Historias de Luz

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Historias de Luz 1


Sumario Prologo 3 Introducción 7 La búsqueda de Enrique 17 El Tesoro de la Abuela 31 El Poder de las Palabras 35 La Aventura del huérfano Erick 45 El Gran Rescate 55 La Muñeca de Porcelana 67 Un Niño llamado Genarillo 77 Créditos 96

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Prólogo Los cuentos, desde tiempos ancestrales, han mostrado lo que el ser humano es en esencia, y al mismo tiempo nos presentan lo que quisiéramos ser, no sólo como una meta inalcanzable, nos enseñan que podemos transformarnos, podemos cambiar si nos entregamos de lleno a dicha empresa. Los cuentos nos revelan que podemos ser mejores personas si no claudicamos en nuestro esfuerzo, si nos mantenemos leales a nuestros principios y valores. En los cuentos, como en la vida misma, se presentan situaciones y personajes que harán hasta lo imposible por impedir que el protagonista alcance su meta, tratarán de disuadirlo o presionarlo para que renuncie a sus ideales, le harán creer que la vida no es ningún tesoro y que no vale la pena luchar por ella. Entonces, el protagonista tiene que tomar una decisión, ceder ante la seducción o presión de la maldad o luchar por alcanzar nobles metas aunque el camino sea sinuoso y difícil de alcanzar la cima. Los cuentos le brindan al niño, y en general al lector, la oportunidad de identificarse con el protagonista. Se trata de un ser común y corriente, con todos los defectos y limitaciones humanas, pero que pese a todo puede salir avante si no claudica en su esfuerzo por alcanzar una meta. 3


El cuento le permite al lector escucharse a sí mismo, escuchar a todos sus ancestros representados en los arquetipos que contiene la historia. Por lo tanto, el cuento acerca al lector a las respuestas que le permitirán reescribir su propia historia. En ese sentido, los cuentos le presentan al niño una filosofía de vida basada en el poder de la verdad, del esfuerzo, de lucha. No importa si las fuerzas del mal son poderosas, si tiene que enfrentarse a un monstruo de siete cabezas a una bruja malvada, si el niño es fiel a sus valores, a sus principios, a su herencia, y sobre todo confía en sí mismo, podrá vencer a los enemigos sin importar que sean más grandes y poderosos que él. Este libro es el resultado de un arduo trabajo emprendido por la Fundación Hitos de Expresión, en el Programa de Coinversión Social, bajo el proyecto denominado EducArte en Valores, en el cual partició el Gobierno de la República a través de la Delegación de la Secretaría de Desarrollo Social en Durango así como del Instituto de Desarrollo Social. Durante meses, se trabajó en terapia grupal con niños del 5° y 6° grado en las escuelas: Lic. Adolfo López Mateos del poblado José María Morelos y Pavón; la Escuela Miguel Hidalgo de San Vicente de Chupaderos; la Escuela General Carlos Real de Morcillo y la Escuela Miguel Hidalgo de la comunidad de Juan B. Ceballos, usando cómo herramienta terapéutica el cuento. Esa es la relevancia de este libro, fueron los propios niños quienes escribieron el cuento con el apoyo de un grupo de 4


psicólogos pertenecientes a la Asociación Psicoanalítica de Durango. El acompañamiento terapéutico a través del cuento le brinda al niño un poder que lo acompañará durante toda su vida: el poder de la palabra. A través de ir hilvanado historias “ficticias”, los niños fueron capaces de ir trabajando con su mundo interno; la guía del psicoterapeuta le permitió a los niños reconocer sus miedos, angustias, afectos depositados en los personajes de la historia, un reflejo de lo que estaban viviendo. Otras de las ganancias del cuento como herramienta terapéutica en la psicoterapia grupal con niños es la sociabilización, al tratarse de un grupo de niños con diferentes problemáticas y caracteres, los niños fueron capaces de compartir con sus compañeros sus propias historias y entre todos juntos se dio paso a la creatividad. El psicólogo fue el faro que los orientó. El psicólogo aclaró cuando la angustia amenazaba con eclipsar la historia. El cuento, con la guía del psicólogo, les permitió ponerle palabras a afectos innombrables, a recuerdos dolorosos y a la realidad que puede ser confusa y angustiante. Los lectores que descubran estas historias podrán abrir una ventana al mundo interno de los niños, más aún, podrán internarse en el grupo terapéutico y ser una voz más en la historia maravillosa que escribieron entre todos. Este libro de cuentos inició bajo la premisa que los niños tie5


nen muchas cosas que decir, y esas historias son valiosas y es importante escucharlas y leerlas. Al leer los cuentos, el lector se conectará con su infancia, con sus propios fantasmas con los que lidió en aquel entonces, porque no importa la época, no importan los avances tecnológicos, la geografía o los rostros del tiempo, todos los niños tienen algo que decir, todos los niños comparten temores, angustias, anhelos y esperanza que se mantendrán perennes mientras el hombre siga en este mundo. La transformación del mundo se logra a través de nuestros sueños, cuando los perseguimos y los hacemos realidad. Atrevámonos a soñar y el universo conspirará para que estos se vuelvan realidad.

Ing. Francisco Javier Hernández Flores Delegado de la Secretaría de Desarrollo Social en Durango.

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INTRODUCCIÓN HISTORIAS DE LUZ

Crecí en la casona de mi abuela, en ella viví el paraíso de la infancia. No importan los años que hayan pasado desde entonces, en mis recuerdos y en mis sueños sigo recorriendo aquella casona, veo los patios llenos de plantas y golondrinas volando sorteando los obstáculos, me subo a los árboles y arranco los limones, me escondo en las bodegas llenas de antigüedades y objetos aparentemente sin valor pero que para mí eran un verdadero tesoro, y sigo buscando conejos en aquel cuarto sin techo que siempre me intrigó. No importan las condiciones actuales de la casona, no importan las remodelaciones o que tenga años sin entrar en aquella propiedad, en mi memoria y en mis sueños sigue idéntica. Puedo ver cada uno de los objetos que veía cuando era niño, podría describirles con lujo de detalle todas las tacitas y objetos que guardaba mi abuela en la vitrina del comedor. Extraño a mi abuela Luz, me hubiera gustado que leyera este libro y que me diera sus consejos, o mejor aún, que me contara un cuento. Ella era única para contar historias, todas las tardes mis primos, mi hermana y yo nos sentábamos a su 7


alrededor y empezaba a contarnos historias sorprendentes de todas las épocas y con los personajes más increíbles que alguien podría imaginarse. Aquellas historias tenían el poder de mantener tranquilos a todos los nietos, no importaba si minutos antes estábamos riñendo, en el momento en que mi abuela se sentaba en el pasillo y comenzaba a narrar historias de tesoros enterrados, todos nosotros guardábamos silencio con la boca abierta por el asombro. Estábamos fascinados con las hazañas de los revolucionarios, antiguos antepasados que no quedaron en el olvido de las luchas. En aquel pasillo de piso de piedra desfilaron la mujer que se convirtió en una figura de sal, los ladrones que perdieron su botín, o el muerto que regresó del más allá para revelar en donde se encontraba el tesoro. Es fácil suponer que nos contaba esas historias para mantenernos quietos, éramos un grupo de niños traviesos y juguetones, era complicado lidiar con nosotros, afortunadamente en aquella época no existía el DSM (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales) porque nos hubieran diagnosticado con algún trastorno relacionado con la hiperactividad, sólo éramos unos niños con ganas de descubrir el mundo, disfrutando de las maravillas de aquella casona, de cada rincón brotaba la imaginación que inundaba el amplio patio que muchas veces sirvió de sede de las olimpiadas, de los más intrépidos números del circo, en fin, el mejor lugar donde un niño podía estar. 8


Afortunadamente tuvimos una abuela que nos contaba historias y lograba atrapar nuestra atención. Aquellos relatos eran muchísimos más poderosos que una pastilla para tranquilizar a los niños que tanto se usan hoy en día. Creo que nos contaba las historias por cuatro razones más importantes que el simple hecho de mantener la calma por un rato, primero porque mi abuela tenía muchas cosas qué contar, que compartir, cosas valiosas que ella fue atesorando a lo largo de los años. Quien cuenta una historia dice, sin necesidad de decirlo, que su vida ha sido importante y qué le concede el mismo valor a la vida de aquella persona que a su vez se la contó, también al nuevo oyente que continuará la cadena. En caso contrario, esa historia hubiera muerto en el olvido y con ella su autor. En cierta forma el receptor también muere cuando se le priva de una historia, se le da a entender que no es importante para merecerla, por lo tanto, lo excluimos de nuestro mundo de ficción donde habitan nuestros dioses y monstruos. No podemos contar historias que no nos han sido significativas, platicamos lo que ha hecho eco en nuestro mundo interno y con lo cual nos apoyamos para vivir el día a día. Sólo se platica una historia si se le confiere importancia al oyente, al integrarlo en la narración se crea una hermandad y un soporte, como unos brazos que nos dan cobijo. Se platican historias porque en ellas vienen códigos valiosos 9


de información, como si se tratase de cadenas de ADN que nos dicen quiénes somos y de dónde venimos. Cada historia posee el inconsciente de muchas generaciones que nos han dado una identidad y de cierta forma nos explican cómo será el futuro. Sin pretenderlo, mi abuela nos mostraba a través de las historias a todos sus antepasados que ella amó, también a los anteriores que no conoció pero que siguen viviendo en las ficciones. Para ella, todos los nietos fuimos importantes porque nos compartió ese tesoro milenario. La segunda razón era porque ella poseía un don de contar historias, no basta con acumular anécdotas, relatos, leyendas, etc., hay que saber contarlas para atrapar al público. Quien sabe contar una historia sabrá enamorar, convencer, conmover, integrar, disuadir, lograr el perdón, etc., el don de la elocuencia jamás podrá ser superado por una pastilla que adormece. La pastilla sólo desconectará al niño del mundo, mientras que la palabra bien dicha le ayudará al niño a entender mejor el mundo y a sí mismo, le dará herramientas para poder vivir en él, con él mismo y con los demás. Quien sabe narrar una historia enseñará el poder de las palabras como acción curativa, develará cómo es que la ficción indemniza al niño de una realidad dolorosa o perturbadora; la palabra bien dicha le dirá que siempre hay esperanza y que las cosas pueden cambiar aun en el peor de los panoramas. La tercera razón por la cual nos contaba historias era porque confiaba en nosotros. Cuando alguien cuenta una historia es 10


porque le quiere compartir a alguien un cachito de su vida, su propia esencia, en la historia narrada va condensada su vida, sus sueños, anhelos, fantasías y una gran confianza hacia el oyente; confianza de entregar ese material sagrado y que hará buen uso de él. La cuarta razón del porque mi abuela nos contaba historias era la más poderosa de todas: porque nos amaba. La persona que ama da lo mejor de sí, creo que lo mejor que tenemos los seres humanos son nuestras historias. Los cuentos que leerán a continuación nacieron de la imaginación de los niños, alumnos de varias escuelas primarias, en un trabajo grupal, durante todo un semestre se aplicó una nueva técnica psicoterapéutica en donde la principal herramienta fue el cuento. La nueva técnica no se trata de leerles un cuento, son los propios niños quienes lo elaboran con la guía terapéutica del psicólogo. El psicólogo viene a ser ese faro de luz que conduce la creatividad del cuento para que pueda sacar a la luz aquellos fantasmas y seres oscuros que lo atormentan desde el interior. El cuento fue el cauce de un río turbulento que lo condujo hasta una ribera más tranquila, todo con el poder de la palabra. Cada grupo de niños contó con un psicólogo que guió su imaginación y creatividad por caminos menos peligrosos y llenos de opciones. Entre todos analizaron nuevas perspectivas de 11


un mismo evento y descubrieron soluciones a conflictos psíquicos proyectados en los personajes del cuento. El cuento le permite al niño trabajar afuera lo que le atormenta adentro. La historia y los personajes del cuento se vuelven arcillas en sus manos que moldean al reescribir sus destinos. En la fantasía, los personajes dicen y sienten lo que él experimenta en la realidad. El psicólogo tiene que estar atento a que esos demonios no se salgan de control y le brinde la confianza y esperanza al niño de que puede cambiar la historia y, por ende, el destino de los personajes con la fuerza de la palabra y la creatividad. Los niños que participaron en este proyecto de psicoterapia a través del cuento son los verdaderos protagonistas de esta historia. Pertenecen a comunidades de la periferia de la ciudad, provienen de familias con muchas carencias de todo tipo, viven situaciones complicadas con las que tienen que lidiar todos los días. ¿Qué historias contará un niño que vive en la pobreza, en medio de la violencia, o sufre de abandonos? Ustedes leerán cuentos donde los villanos son sicarios, madres que abandonan, padres que agreden, es decir, los villanos son personajes de carne y hueso, pareciera que las brujas, dragones y hechiceros son personajes muy distantes y de difícil acceso para depositar en ellos la maldad. La maldad está cercana y es la vida misma que parece que se ensaña con los niños, mientras que la fantasía pareciera un lujo al que no tienen derecho a acceder. 12


Los niños que conformaron los grupos terapéuticos presentan problemas con el manejo de la agresión y de sus impulsos, su desempeño académico es bajo, sus compañeros del aula no los toleran o simplemente son aislados y no interactúan. Pareciera que en estas conductas erráticas los niños han encontrado la única forma de decir aquí estoy, existo y no me gusta lo que estoy viviendo. ¿A alguien le importa escuchar lo que estos niños tienen que decirnos, lo que sienten o su forma de interpretar el mundo? Este proyecto nació bajo la premisa de que estos niños tienen algo importante que decirnos, que sus historias son valiosas y que necesitamos escucharlas porque en ellas estará plasmada la realidad que viven millones de mexicanos. Pese a las carencias y a que muy pocos confiaban en sus capacidades, ellos tienen el don de la palabra y de la narración, por ende pueden acceder al cobijo que brinda la palabra y logran seducirnos con historias llenas de sorpresas. Necesitamos escuchar sus historias porque son sinceras, porque son valientes y porque han confiado en nosotros como depositarios de su mundo interno. Por último, estos niños nos contaron sus historias porque vive en ellos la esperanza y la capacidad de amar que se refleja en cada párrafo. Las historias de estos niños son cuentos llenos de luz; en medio de un panorama que pinta sombrío, el poder de la palabra 13


iluminará el camino sinuoso permitiéndoles recorrerlo apoyándose de la fantasía y de la esperanza. El destino puede cambiar si siguen el ejemplo del protagonista que ellos mismos crearon, un protagonista que no claudicó en su empresa por alcanzar la meta pese a todos los obstáculos o al mundo de tinieblas, y que al final su esfuerzo se vio recompensado. El cuento y la terapia no les cambiará su medio ambiente ni sus condiciones de vida, pero les brindó una herramienta que los acompañará toda la vida y que les permitirá el acceso a un mundo lleno de nuevas posibilidades, una herramienta más poderosa que los fármacos que adormecen y ciegan voluntades: el poder de la palabra y de la ficción. No queremos niños “bien portados” a costa de mantenerlos sedados, queremos niños creativos, que hablen con la verdad, que sean capaces de auto-regular y organizar su mundo interno así como su historia de vida, personas que puedan alzar la voz y que sean propositivos, con argumentos y soluciones, que sean el motor de cambio de la sociedad, que sean futuros modelos a seguir para sus propios hijos. Los invito a leer este libro, las historias no morirán e impactarán en todos ustedes, estoy seguro que estos niños ocuparán un lugar muy importante en su corazón, no los conocen, pero de cierta forma representan y le dan voz a un gran porcentaje de los niños duranguenses y mexicanos.

Agradezco enormemente a la Fundación Hitos de Expresión por apoyar este proyecto y al grupo de psicólogos que for14


maron parte de él, ellos estuvieron conduciendo los grupos terapéuticos, prestaron su inconsciente, sus propias historias de vida y su enorme capacidad de empatía para que los niños se integraran y pudieran elaborar los cuentos. Su guía, su escucha analítica y su paciencia permitieron que el cuento surgiera en medio del caos y representara fielmente a todos los niños involucrados. Los psicólogos que participaron en este proyecto son candidatos a la Maestría en Psicoterapia Psicoanalítica y son integrantes de la Asociación Psicoanalítica de Durango. Detrás de cada cuento hay un arduo trabajo de análisis individual y grupal, todos los psicólogos supervisaron las historias, se interpretaron los simbolismos y mensajes inconscientes para tratar de entender lo que los niños querían decirnos a través de los cuentos y sus personajes; de esta forma lograron ser un faro que guiaron a los niños en medio de una neblina de fantasmas.

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La búsqueda de Enrique

Había una vez un niño muy triste que se llamaba Enrique, estaba triste desde que su papá se había marchado de la casa, Enrique jamás supo porque se fue, no tenía idea a dónde se había ido, ni el motivo y por qué no se despidió del él; simplemente un día despertó y se dio cuenta que su papá ya no estaba. El papá era el mago Merlín. La relación de Enrique con su mamá no era muy buena, su mamá era una bruja que pasaba mucho tiempo en el calabozo preparando hechizos; lo dejaba solo todas las tardes. Enrique le preguntaba a dónde se había ido su padre pero ella nunca le dio una respuesta que lo dejara satisfecho. Enrique se sentía muy solo y triste. Vivía en una casona antigua en una isla. Su casa estaba cercana a la playa, le gustaba jugar a arrojar piedras al mar para hacer patitos, eso le permitía sentirse menos triste. Una tarde, cuando estaba jugando en la playa apareció a lo lejos un delfín, cosa rara porque en aquella playa nunca se había visto uno, más raro aun, el delfín se acercó tanto que casi parecía que iba a salir del mar, se detuvo justo enfrente de donde se encontraba sentado Enrique, y le dijo: “Sígueme, yo te ayudaré a encontrar a tu padre”. 18


Enrique pensó que estaba soñando, pero algo dentro de él quería creer que un delfín le estaba hablando con la verdad. Volteó a ver a su casa, nadie lo estaba esperando, a su lado sólo tenía un montón de piedras. Sin pensarlo dos veces se metió al mar y decidió acompañar al delfín, la emoción de volver a reunirse con su padre lo hizo armarse de valor, se agarró de la aleta y se metieron mar abierto, nadaron una larga distancia hasta que llegaron a un barco pirata. Enrique subió al barco con la ayuda de su nuevo amigo, pensó que allí podría encontrar a su padre, empezó a recorrerlo con la esperanza de encontrar a alguien que le diera noticias de su padre, pero se dio cuenta que el barco estaba solo; mientras el delfín lo seguía desde el mar. El delfín vio que Enrique estaba platicando solo, pero no era así, estaba platicando con una hormiga. Enrique ya no se sorprendió que una hormiga le hablara, incluso sintió como si hablara con una amiga, se agachó para escucharla mejor; tal vez ella le podría informar si su padre había estado en ese lugar, pero ella sólo pudo decirle que el barco le pertenecía a un rey. Enrique tenía mucha hambre, desde la mañana que dejó la casa para pasear por la playa no había probado alimento, su madre jamás se preocupaba si había desayunado o no. La hormiga le informó donde podría encontrar algo de comida. Le indicó el camino hacia la cocina y encontraron sobre la mesa unos platillos que parecían recién preparados. Enrique se puso muy contento, quiso compartir con la hormiga los alimentos pero ella no aceptó, aun así Enrique le puso 19


un pedazo de pan a su lado, ella se molestó porque era mucha comida y no podría con ese trozo de pan. Enrique se empecinó en que la hormiga comiera, no podía entender por qué rechazaba la comida, por qué le molestaba que alguien se preocupara por ella. La hormiga se enojó por la actitud de Enrique, sentía que casi la obligaba a comer siendo que ella no tenía hambre, fue así que terminaron discutiendo. La mesa sobre la que estaba la comida en realidad era una mesa mágica que al escucharlos discutir los interrumpió y les dijo que no valía la pena pelear por algo así. La mesa mágica fue la que apareció los platillos en cuanto escuchó que Enrique no había comido, jamás se imaginó que todo iba a terminar en una discusión. Para intentar hacer menos tenso el momento les presentó a su amigo el perro que entraba en la cocina en esos momentos. Todos estaban contentos compartiendo los alimentos, pudieron platicar, el perro era un gran compañero. Ya más relajados empezaron a platicar cordialmente, eso permitió que todos se sintieran más unidos y parte de un grupo. Enrique comentó que andaba buscando a su padre, el mago Merlín, que hacía mucho tiempo se había marchado de la casa sin decir nada. Todos se ofrecieron ayudarlo para encontrar a su padre, Enrique les agradeció y se sintió muy unido a ellos. Estaban tan contentos que no se percataron que había subido al barco un lobo, que sin más ni más, se acercó silenciosamente para atacarlos, estaba como loco, en sus ojos se podía ver la maldad; el perro intentó detenerlo enfrentándolo, 20


pero como el lobo era más fuerte y tramposo mordió al perro dejándolo muy lastimado. Parecía que todo estaba perdido, que el lobo había ganado la batalla, pero sin que nadie se lo esperara, la hormiga dio un salto y mordió al lobo con una fuerza increíble, lo que provocó que soltara al perro y que se escuchara un ¡auuuu…!, aprovechando que el lobo estaba dolido, Enrique se echó encima de él y logró tumbarlo, entonces, el delfín que observaba desde el mar, salió volando del agua y con un giro rápido golpeó con la cola al lobo, tan fuerte fue el golpe que el lobo se desmayó, al verlo inconsciente todos abandonaron rápidamente el barco antes de que el lobo se recuperara. Se fueron nadando muy asustados, con la guía del delfín llegaron a una isla. Como salieron huyendo, jamás pensaron en llevar algo de la comida que estaba sobre la mesa, lo único que querían era escapar del lobo. El delfín pescó unos camarones que entre todos cocinaron, de tomar bebieron una rica agua de coco. Esa noche habían decidido dormir en aquella isla, se sentían más seguros. Se sorprendieron que al despertar no estuviera el perro con ellos, no sabían que se había levantado en medio de la noche y había nadando de regreso al barco justo donde los había atacado el lobo. Cuando el lobo lo mordió le inyectó su saliva embrujada lo que hechizó. Gracias al hechizo, el perro se levantó en la noche como si estuviera sonámbulo, parecía un títere cuando se levantó del lugar donde dormían todos juntos, con los ojos rojos 21


y encendidos daba la impresión que sólo obedecía órdenes a distancia. Se metió al mar y nadó toda la noche hasta llegar al barco en donde ya lo esperaba el lobo. Todos, a pesar de la sorpresa por la desaparición del perro, sabían que tenían que seguir su recorrido, le habían prometido a Enrique ayudarle a encontrar a su papá, no descansarían hasta reunirlos. La hormiga había escuchado hace tiempo en el barco la historia de un gran mago que habían secuestrado en una isla cercana pero que nadie se atrevía ir a su rescate porque una fuerza muy poderosa lo había encerrado. Enrique se emocionó al escuchar esa historia, pensó que muy probablemente se trataba de su padre, ahora entendía porque se había ido así tan repentinamente, sin despedirse de él; alguien lo había secuestrado y eso explicaba todo. Entonces, la isla en la que se encontraban podía ser la misma donde tenían secuestrado a su padre. Enrique sentía en su corazón que su padre estaba en el bosque, por lo que decidieron ir a buscarlo, y así caminaron sin rumbo fijo, sólo guiándose por su corazonada. Después de mucho caminar y casi perder el aliento, encontraron una vieja casa. La hormiga recordó la descripción que los marinos habían hecho del lugar donde tenían secuestrado al mago y les dijo a sus compañeros que estaba segura que en aquel lugar estaba prisionero el mago, todo coincidía con exactitud. Decidieron acercarse para investigar, pero Enrique ce22


gado por la emoción de encontrar a su padre se dirigió corriendo hacia la casa, gritaba el nombre de su padre, cuando abre la puerta se impacta al ver a su madre la bruja, estaba preparando un hechizo. Enrique se quedó como petrificado por el impacto de ver ahí a su madre, de pronto lo comprendió todo, su propia madre había secuestrado a su padre y lo tenía prisionero en el viejo granero al que nunca le permitió acercarse. Cuando Enrique se acercó al granero corriendo no lo reconoció por la emoción. La isla a la que habían llegado era la misma isla donde vivía, su padre siempre había estaba tan cerca de. La bruja con su bola de cristal siempre supo lo que su hijo estaba haciendo, fue ella la que le ordenó al lobo, su leal sirviente, que lo siguiera hasta el barco para evitar que se enterara de toda la verdad. Sabía que su hijo y sus amigos se acercaban al granero, por eso fue fácil que el lobo los arrinconara y los llevara hasta la mazmorra. Pero el lobo no se percató de la presencia de la mesa mágica, había aparecido en un rincón mientras estaba todo el alboroto. La hormiga fue la única que vio que la mesa había aparecido y corrió a esconderse junto a ella. Enrique y sus amigos pensaron que la hormiga había logrado escapar, cuando estaban en la mazmorra se sorprendieron cuando vieron al perro en una de las esquinas más oscuras de aquel lugar. La bruja también lo había hecho prisionero. Mientras estaban en la mazmorra, afuera la hormiga 23


y la mesa mágica estaban poniéndose de acuerdo, elaboraban un plan para rescatarlos. La mesa mágica logra adivinar donde tenía la bruja escondida la bruja la llave de la celda, le indicó a la hormiga el lugar, ella podía moverse sin ser vista. La hormiga logra llegar a la mazmorra sin ser vista y los libera. El perro moviendo la cola les indicó que lo siguieran, él sabía cómo salir de aquel lugar ya que lo había estudiado muy bien el tiempo que estuvo prisionero. Fue así como escaparon rápido. Cuando se encontraron todos afuera se dieron cuenta que la hormiga no iba con ellos, decidieron regresar, la hormiga estaba atrapada en una telaraña, corrieron a ayudarla, se trataba de una arañas mutantes que estaban a punto de comerse a la hormiga. La bruja los descubre cuando regresaban a rescatar a su amiga y les lanzó hechizos al grupo, pero la mesa mágica logró desviar los hechizos como si fuera un espejo reflejando los rayos del sol, uno de los hechizos rebotados golpeó a las arañas que estaban a punto de comerse a la hormiga, las arañas quedaron congeladas. El delfín logra rescatar a la hormiga de la telaraña, todos salen huyendo por un pasadizo subterráneo; la bruja no los quería dejar escapar, los siguió en su escoba voladora mientras les tiraba hechizos, mismos que la mesa desviaba uno por uno. De nuevo un hechizo rebotado pegó contra un caldero, éste salió volando golpeando la escoba. Esto sacó de balan24


ce a la bruja y cayó súbitamente, eso permitió que el grupo de amigos escapara. La bruja al ver frustrado su intento de atrapar al niño decide lanzar un último hechizo pero esta vez contra su leal sirviente el lobo, lo convirtió en el mago Merlín. Si su magia no había logrado atrapar al niño, el lobo transformado en su padre lo conseguiría. Fue así como el lobo se transformó en el mago Merlín, pero le advirtió que sólo se parecía a él, que no tenía los poderes del mago original y que el hechizo sólo duraría una hora. Enrique que estaba escondido tras un árbol ve al falso Merlín acercarse, se emocionó tanto que fue corriendo a abrazarlo. Todos sus amigos salieron de sus escondites emocionados, se sentían seguros con la presencia del mago. Acompañaron al impostor hasta otra casa a corta distancia. Ignoraban que esa casa sólo era otra mazmorra, estaban a punto de entrar al lugar cuando se acabó el efecto del hechizo transformador y el lobo recuperó su forma original. El lobo pensó que seguía siendo el mago, no se había percatado del cambio. Cuando descubrieron el truco, entre todos agarraron al lobo y lo encerraron en la casa El lobo trató de convencerlos para que lo dejasen salir, les prometió que no les haría nada. Nadie le cree al lobo y deciden marcharse, pero como aquel lugar estaba lleno de trampas que había puesto la bruja, Enrique cayó en una trampa, logró sostenerse antes de caer hasta el fondo de ese 25


enorme agujero en donde habitaba un enorme alacrán. Sus amigos buscaron desesperadamente un lazo, comenzaron a gritar, el lobo al escuchar los gritos intuyó lo que estaba pasando, sabía de las trampas que su ama había puesto en todo el lugar. Desde adentro de la casa les gritó: “Yo tengo un lazo, déjenme salir y les ayudo”, al no quedarles otra opción, decidieron dejarlo salir. El lobo ya fuera de la mazmorra rescató a Enrique, tenía la fuerza para hacerlo sin dificultad, pero sobre todo tenía el deseo de ayudar. Una vez concretado el rescate, el lobo comenzó a brillar y todos se sorprendieron, luego de un resplandor vieron cómo el lobo se convirtió en un leñador. El leñador recordó que la bruja lo había hechizado. Convirtió a un leñador de buen corazón en un lobo malo, por lo que el hechizo se rompió cuando el lobo malo realizó un acto bueno. El leñador les contó todo lo que había hecho cuando era lobo, sabía dónde se encontraba Merlín. Enrique emocionado le pidió que lo llevara donde estaba su padre; todos lo siguieron por un largo viaje, atravesaron la isla, llegaron a otra casa en medio del bosque. El leñador se adelantó ya que conocía las trampas. Entró a la casa y se apresuró a abrir la mazmorra. Merlín salió de casa confundido, Enrique corrió a su encuentro y se dieron un fuerte abrazo que se prolongó por el tiempo; sus amigos los ven conmovidos y dibujaron una sonrisa en los rostros que antes estaban llenos de miedo. Todos 26


se sintieron muy felices, por fin padre e hijo se encontraron. Luego de tan emotivo encuentro decidieron irse de ese lugar, mientras tanto la bruja se da cuenta de lo ocurrido ya que todo lo ve desde su bolita mágica, el coraje no le cabía en el cuerpo, sale volando para encontrarlos en el camino para impedirles que dejen la isla. Enrique, su padre, el leñador y todos los amigos caminaban rumbo a la playa cuando aparece la bruja, trata de detener a Merlín con un hechizo, éste protege a Enrique poniéndolo detrás de él. La bruja y Merlín se lanzan hechizos el uno al otro, la magia se concentra en medio de los dos hasta formar una bola de energía que genera una explosión. La bruja y Merlín se asustan porque la explosión resulta ser muy poderosa. Se asombran al percatarse que el que había hecho la gran explosión no había sido la magia de ambos sino Enrique. Nadie sabía que Enrique tenía dicho poder, ni él mismo. Pese al tamaño de la explosión nadie salió dañado. Enrique había logrado protegerlos creando una burbuja mágica alrededor de todos. Enrique descubre en ese momento que puede hacer magia, la bruja y Merlín se dan cuenta que la magia de su hijo es más poderosa que la de ellos. Tenía los poderes de sus padres pero aumentados. La bruja cayó desmayada, en parte porque había estado gastando mucha energía por la magia y por la sorpresa de ver los poderes de su hijo. Merlín se acerca a ella y la trata de 27


reanimar sin éxito; estaba completamente vacía de poder. Merlín se da cuenta que debía aprovecha ese momento que su esposa se encontraba vacía de poder para cambiar la magia negra que había en su corazón por magia blanca. Al usar Merlín su magia que venía del corazón, la bruja empieza a cambiar, en medio de un rayo de luz la bruja se transforma con el poder del amor. Ella abrió los ojos, su mirada parecía diferente, era más profunda. Su mirada se fijó en Merlín por un largo tiempo, como si quisiera decirle muchas cosas, pero sólo logra decir: “Perdóneme, no quería quedarme sola y no sabía qué hacer”. Merlín la abraza y sabe que desde ese momento las cosas cambiarían, que todo sería distinto y que por fin podrían vivir en familia. La madre al recuperar su forma original abraza a su hijo y le pide perdón, Enrique duda en abrazarla pero lo hace y besa a su madre, estaba muy contento de recuperar a la madre buena que él recordaba. En ese momento del abrazo se rompe el último hechizo y los amigos de Enrique: la mesa mágica, el delfín y la hormiga parlantes se convierten en los niños que eran antes del hechizo. El perro era el único que conservó su forma original, siempre había sido un perro y desde ese momento fue la mascota fiel de Enrique. Enrique ahora ya tenía a sus padres de vuelta, tenía amigos y una mascota; ya no era un niño solitario y triste. Sabía que tenía un gran poder, más allá de la magia, el poder 28


que poseía era el de la felicidad, sentía que ahora podía hacer cualquier cosa.

Colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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La tesoro de la abuela

Había una vez una abuela llamada Elena, su pelo era blanco como la espuma de mar y sus ojos de color azul resaltaban con lo blanco de su piel. A pesar de tener 60 años vivía desde hace algún tiempo sola, rodeada de sus tierras de cultivo, las cuales habían dejado de ser trabajadas a partir de la muerte de su marido hace más de treinta años. Elena se había convertido en una mujer solitaria y callada, tan callada que llevaba años sin decir una sola palabra, hacía muchos años que había enmudecido y el silencio fue su única compañía. Durante la noche, en su casa podían percibirse todos los sonidos de una manera amplificada debido a que encontraba en las lejanías de la ciudad. Pero los ruidos que la despertaron esta vez eran diferentes así como lo serían las siguientes horas. Eran aproximadamente las tres de la madrugada cuando dentro de la casa se escucharon personas caminando y moviendo muebles. En cuanto Elena se levantó de su cama, en el enorme espejo que se encontraba frente a ella apareció la imagen de su esposo, no se asustó pero por primera vez habló, exclamó el nombre de su marido, este le contesto que no había tiempo y tenía que contarle un secreto. 32


Era 1920 cuando corría el rumor que en la finca de Elena y su marido había un tesoro enterrado. Los policías del pueblo cercano, con avaricia se atrevieron a exigirles sus tierras pero ellos no se sometieron a esas órdenes. Sin embargo, un día estalló lo que a la abuela le pareció una guerra y su esposo murió defendiendo hasta el último momento lo que les pertenecía. Desde entonces ella no emitió palabra alguna y enmudeció. Lo que su marido le explicó es que los ruidos que escuchó eran los fantasmas de los policías buscando el tesoro que en vida no pudieron encontrar, pero esta vez él no podía defenderla. Le dio indicaciones de dónde se encontraba el mapa que la llevaría a las riquezas enterradas y finalmente la imagen de su esposo se desvaneció. Cuando ella entró al cuarto con los fantasmas, todos la miraron amenazadoramente, Elena les dijo: “Sé dónde está el tesoro, lo único que quiero es que me dejen en paz y se vayan para siempre”. Logró convencerlos de la tregua y salieron de sus tierras, explicándoles que por eso jamás encontraron la fortuna, porque no estaba dentro de la casa, solamente el mapa que los conducirá hasta él. Al llegar al punto del tesoro, los fantasmas comenzaron a excavar, Elena se retiró lentamente dejándolos con su avaricia. De pronto se dieron cuenta que las monedas que contenía el cofre no eran de oro, eran esos dulces de chocolate envueltos en aluminio dorado. Elena lo había planeado todo, minutos antes ella había desenterrado las riquezas y las cambió por las monedas comestibles. 33


El verdadero tesoro lo mantuvo en un cofre pero lo enterró en otro lugar, fuera de la finca. Con enojo, los fantasmas voltearon a ver a su estafadora y a la vez se sorprendieron pues ella estaba detrás de unas rejas. Elena: “No se dieron cuenta que los traje al panteón, es dónde pertenecen y de aquí nunca podrán salir pues he vertido agua bendita en la entrada”. Los fantasmas que llevaban años buscando ese tesoro no se dieron cuenta de la trampa de Elena, su avaricia los había cegado. Quizá ahora podrán descansar eternamente en tierra santa, quizá ahora se olviden del tesoro que los llevó a la muerte. Elena decidió volver a trabajar las tierras, invirtiendo el dinero del tesoro en ella y en los niños necesitados económicamente del pueblo más cercano. Los fantasmas no volvieron a aparecer, pero tampoco su marido en aquel espejo. No hacía falta porque ahora ya hablaba con los demás y era feliz. Elena ya tenía un motivo para hablar y entendió que ese era el verdadero tesoro del cual se estaba privando ya que podía platicar y convivir con los niños del pueblo. Les podía decir que era feliz.

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El poder de las palabras

Esta es la historia de dos hermanos, Marco Antonio y Gloria, él tiene 30 años de edad y usa el pelo largo, hasta los hombros, sus ojos son de color café, usa botas vaqueras y sombrero, le gusta montar a caballo, coleccionar carros deportivos y jugar futbol en la posición de portero. Él es valiente, fuerte y no le teme a la oscuridad. Su hermana Gloria es más chica de edad, tiene el pelo color rojo, sus ojos son color café, le gusta coleccionar faldas y blusas cortitas, también usa zapatillas. Los dos viven en una casa de tres pisos y tienen un carro Ferrari, sus papás no están en casa, se fueron de viaje a Francia hace mucho tiempo; Marco Antonio y Gloria los extrañan mucho, les pidieron que ya regresaran, sus papás les dijeron que hasta que fueran buenos hermanos y dejaran de pelear por el dinero iban a regresar. Entonces les dejaron una tarea a sus hijos que tenían que realizar para que ellos pudieran regresar de su largo viaje: tenían que encontrar el libro mágico donde estaban las palabras mágicas que les ayudarían a volver. Les dieron algunas instrucciones a manera de pistas para que pudieran encontrar el libro. 36


La primera pista la dejaron con Junior, un amigo de sus papás. Cuando lo encontraran tenían que decirle una frase mágica para que él les entregara la siguiente pista que los acercara más al libro. Los hermanos no sabían dónde buscar a Junior, ni cuál era la frase mágica que tenían que decirle. Marco Antonio se enojó con Gloria como si fuera ella fuera la responsable. En realidad Junior los estaba viendo a cierta distancia para no ser detectado y al ver que discutían decidió acercarse y les sugirió que trabajaran en equipo. Los hermanos estuvieron de acuerdo, en el momento que se dieron la mano a manera de disculpa se les apareció un hada llamada Jenny, la cual les preguntó por qué peleaban todos los días. Gloria respondió que Marco Antonio tenía dinero y no se lo quería compartir. Entonces la hada Jenny les preguntó: ¿Si un día se les acaba el dinero qué les quedaría?, ¿Qué es más importante que el dinero? Los hermanos estuvieron pensando y llegaron a la conclusión de que si se les acababa el dinero solo les quedaba el cariño que se tenían el uno por el otro, la amistad y su compañía. El hada al escuchar la respuesta, les reveló la frase que tenían que decirle a Junior para que les diera la siguiente pista: “La amistad es más importante que el dinero”. Junior les dio la segunda pista para que pudieran encontrar el cofre en donde estaría la clave para encontrar el libro mágico. 37


Tenían que viajar a la ciudad de los zombis para encontrar un mapa que estaba en un hotel habitado por zombis. Cuando llegaron se dieron cuenta que iba a ser muy difícil poder entrar porque había muchos zombis y podían ser descubiertos. Estudiaron todas las opciones que tenían para poder ingresar al hotel, cuando estaban armando el plan se encontraron con un mago llamado Brian, les dijo que los había estado escuchando sin que ellos se dieran cuenta, se ofreció a ayudarles porque quería recuperar el hotel ya que era su casa antes de ser invadida por los zombis. El mago les platicó que había un zombi muy poderoso que cuidaba el cofre y que se encontraba en la azotea del hotel; como él conocía muy bien el interior les dibujo una ruta para que pudieran llegar más rápido y sin que tuvieran que enfrentarse a los zombis. También les prestó su varita mágica que él ya no podía usar porque solo tenía efecto cuando se tenía a un verdadero amigo, como él estaba solo la varita ya no funcionaba. Como Marco Antonio y Gloria, aparte de hermanos, eran buenos amigos sí podrían usar la varita mágica. Gloria pensó que era muy importante amar toda la vida a nuestros hermanos. Ya protegidos por la varita y con un plan entraron los dos al hotel, siguieron la ruta que el mago Brian les indicó, pero al doblar en un pasillo un zombi los descubrió y llamó a los demás. Gloria y Marco Antonio unieron sus manos para usar la varita, de donde salió una luz blanca muy fuerte, los zombis 38


salieron corriendo por lo que ellos aprovecharon para escapar y abrirse camino hasta que se encontraron con otro zombi que traía colgada en su cuello la llave del cofre. Gloria en un acto de valentía se acercó al zombi y le arrancó la llave del cuello con unas pinzas que traía, salieron corriendo y el zombi los persiguió, llegaron al elevador, subieron hasta la azotea logrando escapar del zombi. Cuando llegaron a la azotea había otro zombi resguardando el cofre, Marco Antonio y Gloria volvieron a unir sus manos y le dispararon con la varita la luz blanca, entonces el zombi se convirtió en humano, Marco Antonio y Gloria se acercaron a él para ayudarlo y preguntarle quién era, él les respondió que era Patricio, hermano del mago Brian. Marco Antonio y Gloria le explicaron quiénes eran y qué estaban haciendo ahí, también le dijeron que habían recibido ayuda de su hermano, que gracias a él habían logrado llegar hasta el cofre. Entre todos abrieron el cofre, contenía una flecha que apuntaba hacia el sur y que los guiaría hasta encontrar el libro mágico. Marco Antonio y Gloria se despidieron del mago Brian y de Patricio, les agradecieron su ayuda y les dijeron que los iban a extrañar. El mago Brian y Patricio les respondieron que ellos también los extrañarían, mencionaron que una paloma los acompañaría, que si llegaban a tener alguna dificultad la paloma les avisaría inmediatamente y ellos irían en su ayuda. 39


Así, Marco Antonio y Gloria siguieron su camino hacia el sur guiados por la flecha, caminaron dos días, ya estaban cansados, no tenían que comer y se estaban desesperando. Pese al cansancio y a la desesperanza siguieron caminando hasta que se toparon con un lago, la flecha indicaba que lo tenían que cruzar, no dudaron y se metieron. Nadaron hasta que se los venció el cansancio, cuando decidieron descansar un momento sintieron que una fuerza muy poderosa los jalaba hacia el fondo. Mientras iban sumergiéndose se percataron que se trataba de una serpiente muy grande, que no podrían luchar contra ella, pensaron que ese era su final; de repente vieron una luz blanca muy fuerte, como un rayo que cayó desde el cielo, eran Brian y Patricio que congelaron a la serpiente y los salvaron. Gloria estaba muy asustada, Marco Antonio la calmó diciéndole que ya había pasado todo, que las cosas iban a salir bien, que si permanecían juntos iban a lograr llegar hasta el cofre. Estaban muy cerca de encontrar el libro mágico, pronto verían a sus papás. Gloria se sintió tranquila y feliz. Entonces llego un barco que iba en la dirección que apuntaba la flecha, se despidieron del mago Brian y Patricio, subieron al barco, ya era de noche, hacia frío, la tripulación del barco les ofrecieron cobijo y comida. Marco Antonio comenzó a cantar una vieja canción ya casi olvidada que su mamá le cantaba antes de dormir: 40


“Brilla el sol como un relámpago, El sol se cubre con las nubes y las nubes se van, Llueve, llueve, llueve sin parar, El sol se oculta detrás de las montañas, El gallo canta y se va a dormir…”. Para hacer reír a Gloria siguió cantando: “Luna dame una tuna la que me diste se fue a la laguna…” Gloria se rió y se quedó dormida, pareciera que la canción la había arrullado. Marco Antonio le dio un beso en la mejilla y se quedó dormido también. Mientras se iba durmiendo, Marco Antonio reflexionó que aquella canción aun cumplía con su cometido, el hacer dormir a los niños aunque ellos ya eran unos adultos. Durmieron plácidamente, estaban seguros que al día siguiente encontrarían el libro mágico. Al día siguiente, el barco había llegado a la orilla del lago, Gloria se levantó alegre y bailando porque ella sabía que encontrarían el libro mágico, por ende, iban a poder ver a sus papás. Llegó el momento de bajar del barco y seguir a la flecha que los seguía guiando, caminaron hasta que llegaron a un árbol muy grande y frondoso, ahí desapareció la flecha y vieron una luz muy blanca que venía de la raíz del árbol, se dieron cuenta que tenían que cavar para poder llegar hasta la luz, fueron al barco para que les prestaran una palas y re41


gresaron a cavar, entonces encontraron una piedra con una señal, quitaron la piedra y había una cueva, entraron y encontraron muchos libros, pero no sabían cuál era el mágico, parecían idénticos. Pensaron cómo podrían encontrarlo entre tantos libros semejantes, entonces comenzaron a cantar una canción que sus padres repetían constantemente cada vez que los hijos discutían por tonterías: “La amistad siempre es hermosa, La amistad siempre comienza en tu vida para luchar por ella…” Marco Antonio comenzó a llorar porque recordó a sus papas, de pronto el libro mágico salió volando de entre una montaña de libros, se abrió y sus páginas brillaban mucho. De lejos se parecía ser de un tamaño pequeño, conforme se fue acercando a ellos se iba haciendo grande, Gloria lo agarró y leyó: “Mientras no se sepa la verdad, las heridas del pasado continuarán abiertas y sin cicatrizar”, en las siguientes páginas venían fotografías de cuando ellos eran niños, empezaron a llorar y sintieron tristeza porque no conocían su historia, cómo fue su nacimiento, cómo fue su vida conforme iban creciendo, cuáles fueron sus primeras palabras. Había fotos de sus papás cargándolos, empezaron a recordar cuando eran chiquitos. De pronto la cueva comenzó a derrumbarse, todos los libros al caer se convirtieron en una enorme ola que los podría se42


pultar, el libro mágico creció a un más y flotó, indicándoles a los hermanos que se subiera en su lomo para ayudarles a salir de allí. Cuando ya estaban afuera, Marco Antonio y Gloria se abrazaron, por fin entendieron que sus papás si los querían porque desde que estaban chiquitos siempre estuvieron con ellos, los cargaban y los cuidaban. Recordaron un lugar donde los llevaron sus papás cuando eran chiquitos y se dirigieron hacia allá, cuando llegaron el lugar estaba igual como lo recordaban, al fijarse bien, detrás de un árbol estaban sus papás, corrieron muy emocionados a abrazarlos, lloraron y se dijeron cuento se querían. Todos juntos se fueron a su casa, la mamá comenzó a platicarles su historia desde que nacieron. Para celebrar que ya estaban juntos hicieron una gran fiesta a la que invitaron a todo el pueblo, a la hada Jenny, al mago Brian, a Patricio y a Junior como invitados especiales para agradecerles por todo lo que ayudaron a Marco Antonio y Gloria a encontrar a sus padres. Al final de la fiesta cuando ya se habían ido todos los invitados, Marco Antonio y Gloria se pusieron a platicar de todo lo que habían aprendido: eran más felices, alegres, tenían su amistad, compartirían su dinero, valores, se respetaban a sí mismos y respetaban a los demás. Fue así como Marco Antonio y Gloria pasaron los siguientes días platicando entre ellos, con sus padres y con la gente que 43


los rodeaban acerca sus hazañas y de todas las lecciones que aprendieron. Comprendieron que conocer la verdad a veces requiere emprender un largo camino, implica un enorme esfuerzo y sacrificio. Cuando se descubre la verdad, como la que contenía el libro, sintieron una enorme paz. Comprendieron que su historia era diferente a la que recordaban y que había guardado en sus corazones que los lleno de tanto resentimiento y tristeza. De niños se sintieron abandonados, descubrieron que en realidad sus padres siempre estuvieron con ellos y que los amaban. Al final, decidieron escribir entre los dos una nueva palabra que habían descubierto después de su viaje y que marcaría el final de la historia, una palabra con un gran poder que los protegería en un futuro de la sensación de abandono y de la tristeza, por fin comprendían su verdadero significado: “AGRADECIMIENTO”. El libro convirtió en oro la tinta para que nunca se borrara por los siglos de los siglos. Colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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La aventura del huérfano Erick

En el atardecer de aquel bosque poblado de árboles verdes, se puede observar cómo el sol se difumina en el ocaso. El cantar de los grillos cada vez más presente, evoca sonidos sin cesar, irrumpiendo en la tranquilidad del espacio. Los arbustos de flores blancas que se transforman en bayas redondas por el verano, hacen de ese paisaje algo espectacular. A lo lejos, un hombre alto y bronceado continúa su camino sin intención de detenerse, es el guardabosque que va regreso a casa. Mañana continuará con su búsqueda. Mientras que en una choza lejana a la entrada del bosque, Erick, trepado en el techo, observa como las liebres de tonos mate saltan de un lado a otro con gran velocidad, espera a Mark y a Fred que han salido a cazar para preparar la cena. Es una choza de troncos, muy vieja y con una chimenea donde Erick vive con los cazadores, pese a la falta de cosas materiales, sobresalen los tendidos de piel de venado donde duermen. Los mapaches se acercan a la choza en busca de alimento pero no hay nada, sólo piedras incrustadas entre la tierra que adornan el camino que lleva al bosque. Es allá 46


donde mira Erick, es allá a dónde quiere ir. Tal vez es la razón por la que sube al techo, para observar el horizonte y encontrar a su padre entre caminos o veredas. Cuando los cazadores llegan al lugar donde cazan, Fred le dice a Mark que Erick quiere ir al bosque. A lo que Mark responde: -Yo lo sé-, he pensado muchas veces en llevarlo, pero ¿si no encontramos a su padre? Erick se va a desilusionar y no quiero verlo triste, eso es lo que me detiene y me hace enojar cada vez que me lo dices. Erick entenderá si no encontramos a su padre, no te preocupes por eso Mark, lo importante es hacer algo por él. Después de permanecer un rato en silencio, Mark accede a llevarlo. ¡Está bien, iremos al bosque mañana! Al regresar a la choza, Fred le dice a Erick: - te traje muchas avellanas, se que te gustan mucho, además de que llevaremos para el camino-, ¿para el camino? pregunta Erick. Si, regresarás al bosque, Mark ha decidido llevarte. No hay respuesta ante tal confesión, el hombre corpulento, enojón y con gran tino para disparar había decidido llevarlo. A la mañana siguiente, Mark como todo un jefe, organiza el trayecto, es obvio que comienza una aventura, no se sabe que puede ocurrir estando en aquel lugar donde conocieron a Erick por primera vez. 47


Durante el camino, Fred empieza a cantar una melodía, con una mirada invita a Erick a cantar junto con él, pero con la timidez que le caracteriza le indica que debe continuar su melodía en solitario. Tiempo atrás, el bosque fue testigo de lo que ocurrió aquella tarde, aún así, el niño de diez años va en busca de su padre. Ese día, nunca imagino que la presencia de su padre se fuera a esfumar como el humo en el aire y que un lugar desconocido y peligroso le mostrara el miedo y la inseguridad. Confiaba en que su padre regresara, pero el destino ya estaba escrito, los cazadores debían formar parte de su vida. Es precisamente ese momento doloroso lo que lo une a ellos para siempre. Ese día lo encontraron, lo tomaron de la mano y lo llevaron con ellos, no le pudieron dar respuestas acerca de su padre; pero ahora que regresan, podrán responder lo que no se pudo contestar entonces. Mark se percata que falta poco para llegar a la entrada del bosque, los previene de los peligros que puedan existir y les pide igualar el paso para no perderse. Poco a poco se adentran más en el bosque, se escucha correr el agua de un río y sin dudar, dirigen su andar hacia ese sonido buscando tal vez descansar ahí. Se ha hecho de noche y aumenta el peligro, es difícil darse cuenta de la presencia de las víboras que habitan entre los matorrales, de los osos, de los linces y de los lobos. Es difícil darse cuenta de los animales salvajes. Buscan acampar cerca del río, debido al cansancio por 48


la ardua caminata, se quedan dormidos. En la madrugada, unos ruidos extraños despiertan a Mark, se levanta y dispara, una manada de lobos se acerca. Vuelve a disparar y Erick asustado corre al río e intenta a nadar hacia el otro lado. Se da cuenta que los lobos lo están siguiendo, encuentra un atajo que lo conduce a un árbol de gran follaje, que esconde una cueva. Al trepar el árbol, su ropa húmeda empieza a desgarrarse, con gran esfuerzo logra subir y refugiarse en la cueva que está habitada por murciélagos colgados boca abajo. El peligro no ha terminado, los lobos al mismo tiempo que rodean el árbol, lo rasgan y aúllan a cada instante. Después de un rato, se ocultan en la oscuridad esperando cazar a su presa. Mientras tanto, la luna como farola brillante, acompaña a Erick en los momentos de incertidumbre, recuerda cuando los cazadores lo salvaron ese día, recuerda cuando su padre lo abandono. Si bien tiene miedo de que se lo coman los lobos, sabe que no debe perder la calma. Poco a poco su piel blanca se va erizando por el frío, su ropa desgarrada no le da protección. Debido al enfrentamiento con los lobos, los cazadores no se percataron de que Erick se dirigió al río. Cuando por fin logran ahuyentar a los lobos, Mark pregunta, ¿Dónde está Erick?, ¡No lo sé! Contesta Fred aún aturdido. Con premura caminan a los alrededores y empiezan 49


a gritar su nombre, se dan cuenta de que Erick no está. No pueden creer tal hecho y aún sabiendo que pueden perderse, deciden adentrarse aún más en el bosque para buscarlo. No falta mucho para que amanezca, el olor del alba ya comienza. Tan pronto como empiezan a manifestarse los primeros rayos del sol, el guardabosque se dispone a salir de su casa, revisa las herramientas que están en su morral, toma el rifle y su sombrero. Siempre confirma la ruta diaria, le toca ir al sendero. El camino hacia el sendero es largo, el guardabosques lo sabe y en ratos procura descansar. Sentado en una piedra, recuerda aquel día cuando abandonó a su hijo en el bosque y como, arrepentido, regreso por él y ya no estaba. Inmerso en sus pensamientos, se dice a sí mismo: – ¡Ya han pasado cinco años desde entonces y no hay un día que no busque a mi hijo!- cabizbajo por el recuerdo, se levanta y decide continuar con su travesía. Al llegar al sendero, se da cuenta de la presencia de los lobos, se oculta detrás de unos arbustos y con precaución dispara al aire intentando espantarlos; pero los lobos no se van y se le hace extraño; observa como sigilosamente rodean el árbol. Tiene la sensación de acercarse, tropieza con una piedra y pierde su rifle en un barranco. Aun así, se sigue acercando. Se da cuenta que hay un niño en la cueva, los ojos azules de ese niño le recuerdan a su hijo que ha estado 50


buscando, y corre a salvarlo. Pero los lobos lo rodean de inmediato. Erick baja de la cueva e intenta ayudarlo aventando piedras y ramas que va encontrando; pero es en vano, ambos han sido rodeados. Es precisamente el disparo al aire lo que guía a los cazadores hacia el sendero. Mark, sin pensar, desafía a los lobos; siendo atrozmente herido en el abdomen. Fred conmovido, dispara muchas veces para evitar que lo sigan lastimando. Ante tal detonación, los animales se escabullen entre los árboles para no regresar jamás. La herida es muy profunda y el final de Mark se acerca, por segunda vez, volvió a salvar a Erick, no del frio, del hambre o de la lluvia sino de la muerte. La despedida es triste, Erick sabe que siempre lo llevará en su corazón y Fred seguirá su ejemplo. Hasta el final le demuestran su afecto. Por lealtad, le hacen una cruz con su nombre y con ayuda del guardabosques lo llevan a un lugar muy colorido al que han de regresar siempre. El guardabosques los lleva su casa para que aminoren su cansancio. Ya estando ahí, Erick se queda dormido. -¿Porque arriesgarse a venir al bosque? Le pregunta el guardabosques a Fred, - Erick ha venido en busca de su padre. La respuesta de Fred lo inquieta, se levanta de la mesa y se dirige al cuarto procurando no despertar a Erick, revisa 51


su pierna derecha, no hay duda, la pequeña cicatriz se lo confirma, es su hijo. Empieza a sentir que su corazón late desmesuradamente, es tan grande su asombro que no puede creer que este tan cerca de él. Al otro día, Erick despierta con el canto de los pájaros, se da cuenta que el guardabosques duerme en una silla de madera muy próxima a la cama. Se le queda viendo y por un instante siente como si ya lo conociera. A través de la ventana se puede visualizar el cielo de un color azul intenso y cómo las mariposas vuelan en redondeles y después reposan entre las bisagras de la misma ventana. Con la intención de salir afuera, Erick se levanta de la cama y sin querer hace ruido. El guardabosque despierta y lo mira a los ojos, no puede esperar otro momento para decírselo, su emoción es muy grande. -¡Soy tu padre! Erick, soy yo a quién andas buscando¿Eres mi padre? ¡Sí! le responde con una voz expresiva. Sorprendido, Erick se acerca a él, le toca el rostro con sus manos y lo abraza. Es un abrazo afectivo y verdadero lo que los vuelve a unir para siempre. Después de un rato, sentados en una banca ubicada en el recibidor de la casa, Erick le pregunta por qué lo dejó ese día. Le explica que no tenía que darle de comer y cómo, 52


arrepentido, regresó y ya no estaba. Le hace saber lo triste que fueron esos días de búsqueda, y como la esperanza fue su fuerza para encontrarlo. -No lo vuelvas a hacer papá, te extrañe mucho. – Con los ojos humedecidos, el guardabosques abre un pequeño baúl azul brillante que guarda fotos entrañables para él, son de su esposa que falleció tiempo atrás. Se las muestra a Erick para que se acuerde de ella. – Tu mamá tenía unos sentimientos hermosos, era sencilla y te quería mucho. Erick ve las fotos de su madre, toma una en especial donde está junto a ella, aun no cumplía los dos años de edad. Ver a su madre tan bonita y sonriendo, le da mucha emoción. Mientras tanto, Fred los observa desde la puerta, pese a haber perdido a su mejor amigo, siente satisfacción porque Erick ha encontrado a su padre. Para él, el fin ya está hecho, es momento de partir. No quiere interrumpir el encuentro entre padre e hijo y espera pacientemente para decir adiós. Cuando es el momento oportuno, Fred se acerca a los dos para despedirse. -Es tiempo de que regrese a la choza, no es un adiós definitivo, me volverán a ver. Te enseñaré nuevas técnicas para cazar Erick, no olvides que Mark quería que fueras un gran cazador-. 53


Con tranquilidad Erick lo ve partir, conoce muy bien a Fred y sabe que regresará. Después de que Fred se ha ido, se encaminan a la puerta. Al cerrarla dejan atrás el dolor, la tristeza, la incertidumbre y la soledad que ocasionaba el abandono, para dar comienzo a algo distinto que les de felicidad. Con el paso del tiempo, Fred cumplió su promesa de regresar, Erick logró ser un gran cazador, nunca dejaron de llevarle flores a Mark y el guardabosques no volvió a dejar a su hijo, los tres siguieron adelante juntos, siendo tal vez, su mejor recompensa.

FIN

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El gran rescate: La búsqueda en el bosque secreto de la bruja

Había una vez un pueblo lejano donde habitaban algunas familias. Al parecer todos eran muy felices. Sin embargo, este pueblo tenía una sorprendente historia que por miedo, todos en el pueblo habían callado. Dentro del pueblo había un orfanato en donde vivían muchos niños que habían quedado huérfanos debido a sucesos terribles que aunque muchos conocían, nunca se mencionaban. Cerca de este pueblo había un bosque, al que nadie entraba. Los niños que aún tenían padres o tutores tenían prohibido entrar. En el bosque había una casa muy vieja en donde según las leyendas vivía una bruja. Alrededor de la casa había muchos árboles de manzanas, sin embargo, solo en el árbol más cercano a la casa crecían las manzanas más ricas y maduras de toda la región; así que para acercarse a ellas irremediablemente tenían que acercarse a la vieja casa. El bosque no estaba muy lejos del pueblo, pero había que recorrer una carretera muy vieja y tenebrosa para poder llegar. En el Pueblo vivía una niña que se llamaba Mayra Lourdes. Ella tenía diez años y vivía con sus tíos ya que había quedado huérfana. Mayra ayudaba a su tía recolectando manzanas que recogía a las orillas de la carretera que conducía al bosque, porque su tía preparaba pays de manzana que 56


vendía en una tienda en el Pueblo. Mayra Lourdes era huérfana desde que sus padres murieron cuando fueron asesinados en un baile. En el pueblo se decía que al término del baile se les había aparecido la bruja y les había ofrecido dos copas de vino las cuales había envenenado con plantas que molió y echó en el vino. Ellos murieron, pero nadie jamás vio o recuperó sus cadáveres; murieron cuando a Mayra le faltaban dos meses para cumplir los dos años. Desde entonces vivió con sus tíos quienes gustosos se hicieron cargo de ella. Un día Mayra iba caminando por la carretera recolectando manzanas como todos los días por la mañana, cuando se le apareció un ratón que hablaba, por supuesto se asustó y dio un brinco, en ese momento iba pasando una trailer y como Mayra al momento de brincar había invadido un pedazo de carretera, el trailer la golpeó y Mayra resultó gravemente herida. En un instante, Mayra se encontraba rodeada de muchos animales que hablaban, incluido el ratón que la había asustado. Estos animales la cargaron y la llevaron hacia la casa vieja, donde habitaba la bruja. Todos estos animales habían sido poseídos por la bruja y hacían lo que ella les ordenara. Mayra, aunque grave, estaba consciente. Estaba frente a la bruja quien le ofreció un trato: “a partir de hoy, siempre que vayas por manzanas vendrás a mi casa a dejarme la mitad y a cambio de esto yo te sanaré el día de hoy”. Mayra aceptó y en ese momento se recuperó y salió corriendo hacia el pueblo. 57


El señor Juan, quien era el dueño de trailer que atropelló a Mayra, se asustó mucho cuando sucedió todo, perdió el control del trailer y se volteó. Mayra nunca supo que la bruja le había robado la vida a él para poder curarla. El señor Juan tenía una familia: su esposa, dos hijos y una hija. Pronto su familia se daría cuenta que algo le había pasado, ya que no regresaría a casa a cenar como todas las noches. Mayra siguió las instrucciones de la bruja por un buen tiempo. Un día la bruja le dijo que pasara a la casa para que dejara las manzanas que le había traído. Mayra entró y de repente vio una mano que salía de una alcantarilla y escuchó un grito de auxilio. Al ver por la alcantarilla reconoció a sus padres que ella creía muertos. Mayra salió corriendo y fue a buscar a sus amigos que eran los hijos del señor Juan -quien la había atropellado- cuya desaparición se había anunciado desde hace mucho tiempo. Mayra se reunió con sus amigos y les dijo: “¡Ayúdenme!, creo que mis papas no están muertos, creo que los encontré”. Sus amigos respondieron: “¿Estas segura que son tus papás? Mayra sabía que eran sus papás porque sus tíos le habían obsequiado una foto que ella aun guardaba en su habitación y todas las noches la miraba En ese momento nadie le creyó y todos le pidieron que 58


fueran juntos a la casa a verificar. Los niños esperaron a que oscureciera para ir a la casa de la bruja y comprobar por sí mismos que lo que decía Mayra era verdad. Cayó la noche y entonces todos se dirigieron al bosque, llegando a la casa se asomaron por una gran ventana y lograron ver no solo a los papás de Mayra, sino también al señor Juan quien se había notificado como desaparecido cuando su trailer fue encontrado volcado en la carretera. Todos quedaron sorprendidos; habían descubierto que sus padres aún vivían y ahora tenían que rescatarlos. En ese momento todos se quedaron paralizados sin saber qué hacer, la bruja, con su olfato poderoso, los descubrió husmeando en su casa. Agarró a los padres, los subió a su escoba voladora y escapó con ellos lejos de ahí. Además les ordenó a los animales que distrajeran a los niños para que estos no vieran hacia donde se llevaba a sus papás. En el bosque había una montaña donde la bruja tenía una cueva secreta que sólo ella con un hechizo podía abrir, y allí llevó a los papás. Mientras tanto los niños lograron deshacerse de los animales porque el ratón- el que había asustado a Mayra- se volvió bueno y los ayudo a escapar. Pronto estaban de vuelta en el Pueblo. Ahora sí, ya más calmados los niños empezaron a organizarse para ir al rescate de sus papás. A la mañana siguiente se juntaron Mayra Lourdez, Joel, Joeangel y Marisol. Estos últimos tres eran hijos del señor Juan y la Señora María. Marisol, era muy presumida, Joangel 59


y Joel se llevaban muy bien y querían educar a su hermana. Los tres hermanos estaban muy consentidos, pero aun más Marisol. Ella tenía una enfermedad muy rara sin cura y en cualquier momento podía morir. Su mamá nunca la dejaba salir sola porque tenía miedo de que le pasara algo. Los hermanos –Joel y Joangel- la ayudaban mucho, le alegraban la vida para que no pensara en su enfermedad. Además de cuidar a su hermana, ellos habían construido una casa en un árbol del patio de su casa. Que más tarde les serviría como cuartel en donde planearían el rescate de su padre y de los padres de Mayra. Los tres hermanos tenían un gusto enorme por los animales. A Joel, el hermano mayor de once años de edad, su papá le había regalado un perro pastor alemán cuando él tenía ocho años. A Joangel el hermano menor de ocho años, le gustaban los gallos y más los granizos, que eran gallos de pelea. Su papá le había regalado un gallo granizo que no se separaba de él, porque lo quería mucho. Marisol tenía muchos pececitos. Quién iba a decir que esos animales les ayudarían a rescatar sus padres. Pronto se reunieron pues Mayra Lourdes, Joel, Marisol y Joangel en la casita del árbol para planear el rescate. Tenía que ser en secreto porque había niños en el pueblo, que no eran niños en realidad, sino que eran animales que la bruja había convertido en niños y que había mandado para que se enteraran del plan. Sin embargo, los niños sabían distinguir entre un niño verdadero y un niño falso, porque los anima60


les convertidos en niños usaban pelucas que se les caían y en sus uñas tenían fragmentos de color morado, además no usaban zapatos y se les veían los pies demasiado grandes. La elaboración del plan comenzó cuando cada uno dijo a los otros sus cualidades que podrían servir en el rescate. El primero que hablo fue Joel que se convirtió en el líder del equipo y dijo: “Yo le entiendo a mi pastor alemán y el hace lo que yo le digo porque lo he entrenado desde chiquito, además soy astuto, valiente, inteligente, buena persona y curioso”. Después habló Joangel: “A mi gallo lo metí a la escuela y aprendió a pelear, pero también es muy mansito, se me sube al hombro y ahí se está. Mi gallo esta entrenado para seguir las pistas que la bruja deje. Además soy travieso, me gusta jugar, pienso muy rápido, se me ocurren muy buenas ideas” Después habló Marisol: “A mí me gusta mucho el misterio, me gusta jugar a pesar de mi enfermedad, soy muy valiente porque me atrevo a hacer muchas cosas sola”. Por último habló Mayra: “Yo soy muy buena persona, me gusta cocinar y me gusta ayudar a las personas”. Después de haber dicho cada uno sus cualidades decidieron ir al orfanato del pueblo para hacer más grande su equipo. Consiguieron que más niños los acompañaran. Además le pidieron al ratón, que se había hecho bueno y estaba de su lado, a que les dijera cuál era el plan de la bruja; ¿Qué 61


les haría a sus papás? La bruja había atrapado a los padres porque ella había perdido a sus papás, habían muerto cuando ella ya era adulta; quería aventar a todos los papás a un volcán para que todos los niños sintieran lo que ella sintió al quedarse huérfana; esto lo sabía el ratón y él fue quien se los dijo. También les dijo que no sólo tenía atrapados a los papas de Mayra Lourdes y el papá de los tres hermanos, sino que tenía encerrados a todos los padres de los niños del orfanato. Cuando les contaron todo esto a los niños del orfanato armaron un muy buen equipo de niños que ayudarían en el rescate, todos querían salvar a sus padres. En total sumaron doce niños los que conformaron el equipo. Por fin estaban listos para rescatar a sus papás pero antes tenían que enfrentarse a todos los peligros que el bosque tenía. Ya en el bosque los niños se toparon con un pavorreal y Joangel mandó a su gallo a pelear. El gallo iba ganando la batalla y el pavorreal se rindió y les dijo que él podía ser su guía y llevarlos hasta la cueva de la bruja, ya que la bruja se había enterado de la traición del ratón. El pavorreal conocía atajos y así sería más fácil y rápido llegar. Siguieron su camino y poco después se toparon con un lobo, Joel mando a su perro pastor alemán y el lobo le dijo que él estaba de su lado y que también los guiaría a la cueva. Lo que los niños no sabían era que la bruja podía ver todo lo que hacían con una bola de cristal, además podía escuchar sus planes mientras estuvieran en el bosque. En62


tonces la bruja había mandado al lobo para que los engañara haciéndolos creer que él estaba de su lado. El lobo en verdad los guiaría hacia un profundo hoyo, los niños cayeron en la trampa y en poco tiempo se encontraban atrapados. Ya atrapados el perro pastor alemán se sintió mal porque lo había engañado el lobo y entonces con todas sus fuerzas cavo un túnel para poder salir. Cavó tan rápido que pronto los niños salieron y ya afuera vieron al lobo, éste en cuanto los vio tembló de miedo al ver al pastor alemán y salió huyendo, nunca regresó. A pesar de estos dos ataques los niños no se rindieron en ningún momento, eran perseverantes. Joangel tenía unos lentes de espía, con ellos podía lanzar un láser y ver a través de las paredes. Todos siguieron caminando con el pavorreal como guía hasta que se toparon con unos animales que tenían marcado su territorio; eran dos leones, un de estos se lanzó contra el gallo y el perro y otro contra los niños. El ratón que se había vuelto bueno desde un inicio y que los había acompañado durante todo el camino, en realidad no era un ratón, sino el esposo de la bruja, ella al morir sus padres había mandado a sus tres hijos al orfanato porque no quería nada de la vida y como su esposo no estaba de acuerdo con las acciones de la bruja lo convirtió en ratón. Dentro de los doce niños que iban al rescate estaban pues los tres hijos de la bruja, y al darse cuenta de que los leones se dirigían hacia sus hijos, él, que también era un brujo, los convirtió en gatitos inofensivos. 63


El ratón al hacer esta acción, rompió el hechizo de la bruja y se convirtió en el hombre que era antes. Corrió a abrazar a sus tres hijos y se unió al grupo para rescatar a todos los papás. Este hombre se llamaba Paco y les facilitaría el recorrido ya que conocía perfectamente a su esposa y sus territorios. Paco los llevó hasta la cueva y ya estando frente a ella con el láser de Joangel hicieron un hoyo y entraron. Paco sabía todas las trampas dentro de la cueva y los guió por caminos que no eran peligrosos. La cueva tenía muchos atajos, había árboles que si les jalaban una rama se abría un nuevo camino. Paco sabía qué árbol y qué rama mover para que se abriera el camino que los llevaría hacia donde estaban todos los padres encerrados, así que los guió hacia ese árbol y pronto ya estaban llegando al lado de sus papás. Los animales que aun ayudaban a la bruja corrieron a decirle que los niños habían encontrado el camino correcto hacia sus papás, la bruja ya no podía verlos porque la bola de cristal no servía dentro de la cueva. Los niños llegaron a donde estaban los papás. Eran calabozos que estaban rodeados de fuego que sólo podía desactivar la bruja. El ratón les había dicho que la bruja obtenía sus poderes de la bola de cristal. La tocaba y volvía a recargarse de poder. Los niños sabían pues, que si quebraban la bola de cristal ya no tendría el poder de la magia. La bruja no se había dado cuenta de que el ratón había deshecho el hechizo y ya era un hombre. Entonces, Paco, 64


que aún tenía poderes, nuevamente se había convertido en ratón para engañar a la bruja. De pronto la bruja se apareció frente a todos los niños y los animales, vio al ratón y se lanzó contra él porque estaba muy enojada por su traición. Pero antes de que lo atrapara, el ratón se convirtió en Paco y la bruja se asustó tanto que se quedó paralizada. Mientras tanto los niños aprovecharon y agarraron la bola de cristal y con el láser la rompieron. En ese momento todos los hechizos se desactivaron y los papás quedaron libres. Lo que no sabían, ni Paco ni los niños, es que la bola de cristal era la que impregnaba de maldad a la bruja, la bola había atrapado al espíritu bueno de la bruja y cuando la quebraron la bruja recuperó su bondad y volvió a ser buena junto con todos los animales que estaban a su servicio. Juan, que había atropellado a Mayra corrió a abrazar a sus hijos: Joangel, Joel y Marisol, que no había visto desde hacía ya un buen tiempo. Mayra corrió a abrazar a sus padres que, aunque los había perdido hace mucho tiempo, reconoció y abrazó como si hubiesen estado con ella siempre. La bruja corrió a abrazar a sus hijos, junto con Paco su esposo, y les juró jamás volver a separarse de ellos. Después se dirigió a Mayra, Joel, Joangel y Marisol y les dijo que ella les ayudaría a reunir nuevamente a todos los papás con sus hijos que habían estado todo este tiempo en el orfanato creyendo que eran huérfanos. Así que todos se dirigieron de regreso al pueblo. 65


Ya de regreso en el pueblo, los padres que habían estado encerrados por mucho tiempo corrieron hacia el orfanato en busca a sus hijos. La bruja llamada Alicia que ahora era una madre amorosa, les prometió que los ayudaría mientras ellos construían sus propias casas. Todos estaban muy contentos pero aún faltaba un acontecimiento maravilloso por descubrir: Marisol se había curado de su fatal enfermedad mágicamente pero después se enteraron de la verdad: Alicia les dijo que ella había hechizado a Marisol porque la envidiaba por tener a sus padres a su lado, y cuando rompieron la bola de cristal se había roto también ese hechizo quedando completamente curada. Después de haberse reunido todas las familias, todo el pueblo se concentró en la plaza para darles las gracias a Mayra, Joel, Joangel y Marisol. Ellos habían sido valientes, habían hecho posible que en el pueblo todos los niños huérfanos recuperaran a sus papás. Mayra, Joel, Joangel y Marisol se reunieron después y comentaron que ellos tenían la fuerza suficiente para encontrar a sus padres, y que esa fuerza se las había dado el amor que tanto papá y mamá les tenían. Entendieron que aunque sus padres no estuvieran con ellos, serían valientes y enfrentarían cualquier peligro porque ahora sabían que sus padres jamás los abandonarían.

Colorín colorado, este cuento se ha acabado. 66


La mu単eca de porcelana 67


La muñeca de porcelana

Orestes Quintero, era un buen hombre, de nobles sentimientos, lo había sido desde niño, incapaz de dañar a otro, preocupado por los problemas ajenos y dispuesto a ayudar a sus semejantes, esto desde luego no le agradaba a su padre que al que se le consideraba un hombre avaro y cruel. Dueño de la casa de empeño “La Valenciana” que se encontraba por la calle de Juárez, frente a la plaza de armas, donde después por muchos años estuvo instalada La Armería Fuentes. Don Liborio Quintero, no permitía flaquezas en su negocio, prestaba muy por debajo de la prenda empeñada y la vendía, una vez que se había vencido el plazo figado, muy por encima de lo que había prestado por ella - “en esta vida no puede andarse uno con sentimentalismos porque la gente abusa de la buena voluntad” – solía repetirle una y otra vez a su hijo, que a final de cuentas sería quien se quedara con el negocio. Como así ocurrió a la muerte de don Liborio. Orestes, no conocía otro oficio que él de estar tras el mostrador de la casa de empeño, su padre se había obstinado en que fuera él, quien continuara con la tradición de la familia, el negocio lo había heredado de su padre y ahora se la entregaba a su hijo, con las recomendaciones persistentes de que 68


no se dejara llevar por sus sentimientos – “un negocio como este, se lleva con la cabeza, no con el corazón” – le repetía como lección a su único vástago. No con esto queremos decir que todos los dueños de las casas de empeño sean hombrees de mal corazón carentes por completo de sentimientos, pero consideramos, sin tener la seguridad, que en esta clase de negocios se requiere tener un carácter muy especial, para obtener ganancias a costa del sufrimiento de los demás. Porque está más que visto, que todos cuanto acuden a una casa de empeño, lo hacen movidos por el sufrimiento, el hambre y la necesidad, gentes que buscan la pronta solución a sus problemas mediante el empeño de la prenda apreciada, se trata de los perseguidos de las calamidades, que con toda seguridad, quieren salir de un problema metiéndose en otro. Y llegan hasta las casas de empeño con la esperanza de que les puedan prestar lo más posible por la prenda empeñada, con todo el dolor de su corazón dejan en manos del prestamista, el anillo que una vez fue de su madre, el reloj que les dejo el padre al morir como único patrimonio, los prendedores que significaban el orgullo de tiempos mejores. Todas estas prendas encuentran un lugar en el aparador del prestamista, que inventando mil historias sobre el supuesto origen de esas cosas, trata de venderlas al mejor postor, acariciando la posibilidad de que las ganancias serán superiores. Algunos piensan, que de alguna manera, en ese lugar encuentran la salvación a sus problemas, y todo lo basan en 69


que al dejar la prenda empeñada, salen con el dinero que será el instrumento para remediar el problema, o la salvación del compromiso contraído. Por otro lado, los que tienen la oportunidad de regresar por su prenda empeñada, que en realidad son pocos, salen contentos con ella, porque vuelven a reconquistarla después de haberla creída perdida. Lo que es también un augurio de mejores tiempos. Todos las casas de empeño en general, representan una vista muy pobre y doliente, no resulta muy halagüeño contemplar aquella multitud de objetos colocados en los estantes, cada uno de los cuales, es el símbolo de una angustia, de un sacrificio, de un dolor, y cada una de las personas que entrar a estos recintos, piensan en sus adentros que llevan un objeto de gran valía, que simboliza para ellos la esperanza de poder resolver su problema. Pero se encuentra con el frío razonamiento del prestamista, que no ve en aquella prenda que le muestran, el último recurso de una familia carente de pan y otros alimentos de primera necesidad, para él representan tan sólo una prenda más, que posiblemente se pueda vender a un mejor precio para cubrir lo prestado y el interés del préstamo. Don Liborio Quintero, murió pensando, como piensan todos los prestamistas, que su profesión o negocio, es para hacer un bien más que un mal a los que requieren de ella. Antes de morir, en los últimos días de su existencia, recomendó a su hijo, casi con suplica, que mantuviera vivo el negocio familiar, porque más que una casa de préstamo, era el orgullo de sus antepasados, le dijo que su obligación era mantenerlo vivo y 70


actuante, las recomendaciones se suscitaban a diario, hasta que llegó el día en que lo hizo jurar que por ningún motivo dejaría que el negocio se viniera abajo. Orestes a la muerte de su padre, se vio de pronto detrás del mostrador esperando a los clientes que presurosos y con miedo ingresaban en busca de un préstamo por determinada prenda. Pasado el tiempo, Orestes tuvo que comprender que aquello era un negocio como cualquier otro, del que comían él y su madre, que ahora dependía de él. Conforme pasaban los años, Orestes se hacia estas reflexiones: “las casas de préstamo como cualquier otra negociación, están dentro de la lucha por la existencia, los sentimientos románticos entran por muy poco en el cálculo, además, el hombre se acostumbra a todo, yo siempre trato de atender a todos los clientes, con la mayor benevolencia posible”. Casi siempre terminaba por aceptar que: “estas casas de empeño, no solamente son necesarias, forman parte de la vida misma, por lo tanto tienen que existir, y de no tenerla yo, la tendría otro, que quizás fuera más rudo y explotara con mayor desinterés a los pobres que depositan su confianza en estas negociaciones”. Orestes, no sabía a ciencia cierta, si tenía razón o no, lo único que sabía muy bien, es que detrás de ese mostrador que ocupaba todos los días a la muerte de su padre; había escuchado todas las miserias de la humanidad, todos los lamentos y todas las voces pidiendo comprensión y alivio <si cosas terribles> pensaba en sus adentros Orestes, pero ninguna quizás tan terrible como la que vivió aquella noche del 24 de diciembre del año pasado, fue algo que lo conmovió terriblemente y 71


que lo hizo comprender que su función de prestamista, puede en realidad remediar en algo la miseria humana. Pues resulta que aquella tarde del 24 de diciembre del año pasado. Ese día el tiempo había estado muy frío, muy poca gente circulaba por las calles de la ciudad, pues el cielo tenía todas las características de enviar una nevada, empezaba a oscurecer más pronto que de costumbre y ningún posible cliente se asomaba por la puerta del negocio. Orestes pensó que lo mejor sería cerrar, no tenía caso estar soportando el frío cuando la gente se había olvidado de empeñar sus cosas <ya vendrán después de la Navidad, cuando gasten lo poco que tienen en agasajar a los demás> pensó mientras se dirigía a la puerta para cerrar, para después arreglar sus cuentas y retirarse a la cama; cuando puso el cerrojo y dio media vuelta, escucho a sus espaldas, unos ligeros golpes sobre el vidrio de la puerta, como si se tratará de alguien que tenía temor de tocar, quitó nuevamente el cerrojo y abrió la puerta, se trataba de una niña muy pequeña, calculó que tenía a lo mucho unos siete años de edad, vestía muy pobremente, o de forma muy ligera para ese tiempo, notó que se acercaba vacilante y con timidez, su estatura apenas sí alcanzaba el mostrador, lo que le impedía hablar de frente con Orestes, por lo que este se tuvo que inclinar sobre la cubierta del mostrador para verle la cara. Notó que la niña iba descalza, con un vestido floreado un tanto despintado por el tiempo, se cubría solamente sus hombros con un pedazo de tela que se asemejaba a un chal. -

¿Qué es lo que quieres niña? ¿Qué se te ofrece?

-

¡Nada señor, nada! 72


-

¿Cómo nada? ¿Pues entonces a que has venido?

- Pues, porque mi papá y mamá, están muy enfermos en la cama, no han comido en dos días, tengo miedo que se mueran, yo estoy sola, soy la única hija que tienen y me encuentro desesperada. -

Bueno, pero yo que puedo hacer en este caso.

- Pues, yo vengo a empeñar una cosa, para comprarles algo que coman. -

¿Vienes a empeñar una cosa? ¿Y qué es esa cosa?

Y ella entonces sacó de debajo de su viejo y destartalado rebozo que apenas sí le cubría sus hombros, un objeto pequeño que le presento con mucho orgullo que se reflejaba en su sucio rostro, pero también note una mueca de dolor, algo que era muy común en todos aquellos que acudían a la casa de empeño a sacrificar una valiosa alhaja que perteneció a un familiar muy querido. La niña sosteniendo con sus dos manos el objeto le dijo: -

¡Vengo a empeñar mi muñeca!

Al tiempo que le presentaba una muñeca vieja y maltratada, con el rostro que alguna vez fue de porcelana, descarapelada por el paso del tiempo, aquella muñeca no tenía ningún valor, ni tan siquiera podía dar un par de centavos por ella. Cuando estaba a punto de decirle que no le interesaba comprar aquella muñeca de porcelana y mucho menos hacer un préstamo, de pronto comprendió todo lo que estaba pasando en el corazón de aquella niña, agobiada por la enfermedad 73


de sus padres y la impotencia que debía haber sentido por no poder hacer algo para aliviarlos. De igual forma vio en sus ojos, el valor tan grande que daba a su sucia y maltratada muñeca de porcelana, pero también comprendió el doloroso sacrificio que hacía por sus padres enfermos que la habían orillado como último recurso a empeñar su preciada muñeca de porcelana. Cuando tome en mis manos aquella muñeca, note que el rostro de la niña se iluminaba, como quien tiene la seguridad que va a obtener una considerable suma por el objeto que esta empeñando, un nudo en la garganta le impedía pasar la saliva, las palabras de su padre, en el sentido de no tener conmiseración por nadie, se le agolpaban en la cabeza, pero era más fuerte para él en esos momentos, la figura escuálida y desgarbada de la niña, que había cifrado todas sus esperanzas en la casa de empeño y en mi persona. Quise decirle a la niña, que su muñeca no valía nada, pero que sin embargó le obsequiaría algunas monedas para que en algo remediara la situación de sus padres, pero las palabras se negaban a salir de mi boca. Entonces tomé una resolución, la levante del suelo y la cargue en brazos, al tiempo que le decía: -

Vamos, llévame a donde están tus padres.

-

Es aquí cerca señor ¿Pero no le interesa mi muñeca?

- ¡Claro que me interesa! Por eso quiero hablar antes con tus padres. Caminamos unas cinco cuadras y llegamos a un barrio pobre cerca del templo de San Juan de Analco, al sur de la ciudad, 74


en un cuartucho de una vecindad vivía aquella pobre niña, lo primero que vi fue a dos ancianos tirados en un camastro. Me fije al ir caminando con la niña, que cerca de ahí se anunciaba un doctor, salí por él y le pedí que se encargara de los enfermos. Cuando regresé a casa, después de haber dejado unas provisiones, medicinas y algo de dinero para cualquier improvisto, me encontré con la no grata sorpresa de que mi madre había muerto, estaba acostada en su cama como la encontraba siempre que regresaba por la noche del negocio, pero en está ocasión tenía una sonrisa en su cara que no le había visto nunca, como que había muerto con mucha satisfacción, me acerque a su lecho para cerrar sus ojos, cuando de pronto vi entre las cobijas la vieja y sucia muñeca de porcelana.

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Un ni単o llamado Genarillo

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Un niño llamado Genarillo

Corría el año de 1883, en lo que era el Estado de Durango, en donde los dueños de las grandes haciendas controlaban el 90 por ciento de la producción agrícola y ganadera y algunos de estos señores eran también los dueños de las enormes extensiones boscosas y de toda la minería existente en la entidad Precisamente una de estas haciendas estaba enclavada en lo que hoy es el poblado de Francisco I. Madero, relativamente cerca de la capital, era una hacienda que poseía grandes extensiones de tierras cultivables en las que se sembraba principalmente trigo, al que el dueño dedicaba íntegramente a la producción de harina, por lo que contaba con un enorme molino para producir la harina que era llevada a todas las panaderías y comercios de la capital y sus alrededores, el dueño de estas propiedades era un español de nombre José Martiniano, un hombre despiadado y cruel que practicaba el esclavismo en su más profunda expresión. En la hacienda había nacido un niño hijo de mujer esclava sin padre, al que desde muy temprana edad se le obligo a trabajar. Genarillo, que así se llamaba, tal vez porque su nombre 78


era Genaro, o porque así lo quisieron llamar los demás esclavos de la hacienda, el caso es que Genarillo a sus escasos 14 años de edad, ya era el responsable del molino donde se molía el trigo para ser depositado en costales, el amo, que así era obligación para todos los trabajadores de la hacienda llamarlo, había ordenado, de manera inexplicable que se le diera a Genarillo, el turno de la noche, una jornada de trabajo que tenía que cumplir de las seis de la tarde a las seis de la mañana. Su centro de trabajo era una gran casa, cuyo techo era sostenido únicamente por gruesos pilares de troncos de árbol, se movía en el centro de ella, uno de esas enormes ruedas de granito que giraban en un eje que a su vez era girado por un par de mulas atadas a dicho eje y que su función consistía en que la enorme rueda diera vueltas en un especie de canal, construido también de piedra de granito pasando sobre las espigas de trigo que por el peso y la fricción de la rueda iba poco a poco convirtiendo los granos en un fino polvo al que se le conoce como harina de trigo. - “! Son las once de la noche y todo tranquilo!” - gritaba un viejo guardia que recorría todas las noches las instalaciones de la hacienda, que al pasar frente al molino, le grito con algo de cariño al niño – No hay que dormirse Genarillo. - No, no don Sabas, pierda usted cuidado y en seguida se escucho su débil voz – “Arre mulas”. Sonó un chicotazo, crujieron los aperos con sus argollas de bronce, rechinaron las baquetas y la pesada rueda de granito empezó a moverse 79


sobre el canal de piedra triturando los granos de trigo que producían una harina blanca que caía al fondo del molino sobre unas mantas. A la vacilante luz de dos farolillos, suspendidos de las gruesas vigas del molino, apenas sí iluminaban la triste figura del muchacho caminando detrás de sus mulas en un interminable concierto de movimientos dando vueltas empujando el eje de la rueda. En la hacienda todo era silencio, a momentos sólo se oía el chasquido del chirrión, continuamente el crujir de las piedras y el chirrido de los aperos de las mulas. Más allá del molino a unos cuantos metros, un hombre, que más que persona parecía un esqueleto, atizaba una hoguera, una aureola negra rodeaba la cavidad donde se supone guardaba los ojos, se trataba de Atanasio, al que todos llamaban simplemente el “Negro”, sentado en un viejo banco de madera, frente a una enorme mesa, cortaba con su machete las espigas para dejar solamente las vainas que irían a parar al molino. A cada movimiento que el Negro hacia para arrogar las espigas a la hoguera, se dibujaban perfectamente las temblorosas rótulas y aquellos brazos descarnados, apoyándose sobre las piernas, auxiliaban a las articulaciones del fémur, para que la columna vertebral volviera a tomar su posición ordinaria. El viejo vigilante que había dicho – “no hay que dormirse Genarillo” – dio una vuelta con más lentitud que las mulas, miró, más bien escudriñó todo, y al pasar frente al Negro, tuvo éste que hacer un esfuerzo superior sobre sus muslos para ende80


rezarse. El circulo amoratado de sus ojos, se enrojeció, quizás en aquel momento la lumbre de la hoguera hirió de lleno sus cuencas, el vigilante se marcho por donde había venido y un momento después se escuchaba un cuchicheo, parecía que la voz quería hacer uso de la palabra, el cuchicheo se mezclaba con el ruido de una pesada cadena que sujetaba por un extremo un pie, era el pie del Negro, y por otro estaba pendiente de una gruesa argolla clavada profundamente en uno de los pilares. El Negro era el único peón de la hacienda que no tenía jornada, atado a la cadena día y noche su trabajo de cortar las espigas del trigo no tenía límite, tenía que permanecer atado a la cadena trabajando día y noche, su único delito había sido el que su mujer le gusto al amo de la hacienda y de alguna manera se trataba de mantenerlo alejado de ella. En el lugar que ocupaba el molino, no hubo ningún cambio notable que pudiera observarse, si bien es cierto que los farolillos fueron apagados, pero esto se realizo antes que la aurora luciese todo su esplendor, el amo decía que se puede trabajar media hora a oscuras, esto produce siempre economía de aceite. El amo de la hacienda, al despertar de un nuevo día, lo primero que hacía era realizar una inspección por todas sus propiedades, por lo que primeramente se presento en la casa del molino a hacer su matinal inspección. Genarillo abrió los ojos, el pobre niño parecía una masa inerte que continuaba moviéndose en virtud de la velocidad adquirida, sus abiertos ojos nada veían, así andando y todo, soñaba, y sus sueños tenían por punto de partida la felicidad de sus 81


mulas, - ¡Arre! – decía mientras pensaba, pobrecitas deben de estar cansadas, pero el soñaba, que tenía una casa pintada de blanco donde su mamá lo esperaba a la puerta, pero la verdad es que seguía andando y durmiendo, pero lo hacía con los ojos abiertos. Cien, doscientas o mil veces esa noche y esa madrugada había salvado a cada vuelta un obstáculo que se levantaba sobre la superficie del piso, entonces llevaba los ojos cerrados y el sonambulismo lo auxiliaba, pero ahora sus abiertos ojos no le impidieron tropezar, cayo y un vivo dolor le hizo cerrar el ojo izquierdo, guardo silencio, pero su ojo derecho ya despierto, miró y se concretó a exclamar - ¡El Amo! En efecto frente a él se encontraba de pie con el látigo en la mano el amo de la hacienda, que con el grueso de la asidera le había dado un fuerte golpe en la cara, al tiempo que le decía: - ¡Otra vez dormido, muchacho inútil! Yo te voy a enseñar a no dormirte en tus horas de trabajo, ahora vas a trabajar media jornada más para que repongas el tiempo que has dormido ¡Entendiste holgazán! Genarillo recogió su chirrión que se le había caído y lanzó su grito de trabajo - ¡arre mulas! – quiso acariciar su ojo izquierdo con las puntas de sus dedos y sintió que estos se le humedecían, los limpió indiferente con la sucia camisa de manta, el hilo de sangre que le corría por la cara, le produjo una sensación más desagradable que la que experimentaba 82


en el ojo herido. El molino había recibido su última porción de trigo, hombres y animales sudaban copiosamente, eran las doce del día, cuando la voz de uno de los capataces dijo de pronto: - ¡Paren! Genarillo abrió su único ojo útil, soltó los tirantes, quitó los arneses, desligó las colleras de las dos mulas, que le estaban confiadas, y andando con pasos desproporcionados a la longitud de sus piernas, dijo por última vez, en ese día: - ¡Arre mulas! Las mulas libres ya de los aperos, olían la hierba fresca, los dos animales con el hocico pegado al suelo, encorvando ligeramente las patas delanteras y girando en rededor de sí mismo, se tendieron a revolcarse en el pasto. 18 horas de trabajo continuo, les habían entumecido sus miembros, la verde hierba convidaba a las mulas a pastar y ni Genarillo ni su chirrión, podían amagar sus bocados, puestas de pie después de una violenta sacudida, por medio de la cual arrojaron las briznas de hierba seca de que se cubrieron al revolcarse, avanzando una pata delantera medio doblada, comenzaron a satisfacer su apetito, tomando de aquí y de allá los verdes retoños de la fresca hierba. Con un solo ojo miraba el pobre de Genarillo el contento de sus mulas y no pudo menos que pensar que eran más felices que él y hablo entre dientes: - “al menos ellas no tienen de que preocuparse” - mientras hablaba así, pensaba en su ojo 83


izquierdo, y en que el amo era un hombre muy rico, pero muy malo. Genarillo todavía soñoliento se dirigió a la casa de su madre, hacían casi 24 horas que había salido de la casa de su madre, apartó la desvencijada puerta, que en aquella casa era completamente inútil, no podía proteger a sus moradores del aire, ni podía impedir el paso de la luz, de las lagartijas y los sapos, todos los animales tenían franca entrada por cualquier parte, se pregunto ¿Qué para que podría servir aquella puerta? Una puerta que jamás se encontraba aldabada, carecía de cerrojo. - ¿Has dormido? - Pregunto Genarillo a una mujer escuálida que tirada en un camastro tapada con una sabana mugrienta parecía más muerta que viva. -

Están frías tus manos.

La mujer entreabrió los ojos y vio llorar a Genarillo, ella también lloró, no por la pena que el niño manifestaba, sino porque había descubierto rasgado el ojo izquierdo de su hijo, que aun destilaba sangre. -

¿Qué te ha pasado? ¿Por qué vienes así?

- No, no es nada, ha sido un golpe, un golpe que me dio el amo. - Siempre él – murmuro en silencio la mujer, mientras dejaba la cama, al tiempo que decía: - te voy a dar algo de comer y limpiar esa herida. 84


De las vigas, pendiente de un hilo, colgaba una canasta tejida con filamentos de palma, su mano tomó lo que encontró en aquella rústica alacena, la llevó a un sartén que tenía sobre una escuálida lumbre depositada en un brasero que parecía llorar en un rincón de la estancia, sobre un plato deposito un cucharon de frijoles y dos trozos de carne seca, sacó de un morral algunas tortillas duras y las deposito sobre las brazas, conforme se iban calentando se las pasaba a su hijo. El muchacho sentado en cuclillas sobre el piso de tierra, comía con cierta pereza, las no muy blandas tortillas que la madre le recalentaba en las brazas, abandonó la comida que parecía hacer de una manera inconsciente, se levantó desparramando la vista por todo el cuarto, lo que motivo que la madre le preguntará. -

¿Qué es lo que buscas hijo?

-

¡Mi machete! No recuerdo en donde lo puse.

-

¿Y para que quieres en este momento tu machete?

Genarillo no le contesto a su madre, miró cautelosamente a todas partes, acaricio amorosamente la cabeza de su madre y mirándola a los ojos le dijo decidido: - ¡Lo voy a matar! Será la última que me haga el maldito amo. Tocó entonces que su madre tomara las manos del niño, Genarillo tuvo miedo al haber externado lo que dijo a su madre, 85


y ella temblaba al escuchar estas palabras que habían salido de los labios de su hijo. -

Pero, ¿Qué cosas dices?

- ¡Como lo escucho madre! Estoy decidido a matarlo en la primera oportunidad, ya no puedo aguantar más sus golpes y castigos. La madre de Genarillo, no pudo responder a su hijo, se concreto a bajar la cabeza mirando hacia el piso de tierra y entre sollozos le dijo: -

¡No puedes matarlo, no puedes hacerlo!

-

¿Por qué madre? Sólo porque es rico.

-

No, hijo, no es por eso, es porque él es tu padre.

II

Genarillo había vivido su niñez, sin que su exterior le hubiera revelado que existen en el hombre varias edades, caracterizadas por distintas ocupaciones, distintos gustos y distintos 86


momentos de alegría o pesar. La naturaleza había operado el cambio en él, ella sola sin ningún auxiliar, aquello fue un trabajo interno, realizado por leyes desconocidas, sintió como que se disipaban algunas sombras en su cerebro, los instintos que antes estaban adormecidos, ahora despertaban, la palabra clave lo fue sin duda lo que le manifestó su madre: - “es tu padre” – esto vino a cambiar todo en él. Cuando el amo de la hacienda pasaba junto a él, permanecía impasible, sin mover un solo músculo, quizá porque desde aquella mañana en que tan cruelmente lo castigo, permanecía en su memoria el recuerdo de aquellas palabras que le dijera su madre antes de morir, de todo esto tenía conciencia Genarillo a pesar de ser tan niño, posiblemente esos eran los cambios que se estaban operando en su propio ser. Durante el día que no trabajaba en el molino de trigo, ya que a él se le había asignado el turno de la noche, Genarillo tenía que ayudar en los quehaceres dentro de la casa grande, casi al mismo tiempo que se le asigno está comisión, entró a servir en los quehaceres domésticos, una niña casi de su edad, cinco o seis meses mayor que él. Se puede decir que los dos crecieron juntos realizando sus trabajos dentro de la casa grande, se veían a cada rato pero en muy pocas ocasiones se dirigían la palabra, Martina, que a si se llamaba la muchacha, sólo acudía a él, para trasmitirle una orden de parte de la señora de la casa o de las mujeres de la cocina, siempre que le hablaba lo hacía con la cabeza agachada. Genarillo, comenzó a ser víctima de distracciones frecuentes, 87


lo más seguro, debido a las continuas desveladas cumpliendo el turno de noche en el molino, se le olvidaban las cosas y permanecía parado por largo rato sin saber qué camino tomar, esto desde luego, nunca fueron perdonadas por la mano impecable del amo, por la misma mano que tan rudamente lastimó su ojo izquierdo, además de todas las marcas que tenía en todo el cuerpo, señales inequívocas de la rudeza con que era tratado. Como no tienen idea los ciegos de los colores ni los sordos de los sonidos, Genarillo no tenía idea de lo que era la felicidad. Pero algunas veces veía a los machos y a las mulas como retozaban en la hierba y como se acariciaban. Le agradaba la luz de la aurora, le emocionaba las gotas de roció cuando temblaban en la punta de las hojas y por primera vez se empezó a figar que su ropa no estaba tan limpia como debería de estar. Empezó a sentir también que sentía menos la rudeza de los golpes, y no era porque ya fuera insensible a ellos, sino porque llevaba en su interior algo que reaccionaba contra el dolor externo. En una ocasión caminando por el llano, se encontró con una flor que le pareció muy hermosa, sobre todo porque era la única en esa inmensa pradera, la corto y lo primero que pensó fue en regalársela a Martina, un rayo de luz intensísimo penetro en su cerebro, cuando estaba arrancando la flor. Cuando estuvo frente a Martina y le extendió la mano con la flor, sus mejillas que nunca se habían enrojecido, sino al brutal contacto de la mano del amo de la hacienda, se colorearon ligeramente sin experimentar por ello una sensación desagradable. 88


Martina que también se sorprendió con aquella actitud de Genarillo y sobre todo porque era la primera vez que alguien le regalaba una flor, sólo alcanzo a decir: -

Si no te vas a tu quehacer, te va a castigar el amo.

Le dijo esto mientras se ocupaba en sacudir los muebles de una de las salas de la casa grande. Genarillo a alguna distancia de ella permanecía de pie, mirando por primera vez de otra manera a la muchacha que tenía delante. Se puede decir que juntos habían crecido, llegaron el mismo día a servir en la casa grande, cientos de veces se habían visto, pero la mujer que estaba ahora ante su viste le era totalmente desconocida. Su naturaleza experimentaba un cambio súbito y él que muchas veces había dicho y gritado a Martina cuanta cosa se le antojaba, no halló en aquel momento una sola palabra que decirle, y como permaneciera en el mismo lugar sin atender la recomendación de Martina, está insistió: - ¿Qué tanto me ves? ¿Ya verás lo que te pasa si no te vas? Genarillo miraba en aquel momento los ojos de Martina, que también ella miraba los suyos. Todo indicaba que también en la muchacha, se había operado el mismo cambio natural que se había operado en Genarillo, de pronto los ojos de Martina perdieron su expresión de enojo, los contraídos labios se apartaron un tanto, las facciones todas de su rostro parecieron iluminarse con destellos de 89


luces, que habían llegado no se sabe de dónde, y Genarillo correspondió a todo esto con una mirada de inmensa gratitud. Volvió a sonar el acento de Martina, no era aquella la voz que antes oyera Genarillo, la muchacha quería ser áspera y vibraba dulcemente, pretendía demostrar enojo y casi era suplicante. - Si no te vas, Genarillo te va a castigar el amo y no quiero que te castigue. Aquellas frases que antes escuchara indiferente lo hicieron temblar, y no por lo que pudiera pasar, sino por algo muy bonito que penetro en su ser. Genarillo se retiro del lado de Martina, al abandonar la casa grande, se detuvo un momento en el dintel de la puerta, todo le pareció diferente hasta el enorme disco del sol que en ese momento se ocultaba entre los cerros. Se sentía tan bien, que si en esos momentos, que si el amo de la hacienda hubiera pasado cerca de él, la palabra “padre” que tantas veces acudiera a su mente, quizás hubiera sido murmurada de sus labios, a riesgo de todo, nunca la vista de Genarillo cuando caminaba se extendía a más distancia que la longitud de su sombra y esto cuando el sol estaba en mitad de su cabeza, ahora, para ir a cumplir la orden que recibiera de uno de los capataces, tuvo que atravesar el solar y los rayos del sol cayendo oblicuamente sobre su cuerpo, le hacían proyectar una sombre que Genarillo se atrevió a mirar en toda su longitud. Llegó a una pequeña casita donde estaba la 90


fragua de la hacienda y dijo al herrero. - Que vaya usted a la casa grande a palabrear con el amo. Cuando el herrero salió de la casa grande, indiferente le dijo a Genarillo. -

Ordena el amo que me ayudes.

Los dos caminaron en silencio uno detrás de otro, hacia el tamango donde se cortaba la espiga del trigo, el herrero de inmediato comenzó su trabajo limando con bastante destreza el perno que aseguraba el aniño con que estaba rodeada la tibia, porque no era más que hueso la pierna del Negro, al retirar el aniño quedó en la apergaminada piel otro formado por una franja de color cobrizo, relativamente menos subido. Genarillo presenció todo aquello, con más azoramiento que pena, tenía tanta dicha en su alma, que oyó con indiferencia el ruido metálico de los bruñidos eslabones de aquella cadena, observó como el herrero la enroscó en espiral sobre sí misma y la colocó colgante de una alcayata, como si la cadena supiera que ahí permanecería hasta que llegara el que supliera al Negro. Dos peones de la hacienda llegaron cargando una especie de camastro de tablas, semejante al que sirviera para conducir a la madre de Genarillo cuando también fue conducida al camposanto. Los vio alejarse y dos lágrimas corrieron por sus mejillas, vino después a su memoria aquella terrible mañana en que de igual manera condujeron el cadáver de su madre y se sintió profundamente acon91


gojado, recordó la herida de su ojo izquierdo, sonaron en su oído las palabras de la moribunda, pensó en como pronunció aquella palabra: “es tu padre” pero en seguida la imagen de Martina cruzo por su mente y se disiparon todas las sombras, así como se deshace la niebla de los campos por los rayos del ardiente sol. Pasaron los días y Genarillo continuo realizando sus ocupaciones rutinarias, pero se sentía poseído de una dulce tristeza, cuya causa era incapaz de analizar, pensaba en Martina, en su desventurada madre y en la muerte tan cruel que tuvo el negro, atado a una cadena, todas estas imágenes pasaban por su mente como si fueran visiones, pero de todas ellas la que más le agradaba era la imagen de Martina y era que esta visión halagaba a su espíritu llenándolo de sueños de muchos colores. Duplicó su afán, apresuró sus movimientos, no desperdició ni un segundo para dar termino a los trabajos que debía desempeñar, fue entonces que respiró con holgura creyéndose dueño de sí mismo, para ir al lado de Martina. Era la hora en que los sirvientes de la casa grande, aún no habían concluido de regar las flores de los grandes jardines que rodeaban la finca, Genarillo pensó que con ellos estaría Martina, como no le era permitido pasar hasta donde las regadoras se hallaban, se limitó a esperar. Tras de uno de los setos de la casa, vio Genarillo realizado su deseo de hablar con Martina, animado y resuelto fue el muchacho a su encuentro, tenía en mente decirle muchas cosas, cuando llegó vio a Martina su bronceado color se hizo más vivo y al observar que en el rostro de su amada se producía el mismo fenómeno, su emoción se hizo más grande y apenas pudo decir: 92


-

Me quieres Martina.

Martina, desde que se encontró con Genarillo, había adivinado el intento que lo guiaba, aquella pregunta le había sonado al oído antes que el muchacho la dijera, queriendo eludir, al propio tiempo que dar una respuesta afirmativa, sólo dijo: -

¡Quién sabe si quiera el amo!

Martina al pronunciar con esta frase, en que revelaba su amor a Genarillo, lo hirió en mitad del alma. Todo lo que el muchacho soñará vino por tierra. En la hacienda habían tenido lugar varios casamientos, y de ellos nunca se supo nada sino hasta el momento en que el amo determinaba quien era el novio y quien la novia, ¿Cómo podría estar seguro Genarillo de ser elegido él para Martina? La duda que Martina le sugirió al confesarle su amor de una manera indirecta, aguijoneaba su pasión, con aquel estímulo que las dificultades provocan en el corazón, estímulo que es tanto más violento, cuando es más rudo el ser en que se desarrolla. Los dos amantes que se miraban con intensísimo cariño, de pronto una voz a cuyo sonido siempre se habían acobardado los llamó. Si la tierra hubiera retumbado toda, si un huracán se les hubiera presentado de repente, si bajo sus pies las llamas del infierno en que creían, Genarillo y Martina, se hubieran aterrorizado menos, que cuando el amo, que se les acercaba sin ser sentido los llamo con un grito: 93


- ¡Bribones! Malagradecidos ¿Qué es lo que están haciendo? Los dos muchachos inclinaron sus frentes al suelo, y poseídos de un temblor convulsivo intentaron alejarse. Imposible los músculos no obedecieron, hasta que el amo les volvió a preguntar ¿Qué era lo que estaban haciendo? En la mirada del amo había furia, pero también había lujuria y celos, desde hacía días la figura embarnecida de la muchacha le había llamado poderosamente la atención, por lo que no iba a dejar que un simple peón se la quitara antes de tenerla entre sus brazos, después de unos días dejaría que hiciera lo que quisiera. Imponiendo su autoridad de ser el amo de cuanto se movía dentro de la hacienda, tomo fuertemente del brazo a Martina, al tiempo que le decía a Genarillo: - ¡Tú! Lárgate a trabajar al molino, después hablare contigo. Y tú, ven conmigo. Llevó casi a rastras a la muchacha hacia una de las habitaciones de la casa grande y cerro detrás de él la puerta. Genarillo sabía perfectamente bien lo que iba a pasar con su amada, por eso en lugar de ir hacia el molino como le había ordenado el amo, camino hacia su casa en busca de su machete. Sin reflexionar un segundo, machete en mano corrió hacia la casa grande, las varillas de madera que guarecían la puerta del cuarto en que vio entrar con el amo a Martina saltaron hechas astillas, y las dos hojas de que estaba formada se abrieron completamente, la luz de la tarde penetró en la es94


tancia, al igual que la figura de Genarillo. Martina yacía en el suelo desgreñada e inclinada sobre ella el amo, que procuraba vencer la escasa resistencia que la débil muchacha podía ya oponerle. El ruido de la puerta que se abrió, y la luz que inundó toda la instancia, hizo que el amo se pusiera en pie y se lanzará feroz contra Genarillo. Un vapor de sangre subió a la cabeza del muchacho, y los celos, la rabia y la desesperación, hicieron lo demás. El machete de Genarillo entró, hasta desaparecer en toda su anchura, en la cabeza del dueño de la hacienda. Cuando este rodó por el suelo, sin lanzar siquiera una queja, el amante de Martina sintió todo el horror de su crimen, tomó de un brazo a la azorada muchacha y salió por la misma puerta, se dirigieron a las caballerizas de la casa grande y tomaron dos de los mejores caballos de la cuadra, a todo galope se dirigieron a la sierra, en donde estarían a salvo de quienes los persiguieran. Pasados algunos años, Genarillo volvió hecho todo un hombre al mando de quinientos hombres para tomar la hacienda. El levantamiento revolucionario había comenzado.

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Créditos Lic. Gabriel H. Arguijo Gándara Lic. Karina Bastida Padilla Lic. Nohemí Fernández Veloz Lic. Juan de Dios García Aragón Lic. Humberto Morales Rivas

Coordinador general del proyecto: Mtro. Salvador de la Rosa Olvera Presidente de la Asociación Psicoanalítica de Durango.

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