Cuento y Leyenda

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Cuento Un integrante más En un lugar llamado Numerolandia, vivían dos familias de números, La familia de los pares y la familia de los Nones, dichas familias tenían una buena relación pues sus hijos eran muy buenos amigos. La familia de los pares estaba conformada por Papá llamado Ocho (8) y mamá llamada seis (6) ambos tenían dos hijos uno llamado cuatro (4) y el otro llamado dos (2) en cambio en la Familia de los Nones el papá se llamaba nueve (9) y la madre se llamaba siete (7) ellos tenían tres hijos, el más pequeño llamado uno (1), luego el otro se llamaba tres (3) y el más grande se llamaba cinco (5).

Una día por la tarde, estaban jugando los pequeños de cada familia en el parque de Numerolandia, cuando de repente se acerca a ellos un numero un poco extraño para ellos pues nunca en su vida lo habían conocido, era un número redondito, gordito con un pequeño orificio en el centro, estaba perdido porque no sabía dónde estaba ni mucho menos a donde iba, los pequeños números al verlo quedaron sorprendidos, entonces uno de ellos le preguntó:

-Hola amigo, ?Cómo te llamas?, - Me llamo Cero, respondió él - ¿Y qué haces aquí? - Estoy buscando un lugar para vivir, porque no tengo una familia con quien


estar, respondió cero Los pequeños números al ver al pobrecito cero sin algún lugar para vivir, decidieron reunirse un momento para hacer algo y ayudar al nuevo amigo que acababa de llegar, en eso número dos (2) comento: - Tengo una idea amiguitos, en casa de los nones son cinco integrantes asi que no creo que haya algún lugar para cero, en cambio en nuestra casa solo somos cuatro y hay más posibilidad de que cero pueda quedarse aquí. Todos se alegraron por esa idea, porque así ya no dejarían a cero desprotegido, entonces en ese momento fueron a casa de los pares y le comentaron a sus papas el problema en el que se encontraban, ellos creían que sus padres no lo iban a aceptar pero eso no fue así, los padres de los nones con mucho gusto aceptaron a cero y le dieron asilo en su casa haciéndolo un integrante más de la familia de los pares. Fue así como cero encontró una familia con quien estar y a partir de ese día perteneció a la familia de los Pares, él fue muy feliz porque ya no estuvo solito y porque ya tenía amiguitos y una familia con quien compartir su tiempo. FIN


Leyenda del Cristo Perdido Esta leyenda se cuenta tanto en concepción del Oro, al igual que en otros lugares. Dice que era tanto el agradecimiento que sentían los mineros y gambusinos de la región, por tantas bendiciones recibidas en sus minas y sus arroyos, que decidieron juntarse y cooperar todos con un poco de lo recibido para mandar hacer un crucifijo de tamaño natural. Nadie se opuso a la idea, así que todos aportaron algo de su oro para hacer aquel cristo que sería la ofrenda de su agradecimiento. Para tal efecto, una vez reunida la cantidad suficiente de oro lo enviaron fundir a la Ciudad de Saltillo. Los feligreses acordaron que cuando estuviera listo el crucifijo, se procedería a hacer una peregrinación desde Saltillo hasta Mazapil. En la fecha acordada, el artesano entregó el crucifijo en Saltillo y desde allá partió la peregrinación, entre danzas, inciensos, cánticos y cohetones. Como el trayecto es largo, los peregrinos se detuvieron cerca de Bonanza para descansar y reponer fuerzas, principalmente porque el trayecto sería el más difícil: atravesar la sierra. Se dice que cuando todos estaban dormidos fueron asaltados por una gavilla de ladrones de las tantas que asolaban esa región, dándoles muerte a casi todos los peregrinos y enterrando el Cristo con la idea de después regresar por él: esto debido al peso y tamaño de la obra. Entre la masacre solamente quedó un niño con vida que estuvo observando a los ladrones en silencio ante el temor de que se dieran cuanta que estaba vivo y también mataran. Cuando los maleantes se fueron, ese niño se encargó de pedir ayuda en el poblado más próximo. Los pobladores de inmediato se organizaron y al ver la masacre que habían cometido los ladrones, fueron en su búsqueda. Era tal la ira que sentían contra ellos que cuando los encontraron los mataron sin contemplaciones. El niño que había sobrevivido era un indio. Como no había quien entendiera su dialecto, no pudo decir dónde habían enterrado el cristo los ladrones, ni el lugar exacto, pues todo había ocurrido por la noche y, además con la caminata que se había hecho el niño se desorientó. Desde entonces, mucha gente, sobre todo la que escucha la leyenda, se ha aventurado en la búsqueda del cristo perdido sin poder dar con él.



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