i a g a , al c o m a n d a n t e d o n A n í b a l F r í a s , y un instante d e s p u é s á C a r l o s I r a r r á z a v a l Lira,
Florencio
Larraín Lecaros y Luis Matta
Pérez.
S e g u i m o s adelante entonces, pero á m a r c h a lenta, pa-
LA REVOLUCIÓN CHILENA
r a dar lugar á que s a n t e , sin
267
n o s a l c a n z a s e el g r u p o m á s i n t e r e -
d u d a , d e los d e la p a r t i d a , es d e c i r , el d e la
p o l i c í a a r m a d a d e S a n t i a g o , q u e , al m a n d o del b i z a r r o mayor de caballería don Rodolfo Ovalle B a s c u ñ á n , deb í a v e n i r y a c e r c a y d e s p u é s d e h a b e r h e c h o e n la c i u d a d el s e r v i c i o d e t u r n o d e e s a h o r a . Efectivamente,
minutos
d e s p u é s , s e n t i m o s á la d i s -
t a n c i a el r u m o r d e l t r o t e d e c a b a l l e r í a s , y l u e g o e s t a b a c o n n o s o t r o s el m a y o r O v a l l e ,
s e g u i d o d e l oficial
Ma-
nuel A . E s c o b e d o y de una lucida tropa a r m a d a de carabina, sable,
r e v ó l v e r y t r e s c i e n t o s tiros
de bala
c a b e z a , es d e c i r d e t o d o el a r s e n a l p o r t á t i l c o n q u e
por la
d i c t a d u r a h a a r m a d o á los e x - a g e n t e s d e la s e g u r i d a d y del orden. Y a e s t á b a m o s t o d o s r e u n i d o s , sin q u e n i n g u n a c o n t r a r i e d a d n o s afligiera, sin q u e n i n g ú n e n t o r p e c i m i e n t o nos
c o n t r a r i a s e y, al
fin,
libres y señores
de
nuestra
l i b e r t a d y a l b e d r í o . ¡ A d e l a n t e , p u e s , y feliz v i a j e ! E r a , mi e s t i m a d o a m i g o , un espectáculo característico d e la é p o c a t r i s t í s i m a p o r q u e a t r a v e s a m o s , el q u e p r e sentábamos
en esos m o m e n t o s ,
galopando
entre
las
• e s p e s a s s o m b r a s d e la n o c h e e n d e m a n d a d e p u e r t o seguro donde mirarnos
lejos del
brazo infame
q u e á la
h o r a presente persigue, e n c a r c e l a y azota á los mejores y más
virtuosos
c i u d a d a n o s d e la r e p ú b l i c a , y
donde
p o d e r t e n e r u n p u e s t o p a r a la g r a n l u c h a en q u e al fin h a b r á d e c a e r p a r a n o l e v a n t a r s e j a m á s e n C h i l e la o d i o sa y repugnante tiranía nos avergüenza.
q u e nos oprime, nos mata y
268
GIL
JUAN
E l a i r e d e la l i b e r t a d p a r e c í a a v i v a r el i n g e n i o d e c a d a c u a l é i n s p i r a r l e las frases m á s p i c a n t e s s o b r e
la o l í m -
p i c a a c t i t u d d e z a r z u e l a d e los g a l l i n a z o s d e la M o n e d a , i g n o r a n t e s p o r e s o s m o m e n t o s d e la b u e n a
presa
que
s e les e s c a p a b a d e las g a r r a s , h u y e n d o al c o r r e r d e l o s generosos brutos por
los c a m i n o s
y callejones
d e los
a f u e r a s d e la c i u d a d . — ¿ Q u é d i r á m a ñ a n a m i q u e r i d í s i m o a m i g o el d e las m e l e n a s , e x c l a m a b a R o d o l f o O v a l l e , c u a n d o el n o m e n o s q u e r i d í s i m o A l c é r r e c a le d é p a r t e d e q u e h a s t a l a p o l i c í a d e S a n t i a g o s e le h a i d o c o n a r m a s y t r e s c i e n t o s tiros p o r c a b e z a á b o r d o d e la A r m a d a C o n s t i t u c i o n a l ? — ¿ Q u é cara de vinagre aconchado pondrá papá Barb o s a , d e c í a el c o r o n e l G o r o s t i a g a , v u e l t a y al d a r l e
u n p u n t a p i é en
cuando me lo
m e n o s n e g r o y feo d e su a p o l i l l a d a
vea
de
más blando y
lo
humanidad?
• — ¿ Y el infeliz d e C l a u d i o , al v e r s e sin p e n a c h o y sin p l u m a s ; y el p i c a r o d e G o d o y , a h o g a d o e n u n t o n e l d e h u a c h : . c a y ; y el e x u b e r a n t e
Bañados,
s u d a n d o c o n la
c u e r d a e n e! p e s c u e z o ; y en fin, t o d a esa c a r n e d e horca, q u e no la h u b o
m e j o r e n los b u e n o s t i e m p o s
de
la linche!ía? A s í c a d a c u a l s o l t a b a al a i r e s u l i n d e z a s o b r e a l g u n o d e los d e la g a v i l ' a d i c t a t o r i a l ,
y galopábamos y galo-
p á b a m o s , h a s t a q u e la v o z d e u n o d e los d e la c o m p a ñ í a g r i t ó ¡Alto!
y nos detuvimos en m e d i o del c a m i n o .
S e n o s l l a m a b a á p a r l a m e n t o s o b r e la m a n e r a y forma
cómo
peligros.
debíamos
h a c e r el v i a j e
sin o b s t á c u l o s n i
A REVOLUCIÓN CHILENA
H a s t a ese instante, mos
lejos
ninguna
todo iba
269
con felicidad,
estába-
d e S a n t i a g o , n a d i e h a b í a f a l t a d o á la
desgracia
había
que
lamentar;
pero
cita,
¿quién
dirigiría en a d e l a n t e la e x p e d i c i ó n , por c a m i n o s extraviados, de m o d o q u e igual ñándola fin?
y fuera
felicidad siguiera
c o n d u c i d a lo m á s
acompa-
r á p i d a m e n t e á su
D e b í a m o s , e v i d e n t e m e n t e , tener un jefe
conoce-
d o r d e p o b l a d o s y d e s p o b l a d o s , al c u a l t o d o s s e c o m prometieran á obedecer y que
fuese t a m b i é n d e t o d o s
respetado, c o m o un general por sus soldados en cam paña. D e s p u é s de m a d u r a a u n q u e rápida deliberación, en que
distintos oradores de casaca,
levita y
p o n c h o hi-
cieron oir breves y c o n c i e n z u d o s discursos, se c o n v i n o e n r e c o n o c e r c o m o g e n e r a l d e d i v i s i ó n al B e n j a m í n d e la c o m i t i v a , q u e , si e s v e r d a d q u e e r a u n n i ñ o d e v e i n te a ñ o s , p o s e í a ,
sin e m b a r g o , la s e n s a t e z d e u n a n c i a -
n o , al m i s m o t i e m p o q u e e r a el m á s caminos y campos que
c o n o c e d o r d e los
debíamos atravesar,
amén de
su energía, prudencia y discreción á toda p r u e b a . Dispuestas
a s í las c o s a s y d a n d o t o d o s e j e m p l o d e
a m o r á la d i s c i p l i n a , s e r e c o n o c i ó i n m e d i a t a m e n t e c o m o jefe á don
Adolfo
Hurtado
Larraín, quien, habiendo
a c e p t a d o el p u e s t o y j u r a d o á las e s t r e l l a s d e la n o c h e desempeñarlo galope
fielmente,
d i o la o r d e n d e ¡Adelante
y d
tendido!
E l e n t u s i a s m o y la a l e g r í a q u e d e s d e el p r i m e r m o mento habían medida
dominado, parecían
más y más vivos á
que avanzábamos, alejándonos
de
Santiago,
270
Gil.
JUAN
c u a n d o e n t r e el r u i d o s o r d o d e l g a l o p a r d e los c a b a l l o s se o y ó un agua!
grito
de pavor y de
espanto
¡Hombre
al
y todos instantáneamente nos detuvimos.
Era
que
el c o m a n d a n t e
Frías se había
dado
una
vuelta y y a c í a e n tierra c o n el c u e r p o y la c a b a l g a d u r a . E l s u s t o fué el c o n s i g u i e n t e ; el d e s g r a c i a d o c o m a n d a n t e n o s a b í a si t e n í a las
p i e r n a s q u e b r a d a s ó los b r a z o s
h e c h o s a ñ i c o s ó la c a b e z a el c u e r p o
en p o d e r
s e p a r a d a del tronco ó t o d a
del diablo, ó de B a l m a c e d a , q u e
e r a lo m i s m o . E l c o m a n d a n t e se q u e j a b a y s e q u e j a b a c o n tristes y a p a g a d a s v o c e s . ¿ Q u é h a c e r e n tan c r í t i c a s c i r c u n s t a n cias? ¿ C ó m o
llamar á Aguirre,
Mceric ó á cualquiera
de
los
á
Barros
Borgoño, á
compone-huesos
de
la
Facultad? ¿ D e q u é manera conseguir una gota del báls a m o d e F i e r a b r á s , q u e tan b u e n é x i t o p r o d u c í a e n l o s desatornillados coronel
m i e m b r o s del
Gorostiaga
señor don
Quijote?
FA
auscultaba desesperado á su com-
p a ñ e r o d e a r m a s , q u e no se l e v a n t a b a del suelo. En
medio
de trance
tan
apurado, á alguien
se l e
o c u r r e d e c i r q u e se l e v a n t e el d e s g r a c i a d o c o m a n d a n te, y e n t o n c e s . . .
se ve con sorpresa del m u n d o entero
y aun dei p a c i e n t e m i s m o , q u e t o d o ello n o p a s a b a d e alguna e s c o n d i d a m a g u l l a d u r a en los músculos blandos. El
comandante estaba
gloria del
resucitado,
para felicidad y
e j é r c i t o d e C h i l e , y e n t r e los d i c h o s y b u r -
las inocentes de sus c o m p a ñ e r o s d e viaje, volvió á m o n tar el
fiero
b r u t o , y el j e f e d e la e x p e d i c i ó n
n u e v o /Adelante
y al
galope!
gritó d e
l.A R E V O L U C I Ó N C H I L E N A
271
Á cuatro leguas de Santiago, más ó menos, H u r t a d o hizo detener y propuso
o t r a v e z la a p r e s u r a d a
á sus s u b o r d i n a d o s
Adolfo marcha
la s i g u i e n t e c u e s t i ó n :
¿ D e b í a ó n ó c o r t a r s e el t e l é g r a f o y
el t e l é f o n o ,
para
i m p e d i r q u e B a l m a c e d a , s a b e d o r tal v e z á e s a s h o r a s d e n u e s t r a fuga, c o m u n i c a r a c o n M e l i p i l l a , C a s a b l a n c a ó
Valparaíso?
proceder
Por unanimidad de
inmediatamente
á
votos
se
acordó-
c o r t a r los hilos y r e p e t i r
la o p e r a c i ó n c a d a d o s l e g u a s . A l punto se puso, pues, m a n o y pegual á los postes y p a l o y s a b l e á los a l a m b r e s , misma operación de cirugía
h a c i é n d o s e d e s p u é s la
r e v o l u c i o n a r i a e n el r e s t o
d e l c a m i n o y tal c o m o h a b í a s i d o a c o r d a d a . A l l l e g a r al p u e b l o d e
Peñaflor
r e t u v i m o s al p a s o á
las c a b a l g a d u r a s y c r u z a m o s e n s i l e n c i o el c a s e r í o , p a r a n o d e s p e r t a r las a l a r m a s d e l a a u t o r i d a d ó d e los v e c i nos que
en esos m o m e n t o s de campestre reposo dor-
m í a n el s u e ñ o d e los felices b a j o el a l a s o p r í f e r a d e l d i o s m á s b e n i g n o á los m o r t a l e s . D e s d e allí p a r a a d e l a n t e , a b a n d o n a m o s y a los c a m i nos públicos y nos
a l e j a m o s d e los villorrios y sende-
r o s h a b i t a d o s , s i g u i e n d o p o r el i n t e r i o r d e los g r a n d e s f u n d o s c o s t i n o s , d e m o d o q u e los a g e n t e s d e l d i c t a d o r perdieran
toda
huella nuestra y se encontraran
en la
absoluta imposibilidad de perseguirnos con provecho. En
las a l t a s h o r a s d e la
noche,
atravesábamos
la
extensa cuesta de Mallarauco, silenciosos y cabizbajos, b a s t a n t e f a t i g a d o s d e la m a r c h a a l g u n o s , c o n las
bes-
tias c a s i c o r t a d a s o t r o s , y e s t e tu a m i g o a f e c t í s i m o , s o -
272
GIL
b r e u n j a m e l g o d e tres
JUAN
p a t a s ú t i l e s y u n a c u a r t a fuera
de combate absolutamente. E l coronel
Gorostiaga
era,
en esos
momentos
de
s u p r e m o c a n s a n c i o , el h o m b r e d e la s i t u a c i ó n . P a r a d i s . traernos, ponía en
a p r i e t o s su i m a g i n a c i ó n ,
contándo-
n o s las a v e n t u r a s r o m a n e s c a s d e su r e c i e n t e c a u t i v e r i o . Sus relaciones
nos
h a c í a n r e í r y e x c i t a b a n la v e n a
de
los d e m á s , h a c i e n d o q u e c a d a c u a l n o q u i s i e r a ser m e n o s q u e el p r e s t i g i o s o j e f e d e la a r t i l l e r í a . H a s t a el c o m a n d a n t e F r í a s s e r e p o n í a d e su s u s t o y las h i s t o r i a s del
coronel
Gorostiaga
provocaban
otras no
menos
e n t r e t e n i d a s , en las c u a l e s el q u e las c o n t a b a h a b í a s i d o parte últimamente.
Si
el c o r o n e l
había escapado de
las m a n o s d e t e n a z a s d e B a r b o s a p o r u n a c h i m e n e a d e c o c i n a , n o f a l t a b a n q u i e n e s h a b í a n l i b r a d o d e las mismas subiéndose á un palo de bandera. E n suma, c a d a c u a l , p a r a e n t r e t e n e r á los d e m á s , l a r g a b a al a i r e la s u y a , ayudando
la f a t i g o s a m a r c h a y m a n t e n i e n d o el
buen
á n i m o d e sus c o m p a ñ e r o s . A s í , m a r c h a n d o y h a c i e n d o u n o s la p e q u e ñ a b i o g r a fía d e V a l d é s C a r r e r a y su h o m ó n i m o V a l d é s C a l d e r ó n , o t r o s la
de
Bañados
Espinosa
y
su g e m e l o
Blanlot
H o l l e y , é s t e la d e C l a u d i o y P é r e z M u ñ o z , el o t r o la d e S t e p h a n y C a r v a l l o O r r e g o , y los d e m á s l a s d e o t r a s par e j a s m á s ó m e n o s s e m e j a n t e s d e las fieras d e la d i c t a , dura,
entreteníamos
el
gusanillo
del aburrimiento y
dábamos abundante material para que después, algún n u e v o P l u t a r c o , e s c r i b i e s e las n u e v a s vidas del porvenir.
paralelas
LA
REVOLUCIÓN CHILENA
273
D e i m p r o v i s o y en l a c u m b r e d e l a a l t a c u e s t a , q u e t r a b a j o s a m e n t e r e m o n t á b a m o s , se o y ó
el g r i t o d e u n o
d e los s o l d a d o s , q u e h a b í a c a i d o en l a b a r r a n c a . E r a e l asistente de R o d o l f o víveres secos
Ovaile,
que
llevaba consigo los
d e la c o m i t i v a , y q u e p a r a d e s g r a c i a d e
nuestros estómagos debilitados, había rodado con
ca-
b a l l o y t o d o e n la o s c u r a q u e b r a d a . F e l i z m e n t e y d é l a m i s m a m a n e r a q u e h o r a s a n t e s el c o m a n d a n t e F r í a s , e l dicho soldado pudo subir a y u d a d o por sus c o m p a ñ e r o s y llegar arriba s a n o
y salvo, pero,
e s o sí, y p a r a
des-
g r a c i a n u e s t r a , sin u n a s o l a a l a d e g a l l i n a ni n a d a d é l o q u e c o n s t i t u í a la e s p e r a n z a n u e s t r a e n p u n t o á c o m e s tibles y otras g a n g a s . S e g u i m o s así n u e s t r a m a r c h a h a s t a el a m a n e c e r , e n q u e llegamos á las casas a b a n d o n a d a s , polvorosas y solitarias d e la h a c i e n d a d e M a l l a r a u q u i t o , d o n d e d i m o s d e b e b e r á nuestras c a b a l g a d u r a s , q u e era lo primero, y enc o n t r a m o s e n la p i e z a d e u n a p o b r e a n c i a n a , ú n i c a habitadora
de aquella
triste e s t a n c i a ,
media
docena de
b o t e l l a s d e m a l a c e r v e z a , s o b r e las c u a l e s n o s a r r o j a m o s con hasta
la s e d
d e los
soldados
las h e c e s , y e n
de Gedeón,
apurándolas
seguida descansamos una media
hora, siguiendo luego nuestro camino. E l a i r e d e la m a ñ a n a habíamos tomado,
y el l i g e r í s i m o d e s c a n s o q u e
n o s d i e r o n fuerzas y n u e v o a l i e n t o
p a r a c o n t i n u a r el v i a j e y e n t r e t e n e r l o s o j o s c o n el m e lancólico panorama
d e los c a m p o s
desiertos y
secos.
A d o l f o H u r t a d o , al salir d e las c a s a s d e la m e n t a d a h a c i e n d a , nos había iS
prometido llevarnos á las de otra
274
("II.
propiedad
JUAN
distante, donde,
según
é, 1
c o m e r y d e b e b e r de lo exquisito.
hallaríamos
de
E s t a e s p e r a n z a nos
h a c í a s a c a r fuerzas d e n u e s t r o p r o p i o a b a t i m i e n t o , mostrándonos
más
allá de
cada cerro
a q u e l l a tierra p r o m e t i d a .
r a s d e c a m i n o d e s d e el p u n t o e n refrescara
el a l m a ,
y de cada
loma
P e r o ya l l e v á b a m o s siete hoque
tal
ilusión
nos
y las t a l e s c a s a s d e e s a m i s t e r i o s a
h a c i e n d a n o se d i v i s a b a n en el h o r i z o n t e d e la r e a l i d a d . Eramos
v í c t i m a s , i n d u d a b l e m e n t e , d e un t r a v i e s o en-
gaño. Otra
hora más
de
camino, y nada,
absolutamente
nada todavía. U n r u m o r sordo y terrible c o m e n z ó tonces á levantarse y crecer contra especie de murmuración
el p o b r e
muy semejante
en-
Adolfo:
á aquella de
los t r i p u l a n t e s d e los c a r a b e l a s d e C o l ó n c o n t r a el desc u b r i d o r del N u e v o M u n d o . E l d e s c o n t e n t o ba por
momentos
realidad d e la p r o m e s a d e A d o l f o . en q u e t o d o s , las
fatigadas
aumenta
h a s t a el p u n t o d e d e s e s p e r a r d e la Hubo
r e u n i d o s en c o n s e j o y al bestias,
un
instante
tardo paso de
decidimos por unanimidad
que
las tales c a s a s m i s t e r i o s a s n o e r a n s i n o u n a p a t r a ñ a , un mito, una mentira de Adolfo, una cierto,
pero
que
debía
ser
m e n t i r a d e n i ñ o , es
severamente
castigada.
¿ C ó m o , u n n i ñ o d e v e i n t e a ñ o s , s e b u r l a b a a s í del co. ront-1 G o r o s t i a g a , O valle,
del
momento
no
oficial
del c o m a n d a n t e Escobedo
hubieran
p i o m e t i d a s , es s e g u r o
y
de
Frías, todos?
a p a r e c i d o á la v i s t a
del
mayor
Si en e s e las
casas
q u e el p o b r e A d o l f o h a b r í a pa-
d e c i d o allí t r e m e n d o é i n j u s t o c a s t i g o .
l.A
REVOLUCIÓN
E n las r e f e r i d a s c a s a s , sima
CHILENA
que
27J
e r a n las d e la h e r m o s í -
h a c i e n d a , d e I b a c a c h e n o e s t a b a , sin
el p a t r ó n ,
ni su
administrador,
recibiera
como amigo;
Canaán,
p o r el c u a l
de
ni
embargo,,
nadie
que
nos-
m o d o q u e a q u e l festín
suspirábamos,
no
prometía
de ser
demasiado suculento. C o m p r e n d e r á s , pues, mi querido G o n z a l o , cuál sería nuestro
inmenso
júbilo
cuando,
m a n e r a bien p o c o respetuosa
registrando
de
una
y c o m o lobos hambrien-
tos las p i e z a s d e s h a b i t a d a s y d e s i e r t a s , t r o p e z a m o s c o n una docena de enormes sandías,
verdaderas
frutas d e
C a n a á n , q u e en un o s c u r o r i n c ó n d e s c u b r i m o s . V e r aquellos preciosos dones del b u e n
D i o s é irnos
e n c i m a d e e l l o s y t o m a r c a d a c u a l u n o p a r a sí, fué obrade un segundo, de menos de un segundo. Y a teníamos a l i m e n t o p a r a n u e s t r o s e s t ó m a g o s e s c u á l i d o s y freí-cura p a r a n u e s t r a s s e c a s f a u c e s . C o m o u n a b a n d a d e a l e gres colegiales, llevamos groso y penetramos
en
t r i u n f o el
e n el c o m e d o r ,
hallazgo mila-
d o n d e nos regala-,
m o s c o n la c a r n e r o j a y j u g o s a d e l m á s h e r m o s o d e los frutos d e l a t i e r r a . Para mayor
fortuna
nuestra
todavía,
llegó en esos
m o m e n t o s á las c a s a s el s e ñ o r d o n J o s é R a m ó n
Mon-
tes, a d m i n i s t r a d o r d e la h a c i e n d a , el q u e , s o r p r e n d i é n d o n o s en nuestro rústico alborozo y enterado de quién e s é r a m o s y el m o t i v o p o r el c u a l allí n o s e n c o n t r á b a m o s , o r d e n ó á la g e n t e d e p a t i o t r a e r g a l l i n a s , h u e v o s , aceitunas, carne fresca,
v i n o y t o d o lo n e c e s a r i o p a r a
improvisar unas segundas bodas de C a m a c h o .
276
GIL
JUAN
-Media h o r a d e s p u é s c o m í a m o s á m a n t e l e s , p a n b l a n co, rica cazuela picante y otros guisados regeneradores d e l a s a n g r e y d e la v i d a q u e n o s p r e d i s p u s i e r o n á d o r m i r en seguida una siesta d e media hora, c o m o j a m á s e n n u e s t r a v i d a la h a b í a m o s d o r m i d o m á s b u e n a y m e j o r r o n c a d a , y m e d i a n t e la c u a l p u d i m o s , á la u n a d e l d í a , saltar de
nuevo sobre nuestras
bestias descansadas
y
proseguir nuestra larga m a r c h a hacia la marina caleta en donde debíamos embarcarnos. L u e g o y á poco andar c o m p r e n d i m o s , con todo, q u e a q u e l b r e v e d e s c a n s o , en v e z d e s e r u n a l i v i o real p a r a nuestras
maltratadas
humanidades,
s i n o e n f r i a r n o s los m ú s c u l o s , seguida más
v i v o el d o l o r
no
había
hecho
p a r a q u e s i n t i é r a m o s en
y l a fatiga, d e q u e t o d o s y
u n o á u n o c o m e n z a r o n l u e g o á l a m e n t a r s e , c o m o á las v u e l t a s d e la d e s i l u s i ó n y el d e s e n g a ñ o . P e r o e r a n inútiles
las q u e j a s y l a m e n t a c i o n e s ,
q u e á e l l a s el i m p e r t é r r i t o ¡Adelante
Adolfo
respondía
por-
siempre
y al galope 1
P r o n t o c r u z a m o s la á s p e r a y f r a g o s a c u e s t a d e I b a c a c h e , y e n t r a m o s á un h e r m o s o enserio a t r a v e s a n d o sus h e r m o s a s y p e q u e ñ a s p r o p i e d a d e s cubiertas de viñas y a r b o l a d o s , d o n d e la paz y la t r a n q u i l i d a d d e la n a t u r a l e z a h a c í a n c o n t r a s t e c o n el t e r r o r y el e s p a n t o q u e i n f u n d í a m o s e n sus h a b i t a d o r e s , c o n n u e s t r o a s p e c t o d e s o l d a d o s a r m a d o s , y e n d o al p a r e c e r á la c a z a d e h o m b r e s , á l a m a n e r a d e los q u e e n e s t o s m o m e n t o s y p o r o r d e n d e l d i c t a d o r r e c o r r e n los c a m p o s d e C h i l e , a r r e b a t a n d o al hogar del c a m p e s i n o
los p a d r e s y los
hijos, para c o n -
LA
REVOLUCIÓN'
vertirlos en ¡nocentes E n los
r o g a n d o á la V i r g e n e n los
instrumentos
pajizos ranchos, todos
d e j a n d o sólo en ellos caminos
á las
277
CHILENA
de
los
mujeres
del C a r m e n
sus
infamias.
hombres
huían,
amedrentadas y
q u e las f a v o r e c i e s e ;
e n c o n t r á b a m o s las c a r r e t a s
cargadas
d e frutos, p e r o a b a n d o n a d a s y sin d u e ñ o s ; p o r las c u e s t a s d e los c e r r o s d i v i s á b a m o s á l o s m u c h a c h o s y á l o s viejos que corrían á perderse entre ios matorrales; por todas partes, tienen otro
el d e s a s o s i e g o y la b i e n en la v i d a
p e n a d e los
q u e su
que no
libertad y su
tra-
bajo. Inútilmente marcha para
de
cuando
en
cuando
c a l m a r la a n s i e d a d d e
deteníamos
esas p o b r e s
la
gen-
tes y decirles q u e nada temieran, p u e s n o éramos agentes d e B a l m a c e d a , s i n o , p o r el c o n t r a r i o , sus v í c t i m a s , l o m i s m o q u e e l l o s ; p e r o las d e s g r a c i a d a s m u j e r e s n o n o s creían,
sospechando de nuestras
palabras y pidiéndo-
n o s p o r D i o s q u e les d e j á r a m o s s i q u i e r a u n a b e s t i e c i t a para trabajar. P o r ahí había pasado días antes, partida
nos
decían,
a r m a d a c o m o la n u e s t r a y q u e p o r
otra
orden del
G o b i e r n o se había l l e v a d o á ñ o r ' F u l a n o y á ñor Z u t a no y á m u c h o s otros, r o b á n d o l e s a d e m á s c u a n t o tenían y d e j a n d o á sus m u j e r e s é h i j o s p e q u e ñ o s
s u m i d o s en
el l l a n t o , la d e s e s p e r a c i ó n y la m i s e r i a . E s t e espectáculo no p u d o menos de haciéndonos meditar
e n el c ú m u l o
entristecernos,
de grandes
males
é i r r e p a r a b l e s d e s g r a c i a s q u e p u e d e c a u s a r á un p u e b l o l a a m b i c i ó n c r i m i n a l d e u n s o l o h o m b r e c u a n d o se v e ,
278
GIL
como Balmaceda, les designios
JUAN
s e c u n d a d o y a p o y a d o en s u s b r u t a -
por otros
h o m b r e s tan
m i s e r a b l e s y cri-
m i n a l e s c o m o él. S e g u i m o s a p r e s u r a d o s n u e s t r a m a r c h a y la n o c h e n o s sorprendió m u y distantes
t o d a v í a d e l fin d e
camino. Debíamos
l l e g a r á la c a l e t a
dos
y
d e la m a ñ a n a
nos
de
nuestro
Molle
á
quedaba aún camino
las para
s i e t e h o r a s . T r a t a m o s , p o r lo t a n t o , d e forzar la m a r c h a h a s t a d o n d e d i e r a n las b e s t i a s y el c u e r p o m a l t r a tado de
los j i n e t e s , sin
d a r e n el g u s t o á los q u e
pi-
d i e r a n un m i n u t o d e a l i v i o ni n a d a p o r el e s t i l o . T r e s h o n s c o r r i m o s así, sin r e s p e t a r p u e r t a s ni cercados,
pasando
•galopando
de una
á punta
propiedad
á oirá y
m o m e n t o s algunos de nuestros compañeros cían
siempre
de chicote y espuela. V a en
s a c o s d e p a p a s a m a r r a d o s al l o m o d e las
gaduras, donas
s e g ú n la e x p r e s i ó n
con gobierno
cabal-
de u n o de ellos, q u e per-
d e sí m i s m o s .
a n o n a d a n d o por completo
eses
m á s pare-
la
El cansancio
débil naturaleza y
iba ven-
c i e n d o la v o l u n t a d y la c o n c i e n c i a . — Y o h e p e r d i d o por c o m p l e t o
mi e n t i d a d n o r m a l ,
.exclamaba uno desesperado. — T o d o s los e s p i n o s d e los p o t r e r o s ~á r a t o s
grandes
elefantes
q u e se m e
se m e vienen
figuran encima,
decía otro no m e n o s angustiado. — Si c a i g o d e l c a b a l l o , g r i t a b a u n t e r c e r o , d e t é n g a n se, por
Dios,
y amárrenme
atravesado sobre
la s i l l a
p a r a p o d e r l l e g a r al fin d e la j o r n a d a . S.'n e m b a r g o , s e g u í a m o s g a l o p a n d o sin t e n e r p i e d . i d
l.A R E V O L U C I Ó N C H I L E N A
para nadie y con
279
las e n t r a ñ a s e n d u r e c i d a s
p a r a la a n -
gustia ajena. A las d o c e d e la r.oclie,
A d o l f o H u r t a d o se apartó
d e n o s o t r o s , c o r r i e n d o a d e l a n t e en b u s c a d e u n c o s t i n o q n e h a b i t a b a en
las cercanías y q u e podría
servirnos
d e g u í a e n la ú l t i m a j o r n a d a d e l c a m i n o , y
un c u a r t o
d e h o r a d e s p u é s v o l v i ó c o n el s u s o d i c h o , q u e n o s a s e g u r ó q u e p r o n t o p o d r í a m o s d o r m i r s o b r e la a h í la c a r n e a s a d a
cordero que con
nosotros llevábamos para aderezarlo
ni u s o
de
un
arena de
la p ' a y a y c o m e r
pequeño
d e los a n t i g u o s c h a n g o s d e las c o s t a s c h i l e n a s .
E s t a p r o m e s a del r ú s t i c o p l a y e r o n o s r e a n i m ó a l g ú n tanto, dándonos
débil aliento
para
seguir adelante y
l l e g a r á la u n a y m e d i a d e la m a ñ a n a h a s t a el h ú m e d o d e s p l a y a d o , d o n d e , c o m o quien se arroja sobre plumas y se e n v u e l v e e n t r e h o l a n d a s y s e d a s , n o s d e j a m o s c a e r s o b r e la fría
a r e n a , sin
fuerzas c a s i p a r a l e v a n t a r
la
m a n o y a p r e t a r u n í r a s c u e l o d e c o ñ a c q u e el m u y p r e venido
coronel
Gorostiaga
había
mantenido
oculto
d u r a n t e el v i a j e y r e s e r v a d o p a r a el ú l t i m o y s u p r e m o i n s t a n t e d e la a g o n í a d e n u e s t r a s p o t e n c i a s y s e n t i d o s . I n m e d i a t a m e n t e y o b e d e c i e n d o á nuestras órdenes, los m o z o s q u e n o s a c o m p a ñ a b a n
salieron en busca d e
r a m a s y h i e r b a s s e c a s , c o n las c u a l e s s e p u d i e r a h a c e r el g u i s a d o y c u m p l i r las i n s t r u c c i o n e s q u e t e n í a m o s d e la J u n t a d e S a n t i a g o , d e e n c e n d e r á las d o s d e la m a ñ a n a un faro d e luz i n t e r m i t e n t e , p o r e l c u a l s e s u p i e r a en el m a r recogernos.
n u e s t r a l l e g a d a y el Maipo
pudiera venir
á
28o
c;n.
JUAN
Á l a h o r a i n d i c a d a y e n s e g u i d a d e h a b e r h e c h o Iosm a y o r e s h o n o r e s á la r u s t i c a c e n a y al c o ñ a q u i t o d e l coronel, nos p u s i m o s á la obra d e a n u n c i a r nuestra presencia, en aquella desierta y oscura caleta de pescador e s , á los v a l e r o s o s t r i p u l a n t e s d e l b u q u e a m i g o , q u e e n esos momentos suponíamos
haciendo
r u m b o al l u g a -
rejo en q u e los e s p e r á b a m o s . E n e s t a t a r e a , p a s a m o s u n a h o r a , d o s h o r a s . L a s llam a s d e n u e s t r o faro s e e l e v a b a n l a m i e n d o las s o m b r a s e s p e s a s d e s d e la s u a v e c o l i n a q u e b o r d e a el s u r g i d e r o , b r i l l a n d o y a p a g á n d o s e c a d a c i n c o m i n u t o s . P e r o en el mar
oscuro é inmenso que se dilataba ante nuestros
ojos ningún barco lejano contestaba nuestras T a l v e z el d í a
iba á sorprendernos
señales.
sin q u e n o s f u e r a
d a d o s a t i s f a c e r n u e s t r o i n m e n s o a n h e l o d e s a l i r d e ahí,, lejos, para cualquier lugar del
g l o b o e n q u e las v e n -
g a n z a s d e ¡a d i c t a d u r a n o n o s a l c a n z a s e n . M á s q u e tristes, a m a r g u í s i m o s c o m e n t a r i o s , c o m e n zaron pronto á oirse sobre nuestra peligrosa situación. L o s t r i p u l a n t e s d e l Maipo, c a d o en
Pichilemu
n o s o t r o s , tal v e z
en s e g u i d a d e h a b e r e m b a r -
á otros patriotas
m á s felices q u e
habían hecho r u m b o
y e n d o peligrosa su
permanencia
en
al
Norte, cre-
nuestras
costas.
T a m b i é n , ¿ q u i é n s a b e si el b u q u e a m i g o h a b í a d i v i s a d o al Imperial,
y, t e m e r o s o ,
había
creído necesario
s a l v a r s o l a m e n t e á l o s p r i m e r o s e n él e m b a r c a d o s . ¿ T o d o e s t o e r a p o s i b l e y, en e s t e c a s o ,
triste
y más que
t r i s t e e r a la s u e r t e n u e s t r a . P e r o , si tal n o s s u c e d i e r a , ¿ q u é haríamos y c o m o saldríamos del
paso?
LA
S i el Maipo
REVOLUCIÓN
28l
CHILENA
no viene y los agentes del D i c t a d o r nos
persiguen, dijo Rodolfo
O v a l l e , y o p r o p o n g o q u e for-
memos una montonera
y s e a m o s útiles en esta f o r m a
á nuestra causa. P o r mi parte, y o estoy
r e s u e l t o á to-
m a r e s t e p a r t i d o y c o n los s o l d a d o s q u e t r a i g o c o n m i go y d e cuya fidelidad para hacer desde
e s t o y s e g u r o , m e iré al m o n t e ,
ahí mis salidas y vengar en
carne
d e la d i c t a d u r a las i n j u r i a s d e é s t a c o n t r a los h o m b r e s honrados, Todos aplaudimos con nuestra actitud
esta de
r e s o l u c i ó n , y la
afirmamos
contrabandistas improvisados,
c o m p r o m e t i é n d o n o s á t o m a r el m i s m o p a r t i d o . L a c l a r i d a d c r e p u s c u l a r d e la m a ñ a n a c o m e n z a b a en e s e m o m e n t o á d a r u n t i n t e gris á los o b j e t o s q u e rodeaban cuando
Luis
Matta
Pérez
d i s t a n c i a u n a luz c o m o d e b a r c o l e j a n o , q u e e r a bablemente
la
d e l Maipo;
m o s , y c r e y e n d o fuera
nos
aseguró ver á la
p e r o los d e m á s
pro-
n a d a veía-
bella ilusión de nuestro a m i g o ,
s e g u i m o s d i s e r t a n d o s o b r e el p l a n d e
g u e r r a cjue
nos
p r e p a r á b a m o s á p o n e r en p r á c t i c a . E n este p u n t o v i m o s e n c e n d e r s e
e n el m a r u n a l u z
v e r d e c o m o d e b e n g a l a . E r a el Maipo devolviéndonos
nuestras
queridas
alegría de primera hora, nuestras
q u e se a c e r c a b a , ilusiones,
nuestra
magníficas esperan-
zas, n u e s t r o s p r o y e c t o s t o d o s , ¡ e r a el
Maipol
P e r o la l u z se a p a g ó y p a s a r o n m i n u t o s m á s
largos
q u e las h o r a s , q u e n o s h i c i e r o n d u d a r h a s t a d e la r e a l i d a d d e lo q u e a c a b á b a m o s pios ojos.
d e ver con nuestros pro-
282
Gil,
JUAN
L a luz d e la m a ñ a n a , c o m o el d e s p e r t a r d e u n p r o f u n d o s u e ñ o , s e e x t e n d í a y a s o b r e el m a r , la p l a y a y las l e j a n a s m o n t a ñ a s , m i e n t r a s d i v i d i d o s en g r u p o s , s u b í a m o s l o s u n o s á la c o l i n a y o t r o s á la p u n t i l l a d e T a l c a , p a r a d i v i s a r el s u s p i r a d o b a r c o . Maipo
Instantes
d e s p u é s el
s e p r e s e n t ó á la v i s t a . E s t á b a m o s s a l v a d o s , gra-
c i a s á D i o s y á la V i r g e n d e l C a r m e n , y d e n t r o d e p o c o s minutos podríamos
ir á a b r a z a r
á bordo,
á
nuestros
c o m p a ñ e r o s de Pichilemu y de Valparaíso y hacer viaje c o n e l l o s á la tierra p r o m e t i d a d e n u e s t r a s i l u s i o n e s ! E n t r e g a d o s á t o d a s las e x p a n s i o n e s d e la m a y o r a l e g r í a e s t á b a m o s , c u a n d u d i v i s a m o s p o r el l a d o d e l A l g a rrobo gente
sospechosa q u e á caballo venía hacia no-
sotros. ¿ Q u i é n e s podrían ser sino guarda-costas ó soldad c s d e aquel pueblo, m a n d a d o s en persecución nuestra p o r las a u t o r i d a d e s d i c t a t o r i a l e s ? E n la p u e r t a d e l horn o s e q u e m a el p a n , n o s d i g i m o s , y l o s m o z o s q u e n o s acompañaban confirmaron
nuestras sospechas y nues-
tros t e m o r e s . ¡ B i e n la t e n í a m o s a h o r a c o n el e n e m i g o e n c i m a y sin p o d e r arrojarnos al agua con esperanzas de salvarnos! U n a resolución enérgica mento. Resolvimos
n o s dio
bríos
defendernos á todo
en este motrance,
fuera
l o q u e f u e r a , y , c e l e b r a n d o al p u n t o c o n s e j o d e g u e r r a , a c o r d a m o s el p l a n c o m p l e t o d e o p e r a c i o n e s . E l coronel Gorostiaga asumiría d e s d e ese m o m e n t o e! m a n d o d e la p e q u e ñ a d i v i s i ó n ; e s t a s e d i v i d i r í a e n tres
escuadrones, armados
uno de carabinas, otro de
s a b l e s y el t e r c e r o d e r e v o l v e r e ; s e c o l o c a r í a u n a a v a n -
LA
REVOLUCIÓN
CHILENA
283
.zada á d o s c u a d r a s d e d i s t a n c i a , y R o d o l f o
Ovalleiría
d e s d e l u e g o c o n tres s o l d a d o s á r e c o n o c e r á los e n e m i g o s y t r a e r l o s p r i s i o n e r o s si s e r e n d í a n ó d i s p a r a r s o b r e e l l o s si h u í a n ó h a c í a n Aprobado
este plan
frente. de ataque y de defensa,
cada
u n o t o m ó , p u e s , el p u e s t o q u e le fué d e s i g n a d o y e s p e r a m o s el r e s u l t a d o d e las o p e r a c i o n e s . V i m o s p r o n t o , sin e m b a r g o , q u e los s o s p e c h o s o s se rendían y que
el m a y o r
Ovalle venía con ellos
hacia
nuestro agitado c a m p a m e n t o . ¿ Q u i é n e s eran? ¿ T a l vez b a n d i d o s ó a g e n t e s del D i c t a d o r ? L u e g o e s t r e c h a m o s la m a , : . j d e J o a q u í n P r i e t o H u r tado y S a n t i a g o A l d u n a t e B a s c u ñ á n , q u e d e s d e V i ñ a del Mar, venían á unirse con nosotros. Entretanto, prendido
d e s d e el b u q u e
amigo se
botes que avanzaban
hacia
habían
des-
el e m b a r c a d e r o
d e la P u n t a , y l u e g o p o n í a p i e e n tierra, s a l t a n d o ligeramente
de uno
d e ellos, n a d a
Gormaz Araos, designado por
menos
que Eduardo
el c a p i t á n G ó m e z
para
t o m a r p o s e s i ó n d e la c a l e t a p o r b r e v e s i n s t a n t e s y dictar en ella t o d a s las p r o v i d e n c i a s , d e c r e t o - ,
ordenan-
zas, l e y e s y c o n s t i t u c i o n e s (pie fuesen api o p i a d a s p a r a d e s t e r r a r d e l l u g a r h a s t a la s o m b r a y el r e c u e r d o d e la dictadura. C o n esta m i s i ó n avanzó
salvadora
hacia nosotros,
nuestro querido
escoltado por soldados
amigo d e la
A r t i l l e ! ía d e C o s t a y c o m o c i r c u n d a d o p o r u n a a u r e o l a d e radiante esplendor. Corrimos,
pues,
á a b r a z a r l o , y e m b a r c á n d o n o s in-
284
G i l . JUAN
m e d i a t a m e n t e en tres b o t e s , e s t r e c h a r las m a n o s
f u i m o s c o n él á b o r d o , á
de nuestros amigos de V a l p a r a í s o
y P i c h i l e m u , del capitán G ó m e z , del m a y o r G a r c í a V a l divieso y sus oficiales, d e J o a q u í n W a l k e r M a r t í n e z , del presbítero Francisco
Lisboa, de José Domingo
Fuen-
zalida y d e tantos otros m á s , todos felices y a n i m o s o s . M e d i a h o r a d e s p u é s e s t á b a m o s en v i a j e , c o n
rumbo
al p o n i e n t e , y l u e g o l e j o s , m u y l e j o s d e l o s l a z o s y a s e c h a n z a s d e la d i c t a d u r a . T u amigo afectísimo. JAVIER
NÚMERO
VIAL
SOLAR
2
P a i t e oficia! d e l jefe (le E s t a d o M a y o r del E j e r c i t o C o n s t i t u c i o n a l , coronel d o n A d o l f o H o l l é ) ' , s o b r e la b a t a l l a d e P o z o A l m o n t e , l i b r a d a el 7 d e m a r z o d e 1 8 9 1 .
Estallo Mayor ¿el Ejército Constitucional
Campamento
Central,
E l 2 7 del m e s p a s a d o
13
de marzo de
iSgi.
s e i n i c i ó en I q u i q u e el m o v i -
m i e n t o d e n u e s t r a s f u e r z a s c o n d i r e c c i ó n á la a l t u r a d e M o l l e , d o n d e q u e d ó e s t a b l e c i d o el p r i m e r c a m p a m e n to del ejército
que
tenía
la
misión
de
r e s t a b l e c e r el
o r d e n c o n s t i t u c i o n a l en la p r o v i n c i a d e T a r a p a c á .
J.A
Para
conseguir
REVOLUCIÓN
este
fin,
CHILENA
de
2
tan viva y
importancia, era necesario desalojar d e sus
5
gravísima posiciones
á las fuerzas m a n t e n i d a s a q u í p o r l a d i c t a d u r a , y q u e , m e d i a n t e la fusión d e las d i v i s i o n e s m a n t e n i d a s p o r l o s coroneles Robles,
A r r a l e y G a n a , h a b í a llegado á ser
un cuerpo de ejército veterano y numeroso. U S . sabe que
n u e s t r a s fuerzas e n su g r a n t o t a l i d a d
habían sido
f o r m a d a s c o n v o l u n t a r i o s tan e n t u s i a s t a s c o m o b i s ó n o s y c o n u n m a t e r i a l d e g u e r r a q u e fué tar rifle p o r rifle al e n e m i g o . U S . por
la fuerza
d e las cosas,
aprender á evolucionar
menester arreba-
sabe
también que,
nuestro ejército
tuvo que
m a t e r i a l m e n t e s o b r e el c a m p o
d e batalla. El i.° de marzo
se d i o p r i n c i p i o
al r e c o n o c i m i e n t o
d e l a s p o s i c i o n e s o c u p a d a s p o r el e n e m i g o e n la P u n t a d e l B u i t r e , s i t u a d a al l a d o s u r d e la l í n e a f é r r e a , e n t r e las estaciones d e S a n J u a n y Central. E l día 2 trasladamos nuestro
c a m p a m e n t o á la pri-
m e r a d e ellas y e x t e n d i m o s n u e s t r a s l i n e a s d e m o d o d e p o d e r d o m i n a r los migo
avanzadas
movimientos del ene-
cjue, á n u e s t r a a p r o x i m a c i ó n ,
se replegó
hacia
P o z o A l m o n t e , d e s t r u y e n d o u n g r a n t r e c h o d e la l í n e a férrea y e n v a r i a s p a r t e s los a l a m b r e s d e l t e l é g r a f o . M e diante esfuerzos vigorosos, se consiguió salvar provisor i a m e n t e los d a ñ o s c a u s a d o s d e tal m a n e r a y p u d i m o s seguir adelante con tanta rapidez c o m o l a q u e empleab a el e n e m i g o e n s u fuga. E s t e o c u p ó el 3 l o s p e q u e ñ o s
c e r r o s q u e se e x t i e n -
d e n al s u r d e la p o b l a c i ó n d e P o z o A l m o n t e .
Nosotros
286
GIL
JUAN
s e g u i m o s e s e d í a h a s t a la E s t a c i ó n C e n t r a l y d e s p u é s d e r e c o n o c e r el n u e v o fuerzas
c a m p o en
q u e se
situaban las
e n la m a d r u g a d a d e l 6-
contrarias, avanzamos
h a s t a c o l o c a r n o s frente á e l l a s y á la d i s t a n c i a d e tiro d e cañón. En
todos
los m o v i m i e n t o s
que,
mientras
d u r ó el
a v a n c e , h u b o d e practicarse día á día, prestaron servicios de manifiesta
u t i l i d a d la m á q u i n a y el c a r r o b l i n -
d a d o s q u e d i r i g í a el c a p i t á n d e m a r i n a d o n V í c t o r M . D o n o s o . E n t o d o s ellos h u b o c a m b i o d e d i s p a r o s e n t r e la a r t i l l e r í a e n e m i g a y las a m e t r a l l a d o r a s d e l c a r r o b l i n dado. D e b o r e c o r d a r , a s i m i s m o , los s e r v i c i o s q u e en e s t a s o c a s i o n e s h a p r e s t a d o la c a b a l l e r í a , q u e d i r i g e el c o r o nel d o n
Salvador
Vergara, y
es m a n d a d a
p o r el c o -
mandante don A l e j a n d o Valenzuela. El
C u a r t e l G e n e r a l y el E s t a d o
el día 6 las l í n e a s a v a n z a d a s dieron posesionarse de que debía
de
Mayor
recorrieron
n u e s t r o c a m p o y pu-
las c o n d i c i o n e s d e l t e r r e n o en
librarse la batalla. E l ala d e r e c h a del ene-
m i g o s e a p o y a b a e n el c o r d ó n d e l c e r r o q u e s e e x t i e n d e al c o s t a d o p o n i e n t e d e la l í n e a férrea, m i e n t r a s q u e el a l a i z q u i e r d a , al o t r o l a d o d e la m i s m a l í n e a , i b a á d e s c a n s a r e n la o f i c i n a s a l i t r a l d e l C a r m e n . L a artillería e n e m i g a , d e s d e los m o r r o s m á s e l e v a d o s q u e en e s t a s p o s i c i o n e s , d o m i n a b a llo c r u z a d o p o r los r i e l e s y
hay
c o n s u s f u e g o s el c a n i -
e s t a b a en b u e n a
situación
p a r a d i f i c u l t a r el a v a n c e d e n u e s t r a s t r o p a s . A la v i s t a d e l t e r r e n o , U S . d e c i d i ó a t a c a r al e n e m i g o
LA
REVOLUCIÓN
p o r su a l a i z q u i e r d a . O f r e c í a
CHILENA
287
este plan una d o b l e ven-
t a j a : s e c a e r í a s o b r e el e n e m i g o p o r su l í n e a m á s d é b i l y d e s c u i d a d a y s e a p r o v e c h a r í a n las f a c i l i d a d e s q u e los a c c i d e n t e s d e l t e r r e n o n o s d a b a n e n e s t a p a r t e p a r a el desenvolvimiento nuestra
de nuestras
artillería q u e d a r o n
fuerzas.
L a s piezas
c o l o c a d a s la m i s m a
de
tarde
d e l 6 á c u a t r o m i l m e t r o s d e los c o n t r a r i o s y e n situac i ó n d e a v a n z a r á m e d i d a q u e lo r e q u i r i e r a el d e s a r o l l o del combate. q u e sin
Nuestras
esfuerzos
habría de
tropas acamparon
de manera
p u d i e r a n t o m a r las p o s i c i o n e s
que
señalárseles.
Á las 7 d e la m a ñ a n a d e l d í a s i g u i e n t e , s á b a d o 7 d e l a c t u a l , s e r o m p i ó el f u e g o d e a r t i l l e r í a . M e d i a h o r a m á s t a r d e dio
o r d e n U S . d e q u e a v a n z a r a el
batallón Val-
p a r a í s o s o b r e la o f i c i n a salitral d e l C a r m e n , e n
que se
g u a r n e c í a , c o m o se h a d i c h o , el e x t r e m o i z q u i e r d o d e las fuerzas
enemigas. E l
d a d o p o r el t e n i e n t e
batallón
Valparaíso, coman-
coronel don J u l i o R . M o r a g a , se
d e s p l e g ó en g u e i i l l a y a t a c ó h a s t a o c u p a r l o s c o n o r d e n y d e n u e d o los c a l i c h e s q u e t i e n e e n e x p l o t a c i ó n a q u e l l a o f i c i n a . E l V a l p a r a í s o fué o p o r t u n a m e n t e r e f o r z a d o p o r los
batallones
Pisagua y Chañaral,
que mandan
res-
p e c t i v a m e n t e los t e n i e n t e s c o r o n e l e s d o n J o s é A n t o n i o E c h e v e r r í a y d o n F r a n c i s c o S. R u b i o . Atacado por
el a l a i z q u i e r d a , el e n e m i g o i n i c i ó c o n
s u s m e j o r e s fuerzas, q u e p e r m a n e c í a n á l a d e r e c h a , u n movimiento de avance que hubiera podido envolvernos si l l e g a á r e a l i z a r s e c o n • t i e m p o p o r el b a t a l l ó n
felicidad. P e r o
combatida
Taltal, esta tentativa
á
no sirvió
288
Gil.
sino para precipitar
JUAN
el d e s e n l a c e
d e la b a t a l l a .
Aquel
c u e r p o , q u e t e n í a á su frente al d e n o d a d o c o m a n d a n t e d o n D o m i n g o G o d o y , hizo un a v a n c e
lleno de atrevi-
m i e n t o s o b r e el c e n t r o d e las l í n e a s e n e m i g a s ,
y tuvo
luego q u e replegarse á nuestra izquierda para rechazar el m o v i m i e n t o e n v o l v e n t e á q u e h e a l u d i d o . H u b o u n m o m e n t o en q u e las fuerzas d e l T a l t a l r o d e a r o n una parte considerable de soldados pertenecient e s al r e g i m i e n t o 5.
0
d e línea. U n a suspensión m o m e n -
t á n e a d e los f u e g o s dio l u g a r á q u e s e c r e y e r a en la r e n d i c i ó n d e los
soldados
enemigos; pero de repente
la
t r o p a r o d e a d a y o t r a s p a r t i d a s q u e v e n í a n en su a u x i l i o r o m p i e r o n d e n u e v o los f u e g o s y se o r i g i n ó e n t o n c e s u n c o m b a t e á corta distancia que causó enormes pérdidas. El
Taltal
fué
reforzado
al
punto por
el
batallón
C o n s t i t u c i ó n , q u e t i e n e p o r j e f e al c o m a n d a n t e d o n J o s é I g n a c i o L ó p e z , y éste y aquél lucha hasta desalojar por
cuerpo prosiguieron
completo
de
la
sus posiciones
al enemigo. E n nuestra ala derecha, mientras t r e s h o r a s d e c o m b a t e , las t r o p a s
tanto, después de
del
Valparaíso,
del
P i s a g u a y d e l C h a ñ a r a ! , q u e o b r a b a n b a j o la d i r e c c i ó n d e l v e t e r a n o c o m a n d a n t e E c h e v e r r í a , h a b i á n b a t i d o tot a l m e n t e á las fuerzas d e l a l a i z q u i e r d a c o n t r a r i a y o c u p a d o las casas d e la oficina del C a r m e n . P o r la b r e v e i n d i c a c i ó n q u e h e h e c h o a n t e r i o r m e n t e d e las c o n d i c i o n e s d e l t e r r e n o e n q u e s e
desarrollaron
n u e s t r o s m o v i m i e n t o s , p u e d e c a l c u l a r s e la i m p o r t a n c i a e s t r a t é g i c a d e la l í n e a f é r r e a . P a r a d o m i n a r l a
contaba-
l.A
REVOLUCIÓN
CHILENA
m o s c o n el tren a r m a d o q u e a n t e s los
reconocimientos
teniente
i.°
de
y
que
marina,
ahora
don
2S9
había á
Juan
servido para
las ó r d e n e s 2°
del
Williams
N.,
a p o y ó e f i c a z m e n t e el a v a n c e d e n u e s t r a s t r o p a s y c o m batió
á
las contrarias
con
el
fuego
de
sus
ametra-
lladoras. L a d i v i s i ó n d e d e s e m b a r c o d e la e s c u a d r a , q u e o b e decía
t a m b i é n al s e ñ o r W i l l i a m s t u v o ,
parte importante
en el é x i t o
de
asimismo,
una
la b a t a l l a . D o s a m e -
tralladoras G a t l y n a p o y a r o n nuestra ala izquierda, y un c a ñ ó n d e s i e t e l i b r a s , A n n s t r o n g , b a j o la d i r e c c i ó n d e l guardia marina don
Javier
G a j a r d o !>., a v a n z ó
junto
con una pieza d e m o n t a ñ a á c a r g o del alférez d o n J o s é M a r í a H e r r e r a , hasta proteger d e c e r c a nuestras líneas de ataque. L a pequeña brigada
de
voluntarios
organizada
en
T a l t a l , c o n el n o m b r e d e F r a n c o s T i r a d o r e s ,
combatió
valientemente
Chañaral
y
bajo
las
á
la
órdenes
izquierda del
del
batallón
comandante
don
Olegario
Pairoa. D e s e c h o en t o d a s p a r t e s , el e n e m i g o , r e t i r ó s u s zas d e
artillería
d e las v e n t a j o s a s p o s i c i o n e s q u e
p a b a , c e d i ó el c a m p o
y apagó
sus
f u e g o s á las
pieocuir.20
m i n u t o s d e la m a ñ a n a . L o s r e s t o s d e su t r o p a , d i e z m a d a p o r el d e s m o r a l i z a d a p o r la d e n o t a , en la e s t a c i ó n d e sión por
la
nueslra caballería. 19
Pozo
pampa
combate y
a b a n d o n a r o n la a r t i l l e r í a
A l m o n t e y h u y e r o n en d i s p e r -
de Tamaruga'.
Allí
los
persiguió
290
Gil.
JUAN
E l d e s a s t r e fué c o m p l e t o . S o b r e el c a m p o d e b a t a l l a q u e d a r o n
el c o m a n d a n t e -
e n j e f e y d o s d e los j e f e s m á s i m p o r t a n t e s d e l e j é r c i t o enemigo. número
No
es
posible, por lo demás, calcular
ciertamente
considerable, de muertos, y
el he-
ridos. L o s jefes prisioneros
fueron 5, los
oficiales s u b e n á
1 8 y el n ú m e r o d e t r o p a r e c o g i d a e n la m i s m a ción ó q u e v o l u n t a r i a m e n t e se e n g a n c h ó en filas, El
condi-
nuestras
no baja de 380. material
de guerra
poder asciende á 1 1
que
ha
caído
en
nuestro
cañones, 4 ametralladoras y
800
rifles. E l e j é r c i t o q u e s o s t e n í a la c a u s a d e la d i c t a d u r a en l a p r o v i n c i a d e T a r a p a c á fué, p u e s , c o m p l e t a m e n t e d e s truido y en la hora actual n o q u e d a
en p i e ni la s o m -
b r a d e su p o d e r . L a v i c t o r i a fué o b t e n i d a p o r n u e s t r a p a i t e al p r e c i o de pérdidas dolorosas. E l batallón Taltal perdió á s u s tres jefes.
N u n c a s e d e p l o r a r á b a s t a n t e la m u e r t e del.
comandante
don D o m i n g o ( ¡ o d o y Y . , q u e mostró en
el c o m b a t e p o s e e r el t e m p l e d e a l m a d e los h é r o e s . E l 2 . " j e f e del c u e r p o , s a r g e n t o
mayor
don Francisco A .
F i g u e r o a , fué h e r i d o , y el 3 . , s a r g e n t o m a y o r d o n A d o l 0
fo J e n e c q u e l ,
fué m u e r t o . E l b a t a l l ó n P i s a g u a c u e n t a
e n t r e las b a j a s , la d e s u z.° j e f e , el s a r g e n t o m a y o r d o n M á x i m o C a r d e m i l , q u e s u c u m b i ó v a l i e n t e m e n t e al frent e d e la t r o p a . Y la d i v i s i ó n d e d e s e m b a r c o d e la E s c u a d r a , v i o c a e r g r a v e m e n t e h e r i d o á su j e f e e! t e n i e n t e
I.A
i.° de
REVOI.ICIÓN
marina don Juan
2gi
CHILENA
2." Williams
N., q u e dirigía
c o n a c i e r t o y s e r e n i d a d el tren a r m a d o . F u é herido también, en circunstancias q u e desempeñaba funciones
de
a y u d a n t e d e U S . , el s e c r e t a r i o d e l
e j é r c i t o d o n E n r i q u e V a l d é s V e r g a r a , q u i e n p r e s t ó serv i c i o s d e i n c a l c u l a b l e u t i l i d a d en la o r g a n i z a c i ó n
délos
d i v e r s o s t r a b a j o s q u e o r i g i n a el m o v i m i e n t o d e las fuerzas a r m a d a s y q u e n o s o n p r o p i a m e n t e d e l r e s o r t e m i litar. S u b r i l l a n t e c o n d u c t a en el c o m b a t e p u e d e a p r e ciarla U S . con mejor acierto que yo. El
número
muertos,
á
total
156
de
nuestras
bajas
a s c e n d i ó á 76
heridos y á 1 6 5 desaparecidos.
US.
e n c o n t r a r á los d e t a l l e s c o r r e s p o n d i e n t e s e n los c u a d r o s y relaciones anexos. A l e n t r a r en c o m b a t e , y h e c h a d e d u c c i ó n d e las b a n d a s d e m ú s i c o s y d e la t r o p a q u e p e r m a n e c i ó en la r e s e r v a ó n o e n t r ó al f u e g o , n u e s t r a s f u e r z a s llegaban sino á 1 , 0 0 0 fuerzas
tan numerosas,
activas no
h o m b r e s . L a b a t a l l a se l i b r ó c o n p o r lo
menos como
tras, s u p e r i o r e s p o r la i n s t r u c c i ó n
las n u e s -
militar y protegidas
p o r las v e n t a j a s d e l a p o s i c i ó n d e d e f e n s a . L l e v á b a m o s e n c o n t r a , e l e m e n t o s c o n s i d e r a b l e s , y p a r a q u e el
ata-
q u e f u e r a c o r o n a d o p o r u n é x i t o t a n e s p l é n d i d o , forzosamente ha d e b i d o hacerse lujo d e tino y de valor. Creo excusado peciales.
por ello hacer
recomendaciones es-
B á s t e m e decir que todos
los j e f e s , o f i c i a l e s ,
c l a s e s y s o l d a d o s c u m p l i e r o n b u e n a m e n t e su d e b e r . Creo excusado
también enviar mis felicitaciones
á
U S . p o r un t r i u n f o c u y a s g l o r i a s r e c a e n p r i n c i p a l m e n -
2g2
te
(511. J U A N
sobre U S . y cuya
trascendencia para
la c a u s a d e
c r d e n y d e l a l i b e i t a d q u e s o s t e n e m o s n o p u e d e á nadie oculiarse. Dios guarde á U S . A.
HOLLEY
A l C o m a n d a n t e en J e f e del E j é r c i t o C o n s t i t u c i o n a l .
NÚMERO
3
Xo (jvie fué el comité ejecutivo de la revolución ( D e El
Porvenir.)
C o n m o t i v o d e la p u b l i c a c i ó n d e e s t e c i a l d e El
Porvenir
n ú m e r o espe-
y p a r a p r e p a r a r un a r t í c u l o od hoc
y d e a c t u a l i d a d , n o s a c e r c a m o s á u n o d e los c a b a l l e r o s que formaron
parte
del
Comité
Revolucionario, don
•Carlos Wálker MartínezD e n u e s t r a visita r e c o g i m o s los s i g u i e n t e s d a t o s q u e n o d u d a m o s interesarán d nuestros lectores. E l s e ñ o r W á l k e r M a r t í n e z t i e n e el d i a r i o d e s u s trabajos
del
Comité
d u r a n t e los o c h o
m e s e s d e la d i c -
tadura. L o recorrimos prolijamente y con viva un libro originalísimo.
atención. E s
H e c h o s á la c a r r e r a sus b r e v e s
a p u n t e s , m á s q u e n o t i c i a s h i s t ó r i c a s p a r e c e n títulos d e c a p í t u l o s d e u n a o b r a en p r e p a r a c i ó n , y lo q u e en e l l o s
LA
REVOLUCIÓN
se c o n t i e n e r e s p e c t o á los
CHILENA
293
h o m b r e s y á los s u c e s o s d e -
la r e v o l u c i ó n , m á s q u e c r ó n i c a , p a r e c e u n a e s p e c i e d e cuenta
corriente
en
la c u a l v a n
n o m b r e s , v e r s o s , frases, m á s
ó
confundidos
cifras,,
menos humorísticos
ó
d e s e n f a d a d o s , s e g ú n e s t a b a el h u m o r d e l c o n s p i r a d o r ; t o d o e s t o , en m e d i o d e un r e v o l t i j o i n d e s c i f r a b l e , á l o m e n o s p a r a un e x t r a ñ o , d e r a y a s , d i b u j o s , p e r i ó d i c o s , c a r i c a t u r a s , v i ñ e t a s , tours cos..., etc., etc., que dejan (perdónesenos
recortes de
de forcé
la e x p r e s i ó n ) p o r q u e r e v e l a n
a l l í es e s p o n t á n e o , í n t i m o , sin na clase, c o m o que
fué
caligráfi-
la i m p r e s i ó n m á s
bizarra'
que todo
pretensiones de ningu-
este diario destinado simple-
m e n t e á r e f r e s c a r la m e m o r i a y e n t r e t e n i m i e n t o d e reducido número de amigos t o r los p e l i g r o s y las H é a h í el r u m b o paso
á
que
c o m p a r t í a n c o n su au-
o s c u r i d a d e s d e las p e r s e c u c i o n e s . que
nos
ha servido
para
seguir
p a s o el c a m i n o d e l C o m i t é , s e g u r o s d e q u e si'
v i v i é s e m o s en un país las p á g i n a s
del
más
escéntrico
señor- W á ' k e r
e s t á n , sin a g r e g a r ni q u i t a r
una
q u e el n u e s t r o ,
Martínez,
tales
como
coma, valdrían
unas
b u e n a s l i b r a s e s t e r l i n a s . U n i n g l é s las p e s a r í a e n o r o , si: s e t r a t a s e d e n e g o c i o s d e I n g l a t e r r a ó d e la I n d i a . ¿ Q u é fué, e n s u m a , e s e f a m o s o C o m i t é , e s e fantasmaterrible, tenaz, impalpable, q u e perseguía á B a l m a c e d a d e día y de noche,
á toda hora, c o m o
la s o m b r a
de
Hamlet? L o van á ver nuestros lectores.
Cuando
tomó
naci-
m i e n t o la i d e a d e la r e v o l u c i ó n y c o n c l u y ó su o b r a d e a r d i e n t e d e m o l i c i ó n la C o m i s i ó n C o n s e r v a d o r a , s e ñ o r a -
294
< ;
I1.
JUAN
b r ó una junta directiva, c o m p u e s t a d e d o c e seis c o n s e r v a d o r e s y seis
liberales. L o s
personas:
conservadores
e r a n los m i e m b r o s d e la J u n t a E j e c u t i v a :
Irarrázaval,
Rodríguez, Cimentes, Blanco i Wálker Martínez. Arrec i a n d o la t o r m e n t a ,
y cuando
la a c c i ó n
necesitó
ser
m á s r á p i d a , su n ú m e r o s e r e d u j o á c u a t r o : d o s p o r c a d a partido. P o r una parte B e s a y E d u a r d o M a t t e y por la otra Irarrázaval y W á l k e r
M a r t í n e z . A s í l l e g ó el y d e
Enero. S e p e n s ó m a n d a r á d o s d e los m i e m b r o s á la E s c u a dra para
r e p r e s e n t a r á los p a r t i d o s e n su
pronuncia-
m i e n t o ; p e r o los j e f e s d e ella, M o n t t y d e m á s , i n d i c a r o n la i d e a d e t e n e r c o n s i g o
á los p r e s i d e n t e s d e l a s
Cámaras. L a p e r s e c u c i ó n v i o l e n t a q u e s e d e s a t ó al d í a s i g u i e n t e de aquel acontecimiento
dispersó á todos
los j e f e s d e
la r e v o l u c i ó n , s o b r e t o d o á los d i p u t a d o s y firmantes
senadores
d e la d e s t i t u c i ó n d e B a l m a c e d a . N e c e s i t a r o n
s a l i r d e l p a í s ú o c u l t a r s e p o r s a l v a r su v i d a . D e los d e l comité, don
José
Campuzano,
propiedad
D í a z , en M a í p o , don
B e s a , s e r e f u g i ó en y de
del presbítero
la h a c i e n d a don
de
Clemente
allí s e e m b a r c ó p a r a
el
Perú;
M a n u e l J . I r a i r á z a v a l p o r l o s b o q u e t e s d e la c o r -
d i l l e r a , e n la C o m p a ñ í a , pública
Argentina
buscó
el c a m i n o d e
y fué á B u e n o s A i r e s ; d o n
la
Re-
Eduar-
d o M a t t e s e e n c e r r ó e n la c a s a d e u n a m i g o q u e g u a r d ó el s e c r e t o c o n la r e s e r v a m á s a b s o l u t a d e q u e h a y e j e m plo, y don C a r l o s W á l k e r Martínez q u e d ó solo en S a n t i a g o sin s a b e r e n
los p r i m e r o s
momentos
cómo
ni
LA
REVOLUCIÓN
•con q u i é n e n t e n d e r s e p a r a
CHILENA
entrar de
295
l l e n o en l a t a r e a
d e o r g a n i z a r a q u í la r e v o l u c i ó n , q u e , p o r d e s i d i a ó c o b a r d í a d e los j e f e s d e l e j é r c i t o , s e vio al p r i n c i p i o c a s i • e n t e r a m e n t e a i s l a d a e n el N o r t e . E l 9 de enero supo Wálker
Martínez
que en poder
•de d o n G r e g o r i o D o n o s o habían q u e d a d o importantes y algunos
documentos'
f o n d o s r e c o l e c t a d o s p a r a la
re-
v o l u c i ó n , y en el m o m e n t o s e t r a n s l a d ó á su c a s a á u n i r s e • c o n él p a r a s e g u i r j u n t o s los t r a b a j o s L a casa d e D o n o s o p o r q u e la a c t i t u d
en
perspectiva.
no despertaba sospechas, primero,
tranquila, apartada, prescindente en
p o l í t i c a d e e s t e c a b a l l e r o l o p o n í a fuera d e l driñador
del espionaje
ojo escu-
o f i c i a l ; y, s e g u n d o , p o r q u e
la
casa estaba en construcción, convirtiéndose, c o m o hoy s e la v e , e n v e r d a d e r o p a l a c i o d e l a c a l l e d e A g u s t i n a s , y á nadie habría p o d i d o ocurrírsele q u e en ese sitio se •fraguaban conspiraciones,
ni q u e
eran c o n j u r a d o s los
q u e á sus puertas llegaban entre e s c o m b r o s y murallas á medio levantar. D e s d e ese momento Wálker Martínez y D o n o s o •se s e p a r a r o n m á s h a s t a q u e s a l i e r o n t r i u n f a n t e s •escondrijos, corriendo juntos
no
de sus
las m i s m a s a v e n t u r a s , y
f o r m a n d o l o s d o s el v e r d a d e r o y tínico C o m i t é d e S a n tiago. Ciertamente q u e , solos y escondidos (porque D o n o s o s i e t e d í a s d e s p u é s fué a m e n a z a d o y p e r s e g u i d o ) , n a d a h a b r í a n p o d i d o hacer d e p r o v e c h o , á pesar d e su buena voluntad ó perseverancia 'traron s i e m p r e
enérgica; pero
acompañados,
siempre en
se e n c o n comunica
296
GIL
JUAN
c i ó n c o n p e r s o n a s d e a f u e r a , s i e m p r e r e c i b i e n d o visitas» asistiendo á conferencias, atando
los h i l o s d e la r e v o -
lución p o r todas partes, e s c r i b i e n d o p r o c l a m a s , l a n z a n d o m a n i f i e s t o s , m a n J a n d j oficiales y j e f e s n i é n d o s e en c o m u n i c a c i ó n fluyentes
con
los
al
Norte,
hombres
d e las p r o v i n c i a s , s o r p r e n d i e n d o
asediando
al
diciador
y arraneándole
r e v e l a c i ó n solía d e s e s p e r a r l o ! que á veces
fué
lista
prodigiosa,
la
po-
m á s in-
telegramas,
secretos
vida de
cuya
actividad,
mantuvieron
todo
el
t i e m p o d e la g r a n j o r n a d a , los í n t e g r o s o c h o m e s e s d e la c a m p a ñ a .
C o n ellos s e c o m u n i c a b a la J u n t a d e G o -
b i e r n o d e I q u i q u e , los j e f e s
del
ejército que servían á
la r e v o l u c i ó n , los a g e n t e s c o n f i d e n c i a l e s en el e x t r a n j e r o , los e m i g r a d o s ,
todos,
en fin, los q u e
alguna rela-
c i ó n t e n í a n c o n el m o v i m i e n t o c o n s t i t u c i o n a l . dirección
central
nacieron
buen éxito algunas
y
mal
todas
las
ideas
éxito otras, se
De
su
que, con realizaron,
d u r a n t e a q u e l l a é p o c a , d e s d e la e s p l é n d i d a o p e r a c i ó n d e l Maipo
h a s t a los ú l t i m o s d e s t r o z o s d e las l í n e a s te-
legráficas de agosto. Injusticia
sería decir q u e algo se
h i z o sin ellos, ó fuera d e e l l o s . W á l k e r M a r t í n e z y D o n o s o fueron el a l m a d e t o d o . E n t r e s u s a m i g o s y c o m p a ñ e r o s , al p r i n c i p i o , en c a s a d e D o n o s o , v i v i e r o n á su l a d o B o o n e n
y
la
Carlos
B e s a . C o n c u r r e n t e s á sus conferencias, planes, proyectos d e m o v i m i e n t o s , fueron L e o n c i o E c h e v e r r í a , nidas
Vial,
Emilio
Sánchez,
Leó-
J o a q u í n F i g u e r o a , etc.,
etc., y m u c h o s otros j ó v e n e s y caballeros distinguidos. Los
hermanos
general y coronel
Gorostiaga,
Salvo.
I.A
Novoa, Cortés, Rodolfo
REVOLUCIÓN
allí
CHILENA
i b a n ; y alií s e
Ovalle, Ladislao
207
encontraban
Errázuriz,
Luis
y
con
Joaquín
Wálker M., Patricio Larraín, Joaquín SantaCru?, J u a n A n t o n i o Orrego, etc., etc. Carlos L i r a
era u n o
d e ' los
a s i s t e n t e s m á s a s i d u o s , y d e s p u é s d e l v i a j e d e l Maip >, c u a n d o se a p r e t ó m á s n e c e s i d a d d e un
la s i t u a c i ó n y s e
movimiento
apuró más
en S a n t i a g o ,
la
su a c c i ó n
fué m u c h o m á s eficaz p o r q u e él e r a (y a s í lo l l a m a b a n los a m i g o s ) el i n t e n d e n t e d e la r e v o l u c i ó n en e s t a p r o v i n c i a . L a p o l i c í a c o n s t i t u c i o n a l ( q u e t a m b i é n la h a b í a ) corría á sus órdenes directamente.
M á s tarde, c u a n d o
d e la c a s a d e D o n o s o n e c e s i t a r o n h u i r á o t r o n i d o , los d o s j e f e s d e l c o m i t é c a m b i a r o n los b r a z o s y c o r r e o s d e la a c c i ó n
Larraín,
Eulojio
D í a z , J o a q u í n y P e d r o D o n o s o , los h e r m a n o s
ejecutiva,
y José
Manuel
Concha
S u b e r c a s e a u x y E n r i q u e L ó p e z , s e a g r e g a r o n á la b u e n a lista d e los a g i t a d o r e s d e S a n t i a g o . E l C o m i t é l o c a l d e V a l p a r a í s o f u n c i o n a b a al m i s m o t i e m p o
(á s u fren-
te e s t a b a C u m m i n g ) , y p o r su c o n d u c t o se h a c í a n
les
e m b a r q u e s (en c u y a l a r g a lista d e j e f e s y o f i c i a l e s
figu-
ra K ó r n e n y s e m o v í a n los que prometió Ambrosio
hilos
Letelier
de
un
movimiento
con vanas
palabras
sin h a c e r n a d a d e p r o v e c h o , ni c u m p l i r n i n g u n a d e s u s promesas.
M a n u e l Soffia y E m i l i o
Larraín
intervinie-
ron d i r e c t a m e n t e en e s t e n e g o c i o . Del mismo modo, análogos ganizaban su
en
al
d e V a l p a r a í s o s e or-
los d e p a r t a m e n t o s o t r o s c o m i t é s , y p o r
p a r t e o b r a b a n c o n c u l o r p a r a p r e p a r a r lo q u e
todo
el m u n d o d e s e a b a , la r e v o l u c i ó n i n t e r i o r , m i l i t a r , en los
2aS
Gil.
JUAN
c u a r t e l e s , d e é x i t o s e g u r o . S i n o lo o b t u v i e r o n , raron
la o p i n i ó n
flojedad
á
lo m e n o s ,
para
q u e se d i j o v e r d e s p u é s
prepa-
sembrar
e n las
filas
cierta dictato-
riales. E l C o m i t é de Santiago vigilaba y estaba en constante c o m u n i c a c i ó n c o n e l l o s . A q u í se formó
también
una gran asociación
com-
p u e s t a d e q u i n i e n t o s j ó v e n e s y c a s i en la m a y o r p a r t e <ie c a r r e r a p r o f e s i o n a l , q u e
s e d e d i c a r o n á c o r t a r telé-
grafos, destruir ferrocarriles, etc., etc. S e a r m a r o n c o n rifles. A s u . f r e n t e ,
entre
otros,
figuraba
Daniel
Lasta-
rria, q u e m u r i ó á s u s p r i n c i p i o s , A b e l S a a v e d r a , P e d r o Lira, Patricio
Aldunate,
Undurraga, etc.,
los C a l v o
Cruchaga,
etc. D e ellos fueron
Arturo
algunos de
los
s a c r i f i c a d o s en L o C a ñ a s . E l C o m i t é , e n t r e t a n t o , s e g u í a d a n d o p a s t o á la p r e n sa, punto
que no desatendió
Manifiesto,
d e l 1 8 d e f e b r e r o , es u n a
legal
de
un
alta importancia, q u e
minuto. Su
primer
pieza histórica
y
h o n r a á sus autores y
d e f i n e a d m i r a b l e m e n t e b i e n la s i t u a c i ó n j u r í d i c a y pol í t i c a d e la r e v o l u c i ó n y la d i c t a d u r a .
Alcanzan á ocho
ó n u e v e los m a n i f i e s t o s p o s t e r i o r e s . C u a n d o el C o m i t é n e c e s i t ó el c o n c u r s o d e o t r a s p e r s o n a s , n u n c a se vio d e s a i r a d o , y e s t e d e t a l l e es h o n r o s o p a r a C h i l e . H u b o v e z q u e n e c e s i t ó d e los c o n s e j o s d e d o n Belisario Prats y de C o n c h a
y T o r o ; y estos dos
c a b a l l e r o s a c u d i e r o n en el a c t o á la c i t a . N e c e s i t a m a n d a r á F i d e l U r r u t i a á s u b l e v a r el S u r , y el v a l i e n t e j e f e obedeció
en
el a c t o . N e c e s i t ó d i n e r o y p e n s ó
en un
LA
REVOLUCIÓN
-empréstito, y halló a c o g i d a
CHILENA
20Q
inmediata. Q u i s o tener en
s u p o d e r los p l a n o s o r i g i n a l e s q u e p a r a la c a m p a ñ a e n proyecto por la costa
de Melipilla
B a l m a c e d a , y los t u v o ,
y
tenía
los r e m i t i ó
en
su m e s a
al G o b i e r n o
de
Iquique! Los
episodios de
este género son innumerables, y
-algunos curiosísimos. S e podrían sacar argumentos para c i e n n o v e l a s d e los e p i s o d i o s mité.
Las
Buenos
cartas que
r e l a c i o n a d o s c o n el
Wálker
Martínez
Co-
mandaba
á
Aires, cuentan m u c h o s , pero nosotros, de los
labios de este obsequio á
señor, hemos
la b r e v e d a d
oído mucho
más q u e en
no lo c o n s i g n a m o s
en
estos
apuntes que hemos querido hacer breves. P a r a e m b a r c a r á los jefes y j ó v e n e s ces' ¡qué
de
percances
t u r n a s á q u e solían
en
¡qué de percan-
aquellas conferencias noc-
a c u d i r los d o s j e f e s del C o m i t é ! ¡y
q u é d e p e r c a n c e s en t o d o , h a s t a e n la r e m i s i ó n d e f o n d o s y c a r t a s p a r a el N o r t e ! H u b o c a r t a q u e fra, c o s i d a a l c o r s é
de
una gran dama,
fué e n ci-
mujer de un
M i n i s t r o d e E s t a d o ; y h u b o c i e n mil p e s o s q u e f u e r o n dentro de un bastón a h u e c a d o exprofeso jeto!...
Hubo
con este ob-
d i s f r a c e s q u e s ó l o al r e c o r d a r l o s h a c e n
r e v e n t a r d e risa y q u e c a s i d i e r o n m o t i v o p a r a d a r s e d e b a l a z o s e n t r e sí los c o n s p i r a d o r e s . H u b o
miedos,
he-
roicidades, intrigas, cabalas, chismes, etc., etc., dignos de memorias
especiales; y tenemos
e n t e n d i d o q u e el
a u t o r del diario del C o m i t é se va á dar lugar, r o b a n d o e l tiempo á sus
numerosas é importantes
ocupaciones
.profesionales y p o l í t i c a s , p a r a e s t a m p a r t o d o e s e
mun-
300
GIL
d o d e e p i s o d i o s en u n
JUAX
l i b r o q u e p r o m e t e ser b i e n in-
teresante. R e c o r r i e n d o el d i a r i o n o s ginas con
signos
h a l l a m o s c a d a p o c a s pá-
desconocidos,
p o r c i e r t o , p a r a no-
sotros. — ¿ Q u é significan e s a s a n c l a s ? p r e g u n t a m o s . — C a d a una representa una distinta casa d o n d e dormimos. — ¿ Y c u á n t a s s u m a n e n los o c h o m e s e s e s a s d i s t i n t a s casas? ¿ C u á n t o esos distintos asilos? — D i e z o doce: Roberto Eyzaguirre, Gregorio Donoso L e o n c i o E c h e v e r r í a , E m i l i o L a r r a í n , familia familia C o n c h a y T o r o , J o s é D o m i n g o etc.
Figueroa,
de Osma,
etc.
S i n i n c l u i r á la h o s p i t a l a r i a L e g a c i ó n d e la R e p ú -
blica Argentina
q u e en d o s ó tres g r a n d í s i m o s a p u r o s
dio a b r i g o m o m e n t á n e o al s e ñ o r W á l k e r M a i t í n e z p a r a , salvarlo de persecuciones
violentas.
— ¿ Y q u é s i g n i f i c a n e s a s l í n e a s d e cifras á c a d a p a s o ? — S o n las n o t a s m a n d a d a s á J o a q u í n W á l k e r M a r t í nez á I q u i q u e y á B i a n c h i T u p p e r á B u e n o s •—¿Y esos
anexos
con
letra
Aire-.
d i f e r e n t e d e la d e us-
tedes? — ¡ S o n los d a t o s q u e n o s
d a b a n d e la
e m p l e a d o s í n t i m o s d e la d i c t a d u r a ! d e d o de nuestra policía para
M o n e d a los
¡ A h í e s t a b a el
señalar lo q u e
convenía
darnos en copias! — ¿ Y a q u e l l o s d i b u j o s d e p a t í b u l o s y siete h o r c a s q u e figuran
en la p á g i n a c o r r e s p o n d i e n t e al 2 1
de
febrero?
— ¡ E s la s e n t e n c i a d e m u e r t e d e la d i c t a d u r a q u e p r o -
IA
REVOLUCIÓN
CHILENA
301
H u n d a m o s c o n e=a f e c h a b e b i e n d o u n a c o p a d e c h a m p a ñ a á la s a l u d d e los v e n c e d o r e s d e I q u i q u e !
Fué
el d í a en q u e r e c i b i m o s la c o n f i r m a c i ó n d e e s t a h a z a ñ a q u e v i n o á fijar el t r i u n f o d e f i n i t i v o ! L o q u e q u e d a e s c r i t o es p á l i d a e x p r e s i ó n d e l f a m o s o d i a r i o del C o m i t é ; p e r o r e v e l a lo q u e fué el C o m i t é d u r a n t e la r e v o l u c i ó n . A n u e s t r o j u i c i o , la a c c i ó n m á s aud a z y constante de q u e p u e d e darse e j e m p l o , digna del más elocuente elogio y de respeto entusiasta. L o s n o m b r e s d e los c a u d i l l o s q u e lo f o r m a r o n
que-
d a r á n h o n r a d o s a n t e la p o s t e r i d a d : C a r l o s W á l k e r M a r tínez y G r e g o r i o D o n o s o ! Santiago, cneio 6 de i 8 y 2 .
NÚMERO
4
Cómo estaban el San Felipe 7 el Talca antes de la o c u p a c i ó n de A n t o f a g a s t a (De
l.n Patria
Sierra El
infrascrito
Gorda,
de Iquique)
iS de marzo de
n o m b r a d o por U S . con
fecha
i8gi. 1 5 del
p r e s e n t e p a r a h a c e r u n a r e v i s t a d i s c i p l i n a r i a al b a t a l l ó n m o v i l i z a d o S a n F e l i p e , t i e n e el h o n o r
de dar
d e su c o m e t i d o á e s a C o m a n d a n c i a G e n e r a l .
cuenta
302
Gil.
JUAN
C o m e n z a n d o el d e s e m p e ñ o d e la c o m i s i ó n q u e m e c o n f i r i ó p o r la f o r m a c i ó n d e l b a t a l l ó n p l a z a s , m a n i f e s t é á la t r o p a f o r m a d a estaba
US.
con sus 2 1 7
en c o l u m n a s q u e
autorizado para hacer cumplida justicia á todos
y en cualquier sentido quisieran
interponer,
que
fueran
los
designándoles
reclamos
hora
que-
y lugar
al
efecto. É n s e g u i d a r e u n í á los tres j e f e s
del batallón y pre-
g u n t a d o s é s t o s p o r la o p i n i ó n q u e t e n í a n f o r m a d a a c e r c a d e la t r o p a d e su m a n d o , tes e n d e c l a r a r q u e
todos estuvieron
la d i s c i p l i n a
se p o d r í a
contex-
mantener
i n a l t e r a b l e e n el s e r v i c i o d i a r i o y c o n s t a n t e d e l c u e r p o , sin p o d e r r e s p o n d e r l l e g a d o el c a s o
de una acción d e
guerra, del éxito que aquella disciplina pudiera dar. el c u e r p o
d e b e te-
n é r s e l e s e p a r a d o d e t o d a o t r a t r o p a á fin d e
L o s jefes
son d e opinión
deslindar
la r e s p o n s a b i l i d a d q u e e n
que
una
emergencia
cualquiera
p u d i e r a c a b e r á su b a t a l l ó n . Poco
después
fueron
reunidos
los
ayudantes
del
c u e r p o y los c a p i t a n e s d e c o m p a ñ í a , y t o d o s o p i n a r o n , c o m o los s e ñ o r e s j e f e s , q u e la t r o p a c o n s e r v a r í a su disc i p l i n a e n el s e r v i c i o éxito una vez que
d i a r i o , sin p o d e r
se hiciera
entrar en
responder
del
acción contra
otras tropas. E n s e g u i d a s e l l a m ó á los o f i c i a l e s s u b a l t e r n o s y h a biéndoseles
h e c h o las m i s m a s
fes y c a p i t a n e s h u b o c u a n t o á la m a n e r a
p r e g u n t a s q u e á los j e -
alguna disidencia de opinión en d e a p r e c i a r la a c t i t u d d e la t r o p a
p a r a el c a s o q u e l l e g a r a
u n a s i t u a c i ó n difícil y en q u e
LA
REVOLUCIÓN
CHILENA
303
se necesitara de todo su concurso incondicional y sin reserva. La mayoría estuvo porque la tropa estaba contenta con su paga, su rancho y demás atenciones del servicio; pero que los soldados en su mayor parte no entrarían con voluntad á hacer la resistencia debida á fuerzas enemigas. Por lo tocante á sus personas, los señores oficiales manifestaron las mejores disposiciones hacia sus jefes y gran decisión y voluntad para cumplir dignamente con sus deberes y mantener el orden y la moralidad en la tropa. Resumiendo señor comandante general, las opiniones anteriormente emitidas, el infrascrito es de sentir que el batallón movilizado San Felipe, no pudiendo prestar los servicios activos que puede reclamar de él la actual situación, sería de conveniencia disolverlo, salvo, naturalmente, el mejor acuerdo de US. Para terminar diré á US. que ni los señores oficiales ni ningún individuo de tropa tuvo reclamo alguno que elevar al infrascrito. Dios guarde á US. (Firmado) A.
Lagos.
L.
Vignes, Secretario.
S e ñ o r comandante general de a r m a s de A n t o f a g a s t a .
Gil.
3°4
JUAN
Batallón Movilizado Talca Antofa«asta, E l sargento
mayor
que
marzo ig de
suscribe
c o m a n d a n t e d e l c u e r p o , q u e el d í a t a n d o d e s t a c a d o en
da
/8gi.
p a r t e al s e ñ o r
1 8 del actual, es-
el c a m p a m e n t o d e P l a y a B l a n c a
c o n la p r i m e r a y s e g u n d a c o m p a ñ í a y p a r t e d e la tercera q u e q u e d ó á c a r g o del e q u i p a j e del referido cuerp o , á las 5 P . M . y e n el m o m e n t o d e e n c o n t r a r s e c o m i e n d o la t r o p a se s i n t i e r o n
varios
disparos de
rules
d e a ' g u n o s s o l d a d o s q u e c o m í a n del l a d o d e fuera d e l galpón y esto ocasionó
u n a l b o r o t o e n t r e los q u e
taban adentro. Inmediatamente
es-
m e l e v a n t é d e la m e -
s a c o n el fin d e i m p o n e r m e d e lo q u e s u c e d í a , c u a n d o el s o l d a d o d e la p r i m e r a N i c a n o r V e n e g a s , m e d e s c a r g a su rifle á boca de jarro,
f e l i z m e n t e sin
r e s u l t a d o , el
q u e h u y ó , v o l v i é n d o m e en el a c t o al g a l p ó n á c o n t e n e r el g r a n m o v i m i e n t o q u e
se
n o t a b a e n t r e los s o l d a d o s
d e a d e n t r o c o n s i g u i e n d o c o n m u c h o t r a b a j o en
unión
d e los d e m á s o f i c i a l e s a p a c i g u a r el á n i m o d e los r e v o l t o s o s ; p e r o al m i s m o t i e m p o los d e a f u e r a s e g u í a n desc a r g a n d o sus rifles t a n t o en d i r e c c i ó n n u e s t r a c o m o á las a v a n z a d a s q u e t e n í a a p o s t a d a s á orillas d e la p l a y a , c a m i n a n d o d e frente h a c i a e l l o s d o n d e h i c i e r o n p o r la fuerza á un s a r g e n t o 2 .
0
seguir
y diez s o l d a d o s d e la se-
g u n d a c o m p a ñ í a , c u y a fuerza e s t a b a á c a r g o d e l t e n i e n te d o n J o s é 2°
del C a n t o .
E n aquel m o m e n t o
n o p o d í a s i q u i e r a o r d e n a r á los
LA
REVOLUCIÓN
CHILENA
305
que habían apaciguado, que disparasen sobre los amotinados, puesto que temía que no obedecieran mis órdenes atendiendo el estado bélico en que se encontraban. De las averiguaciones que hice, resulta que el origen del motín fué causado por el sargento 2 . de la 3 . compañía, Pedro Velasco Cancino, un cabo i.° y dos soldados de la i. que se encontraban más ó menos eii estado de embriaguez, á consecuencia de haberle llevado licor un paisano del campamento cuyo nombre ignoro. El cabo de mi referencia, José Francisco Urzúa, fué el único que pude apresar haciéndolo desarmar inmediatamente y lo remití en seguida custodiado por un cabo y un soldado á Antofagasta donde se encontraba el jefe de mi cuerpo con el resto del batallón. El número de individuos sublevados y pasados á la escuadra ascienden á treinta y cinco, que lo componen entre las compañías i. , 2 . y 3 . , cuyos nombres han sido ya pasados. Es cuanto tengo que comunicar á V. para el conocimiento de lo ocurrido el día de ayer. 0
a
;L
a
a
(Firmado) RAIMUNDO ARMAS
20
a
Gil.
JUAN
NÚMEROS
5 Y
6
Ocupación de Antofagasta
"Organizado el ejército del Congreso, dicen los señores Silva y Barros Luco en la nota á los miembios del Congreso quefirmaronel acta de i.° de enero, dándoles cuenta de las operaciones de la campaña, se resolvió ocupar la provincia de Antofagasta, que estaba defendida por dos mil quinientos hombres, la mayor parte de línea, á las órdenes del coronel Camus, comandante del regimiento número i. La maicha sobre Antofagasta fué muy feliz: á pesar de la superioridad numérica y de las ventajosas posiciones que tenían las tropas de Camus, no se atrevieron á presentar batalla: fugaron de Antofagasta á Calama y de allí á Uyuni, en la frontera boliviana, y entregaron sus armas á las autoridades de este país para emprender la retirada á Chile á través de Bolivia y la República Argentina. "Nuestras fuerzas volvieron á Iquique á las órdenes del comandante Montt, y poco días después partieron nuevamente para ocupar la provincia de Tacna. El 4 de abril tomaron posesión del puerto de Arica, con lo cual las fuerzas dictaroriales que defendían la provincia huyeron á la frontera peruana y entregaron sus armas á las autoridades locales, n
LA
REVOLUCIÓN
NÚMERO
CHILENA
7
Parte oñcial del combate en la aduana de Ia.uio.ue Iquique,
21 de febrero
de
1891
Señor comandante en jefe de la escuadra: El 1 7 del presente mes fui honrado por US. coi¡el nombramiento de comandante general de armas de Iquique. En los primeros momentos me concreté á rece ger el aimamento y municiones dejadas por el enemigo. Supe por algunos vecinos que en el Alto del Molle las fuerzas dictatoriales habían dejado un entierro de municiones de rifle que tanto necesitábamos. Por lo que inmediatamente despaché una máquina con dos cairos, llevando veinte marineros y algunos trabajadores á lasórdenes del guardia marina señor Baldomero Pachecoy sirviendo de guía el vecino señor Alejandro Solari. Les recomendé no regresaran sin traer todas las municiones que encontraran. A las 8 P. M. volvieron trayendo como doscientos mil tiros de rifle, los que en la misma noche remití á bordo en previsión de un ataque del enemigo. En los galpones de materias inflamables y en los cuarteles encontré otros tantos, los que también fueron embarcados por la misma consideración.
308
GIL
JUAN
Durante la noche establecí patrullas y mandé avanzar dos á cargo de los tenientes señores Luis Gómez y Jorge Pacheco. A las 3 A. M. del día 1 8 recibí orden de reembarcarme con toda mi tropa. Puse este hecho en conocimiento del comandante de la Guardia del Orden que se había organizado, para que velaran durante nuestra ausencia por la seguridad de la población. A las ó A. M. del mismo día 1 8 se me ordenó tomar nuevamente posesión de la plaza, lo que efectué sin novedad. Al desembarcar encontré en el muelle al Cuerpo Consular, que me esperaba solicitando una conferencia, que tuvo lugar en los salones de la Intendencia. Deseaban saber esos señores á qué obedecía la desocupación de la plaza para volver tres horas después á ocuparla. Me manifestaron también temores de que al •quedar el pueblo sin tropas pudiera la gente cometer algunos desmanes, agregando que la Guardia del Orden no tenía armas con que hacerse respetar del pueblo. Les contesté que eran movimientos estratégicos que exigía la guerra y que no nos era posible someter nuestros planes á sus conveniencias ó temores. Y que nos sería muy sensible llegase á suceder lo que temían; por lo que concluí ofreciéndoles rifles Mannlicher para la Guardia del Orden pero sin municiones, por carecer de ellas, con lo cual quedaron satisfechos. Tan pronto como terminó esta conferencia, me fui ítl telégrafo del ferrocarril á indagar si alguien había
l.A
REVOLUCIÓN
CHILENA
30Q
comunicado con el enemigo. Por el copiador de partes me impuse que momentos antes había el ex-secretario de la Intendencia señor Clark comunicado con el coronel Robles, instándole viniese á atacar Iquique de noche; hora en que dejábamos una pequeña guarnición, por lo que le sería muy fácil recuperar la plaza. Agregaba también que á las 3 A. M. nos habíamos reembarcado todos, que creía sería para reforzar. nuestras fuerzas de Pisagua, derrotadas en Huara dos días antes, ó una estratagema de nuestra parte. A las 8 A. M. despaché una máquina con dos carros y cuarenta marineros á cargo del guardia marina señor Baldomero Pacheco, para que fuese en reconocimiento del enemigo hasta la estación de Santa Rosa. Regresó esta avanzada trayéndome la noticia de no haber divisado al enemigo, y que por datos que le dieron en la estación de tránsito parecía que éste no había pasado aún por Pozo Almonte. Esto sucedía á las 3 de la tarde del día 1 8 . A las 1 1 P. M. anunciaban por telégrafo desde la estación de San Juan, que el enemigo venía trayendo un gran convoy. Lo que fué confirmado por telégrafo á los señores Samuel Zavala y David Mac-Iver. Comuniqué esta noticia á bordo del Blanco é hice alistar una máquina y mandé en reconocimiento al teniente primero señor Melitón Gajardo y teniente segundo señor Jorge Pacheco á cargo de cincuenta marineros, con orden de alcanzar con toda clase de precauciones hasta el Molle y reconocer los faldeos de los
3T0
GIL
JUAN
•cerros del trayecto. Al mismo tiempo despaché seis soldados de policía montados que tenía á cargo de su jefe señor Guillermo Moller para que vigilase por el lado de Cavancha. Á la 1 . 3 0 A. M. regresaron las avanzadas sin haber •sido divisadas por el enemigo. Sin embargo, los anuncios por telégrafo y teléfono •de que venían acercándose, seguían con persistencia, pero sin poder fijar el número; porque á medida que llegaban á las estaciones cortaban las comunicaciones telegráficas. Á las 2 A. M. del 1 9 recibí orden del comandante •Goñ¡, del Blanco, de reembarcar toda la gente, dejando sólo un pequeño piquete en el muelle, con una •lancha á vapor lista para que también se reembarcara •cuando hubiera plena certeza de la presencia del enemigo. De los 2 5 0 marineros que tenía en tierra mandé á bordo 2 2 1 , quedándome con 4 0 y los tenientes señores Melitón Gajardo, Jorge Pacheco, guardiama•rina señor Baldomero Pacheco y aspirante señor Felipe de la Fuente. Á esta hora se embarcaron también los empleados civiles y partidarios de nuestra causa que se creían comprometidos. A las 6 . 1 5 A. M. del 1 9 fui avisado por el piquete <ie policía que tenía apostado en las afueras de la población, que se divisaba un grupo como de treinta •hombres de caballería y como trescientos infinites. Ce dorado de que no venía más tropa que la que -
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trie anunciaban, resolví hacerme fuerte en el edificio de la aduana y mandé al teniente primero señor Melitón Gajardo tomar posesiones en las azoteas y balcones,, distribuyendo la marinería convenientemente alrededor del edificio. Al teniente segundo señor Jorge Pacheco, le ordené hacer trincheras en las puertas y balcones. Al teniente primero señor Luis Gómez, lo comisioné para ir al Blanco á poner en conocimiento del comandante Goñi mi resolución. Al mismo tiempo despaché la lancha á vapor que tenía qara reembarcarme, al Toltcn, por refuerzo. Á las 6 A. M. se avistó el enemigo en la calle Arturo Prat, é inmediatamente ordené romper los fuegos sobre él, que fueron contestados en el acto, trabándose desde ese momento hasta las 4 P. M. un nutrido y no interrumpido fuego de fusilería. Á las 7 llegó el comandante Peiroa, trayéndome cuarenta francos tiradores del Taltal. Esta tropa venía animada de muy buen espíritu para el combate, pero armada de rifles Boumont, muchos de los cuales estaban descompuestos y con pocas municiones. Desde el primer momento el enemigo tomó posesión de las casas que circundan la aduana y de las boca-calles en que la configuración les daba una posesión ventajosa. En esta condición se siguió el combate hasta las 8 A. M., hora en que el Blanco, y luego después la Esmeralda, rompió sus fuegos sobre los edificios situados á los costados de la aduana, en que se eneon-
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traba el enemigo. Los certeros disparos de los buques los obligó á abandonar esas posiciones, y colocarse entonces en la parte de atrás de la aduana, para no ser ofendidos por los proyectiles de á bordo, dejando siempre piquetes defendiendo los desembarcaderos. Á las 9 horas las municiones empezaban á escasearme de una manera alarmante; se habían repartido ya las de los que estaban muertos ó heridos, y á pesar de esto no podía contestarlos fuegos la mitad de mi gente. A esta hora había tenido ya el sentimiento de ver caer heridos sucesivamente y de bastante gravedad, al comandante señor Olegario Pairoa, teniente primero señor Melitón Gajardo y teniente segundo señor Jorge Pacheco, que eran los oficiales más caracterizados que tenía. Afortunadamente, á bordo, habían organizado una partida de desembarco, la que, protegida por los fuegos de la escuadra, consiguieron lanzarla á tierra por la playa del Colorado, llegando ala Aduana como alas 1 1 . 3 0 A. M. Esta fuerza se componía como de treinta marineros, al mando del guardia-marina señor Julio Sánchez, á quien acompañaba como práctico del camino el ciudadano señor Timoleón Lorca. Llegaron también al mismo tiempo cuarenta reclutas del Chañaral, armados de Mannlicher, con municiones de carabina Winter, con sólo quince ó veinte tiros cada uno, los que consumieron en el trayecto de la Aduana. Al mando de éstos venía el capitán Fritis, quien luegoque llegó fué herido, pero de poca gravedad.
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Tuve la satisfacción de ver que este refuerzo avanzó resueltamente, venciendo la resistencia que le puso el enemigo, parapetado en diferentes puntos del caminoCon este oportuno refuerzo pudimos avivar nuevamente los fuegos, pues aunque llegaron rendidos de cansancio, entraron inmediatamente en pelea. Á los sóida, dos del Chañaral los destiné al servicio de los heridos y á atender las puertas del edificio. Á las 1 2 M. se declaró incendio en la casa que está al costado oriente de la Aduana, principiando por unos galpones que estaban llenos de salitre. La vecindad del salitre amenazaba comunicar el fuego á nuestras posiciones. Además las municiones principiaban nuevamente á escasear y, faltos de agua y alimento, pedía por semáforo al Blanco me mandase, sin pérdida de tiempo, esos artículos. Pero las señales, á causa del humo, no las distinguían desde á bordo y no tenía ya municiones sino para la tercera parte de mi tropa. En esta situación, resolví dejar apostados unos cuantos hombres para contener el avance del enemigo, el que, en esos momentos, comprendiendo quizás nuestro estado, atacaba con más bríos. Dividí la gente que tenía disponible en pelotones y les designé sus jefes á cada cual, el lugar por donde debían atacar, resuelto ya á batir al enemigo en las calles, antes que se me concluyeran completamente las municiones ó que el incendio se propagase á la Aduana. La gente se manifestó resuelta y entusiasmada por llevar á cabo el plan de ataque qne les había trazado,
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cuando se me presentó el guardia-marina señor Julio Sánchez, diciéndome que se ofrecían el marinero 2 . Olegario Hidalgo y Manuel Venegas, para irse á nado á bordo del Blanco á pedir los auxilios que necesitábamos. Acepté la oferta y escribí al capitán Goñi, pidiéndole municiones y agua, asegurándole el triunfo si conseguía hacerme llegar lo que le pedía. Entregué el papel á Hidalgo, quien, acompañado de Venegas, con toda rapidez se descolgaron de los balcones y se echaron al agua, alcanzando un bote que estaba fondeado como á cuatrocientos metros de la playa. Estaba esa embarcación sin remos y ya habían sido vistos por el enemigo, que rompió un nutrido fuego sobre ellos, hiriendo á Venegas en una pierna, por lo que resolvieron dejar ese bote, echándose nuevamente á nado en dirección á donde estaban fondeadas las lanchas de carguío. Antes de ilegar fueron recogidos por una chalupa que salió de la Isla y los llevó á bordo. Impuesto el comandante Goñi de mi situación, me mandó municiones, agua y algunos víveres, que fueron desembarcados por el muelle de pasajeros. Una gran parte de estos pertrechos los dejaron en la cabeza del muelle por lo que mandé al subteniente señor Aravena, del Chañara!, con algunos marineros y soldados que fueron por ellos. En el trayecto del muelle á la Aduana cayeron tres á cuatro, de los que fueron por los pertrechos, mortalmente heridos, entre estos el valiente subteniente Ara0
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vena, que cayó en circustancias que por animar á su gente traía él mismo al hombro un cajón con municiones. En estos momentos pude notar también el valiente comportamiento del guardia-marina señor Roberto Garretón, quien, después de haber tenido fuera de combate á dos marineros que servían el cañón que llevaban á proa de su lancha á remo, continuó él mismo haciendo un sostenido fuego con esa pieza. Y habría él también caído, sin el oportuno auxilio que, con calma digna de encomio, le prestó el guardia-marina señor Carlos Palma, sacándolo á remolque de la zona peligrosa en que se encontraba. El contramaestre Manzor se distinguió también por sus repetidos viajes al muelle en busca de municiones, ni través de un nutrido fuego que hacía el enemigo. Con el refuerzo recibido quedamos en condiciones de poder aguantarnos hasta el día siguiente. El incendio del costado oriente se había extinguido. Pero con los auxilios que el enemigo presenció habíamos recibido, desesperó de hacer rendir nuestra posición y trató entonces de hacerla por el fuego. Incendió para esto los edificios de la paite sur de la Aduana, de que los separaba sólo una estrecha calle. Á eso de las 2 h. P. M. ti peligro parecía ¡inminente, las llamas lamían ya las cornisas de la Aduana y el calor que irradiaba ei fuego hacía casi imposible el mantenerse á ese lado del edificio. Por fortuna en el techo de la Aduana hay un estanque para agua salada y ordené refrescar las paredes echándoles baldi s de agua: pero
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luego se hizo esto imposible, porque el enemigo, oculto en las casas vecinas, esperaba á nuestros marineros que se pusieran de pie sobre el techo, para hacerles un fuego certero, matándome cuatro á cinco durante esta faena, por loque desistí, ordenando, entonces, dejar abiertas las llaves del estanque,.con lo que se inundó el segundo piso y se consiguió con esto refrescar esa parte del edificio. El Cuerpo de Bomberos, que intentó detener el incendio, se lo impidió el enemigo, haciendo fuego sobre él. A pesar de esto, algunos denodados bomberos quedaron prestando sus humanitarios servicios, á causa de lo cual se me dijo que habían salido tres ó cuatro heridos. Á las 3 horas de la tarde estábamos ya fuera de peligro, el incendio había consumido ya los edificios vecinos y poco después cuatro manzanas habían desaparecido completamente. El enemigo hizo entonces otro esfuerzo, atacó con más vigor; pero ya eran pocos los que se atrevían á abandonar sus posiciones para ganar otras más cercanas. Á las 3 . 3 0 P. M. recibí el último refuerzo de municiones que la trajo el teniente 2 ° señor Salustio Valdés y guardia-marina señoi Jorge Edwards. Á las 4 P. M. divisé la canoa del comandante del H. M. S. Warspite, que con bandera de parlamento,, se dirigía al muelle; pero como le hiciese el enemigo varios disparos de rifle hacia ese punto, cambió de rum-
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bo y se dirigió á una pequeña caleta que hay en la parte oriente de la Aduana. Aquí se acercó el jefe de las fuerzas enemigas, acompañado de una pequeña escolta. Ordené, luego que se acercó la canoa parlamentaria, suspender los fuegos. Mandé también un oficial de parlamentar ó para que se impusiese de lo que se trataba. Luego regresó acompañado del comandante de la Warspile y del Ingeniero i.° del Blanco, señor Trewela, que le servía de intérprete y del coronel Soto, que era el jefe de las fuerzas que me atacaban. Me dijo el comandante inglés, que con autorización •de US. venía á arreglar un armisticio, con el objeto de evitar á la población mayores daños, porque si el combate duraba durante la noche, se quemaría el resto de la población; y en cuanto al coronel Soto, no tenía inconveniente para una suspensión de armas, que duraría hasta el día siguiente 2 0 , á las 1 2 h. M. Contesté que por mi parte aceptaba ese arreglo, siempre que el coronel Soto no avanzase sus posiciones durante el armisticio, á lo que accedió. Este arreglo estuvo en peligro de fracasar, pues mientras el comandante de la IVarspite me imponía de -su misión, se sentía un disparo de rifle en la calle. El coronel Soto, al sentir la detonación, saca su revólver á toda prisa y me amenaza con él, gritando que lo hemos traicionado. El comandante; inglés se interpuso y consiguió calmar y detener al nervioso coronel. Al mismo tiempo dos marineros que tenía apostados €n las puertas del salón, alcanzaron á preparar sus ar-
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mas para contestar-al coronel, pero los detuve á tiempo; volviendo, luego después que se cercioró el señorSoto que el disparo había sido en la calle, á continuar la interrumpida conferencia. Aceptado el armisticio, me dediqué á tomar medidas de precaución y de defensa. Formé trincheras en las azoteas con sacos de azúcar y de café que encontré en los almacenes de la aduana, reforcé las puertas y establecí estricto servicio para la noche, pues temía una celada del enemigo. Al amanecer del día siguiente 3 0 , supe que el coronel había hecho venir del interior durante la noche doscañones, una ametralladora y cien hombres. Por lo que pedí á bordo dos ametralladoras Holíchkiss, que no me mandaron por estar muchas de ellas en Pisagua. Á las 9 P. M. del 2 0 , recibí una carta del teniente País León, ayudante del coronel Soto, que por intermedio del cónsul americano, la hizo llegará mi poder. En esa me proponía entrar en arreglo, para lo cual contaba con el consentimiento de casi todos los oficiales de las fuerzas de Soto. En esos momentos llegaba á la Aduana el secretario de la Escuadra, señor Enrique Valdés Vergara, á quién pedí se entendiese con el señor País León. Pero no consiguió entrar en arreglos por haber desconfiado el señor País León de algunos de sus compañeros que creyó pudiera delatarlo. Conseguimos sí, que nos trajera al único prisionero de la batal'a de Huaras, el guardia-marina señor Jorge Mery, que esca-
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para de la matanza de cuantos tornaron parte en ese desgraciado día para la causa constitucional. Á las 1 0 . 3 0 principió la fuerza enemiga á tomar las posiciones que ocupaba el día antes, y además colocaron un cañón y una ametralladora en la plaza Arturo Prat. Habiendo principiado á trabajar zanjas en las boca-calles que no ocuparon el día antes, me apresté también al combate y mandé un oficial de parlamentario á pedirles la suspensión inmediata de los trabajos, y en caso que así no lo hicieran me vería en la necesidad de dar por roto el armisticio antes de la hora designada. El jefe más caracterizado que estaba allí me contestó que Soto estaba á bordo conferenciando con US., y que no sabía lo que había pactado con él, por lo que continuaba siempre con su trabajo de defensa, sin temor á las consecuencias. Recibí esta contestación en momentos que llegaba un teniente de la Ifarspi/e, quién una vez impuesto del asunto, me pidió no respondiera los fuegos, que él iría á arreglar aquello y lo consiguió. Á las 1 2 recibí una nota de US. en que me anunciaba que el coronel Soto había pactado á bordo de la Warspiíe, la rendición de su tropa con todos los honores de la guerra; quedando en libertad una vez que hicieran entrega del armamento y municiones. Acto éste que tuvo lugar en Cavancha á las 6 . 1 5 P. M. del día 2 0 . Tomamos, de acuerdo con el señor general Urrutia, que desembarcó con el batallón Constitución, toda
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clase de precauciones para evitar un conflicto que pudiera hacer fracasar las ventajosas condiciones del tratado. Entregaron sus rifles como 2 1 0 hombres, con las cananas repletas de municiones, lo que fué remitido en la misma noche á bordo. Terminando con esto esta función de armas, en la cual tenemos que lamentar por nuestra parte la muerte de 2 7 hombres y 2 2 heridos. El valor y entusiasmo desplegados por los oficiales y marinería que he tenido el honor de comandar durante el combate, no decayó un momento, siendo también dignamente secundado por los Francos Tiradores de Taltal. Considero un deber de mi parte hacer á US. una especial recomendación del valiente comportamiento de los oficiales que salieron heridos: comandante, señor Olegario Pairea; teniente i.°, señor Melitón Gajardo; y teniente 2 . , señor Jorge Pacheco, lo mismo que de los guardia-marinas de primera clase señores Baldomero Pacheco y Julio Sánchez, aspirante señor Felipe de la Fuente y capitán Fritis del Chañaral. Réstame ahora felicitar á US. por este nuevo triunfo de la causa constitucional, que priva al enemigo de más de trescientos de sus mejores soldados, de los que ochenta fueron muertos ó heridos en el combate. Además nos deja elementos para armar otros tantos. Dios guarde á US. 0
M E R I N O JARPA.
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Toma, de Coquimbo (De
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de
Iquique)
Al documento que á continuación insertamos corresponde, cronológicamente, el primer lugar en el archivo que bajo el título de Boletín de la Guerra, está formándose en las columnas de nuestro diario. Es el parte pasado por el comandante del Amazonas, don Vicente Merino Jarpa, sobre la toma á viva fuerza del puerto de Coquimbo, efectuada por voluntarios porteños y marineros de la escuadra, bajo las órdenes de aquel brillante jefe en la madrugada del 1 2 de enero. Para mejor inteligencia del lector, introducimos esta publicación con un bosquejo muy sumario de las operaciones de la escuadra en los días anteriores. Realizado con feliz éxito, y sin derramamiento de sangre, en las primeras horas del 7 de enero, el pronunciamiento de los buques de la escuadra que se hallaban fondeados en Valparaíso, esto es, el Blanco, la Esmeralda y la O Higgins, se dirigieron éstos al amanecer á la bahía de Quinteros, en donde les aguardaban, dispuestos á adherirse á la causa de la ley y de la Constitución, el Cochrane y la Magallanes. A medio día la escuadra se presentó, de nuevo en 1
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Valparaíso; y el mismo día los botes armados, sostenidos á corta distancia por los buques de la escuadra, abordaron el Huáscar, se apoderaron de él sin resistencia, y el Mi ra flores lo sacó á remolque en medio de los aplausos del pueblo amontonado en los muelles y esplanada. Al caer la noche, zarpó la Esmeralda con dirección á Talcahuano; de allí debía transladarse á I.ota, en donde el Abtao y los caza torpederos eran aguardados en esos días. El 8 tomaron posesión el comandante Délano y el capitán de corbeta Merino Jarpa de cuatro mil quinientos fusiles Mannlicher, de propiedad del Estado, que se encontraban á bordo de un vapor alemán fondeado entonces en la bahía. El mismo día, tomó el capitán Montt posesión, en nombre del Congreso, del vapor Aconcagua de la Compañía Sud-Americana. Al anochecer, salieron, con rumbo al norte, el Cochrane y la Magallanes;
y después de tocar en Antofa-
gasta, con el objeto de recoger noticias, llegaron el 1 1 á Iquique. El comandante Valenzuela Day, jefe de la división, notificó el bloqueo del puerto, concediendo plazo hasta el i.° de febrero. La Magallanes se presentó á establecer el bloqueo en Pisagua. Con el parte del comandante Merino Jarpa se anuda el hilo de los acontecimientos. Este documento presenta á la revolución pisando y ocupando tierra por primera vez, y preludia dignamente la serie de opera-
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ciones de la misma naturaleza emprendida por los sostenedores de la ley. La figura del comandante Merino Jarpa comienza á destacarse con singular lucimiento, en la escena, desdeel día de la toma de Coquimbo. En el curso del mes y en el siguiente, encontramos al joven y distinguido marino recorriendo, de triunfo en triunfo, la costa del norte, hasta que la defensa dela Aduana de Iquique le conquista nombre y fama imperecederos entre los soldados de la causa constitucional.
Parte
pasado
p o r el c o m a n d a n t e d e l Amazonas,
J a r p a , al c o m a n d a n t e
en j e f e
de la escuadra,
tom.-i d e C o q u i m b o el 1 2 d e e n e r o d e
señor
Merino.
r e f e r e n t e á la.
1891:
Comandancia Militar del "imazonasu
Señor comandante en jefe de la escuadra: Tengo el honor de dar cuenta á US. de la parte que le ha tocado en la toma del puerto de Coquimbo, al buque guarnición de mi mando. A las dos treinta de la mañana del día 1 2 y como á diez millas del puerto, la O'Higghis con la cual navegaba en convoy, apagó sus luces y continuamos navegando en la forma acordada para llegar al puerto á las 3 . 3 4 A. M.
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A las 3 perdimos de vista á la 0'lTig£¡ins, siguiendo nosotros con el mismo rumbo y andar acordado. Alas 3 . 3 0 mandé disminuir el andar y coloqué topes para ver en qué dirección estaba. Esperé hasta las cuatro, que estando ya completamente claro, no se divisó por ninguna parte en el horizonte. Creyendo que se hubiese entrado al puerto, dimos toda fuerza de máquina para tomar el fondeadero, y fué grande mi sorpresa al no encontrarla allí. Siendo ya las 4 . 1 5 y temiendo que se frustrara el plan, resolví, de acuerdo con el señor comandante y delegado don A. Délano, llevar á cabo la sorpresa con la guarnición de doce hombres de csíe buque y los sesenta y cuatro -voluntarios navales que teníamos armados. A las 4 . 2 0 arriamos y embarcamos tres botes, en uno de los cuales me embarqué con mi guarnición y me -dirigí á abordar el Toltén, que estaba fondeado cerca del muelle. Aquí encontré sólo dos hombres los que siguieron con nosotros. Por éstos supe que la tripulación de este buque había sido desembarcada y llevada á engrosar las filas enemigas y que la máquina había sido inutilizada. Seguimos inmediatamente al muelle, y momentos después llegaba el comandante Délano á cargo de su gente. En el muelle tomé un marinero de la capitanía y lo obligué á que me llevase á la casa del •Gobernador, á donde me dirigí con mi guarnición á paso de trote. Encontré á ese señor, le intimé rendición y lo obligué á que fuese á mi lado al cuartel, en donde tenía
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Co soldados acuartelados, los que á tres cuadras del cuartel salieron y se extendieron en guerrilla y rompieron fuego de fusilería sobre nosotros. En este momento, el comandante Délano me alcanzaba con los suyos y contestamos los fuegos avanzando á paso de trote. Al llegar á la plaza, en donde se encuentra el cuartel,, el enemigo se dispersó hacia el cerro que da frente áéste y, como veinte, corrieron al cuartel y continuaron por cinco minutos resistiendo hasta que seguimos de frente, y una vez que llegamos á la puerta del cuartel se rindieron. Los obligué á desarmarse y los encerré en una pieza y coloqué centinelas á sus puertas. Mientras tanto, parte de nuestra gente hacía fuego á los que, parapetados en el cerro, continuaban molestándonos y los que muy pronto fueron obligados á huir. El comandante Délano se hizo cargo del cuartel. Aquí tomamos como treinta rifles Grass y como trescientas cápsulas. Hicimos inmediatamente comunicar á la Serena que el puerto estaba en nuestro poder y que habíamos desembarcado como 1 , 5 0 0 hombres; se alistaron tres máquinas con un tren de diez carros para llevar las tropas. Terminado esto, me fui á bordo llevando al Gobernador y con el objeto de hacer bajar á tierra los 5 0 navales que habíamos dejado por no tener armas y aprovechar ahora las tomadas al enemigo. Viendo que la O'Big^xns no llegaba aún, y temiendo que se la hubiese descompuesto alguna pieza de su máquina, salía toda fuerza en su busca. Al doblar la :
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punta Sur, vi que venía en dirección al puerto, regresé y continuamos con el señor Délano tomando las medidas conducentes á asegurar el triunfo. A las 6 . 3 0 A. M. llegó la O'Higgins y desembarcó 4 0 hombres armados de rifles y al señor delegado Saavedra. Se convocó á la municipalidad del lugar y se .acordó mandar un parlamentario á la Serena, pidiendo la rendición inmediata de la ciudad. Esta resolvió rendirse y nos recibieron como á sus libertadores, lanzando todo el mundo hurras á la oposición y á la marina y arrojando de los balcones flores á la tropa. La guarnición de la plaza, con el Intendente á la cabeza, huyó. Tenemos que lamentar por nuestra parte seis bajas, incluyendo al teniente Campbell de los navales, que salió herido en una pierna. De la tropa, dos son de la guarnición de este buque, de los cuales uno está grave y los tres restantes son de los navales. El enemigo tuvo 1 2 bajas, entre éstos dos ó tres muertos. Terminado el trabajo militar, me dediqué el mismo día á embarcar carbón y víveres, teniendo, 2 4 horas después, 2 0 0 toneladas de carbón á bordo y los víveres cuya lista le acompaño. El comportamiento de los oficiales y tropa que tomó patte en el combate ha sido espléndido, concretándome, por mi parte, á recomendar á su consideración á la guarnición de este buque, á mi ayudante señor Luis E. Castro y señores Aguilera y Chacón, J. Este.ban, que están como voluntarios.
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Me es grato felicitar á US. por el primer triunfo de la causa constitucional, conseguido á tan poco costo, lo que prueba la popularidad de ella. V. M E R I N O JARPA
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Las operaciones del "Cachapoal".—Be Coquimbo á Pisagua ( D e ¿a
Patria
de Iquique)
Los VILOS, C A I D E R A , CHAÑARA:.
Las operaciones que emprendió en la costa el transporte Cachapoal, bajo las órdenes del capitán de corbeta don Vicente Merino y Jarpa, desde el 1 6 de enero hasta el 7 de febrero, día del ataque y ocupación definitiva de Pisagua, figurarán en la historia de la campaña marítima de 1 8 9 1 como un interesante y brillantísimo episodio. Nos proponemos seguir hoy las huellas del diestro y animado marino que dirigió estas expediciones, desde el puerto de Coquimbo hasta el de Pisagua, á donde llegó el Cachapoal el 6 de febrero, en circunstancias que la fuerza constitucional, batida en Zapiga, se pie-
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paraba, sin perder nada de su ánimo y sus bríos, á librar un nuevo combate en defensa de la ciudad. Los documentos que á continuación publicamos nos dispensan de la necesidad de emprender el trabajo de una narración especial, que acaso hubiera parecido pálida é inexacta en detalles importantes. Ningún relato podría ser más fiel y animado que el del mismo comandante Merino y Jarpa. En un sólo punto le encontrarán insuficiente los que asistieron á las expediciones del Cachapoal; es en lo que se refiere á la parte que tomó personalmente el capitán Merino y jarpa en los hechos de armas de la campaña. Este vacío será llenado, alguna vez, en las columnas de La Patria.
Aparte de las ventajas que las operaciones del Catrajeron, directamente, á la causa constitucional, corno ser la ocupación, temporal ó definitiva, de seis departamentos, la captura de oficiales y soldados enemigos, de caudales, armamentos y municiones y el aliento que una serie de triunfos infundió en nuestras filas, es este episodio marítimo digno de recuerdo y atención porque el Cac/iapoal sirvió, en una época en que la escuadra y el esfuerzo militar de la revolución se encontraba en funesto fraccionamiento, como de vínculo de unión entre las diversas divisiones navales y los diversos centros de acción militar, en donde se había logrado trabar en tierra la lucha contra la dictadura. Así fué como llegaron á Iquique y Pisagua noticias. chapoal
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auténticas y detalladas de las operaciones en Coquimbo y el auxilio de buenos soldados veteranos y de provisiones. Así fué también, y esto se verá cuando lleguemos á la segunda parte de esta relación, cómo la columna de los vencidos en el Hospicio de Pisagua pudo pasear victoriosamente la bandera constitucional por las poblaciones de la costa del sur de Tarapacá, darse la mano con el departamento de Taltal, libertado y en vía de pujante organización, y reparar ahí sus que brantos, de tal suerte que, al volver al norte .contaba con más de 4 0 0 hombres regula!mente equipados y armados y en estado de alcanzar, como lo hizo, en unión de la columna de 2 7 0 hombres salvados de la campaña de Coquimbo, el triunfo completo de Pisagua, el 6 de febrero. No sería justo recordar la lucida carrera del Cachapoal sin rendir homenaje á la pericia, la lealtad y la corrección perfecta de los procedimientos del capitán Mac Dougall y demás empleados de la Compañía Sud Americana de Vapores, encargados del mando y la dirección náutica y la conservación del transporte. En su difícil papel de neutrales y de depositarios de la confianza y custodios de los intereses de la Compañía, desplegaron ellos un tacto admirable y aptitudes distinguidas de navegantes, y manifestaron conocimiento á fondo de la costa. Una armonía perfecta reinó constantemente entre el comandante Merino y Jarpa y su colega, por la fuerza de las cosas y de la situación bé-
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lica, el capitán Mac Dougall. La simpatía y el mutuo respeto y la deferencia y cortesía recíprocas crearon entre estos dos hombres de mar relaciones de amistad que resistirán á la influencia del trascurso de los años, tanto como el recuerdo mismo de las expediciones del Cachapoal.
Dejamos la palabra al comandante militar de la gallarda nave. P a r t e p a s a d o p o r el C o m a n d a n t e
s e ñ o r M e r i n o y J a r p a s-ibre el
desembarque y toma de posesión del puerto d e L o s Vitos:
A bordo, 17
de enero de
1801.
En cumplimiento de la orden verbal recibida de US. ayer á las 7 P. M. dejé el fondeadero de Coquimbo, en busca del vapor Imperial, el que se creía que había pasado al sur conduciendo tropas del dictador. El viaje lo hice lo más cerca posible de tierra para imponerme si estaba en alguna de las numerosas caletas que hay en el tramo de costa comprendido entre Coquimbo y Los Vilos. A l a s 1 0 A. M., llegué á este puerto simulando ser vapor de la carrera; fui recibido por el teniente del Resguardo y un comerciante señor Emparán. Traté ¡inmediatamente, de averiguar si tenián conocimiento de que el Imperial hubiera tocado en algún puerto, y me contestaron que nó. Dejé al capitán del puerto á bordo y mandé al señor
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Emparán con un oficio para el subdelegado que representaba la autoridad del dictador, en el que le intimaba la rendición immediata de la población y lo hacía responsable de las consecuencias en caso de resistencia. Mientras tanto, hice arriar todos los botes del vapor para simular un ataque de desembarque con mucha gente. A los pocos minutos recibí contestación del subdelegado, en que me decía que me entregaba la población, huyendo immediatamente á la cabeza de 14 policiales armados de Winchester y de algunos vecinos par tidarios del dictador. Desembarque veinte hombres de mi guarnición sin novedad, acompañados de los señores ayudante Luis E. Castro, doctor Tornero, Guillermo Moller y J. Esteban Chacón. Disparé dos tiros de cañón por a'to á los fugitivos, que se habían quedado á alguna distancia observando nuestros movimientos. Nos apoderamos del le'égrafo y comunicamos con Illapel y Santiago; nos contestaron del primero de estos lugares que estaban ocupados con Santiago y ya no nos contestaron más. Avisimos que habíamos tomado posesión del puerto y que teníamos 6 0 0 hombres en tierra. Nos apoderamos de la batería y aparatos anexos para evitar que se comuniquen, tomando dos huinchas, que son las cpie han tenido en uso durante este me?, las cuales se las acompaño para ¡me se imponga de su contenido. Convoqué á las personas notables del lugar y 110111
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bramos de común acuerdo al señor Baltasar Ureta, Subdelegado; se nombró también una comisión compuesta de los señores Juan José Garmendia, José Manuel del Rio, Silvano Serei, Manuel Videla, Martín Vicuña y Benjamín Emparán para que atiendan á la tranquilidad y seguridad de la población. Supe por diferentes personas que el Intendente de la Serena y Gobernador de Ovalle se han establecido en Illapel, en donde están reclutando tropas para la resistencia. Tienen como jefe á un mayor del Canto y al comandante que fué de la Policía de Serena. A la fecha les calculan que tengan ochenta hombres; de éstos hay 1 5 del 3 . de línea, que estaban de guarnición en los Vilos atendiendo al orden en los trabajos ferrocarrileros. Sobre tropas de Santiago dicen que esperan de un momento á otro que pasen 2 0 0 hombres de Cazadores. Hasta ahora por los Vilos no ha pasado refuerzo alguno de la capital. Los trabajos del ferrocairil están de para, de manera que hay mucha gente desocupada, pero á todas les debe la empresa, de manera que por este motivo no quieren embarcarse todos. A pesar de esto, en una hora conseguí embarcar 3 8 , cuya lista le incluyo pagándoles lo que la empresa les adeudaba, siempre que dicha cantidad fuera menor que el engache de $ 2 0 que se paga en Coquimbo. Entre los enrolados hay 1 2 que han sido clases del ejército de línea en la última campaña, y en. general toda es muy buena gente. 0
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Creí en un principio que la empresa cometía un abuso, no pagando á esa gente para impedir que la tomásemos, por cuyo motivo hice llamar al contratista, cajero, y demás empleados superiores; exigí los libros para ver lo que había de verdadero, y me convencí por su correspondencia que realmente no tenía dinero para pagar, lo que es sensible, pues pudimos, sin esa circunstancia, embarcar unos doscientos ó más. Me permito llamar la atención de US. hacia la conveniencia que hay en que continuamente buques de la escuadra crucen por estos lugares, para tenerlos siempre en jaque y obligar también á la tropa enemiga á que haga grandes rodeos para llegar al lugar á que se le destina, por temor de caer en nuestro poder. A las 3 P. M. dejé los Vilos con rumbo á Coquimbo, y alas 5 P. M. encontré á la O'Higgins con rumbo al Sur. Comuniqué con ella y mandé carta á US. sobre el resultado de esta comisión. V. M E R I N O JARPA P a r t e p a s a d o por el C o m a n d a n t e J a r p a , al C o m a n d a n t e
d e l Cachapoal,
señor M e r i n o
en J e f e d e la E s c u a d r a , en e n e r o
s o b r e las o p e r a c i o n e s e f e c t u a d a s p o r ese b u q u e e n su
viaje
31, de
C o q u i m b o al N o r t e : Comandancia Militar d el v a p o r
'-Cae h ap o a 1"'
Señor comandante en jefe de la escuadra: Tengo el honor de poner en conocimienio de US., que el 1 8 del presente recibí orden del señor delegado
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U
I
L
JUAN
don Cornelio Saavedra, de dejar á Coquimbo y zarpar al Norte, con el objeto de comunicarme en Iquique con los señores Delegados don Isidoro Errázuriz y don Ramón Barros Luco, para imponerlos de los movimientos habidos en el Sur y darles los recursos que pudieren necesitar, como víveres, carbón, etc. Se me autorizó para que hostilizara al enemigo de la manera que me pareciera más conveniente, ya para hacer cuanto me fuese posible en beneficio de nuestra causa. A las 4 A. M. del día 19, fondeé en Caldera, habiendo antes disfrazado el buque, pintando la chimenea de negro y borrándole el nombre de proa. No obstante esto, el buque fué considerado sospechoso, y sólo después de repetidos pitazos conseguí hacer venir al bote de la capitanía, custodiado por el teniente de Zapadores señor Ramón Saavedra, sargento i.° Juan M. Ramírez, cabos segundos Vicente Bustos y Abel Groseling y soldados Juan B. Garrido, Demetrio Rocha, Ruperto Gutiéi rez y Ramón González, los que se acercaron al vapor, temerosos de una celada, y trataron de retirarse; pero entonces les hice descubrir la ametralladora de proa y la dirigí hacia elios. Al ver esto, continuaron hacia el buque y subieron á bordo. Mientras tanto, había hecho colocar mi guarnición en el salón, lista para atacar á la tropa de Zapadores en caso de resistencia; inmediatamente que subió el oficial, se le condujo al salón, donde lo esperaba yo. Le hice desarmarse, y continuamos lo mismo con el sargento y demás individuos de tropa. Luego les hablé de la justicia de lacau
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sa que defendemos y se manifestaron muy complacidos y conformes. Al oficial le permití que escribiera al mayor Errázuriz, diciéndole que había sido detenido á bordo y muy bien tratado. El sargento escribió á su esposa y le di plata para que le mandase. Escribí al jefe de la plaza, mayor señor José A. Errázuriz, diciéndole que esperábamos de su patriotismo y de la justicia de la causa que defendemos, lo que no se escaparía á su ilustración, que nos acompañase. Otro tanto se dijo á un teniente Vivanco, que, por noticia del señor Saavedra, era el más ilustrado de los oficiales de guarnición en Caldera. Esperé como media hora la contestación; pero no volvió nadie, y al contrario sentí tocar llamada y vi colocar la tropa detrás de los galpones de la <;stación. Creyendo ya inútil toda espera, resolví hacer un falso ataque por Caleta Inglesa, que está tres milias al sur y simulé un desembarco en esa parte, arriando los botes del vapor y embarcando parte de la guarnición en ellos. Con esto conseguí mi objeto, cual era atraer la tropa á ese lugar; y tan pronto como vi que ésta había llegado, llamé los botes, los icé y me dirigí á toda fuerza al ñor. te de la bahía de Caldera, en donde se encuentra la oficina del cable telegráfico Arrié dos botes y mandé cortarlo y darle remolque hacia el buque. La gente del primer bote que llegó á la playa saltó á tierra y no encontrando el cable que está enterrado á bastante profundidad, resolvió entonces echar al bote todos los aparatos eléctricos que encontró, y cuando ya estos es-
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Gil.
JUAX
taban en el bote, del fuerte situado al lado norte del muelle fiscal me hicieron dos disparos de cañón, y al mismo tiempo la gente que quedó de guardia en el cuartel se dirigió á paso de trote á impedir que nos posesionáramos del cable, haciendo fuego de fusilería sobre el buque y gente que estaba en tierra. Inmediatamente contesté con ametralladora de la proa, yá los po eos disparos conseguí despejar el fuerte. La gente que iba á impedir la toma del cable continuaba en marcha hasta ese punto; entonces le dirigí una granada con el cañón de á 6, la que cayó cerca de la tropa y con lo cual no se atrevieron á seguir adelante, parapetándose detrás de una r u i n a de carbón desde donde continuaron haciendo algunos disparos. Tan pronto como la gente sintió el ataque, trató de •embarcarse, echando el bote al agua; pero, con el apresuramiento consiguiente, se les dio vuelta cayendo al mar los instrumentos embarcados. El señor Luis E. •Castro, que estaba en el otro bote acudid immediatamente en auxilio de los que estaban en el agua: como ya no alcanzaron á embarcarse les ordené seguir por la costa al norte. La tropa que vino á atacarlos no se atrevió á desalojar de su posisión para perseguirlos, porque una vez que lo intentó le disparé un segundo cañonazo que los hizo regresar á su escondite. Mandé un tercer bote para los que iban por tierra, que fué á los órdenes del señor Gajardo, primer piloto de este buque, que se me ofreció para desempeñar esta comisión.
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El tiroteo duró quince minutos y los disparos que se me hicieron del fuerte fueron muy mal dirigidos, lo mismo que los de la gente que fué á atacar á los que bajaron á tierra. Debido á esto no hemos tenido ninguna desgracia que lamentar. Por mi parte, me concreté solamente á defenderme. Pude, en la mañana de mi entrada al puerto, ametrallar á una compañía de Zapadores que á tiro de rifle del vapor estaba bañándose. Una vez izados los botes, me dirigí nuevamente á Puerto Inglés, á ver si estaba allí todavía la tropa, pues no acudió durante el tirotero, ni después de éste, la gente que había hecho ir á ese lugar. No viendo á nadie regresé otra vez al puerto á observar los movimientos del pueblo y á ver si se decidía el mayor Errázuriz á venir á bordo. Esperé un cuarto de hora, pero no notando movimiento alguno hice rumbo á Chañaral á donde llegué á las cinco de la tarde. Tenía conocimiento que este pueblo era muy opositor y como había conseguido dejar la correspondencia que traía para Copiapó en Caldera, resolví pasarla á dejar á este lugar. Traté de simular, lo mismo que en Caldera, que el vapor no era de la compañía chilena; pero inútilmente. Aquí tenían ya conocimiento que había estado en Caldera, de manera que esperé media hora, y viendo que no venía nadie, resolví mandar al secretario de esta comandancia, señor Chacón, como parlamentario ante el gobernador, exigiéndo'e la entrega immediata de la 22
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Gil.
JUAN
plaza, y en caso contrario lo hacía responsable de lasdesgracias que sucedieran si me obligaba á tomar me didas violentas para conseguir mi objeto, y asegurándole toda clases de garantías para él y su partido en caso contrario. Luego me contestó poniendo la plaza á mi disposición, por no tener fuerza suficiente para defenderla, y huyó á las Ánimas, en un tren en compañía de 4 5 hombres armados, que era toda su fuerza, incluyendo en ésta 1 cabo y 4 soldados de Zapadores, que habían llegado el día anterior de Copiapó, conduciendo 5 0 rifles Grass, y 5 0 0 tiros para formar la base de un batallón cívico. Immediatamente hice arriar los botes y embarqué la guarnición y todos los señores ayudantes con orden de tomarse en el acto el telégrafo y comunicar con Serena, lo que no se pudo hacer por haber huido también el telegrafista, dejando el libro copiador de partes que le acompaño. Hice traer á bordo los istrumentos y bateu'as eléctricas y cortar el alambre. Todo el pueblo y la gente de importancia de Chañaral acudió al muelle a vivar la Constitución, Congreso y la Marina Nacional. Cuando el pueblo se impuso de que pensaba continuar viaje en esa noche, mandó una comisión de ocho de los más importantes vecinos de la localidad, presi dida por el entusiasta y respetable caballero, señor Basilio Cáceres, á pedirme que, para que el fiiunfo fuera completo, defiriera mi viaje hasta el día siguiente, para
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que los acompañase á perseguir al gobernador hasta el lugar en que se había refugiado y quitarle las armas y municiones que llevaba consigo. Impuesto de las facilidades que había para conseguir esto y de la importancia que tiene para la causa mantener ese pueblo en nuestro poder, por tener mucha gente ocupada en las faenas mineras y que está decidida á seguirnos, y también por su intermedio poder tener noticias de Copiapó y Caldera, acepté el quedarme, quedando la comisión comprometida á tenerme al día siguiente una máquina y cien hombres y yo á facilitarle veinte marineros y á emprender la persecución hasta las Ánimas que dista dos horas por tren. Pero no hubo necesidad del viaje; en la noche ya principiaron á llegar varios de los que acompañaban al ex-gobernador que venían á presentarse á la nueva autoridad y á entregar sus armas. A las 6 . 3 0 A. M., cuando ya estaban el pueblo y tropa listos para emprender la marcha, llegó una máquina avisando que á un cuarto de hora del pueblo había quedado el piquete de Zapadores y algunos cívicos, esperando permiso para volver á la ciudad. Despaché al señor Luis E. Castro con el teniente de Zapadores señor Saavedra y sargento i.° del mismo cuerpo á que fueran por ellos, y á ofrecerles garantías. Tan pronto como llegaron los mandé á bordo. Luego después me dirigí á la gobernación, en compañía de todos los vecinos más notables de la localidad, y nombré en representación de los señores
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GIL
JUAN
•delegados del Congreso, gobernador interino del departamento de Chañaral al señor Basilio Cáceres en reemplazo del señor Zoilo Qtievedo, que representaba el poder dictatorial, cuyo nombramiento se promulgó por bando por el notario del lugar. Se engancharon inmediatamente cuarenta hombres para formar la guardia del pueblo y treinta en el buque como base del batallón Chañaral. Autoricé al señor gobernador para nombrar interinamente un oficia! para el Registro Civil, en lugar del •que servía ese puesto, por haberse permitido dicho sugeto insultar groseramente á dos marineros y á todos .los que defendemos la Constitución. Dejé Chañaral á la una del día de ayer, con direc ción á Iquique. La conducta de la marinería ha sido excelente, habiéndome los mismos contrarios manifestado su admiración por su disciplina y buen comportamiento en el pueblo. Debo manifestar á US. que la oficialidad, como la marinería de la dotación del vapor, me han prestado servicios en el desembarco con tanta abnegación como si fueran marinos de guerra. V . M E R I N O JARPA
En la mar, enero 2 1 de 1 8 9 1 .
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De Chañaral a Ia.uig.ue PlSAGUA, ToCOPiLLA,
TALTAL,
EL 6 DE FEBRERO
P a r t e p a s a d o p o r el c o m a n d a n t e d o n V i c e n t e
Merino J a r p a , aP
c o m a n d a n t e en jefe d e l a E s c u a d r a , s o b r e l a s o p e r a c i o n e s e f e c t u a d a s d e s d e el 20 d e e n e r o h a s t a el 1 5 d e f e b r e r o , ó s e a d e s d e la salida de C h a ñ a r a l hasta la ocupación de I q u i q u e .
Comandancia Militar del vapor
"Cachapoal''
Iquique,
febrero
17
de
iSpr
Señor comandante en jefe de la Escuadra: Tengo el honor de dar cuenta á US. de las comisiones desempeñadas por el bupue de mi mando durante el tiempo comprendido entre el 2 0 de enero y el 1 5 : del presente mes. El 2 0 de enero dejé el puerto de Chañaral con rumbo á Iquique, y el 2 1 á las 8 P. M. llegamos á este puerto sin novedad. Aquí encontré al Cochrane bloqueando, y comuniqué al señor delegado don Ramón Barros Luco y al comandante señor Valenzue'a Day el objeto de mi viaje y lo ocurrido en el sur desde que ellos habían salido de Valparaíso. Siendo indispensable en Pisagua la estadía de unbuque como el Cachapoal por los recursos de que dis-
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ponía en hombres y vivires, el señor delegado acordó postergar la comisión con que US. quiso honrarme para ir al Norte en busca de pertrechos de guerra, y tuvo á bien disponer mi salida para aquel puerto con el objeto de reforzar y pioteger la columna que en tres días había organizado allí el coronel don Estanis'ao del Canto y cuyas fuerzas alcanzaban como á 3 0 0 hombres, comprendiendo la compañía del 4 . y 6 0 hombres de artillería que habían hecho el patriótico movimiento del día 1 9 . El 2 2 á las 6 A. M., salí de Iquique con rumbo á Pisagua. En el trayecto encontramos al vapor Arica de la Compañía Inglesa, que del N. O. se dirigía á Caleta Buena. Me puse al habla con el capitán y le manifesté mi estrañeza por que viniendo del Sur trajera ese rumbo. El capitán me contestó que lo hacía para no ser visto de los buques bloqueadores de Iquique. Le hice ver entonces que Caleta Buena estaba bien bloqueada y que en Pisagua podía dejar su carga, que se componía de bueyes, pasto, harina, etc., á lo que accedió de buen grado el capitán. A las 9 . 3 0 A. M. fondeamos en Pisagua, puerto sujeto al dominio de las fuerzas constitucionales desde el día 1 9 , en que tuvo lugar el levantamiento de las tropas de la guarnición con el pueblo. Allí se encontraba la Magallanes. El teniente i.° de la armada do'n Francisco Nef había sido nombrado gobernador de la plaza y se hallaba ejerciendo este cargo. . 0
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Se me comunicó que el día anterior nuestras reducidas fuerzas habían tenido un combate en Zapiga con las que habían enviado de Iquique el intendente dictatorial don Manuel Salinas para recuperar á Pisagua, siendo aquellas rechazadas con 2 5 á 3 0 bajas; las del enemigo eran más ó menos iguales en número. FÁ Arica descargó en Pisagua; y á las 2 P. M. salí para Iquique, llevando al señor delegado los detalles del rechazo de Zapiga. A las 5 P. M. llegué á Iquique y una hora después salía nuevamente para Pisagua, debiendo tocar en Caleta Buena. Aquí vino á bordo el capitán de puerto, creyendo al buque vapor de la carrera. Supe por este empleado que la guarnición se componía de un sargento y 1 5 soldados de artillería, y que disponía de un tren para huir en caso de desembarco. En vista de esto continué viaje á Pisagua, á donde regresamos é las 1 1 P. M. •del mismo día 2 2 . Nuestras fuerzas de tierra se hallaban acampadas en el Alto de Hospicio y el 2 3 al amanecer fueron atacadas allí por la división á que me he referido, enviada por Salinas, división compuesta de tres compañías del 4 . de línea, 5 0 hombres de la brigada cívica Iquique, 1 0 0 hombres de artillería con 4 cañones Krupp y 5 0 granaderos, al mando del teniente coronel don Marco Aurelio Valenzuela. Duraba el tiroteo de fusilería y cañón como tres •horas, cuando desde á bordo notamos que el ala dea-echa de las fuerzas nuestras, que se componía de la 0
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compañía del 4 . que se levantó en Pisagua el 1 9 , se batía en retirada hacia la pob'ación, acosada por mayor número. Inmediatamente que me di cuenta de lo que pasaba hice fuego con ametralladora Hotchkiss sobre el enemigo; otro tanto hizo la Magallaíies y un cuarto de hora después conseguimos contener el avance de aquél y hacerlo retroceder. En seguida hice desembarcar los veinte marineros de la guarnición y como treinta voluntarios del Chañaral con los soldados de Zapadores tomados en Caldera, para establecer la resistencia en el pueblo. Momentos después observamos que como cincuenta hombres de infantería en perfecta formación y al mando de un oficial, bajaban al pueblo, seguidos de muchos soldados nuestros que corrían desarmados y en desorden al lado de aquélla. Desde á bordo no nos dimos cuenta cabal de lo que eso significaba. Varias veces estuve por disparar á esa tropa; pero viendo que no atacaba á la nuestra, y su poniendo que sería gente que se pasaba ó venía á entregarse á nuestras fuerzas, desistí de mis intenciones. Veíamos también que el pueblo se hallaba agrupado al pie del cerro, esperando la llegada de dicha tropa en actitud tranquila. Luego llegó á bordo el comandante de los navales de Pisagua, señor Snntibáñez, y nos explicólo ocurrido de la manera siguiente: Mientras las compañías del 4 . de línea eran rechazadas en su avance á la población, por los esfuerzos 0
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de la Magallanes y del Cachafioal, el ala izquierda de nuestras fuerzas en Hospicio, vencedora, había alcanzado á tomar la artillería del enemigo y obtenido la rendición de la tropa de ésta y de la infantería cívica, que era mandada por el capitán Espinosa del 4. de línea. Pero sucedió que nuestros oficiales, desprevenidos, departían confiadamente con los enemigos, cuando de improviso el capitán Espinosa hace armarse á los suyos é inmediatamente intima rendición á los nuestros. La confusión se establece entonces, huyen algunos hacia la población y otros son hechos prisioneros por el capitán Espinosa, entre éstos el teniente 2 ° de la armada señor Fil.ippi, el capitán señor Brieba, del Pisagua, y algunos oficiales más. Espinosa, creyéndose vencedor, bajó entonces al pueblo con cincuenta hombres de infantería. A la entrada de la población se encontró con los vecinos que habían ido allí á esperar esa tropa que creían iba á entregarse. Se imaginó Espinosa que se le recibía en triunfo y dio un grito de "¡Viva el presidente Balmacedalü El pueblo comprendió la situación y obró en el acto como si hubieran estado de acuerdo todos: se lanzó inmediatamente sobre la compañía, le quitó las armas y la condujo, con su capitán á la cabeza, al sitio en donde se hizo entrega de ella al gobernador señor Nef. Toda la compañía prisionera fué embarcada en el Cachat>ual. Luego esta tropa me manifestó que quería 0
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ingresar á nuestro ejército y se accedió á sus instancias en este sentido. Se resolvió embarcar también todas nuestras fuerzas •en el Cachapoal, resolución que se llevó á efecto inmediatamente. Visto esto por la población, se apoderó de las familias el pánico y todas quisieron venirse á bordo de este buque. La población de Pisagua era del todo adepta á la causa constitucional; nadie, pues, quería quedarse en tierra por temor á las tropas del dictador; pero en el Cachapoal sólo fué posible dar asilo á poco más de cien personas de la mejor gente de la localidad. En tierra quedó solamente una pequeña guarnición á cargo del animoso y entusiasta gobernador Nef; y en los días 2 4 y 2 5 no hubo novedad alguna. En la mañana del 2 6 bajó de Hospicio una máquina con bandera blanca. Conducía aun oficial, portador de una nota del comandante Valenzuela, jefe de las fuerzas enemigas, en la que nos pedía la entrega de la plaza por tener fuerzas superiores para tomarla si no la abandonábamos inmediatamente. Se le contestó que obrase como quisiera, que por nuestra parte haríamos lo que más nos conviniese. Después de esta contestación, procedimos á embarcar todos los víveres que teníamos en tierra, la guarnición y los amigos políticos comprometidos. Saqué del Banco Valparaíso una letra por valor de cincuenta y cuatro mil pesos, cantidad á que ascendían los depósitos hechos por el jefe de la Aduana y por el tesorero
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municipal. Esta letra se la entregué al comandante de la Magallanes, capitán de corbeta señor Muñoz. El enemigo intentó bajar á medio día, pero se le contuvo con dos disparos de cañón que le hizo el Ca•chapoal y hubo de esperar la noche para conseguir su objeto. A las 6 . 5 0 P. M. de ese día zarpamos con rumbo á Iquique, conduciendo al ejército constitucional con su jefe el señor coronel don Estanislao del Canto. El total de las fuerzas se componía de 2 6 oficiales y 2 7 5 soldados, distribuidos como sigue: Zapadores, 3 oficiales y 4 0 soldados. 4 . de línea, 5 oficiales y 7 0 soldados. Navales de Pisagua, 1 3 oficiales y 1 1 7 soldados. Artillería, 2 oficiales y 1 5 soldados. Policía de Pisagua, 3 oficiales y 3 3 soldados. Suma: 2 6 oficiales y 2 7 5 soldados. En esta fecha se embarcó también en el Cachapoal •el diputado señor Isidoro Errázuriz, que se encontraba 0
á bordo de la
Magallanes.
El mismo día 2 6 , á las 1 1 P. M., arribamos á Iquique. Di cuenta al señor delegado don Ramón Barros Luco, de lo ocurrido en Pisagua, y se acordó enviarme al día siguiente á Taltal, que recién se había pronunciado en favor de la causa constitucional, obteniendo •un éxito completo. Tenía por objeto mi viaje el proveerme de los artículos necesarios para uniformar nuestras tropas, y aumentar nuestras fuerzas. Se me autorizó también para tocar en los puertos intermedios en que
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JUAN
yo creyera conveniente operar. Mi regreso debía efectuarlo en compañía del Huáscar. El 2 7 á las 9 . 3 0 A. M., salí de Iquique, habiendo dejado al Cochrane una cantidad de víveres y bueyes de los traídos de Pisagua. A las 3 P. M. del mismo día toqué en Huanillos, y por el capitán de uno de los buques surtos en la bahía tuve conocimiento de que el puerto estaba defendido por una pequeña guarnición de doce soldados de artillería á cargo del alférez Guzmán. Mandé al teniente señor Juan de Dios Olivares á pedir la entrega inmediata de la plaza, á lo que se negó el mencionado oficial, contestando que no lo haría antes de cumplir con su deber militar de defender la plaza á todo trance. De acuerdo con el señor coronel Canto resolvimos desembarcar la tropa del 4 . de línea por el lado norte de la población. El capitán Anabalón fué encargado de esta comisión, y una vez en tierra desplegó su gen te en gierrilla y avanzó hacia el pueblo. Los contrarios estaban parapetados detrás de las rocas al lado del mue-le. Se les hizo fuego desde á bordo para desalojarlos de sus posiciones, al mismo tiempo que el capitán Anabalón con su tropa rompía el fuego de fusilería contra ellos; y después de un tiroteo que duró pocosminutos, se rindieron El alférez Guzmán y sus soldados fueron desarmados y conducidos á bordo. Al día siguiente estos soldados peleaban á nuestro lado en Tocopilla, con el mismo entusiasmo de nuestros voluntarios. 0
LA
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Entre los papeles encontrados al alférez Guzmán figura el telegrama enviado por el intendente de Iqui que, momentos antes de la ocupación de Huanillos, al suhde'egado, que lo era el mismo alférez, telegrama que dice así: "Si notifican rendición de la plaza, niegúela en absoluto y resistan como puedan. Tropas opositoras derrotadas en todas partes. Es posible ofrezcan al jefe del destacamento un gran ascenso á nombre del Soberano Congreso, ó una gratificación pecuniaria. Rechácela públicamente para escarmiento de los revolucionarios. Igual rechazo han sufrido aquí hasta de parte de los sargentos de las guarniciones.—SAI.INASH. Antes de partir de Huanillos dejé establecida la autoridad constitucional en el pueblo, nombrando subdelegado á don Felipe Correa, que fué designado por aclamación de los vecinos. Se procedió á embarcarse la tropa y seis caballos que encontramos, pertenecientes al fisco, siendo éstos los primeros con que empezó á organizarse nuestra caballería. Á las 9 P. M. sal irnos de Huanillos con dirección á Tocopilla, á donde llegamos al amanecer del 2 8 . Inmediatamente despaché un bote á tierra conduciendo al teniente Olivares, quien llevaba un oficio para el gobernador, exigiéndole la entrega de la plaza. La contestación del gobernador, don Marco Aurelio Araya fué negativa, protestando que quemaría hasta el último cartucho en defensa de su causa.
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Gil. J U A N
Tan pronto como recibí esta contestación, me dirigí á Caleta Duendes, que está como á dos millas al norte del puerto. Hice algunos disparos de cañón para descubrir si había tropa en ella. No habiendo notado movimiento juzgué que estaba aquello abandonado, é hice arriar los botes y embarcar en ellos la tropa siguienter. 5 0 soldados del 4 . , 4 0 de los navales de Pisagua, 1 5 de Zapadores y 2 5 de artillería. Estas fuerzas se desembarcaron al mando del señor coronel Canto, sirviéndole de ayudante el señor Guillermo Izquierdo, mayor Moraga y teniente Olivares. Cuando los botes avanzaban al desembarcadero vi salir del muelle de Tocopilla á la tropa enemiga en dirección á la caleta. Inmediatamente rompí el fuego con ametralladora Hothkiss y los contuve y obligué á dispersarse. Algunos se parapetaron es el cementerio y otros en las rocas de la playa, de donde también fueron obligados á salir por el fuego de ametralladora y fusilería que se les hacía de á bordo. Los de la playa hicieron fuego al buque, ocasionándome tres bajas: la del subteniente de navales de Pisagua señor Carlos Velis, soldado de artillería Desiderio Sanhueza, y mozo del buque Alberto Oyarztín, todos ellos heridos de alguna gravedad. Mientras tanto, el señor coronel Canto desembarcaba sin contratiempo. Dividió sus fuerzas en tres porciones y avanzó circundando la población por el norte y este. Los soldados enemigos, al verse rodeados y diseminados, se rindieron, quedando prisioneros en nú0
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mero de 3 4 . La fuerza enemiga se componía de 2 5 soldados del ISuin y 3 0 po'iciales. Los que no cayeron prisioneros se dispersaron ó escondieron en la población. El gobernador, su secretario, el comandante de policía y un vecino huyeron á caballo hacia Cobija, siguiendo el camino de la playa. Visto esto de á bordo, los perseguí con el buque, alcanzándoles como á ocho millas del sur. Llice arriar un bote y desembarcar doce marineros á cargo del teniente Quezada, los que tomaron á los fugitivos y los condujeron á la población. El gobernador llevaba en un maletín de viaje dos mil pevos que el jefe de la aduana le había entregado pocos días antes para ciertos pagos que no había ejecutado;, por lo cual le fueron retenidos. Ocupada la población, nombré gobernador interino del departamento al señor Ramón Echenique y secretario de la gobernación á don Juan Baltasar Ayala. Aquí también embarcamos los caballos de propiedad fiscal que había en número de 9. Arreglados todos los asuntos de Tocopilla, el día 2 9 á las 4 de la tarde zarpamos para Taltal. A las tres de la mañana del 3 0 encontramos al vapor Mirafloi-es de la escuadra, en viaje á Iquique, y por éltuvimos noticia de la desocupación de la provincia de Coquimbo por nuestras fuerzas. Á las 6 P. M. del mismo día fondeamos en TaltaL encontrando allí al monitor Huáscar. Durante la estadía en este puerto embarcamos doscientas cincuenta toneladas de carbón, y á la tropa
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GIL JUAN
que se hallaba á bordo del Cacliapoal le proporcionó el señor gobernador don Manuel J. Vicuña, ropa, calzado, frazadas y un suple de diez pesos, lo mismo que hizo con la tripulación del buque. El día dos del corriente se embarcaron en el Cacliapoal 5 0 hombres del batallón Naval de Valparaíso, que estaban de guarnición en el puerto al mando del capitán señor Epifanio Robins. Se embarcaron también 3 5 caballos con igual número de voluntarios para el escuadrón de caballería en formación, siendo éstos perfectamente equipados. Hallándose la población algo escasa de víveres, proporcioné al señor gobernador ciento cincuenta quintales de harina y algunos bueyes y corderos para el consumo del batallón que formaba el entusiasta y activo mandatario señor Vicuña. Por el vapor Golfo de Trinidad
supimos que el Im-
se hallaba en Valparaíso, listo para zarpar al Norte con tropas; pero que no había podido hacer esto por la vigilancia de la Escuadra. Tuvimos también noticia de que el Ecuador llevaba víveres para las fuerzas del dictador en Antofagasta. Á las 5 . 1 5 P. M. de ese día y en convoy con el Huáscar salimos de Taltal con rumbo al norte. El 3 á las 3 P. M. arribamos á Cobija. No había allí guarnición alguna. Envié un oficio al subdelegado para que sirviese poner esa plaza á disposición de las fuerzas constitucionales y venir él á bordo á recibir instrucciones.
perial
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En el acto ese funcionario se puso á cumplir con •esta orden, y acompañado del párroco y tres vecinos principales del lugar se trasladó á bordo. Se trajo también á. bordo la correspondencia y aparato telegráficos. Resultando graves presunciones en contra de la conducta del subdelegado, se le detuvo, y en su lugai nombré interinamente á don Juan N. Muñoz á petición de los vecinos mas respetables de la localidad. A las 3 P. M. dejamos á Cobija, siguiendo al norte, y á las 6 . 3 0 de la misma tarde tocamos en Tocopilla, de donde salimos á la i A. M. del día 4, siempre en dirección al norte. Procurando observar todo lo que había en la costa entramos á Huanillos á las 7 A. M. Después de permanecer cerca de dos horas en esta caleta seguimos á Patilios, entrando allí á las 1 0 A. M. Aquí tuvimos conocimiento de que el día anterior el Imperial había desembarcado en esta misma caleta 3 0 0 hombres que -con el coronel Robles marchaban á incorporarse á las fuerzas dictatoriales de Iquique. Dejando á Pabilos á las 1 2 M. avancé hacia el norte reconociendo la costa y con objeto también de apresar al vaporcito que hacía el servicio de correo entre Iquique y esas caletas y que había salido de éste puerto según las noticias obtenidas. En Chucumata y entre unas peñas divisamos el cañón de una lanchita á vapor. En el acto se despacharon dos botes con doce hombres armados al mando 23
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JUAN
del sargento mayor don Julio R. Moraga. Llegados éstos á tierra tomaron la lancha y á su tripulación. Tomaron también á tres soldados que en esos momentos llegaban á ese lugar, que se habían desertado de las tropas que con Robles marchaban á Iquique, los que confirmaron la noticia que se nos dio en Patillos acer ca del desembarco efectuado allí el día anterior. La lanchita fué remolcada y destinada al servicio de la Escuadra, y su tripulación y aquellos soldados, llevados á bordo. Allí nos alcanzó el Huáscar y en convoy con esta nave nos dirigimos á Iquique, á donde entramos á las 9 . 4 0 P. M. El día 5 el Cachapoal se ocupó en los preparativos para la expedición sobre Pisagua con el Cochrane, C Higgins
y
Amazonas.
En pos de estos buques salimos de Iquique á las 1 1 P. M. y llegamos á Pisagua al amanecer del día siguiente. Allí encontramos ya á los demás buques y además á la Magallanes, que bloqueaba ese puerto. üe acuerdo con el señor coronel Canto, procedía dirigir el desembarco de nuestras fuerzas en los puntos y en la forma siguientes: Á inmediaciones de Punta Pichalo los 3 0 0 hombres del Cachapoal, al mando del sargento mayor señor Moraga. En la caleta del cementerio al norte de la población, el batallón Navales de Valparaíso con su comandante el teniente-coronel don Manuel Aguirre, y 5 0
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hombres de la marinería de la Escuadra á las órdenes del teniente 2 ° don Ercas Espinosa. Habiendo tenido conocimiento luego que llegamos,, por gente de tierra, de que el enemigo tenía en el Alto de Hospicio dos piezas de artillería con 4 0 hombres y un piquete de caballería, de. que el resto de sus fuerzas que alcanzaba á 2 5 0 hombres de infantería y 4 0 de artillería, estaba en la población, |se dispuso que el ataque se hiciese de esta manera: Las dos columnas de desembarco debían marchar al Alto del Hospicio simultáneamente por norte y sur con el objeto de rodear á las tropas enemigas que se encontraban allí, y una vez conseguido esto y batido el enemigo en ese punto, descolgarse á la población contoda presteza y desplegados en guerrilla. Mientras tanto la Escuadra batiría á las tropas que estaban en la población, protegiendo á la vez el movimiento ordenado á nuestras fuerzas. Así se llevó á efecto. A las 5 . 3 0 A. M. el enemigo se apercibió del des embarco de nuestras fuerzas en Pichalo y rompió el fuego de fusiletía contra los que se encontiaban másavanzados por el sur. Estos contestaron los fuegos y continuaron su ascensión al Hospicio por las crestasde los cerros. La Magallanes y la O'Higgins rompieron también sus fuegos contra la tropa que, parapetada en las rocas vecinas al fuerte sur de Pisagua, trataba de impedir el avance de los nuestros por ese lado.
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Al mismo tiempo la columna del comandante Aguirre emprendía su marcha por el camino de la línea férrea. La infantería enemiga, situada cerca de la estación del ferrocarril, quiso rechazarla ó estorbarle el paso, y después de un serio tiroteo con ella, la columna siguió ascendiendo por el mencionado camino, protegida por los fuegos del Cochra?ie hasta llegar á la cima del Hospicio, cuando el combate se había trab ido entre las fuerzas de artillería é infantería que el enemigo tenía allí en el Alto y las mandadas por el mayor Moraga. Este jefe, con su tropa desplegada en guerrilla, avanzaba al trote hacia el punto de la línea férrea donde aquellos tenían un tren listo con ocho carros, y después de una refriega de corta duración, nuestras fuerzas llegaron hasta tomarse el convoy y encerrar al enemigo, que se rindió entonces. Allí cayeron en nuestro poder dos piezas de artillería con sus muías y municiones, un capitán, cuatro oficiales subalternos y 2 2 individuos de tropa. La caballería había buido á los primeros disparos de los nuestros. Entretanto la escuadra barría con sus fuegos las posiciones que temaba la demás fuerza enemiga en Pisagua, parapetándose ó guareciéndose entre las rocas. Un disparo del Cochrane produjo una gran explosión en un galpón situado al norte de la población, ocasionando un incendio en esa parte. Después de un descanso de media hora, nuestras fuerzas vencedoras en el Alto de Hospicio se descolgaban por los cerros de la manera que se les había
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prevenido y á tiempo que la escuadra suspendía sus fuegos, cayendo sobre la población con todo empuje se tomaban la plaza venciendo la viva resistencia hecha por las fuerzas que la defendían. Todos los que componían estas fuerzas cayeron prisioneros con su jefe el comandante Valenzuela y el gobernador don Néstor Ramos. Allí tomaron los nuestros dos piezas más de artillería, todos los rifles de la tropa y municiones. Las bajas habidas en este combate fueron 2 8 heridos y 1 5 muertos: de los primeros ocho nuestros y veinte enemigos, y de los segundos nuevos enemigos y seis defensores de nuestra causa. El único oficial herido de nuestra parte fué el teniente don Guillermo Julio, de los Navales de Valparaíso. A la tarde se reembarcaron en sus respectivos buques todos los cuerpos desembarcados en la mañana y que tomaron parte en el combate, dejándose la fuerza de policía para cuidar el orden en la población. Se embarcó también á los prisioneros, cuyo número alcanzaba á 2 5 0 . Nuestra caballería, desembarcada inmediatamente de tomada la plaza, salió en persecución de los Granaderos fugitivos. Las autoridades nombradas por las fuerzas constitucionales en la primera ocupación de Pisagua, reasumieron su puesto y dieron comienzo á sus funciones ayudados por la buena voluntad de los vecinos. Durante los días transcurridos desde el 7 hasta el 1 1 inclusive, el Cachapoalpermaneció en Pisagua, habien-
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Üo desembarcado el 8 las tropas que se tenían á bordo y que con las demás de nuestro ejército fueron llevados al campamento del Hospicio. El 12 en la mañana salí en dirección al norte con orden de llegar á Camarones, con el objeto de descubrir al Imperial que había pasado por Pisagua en aquella dirección; pero no lo divisé por parte alguna y regresé en la noche á este mismo puerto. El 1 5 salí nuevamente al norte, reconociendo la costa hasta Arica, á donde llegué á las 3 A. M. del 1 6 . No habiendo ningún buque sospechoso regresé á Piragua, llegando aquí á las 5 P. M. Esta misma noche recibí orden de dirigirme á Iquique, que había sido ocupado por fuerzas de la escuadra. Creo de mi deber, al terminar este parte, hacer presente á US. la cooperación patriótica é inteligente que -se ha dignado prestarme en el desempeño de mis diversas comisiones el diputado señor don Isidoro Errázuriz. Estimo también un deber de justicia recomendar á US. el buen comportamiento del capitán Mac-Dougalds y oficialidad del Cachapoal, quienes me han secundado siempre con todo empeño en las comisiones •de que doy cuenta. Dios guarde á US. V . M E R I N O JAKPA
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Nota de deposición del Presidente Balmaceda
"La Junta Ejecutiva de Santiago, dice el señor Zegers en su Memorándum Político, siempre en previsión de un golpe de Estado, creyó necesario agregar á los preparativos de resistencia, un acto solemne de la mayoría del Congreso, declarando: i.°, que Balmaceda se hallaba imposibilitado para continuar desempeñando el cargo de Presidente de la República y cesaba en él; y 2.°, que se designaba á... para que coadyuvase á la acción del Congreso á fin de restablecer el imperio de la Constitución. "Fué indicado para redactar el acta el señor Enrique Mac-I.ver y posteriormenie los señores Manuel J. Irarrázaval y Abdón Cifuentes. "El acta redactada por los señores Irarrázaval y Cifuentes fué firmada en casa del primero, en sigilo y aun sin conocer su contenido, por senadores y diputados. Pero el 2 ó 3 de enero un pequeño grupo parlamentario qrte sin preocuparse mucho del peligro de las instituciones, creía salvar el conflicto con candidaturas presidenciales, divulgó en su tertulia el hecho de estarsefirmandoun acta secreta; y esto obligó á poner en seguridad las actas yafirmadasy á seguir reuniendo firmas en documentos accesorios. "Se hicieron y firmaron dos ejemplares del acta de
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deposición dejando en blanco el nombre del delegadoá fin de poder nombrar un jefe que dirigiera las fuerzas de mar y otro que mandara las fuerzas de tierra. "El proyecto de acta redactado por el señor. MacIver, es el siguiente: "Los senadores y diputados suscritos, que forman la mayoría del Congreso y de cada una de sus Cámaras, imposibilitados para reunirse con las solemnidades reglamentarias, por la acción de fuerzas ilegales, en el desempeño de sus funciones constitucionales y en el uso de sus derechos de representantes del pueblo y deciudadanos, teniendo en consideración: "i.° Que el Presidente de la República, don José Manuel Balmaceda, por acto deliberado de su voluntad ha impedido que el Congreso Nacional se ocupe en las leyes constitucionales relativas á la fijación de las fuerzas de mar y tierra y de los gastos de la administración para 1 S 9 1 , ya para aprobarlos, ya para reprobarlos, ya para aplazarlos ó tomar cualquier otra resolución, y mantiene fuerzas y gasta fondos públicos sin que se hayan dictado esas leyes; " 2 . Que esto importa, no solamente la violación abierta de los números 2 . y 3 . del artículo 2 8 de la Constitución, sino un atentado contra las bases cardinales del orden constitucional, pues de esta manera se rompe el equilibrio de los poderes públicos, se anula; la función reguladora del Congreso y se ejerce por eb Presidente de la República una autoridad despótica ydictatorial; 0
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113. Que la anulación del Congreso ó del Poder Legislativo por medio del atentado cometido, tiende á falsear la próxima elección de senadores y diputados, desapareciendo así de hecho la responsabilidad del Presidente de la República; "4_. Que el atentado del Presidente de la República contra las bases cardinales del orden constitucional es un crimen de alta traición que le coloca fuera de la Constitución que ha jurado guardar y hacer guardar y en virtud de la que desempeña su cargo, cesando por ello en el ejercicio legal de sus funciones; "5'.° Que corresponde al Congreso Nacional, según el número 4 . del artículo 2 7 , y en conformidad al artículo 6 5 de la Constitución, pronunciarse sobre la imposibilidad del Presidente de la República para ejercitar su cargo; y que es deber de todos los ciudadanos defender el orden público y muy especialmente lo es de los poderes constitucionales; »6.° Que los Ministros del Despacho son cómplices ó autores también del atentado contra el orden constitucional; 0
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"Declaran y resuelven: "i.° Que el Presidente de la República don José Manuel Balmaceda está imposibilitado en absoluto para continuar en el ejercicio de su cargo, y en consecuencia, que ha cesado en él desde el i.° de enero de 1891;
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Que el ciudadano... subrogrará á don José
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Manuel Balmaceda con el título de Vicepresidente de la República; " 3 . Que el Vicepresidente de la República, con el objeto de restablecer el orden público, queda autorizado: '•A). Para aumentar las fuerzas de tierra bástala cantidad de... mil hombres y las de mar hasta... mil hombres. ><B). Para gastar hasta la cantidad de... millones de pesos. "4. Que mientras la autoridad del Vicepresidente no se ejerza de hecho en alguna provincia ó departamento de la República, los ciudadanos de esa provincia ó departamento pueden y deben armarse y organizarse como fuerza pública con el objeto de establecer el orden constitucional; "5.° Que los generales, jefes, oficiales, soldados y marinos que actualmente obedecen á don José Manuel Balmaceda ó á sus agentes, deben ponerse bajo las órdenes del Vicepresidente de la República como fuerza constitucional.—Santiago, enero... de 1891.11 El acta firmada por la mayoría parlamentaria es la siguiente: 0
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"Deposición de Balmaceda "Nosotros, los representantes del pueblo chileno en el Congreso Nacional, teniendo en consideración: "i.° Que los numerosos delitos cometidos por las autoridades administrativas contra el poder electoral
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•de la República para falsear la expresión de la voluntad soberana del pueblo en las elecciones, han sido amparados y protegidos por el Presidente de la República y sus Ministros, desoyendo las representaciones •de la Comisión Conservadora y haciendo, por lo tanto, suya la responsabilidad de los funcionarios culpables, conforme al precepto contenido en el número 2 ° del artículo 4 9 de la Constitución del Estado; 112. Que las policías de seguridad, confiadas al Presidente de la República para custodiar el orden y resguardar los derechos de los ciudadanos, han sido empleadas en organizar y dirigir turbas asalariadas del populacho para promover los más vergonzosos y criminales atentados contra el orden público y para atropellar los más fundamentales derechos de los ciudadanos, llegando á ser dicha fuerza una constante amenaza para ellos y desapareciendo así el fin primordial del establecimiento de la autoridad; que el Presidente de la República y sus Ministros se han hecho sordos á los gritos de la indignación pública y á las constantes reclamaciones del Congreso y de la Comisión conservadora por aquellos actos, que las autoridades han deja do impunes, asumiendo así su responsabilidad; 113.° Que la única reparación de los últimos y dolorosos alentados contra la libertad de reunión ha sido la promulgación de la ordenanza de 2 0 de diciembre último, que es una nueva y audaz violación de los derechos de reunión y petición garantidos por el inciso 6 . ° del artículo 1 0 y por el inciso 6 . ° del artículo 27 déla 0
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Constitución, incurriendo al mismo tiempo con ella el Presideute de la República y sus cómplices en una; usurpación flagrante de una atribución exclusiva del Congreso, consignada en dicho inciso 6.° del artículo 2 7 , y que es el único que puede dictar estas leyesexcepcionales, pero de duración transitoria que no puede exceder de un año; " 4 . Que el Presidente de la República ha violado constantemente la fe pública, oficial y solemnemente empeñada varias veces por medio de sus Ministros; "5° Q ^ mismo funcionario ha dilapidado los caudales públicos, disponiendo de ellos fuera de presupuestos, creando empleos y comisiones remuneradas con fondos nacionales sin intervención del Congreso, y usurpando así una atribución exclusiva del Poder Legislativo, consignada en el inciso 1 0 del artículo 28de la Constitución; " 6 . ° Que el mismo funcionario ha desconocido y violado las atribucionesfiscalizadorasdel Congreso y de la Comisión Conservadora, haciendo caso omiso de ellas y burlándose en lo absoluto, con abierta infracción del inciso i.° del artículo 4 9 y demás artículos de la Constitución que constituyen al Congreso en fiscal; y juez de los altos funcionarios administrativos; 117.° Que por causa del desconocimiento de estas atribuciones el Presidente de la República intentó, no ha mucho, cambiar la forma consagrada de nuestro Gobierno manteniendo un Gabinete censurado por las dos ramas del Congreso y á quien éste había negado0
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Jas atribuciones, y llegó hasta gobernar sin ellas, causando al Fisco pérdidas ingentes y á la nación las perturbaciones más graves; "S.° Que clausurando el Congreso porque se oponía con varonil firmeza á la invasión de los derechos más preciados del pueblo, faltaba á su palabra empeñada para sancionar leyes pendientes y necesarias para garantir aquellos derechos; " 9 . Que sin hacer mención de muchas otras violaciones de las leyes y garantías individuales, el Presidente de la República ha llevado últimamente este sistema de desgobierno y de ruina legal y social hasta el punto de disponer de los caudales públicos y mantener la fuerza de mar y tierra sin autorización alguna del Congreso, usurpando abierta y escandalosamente las atribuciones exclusivas del Poder Legislativo de la nación, único á quien confieren estas facultades los incisos 2 . y 3 . del artículo 2 8 de la Constitución, los cuales establecen que usólo en virtud de una ley se JI puede fijar anualmente los gastos de la administra<> ción pública y fijar igualmente en cada año las fuer'i zas de mar y tierra que han de mantenerse en pie en 11 tiempo de paz y de guerrajn 1110. Que todos estos actos han venido produciendo una alarma profunda en la sociedad, una completa desmoralización administrativa y una perturbación desastrosa en los negocios económicos, comprometiendo gravemente el honor de la nación; n 1 1 . Que todos estos actos, y las declaraciones del 0
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Oficial, vienen comprobando de una manera evidente la maquinación fraguada y consumada por elPresidente de la República contra las instituciones fundamentales del Estado; que todos estos actos que revelan el plan proditorio de minar el edificio político levantado por el esfuerzo y sacrificio de varias generaciones, para alzar sobre las ruinas de la soberanía del pueblo los caprichos de un señor absoluto, para desquiciar y anarquizar así una sociedad constituida, un pueblo sumiso y tranquilo, que sólo reclama la paz y el orden legal, constituyen, no un crimen cualquiera, sino el mayor de todos los crímenes que puede cometer un mandataiio; • i 1 2 . Que poniéndose con estos atentados en abierta rebelión contra el orden constitucional, el Presidente de la República ha incurrido en el crimen de alta traición contra el Estado y queda fuera de la ley que ha jurado solemnemente guardar y hacer guardar; " 1 3 . Que si los magistrados violan abiertamente la majestad de las leyes que constituyen la base necesaria del orden social, sus mandatos son nulos y sin ningún valor, como expresamente lo establece el artículo 1 5 1 de la Constitución, y en tal caso no solamente existe el derecho sino el deber de resistir en defensa del orden público, deber que incumbe á todos los dudada nos, y muy especialmente á los poderes constituidos; 1114. Que es atribución exclusiva del Congreso, establecida en el inciso 4 . del artículo 2 7 y en el artículo 65 de la Constitución, declarar cuándo por enfermeDiario
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dad, ausencia ú otro motivo grave, y cuándo por muerte, renuncia ú otra clase de imposibilidad absoluta, el Presidente de|la República, no pudiera ejercer su cargo; " 1 5 . Que los crímenes mencionados y de que se ha hecho reo el actual Presidente de la República, no pueden constituir un motivo más grave ni una imposibilidad que lo haga más indigno é incapaz de continuar en el ejercicio de su cargo; "En mérito délas consideraciones precedentes, nosotros, miembros del Senado y déla Cámara de Diputados de Chile, invocando al Supremo Juez del Universo en testimonio de la rectitud de nuestras intencione*, con el objeto de restablecer el régimen constitucional, asegurar la tranquilidad interior, atender á la común defensa y afirmar los beneficios de la libeitady de las leyes, en nombre y por la autoridad del pueblo que representamos, solemnemente declaramos: Que el Presidente de la República, don José Manuel Balmaceda, está absolutamente imposibilitado para continuar en el ejercicio de su cargo, y, en consecuencia, que cesa en él desde este dia; ">.° Que están igualmente imposibilitados para reemplazarlo en su cargo sus Ministros del Despacho y los Consejeros de Estado que han sido sus cómplices en los atentados contra el orden constitucional. "Y, en consecuencia, designamos á don Jorje Montt para que coadyuve á la acción del Congreso, á fin de restablecer el imperio déla Constitución. "Santiago, á i.° de enero de 1 8 9 1 .
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" R A M Ó N BARROS LUCO, diputado por Valparaíso.
"JOSÉ BESA, senador p o r Valparaíso. " J O S É A . GANDARILLAS, diputado por Freirina.
"i\í. J . IRARRÁZAVAL, senador p o r Talca. " M . RECABARREN, senador p o r Concepción. " E D U A R D O MATTE, diputado p o r Santiago. " W A L D O SILVA, senador p o r Atacama.
"V. BLANCO, diputado por Santiago. " M . CONCHA Y TORO, senador por Santiago.
"X. RODRÍGUEZ, diputado p o r Santiago. "LADISLAO ERRAZURIZ, diputado p o r Concepción y
Talcahuano. " E . ALTAMIRANO, senador por Valparaíso. " C . WALKER MARTÍNEZ, diputado por Maipo. " J O S É CLEMENTE FABRES, senador p o r Santiago.
" D A V I D MAC IVER, diputado p o r Constitución. " J . WALKER MARTÍNEZ, diputado por Santiago,
"Luis P E REIRÁ, senador por Talca. " J . R o D R Í o u e z ROZAS, senador p o r Atacama. " E N R I Q U E LARRAIN ALCALDE, diputado por Lontué. " V I C E N T E DÁVILA LARRAIN, diputado p o r Antof a-
gasta. "BENJAMÍN. VERGARÁ E . , diputado p o r San Felipe. " L U I S ERRAZURIZ E . , diputado p o r San Fernando.
"ABRAHAM KÖNIG, diputado p o r Copiapó y Chañaral. "VALENTÍN DEL CAMPO, diputado p o r Cachapoal.
i.-Млхшо DEL CAMPO, diputado p o r Elqui. IIJULIO 2 . ° ZEGERS, diputado suplente p o r San Javier
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"ISMAEL VALDÉS VALDÉS, diputado por San Fer-
nando. "JOSÉ F. VALDÉS C , diputado por Linares. " E N R I Q U E CAZOTTE, diputado por Tarapacá. 11P. NOLASCO PRÉNDEZ, diputado por Constitución. "ANTONIO EDWARDS, diputado por Copiapó.
" M I G U E L A. VARAS, senador suplente por Coquimbo. "CARLOS BESA, diputado por Castro.
" M . CIENFUEGOS, diputado por la Victoria. " J . E . RODRÍGUEZ, senador por Curicó. "NOLASCO REYES, diputado suplente por Coelemu. "Luis M . RODRÍGUEZ, diputado por Ancud. "V. AGUIRRE V . , diputado por la Ligua. "GASPAR TORO, diputado por Tarapacá. "JORGE RIESGO, diputado por Caupolicán.
" P . BANNEN, diputado por Lautaro. HELEODORO GORMAZ, senador por Santiago.
" G . URRUTIA, diputado por Collipulli. 1.JULIO ZEGERS, didutado por Linares. " D E M E T R I O LASTARRIA, diputado por Rancagua. " F . CARVALLO EI.IZALDE, diputado por Coquimbo. "RICARDO PÉREZ, diputado por Osorno. "JUAN N . PARGA, diputado por la Victoria.
"R. TRUMIÍ'ÜI.L, diputado por Concepción y Talcabuano. "RAFAEL
ERRÁZURIZ
URMENETA,
diputado por
Ovalle. "JOSÉ A. SILVA V., diputado por Talca.
"A. GANDARILLAS, diputado por Curicó. 24
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"BERNARDO PAREDES, diputado por Btilnes. " M A N U E L AMUNÁTEGUI, senador por el Nuble.. "JAVIER VIAL SOLAR, diputado por San Fernando.
" E . FERNÁNDEZ A., diputado por Lontué. " J O S É M A R Í A DÍAZ, diputado por Castro.
"AGUSTÍN EDWARDS, senador por Valparaíso. «'RODOLFO HURTADO, senador por Aconcagua. "VALENTÍN LETELIER, diputado por Talca.
"F. A. CONCHA C , diputado por Caupolicán. «CORNELIO SAAVEDRA, senador por el Nuble.
" E . MAC-CLURE, diputado por Traiguén. " R A F A E L MONTT A., senador por Biobío.
"M. R . LIRA, diputado por Parral. " H E R N Á N ECHEVERRÍA, diputado por Lautaro. " E N R I Q U E MAC IVER, diputado por Santiago. " J . MANUEL INFANTE, diputado por Santiago.
"G. LETELIER, diputado por Temuco. " M A N U E L F.' VALENZUELA, diputado por Curicó.. "CORNELIO SAAVEDRA R . , diputado por Lautaro.
"Luís F. PUELMA, diputado por Valparaíso. U P E D R O N. MARCOI.EIW, senador*por Biobío. " P E D R O MONTT, diputado por Petorca. "ISIDORO ERRAZURIZ, diputado por Valparaíso. "AGUSTÍN MONTT EL RODRÍGUEZ, diputado porMuIi
chén. "ALBERTO EDWARDS, diputado por Valparaíso.
" J . DE D . VIAL, diputado por Santiago. "PATRICIO LARRAIN Л . , diputado por la Victoria.. "BENJAMÍN MONTT, diputado por Cauquenes,
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" V I C E N T E GREZ, diputado por Taltal. » V . CARVALLO E . , diputado por Cañete. "CARLOS VALDÉS, senador por Colchagua. " J U A N A . GONZÁLEZ, diputado por Itata. "PEDRO
JAVIEK FERNÁNDEZ, diputado por San-
earlos. "AUGUSTO ORREGO LUCO, diputado por Quillota. " J U A N AGUSTÍN BARRIGA, diputado por Santiago. " J O R J E ANINAT, diputado por Laja. "GREGORIO A . PINOCHET, diputado por Santiago."
NÚMERO
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Organización de la J u n t a de Gobierno de Iq.uiq.ue
El día 1 2 de abril del presente año los señores don Waldo Silva, Vicepresidente del Senado, y don Ramón Barros Luco, Presidente de la Cámara de Diputados, en representación de ambas ramas del Congreso, y el comandante general de la armada y del ejército don Jorge Montt, dictaron los siguientes decretos: En vista de estos antecedentes y considerando: i . ° Que las fuerzas de mar y tierra que obedecen al Congreso, han ocupado ya tres provincias de nuestro territorio; 2 . ° Que es urgente establecer en ellas el imperio de
la legalidad, lo cual no puede efectuarse sino mediante una organización regular; 3 . " Que estas provincias producen la mayor parte de las rentas nacionales, y es indispensable organizar correctamente su recaudación é inversión; 4." Que la tarea en que está empeñado el país no habrá terminado mientras no se aseguren el régimen constitucional y las garantías individuales violadas; 5 . Que sólo pueden obtenerse los propósitos indicados en los considerandos anteriores ajustando los actos de la administración á nuestro régimen constitucional de gobierno, que establece un Poder Ejecutivo con secretarios responsables: i.° Queda organizada provisoriamente una Junta de Gobierno formada por los infrascritos; 2." Las resoluciones de esta Junta serán formadas por un Presidente y por el Secretario del Departamento respectivo; 3." O'gam'zanse cuatro secretarías de la Junta: De lo Interior y de Obras Públicas; De Relaciones Exteriores, Justicia, Culto é Instrucción Pública; De Hacienda, y De Guerra y Marina. Cada uno de estos Departamentos será servido por 1111 Secretario responsable y por los empleados que oportunamente sefijaren.—Iquique, abiil 1 2 de 1 8 9 1 . 0
—JORGE Luco.—E.
M O N T T . — Waldo Valdés
Vcrgara,
Silva.—Ramón.
Secretario.
Barros
i.A
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Lquique, abril 13 de
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He acordado y decreto: Nómbrase Secretario de la Junta de Gobierno en el Departamento de Relaciones Exteriores, Justicia, Culto é Instrucción Pública a! señor don Isidoro P'rrázuriz. Anótese y comuniqúese. - M O N T T . Si/ra.—Barros Luco. Jquique,
abril 13 de 1891
He acordado y decreto: Nómbrase Secretario de la Junta de Gobierno en el departamento de Hacienda al señor don Joaquín Walker Martínez. Anótese y comuniqúese.—MONTT.—Silva.—Barros, Luco. Lquique, abril 13 de 1891
He acordado y decreto: Nómbrase Secretario de la Junta de Gobierno en ei departamento de Guerra y Marina, al señor coroneldon Adolfo Holley. Anótese y comuniqúese.—MONTT.—Silva.—Barros Luco.
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Iquique,
abril IJ de
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He acordado y decreto: Mientras se provee el cargo de Secretario de la Junta de Gobierno en el departamento de lo Interior, Industria y Obras Públicas, atenderá el despacho el Secretario de Relaciones Exteriores. Anótese y comuniqúese.—MONTT.—Silva.—Barros Luco. Iquique,
abril JJ
de
l8gr
Mientras se hace cargo de la secretaría de Guerra y Marina el señor Coronel don Adolfo Holley, atenderá el despacho el Secretario de Hacienda. Anótese y comuniqúese. — M O N T T . — S i l v a . — B a r r o s Luco.
NÚMERO
13
L a expedición á Atacama
En cumplimiento de las órdenes de US., el J 8 de abril, á las 6 P. M. dejamos el fondeadero de Iquique y seguimos hacia Antofagásta navegando en convoy, en unión del Huáscar,
Magallanes
y Cacliapoal,
á donde
fondeamos sin novedad á las 5 P. M. del siguiente •día.
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El 2 r salimos de Antofagasta con los buques nom'brados y además el Blanco Encalada. Recibí orden delicie de la división, coronel señor Holley, de adelantarme para tocar en Taltal, á dejar provisiones y en •Chañaral para¡ tomar un práctico de los lugares á donde íbamos á operar. Á m i salida de Chañaral encontré á la escuadrilla, comuniqué con el buque jefe y aquí se resolvió que debía irme adelante para llegar al amanecer á Calderilla y lanzar inmediatamente mi división á tierra; lo que efectué con toda felicidad á la hora indicada. Á las 7 A. M. entraba á Calderada Escuadra encir•cunstancia que la primera compañía del Esmeralda coronaba ya los cerros que rodean el puerto por el sur yendo estas fuerzas á las órdenes del comandante del 'batallón nombrado, don Patricio Larraín Alcalde. La tropa enemiga que guarnecía la población se •componía de setenta hombres que, luego que tuvo conocimiento de nuestro desembarco, huyó hacia Copiapó •en un tren que tenía listo fuera de la población, la que •ocupamos sin resistencia. A las 8 . 3 0 A. M. estaba nuestra caballería, fuerte de treinta y cinco hombres, lista y le ordené persiguiera al enemigo que escapaba á caballo. No consiguió su objeto por la delantera que le llevaba el enemigo. Habiéndose llevado éste todas las máqninas al inte'rior, no me fué posible seguir inmediatamente con la infantería su persecución á Copiapó hasta no obtener ''os elementos indispensables para la marcha de veinte ¡leguas que nos separaban del citado pueblo, donde, se
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decía que, el enemigo pensaba hacerse fuerte con seiscientos ó setecientos hombres, entre caballería, infantería montada y una máquina blindada. En vista de estos datos que habíamos obtenido de personas adictas á nuestra causa y que, por consiguiente, nos merecían fe, se acordó que saliese para Carrizal el infrascrito á las 2 l'. M., á poner esto en conocimiento del coronel Holley. Llegué á Carrizal á las 9 P. M., impuse al señor coronel de las noticias que habíamos obtenido, para cambiar el plan de ataque si 10 tenía á bien, pero, habiendo encontrado tren listo en Carrizal, que el pueblo había quitado á las autoridades dictatoriales y que lo puso á las órdenes del coronel, reso'vió éste hacer salir esa misma noche parte de su tropa á Punta Díaz y seguir por ese camino su marcha hacia Copiapó, mientras yo hacía otro tanto con mi división desde Caldera. Zarpé á las doce de esta misma noche para Caldera con un andar de diez millas. A las 7 A. M. se me avisó que se divisaban por la proa, á la altura del Morro de Copiapó y como á siete mil metros, los buques caza torpederos Lynch y Condel!, con las cuales sostuve .el combate de que por separado doi cuenta á US. A las 9 A. M. entramos en Caldera, y después de imponernos de la inesperada pérdida del Blanco, se adoptaron las medidas necesarias para hacer llegar la noticia al conocimiento de la división naval estacionada en Carrizal.
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En la tarde del misino día se presentó una comisión de jóvenes y entusiastas paisanos de Copiapó, quienes nos anunciaron que el enemigo se había retirado al interior llevándose no pocos prisioneros entre los cua'es se encuentra don Manuel A. Matta y el presbítero señor Cárter. La misma noche llego á Copiapó una locomotora que el enemigo dejó ahí por inútil y que fué alistada prontamente por el ingeniero señor Cordón, jefe de la maestranza de la estación de aquel pueblo. En esta máquina salí al siguiente día hacia Copiapó á las 1 0 A. M. con dos compañías del batallón Esmeralda, al mando del comandante señor Larraín Alcalde. El pueblo nos recibió en la estación y nos acompañó por las calles llenas de arcos de flores, dando las más inequívocas muestras del entusiasmo hacia nuestra causa, que era de esperarse de la histórica Atacama. Restablecida la comunicación por ferrocarril hasta más halla de Pabellón, estación situada á nueve leguas de Copiapó, envié hasta aquel punto dos compañías del Esmeralda, disponiéndome á seguir el mismo camino con el resto de las fuerzas tan pronto como el comandante Larraín me devolviera la máquina disponible desde el interior, lo que no hice porque el referido comandante, después de comunicarse por telégrafo con el coronel señor Holley, que venía por Chañarcillo, siguió hacia el interior por orden del mencionado jefe, notificándome que no se necesitaba mayor refuerzo y de que él debía juntarse con las fuerzas de caballería que iban de avanzada al mando del señor Bconen R.,
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persiguiendo al enemigo que huía por Jorquera llevando una delantera que hacía imposible casi alcanzarlo, lo que más tarde resultó exacto. Tres días después regresaron estas fuerzas, así como toda la división del señor Holley. Entretanto, el infrascrito nombró Intendente interino de Atacama.al señor Ruperto Alvarez, quien lo secundó activamente en los trabajos de enganche, colecta de armas y caballos, equipos y forraje dejado por el enemigo. Decretada la formación del regimiento Atacama, los voluntarios afluían en crecido número con el mayor entusiasmo y estimo que antes de poco estará completa la dotación del nuevo cuerpo. En el cuartel principal de Copiapó se encontraron algunas minas que fueron descubiertas por denuncios del vecindario así como también numerosas piezas de las máquinas del ferrocarril, dejadas ahí por el enemigo. En el galpón de materias inflamables había saquetes pertenecientes á los fuertes de Caldera, los que hice transladar á ese puerto con el fin de utilizarlos. El 7 del corriente á las 7 P. M. salimos de Caldera en convoy con el Huáscar, Magallanes, Cachapoal y Bío-Bío, conforme á las instrucciones recibidas. Don Patricio Larraín A. se hizo cargo en mi reemplazo de la Comandancia General de Armas de Atacama, con el carácter de interino. Atacamos en Chañaral á las 6 y media A. M. del
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•día 8, dejamos allí víveres que con tal objeto llevaban mos y seguimos rumbo á Taltal, donde llegamos á las 3 P . M . del mismo día, para dejar el fondeadero á las 6 . 3 0 P . M . después de cumplir nuestra comisión en aquel puerto é hicimos rumbo á Antofagasta en convoy con el resto de la'escuadrilla. Llegamos á este último puerto á las ÜJ4 A . M . del. día 9, salimos á las 5 ^ del mismo, y hemos arribado á este puerto á las 7 . 4 0 A. M . de hoy sin novedad No terminaré este parte sin hacer presente á US. los buenos servicios prestados por el secretario de la división don Cornelio Saavedra Rivera. V. MERINO
JARPA.
A l s e ñ o r c o m a n d a n t e en j e f e d e l a E s c u a d r a , s e ñ o r d o n Jorje Montt
N Ú M E R O 14 E l combate de Calderilla
Doy á US. por separado cuenta del combate habido el día 2 3 entre el transporte de mi mando Aconcagua y los torpederos Lynch
y
Condell.
A las 7 A. M. se me avisó que se divisaban por la proa, á la altura de Morro Copiapó, como á siete mil
jSo
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metros, ios l>uques ya nombrados: ordené inmediatamente poner la proa hacia ellos, tocar zafarrancho y aumentar el andar. Cuando los tuve á cuatro mil metros, rompí les fuegos con los cañones de tiro rápido que luego me fueron contestados por ambos buques con suma rapidez y precipitación, pues más parecía, por lo nutrido, fuego de fusilería que de cañón. En el primer momento se abrieron como para tomarnos entre dos fuegos, pero luego desistieron de su intento, tal vez porque de esa manera me permitían aprovechar mi artillería por ambas bandas y se colocaron entonces los dos por la mura de babor. En este momento uno de ellos recibió una granada que le hizo escapar mucho humo y vapor, cubriéndolo por completo por espacio de dos minutos y habiendo, al parecer, desde ese momento disminuido su anclar y quedádose atrás por la aleta de babor del Aconcagua, mientras el otro me seguía paralelamente a distancia de mil quinientos á dos mil metros. No permitiéndome en esa posición utilizar toda mi artillería, incliné la proa del Aconcagua hacia él, pu diendo así dispararle los cañones de á trece. El torpedero aumentó entonces su andar y se retiró virando hacia fuera. Continué haciendo fuego hasta que estuvo fuera de tiro. Me dirigí entonces al puerto, á donde tuve el sentimiento de encontrarme con la sensible noticia de la pérdida del Z?/¡?7¿£v efectuada traidora y alevosamente por los mismos á quienes acababa-dé batir. r
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El combate se inició á las 7 A. M. y terminó á las •8.20 A. M. habiendo, durante este tiempo, disparado sin interrupción ciento noventa y siete cañonazos, de los cuales fueron siete con los de á trece y el resto de tiro rápido y algunos de ametralladoras Hotchkiss. El andar del Aconcagua durante el combate fué de circe millas constantes. De los 4 0 0 ó más disparos que le hizo el enemigo con sus cañones de fuego rápido, sólo ocho tocaron al buque en la obra muerta, ocasionando averías de muy poca consideración en el buque y personal. Salieron cuatro heridos de poca gravedad: el contramaestre, un marinero y dos soldados del batallón Esmeralda, que se encontraban á bordo á cargo del equipo de su cuerpo. Este encuentro ha dejado de relieve la idea que teníamos que las torpederas sólo son eficaces para un ataque sorpresivo y que no valen nada como buques de combate, como les habrá hecho meditar á los marinos dictatoriales ver que durante hora y media de reñido combate no ha obtenido ventaja alguna sobre un simple vapor mercante, transformado ahora en buque de guerra sólo por habérsele colocado algunos cañones de poco calibre, lo que hace ver que el día que se encuentren con alguno de nuestros buques de guerra que pueda obligar á combatir, están perdidas. No terminaré este parte sin cumplir con el deber de recomendar á la consideración de US. el digno comportamiento del teniente 2 . señor Luis U. López, 0
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quien durante el combate hizo certeros disparos al enemigo, lo mismo que el guardia marina señor Alfredo Sanhueza y condestable i . ° Romaní Silva. Fui también eficazmente secundado por .el capitán señor Tobías Gerken y primer piloto señor Sabugo. Merece una mención especial mi ayudante, capitán señor Alfredo Irarrázaval Z., que con entusiasmo y serenidad transmitió todas las órdenes que impartí durante el combate. V . M E R I N O JARPA A l S e ñ o r c o m a n d a n t e e n j e f e d e la E s c u a d r a , s e ñ o r d o n Jorje Mott.
NÚMERO Parte
oficial
del
coronel
Canto
15
s o b r e las ú l t i m a s o p e r a c i o n e s
del Ejército Constitucional
Señor Ministro de la Guerra: Paso á dar cuenta á US. de las operaciones militares llevadas á cabo por el ejército constitucional, bajo mis órdenes, durante la campaña de ocho días que principió el 2 0 de agosto próximo pasado con el desembarco de las fuerzas expedicionarias en el puerto de Quintero y subsiguiente victoria de Concón, y terminó con la victoria de la Placillay ocupación de Valparaíso, dando por final resultado el derrocamiento de la Dic-
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tadura, entronizada en Chile el día i . ° de enero del .presente año y el feliz restablecimiento del orden legal y constitucional de la República. En cuanto á los detalles circunstanciados de aquellas operaciones; US. los encontrará minuciosamente explicados en el prolijo y luminoso parte adjunto del Estado Mayor General y en los planos anexos al mismo. I Se sabe cómo se pasaron los:primeros meses del.aña en aquella ruda y porfiada lucha cjue terminó en Pozo Almonte y dio por resultado la posesión de la provincia de Tarapacá y la subsiguiente ocupación de las provincias de Antofagasta, de Tacna y de Atacama, por nuestras fuerzas. Por eso, sólo á mediados de mayo pudo emprenderse la formal organización del ejército constitucional, improvisado en el norte y destinado á operar en el centro de la República, centro también del poder dictatorial, sin embargo de que aquella organización no pudo eficazmente acelerarse y completarse sino cuando la feliz llegada del trasporte Maiptr llevó á Iquiquc armas y municiones, de que carecía, mos, en los primeros días de julio, con los que los preparativos de la expedición entraron en un período de grande actividad. Fué una fortuna para la causa constitucional la incorporación en nuestro ejército del ilustrado profesor de nuestra Academia de guerra y Escuela Militar, don
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Emilio Körner, hacia mediados de mayo. Con el modesto título de secretario del Estado Mayor General, asimilado al empleo de coronel, desempeñó en realidad el señor Körner, desde aquella época hasta el final de la campaña, las funciones propias de jefe del Estado Mayor General Con sus vastos conocimientos militares y con su incansable laboriosidad, fue el señor Körner un poderoso auxiliar, que prestó muy distinguidos servicios á la buena y rápida organización de nuestro ejército y á su conveniente disciplina. El mismo dio en Iquique y en Co piapó, á los señores jefes y oficiales interesantes conferencias sobre diversas materias del arte militar, y bajo su dirección, se hicieron diagramas para la mejor comprensión del orden disperso de combate, cuya enseñan za se había implantado en nuestro ejército, según una cartilla desprovista de láminas, y se levantaron caitas de los puertos y de las regiones que podían ser teatro de nuestras futuras operaciones. Iniciado, por fin, desde Iquique, el movimiento de hs diversas brigadas y completado en lo posible el reclutamiento en la provincia de Atacama, se embarca ron aqué'las en los puertos de Caldera y de Huasco, en la forma y tiempo indicados en el parte del Estado Mayor General. A los cuatro días de feliz navegación, arribó la expedición al puerto de Quintero en la mañana del 2 0 de agosto y el mismo día, con rapidez verdaderamente notable, atendida la deficiencia de nuestros elementos
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«de desembarque, tomó allí tierra el ejército expedicionario, fuerte de 9 , 2 8 4 hombres. Cabe observar en esta parte que, ni durante aquel día en Quintero, ni durante la marcha subsiguiente tiasta las márgenes del río Aconcagua, tuvimos noticia alguna autorizada que nos permitiera conocer el número ó la situación del enemigo, ignorándose si, mediante la prevenida cortadura de telégrafos y ferrocarriles, se habría ó nó impedido la concentración en nuestra contra de diversas divisiones del ejército dictatorial. Todo lo que sobre éste supimos, fué que fuerzas militares, más ó menos considerables, se divisaban en las alturas que dominan el Aconcagua por el sur, noticia vagamente comunicada en Quintero por ignorantes campesinos de aquellas localidades. Debimos, sin embargo, presumir que aquella concentración se efectuaría en gran parte, pues la oficina telegráfica en aquel puerto funcionó hasta el momento en que la escuadra se puso á la vista, lo que permitía creer que telégrafos y ferrocarriles se mantenían corrientes, y que, á lo menos, las divisiones dictatoriales de Valparaíso y de Santiago, noticiadas instantáneamente de nuestro desembarque, no dejarían de operar su inmediata reunión, que fué lo que sucedió. Á medida que desembarcaban nuestras brigadas, se organizaban en la ribera é inmediatamente se ponían •en marcha, conforme á la orden que al efecto di. El plan de operaciones expuesto en el parte del Estado Mayor separaba una de otra las brigadas más de 25
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lo conveniente, á mi juicio, para que, en caso necesario, pudieran mutuamente protegerse. Aquel plan era sin duda perfectamente estratégico calculado para grandes masas de ejércitos, respecto de las cuales poco significan relativamente las distancias, pudiendo una gruesa división de 1 0 0 , 0 0 0 hombres por ejemplo, detener por dos ó tres días á un ejército tres veces masnumeroso, al paso que 3 , 0 0 0 no podrían intentar detener á 9 , 0 0 0 sin exponerse á un probable fracaso. Por eso, creí inaplicable aquel plan á nuestras circunstancias, y por lo mismo, ordené que desde Quintero nuestras brigadas marcharan hacia el sur, como marcharon, guardando las convenientes distancias, eti la forma siguiente: La i. , á las órdenes del teniente coronel don J.. Aníbal Frías, tomó el camino de la costa, protegida, por la escuadra, para pasar el río Aconcagua por el vado vecino á su desembocadura, en Concón Bajo. La. 2 . , á las órdenes del coronel don Salvador Vergara, yla 3 . a , á las del teniente coronel don Enrique del Canto, siguieron escalonadas, á un kilómetro de distancia entre ambas, el camino que conduce á Colmo para, cruzar en ese punto el río por el vado de Concón Alto. Fué una circunstancia afortunada, que debía influir en el feliz éxito de la próximo batalla, la de haberse extraviado en la marcha nocturna dos cuerpos de la 3 . a brigada, los cuales, en vez de seguir el camino de Colmo, siguieron el de la costa y fueron así á reforzar las a
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fuerzas de la i. brigada, destinadas á iniciar y sostener el combate en la mañana siguiente. La presencia del enemigo al sur del río, detuvo, al norte de éste, la marcha de nuestras tropas. a
II Corre en esa parte el Aconcagua por entre dos cadenas de cerros de 1 5 0 á 2 0 0 metros de altura, que dejan entre sí un estrecho y descubierto valle de 6 0 0 á 8 0 0 metros de ancho. En la mañana del 2 1 de agosto, el ejército dictatorial aparecía ocupando las alturas meridionales, desde las cuales dominaba el valle, y extendía sus posiciones formando una línea como de cuatro kilómetros, entre Concón Alto, frente á Colmo, y Concón Bajo, cerca del mar. Según cálculos, confirmados posteriormente, contaba con cinco regimientos de línea de 1 , 0 0 0 plazas cada uno, y con diez batallones de guardias nacionales movilizados de 5 0 0 plazas cada uno, fuera de caballería y artillería, entre las cuales habría mas de 1 , 5 0 0 hombres, con lo que el ejército enemigo pasaba de 1 1 mil soldados, bien armados, bien pertrechados, coa poderosa artillería de campaña y de montaña, con> ametralladoras y con numerosa y descansada caballería. Las fuerzas constitucionales, que ocuparon las alturas de la margen septentrional del río, solo alcazaban, como he dicho, á 9 , 2 8 4 hombres, muchos de los cuales
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se habían incorporado en los quince días que precedieron á la expedición, careciendo, por lo tanto, de toda preparación militar. Estaban todos casi rendidos por el sueño y el cansancio, después de una noche de marcha forzada de más de 2 5 kilómetros, y carecían también de recursos á la mano, como que la falta de vehículos y de bestias de carga había hecho dejar atrás en Quintero, parque y bagajes. De artillería, sólo teníamos pocas piezas de montaña y no más de seis ametralladoras sacadas de la escuadra, al mando de un teniente i . ° de la armada. En tales condiciones, era aventurado por nuestra parte emprender el ataque de las excelentes posiciones elegidas por el enemigo, para lo cual, era además forzoso cruzar el correntoso río con el agua á la cintura ó al pecho de nuestros soldados; bajo el fuego de la fusilería dictatorial, atravesar de este modo al descubierto el valle, y trepar en seguida, de frente y por los flancos, las alturas coronadas por el enemigo. Sin embargo era preciso hacerlo. Atendidos el tiempo y la estación, era de temerse una lluvia. Para hombres sin abrigo ni amparo posibles, aclimatados á los calores y la sequedad del norte, una lluvia de algunas horas habría sido desastrosa; á lo cual se agregaría, en caso de permanecer en nuestras posiciones, la falta de rancho, pues las provisiones habían quedado á bordo en Quintero, después de dar allí á cada hombre una •doble ración de víveres secos. Finalmente, la paraliza-ción en aquel punto haría indefectiblemente decaer el
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espíritu y la energía moral de los entusiastas soldadosconstitucionales, notando que sus jefes parecían arredrados á la primera vista del enemigo. En estas circunstancias, rotos ya desde temprano por una y otra parte, al través del valle, los fuegos de artillería, llegó á las alturas de Colmo, donde estaban nuestra ala izquierda y el Cuartel General, como á las 1 0 A. M., uno de los ayudantes del Estado Mayor, y me comunicó que la i. brigada, cerca de la costa, se hallaba sustraída á la vista del enemigo, teniendo al frente un excelente vado, que permitía pasar por allí el río con relativa facilidad. En consecuencia, ordené que el coronel Kórner reconociera la posición de aquella i. brigada y atacara con ella si era posible, el flanco izquierdo del enemigo, pasando al efecto el río por Concón Bajo. En tal caso, debería yo pasarlo por Concón Alto y atacar con las otras dos brigadas, de frente, el ala derecha del ejército dictatorial. Serían las 1 1 . 3 0 A. M. cuando sentí, lejos, á nuestra derecha, la ruptura de los fuegos de infantería; lo q\ie me reveló que ya había emprendido el ataque la i. brigada por el flanco izquierdo enemigo, cosa que no tardó en ratificarme la llegada del distinguido ayudante del Cuartel General don Juan Antonio Orrego González, quien, de orden mía, se había dirigido á las posiciones de aquella brigada, con encargo de traerme opoituno aviso del ataque concertado. La batalla de Concón había principiado. a
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Á dicha hora, el coronel Vergara que ya ocupaba con su 2 . brigada posiciones convenientes hacia nuestra izquierda, ordenó que el regimiento Chañaral atravesara el río por donde pareciera más fácil, y avanzara, inclinándose á la derecha para servir de contacto á la i. brigada y poder reforzarla en caso necesario. En consecuencia, dirigido por el mismo señor coronel Vergara, pasó el Chañaral el río por el vado de Verdejo. Los otros cuerpos de la misma brigada recibieron la orden de pasarlo en las proximidades, por donde fuera más conveniente, cuidando de evitar, en lo posible, los nutridos fuegos del enemigo. Hiciéronlo así el regimiento Valparaíso y el batallón Huasco, por el vado situado á la izquierda, frente á Colmo, no haciendo lo mismo desde luego el regimiento Atacama porque, según me lo representó su comandante, tenía orden del jefe de la brigada para cruzar el río por el mismo punto en que lo había cruzado el Chañaral; pero, como este punto quedaba demasiado distante hacia la derecha, y no podía por lo mismo, cumplirse aquella orden con seguros buenos resultados, dispuse que el Atacama cruzara también el río por el vado de Colmo. Á ese tiempo, la batalla se había hecho general, aunque por nuestra parte la sostenían, solas, la i. y la 2 . brigadas, viniendo todavía la 3 . a en camino.de Quintero. Para que forzara su marcha y acelerara principalmente la de los batallones números 1 y 3 de artillería, despaché diversos emisarios. Con efecto, no tardaron mucho en llegar á Colmo aquellos dos batallones, los a
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«cuales unidos al número 2 de artillería, que desde la mañana hacía fuego en conveniente posición, protegieron la infantería en el paso del río auxiliados en parte •por algunas ametralladoras de la sección de marina. No faltaron en aquellas difíciles circunstancias momentos de indecisión por parte de nuestras tropas, que, cruzando penosamente el río y el valle, bajo el nutridísimo fuego de la infantería enemiga, se vieron dos ó tres veces detenidas en sus renovados intentos de avances sobre las casi inexpugnables posiciones de aquella. Por otra parte, al paso que, según pudo notarse, las tropas dictatoriales, con su parque á la mano, se amunicionaron varias veces, arreciando otras tantas •sus fuegos, sucedió que las municiones comenzaron á escasear á las nuestras. La situación llegó á hacerse crítica, pero no duró •mucho así. Las municiones de los que caían eran recogidas y distribuidas entre los combatientes. La llegada de los últimos cuerpos de la 3 . a brigada y su vigorosa entrada en acción por nuestra izquierda, coincidieron felizmente con el oportuno y atrevido avance de lo i. brigada y demás tropas que, dirigidas por el valeroso coronel Körner, atacaban el flanco izquierdo enemigo y lo arrollaban sobre la derecha del mismo, auxiliadas aquéllas oportuna y eficazmente por certeros disparos de la escuadra. Aquella feliz combinación modificó la situación, formándola francamente favorable á nuestra parte. Las •ventajosas posiciones que con toda energía tomaron en a
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la altura dos compañías del regimiento Esmeralda hasta dominar el flanco derecho dictatorial, y el vigoroso impulso desplegado por nuestras tropas en sus dos alas, decidieron la suerte de la jornada. A las 4 P. M , después de cuatro horas y media de porfiado combate, el enemigo, totalmente derrotado, huyó en completa dispersión, dejando el campo sembrado de muertos y heridos, y abandonadas en él su artillería y gran cantidad de armas y municiones. Nuestra caballería persiguió á los fugitivos: los escuadrones Libertad y Carabineros, por nuestra izquierda; los Guías y Lanceros, por nuestra derecha. En el número de prisioneros, sin contar oficiales y jefes, pasó de 1 , 5 0 c , los más de los cuales solicitaron* y obtuvieron su ingreso á los cuerpos de nuestro ejército, protestando que solo la violencia y la fuerza habían podido obligarlos á formar en las filas dictatoriales. No ha sido posible obtener datos precisos acerca del número de bajas del enemigo en la batalla de Concón;, pero, según cálculos aproximados y con referencia sólo á individuos de tropa, puede estimarse aquél en cerca de 1 , 7 0 0 , distribuidos, m a s ó menos, por mitades entremuertos y heridos. Para calcular la inmensidad del desastre, baste decir que, según fidedignas informaciones posteriores, de los restos deshechos de aquel soberbio ejército dictatorial de 1 1 , 0 0 0 ó más soldados,, sus vencidos generales, Barbosa y Alcérreca, apenaspudieron reunir como 3 , 0 0 0 .
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Aquella espléndida victoria nos ocasionó sensiblespérdidas, si bien inferiores á las del enemigo, y muy inferiores á las que debían naturalmente esperarse,, atendidas las desventajosas condiciones en que, por nuestra parte, se empeñó y se sostuvo la batalla. Muertos tuvimos: 2 jefes, 1 7 oficiales y 1 9 7 individuos de tropa. Heridos: 4 jefes, 4 5 oficiales y 4 8 2 de tropa. Desaparecidos: 1 2 2 de tropa, de los cuales muchosfueron, sin duda, los abogados en los pasos del río. Total de bajas del ejército constitucional: 8 6 9 . III Tal fué la brillante victoria de Concón. Si al día siguiente no llegó el vencedor hasta entrar á Valparaíso, ello se debió á la falta de municiones, principalmente para los cuerpes armados de fusil Mannlicher, los cuales no tenían más de diez tiros por hombre; falta desgraciadamente insubsanable por el momento, pues eL ¡•arque no pudo, como antes he dicho, acompañar al ejército. Dejando á los cirujanos de cuerpos y ambulancias y á los capellanes continuar prestando en Concón sushumanitarios servicios á los heridos de uno y otro ejército, avanzó el constitucional como 1 0 kilómetros en dirección á Viña del Mar, puerta de Valparaíso, y á medio día del 2 2 de agosto acampó en el lugar de Reñaca, á fin de reorganizar sus unidades, de dar á la tropa algún descanso y alimento, que harto necesitaba;.
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y de esperar que llegasen las municiones pedidas á Quintero, sin las cuales era de todo punto imposible «1 avance sobre Valparaíso. Provisto por fin el ejército de municiones, aunque no muy abundantes, despachadas de á bordo de la escuadra por la caleta de Concón, se dispuso que se atacaría á Viña del Mar y á los fuertes que defienden á Valparaíso por esa parte, hasta ocupar aquella plaza. El ataque debía emprenderse al amanecer del día 2 3 , para lo cual se había reconocido la posición que tomaría la artillería y señalado la dirección que debían llevar la 2 . y la 3 . brigadas, encargadas de atacar sucesivamente. Sucedió que, durante toda la noche del 2 2 al 2 3 , se sintió en Reñaca continuo movimiento de trenes del lado de Viña del Mar, y que, al amanecer del 2 3 , pudieron en su marcha los jefes de aquellas brigadas convencerse de que aquellos trenes conducían numerosos cuerpos de tropas dictatoriales, que iban tomando, y muchos habían tomado ya, excelentes posiciones sobre ¡las alturas situadas á la espalda de Viña del Mar. Se sabe que esos cuerpos formaban la db'isión dictatorial de Concepción, aumentada con otros de los puntos intermedios. Los telégrafos y los ferrocarriles, perfectamente corrientes en toda su extensión, desde Talcahuano hasta Valparaíso, habían permitido á la dictadura concentrar, en menos de 4 0 horas, un nuevo •ejército, más numeroso que el vencido en Concón. Los jefes de la 2 . y de la 3 . brigadas, ante aquella a
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imprevista y difícil situación, resolvieron de común acuerdo, no emprender el ataque ordenado, dando cuenta de lo ocurrido, resolución que hubo de ser aprobada. No era ya posible, ron efecto, el ataque por aquella parte. Á las dificultades nacidas del número y posiciones del enemigo, no bien conocidos, se agregaban las circunstancias de que, para llegar al objetivo, era forzoso pasar sobre la población de Viña del Mar, tomar los fuertes vecinos y penetrar en Valparaíso violentamente. Sobre ser todo ello no poco peligroso para nuestras armas, sería en todo caso desastroso para aquellas ciudades, como que son sabidos é inevitables ¡los funestos efectos que, para la disciplina y moralidad de un ejército y para la seguridad de las poblaciones, produce la ocupación de éstas á viva fuerza o luego •después de una batalla dada en sus cercanías; y nosotros no podíamos olvidar que Viña del Mar y Valparaíso son ciudades chilenas! En consecuencia, después de un estéril cañoneo á la vista y por encima de la población de Viña del Mar, •entre nuestra artillería y la artillería del ejército enemigo en combinación con la del fuerte Callao, y de otro cañoneo, igualmente estéril, entre los fuertes del norte •de Valparaíso y algunos buques de la escuadra, en la cual se creía con eso cooperar al ataque dispuesto para el 2 3 , nuestro ejército, no poco desalentado, volvió en la tarde de ese día al campamento de la Reñaca. No era conveniente ni posible permanecer allí más
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tiempo en la inacción. Para proveer de víveres y de recursos al ejército y para interrumpir la comunicación por ferrocarril entre Santiago y Valparaíso, interponiéndonos entre ambas ciudades, resolví ocupar al día siguiente la población de Quilpué, lo que se ejecutó. Tenía este movimiento el inconveniente notorio de apartarnos del contacto con la escuadra, base hasta entonces de nuestras operaciones y recursos, y amparo en caso de un2 posible retirada; pero tenía también la incuestionab' • ventaja de inducir al enemigo á dejar sus inexpugnables posiciones de Viña del Mar, sea que se moviera en persecución de nuestro ejército hacia, Quilpué, temoroso de nuestra posible marcha contraía desguarnecida capital, sea que forzosamente se moviera para cerrarnos en la Placilla el camino de Valparaíso,, si llegábamos á tomar esa dirección. En el primer evento, lo esperaríamos en ventajosas posiciones; entodo caso, evitaríamos las horrorosas consecuencias de una batalla dada en las vecindades ó en las calles de aquella ciudad. Cortada la línea férrea en el puente de las Cucharas,, entre Viña del Mar y Quilpué, y ocupada esta población el 24 de agosto, el ejército permaneció en ella todo el día siguiente, detenido con motivo de un reconocimiento enviado hacia Limache y de una lluvia que cayó en la tarde y en las primeras horas de la noche. En Quilpué dejé definitivamente desechado el proyectado ataque por Viña del Mar, y después de madura
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deliberación adopté un plan de operaciones según el cual marcharía el ejército desde Quilpué hacia el sur por el camino de Marga Marga hasta la hacienda de las Palmas, y tomaría en seguida hacia el poniente el camino de las Cadenas hasta llegar al llano de Peñuelas y lugar de la Placilla, por donde va el antiguo camino que por el Alto del Puerto conduce á Valparaíso, á espaldas de los cerros de Viña del Mar. En ejecución de este plan, abandonamos á Quilpué al amanecer del 2 6 de agosto, y á medio día, acampamos en las Palmas, donde se nos incorporó el escuadrón de Húsares, escapado de la guarnición dictatorial de Limache, con 1 4 jefes y oficiales y 3 1 0 hombres de tropa, al mando del sargento mayor don Tulio Padilla. En la tarde de aquel día, tomadas las convenientes medidas de seguridad, emprendimos la marcha hacia las Cadenas, calculando que la batalla se daría en la mañana siguiente; pero llegó luego la noche, fría y tenebrosa: en medio de la oscuridad, tenían nuestros soldados que marchar silenciosamente, por senderos boscosos y quebrados, cruzando arroyos y terrenos cenagosos. Rendidos de sueño y de fatiga muchos quedaron rezagados, dormidos entre los árboles. Fué aquella la marcha más penosa de toda la campaña. Ella nos obligó á postergar un día más la batalla. Sin embargo, durante esa triste noche, nuestra caballería, á las órdenes del comandante don Rodolfo Ovalle, sorprendió una partida del regimiento dictato rial de Cazadores á caballo compuesta de 7 5 hombres,
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á quienes hizo prisioneros. Con excepción de 1 2 ó 1 4 , . todos los demás solicitaron y obtuvieron su incorporación al ejército constitucional. El día 2 7 se acampó en las Cadenas, donde fueron reincorporándose los rezagados de la noche precedente,, y donde todos comieron y durmieron. Los ánimos se habían recobrado y el entusiasmo renacido con la expectativa de la batalla que, á la mañana siguiente, se daría indefectiblemente en los vecinos campos de la Placilla, á diez kilómetros de distancia. En las alturas de aquélla, había la víspera elegido el enemigo posiciones inmejorables, después de abandonar las que antes ocupaba sobre Viña del Mar. IV Cierra por el norte el llano de Peñuela un cordón de cerros con algunos contrafuertes de aguda cresta, en forma de cuchilla, que cruzan hacia el sur, bajando hasta perderse en el ocaso. Al pie de aquellos cerrosestán las casas de la Placilla, y, por el lado de éstas, sube en dirección al noroeste el antiguo camino carretero que de Santiago conduce al alto del Puerto y á Valparaíso. En las alturas de aquellos cerros, con frente al sur, y abarcando un espacio de tres á cuatro kilómetros, extendía su línea de combate el ejército dictatorial, á uno y á otro lado del indicado camino carretero. Al
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oriente de éste, sus posiciones dominaban una serie de boscosas quebradas de difícil atravieso. Un poco al poniente del mismo, la derecha enemiga ocupaba la parte superior de uno de los expresados contrafuertes por cuya cresta ó cuchilla se dibuja otro camino, másangosto y menos traficado que el anteriormente indicado. Según informaciones fidedignas obtenidas en Reñaca y confirmadas en Quilpué poruña comisión de distinguidos caballeros, que allí contaron prolijamente el número de carros con tropas que pasaban en cada trea y el número de hombres que contenía cada carro, puede establecerse que el ejército dictatorial reunido en, las alturas de la Placilla no bajaba de 1 4 , 0 0 0 hombres. El ejército constitucional, que iba á atacarlo en las ventajosas posiciones descritas, no pasaba de 1 0 , 0 0 0 , tomadas en cuentas las bajas de Concón y las incorporaciones de dictatoriales verificadas después de aquella batalla y en las Palmas. Reconocidas el 2 7 de agosto las posiciones enemigas, provoqué una reunión de nuestros jefes de brigadas y comandantes de cuerpos, la cual tuvo lugar aquel día, entre siete y ocho de la noche, en la casa de las Cadenas, con el objeto de concertar el plan de ataque. Expuse en dicha reunión que, atendidas las fuerzas y posiciones del enemigo, conocidas de los asistentes, según lo declararon, creía yo que el ataque debía dirigirse por la cuchilla del cerro situado al poniente del
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•camino principal, sobre la derecha dictatorial, cuchilla que consideraba espugnable y era para mí la llave de las posiciones enemigas; que, á mi juicio, las fuerzas de la izquierda enemiga, situada hacia el oriente del mismo camino, podían considerarse inutilizadas ó perdidas si lográbamos formar las posición de la referida •cuchilla, pues dichas fuerzas, atendida la naturaleza del terreno quebrado que ocupaban, no podrían oportuna y eficazmente avanzar ni proteger con sus fuegos su flanco derecho, cabeza de su línea geneal de combate; que el ataque, así dirigido, decía ser ejecutado por dos brigadas, escalonadas á unos 5 0 0 metros de distancia, quedando la otra al cuidado de la artillería y como reserva, para emplearla en caso necesario; por último observé que era preciso no olvidar que nuestra infantería solo disponía de 1 5 0 tiros por plaza, lo cual, aconsejaba llevar el ataque con la mayor rapidez y la mayor enerjía posibles, de manera que los fuegos de infantería se rompiesen á no más de 3 0 0 á 4 0 0 metros, siendo conocida la propensión del soldado á no estrechar las distancias y á gastar de lejos gran cantidad de municiones cuando se ve protejido por cualquier accidente del terreno. Tal fué el plan de ataque sometido por mí á la consideración de los jefes asistentes á la expresada reunión, sobre el cual abrí discusión á fin de que cada uno hiciera presentes las observaciones que pudiera Sugerirle. Todos estuvieron conformes en considerar dicho
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plan como el más conveniente, con lo cual dispuse que se llevara á efecto en todas sus partes. Seguidamente indiqué al jefe de Estado Mayor, coronel Körner, que procediese á desarrollar el plan, esto es á señalar él respectivo rol de las brigadas, lo que aquél hizo gráficamente, diseñando con carbón sobre el suelo mismo de la sala de reunión las posiciones del enemigo y la marcha que deberían ejecutar cada una de las brigadas y cada uno de los cuerpos de nuestro ejército eñ el ataque acordado. Entre 4 y 5 de la mañana del viernes 2 8 de agosto, el ejército constitucional dejó su campamento de las Cadenas y marchó á tomar sus posiciones de combate. Á las 7 . 3 0 A. M. el enemigo rompió, desde las alturas del norte, sus fuegos de artillería sobre nuestros cuerpos que avanzaban por el llano de Peñuelas, fuegos que no tardó en contestar nuestra artillería, una vez colocada en sus posiciones. Á poco rato, se rompieron por una y por otra parte los fuegos de infantería y el combate se hizo general. En la orden del día se había indicado que el Cuartel General ocuparía en la batalla las posiciones correspondientes á la 3. brigada destinada á reserva; pero, luego noté que la i . , encargada de llevar el ataque sobre la derecha enemiga por la cuchilla de cerro situada al poniente del camino carretero, lo hacía desviándose hacia la izquierda dictatorial, mientras que la 2 . , encargada de marchar á 5 0 0 metros á retaguardia de !a i . , llevaba su verdadera dirección sobre aqueA
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lia cuchilla, exceptuado el regimiento Atacama, que se cargó demasiado á nuestra izquierda. En vista de ello, llevé hacia el poniente la colocación del Cuartel General y fui á situarme frente á la derecha enemiga, en una altura, desde la cual despaché sucesivamente á diversos ayudantes con órdenes reiteradas para que la 3 . a brigada de reserva enviase refuersos á la 2 . , que era la única que atacaba al objetivo, ó sea, la indicada cuchilla ocupada por la derecha dictatorial, de donde ésta hacía vivísimos fuegos de artillería y de infantería. Los ayudantes regresaban anunciándome que la 3 . a brigada ó reserva había también empeñado combate por la misma parte que la i. , bajo la dirección del coronel Körner, sobre la izquierda enemiga, lo que importaba una alteración del plan general adoptado. Sin refuerzos oportunos, los cuerpos de la 2 . brigada que atacaban el objetivo comenzaron á encontrarse en serias dificultades: les era imposible continuar avanzando, al paso que, según podía notarse, el enemigo reforzaba su posición, haciendo visibles preparativos para rechazarnos por esa parte. En tal situación, que comenzaba á hacerse crítica, sin reserva de infantería que poder oportunamente enviar en auxilio de aquella 2 . brigada, resolví emplear con ese objeto la caballería, á riesgo de resultar ésta sacrificada, extraordinaria medida que, lo reconozco, solamente circunstancias extremas pueden aconsejar. Ordené, pues, que los escuadrones de Húsares ConsA
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titucionales, Guías y Lanceros, á las órdenes de sus respectivos comandantes, Padilla, Solar y Vergara avanzaran rápidamente á reforzar á nuestros infantes, subieran á la altura por la cuchilla tantas veces indicada y atacaran en ella al enemigo con energía suprema. Ordené á la vez que los escuadrones Libertad, Granaderos y Carabineros siguieran en refuerzo. No hubo necesidad de ésto. Los tres primeros escuadrones nombrados, al galope de sus caballos, cruzaron el llano y remontaron la cuchilla, cayendo, sable en mano, sobre el enemigo, con bizarría y denuedo verdaderamente extraordinario. Esa audaz carga de caballería decidió la suerte de la batalla. Fué un recio golpe en la cabeza. De los defensores de aquella terrible posición, los que no cayeron bajo el sable, huyero desconcertados y deshechos. Entre los cadáveres aparecieron los de los generales dictatoriales don Orozimbo Barbosa y don José Miguel Alcérreca. Poco después, á las 1 0 . 3 0 A. M., la derrota se había pronunciado en toda la línea. El ejército dictatorial huyó, poseído de espanto, y se deshizo para no rehacerse jamás. Las bajas en esta batalla fueron mucho mayores que en la de Concón: llegaron á 5 , 0 0 0 y más, entre muertos y heridos de una y otra parte, en la forma y siguiente. Constitucionales.— Muertos; 4 jefes, 1 8 oficiales y 4 6 3 individuos de tropa. Heridos: 8 jefes, 7 5 oficiales
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y 1 , 0 4 1 de tropa. Desaparecidos de tropa: 1 9 1 . Total:
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Dictatoriales.— Muertos: 9 4 1 individuos de tropa. Heridos de id.: 2 , 4 2 2 . Total: 3 , 3 4 3 . No ha sido posible precisar el número de jefes y oficiales dictatoriales muertos y heridos en la Placilla. Dos horas después de la batalla, nuestros cuerpos, ya reorganizados en el Alto del Puerto, descendieron á Valparaíso, cuya plaza, fuertes y cuarteles ocuparon sin resistencia en medio de las aclamaciones populares. V Componíase el cuartel general en campaña del siguiente persona': secretario, don Gaspar Toro; auditor de guerra, don Abraham Koning; capellán mayor, don Francisco Lisboa; ayudantes, los sargentos mayores don Gustavo Adolfo Holley, don Juan de Dios Olivares y don José María Barahona y los capitanes don Nemesio Dávila Baeza y don Juan Antonio Orrego González. Agregados al personal de planta: el teniente coronel don Sinforoso Ledesma, el sargento mayor don Julio B. Sanhueza y capitán don Alfredo Irarrázaval Zañartu. Antes de la Placilla, fué también agregado como ayudante el sargento mayor don Miguel A. Padilla. El sargento mayor don Guillermo S. Toro, agregado igualmente al cuartel general, pasó en la batalla de
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Concón al regimiento Atacama y allí murió combatiendo valerosamente. Al enumerar aquí á los componentes del Cuartel Genera , me complazco en declarar que todos ellos cumplieron dignamente sus deberes, así mis ayudantes como los señores secretarios, auditor y capellán mencionados, los cuales desempeñaron también las funciones de verdaderos ayudantes, transmitiendo mis órdenes á los jefes de brigadas y de cuerpos durante las batallas. Si á algunos debiera mencionar particularmente sería al capellán don Francisco Lisboa y capitán don Juan Antonio Orrego González, cuya actividad y cuyo celo se distinguieron, antes de la campaña, en la preparación del equipo del ejército, y durante la campaña, en importantes y variados servicios. No necesito encarecer aquí, por haberlo ya hecho en el cuerpo de este parte, las revelantes cualidades de actividad, de pericia y de valor que tanto enaltecen al jefe del Estado Mayor, coronel don Emilio Körner. Sus distinguidos servicios y su abnegada consagración á la causa constitucional, lo hacen digno de señalados merecimientoss y lo recomiendan á la consideración del Supremo Gobierno y á la consideración de los chilenos. Cúmpleme también recomendar particularmente á los señores jefes de brigadas y comandantes de cuerpos. Todos ellos cumplieron su deber con inteligencia y bizarn'a, haciéndose dignos de la confianza depositada en ellos y del honor que han alcanzado. 1
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No terminaré este parte sin hacer especial mención del coronel don Adolfo Holley y del señor don Joaquín Walker Martínez. Uno y otro abandonaron en Iquique las funciones que allí desempeñaban respectivamente de Ministros de Guerra y de Hacienda, ante la Excma. Junta de Gobierno. Uno y otro quisieron compartir los riesgos y las penalidades de la campaña, formando parte de la expedición y prestando su cooperación en ella. Tocó al señor Holley después de la ocupación de Valparaíso, la tarea de ir á ocupar la provincia de Coquimbo y disolver las numerosas fuerzas dictatoriales que allí había, lo que llevó afortunadamente á cabo sin efusión de sangre. El señor Walker Martínez acompañó al cuartel general.en las batallas de Concón y de la Placilla, apresurándose en ésta á transmitir una orden, por espontaneidad suya, que no por pedido mío. Con el corazón profundamente contristado evoco aquí el recuerdo de los señores jefes,oficialesysoldados que en Concón y en la Placilla rindieron sus preciosas vidas en defensa de nuestras instituciones, dejando en mísera orfandad á sus desconsoladas familias. Invoco ese triste recuerdo, fiado, señor Ministro, en que habréis de interceder en favor de los deudos queridos de aquellos ilustres muertos, áfinde que en todo tiempo y con liberalidad reciban de los representantes de la nación la merecida recompensa que la nación les debe,
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Fío igualmente en que tampoco faltarán la protección y el auxilio á que tienen derecho los que aun sufren de dolorosas heridas y los que, á consecuencia de éstas han quedado inválidos para el resto de sus días. El amparo de la ley debe alcanzar hasta ellos de modo que jamás puedan con razón lamentar su suerte y el día que concurrieron á verter su sangre generosa en servicio de la República. VI En la noche misma que se siguió á la victoria de la Placilla, el dictador don José Manuel Balmaceda abandonó en Santiago el palacio de la Moneda para esconderse en ignorado asilo, donde, tres semanas más tarde, él mismo había de poner fin á su atormentada vida. A la ocupación de Valparaíso se siguió la de la capital, donde en la tarde del 3 1 de agosto hicieron su entrada el Gobierno Provisional y el Cuartel General. Toda la República quedó en pocos días pacificada y sometida á las nuevas autoridades, encargadas de restablecer en ella el orden constitucional. Antes de terminar, séame permitido señor Ministro, hacer votos por que jamás el patriotismo chileno vuelva á verse en la dolorosa pero imprescindible necesidad en que se ha visto, de hacer cruenta guerra á un tirano para poder todos gozar los bendecidos frutos de la paz y de las libertades públicas. Que la cruel experiencia de lo pasado aproveche en
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lo futuro y lleve á todos el profundo convencimiento de que nada ni nadie podrá en Chile sobreponerse al derecho y á la ley, bien representados por la voluntad nacional. Son ellos los que deciden del triunfo. Porque, si las últimas victorias se han debido á la pujanza del ejército constitucional, su pujanza se ha debido, sin duda, á estar él compuesto de abnegados patriotas, defensores voluntarios y entusiastas de la causa del derecho y de la libertad; al paso que sus adversarios eran hombres forzados, inconscientes ó sobornados, puestos al servicio de la tiranía. La opinión nacional, que contrariaba á los últimos y quebrantaba sus ánimos, comunicaba á los primeros aquella invencible energía moral que los impulsó á las corrientes del Aconcagua y á las alturas de Concón y la Placilla. La causa era nacional: el triunfo corresponde á la nación. Santiago, á 1 5 de diciembre de 1 8 9 1 . E. DEL CANTO