Allá vamos, otra vez
Cómo extender el Desarrollo … caiga quien caiga
Allรก vamos, otra vez
de Oren Ginzburg
A mi familia
Prefacio “Allá vamos, otra vez” es una flecha lanzada en defensa de los pueblos indígenas. En los 33 años que llevo en Survival, no he encontrado nada que ponga el dedo en la llaga con tanta sencillez, precisión y humor incontenible. Hoy por hoy se habla mucho sobre los pueblos indígenas y el desarrollo, pero quien realmente quiera entender lo que está ocurriendo no tiene más que leer este libro.
www.hungrymanbooks.com Contacto con el autor: oren_ginzburg@yahoo.com Publicado por primera vez en marzo de 2005 Esta edición: junio 2006 Disponible también en inglés e italiano ISBN 0 946592 23 3 Prefacio y apéndices © Survival International Texto e ilustraciones © Oren Ginzburg Impreso en papel Sappi por Mediaprint. ¡Con especial agradecimiento a Violaine y Noa!
El “desarrollo” de los pueblos indígenas en contra de su voluntad - en el fondo, para que otros puedan apropiarse de sus tierras y recursos - hunde sus raíces en el colonialismo del siglo XIX (“nosotros sabemos qué es lo mejor”) y viste ahora, en el siglo XXI, el disfraz de lo “políticamente correcto”. Los pueblos indígenas no son atrasados: son sociedades vivas y autónomas que, al igual que todos nosotros, se adaptan constantemente a un mundo cambiante.
La principal diferencia entre los pueblos indígenas y nosotros radica en que nosotros les arrebatamos sus tierras y recursos, y nos valemos del argumento engañoso, incluso racista, de que lo hacemos por su propio bien. Eso se llama conquista, no desarrollo. Survival International ayuda a los pueblos indígenas a proteger sus vidas, defender sus tierras y decidir su propio futuro. Estamos encantados de poder hacer llegar el libro de Oren a comunidades indígenas de todo el mundo, así como a gobiernos y otras instituciones que debieran hablar con conocimiento y dejar de vivir en el pasado.
Stephen Corry Director de Survival International, 2006
Nuestro objetivo inicial era el mismo que de costumbre:
llevarles Desarrollo Sostenible.
Sin embargo, en este caso concreto,
nos encontramos con un desafĂo inesperado.
Resultรณ que la vida de esta gente,
a su peculiar modo y manera,
ya era sostenible.
Así que lo único que realmente podíamos llevarles era...
Desarrollo.
Empezamos por el Desarrollo Comunitario Participativo,
pero ellos participaban mรกs bien poco.
Probamos con actividades generadoras de ingresos... pero algunos parecen contentarse con menos de un dĂłlar al dĂa.
Tratamos incluso de darles poder... pero su reacciรณn fue mรกs poderosa de lo que esperรกbamos.
AsĂ que decidimos optar por un Enfoque Interdisciplinar Integrado por MĂşltiples Accionistas.
Desarrollamos innovadoras Colaboraciones con el Sector Privado.
Desarrollamos Competencias Profesionales adaptadas a una economĂa rotativa.
Desarrollamos estrictas medidas de conservaciĂłn, para evitar mĂĄs daĂąos al entorno.
Y desarrollamos ambiciosas Redes de ProtecciĂłn Social: para quienes no eran capaces de cuidar de sĂ mismos.
Este proceso nos ha supuesto un reto, en el que hemos aprendido muchas lecciones.
Estamos deseosos de aplicarlas en otros lugares en un futuro muy cercano. Pero, por ahora, permĂtannos simplemente decirles:
ยกBienvenidos a la Aldea Global!
Allá vamos, otra vez
La lucha indígena
La destrucción de los pueblos indígenas en nombre del "desarrollo" – algo que ocurre siempre que los no indígenas codician sus tierras y recursos - sigue siendo el problema más grave al que éstos se enfrentan. El problema no se limita a los países pobres.
El futuro de los pueblos indígenas no tiene por qué ser como el que se describe en este libro.
En Canadá, los innu de Labrador y Québec han sido reasentados en comunidades sometidas al tipo de "desarrollo" descrito en “Allá vamos, otra vez”. Los innu fueron autosuficientes hasta la década de los sesenta. Hoy son muy pocos los que cazan caribú o pescan en los lagos de los que un día dependieron. Una escolarización carente de toda sensibilidad, una dependencia absoluta de los programas de asistencia social y la abyecta pobreza resultante han arruinado casi por completo su modo de vida y destruido su autoestima. La violencia doméstica y las drogas baratas, como la inhalación de gasolina y el alcohol, están a la
orden del día. Algunas comunidades registran las tasas de suicidio más altas del mundo y todas las familias conocen al menos a un adolescente que se ha quitado la vida. Canadá dice que negociará sobre sus derechos territoriales, pero sólo cuando los indígenas hayan abandonado las tierras. No es casualidad que el territorio innu albergue algunos de los yacimientos de níquel más ricos del mundo. Los innu no se han rendido: están luchando para defenderse, pero se enfrentan a circunstancias muy adversas y a prejuicios totalmente obsoletos.
En los años setenta, uno de los pueblos más grandes de la Amazonia, los yanomami, se vio amenazado por el desmembramiento de sus tierras, destinadas a abrir paso al programa de carreteras de Brasil. A pesar de la campaña internacional lanzada por Survival para defender a los indígenas, alrededor de un 20% de los yanomami murió trágicamente a causa de las enfermedades introducidas por los buscadores de oro. La campaña cosechó un éxito en 1992, cuando se consiguió protección para toda la tierra de los yanomami. Aunque sus problemas no han acabado, los indígenas tienen ahora una organización propia para la defensa de sus derechos. En algunas comunidades, los niños aprenden con sus
propios profesores y en sus propias escuelas cómo hacer frente a las amenazas del exterior. Los yanomami permanecen fieles a la mejor de sus tradiciones. No se ven a sí mismos como personas pobres o atrasadas, y pueden aspirar a seguir llevando vidas plenas - como yanomami - durante generaciones. Si deseas más información sobre pueblos indígenas amenazados y cómo tú puedes ayudarles, ponte en contacto con nosotros: Survival International (España) c/ Príncipe, 12, 3º 28012 Madrid T: +34 91 521 72 83; F: +34 91 523 14 20 Survival tiene su sede central en Londres y oficinas en Alemania, España, Francia e Italia. info@survival.es www.survival.es
Enlaces relacionados con Allá vamos, otra vez La Selva Esmeralda (película) http://www.dailymotion.com/video/x2bsxrk_la-selvaesmeralda_shortfilms Vídeo de Allá vamos, otra vez, de Survival international
https://youtu.be/HXX7UpCrZm0 Video presentación de Jerry Mander http://library.fora.tv/2006/11/28/Paradigm_Wars#chapter_06 Jerry Mander es el autor de En Ausencia de lo Sagrado
Fuente de la imagen: Michael Entry Art Gallery
En 1855, el Jefe Noah Sealth de la tribu Duwamish, escribió al presidente Franklin Pierce protestando ante su decisión de “comprar” las tierras tribales. En la carta, el jefe indio se explicaba así: "¿Como se puede comprar o vender el firmamento, ni aún el calor de la tierra? Dicha idea nos es desconocida. Si no somos dueños de la frescura del aire ni del fulgor de las aguas, ¿Como podrán ustedes comprarlos? Cada parcela de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada brillante mata de pino, cada grano de arena en las playas, cada gota de rocío en los bosques, cada altozano y hasta el sonido de cada insecto, es sagrada a la memoria y el pasado de mi pueblo. La savia que circula por las venas de los arboles lleva consigo las memorias de los pieles rojas. Los muertos del hombre blanco olvidan su país de origen cuando emprenden sus paseos entre las estrellas, en cambio nuestros muertos nunca pueden olvidar esta bondadosa tierra puesto que es la madre de los pieles rojas.
Somos parte de la tierra y asimismo ella es parte de nosotros. Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el venado, el caballo, la gran águila; estos son nuestros hermanos. Las escarpadas peñas, los húmedos prados, el calor del cuerpo del caballo y el hombre, todos pertenecemos a la misma familia. Por todo ello, cuando el Gran Jefe de Washington nos envía el mensaje de que quiere comprar nuestras tierras, nos esta pidiendo demasiado. También el Gran Jefe nos dice que nos reservara un lugar en el que podemos vivir confortablemente entre nosotros. Él se convertirá en nuestro padre, y nosotros en sus hijos. Por ello consideraremos su oferta de comprar nuestras tierras. Ello no es fácil, ya que esta tierra es sagrada para nosotros. El agua cristalina que corre por los ríos y arroyuelos no es solamente agua, sino que también representa la sangre de nuestros antepasados. Si les vendemos tierras, deben recordar que es sagrada, y a la vez deben enseñar a sus hijos que es sagrada y que cada reflejo fantasmagórico en las claras aguas de los lagos cuenta los sucesos y memorias de las vidas de nuestras gentes. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre. Los ríos son nuestros hermanos y sacian nuestra sed; son portadores de nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben recordar y enseñarles a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos y también los suyos, y por lo tanto, deben tratarlos con la misma dulzura con que se trata a un hermano.
Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestro modo de vida. El no sabe distinguir entre un pedazo de tierra y otro, ya que es un extraño que llega de noche y toma de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana, sino su enemiga y una vez conquistada sigue su camino, dejando atrás la tumba de sus padres sin importarle. Le secuestra la tierra de sus hijos. Tampoco le importa. Tanto la tumba de sus padres, como el patrimonio de sus hijos son olvidados. Trata a su madre, la Tierra, y a su hermano, el firmamento, como objetos que se compran, se explotan y se venden como ovejas o cuentas de colores. Su apetito devorara la tierra dejando atrás solo un desierto. No se, pero nuestro modo de vida es diferente al de ustedes. La sola vista de sus ciudades apena la vista del piel roja. Pero quizás sea porque el piel roja es un salvaje y no comprende nada. No existe un lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ni hay sitio donde escuchar como se abren las hojas de los árboles en primavera o como aletean los insectos. Pero quizá también ésto debe ser porque soy un salvaje que no comprende nada. El ruido parece insultar nuestros oídos. Y, después de todo, ¿Para que sirve la vida, si el hombre no puede escuchar el grito solitario del chotacabras ni las discusiones nocturnas de las ranas al borde de un estanque? Soy un piel roja y nada entiendo. Nosotros preferimos el suave susurro del viento sobre la superficie de un estanque, asé como el olor de ese mismo viento purificado por la lluvia del mediodía o perfumado con aromas de pinos. El aire tiene un valor inestimable para el piel roja, ya que todos los seres comparten un mismo aliento – la bestia, el ár-
bol, el hombre, todos respiramos el mismo aire. El hombre blanco no parece consciente del aire que respira; como un moribundo que agoniza durante muchos días es insensible al hedor. Pero si les vendemos nuestras tierras deben recordar que el aire no es inestimable, que el aire comparte su espíritu con la vida que sostiene. El viento que dio a nuestros abuelos el primer soplo de vida, también recibe sus últimos suspiros. Y si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben conservarlas como cosa aparte y sagrada, como un lugar donde hasta el hombre blanco pueda saborear el viento perfumado por las flores de las praderas. Por ello consideraremos su oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla, yo pondré una condición: El hombre blanco debe tratar a los animales de esta tierra como a sus hermanos. Soy un salvaje y no comprendo otro modo de vida. He visto a miles de búfalos pudriéndose en las praderas, muertos a tiros por el hombre blanco desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo como una maquina humeante puede importar más que el búfalo al que nosotros matamos solo para sobrevivir. ¿Que seria del hombre sin los animales? Si todos fueran exterminados, el hombre también moriría de una gran soledad espiritual; Porque lo que le sucede a los animales también le sucederá al hombre. Todo va enlazado. Deben enseñarles a sus hijos que el suelo que pisan son las cenizas de nuestros abuelos. Inculquen a sus hijos que la tierra esta enriquecida con las vidas de nuestros semejantes a fin de que sepan respetarla. Enseñen a sus hijos que nosotros hemos enseñado a los nuestros que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra le ocurriría a los hijos
de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, se escupen a si mismos. Esto sabemos: la tierra no pertenece al hombre; el hombre pertenece a la tierra. Esto sabemos. Todo va enlazado, como la sangre que une a una familia. Todo va enlazado. Todo lo que le ocurra a la tierra, le ocurrirá a los hijos de la tierra. El hombre no tejió la trama de la vida; el es solo un hilo. Lo que hace con la trama se lo hace a si mismo. Ni siquiera el hombre blanco, cuyo Dios pasea y habla con él de amigo a amigo, queda exento del destino común. Después de todo, quizás seamos hermanos. Ya veremos. Sabemos una cosa que quizá el hombre blanco descubra un día: nuestro Dios es el mismo Dios. Ustedes pueden pensar ahora que El les pertenece lo mismo que desean que nuestras tierras les pertenezcan; pero no es así. El es el Dios de los hombres y su compasión se comparte por igual entre el piel roja y el hombre blanco. Esta tierra tiene un valor inestimable para El y si se daña se provocaría la ira del creador. También los blancos se extinguirían, quizás antes que las demás tribus. Contaminan sus lechos y una noche perecerán ahogados en sus propios residuos. Pero ustedes caminaran hacia su destrucción, rodeados de gloria, inspirados por la fuerza de Dios que los trajo a esta tierra y que por algún designio especial les dio dominio sobre ella y sobre el piel roja. Ese destino es un misterio para nosotros, pues no entendemos por que se exterminan los búfalos, se doman los caballos salvajes, se saturan los rincones secretos de los bosques con el aliento de tantos hombres y se atiborra el paisaje de las exuberantes colinas con cables parlantes. ¿Donde esta el matorral? Destruido. ¿Donde esta el águila? Desapareció. Termina la vida y empieza la supervivencia."