6
ENFOQUES
I
Domingo 10 de abril de 2011
Innovadores
::::
Facebook se convierte en libro
Kevin Kelly, una mirada original sobre el futuro de la tecnología
GASTON ROITBERG LA NACION
Fundador de la prestigiosa revista norteamericana Wired, referencia obligada en materia de nuevas tecnologías, Kelly es a la vez futurólogo y etnógrafo digital, gurú y “tecnólogo”, el neologismo con que suele ser presentado. Es decir, es una figura clave en el análisis del impacto que la tecnología tiene sobre nuestras vidas y, también, de la manera en que posiblemente evolucionarán nuestros modos de acceder a la información TOBIAS HASE/DPA/CORBIS
ERNESTO MARTELLI LA NACION
K
evin Kelly se ha convertido en uno de los iconos globales en los análisis culturales del impacto de la tecnología en nuestras vidas. Fue fundador y editor de la prestigiosa revista Wired –la publicación que en las últimas dos décadas registra con audacia periodística el universo digital– y, en la periferia del ámbito académico –abandonó sus estudios de Economía en primer año para dedicarse a viajar por el mundo y registrarlo con su cámara–, es una referencia obligada en cuestiones de etnografía digital. Kelly ha sido definido como “tecnólogo” de manera recurrente, un neologismo al que parece adscribir por la negativa: no es científico, ni sociólogo, ni analista cultural, pero ha hecho de la mirada humanista sobre los conceptos técnicos su materia prima (su último libro se titula, en inglés, “What technology wants”, y en 800 páginas se extiende en reflexiones sobre lo que el llama “technium”). “Es que a menudo cuando pensamos en tecnología pensamos en los dispositivos más nuevos, más sofisticados. Sin embargo, cuando una mira lo que lo rodea, un vaso, una cuchara, una mesa, una pared, una ropa de algodón… Son respuestas tecnológicas que tienen cientos de años y que el hombre naturaliza, incorpora a su ambiente hasta dejar de preguntarse sobre ellas.” Pero minutos después de conocerlo, se descubre que Kelly encaja mejor en la idea de “disidente”, como prefiere presentarse, que en la de “gurú digital”; en todo caso es un futurista atípico, más preocupado por el pasado y el presente, y que ha escapado deliberadamente al molde del tipo que predice con un ojo puesto en las cotizaciones de las acciones del Nasdaq, el índice bursátil del sector tecnológico, y guiñando el otro a los fondos de inversión. “En realidad la tecnología crea tantos nuevos problemas como los que resuelve, o más”, sostiene. “La tecnología lo que hace es ampliar las posibilidades de hacer las cosas, y eso es en definitiva lo que más queremos los humanos: tener modos diferentes de vivir, poder elegir opciones para desarrollar nuestras tareas, nuestros intereses. Desde ya, alguien quiere ganar dinero con un invento o un nuevo producto, desde ya algún problema será resuelto, pero en realidad lo decisivo es que justamente se crean nuevos problemas y con eso nuevas posibilidades de hacer las cosas, de resolverlos. La distancia entre la destrucción y la creación es mínima.” Como sea, Kelly, nacido en 1952, radicado
hoy en Pacifica, California. Barbado y canoso –con su computadora portátil Apple llena de calcomanías coloridas y un hablar pausado–, ha forjado un prontuario de veredictos alrededor de la cultura digital que no sólo se han convertido en verdades vigentes sino que le han provisto un aura especial. Este encuentro, de hecho, se produce en un salón del Sheraton, en el corazón de Manhattan, en el marco de la prestigiosa conferencia TOC sobre el futuro de la industria editorial, pero se lo pudo ver esta última semana en las prestigiosas Web 2.0 Expo en San Francisco, ofreciendo su mirada sobre los próximos años, ante los más selectos referentes de la cultura digital, como Hal Varian, economista de Google, bloggers, inversores o creativos. El contraste entre él y cualquier joven emprendedor de Internet (el emblemático Mark Zuckerberg de Facebook, digamos) es sustantivo, visible, reflejado en el derrotero de una vida: “Soy californiano por adopción y reniego bastante del nacionalismo de mis compatriotas: soy cosmopolita por naturaleza” Para graficarlo, sugiere que pensemos en la Fiebre del Oro, año 1849: cientos, miles de ambiciosos con tan pocos escrúpulos como futuro (los “forty-niners”) lanzados de modo desordenado a encontrar dinero fácil en un territorio sin leyes, que era técnicamente parte de México pero sobre el que ningún Estado tenía real jurisdicción. Así se forjó San Francisco, cuenta apasionado Kelly para introducirnos en ciertos valores libertarios que rigen actualmente en la cultura de Silicon Valley, la tierra prometida de los desarrollos tecnológicos, pero también en el hippismo californiano de la década del 60. “Está en la esencia fundacional de California: gente que elige vivir al margen del Estado, sin mucho control; es un patrón cultural muy fuerte…” Y la mención a la psicodelia y el rock contracultural en un sitio ubicado a pocos kilómetros de donde hoy se desarrolla el centro de la cultura digital, se hace oportuna: “Yo fui parte del hippismo, claro. De la generación Woodstock… Con mi hermano compramos las entradas porque estaban todos los artistas que nos interesaban. Pero, para mi arrepentimiento eterno, eso nunca ocurrió: me fui de vacaciones con mis padres. Recuerdo como si fuera hoy cuando mi padre abrió The New York Times ese fin de semana y leyó que decenas de miles habían generado una gran congestión de tránsito. Dijo: ‘Ven, ¿no están contentos de no haber ido?’” Durante la conferencia, en la que fue ovacionado de pie, Kelly presentó los seis conceptos de largo plazo que, para él, dominarán el modo de acceder a la información.
Quién es Nombre y apellido: KEVIN KELLY
Edad: 58 AÑOS Generación hippie: Casado y padre de tres hijas, nació en Pennsylvania pero migró a California, donde vive actualmente. Escritor y fotógrafo, abandonó la carrera de Administración de Empresas en primer año. Cultura y tecnología: Participó de la fundación de la revista Wired, sobre cultura digital. Publicó varios títulos, entre ellos Nuevas reglas para una nueva economía (1999), y el reciente What technology wants (2010).
Su visión, la de un observador lúcido más que la de un rupturista, goza de predicamento en la audiencia de la cultura digital: no sólo por sus aciertos, también por que le otorga densidad conceptual a muchas actividades cotidianas. Y detalla: 1. Las pantallas. De las generaciones de los libros a las de las pantallas, se trata de una evolución, para él, imparable. “Hoy, están en todos lados, en las paredes de los edificios, en los aviones, en los celulares, en los ascensores. ¿Alguien hubiera creído realmente hace apenas 20 años, en 1991, que leeríamos libros en un celular? Y seguirán evolucionando: serán cada vez más baratas, más planas, más sensibles. Pasamos de una etapa de transmisión de información basada en la oralidad, luego a la palabra escrita y ahora a la visualización. Sospecho, aunque resta ver que fuerzas se impondrán, que la gente buscará tener una sola pantalla para todas las acciones: ver TV, mails, juegos, diarios, Internet…” 2. La interacción. Cuenta un experimento, de ofrecerle a un niño muy chico una iPad para que aproveche sus movimientos de modo intuitivo: y el niño empieza a “tapear”, a “scrollear”, esos verbos aún sin traducción que hacen a las virtudes de estos dispositivos. No leen, claro; tocan. Las actividades no textuales que incorporan el cuerpo, la gestualidad como en la célebre escena del film “Minority Report” son modos de conducir la información de un modo visual que excede
Conectados
la cultura “digital”, la de teclear, a la que estamos acostumbrados. 3. Compartir. “Es evidente que vivimos en un mundo donde muchas de las innovaciones llegan del aspecto social, colectivo, de las cosas… No sabemos hasta dónde puede llegar esta lógica en las próximas dos décadas, pero ya está probado que todo lo que se puede compartir enriquece su valor, desde los amigos a las inversiones”. 4. El fluir. “Es muy claro cuando se piensa en el océano de información: es inasible, literalmente, y la consigna será no ya cómo ordenar esa data sino cómo interpretar su flujo.” 5. Acaso éste sea el punto más original y rupturista de estos postulados de Kelly, el que condensa algunos de sus aciertos anteriores y los proyecta: el acceso es más importante que la propiedad, apunta e implica un cambio de paradigma en la percepción sobre los bienes culturales: “Hay ejemplos en la industria del cine, de la música. El acceso es la clave: un servicio me permite escuchar cuando quiera casi toda la música disponible… Era impensado años atrás. Ocurre hoy y cambia el valor de la compra, del concepto de propiedad no sólo porque las cosas sean gratis sino porque cada vez más pagamos el servicio de acceso y no el producto”. 6. Crear, no copiar. Otro axioma vigente que Kelly puso en palabras una década atrás en su postulados sobre una Nueva Economía, el que sostiene que “todo aquello que puede copiarse ya no puede venderse”, es hoy actualizado por su autor. “Si es más fácil pagar que copiar y el precio es justo, todo se resuelve. La inmediatez y la personalización son claves. Muchos sostienen que la música ahora es gratis, pero los shows en vivo cobran cada vez más caro. Cuando se pone el cuerpo, la performance tiene un valor singular, creciente…” El mismo es parte de esta tendencia: Kelly pone el cuerpo en cada charla o disertación. Y es curioso el modo en que un referente internacional, habitué de las más prestigiosas conferencias, percibe su actividad o define su profesión a la hora de llenar un casillero en Migraciones: “‘Consultor’ sería cierto: ¡consulto a mucha gente! ‘Pensador’ suena pretencioso aunque es la actividad que hago y por la que me pagan. Es una tarea muy devaluada en esta época, asociada a la vagancia, a la pérdida de tiempo… Me siento editor, eso es exactamente lo que hago: comparto ideas, propias o ajenas, que selecciono y empaqueto de formas diferentes, de manera escrita, en revistas o libros, o de manera oral.”
Después del “egosearch” (la acción de buscar los resultados que entrega el propio nombre en Google y otros motores de búsqueda) y el “egotweet” (buscar en Twitter los micromensajes que aparecen con nuestra identidad) parece haber llegado el turno del egobook, una nueva aplicación en Facebook que permite a los usuarios llevar a soporte papel el contenido que publican allí. Libros sobre la red social -que ya tiene más de 600 millones de usuarios y proyecta llegar a los 1000 millones para fines de 2011– hay muchos y de los más variados enfoques. Pero esta vez se invierte el circuito y es una aplicación –de las miles accesibles en este servicio– la que permite que los datos almacenados (textos, fotografías, comentarios del muro y mensajes) puedan llegar a un libro personalizado con el idioma del perfil, de un máximo de 74 páginas, que se imprime con rebordes azules característicos de la red social y tiene un costo de entre 30 y 45 dólares. El registro físico de los contenidos digitales es una de las grandes preocupaciones de esta era. Y resulta muy llamativo que, siendo Facebook uno de los principales responsables de la merma del negocio de la impresión de fotos, algunas soluciones lleguen de su propia mano. Una pregunta que surge es la siguiente: ¿por qué tendría interés el usuario en llevar al registro impreso e inapelable una actividad caracterizada por el dinamismo y los flujos de contenido que se derraman cada minuto en forma de cascada? MyEgobook, tal el nombre de la aplicación, ofrece algunas respuestas a ese interrogante en los mensajes de los usuarios en su muro de Facebook: “Es una gran idea para congelar los recuerdos”; “Impresión de calidad y entrega rápida garantizada”; “El mejor regalo para hacer a un amigo”. En todos los casos se pondera su capacidad para superar la volatilidad, lo efímero y la liquidez del contenido digital, rasgos de lo que el ensayista italiano Alessandro Baricco denomina “barbarie cultural”. A fines del año último, un video publicado por el realizador francés Maurice Luère en YouTube con el título A life on Facebook, y distribuido de manera viral por toda la Web, permitió entender en apenas tres minutos –y con cierta exageración– el significado que muchos usuarios le asignan a la actividad en este espacio volátil en el que producen, publican, comparten y comentan sobre sus vidas y las de otros.
@grmadryn
Más información. Enlaces, videos y otros contenidos multimedia www.lanacion.com.ar/diario-dehoy/ suplementos/enfoques
Recomendados
1
http://twournal.com Un servicio que permite armar libros de la actividad en Twitter.
2
www.blurb.com Para imprimir libros de alta calidad a partir de fotos digitales propias.
3
www.ninuku.com Transforma el contenido publicado en Facebook en archivos .pdf.
© LA NACION
Terapia (arriba también se sufre)
Hoy, Nilda Garré DIEGO SEHINKMAN PARA LA NACION
Garré: (Con una sonrisa de suficiencia) Que tampoco exageren, ¡eh! Un compañero de aquellos años decía: “¡Nilda está más activa que en los setenta! ¿Vieron esta semana la bomba que hizo estallar?” Terapeuta: ... G: (Suspira, fastidiada) ... ¿Tanto revuelo porque le saqué a Macri 1200 policías? (Tironea para abajo el saco del trajecito sastre) En fin. Acá estamos. ¿Le digo? La exposición que tuve esta semana me estresó tanto que decidí venir... Usted sabe que este amigo que le comentaba, me dijo: “Hacés bien en ir a terapia. Lo único, tené cuidado porque en sesión siempre vuelve el pasado. E irónicamente agrega: “Como decía Freud, el retorno de lo reprimido”... T: ¿Y qué sería en su caso, eso “reprimido”? G: (Se ríe, algo nerviosa) Nah... ¿Vio todas las cosas que se dicen de una? (hace memoria) Que en el 67, recién egresada como abogada
del Salvador, gracias a un contacto entré al Ministerio del Interior durante el gobierno de Onganía. Que ahí construí buenos vínculos con los militares y que gracias a eso conseguí que, después del golpe, Juan Manuel –le hablo de Abal Medina, que era mi marido– se pudiera asilar en la embajada de México en Buenos Aires y que a mí no me tocaran un pelo. ¡Mire de lo que me acusan! ¡Si yo durante la dictadura era abogada de presos políticos! (Suspira) Tantas cosas se dicen. Que en aquellos años, yo era la “Comandante Teresa”. Que cuando era la segunda de Freddy Storani en el Ministerio del Interior de la Alianza, revelé información confidencial del atentado a la AMIA y perjudiqué la investigación. Que tengo dos registros de la propiedad automotor. ¡Qué sé yo qué pavadas más! Lo único cierto, es que en el 73, con 27 años, me transformé en la diputada nacional más joven por el Frejuli. (Mira con el mentón en alto, orgullosa, a punto de mostrar su tesoro) ¿Usted sabía que yo vine en el avión de Alitalia que lo trajo a Perón? (Sonríe) Siempre volé alto...
T: Y hoy aterrizó en un diván... G: ¿Le cuento una pavada, que nada que ver? El otro día me lo preguntó Chiche Gelblung por radio y se lo confirmé. Hace un tiempito mi hija tenía estacionado su auto en la puerta de casa, en Palermo, y le robaron dos ruedas. Lo que no le conté a Chiche es lo que pasó después: cuando entró a casa, me miró desconsolada y me dijo: “El invento más grande de la humanidad es la rueda. Pero la inseguridad, ¿seguro que es un invento, mamá?” T: La irrupción de lo real sobre el relato, siempre simbólico... G: (Enojadísima) No, mire. No me venga con un discurso de derecha. El delito viene bajando... Cuando yo asumí en... T: (Interrumpiendo) No, espere. No manifesté una posición política, sino una posición subjetiva: la suya. Usted trajo a sesión algo
que en algún punto debe conmoverla: un hecho delictivo que, aunque menor, ocurrió delante de las propias narices de la ministra de Seguridad, que dice que bajó el delito. Uno podría decir: el discurso que uno se arma y con el cual rueda, quedó en llanta. G: (Se cruza de brazos, cerrándose sobre su idea) ¡Yo lo único que le digo, es que no acepto que digan que lo de los policías fue para perjudicar a Macri, ni acepto que digan que lo del bloqueo a los diarios fue con nuestra connivencia! ¡Y no acepto que digan que si no respondí a la orden judicial de garantizar la distribución, y que si me negué a ir al Congreso a dar explicaciones por lo del bloqueo, es porque soy autoritaria! ¡Yo no soy autoritaria, y este gobierno no es autoritario! T: El autoritario, en general, no da lugar al otro...
G: ¡No le voy a permitir que diga eso de mí! T: No me dio lugar... G: (Refunfuña) Mire. ¿Sabe lo único que me importa ahora? Que mi medida no acarree un costo político. Alguien decía: “El gobierno es el escorpión y la rana es la clase media. El escorpión le pide a la rana que la ayude a cruzar el río y ganar las elecciones. La rana le contesta: “Si no me picás con medidas irritantes, cruzamos el río y en octubre ganás cómoda”. Pero en la mitad del río, páfate. El escorpión empieza con un aguijonazo por semana: En la semana uno, se sientan con Moyano a definir cuánta inflación se va a blanquear y cómo se paga ganancias, como si fuera el ministro de Economía. En la semana dos, apoyan con su inacción el bloqueo a los diarios. En la tres, retiran de forma abrupta los policías de los hospitales. “¿Qué hiciste? –le pregunta la rana– ¿No ves que con tus aguijonazos nos hundimos los dos? ¡Yo me hundo en mi mar de angustias burguesas y vos te hundís en las encuestas!” Y el escorpión contesta: “No lo puedo evitar. Está en mi naturaleza”.