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¿Y si no los escuchas?

“Sentía que nos estábamos ahogando y cuando por fin salíamos a flote, alguien nos empujaba la cabeza y nos íbamos al fondo de nuevo.” Literalmente, al fondo. Uso esta analogía para explicar lo que viví hace unos años. Los diagnósticos de mi hijo llegaron a cuenta gotas, primero uno, luego otro, luego otro. No entendía el por qué de todo esto. Además, los pronósticos médicos no eran muy alentadores. No había muchas esperanza respecto a su habla, su movimiento e incluso su nivel cognitivo. Y, así, vivíamos la vida basados en miedo y suposiciones.

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Un día, me encontré con un documental llamado “HEAL” (sanar, en español). Cuando el famoso Deepak Chopra dice “cree en el diagnóstico, pero no en el pronóstico” ahí, cambia mi vida. Ahí, solo ahí, me di cuenta de que sí, mi hijo tenía necesidades, pero NADIE lo sabía que le deparaba el futuro y el qué tan lejos él llegara, solo lo determinaba él con nuestra ayuda como padres.

Decidí que debía PRIMERO trabajar en mis emociones y en la forma en que veía las cosas, hacer un plan de acción definido para apoyarlo (no cosas aquí y allá como venía haciéndolo) y concentrarme en el acá y ahora, lo cual se refleja en el concepto de mindfulness Mi niño que antes tenía muchas crisis emocionales, está ahora mucho más relajado. Finalmente él es mi espejo y yo el de él. A sus 7 años, habla y se comunica. Camina. Está en primer grado y asiste a una clase regular. Entonces, ¿se curó?, se estarán preguntando. Él sigue siendo una persona con necesidades especiales. Pero, ahora lo veo ahora como un regalo y ya no quiero saber el “por qué”. No lo necesito. Solo me interesa y vivo el “para qué” y ese es el que me ha hecho apoyar a otras familias que se enfrentan a un nuevo diagnóstico. Para que no pierdan la fe en que las cosas pueden mejorar. Para que no se obsesionen con un futuro incierto. Para que con diligencia sigan con sus terapias, pero también busquen alternativas y segundas opiniones. Pero, sobretodo para que sepan que siempre hay que escuchar el diagnóstico, pero nunca, nunca el pronostico. En todos los casos, no solo como papas de niños especiales, ¡siempre tenemos la última palabra!

Viviana Barnwell San José, California

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